Historia larga Los Viajeros X: Legado

Tema en 'Novelas' iniciado por Manuvalk, 3 Agosto 2024.

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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Escritor
    Título:
    Los Viajeros X: Legado
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    11
     
    Palabras:
    8256
    Ya estamos en el capítulo once de esta parte final y tras el anterior, el cual fue el capítulo más corto de la parte, viene el más largo XD. Así que no me explayaré mucho, solo quiero agradecer a mi querido amigo Agus estresado por estar siempre aquí y disfrutar conmigo de las lecturas simultáneo que tenemos. Siempre es un placer. Espero que tanto él como los que lleguéis aquí, disfrutéis de la lectura.







    Me he decidido




    Un joven de aproximadamente veinte años, pelo ondulado y atlético, corría a toda velocidad por el bosque mientras sujetaba un Rhage, el famoso arco con flechas de origen syleriano.

    El ruido que hacía sobre los arbustos al pasar rozándolos se entremezclaba con el viento que se había levantado durante un rato. Perseguía a su presa, otro joven de prácticamente la misma edad, pelo corto militar y unos rasgos característicos de los asiáticos. Éste sujetaba un Striker y avanzaba en un intento por escabullirse de su oponente, que le pisaba los talones.

    No obstante, llegó un momento en el que el ruido suave de sus pisadas aceleradas se detuvo y solo se oía al viento mecer las hojas de los árboles del bosque. El muchacho se detuvo en medio de una zona llana sin obstáculos, observando a su alrededor cualquier movimiento que delatara a su perseguidor. Sin embargo, antes de que pudiese reaccionar, una flecha se clavó justo ante sus pies.

    El chico alzó inmediatamente la vista y el arma hacia la copa de un árbol cercano, descubriendo a su contrincante subido en el, apuntándole con su Rhage.

    — Estarías muerto, Ken — Dijo aquel que disparó su arma — Al menos hoy he tardado más en encontrarte.

    — Ya, claro... — Masculló Kendall, algo fastidiado por no haber logrado un mejor resultado.

    — ¡Excelente, Vaalot! ¡Nada mal tampoco, Xom! — Exclamó uno de los monitores militares, aproximándose al área junto al resto de jóvenes que aspiraban a ser soldados — ¡Ya han visto todos porqué Jackon es quien mejor nota tiene de esta promoción! ¡Vamos, ahora la siguiente pareja!

    El mellizo descendió del árbol con agilidad y maestría, acercándose a su amigo y compañero para estrecharle la mano por la actividad bien realizada. Al mismo tiempo, una soldado pasó por su lado, mirándolo fijamente con unos ojos grandes y abiertos, mostrando un interés más que evidente en el apuesto ganador de esa contienda.

    — Joder, ¿cuándo lo haréis oficial? — El hijo de los fallecidos Deon y Sun le dio una fuerte palmada en la espalda a su compañero — Si os la pasáis juntos casi siempre y luego os miráis como si nadie supiese nada.

    — Es complicado — Respondió Jackon, sin poder evitar mostrar una sonrisa a esa chica — Echo y yo hemos estado juntos durante todos estos años, pero hemos estado muy ocupados en nuestros asuntos como para convertirlo en algo totalmente serio.

    — Bueno, lo entiendo, pero estamos en la etapa final de nuestra promoción — Kendall le guiñó un ojo — Pronto habrá una fiesta y deberías echarle huevos, Jack.

    — Si, claro, como tú y Owen, ¿verdad? — El mellizo Vaalot Tidder soltó una carcajada — Estáis locos por mi hermana pero no tenéis huevos a decirle nada.

    — Es diferente — Musitó Xom, visiblemente serio — Ella parece más interesada en ese pequeño granjero.

    — Tal vez, pero guardarte esos sentimientos no te hará nada bien — Jackon pasó su brazo por alrededor del cuello, amistosamente — No querrás ver a Karla porque te sentirás mal por reprimir tus emociones y odiarás a Owen por algo de lo que él no tiene culpa. Decida mi hermana con quien decida estar, todos somos amigos, ¿entiendes?

    — Lo sé...

    — Anda, vámonos a por algo de beber. Tengo una sed espectacular ahora mismo.

    — ¿Te quieres perder a tu novia en acción?

    — Ni de broma — Vaalot señaló a varios drones que sobrevolaban el bosque — Hoy han traído más de esos para no perderse ningún detalle de la actividad.

    — Cierto, ¿crees que podamos verlo por las cámaras de los monitores?

    — Seguro, así es como deben habernos visto los demás.

    Mientras Jackon y Kendall se separaban de su grupo de promoción para tomarse un merecido descanso, la siguiente pareja en actuar estaba en sus posiciones.

    Echo sería la cazadora mientras que su oponente sería la presa, otra joven algo más mayor que ella y una soldado de los más veteranos de dicha generación. Cuando el monitor dio el pistoletazo verbal de salida, la soldado Mercer vio como su contrincante en dicha actividad se perdía por entre los árboles más juntos del bosque, ya que debía partir con una mínima ventaja para que el juego del gato y el ratón surtiese efecto.

    — No pienso dejarte escapar — Se dijo a sí misma la soldado que fue adoptada en el pasado por la familia Gallagher.

    Cuando el monitor militar le dio la orden, Echo emprendió su cacería.

    Portando un Striker en sus brazos, la soldado inició el rastreo, siendo ayudada por una pequeña cámara holográfica que portaban todos los trajes de soldado en el antebrazo derecho, el cual podía hallar huellas en superficies de tierra o incluso algún rastro genético si la presa estaba herida. Obviamente, la actividad no contemplaba que hubiesen heridos y por ello, se prohibía el uso directo de las armas, que servían sin embargo para acostumbrarse al movimiento con ellas.

    Mercer avanzó velozmente por la arboleda al mismo tiempo que varios drones de pequeño tamaño la seguían, retransmitiendo en directo para los monitores que juzgarían su desarrollo en la actividad. Estando en la etapa final de su promoción, cualquier suspenso podía significar el no graduarse como soldado del ejército de la Alianza y esa era la definitiva tras una serie de actividades realizadas en la expedición al exterior de la ciudad. La chica apuntó rápidamente hacia un lado al escuchar el resquebrajarse de algunas hojas secas, lo que la puso inevitablemente en estado de alerta.

    — ¡Te tengo! — Gritó ella, volteándose con el Striker para encontrarse de cara con su oponente.

