Maldición de luna nueva [Sessho&Kago]

Fase: Luna creciente

Capitulo 5: La muerte de la sacerdotisa Hikari

— Buenos días señorita Hikari— saludaron alegremente los aldeanos.
— Buenos días — respondió la joven sacerdotisa de la aldea.

Ella apenas tenía 15 años de edad, pero había sido entrenada desde muy joven en el oficio de sacerdotisa, aunque su verdadero poder era ver el futuro a través de sus sueños, un poder sin duda alguna era muy ambicionado por todos los terratenientes, es por eso que su maestra le aconsejo no comentarlo con nadie.

Fue gracias a ese poder que tuvo la oportunidad de salvar a su aldea de innumerables ataques, pero en el fondo de su corazón sabía que esta vez no podría hacerlo.

La asesina de aldeas atacaría la suya esta vez y era su destino morir hoy, ella lo sabía y lo aceptaba, lo único que le quedaba era salvar a la mayor cantidad de gente, opto por dar la alerta alegando que sentía una presencia maligna en la aldea.

Todos salieron al templo situado en una montaña lejana pero, a pesar de negarles su ayuda, algunos aldeanos se quedaron con ella.

Al llegar la noche ya nada podía hacer, uno a uno los aldeanos que estuvieron con ella cayeron, solo quedo ella y la asesina, era tiempo de cumplir con su destino pero su sacrificio no sería en vano.

Utilizó un viejo poder escrito en unos pergaminos antiguos que hablaban sobre la maldición que sufrían cierta raza de youkais, ella sabía, por sus sueños, que eso funcionaria.

Si bien no podía eliminar la maldición podría hacer que despertara y viera lo que hacía, con ello tenía la esperanza de que lucharía en contra de su maldición.

Pero el pago para realizar aquel artilugio era su vida.

— Ya es hora — susurró, pero de pronto sintió la presencia de una persona más en el lugar.

Rápidamente se dirigió a donde la sentía, grande fue su sorpresa al ver a una pequeña de 10 años, escondida entre los arbustos, la pequeña llevaba un kimono naranja y una pequeña coleta adornaba el lado izquierdo de su cabello.

Capto su esencia y leyó su aura ella no era de la aldea, era una viajera.

La pregunta era: ¿Dónde estaba su protector?

— ¿pequeña qué haces aquí, como pasaste la barrera que rodeaba la aldea? — agachándose a la altura de la niña
— Rin no lo sabe… Rin solo estaba buscando comida con el señor Jaken y vio algo extraño, se parecía a la señorita Kagome y la seguí— contesto la pequeña algo asustada.
— ya veo la conoces ¿verdad?
Lagrimas cayeron de los ojos de la niña.
— Rin la conoce pero… esa no es la señorita Kagome ella es buena, salvo a Rin en muchas ocasiones.

La sacerdotisa sonrió. Ella era el pequeño rayo de luz que vio en sus sueños y su protector era el guardián de la maldición.

Gracias a Dios sus sueños no fallaban y tenía a la persona correcta frente a ella, sin duda alguna la pequeña era más accesible que su protector.

— pequeña Rin, tienes razón, la Kagome que vez no es la que conoces ella está siendo controlada y tú tienes que ayudarla.

Rin no lo pensó ni un momento.

— ¿cómo Rin puede ayudar a la señorita Kagome?
Hikari vio la decisión en los ojos de la niña.
— solo se valiente y sonríe mucho para ella, solo tu sonrisa puede curarla ya que después de esto ella no volverá a ser la misma— su mirada se ensombreció pero la luz de los ojos de Rin le hizo recordar que su sacrificio no sería en vano.
— no se preocupe Rin se esforzará.
— perfecto, ahora quédate aquí.

Puso un campo de energía alrededor de Rin con esto Kagome no la vería.

—Así que aquí está la última— dijo burlonamente, acercándose desde las llamas de la aldea.
Su caminata era elegante al igual que su porte, su cabello se movía al compás del viento, pero lo que más resaltaban eran sus ojos rojos que brillaban con intensidad como la sangre en sus garras.
— ¿señorita?… ¿Kagome? — mencionó la voz temerosa de Rin

Esa no era la Kagome que conocía, la que regalaba sonrisas a quien estaba a su alrededor sin importar quién era.

Si había alguien a quien pudiera considerar como una amiga era a ella, si hubiera alguien a quien podría considerar como una madre la escogería a ella, pero hoy Rin vio algo que no se imagino ver jamás, la imagen de la Kagome que conocía se rompió por completo.

A pesar de eso el corazón de Rin guardo esperanzas de poder recuperar a su amiga y cumplir con su promesa.

—sacerdotisa Hikari ¿verdad? — Hikari se estremeció al escuchar su voz amenazante— bueno el nombre no importa…para un muerto.
Kagome se lanzo al ataque y Hikari sabía lo que tenía que hacer.

Las garras de Kagome perforaron el dorso de la joven, y esta cayó al suelo debido al impacto.

—Patético— susurró la voz de Kagome, llevando una de sus manos a sus labios para probar la sangre de Hikari.

Al instante en que probó el sabor metálico de su sangre, sus ojos rojos se apagaron, quedo inmóvil en el lugar.

Se sentía perdida y algo mareada, no recordaba nada desde que caminaba hacia el pozo para ir a su época y de pronto estaba ahí.

Su rostro estaba tirado hacia atrás y lo único que veía era el cielo, sintió una sensación cálida en sus manos lo que la obligo a bajar la mirada, sus ojos se abrieron de la impresión y sus manos comenzaron a temblar, había sangre y no era de ella.

Cayo de rodillas al suelo, aun mirando sus manos, volteo su vista al lugar en el que se encontraba tratando de buscar una respuesta pero no veía nada más que fuego y sangre hasta que sus ojos se chocaron con la figura agonizante de una joven vestida de sacerdotisa.

Se acerco gateando hasta ella, la colocó en sus piernas tratando de detener con sus manos la hemorragia y formulo la pregunta que más temía.

— yo… yo… ¿yo hice esto? — las lagrimas corrían por su rostro.

Hikari observo la imagen de la joven, estaba devastada y vacía, con el pesar de su alma respondió su pregunta.

— sí.

Fue lo único que salió de sus labios, tomo fuerzas y prosiguió.

— escucha… yo sabía que moriría hoy, pero… aun hay esperanza para ti… tienes que buscar la manera de…salvarte de tu maldición.
— mi… ¿maldición? — susurró Kagome incrédula.
—debes de saber de tu pasado para… poder salvar tu futuro.

