Minato MAHARAJA [Disco]

Así como tantas otras discos y clubes nocturnos, está ubicado en Roppongi, zona reconocida por su actividad nocturna. Abierto por primera vez en los 80's y reabierto en el 2010, bajo una nueva administración vinculada al grupo organizado de nigerianos del área MAHARAJA ofrece una gran variedad de música y amplias formas de entretenimiento pensadas para su variada clientela.

Barrio de Tokio: Minato

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Contenido oculto: NPCs

Edad: 20 años
Utilidad en MAHARAJA: está asociada como inversionista del establecimiento, así como de otras discos de Roppongi, aunque solo en MAHARAJA se deja ver con frecuencia. Es la líder autoproclamada de Minato, aunque ejerce este control bajo otro nombre.

 

A no sé qué horas de la madrugada, cuando llegué a casa el viernes por la noche, noté un mensaje de voz de Rowan en el buzón y lo escuché solo para darme cuenta que era la estupidez más grande de la historia. Fruncí el ceño, bufé y lo borré sin más, pues porque el idiota para fastidiar sí marcaba pero para decir que se transferiría a mi escuela no había hecho ni señales de humo. Era un estúpido, como todos los demás.

El sábado por la tarde lo había pasado normal, hice los deberes, jugué con Nova que ya empezaba a ganar cuerpo y fui a comprar algunas cosas. Para cuando volví a casa con uno de los chóferes de la familia usé el resto de mis horas en retocarme el tinte del pelo, negándome a dejar que la raíz rubia saliera o que el negro perdiera profundidad y el rojo se tornara anaranjado.

Cuando comencé a prepararme para salir, le marqué a Kurosawa que me atendió de puro milagro y puse el altavoz mientras daba vueltas por el clóset de casa, escarbando por algo que me convenciera. Ni idea de qué hacía quedando con esta gente, pero por el chismecito y la venganza uno hacía cosas de lo más raras, eso no iba a negarlo.

—¿Qué quieres? —preguntó, brusca.

—Paso por ti. ¿Tienes que ponerte o te presto ropa como cuando lo de la azotea? Creo que tengo otras cosas aquí que me quedaron grandes de un pedido.

—Encontré algo. ¿Cuándo pasas?

—En una hora, más o menos.

Podría haberla molestado un poco, pero se notaba que la criatura seguía fastidiada ella sola y me tragué la gracia, colgando la llamada sin más. Terminé de arreglarme, dejé a Nova tirándose el quinto sueño en mi habitación y salí de casa, recorrí los jardines y ya en el portón principal pedí el Uber con parada en lo de Kurosawa, luego directo al Maharaja.

Cuando Shiori subió al coche en el asiento trasero sentí que el conductor la miró con cara de que sabía que no tenía edad para andar fuera a esa hora con dirección a Roppongi, pero guardó silencio y continuó el viaje sin más. Le pagaba por llevarme a mi destino, no por juzgar mis decisiones de vida. Shiori cumplía los diecisiete el próximo mes, la cosa sí era un poco drástica, pero conocía a la gente del Maharaja. Quien fuese quien los financiaba sabía manejar el asunto y nadie se atrevía a señalar las normas rotas.

Al bajar del coche nos formamos en la fila, le endulcé la oreja a algunos idiotas para que nos cedieran los lugares y cuando nos tocó entrar el gorila de la entrada miró a Shiori largo y tendido. Estuvo a un pelo de echarla, pero una muchacha apareció de la nada, llevaba el cabello negro, larguísimo, atado en una coleta y su flequillo era recorrido por un mechón blanco que resaltaba el violeta de sus ojos, pálido.

—Déjala pasar. Es amiga de la casa —dijo con firmeza a pesar de lo sedoso de su tono.

El tipo no la contradijo, dejó pasar a Kurosawa y la desconocida la saludó como si fuese amiga de toda la vida antes desaparecer entre la gente. Su mechón albino palpitó bajo las luces de neón, recordó a un relámpago, y la seguí con la mirada hasta que la perdí de vista. El ruido ni de coña me dejaría hacer una llamada, así que saqué el teléfono y le escribí un mensaje a Craig.