    No obstante, su rival en dicha actividad fue rápida y con una patada limpia le quitó el Striker, dejándola desarmada. Esa soldado, que sujetaba un Flasher en sus brazos, la apuntaba con determinación a la cabeza. Sin embargo, esos segundos de incertidumbre sobre como proceder en ese punto le jugaron una mala pasada, pues Echo respondió con otra patada ágil que la desarmó también.

    — ¡La actividad no acaba hasta que una de las dos se rinda! — Ordenó el monitor más próximo a la escena — ¡Vamos!

    La soldado más veterana, una chica con el pelo corto y rubio oscuro, se lanzó al ataque sin dudarlo con un salto hacia delante en un intento por tacklear a Mercer, que se apartó con maestría hacia un costado para acto seguido arremeter con un fuerte puño de derechas, el cual fue magistralmente esquivado por la veterana, agachándose para terminar impactando con un gancho de izquierdas en la mandíbula baja de Echo. Este golpe fue potente y hacia una zona sensible, por lo que la soldado más joven cayó al suelo bastante aturdida.

    Aquello certificaba la victoria de la guerrera más experimentada.

    — ¡Bravo! ¡Excelente batalla, breve pero intensa! — Indicó el monitor militar, aplaudiendo a ambas jóvenes — Mercer, ¿te encuentras bien?

    — Eso me ha dolido, Gina... — Musitó Echo, siendo ayudada por esta para levantarse del suelo — Sí, señor, estoy bien.

    — Grandísimos movimientos, Crane. Yo diría que tus padres estarán más que orgullosos de ti.

    Las palabras del monitor no sentaron del todo bien a una Echo que se sintió algo desplazada pese a que su desarrollo en la actividad había sido positivo, aunque la derrota la podía condicionar para la nota final que definiría si terminaba convirtiéndose en soldado o no. Además, ella no podía decir que sus padres fuesen a estar orgullosos porque no los tenía. Únicamente su madre adoptiva y principal benefactora del arca, Raven Gallagher, podría presumir de haber adoptado a una guerrera resiliente.

    Gina, por su parte, recibía muchos halagos por sus aptitudes para el oficio, pero también por el hecho de que su madre fuese la gobernadora de la humanidad y su padre un ex comandante reputado. La veterana de la promoción agradeció a su monitor, centrándose inmediatamente en su joven amiga, la cual tenía mucho orgullo pese a haber perdido en la actividad con una amiga como lo era la mayor de los Crane Carver.

    — No le hagas caso, ya sabes que por ser hija de quiénes son mis padres, me besan el culo.

    — Eso me repugna — Indicó Echo, algo frustrada — Eso y que esto pueda obligarme a estar otro año en la promoción.

    — Bueno, en mi primer año no pude aprobar y tuve que repetir — Se sinceró Gina, tratando de consolar a su amiga — No es un drama, aunque te entiendo, tú quieres ser oficialmente una soldado para irte en esa arca.

    — Raven insiste en que ya tengo mi lugar reservado, pero me niego a dejar que los Gallagher me sigan pagando las cosas. Ya no tengo catorce años.

    — Lo comprendo.

    — Obtener la graduación de esta promoción me daría un puesto asegurado en el arca como soldado. Quiero ganármelo por méritos propios.

    — Podría cederte mi puesto, al fin y al cabo yo no pretendo irme en esa nave.

    — ¿No?

    — Lo pensé durante algunos años, pero ya hace mucho tiempo que me decidí — La joven Crane expresó su decisión sobre viajar en el arca — Quiero quedarme en Paraíso, hacer que la Alianza recupere los viejos mundos y podamos rehabitar el territorio conocido.

    — Vaya, una nostálgica de los viejos tiempos.

    Un joven syleriano se aproximó a ambas humanas, evidenciando que había estado escuchando parte de la conversación. Otras se lo habrían tomado bastante mal, pero Gina y Echo conocían al soldado, el cual aspiraba a aprobar la promoción al igual que ellas. Éste se aproximó a sus compañeras con una sonrisa mientras aplaudía al mismo tiempo.

    — Intensa actividad, la vuestra — Dijo, ya delante de ellas — Aunque no te preocupes, Echo, el arca necesita soldados y la Alianza anda escasa. Aprobarás y te vendrás en el arca con los demás.

    — Tú puedes estar seguro, Xerom, los sylerianos tenéis plazas de sobra — Le recriminó Mercer — Los humanos somos la especie con mayor número y las plazas están más reñidas.

    — Entonces tendré que hacerte syleriana.

    El soldado se empezó a reír junto a sus compañeras, las cuáles se lo tomaron con humor. Tras esto, el joven syleriano llamado Xerom se despidió con la mano para mezclarse con el resto del numeroso grupo de la promoción, dejando a las chicas de nuevo a su aire.

    — Vayamos con los demás también, nosotras hemos sido las últimas en hacer la actividad — Murmuró Gina, abrazada a Echo — No te des por suspendida, si Xerom dice la verdad y la Alianza anda escasa de soldados, aprobarán a muchos de los que habéis sido derrotados.

    — Ya te dije que no me gusta que me regalen las cosas — Se quejó la huérfana, evidenciando su orgullo herido.

    — Bueno, hiciste un gran año. Una derrota ahora no debería mancillar tu nota final.

    — Eso espero...

    [...]

    En la base militar de Ciudad Anixis se llevaban a cabo las clases para aquellos jóvenes prometedores que habían optado por formarse como científicos, ingenieros u otros roles de vital importancia de cara al futuro. Además, con algunos de ellos yéndose en la gran arca, se necesitaría gente cualificada para la sostenibilidad del que sería su hogar durante cincuenta y un años de trayecto hasta la colonia de los supervivientes anixis a la guerra contra Mente Colmena.

    La melliza Vaalot Tidder se encontraba realizando una serie de experimentos con el propósito de mejorar la viabilidad de los invernaderos que estaban por instalarse en el arca. A su lado se encontraba una chica más joven que ella, la cual estaba unos cursos más avanzada debido a su gran capacidad e inteligencia en el sector. Llevaban un año entero trabajando juntas en dicho proyecto, por lo que se habían convertido en buenas amigas pese a la diferencia de edades.

