Manteniendo firme la esperanza [Sessh/Kag y otras]

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por Ayumi Kuran, 20 Abril 2009.

  1.  
    Kotono

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    Re: Manteniendo firme la esperanza [Sessh/Kag y otras]

    Las sacaron de paseo o.o

    Entonces me imagino que Kagome ya se esta componiendo, ¿no? A de cuenta que la premiaron por tirar la comida por el baño x'D. Y no solo eso! Si no que acaparo la atencion de Sesshoumaru todo el dia... Kagura tiene por que molestarla, envidia, celos, emociones muy fuertes para la niña especial xD.

    Naraku y Sesshoumaru... OMG! me gustaria ver eso, bueno, me gustaria ver como Naraku se gana a Sesshoumaru, eso si es todo un reto.

    Inuyasha idiota -o- Para ser doctor es poco perceptivo.

    Espero pronto la continuacion =)
     
  2.  
    Shaka_Virgo

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    Re: Manteniendo firme la esperanza [Sessh/Kag y otras]

    Hola Christine
    acabo de leer tu fics y realmente es interesante
    me gusta que se trate de un tema, que aunque no lo has escrito
    es lo que sucede entre las jovenes de estos tiempo.
    Aunque Kagome lo hace por las razon de no sentirse querida por su madre y todas esas cosas que suceden con Kouga y Naraku.
    Y eso de lo de Sessh y Naraku, no quirero que se le acerque a Sesshy T.T
    Espero leerte pronto. Saludos
     
  3.  
    Ayumi Kuran

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    Manteniendo firme la esperanza [Sessh/Kag y otras]
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    Re: Manteniendo firme la esperanza [Sessh/Kag y otras]

    Ok... si lo sé, no tengo perdón de Dios XD Es que tuve tres semanas de vacaciones en las cuales salí del país, y la vdd... lo que menos hace uno cuando sale a otro lugar es estar en el pc, vdd?

    Pero bueno, lamento la tardanza, de vdd... espero que el capítulo les agrade... muchas gracias por su paciencia y sus comentarios :D

    Otra cosa, se acuerdan de que unos capis antes Hoyo habló con Naraku pidiendole ayuda, y despues lo encuentra Ari llorando en un parque? Bueno, en este capi eso se aclara :D

    En fin, nos vemos en otro capítulo :) De antemano, muchas gracias por su lectura ^^


    Sexto capítulo

    Dos semanas después... Oficina del director...

    – Bueno, espero que te entretengas estas semanas en la clínica; eso si, trata de no interrumpir el trabajo de los demás – habló el doctor Steven.

    Un “muchacho” de cabello negro, piel clara y ojos marrones vivaces sonrió.


    – No te preocupes tío, esto me dará la oportunidad de desarrollar mi tesis y aprobar con honores - el obeso médico asintió

    – Si, realmente te ha ido excelente en la universidad y eso nos enorgullece a todos. Bueno Jackotsu, vamos, te presentaré a los demás para que estén informados de tu presencia - le dijo levantándose de su amplio sillón y saliendo junto al jovencito fuera de la oficina.

    .............................................................................................

    En el auditórium de la clínica, Inuyasha interrogaba serio y distante a Kikyo, la cual tartamudeaba como condenada. Seis filas más arriba, Ari se encontraba sumamente nerviosa por su amiga mientras observaba la interrogación; además, después le correspondía a ella y eso no la tranquilizaba ya que no había estudiado mucho por pensar en su querido enfermero; notó que Kikyo se quedó en silencio, hizo una pequeña reverencia y se fue a sentar. Luego escuchó su nombre. Se levantó y dirigió frente al médico que comenzó el interrogatorio más eterno que haya vivido en todos sus años de carrera.

    Al terminar los interrogatorios, Inuyasha les indicó a Byron, Ginta, Hakkaku, Kikyo y Ari que se quedaran ya que debía hablar con ellos. El médico les indicó se acercaran con su bello semblante relajado y atento en especial al rostro mortificado de Kikyo, la cual evitaba mirarlo y se mantenía tras sus compañeros. Suspiró levemente.


    – Les pedí que se quedaran ya que son los peor calificados del examen. Realmente me decepcionaron – los miró serio hasta posar su esmeraldina mirada en la bella pelinegra que solo agachó la cabeza – En especial tú Kikyo. Casi no respondiste bien ninguna de las preguntas, demostraste no saber nada. Así como vas...

    La aludida hubiese querido que la tierra la tragara en ese momento; las palabras de Inuyasha fueron peor que balazos directo al cuerpo. Agradeció a Ari quien la tomó de la mano apoyándola en silencio, pero mantuvo su mirada en el suelo avergonzada y dolida. Había estudiado mucho para ese examen, pero el solo estar cerca del médico la dejaba en blanco.

    Inuyasha se levantó y les entregó unas guías que debían desarrollar para optar a pasar el semestre, pero a Kikyo no le entregó nada


    – Doctor ¿y la guía de Kikyo? – preguntó asombrada Ari.

    – Hablaré personalmente su situación después que se hayan marchado – respondió sin mirarla el serio doctor. Ari miró preocupada a su amiga; no quería dejarla sola, no desde que supo todo lo que había pasado, pero se vio en la obligación de hacerlo y reticente salió del lugar dirigiéndole una mirada rencorosa a Inuyasha. Kikyo permaneció en el mismo lugar esperando a escuchar la voz del médico, pero nunca se la imaginó tan cerca por lo que al escuchar su nombre por poco y salta cual gato asustado.

    – ¿Qué te está pasando Kikyo? Ya ni estudias, llegas tarde… realmente parece que quieres reprobar el semestre... – le habló Inuyasha algo molesto al ver la reacción de una de sus alumnas.

    – Me esforzaré más doctor, lo prometo... – respondió, pero en realidad solo quería salir corriendo y perderse en cualquier parte, estar cerca de ese hombre la estaba matando y no lo podía disimular.

    Inuyasha le tomó la barbilla obligándola a mirarlo y al notar una profunda tristeza en sus ojos sintió una extraña desazón y también un gran deseo de besarla nuevamente. Recordó aquella noche y el delicioso sabor de la boca de Kikyo y su cuerpo temblando bajo sus manos. Hizo un gran esfuerzo para no tomar ahí en sus brazos a la estudiante y soltándola le dijo


    – No quiero que repruebes. Seguirás haciendo turnos conmigo, y desde el próximo lunes empezaremos a trabajar en un estudio sobre Depresión y Cáncer. De alguna forma deberás aprobar el semestre – se sentó en su escritorio observando de reojo que Kikyo se alejaba “y de paso te tengo cerca pequeña”, pensaba el peliplateado médico que cada día deseaba más a la linda estudiante.

