Maldición de luna nueva [Sessho&Kago]

Fase: luna llena

Capitulo 10: sello

Las lágrimas caían presurosas de sus ojos marrones, mientras trataba de detener la sangre y el dolor que le causaba la herida en su cuello causada por la persona que más amaba en su vida.

A pesar de ello cuando descubrió que él era quien había asesinado a sus padres el peso de su promesa la atormentaba, aun así era su deber cumplirla.

Sin embargo cuando tomo la espada entre sus manos decidida a atacarlo su corazón se quebró dentro de ella y sus manos temblaban frenéticamente.

Pero su decisión ya estaba tomada y sus sentimientos no debían de interferir.

— hazlo, esto va a liberar tu alma y la mía.

Su voz interrumpió los pensamientos y contradicciones que pasaban por su mente y su corazón, levanto la mirada y se encontró con el rostro de la persona que amaba cubierto de rastros de sangre, y sus manos que la habían abrazado con tanta delicadeza hora mostraban el rojo carmesí de la sangre de personas inocentes que no tenían culpa alguna de la fatídica muerte que vivieron.

— ¡no te acerques! — gritó Sonomi sosteniendo la espada.

Tamaki no detuvo su caminar y se acerco a ella, tomando entre sus manos el filo de la espada.

— tranquila mi querida Sonomi, tú no tienes porque cargar mis pecados.

El brillo carmesí de sus ojos se había apagado dejando ver el hermoso azul que siempre le había mostrado, pero esta vez sus ojos que alguna vez le mostraron un brillo especial lucían opacos.

Como cuando hablaba de la muerte de su familia.

Y en ese momento entendió el pesar en el alma de Tamaki.

—Mi amada Sonomi— extendiendo su mano al rostro agachado de Sonomi, obligándola a mirarlo — esto es lo que yo deseo y aunque sea egoísta decirlo quería que seas tú la que acabe con mi vida.
— ¿Por qué? — susurró soltando la espada de sus manos, dejándola caer pesadamente al suelo quitando el único obstáculo entre ellos.

Y Tamaki se permitió dejar salir los sentimientos que había retenido al igual que Sonomi.

Sus brazos la envolvieron fuertemente como si no quisiera dejarla ir.

— por que cuando todo se vuelva oscuro quiero ver el brillo de tus ojos una vez más antes de abandonar este mundo.
— Tamaki yo no…
— No tienes que decir nada, debes de cumplir con tu promesa— recogió la espada del suelo y la puso en manos de Sonomi, en ese instante se percato del origen de la espada era colmillo sagrado, una de las espadas de Inu no Taisho.

Tomo temerosa la espada entre sus manos y sintió como resonaba con su alma era una sensación cálida como si la recibiera amablemente, la nueva sensación la invadió alejándola de la realidad.

Sucedió rápidamente que no tuvo tiempo de reaccionar o impedir lo que sucedía.

La sangre de Tamaki ya estaba en el suelo y su cuerpo cayó pesadamente en el suelo. Sonomi reacciono de repente y lo único que pudo ver es el color carmesí de la sangre de Tamaki.

Las lágrimas volvieron a emerger de su rostro.

Acaso ¿esta es la venganza que tanto había ansiado?


Cayo de rodillas al suelo junto al cuerpo de la única persona que la había echo sonreír una vez más, el remordimiento y la culpa invadieron su alma.

Poco a poco los ojos de Tamaki se cerraban, su visión se hacia difícil pero aun así pudo ver el rostro descompuesto por la tristeza que profesaba Sonomi, con mucho esfuerzo extendió su brazo y seco las lagrimas de Sonomi, le sonrió y luego su brazo cayó pesadamente al suelo.

Había rastreado el aroma de ambos en un pueblo donde el olor a sangre era abundante.

Eso no era una buena señal.

Camino por el pueblo en llamas hasta visualizar la figura de Sonomi en el suelo abrazando el cuerpo de Tamaki, aparentemente no tenía intenciones de dejarlo.

— Sonomi, él está muerto.

La sacerdotisa poco a poco levanto su rostro.

— mi lord, ¿Cómo puedo ayudarlo? — su voz sonaba desesperada y esto no paso desapercibido por Inu no Taisho.
—Sonomi ¿cuánto estarías dispuesta a dar por verlo con vida?, ¿es tu amor por él tan fuerte como para olvidar que él mato sin piedad a tus padres?, responde Sonomi— dijo autoritariamente el lord de la casa de la Luna.
— Es verdad que él mato a mis padres y a muchas personas más, e incluso a sus propios padres pero— sosteniendo firmemente la mano sin vida de Tamaki — ¡daría mi vida por Tamaki!