    Justo en la mesa de enfrente se hallaba el pequeño de los Crane Carver, acompañado por el hijo de la benefactora Raven Gallagher. El primero se encargaba de descubrir como mejorar y mantener fértil el máximo tiempo posible la tierra que sería implantada en el extenso invernadero del arca, mientras que el segundo estaba especializándose en el campo de la medicina y se encontraba evaluando posibles patógenos que desarrollar en dicha tierra fértil para tener medicina natural.

    — Eh, guapos, ¿acudiréis a la fiesta que se celebra mañana para concluir la promoción?

    Una chica de rasgos asiáticos se aproximó con cierto júbilo a la mesa de los dos chicos, que estaban tan enfrascados en su trabajo que apenas se percataron de la presencia de la joven. Esta tuvo que desparramar un líquido gaseoso en una de las pruebas que estaba llevando a cabo el joven Gallagher, el cual la gritó sobresaltado al ver aquello.

    — ¡¿Qué coño acabas de hacer, Mía?! — Exclamó un furioso Brandon, alzando las manos — ¡Esa era sin duda la prueba más prometedora que tenía!

    — Ese hongo no tiene propiedades curativas, Brandy, lo sabemos todos — Respondió la chica, negando con la cabeza mientras el resto de mesas observaban la escena — Mejor dedícate a ver como sana una herida superficial en la piel de un neoniano o algo así.

    — ¡Serás...!

    — Brandon, cálmate — Musitó Owen, quién no dudó en intervenir al ver semejante alboroto — Mía, por favor, ya sabes que esto es importante para él y para todos. Tal vez tengas razón y ese hongo no tenga las propiedades que Brandon piensa, pero si las tiene, acabas de joderle su proyecto personal. Así que estaría bien una disculpa. Y sí, acudiremos a esa fiesta.

    Tras esa última frase, el joven Crane lanzó una mirada hacia la mesa en la que se encontraba Karla, quién le correspondió con una dulce sonrisa. A su lado, su compañera le dio unos golpecitos bajos en la cadera mientras le guiñaba un ojo con complicidad.

    — Wow, vaya, Owencito — La joven asiática se centró ahora en él — Me gusta como hablas, joder, casi creo que te voy a votar para que nos lideres en el arca y todo.

    Las risas con ese comentario se dieron en toda el aula, que estaba ausente de profesorado temporalmente, ya que había salido hacia no mucho tiempo. La forma en la que Mía decía los nombres de sus compañeros —Brandy y Owencito— sumado a ese sarcasmo final y su alocada personalidad sacaba las carcajadas en muchos.

    — Para eso ya están Omnius o Vraco — El joven Crane asumía que dada las posiciones políticas de sus dos amigos, ellos podrían ocupar el rol de representantes del arca de cara al encuentro con los anixis.

    — Sí, bueno, lo de la fiesta está por verse — Gallagher se mostró reacio a ir, molesto por la actitud de Mía — Desde luego, si voy, no quiero cruzarme contigo. Capaz eres de echarme la copa por encima.

    — Ah, ¿pero que tú bebes algo que no sea la leche de la teta de tu madre? Como siempre estás junto a ella...

    Incluso Owen no pudo evitar reírse ante ese comentario, sin embargo, eso fue suficiente para que Brandon se sintiese muy molesto con Mía, marchándose del aula con un evidente enfado. La chica que estaba junto a Karla también tenía amistad con el joven Gallagher, por lo que al verlo marchar, decidió ir a hablar con él.

    — Veré como se encuentra — Le indicó a la joven Vaalot Tidder.

    — Claro, Andrómeda, ve.

    Mía negaba con la cabeza mientras se dirigía de regreso a su mesa, donde había diferentes utensilios y herramientas, lo que indicaba que se estaba especializando en la ingeniería. Viendo que Karla se encontraba a solas, Owen lo vio como una buena oportunidad y decidió acercarse, saludando con cordialidad a su vieja amiga.

    — ¿Cómo vas con tu proyecto? — Preguntó el chico, queriendo iniciar la conversación.

    — Bastante bien, diría yo — Contestó ella, enseñándole todos sus avances por encima — Si mantenemos la temperatura del invernadero en veintiún coma ocho grados centígrados podrían crecer muchas de las plantas y verduras que pretendemos cultivar a bordo del arca.

    — Eso es genial, yo diría que la tierra que tenemos soportará esa temperatura, además es fértil y mantenerla no será problema. El problema vendrá cuando entremos en letargo...

    — Cierto, ahí se quedará sin supervisión y se echará a perder.

    — Exacto, y corremos el riesgo de que si hay alguna emergencia y debemos despertar, no tengamos suficientes recursos para toda la población. Habría que dejar a muchos en criogenia.

    — ¿Lo saben en el alto mando?

    — Obviamente, por eso nos han puesto estas tareas para el final de la promoción — Pensaba Owen — Veremos que ocurre al respecto. Tenemos buenos avances, pero tal vez no sea suficiente.

    — Quizá se decidirá que haya siempre un grupo reducido de personas a cargo de lo esencial del arca y vayan turnándose para entrar en letargo con otros grupos para así mantener la sostenibilidad de todo.

    — Es una posibilidad, sin duda.

    — Así es — Karla quiso cambiar repentinamente de tema dado que tenía curiosidad por algo — ¿Entonces irás a la fiesta de graduación de mañana?

    — Claro, ¿tú no?

    — Iré.

    — Te veré ahí, en ese caso.

    — Me alegra que vayas, Owen. Ya sabes que a mi ese tipo de cosas me aburren un poco.

    — Pues ya somos dos, pero si estás tú, al menos será llevadero.

    [...]

    El peso con el que cargaban aquellos que iban a ser futuros líderes de sus respectivas especies se hacía notar con la llegada a la adultez.

    Omnius estaba practicando con el viejo Rhajaal de su padre, el cual se lo había legado ahora a él. Modificado por el fallecido ingeniero Wadrak Bragg con tecnología más actual y componentes anixis, convertían el arma del ejército neoniano antiguo en una muy digna, igualada con los Striker humanos o los Flasher anixis que eran el armamento estándar de la Alianza.

    A su lado se hallaba el protector del Elegido y principal entrenador del joven syleriano, el soldado Olver Thanix, observando las prácticas de tiro del chico. Con el semblante serio, el soldado que formó parte de la última expedición en salir —esa misma que acabó con Mente Colmena y destruyó su mundo de origen— se percataba de que el joven Paokt Admir no estaba tan centrado en su entrenamiento diario sino que se encontraba sumido en sus pensamientos.

    — Omnius — Thanix le llamó la atención, cesando así los tiros de prueba — Deja el Rhajaal y sígueme.