    Afuera la esperaban Ari y Hoyo, quién desde hacía un tiempo estaba más sociable con las chicas, en especial con Ari; para todos era extraño al principio, pero luego se les hizo algo común y dejaron de mirarlos con curiosidad.

    – Y… ¿Cómo te fue? – le preguntó el joven; se notaba ansioso.

    – Me impuso más turnos y deberé hacer un estudio de una materia con él desde la próxima semana. Como si tuviera tanto tiempo... – respondió algo sombría. Comenzó a caminar seguida por los otros dos chicos en dirección al comedor hasta ubicarse en la mesa que habitualmente ocupaban.

    Hoyo, quién siempre se mantenía ajeno a las conversaciones de los amigos, preguntó – Kikyo tú... ¿Tuviste algún problema con el doctor Inuyasha? No sé, te lo pregunto porque noto cierta fijación de él hacia ti...

    – No, como crees hombre. Solo que Kikyo ya iba mal desde antes... solo eso... – contestó rápidamente Ari, ayudando así a su amiga, para luego sonreír nerviosa al igual que Kikyo.

    Hoyo miró con duda a su nueva amiga, pero se encogió de hombros y siguió comiendo. Kikyo se despidió rápidamente ya que debía ir a ayudar a su mamá en las compras de la casa, quedando solo Ari con el enfermero; la chica casi ni comía por mirar al lindo joven que le robaba la vida, pero este ni cuenta se daba. De pronto éste levantó la cabeza y le dijo:


    – Ari, yo quería darte las gracias por lo de esa noche. No había podido decírtelo, pero fuiste muy amable conmigo, a pesar de que yo nunca he sido muy sociable o amable contigo. Fuiste especial, gracias - Ari que casi no respiraba soltó una exhalación y sentándose al lado de Hoyo lo abrazó fuertemente.

    – No me agradezcas nada, fue un placer, la verdad, además como soportaría ver tu lindo rostro tan triste... ni loca – le dijo a la vez que sonreía ampliamente y hacía reír al joven. De pronto una voz fría los hizo separarse de golpe. Hoyo tembló fuertemente al reconocer de quién se trataba.

    – ¡¡¡HOYOOO!!! ¿Qué significa esto? - miraba molesto la escenita. Si bien no sentía nada por el enfermero lo consideraba de su propiedad y le molestó demasiado que este se estuviera riendo con aquella estudiante, el cual lo abrazaba con demasiada confianza para su gusto; se acercó al pálido enfermero y lo besó con rudeza delante de Ari, la cual quedó estupefacta, y después lo tomó de un brazo llevándoselo a otro lugar. Hoyo miró como disculpándose a la chica y se dejó llevar por aquel hombre.

    El enfermero era arrastrado por los pasillos por Naraku quién apretaba con fuerza su brazo hasta obligarlo de un empujón a entrar al sector de las escaleras de servicio. Sorpresivamente lo tomó del cuello pegándolo a la pared.


    – ¿Qué crees que estabas haciendo con esa tipa? O sea que tienes una noviecita en la clínica...

    Hoyo se soltó con rabia por la actitud del hombre.


    – ¿Y qué si así fuera? – le espetó - No tengo por qué darte explicaciones – sus orbes brillaban de coraje – No somos nada. Si a ti te gusta divertirte, yo también puedo hacerlo... – una bofetada lo obligó a callar, rompiéndole el labio.

    – Tú me perteneces. Desde el día que te entregaste a mi, pasaste a ser de mi propiedad ¿Te queda claro? Y no hay cosa que odie más que el que se rían de mi – lo atrajo hacia él – Solo yo puedo tenerte pequeña zorra, porque eso es lo que eres. Nadie más, aunque lo desees con toda tu alma. Menos aún con alguien tan poca cosa como esa tipa. ¿Te quedó claro? – no lo dejó responder ya que lo comenzó a besar con violencia, mordiendo con saña los pálidos labios. Sus manos recorrían morbosamente el esbelto y tenso cuerpo hasta llegar a los pantalones y soltárselos haciéndolos caer al suelo, donde luego los acompañaron los bóxer; a pesar de la resistencia del enfermero quién empujaba con fuerza a su amante intentando alejarlo de su cuerpo, parecía que solo aumentaba el dominio del hombre sobre él quién hábilmente atrapó sus muñecas y lo giró contra la pared.

    Hoyo al suponer lo que su amante quería, pero él no, pidió con voz ahogada


    – No por favor Naraku, aquí no, te lo suplico... – se mordió los labios al escuchar el cierre del pantalón del hombre abrirse quien solo sonrió y le susurró:

    – Si, aquí sí. Tú serás mío donde yo quiera y cuando quiera, y te lo dejaré muy claro ahora – lamió el suave cuello de Hoyo – Si quieres gritar, hazlo, para que toda la clínica y tu amiguita en especial se entere de la gran puta que eres – le decía a la par que lo tomaba de las caderas elevándolas a la altura de su miembro, listo para tomarlo. El joven enfermero cerró con fuerza sus ojos por las hirientes palabras y más aun al ser penetrado de forma cruel y violenta. Tuvo que aguantarse para no gritar de dolor; sentía como las embestidas se volvían salvajes mientras gruesas lágrimas caían por sus mejillas, hasta que sintió como un alivio a Naraku vaciarse en su interior para luego voltearlo y besarlo con lujuria. Después lo soltó y el chico resbaló hasta el suelo en silencio humillado, herido y lloroso.

    El hombre al ver que no se movía comenzó a vestirlo sonriendo satisfecho; Hoyo que solo se dejaba dolorido no solo en su cuerpo, preguntó con voz apagada – ¿Estás contento ahora? ¿Te sientes satisfecho y te crees el mejor después de esto? – se tensó al sentir las manos del arquitecto en su cintura y como era levantado con facilidad.

    – Claro que soy el mejor ¿O no te quedó suficientemente claro? Si quieres te lo aclaro nuevamente – le dijo abrazándolo, y se rió al ver la negativa del chico - Esa chica ordinaria y poca cosa, jamás te hará sentir lo que yo…

    – ¡¡NO LE DIGAS ASI!! – espetó soltándose - Es mejor que tú en todo sentido y solo es mi amiga. Ella no desea nada más conmigo… - su cuerpo temblaba al hablar.

