Mansión Abandonada

Mimi Honda

Con el corazón en un puño, por alguna especie de curiosidad masoquista eché un vistazo al interior de aquella habitación. La puerta se había abierto sola y probablemente era una locura esperar algo bueno de eso, pero decidí ignorar mi instinto por una vez.

Mi expresión de temor pasó a la indiferencia y mi gesto se suavizó.

Dentro de aquella habitación por la que se colaba la platina luz de luna no había absolutamente nada de interés. Un armario polvoriento y una cama con dosel y un techo lleno de humedades por el paso del tiempo. Nada más. La propia habitación olía a rancio, un polvillo fino flotaba en el aire... No hace falta decir que no pasé demasiado tiempo allí.

Me alejé regresando al pasillo pero cuando llevaba tan solo unos pasos la puerta se cerró con estrépito detrás de mí.
Con violencia, tanta que logró sobresaltarme.

—¡Ya basta!— espeté a quien fuese. Estaba harta de estar aterrada—. ¿No tenéis nada mejor que hacer? ¡Dejadme en paz entes decrépitos!

Por un momento hubo un silencio sepulcral. Y una idea sobrevino a mi mente.

Quizás si les demostraba que yo también tenía un pokémon fantasma no me verían como una potencial amenaza.

Mi Pumpkaboo. ¡Por supuesto! Dex no funcionaba pero seguía teniendo mi bolso y mis pokéballs. Borei podía ayudarme. ¿Aunque quizás era una idea demasiado desesperada?

Me propuse buscar su pokéball en mi bolso aferrándome a aquella idea pero cuando mis dedos se cerraron en torno a esta, un extraño pokémon imbuido en una fantasmal sustancia verde me lo arrebató. Y se alejó flotando por el pasillo.

...

¿¡Ah!?

Una parte de mí deseó que Dex funcionase para poder ponerle un nombre a ese bastardo. Por el momento "bastardo" sería un nombre perfecto para él.

—¿Qué demonios?—solté incrédula. No, eso... eso sí que no. ¡No iba a pasar por ahí! ¡Mi bolso no!— ¡Oye! ¡Eso es mío, engendro ladrón! ¡Devuélvamelo!

Una ira visceral se apoderó de mi ser. Esta casa me había aterrado, me había recordado uno de mis traumas, me había separado de mi mejor amiga dejándola sola en la oscuridad y... ¡¿ahora iba a robarme?!

—¡Vuelve aquí maldito!

Y eché a correr detrás de él. En medio de la carrera, sin embargo, recordé que yo podía ser rápida pero no tenía gran resistencia en distancias cortas. Y aquella cosa verde flotaba a unos metros sobre el suelo.

Repentinamente algo cayó desde mi bolso.

Una lujo-ball que destelló bajo el brillo platino que se colaba por las ventanas. Mis ojos se iluminaron. Recordé que él podía ver perfectamente en la oscuridad, que de hecho podía iluminar la estrella de su cola a placer y servirme de guía.

Recogí la esfera y sin detener mis pasos liberé a la criatura que guardaba en su interior.

—¡Raiden atrápalo!—le pedí—. ¡No dejes que esa cosa escape!

Mi Luxray asintió. Y se lanzó hacia delante perdiéndose en la oscuridad del pasillo.

 

Elisa Daroch.

Kirlia uso sus poderes psíquicos para abrir la puerta, acaricie su cabeza y le regresé a la pokébola, ya había tenido un par de malos ratos en la casa, no quería exponerla a eso también. De igual manera saque la pokéball de Ponyta, pero cuando estuve por regresarla dio un pisotón en el suelo, asustándome levemente, pero indicando que iría conmigo. Le mostré una sonrisa y le permití ir por delante de mi, para alumbrar el camino.

Logramos salir del closet, levanté la mirada y pude ver a un montón de pokémon fantasmas volando de un lado a otro, se notaban ansiosos. Ocupados. Ello llamó mi atención, ¿qué les tendría así?, para cuando me di cuenta Ponyta ya iba unos cuantos pasos por delante de mi, fui hasta ella con un camina rápido. Deteniéndola.

—Ponyta, no podemos irnos aún. Debemos encontrar a Drifloon y averiguar que tiene tan inquietos a los pokémon.

La vi raspar el piso dudosa, supongo que pensando si era una buena idea volver a adentrarse en los pasillos.

—Vamos, no podemos dejar a Drifloon aquí, es nuestra compañera.