    El joven syleriano obedeció sin mayor reparo, dejando el arma de origen neoniano a un lado y siguiendo a su maestro.

    Con Om ocupándose de las principales tareas de ser líder y representante de la Alianza en pleno proceso de recuperar el terreno perdido, la responsabilidad de cuidar y enseñar a Omnius recaían en el protector Olver. Al mismo tiempo que esto sucedía en la galería de tiro de la base militar, en la vivienda del tercer piso que ocupaba Cohren, se daba una conversación con otro futuro joven líder.

    Te he hecho venir, joven Vraco, porque me reuní el día de ayer con los líderes de la Alianza — Explicaba el único sabio thuniano que quedaba con vida, actual representante de su especie — El arca marchará pronto, aunque decir pronto es relativo.

    No entiendo porqué requiere mi presencia para esto, sabio Cohren — Vraco no comprendía que hacía allí.

    — Tu padre me ha dicho que quieres irte en esa arca — Empezó diciendo Thanix, algo de lo que su discípulo no se esperaba hablar — Veo que estás pensando en ello.

    — Así es, lo hago — Reconoció Omnius sin miedo alguno — Ya lo hablé con mi padre, no quiero liderar a nuestro pueblo porque me corresponda por sangre. Quiero que la gente me elija y eso aquí no será posible. Sin embargo, en el arca, soy el candidato número uno a representar a las especies de la Alianza ante los anixis que nos esperan en su nuevo mundo.

    — Entonces, ¿te vas por obtener poder de otra forma? — Olver lo confrontó con esas palabras.

    — No, me voy porque quiero desligarme de todo lo que representa el haber llegado hasta aquí — El hijo del Elegido se quiso expresar lo más claramente posible sobre su decisión — Quiero empezar de cero en otro lugar, dejando atrás todo lo que he experimentado en este mundo y en el territorio conocido desde que existo yo y mi linaje.

    — Huir de lo que eres no hará que lo olvides, Omnius.

    Nuestra gente ha adorado a los anixis desde hace siglos. Como bien sabes, su tecnología nos salvó de la extinción de la especie junto a Thundia — El sabio rememoró la historia — Pero fueron nuestros aliados quiénes nos salvaron de quedarnos atrapados en esa base cilíndrica en Virm. Los thunianos nos sentimos en deuda.

    Hemos ayudado todo lo que hemos podido — Vraco se sintió algo contrariado con esa última frase de su líder — Mi padre perdió la vida en una de las expediciones y mi madre fue víctima de las rencillas entre especies.

    Es cierto, joven, es cierto. Pero ahora vivimos en comunidad y estas cosas pueden pasar. El destino de cada ser está en constante evolución y el tuyo puede sufrir variaciones, pero pase lo que pase, estás destinado a liderar nuestro pueblo más pronto que tarde.

    Tanto pronto como tarde es relativo.

    En efecto, Vraco.

    — No estoy huyendo, Olver, solo decido por mí mismo — El joven Paokt estaba hablando con absoluto convencimiento, algo que chocaba un poco a su maestro y protector — Sé que a mi padre le cuesta entenderlo, pero es más el hecho de que se vaya a quedar solo y de que el siguiente Elegido deba ser literalmente elegido lo que le hace cuestionarse mi decisión. No conoce otra cosa que la tradición. Él mismo no quería liderar al principio y mi madre le convenció para hacerlo. Se dejó persuadir. Yo no lo haré, me he decidido.

    Y sin embargo aquí estoy, debiendo empezar a tomar decisiones desde ya, ¿verdad, sabio?

    Eso me temo, hijo. Como te he dicho, el arca partirá pronto y como especie, los thunianos debemos decidir si nos quedamos con la Alianza en Paraíso o nos vamos a conocer a nuestros padres, los anixis — Cohren quiso que fuese Vraco quién decidiese eso — Sea como sea, nuestro pueblo aceptará ambas decisiones. Pero debes ir asumiendo ese tipo de decisiones desde ya, pienso yo. ¿Qué es lo que decides, Vraco?

    Los thunianos deberíamos quedarnos con nuestros aliados para volver a ser lo que éramos — Decidió el joven huérfano y futuro líder de su especie — Mi pensamiento es ese y es claro. Honestamente, no me agrada quedarme, pero considero injusto que los anixis reciban nuestro apoyo cuando simplemente abandonaron a sus subespecies a merced de una amenaza tan peligrosa como ha sido Mente Colmena. La Alianza no es perfecta, pero pese a sus discrepancias, se ha mantenido unida. Eso es motivo suficiente para mí. Me he decidido hace tiempo, pero no lo he verbalizado hasta ahora.

    [...]

    Al día siguiente


    Pasadas veinticuatro horas de las actividades finales de la promoción de jóvenes aspirantes a soldados —y también de otros roles—, había llegado el momento de la graduación.

    Esta se daría lugar en la extensión de la base militar de Ciudad Anixis que servía como zona de aterrizaje, al estar próxima a los hangares donde se almacenaban los vehículos aéreos. Con todo montado y preparado, la graduación inició con la recogida de las notas de todos aquellos alumnos de la academia que habían aprobado en sus respectivos años de formación.

    Los encargados de entregar los certificados y la confirmación de que pasaban a ser oficialmente soldados del ejército, científicos o ingenieros —entre otros— eran nada más y nada menos que los reputados profesores que habían estado formando a los más jóvenes y prometedores que la Alianza Interestelar de Especies podía brindar. Entre ellos destacaban el ex comandante Crane o la actual comandante del mismísimo ejército, Ashley Ripley.

    Les acompañaban también los líderes del gobierno que unía a las especies, pues era un día especial y memorable para los jóvenes graduados y sus familias.

    Tras la entrega de los diplomas a los alumnos ante cientos de personas y compañeros, se dio paso a la festividad. Allí, en el mismo área, se preparó un extenso banquete de comida y bebida a lo cual se añadió música de fondo, lo que confirió al lugar un aroma de fiesta total. La noche estaba por caer pero la celebración se iba a alargar hasta altas horas de la madrugada y los más jóvenes no iban a desaprovechar la oportunidad de poder desmelenarse y disfrutar en el que era su último día de aprendices.

    A partir del día siguiente, todos los que habían sido aprobados pasarían a trabajar inmediatamente en sus puestos, ya que la necesidad apremiaba.

    — ¿Disfrutando de la velada, viejo amigo?

