One-shot de Naruto - Mal augurio. [Tobi]

Tema en 'Fanfics Terminados de Naruto' iniciado por Temarii Juuzou, 22 Octubre 2018.

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    Temarii Juuzou

    Temarii Juuzou Maestre

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    Miembro desde:
    6 Agosto 2011
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    Inventory:

    Escritor
    Título:
    Mal augurio. [Tobi]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2197
    Autor: Temarii Juuzou
    Título: Mal augurio.
    Tipo: One-Shote.
    Género: Terror.
    Advertencias: Hecho en un AU. Quiero disculparme, porque no siento que sea uno de mis mejores trabajos, pero es la primera vez que utilizo a Tobi &, a mi parecer, las Gárgolas son todo menos terroríficas, pero hice mi esfuerzo & espero les guste. ❤
    Actividad: Konoha Monster Royal ❤
    Personaje: Tobi.
    Monstruo: Gárgola. ❤

    ______________________________________________________________​

    Mal augurio.


    Cuando se habían decidido por ocultarse en aquella pequeña capilla, jamás hubieran imaginado que está estaba vacía y que era más lúgubre por dentro que por fuera; el lugar olía a humedad y tan sólo le entraban rayos de luz lunar por los huecos de las paredes y techos.

    —Es perfecto. —eso había dicho el líder del equipo mientras entraba y buscaba algunas velas para encender.

    Tobi, el más inocente y juguetón de todos, había decidido explorar el lugar, cosa que a nadie le pudo importar menos, así que camino, subió, bajo y metió su cabeza por cualquier orificio que le fuese permitido. Así estuvo durante gran parte de la noche, antes de encontrar la primer ventana no rota ni, sorprendentemente, sucia. Estampó su rostro contra el vidrio e intentó observar el paisaje, habían tenido que huir tan rápido del Museo que ni siquiera pudo disfrutar de la vista que Paris podría ofrecerle. Pero, como era de esperar, no vio nada. Una estatua grande con alas enormes le impedían ver, con un mohín en su boca, el chico abrió la ventana, dejando que el aire frío le golpeara con fuerza el cuerpo. Cuando pudo entrar en una temperatura ya estable, saco su cabeza por la ventana sin obtener resultado, parecía que la estatua frente a él a aferraba por no dejarle mirar.

    — ¿Qué es lo que haces, baka? —la voz de Deidara le hizo respingar y dar un pequeño salto, ocasionando que si cabeza chocara contra, al parecer, un brazo de aquella estatua.

    —Yo sólo quería ver el paisaje, sempai —Una sonrisa llena de ilusión le llenó el rostro mientras pensaba en lo que podría a ver visto.

    —Pues no es momento de jugar. Vamos, tenemos que planear la ruta de escape. —el rubio no espero respuesta alguna, ya estaba caminando, alejándose de Tobi, haciendo eco con sus pisadas.

    El chico se alejó de la ventana y la cerró, pero antes se dedicó a observar mejor aquella estatua. Ya la había visto en algún lado ¿No era así? Con aquel pensamiento se alejó y camino detrás del rubio.



    —No es una estatua, Tobi; se llaman Gárgolas y no es irrelevante. Ahora mismo debemos escapar de la policía, recuerden: llegar a la frontera es lo más importante.

    Pero Tobi aún dudaba, aquella… Gárgola ya la había visto en algún lado, estaba seguro de ello. Una sensación fría le recorrió el cuerpo y un nudo en la garganta le impidió tragar correctamente la saliva, por lo que terminó en un ataque de tos que solo hizo desesperar a su rubio compañero, quien le golpeo con fuerza hasta hacerlo callar.

    —Bien, pasado ya ese inapropiado momento —dijo la única chica del grupo, Konan, mientras miraba a un sonrojado Tobi — deberíamos irnos ya, la policía no tardará en llegar, andando.

    Tobi miro a todos los miembros de su grupo levantarse, dándose cuenta de que no tenía la más mínima idea de es lo que tenía que hacer. Miro interrogativo al rubio, quien era con quien más tiempo pasaba y a quien más confianza le tenía.

    — ¿Qué tanto me miras? —le dijo el rubio al sentir la mirada penetrante del moreno.

    —Yo… es que… no —comenzó a tartamudear y reír con nerviosismo antes de soltar una carcajada que solo hizo molestar al rubio. — no sé qué es lo que tengo que hacer.

    — ¡Eres un idiota! —el rubio le dio un zape y soltó un suspiro antes de rodar los ojos. —Dedícate a no estorbarme y ya.