    – Que ingenuo o estúpido eres, se nota a kilómetros que esa chica te quiere y te desea, bueno sería una estúpida si no lo hiciera, pero resulta que eres mi amante, mi puta o lo que yo quiera y de nadie más – le apresó la barbilla – Escúchame bien Hoyo, pobre de ti que sepa te involucras con ella. Si se que te involucras con ella de cualquier forma, le arruino la vida y a ti también.

    – ¡¡¡MEREZCO SER FELIZ!!! ¡¡¡NO ME PUEDES IMPEDIR ESO!!! ¡¡¡SEA CON QUIEN SEA!!! – le gritó angustiado - Contigo nunca… nunca seré feliz… - lo último fue un lamento.

    – Entonces confórmate con lo que tienes, que soy yo, lo que para alguien como tu es demasiado – dijo mientras se iba, y antes de cerrar la puerta tras de si le advirtió – Ya lo sabes, no quiero a esa tipa cerca de ti – concluyó dejando al joven enfermero llorando en la escalera, sintiéndose cada vez más solo.

    ..............................................................................................

    Ari había salido a buscar a Hoyo y recorría los pasillos preocupada y confusa, en especial por el rostro angustiado que Hoyo tenía al irse con su “novio”. De pronto se encontró de frente con el susodicho, quién la miraba altanero, y prepotente le advirtió – Mira mocosa, no te quiero cerca de Hoyo. Si te veo una sola vez más cerca de él verás de lo que soy capaz – y empujándola con desprecio se alejó por el pasillo.

    La chica lo observó alejarse aún sin salir de su asombro, pero su preocupación por Hoyo la hizo continuar su búsqueda. Al pasar fuera de la puerta que daba a las escaleras escuchó los sollozos y entró, encontrándose al hombre que le robaba el sueño encogido y abrazado en si mismo. Se sentó a su lado e intentó abrazarlo, pero él se alejó; esto le dolió a Ari como una daga en su corazón, pero no se daba por vencido fácilmente y, adivinando por donde iba aquello, le dijo – Hoyo, a mi no me importa que te gusten los hombres, si eso es lo que te preocupa - al oír esto, el enfermero la miró algo asombrado, y Ari le correspondió con una sonrisa y preguntó - ¿Qué pasó? ¿Discutieron? - habló tratando de sonar casual.


    – Si a eso se le puede llamar discusión... claro... discutimos... - contestó Hoyo ya algo mas calmado.

    – ¿Por qué no lo dejas? Mira como te tiene, no mereces ese trato.

    – No puedo, no lo permitirá y será mejor que te alejes de mi Ari, no te conviene ser mi amiga – le dijo poniéndose de pie y miró con tristeza a la chica de profundos ojos azules – No le agradas y... es mejor para ti... – comenzó a caminar hacia la salida aguantando el dolor, pero fue detenido por Ari.

    – ¡¡OYE!! A mi me tiene sin cuidado lo que ese estúpido diga ¡No me interesa! Yo... yo quiero estar contigo Hoyo... – se maldijo internamente por sus palabras e intentando restarles importancia continuó – Como tu amiga, y nadie puede impedírmelo.

    – Ari, tú no lo conoces... él... Naraku es capaz de... – se calló al sentir los brazos de la chica rodearlo con delicadeza y cariño.

    – Por lo menos supiste que te ama, o siente algo por ti, ya que si te cela tanto y más encima conmigo, quiere decir que te quiere mucho – habló Ari tratando de sonar serena, puesto que la sensación de estar tan cerca de su amor secreto era indiscriptible.

    Lo que sentía entre los brazos de Ari era demasiado intenso para Hoyo, por lo que la separó.


    – No, no me ama, pero yo a él si, y ya te dije que mejor no nos vemos más, por tu propio bien – le habló algo molesto, y abrió la puerta.

    – ¡¡NO, NO Y NO!! Te seguiré buscando como... como mi amigo. A mi nadie me ordena de quién ser o no amiga, esa es mi decisión - habló firme la chica.

    – Has lo que quieras, después no digas que no te previne - le dijo para luego suspirar derrotado, pero extrañamente feliz.

    – No me quejaré, lo juro – habló mientras lo abrazaba – ¿Vamos? - el chico negó moviendo su cabeza levemente


    – Ve tú primero, debo ir al baño – pero lo que en realidad quería era buscar un analgésico ya que su “amoroso amante”, lo había dañado bastante, y no quería que la residente supiera lo que le pasó. Se despidió de Ari y lo más digno que pudo, se alejó por el pasillo sintiendo la intensa mirada de la chica en su espalda.

    ...............................................................................................................

    Kaoru terminaba de escribir la evaluación hecha a Kagome esa tarde; respiró profundamente al recordar el desgarrador llanto de la chica, pero le aliviaba saber que eso serviría para que fuese superando sus miedos, que no eran pocos. Se levantó hasta quedar frente a la ventana desde la cual podía observar lo que sus pacientes hacían durante ciertas horas. Sentada frente a una hermosa fuente decorada con ángeles, se encontraba la pequeña rubia escuchando atenta algo que Sesshomaru le decía; la psicóloga frunció levemente el ceño mientras pensaba “Es tan obvio lo que Kagome siente por ti Sesshomaru, que aún no entiendo como no te has dado cuenta... si solo te detuvieras a pensar en tus sentimientos también...”. Se alejó de la ventana y buscó en los antecedentes de Kikyo el nombre de su prometido. Al encontrarlo comentó en voz baja solo para ella – Kouga Leonidas. Debo averiguar por qué Kagome está obligada a casarse contigo; qué razones tan importantes pueden haber... – con lo que se colocó la chaqueta y salió de la clínica.

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    Kagome escuchaba atenta cada palabra que el médico decía. Sonriendo sin percatarse durante casi toda la conversación, se veía con un semblante algo mejor, menos pálida y sus claros ojos brillaban al sonreír.

    Sesshomaru se quedó en silencio, fijando su mirada en la sonrisa que se dibujaba en el angelical rostro de la chica, y dulcemente le dijo – Tienes una hermosa sonrisa Kagome, muy bella.

    - Gracias Sessh - murmuró mientras escondía la cara en su pecho, como era habitual en ella al sonrojarse fuertemente.

    – Es la verdad, debes acostumbrarte a los halagos – le dijo sonriendo a la vez que se levantaba. Recogió sus cosas y acarició suavemente una mejilla de la chica – Me voy, tengo un compromiso más tarde, descansa y mañana platicamos otro poco.

