Minato MAHARAJA [Disco]

Supuse que el castaño tenía cierta información de Shio y el moreno, aunque no la tuviera, se la imaginaba. La chica tenía esas pintas de princesa pero solo se metía en problemas, una y otra y otra vez, uno había sido lo bastante grande para dejarla manchada de sangre por segunda vez en la vida. En eso se diferenciaba de Kao, sin dudas, pero que terminara hasta el cuello en la mierda solo ocurría por las características que compartía con él.

Las que le había robado al saberse abandonada.

La frase del reglamento escolar era amplia, todos pecaban de lo mismo con diferencias mínimas, pero el caso fue que nadie más bebió y a mí no me correspondía así que solo seguí entretenida con el numerito. En teoría le tocaba a Kurosawa, pero pareció quedarse atorada pensando en algo, así que Paimon tomó el turno y ya que lo tenía al lado solo afiné el oído.

¿Robar algo? Lo que había robado era demasiado grande, era el equivalente de sacar un león del zoológico.

Esperé, eso sí, y el que bebió fue Craig algo que me sorprendió un poco aunque no lo dejé ver. Kurosawa no bebió, tampoco lo hizo la chica Akaisa, así que yo le di un trago importante a la cerveza. Pensé en continuar, pero miré a Shiori y ella al parecer ya había pensado.

—Yo nunca he iniciado una pelea.

¿Iniciarla? Bueno, era debatible. En mi contexto las peleas iniciaban por motivos, pero yo había estampado a Arata en la pared, lo había amenazado, y antes de eso había sido yo la que inició el ataque a su padre. Todo había sido provocado, ¿lo había iniciado yo? Quizás, pero quizás no. De la manera que fuese, le di un segundo trago a la cerveza y Katrina habló al aire al ver que Shiori no bebió.

—Deberías bajarte el resto del trago, pero todos son libres de mentir, ¿no?

La muchacha no reaccionó, sus ojos viajaron a mí como pidiéndome que continuara así que lo hice. Supuse que luego podríamos seguir con el orden lógico que habíamos roto sin querer.

—Yo nunca hice algo solo para recibir la atención de alguien en específico.

Mapeé un poco mis propias decisiones de vida, pero acabé por descartar cualquier cosa y no bebí. Kurosawa no lo hizo tampoco ni Akaisa, así que eso solo dejaba a los muchachos. Igual hasta ahora todo estaba bastante inofensivo.

Contenido oculto

1. Yo nunca he fantaseado con alguien de esta mesa.
Zold: 1
Shiori: 1

2. Yo nunca he roto alguna de las reglas de la academia.
Zold: 1
Shiori: 2
Katrina: 1

3. Yo nunca he robado algo.
Zold: 1
Shiori: 2
Katrina: 1
Yuzu: 1
Sui: 1

4. Yo nunca he iniciado una pelea.
Zold: 1
Shiori: 2
Katrina: 1
Yuzu: 2
Sui: 1

5. Yo nunca hice algo solo para recibir la atención de alguien en específico.
Zold: 1
Shiori: 2
Katrina: 1
Yuzu: 2
Sui: 1

 

Con los trozos de información que les iba dando a Paimon y los que se comía Zoldryck un poco por aproximación al menos ellos, y Katrina a la que había atacado, sabían que no era tan tranquila como aparentaba. Minami lo sabía también por aproximación, pero daba igual, el punto fue que no debí ni siquiera cuando Katrina me echó al agua y el juego continuó.

El intercambio entre Craig y Paimon fue más o menos de la misma naturaleza que el de Katrina conmigo, pero lo hizo tomar el trago que se había servido. La siguiente frase la dijo Zoldryck, no bebió nadie y yo no lo hice porque aunque estuviera haciendo el tonto no era tampoco de ser infiel. Había respetado a Altan porque él me había respetado a mí, incluso si nunca acordamos eso, y Hiroki había sido al que le había dado un título, al que quería de verdad, por lo que con más razón lo respecté como quería y debía.

Zoldryck, bueno, no sabía qué era y yo había dejado de ser la misma chica luego de recibir un llavero ensangrentado.

En tanto aquí no hubiese un título, yo no debía nada y por ende seguía sin entrar en la categoría. Como nadie bebió y Craig no tomó la palabra, Minami lo hizo y continuó aunque el orden fuese completamente distinto.

También le quiso poner más emoción a la ruleta rusa.

