Son las 4 de la mañana y ante la imposibilidad de dormir, me pongo sentimental. Me basta mirarte, luna, para que me devuelvas la mirada en total complicidad y entonces confesarme. Hoy pasé un día increíble con él. De principio a fin no hizo más que pasearme de estrella en estrella y me mostro doce mil atardeceres a través de un beso. Me dijo que me extrañaría, ¿Te imaginas? Él a mí. Tú ya me conoces. Mis aventuras siderales de nicho en nicho no son ningún misterio para ti y sabes mejor que nadie sobre lo poco que trascienden mis expediciones. Es por eso que debo desaparecer. La decisión ya la he tomada y no hay vuelta atrás. Mis huellas desaparecerán una a una y pronto no habrá estrella en el cielo que tenga mi nombre. Pero, ¿sabes? Son las 4 de la mañana y no puedo dejar de admitir que aún tengo el sabor de esos atardeceres en mis labios y que una parte de mí quedará siempre con él. Son cosas, querida luna, que no puedo permitirme admitir a otras horas de la noche.
Asdf. Así sea algo cortito, de verdad que adoro como escribes. Tu estilo tiene como un ritmo propio que me gusta, y sí, se siente como.un pequeño cuento, una confidencia que le das a una amiga a altas horas de noche con una bebida en la mano. Me da curiosidad, es, ¿por que desaparecer si tan bien lo ha pasado? Supongo que prefiere atesorar eso corto y lindo que fue, eso efímero, con temor a que luego no resulte, y ese dulce sabor sea amargo :c
La belleza de lo efímero, de lo que sabemos que no durará más que un instante entre todo el tiempo del universo, pues es realmente especial. Me ha gustado el relato, ha sido algo muy bonito de leer y realmente, me deja con buen sabor de boca. Como siempre, adoro leerte, Lion.
Creo, o la sensación que me deja, es que desea desaparecer antes de que la rutina destruya lo que en estos momentos es mágico, para atesorar un recuerdo hermoso, impoluto, antes que comenzar a vivirlo como una constante monótona. De alguna manera me parece muy válido. La vida, al fin y al cabo, se compone de pequeños retazos que brillan unos con otros, y vivir de una manera sosa, sin poder extraer esos pensamientos para confesarlos (y hacerlos únicos), vuelven cualquier instante de felicidad en un día cualquiera. Un dedazo: "La decisión ya la he tomada".