Su misión estaba cumplida, no había nada más que la retuviera en este mundo, sus ojos se cerraron dejando llevar su alma hacia el otro mundo.
Kagome escucho el último latido del corazón de la joven sacerdotisa y sintió como si el suyo también se detuviera.

Nada sería lo mismo.

Sus pensamientos se interrumpieron al sentir la presencia de alguien más en el lugar.

Tal vez no había asesinado a todos, tal vez alguien haya sobrevivido, pensó con esperanza.

Volteo la vista y observo un campo de energía desvanecerse dando paso a una pequeña visiblemente asustada con lagrimas en los ojos.
Kagome solo atino a susurrar su nombre con nerviosismo.

— Rin.



Bueno aquí es donde me despido de ustedes esperando que dejen buenos comentarios y criticas al respecto, pueden colocar sugerencias de la trama o lo que prefieran solo tengan cuidado con el spam. y por cierto el siguiente capitulo es un capitulo especial ya saben el cambio de fase sera un capitulo largo... bien largo... era un regalo para mis fieles seguidores bueno nos vemos!!

 

Fase: Luna llena

Capitulo 6: ignorancia, curiosidad y lealtad.

Dejo a Hikari suavemente en el suelo y se puso de pie acercándose a la pequeña.

Rin no se movía de su posición, Kagome se agacho a su altura y extendió su mano a Rin para ayudarla, pero Rin retrocedió temerosa, cubriendo su rostro con sus pequeñas manos.

— Amo Sesshoumaru… ayúdeme— susurró visiblemente asustada

El corazón de Kagome se rompió en ese instante, retiro su mano y se levanto.

Al sentir que se alejaba, Rin bajo sus manos y la miró.

Tenía una sonrisa melancólica y sus lágrimas no paraban.

— Lo siento mucho— su voz sonaba temblorosa poco a poco se alejo de Rin y corrió en dirección al bosque.

Corrió lo más rápido que pudo, pero aunque intentara alejarse de la aldea los recuerdos de los asesinatos cometidos por ella, no la dejaban en paz.

Lo primero que vino a su mente fue su encuentro con su otro yo.

— bueno es hora de trabajar, prepárate pequeña que esta será tu primera masacre.

Se miraron frente a frente y sus manos se tocaron, el cuerpo de la Kagome frente a ella se desvaneció.

Su alma resonó, pudo sentir como si unas cadenas se aflojaran en su interior, algo se liberó dentro de ella pero también sentía como si esta esencia maligna no pudiera escapar de su cuerpo.

Su mente se inundo de imágenes de sangre, fuego y gritos de personas inocentes de aquel día y todos los recuerdos de sus acciones vinieron a su mente torturándola no importa cuánto intentara ahuyentarlos mientras viva la atormentarían.

De pronto un pensamiento ocupo toda su mente.

Mientras viva sus recuerdos la atormentarían y también había el riesgo de que volviera a asesinar.

Nadie debía de volver a sufrir por su maldición.

Ella debía de morir.

Camino hacia un peñasco decidida a acabar con su vida y sin pensarlo dos veces se lanzo al vacio, pensó en cada uno de los maravillosos momentos vividos y no se arrepintió de su decisión, lo único que sintió después fue su cuerpo caer duramente al suelo.

La luz del sol le indico que era de día.

Pesadamente se levanto del suelo y observo al detalle su cuerpo.

Su ropa estaba sucia y rota pero ella no tenía ninguna herida mayor, solo pequeños rasguños pero lo peor de todo era que…

Aun estaba viva.

— ¡es que acaso no me vas a dejar morir! — gritó con furia, mientras la lagrimas caían de su rostro.

La esencia sobrenatural se agitaba en su cuerpo pudo sentir su poder fluyendo a través de ella, curándola de sus heridas.

Debía de buscar otra manera.

Intento una y otra vez durante ese día acabar con su existencia, pero nada parecía funcionar.

La oscuridad dentro de ella no le permitiría morir.

Ya por la noche vislumbro a un grupo de youkais en medio del bosque y vio su oportunidad.

Se coloco en medio del camino buscando provocarlos, estos respondieron tal y como lo esperaba, la atacaron sin piedad golpeándola repetidas veces, turnándose entre ellos.

Escuchaba sus burlas y sus risas mientras su cuerpo perdía cada vez más sangre y fuerzas.

Algo en su ser se agito y la furia empezó a dominar su alma, puso una mano en su pecho tratando de detener sus impulsos pero no lo logro, sus ojos brillaron en color rojo y uno a uno mato a todos los youkais que la atacaban.

Ahora entendía un poco más, cada vez que mostraba debilidad, ira, dolor o sufrimiento la maldición cobraba vida más aun si su vida peligraba.

Se parecía a Inuyasha cuando su parte demoniaca lo controlaba, pero ella no tenía nada para sellar su poder.

—Inuyasha tiene a colmillo de acero, yo no tengo nada… lo único que puedo hacer es morir.

Susurro sin esperanza.

Su mente formulo rápidamente un plan de respaldo.

Solo había un ser capaz de matarla sin importarle quien fuera, él era lo suficientemente fuerte para acabar con ella y tenía el arma adecuada para hacerlo.

Sus labios susurraron su nombre con un toque de esperanza y anhelo.

—Sesshoumaru.

Sus pasos eran lentos y calmados dignos de la elegancia que caracteriza al lord de los vientos del oeste pero, en el fondo, estaba “intrigado” por el desconocido paradero de su protegida.

Sesshoumaru jamás se preocupa por nadie, pero había un hecho que era, como siempre, previsible.

Cuando dejaba a Jaken al cuidado de Rin siempre ocurría algo, no importaba donde, su sirviente no podía con la hiperactividad de su protegida y no la culpaba después de todo era una niña y para empeorar las cosas era humana, las criaturas más irracionales del planeta.

Y Jaken no era precisamente el mejor cuidador de todos.

Pero esta vez noto algo diferente cuando Jaken llegó corriendo diciendo que había perdido de vista Rin.

— ¡Solo le quite la vista un instante amo bonito se lo juro!

En cuanto el pronuncio esas palabras, busco el aroma de su protegida pero extrañamente desaparecía en medio del camino sin dejar rastro.

Calmadamente se puso de pie dejando la comodidad de las raíces del árbol donde descansaba, le ordeno a Jaken que se quedara allí y salió en búsqueda de la pequeña Rin.

La noche ya estaba llegando a su fin y el rastro lo llevaba a un pueblo humano.

Rin no entraba a las aldeas, les tenía más temor a los humanos que a los youkais, fijo sus ojos ámbar en el pueblo, estaba tan calmado para ser un pueblo humano y no percibía la asfixiante peste humana que solía percibir, aun cuando estaba a kilómetros de estas aldeas.