    El rubio camino fuera de la pequeña habitación donde hace poco estaban teniendo una pequeña junta. Tobi se quedó sentado en su lugar, observando todo a su alrededor, intentando recordar… ¿Dónde fue que vio a la Gárgola? Lo más probable es que fuese en internet, o quizá en una revista, aunque ya hacía mucho tiempo desde que había podido tener el tiempo de navegar por la web… o incluso de leer una revista. De hecho, para ser exactos, no hacía esas cosas desde que se había unido a los Akatsukis, una banda de ladrones que le habían brindado apoyo cuando se quedó solo. Sonrío y decidió ignorar a la estúpida Gárgola ¿Qué más daba? Lo importante era escapar y no iba a abandonar a su equipo, si podía ayudar, lo haría.

    Salió de la habitación para ir en busca de Pein o de Hidan para que le dijeran en que podía ser útil, cuando encontró algo que le cortó la respiración y le borraron su infantil sonrisa. En el suelo yacía el cuerpo de uno de los compañeros con quien menos contacto tenía, Itachi. Tirado boca arriba, la imagen de su cuello cortado, la boca entre abierta con algo de sangre saliendo de esta y los ojos llenos de sorpresa, pero ya apagados, fue lo que hizo que el pequeño Tobi gritara, llamando la atención del rubio, quien se encontraba más cerca.

    —Idiota, no hagas ruido que nos pueden… —el rubio llegó hasta donde se encontraba su compañero y se quedó a una distancia razonable, alejado de ambos cuerpos. — ¿Qué… qué has hecho?

    —Yo no he sido, lo juro sempai.

    —Entonces… ¿Qué mierda paso?

    —No lo sé… quizá la policía ya está aquí.

    —Cállate, que si eso es verdad, estamos acabados. Vamos, busquemos a los demás para avisarles esto.

    Tobi y Deidara caminaron por toda la capilla en busca de alguien pero, para estar en pleno plan de huida, el lugar estaba completamente vacía. Deidara jamás en su vida hubiese pensado mal de su equipo, pero ¿Qué si eso era parte del plan? No, no podía pensar así. Debía concentrarse. Entonces se dio cuenta de que Tobi no iba a su lado.

    —Maldita sea… —se dio la vuelta para buscarlo, no podía estar lejos, podía sentir que no estaba solo. Y no lo estaba pero el rubio no podía darse cuenta de ello.

    Cuando encontró a Tobi sintió una enorme sensación de Deja Vú, donde llegaba y lo encontraba con la cabeza fuera de la ventana, el chico estaba ahí, frente a la misma ventana, con esta abierta, la diferencia era que en ese momento el moreno no tenía su rostro fuera de la ventana y las luces de las patrullas le pegaban directo en su cuerpo.

    —Aléjate de ahí. —con rapidez, el rubio salto sobre Tobi y lo hizo caer, para luego cerrar la puerta y soltar un fuerte suspiro. —La policía ya está aquí, no podemos perder el tiempo buscando, seguramente ya se fueron mientras yo jugueteaba contigo.

    —Deidara-sempai… —el chico seguía mirando directo a la ventana, el rubio llevo su mirada hasta esta, ahí, desde el suelo, lo único que podía ver era el cielo oscuro salpicado de algunas estrellas. —La gárgola… ya no está.



    Tobi había caminado todo ese tiempo al lado de Deidara, mientras, con nerviosismo, imaginaba que lo habían abandonado una vez más. Por lo menos estaría con Deidara, así no podría sentirse inseguro. Subieron al segundo piso y caminaron por entre los pasillos, buscando cuando algo llamó su atención. Aquel pasillo, donde hace apenas un momento se encontraba intentando ver el paisaje. El pasillo estaba más luminoso que antes y eso era porque la Gárgola ya no estaba frente a la ventana. Un escalo frío le lleno el cuerpo y, como si un imán invisible lo jalara, camino hacía la ventana. Miró el paisaje mientras el ruido de las sirenas se acercaba cada vez más. No pudo salir de su pequeño trance hasta que apareció en el suelo, con Deidara encima de él.

    —No es momento de pensar en la gárgola. Ahora mismo salimos de aquí o iremos a prisión.

    —No… yo no puedo ir a prisión, seguramente me mataran ahí.

    —Exacto, así que vámonos.

    Deidara levanto a Tobi y ambos caminaron por los pasillos, tropezando con sus propios pies hasta que se toparon con el segundo cuerpo del día: el mismísimo Pein, quien yacía del mismo modo que Itachi.

    —Maldición… ¿Quién…?

    —Deidara-sempai, aquí hay más…

    Todos sus compañeros estaban muertos. Cortados de la garganta y con la mirada vacía. El estómago se le revolvió al rubio y las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos. Pero no iba a llorar, no frente a Tobi quien claramente sí que lloraba.