    Kagome se entristeció y sin pensarlo mucho preguntó – ¿Y qué tienes que hacer? ¿Qué compromiso? – al darse cuenta de sus preguntas se afligió por lo que pidió disculpas – Perdón, soy una intrusa...no...

    – No te disculpes - sonrió comprensivamente - Lo que pasa es que ese amigo tuyo, Naraku, me invitó a cenar para hablar de un proyecto que pudiese interesarme, es eso.

    El rostro de la rubia empalideció con fuerza al escucharlo y levantándose lo miró angustiada; las lágrimas se agolpaban en sus ojos y salió corriendo sin decir nada.

    – ¡¡KAGOMEEE!!! - la llamó Sesshomaru - Pero ¿Qué le pasa? Mañana hablaré con ella, ahora no puedo, se me hace tarde – y dirigiéndose hacia el estacionamiento se marchó de la clínica, sin poder sacarse de la cabeza a su rubia paciente.

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    En su habitación tirada en la cama Kagome lloraba amargamente imaginando lo que podría ocurrir entre Naraku y Sesshomaru. Se sentía impotente, incapaz de hacer algo. Saber que el arquitecto intentara siquiera besar a Sesshomaru, la atormentaba demasiado. Abrazó al pequeño koala que el médico ganó para ella, y entre lágrimas le dijo - Por lo menos te... tengo.. a ti... - y se acurrucó más aun.

    Sango que la había escuchado llorar entró a la habitación y se acercó con cautela, escuchando lo que le decía al peluche. Si bien era menor que Kagome, ambas tenían personalidades similares y hace unos días había adivinado los sentimientos de la rubia por Sesshomaru, pero no le mencionó nada. Se sentó en el borde de la cama.


    – ¿Desde cuando lo amas? - le preguntó tiernamente.

    – ¿A quién? - contestó con otra pregunta la joven casi por inercia.

    – Si no quieres decírmelo, no importa... – guardó silencio al escuchar los sollozos de la rubia – Vamos Kagome, amar no es malo, es hermoso.

    – Yo... yo no puedo sentir esto... por otro que no sea mi... mi futuro esposo... me matarían si lo supieran Sango... – sin querer las palabras salían de su boca – No puedo sentir nada por...

    – ¿Por qué? ¿Por qué no puedes amarlo? Tienes derecho como todos, como yo, a amar a quien quieras - Kagome se sentó frente a la pelinegra.

    – Nunca he podido decidir por mí misma, desde que... tengo uso de razón, mi madre decidió por mi... sin importarle lo que yo... que yo sentía o pensaba... y eso es en todo aspecto... – se secó las lágrimas y sonrió levemente – Es mi secreto, Sango... lo que yo siento por... por él... es mi mayor tesoro, lo único que me ha mantenido con ganas de vivir... soportando mi vida... - cuando terminó de hablar, su amiga la abrazó con cariño.

    – ¿Por qué no se lo dices? Hasta en una de esas siente lo mismo que tú y... - pero no contó con que a Kagome no le agradara esa idea y se alejara enojada.

    – No digas eso. Sabes que él solo me ve como una paciente a quién conoció tiempo atrás, es conmigo como con ustedes, nada más. Solo te pido que no se lo digas a nadie... trataré de no ser tan obvia... y mantener... las distancias...

    – Pero eso no es lo mejor para ti, te hará daño, y no es justo... - decía apenada la chica.

    – Es lo mejor, aunque me duela... déjame sola Sango, por favor – las lágrimas volvían a caer unas tras otras, sin tregua – Además soy débil, fea, sin nada en lo que Sesshomaru pueda interesarse... nada... absolutamente nada...

    – Pero no digas eso, no te trates de esa forma... - intentaba razonar con la otra joven al notarla demasiada insegura y triste; ninguna de las dos se percató de que Kagura escuchaba todo tras la puerta de la habitación y salió a hurtadillas por el pasillo.

    ................................................................................................

    Kikyo se acomodaba su ropa de turno. Estaba cansada y triste, hacía días que no dormía bien y el tener turnos de noche no la ayudaba. Menos con Inuyasha vigilándola en todo momento. Absorta en sus pensamientos no escuchó la llegada de alguien más al lugar hasta que su voz la sacó de sus cavilaciones.

    – ¿Tanto demoras en estar lista alumna? - le susurró Inuyasha muy cerca de ella, atrapado en el dulce aroma que emanaba de Kikyo.

    Kikyo se giró quedando frente al médico, tan cerca que casi sus narices se tocaban. Comenzó a temblar al ver como Inuyasha posaba su mirada en su boca. Intentó hablar – Doc...doctor, yo ya... me.. me... – sintió como la tomaba de la cintura atrayéndola hacia él – Yo... yo... doctor, creo que... - tragaba saliva nerviosa, mientras Inuyasha sonreía al ver lo que provocaba en su bella estudiante.


    – No creas nada, solo... calla... – y atrapó la boca de Kikyo, besándola con pasión, hasta empujarla y apresarla con su cuerpo. Sus manos se deslizaron bajo la blusa de la pelinegra para acariciar esa piel cremosa que lo excitaba de sobremanera.

    Kikyo no se movía, solo suspiraba suavemente ante las caricias. A pesar que su mente le decía que aquello no era correcto ya que solo ella sufriría, se sentía incapaz de rechazarlo, hasta que recordó cuando lo vio besándose con Yuka y desviando el rostro le dijo agitada – No... no creo... que a su novia... le guste saber... que está... que está besando a una estudiante...

    – Kikyo, eres realmente hermosa, y si, tienes la razón, tengo novia a quien besar... – susurró Inuyasha, separándose lentamente. La soltó alejándose hacia la salida – El turno comenzó. Apúrate, no lo pienses tanto –concluyó saliendo de la habitación.

    Kikyo se dejó caer al suelo confundida por la actitud del médico, sintiéndose un títere en sus manos. Por su parte Inuyasha se maldecía por ser débil frente a la estudiante, por lo que decidió le exigiría más aun, ya que se había atrevido a detenerlo. Esa noche para Kikyo fue un infierno, Inuyasha la obligó a trabajar sin parar a la vez que la interrogaba y apenas durmió media hora; para la pelinegra era como si el médico la castigara por haberlo detenido en su avance sobre ella, y no estaba muy lejos de la razón.

    .................................................................................................

    Mansión Artemisa

    – ¿Siiiii? Hola muchacha, cuéntame - habló la fría mujer contestando el celular.

