One-shot de Naruto - Música del corazón

Personaje: Jiraiya y OC
Nota de autor: En realidad, a este fic lo tenía escrito desde hace muchísimo y jamás lo terminé hasta ahora. Siguiendo el tema de que Jiraiya era un músico queriendo demostrar su amor, había pensando en esto, aunque lo reescribí tantas veces que lo dejé a medias y simplemente, me quedé con Mariposas en el alma. Ahora que lo releo, tuve una buena idea para darle forma y finalmente, terminarlo. Espero lo disfruten <3

Música del corazón​

Era una táctica tan vieja como el tiempo: que se convirtiera en su profesora para acercarse a ella. Esa mujer lo traía loco y no loco al nivel que se colaba en las termas a espiarla mientras se bañaba o buscaba una rendija en el baño del local esperando a ver el momento en que ella se cambiara ¡No! Quería algo más serio con ella, estaba necesitando algo más de ella ¡Quería conocerla! Y había escuchado que ella tocaba la guitarra de una forma angelical ¡y la había surgido la pasión por ese instrumento, así, bien de golpe y sopetón!

Jiraiya, el ermitaño pervertido ahora no sólo se iba a dedicar a la escritura ¡a la música también! Porque el amor es así de idiota y él tenía tanta confianza que estaba seguro de que iba a conseguirlo.

Las primeras clases fueron horribles, que no entendía nada del pentagrama ni la tablatura ni toda la teoría que le decía ¿cuándo iba a tomar la guitarra y empezar a tocar? Pero fue cuando le tocó tomar el instrumento y tocar: mantener la postura erguida le era todo un desafío cuando se habituaba a encorvar para ver sus dedos sobre las cuerdas y ella, así de tímida y bonita como la había conocido ¡era una maestra exigente! Que le tiraba de la patilla cada vez que hacia eso.

—Sólo escucha las notas —le repetía una y otra vez.

Jiraiya suspiraba con sonoridad y volvía a empezar, pero esa vez, fue diferente. Ahí fue cuando nació su verdadero amor por la guitarra y confirmó que no iba a ceder en el arduo camino para ganarse el corazón de la muchacha.

Chouko tomó la guitarra y se sentó entre las piernas de Jiraiya, acomodó el instrumento sobre su regazo y tomando las manos de él, las situó sobre las cuerdas y ella, puso las suyas encima de las del sabio, comenzando a guiarlas acorde por acorde, dándole algún pellizco cuando se equivocaba.

Jiraiya tragó duro ante lo que estaba viviendo. Su corazón parecía un galgo en plena carrera y como nunca, se había quedado sin qué decir, asintiendo a sus instrucciones mientras seguía repitiendo la secuencia de acordes que ella iba diciendo en voz alta.

—No pienses tanto, la teoría ayuda, pero en verdad, la música se siente. Si prestas atención a eso, aprenderás a tocar pronto y con sentimiento. Eres un hombre habilidoso después de todo —le dijo ella dándole un descanso de quince minutos antes de retomar la lección.

¡Y sí que le habían llegado esas palabras! Lo había sentido como no había sentido nunca nada antes, rozando sus dedos en la guitarra y produciendo unas notas desentonadas por la premura con las que las había ejecutado.

Chouko se encogió de hombros como quien acaba de escuchar un horrible ruido y se puso de pie, abandonando aquella postura que tenía tan cómodo a Jiraiya.

—¿Podré componerte una copla? —le preguntó apoyando el brazo en la curva de la guitarra sin dejar de mirarlo.

Las mejillas de la mujer se tiñeron de un suave tono rosado que contrastaba tan bien con el color azul cielo de los mechones de cabello que caían sobre su rostro que parecía una pintura.

—Cuando aprendas lo básico de cada género, podrás componer lo que quiera. Eres escritor también, no debes tener problemas con la creatividad —dijo ella evitando responder a su pregunta.

—Una copla que me hará ganar tu corazón —retomó el tema sonriendo tan confiado como siempre. Creía tener una mínima oportunidad con ella, después de todo, había ciertos gestos que le decían, que podría tener cierto interés en él ¿la razón? Era desconocida para él, pero era bueno con los acertijos como para rechazar el que le suponía aquella mujer.

Ella se acomodó el cabello torpemente detrás de la oreja y apenas levantó la mirada para verlo: estaba inquieta y se le notaba que Jiraiya podía ver como hasta sus ojos dudaban y eso, el sannin sabía utilizarlo a su favor. La sonrisa confiada, las manos fuertes y grandes que habían tenido la osadía de sostener las suyas.

—Terminemos la clase por hoy —soltó ella nerviosa separándose de él y comenzando a andar.

Jiraiya la siguió con paso firme con la esperanza de invitarla a tomar algo. Chouko ni si quiera volteó a verlo, tenía las mejillas tan calientes que prefería que su cabello cayera sobre su cara y cubriera su mirada.

El ninja dio en el clavo y con la guitarra al hombro, la agarró de la muñeca y la llevó a una casa de té. Acercarse a Chouko iba a ser tan difícil como aprender a tocar la guitarra con maestría, pero el sannin sabía que, así como aprendería a música poco a poco y con el tiempo, ganaría destrezas; con la misma paciencia iba a llegar a ganarse la confianza de Chouko y podría decir que era la dueña de su corazón, así que como él sería del suyo.

Y tendría una hermosa canción que les haría saber lo bello que podría ser su amor si le daba la oportunidad. Y eso, sólo el tiempo la práctica, se lo demostrarían, por ahora, con un té y unos dulces, haría sus mejores movimientos para tener un progreso y que supiera que tan sólo por ella, haría todo eso y mucho más. Porque lo traía loco de amor y se lo iba a demostrar.

Y con suerte, se lo podría cantar.