Y con esa aclaración la tipo fuego dio media vuelta y se dispuso a caminar de regreso a las escaleras. Le mostré una sonrisa más animada.

---

Ahora si habíamos logrado subir al segundo piso, Ponyta alumbrando en todo momento mi camino me permitió ver los tablones flojos y el que yo, accidentalmente, había roto al intentar subir en busca de mi amiga fantasma. Ahora debíamos tomar una decisión, ir a la derecha o a la izquierda. Después de meditarlo unos segundos giré hacia la derecha, pero cuando estaba por dar el primer paso un jalón a mi vestido me hizo detener mi camino. Giré el cuerpo confundida, esperando encontrarme con algún pokémon juguetón.

Pero nada se hizo presente, solo una muñeca tirada en el suelo, me agaché para poder recogerla, mirando el sucio vestido y las manchas de polvo sobre el maquillaje y cabello rojo de la muñeca, me recordaba un poco a las que yo tenía de pequeña, con la sonrisa brillante y un impecable atuendo. Sonreí un poco por ello, claro que esa nostalgia volvió a la confusión, esto no estaba aquí hace un segundo. Un pokémon debió traerlo, pero ¿por qué?

Me encogí de hombros y me levanté del suelo, aún cargando a la muñeca. Quizá me ayudaría a saber porque los pokémon de la casa estaban tan inquietos hoy, además, no podía simplemente dejarla allí, si era una casa abandonada, pero eso no significaba que no pudiese tener un poco de orden el lugar.

Solo pude dar un par de pasos por el pasillo cuando algo más llamó mi atención, parecía ser otro juguete, colocado sin cuidado en medio de la alfombra. Un peluche de Pikachu, un claro diseño manual y descuidado, no contaba con brazos o con piernas, también se le notaba algo sucio y polvoriento. Me acerque, dispuesta a levantarlo del suelo y llevarlo, junto a la muñeca, al lugar donde pertenecian, pero en el momento de estirar mi mano para agarrarlo este dio una sacudida.

Di un brinco hacía atrás y Ponyta de inmediato se coloco frente a mi.

—L-lo siento —hablé al pookémon-peluche que me miraba fijo —, n-no quise asustarte —me puse al lado de Ponyta, ella seguía en pose defensiva, lista para lo que sea —. Pensé eras un peluchito, solo quería llevarte a donde van los juguetes —solté una risa, apenada por no saber reconocer al pokémon —, espero no te moleste, estoy un poco confundida —arreglé mi falda y tome asiento junto a mi compañera, colocando la muñeca en mi regazo —, ¿Tienes idea del por qué parecen los pokémon de esta casa estar más juguetones de lo normal?

>>¡N-no me malinterpretes!, me gusta que sean como quieran, pero suelo venir mucho y nunca me habían gastado una broma realmente pesada, solo me preocupo por ustedes, ¿entiendes?

Le vi asentir y caminar a nosotros, la fantasma se tenso, pero un toque a su cuello la hizo calmar y sentarse a mi lado. Cuando el pokémon estuvo frente nuestro comenzó a dar unos saltos y a decir algo que no terminaba de comprender. Él mencionaba algo sobre un aniversario, me tomo unos segundos comprenderlo del todo.

—Espera un segundo —le hice un gesto para que dejase de saltar —, ¿me estas diciendo que es un aniversario de muerte? —asintió entusiasta —, ¿de quienes, los que vivían aquí? —la cabeza de Pikachu se agito casi frenético —. Awwww, están organizando una celebración para ellos, ¿verdad?, por eso no querían extraños.

Me levante del piso con rapidez, haciendo una reverencia.

—¡Perdón por la intromisión! —dije un poco apenada, esperaba alguien me escuchase —, pero no me pedo ir sin Drifloon, así que, por favor, ¡Dejen que nos quedemos hasta encontrarle!

Junte mis manos a modo de petición y esperé paciente, nuestro nuevo amigo apoyo la cabeza de su disfraz en mi pierna, dando a entender que no le molestaba, sonreí complacida. Cuando volví a enderezar el cuerpo caí en cuenta de que no sabía que pokémon era, de inmediato saque mi pokédex.

" Mimikyu, Pokémon disfraz, es de tipo fantasma y hada. Va cubierto por un saco harapiento para parecer un Pikachu, pero su aspecto es un misterio. Se dice que un investigador Pokémon miro en su interior y ese fue su fin."