Inu no Taisho sonrió, una vez más su instinto tenía razón, desde que vio a Sonomi supo que ella tendría la voluntad de perdonar a Tamaki.

—Entonces— dijo extendiendo amablemente sus manos a Sonomi — levántate tenemos que ir al castillo.

Levanto del suelo a colmillo sagrado y emprendieron su camino al castillo.

— Luego de eso— menciono Sonomi mirando el rostro lleno de curiosidad de su hija — efectuamos un ritual para que tu padre controlara su maldición con mi sangre.

— ¿qué quieres decir con eso mamá?

—tú debes de saber que tu maldición se alimenta de la sangre de seres con poder, siempre están tentados con absorber energía y volverse más poderosos y en la sangre se encuentra todo ello.
— Vampiros— susurró Kagome
— Es algo así — sonrió Sonomi ante la comparación de su hija — la diferencia está en que tu puede encontrar la cura.
— pero no es eterna ¿verdad?
— no, al hacer ese pacto de sangre tu vida queda ligada a la persona que se convertirá en tu sello, y si esa persona muere tu ser se descontrolará y perderías la cordura eliminando todo lo que haya tu alrededor sin importar si son amigos o enemigos.
— entiendo.
— por eso es importante que los sentimientos que albergas en tu corazón sean claros como los de tu sello y más importante aun que sean correspondidos.

El silencio reino en la habitación de Kagome, esta solo pensaba en las palabras de su madre.

Sus sentimientos estaban más que claros, ella amaba a Inuyasha a pesar de todo, pero esos sentimientos no eran correspondidos y eso lo tenía también muy claro.

Sin embargo en su corazón aun albergaba la esperanza de convertirse en la única mujer en el corazón de Inuyasha.

—luego de eso — continuó Sonomi mirando su reloj— tu padre y yo vivimos juntos y ciertas circunstancias hicieron que tuviera que huir contigo y con Souta a esta época, debo de decir que fue una bendición que el abuelo nos encontrara él fue muy amable al aceptarme como su hija, bueno los detalles serán en otra ocasión debes de descansar ya es muy tarde y mañana debes de cumplir con tu promesa.
— pero mamá no puedes dejarlo así, además ¿de qué promesa hablas?
— Sesshômaru no es alguien a quien debas de faltar con una promesa.
— lo había olvidado. — sonrió inocentemente.
— Descansa hija— Salió de la habitación apagando las luces.

Aun no salía de su asombro, todo lo que su madre le había dicho, por todo lo que había pasado, su madre era un mujer increíble.

— Mucha información para una noche— susurró Kagome, aunque le alegraba saber más de su padre, sin duda alguna él fue un gran guerrero.

Se sentía orgullosa de sus padres y agradecida con el abuelo porque él acogió a su madre cuando llegó a la época actual y la cuido como a su propia hija.

La historia de su madre fue muy interesante y larga y a pesar de ello parece como si el tiempo se hubiese detenido y aun era de noche, tal y como había dicho su madre, debía de cumplir con la promesa que le hizo a Sesshômaru.

Sus pensamientos divagaron en su nombre.

— Sesshômaru…Inuyasha, son hermanos pero son muy diferentes.

El rostro de Inuyasha inundó su mente y solo una pregunta rondaba por ella.

¿Me perdonaría y aceptaría ser mi sello?


Rápidamente encontró su respuesta.

— No mientras Kikyo viva— susurró sombríamente

La ira apareció en sus ojos

— Si Kikyo no existiera yo sería la única en su corazón— dijo apretando fuertemente la almohada.

De pronto sintió el poder corriendo por sus venas acompañada de una sed de sangre incontrolable.

— No… no por favor— susurró sosteniendo su pecho, perdiendo poco a poco el conocimiento.

La energía maligna se liberaba de su ser, enviando ondas de energía a su alrededor, sus ojos empezaron a tornarse de un rojo carmesí…

— ¡kagome¡ ¡rápido llévala al templo Souta! —y fue lo último que pudo escuchar antes de perder la conciencia por completo.

— ¿Dónde estoy? — susurró Kagome sintiendo su cuerpo pesado en medio del agua del templo.
— hija, estas en el templo, ¿cómo te sientes? — dijo entrando al agua.
— sí pero, ¿Qué paso?
— casi pierdes el control, ¿en qué pensabas?