—Yo nunca he fantaseado con alguna de mis amistades.

Su frase amplió lo de "esta mesa" del inicio. Suspiré, bebí lo que me quedaba del trago y dejé el vaso vacío sobre la mesa. Era más por el historial que por Zoldryck, que se salió del saco de amigo con cierta rapidez, pero supuse que todos pensarían que era por él. Paimon ni siquiera era mi amigo, era la definición de cajón de un ligue.

Katrina también bebió, algo que no sorprendía a absolutamente nadie. Minami soltó una risa, no bebió ella aunque se me ocurrió que quizás debía hacerlo, porque no había manera posible de que una muchacha tan bonita como ella no tuviera a todos sus dizque amigos babeando como imbéciles. Se había criado entre hombres, recordé la foto que me había regalado, y cómo ella era la única mujer.

Sabía que no por ello debía haber fantaseado con alguno, quería decir, posterior a la muerte de Kao, pero yo qué sabía. Igual la estaba juzgando demasiado sin bases sólidas.

Contenido oculto

1. Yo nunca he fantaseado con alguien de esta mesa.
Zold: 1
Shiori: 1

2. Yo nunca he roto alguna de las reglas de la academia.
Zold: 1
Shiori: 2
Katrina: 1

3. Yo nunca he robado algo.
Zold: 1
Shiori: 2
Katrina: 1
Yuzu: 1
Sui: 1

4. Yo nunca he iniciado una pelea.
Zold: 1
Shiori: 2
Katrina: 1
Yuzu: 2
Sui: 1
Pai: 1

5. Yo nunca hice algo solo para recibir la atención de alguien en específico.
Zold: 1
Shiori: 2
Katrina: 1
Yuzu: 2
Sui: 1
Pai: 1

6. Yo nunca he cometido una infidelidad.
Zold: 1
Shiori: 2
Katrina: 1
Yuzu: 2
Sui: 1
Pai: 1

7. Yo nunca he fantaseado con alguna de mis amistades.
Zold: 1
Shiori: 3
Katrina: 2
Yuzu: 2
Sui: 1
Pai: 1

 

Entre toda la tontería acabaría por dormirme apenas pudiera tocar una cama, sin importar todo lo que pasara en medio, encima ahora que estaba sintiendo el calor del trago con algo más insistencia que antes. El cuerpo también me pedía otras cosas y comenzaba a fastidiarme bastante no recibirlas, si debía ser sincera, pero traté de batear el fastidio con tal de comportarme, más o menos.

Con la frase de Minami acabamos bebiendo todos menos ella y Paimon, que tampoco era demasiado sorprendente, no era que Mr. Simpatía tuviera pinta de tener demasiados amigos con los que tener ideas raras. Como fuese, él tomó la palabra y siguió elevando las apuestas del juego, así que luego de que bebiera todo Dios, porque también lo hizo Katrina, me estiré sobre la mesa de un movimiento para pescar una de las botellas que quedaban en la cubeta. Supuse que los chicos habían seguido bebiendo el vodka.

Eso de terminar follando en la enfermería de la escuela en la fiesta de la azotea era un poco imposible de negar.

Cuando regresé al sillón le di un trago a la cerveza, arrugué los gestos y noté que Minami se reía. ¿Había mentido? No había bebido, pero pensar que no había hecho alguna estupidez en su adolescencia y viendo el mundo donde estaba metida era un poco difícil de creer, aunque no imposible.

A la siguiente ronda, Minami bebió, lo hice yo porque Katrina ya me había cantado antes, pero ella pasó y esperamos a los chicos. Akaisa se desinfló los pulmones, pensativa, y al final una sonrisa le descubrió los dientes cuando tuvo una idea.

—Yo nunca me he liado con alguien del mismo sexo.

Otro suspiro de mi parte, otro trago y a Minami la sonrisa se le estiraba cada vez más, como si estuviera pasándolo bomba, ya que tampoco bebió esta vez. Katrina sí lo hizo, sin disimular su propia diversión. Entre la estupidez yo había terminado bebiendo más que el resto, me di cuenta entonces, si estaba bien era solo porque los dos cócteles me los había tomado lentísimo.

—Yo nunca le he enviado fotos... ¿Cómo se decía?

—Nudes? —apañó Katrina.

—Eso. Yo nunca le he enviado nudes a nadie.

No bebí, tampoco Katrina ni Minami, así que nuestros tres pares de ojos viajaron por los muchachos del grupo, esperando.