Acabamos de llegar
Vamos a quedarnos por los baños, es lo más fácil

Shiori hizo más o menos lo mismo, sacó el móvil y cuando husmeé lo que estaba tecleando noté que era un mensaje para Kasun, al que había dejado en visto desde ayer. No pude leer los demás, pero bastó con el que estaba escribiendo.

Ya estoy aquí con Katrina

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ahora mismo funciono con 4 horas de sueño, azúcar y 100% fe

Shio, Kat y Yuzu

 

La aparición de Minami me descolocó, la chica salió de nada y me dio pase libre, así nada más. Recordé la tarde del caos en su incontable versión, pero no fui capaz de unir las piezas para explicar por qué tenía esa clase de poder. De hecho no lo hice hasta que me sonrió antes de perderse entre el gentío, como si fuera parte del paisaje, y entendí que había hecho lo mismo que mi hermano.

Dominar un barrio en las sombras.

Se daba esos aires de reina porque se los había ganado con uñas y dientes.​

Me sentía como un pez fuera del agua en este ambiente, eso no iba a negarlo, porque la vez de la azotea no había ni podido terminarme una cerveza antes de que todo tomara un giro completamente distinto. Por demás, todavía seguía enrabiada, ¿no? Claro que sí. Cualquier ser decente habría cancelado la quedada, pero yo era terca y desde la gracia de Hiroki me había vuelto mucho menos paciente en ciertos contextos.

Si estaba aquí iba a bajarme los humos como me diera la gana.

Le envié el mensaje a Zoldryck, guardé el móvil en el bolsillo interno de la chaqueta y me crucé de brazos observando a Katrina. Cuando le contestaron el mensaje la vi bufar para sí y me mostró el teléfono para que leyera los mensajes.

—Eso tiene Paimon escrito en todas partes —admití y me puse de puntillas para poder husmear mejor entre la gente, por suerte Craig resaltaba como un maldito árbol de Navidad cargado de luces—. Craig es más accesible.

—Woah, that's heavy stuff. ¿Qué coño te traes con Paimon de todas formas? —preguntó mientras tomaba la delantera y me sujetó la muñeca para arrastrarme sin dejarme perdida.

—Nada. Estoy demasiado ocupada dándole vueltas a la amiguita de Zoldryck —escupí pues porque no había caso en negarlo.

—Como todos los hombres, va a sacar la carta de "es como mi hermana", "no siento nada por ella" y todas las que puedas imaginar —advirtió sin detener su avance—. A ti no te tiene que importar una mierda lo que diga él, te tiene que importar que es incapaz de rechazar abiertamente a alguien que es claro en su interés por él y no pone límites físicos. Los amables son un dolor en el culo, Kurobaka, debiste quedarte con el alemán en vez de ponerte tan estúpida.

—Ni me lo menciones que lo tengo igual o más atorado que a la rubia.

Ella soltó una risa y no dijo nada más porque tampoco parecía propio de ella, de hecho supuse que estaba soltándome todas esas cosas porque quería joder a la vez que quería volverme más inteligente. Katrina era un desastre, lo había sido desde que se cortó el cabello de princesa y se rodeó de humo, pero a pesar de su naturaleza y desinterés, si había algo que le importaba más que ciertas cosas era la sororidad.

Quería mujeres inteligentes.

Incluso si tenía una guerra a muerte con una.​

Cuando llegamos a la barra con los muchachos me arrastró frente a ella, prácticamente colocándome entre ambos chicos y ella se acercó a Suiren sin siquiera pedir permiso antes. Hablando de traerse cosas, tampoco tenía muy claro que tenía con Craig porque parecían tirarse los perros y luego parecían completamente indiferentes el uno al otro.

—Hay más de una barra en estos sitios, cariño, tienes suerte de ser un maldito faro. Las luces de neón rebotan que da gusto cuando chocan contigo —le dijo alzando la voz lo bastante para poder hacerse oír.

No dije nada, saludé a ambos con una sonrisa y ni siquiera traté diferente a Paimon. Si había comenzado a hacer el imbécil era porque me creía capaz de mostrar la cuota de indiferencia necesaria para sobrevivir a tener a los dos objetivos en el mismo espacio físico, pero ya veríamos qué pasaba si Kasun aparecía como había dicho que haría.