Kagome miro el techo descubierto del templo, había luna creciente era blanca, tan blanca como “ella”

— Kikyo — susurró sin emoción — tenia deseos de deshacerme de ella.
— sé que es difícil pero, no deberías depositar tus esperanzas en Inuyasha— mencionó con tristeza Sonomi.
— ¿a qué te refieres? —preguntó con temor Kagome, ella sabia la respuesta, muy en el fondo la sabia, pero no quería aceptarla.
— Inuyasha no es el sello que buscas, yo se que tu sientes un gran amor por él pero tu sello debe sentir más que eso por ti… y solo por ti.
— Ya veo— dijo poniéndose de pie.
— también debes tener en cuenta algo muy importante, de ahora en adelante tus emociones controlan tu maldición, deben de ser cuidadosa.
— Entiendo gracias mamá— menciono Kagome con un profundo dolor en su alma

Se dirigió a su habitación y encontró en su cama una vestimenta de sacerdotisa diferente a las que había visto, la tela era muy fina y los brocados eran exquisitos, supuso que su madre lo dejo ahí para ella, esto simbolizaba su nuevo comienzo.

Una vida en la cual sus sentimientos no gobernarían su ser y sus deseos se someterían a las decisiones de su señor.

Aquel que tenía toda potestad sobre ella desde el día que bebió de su sangre y la dejo con ansias de sentir de nuevo el sabor metálico en sus labios y el poder de un Lord recorriendo sus venas y eso era algo que a pesar de que su maldición no la dominara en ese momento no podía negar la atracción de la sangre y el poder de su señor.

—Mi lord Sesshômaru es hora de que tome posesión de lo que le pertenece— susurró saltando a través del pozo.

Bueno eso es todo por hoy espero sus comentarios ¡nos vemos!

 

Fase: luna creciente

Capitulo 11: lealtad perdida

El sol se alzaba radiante en el horizonte y el viento soplaba calmadamente moviendo los cabellos plateados del lord, sus ojos lucían tan fríos que contrastaban con el calor del día pero en ellos también se podía ver… ¿confusión?

Sesshoumaru se sorprendió a sí mismo con aquel pensamiento, la confusión no era algo propio de él y esto aumento aun más cuando se dio cuenta que se dirigía al pozo para esperar a la sacerdotisa, ¿desde cuándo era condescendiente con alguien?

Curiosidad.

Con eso justificaba sus acciones.

Cuando llego la encontró sentada en el borde del pozo, no vestía sus típicas ropas extrañas e inmorales, como él las llamaba, sino que llevaba un traje sacerdotisa que le parecía familiar.

Sus miradas se cruzaron, ambas estaban llenas de dudas y conflictos, ella inmediatamente se puso de pie para hacer una reverencia a su nuevo señor.

— mi lord Sesshômaru estoy a su servicio.

Él supo inmediatamente que ella comprendía su posición y su deber, así que la miro satisfecho, ofreció su mano a Kagome y ella la tomo sin dudarlo.

—Levántate— le ordenó

Kagome era consciente de que si se salía de control él podría manejarla, estaba segura a su lado y no tenía motivos para temerle, aquel instante comprendió, cuando sus manos se estrecharon y sintió el tacto de la piel de Sesshômaru sobre la suya, que no pudo haber encontrado alguien mejor para entregarle su vida así sea por servicio u obligación.

Él era un daiyoukai que odiaba a los humanos.

Ella era una humana, o por lo menos en parte.

Con él no había riesgo de entablar algo más que una simple relación de amo y sirviente.

Y eso era algo en la cual los dos coincidían.

— Mi lord Sesshômaru estoy aquí como lo prometí—mirando sus ojos dorados sin soltar su mano.
— veo que estas enterada de tu condición, humana.
— bueno, no estoy enterada del todo en cuanto a mis obligaciones con usted pero estoy dispuesta a cumplir con todo lo que me pida, mi lord.
— ¿tan dispuesta como para alejarte de tu grupo? ¿De Inuyasha? — la observó detenidamente evaluando su comportamiento.

Podía sentir como su mano tembló ante su petición y se separó de la suya lentamente.

Su orden la tomo por sorpresa.

Cuando llego a Sengoku jidai estaba dispuesta cumplir cada orden que le diera su lord pero no se imagino que su primera petición fuera alejarse de sus amigos, más aun de Inuyasha.

Su corazón sintió una punzada de dolor y sus ojos reflejaron el sentir de su alma, en ese instante se percato de su realidad.

Inuyasha aún estaba en su corazón, a pesar de todos sus intentos ella lo seguía amando y no hay nada ni nadie que pudiera cambiar ese hecho.

Aunque Inuyasha amara a Kikyo.

Ni su maldición o su sed de sangre.

Ni siquiera una orden de Sesshômaru.

