Maldición de luna nueva [Sessho&Kago]

Fase: oscuridad, luna nueva

Capitulo 19: Relatos del pasado


Miroku meditó un momento en la pregunta de Inuyasha.

¿Existen seres que pueden ser puros pero, que a la vez albergan energía maligna?​

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Era una pregunta que él, cuando era joven, ya había hecho.

—Antiguamente, se contaba la leyenda de youkais que emanaban una esencia pura superior a cualquier otra, se decía que tenían un origen divino. —dijo Miroku recordando los relatos del maestro Moushin.
—Yo también he escuchado sobre ellos—intervino Sango—son seres extremadamente puros incluso se decía que eran descendientes de ángeles ya que sus poderes eran nefastos para los youkais de origen demoniaco.
—Por eso no se acercaban a los youkais descendientes de demonios pero lo prohibido siempre llama—dijo Miroku acercando sus manos a “donde no debe”.
—Así es y siempre tiene sus consecuencias—dijo Sango golpeando a Miroku, Sango dejó a un lado su hiraikotsu y prosiguió—era inevitable que se diera una unión entre ambos seres a pesar de la gran diferencia de sus orígenes o de las prohibiciones.
— ¿y qué tiene que ver todo esto con mi pregunta? —les cuestionó Inuyasha.
—A eso vamos—le respondieron al unisonó Sango y Miroku.
—Que desesperado eres Inuyasha—dijo Shippo.
— Cuando algo puro entra en contacto con algo impuro, pueden suceder dos cosas: la primera es que el ser puro se corrompa hasta perder la razón y lo segundo es que lo impuro se destruya, sea cual sea lo que suceda solo hay una forma de liberarlos…la muerte—sentenció Miroku.
—Siempre uno de los dos debe morir para que el otro viva, es ahí cuando se desataban las batallas entre ellos, pero hubo la excepción, una youkai divina y un youkai demonio, los más poderosos de sus respectivas razas, demasiado resistentes para morir—Sango hizo una pausa mirando a los presentes—ambos buscaron la manera de hacer que estas uniones no fueran peligrosas para el resto, así que realizaron un ritual.
Sango miro a Miroku indicándole que podía continuar.
—El ritual consiste en el equilibrio de las fuerzas y el poder de decidir qué hacer con sus largas existencias, mezclaron las esencias de los dos seres, juntaron lo impuro con lo puro de manera equivalente, ahora esto traía consecuencias ya que habían youkais divinos que no podían controlar la energía demoniaca y viceversa, el ritual a lo largo del tiempo funcionó pero trajo consecuencias a los ejecutores del mismo, la energía de esos youkais que no resistieron fueron a sus cuerpos.
— ¿Eso no los hace aún más poderosos? —preguntó Inuyasha
—Si así es—respondió Miroku—Pero a la vez maldice su unión o mejor dicho al fruto de su unión, su hijo fue condenado a poseer dentro de él la esencia que residía dentro de sus padres, sus padres eran buenos youkais porque podían controlar sus instintos, mas su esencia era una divina y otra demoniaca, su hijo debía de cargar con ambas sin perder el control, antes de morir sus padres bloquearon a la esencia más peligrosa.
—Sellaron en su interior la parte maligna y dejaron su pureza en el exterior, esto impediría que escape, o eso pensaban—suspiró Sango—El niño creció conforme pasaban los años, sus poderes divinos aumentaban pero también los demoniacos, finalmente una noche de luna nueva, la noche más oscura las cadenas se rompieron y ese ser maligno que reside en su interior toma su cuerpo, asesinando a todo lo que encuentre vivo buscando obtener más poder absorbiendo la sangre de sus víctimas.
—Ellos o mejor dicho ese joven era el único ser puro pero, que a la vez albergan energía maligna en su interior, existieron otros hijos pero solo el primogénito hereda “la maldición de la luna nueva”—dijo Miroku culminando su relato.
—Dicen que es solo un leyenda pero en la biblioteca de la aldea de exterminadores, encontré unos escritos sobre una organización youkai que buscaba destruir a estos seres, incluso existen registro de todos los métodos usados por los “cazadores”, también de la crueldad de los actos no solo de los youkais malditos sino también de los cazadores, la leyenda es conocida por youkais mayores y bueno los exterminadores usamos algunos métodos de los cazadores, de ellos adquirimos los usos de los venenos, sellos, debilidades, ya que no solo cazaban a esos youkais sino también eran asesinos a sueldo muchas veces mataban a los descendientes de los youkais malditos solo porque trabajaban para gobernantes enemigos a pesar de que con el paso de los años perfeccionaban el don de controlar su lado maligno—concluyó Sango
—Estos youkai crecieron en población con las décadas, eran pocos pero aun así los consideraban una amenaza, lo que llevo al exterminio de su raza por los llamados cazadores pagados por los gobernantes de esa época—agregó Miroku.
—Fue un acto completamente genocida, cruel y despiadado, pero no perfecto, siempre existió la duda de que no se eliminaron a todos, los registros señalan que quedaba con vida uno, estamos hablando más o menos de 500 años atrás o tal vez más solo especifica que era en la época del gran gobernante del viento del oeste— dijo Sango tratando de recordar lo que había leído.
— ¿Te refieres a mi padre? —preguntó Inuyasha.
—No estoy segura el viento del oeste tuvo apogeo muchos siglos, pudo haber sido tu abuelo o bisabuelo o tal vez tu padre, pero uno de sus gobernantes tenía bajo su protección al último de ellos junto con su única descendiente, lo más interesante es que esta niña era constantemente vigilada por los cazadores a pesar de haber tenido la oportunidad de acabar con ella en varias ocasiones no lo hacían.
— ¿Por qué no? —dijo Miroku
—Pues según la bitácora de Asura, uno de los vigilantes, no esperaban que la hija del último youkai fuera un hibrido, bueno no un hibrido al 100% pero es que su madre era una sacerdotisa una muy poderosa según tengo entendido, lastimosamente los nombres fueron borrados con los años y más de la historia no se puede ver, el ultimo escrito habla sobre el día en el cual atacarían en castillo y obtendrían a la niña.
— ¿Obtendrían? —preguntó Inuyasha.
—No planeaban matarla, lo diré simple porque es una crueldad, no ha habido youkais hembras en esa familia de descendientes malditos lo que planeaban con ella era entregarla a uno de los gobernantes que ambicionaba “mejorar su raza”, de verdad es deplorable lo que eran esos cazadores—dijo enojada Sango—era solo una niña y tenia no más de 10 años muy fuerte para su edad y según tengo entendido estaba comprometida con el hijo del gobernante.