Colmillo sagrado palpitó, y sus ojos se percataron del engaño, la aldea paso de la tranquilidad al caos y el aroma de Rin estaba en medio de todo.

Apresuro sus pasos al escuchar los sollozos de Rin, la vio arrodillada en el suelo al lado de una joven vestida de sacerdotisa.

Sus lágrimas se deslizaban por sus pequeñas mejillas y su ropa se había manchado con sangre, levanto su inocente rostro y observo a su
salvador de pie delante de ella.

Un sentimiento de alivio la reconforto y corrió abrazando las piernas de Sesshoumaru.

—Señor Sesshoumaru— susurró lentamente— Rin lo siente, Rin fue mala no cumplió con su promesa.

Sus lagrimas se incrementaron al igual que la fuerza de su abrazo, Sesshoumaru no entendía a la pequeña, se supone que debía estar aterrada sin embargo solo se disculpaba por algo que él no entendía.

— Rin, ¿qué paso aquí?
— Señor Sesshoumaru… Rin quiere pedirle algo— dijo escondiendo su rostro — ayúdela.

Se separo de su señor y lo miro directamente a los ojos.

Aun había lagrimas surcando su infantil rostro pero sus ojos habían mostrado la decisión de sus palabras, era algo que Sesshoumaru no
podía ignorar, aunque detestaba aceptarlo no podría negarse a lo que su protegida le pidiera.

— habla Rin.

Rin enmarco una pequeña sonrisa, con algo de temor alzo sus manos tomando la única mano de su señor y comenzó su relato.

Había escuchado cada una de las palabras de Rin y había analizado la situación detenidamente aun así no había entendido lo que realmente paso, era mejor buscar respuestas él mismo.

Luego de acompañar a Rin de vuelta al campamento con Jaken se marcho en búsqueda de la persona responsable.

Rin no había querido decirle quien era, solo le hizo jurar que no la mataría y que la llevaría al campamento para que Rin se disculpara, pero Sesshoumaru solo tenía una cosa en mente.

Matarla.

Sus pensamientos se interrumpieron de repente al captar un aroma peculiar en el aire, lo siguió.

Los rastros de sangre en su ropa le pertenecían pero también podía percibir la sangre de muchos humanos sobre ella pero sobre todo en sus manos.

Su olfato no fallaba, la sangre era de los habitantes de la aldea donde estaba Rin, pero ellos no habían podido si quiera herirla entonces solo quedaba una opción.

— ¿podrías… matarme? — su voz estaba llena de temor pero a la vez era decidida y su aspecto, decía que lo había intentado sin éxito alguno, algo extraño le había ocurrido a la sacerdotisa que acompañaba a su hermano.
— A que viene esa patética petición humana— menciono fríamente, necesitaba un provocarla para obtener información.

Conocía el carácter explosivo de la mujer de su hermano y dijo lo que le pareció mejor.

—acaso mi hermano te dejo por la no muerta otra vez.

El sabía que ese no era el motivo de la desquiciada decisión de la humana frente a él pero con eso era suficiente para conseguir lo que quería… satisfacer su curiosidad

— tal vez hace unos meses eso hubiera sido una buena razón— guardo silencio por un momento como si le costara confesar su motivo —pero hoy no… hay cosas peores.

Su indecisión le fastidiaba, su poca claridad para expresar el motivo lo irritaba pero si hay algo que lord Sesshoumaru odia más que nada en el mundo eran los sentimientos humanos, esos sentimientos que los llevan a cometer los actos más estúpidos sin considerarse a sí mismos, despreciando su vida.

—habla claro humana este Sesshoumaru no tiene tiempo para tus tonterías.
— yo solo quiero que me mate… el motivo es lo de menos— pronuncio tranquilamente —o es que acaso… no quiere tomar mi vida.

Las palabras de la humana frente a él le causaron curiosidad ¿acaso tanto anhelaba morir?

— no voy a desperdiciar mi tiempo en algo como esto.
— ¿porque lo dice Sesshoumaru-sama? — cuestionó la joven con curiosidad
—ya lo intentaste y no tuviste éxito, dime ¿que eres?

Vio en los ojos de la joven la sorpresa de descubrir algo que quizás ella misma no sabia.

— Nada escapa a su percepción, no es así sesshoumaru-sama— dirigiéndole una sonrisa.
— Habla— le ordeno, en ese instante la energía comenzó a disiparse, la esencia humana se desvanecía pero parecía que lo retenía todo en su interior.

Una sacerdotisa con poderes demoniacos, eso era imposible.

— veo que esta vez obvió la palabra “humana” supongo que tiene razón después de todo yo no soy humana, no ahora—

No iba a soportar un instante más de las palabras de la sacerdotisa, decidido, le dio la espalda dispuesto a retirarse pero sintió las manos de la sacerdotisa atraparlo por la espalda en un intento de abrazo.

— Por favor— susurró la sacerdotisa — debe de matarme… antes de que yo.

Su voz se detuvo y la atmosfera cambio de repente.

Sus sentidos lo alertaron, en unos segundos se esfumó toda la pureza de la sacerdotisa dando paso a una fuerte energía oscura, Sesshoumaru se paralizo al sentir el cálido tacto de la mano de la joven posarse en su mejilla.

Sus ojos voltearon hacia ella.

Dorado y rojo, sus miradas frías se cruzaron, y Sesshoumaru no pudo apartar sus ojos de ella.

Con elegancia la joven colocó su otra mano alrededor del cuello del youkai que no hacía nada más que observar sus movimientos, algo muy extraño surgió en él era algo que no podía describir, algo que lo obligaba a permanecer en ese lugar, y aunque le causara la mayor molestia, debía de reconocer que quería estar ahí con ella y ver de que eran capaces esos ojos que habían perdido su color azul y que ahora brillan en rojo intenso.

— No seas imprudente sacerdotisa o este Sesshoumaru concederá tu deseo de la forma más lenta y dolorosa— dejando de mirarla pero sin apartarse de ella, sintió como el rostro de joven se posaba en su estola muy cerca de su cuello como si buscara algo en particular.

Una caricia en el cuello del youkai fue suficiente para que su cuerpo se paralizara y ya no pudo alejarse de ella.

¿Por qué? Se pregunto, porque no la alejaba de él, nadie lo había tocado de esa manera tan poco digna más aun cuando sintió los labios de joven posarse en su cuello y sus colmillos perforaron su piel, la pregunta se hizo aun más recurrente.