Sus pensamientos se interrumpieron al ver la figura de su Lord alejarse de ella, dándole la espalda.

— no necesito a alguien que no me es leal.
— pero… yo— mencionó Kagome caminando detrás de Sesshômaru.
— ¡aléjate! — dijo Sesshômaru fríamente acusándola con su mirada. — no me sirves.

Sus palabras la hirieron, y jamás pensó que algo de lo que Sesshômaru dijera le importaría, a menos que tuviera que ver con Inuyasha.

Definitivamente nada sería lo mismo.

Se alejo de ella caminado por el bosque hasta que llego al árbol sagrado, su mirada se quedo fija en ese lugar y los recuerdos de su pasado vinieron a su mente.

De pronto una energía lo llamó ha acercarse a aquel gran árbol y recostarse en sus raíces, sin quererlo sus ojos dorados se cerraron y dejo de escuchar el sonido del bosque.

El silencio era profundo y no sabía exactamente qué ocurría.

Odiaba la ignorancia, así que abrió los ojos.

Y no pudo creer lo que veía.

Su cabello estaba corto, más de lo que hubiera imaginado, pero aun tenía ese hermoso color negro tan oscuro como una noche sin luna, sus orbes marrones tenían el mismo brillo de hace años y aunque sus vestimentas eran extrañas y su aspecto algo cambiado eso no era suficiente para confundirlo.

— me alegro de verlo otra vez mi lord Sesshômaru, espero que no se haya olvidado de mi.
— Eso sería imposible, Sonomi— dijo Sesshômaru sin levantarse — ¿a qué has venido?
— mi lord necesito hacerle una petición.
— déjate de rodeos y habla de una vez, humana.
— No ha cambiado en nada, bueno excepto su apariencia a crecido un poco— dijo sonriente.

Era una sonrisa que Sesshômaru no veía hace años, y al verla hacerlo le recordó las épocas en las que entrenaban juntos.

— No me dirás nada ¿verdad?, bueno estoy acostumbrada— sonrió de nuevo — he venido a pedirle que entrene a Kagome y que le enseñe todo lo que yo le enseñe a usted.
— ¿porque a ella?— pregunto con curiosidad — ¿acaso es tu reencarnación?
— la verdad es que ella es mi hija y de mi querido Tamaki, usted debe recordarla, ¿o me equivoco?

Los pensamientos de Sesshômaru se remontaron al pasado, él tenía la apariencia de un humano de 16 años pero ya tenía la sabiduría y la habilidad digna del joven amo del castillo, Sonomi llevaba enseñándole ya 12 años pero para la vida de un youkai eso no era nada.

En aquella época solía dar paseos por los jardines privados del palacio y el rostro del la pequeña niña era una constante en sus paseos al igual que sus ojos azules que brillaban intensamente cuando reflejaban el sol.

Desde que ella cumplió los 7 años lo único que hacía era estar a su lado.

¿Cómo es que no se había percatado?

— ¡Buenos días Sesshômaru sama!— le dijo con su voz infantil aquel día aferrándose a él, ya había cumplido diez años y era la única se acercaba al lord de esa manera.​

Siempre a su lado. Solía sentarse con él mientras descansaba en las raíces de algún árbol y como siempre…

—es un lindo día ¿verdad?, yo creo que si, además tuve un sueño que no me gusto y… ¿durmió bien?, ¿o tuvo un mal sueño?​

Demasiado habladora para su gusto.

—hablas demasiado Kagome.​

La sonrisa de la pequeña de cabello negro y ojos azules se ilumino al instante y esto causo curiosidad al joven amo.​

— ¿Por qué sonríes? — le cuestionó sin mirarla.​

— Es la primera vez que me llama por mi nombre — y pudo observar como sus pequeñas mejillas cambiaron a un tono rojizo.​

Nunca se imagino que ver las expresiones de una humana sería tan interesante, tan…

Encantadora y adorable.

Era algo que no se podía observar en el mundo youkai.

