Según el Mapuche, estos espíritus se dejan ver en el mundo de las personas o Pûllû Mapu. El Anchimallén es descrito como un ser pequeño que se transforma en una esfera que emite una radiante luminosidad como si se tratara de una centella, un Achimallén será benéfico si este es criado por Mapuches que lo alimentan de leche. Ante la noche fortuita que ha caído en la Patagónia aquella pequeña de rizos corre temerosa de que la oscuridad pueda atraparla al verse pérdida en medio del campo y aquella noche sin luna sin tener a donde ir. Una lagrima roza su mejilla exclamando desconsolada un breve lamento que parece perderse en la nada, cae sobre sus rodillas exhausta por horas ha corrido con todas sus fuerzas y pide a la única estrella en firmamento una señal. Un brillo fugaz ante el campo sombrío, una esfera de fuego evocaba allí emanado resplandores de luces de varios colores, se acerca hacia ella desde ese cielo donde la noche reina, se desplaza desde las árboles la llama rápida y fugitiva hacia donde esta. La pequeña no teme, de hecho hasta ha dejado de llorar, puede que su interior ahí bondad. La estela arcoiris ahora ante ella, es una pequeña doncella luminiscente una musa tal vez de las estrellas, atraída allí ante ella por un poder mayor. Ofrece son mano a la jovencita, que sonriente la acepta maravillada por su existencia. Minutos después alegre observa las luces de su pueblo y final de este la pequeña cabaña que es su hogar, ante el umbral de esta yace un joven Chaman que la recibe sonriendo mientras la envuelve en sus brazos, mientras a su fiel sierva invocaba, a la Achimallén le otorga su ansiada recompensa ansiada.