¿Porque él no la detenía?, acaso ese acercamiento tan indigno no le era indiferente, acaso no despreciaba a aquellos seres que no podían valerse de su propia fuerza para sobrevivir sino que la absorbían de una presa.

Y esa palabra resonó en su mente.

¿Acaso él era su presa?… pero el olor salino en el ambiente proveniente de la sacerdotisa y la calidez de sus lagrimas deslizándose por su cuello interrumpieron sus pensamientos, colmillo sagrado empezó a agitarse violentamente en su vaina como pidiendo ser usado y su amo no le negó su deseo.

Después de todo colmillo sagrado es un espada que no puede matar.

La sangre caía por el suelo, los ojos de Kagome se fijaron en Sesshoumaru que la miraba algo sorprendido.

Ella había despertado aun más la curiosidad del youkai, la espada que no corta, colmillo sagrado, había causado una herida mortal.

Sesshoumaru levanto su espada y la observo detenidamente, había sangre en ella, eso era imposible de creer, solo había una cosa por hacer y entonces tomo su decisión.

La sacerdotisa, definitivamente, no iba a morir esta noche no sin antes explicarle lo sucedido.

Sus ojos dorados la observaron, interrogándola, pero la joven no pudo más y cerró los ojos.

Envolvió la cintura de Kagome con su estola elevándola por el cielo nocturno sin luna, la observo por unos instantes y una sonrisa malvada asomo por su rostro.

— descubriré que eres y cuando haya satisfecho mi curiosidad, pagaras caro haber osado tocar a este Sesshoumaru de la manera en que ningún ser lo había hecho antes.

Su mente se concentro solo en una sola cosa más y eso era algo de lo cual su curiosidad era la culpable.

—seré solamente yo el que sepa cuál es el sabor de tu sangre.

Esa noche conoció un poco más los sentimientos y emociones humanas, sensaciones que, según él, no poseía pero que en esos momentos motivaban cada uno de sus actos, por lo menos habían tres de ellos que podía reconocer claramente.

Ignorancia.

Por no comprender la situación del todo.

Curiosidad.

Por estar ahí, queriendo aclarar sus dudas, permitiéndole beber de su sangre, la sangre de un daiyoukai, solo para saber cómo actuaria.

Lealtad.

Por cumplir los deseos de Rin, llevando a la “no humana” desmayada al campamento.

¿Cuánto más lo humillaría esa “no humana” hoy?

Y a pesar de ello, esa atrevida “no humana” se había aferrado fuertemente a su pecho en busca de calor.

Entonces llego a la conclusión más obvia.

— estúpidos humanos y sus emociones.


sigan leyendo que ya viene el siguiente, comenten por favor, así sabre que debo mejorar y que les gusta

 

Fase: Luna llena

Capitulo 7: sumisión

Cuando recupero la conciencia se encontraba bajo la sombra de un árbol.

Trató de ponerse en pie pero el dolor punzante en su pecho le impidió hacerlo, inmediatamente recordó lo sucedido la noche anterior.

Levanto su rostro observando el cielo, sentía tanta calma y paz después de haber recibido aquella herida propiciada por Sesshoumaru, por un momento había olvidado todo.

Y eso la hizo sentir llena de felicidad.

Por increíble que pensará, había depositado todas sus esperanzas en él y no la decepcionó, o no del todo, por lo menos ahora si se salía de control podía recurrir a él para que la detuviera con la única arma capaz de herirla, colmillo sagrado.

Por lo menos ahora no se sentía tan sola, aunque él no era precisamente amable o conversador.

Desvió su mirada a hacia el youkai, dormía profundamente en un árbol cercano.

Nunca había estado tan cerca o tanto tiempo con él, tampoco lo había visto dormir.

Sin duda alguna era una vista realmente encantadora.

Su cabello se movía ligeramente con el viento y su rostro estaba bellamente iluminado por la luz solar que atravesaba las hojas del árbol generando un efecto fantástico a su alrededor.

Nunca había visto algo tan hermoso en su vida, y sus ojos azules no se pudieron despegar de tal imagen que solo podía ser proporcionada por Dios.

Unos bellos ojos ámbar se abrieron de repente fijando su vista en ella.

Eran fríos e inexpresivos y a pesar de ello, también los encontró hermosos.

— ya terminaste de observarme humana— mencionó el youkai sin emoción en sus palabras.

Kagome solo atino a desviar su mirada visiblemente avergonzada, sus mejillas se sonrojaron y eso no paso desapercibido por el youkai que encontró el gesto extrañamente curioso.

Sesshoumaru se puso de pie olfateando el aire, se acerco al árbol donde descansaba Kagome con la mirada baja aun avergonzada por lo sucedido y olfateo de nuevo.

Algo había cambiado en el aroma de la joven frente a él y eso no le agradaba en lo más mínimo.

Su aroma siempre fue semejante a las sakura recién florecidas, era un aroma peculiar para una joven de esa época y estaba seguro que no había otra con el mismo aroma.

La noche anterior en su aroma no pudo percibir las flores de sakura sino solo sangre.

Y ahora su aroma volvía a tener la dulzura de las flores de sakura pero también podía percibir su aroma en ella, el aroma del lord del viento del oeste y eso solo significaba una cosa.

La furia se hizo notar en sus ojos que difícilmente expresaban alguna emoción.

— ¿Sesshoumaru sama, sucede algo? — mencionó Kagome algo asustada.

Sesshoumaru solo le dio la espalda y se volvió a recostar en el árbol.

Cuando Kagome estaba a punto de preguntar algo más oyó la voz de Rin a lo lejos, recordó la expresión temerosa de Rin al verla la noche pasada.

No podría volver a ver a la niña a los ojos otra vez, seguro le tendría temor así que decidió irse a allí antes de que la viera.

Se puso de pie con una mano en su herida percatándose de que se encontraba muy bien vendada, no le tomo importancia y trato de alejarse
del lugar.

Solo dio dos pasos cuando su cuerpo no resistió más y cayó al suelo.

— ¿señorita kagome se encuentra bien? — dijo la pequeña Rin corriendo a ayudarla.
— Rin… perdóname— susurró Kagome, esquivando la mirada de Rin.

El silencio reino por unos instantes.

— Rin sabe que esa no era usted, además es Rin la que debe de pedir perdón por haberla tratado así, pero Rin cumplirá su promesa.
— ¿Cuál promesa Rin?
— Rin prometió sonreír para la señorita Kagome para que sea feliz y Rin lo hará.

Kagome sintió que la pequeña no mentía y entendía a la perfección lo que le sucedía a pesar de su corta edad.