—Mimikyu~ creo que ahora somos amigos, ¿no? —comenté con una ligera sonrisa —, Yo soy Elisa, por cierto, espero nos llevemos bien —y con eso dicho me dispuse a buscar una de mis pokéballs vacías —, me gustaría mucho que fueras parte de nosotros, has sido muy amable en explicarme todo. Claro que es tu elección.

Era extraño pedir a un pokémon dejarse atrapar, pero este había sido de ayuda para comprender que pasaba, además, se notaba quería un amigo y yo estaba dispuesta a darle aquello.

Solo pude sonreír al notar como daba unos pasos hacia nosotros, lancé la pokébola y solo se movió un par de veces.

—Perfecto, Mimikyu —libere a nuestro compañero —, tu conoces la mansión mejor que nosotras, por favor, guía nuestro camino hasta donde podría estar Drinfloon.

Y con eso dicho avanzamos por el pasillo, con el fantasma por delante de nosotros.

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Mira, que no sirvo para el angst, solo para lo fluf sin sentido xD, como sea, ya tengo lo que quiero, pero aún no me iré, ya que si los dados aún me quieren puedo ayudar a sacar otro 10 :D

 

Mimi Honda

Un Onda voltio debería bastar para derribarlo. Sería suficiente y recuperaría mi bolso... pero cuando iba a comandarle a Raiden ejecutar tal orden el ladrón giró bruscamente una esquina desapareciendo de su ángulo de visión... y mi Luxray aceleró el paso tras él.

Juraría que apretó los dientes frustrado por perder un blanco perfecto.

De modo que corrimos y corrimos. Creo que a pesar de mi amplio repertorio de maldiciones me quedé sin insultos que gritarle. Y entonces, vi a lo lejos una luz, como el crepitar de una llama distante... pero era demasiado tarde. No pude frenar a tiempo y terminé chocando de frente contra una figura menuda mientras Raiden seguía corriendo tras aquel pokémon tan extraño.

Se oyó un "Ugh". Y no supe si fue mío o de aquella figura. Fuera cual fuese el caso fue irremediable.

La fuerza del impacto fue tal que terminé empujándola y ambas caímos sobre el suelo alfombrado del pasillo. Eso suavizó mi caída. O quizás fue el cuerpo que tenía debajo... ¿contra quien había chocado? ¿Emily? ¿Podía ser Emily? ¿Al fin la había encontrado? Dolorida y apretando los dientes me incorporé un poco para mirar a aquella figura a los ojos.

Pero no era Emily.

Mi sorpresa no se hizo esperar.

—... ¿Elisa?

¿Qué...? ¿Qué hacía Elisa allí? ¡Hacía meses que no sabía nada de ella! ¡Desde aquel combate que tuvimos en Témpera! Recordaba su extraño gusto por los fantasmas y el hecho de que tenía el espíritu de un bebé que habitaba un tocón al cual trataba como un niño pequeño.

Estaba desconcertada. Pero demasiado confusa y molesta con todo para encontrar alguna relación entre los eventos de la casa y su presencia. Sabía que era una entrenadora aficionada al tipo fantasma, sabía que estos la apreciaban. Pero en aquel momento no lo pensé.

Mi mente no estaba allí. Estaba centrada en la misión de recuperar mi bolso.

Alcé la mirada pero Raiden estaba ya muy lejos. Chasqueé la lengua con disgusto y me incorporé, sacudiendo mi falda y mis medias una vez me encontré lejos del suelo.

—Bien, hay muchas preguntas pero me decantaré por la más obvia de todas...—dije finalmente— ¿qué estás haciendo aquí?

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Vamos a acelerar esto que se me acaban las ideas (?)

 

Elisa Daroch.

Mientras caminabamos en la nueva tranquilidad que había encontrado algo llamó mi atención.

Un pokémon que voló sobre mi y se perdió en la oscuridad del pasillo, claro que el hecho de ver a un fantasma volar de un lado a otro no había sido mi inquietud, si no el hecho de que parecía cargar un bolso consigo, lo hubiese dejado pasar, después de todo, yo estaba al tanto de la celebración que se haría en el lugar. Pero era extraño verle así de inquieto.

No fue hasta que escuche unos pasos apresurados y unos insultos para nada agradables. De inmediató mi rostro se deformo, angustiada, alguien estaba molestando a los pokémon, quizá por ello me habían visto como una amenaza hace un rato.

Di media vuleta, dispuesta a enfrentar lo que molestaba a los fantasmas. Pero solo me tope con un Luxary molesto.

