Minato MAHARAJA [Disco]

Tema en 'Ciudad' iniciado por Gigi Blanche, 7 Noviembre 2023.

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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Las deudas eran una excusa, ni más ni menos, eran importantes, claro, apreciaba bastante mi tiempo y había tenido que invertirlo en Craig y su grupo de inútiles un par de veces. Realmente estaba en deuda él, Kasun y Mason, pero el segundo me daba igual y en lo que a mí me concernía Mason parecía demasiado ocupado con su embrollo con Shimizu y lo colado que parecía, sin darse cuenta seguramente, de Sasha Pierce.

    Digamos que entre los deudores solo Craig era remotamente interesante.

    Igual me estaba tomando muchas libertades, yo qué coño sabía, pero la falta de reacción a mi tacto más que un alto fue la señal de que podía mantenerlo y así lo hice. Su respuesta me estiró la sonrisa, me tragué una risa y me encogí de hombros.

    —Lo decido a conveniencia —solté porque no era mentira. De haber querido solo cobrarle los favorcitos le habría inventado cualquier tontería, pero estaba esperando, tanteando el espacio—. No se puede pedir cualquier cosa en cualquier momento, ¿cierto?

    En cualquier caso, despegué la mano de su cabello y descansé la mano en su hombro sin motivo real. Solo me apeteció, como siempre.

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    Quizás esta mierda fuese más peligrosa que otras en cierta medida, había aquí un secreto compartido, unas sombras que de cierta manera palpitaban al mismo ritmo pero desaparecían ante la primera luz, retrocedían hasta los recovecos como si nunca existieran. Era allí donde mis gestos perdían suavidad y este imbécil sonreía con arrogancia.

    Los soberbios y yo nos llevábamos bien, quizás porque nos desprendíamos de la misma costilla maldita o porque el elemento que me dominaba era naturalmente caprichoso. Las razones importaban más bien poco, pero lo cierto era que Paimon quizás tenía razón al pensar que consumiría a Zoldryck, yo misma lo había pensado hace tiempo.

    En cuanto pusiera un pie en el círculo de fuego absorbería todo su oxígeno.

    Sentí la ligera presión en mi cintura, el tacto en las costillas y el lateral del busto, la mierda me lanzó un poco de expectativa sobre el cuerpo y alcé el mentón como me instó a hacer. No era yo demasiado amiga de ciertas aproximaciones, de dejarme hacer y esas mierdas, pero momentáneamente podía ceder. Se trataba de abrir la válvula del gas y luego arrimar el encendedor.

    Sonreí contra su boca cuando me mordió el labio, le eché un suspiro encima cuando coló la lengua y mi mano se afianzó al costado de su cuello con algo más de firmeza, permaneció allí incluso cuando retrocedió. Noté que se relamió los labios, el cabrón, y solté el aire por la nariz al recibir el trago, despegando la mano de su cuerpo ahora sí.

    —Supongo que vamos mejorando —contesté con la misma falta de vergüenza.

    Seguí sus ojos cuando dijo que parecía que no me ubicaba, de forma que di con la silueta de Zoldryck y reí por lo bajo. Lo miré de costado, entretenida con mi propio desastre, y mis gestos volvieron a suavizarse con una facilidad hasta estúpida.

    —Pobrecito, tendré que ir a buscarlo.
     
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    Insane

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    Akaisa daba la sensación de ser una chica que analizaba lo que hacía, como si mapeara un resultado que le interesara en algún sentido e ir ciertas imprecisiones para ver qué tanto decía o hacía. Al menos en lo que respectaba en su charla conmigo, aunque si lo pensaba yo había dado algo de paso en mi casa, ¿no? con lo de que la próxima vez trataramos de ganar algún juego como lo había hecho Kasun con los puntos. Era una tontería, pero entretenía.

    —Cierto —concedí, continuó con las caricias solo unos segundos más para luego descansar la mano sobre la tela de la camisa, en mi hombro puntualmente—. ¿Y a ti te gustan los cócteles? ¿O sueles preferir este tipo de trago más fuerte? —pregunté en lo que me inclinaba un poco hacia adelante, en la mesa.

    Sujeté mi copa vacía, vertí algo del vodka en ella y lo meseé ligeramente en lo que echaba la vista al frente.

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    Su vocabulario corporal, todo lo absorbí con una facilidad ridícula. La mocosa dejó ir un suspiro en algún punto de un beso medianamente básico, aún así la satisfacción se me deslizó por la dermis, sentí sus dedos en mi nuca hasta que se rompió el contacto. No sabría cuanto tiempo duraría este juego, pero sí tenía claro que apenas estaba iniciando. Soltó lo siguiente con el descaro sin filtrarlo a lo que una risa nasal, cínico de por sí se perdió entre el ruido ambiental.

    —Por cierto, es posible que sea más fuerte que el anterior, no te lo vayas a zampar en dos tragos —le informé con respecto al licor, que aunque hubiese bajado la onza del vodka contenía otro licor dulce como complemento—. Sabe más o menos a helado de café.

    Lo tenía memorizado, a fin de cuentas era el que mi hermana siempre me hacía comprarle cuando saliamos en grupo. Noté sus rasgos suavizarse al ver el gemelo, el chico parecía tener madera de noviazgo, pero aquí estaba ella eligiendo el desastre, qué cosas. Mencionó lo de ir a buscarlo a lo que me encogí de hombros.

    —Ve, te cuido —avisé parco como de costumbre, refiriéndome a que le echaría el ojo hasta verla llegar a él, a fin de cuentas en este tipo de espacios uno se encontraba de todo.

    Noté al castaño echar un vistazo al móvil, por lo que esperé que Shiori moviera el culo hasta donde él para luego regresarme a la mesa, dudaba que el par retornara pronto si tenía que ser honesto, y dudaba que Katrina le hubiera sacado algo a Suiren en este corto tiempo, ya que Craig no era partícularmente de impulsos.
     
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    Zireael

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    Incluso si tenía pinta de hacer todo por impulso, la verdad era que trataba de calcular mis movimientos. Esparcía montones de pólvora en esquinas, bajo ciertas puertas, en algunas rendijas y cuando era tiempo arrojaba las chispas. Era una suerte de caos ordenado, uno que no permitía el fracaso o se anticipaba a él de manera constante, para poder recoger la pólvora en vez de desperdiciarla.

    Todas las bestias de control éramos iguales al final del día.

    —Suelo preferir la cerveza y ya, o el trago directamente, sí —respondí a la pregunta sin complicación—. Me cobran demasiado por los ingredientes y a veces les falta licor, así que prefiero ahorrarme la decepción.

    ¿Cobrarme demasiado? No era precisamente tacaña ni me faltaba el dinero, pero tampoco lo despilfarraba. A menos, claro, que la fiesta fuese en mi casa como ya se había visto hace meses.

    Como fuese, lo vi servirse el vodka, yo le di un trago a la cerveza y me tragué la risa.

    —Por la botella de vodka supongo que tú eres más de la segunda también.

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    No había una sola formalidad en esta mierda, en lo absoluto, como no la había habido con Altan a pesar se estableció, pero el punto era el mismo. No había afectos moviéndose, justificándolo, no había nada más que la necesidad absurda de apagar un fogonazo hormonal o quitarme el aburrimiento de encima, puede que ambas. ¿Y la verdad? Me venía bien, ver a la rubia me había quitado la culpa que había sentido al recibir el chocolate.

