Contenido oculto Para el concurso: Amor tras el pozo devorahuesos. Ambiente: Música MASOQUISTA La mujer caminó sigilosa hasta mirar expectante la escena delante de ella, haciéndola apretar el boomerang con fuerza, escondiéndose atrás de un prominente árbol. El vacío emocional que la acechaba días atrás la consumía por completo. Suspiró y tragó saliva, asomándose para ver la escena nuevamente, estaba en estado de negación. Una sonrisa se asomó en la comisura de sus rosados labios, dudando en si hacer un escándalo o quedarse ahí, optando por la segunda opción. La culpa la carcomía al sentirse tan estúpida. Ella sabía que él era así, entonces ¿por qué enamorarse? Bajó la mirada y caminó una pequeña distancia, chocándose con un cuerpo sólido. —¿Inuyasha? Titubeó al ver que éste cogía su boomerang, posándolo en su espalda, cargándolo y dispuesto a caminar a su lado, dejándola sin habla. —Tonta —murmuró el mitad demonio —mírate llorando por esa basura —continuó haciendo que Sango parara el caminar para secarse las lagrimas que ni ella había sentido. El sol empezaba a esconderse, dando paso al color carmesí del atardecer. La mujer continúo el paso firme, guardando silencio a sus duras palabras, pues él tenía razón. Los ojos color miel recorrieron nuevamente el rostro femenino, haciéndolo gruñir por lo bajo. Inuyasha terminó soltando el arma de su compañera y sentándose en el césped, jalándola del brazo para que ésta se sentara con él, para luego cruzarse de brazos. —¿Tú lo sabías? El híbrido la miró y dudó por un instante. Ella tenía los ojos llorosos, enrojecidos. Las manos temblorosas y su respiración apresurada. La exterminadora al no escuchar respuesta lo sujetó del cabello, atrayendo su atención de un tirón, exigiendo su habla. —Sí. El ceño fruncido no demoró en aparecer. Disgustada lo soltó y miró al lado contrario, colérica. —Eres una masoquista Sango —. Sus duras palabras demandaron conmoción en ella. Inuyasha la jaló del brazo hacia él, haciendo que se recostara en su hombro. Al sentirlo tan inusualmente cerca su ritmo cardiaco perdió los estribos, provocando el color carmesí en sus mejillas. —Odio ver las mujeres llorar —confesó el híbrido. Sango tragó con pesadez, apretando la prenda superior del mitad demonio, subiendo su mirada hasta que se chocara con el color ámbar de él. El pánico por la situación la atormentaba, pero aún así no se dignaba a dejar de mirarlo, suplicando complicidad. Esta vez fue Inuyasha el que tragó con dificultad, dirigiendo sus manos a las mejillas de Sango, acercándose y besándola con sutileza, siendo correspondido casi inmeditamente. Tras unos minutos la mujer lo alejó un poco, tapándose la cara de vergüenza, provocando una risa poco usual en él. Inuyasha se levantó, tomando nuevamente su Boomerang y extendiendo la mano libre para sujetar la de ella, a lo cual Sango la cedió sin titubeo. —Gracias. Lo ojos color miel la miraron de reojo, soltándole la mano y sujetándola de la cintura. —Tonta —murmuró sonriendo de lado, pues él muy bien sabía que alguien miraba tras los arbustos, y ese particular olor pertenecía a Miroku. Y si era de arrepentirse lo haría luego. Contenido oculto
No, mujer, con estos one-shots me estás matando xD Ahora, por tu culpa, me ando interesando por esta nueva pareja. Es que tienes una manera tan genial de escribir que me fascina y ése Inuyasha tan lindo. Ay, me enamoré<3 Precioso y cautivante escrito.
Wakala, jajajaja, jamás podré imaginarme esto. O sea, está dentro de contexto y dentro de los personajes, pero mi cerebro se niega en su totalidad... jajajaja.