Contenido oculto

1. Yo nunca he fantaseado con alguien de esta mesa.
Zold: 1
Shiori: 1

2. Yo nunca he roto alguna de las reglas de la academia.
Zold: 1
Shiori: 2
Katrina: 1

3. Yo nunca he robado algo.
Zold: 1
Shiori: 2
Katrina: 1
Yuzu: 1
Sui: 1

4. Yo nunca he iniciado una pelea.
Zold: 1
Shiori: 2
Katrina: 1
Yuzu: 2
Sui: 1
Pai: 1

5. Yo nunca hice algo solo para recibir la atención de alguien en específico.
Zold: 1
Shiori: 2
Katrina: 1
Yuzu: 2
Sui: 1
Pai: 1

6. Yo nunca he cometido una infidelidad.
Zold: 1
Shiori: 2
Katrina: 1
Yuzu: 2
Sui: 1
Pai: 1

7. Yo nunca he fantaseado con alguna de mis amistades.
Zold: 1
Shiori: 3
Katrina: 2
Yuzu: 2
Sui: 1
Pai: 1

8. Yo nunca he tenido sexo en un lugar inapropiado.
Zold: 2
Shiori: 4
Katrina: 3
Yuzu: 2
Sui: 2
Pai: 2

9. Yo nunca he mentido en el yo nunca.
Zold: 2
Shiori: 5
Katrina: 3
Yuzu: 3
Sui: 2
Pai: 3

10. Yo nunca me he liado con alguien del mismo sexo.
Zold: 2
Shiori: 6
Katrina: 4
Yuzu: 3
Sui: 2
Pai: 3

11. Yo nunca le he enviado nudes a nadie.
Zold: 2
Shiori: 6
Katrina: 4
Yuzu: 3
Sui: 2
Pai: 3

 

Pasaron ambas rondas, luego Zoldryck puso sobre la mesa lo de la aventura de una noche y, muy a mi pesar, le di otro trago a la cerveza. Con toda la estupidez la máscara de princesa se me estaba yendo al suelo, ¿no? Qué más daba, era Katrina, el ligue, el amigo del ligue y el chico que era demasiado digno para ponerme las manos encima de la manera en que quería. Ah, y al ex de Kao. Esta gente se sabía mejor mis secretos que yo misma.

Igual Katrina bebió, pero no era sorprendente viniendo de ella, así que pues eso. La voz de Craig me llegó desde su dirección ya que estábamos y negué con la cabeza más para evitarle molestias que porque no quisiera otra cosa, además alcohol era alcohol.

Esa distracción hizo que el acercamiento de Zoldryck me pillara un poco en frío, lo noté ya cuando casi lo tenía encima y el cuerpo, ya revuelto con alcohol, ira y hormonas me retrocedió para poner un mínimo de sana distancia. Me había invadido el espacio, sentí su aliento en la oreja y tuve que pasar saliva. No era que no lo quisiera cerca, pero cuando encontré sus ojos supuse que se entendía el mensaje de "no te acerques tanto si no pretendes hacer nada". Fue bastante automático, supuse que por el alcohol en sangre, y cuando fui consciente del reproche en mi mirada me forcé a suavizar los gestos y le respondí al volumen que me permitió la música, diciéndole que estaba bien así.

Escuché a Paimon con más claridad de la que me habría gustado, miré la botella de cerveza que tenía en la mano y suspiré con cierta pesadez. Estaba por tomar una decisión cuando noté que Minami sacaba el teléfono para ver la hora o eso supuse, me pareció que chasqueaba la lengua. Su tiempo con nosotros debía haberse agotado.

—Yo debería ir tirando ya. Tengo que ver a alguien —anunció antes de girarse hacia Zoldryck—. ¿Me das espacio, cariño? Para salir.

No tuve manera de oírlo, pero apenas Kasun le dio campo para levantarse ella le invadió un poco el espacio para decirle “Cómprale agua y que no beba más alcohol”. Con eso hecho, se giró hacia los demás para despedirse con un movimiento de mano y luego se inclinó hacia mí.

Estiró la mano, la afianzó en mi mejilla y me dio un beso liviano en la otra, era un gesto más común entre extranjeros, pero tampoco me molestó. Creí que retrocedería sin más, pero aprovechó la movida para decirme algo.