    —Si no me bajé el otro de dos tragos, no pensaba hacerlo con este tampoco —contesté antes de darle un trago modesto al cóctel y asentí, dándole razón en que sabía a helado de café.

    Si supiera que era lo que tomaba Alika me habría dado algo de risa, entre la manera en la que la había conocido, lo que contó Craig y que me había pedido lo que ella bebía igual me estaba formando una imagen de ella. En cualquier caso, cuando volví a ajustar mis esquemas a la presencia de Kasun él se encogió de hombros y soltó que me cuidaba.

    Viniendo de semejante indiferente se agradecía.

    —Gracias —dije antes de enderezar los pasos hacia Zoldryck.

    Antes de estar demasiado lejos giré sobre mis talones, encontré los ojos de Paimon y me permití una sonrisa de las de antes, sedosa, de paso le guiñé el ojo y entonces sí me colé entre la gente. Sujeté el trago con firmeza, cosa de que nadie fuese a tirármelo a la mierda, y en determinado momento se me ocurrió alzar la vista. En una suerte de segunda planta, apoyada en una baranda entre uno de los juegos de luces, distinguí la silueta de Minami.

    Se movió unos pasos, para que la luz dejara de cegarme, y cuando pude verla bien me sonrió con complicidad. ¿Se había comido todo el numerito desde su panóptico? Sin duda. Se le notaba la diversión en los gestos, pero alzó la mano, posó el dedo índice sobre sus labios en un gesto de silencio y se apartó de donde estaba, desapareciendo de mi vista también.

    Retomé mis movimientos, traté de disimular mi distracción y pronto estuve frente a Zoldryck. Lo miré, le sonreí sin ninguna dificultad y estiré la mano libre para acariciarle la mejilla sin siquiera pedir permiso.

    —¿Listo? ¿Todo bien?

    La pregunta era más por educación que por nada más, la verdad.
     
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    Insane

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    La muy cabrona se giró en algún momento, me sonrió con la sedosidad de antes y hasta un guiño de ojo hizo. No expresé nada como era costumbre, me dediqué solo a seguirle los pasos entre la multitud, pareció detenerse unos segundos en un punto, con las luces no dintinguí claramente el por qué pero a la final retomó su camino, llegó hasta el gemelo y me giré hacia la barra. Pagué el cóctel porque al tipo se le había olvidado hasta cobrarlo al hacer malabares ahí solo, y retomé mi marcha hacia la mesa.

    —Sí, más de la segunda, aunque disfruto los cócteles en su medida, digamos que es difícil alcoholizarme, y en parte la sensación de adormecimiento me agrada —respondió Craig entre una risa suave como quien se ve descubierto por ella, aunque él sabía que era más que obvio. Como fuese, subió sus pupilas azules hasta dar con las mías— ¿Y Kurosawa?

    Me quedé de pie un momento.

    —Shiori se topó con Kasun, así que me quité una responsabilidad de encima.

    —¿Pero alcanzaron a comprar el cóctel?

    —Sí, confirmó que sabe a helado de café —respondí regresando mis pupilas hacia Akaisa, torcí la sonrisa hacia la izquierda y decidí sentarme al frente de ambos ya que el par no estaba—. No me vayan a dejar de mal tercio, por segunda vez.

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    Había olvidado pedir la comida de los canes, y mi hermano medio cansón como siempre que no recordaba dónde tenía que llamar mañana en la mañana, en lo que posiblemente estaría yo dormido como un tronco por el trasnocho de hoy, como fuese, logré solucionar algo a medias, tenía también un par de mensajes de Gen, le contesté con una recomendación de una serie, le dije que comiera algo porque de lo contrario la pobre seguiría al pie de la letra la tabla nutricional de su madre, y le pedí foto solo para comprobar que se estuviera alimentando bien.

    En algún punto traté de dar con la mesa pero no recordaba el lugar exacto al haber tanta gente ya aquí adentro, fue entonces que al bajar las pupilas en un costado por sentirme observado di con Kurosawa, me acarició la mejilla y le sonreí con suavidad.

    —Mucho mejor, sí —bajé la vista hasta su otra mano—, ¿nuevo trago? —pregunté risueño, dando un par de pasos hacia atrás para que me siguiera porque estabamos mal ubicados, ahí en toda la entrada no faltaba el borracho que nos llevara en banda.

    Pero como fuese, si ella estaba aquí la verdad, no tenía muchas ganas de regresar con el resto.

     
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    Zireael

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    La respuesta de Craig era obvia, claro, pero daba igual en tanto pudiera seguir haciendo el imbécil. No pretendía cobrar las deudas de forma inmediata de por sí, se lo dije, de modo que cuando Paimon reapareció y el albino preguntó por Kurosawa regresé la atención a una conversión que era de tres de nuevo.

    Estuve por armarle la bronca a Paimon por haber dejadona Shiori, pero no hizo falta porque aclaró que estaba con Kasun así que todo en orden. Estaba furiosa con ella, pero ni en el peor de mis sueños de fiebre la dejaría sola en una disco.

    Oh, dear, I would never —dije cuando el otro soltó lo del mal tercio y me despegué de Craig para relajar el peso del cuerpo en el sillón, dándole un trago a la cerveza—. Tu amigo y yo somos mucho más considerados que el par de tórtolos, ¿no, Sui~?

    En mi defensa, Paimon era una suerte de eslabón perdido. El comentario que había hecho Shiori cuando venía conmigo, antes de que nos reuniéramos con ellos, dio pistas de algo que era demasiado ambiguo para tener forma de algo. No la subestimaba, en lo más mínimo, la desaparición de Usui si acaso la había vuelto más violenta y caprichosa, pero tampoco era yo ninguna adivina.

    Incluso si lo parecía.

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    Dudaba mucho que Minami se interesara por las decisiones de vida de un montón de mocosos, quizás porque había conocido a Kao y sabía que a pesar de su suavidad él hacía lo que quería, quién sabe; si había una cosa cierta era que Minami, Shimizu, Cayden y todos los demás habían conocido una versión de Kaoru que no era la que yo veía. El caso era que la chica no tenía motivos para joder mi teatro, en lo absoluto, de lo único que podía pecar era de entretenerse con las estupideces de un grupo de mocosos.

    Como el carcelero que observa a los presos.

    De igual manera, saberme observada no supuso ningún cambio real, seguí mi camino cuando ella se perdió de mi vista y cuando le acaricié la mejilla a Kasun noté la suavidad de su sonrisa. Me respondió, preguntó por el cóctel y le eché un vaso casi distraído al vaso, como si solo fuese parte del paisaje.

    —Recomendación de Paimon-senpai. Está rico —dije como si nada y lo seguí sin demasiado problema tampoco—. Regresó con los otros dos.

    Lo dije por decir, en ningún momento insinúe que quisiera volver y le di otro sorbo al cóctel. A la vez apoyé la mano en su hombro, solo por necedad, aunque de repente alguien pasó cerca de nosotros y la tontería me hizo pegar algo más el cuerpo al suyo.
     
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    Insane

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    En parte sentía que la complicidad con Akaisa surgía con una facilidad risoria cuando había un tercero que podía ser víctima. No mía directamente, tan solo jugaba de pieza de escucha aunque en algunas ocasiones aportaba algo que creía necesario para que las cosas siguieran fluyendo sin tanto contratiempo, a diferencia de ella que era mucho más directa y mordaz cuando así le placía. Como fuese, Orn se sentó frente a los dos, arrastró la botella hasta él con la copa que se había dejado hace un rato, vertió algo del líquido transparente y lo dejó ahí, reposando.