— Rin, revisa el vendaje de la sacerdotisa.
— si amo Sesshoumaru.

La mañana transcurrió sin problemas y sin palabras de por medio entre Kagome y Sesshoumaru, solo Rin conversaba animadamente con

Kagome explicándole los motivos de su promesa.

Kagome entendió a la perfección los sentimientos de Rin, sin duda alguna ella no volvería a ser la misma.

La tarde se acercaba y Kagome necesitaba ir a su época.

Debes conocer tu pasado para salvar tu futuro.

Eso era lo que debía de hacer, debía hablar con su madre.

— Sesshoumaru sama debo de marcharme le agradezco su ayuda— Kagome se puso de pie sin problemas, sintiéndose mejor que en la mañana, así que aprovecho que Rin dormía para emprender su camino de regreso.

Le hizo una reverencia y comenzó a alejarse pero su paso fue interrumpido por Sesshoumaru que se encontraba frente a ella.

— no te irás hasta decirme que eres.
— Lo siento pero eso es algo que por ahora no puedo responderle— el rostro de Sesshoumaru seguía inexpresivo pero Kagome podía ver la curiosidad en sus ojos.

Y cuando él quería algo no había nada que lo haga cambiar de opinión.

—le prometo que cuando vuelva de mi casa, usted sabrá todo sobre mi.

Observo sus ojos dorados, esperando un cambio en su mirada pero solo vio que se dio media vuelta caminando frente a ella.

— ¿qué estas esperando?, camina— dijo autoritariamente.
— Sí— mencionó nerviosa.

Caminaron no poco más de unos metros y Kagome ya se sentía cansada, sus heridas no habían sanado del todo y al parecer, caminar no era lo mejor si quería que se curaran rápido.

Sesshoumaru se percató del retraso de la joven y se detuvo, la observo por unos instantes, vio que mantenía su mano en la herida, en ese momento recordó que esa herida fue provocada por su espada.

Se acerco a la joven sujetándola por la cintura, el rostro de Kagome se sonrojo por completo a sentir la cercanía del lord.

— Si seguimos a este paso no llegaremos, eres muy lenta— susurró fríamente el youkai.
— lo…lo siento mucho.

Sumisión.

Esa era la palabra que definía a la sacerdotisa en ese instante, totalmente opuesta a lo que siempre mostraba.
Valentía, coraje… orgullo, todo eso se había esfumado en ella.

— ¿sucede algo Sesshoumaru sama?

Kagome no sabía cómo hablar con Sesshoumaru, tal y como ella lo veía, se encontraba consiente gracias a él.

Sesshoumaru no respondió, solo se transformo en una esfera de luz y emprendió vuelo.

Ya se estaban acercando a la aldea y la preocupación en el rostro de Kagome era más que evidente al igual que sus motivos.

— él no notará tu presencia, te estoy cubriendo con mi esencia.
— Ya veo— susurró aliviada.
— pero no podrás ocultarlo para siempre.

Su voz fría resonó en su mente, y tenía toda la razón, pero no tenía el valor de contarles a sus amigos que ella era la asesina que tanto buscaban, la asesina que no tenía piedad de nadie.

Sin duda la odiarían y no los culparía, ella también lo hacía.

Descendieron suavemente al lado del pozo y Sesshoumaru soltó la cintura de Kagome.

— a… yo— susurró nerviosa.
— Mañana— dijo fríamente Sesshoumaru, marchándose del lugar.

Kagome solo lo observo marcharse con su caminata elegante hasta que desapareció en el bosque, y un sentimiento de gratitud nació por el frio youkai.

Se volteo hacia el pozo y salto.

La luz azul la envolvió, transportándola 500 años en el futuro, alzo su mirada y se encontró con el rostro de su madre lleno de lagrimas.

—perdóname hija.

Sonomi la ayudo a salir del pozo llevándola dentro de la casa.

En el corazón de Kagome la ansiedad estaba presente, muchas cosas habían sucedido solo en los últimos dos días y parecía que aun habría más cosas por venir.

— hija debemos hablar, pero primero… acompáñame al templo de la luna.

Era hora de revelar los secretos del pasado.


bueno hasta aqui quedamos por hoy, nos vemos en el proximo capitulo pero les dejo unas preguntas:
¿Qué creen que halla molestado a Sesshoumaru del aroma de Kagome?
¿Significara algo para él?
¿Por que creen que colmillo sagrado hirió a Kagome?
bueno las espero en el siguiente capitulo, nos vemos.

 

Maldición de luna nueva

Fase: luna llena

Capitulo 8: secretos del pasado

Se dirigían al templo que se encontraba detrás de la casa, uno que había permanecido sellado y que se le había prohibido entrar desde que era una niña.

Su madre nunca le dio una razón para ello pero Kagome no la desobedecería, cuando cumplió los 15 su madre le reitero su advertencia pero

Kagome no le tomo importancia y ahora se encontraba dentro del templo.

Tenía la apariencia de un templo común por fuera pero por dentro parecía estar sumergido en el agua, reflejando su interior.

—Kagome sumérgete, debemos de limpiar tu esencia.
— ¿mi esencia?
— dime Kagome, bebiste la sangre de Sesshoumaru, ¿no es así?
— ¿Cómo lo sabes? — susurró Kagome visiblemente apenada.
— tu esencia a cambiado, está ligada a Sesshoumaru podría decirse que… ahora le perteneces.

Por una parte Kagome se sentía confundida por lo que su madre le había dicho, pero por otra sentía que no habría nadie mejor que Sesshoumaru para controlarla.

Si debía ser de la posesión de Sesshoumaru para que no volviera a matar a nadie estaba dispuesta a hacerlo.

— Entonces seré suya— susurró Kagome, sin emoción en sus palabras.
— ¿pero qué estás diciendo Kagome?, ¡tú no entiendes lo que significa que le pertenezcas a un youkai, mucho menos a un daiyoukai como Sesshoumaru!
— tal vez no lo sepa pero… ¡es el único que puede controlarme! — lagrimas empezaban a surcar su rostro, y los sentimientos de culpa llenaron su corazón una vez más— ¡entiéndeme mamá… no quiero volver a matar a nadie!

Sonomi entendió los sentimientos de su hija, su esposo había hecho lo mismo al entregarle su vida a Inu no taisho porque él era el único que podía controlarlo con colmillo sagrado, hasta que llego ella y sello su poder con su sangre.

Si algo había entendido durante aquella época era que solamente una compañía fiel y leal, dispuesta a sacrificar su vida por aquella raza de youkai malditos, eran los únicos que podían sellarlos.