— ¿solo por eso?... humanos​

— Sesshômaru sama usted no se olvidara de mi ¿verdad?​

La pregunta de la niña lo tomo por sorpresa.​

Sentada a su lado levanto su mirada a los ojos del futuro señor de la casa de la luna, sus ojos expresaban una tristeza indescriptible algo que, para Sesshômaru, era inaceptable en su cándido rostro.​

— aunque me valla y me olvide de usted, no se olvidara de mi ¿no es así? — sus manitas apretaban fuertemente su kimono de seda.​

Sesshômaru se limito a acariciar la cabeza de la niña.​

— no digas tonterías yo jamás olvido nada ni a nadie y no hay motivo para que te vayas.​

Kagome sonrió desde el fondo de su corazón, eso era suficiente para ella.​

—si usted lo dice yo creo en su palabra, entonces lo que soñé jamás se hará realidad y siempre estaré a su lado y no dejare que nadie me aleje de mi Sesshômaru sama.​

Acostó su cabeza en el regazo de Sesshômaru lista para tener sueños más felices al lado de su lord, porque ella después de todo amaba el silencio que ambos compartían.​

Aquel recuerdo era uno de los más atesorados por Sesshômaru, fue también lo que lo impulso a revivir a la pequeña Rin… ambas eran muy parecidas, no le tenían miedo y comprendían sus actitudes no importaba que tan frio era con ellas, su lealtad hacia él era inmensa.

— La recuerdo muy bien Sonomi— dijo alejándose en sus memorias.
— supongo que no te percataste de que era ella ¿o me equivoco?

Trato de analizar su aspecto actual y no había duda de que la humana que dejo al lado del pozo era la Kagome que él conocía y otra vez la pregunta inundo su mente.

¿Cómo es que no se había percatado?

Después de todo no había cambiado mucho, su sonrisa y sus ojos seguían tan vivos como hace años.

Y la respuesta llego a él y es por eso que no creía que fuera la pequeña Kagome que el conocía.

Sus ojos ya no brillaban para él sino para Inuyasha, ella vivía para su hermano.

Su lealtad estaba con Inuyasha eso ya se lo había demostrado hace unos instantes, por eso creyó que lo mejor era alejar sus recuerdos y enterrar el pasado, lo mejor era creer…

— Creí que habían muerto— sentenció el lord.
— desaparecimos que es diferente, para nosotras solo han pasado 10 años pero para ti…
— han pasado 290 años.

Kagome se marcho cuando tenía 10 años, dos días después de aquella plática, ahora por lo que había podido averiguar ella tenía 18 años, eso no concuerda.

Sonomi adivino lo que pensaba Sesshômaru.

—ella tiene 18 años porque dos años estuvo inconsciente y su tiempo se detuvo pero es algo que no puedo contarte ahora Sesshômaru ya que no tenemos suficiente energía para mantener contacto, así que confió en que serás un buen maestro.
— Sonomi— la llamó autoritariamente.
— Sesshômaru — dijo esta obviando su titulo de lord.
— espero que sepas que no seré condescendiente con ella.
— y eso es lo que espero Sesshômaru ya que yo no lo fui contigo, deseo que la entrenes como te entrenaba a ti — dijo Sonomi con una sonrisa de complicidad, ella fue muy exigente con Sesshômaru y siempre peleaban por todo.
— eso será un placer.

Kagome permaneció en aquel lugar, analizando sus opciones.

Ella le pertenecía al lord y a nadie más que a él, eso lo tenía claro.

Y aunque su corazón le clamara estar cerca a Inuyasha eso la llevaría a la perdición.

Sesshômaru era su única esperanza y enterrar sus sentimientos era su camino.

Si quería controlarse el único que podría enseñarle a hacerlo seria Sesshômaru, él había conocido a su padre, debía contarle de su situación.
Aunque le doliera en el alma abandonar a Inuyasha y su corazón jamás estaría dispuesto a olvidarlo a pesar de sus fallidos intentos de hacerlo, aprender a controlar sus emociones y su maldición era más importante que todo.

Nadie más debe sufrir por mi causa.

Camino siguiendo el rastro de Sesshômaru, él se encontraba sentado en las raíces del árbol sagrado, tenía los ojos cerrados y parecía dormido.

Kagome jamás se imagino ver al lord de esa manera tan serena y calmada por segunda vez desde que “la rescato” y por un momento olvido el motivo por el cual se encontraba allí hasta que la voz del lord la hizo despertar de su sueño.

— ya terminaste de observarme humana— mencionó el youkai sin emoción en sus palabras, como la primera vez.

Y una vez más Kagome se sonrojó.

¿y que tal? espero que les haya gustado, ¡nos vemos!

 

Fase: luna creciente

Capitulo 12: libro bajo la lluvia

— yo… Sesshômaru sama— tartamudeó Kagome.

No sabía cómo decirle o explicarle la actitud que había tenido al mencionar que se alejara de Inuyasha ni tampoco que a pesar de la tristeza que sentiría, ella estaba dispuesta a cumplir con su deber, como podría entender sus sentimientos alguien tan frio y sin sentimientos como Sesshômaru.

— yo…— volvió a decir Kagome.