    — ¡Jackon!

    Omnius, que estaba presente en la fiesta de graduación pese a no haberse graduado en nada —su futuro iba por otro camino—, se vio sorprendido por la inesperada aparición frente a él del joven Vaalot. Hacía bastantes meses que no habían coincidido y ese encuentro generó mucho entusiasmo en ambos, dándose un fuerte abrazo que evidenciaba el poderoso vínculo que tenían entre sí. Sin embargo, el humano tenía algunas cosas que decirle al syleriano, dejando las emociones a un lado.

    — Vaya, ha pasado un tiempo — Musitó el hijo del Elegido, consciente de que su amigo no estaba contento al respecto — Perdóname, Jack, ya sabes que mi padre me ha presionado mucho durante los últimos años para que acceda a ser su reemplazo como líder de mi especie.

    — Lo sé, incluso tienes a un soldado como entrenador personal — Jackon, con un vaso en la mano que contenía una bebida refrescante, asintió con cierta parsimonia — Pero me sorprende que no hayas tenido tiempo para mí. Quiero decir, fui durante meses a verte a tu casa, esperando que pudieras salir y pudiésemos charlar... pero nunca tenías tiempo.

    — Es muy demandante aquello para lo que me estoy preparando — Se excusó el joven syleriano — Tal vez no sea fácil de entender, pero...

    — Tampoco soy idiota, Om — Contestó Vaalot, algo molesto — Si tener la intención de liderar a la Alianza en la gran arca es muy demandante, ni me imagino cuando estemos con los anixis y debamos trabajar por mantenernos en su mundo.

    — Será difícil, sin duda — Dijo Paokt, que se puso a la defensiva — Por eso mismo tengo que prepararme bien, yo seré el encargado de negociar con esos seres para que nos proporcionen el material necesario para prosperar rápidamente. Desde luego que no estaremos peor de lo que estamos aquí en Paraíso.

    — Ya, bueno, tú no tendrás que ensuciarte las manos si hay problemas — El hijo del fallecido marciano le echó en cara a su amigo que su trabajo era más sencillo — Yo tendré ocupaciones en el terreno, y no me malinterpretes, es lo que quiero. Lo que me pregunto es si tu nueva ocupación es tan importante como para no poder ver a tus amigos.

    La conversación fue breve pero intensa. Jackon se marchó casi sin darle tiempo a Omnius para formular una respuesta a sus palabras, quedándose en el limbo.

    El joven Vaalot no quiso quedarse a hablar más porque se sentía abandonado por parte de su viejo amigo syleriano, pero esos pensamientos cayeron en segundo plano cuando una chica se puso ante él, impidiéndole seguir de frente entre la multitud de personas agolpadas que bailaban al ritmo de la música que sonaba por los altavoces.

    — Que coincidencia encontrarnos aquí.

    La soldado rodeó con sus brazos el cuello del chico, que esbozó una sonrisa que llegaba de oreja a oreja. Con una mano ocupada por el vaso que portaba, uso la otra para colocarla sobre la parte baja de la espalda de la chica y así, pegarla más a él. Ambos comenzaron a moverse con lentitud, siguiendo la melodía suave que había traído la canción que sonaba en ese preciso instante. Las luces del lugar se iluminaron al ver que la tarde estaba dando paso a la noche, lo que fue celebrado por los centenares de jóvenes que se hallaban en la base militar.

    — Bonita coincidencia — Dijo él, haciendo reír a la soldado — ¿Esto ha sido un encuentro fortuito o verdaderamente el azar ha intervenido?

    — ¿Cuál de las dos opciones te gusta más? — Echo estaba a escasos centímetros de Jackon.

    — Me gustaría pensar que ambas tienen un poco de culpa.

    — Entonces quédate con eso.

    Mercer juntó sus labios con los de Vaalot, que la apretó más contra su cuerpo al mismo tiempo que sus lenguas jugueteaban a escondidas de los demás. Tras un largo beso de treinta segundos, la chica se separó un poco de él, decidida a retomar la conversación por otro camino.

    — Ahora ya somos oficialmente dos soldados del ejército de la Alianza — Murmuró ella, visiblemente entusiasmada con haber obtenido eso — No tienes excusa ahora.

    — Sabes que no era una excusa — Jackon negó con la cabeza mientras sonreía tímidamente — Consideraba que lo mejor era centrarnos en nuestros estudios hasta conseguir nuestro objetivo y no entretenernos con otras cosas.

    — Aún así, algo nos entretuvimos...

    — Sí, bueno, no puedo resistirme a la tentación de tenerte cerca.

    — En ese caso, ahora que ya hemos terminado nuestros estudios, podemos estar abiertamente cerca el uno del otro, ¿no cree, soldado Vaalot?

    — Suena apetecible, soldado Mercer.

    Esta vez fue el propio Jackon el que se acercó para besar a Echo, accediendo con ese gesto a dar oficialidad a su relación tras años de idas y venidas en los que la prioridad era centrarse en su carrera hacia la meta de ser soldados. Habiéndola conseguido ya no había nada que pudiese frenar ese deseo que corría por las venas de los dos. Aunque con eso había alguien que no estaba contento, y es que desde la distancia, junto a un grupo de otros jóvenes, había uno que tenía la mirada clavada en la pareja que se estaba demostrando amor.

    En sus ojos se podía ver la rabia que le hervía por dentro al ver esa escena.

    — Eh, Brandon — Una chica trataba de captar su atención para traerlo al momento presente — ¿Estás ahí? ¿Qué miras?

    El joven médico —ya graduado oficialmente— se volteó unos segundos después, pero su expresión de enfado no había cambiado. A su lado también estaban Owen y Karla, siendo Andrómeda la que había visto que su amigo y compañero se había distraído con algo que, al parecer, no le había agradado nada de nada.

    — ¿Qué te pasa?

    — Nada — Musitó el joven Gallagher, volviéndose hacia el grupo con el que estaba — Debo irme.

    — Eh, ¿estás bien? — Owen, que lo conocía bastante tras los últimos años estudiando junto a él, le notó un tanto extraño — Cualquiera diría que has visto un fantasma, amigo.

    — ¡He dicho que no es nada, joder! — Exclamó el médico para sorpresa de sus compañeros — Necesito irme, lo siento.

    Andrómeda, Karla y el propio Owen vieron como Brandon se marchaba de donde estaban, apartando con cierta rabia a la gente que se interponía en su camino y que simplemente estaba disfrutando de la fiesta, ya fuese bailando, bebiendo y hablando en grupo.