    Al otro lado de la línea.... “Sería bueno que el prometido de su hija la visitara”

    – ¿Por qué lo dices? - preguntó frunciendo levemente el ceño-

    Voz: “Solo le digo, que su hija está mirando con “ demasiado” cariño a un doctor”

    – Esa Kagome, habrá que recordarle sus obligaciones, mocosa inservible – se movió inquieta – Muy bien, gracias por tu información, se te pagará bien. Me sigues informando, adiós – colgó furiosa y marcó otro número – Con Kouga por favor, de parte de Artemisa... Hola querido... si, sería bueno que te llevaras a Kagome unos días a tu cabaña y le recordaras a quién pertenece...

    Continuará....


     
  4.  
    Ayumi Kuran

    Ayumi Kuran Iniciado

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    Pluma de
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    Título:
    Manteniendo firme la esperanza [Sessh/Kag y otras]
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    Palabras:
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    Re: Manteniendo firme la esperanza [Sessh/Kag y otras]

    Ok... si lo sé, no tengo perdón de Dios XD Es que tuve tres semanas de vacaciones en las cuales salí del país, y la vdd... lo que menos hace uno cuando sale a otro lugar es estar en el pc, vdd?

    Pero bueno, lamento la tardanza, de vdd... espero que el capítulo les agrade... muchas gracias por su paciencia y sus comentarios :D

    Otra cosa, se acuerdan de que unos capis antes Hoyo habló con Naraku pidiendole ayuda, y despues lo encuentra Ari llorando en un parque? Bueno, en este capi eso se aclara :D

    En fin, nos vemos en otro capítulo :) De antemano, muchas gracias por su lectura ^^


    Sexto capítulo

    Dos semanas después... Oficina del director...

    – Bueno, espero que te entretengas estas semanas en la clínica; eso si, trata de no interrumpir el trabajo de los demás – habló el doctor Steven.

    Un “muchacho” de cabello negro, piel clara y ojos marrones vivaces sonrió.


    – No te preocupes tío, esto me dará la oportunidad de desarrollar mi tesis y aprobar con honores - el obeso médico asintió

    – Si, realmente te ha ido excelente en la universidad y eso nos enorgullece a todos. Bueno Jackotsu, vamos, te presentaré a los demás para que estén informados de tu presencia - le dijo levantándose de su amplio sillón y saliendo junto al jovencito fuera de la oficina.

    .............................................................................................

    En el auditórium de la clínica, Inuyasha interrogaba serio y distante a Kikyo, la cual tartamudeaba como condenada. Seis filas más arriba, Ari se encontraba sumamente nerviosa por su amiga mientras observaba la interrogación; además, después le correspondía a ella y eso no la tranquilizaba ya que no había estudiado mucho por pensar en su querido enfermero; notó que Kikyo se quedó en silencio, hizo una pequeña reverencia y se fue a sentar. Luego escuchó su nombre. Se levantó y dirigió frente al médico que comenzó el interrogatorio más eterno que haya vivido en todos sus años de carrera.

    Al terminar los interrogatorios, Inuyasha les indicó a Byron, Ginta, Hakkaku, Kikyo y Ari que se quedaran ya que debía hablar con ellos. El médico les indicó se acercaran con su bello semblante relajado y atento en especial al rostro mortificado de Kikyo, la cual evitaba mirarlo y se mantenía tras sus compañeros. Suspiró levemente.


    – Les pedí que se quedaran ya que son los peor calificados del examen. Realmente me decepcionaron – los miró serio hasta posar su esmeraldina mirada en la bella pelinegra que solo agachó la cabeza – En especial tú Kikyo. Casi no respondiste bien ninguna de las preguntas, demostraste no saber nada. Así como vas...

    La aludida hubiese querido que la tierra la tragara en ese momento; las palabras de Inuyasha fueron peor que balazos directo al cuerpo. Agradeció a Ari quien la tomó de la mano apoyándola en silencio, pero mantuvo su mirada en el suelo avergonzada y dolida. Había estudiado mucho para ese examen, pero el solo estar cerca del médico la dejaba en blanco.

    Inuyasha se levantó y les entregó unas guías que debían desarrollar para optar a pasar el semestre, pero a Kikyo no le entregó nada


    – Doctor ¿y la guía de Kikyo? – preguntó asombrada Ari.

    – Hablaré personalmente su situación después que se hayan marchado – respondió sin mirarla el serio doctor. Ari miró preocupada a su amiga; no quería dejarla sola, no desde que supo todo lo que había pasado, pero se vio en la obligación de hacerlo y reticente salió del lugar dirigiéndole una mirada rencorosa a Inuyasha. Kikyo permaneció en el mismo lugar esperando a escuchar la voz del médico, pero nunca se la imaginó tan cerca por lo que al escuchar su nombre por poco y salta cual gato asustado.

    – ¿Qué te está pasando Kikyo? Ya ni estudias, llegas tarde… realmente parece que quieres reprobar el semestre... – le habló Inuyasha algo molesto al ver la reacción de una de sus alumnas.

    – Me esforzaré más doctor, lo prometo... – respondió, pero en realidad solo quería salir corriendo y perderse en cualquier parte, estar cerca de ese hombre la estaba matando y no lo podía disimular.

    Inuyasha le tomó la barbilla obligándola a mirarlo y al notar una profunda tristeza en sus ojos sintió una extraña desazón y también un gran deseo de besarla nuevamente. Recordó aquella noche y el delicioso sabor de la boca de Kikyo y su cuerpo temblando bajo sus manos. Hizo un gran esfuerzo para no tomar ahí en sus brazos a la estudiante y soltándola le dijo


    – No quiero que repruebes. Seguirás haciendo turnos conmigo, y desde el próximo lunes empezaremos a trabajar en un estudio sobre Depresión y Cáncer. De alguna forma deberás aprobar el semestre – se sentó en su escritorio observando de reojo que Kikyo se alejaba “y de paso te tengo cerca pequeña”, pensaba el peliplateado médico que cada día deseaba más a la linda estudiante.

    Afuera la esperaban Ari y Hoyo, quién desde hacía un tiempo estaba más sociable con las chicas, en especial con Ari; para todos era extraño al principio, pero luego se les hizo algo común y dejaron de mirarlos con curiosidad.

    – Y… ¿Cómo te fue? – le preguntó el joven; se notaba ansioso.

    – Me impuso más turnos y deberé hacer un estudio de una materia con él desde la próxima semana. Como si tuviera tanto tiempo... – respondió algo sombría. Comenzó a caminar seguida por los otros dos chicos en dirección al comedor hasta ubicarse en la mesa que habitualmente ocupaban.