 

El saludo de Paimon fue igual de normal que el mío y me quedé allí donde me había plantado Katrina a falta de una mejor opción. En consecuencia escuché el intercambio con Craig y ella soltó una risa por la tontería del albinismo, antes de ponerse a recorrer el espacio con la vista ante la pregunta. Antes de contestarle nada se inclinó sobre la barra para pedirle una cerveza al bartender y el tipo se la alcanzó.

—Qué va, quedemos aquí —dijo después de darle un trago—. No creo que a Kasun se le pierda su querida Shiori ni en este tumulto.

Bromas de mierda a parte, lo cierto es que no tardó en aparecer justo como había dicho Craig. Sentí un cuerpo a mi espalda y no reaccioné porque nadie más lo hizo, así que cuando me habló al oído no me asusté ni nada. Simplemente giré para poder mirarlo, la cascada de carbón siguió el movimiento y alcé la vista, parpadeé y le dediqué una sonrisa de las de siempre, como si nada.

Como ni no hubiese comido el numerito del patio.

—No, acabábamos de llegar —dije alzando la voz y estiré la mano para acariciarle la mejilla.

Katrina se quedó mirando el numerito, pues porque así era, y sonrió para sí al notar el tremendo teatro que estaba montando. Que me estuvieran corriendo no sé cuántos diablos distintos no significaba que fuese a reventar apenas verlo, para nada. Había que darle tiempo al tiempo, más o menos.

—Bueno, como pueden notar, Roppongi está atestado de discos —acotó Katrina después—. Parece que todas están en manos de la misma gente, más o menos.

 

¿Le creía a Shiori alguna de las cosas que decía? En absoluto, tampoco decía que fuese una mentirosa compulsiva ni nada parecido, pero era manipuladora y luego de la cantidad de guardianes que había perdido en cuatro años, uno detrás del otro, si había algo que sabía hacer era sobrevivir. Que lo hiciera a costa de sí misma era un tema muy distinto, pero lo lograba y eso era innegable.

En mi defensa, la pregunta por Paimon había sido casi protocolaria pero nadie podía culparme, Shiori había demostrado cierto interés en un molde particular de imbécil. Este se ajustaba a ese perfil y a la vez no, era significativamente más indiferente que Usui, pero eso solo lo emparentaba de forma ridícula a Sonnen. En esa indiferencia había resistencia y la niña tenía afán por dominar bestias de todas formas. Kasun era el error. Era amable, no ponía resistencia y cedía a ella rápidamente, pero no por eso dejaba de ser un hombre.

Todos pecaban de lo mismo.

De ser unos imbéciles.​

Cuando el susodicho apareció le habló a ella al oído, que se giró, le respondió y giró el cuerpo para poder acariciarle el rostro, al idiota sonrió con suavidad y yo seguí revolcándome en las piezas de información que poseía. Podíamos ser todos un mal tercio de puta madre, pero esta película yo no me la perdía por nada del mundo, no.

Kasun le tomó la mano, ella lo dejó ser y me pareció que entrelazaba los dedos con los de él antes de volver la atención al resto de la clase. El comentario de Paimon sobre las discos pecó de obvio, pero asentí con la cabeza y le di otro trago a la cerveza, pues porque la noche apenas empezaba.

Suiren preguntó si iban a pedir algo, Zoldryck pidió una cerveza y Shiori se quedó pensando cuando le preguntó directamente. Le ofrecieron la opción de algo sin alcohol, pero la criatura se veía que no había venido hasta aquí, escapada de casa, para bajarse algo sin alcohol por las risas nada más.

—No me gustó el sabor de la cerveza del otro día —confesó.

Chasqueé la lengua, porque la criatura de repente se estaba haciendo la digna, y volví a estirarme sobre la barra para pedirle al tipo de la barra un cóctel de los que sabían menos a licor de los que se me ocurrieron. En lo que mezclaban el trago, regresé la atención al grupito y atendí a la pregunta de Paimon.

—Que dejan entrar a un montón de mocosos —respondí y se me escapó una risa—. Igual el ambiente no es malo. Quien sea que invierta en este agujero creo que lo ha hecho más a conciencia que en las otras, al menos en lo que tiene que ver con el sonido, tienen claridad, bajos potenciados y un juego de luces que parece viaje en ácido. El licor peca de corriente, pero me parece que esa es una decisión inteligente en una discoteca. No estamos en un club privado de todas formas, para tragos finos iríamos a otro sitio. La música más de lo mismo.