    — Iré a ver que le ocurre — La joven Vermeer no dudó en ir tras su amigo, avisando de ello a los demás — Os veo luego, chicos.

    — Okay, ya nos dices algo — Dijo Karla, viendo como su amiga de menor edad emprendía la misma dirección que un furioso Brandon — ¿Qué le habrá pasado?

    — Ni idea, hay veces que actúa así de raro — Contestó Owen, levantando los hombros en un claro gesto de incomprensión — Somos amigos, pero hay momentos que es difícil saber que pasa por su cabeza. No habla mucho de sus cosas.

    — ¿Centrado en su trabajo únicamente?

    — Eso me temo, quizá demasiado.

    Tras un breve instante de un silencio que parecía algo incómodo, el joven Crane se aproximó lentamente a la oficialmente científica de la AIE, quedando muy cerca. Ella se percató de esto y alzó la mirada, observando los ojos marrones que proyectaba Owen en la chica. Él parecía que iba a decir algo de relevancia, pero antes de que algunas palabras saliesen de su boca, una inesperada interrupción captó la atención de ambos.

    — Karla, yo...

    — Hola, Karla — Kendall apareció ante los dos, pero solo saludó a la chica — ¿Tienes un momento? Querría hablarte de algo.

    — Oye, estaba hablando yo — Visiblemente molesto por esa intromisión en la conversación, Owen no dudó en hacerse oír — Espera tu turno si quieres decir algo.

    — Pero si estabais callados, ¿qué diablos dices, Owen? — El joven Xom lo confrontó — Cállate, ya has hablado bastante.

    — Chicos, por favor, calmaos... — La joven Vaalot se empezaba a incomodar al ver la tensión que había entre dos de sus amigos.

    — ¿Por qué no te callas tú la maldita boca, Ken?

    Pese a que el joven Crane no era nada violento, su postura era bastante intimidatoria para no ser un soldado.

    El hijo de los fallecidos Deon y Sun no se lo pensó dos veces y se encaró con el pequeño de Lill y Snow, con Karla como testigo de una escena que no le gustaba para nada. Ambos estaban por decirse algo a escasos metros el uno del otro, pero no tuvieron tiempo. La chica salió rápidamente de la situación, marchándose a toda velocidad de la escena bajo la atenta e incrédula mirada de los dos jóvenes.

    — Se ha ido por tu culpa — Le recriminó Crane, molesto — ¿Qué mierda te pasa conmigo, eh?

    — ¿Por mi culpa? Mira que eres ingenuo — Xom negaba con la cabeza mientras se reía — Te has comportado como un gallito cuando eres un mierdas. Aún recuerdo años atrás como tenías miedo hasta de tu propia sombra.

    — Puede que no haya entrenado con vuestra promoción de soldados, pero tampoco soy un inútil — El recién nombrado como cultivador no se achantaba — Si me jodes, te joderé.

    — Tu hermana no está cerca para salvarte el culo como en otras ocasiones — Ken sonreía mientras mantenía la mirada fija en Owen — Ponme una mano encima y comprobarás el entrenamiento que llevo a mis espaldas.

    Ambos jóvenes estaban cerca de llegar a las manos, pero no era la primera vez.

    A lo largo de los últimos años, su interés en la científica Vaalot les había hecho enfrentarse en más de una ocasión, sobrepasando lo verbal a lo físico en contadas ocasiones. Nunca se pasó a mayores de un breve intercambio de golpes porque los amigos que tienen en común estaban presentes, pero en mitad de esa fiesta, para cuando la gente se diese cuenta de que había pelea, los dos ya se habrían dado suficientes golpes. Cualquiera diría que lo de ambos era una obsesión cegadora por Karla. Pero cuando estaban por provocarse más, la aparición de Andrómeda en llanto los sacó de su modo ataque.

    La joven llegó rota en lágrimas, lo que hizo que Owen se acercara a ella y la ayudara a sentarse mientras Kendall observaba la escena extrañado.

    — Andro, ¿qué te ha ocurrido? — Le preguntó el joven Crane, preocupado por su amiga — ¿Por qué lloras?

    — ¿Alguien te ha pegado? — Xom no quiso quedarse fuera de la situación, pues conocía también a la chica.

    — Nadie me ha pegado — Respondió ella, visiblemente dolida en el plano emocional — Ha sido Brandon...

    — ¿Qué te ha hecho?

    — Si, ¿qué te ha dicho ese idiota?

    — Eh, Brandon no es ningún idiota.

    — Venga, Owen. ¿Tu amigo le hace daño a una chica y le defiendes? Sabes perfectamente que Brandon es subnormal y tiene una actitud lamentable.

    — Si tú lo dices...

    — En fin, me largo de aquí.

    Kendall no dejaba de sentirse juzgado y viendo que ni Owen ni Andrómeda eran amigos especiales de él, decidió que no iba a perder más el tiempo allí. Al marcharse, la joven Vermeer decidió abrirse a su amigo.

    — Le pregunté que le pasaba y me dijo que me fuese, que no quería hablar con nadie — Explicaba la chica sobre su interacción con el joven Gallagher — Le insistí en que quería ayudarle si es que le pasaba algo y antes de irse, me dijo que le dejase en paz para siempre. Que no quiere saber nada de mí.

    Al decir esas últimas palabras, Andrómeda se sumió en un fuerte llanto que era tapado por el alto volumen de la música que estaba sonando.

    Owen la abrazó sin pensárselo para consolarla, ya que aunque Brandon era su amigo, entendía que se había pasado al hablarle así. Probablemente lo hizo desde su enfado repentino, pero aún así, no debía hablar con esa frialdad. Al mismo tiempo, Karla se encontraba en otra área, algo apartada del ruido de la fiesta. Sumida en sus pensamientos sobre lo que acababa de ocurrir entre Kendall y Owen, la chica no se percató de la llegada de Omnius, que la vio a solas y supuso que le ocurría algo.

    — Hola, Karla — El hijo del Elegido era consciente de que también hacía tiempo que no la veía — Me alegra verte por aquí, aunque parece que te pasa algo.

    — Hola, Omnius. Sí, bueno, estoy bien — La joven Vaalot no quiso profundizar en el asunto que la tenía tan seria — ¿Qué te trae por aquí?

