Microrrelato Mala es la tristeza

Mala es la tristeza


Malísima, es. Por esa razón, el recién llegado dijo que la podía curar, que sólo él podía curarla. Para su demostración eligió a Luis, un muchacho con una cara de tristeza sepulcral y labios del color de las tardes cuando empiezan a envejecer, y lo hizo sonreír. Para ello, le bastó con hilo, casi invisible de lo fino que era, con el cual cosió cada comisura de los labios y las unió a cada lóbulo de las orejas. Luis, su familia y gran parte del pueblo se sintieron satisfechos y extasiados con la desmesurada sonrisa que lucía. Solo unos pocos, los escépticos de siempre, afirmaban que, de alguna forma, el curador de tristeza fracasó, pues no supo borrar de los labios de Luis, ese insoportable color de las tardes cuando empiezan a envejecer.