Microrrelato Me Conoces, Yo Soy...

Tú me conoces bien, lo sé. También te conozco. Quizás no en apariencia, pero aun así tenemos un vínculo. Es que puedo llegar a ser muchas cosas, y nada al mismo tiempo. Tengo un nombre, pero todavía no es imperante decírtelo. Primero quiero contarte algunas cosas. Darte algunas pistas, pequeños retazos de mí. Puedo ser una canción, una imagen, una sonrisa o un llanto amargo. Puedo presentarme en las formas más variadas e impensables. Como una noche estrellada, quizás. O unas hojas que se arrastran por el suelo en el otoño. Incluso puedo ser el sonido del agua que humecta la arena en una playa. Semejante a una amiga que busca darte una sorpresa, puedo acudir a ti tanto si estás en soledad, como en compañía. Soy capaz de tomar la forma de unas palabras en un libro, una conversación amena, un recuerdo nostálgico o la excitación que produce el porvenir. Suelo vestirme de incertidumbre, esperanza o misterio, también de humor. Soy la chispa que antecede a la llama que se alimenta de tus ideas. Una marea de locura, vértigo y pasión. Tengo infinidad de rostros y voces, las cuales conforman mi identidad. Soy un abanico de colores, aromas y sensaciones. Puedo ser una caricia, una mirada rencorosa, un suspiro de inconformidad. Puedo ser lo que quieras, lo que seas capaz de imaginar, y así y todo no podrías abarcar siquiera un ápice del significado que poseo. Es que mi encanto no tiene límites. Y lo digo con humildad.
Si estás leyendo estas líneas con atención, de seguro ya te has dado cuenta de quién soy, del rol que debo cumplir. Este es un agradecimiento sincero. Te agradezco el hecho de que me permitas acurrucarme en el calor de tu pecho cada vez que me presento ante ti. Te agradezco la forma en que acatas mis órdenes, sin cuestionarme nada. Quiero agradecerte a ti, a los que te antecedieron y a todos los que vendrán. Te agradezco inmensamente por tu amabilidad luego de mis prolongadas ausencias, que en ocasiones se dan cuando más me necesitas. Pero cada que arribo, me regalas un abrazo.
Porque soy aquella que va y viene, quien siembra fantasías a su paso. Soy la causa concreta de todo lo que eres capaz de disfrutar día a día. Soy quien te distrae de la parsimonia, la que te ayuda a hacer realidad un deseo romántico.
Mi nombre puede ser un arte, la parte imprescindible de tu ingenio, una expresión material o la maestría que se da por la práctica.
Mi nombre es… Inspiración.