—Cuídate, Shio-chan. Ah, si quieres tomar algo de aire en un espacio menos atestado arriba, donde me viste antes, hay una puerta junto a la barra. Ahí guardamos el licor que necesitamos arriba.

Cuando se separó me acomodó el cabello con cariño, echándolo sobre mis hombros, me sonrió con la calidez que me recordó a la de Kao y supuse que ella también había robado algunas de sus cualidades, o quizás las poseía desde siempre. En cualquier caso, se alejó y antes de perderse entre la gente giró sobre sus talones y agitó la mano una vez más, despidiéndose.

 

No supe cómo tomar lo que me dijo Minami ni siquiera cuando se fue, dejándonos, y no me quedó más que el calor del alcohol repicando en el cuerpo. Paimon se había ido a tomar aire afuera, Zoldryck se fue por el agua o eso supuse aunque había dicho que no y no supe qué hacer con mi vida.

Percibí por el rabillo del ojo que Katrina se movía, lo hizo para quitarme la cerveza que me quedaba de la mano y al relajar la postura dejó ir algo de peso en dirección a Craig sin más. Su expresión se endureció, ni siquiera lo disimuló y yo le sostuve la mirada esperando por lo que sea fuese a decir, porque opciones no faltaban.

—No más alcohol, Kurobaka —dijo con firmeza y yo suspiré.

No puse resistencia, sabía que era lo correcto, así que solo la dejé estar y apoyé los codos en la mesa. Pasé otro par de minutos sin saber qué se suponía que debía hacer, en lo absoluto, y algunos momentos de la noche me hicieron eco en la cabeza.

—Todos nos abandonan. —Escuché que le dijo Akaisa al albino—. ¿Te parece bonito, Sui?

Seguía demasiado atascada en mis pensamientos para que me importara el comentario. Recordé la estupidez que me dijo Paimon en el primer juego y luego a Zoldryck controlándose porque no había nada que solucionar en este espacio. Ambas cosas me enfurecieron por motivos diferentes, me reactivaron el fuego en el cuerpo, y con los límites deshechos por el licor me levanté de la mesa después de anunciar que buscaría a Zoldryck.

En un espacio compartido, era siempre la opción segura.

La que no levantaría sospechas.​

Katrina pretendió detenerme, percibí el movimiento de su cuerpo, pero me perdí entre la gente antes de darle tiempo a reaccionar. Me cubrí el pecho con un brazo para luego avanzar a empujones, pero evitando contacto innecesario, y al alcanzar la primera barra no ubiqué al chico así que tuve que buscar la más próxima. ¿Cuál era exactamente mi plan? No tenía uno, solo fragmentos de algo, que iba de los besos de antes y después a la visión de Minami en la segunda planta y su anuncio de la, digamos, bodega de licores.

Me costó lo suyo, pero acabé por ubicar a Zoldryck en la otra barra y apenas lo conseguí alcance el teléfono que tenía metido en un bolsillo con botón de la chaqueta. Escribí como pude para decirle a Katrina que ya lo había encontrado, para no provocarle un síncope, y lo guardé en el mismo lugar asegurándome de cerrar bien el botón.

Cuando alcancé a Zoldryck lo pesqué de inmediato, el brazo que cubría mi pecho se despegó de allí y rodeó el suyo, pegando mi torso de inmediato. Fue consciente e inconsciente a partes iguales, pero me dio exactamente lo mismo; usé la otra mano para alcanzar su pecho, empuñar su ropa y atraerlo a mí. Fue mucho más directo, demandante y agresivo de lo que habría querido, pero tenía las inhibiciones trastocadas.

¿Como había sido la frase del juego antes? Yo nunca hice algo para llamar la atención de alguien.

Bueno, al menos ya no tenía que beber.

—Si te vas a alguna parte me llevas contigo —solté sin más, en lugar de irme encima de él como se me había ocurrido, y aflojé el agarre para colar el brazo bajo el suyo y enredarme a él apoyando la mano en su espalda—. Katrina me dijo que no más alcohol.

Contenido oculto

 

En cierta manera siempre hacía lo mismo, ¿no? Exigía, pedía, me forzaba sobre los otros. Fui yo la que besó a Altan, fui yo la que se acercó a Hiroki hasta que confió lo suficiente para caer, fui yo la que se agarró del comentario de Alika para, de una vez por todas, tantear el terreno de Paimon y ahora era yo la que le estaba exigiendo a este muchacho otra estupidez. Al final todo terminaba igual, pretendía ser paciente hasta que me hartaba de dar rodeos y entonces tiraba de cada uno de los hilos que había arrojado desde el inicio, cerrando la red.