    Hoyo, quién siempre se mantenía ajeno a las conversaciones de los amigos, preguntó – Kikyo tú... ¿Tuviste algún problema con el doctor Inuyasha? No sé, te lo pregunto porque noto cierta fijación de él hacia ti...

    – No, como crees hombre. Solo que Kikyo ya iba mal desde antes... solo eso... – contestó rápidamente Ari, ayudando así a su amiga, para luego sonreír nerviosa al igual que Kikyo.

    Hoyo miró con duda a su nueva amiga, pero se encogió de hombros y siguió comiendo. Kikyo se despidió rápidamente ya que debía ir a ayudar a su mamá en las compras de la casa, quedando solo Ari con el enfermero; la chica casi ni comía por mirar al lindo joven que le robaba la vida, pero este ni cuenta se daba. De pronto éste levantó la cabeza y le dijo:


    – Ari, yo quería darte las gracias por lo de esa noche. No había podido decírtelo, pero fuiste muy amable conmigo, a pesar de que yo nunca he sido muy sociable o amable contigo. Fuiste especial, gracias - Ari que casi no respiraba soltó una exhalación y sentándose al lado de Hoyo lo abrazó fuertemente.

    – No me agradezcas nada, fue un placer, la verdad, además como soportaría ver tu lindo rostro tan triste... ni loca – le dijo a la vez que sonreía ampliamente y hacía reír al joven. De pronto una voz fría los hizo separarse de golpe. Hoyo tembló fuertemente al reconocer de quién se trataba.

    – ¡¡¡HOYOOO!!! ¿Qué significa esto? - miraba molesto la escenita. Si bien no sentía nada por el enfermero lo consideraba de su propiedad y le molestó demasiado que este se estuviera riendo con aquella estudiante, el cual lo abrazaba con demasiada confianza para su gusto; se acercó al pálido enfermero y lo besó con rudeza delante de Ari, la cual quedó estupefacta, y después lo tomó de un brazo llevándoselo a otro lugar. Hoyo miró como disculpándose a la chica y se dejó llevar por aquel hombre.

    El enfermero era arrastrado por los pasillos por Naraku quién apretaba con fuerza su brazo hasta obligarlo de un empujón a entrar al sector de las escaleras de servicio. Sorpresivamente lo tomó del cuello pegándolo a la pared.


    – ¿Qué crees que estabas haciendo con esa tipa? O sea que tienes una noviecita en la clínica...

    Hoyo se soltó con rabia por la actitud del hombre.


    – ¿Y qué si así fuera? – le espetó - No tengo por qué darte explicaciones – sus orbes brillaban de coraje – No somos nada. Si a ti te gusta divertirte, yo también puedo hacerlo... – una bofetada lo obligó a callar, rompiéndole el labio.

    – Tú me perteneces. Desde el día que te entregaste a mi, pasaste a ser de mi propiedad ¿Te queda claro? Y no hay cosa que odie más que el que se rían de mi – lo atrajo hacia él – Solo yo puedo tenerte pequeña zorra, porque eso es lo que eres. Nadie más, aunque lo desees con toda tu alma. Menos aún con alguien tan poca cosa como esa tipa. ¿Te quedó claro? – no lo dejó responder ya que lo comenzó a besar con violencia, mordiendo con saña los pálidos labios. Sus manos recorrían morbosamente el esbelto y tenso cuerpo hasta llegar a los pantalones y soltárselos haciéndolos caer al suelo, donde luego los acompañaron los bóxer; a pesar de la resistencia del enfermero quién empujaba con fuerza a su amante intentando alejarlo de su cuerpo, parecía que solo aumentaba el dominio del hombre sobre él quién hábilmente atrapó sus muñecas y lo giró contra la pared.

    Hoyo al suponer lo que su amante quería, pero él no, pidió con voz ahogada


    – No por favor Naraku, aquí no, te lo suplico... – se mordió los labios al escuchar el cierre del pantalón del hombre abrirse quien solo sonrió y le susurró:

    – Si, aquí sí. Tú serás mío donde yo quiera y cuando quiera, y te lo dejaré muy claro ahora – lamió el suave cuello de Hoyo – Si quieres gritar, hazlo, para que toda la clínica y tu amiguita en especial se entere de la gran puta que eres – le decía a la par que lo tomaba de las caderas elevándolas a la altura de su miembro, listo para tomarlo. El joven enfermero cerró con fuerza sus ojos por las hirientes palabras y más aun al ser penetrado de forma cruel y violenta. Tuvo que aguantarse para no gritar de dolor; sentía como las embestidas se volvían salvajes mientras gruesas lágrimas caían por sus mejillas, hasta que sintió como un alivio a Naraku vaciarse en su interior para luego voltearlo y besarlo con lujuria. Después lo soltó y el chico resbaló hasta el suelo en silencio humillado, herido y lloroso.

    El hombre al ver que no se movía comenzó a vestirlo sonriendo satisfecho; Hoyo que solo se dejaba dolorido no solo en su cuerpo, preguntó con voz apagada – ¿Estás contento ahora? ¿Te sientes satisfecho y te crees el mejor después de esto? – se tensó al sentir las manos del arquitecto en su cintura y como era levantado con facilidad.

    – Claro que soy el mejor ¿O no te quedó suficientemente claro? Si quieres te lo aclaro nuevamente – le dijo abrazándolo, y se rió al ver la negativa del chico - Esa chica ordinaria y poca cosa, jamás te hará sentir lo que yo…

    – ¡¡NO LE DIGAS ASI!! – espetó soltándose - Es mejor que tú en todo sentido y solo es mi amiga. Ella no desea nada más conmigo… - su cuerpo temblaba al hablar.

    – Que ingenuo o estúpido eres, se nota a kilómetros que esa chica te quiere y te desea, bueno sería una estúpida si no lo hiciera, pero resulta que eres mi amante, mi puta o lo que yo quiera y de nadie más – le apresó la barbilla – Escúchame bien Hoyo, pobre de ti que sepa te involucras con ella. Si se que te involucras con ella de cualquier forma, le arruino la vida y a ti también.

    – ¡¡¡MEREZCO SER FELIZ!!! ¡¡¡NO ME PUEDES IMPEDIR ESO!!! ¡¡¡SEA CON QUIEN SEA!!! – le gritó angustiado - Contigo nunca… nunca seré feliz… - lo último fue un lamento.

    – Entonces confórmate con lo que tienes, que soy yo, lo que para alguien como tu es demasiado – dijo mientras se iba, y antes de cerrar la puerta tras de si le advirtió – Ya lo sabes, no quiero a esa tipa cerca de ti – concluyó dejando al joven enfermero llorando en la escalera, sintiéndose cada vez más solo.

