Nacieron cien violetas a mi alrededor, y otras tantas rosas de ingenuas miradas invisibles. No sé dónde estoy, creo que en un lugar muy remoto al habitual, probablemente se trate del paraíso celestial. Las cosas a mi alrededor, todas las situaciones culpables de desencadenar mi locura han pasado corriendo por mi vida; sus facciones terribles, distorsionadas brutalmente, jamás podría olvidarlas, porque todo es tan extraño. No dudo que intento comprender la trascendencia de los hechos, les doy una importancia subjetiva y me pregunto el porqué de sus repercusiones, la causa que desata los efectos. Mi mundo entero se torna espeluznante, hay picos sangrientos donde existían flores, y en donde los rayitos del Sol navegaban alegres no hay más que sombras, seres de la oscuridad, malvados demonios, engendros de espírtus negros que me han contagiado, que pretenden hacerme uno de ellos y yo intento evitar lo que a todas luces parece como una avalancha sobre mi humanidad. Aspiro las rosas a mi alrededor, y el perfume huele a sangre fresca. ¿Qué pasa? ¿En qué se ha convertido mi paraíso, el lugar en donde creí hallarme? Mi mente se está desquiciando, porque unas negras ratas de ojos sanguinolientos la mordisquean sin piedad, roen mi imaginación y la transforman, la pervierten hasta decolorarla a lo grisáceo. Mis ojos son como pequeñas cruces, me lo grita el reflejo de lo sepulcral, me lo indica la crueldad de las almas aciagas que rondan vacías por este mundo. ¿Quién es el dueño real de la entereza, para que me ceda un poco, para combatir, o al menos tener valor de cara a los demonios? Por piedad, ¿quién? Tengo miedo, tengo frío, ¿dónde están mis antiguas rosas, mi esperanza, mi felicidad que tanto me costó? ¡Muertas por una maldición inexplicable! ___ Saludos.