El bartender me llamó la atención, así que estiré la mano para recibir el vaso que me extendió y se lo alcancé a Shiori. Lo tomó, observándolo, y le dio un trago modesto y reaccionó alzando un poco las cejas.

—Peach Oolong, sabe a té helado más que todo, tiene licor de durazno. Facilito de beber, pero tampoco te emociones.

 

Lo que me pidió Katrina genuinamentr sabía a té helado, era dulce pero liviano y se dejaba pasar mucho mejor que una cerveza, así que se agradecía. No significaba que fuese a ponerme a beber como descosida tampoco, lo que menos se me apetecía era terminar doblada en un baño regresando la cena, así que después del primer trago me mentalicé a beber despacio.

Entre la tontería Craig recordó que Katrina era mala copa, ella no reaccionó ni siquiera cuando Paimon se subió al bote y le dio un trago a la cerveza casi con aburrimiento. Los miró a ambos, indiferente, y me pareció que soltaba el aire por la nariz. No atendió a ninguna provocación como tal, en su lugae arrojó una advertencia para que luego nadie le dijera que no había avisado.

—Yeah, sure. Como si beber solo cerveza me librara de la mala copa —respondió como si los dos fuesen un par de idiotas—. Alcohol es alcohol.

En cualquier caso, la pregunta de Zoldryck me distrajo de los intercambios y volví a mirarlo. No había hecho nada diferente, había terminado los deberes, me había revolcado en mis celos que venían de no sé cuántas direcciones diferentes y poco más. Mi vida se basaba en hacer siempre lo mismo.

—Deberes —respondí sin más.

Podría haberme quedado quieta, pero entre el fastidio, mi aburrimiento y el simple hecho de que me gustaba molestar deshice el agarre que había mantenido en su mano para posar el tacto en su costado. Me afiancé allí por la gracia, la excusa fue estirarme para poder hablarle sin gritonear tanto y acerqué el cuerpo al suyo.

—¿Y tú? —le regresé la pregunta, vete a saber si esperaba una respuesta que me diera más motivos para seguir haciendo puras mierdas o no. Igual antes de que me contestara alcé la mano con el vaso en su dirección—. ¿Quieres probar?

Cualquiera diría que no le estaba prestando atención al resto, pero escuche a Katrina hablarle a los otros dos. Dudé que lo hiciera con una intención particular.

—No vi a ninguno de los dos en el patio el viernes —señaló y tenía razón en eso—. ¿Demasiado dignos para asistir a un evento escolar, caballeros?

 

Asumí que la acotación de Katrina, su advertencia o lo que fuese iba más por el lado de que no estaba aquí para tomarse dos cervezas y ya estaba. Un poco por la línea de que si había venido hasta aquí era para hacer las cosas bien, pero yo qué sabía, lo cierto era que nunca había salido con ella o con nadie en este plan así que un poco estaba haciendo suposiciones en el aire.

En cualquier caso, eso sería nuestro problema del futuro.

Atendí a la respuesta de Zoldryck, en apariencia se la había pasado con su hermano y ya, nada fuera de lo normal. También aceptó a probar el cóctel, le dio un trago y concordó que sabía a té helado, su siguiente pregunta me hizo reír por lo bajo aunque la música seguramente ahogó el gesto. Antes de contestarle bebí un poco más, asentí con la cabeza y le regresé algo de espacio.

—La cerveza es como amarga. No sé, sabe raro.

De nuevo presté atención a la conversación de los demás, al parecer Suiren había faltado y a Paimon le habían encargado el tour de alguien con un apellido extranjero que sonaba a genuino trabalenguas. La pregunta de Zoldryck me alertó, claro, pero no reaccioné ni nada, como mucho distraje la mano dedicándole una caricia liviana en el costado y seguí escuchando.

Todo el receso con ella.

Le ofreció el asiento de Craig.​

Para tener tanta cara de culo parecía haberse portado diferente, ¿no? Con otra rubita, para variar. Me daba lo mismo si era sincera, el punto de toda la cosa, de la suerte de acuerdo con Paimon, era que esas mierdas no importaban, pero era cierto que me daba curiosidad la dichosa rubia en cuestión. Cualquier día podía subir a la 3-2 con la excusa de hablar con Cayden, tal vez, para husmear un poco. Mera investigación.