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    Ari había salido a buscar a Hoyo y recorría los pasillos preocupada y confusa, en especial por el rostro angustiado que Hoyo tenía al irse con su “novio”. De pronto se encontró de frente con el susodicho, quién la miraba altanero, y prepotente le advirtió – Mira mocosa, no te quiero cerca de Hoyo. Si te veo una sola vez más cerca de él verás de lo que soy capaz – y empujándola con desprecio se alejó por el pasillo.

    La chica lo observó alejarse aún sin salir de su asombro, pero su preocupación por Hoyo la hizo continuar su búsqueda. Al pasar fuera de la puerta que daba a las escaleras escuchó los sollozos y entró, encontrándose al hombre que le robaba el sueño encogido y abrazado en si mismo. Se sentó a su lado e intentó abrazarlo, pero él se alejó; esto le dolió a Ari como una daga en su corazón, pero no se daba por vencido fácilmente y, adivinando por donde iba aquello, le dijo – Hoyo, a mi no me importa que te gusten los hombres, si eso es lo que te preocupa - al oír esto, el enfermero la miró algo asombrado, y Ari le correspondió con una sonrisa y preguntó - ¿Qué pasó? ¿Discutieron? - habló tratando de sonar casual.


    – Si a eso se le puede llamar discusión... claro... discutimos... - contestó Hoyo ya algo mas calmado.

    – ¿Por qué no lo dejas? Mira como te tiene, no mereces ese trato.

    – No puedo, no lo permitirá y será mejor que te alejes de mi Ari, no te conviene ser mi amiga – le dijo poniéndose de pie y miró con tristeza a la chica de profundos ojos azules – No le agradas y... es mejor para ti... – comenzó a caminar hacia la salida aguantando el dolor, pero fue detenido por Ari.

    – ¡¡OYE!! A mi me tiene sin cuidado lo que ese estúpido diga ¡No me interesa! Yo... yo quiero estar contigo Hoyo... – se maldijo internamente por sus palabras e intentando restarles importancia continuó – Como tu amiga, y nadie puede impedírmelo.

    – Ari, tú no lo conoces... él... Naraku es capaz de... – se calló al sentir los brazos de la chica rodearlo con delicadeza y cariño.

    – Por lo menos supiste que te ama, o siente algo por ti, ya que si te cela tanto y más encima conmigo, quiere decir que te quiere mucho – habló Ari tratando de sonar serena, puesto que la sensación de estar tan cerca de su amor secreto era indiscriptible.

    Lo que sentía entre los brazos de Ari era demasiado intenso para Hoyo, por lo que la separó.


    – No, no me ama, pero yo a él si, y ya te dije que mejor no nos vemos más, por tu propio bien – le habló algo molesto, y abrió la puerta.

    – ¡¡NO, NO Y NO!! Te seguiré buscando como... como mi amigo. A mi nadie me ordena de quién ser o no amiga, esa es mi decisión - habló firme la chica.

    – Has lo que quieras, después no digas que no te previne - le dijo para luego suspirar derrotado, pero extrañamente feliz.

    – No me quejaré, lo juro – habló mientras lo abrazaba – ¿Vamos? - el chico negó moviendo su cabeza levemente


    – Ve tú primero, debo ir al baño – pero lo que en realidad quería era buscar un analgésico ya que su “amoroso amante”, lo había dañado bastante, y no quería que la residente supiera lo que le pasó. Se despidió de Ari y lo más digno que pudo, se alejó por el pasillo sintiendo la intensa mirada de la chica en su espalda.

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    Kaoru terminaba de escribir la evaluación hecha a Kagome esa tarde; respiró profundamente al recordar el desgarrador llanto de la chica, pero le aliviaba saber que eso serviría para que fuese superando sus miedos, que no eran pocos. Se levantó hasta quedar frente a la ventana desde la cual podía observar lo que sus pacientes hacían durante ciertas horas. Sentada frente a una hermosa fuente decorada con ángeles, se encontraba la pequeña rubia escuchando atenta algo que Sesshomaru le decía; la psicóloga frunció levemente el ceño mientras pensaba “Es tan obvio lo que Kagome siente por ti Sesshomaru, que aún no entiendo como no te has dado cuenta... si solo te detuvieras a pensar en tus sentimientos también...”. Se alejó de la ventana y buscó en los antecedentes de Kikyo el nombre de su prometido. Al encontrarlo comentó en voz baja solo para ella – Kouga Leonidas. Debo averiguar por qué Kagome está obligada a casarse contigo; qué razones tan importantes pueden haber... – con lo que se colocó la chaqueta y salió de la clínica.

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    Kagome escuchaba atenta cada palabra que el médico decía. Sonriendo sin percatarse durante casi toda la conversación, se veía con un semblante algo mejor, menos pálida y sus claros ojos brillaban al sonreír.

    Sesshomaru se quedó en silencio, fijando su mirada en la sonrisa que se dibujaba en el angelical rostro de la chica, y dulcemente le dijo – Tienes una hermosa sonrisa Kagome, muy bella.

    - Gracias Sessh - murmuró mientras escondía la cara en su pecho, como era habitual en ella al sonrojarse fuertemente.

    – Es la verdad, debes acostumbrarte a los halagos – le dijo sonriendo a la vez que se levantaba. Recogió sus cosas y acarició suavemente una mejilla de la chica – Me voy, tengo un compromiso más tarde, descansa y mañana platicamos otro poco.

    Kagome se entristeció y sin pensarlo mucho preguntó – ¿Y qué tienes que hacer? ¿Qué compromiso? – al darse cuenta de sus preguntas se afligió por lo que pidió disculpas – Perdón, soy una intrusa...no...

    – No te disculpes - sonrió comprensivamente - Lo que pasa es que ese amigo tuyo, Naraku, me invitó a cenar para hablar de un proyecto que pudiese interesarme, es eso.

    El rostro de la rubia empalideció con fuerza al escucharlo y levantándose lo miró angustiada; las lágrimas se agolpaban en sus ojos y salió corriendo sin decir nada.

    – ¡¡KAGOMEEE!!! - la llamó Sesshomaru - Pero ¿Qué le pasa? Mañana hablaré con ella, ahora no puedo, se me hace tarde – y dirigiéndose hacia el estacionamiento se marchó de la clínica, sin poder sacarse de la cabeza a su rubia paciente.