Sesshômaru solo se limito a mirarla, trataba de ver a la pequeña Kagome en ella, todos los años que pasó buscándola en cada rincón del reino y más allá, los años que vivió tan solo de sus recuerdos para que ahora la viera, él si la recordaba, siempre lo hizo, ¿porque ella no?
La ira apareció en sus ojos y eso fue perceptible para Kagome, su corazón se agito y sin pensarlo dijo la primera frase que vino a su mente.

—No se enoje conmigo Sesshômaru sama, usted sabe que yo lo quieee…—kagome se llevo las manos a sus labios en un intento de detener sus palabras, y sus mejillas se encendieron en un color rojo intenso.

Tratando de ocultar sus palabras rápidamente ingenió algo.

— ¡Yo quiero que me perdone!

Todavía estaba apenada por lo que había intentado decir y cambiar las palabras fue lo único que se le ocurrió.

Fue como si lo dijera con tanta naturalidad, como si se lo hubiera dicho miles de veces.

¿Cómo estuvo a punto de decir “eso”?

“Lo quiero mucho Sesshômaru sama”


Quiso desaparecer de ese lugar, agacho su cabeza intentando no mirar a Sesshômaru, pero, pensándolo mejor, que importaba.Después de todo no lo había dicho y él no sabría qué quiso decir ¿verdad?

Pero “eso” fue suficiente para aclarar todas las dudas del lord, aquella frase siempre la usaba cuando hacia alguna travesura y tenía que disculparse con él.

Como en aquella ocasión.

Sesshômaru nunca deja sus cosas en cualquier parte, pero cuando vio el libro de su lord en las ramas del árbol donde siempre descansaba no pudo contener su curiosidad de saber que era lo que entretenía a su Sesshômaru sama.​

​

Lastimosamente ella no era muy cuidadosa y cuando menos lo pensó el libro había caído en un charco debido a las lluvias de invierno, con el libro mojado y en medio de la lluvia fue a ver a su lord.​

​

—Espero que Sesshômaru sama no se enoje conmigo— sosteniendo el libro completamente empapado al igual que ella.​

​

Cuando llegó al castillo subió lentamente las escaleras que llevaban a la habitación de Sesshômaru, al llegar toco la puerta esperando a que le diera permiso para pasar.​

​

—Adelante— escuchó la pequeña Kagome.​

​

Dio un paso dentro de la habitación, no importaba cuantas veces entrara la majestuosidad de la decoración era digna de un joven lord, ella solo era un pequeña niña pero entendía muy bien las cuestiones de la elegancia y el estatus.​

​

—Sesshômaru sama… yo— tartamudeó Kagome.​

​

Sesshômaru la había visto llegar desde su ventana y ya sabía lo que traía y que había pasado con uno de sus libros favoritos.​

​

—yo…— dijo acercándose a una distancia prudente de su lord.​

— ¿Qué sucedió con mi libro? —dijo volteando visiblemente enojado.​

​

Kagome observo la molestia en los ojos de su lord al fijar su vista en el libro, así que solo dijo lo que creyó que debía decir.​

​

Y fue en ese momento que él conoció la frase que jamás olvidaría.

—No se enoje conmigo Sesshômaru sama, usted sabe que yo…¡yo lo quiero mucho!... y nunca haría algo malo, es solo que quería traerle su libro pero me tropecé y cayó en un charco— dijo kagome rápidamente— yo lo siento mucho Sesshômaru sama.​

​

Recordaba su rostro claramente incluso a través del lodo que cubría su rostro debido a su caída, podía ver que sus mejilla se sonrojaban al pronunciar que “lo quería”.

Pequeñas lágrimas escapaban de su rostro al ver que la expresión de su lord no cambiaba, extendió el libro hacia Sesshômaru, lo tomó y lo observó detenidamente.​

​

El libro estaba estropeado y nada se podía hacer para arreglarlo.​

​

Aunque reconocía que estaba enojado porque su libro termino en las peores manos, debía de reconocer que fue culpa suya dejarlo a la intemperie más aun en días de lluvia como este.​

​

La pequeña Kagome solo quería devolvérselo y fue un infortunio que se le cayera de las manos.​

​

Cerró los ojos tratando de asimilar todas sus reflexiones.​

​

Odiaba ser el culpable y lo peor era verla derramar lágrimas, así que en contra de todos sus principios se acerco a kagome acariciando la cabeza de la niña.​

​

— es suficiente.​

—pero Sesshômaru sama su libro está destruido por mi culpa y no tiene arreglo—dijo tratando de detener sus lagrimas.​