-¿Raid...?

Y caí al suelo. Un peso sobre mi cuerpo y no pude evitar intentar proteger a lo que sea que me había chocado, conmocionada por la idea de que se tratase de un pokémon inocente, aunque sabía que eso era imposible, en especial si era un Luxari lo que había pasado corriendo a mi lado hace unos segundos.

"¿Elisa?"

Alcé la vista, esa voz la reconocería donde fuese. Una sonrisa se cruzó en mi rostro, wow, hace mucho que no me topaba con la chica, ahora tenía un sinfnn de dudas, las cuales comenzaron con un simple, "Hey, ha pasado un tiempo, ¿no?"

Le vi levantarse y cuando estuvo a suficiente distancia hice igual, sacudiendo mis ya sucias ropas, la confianza que hace poco había vuelto marcada en mi rostro. Era un poco extraño, después de todo aún recordaba a Mimiko gritandome, pero el estar en un sitio agradable me evitaba los malos recuerdos.

-Mmm.... -llevé una mano a mi mentón al escucharle hablar -, bueno, a Drifloon le han dado ganas de venir -bueno, a mi era a quien le habían bajado las ganas, pero Drifloon estaba igual, o más, encantada por la idea-, aunque eso no tiene importancia. ¿Qué te trae a ti aquí?

>>Pensé odiabas a los fantasmas.

Y ladee levemente la cabeza, sintiendo a Mimikyu ocultándose tras mi pierna mientras miraba fijo a Mimi, igual que Ponyta, que se mantenía atenta por donde Raiden había corrido, para advertirnos si volvía a aparecer de esa forma.

 

Mimi Honda

—Odio a los fantasmas—remarqué.
>>Esta experiencia solo me ha hecho darme cuenta de cuanto.

De modo que Elisa había venido por su Drifloon. Intuía que había algo más. Probablemente hubiese sido idea de la entrenadora venir a esta mansión centenaria y no de su pokémon. Era algo que ella haría de todos modos. Le dirigí una mirada de circunstancias, estudiando su expresión. No, definitivamente había algo más.

Pero no iba a preguntar ahora.

Ah... eso no iba a ninguna parte. Mi bolso seguía desaparecido, Emily seguía sola... ¡No podía quedarme parada allí sin hacer nada! ¡No tenía tiempo para eso!

Suspiré.

—Como sea.

Y repentinamente tomé su mano con fuerza y tiré de ella mientras echaba a correr de nuevo por el mismo camino que había tomado Raiden, detrás de aquel ladrón.

Ponyta corría detrás de nosotras iluminando el pasillo con la luz vacilante de sus llamas.

—No sé si tendrás algo que ver con todo este lío—le dije sin detener mis pasos—. Pero te vienes conmigo. ¡Vamos deprisa! ¡Emily está sola en algún lugar de esta mansión!

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Eli, Mimi no va a capturar a Mimikyu por su propio pie (?) Agradecería si pudieras ayudarme con eso ;-; (?)

 

Elisa Daroch.

La afirmación de Mimi me hizo fruncir el ceño, esperaba lo negase, sentí a Mimikyu apretarse a mi pierna, supongo que este no era el momento indicado para presentarlos, él parecía algo nervioso por la parecencia de Mimiko... Mimikyu...

Me quede en esos pensamientos, cuando sentí un apretón en mi mano y un tiro, di un traspié antes de agarrar el ritmo de la rubia. Solo alcancé a hacerle una ceña de cabeza a Ponyta para que nos siguiese, Mimikyu siguiendo de cerca a la tipo fuego.

No fue que escuché a Mimi hablar de nuevo que giré la vista al frente, mordiendo mi labio, no tenía la culpa de nada, solo venía de visita, no es mi culpa que ellas llegasen en un aniversario. Abrí la boca para hablar, para aclara lo que pasaba, pero quizá ello empeoraría la situación, así que tan rápido abrí la boca para hablar cerré la misma, ya les explicaría que pasaba cuando encontremos a Emily y a Drifloon.

Mientras más nos adentrábamos en el pasillo más notaba una carga en el ambiente, sentía la respiración pesada, pero mantuve el paso, bueno, más que nada fue porque Mimi seguía tirando con fuerza de mi mano y no veía otra opción más que avanzar. Vi la cola resplandeciente de Raiden a la distancia, tenía acorralado al pokémon que mantenía cautivo el bolso de Mimiko.

