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    Coraline Rosée

    Coraline Rosée Usuario común

    Piscis
    Miembro desde:
    7 Febrero 2009
    Mensajes:
    238
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Lunne
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    672
    De la mano iban ella y él.
    Juntos, de la mano.
    Después de todo, ¿qué había que esconder. Exacto, nada. Nada que decir, nada que ocultar. Eran una pareja, y que el mundo entero lo supiera.
    Nada tenían que perder, mientras no se perdieran el uno al otro.
    Porque ese era el único temor de ambos, perderse luego de haber tardado tanto tiempo en encontrarse.
    el muchacho pasó su brazo por detrás de la cabeza de ella, rodeando sus hombros. Al mismo tiempo, la atrajo hacia sí. Cerrando sus ojos recordó todos y cada uno de los infortunios que habían precedido para que pudiera al fin experimentar tal sensación de paz y felicidad.

    Ella lo miró con aquellos grandes ojos negros, profundos y hechizantes. No supo cómo, pero notó su mirada y sus ojos café se la regresaron. Una ola de emociones atravesó su espina dorsal.

    —Cris...ti...—trató de pronunciar, pero justo antes de tener el tiempo a decir la última sílaba, fue callado por unos suaves y rosados labios.
    Notó cómo los movía con timidez y aparente destreza, como poco a poco su lengua se deslizaba más profundo en su boca, buscando la de él.
    Simplemente, tomó firmemente su cintura y la estrechó conta su cuerpo. Abrió un poco su boca para permitirle mejos profundizar el beso. Repentinamente notó una lengua hasta aquel momento desconocida para él, jugando con la suya. Inevitablemente continuó el frenético juego. Hacía tanto que no besaba así...¿dos años quizás? Lo cierto es que parecía que ella tenía una idea perfectamente clara de lo que hacía.
    El beso se tornó infinito, apasionado, frenético, divertido... Una locura se mezcló con una pasión nueva y fuerte, que lo incitaba a tener su cuerpo más cerca y a tocar mejor su piel.
    La puerta de entrada al piso se abrió con un gran golpe. La llevaba cargada en sus brazos.

    Suavemente la dejó sentada sobre su cama. Con delicadas caricias comenzó a alzarle su blusa de color morado. Ella respondía con fuertes y rápidos besos cada vez más seguidos. Luigui notó como su camisa iba siendo desabrochada por su pareja; al parecer los dos querían más. El deseo la llamaba a poder tocar mejor su piel. Unos leves instantes proporcionaron aire a Cristina y tiempo para que él pudiera terminar de sacarle la blusa. Tras ello, la joven deslizó la camisa del chico para hacerla caer.
    Ambos pudieron aprovechar el momento para fundirse en un abrazo que les permitió un contacto mayor que los anteriores que habían tenido hasta el momento. Pero no era suficiente, pues la ropa estorbaba y no les lograba hacer disfrutar un contacto completo de la piel de ambos. Unas gotas de sudor hicieron mostrar el calor que se desprendía rápidamente del cuerpo de él, lo cual avisó a Cristina que era mejor continuar rápido. Los labios de ella se deslizaron por su mejilla hasta su cuello. Ahí se detuvieron para comenzar un ardiente juego de besos y suaves mordidas que lograron excitar con una rapidez, tal vez imposible, a su pareja.

    El tiempo entre sus manos se escapaba volando, la noche avanzaba con rapidez. Pero para ellos dos, la noche era un momento eterno, era su noche.
    La luna se encontraba en su zénit al máximo esplendor. Las estrellas salpicaban el cielo con una grata presencia. La noche perfecta para dos enamorados.

    Era ya muy tarde y él continuaba despierto, fascinado viendo a su novia dormir. Había tenido que esperar más meses de lo previsto, pero, ¿qué podía compararse a ese momento? Había sido su primera vez...
    No sabía por qué, pero la tenía firmemente agarrada a su cintura. Parecía tonto o simple, pero tenía miedo de no encontrarlo al despertar.
    Luigui se acomodó unos instantes. Cristina, temiendo lo peor, emitió un pequeño sonido.
    Al escucharla, recordó los suaves y fuertes gemidos que ella había ido liberando a lo largo de la noche. Le gustaba tanto...

    —No,amor; no me iré de tu lado—susurró al oído de ella.
    El sueño...lo venció
     

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