De improvisto la anciana Kaede irrumpió en la cabaña.

— ¿Sango aun existe esa biblioteca? —le preguntó alterada
—He…si, dentro de la cueva de la sacerdotisa Midoriko—le respondió Sango.
— ¡Sango tienes que llevarme! —gritó Kaede.
— ¿Qué sucede Kaede, cual es el apuro? —dijo Inuyasha con curiosidad.

Kaede había escuchado desde el umbral de la puerta y lo que Sango decía eran datos precisos de la situación, ¡era Kagome! ¡Era de ella quien hablaba! La respuesta a lo que buscaban definitivamente debía de estar en esa biblioteca pero no podía comentárselo a ellos.

¡Era una bendición de Kami que los nombres hayan sido borrados!​

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Se alegro internamente Kaede.

—Pues…yo siempre he querido saber más de esa leyenda—mintió—por eso Sango te lo ruego tienes que llevarme.
—Claro no hay problema, después de todo Kagome aún no regresa.

Kaede pensó por unos instantes, esto era algo que sin duda involucraba a la joven no podía dejarla fuera y tenía que buscar alguna forma de llevar a Sesshômaru con ellos, bueno ya tendría tiempo para pensarlo.

—Será mejor que vallamos cuando llegue Kagome— concluyó Kaede saliendo de la cabaña.

Los cuatro se miraron tratando de entender la urgencia de ir, sin encontrar nada más profundo que las intenciones ya mencionadas por Kaede dejaron el tema de lado.

Inuyasha seguía dudando, ya sabía que era posible que un ser así existiera aunque la probabilidad de que fuera Kagome era mínima pero solo una pregunta más lo convencería de dejar el tema de lado.

—Díganme muchachos, ¿Hakudoshi estaba herido? —preguntó deseando anticipar la respuesta.

Es obvio que no, yo no lo herí.​

No pude, si es verdad lo que vi la única que pudo hacerlo es Kagome.​

​

Se cuestionaba internamente Inuyasha.