    —Siempre —concedí a Katrina por lo recién dicho, deslicé las pupilas a las ónix del otro—, así que Pai, cuéntanos, ¿qué tal la pareja? ¿Te dejaron de lado o escapaste antes de eso?

    Lo noté mirarme con soberbia, turnando su visión entre nosotros dos.

    —Digamos que en lo que nos servían el cóctel el muchachito estaba en la entrada lo más de perdido —pareció soltar una risa por la nariz lo más de déspota—, así que le avisé a Shiori y ya ella en automático fue a rescatarlo luego de que le entregué el trago.

    Paimon no era de los que contestaba preguntas estúpidas ni mucho menos, se evitaba cosas que él creía y eran una pérdida de tiempo, sin embargo conmigo se saltaba ciertas barreras autoimpuestas, digamos que eran las ventajas de ser mejores amigos, podía molestarlo, tontear y pecar de joderlo un poco, pero él accedía con sus caras pero lo hacía.

    —¿Y alcanzaste a hacer una nueva amiga o algo?

    —¿Lo dices por Kurosawa? La mocosa solo existe —pareció mirar sobre mi hombro—, parece que tus admiradoras regresaron.

    Eché el vistazo girando la cabeza, denoté el grupo de chicas que nos habíamos topado al entrar, dos de ellas levantaron la mano en señal de saludo, les sonreí con amabilidad en lo que se acercaban a la mesa, cuando estuvieron lo suficientemente cerca preguntaron si podían acompañarnos, como fuese terminé rodeando a Akaisa sobre el hombro, le ofrecí unas disculpas en un murmuro antes de regresar la vista al grupito.

    —Estoy con mi novia, lo siento.

    Se giraron a mirar a Paimon buscando algún chance, el muy descarado se inclinó en la mesa, deslizó los dedos por la mano de Katrina ajustando ligeramente su mano con la de ella y regresó la mirada mordaz a las muchachitas.

    —Es una relación poliamorosa. Largo.

    Una de ellas se medio espantó, otra pareció apenada, y la tercera apretó los labios, torció los ojos y se llevó a rastras a sus amigas, vete a saber como lidiaban con el rechazo, pero Orn no solía tener tacto, y ese largo... pobrecitas.

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    Alcé las cejas ligeramente, no me veía a Paimon sugiriendo un cóctel por lo que supuse que Craig tendría que ver con empujarlo a eso, lo que me causó algo de gracia, no era un tipo celoso ni mucho menos, por lo que no veía algo negativo, quizás le hacía falta una amistad como la de Kurosawa o la chica rubia con la que lo había visto en el pasillo, a ver si le sacaban esa cara de amargado.

    —Imagino que Craig tiene que ver con eso —comenté risueño—. ¿Te molesta si nos quedamos un rato acá?

    Entre lo que la gente se movía al rededor empujaron a Kurosawa, casi por reflejo llevé la derecha a su cintura, estaba más cerca pero por la condición no me había provocado vergüenza.

    —¿Estás bien? —bajé el tono de voz lo máximo que me lo permitió el ambiente. Dudé también un poco, pero a la final lo dije—: por cierto, te ves muy bonita con ese vestido, Kurosawa.
     
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    es el nuevo himno de Shiori (?
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    La respuesta de Craig a mí estupidez me estiró una sonrisa, seguí con la cerveza y observé los movimientos de Paimon que arrastró la botella para servirse un trago. Pronto contó que Kasun reapareció, perdido como la mierda, así que Shiori se fue a buscarlo apenas tuvo su nuevo trago en la mano así que supuse que no regresaría en un rato. Cualquiera en su sano juicio aprovechaba los espacios de soledad relativa, incluso si era en medio de no sé cuántos desconocidos.

    Aunque, ¿solo había esperado el trago tan tranquila? Solo Dios sabía.

    La mocosa solo existe.

    De hecho no, nunca solo existía.

    Esa clase de respuesta me vino en gracia, pero me tragué la risa y cuando aparecieron las chicas, las supuestas admiradoras, las repasé de arriba a abajo sin ninguna clase de interés real, aburridísima con su existencia entera. Cuando sentí el brazo de Suiren encima supe por dónde iban los tiros, lo asumí incluso antes de que sus disculpas me alcanzaran y planté sobre el grupo de chicas la mejor cara de culo que tenía en el manual.

    La mantuve cuando pretendieron abordar a Paimon y el imbécil, descarado como claramente podía ser, alcanzó mi mano antes de soltar que era una relación poliamorosa. Me dio risa, claro, pero la contuve y las admiradoras en cuestión se espantaron, apenaron y de todas las reacciones posibles, una de ellas tuvo que llevarse a las otras dos. Apenas nos dejaron las facciones se me relajaron con una sonrisa entre divertida y sedosa.

    —Y luego hay quienes se lamentan de no poder conseguir pareja. —Me mofé en voz alta y solté la risa—. Mientras yo me consigo dos novios en un minuto.

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    Que me dijera que la sugerencia había sido idea de Craig me estiró la sonrisa en el rostro aunque no dije nada, pero si me enteraba que estaba allí de pie pensando que a Paimon le faltaba una amistad como la mía habría soltado la risa por más de un motivo. Sin embargo, la existencia de la rubia seguía siendo una anomalía, ni siquiera la había visto pero sabía de su existencia.

    Quizás Kasun tuviese razón.

    Quizás la necesitara aunque él no lo supiera.

    En cualquier caso, al acercarme a él para dejar pasar a la otra persona sentí su mano en la cintura y mantuve la mirada fija en sus ojos a lo que asentía a su pregunta. Lo vi dudar, así que guardé silencio y lo acabó por decir fue, para variar, un halado directo. La tontería hizo que mi sonrisa se volviera más sedosa, que cambiara un poco de tinte, pero sin alcanzar que usaba con Paimon.

    —Gracias, Zold —contesté al volumen que me obligó a hacerlo la música.

    Pude haberme quedado quieta, como siempre, pero le di otro trago modesto al cóctel y después me pegué más a él, porque podía y me daba la gana. Usé la mano libre para instarlo a rodearme la cintura un poco mejor, si acaso fue una señal de humo para que, como mínimo, entendiera que no quería que se despegara de mí. Sentía algo de calor, entre el espacio cerrado, los primeros efectos del alcohol y la cercanía, pero daba igual.

    —¿Y si me dices cosas así más seguido? —Lo molesté con absoluto descaro—. ¿O me tocas más seguido, tal vez?


    siempre que dejó varios días pasar entre respuestas me gusta volver por todo lo alto, lo admito
     
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    Lo cierto era que mi interés por conocer gente siquiera se reducía a cero sino tenía algo que sacar de ello, como siempre, algún contacto importante, alguna sugerencia de mi padre -porque aunque fuera mi polo opuesto, sabía determinar relaciones que tarde o temprano me servirían de algo-, o porque estuviese obligado de una forma u otra a existir con una desconocida solo porque le agradara a Craig, pero aquí no aplicaba ninguna de las tres anteriores, así que rechazar al trío de muchachitas no me quitaba el sueño. Cuando se fueron, aparté el tacto de Akaisa y regresé la espalda a la silla.