—C-creo que es un Spiritomb —comenté con la voz un poco pesada, tragando saliva de inmediato —, es extraño, pensaría que él que te había robado es un Murkrow, ya sabes, adoran las cosas brillantes —me quedé pensativa unos segundos, para que necesitarían el bolso de Mimi, como es que todo esto tenía alguna relación. No lo sabía.

>>Mimiko, por favor, no seas ruda a la hora de pedir tu bolso.

 

Mimi Honda

Corrimos y corrimos por el pasillo en penumbras. Elisa no se quejó ni emitió palabra alguna. Se limitó a dejarse arrastrar por mí detrás de Raiden en busca de mi bolso robado.

Si lo pensaba... me recordaba un poco a aquella experiencia hace ya meses, quizás años... con Effy en la ruta 314 de camino a la Sede del Gran Campeonato. Un Glameow también me robó el bolso. Mismo Glameow que terminó en mi equipo.

Cuando lo encontramos finalmente, al final del pasillo, vi que Raiden lo tenía acorralado contra la pared. Le gruñía con el lomo erizado mientras aquel bastardo flotaba a unos metros del suelo, mirando a un lado y a otro con evidente temor en el rostro.

Elisa dijo que era un Spiritomb... pero estaba bastante segura de que los Spiritomb no eran verdes.

—¿Que no sea ruda?—repliqué ante las palabras de la joven—. Lo voy a matar. Ya es bastante que esta casa del averno me haya hecho pasar un suplicio... no esperes amabilidad por mi parte.

Solté la mano de la entrenadora y caminé hasta encarar a aquel pokémon. Mi primer impulso fue quitarle el bolso sin pedírselo, con dignidad. Era lo que pretendía hacer... pero cuando me acerqué más mi determinación se tambaleó peligrosamente.

Aquel pokémon parecía aterrado.

Genuinamente movía la cabeza de un lado a otro buscando la salida más próxima, nervioso. Y sin embargo, no nos había atacado.

—¡Oye tú!—le espeté molesta, pero aquella criatura solo se encogió sobre sí misma. Algo se removió en mi interior.

Incluso con Elisa allí, incluso con toda mi rabia, no podía tratar mal a un pokémon que se veía tan histérico. Tan... indifenso. Estaba en estado de pánico. Daba la impresión de poder ponerse a llorar en cualquier momento y yo... yo no podía hacer nada contra eso. ¡Era un maldito ladrón pero...! Yo era débil a esa clase de cosas.

Miré a Elisa de reojo y apreté los labios.

Lo que iba a hacer era una locura. Iba a dejar de lado mi orgullo para tratar amablemente a aquel ratero fantasma.¡Arceus, qué vergüenza!

—... Puedes...—aparté la mirada—. ¿Puedes darme mi maldito bolso, por favor? No voy a atacarte así que... puedes dejar de parecer a punto de sufrir un colapso nervioso.

Como no le estaba mirando no supe exactamente cual fue su expresión... pero dejó de temblar. Y tras un largo, extenso silencio, sentí posarse algo en la mano que tenía extendida.

Mi bolso. Me había devuelto el bolso.

Mentiría si dijera que no me sorprendió... esperaba que no lo hiciera. Estaba lista para comandarle a Raiden usar Onda Voltio. Creo que incluso él se sorprendió.

La criatura se alzó sobre nosotros y yo lo miré. Y entonces, inclinó la cabeza hacia abajo en una especie de tosca disculpa. Intercambió una mirada apenada con Elisa y se marchó, flotando fantasmalmete por el pasillo.

Y eso fue todo. Me devolvió el bolso sin vacilar, sin darme siquiera una razón de por qué lo había tomado. ¿Quizás tenía hambre? Estaba por echármelo al hombro cuando una voz impersonal desde su interior me sobresaltó, haciéndome dar un brinco.

"Duosion, el Pokémon mitosis y forma evolucionada de Solosis. Como el cerebro de Duosion está dividido en dos partes, adquiere un tremendo poder cuando ambos lados comparten pensamientos."

—¡Maldita sea, Dex!—exclamé por inercia.

Un momento.

Esa voz...

... ¿Dex? ¿Volvía a funcionar con normalidad? ¿Sin estática ni cortes? A caso... ¿A caso ese pokémon, que ahora sabía que se llamaba Duosion... había usado sus poderes psíquicos para reparar mi pokédex-holomisor? ¿Incluso si era un idiota con el cerebro dividido?