Tal vez Sesshoumaru era uno de ellos, aunque con su carácter, no lo admitiría.

— de acuerdo hija, si es tu decisión te apoyare.
— gracias mamá yo…
—Pero — interrumpió Sonomi — debes saber cuáles son tus obligaciones a partir de ahora, no eres como cualquier sirviente, bueno eso lo conversaremos luego primero debo de limpiar tu esencia, por lo menos superficialmente para que no tengas problemas con Inuyasha.

El rostro de Kagome se ensombreció de repente.

— No sé si lo volveré a ver— susurró insegura —no creo poder volver a verlo a los ojos, a él y a los demás.
— aunque no lo quieras es algo que debes afrontar, ahora sumérgete el abuelo y Souta se están alistando para el ritual.

Kagome se sumergió en el agua del templo de la luna, el abuelo, Souta y Sonomi comenzaron con el ritual de purificación, los tres comenzaron a recitar palabras que Kagome no podía entender, solo podía sentir su efecto en ella.

La paz inundaba su ser y una ola de purificación llego hasta ella, era doloroso pero reconfortante, lo último que recordó fue el dolor intenso y el olor a flores de sakura.

Cuando despertó se encontraba en su habitación, tenia puesta su pijama y ya era de noche.

Se alarmo ya que se supone que por la noche Inuyasha vendría por ella, rápidamente se levanto de la cama pero sintió un leve mareo que la obligo a recostarse otra vez.

— ten cuidado hija, el ritual disminuye tu energía, debes descansar hasta mañana.
—pero Inuyasha vendrá por mí.
— no te preocupes él ya vino, le dije que te encontrabas algo mal y que te dejara aquí por una semana.
— ¿y acepto tan fácilmente?
— Por supuesto que no, tuve que inventar una buena excusa— en su rostro apareció una sonrisa de complicidad.



Inuyasha salto del pozo, regresando a la cabaña de Kaede, lo que la madre de Kagome le había dicho lo dejo preocupado.

—Kagome necesita descansar, según me conto a estado soñando los asesinatos en las aldeas y eso no es sencillo, Inuyasha, si su mente se satura de esas imágenes ella puede perder la cordura, puede empezar a creer que son sus recuerdos.
— entiendo.
— la vas a ver algo fría cuando vuelva pero no te preocupes ella tiene que asimilar sus nuevas habilidades y diferenciar la realidad de sus sueños.
— entonces que no se apresure, nosotros seguiremos viajando sin ella— contesto Inuyasha visiblemente preocupado.
— En una semana se repondrá y volverá con ustedes, por ahora— fijando su vista en Kagome que yacía dormida en su cama —ella necesita calmar su alma.

Perder la cordura.

Calmar su alma.

No sabía cuánto daño le ocasionaba a Kagome tener es habilidad, pero ya estaba decidido.

Ellos viajarían sin ella y en una semana volvería a su lado y aunque no había pasado ni siquiera un día, debía de admitir que la extrañaba.



— hija, es hora de que hablemos del pasado.
— ¿Souta y el abuelo no estarán aquí? — pregunto Kagome, sentándose en su cama.
— no, ellos ya están enterados de la situación.
— Ya veo— comento Kagome con ansias y preocupación.

Si bien estaba ansiosa de conocer el pasado de su madre, la preocupación era aun mayor por saber cuáles serán sus deberes a partir de ahora.
— primero que nada, yo no soy de esta época, tu padre y yo nos conocimos en la otra época, tu padre era un youkai.
— ¡¿un youkai?! — Mencionó sorprendida— eso quiere decir que yo soy un… hanyou.
— no lo eres, déjame explicar la historia y luego puedes preguntarme lo que desees, ¿te parece?
— e…está bien, lo siento.
— veras, todo comenzó cuando yo tenía 15 años, ya había terminado mi entrenamiento con mi maestra Midoriko, así que creo que podrás calcular la época, en aquel entonces se habia presentado una gran oportunidad, la más ansiada para cualquiera que se llamara sacerdotisa.
En cuanto supo que la casa de la Luna buscaba a una sacerdotisa se percató de que ese era su destino, sus habilidades de ver el futuro a través de sus sueños se lo habían dicho y era el sueño más claro que había tenido en su corta edad, los demás jamás los pudo interpretar sino hasta vivir de los acontecimientos que soñaba y eso era demasiado tarde para hacer algo.

Salió de la cabaña con su arco y flechas, lista para emprender su camino hacia el oeste.

— ¿a dónde crees que vas Sonomi? — menciono una voz desde el umbral de la puerta
— iré a la batalla para la elección de la nueva sacerdotisa.
— Aun eres joven para ir— contestó autoritariamente.
— pero maestra Midoriko, es mi oportunidad de demostrar mis habilidades.
— tú no elegiste ser sacerdotisa para vanagloriarte de tus habilidades, ¿o me equivoco?, Porque si es así, no darás un paso fuera de la aldea y me encargare de acabar con tu vida aquí mismo.

Era tan digno de su maestra actuar de esa manera con ella, para todos los demás era tan amable pero para ella, era dura y podría decirse que casi cruel cuando la entrenaba, pero también fue la única que le extendió la mano cuando sus padres murieron.

Midoriko le había enseñado que ser sacerdotisa era brindar ayuda a los demás y que no se debía utilizar como un arma de venganza pero cuando le pidió que la entrenaran sus intensiones no eran esas.

Matar al asesino de sus padres era lo único que cruzaba por su mente.

— lo siento maestra pero esto es algo que debo hacer.

Se dio la vuelta y continúo con su camino.

Después de arduas batallas en las tierras del oeste al fin se hallaba ante ella la batalla que decidiría su posición en la casa de la Luna, estaba nerviosa pero decidida a ganar, para luego usar las fuerzas del reino en su venganza.

Era el plan perfecto, excepto por un pequeño detalle.

Su contrincante era su maestra… la gran sacerdotisa Midoriko.

No tenia opción si quería ganar, debía usar todo su poder y estaba claro que su maestra no se la dejaría fácil, no esta vez.

Los sonidos de las espadas inundaban la arena y las ondas de energía purificadora se esparcían por el lugar, ambas demostraban un gran dominio de sus habilidades.

La batalla se extendió, ya casi iban dos horas de lucha y ninguna quería ceder, Inu no Taisho debía tomar una decisión.

Era claro que Midoriko no estaba luchando con todo su potencial y solo estaba cansando a su oponente, aunque Sonomi tuviera mucho poder no podía competir con la experiencia de Midoriko en el campo de batalla, la diferencia entre ellas era que Midoriko no solo era una sacerdotisa sino que era toda una guerrera.