    —Ahora tendremos que definir como repartiremos el tiempo del poliamor —continué la tontería que ella mencionaba de que tenía dos novios en menos de un minuto, aunque no filtré mucho el sarcasmo en realidad.

    Craig soltó una risa de nada, dejando libre a Katrina también para servirse otra copa de trago, la bebió y echó la vista alrededor.

    —Supongo que podemos estar los tres hoy, en la escuela podemos distribuir el tiempo equitativamente —aunque no tenía tinte de nada sus palabras lo cierto era que detectaba ligeramente la broma.

    Suiren era un tipo lo más de simple, pero en ocasiones seguía los hilos un poco por entretenimiento, otro poco por curiosidad. Busqué el dispar de ella, descansé la derecha a lo largo de la parte superior del sofá y me apeteció preguntar:

    —¿Y Katrina estaría de acuerdo con eso?

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    Lo cierto era que solía ser una persona muy moldeable, no establecía ciertos límites,, sin embargo si evitaba un par de personajes porque las personalidades abrasivas no eran de mi total agrado -pese a que mi gemelo pecaba de ello-, sin saberlo, claro, el que Kurosawa podría rozar aquel espectro de quemar todo a su alrededor, incluyéndome en el proceso. Ella hasta ahora me hacía sentir demasiado cómodo, no sé, me gustaba y ya estaba.

    Mi hermano se había dado cuenta hace rato.

    Y yo igual.


    Recibí su sonrisa, le mostré los dientes ampliando la mía en lo que las mejillas se me tenían ligeramente por su agradecimiento. Algo que si tenía en la cabeza desde que la conocí era que no quería cagarla con ella, lo que se me reforzó aún más cuando me dejó ver parte de su vulnerabilidad en la enfermería, la salida a comer que había sido amena y luego el beso de nada en casa de Suiren, la invitación a comer un helado y ahora aquí. Podía sonar extraño, pero sentía el impulso de que se sintiera querida, porque era lo que sentía por ella.

    Y al menos, hasta ahora parecía ser correspondido.

    Subió de nuevo el trago hasta sus labios, seguí su movimiento en lo que se me pegaba más. Sentí ligeramente la garganta algo seca pero no carraspeé ni nada, me instó a ser más firme, deslicé ambas manos por su cintura y con suavidad enlacé mis dedos, rozando la tela de la chaqueta y parte de las palmas las descansé sobre la tela de su vestido. Suavicé un poco más las facciones con lo primero que me decía, y luego sentí algo de calor más pronunciado en la cara con lo segundo.

    —¿Tocarte más seguido? —bajé el tono de voz lo más que me permitió el ambiente, deslicé las pupilas a sus labios y volví a subir a ella, me incliné ligeramente para alcanzar su oído y poder murmurar más a gusto—.¿Con eso dicho, hoy también me enviarás a casa sin que pueda conciliar el sueño?

    Permanecí ahí, un poco escondido entre su cabello porque sabía que si me daban las luces del lugar le causaría gracia el que estaba sonrojado por una tontería. Fue cuestión de minutos en realidad, un poco me embriagué con su perfume y no rompí el abrazo en ningún momento, apenas y me enderecé un poco para dar de nuevo con sus ojos.

    Podía hacerlo, el tomar más la iniciativa.

    Le sonreí con suavidad en lo que alcanzaba sus labios, ladeando ligeramente la cabeza.
     
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    Toda la escena había sido, por demás, hilarante y eso había que reconocerlo. Entre Paimon con la cara de moco, Suiren que se subía al tren de las estupideces a conveniencia y mi nulo interés en detener el teatro el asunto era para mearse de risa. Bastaba que dijera dos palabras para que se notara que no me interesaba ni la monogamia ni el poliamor, ya que estábamos, pero eso no le quitaba la gracia al show.

    —¿Poliamor con horario? Sounds boring as hell —apañé con el mismo tinte sarcástico que Paimon había hecho su aporte—. Como visita penitenciaria.

    Descansé la postura en el respaldo del sillón, apoyé la botella con el poco de cerveza que me quedaba en la pierna y miré a uno, después al otro. Seguía con la diversión pegada al rostro, porque no podía ser de otra manera.

    —Tú tienes cara de poder seguir horarios —dije refiriéndome a Craig y luego a Paimon—. Tú de seguirlos si te sirve para algo.

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    Entendía que Zoldryck era más de esperar señales que de darlas, al menos lo había entendido mejor el otro día aunque se intuía desde hace un rato. Puede que su condena fuese justamente esa, bastaba con que su aire me diera suficiente oxígeno para mantener las llamas ardiendo, sutiles, porque se sentía cómodo conmigo y no parecía notar el incendio que tenía en la nuca. Había caído, como podía caer cualquiera, y yo solo seguía poniendo cebos.

    Cada paso que daba lo acercaba más al círculo de fuego.

    Cuando me pegué más a él llevó la otra mano a mi cintura también, la gracia me lanzó algo de satisfacción encima y aumentó cuando se quedó con mi segunda pregunta, como era de esperarse. Reflejó la pregunta, se inclinó para alcanzar mi oído y preguntó si volvería a enviarlo a casa sin poder conciliar el sueño, a la pobre criatura. Mi mano libre navegó el espacio, se posó en su pecho y la deslicé hasta su cuello de nuevo, enredando el brazo tras su nuca aprovechando la posición que había mantenido.

    —¿Qué pasa, cariño? —dije casi sobre su oído también—. Me lo puedo pensar, ¿sabes? Si me dices qué necesitas para dormir como tronco.

    ¿Haciéndome la tonta? Un poco, pero no importaba demasiado. Cuando se enderecé aflojé un poco el brazo con que me sujetaba a su cuello, apenas para darle espacio, y recibí sus labios sin más, ladeé la cabeza también y ya que había aflojado el brazo lo regresé, rocé el costado de su cuello con los dedos, subí a la línea de la mandíbula y colé el pulgar para instarlo a separar los labios.

    Le respiré encima un instante, una fracción de segundo, antes de colarme dentro de su boca con lentitud. Profundicé el beso sin una pizca de vergüenza, ni siquiera pedí permiso, y me empujé contra su boca, busqué su lengua despacio y volví a enredarme a su cuerpo. Tuve el cuidado suficiente de no mover demasiado el brazo que sujetaba el vaso, suspendido a un costado de mi propio cuerpo, para no ir a tirarlo encima de él o de nadie más.
     
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    Su mano libre se hizo un espacio, alcanzando la curvatura de mi cuello. Tensé ligeramente la mandíbula aún perdido en su cabello cuando soltó lo siguiente; había dicho, ¿lo que necesitaba para dormir en paz como tal? Agradecí el que no me estuviera viendo en ese momento, vete a saber pero Kurosawa causaba ciertos cortos circuitos, que siendo franco me preguntaba que tan intencionados estaban.

    No había dejado morir el tema, tan solo lo aplacé un poco. Encontré sus labios luego, sentí el recorrido de su caricia y cedí a su pedido, le di acceso en cuanto comencé a besarla, coló su lengua, la recibí en lo que el calor se me deslizaba por la espalda, y en automático dejé de enlazar mis dedos, ajusté la derecha a su espalda baja y la izquierda la acomodé un poco más arriba, siguiéndole el ritmo en su invasión.