—No fue tu culpa, y si tiene arreglo ahora ve con Sonomi debe estar buscándote —mencionó Sesshômaru con su tono habitual.​

​

Kagome dio media vuelta y camino hacia la puerta, Sesshômaru podía percibir que aún estaba acongojada.​

​

—Gracias—susurró Sesshômaru.​

​

Kagome volteo de inmediato y alcanzo a ver la expresión más serena del rostro de su lord antes de que él volteara a ver por la ventana de nuevo.​

​

—de nada Sesshômaru sama— dijo sonriente y salió de la habitación.​

​

La observo salir corriendo del castillo, ella se detuvo frente a su ventana y se despidió del lord levantando su mano frenéticamente y sonriendo.​

​

Inmediatamente después Sesshômaru llamó a uno de sus sirvientes.​

​

Al día siguiente fue como siempre al árbol donde Sesshômaru leía, sus ojos se llenaron de felicidad al ver a su lord leyendo como de costumbre el mismo libro que ella había mojado.​

​

—Buenos días Sesshômaru sama—saludó con una sonrisa— ¡pudo reparar el libro qué bueno!​

​

Y se colocó al lado de él.​

​

— Te dije que tenía arreglo— dijo Sesshômaru sin apartar los ojos de su libro.​

​

Sintió que el peso de kagome se apoyaba en su brazo derecho y sus manitas abrazaban su estola, algo típico en invierno.​

​

Era bueno que kagome no fuera tan perspicaz o se habría dado cuenta que el libro era nuevo.​

​

Volteo la pagina del libro y siguió leyendo.​

​

Esos eran los tiempos pacíficos que pudo disfrutar en su niñez y de los cuales atesoraba de entre todos sus recuerdos, no había guerras ni sangre, todo era una utopía, su utopía, ya que fuera de las barreras del castillo se preparaba la verdadera amenaza.

Y fue tan estúpido para no darse cuenta y perder todo lo que le importaba.

Por eso odiaba los sentimientos humanos, esos que le enseño primero Sonomi y luego Kagome, solo le hacían tener debilidades.

Las mismas debilidades que lo obligaban a guardar aquel libro mojado como si de un tesoro se tratara solo para recordar el aroma de las flores de sakura mojadas por la lluvia y sus lágrimas.

Un aroma único, que ahora le pertenecía y todos debían saberlo.

Se levantó con la majestuosidad que lo caracterizaba y se acercó hacia Kagome, que aún se encontraba con la cabeza agachada, tomó el mentón de la joven obligándola a mirarlo.

Kagome no pudo esconder su sorpresa ante el gesto del lord y tampoco el sonrojo que apareció de repente en sus mejillas sin que pudiera controlarlo.

Era extraño tener a Sesshômaru tan cerca de ella, era la primera vez que podía verlo a tan corta distancia sin que hubiera una batalla de por medio o que Inuyasha gritara que lo mataría, y aunque en esos momentos pensó que jamás llegaría a estar siquiera a 5 metros de distancia de Sesshômaru, a menos que quisiera morir, ahora lo veía tan posible y de alguna forma reconfortante.

Tan solo había pasado 1 día sin su presencia, no lo había conocido más que por unos instantes casi nada para que entablara una amistad pero en el fondo sentía que lo conocía y que era indispensable su presencia.

Pero tenía que haber una explicación para todo y kagome encontró una salida a lo que creía sentir y ella lo denomino:
Relación de pertenencia.


Ella le pertenecía al lord, y tal vez beber su sangre la había hecho entablar una conexión con él.

No hay otro motivo.


No hay otra razón.


Y el corazón no tenía nada que ver en lo que ambos compartían.

— ¿sucede algo Sesshômaru sama? — dijo Kagome ya más tranquila.

Sesshômaru se tomo un tiempo para analizar el rostro de la joven más de cerca antes de contestar a su pregunta, la olfateo para poder percibir su aroma característico, las flores de sakura y se acerco a ella para dejar la marca del suyo, dispersando su youki para envolver la esencia de la joven. Una vez terminada su labor se alejo de ella y se recostó en las ramas del árbol sagrado otra vez.

—No quiero que el estúpido de mi medio hermano nos encuentre aquí— y esa fue su justificación.
— ¿por eso disperso su youki en mí?, no era necesario.
—Me perteneces y el aroma es una forma de decirlo— le respondió fríamente.
—como usted diga Sesshômaru sama—dijo Kagome.
— Cumple tu promesa—exigió Sesshômaru mirando fijamente a kagome, cambiando de tema.
— ¿mi promesa? —preguntó Kagome tratando de recordar que le había prometido al lord.
— ¿acaso lo olvidaste?

