Drabble Más que cortesía.

Bueno, ya tenía tiempo no ponía nada de FMA y este se me vino a la mente cómo un flash x3 espero les guste.



Título: Más que cortesía.
Serie: Fullmetal Alchemist
Summary: Edward Elric es, y siempre será él mismo. Aceptado con sus virtudes y defectos.
Advertencias: Pues medio fumado (¿) pero me gustó xD
Disclaimer: Fullmetal Alchemist no es mío, pero disfruto escribiendo de él, todo lo hago sin fines de lucro, sólo satisfacción.



Muchas eran las habilidades y virtudes en Edward Elric. Se podía destacar su inquebrantable perseverancia para conseguir lo que quería, su fuerza de voluntad, y sus firmes propósitos que sólo se encaminaban en el bien, y lo mejor para todos.

Pero también tenía un carácter sumamente fuerte, explosivo, y demasiado fácil de irritar. Por esas cosas, Edward Elric era tachado de una persona poco cortés.

Al caminar por la calle, Edward miraba fijamente al suelo, no estaba acompañado de Alphonse, pues este se había quedado a leer ciertos libros de Alquimia. Edward disfrutaba de su soledad momentánea, y pensaba en varias cosas pequeñas. No había casi personas por la calle, la mayoría, se encontraban en su trabajo. Era un martes, un martes bastante tranquilo.

En la perdición de sus pensamientos, chocó con un pequeño niño. Él se encontraba con una ropa bastante sucia, y en su rostro había tristeza, y no precisamente por el golpe.

Edward tendió su mano, y ayudó a levantarle. El niño accedió y le abrazó por debajo de la cintura. Estaba muy pequeño.

El Alquimista de Acero le sonrió, una sonrisa amplia y hermosa asomó por su rostro. Estaba conmovido y miró a los ojos a aquella criatura.

—Ven conmigo—ofreció Edward gentilmente. El niño le acompañó limitándose a afirmar con una sonrisa.

Edward le preguntó varias cosas de él, y supo que no tenía padres… sintió nostalgia, y tristeza, pero mantuvo su ánimo ante aquél chiquillo.

En el transcurso del día, Edward permaneció con él, y lo llevó a comprar cosas, comieron juntos, y al final, cuando la noche se hizo presente, le acompañó a un lugar que sabía estaría bien. Y
entonces, Edward Elric hizo una promesa. Lo visitaría. El niño se lo había pedido, y no podía
negarse.

Caminó de regreso al lugar que permanecía Alphonse… a reunirse de nuevo con él. Este le recibió
alegremente, y Edward saludó de lo más normal.

Aquél día en que se supone estaría solo, terminó pasándolo con un niño extraño. No se arrepentía, estaba contento…

… el corazón del Alquimista de Acero, era más grande de lo que las personas podían ver. No era una persona que demostrara mucho sus sentimientos, pero tenía una calidez y ternura en el fondo de su alma, que le hacían un ser humano increíble.

¿Qué importaba si pensaban o no si era cortés? Su corazón rebosante de amor, era lo que importaba.

Un corazón, que no dejaba de palpitar con ferviente deseo de vivir, y hacer lo mejor. Un corazón fuerte... lleno de vida.