    Entorné la mirada en cuanto decidí imitarla. Me deslicé dentro, la besé con una lentitud absurda hasta sentir que me faltaba algo de aire. Me alejé apenas, repasé sus facciones y retomé el tema:

    —Lo que necesitaría para dormir no se puede hacer aquí —comenté relajando los hombros en el proceso, y aunque lo de ella fuese una broma, lo mío era medio enserio—. Supongo que Kurosawa ya lo sabe —agregué riéndome entre dientes, mi rostro aún no perdía el tenue color carmín.

    ¿Por eso le había insinuado en algún momento invitarla a mi casa? No, en realidad era hasta ridículo las buenas intenciones que tenía con ella, quería que conociera a los canes, que conociera donde vivía, lo que me gustaba de videojuegos o películas, y preparar algunas palomitas, sin embargo luego de lo que me había dicho un poco comenzaba a querer algo adicional, como su contacto, su atención.

    Ponerme un poco caprichoso.

    Acaricié su espalda en movimientos distraídos, mimosos.

    —¿Puedo pedir otro? —eché la vista al flujo de gente—, otro beso, quiero decir.
     
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    Era consciente de lo que hacía, de los cables que tensaba, las minas que plantaba y cada estupidez que decía. Lo hacía porque sabía lo que causaba y lo que quería yo conseguir, era tan sencillo como eso. Si le freía los suficientes circuitos era claro que Zoldryck era capaz de reaccionar, por más tranquilo y falto de iniciativa que pareciera en el día a día.

    Me dio acceso, básicamente me dejó hacer lo que me diera la gana y reaccionó en consecuencia, de forma que sentí la humedad de su lengua, sus manos en la espalda baja, también un poco más arriba y Dios, solo quise que me siguiera tocando. Lo sentí todo con una claridad estúpida, una lucidez casi surreal que se mezcló con los bajos de los amplificadores de este maldito agujero de Roppongi.

    Cuando se alejó tomé aire por la nariz, me prendé a sus ojos y cuando soltó la estupidez sonreí, el gesto me descubrió los dientes y también solté una risa bastante nasal. Que lo que necesitaba para dormir no se podía hacer allí decía, en parte tenía razón, pero yo qué sabía, me hizo gracia de todas maneras. ¿No me había invitado a su casa? Con todas las inocencias que implicaba me había invitado y fuera de eso para todo mal existía solución.

    Solo la muerte no podía repararse.

    —Ah, qué terrible —dije tragándome otra risa y le acaricié el cabello de la nuca—. Ojalá tuviera solución, ¿no?

    Tomé aire lentamente por la nariz cuando me acarició la espalda y pidió otro beso, la aclaración fue hasta chistosa. Seguí acariciando su nuca, despacio, me sonreí y pegué más el cuerpo a él si es que era posible. Tenía el pecho básicamente unido al suyo y no me interesaba fingir demencia alguna.

    —Puedes —respondí y me incliné para dejarle un beso en la comisura de los labios primero, después le hablé desde allí—. Aunque, ¿qué me puedes dar a cambio?

    Era mi capricho.

    Seguir picándolo.

    Pregunté la estupidez, sí, pero no fue que le diera tiempo a contestar. Regresé a su boca, ladeé la cabeza de inmediato y me ahorré ciertos protocolos, solo profundicé el beso y punto. Respiré contra él, volví a buscar su lengua y empujé el cuerpo en su dirección.
     
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    Lo cierto era que tenía solución, pero ella y yo sabíamos que no tenía la piel para tomar acción en una lugar como este, mucho menos exponerla, porque bueno, para mi no era el rato, ni la noche, era estar con ella, y ella significaba más de lo que pudiese pensar. Me reí de forma nasal, bastante suave a decir verdad al notar que Kurosawa era un poco más directa de lo que pensaba, no sabía si era su voz en particular, la manera en que decía las cosas o simplemente porque despertaba fracciones que solía mantener apagadas.

    Sentí como su cuerpo se presionó más, bajé ligeramente la mirada siendo más consciente del escote de su vestido, su piel tersa brillaba ligeramente bajo las luces en conjunto al color de la tela, noté algo de sudor perlando su cuello y regresé a sus ojos, mantuve mis manos donde las había dejado, si a mucho moviendo ligeramente los dedos como mimo sobre la chaqueta y su zona lumbar.

    Sus labios alcanzaron la comisura de los míos, suavicé mi mirar en lo que la escuchaba hablar.

    ¿qué me puedes dar a cambio?

    Seguía insinuando. No me dio tiempo de responder, ladeé la cabeza al lado contrario y en reflejo apreté con un poco de maña su piel, me sentí tentado a deslizar la mano un poco más abajo, pero me abstuve, le seguí el ritmo recibiendo su lengua y cerré los ojos. Fue un beso más largo que el anterior, que de igual forma corté porque sentía que el calor se me estaba bajando por el abdomen, la miré al retomar un poco de distancia y casi que di un paso hacia atrás, respirando algo quedo.

    —Hace algo de calor aquí —comenté risueño, busqué su mano al alejar mi tacto de su cuerpo y entrelacé mis dedos con los suyos, echando un vistazo ligero a su bebida—, ¿te sientes mareada o algo?

    Tenía la necesidad de saber si estaba bien, rozando la necedad. Me relamí los labios en algún momento, sintiendo las ganas de regresar a su boca, de que su perfume se me colara por la nariz y la tela de su prenda me hiciera cosquillas en las palmas, pero de nuevo, me abstuve.

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    Solté una risa nasal con el apunte de Akaisa; lo cierto era que no lo veía como una visita penitenciaria, pero era una opción clara de horarios, una que claramente le parecía lo más aburrido del mundo, hasta lo verbalizó. Acomodé el tobillo de la derecha sobre la rodilla izquierda y reposé la mano ahí también, en lo que miraba el reloj de mi muñeca.

    —Parece que ya empiezas a conocerme —anotó Paimon ante el apunte de Katrina. Era un chico que se movía por intereses la mayor parte del tiempo.

    Si algo o alguien no le parecía útil simplemente lo desechaba, aunque había excepciones, por algo mantenía su amistad conmigo. Vete a saber cómo lo logré sin siquiera esforzarme, pero había compaginado visiblemente con su carácter pese a que no nos movíamos por la misma línea, ni los mismos objetivos a gran escala como tal.

    —Supongo que tú igual, ¿no? —la miré de perfil—, el que seguirías un horario si tienes algo que te interesa a cambio.
     
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    Zireael

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    Quizás me hubiese tomado algo de tiempo interiorizarlo, demasiado para mi velocidad de pensamiento usual, porque no era una mente maestra pero vivía del control y eso me daba ciertas ventajas. Quizás solo había querido descartarlo, anular la posibilidad, pero por alguna razón allí en medio de los besos más descarados que debía haberle dado hasta el momento tuve un instante de lucidez casi mortal.

    Este chico quería algo de verdad, ¿no?

    Era entre halagador y problemático por tantos motivos que casi daba risa.

    Fingí demencia cuando bajó apenas la mirada en el momento en que pegué más el cuerpo a él, solté la estupidez de turno y volví a sus labios. Sentí que presionó con algo más de maña, también que pretendió bajar la mano pero se detuvo y sonreí en medio del beso, empujándome contra su boca con más ganas, si era posible siquiera. En cualquier caso, él puso un alto y al separarse prácticamente dio un paso atrás, lo que me hizo su debida cuota de gracia.