Por los juegos de luces del lugar tampoco era que pudiera notar demasiado, quería decir, más allá de la reacción esperable de Zoldryck, se abochornaba por todo. El asunto fue que tal vez por el licor, porque se había tenido que pasar al vodka por el juego, esta vez no apartó la mirada. Secundó la opinión de Katrina y a mí no me pudo dar más igual, lo dicho, estaba de acuerdo que meterle más licor a mi cuerpo no era la mejor idea del mundo.

En cualquier caso, recibí la botella de agua lo que implicó que me despegara de él un momento, la abrí y le di un trago bastante importante. Acaba de dar el segundo cuando el otro, borracho como comenzaba a asumir que estaba, soltó sin más que le había gustado que le exigiera traerme consigo. No hizo falta la aclaración, pero la hizo de todas maneras y bajé el trago de agua para sonreír con cierto dejo de arrogancia.

¿Qué si volvíamos?

Lo dudaba mucho.​

Cerré la botella con calma, todavía no me daba vueltas el mundo ni nada, solo tenía el calor necio rebotándome en el cuerpo y entre su muerte por sincericidio, los límites flojos y mis propios caprichos, la verdad es que ya me había cansado de tener consideraciones para con el grupo. No iban a morirse por estar un rato solos, ¿cierto? Estaba Katrina, que seguro seguiría haciendo el tonto con Craig, y Paimon se había ido a la mierda.

Como tal no dije nada, busqué su mano libre y la sostuve con firmeza antes de volver a bucear entre la gente. Tuve que dar unos cuantos empujones otra vez, pero me dio igual y seguí avanzando; podría haber asumido que estaba volviendo, seguí un camino parecido, pero la escalera de peldaños metálicos surgió en algún punto de la muchedumbre. Detecté su silueta gracias a un haz de luz y seguí su camino con la vista hasta detectar que conectaba, efectivamente, con la segunda planta donde había visto a Minami.

Seguí arrastrando a Zoldryck, ni modo, hice a alguien a un lado que estaba estorbando en la desembocadura de las escaleras y subí algunos peldaños antes de medio girar el rostro para mirar al chico de costado. Disminuí el paso, algo más consciente de que quizás estaba un poco mareado, pero seguí subiendo sin molestarme en dar explicaciones.

La planta de arriba era más como la mitad de una, era una suerte de tarima aérea, pero tenía su barra donde estaba un muchacho joven mirando el móvil, algunas mesas altas y un sillón de mala muerte. Un barandal permitía apoyarse en él para mirar el resto del espacio y tardé poco en darme cuenta que desde allí Minami observaba todo, lo bueno, lo malo y lo dudoso.

Allí no había casi nadie, una pareja estaba en una de las mesas bebiendo agua y tres chicas estaban en otra tomando cerveza. El volumen de la música no cambiaba, después de todo era un espacio abierto, así que como había dicho Yuzuki el cambio era que no estabas apachurrado por decenas de cuerpos distintos. Me sentía un poco menos ahogada así, sin duda.

—Dudo que a los demás les importe que desaparezcamos un rato. Ya le dije a Katrina que estaba contigo, para que no se preocupe —dije mientras soltaba su mano y volteé a mirarlo un instante—. Te gustó mi exigencia, dices. Pues ahora exijo tiempo para mí.

Lo solté sin más, ni siquiera cambié el semblante, y me hice a un lado cuando las chicas de la mesa se levantaron para regresar a la planta de abajo. Caminé hasta el sillón de mala muerte, que en sí parecía bastante limpio, y me dejé caer allí dejándole ir el peso al respaldo. Desde mi posición encontré los ojos de Zoldryck, crucé una pierna sobre la otra y me distraje abriendo la botella de agua para darle otro trago.

 

Puede que si fueran otras personas en vez de Katrina, Craig y Paimon los que se quedaban solos me hubiera molestado en tener consideraciones sociales de alguna clase, pero no era el caso y sabía que todos podían manejarse por su cuenta sin ninguna dificultad y, mejor todavía, a ninguno le importaría lo suficiente para que fuese un problema. Puede que les diéramos tan igual que las consideraciones de Zoldryck rozaran lo risible en realidad, pero qué más daba.

