Luz de luna (Mitología egipcia/Drabble)

(Mito de Nut, diosa egipcia del cielo, y el nacimiento de su hijo Osiris)

Luz de luna

En aquellos días que la luna rielaba siempre llena en la noche sobre las aguas del Nilo y Ra gobernaba el vasto desierto de rocas calcinadas y la exuberante ribera, donde gacelas y órix dormitaban a la sombra de los tamariscos, una tormenta de arena azotó la tierra de Egipto.​

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La furia de Shu modelaba las dunas y en su voz, la maldición del dios sol era un sollozo profundo enredándose en las copas de los sicomoros.​

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“Nut no engendrará hijos ninguna noche, ni ningún día de los trescientos sesenta del año, pues ningún vástago del cielo nacerá para ostentar la corona de atef y arrebatar el cetro uas al halcón, cuyo poder regirá por siempre el mundo”.​

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Su desnudo cuerpo de junco, engalanado de estrellas, se cimbró entonces sobre la casa de Geb y dioses y hombres quedaron separados por el paternal viento que sopló entre ambos esposos, cumpliendo los preceptos del faraón.​

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El chapoteo de la lluvia rasgaba el velo de silencio que asolaba la orilla y en los bosques de papiro, los ibis miraban al cielo compadeciéndose de las lágrimas de amor que la diosa derramaba. Bajo el árbol de ished, el mejor de los escribas contemplaba el aguacero y, conmovido por la suerte de su amante, ideó la manera de poder burlar al destino. ​

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Frente al tablero de senet, el sabio Thot desafió al señor de la luna y, partida tras partida, éste fue perdiendo parte de su luz platinada que por aquel entonces reinaba en el crepúsculo casi tanto como el sol en la mañana.​

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El aroma dulce de los lotos blancos al abrirse saturaba el aire anunciando la llegada de una luna negra, pues el haz ceniciento de Jonsu ya nunca sería suficiente para brillar en plenitud todas las noches de Egipto. ​

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Y la risa de Geb hizo temblar las tierras del Nilo y en la tormenta de amor, su risa de diosa tronó en el recuentro. Así Nut concibió a sus hijos en aquellos cinco nuevos días epagómenos que Thot añadió al año con la luz ganada a la luna. ​

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El primero en nacer fue Osiris, el gran señor de todas las cosas, aquel que sembraría los márgenes del río de vides, cebada y trigo y revelaría a los hombres los secretos de la reencarnación, juzgándoles para la vida eterna. ​

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Como siempre, creo que me he armado un pequeño lío con la comas xD. Gracias por leer.​