    Respiré por la nariz, contuve el impulso de bufar al sentir que despegaba las manos de mi cuerpo para buscar mi mano libre y simplemente lo recibí. Me relamí los labios con todo el descaro del mundo, ni siquiera aparté de la mirada de la suya y la pregunta me estiró una sonrisa en los labios, fue casi burlona. Recordé la existencia del trago, le di otro sorbo y negué suavemente con la cabeza.

    —Estoy bien. Solo tengo un poco de calor, sí. —Me lo pensé un segundo, pero estiré el vaso y sonreí con cierta suavidad—. ¿Me lo sostienes un momento, cielo?

    Asumí que lo haría, así que cuando tuve las manos libres me quité la chaqueta y me la até a la cintura. Sentí la cascada de carbón hacerme cosquillas en los hombros descubiertos, también en la espalda y me sacudí el cabello del cuerpo un momento con ambas manos, aunque volvió a caer con pesadez exactamente en los mismos lugares. Ya con eso solucionado busqué que me regresara el trago y volví a mirarlo, entretenida.

    —¿Y bien? ¿Asumo que ahora es cuando la decencia nos exige volver con los demás? —pregunté como si nada, pero la sonrisa se me ensanchó—. ¿Ni un beso más para ayudarme a sobrevivir la noche? Necesito algo en qué pensar al volver a casa, la verdad.

    Solo le arrojé la bomba, pobre criatura.

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    No tenía nada contra los horarios en otros espacios de mi vida, de hecho los necesitaba como cualquier diablo, pero mira que ponerle horario a la supuesta relación poliamorosa sonaba aburridísimo. En sí porque encerraba todo en ciertos espacios, aunque eso podía decirse de cualquier relación en general que tuviera un mínimo de reconocimiento formal, algo de lo que ya era obvio que no era amiga.

    Paimon soltó que comenzaba a conocerlo, a mí se me escapó una risa y cuando Suiren hizo el apunte de que yo parecía pecar de lo mismo que su amigo sonreí para mí misma. Me encogí de hombros con cierto desinterés y lo miré de costado, sin dejar de prestarle atención al moreno para que no se nos muriera por mal tercio dos veces en una noche.

    —Nos conocimos así después de todo —respondí tragándome otra risa—. Maze me llamó sabiendo que ninguno saldría limpio. Fui con ustedes, me adapté a sus tiempos y les ayudé, así que los tres me deben algo que solo yo sé cuándo cobraré y cómo. Así que sí, supongo que me parezco a Paimon en cierta medida.

    Estaba por decir algo más cuando la chica del mechón albino, Minami, reapareció y esta vez se sentó junto a Paimon. Traía consigo una botella de cerveza de la misma marca de las que habían en la cubeta y suspiró con cierta pesadez al descansar la espalda en el sillón..

    —Minami —apañé con cierta cuota de interés.

    —Amigos de Kuro-chan —replicó ella y sonrió—. Los vi muy solitos de repente, supongo que no les molesta que haya regresado.
     
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    Insane

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    Había sido consciente del cómo se relamió los labios, si a mucho desvié la mirada a un punto no fijo como para que no se me derritiera otra neurona, me preguntó si le ayudaba sosteniendo el trago a lo que acepté, quedando con el vaso suspendido en lo que regresaba mi visión a ella y el cómo su cabello se desprendía de su espalda por el movimiento, regresando a su posición segundos después como serpientes negras en su perlada piel, quitándose la chaqueta y dejando sus hombros totalmente desnudos, exceptuando por el hilo delgado que se permeaba cerca a su clavícula.

    Ella era sensata, ¿no?

    O yo era demasiado obvio.


    —Es eso correcto —alcé la voz por la música en lo que retornaba su cóctel a su propietaria, pestañeé con cierta lentitud ante lo que dijo después, busqué su mano de nuevo porque era en parte la comodidad que sentía con ella, me incliné hasta alcanzarla y la besé de vuelta.

    A diferencia de los anteriores tomé la iniciativa, colándome primero en su boca en lo que ajustaba mis dedos entre los de ella, separándome apenas para murmurarle que yo con esto ya tenía bastante para pensar en casa, aunque el rostro probablemente lo tenía colorado me enderecé de regreso, no tenía el valor para verla a la cara aún por lo que me entretuve buscando la mesa hasta ubicarla.

    Procuré que ella fuese un poco más atrás al liderar el paso, para que ningún ebrio fuese a empujarla o cualquier cosa.

    [​IMG]

    —¿Fue ella la que te ayudó con el proyecto?

    Craig me miró de regreso, asintiendo. En su momento, cuando hablamos por teléfono hace no sé cuántas semanas me había comentado que tenía problemas con un proyecto, algo que me pareció una tontería, pero como que su grupo no había sido el más brillante y que tenían una chica apoyándolos con eso. Que recién la había conocido y toda la vuelta, que no se veía de un buen carácter como tal pero que sabría llevarla.

    —Maze es el chico de cabello rojo de la clase, bueno, hay dos. En este caso es el que no tiene cara de niño —me hice un mapeo medio mental, con lo de no prestar mucha atención a mi alrededor apenas y sabía de la existencia de Rockefeller ahí, pero no me tomó mucho medio ubicarlo.

    Era el chico que siempre parecía relajado, suponía.

    —Mis condolencias —comenté hacia Akaisa con algo de sarcasmo—, debió ser hastiante explicar algo varias veces a un grupo de ineptos.

    Craig movió mi pierna por debajo de la mesa con la suya, iba a reirme con algo de soberbia pero la chica de antes apareció entre la multitud, se sentó a mi lado y me encogí de hombros ante su apunte, alcanzando la copa de nuevo para llenarla y tomar de ésta, en lo que el albino le hacía conversa a la recién llegada,

    —El grupo disminuyó considerablemente, pero supongo que no tardarán en regresar.

    Recosté mi espalda en el sillón de regreso. De cierta forma, el gemelo y Shiori se estaban tomando su tiempo, y aquello no era más que una señalización de lo obvio, así que también suponía que no demorarían en retornar, a menos que decidieran irse a otro tipo de lugar, pero dudaba que Kasun fuese de ese tipo, y con los ojos que miraba a la princesita lo confirmaba.
     
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    Apelar a mi sensatez era, por demás, una tontería para dejarlo corto. A pesar del control que ejercía, firme y sensible a la mínima anomalía, lo cierto era que me metía en lugares y situaciones que rozaban lo peligroso, al menos era hacía desde que me había enredado con Altan y lo peor era que el pobre desgraciado, manchado de gris, azul y negro, no tenía la culpa en lo absoluto. Solo lo había usado como catalizador y había cortado el hilo que nos unía cuando su propia versión del control amenazó con absorberme.

    No estaba dispuesta a ceder entonces, luego rompí mi juramento conmigo misma y aquí estaba otra vez. No cedía por Zoldryck, mucho menos lo haría por Paimon y estaba tirando hilos uno sobre el otro, estirando una red inmensa a la que podría prenderle fuego apenas me sintiera incómoda. En el segundo en que algo cambiara de dirección reduciría todo a cenizas y me iría por dónde había venido, ¿pero qué era Zoldryck si no la anomalía?

    Lo serio de sus aproximaciones eran la segunda alarma, la primera había sido cuando le conté lo de Kaoru.