Bajo esa lógica simplemente lo arrastré, aprovechando su confesión de la noche, y me dio igual todo lo demás. Minami había puesto a mi alcance datos suficientes para que, en cierta forma, siguiera haciendo lo que me saliera de los ovarios. Lo llevé arriba, lo solté para acomodarme en el sillón y mis ojos recorrieron el espacio una segunda vez en lo que él se sentaba. Fue cuando noté la puerta a un costado de la barra, la entrada estaba por el lado de afuera de la barra quería decir.

No le llevé el mayor apunte, además Zoldryck me había contestado tan pancho que el tiempo que le pidiera era mío y se me escapó una risa nasal que seguro se perdió entre el ruido general de la discoteca. Había dejado al mano en el respaldo, tras mi cuello, así que para cuando preguntó su podía abrazarme ya estaba haciéndome caricias en la nuca y me desinflé los pulmones.

Dejé caer la cabeza en el respaldo, giré la vista hacia él y conecté con sus ojos de inmediato.

—¿Y qué tal si mejor solo haces en lugar de pedir permiso? —solté como si nada y dejé la botella de agua al costado contrario de mi cuerpo, donde no estorbaba en el espacio entre nosotros.

 

Sabía que Paimon tenía razón, que lo que buscaba no iba a dármelo este chico, no aquí, pero prefería la zona de control más segura en este momento. Con Katrina en el mismo espacio, si seguía a Paimon sabía que algo saltaría a sus ojos, por mínimo que fuese, porque Akaisa nunca había sido tonta. De hecho era posiblemente una de las únicas cuyo cerebro era capa de rivalizar con el de Altan en cuanto a desempeño, la hija de puta era lista, más de lo que parecía prudente para quienes la rodeábamos.

El mundo, a fin de cuentas, le pertenecía a los estrategas.

Por eso estaba aquí, para limitar el porcentaje de error, y si por lo menos me llevaba una versión algo más desinhibida de este chico ya era ganancia. Había continuado acariciándome, solo se detuvo para afirmar su punto de apoyo y pronto sus labios encontraron los míos, en un roce primero y un beso después. Ladeó la cabeza, hice lo mismo y profundicé el beso sin más, busqué su lengua y seguí, bueno, comiéndole la boca hasta que el aire se nos vació de los pulmones.

Había sentido su mano en el regazo incluso si no hizo mayor movimiento, así que cuando rompió el beso para acomodarse en la curvatura de mi cuello le dejé espacio. Mi mano de ancló a su nuca, presioné apenas los dedos y cuando sentí su aliento contra la piel lo empujé suavemente en mi dirección. Su primer beso fue una suerte de prueba, pero luego insistió y sentí la humedad contra la piel, que bastó para proyectarme el calor por el resto del cuerpo.

Contuve el suspiro que amenazó con dejarme la garganta, subí los dedos por su nuca para alcanzarle el cabello y lo acaricié, seguí subiendo, empuñé algunas de sus hebras entre los dedos y mi mano libre encontró la suya, la que había dejado en mi regazo. Medio enredé los dedos con los suyos y arrastré apenas su tacto por mi muslo, ni siquiera alcancé el borde del vestido.

—¿Solo intentarlo? —Lo piqué porque me daba la gana como siempre.

Podría haberlo dejado estar, pero él no era el único con los límites estropeados. Quité la mano de la suya, también de su cabello y busqué separarlo de mi cuello, al hacerlo conecté con sus ojos un instante antes de volver a su boca. Ladeé la cabeza de inmediato, deslicé la lengua apenas encontré oportunidad, me empujé hasta donde se me antojó y retrocedí solo para tomar aire, mordiéndole el labio inferior con suavidad, fue apenas un pellizco. Deslicé los labios a la línea de su mandíbula, sonreí contra su piel y seguí hasta su cuello, donde le dejé un beso húmedo.

Me tragué la gracia al separarme, regresé la cabeza al respaldo del sillón y lo miré como preguntándole qué haría. Pobre chico, de verdad, ¿dónde habia venido a meterse?

 

La gracia de los besos en el cuello me estaba enviando pulsaciones de calor por el cuerpo, era innegable, pero tampoco me dio la gana detener el espectáculo. Seguí como si nada, lo separé, volví a su boca y cuando sentí que presionó mi pierna ahogué un suspiro contra él, sonriendo en medio del beso; el movimiento de su mano me erizó ligeramente la piel.

