Este relato es para la Actividad #RetosTerroríficos
Ichiinou me retó a escribir sobre un personaje sordo.

Me Pregunto Cómo Suena Mi Risa

No se puede decir realmente que entienda el término silencio. Se supone que es la ausencia de sonido, por lo que se puede decir que toda mi vida he estado rodeada de eso que algunos llaman silencio. Me quejaría de lo difícil que fueron mi niñez y adolescencia por ser sorda, pero no creo tener tiempo para eso ahora. O quizás, sea el momento justo para eso.

Todo se siente tan irreal… Es como una pesadilla de la que espero despertar en cualquier momento. Oh, Dios, que sea una pesadilla, te lo ruego.


Lo que se me viene a la mente, en este momento tan irreal, es mi compañera de cuarto, Mariana. Últimamente esta había estado actuando extraña, bueno, más extraña que de costumbre. Y todo comenzó con la visita de ese chico. No sé quién era o qué quería, solo sé que desde que visitó a Mariana esta cambió por completo.


Ella siempre fue divertida. Tenía una forma… única, se podría decir, de ver al mundo. Es del tipo de personas que creen que hay más cosas de las que vemos. Antes me parecía una locura, pero ahora sé que la que estaba equivocada era yo. Oh, por Dios, tan equivocada. Por favor, que esto sea una pesadilla.


Esta mañana, Mariana había salido muy animada. Antes de irse, me había dicho, a señas, que hoy era el día que todo cambiaría. Le pregunté a qué se refería. Ella me sonrió, pero no era una sonrisa normal. Su sonrisa era como la del gato de Cheshire, de Alicia en el País de las Maravillas. No me gustó, me pareció una sonrisa desagradable. Ahora sé que no lo era tanto, hay peores, y ante mí está la prueba.


Me había dicho que si juraba lealtad al Salvador, sería parte del nuevo mundo. Lo que quisiera que eso significara, supongo está relacionado con eso frente a mí. Probablemente el chico de aquella vez fuera ese tal Salvador o puede que la llevara ante quien se hace llamar así.


Yo me reí… Me pregunto si mi risa hace ruido o me rio en silencio...


Me reí y le contesté, a señas, que no me interesaba esa religión extraña y que mejor se quedara a estudiar. Me preguntó una vez más y al ver que me negaba por segunda ocasión, me dio un fuerte abrazo y me dijo que me extrañaría. Mariana es, o era, quien sabe si aún está viva, la única que siempre me hablaba a señas, nunca se le escapaba una palabra. Es, o era, muy buena en eso, mejor que yo misma.


Durante la tarde, sentí muchas vibraciones proviniendo desde el pasillo, pero lo ignoré. Debí ir a ver lo que sucedía, aunque seguramente es lo que me mantuvo viva hasta ahora. El silencio en el que vivo me protegió de los gritos, suplicas y llanto que se alzaban entre los pasillos de los dormitorios del campus, que sin duda desde hace un rato se han estado escuchando.


Estudiaba para un examen, que no sabía, jamás ocurriría.


Al anochecer, cuando decidí que era suficiente estudio, me voltee y ahí estaba esa cosa. Ese ser. Ese demonio. Puede que sea el Salvador al que Mariana se refería o puede que sea lo que va a construir el nuevo mundo. Da igual a estas alturas lo que sea.


Ese ser; con un traje elegante negro como si fuera invitado a una cena de gala, piel gris como el cielo nublado, ojos grandes dorados como el oro y su sonrisa, oh, Dios mío, su sonrisa no cabe en su rostro, aunque no tenga sentido lo que digo, su sonrisa de colmillos negros y brillantes no le cabe en el rostro. Babea algo rojo, sangre seguramente. Muchísima sangre. Su ropa no se mancha, por más que eso no tenga sentido. Babea sobre su traje, pero la sangre continúa cayendo hasta el piso.


El ser se miró las manos, como si tratara de recordar algo. Empezó a mover sus dedos y el tiempo se comenzó a sentir extraño, como si mi cerebro funcionara normal pero todo a mi alrededor se comenzara a moverse en cámara lenta. Sus manos comenzaron a producir palabras. Formuló dos palabras de manera muy clara, así supe que a eso lo envió Mariana: “Te extrañará”. Ese ser abrió su boca, de una forma imposible, y corrió hacia mí...


Me pregunto cómo suena mi risa...