    De la manera que fuese, me dio razón con lo de volver a la mesa y contuve el impulso de bufar, comenzaba a pensar que el resto de idiotas estaban allí de legítimos sujetavelas, pero pues ese era el problema de salir con otra gente. A pesar de eso me cedió el capricho de otro beso, el pedido lo hizo tomar la iniciativa para variar y suspiré contra su boca cuando lo sentí colarse.

    Al separarse me soltó la tontería de que con eso ya él tenía bastante para pensar en casa y reí para mí misma, porque de por sí la música debía haber consumido el sonido. Lo dejé enderezarse con su eterno bochorno y le seguí los pasos cuando se dispuso a ubicar la mesa donde habían quedado los demás.

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    Asentí con la cabeza cuando Paimon buscó corroborar que era yo la que le había ayudado a Suiren con el proyecto y como se me había acabado la cerveza dejé la botella vacía en la mesa, estirándome para pescar otra de la cubeta. Le di un trago pequeño, apenas para humedecer la garganta, y escuché al albino explicarle quién era Maze. Solo ahora recordé que estos compartían clase con él, pero también con Cayden y de ahí venía la aclaración de "el pelirrojo que no tiene cara de niño".

    No me extrañó la explicación en sí, era obvio que Paimon no le prestaba atención a los demás si no servía a un propósito, incluso si compartía clase con ellos todos los días. Igual la estupidez me hizo la debida cuota de gracia, le di vueltas a la botella en la mano y una sonrisa divertida se me estiró en el rostro.

    —El cara de bebé vende hierba, por si a alguno le interesa el dato. Bastante buena, dicho sea de paso. —Cayden igual debía agradecerme la publicidad o algo, de verdad—. No te voy a mentir, concluí que son lerdos para las artes a secas, pero pues yo cobro igual, aprobaran o no.

    Lo otro había sido la respuesta a lo de las condolencias, apenas un instante antes de que Minami reapareciera para sentarse ahora sí. Obviamente el que le contestó fue Suiren y a la chica se le estiró una sonrisa bastante sedosa en el rostro. Había algo en ella, distante, que me recordaba a la misma Shiori, pero no le di la suficiente importancia y solo lo dejé ser.

    —La vi cuando fue a reunirse con el otro muchacho, sí —apañó con tranquilidad y bebió de su propia cerveza—. ¿Y bien? ¿Qué tal los trata el Maharaja hasta ahora?
     
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    Akaisa mencionó que Cayden vendía hierba, digamos que a grandes rasgos a ninguno de los dos nos interesaba mucho los vicios, pero si era probable que en algún momento de aburrimiento estando los dos solos por ocio podríamos llegar a probarla, pero quedaría hasta ahí, y eso, si se daba la oportunidad. En sí Paimon no era como tal impredecible, sino más bien, desinteresado, y por mi parte... tampoco tenía muchos intereses en tirarme la vida.

    —Lo anotaré —comenté por no dejarla colgada que por cualquier otra cosa.

    Un risa ronca de nada le vibró en el pecho a Orn, me miró con algo similar a la lástima.

    —Estar en deuda es algo que definitivamente me saltaría —murmuró plano en mención a los otros dos y mi persona. Supuse que él no se imaginaba debiéndole algo a Akaisa ni a nadie en realidad, y era comprensible.

    Paimon no era más que un animal de orgullo, un poco soberbio y sin intereses más que escalar en la propia vida, como si su valor dependiera de su propia autoexigencia o reconocimiento, por lo que imaginarlo pidiendo ayuda, ayudando o algo similar no encajaba en la ecuación, pero me daba la sensación de que había un chispazo de flexibilidad si era alguien adecuado, extraño sí, pero si una chica nueva lo había hecho bailar en medio del pasillo un ritmo que no danzaría ni muerto, ya había bastante para tejer de ahí.

    Pero claro, no sería algo que le diría.

    Por otra parte, tenía en desconocimiento si Akaisa cobraría en algún momento, y segundo, tampoco el qué podría pedir a cambio, suponía que ya el tiempo lo diría. Detallé a Minami antes de que se sentara, destacaba entre la multitud, además, de que aunque desconocía su edad suponía que era minimamente un año mayor a nosotros, o dos quizá. Vete a saber si nos miraba como una bola de mocosos para variar. La sedosidad de su sonrisa no me pasó desapercibida, pestañeé con cierta lentitud quedándome un poco fijo en su expresión en lo que recibía su respuesta.

    —Está bastante bien —antes la chica había mencionado que tenía una relación estrecha con el lugar, lo cual no sabría precisar si lo recurría, laboraba, o sus padres eran sus dueños o ella misma—. ¿Y tú también la estás pansando bien o estás trabajando?

    Luego de eso noté a Kasun con Kurosawa tras él, llegando a la mesa.
     
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    Entre las posibilidades de la noche no estaba encontrar aquí a Kurosawa, porque aunque sus juntas eran lo que se dice cuestionables, nunca la había visto afuera de noche más allá de la vez que Arata y Cayden la vieron con el hijo del Emperador, con el niño Sonnen. Fue una cuestión aislada, al menos eso quise pensar, y aún así el Hibiya de noche nada tenía en común con las discos de Roppongi. Podía pecar de prejuiciosa, pero este no parecía ser su sitio y ya no lo decía por sus pintas de princesa, quería decir que parecía más cómoda con las calles de las puertas hacia afuera que dentro de estas paredes.

    Era idéntica a Kaoru después de todo.

    Al llegar a la mesa recibí un poco de la conversación que mantenían, me pareció escuchar lo de cara de bebé y acabé por asociar una cosa a la otra, supuse que tenía que hablar de Cay o de Ko, y lo dejé estar. No era tan metiche tampoco, no cuando el asunto no lo ameritaba en realidad, y viendo que la mención venía de esta chica a la que reconocí como la hija de los Akaisa, con la que Kao a veces se juntaba, tampoco me pareció nada peligroso.

    Ella rio con lo que le contestó el moreno, pero no añadió nada más y yo me acoplé al grupito medio porque me vino en gana, medio porque me dio curiosidad haberme comido el numerito entre Shiori y el muchacho moreno antes de que se fuese con el castaño. No era yo quién para juzgar a la criatura, si había aceptado del beso de Hikari solo porque me había cansado de esperar a Takano, pero esos eran detalles.

    Por lo general, por la memoria del Triángulo, Shiori no se enredaba con gente aburrida. No ubicaba a ninguna de estas caritas en el mundo de sombras, lo que era un alivio, pero eso no quitaba que hubiese algo gestándose. Esta niña, lo dijera o no, estaba absolutamente perdida y lo había entendido mejor con lo que me contó Masaki; puede que no acudiera a mí ni a nadie por auxilio, pero parte de mi deber era vigilarla, al menos lo era ahora.

    Fuera de eso el que me contestó la pregunta fue el albino, de nuevo, y sentí la mirada de la chica Akaisa encima cuando él hizo la pregunta. No cambié mis expresiones ni nada, simplemente crucé las piernas bajo la mesa y le di vueltas a la botella de cerveza sujetándola por el cuello, casi con aire distraído.

    —Un poco de ambas, cariño —respondí sin demasiada complicación y aunque noté al castaño regresando con Shiori me enfoqué en los tres que tenía conmigo—. No me dijeron sus nombres antes, sería muy feo que luego se fueran sin saber cómo se llaman.

    —Akaisa —apañó la susodicha, repasándome con la vista, y percibí que Kurosawa instaba al chico a tomar asiento primero.