—Oh my, ¿le ofreció el asiento de Craig solo por ser agradable? No se lo cree ni Dios, tiene que haberle puesto esfuerzo.—Quiso molestar Katrina—. Rockefeller es un apellido grande igual, demasiado quizás. ¿Tiene cara de bañarse en billetes o algo?

No dije nada, regresé la atención a Kasun cuando volvió a hablar y sonreí para mí misma, el gesto fue algo sedoso, para qué mentir. Insistí con la caricia en su costado, porque me daba la gana en resumidas cuentas y volví a estirarme para consumir el espacio que le había regresado antes.

—¿De verdad? ¿Y eso por qué será~? —pregunté por la tontería.

 

Paimon tenía todas las pintas elitistas de una parte de la población del Sakura, una de la que salía yo, Sonnen, Dunn y algunos otros en mayor o menos medida. Algunos eran más accesibles que otros, pero este moreno no parecía ser de ellos, participaba poco en las conversaciones y se portaba indiferente tres cuartos del tiempo, si la chica había logrado algo diferente a nosotros era por una razón.

Había entrado por la puerta grande.

Igual me interesaba más el hecho de que la chica tuviese un apellido así de bultoso, era como llevar una carga en la espalda aunque aquí del otro lado del mar quizás no importara tanto. Además, no creía que fuésemos a sacarle información de verdad a Paimon, incluso antes de que Suiren lo dijera eso era algo que ya tenía claro. Era hermético, su personalidad reservaba rozaba lo taciturna si uno tiraba demasiado de la cuerda.

Como fuese, Shiori seguía mandándole señales de humo a un chico que no sabía si era mojigato o de verdad le costaba tanto tomar la iniciativa, pero ese era su problema. Apenas escuché que los otros hablaban de pedir una botella giré el rostro y me acerqué a Suiren, invadiendo su espacio porque me daba la gana. Paimon fue el que preguntó si me animaba y reí para mí misma.

—¿Dónde quedó el "No darle nada además de cerveza a Katrina"? —solté porque me hacía genuina gracia el cambio—. La respuesta siempre es sí, Paimon.

 

—Good Lord, just what I needed —dije al aire apenas Suiren soltó la estupidez de los alcohólicos y cuando soltó lo de llevarme la contraria me encogí de hombros.

En sí solo había sugerido que nos quedáramos allí en lo que llegaba Kasun y como ya había aparecido me daba bastante igual lo que hiciéramos después, así que no encontré motivo alguno para negarme. Los otros dos estaban demasiado ocupados para molestarse en llevarle la contraria de por sí, de manera que las decisiones estaban de este lado del campo.

No hubo manera de escuchar lo que dijo él, tampoco lo que le respondió ella porque consumió todavía más distancia para poder estirarse y hablarle al oído, así que puntos menos de chisme para nosotros. De lo poco que podía ver, al menos sí era cierto que el gemelito bueno estaba en su salsa con este asunto de que Shiori fuera tan malditamente dominante.

Quizás fuese ese el secreto.

Era el primer muñeco que tenía, ¿no?​

En fin, chisme o no Craig me tomó la mano, yo pillé la cerveza con la otra y lo seguí. Noté que Zoldryck le echaba el brazo en los hombros Shiori, ella lo escuchó y se dejó hacer con esa diminuta demostración de iniciativa de su parte. Avanzamos hasta una mesa, nos acomodamos de la mejor manera que pudimos, que básicamente significó dejarles espacio a los tórtolos y que yo quedara en medio de Paimon y Craig, algo de lo que genuinamente no iría a quejarme tampoco.

—Tampoco estamos en la decadencia, cariño —advertí tan bajo como me lo permitió el ruido cuando noté que revisaba el sello del licor—. Dije que vendían licor corriente, no licor de contrabando. We're good, I promise.

La pregunta del baile la contestaron Paimon y Kasun en reflejo, uno parecía ser el contrario del otro y la estupidez comenzó a hacerme cierta gracia. Miré al gemelo con cierta diversión en las facciones, pero Shiori fue la que reaccionó luego de dejar el vaso del cóctel en la mesa.