    — Me he encontrado a tu hermano hace un momento y parece que no está bien conmigo — Se sinceró el syleriano, algo apenado — Cree que me he distanciado de él y de los demás a propósito, pero no ha sido así.

    — Es normal que esté algo molesto, siempre has sido su mejor amigo y este último año desapareciste de las vidas de todos, literalmente — Karla hablaba mientras observaba a los jóvenes de su edad bailando en el centro de la pista de aterrizaje de la base — Pero no se lo tengas muy en cuenta. Se le pasará, ya sabes como es Jackon.

    — Espero que tengas razón — El joven Paokt estaba algo entristecido — ¿Tú estás bien?

    — He estado mejor — Indicó ella, lanzando un suspiro de resignación previo a hablar de su tema — Son Owen y Kendall. Creo que ambos llevan un tiempo teniendo sentimientos por mí, pero casi se odian entre ellos por eso mismo. No me gusta ser un motivo de pelea para nadie.

    — Bueno, según lo que sé de comportamiento humano, a veces pasa esto en tu especie — Sorprendiéndola, Omnius dio su opinión sobre el asunto — Los celos son bastante frecuentes en los humanos y probablemente estén celosos el uno del otro, ya que no saben cual de los dos tiene tu interés. ¿Tú lo sabes?

    — Sí, lo sé — Musitó ella, asintiendo — Por eso mismo no me gusta que se pelee. No me agrada esa actitud que saca por puro ego.

    — Bueno, me imagino que deberíais hablar.

    — Eso parece.

    Mientras Omnius y Karla continuaban conversando, esta vez cambiando el tema de la charla, en otra de las zonas en las que se estaba dando la fiesta de graduación de las diversas promociones y roles, se encontraba Kendall. El chico estaba furioso por lo que acababa de suceder, pues iba decidido a revelarle a Karla, después de mucho tiempo, sus sentimientos por ella. No obstante, la irrupción de Owen y el consecuente enfrentamiento entre ambos propició que la chica huyese de la escena, dejándolos a ambos en una mala situación.

    Xom sentía que tenía unas ganas horribles de buscar a Crane y pegarle una paliza, pero como soldado oficial que era ahora —aunque él prefería dedicarse más a las tareas policiales como su tío y tutor legal— no podía permitirse el lujo de tomarse la justicia o las venganzas personales por su cuenta. Por ello, se marchó a una zona aislada de la fiesta para poder tranquilizarse, antes de retomar el disfrute y desinhibirse un rato. De pronto, el joven observó como una chica con rasgos asiáticos se aproximaba a él, saliendo de entre la multitud.

    Vestía muy provocativamente, aunque más allá de ello, su aspecto era imponente y atractivo.

    — Vaya, Mía — Dijo Kendall, visiblemente asombrado — Siempre te he visto en tu traje de mecánica pero nunca con un vestido tan... llamativo.

    — ¿Y qué te parece?

    — Estás... genial.

    — Tú también, aunque podrías haberte puesto más guapo, Ken — La recientemente graduada como ingeniera se sentó al lado de su simil — ¿Qué haces por aquí tú solito, apartado de todo y de todos?

    — Intentando despejarme un poco, hay veces que el ruido me agobia y las multitudes me incomodan — El joven Xom prefirió no sacar el tema de Karla — ¿Y tú? ¿A qué se debe el placer de tenerte aquí?

    — Estaba bailando en la pista con algunos chicos y algunas chicas bastante sexys, pero te he visto aquí y he querido venir. He pensado que quizá necesitabas que alguien te levantase la moral.

    — ¿Qué te hace pensar que necesito eso?

    — Oh, Ken, tu cara te delata — Yazuke sorprendió a su amigo con esas palabras — Lo tuyo no es agobio por la multitud ni mierdas así. Es una chica, ¿verdad?

    — No pienso hablar contigo de esto.

    — Bueno, no hace falta. Es evidente.

    — ¿Algo más?

    Mía se levantó y se acercó rápidamente a Ken, quien no se esperaba la acción que estaba por suceder.

    Antes de poder reaccionar, la chica lo tomó del rostro y lo besó apasionadamente. Al inicio, el joven policía se sentía incómodo, pero a los segundos se dejó llevar y empezó a fundir sus labios con los de su amiga. La pasión del beso les llevó a excitarse más de lo esperado, ella por pura diversión y él como forma de liberar esa sensación que tenía por dentro. No hizo falta palabras; ambos se marcharon de la fiesta cogidos de la mano y decididos a encontrar un sitio más privado para intimar.

    Mía y Kendall pasaron cogidos de la mano por delante de Gina, que se quedó mirándolos mientras se reía para sí misma. La chica, que formaba parte de los más adultos de la promoción que se graduaba, vio interrumpidos sus pensamientos obvios por la presencia de un joven syleriano que decidió vestir directamente como lo que su profesión demandaba desde el día uno. Xerom apareció con el equipamiento de un joven soldado que acaba de ingresar en el ejército de la Alianza.

    — ¿Qué te parece, Gina? — Preguntó el syleriano, viéndose realmente contento con su vestimenta — Todos de gala y yo de profesional, ¿eh?

    — Podrías haberte esperado a mañana, que hoy es día de celebración, no de patrulla — La mayor de los Crane Carver le lanzó una carcajada — Pero sí, te queda genial, Xerom.

    — Lo sé, aunque según he oído, los uniformes que llevaremos los soldados que nos vamos en el arca serán diferentes — Murmuró Devom, quedándose pensativo — Me gustaría probármelo cuanto antes.

    — Lo harás, asumiendo que subas a bordo del arca.

    — Por supuesto, pero sé que tú no, no quieres ir.

    — Mi sitio es este — Expresó Regina, mostrándose ahora muy seria — Respeto a los que os vais en el arca, pero lo veo como una forma de abandonar esto ahora que estamos empezando de cero.

    — Bueno, tu hermano también irá en esa arca según he oído.

    — Él ya sabe lo que pienso, pero es libre de decidir. Le quiero, pero no puedo suplicarle que cambie de idea. Mis padres, tal vez lo hagan.

    — Se le veía muy decidido la vez que hablé con él.

    — Eso he visto, pero bueno, cuando llegue el momento de partir se verá la verdad. Muchos hablan de irse y seguro que cuando sea la hora, se echan atrás.

    — ¿Crees que Owen sea de esos?