...

E-eso... eso era... Quizás precisamente porque era un imbécil no vio mejor solución que esa. Robarme el bolso. Pero desde el principio solo intentaba ayudarme...

Eso era muy tierno para ser un pokémon habitante de una casa tan horrible, debía reconocerlo. Me conmovió. Incluso si odiaba todo lo que este lugar representaba no todo el mundo pretendía matarme de un infarto. Y entonces recordé que Elisa seguía allí.

—¿Qué?—le pregunté—. Yo no... Y-yo solo...—me acerqué y pasé por su lado—. Vámonos de aquí. Aún tenemos que encontrar a Emily.

>>Quizás ahora pueda ponerme en contacto con ella vía holomisor.

 

Elisa Daroch.

Suspire con alivio al ver como Mimi le hablaba con amabilidad al pokémon, mostré una sonrisa y alce los pulgares al amiguito verde, dándole confianza, transmitiendo un mensaje de "Ella solo da miedo, no muerde", por ello en el momento que lo vi acercarse a nosotras para entregar el bolso yo solo pude sentir un calor crecer en mi pecho, orgullosa de que las cosas se dieran de forma pacifica y simple, el pokémon me hizo un gesto de disculpa, sonreí en respuesta, haciendo un gesto de manos para quitarle importancia al asunto, no quería causarle más complejos morales al pequeño.

Entonces una nueva voz me sobresalto, no pude evitar pegar un brinco en mi lugar. Pero una sonrisa nació en mi rostro al ver como Mimi reaccionaba de igual forma y maldecía en voz alta. Al menos su Dex estaba funcionando, aunque eso me hizo pensar, ¿estaría la mía igual de descompuesta?, no lo creía, ya que hace unos minutos había escuchado la descripción de Mimikyu, pero de todos modos me causaba una nueva curiosidad.

Tome una bocanada de aire, dispuesta a agregar algún comentario al respecto, pero una voz me causó un nuevo sobresalto. Me giré solo para recibir entre mis brazos a la pequeña de Drifloon.

—¡Drifloon! —exclame correspondiendo su abrazo con cariño, haciéndole mimos —, Dios, estaba muy angustiada por ti —señalé separándonos un poco —. Se que te gusta visitar a tus amigos de la casa, ¡pero no es excusa para desaparecer como si nada! —fruncí levemente el ceño —, no se que haría si algo importante te pasase y no estoy allí para ayudarte.

Y volví a darle un abrazo, aliviada por el reencuentro, no acostumbraba separarme tanto de una amiga.

—¿Fiesta? —pregunte con los nervios de repente, intercambie una mirada con Drifloon, dándole a entender que no mencionase nada sobre el tema, ella me miró curiosa, quizá por pensar en el cómo yo sabía aquello —. A-aquí no se ha hecho una fiesta, o al menos nosotras no lo hemos intentados —respondí jugueteando con mis dedos, apartando la vista. Aunque se me hizo sospechoso y me detuve casi de inmediato —. Bueno, ya que todas estamos aquí, creo que deberíamos irnos, ya hemos invadido el espacio pokémon por mucho tiempo.

Y con eso dicho le hice un gesto de cabeza a Ponyta para que comenzase a caminar y alumbrase el camino a nuestro paso.

 

Mimi Honda

Me dispuse a llamar a Emily vía Holomisor esperando poder localizarla al fin... pero no fue necesario.

Porque repentinamente alguien gritó en el pasillo. En un principio pensé que podía tratarse de otro maldito fantasma y me sobresalté, pero enseguida me di cuenta de mi error cuando la luz de la luna incidió sobre la alfombra y las sombras se apartaron para dar paso a una nueva figura.

No era un fantasma ni mucho menos. Era Emily.

Sentí un inmenso alivio al verla allí, sana y salva. Eso fue lo principal. Incluso una parte de mí quiso acercarse y abrazarla, estrecharla con fuerza y pedirle disculpas por haberla dejado a su suerte en esta mansión infernal. Pero la otra parte... sentía un profundo sentimiento de culpa, un nudo en la garganta... y terminé apartando la mirada y desistiendo de todo intento.

Un Drifloon escapó de sus brazos y flotó hasta los de Elisa. En un primer momento me pregunté que hacía Emily con su pokémon, pero después entendí que quizás fuese esa la razón de su presencia en la casa. Puede que hubiese venido para buscarlo.