—¿Bailas? ¿De verdad? —No creí que fuese intencional, pero con su pregunta evadió responder la de Craig.

—Yo soy fiel creyente de que con suficiente alcohol en sangre todos bailamos —respondí detrás de sus palabras, pues para el resto de la clase—. Porque no preguntaste si bailábamos bien, ¿cierto?

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no encontré cómo meterlo en la narración, pero lo que le dice Shio a Zold es que entonces debería salir más con ella

 

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No me importó que Zoldryck me echara el brazo sobre los hombros, si era yo la que pasaba sobre él algo de iniciativa no caía mal, para variar, sobre todo visto lo visto. Nos movimos de la barra para caminar a una de las mesas, que de por sí no parecía tener muchas el lugar, pero suponía que no era raro en sí y nos acomodamos allí.

Katrina se encogió de hombros en su lugar ante la respuesta de Craig, nadie percibió el toque en su pierna bajo la mesa y ella solo lo respondió con uno igual de su rodilla, como si nada. En los intermedios Zoldryck contestó mi pregunta, bueno era lo más lógico, en una fiesta suponía que nadie pedía excelencia ni en ambientes como este. Era más una cosa de mover el cuerpo y ya.

—Todo lo contrario, grabar a la gente ebria bailando es lo único que vale la pena a veces —apañó Akaisa a lo que dijo Craig y le dio otro trago a la cerveza—. Tienes para reírte el resto de tu vida.

Paimon trajo a la mesa la pregunta otra vez, haciendo que me diera cuenta de que no la había contestado, y erguí la espalda para apoyar los brazos en la mesa. Creía que ya Zold tenía internalizado el hecho de que no salía mucho, Katrina igual, pero el resto no sabía hasta dónde lo habían comprendido. Literal esta era la primera vez en mi vida que ponía un pie en un sitio de estos.

—¿Supongo? No salgo de fiesta ni asisto a ningún evento que pida bailar como requisito —respondí y me eché el cabello sobre el hombro con un movimiento de mano—. En resumen, que no tengo idea.

Antes de que nadie dijera nada más Minami reapareció entre la gente, llevaba unas botas de plataforma bastante importantes así que no tuvo que batallar demasiado para hacerse espacio. Éramos de una estatura parecida, pero los zapatos la dejaban casi a la altura de los muchachos del grupo, me había dado cuenta, y en cualquier caso parecía mucho más habituada al espacio.

Al llegar a la mesa dejó en la superficie lo que parecía ser un barril metálico, estaba lleno de hielo y tenía cinco cervezas de las que habían pedido ellos dentro, acomodadas en círculo siguiendo la forma del contenedor. Al mirarme sonrió, el gesto le entrecerró los ojos delineados como los de un zorro, y recorrió a los demás con la vista.

—Bienvenidos al Maharaja —dijo por sobre el ruido de la música—. Es un placer recibir a los amigos de Shio.

Katrina la observó de arriba abajo, preguntándose quizás de dónde conocía yo a esta chica que claramente era mayor que todos nosotros, pero regresó los ojos al balde de cervezas. Estiró la mano para darle la vuelta a una, estaba cerrada, y al notar eso Yuzuki depositó un abridor en la mesa, anticipándose.

—No pedimos nada más —advirtió Akaisa.

—Invita la casa —aclaró Minami estirando la sonrisa. La reverencia que hizo reveló algo más de sus costados por el movimiento de la chaqueta—. Minami Yuzuki.

—¿Qué haces precisamente aquí? —pregunté pues porque genuinamente no entendía nada.

—El Maharaja y yo tenemos una relación... Bastante estrecha, podríamos decir. Mi casa es la de ustedes, espero que se diviertan.

Esa respuesta había sido terriblemente ambigua, pero de la nada recordé algunos libros de historia y recordé su apellido. ¿No se remontaba a las Guerras Genpei? ¿Los Minami no habían servido a los Minamoto? Si eso era así, si no estaba mezclando datos, eran samurai como los Minami los que habían dado origen a la yakuza como la conocíamos hoy en día, luego de haber sido rechazados por la sociedad que los había honrado alguna vez. El apellido había sobrevivido, de una manera u otra.