Sango pensó unos instantes antes de responder.

—La verdad no lo recuerdo muy bien ya que fui a buscarlos en cuanto Naraku apareció pero yo no lo vi herido, —contestó sinceramente Sango.
Inuyasha suspiró aliviado.
—Quería ocultarlo pero la verdad es que si estaba herido—dijo Miroku
— ¿Dónde? —pregunto Inuyasha ocultando su rostro y con un tono de voz sombrío.
—Su hombro derecho—sentencio Miroku.

El rostro de Inuyasha cambio de expresión.

¿Es una asesina?​

​

Era todo lo que pasaba por su mente.

¡Imposible! ¡Imposible!​

​

Se repetía tratando de no creerlo.

Un fuerte dolor en la cabeza lo atacó de repente llevo sus manos tratando de detenerlo.

— ¿Inuyasha estas bien? —pregunto Sango acercándose para verificar su estado.

El hanyou no respondía, no decía nada solo sostenía su cabeza.

Luego después de un gran silencio por parte de Inuyasha, se puso de pie.

La mirada de odio del hanyou asusto a todos y salió de la cabaña pronunciando con odio un nombre que ellos siempre escucharon decir con amabilidad.

—Kagome— musitó el hanyou con visible enojo.

Les llego unos minutos tratando de entender el enojo del hanyou al no poder hallar una razón aparente fueron detrás de él, pero el hanyou era mucho más rápido y les llevaba gran ventaja.



De un salto salió del pozo, sosteniendo firmemente su espada, tomo asiento en el borde de la vieja madera, tocando con melancolía aquel pozo que le permitió salvar su vida.

Estaba en un predicamento, dejo la madera de la lado y llevo su mano izquierda a su cuello tocando la cinta negra que cubría su marca, de ella colgaba el dije en forma de luna que recibió el día de su compromiso con Sesshômaru.

—cuantos años han pasado…y aun así yo…todavía…

No quería decirlo, porque decirlo haría que sus sentimientos se implantaran aún más profundo en su ser.

Todavía lo amo​

Es algo inevitable​

​

De pronto la energía del lugar cambio y pudo sentir Inuyasha detrás de ella.

Tan inevitable como lo que va a pasar ahora.​

​

— ¡Kagome!—pronuncio el hanyou

Y nunca había escuchado su nombre con tanto odio de la boca del ser que llegó a amar alguna vez.

Ella no volteó, esperaba llegar para poder concluir el conjuro y borrar esos recuerdos de Inuyasha, lastimosamente no había llegado a tiempo, pero eso no quería decir que aún no podía.

— ¿Cómo pudiste engañarnos?, ¡Cómo pudiste! —Le gritó el hanyou acercándose a ella con violencia la giro para obligarla a verlo y darle la cara— ¡Eres solo una maldita asesi…

De repente sus palabras murieron en su boca y es que lo que encontró no fue agradable a su vista.

—Inuyasha—susurró ella con dolor—no quería que lo supieras así, lo lamento pero aún no es tiempo.

La sacerdotisa se puso de pie e Inuyasha retrocedió unos pasos lejos de ella.

Aun no salía de la impresión, el hermoso rostro de la joven era cubierto por un parche negro.

— ¿Quien te hizo eso?—preguntó con furia
—Naraku—dijo pacientemente—Es…un pago.
— ¿Un pago? ¡De que rayos estás hablando!—preguntó enojado
—Es un pago por mis pecados, un pago por ser una maldita asesina tal y como dijiste, pero espero que puedas entender que no puedo dejar que interfieras hasta que pueda eliminar a Naraku y recuperar a mi padre.
— ¿Qué planeas hacer?—pregunto Inuyasha desconociendo a la Kagome delante de él que lo miraba fríamente.

Con velocidad se acercó al rostro del hanyou, su único ojo brillo en rojo atrapando el brillo ámbar de la mirada confundida de Inuyasha.

— ¡Olvídalo!—le ordenó—Olvida esta conversación, olvida lo que viste con Hakudoshi, ¡olvídalo!
—Pero yo no herí a Hakudoshi—le dijo débilmente cayendo en el hechizo de la sacerdotisa.
—Si lo hiciste— le susurró en el oído—Antes de que te lanzara la alabarda lo heriste y me permitiste escapar lo heriste tanto que le inutilizaste el brazo lo último que pudo hacer fue lanzarte la albarda y atraparte en el árbol, luego con las pocas fuerzas que le quedaban lanzo un hechizo contra ti y tu caíste dormido tu lo viste acercándose, sus ojos brillaban eran morados no rojos, los ojos de Hakudoshi son morados, ¿lo recuerdas ahora?