Solo por regresarle la gracia me monté el numerito en su cuello, noté el cambio en su respiración por la cercanía y contuve el impulso, la idea intrusiva, de marcarle la piel no porque no quisiera, sino porque me quedaba algo de decencia en un espacio como ese. Después me separé sin más, él deslizó el tacto de mi muslo a mi cadera, afianzó el agarre y me acercó más, la estupidez bastó para hacerme sonreír.

Estiré la pierna que había cruzado sobre la otra y la acomodé sobre una de las suyas, flexionándola justo sobre su rodilla y me llevé una mano al borde del vestido para mantenerlo en su lugar. ¿A qué respondió la movida general? A mí necesidad de tocarlo, nada más, de tener un punto de contacto.

—Una lástima. Con lo cómodo que se ve tu regazo —apañé sin una cuota de pudor en el cuerpo y sonreí más para mí misma que para él—. Asumo que tampoco tomas ofertas, ¿o sí?

¿Y a qué venía la pregunta? ¿Era capaz de arrastrarlo al cuartucho que había dicho Minami?

Era muy probable.

 

No tenía problema en conversar con las personas, pero no estaba aquí para eso, en lo absoluto. Alcohol de por medio o no, lo cierto es que seguía teniendo demasiada ira en sangre, demasiada energía contenida, y este muchacho pretendía ser demasiado decente para lo que eran el resto de cabrones de nuestra edad. Quizás debía tenerlo asumido, pero quise creer que el alcohol lo habría aflojado suficiente.

No me quedaba más que intentarlo.

Se tomó unos segundos para decidir, supuse, si optaba por zafarse la cabeza del cuerpo de una vez por todas o le hacía caso a sus motivos de caballero o lo que fuese. Al final le pudo más la curiosidad, como un gato al ver una sombra moverse en la pared, y a mí se me amplió una sonrisa en el rostro, casi me entrecerró los ojos. Pobre niño, ¿lo estaba arrastrando demasiado? ¿Estaba rompiendo sus valores?

¿Pero no había bebido en una de las preguntas de mierda del Yo Nunca?

Aproveché la cercanía que habíamos establecido, despegué la cabeza del respaldo del sillón y me incliné hacia él con tal de alcanzar a hablarle al oído. No era que nadie fuese a escucharme con este ruido, pero daba lo mismo.

—Minami-san me dijo que aquí tienen una, digamos bodega, que es dónde guardan el alcohol para no tener que ir abajo en caso de necesitarlo —expliqué tan bajo como me permitió el espacio—. Me dijo que podía entrar allí si quería estar sola un rato, para despejarme, qué sé yo.

Le dije toda la estupidez, de principio a fin, pero antes de dejarlo procesarlo o contestarme me levanté del sillón rompiendo todos los puntos de contacto a la vez. Tomé mi botella de agua, me dirigí a la barra donde el chico de los tragos seguía mirando el móvil y cuando llegué a él le sonreí con la calma de siempre, ante lo que devolvió el gesto. Tenía la piel oscura, el cabello rizado en tensos rizos y ojos avellanados.

—Minami-san me dijo que podía entrar donde guardan el licor si necesitaba algo de espacio —le solté sin ninguna clase de anestesia y el muchacho, que debía estar en sus veintipicos, me miró sin alterarse.

—Minami... Masaru —atajó luego de unir neuronas e incluso de haber querido negarse, suspiró—. Kurosawa Shiori-chan, ¿cierto?

Asentí, noté que tenía un acento que no supe identificar y el chico, absolutamente derrotado, buscó en su delantal hasta dar con una llave que me extendió sin más remedio. Respondía a Yuzuki, me di cuenta, no podía negarle nada a ella.

—Gracias~

Lo dije bajo, bueno, bajo en el contexto y recibí la llave como si nada. Giré el cuerpo pero no miré a Zold, solo destapé el agua, le di un trago y cuando la parejilla que quedaba se entretuvo en básicamente lo mismo que nosotros, aproveché la distracción para acercarme a la puerta al costado de la barra y zambullirme allí. Era un espacio pequeño, tenía varias cajas de cerveza, muchas botellas de licores fuertes que iban del vodka al tequila y quién sabe qué más. Estaba iluminada por un solo bombillo amarillento y tenía una sola mesa en el fondo, donde descansaban unos papeles de inventario y un solo bolígrafo a medio usar.

¿Confiaba en que iba a seguirme?

Quizás demasiado.​