Elisa lo abrazó con fuerza y sus palabras hicieron que algo se revolviese dentro de mí. Solo me hizo sentir peor.

"No se que haría si algo importante te pasase y no estoy allí para ayudarte."

Pero no me apetecía dar explicaciones sobre mi comportamiento y aunque Emily se merecía una disculpa, ni siquiera saludé. Tenía todo el derecho del mundo a estar molesta conmigo... pero no lo estaba. Y el hecho de que sonriese solo me hacía sentir peor conmigo misma.

La tensión no se mantuvo mucho tiempo, sin embargo. Elisa respondió a la broma de Emily con un gesto muy sospechoso que me hizo alzar una ceja. ¿Fiesta? ¿Qué fiesta? Quizás no había entendido que Emily bromeaba pero intuía que había algo más. Su comportamiento era demasiado nervioso y esquivo, ocultaba algo. Y después de todo el horror que había pasado no iba a quedarme sin saberlo.

Cuando la entrenadora pretendía marcharse por el pasillo acompañada de Ponyta y Drifloon, yo le puse la mano en el hombro y la obligué a detenerse, suspicaz.

Juraría que sentí un escalofrío recorrerle la espalda.

—Elisa—la llamé con un tono de circustancias, desconfíada— ¿Qué sabes que no sabemos nosotras? ¿Al final sí tienes algo que ver con todo esto?

...

Recordé la melodía que tocaban los fantasmas en el piano.

"Para Elisa" de Beethoven.

De la rabia que se apoderó de mí, mi mano tembló sobre su hombro.

 

Elisa Daroch.

Solo había logrado dar un par de pasos cuando una presión en mi hombro me hizo detener, trague saliva, nerviosa, sabía que si comentaba lo que pasaba se armaría un escándalo, después de todo, Mimi decía odiar a los pokémon fantasma y se había metido, sin quererlo, en un lugar importante durante una fecha importante. Era inevitable para mi pensar que esto era una receta para el desastre, una que espera añadiese las piscas de información faltante.

Habría preferido decirles que pasaba fuera de la mansión, lejos de los pokémon, donde no podamos interrumpir más la situación, pero al sentir el apretón sobre mi hombro supe que mi única alternativa real era confesar.

No era mi culpa, después de todo.

—Primero —comencé girando sobre mis talones para verles de frente, junté mis manos buscando las palabras —, no quiero que se alteren, ¿si?, ya hemos causado mucho ruido y daño —aclaré sintiendo a Drifloon revolotear a mi lado, curiosa por lo que les iba a decir —. Tengo, mmm, tengo la sospecha de que hoy es un aniversario de muerte.

Y así sin más solté la información, pero no quería esperar una reacción, así que seguí hablando de inmediato:

—C-creo que los dueños de la casa celebran esta fecha como su aniversario, no se si en el momento de morir o su alma se ha convertido en un pokémon o han logrado pasar al "otro" lado —jugueteé con mi vestido —. Es solo una teoría —miré de reojo a Mimikyu en el suelo, escondido —, pero explicaría porque los pokémon andan inquietos, son muy sensibles con estas cosas. Respetan mucho a los que nos han dejado, celebran a los fantasmas como una nueva oportunidad.

>>Por ello se preocupan de no ser molestados en fechas así, estamos faltandoles al respeto, interrumpiendo así los preparativos para un aniversario, gritando y correteando por la casa. Dios, hasta rompí uno de los escalones, normal estén intentando espantarnos.

Y un sentimiento de culpa comenzó a revolotear en mi pecho, antes estaba molesta y confundida, pensar que lo que más adoraba me odiaba sin razón me ponía de los nervios, pero ahora resulta que todo era lo contrario.

—Por favor, no se molesten con los pokémon, para ellos, nosotras somos las malas. Lo mejor será dejarles tranquilos, al menos hasta que termine la celebración.

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Weona, que brutal (?

No olviden que, en teoría, aun queda un Mimikyu por atrapar, por si alguna se anima :D

 

Mimi Honda

A medida que Elisa se explicaba mi agarre en su hombro empezó a perder fuerza. Hasta que finalmente la solté y aparté la mano.

No lo entendía del todo. Y me molestaba haber venido a esta casa en un momento tan importante para los fantasmas, pero eso no era razón suficiente para el trato que me habían dado. El hoyo en el suelo del pasillo había sido una ilusión creada por ellos, al igual que la extraña risa que oí y la puerta abriéndose sola. Sabían de la presencia de Elisa pero trataban de echarnos para honrar la muerte de los dueños de la casa.