    — Siempre ha necesitado de la protección de otros y de tener cerca a sus seres queridos — Dijo Gina, recordando las veces que tuvo que cuidar de él — En esa arca tendrá pocas personas a las que llamar familia.

    — Bueno, no estará solo.

    — Lo sé y por eso no le suplico para que se quede. Sé que si se va, tendrá amigos que le ayudarán y él les ayudará. Eso me alivia.

    — Seguro que sí, Gina. Y yo también estaré ahí para él, te lo aseg...

    Repentinamente, Xerom se vio abruptamente empujado contra el suelo.

    Mientras el syleriano caía bruscamente, Gina alzó la vista para encontrarse con un neoniano, quien iba acompañado de varios integrantes de su grupo; todos ellos de las diversas especies de la Alianza. Aquel acto fue una agresión, por lo que mientras Xerom se levantaba algo adolorido, la joven Crane se encaró con el neoniano que fue el encargado de empujar a su amigo. Sin embargo, antes de plantarle cara ella, apareció otro de sus amigos para intervenir, sorprendiendo a todos.

    — ¿Quién te crees que eres? — Vraco estaba presente en el momento más inesperado e inoportuno — ¿Qué necesidad tenías de hacer eso, neoniano?

    — Un syleriano se interponía en mi camino y yo lo he apartado, sin más — Dijo dicho neoniano, que parecía ser el cabecilla de ese grupo que paraba de reír — ¿Qué? ¿Ves en tus visiones infantiles lo que va a pasar ahora?

    — Oye, ¿acaso has bebido de más? — La joven Crane no dudó en intervenir también — Estamos de celebración, no hay razones para ser así con los demás.

    El syleriano, apellidado Devom, se incorporó con seriedad y se dirigió al neoniano que le había empujado, señalándolo con el dedo en un claro gesto acusador, ante la mirada de Vraco y de Gina, a los cuales se sumaban algunas personas cercanas que fueron testigos del barullo.

    — Empiezo a pensar que tienes un problema conmigo, Kairos — Dijo Xerom, tocando con uno de sus dedos índices el pecho del neoniano — ¿Estoy en lo cierto?

    — ¿Problema contigo? No — Contestó el neoniano, apellidado Kent al haber sido criado por una pareja de seres humanos — Con los de tu especie, sí.

    — ¿Mi especie? Te recuerdo que fueron los neonianos quienes iniciaron un conflicto interplanetario hace más de doscientos años — El joven soldado syleriano negaba con la cabeza ante las palabras de su compañero de profesión — Además, ¿tus padres no son humanos? ¿Qué se supone que te han enseñado? Modales no, desde luego.

    — Perdí a mis antepasados en esa cacería que vuestro chip maligno empezó en Neonia, antes de la llegada de los humanos — Kairos se encaró con Xerom — Mis padres murieron con la llegada de los Veerham y me adoptaron dos humanos con complejo de salvadores.

    — Pues te dieron una vida y una educación — El futuro líder thuniano salió en defensa de esos dos humanos que actuaban como padres de Kent.

    — Y les quiero, han sido mi familia. Pero partiré a bordo de esa arca y comenzaré de cero — El neoniano parecía tener un motivo profundo que estaba por revelar — Como dije, por culpa del Supremo perdí a mis familiares, ancestros que nunca pude conocer. Mis padres eran muy jóvenes en ese entonces. Para cuando nací, llegaron los Veerham y el idiota que tenéis como Elegido decidió no lanzar su bomba de energía, esperando a la expedición de hace nueve años. ¡La bomba debió lanzarse en Syleria, el primer lugar que invadieron los Veerham! ¡Habríamos evitado la inhabitabilidad de Neonia y la destrucción de otros lugares del territorio conocido!

    — ¡¿Y qué mierda tengo que ver yo con la decisión del Elegido Paokt?! — Xerom no veía la relación — ¡Quéjate a su hijo, no a mí!

    — Su hijo es un Ikorf y ojalá no se suba al arca o tendrá serios problemas — Murmuró Kairos, desafiante — Da igual de quien sea la culpa, la cuestión es que los sylerianos tuvisteis la oportunidad de evitar una debacle mayor, pero como involucraba vuestro mundo tóxico, decidisteis no lanzar esa bomba. No solo os odio yo; hay thunianos y humanos que piensan igual.

    El grupo que acompañaba al neoniano asintió con convicción, confirmando que ellos estaban de acuerdo con sus palabras y que tenían el mismo pensamiento de culpa contra los sylerianos. La situación podría haberse calmado ahí, pero Xerom optó por contraatacar verbalmente con una verdad contundente.

    — ¿Y qué hay de los neonianos? Cuando se descubrió que los sylerianos estábamos vivos, eráis reacios a formar una alianza. De no ser por los humanos, no habríamos podido avanzar todos juntos — Explicó Devom — Es más, Kairos, yo también perdí a mis antepasados. Sin ir más lejos, una soldado llamada Kayla Devom fue de las primeras en ser capturada y aniquilada por los neonianos en el primer contacto. ¿Me oyes? ¡Una Devom! ¡Mi familia!

    — Lástima que tu estirpe no muriese con ella, syleriano.

    Esas últimas palabras de Kairos fueron el detonante perfecto —y a su vez la chispa que prendió la llamada— para el inicio de una trifulca que pronto se convertiría en una auténtica pelea.

    Xerom no respondió verbalmente sino físicamente, lanzando un derechazo que el neoniano esquivó mínimamente, pero que le hizo tambalearse hasta caerse al suelo. Sus amigos, ese grupo de miembros de las diferentes especies —siendo un total de siete— se lanzaron hacía Xerom dispuestos a darle una paliza. Viendo la situación, Gina y Vraco no tuvieron mayor opción que intervenir, pero aún así, la desventaja numérica dejaba en claro que estaban por recibir una buena golpiza.

    La joven Crane recibió un fuerte puñetazo en las costillas que la hizo caerse al suelo y retorcerse de dolor, mientras dos de los atacantes se limitaban a patearla. Vraco no tenía unos conocimientos amplios de lucha, por lo que apenas pudo intentar separar a los demás antes de que una lluvia de golpes lo derribaran y se sumara a su amiga humana y al syleriano en el suelo, donde estaban siendo apaleados.

    Desde la distancia, el barullo generado captó la atención de más personas y muy pronto la fiesta quedó eclipsada por una intensa batalla campal entre compañeros de promoción, revelando unas rencillas del pasado que parecían haberse reabierto en las nuevas generaciones.
     
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