—Sesshômaru sama debo de marcharme le agradezco su ayuda— Kagome se puso de pie sin problemas, sintiéndose mejor que en la mañana, así que aprovecho que Rin dormía para emprender su camino de regreso.​

​

Le hizo una reverencia y comenzó a alejarse pero su paso fue interrumpido por Sesshômaru que se encontraba frente a ella.​

— no te irás hasta decirme que eres.​

​

— Lo siento pero eso es algo que por ahora no puedo responderle— el rostro de Sesshoumaru seguía inexpresivo pero Kagome podía ver la curiosidad en sus ojos.​

​

Y cuando él quería algo no había nada que lo haga cambiar de opinión.​

​

—le prometo que cuando vuelva de mi casa, usted sabrá todo sobre mi.​

​

Observo sus ojos dorados, esperando un cambio en su mirada pero solo vio que se dio media vuelta caminando frente a ella.​

​

— ¿qué estas esperando?, camina— dijo autoritariamente.​

— Sí— mencionó nerviosa.​

​

—Ya recuerdo, fue el motivo por el cual volví tan rápido— respondió kagome más aliviada ya que si Sesshômaru preguntaba por sus orígenes o lo demandaba, como era su estilo, quería decir que estaba dispuesto a olvidar su error. Una sonrisa de alivio se dibujo en su rostro.

Avanzo y se sentó al lado contrario que ocupaba el lord en el árbol sagrado.

— yo no soy humana o no por completo, se podría decir que una hanyou, mi madre fue Sonomi Higurashi, alumna de Midoriko, la sacerdotisa de la luna y mi padre fue Tamaki Higurashi uno de los sirvientes más fieles de lord Inu no Taisho y también poseedor de la maldición de luna nueva.

El silencio se prolongo por algunos instantes antes de que kagome continuara.

— es todo lo que mi madre a podido explicarme por ahora, usted conoció a mi madre así que tal vez sabe más sobre la maldición que yo, además usted entrenaba con mi madre y sabe acerca de mi padre, así que quiero pedirle algo, a cambio le ofreceré entrenar a Rin con sus poderes espirituales cuando este lista y ella lo crea conveniente.

La oferta resultaba tentadora, estaba claro que él no podía entrenar a Rin en las artes de una sacerdotisa y en el futuro si la pequeña Rin quería defenderse necesitaría usar sus poderes.

— ¿qué es lo que deseas?
— quiero que me enseñe a controlar mi maldición, se que los youkais de su especie también tiene una bestia interna y que lidian con ello durante su larga vida, por eso son entrenados de forma especial, más aun los youkais de rangos mayores ya que su bestia interna es aun más poderosa que la de los demás seres.
— nuestro caso es distinto al tuyo.
— ¿Por qué?
— para nosotros no es una maldición es un don, la forma como usan ese don es lo que determina el autocontrol de aquella bestia.
— en mi caso tan solo se puede usar para el exterminio de razas y la adquisición de más poder.
—si no sabes cómo controlarla adecuadamente.
— ¿quiere decir que se puede controlar?
—tu padre controlaba su maldición por largos periodos de tiempo pero cuando se liberaba era matanza pura, lo que tu padre podía determinar era cuando la desataba con quien y con qué intensidad.
— yo deseo controlar al menos eso, no quiero matar a más gente inocente, es por eso que también quiero que me detenga si ve que mi maldición toma control de mi, estoy segura que colmillo sagrado me detendrá como ya lo hizo antes aunque aún no entienda el porqué— menciono kagome tocando la zona en la cual colmillo sagrado la había herido y aunque no quedaba rastro alguno aún podía sentir dolor en ciertas ocasiones.
—tus poderes como youkai provienen de tu origen divino, eran los únicos youkais que podían controlar poderes espirituales pero tu raza fue maldita por demonios del infierno es lógico que colmillo sagrado te lastime.
—lamento que tenga que perder el tiempo explicándole estas cosas a alguien que no conoce ni siquiera su propio origen.
—Deja de hacerlo— dijo Sesshômaru sin poder soportar más la actitud depresiva de la joven.
— ¿a qué se refiere Sesshômaru sama?

Ni cuando era niña era así de sumisa y depresiva, siempre fue atrevida, en cierto modo, e irritable ante los ojos del lord, la única que podía sacarlo de su completa serenidad.

—Vámonos— le ordenó
— ¿a dónde Sesshômaru sama? —preguntó con curiosidad Kagome.
— al castillo del oeste, a tu entrenamiento.

Eso es todo por hoy, espero que les haya gustado ¡nos vemos!