— ¡suficiente¡— resonó la voz del general en la arena y las dos sacerdotisas detuvieron sus ataques.
—he tomado la decisión de que la sacerdotisa Midoriko tomara el lugar de sacerdotisa de la casa de la luna.

Su anuncio estuvo acompañado de aplausos por parte de los señores más cercanos al gran general, aunque estos no llegaban a oídos de
Sonomi que se encontraba visiblemente frustrada por la decisión del Lord.

— Sin embargo— prosiguió Inu no Taisho— también he decidido tomar a la pequeña sacerdotisa como guardia personal de mi hijo Sesshoumaru.

El mencionado solo atino a desviar la mirada de su padre, la idea no le agradaba en lo más mínimo.

A la mañana siguiente se presentaron oficialmente a los más allegados al lord de las tierras del oeste, Sonomi se percato de la presencia de un joven de largos cabellos negros y ojos azules que siempre estaba al lado de Inu no taisho no importa a donde fuera él permanecía siempre a su lado.

Su nombre… Higurashi Tamaki


¡hola a todos! lamento mucho la tardanza pero he estado ocupada, ya saben cosas de la universidad jeje, en fin les agradezco el apoyo.
espero que les guste este capitulo y dejen comentarios, sugerencias y criticas okis? nos vemos.

 

Fase: luna llena

Capitulo 9: detestable

Higurashi Tamaki

Su nombre resonaba en su mente desde que él delicadamente había tomado su mano y, dejando el protocolo de lado, la beso.

Era increíble ver sus orbes azules mirando fijamente los marrones de ella y aunque reflejaban frialdad en el fondo pudo ver también tristeza.

Él se parecía a ella


—sacerdotisas ya es hora del ritual.

La voz de una de las sirvientas del castillo la sacó de sus pensamientos.

Se miro al espejo una vez más fijándose en cada detalle, nunca se había vestido tan elegantemente en su vida los trajes que ella usaba no llegaban a tal detalle y exquisitez en las telas, sin duda era la mejor seda que jamás haya tocado.

— Sonomi vamos, ya es hora— mencionó Midoriko, vestida también de forma elegante.
— Si maestra — respondió tratando de ocultar su entusiasmo.
— Sonomi no es necesario que me llames maestra, ahora puedes llamarme por mi nombre después de todo ahora somos iguales— regalándole una sonrisa.
— si maes… Midoriko— con algo de nerviosismo.

Aun había una duda que rondaba por su mente y no estaría satisfecha hasta saciar su curiosidad.

—No iba a dejarte sola en esto, no hasta que aprendas que es más valioso— respondió Midoriko caminando delante de ella.
— Ya veo — le había dado en el clavo — gracias.

La ceremonia comenzó presentando a las sacerdotisas, esta vez era un círculo más cerrado, solo los generales y personas más allegadas al Lord.

Midoriko estaba al lado del Lord y Sonomi al lado de Sesshômaru.

Al estar al lado de Inu no Taisho se podía percibir la amabilidad de su ser, pero estar al lado de Sesshômaru era sentir la antipatía y el rechazo de su parte.

Sonomi se sentía abrumada y Sesshômaru totalmente enojado.

Sería muy difícil permanecer uno al lado del otro, pero a pesar de ello no se desanimaría y seguiría adelante, Sonomi no se daría por vencida aun tenía su venganza en mente y eso le daba toda la fuerza que necesitaba.

La ceremonia concluyo sin percances y aunque no sentía ningún cambio, todo había salido bien, ahora tenía el don de la longevidad y no lo desaprovecharía.

—déjame en paz, no necesito de nadie que me proteja— su voz fría dejo en claro su posición
— Y no estoy aquí para eso— Sonomi no dejaría que un príncipe engreído la intimidara — estoy aquí para entrenarlo.
— ¿entrenarme?, yo no necesito de un humano inferior que me entrene.

Sonomi no soporto es comentario y desplego su poder espiritual.

Las ondas de energía purificadora tomaron por sorpresa a un joven e inexperto Sesshômaru que no conocía en plenitud los poderes de una sacerdotisa entrenada para matar a los de su especie.



— Parece que ya comenzaron.

El estruendo del poder de Sonomi llego a oídos de Inu no Taisho que se encontraba conversando con Midoriko.

— así que para eso la seleccionaste, ¿verdad? —mencionó Midoriko.
— el cachorro necesita saber que los poderes de los humanos no pueden despreciarse, especialmente de las sacerdotisas.
— Entiendo tu propósito, pero sabes el de Sonomi— dijo Midoriko mirando hacia la gran ventana del estudio.
— Lo sé— mencionó poniéndose de pie.
— eso no será inconveniente, estoy esperando que pueda matarme.

La voz en la puerta del estudio sorprendió a Midoriko, a pesar de que ella conocía su deseo no fue capaz de cumplirlo, ella no era capaz de matar a una criatura tan maravillosa como él y estaba segura que Sonomi tampoco.

— ella no lo hará, no es capaz de matar a alguien que no se lo merece— respondió Midoriko seriamente.
—pero yo si me lo merezco soy un ser detestable— contestó con un tono sombrío y triste— y por más que sea muy bondadosa hay una gran diferencia.
— Venganza— culmino el Lord.
— yo asesine a sus padres y a todos los que ella conocía, merezco la muerte y es por eso que le sugería a mi Lord llevarla con usted.

Sus ojos reflejaron la tristeza que llevaba en su alma, le había destrozado la vida, en ese entonces, ella era solo una niña y él era un youkai joven que andaba perdido en su sed de sangre.

Lo recordaba claramente, esa fue a última vez que se salió de control de una manera tan salvaje, pero si Inu no Taisho no hubiera llegado a tiempo, la pequeña no estaría viva y él tampoco.

Desde ese día le entrego su vida a Inu no Taisho.

Desde ese día velo por la seguridad de la pequeña Sonomi y la vio crecer ante sus ojos y, aunque aun era joven, la madurez de ella lo sorprendía.

Al igual que su belleza.

Su largo cabello negro como la noche, sus ojos marrones que brillaban con luz de la luna, sus sonrisas ocasionales detrás de la máscara de frialdad que proyecta para que nadie la lastime.

Y cuando la veía sonreír, sola, en medio de un claro jugando con las aves, sentía que sus sonrisas eran solo para él.

Y había llegado a una conclusión.


— que pasa mi lord, ¿acaso no puede con una insignificante humana? — dijo Sonomi con sorna.

El orgullo de Sesshômaru era algo con lo que no se debía jugar.

— Humana insolente— contestó atacándola.