    —Perdón por la espera. —Se disculpó alzando la voz encima de la música, asomando el rostro para mirarnos a todos—. ¿Y si jugamos algo más? Pero no me pida que yo lo sugiera, no tengo material de dónde elegir.

    —En mis tiempos el Yo nunca era popular —comenté sin intención particular, solo por arrojarles una idea.
     
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    Entre lo que hablaban saqué el móvil, me distraje un poco en WhatsApp respondiendo unos mensajes que había dejado abandonados de mi hermana, no era nada más que un par de preguntas y algunas quejas sobre unas materias en particular. Volví a guardarlo en el bolsillo en lo que la mujer hacía hincapié en que no nos habíamos presentado.

    La miré de perfil.

    —Orn Paimon.

    Suiren le sonrió afable.

    —Suiren Craig.

    Regresé la vista al frente, más bien detallando de manera superficial la gente que bailaba en la pista más cercana a espaldas de Suiren. Escuché también a Shiori hablar aunque no me inmuté en lo más mínimo, por el rabillo del ojo me percaté de que Kasun se sentó al lado de Minami dejando espacio libre para que Shiori tomara asiento al lado de Katrina.

    —No creo que tus tiempos sean muy lejanos a los nuestros —murmuré entre el ambiente.

    —Me parece bien —alzó la voz el albino, y pues si era para matar tiempo y beber un poco más tampoco le veía el problema.

    De nuevo, no creía que Shiori fuera tan tonta como para lanzarse a primera fila con algún yo nunca nunca que fuese medio trampa, aunque ignorante era yo al no saber que ella había visto el beso de la barra. Como fuese, Craig tomó la iniciativa de la ronda, empezando:

    —Algo ligero para iniciar. Yo nunca he fantaseado con alguien de esta mesa.

    Cuando Craig quería molestar, lo hacía con una facilidad ridícula, que comenzaba a pensar que la junta con Akaisa lo hacía sentir en confianza para eso. Vaya amistades en mi ausencia.

    Repasé el par de zafiros que traía éste por ojos, me tenté a tomar para hacer esto interesante desde el inicio pero deserté, notando que el gemelo bebía lógicamente, me pregunté si el chico tenía el tinte de mentir en algún momento solo porque sí y esperé a que bebiera el que debía hacerlo. A fin de cuentas ya seguía Katrina por preguntar.
     
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    Las presentaciones de turno, almacené la información y a falta de algo que resonara en mis recuerdos, algo asociado a las calles como tal, solo supuse que la única realmente sucia en el espacio era yo, quizás Shiori un poco por aproximación, pero nada más. No era importante como tal, no tanto quería decir, así que solo zambullí los nombres en la primera gaveta de la memoria.

    Fue Paimon el que dijo que no creía que mis tiempos fueran tan distantes a los suyos, pero lo eran por motivos que no estaban asociados al paso del tiempo como tal. Al mayor de ellos, que supuse era Akaisa porque tenía los dieciocho cumplidos, le sacaba tres años teniendo en cuenta que agosto estaba ya a la vuelta de la esquina, cuando haría los veintiuno. La diferencia yacía en mi contacto con el hermano mayor de Shiori y lo que había implicado, quizás me había deshecho de mi adolescencia demasiado rápido.

    Me habían obligado, más bien. Tenía dos muertos en la colección antes de los diecinueve.

    En agosto también se hacían cuatro años de lo de Kao.

    Como fuese, accedieron al Yo Nunca y empezó el albino, Craig, arrojando la primera piedra en el estanque para ver qué pasaba. La frase no me involucró en lo más mínimo, así que esperé las reacciones predecibles, asumiendo de inmediato que el dichoso Paimon no iba a beber. El muchachito castaño con el que Shiori había llegado, el que tenía más pintas de novio, obviamente bebió y miré a Kurosawa. Nadie le había explicado a la criatura en qué consistía el juego, pero lo pilló en el aire.

    La niña se estaba llevando el vaso a los labios, dio un trago pequeño y supuse que era su forma discreta de decir dos cosas a la vez. Para unos solo respondía la obviedad de que estaba liada con el castaño, para el otro y para mí respondía la siguiente obviedad: que estaba liada con ambos. Sonreí, divertida, y noté que Akaisa sonreí para sí aunque dudaba que fuese por los mismos motivos.

    Se tomó unos segundos para pensar qué decir, cuando se le ocurrió algo sonrió ampliamente y adelantó apenas el cuerpo hacia la mesa. Esta chica, incluso yo le sacaba diez centímetros completos, mínimo, pero había en ella un aura de peligro bastante importante. Estaba en el cabello negro, de tinte de caja, los ojos de gato dispares, la ropa oscura y sus ojos delineados con fuerza.

    Tenía el cuerpo lleno de ira, ¿cierto? Se le notaba.

    —Yo nunca he roto alguna de las reglas de la academia.

    Dejó un espacio de tiempo a la cosa, Shiori bebió primero, ella después y esperaron por si los muchachos tenían algo que confesar. Al final en ese se basada el Yo Nunca, en confesar mierdas de lo más ambiguas.


    Por amor al desastre voy a llevar un conteo de las veces que beben los niños :satan: editaré según lo que decidan los tuyos, obvi

    1. Yo nunca he fantaseado con alguien de esta mesa.
    Zold: 1
    Shiori: 1

    2. Yo nunca he roto alguna de las reglas de la academia.
    Zold: 1
    Shiori: 2
    Katrina: 1
     
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  20.  
    Insane

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    Bebieron los que se sabía de antemano que lo harían, así que nada nuevo para nosotros en nuestra inmensa ignorancia con respecto al inicio del juego. Aguardé con calma en lo que Akaisa parecía pensar que decir, a la final mencionó algo para ella misma beber, y aunque no lo demostré no me esperé que Kurosawa también lo hiciera, porque también tenía una imagen de ella un poco dulce. Deslicé las pupilas a Kasun, este apenas sonrió con la jovialidad acostumbrada, y Paimon tampoco bebió.

    Realmente no conocía el reglamento de la escuela, es decir, no había leído a fondo su manual como tal, así que no sabría con qué regla asociar el rompimiento que el dúo cometió, aún así, suponía que de los tres Zoldryck y Paimon tenían más probabilidad de caer en ello, el primero por cubrir a su hermano, el segundo, por si necesitaba algo de ello, pero por ahora no era el caso.

    Creí que Kurosawa continuaría la ronda, pero en su lugar Orn tomó la palabra que imaginé y fue por verla demorada, volcando el desorden como si nada, por lo que ya no sabría si continuaría luego Minami, que bueno, tenía la intención de involucrarla un poco porque eso de solo referirnos a la escuela no creo que fuese entretenido para ella, aún así dudaba que alguno le fuese a entretener lo suficiente, imaginaba que estaba aquí por compartir o conocer algunos amigos de Shiori que cualquier otra cosa.

    —Yo nunca he robado algo.

    Me reí, cosa de nada porque justo era algo que había mencionado en mi casa con lo del hospital luego de que Katrina nos explicara química y terminaramos jugando como pausa activa, por lo que me tomé un trago, lo bajé despacio. Zoldryck no bebió y Paimon tampoco lo hizo. Descendí mis pupilas a las de Yuzuki, quizá sugeriendole que continuará para en su defecto, volcar el orden y conseguir de nuevo un orden específico.
     
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