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    En su habitación tirada en la cama Kagome lloraba amargamente imaginando lo que podría ocurrir entre Naraku y Sesshomaru. Se sentía impotente, incapaz de hacer algo. Saber que el arquitecto intentara siquiera besar a Sesshomaru, la atormentaba demasiado. Abrazó al pequeño koala que el médico ganó para ella, y entre lágrimas le dijo - Por lo menos te... tengo.. a ti... - y se acurrucó más aun.

    Sango que la había escuchado llorar entró a la habitación y se acercó con cautela, escuchando lo que le decía al peluche. Si bien era menor que Kagome, ambas tenían personalidades similares y hace unos días había adivinado los sentimientos de la rubia por Sesshomaru, pero no le mencionó nada. Se sentó en el borde de la cama.


    – ¿Desde cuando lo amas? - le preguntó tiernamente.

    – ¿A quién? - contestó con otra pregunta la joven casi por inercia.

    – Si no quieres decírmelo, no importa... – guardó silencio al escuchar los sollozos de la rubia – Vamos Kagome, amar no es malo, es hermoso.

    – Yo... yo no puedo sentir esto... por otro que no sea mi... mi futuro esposo... me matarían si lo supieran Sango... – sin querer las palabras salían de su boca – No puedo sentir nada por...

    – ¿Por qué? ¿Por qué no puedes amarlo? Tienes derecho como todos, como yo, a amar a quien quieras - Kagome se sentó frente a la pelinegra.

    – Nunca he podido decidir por mí misma, desde que... tengo uso de razón, mi madre decidió por mi... sin importarle lo que yo... que yo sentía o pensaba... y eso es en todo aspecto... – se secó las lágrimas y sonrió levemente – Es mi secreto, Sango... lo que yo siento por... por él... es mi mayor tesoro, lo único que me ha mantenido con ganas de vivir... soportando mi vida... - cuando terminó de hablar, su amiga la abrazó con cariño.

    – ¿Por qué no se lo dices? Hasta en una de esas siente lo mismo que tú y... - pero no contó con que a Kagome no le agradara esa idea y se alejara enojada.

    – No digas eso. Sabes que él solo me ve como una paciente a quién conoció tiempo atrás, es conmigo como con ustedes, nada más. Solo te pido que no se lo digas a nadie... trataré de no ser tan obvia... y mantener... las distancias...

    – Pero eso no es lo mejor para ti, te hará daño, y no es justo... - decía apenada la chica.

    – Es lo mejor, aunque me duela... déjame sola Sango, por favor – las lágrimas volvían a caer unas tras otras, sin tregua – Además soy débil, fea, sin nada en lo que Sesshomaru pueda interesarse... nada... absolutamente nada...

    – Pero no digas eso, no te trates de esa forma... - intentaba razonar con la otra joven al notarla demasiada insegura y triste; ninguna de las dos se percató de que Kagura escuchaba todo tras la puerta de la habitación y salió a hurtadillas por el pasillo.

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    Kikyo se acomodaba su ropa de turno. Estaba cansada y triste, hacía días que no dormía bien y el tener turnos de noche no la ayudaba. Menos con Inuyasha vigilándola en todo momento. Absorta en sus pensamientos no escuchó la llegada de alguien más al lugar hasta que su voz la sacó de sus cavilaciones.

    – ¿Tanto demoras en estar lista alumna? - le susurró Inuyasha muy cerca de ella, atrapado en el dulce aroma que emanaba de Kikyo.

    Kikyo se giró quedando frente al médico, tan cerca que casi sus narices se tocaban. Comenzó a temblar al ver como Inuyasha posaba su mirada en su boca. Intentó hablar – Doc...doctor, yo ya... me.. me... – sintió como la tomaba de la cintura atrayéndola hacia él – Yo... yo... doctor, creo que... - tragaba saliva nerviosa, mientras Inuyasha sonreía al ver lo que provocaba en su bella estudiante.


    – No creas nada, solo... calla... – y atrapó la boca de Kikyo, besándola con pasión, hasta empujarla y apresarla con su cuerpo. Sus manos se deslizaron bajo la blusa de la pelinegra para acariciar esa piel cremosa que lo excitaba de sobremanera.

    Kikyo no se movía, solo suspiraba suavemente ante las caricias. A pesar que su mente le decía que aquello no era correcto ya que solo ella sufriría, se sentía incapaz de rechazarlo, hasta que recordó cuando lo vio besándose con Yuka y desviando el rostro le dijo agitada – No... no creo... que a su novia... le guste saber... que está... que está besando a una estudiante...

    – Kikyo, eres realmente hermosa, y si, tienes la razón, tengo novia a quien besar... – susurró Inuyasha, separándose lentamente. La soltó alejándose hacia la salida – El turno comenzó. Apúrate, no lo pienses tanto –concluyó saliendo de la habitación.

    Kikyo se dejó caer al suelo confundida por la actitud del médico, sintiéndose un títere en sus manos. Por su parte Inuyasha se maldecía por ser débil frente a la estudiante, por lo que decidió le exigiría más aun, ya que se había atrevido a detenerlo. Esa noche para Kikyo fue un infierno, Inuyasha la obligó a trabajar sin parar a la vez que la interrogaba y apenas durmió media hora; para la pelinegra era como si el médico la castigara por haberlo detenido en su avance sobre ella, y no estaba muy lejos de la razón.

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    Mansión Artemisa

    – ¿Siiiii? Hola muchacha, cuéntame - habló la fría mujer contestando el celular.

    Al otro lado de la línea.... “Sería bueno que el prometido de su hija la visitara”

    – ¿Por qué lo dices? - preguntó frunciendo levemente el ceño-

    Voz: “Solo le digo, que su hija está mirando con “ demasiado” cariño a un doctor”

    – Esa Kagome, habrá que recordarle sus obligaciones, mocosa inservible – se movió inquieta – Muy bien, gracias por tu información, se te pagará bien. Me sigues informando, adiós – colgó furiosa y marcó otro número – Con Kouga por favor, de parte de Artemisa... Hola querido... si, sería bueno que te llevaras a Kagome unos días a tu cabaña y le recordaras a quién pertenece...

    Continuará....


     
  5.  
    LadyWitheRose

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    18 Enero 2009
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    Pluma de
    Escritora
    Re: Manteniendo firme la esperanza [Sessh/Kag y otras]

    no no pobre Kagome encerio, este capitulo me gusto pero ese
    maldito de Naraku y Kagura siempre dañando a la gente y entre la bolita se va la
    mama de Kagome....te espero en el siguiente capituulo, y en mi nuevo fic :D
     

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