Me irritaba.

Me irritaba demasiado. Especialmente el asunto del piano. Odiaba los fantasmas después de todo. Sin embargo, no actué en consecuencia.

—Como sea—bufé.

No tenía intenciones de luchar contra la situación ni reclamarles nada. Era su celebración, tenían derechos a hacer lo que quisieran. No montaría un escándalo, no le gritaría ni reclamaría nada a nadie... pero tampoco me quedaría mucho tiempo más allí.

Devolví a Raiden a su esférico y me dispuse a descender las escaleras hasta la puerta, pero entonces la voz de Emily me interrumpió. Detuve mis pasos. Sus palabras simplemente me paralizaron.

Al principio pensé qus me había llamado. Pero ese no era mi nombre. Solo se le parecía. Se le parecía demasiado.

¿Era alguna especie de apodo ridículo?

—¿M-Mimikyu?

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A Mimi le han llamado Mii-chan, Michi, Mimichi... pero Mimikyu no, la niña está en shock (?)

 

Mimi Honda

Los eventos se precipitaron demasiado deprisa. Nadie respondió a mi pregunta y aquella duda tampoco me abandonó. ¿Mimikyu? ¿Qué demonios era eso? Era acaso... ¿era acaso el pokémon que Emily acababa de capturar?

Eso era ridículo ¿no? ¿Me estabas diciendo que un pokémon fantasma se llamaba prácticamente como yo? ¿Después de que los odiaba tantísimo? ¿Después de todo lo que me habían hecho pasar? No, eso no podía ser. ¡Era estúpido! Miré a Elisa de reojo.

Lo era... ¿verdad?

... ¡Yo no tenía nombre de pokémon!

***

Salir de la mansión al fin se sintió reconfortante. Aún era de noche y soplaba una brisa fría que mecía las ramas muertas de los árboles que rodeaban la propiedad... pero estar al aire libre después del olor a rancio y a humedad me hizo sentir bien. Como viva de nuevo.

Incluso juraría que suspiré, agradecida. Ahora Emily y yo regresaríamos a la ciudad, tomaríamos un baño caliente de espuma y lograría conciliar el sueño en una cama de sábanas cálidas.

Eso era todo lo que necesitaba.

Pero como solía pasar, la noche tenía otros planes para mí. Dex se encendió repentinamente y reprodujo un mensaje que me sobresaltó. Fue tan repentino que deseé que aquel fantasma nunca la hubiese arreglado. ¡Estúpido cacharro! ¿Pero por qué siempre tenía que asustarme así?

El mensaje, en resumidas cuentas, hablaba de Henry—ese bastardo del caso de Lady Morgan— y su relación con el PAM. Había sido asesinado en prisión.

Emily me miró preocupada.

—No me hace gracia—le respondí entonces, ceñuda—. Es decir, Henry es un hijo de perra que jugó con los sentimientos de un pobre chico que le amaba. Lo mató a él y a su Tegepi. ¿Por qué me voy a molestar en descubrir quien lo asesinó? ¿A quién le importa?

Una sombra cruzó mis ojos y agaché la mirada, cerrando con fuerza mis puños. Una repentina ira me recorrió.

>>Pero... el PAM... el Proyecto de Alteración Molecular experimenta y juega con la vida de pokémon inocentes. Y eso sí me molesta.

Abrí mi bolso y extraje una pokéball de su interior con celeridad. Y en cuestión de segundos liberé a Isamu, mi Braviary. Con con un suave batir de alas posó sus garras en el suelo, atento y dispuesto a obedecer cualquier comando.

>>Si puedo hacer algo por detenerlos no voy a quedarme de brazos cruzados—admití—. Además, creo que ya he colaborado demasiado con la CSG como para no sentirme involucrada en el caso. Tuvieron la desfachatez de acusarme de asesinato. Deberían indemnizarme por daños y prejuicios.

>>Y... estamos juntas en esto, Emily—dije mirándola de nuevo a los ojos. Por algún motivo sentí una pequeña sonrisa aflorar en mis labios— Ahora somos compañeras de viaje ¿recuerdas? ¿Cómo voy a decir que no?

"Lo siento. Siento haberte dejado sola. Desbiste pasar mucho miedo, ¿verdad?"

Cerré los labios, apretándolos en una fina línea.

>>Aunque... me gustaría hablar contigo cuando volvamos.