    —Todos están muertos, no, no, no… ¿Qué haremos ahora?

    —Escapar. No sé qué sea, pero algo está matando a nuestros compañeros. —Ambos salieron de la habitación llena de cadáveres.

    —Seguramente fue la gárgola…

    —No digas estupideces, Tobi. Claramente una estatua no puede matar personas, porque no está viva.

    —Pero… yo la he visto antes. No solo aquí, ¡Tienes que creerme, sempai! —el moreno le grito infantilmente mientras se detenía y se cruzaba de brazos, en un pequeño berrinche.

    —No es momento de esto… —el ruido de las sirenas era cada vez más fuerte, lo que significaba que estaban a punto de llegar a la zona y una de los primeros lugares en buscar sería la capilla. No solo eran fugitivos por incontables robos, con todos sus compañeros muertos, también serían acusados de asesinato y Deidara no iba a permitir que lo atraparan. —Vamos, escaparemos por el techo en cuanto los policías entren y los perderemos en el bosque.

    Tobi asintió y siguió caminando con Deidara a su lado, hasta que sintió que no solo eran dos los que caminaban. Tragó saliva y comenzó a temblar. Tomo la manga de la sudadera del rubio y lo hizo detenerse, con un suspiro de cansancio, el rubio se giró molesto y dispuesto a regañar al chico por seguir retrasándolos en su escape, pero su voz se perdió al ver a la enorme estatua de piedra detrás de Tobi.

    Una cabeza humanoide, un cuerpo grueso, unas enormes alas de dragón. No parecía tener ojos y sin embargo, parecía que sus cuencas oscuras le miraban fijamente. Deidara intento correr, pero la gárgola ni siquiera le dejo dar un paso; con un golpe saco volando a Tobi, quien grito de dolor y desesperación al ver como la gárgola se acercaba a su amigo.

    —Sempai… ¡Corre! —Deidara lo miró y trato de huir, pero la gárgola lo había tomado de la sudadera y lo había levantado, con su otra mano y una uña muy filosa, le abrió la garganta al rubio, dejando que la sangre salpicara el suelo y parte del cuerpo de la estatua. Tobi lo sabía, él sería el siguiente.

    Pero el golpe jamás llegó, jamás sintió su garganta siendo desgarrada ni su vida saliendo de su cuerpo, porque la gárgola tan solo lo miraba, con profundidad, con el ruido de las sirenas cada vez más cercas como único ruido. El moreno vio una vez más el cuerpo sin vida del rubio y comenzó a sollozar con fuerzas mientras preguntaba desesperado ¿Por qué?

    —Tú no te acuerdas, pero ya nos hemos visto. —la voz de la gárgola era tan dura y fría que no había duda alguna, era de él, nadie más le controlaba ni había computadoras haciendo imitación. La gárgola sí estaba viva. —Cuando eras un niño, cuando asesine a tus padres… ¿Acaso no lo recuerdas? En ese entonces, también se habían ocultado en una capilla, mi capilla. No podía aceptar eso, no por ti.

    — ¿Por… por mí? — ¿Entonces todos estaban muertos, por su culpa? Pero estaba seguro de nunca haber hecho nada, de nunca haber sido malvado, de que lo único horrible que había hecho en su vida había sido vigilar las entradas de casas o de museos para poder salir victoriosos en un robo. —Yo no hice nada…

    —No, claro que no. Pero ese es mi trabajo, ahuyentó demonios —la gárgola se acercó más al chico — y tú, eres uno de esos que deben desaparecer.

    El chico miró directo a la gárgola y comenzó a reír. De nervios, de miedo, de ironía, porque era gracioso pensar que todos sus amigos estaban muertos solo porque era… ¿Un demonio? Simplemente no podía creerlo así, no podía ser verdad. Y ahora, la policía llegaría y lo arrestarían, quizá lo llevarían a un psiquiátrico por las tonterías que diría y jamás volvería a ver la luz del sol. Pero la gárgola tenía otros planes.

    Las sirenas sonaban tan cerca, que lo más probable es que ya estuvieran frente a la capilla, Tobi ya estaba mentalizado para todo. Se levantó y trato de huir de la gárgola pero esta le atrapo por el brazo y lo levantó.

    —Cuando eras un niño, mate a tus padres y te iba amatar a ti. Pero huiste y mi trabajo quedo inconcluso, ahora es tiempo de acabar lo que empecé. —con el mismo dedo que había acabado con la vida de todos sus compañeros, la gárgola apuñalo al chico en el pecho incontables veces, siendo sus gritos apagados por el ruido de las sirenas y los policías rompiendo la puerta para entrar en la capilla.
     

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