Poco a poco y en la mente de Inuyasha la imagen de Kagome acercándose a él se desvanecía y era reemplazada por la de Hakudoshi.

—Lo recuerdo entonces tu…—mencionó ya en completo trance.
—Yo fui detrás de Naraku—dijo alejándose del hanyou y sentándose otra vez en el borde del pozo, dándole la espalda.
—Yo te vi marcharte —dijo ya el hanyou más consiente, convencido de lo que decía.

Las voces de Sango y Miroku se acercaban.

—Así es.

Los demás llegaron al pozo y vieron a Inuyasha parado mirando a Kagome que le daba la espalda.

—Herí a Hakudoshi y tu escapaste—dijo completamente convencido Inuyasha retomando la conciencia— ¿Qué fue lo que paso cuando alcanzaste a Naraku?

Kagome suspiro, su hechizo había funcionado justo a tiempo e Inuyasha había confirmado que él había herido a Hakudoshi delante de todos ya no tendría problemas.

Por lo menos no por ahora.

Pero era inevitable, ellos se enterarían y la odiarían, pero por el momento solo debía seguir con lo planeado.

Por ahora podía sentirse querida por ellos, a pesar de no merecerlo.

—Yo…—dijo Kagome—Perdí ante Naraku y él se llevo un jarrón oculto en la tumba de Kikyo y algo mío.
— ¿Tuyo? —le pregunto el hanyou.

Sango vio venir lo inevitable.

Kagome volteo lentamente, con una mano levemente apoyada sobre su ojo izquierdo.

Los rostros de sorpresa no se hicieron esperar.

—Naraku me robo mi ojo izquierdo—sentenció Kagome quitando su mano dejando ver la cinta negra que cubría esa zona, volvió a mirar hacia al frente esquivando todas las miradas.

Su rostro no tenia expresión, como si no sintiera lo que le ocurría, lo dijo con frialdad y sin dolor alguno.

¿Qué le hizo ese maldito para que Kagome perdiera su esencia junto con su ojo?​

​

Lo juró desde su interior que mataría a ese maldito de Naraku de la forma más dolorosa, porque nadie podía hacerla sufrir, ella era su luz, era su alegría, ella era su Kagomey la protegería ahora más que nunca.

Nadie la dañaría y el renunciaría a todo, incluso a Kikyo por ella, estaba decidido.

Lentamente se acerco a la joven y la abrazó.

Kagome solo había visto llorar a Inuyasha una sola vez, cuando todos estuvieron a punto de morir por el veneno de uno de los siete guerreros, ahora él lloraba, podía escucharlo y sentir las lagrimas del hanyou mojar su cabello.

Solo una cosa pasaba por su mente.

Perdóname por todo, pero no lo merezco.​

​

No respondió al abrazo simplemente se quedo inmóvil sentada mientras el hanyou la abrazaba por la espalda, él poco a poco se separo de ella ocultando su rostro, se sentó en la hierba verde apoyando su espalda en el pozo miro al cielo un momento y luego atrajo a Kagome hacia su pecho, sentándola en su regazo mientras acariciaba el cabello de la joven con parsimonia.

No lo soporto más, todo el dolor que quería ocultar todo lo que no debía de pasar.

Sus amigos llorando por ella, mirándola con amor.

Cuanta culpa.
Cuanto perdería.
Cuanto perdió hasta ahora.

Sin que su rostro expresara alguna tristeza o dolor sin mover ni un dedo o decir ni una sola palabras más, lloro en silencio, ansiando quedarse así entre los brazos cálidos de Inuyasha que le hacían recordar los brazos de cierto youkai que miraba con furia contenida esa escena sin ser detectado.


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Yeeeee!!! he aqui el capitulo prometido, la palabra favorita en este capitulo...inevitable...me di cuenta que la escribi muchas veces..bueno ps mejorare esos aspectos proximamente espero que les guste este capitulo hecho con cariño para todos ustedes.
Nos vemos.
Sora!