La batalla se prolongó, cada uno usaba lo mejor de sus habilidades para derribar a su oponente.

Sonomi conocía los límites de sus habilidades, era muy poderosa manejando su energía espiritual pero no era rival para la velocidad y fuerza de un youkai.

Y Sesshômaru era consciente de ello.

Los días pasaban y Sonomi sentía que poco a poco era aceptada por Sesshômaru, entrenaban juntos en los amplios jardines del palacio, bajo la mirada vigilante de Inu no Taisho y su guardia personal que no miraba con buenos ojos que ambos jóvenes se empezaran a llevar bien.

— ¿celos? — cuestionó el lord
— Debo de admitir que no me agrada que el príncipe este acostumbrándose a la presencia de Sonomi, pero— dijo aproximándose a la ventana del estudio para observar a Sonomi entrenar con Sesshômaru —si ella es feliz yo lo seré.
— no debes de cargar con tu culpa eternamente.
— me lo merezco por quitarle lo que más apreciaba.
—entonces quieres decir que si mi cachorro quiere reclamarla como su posesión…
— ¡jamás! — en su enojo golpeó lo mesa destruyendo la madera
—lo vez amigo, eso se llama amor.
— no, yo no puedo tener sentimientos ni emociones para nadie eso solo trae desgracias.
— te equivocas, el amor puede salvarte, deberías conocer a esa joven.
— yo la conozco y mejor que nadie.
— pero ella a ti no— Inu no Taisho remarco sus palabras causando el efecto esperado.

Ansiaba que ella lo conociera y le brindara una de sus sonrisas que solo él conocía.

Pero no la pondría en riesgo, aun así la conocería solo para que lo matara y cumpliría con su destino.

Y le quitaría el peso que Sonomi cargaba.


Estaba cansada, el entrenamiento había sido duro y Sesshômaru cada día más se acostumbraba a los poderes espirituales de ella, al paso que iba la derrotaría en poco tiempo.

Pero ella también estaba mejorando.

— Necesito un descanso—dijo mientras caminaba hacia un árbol, de pronto sus pasos se detuvieron y sus ojos se fijaron en la persona que yacía bajo la sombra del árbol en el cual ella siempre descansaba.

Su cabello negro se movía con el viento y sus ojos azules habían dejado la frialdad que siempre mostraba, lucían tristes pero no habían perdido el brillo que ella vio la primera vez.

— ¿ya terminaste de observarme?
— lo…lo siento mucho — dijo Sonomi disculpándose nerviosamente
— No te preocupes— sonrió amablemente — soy Higurashi Tamaki
— Mi nombre es Sonomi, es un placer— dijo haciendo una reverencia volviendo a su actitud fría.
— no necesitas comportarte de esa manera conmigo, después de todo ambos necesitamos dejar nuestras mascaras de lado algunas veces, ¿no lo crees?

Sonomi no podía evitar sentir tanta comodidad a su lado, sentía como si lo hubiera conocido toda su vida, pero a pesar de la comodidad no podía confiar en nadie pero…

— ven siéntate conmigo por favor— dijo extendiendo su mano invitándola a algo más que solo su compañía.

El corazón de Sonomi lo sentía de ese modo.

¿Acaso podría confiar en él?

Sus manos temblaron por un momento pero cuando los ojos azules de Tamaki la observaron las dudas se disolvieron y tomo su mano.

A lo lejos Sesshômaru observaba lo que sucedía, y las dudas invadieron su mente.

Conocía el proceder de Tamaki.

Era peligroso que estuviera cerca de Sonomi.

Con el poco tiempo que había convivido con la sacerdotisa ella se había ganado su consideración y no dejaría que Tamaki le hiciera algún daño que afectara su rendimiento.

Pero por ahora los vigilaría de cerca.

Los meses pasaban cada vez más rápido y Sonomi y Tamaki eran cada vez más cercanos, se juntaban todos los días al atardecer en el mismo árbol y compartían sus temores y sueños se conocían cada vez más.

Pero Tamaki aun no podía mostrarle su verdadero ser, sabía que ella lo odiaría por engañarla, y eso era lo que él quería.lastimosamente, tal y como lo había previsto antes, estaba cometiendo un grave error.

Y las sonrisas de Sonomi eran las culpables de que sonriera también para ella.

Sus gestos despertaban su curiosidad y lo cautivaban cada vez más y su atención para él confundía sus propósitos.

Y solo había un motivo y conclusión para todo esto que se agitaba en su ser, la misma a la que había llegado cuando hablaba con Inu no Taisho.

Él se había enamorado de la pequeña por la que había velado desde que él mato a sus padres.

Él ansiaba recibir el amor de la única persona que había captado su atención con sus gestos y sonrisas.

Pero sabía que cuando se enterara de la verdad no recibiría eso, sino que recibiría su odio y su venganza, aun así él la amaría por siempre, por ser la única paz de cumplir con el deseo de toda su vida.

Y quien mejor que ella para hacerlo.

— ¿Qué te propones Tamaki? — su tono era amenazante y Tamaki se percató de ello.
— no se preocupe lord Sesshômaru, solo le quitare el peso que carga su alma— contestó calmadamente.
— sola la usas para tus propósitos
— y mi propósito es morir y usted lo sabe.

El silencio se hizo presente entre ellos, Tamaki fijo su vista en el árbol de sakuras que estaba a su lado, un pétalo cayo delicadamente sobre sus manos.

— No tienes que involucrarla, su alma es frágil— dijo Sesshômaru observando los pétalos del árbol de sakuras caer con el viento.
—Pero también hermosa, como estas flores—volteando a ver a Sesshômaru.

Él solo lo observaba con la frialdad que lo caracterizaba tratando de entender el porqué de las acciones de unos de los mejores guerreros de su padre, de pronto un pensamiento insólito cruzo su mente, aunque para él salía de su entendimiento.

— no me digas Tamaki que te has enamorado de esa humana.
—lo suficiente como para desear que sea su mano la que acabe con mi vida.
— Tonterías— susurró Sesshômaru alejándose de Tamaki.

Había cosas que sabía que Sesshômaru no entendería.

El amor, era una de ellas.

Pero lo que más detestaba, según lo que Tamaki había podido observar con los años, era a las personas dejaban al descubierto sus “debilidades”

Y él se había convertido en un ser detestable para su lord Sesshômaru.



bueno espero que les haya gustado, dejen comentarios y criticas que todo sera bienvenido, a por cierto a las yuzuki dark y lakase gracias por leer pero tienen que tener en cuenta que no esta permitido el spam, y estare ansiosa de leer sus comentarios esta vez, bueno ¡nos vemos!