Historia larga Los Viajeros: La guerra Rhajik

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Manuvalk, 8 Octubre 2017.

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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Título:
    Los Viajeros: La guerra Rhajik
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    24
     
    Palabras:
    3845
    Sinopsis: Año 2127. La humanidad ha dado un gran salto tecnológico y por ende un gran paso en la exploración espacial. La especie humana tiene controlado y en algunos puntos colonizado el Sistema Solar, pero su ambición mira más allá. La Unión, un gobierno intergaláctico hecho por la humanidad, representado por líderes de cada planeta colonizado, acordó mandar un grupo de exploradores hacia las supuestas coordenadas de un planeta lejano que podía ser potencialmente habitable. Sin embargo, perdieron el contacto en el tramo final del trayecto. Es entonces cuando una segunda expedición es enviada a buscar a sus compañeros, sin embargo, se embarcarán en una aventura que llevará a la especie humana a descubrir nuevos y peligrosos horizontes.



    Los Viajeros


    — Nos aproximamos a las coordenadas marcadas. Recomiendo un escaneo de la viabilidad del planeta. — Murmuró la piloto de la nave.

    — Hazlo. — Ordenó el comandante de la misión en curso.

    La nave se llamaba Heaven I, siendo la primera en ir más allá del Sistema Solar. Pese a no ser de gran envergadura, era amplia para los cinco integrantes que tenía. El puente de mando, la cápsula de salvamento, un centro de mando y seis habitaciones además de una armería bien provista.

    El comandante de la Heaven I era Naylon Karless, un joven de 27 años que había sido un auténtico prodigio en la academia. Su formación como comandante no fue sencilla, sobretodo viniendo de un planeta como Plutón, cuna de científicos brillantes pero soldados deficientes. Sus padres eran excelentes científicos, y se dedicaban como muchos otros a observar las estrellas lejanas al Sistema Solar. No obstante, Naylon miraba más allá, soñando con surcar el espacio y poder ver de cerca nuevos mundos. Para hacer eso, lo mejor era estudiar en la academia de formación de exploradores, ubicada en la capital del Sistema Solar; la Tierra. Allí se hizo un hombre, y sus brillantes notas le llevaron a ser el primer comandante humano en salir del Sistema Solar. Sin duda alguna, su nombre estaba escrito en la historia.

    La piloto de la nave era Juice Tidder, una joven pero ya experta piloto de 24 años. Cuando se instaló una base en la Luna, hecha para científicos e ingenieros, estos con el tiempo decidieron formar una colonia en nuestro satélite natural. Su padre era científico, su madre ingeniera. Juice nació así en el satélite de la Tierra, la Luna. También estuvo en la AFE (Academía de Formación de Exploradores) al igual que su comandante y todos los integrantes de la misión, sin embargo, ella estudió el pilotaje de las naves que cruzarían el espacio oscuro en busca de otros lugares que explorar. Obviamente y como el resto, sus nombres fueron apuntados en los libros de historia debido a la misión en la que se embarcaron.

    — Escaneo realizado con éxito. El planeta presenta unas características prácticamente idénticas a las de la Tierra en su época virgen. Sin embargo, ha detectado satélites artificiales en su órbita, que se aproximan a nosotros. — Dijo Juice, observando con asombro como en el radar se podía ver la aproximación de cuatro puntos.

    — ¡¿Cómo que se aproximan a nosotros?! — Preguntó Axlor, uno de los miembros del pelotón, con un rostro de desconcierto y temor.

    — ¡Sí, vienen hacia la nave! ¡A toda velocidad! — Respondió Juice, bloqueada por los nervios.

    — ¡Maniobras evasivas, ahora Juice! ¡Sácanos de aquí! — Ordenó Naylon, mientras sus miembros observaban preocupados la situación.

    Axlor Vaalot había nacido en el planeta rojo. Cuando la humanidad se asentó en la superficie de éste, su familia, que en aquel entonces eran por definición soñadores, decidieron ser una de las primeras familias en habitar Marte. Con el tiempo, las generaciones de humanos que nacieron allí se fueron adaptando a su hogar. Un día, cuando Axlor tenía tan solo quince años, fue atrapado junto a varios amigos suyos en una tormenta de arena, un vendaval terrible que se llevó a muchos con el. Sin embargo, Axlor logró sobrevivir ocultándose bajo una roca en forma de parapeto, logrando volver a casa con vida. La muerte de la mayoría de sus amigos le afectó en gran medida, jurándose a sí mismo que ayudaría a las personas más cercanas a él a sobrevivir a cualquier situación. Fue entonces cuando Axlor decidió aprender supervivencia en entornos hostiles, adoptando medidas contra muchas situaciones.

    — ¡Voy a activar las armas de defensa! — Dijo Chris, corriendo a sentarse al lado de Juice para ayudarla.

    — ¡Ashley, tú trata de comunicarte con la Tierra! ¡La Unión debe saber que éste planeta ya tiene dueño! ¡Rápido! — Exclamo Naylon, mientras su miembro del grupo corría al centro de mando para encender las comunicaciones.

    Chris Holloway había nacido en la Tierra, como Ashley Ripley. Él tenía 29 años, ella tenía 24. Ambos se conocían de antes de la misión, ya que fueron juntos a la AFE, donde se especializaron en el combate. Mucha gente se especializaba en eso debido a que las otras colonias humanas no solían llevarse bien entre ellas, y de vez en cuando se producían ataques o saqueos. Debido a ello, muchos colonos se esforzaron por aprender a defender sus hogares, especialmente de Ceres, la colonia de los delincuentes en el Sistema Solar. Chris, sin embargo, decidió aprender también primeros auxilios. Lo más parecido a un médico a bordo de la Heaven I.

    — ¡Nos han cortado la comunicación! ¡¿Cómo lo han podido hacer?! — Decía Ashley, luchando por recuperar la señal.

    — Esto no puede estar pasando, no puede estar pasando... — Murmuraba Chris, mientras activaba las defensas de la nave. — ¡Listas!

    Esos cuatro satélites artificiales dispararon unos misiles veloces que a su vez se destruían y se convertían en proyectiles más pequeños, pero en un grupo de hasta diez. Antes de que las armas de la Heaven I pudieran reaccionar, los misiles impactaron en la cubierta exterior izquierda, destruyendo en una vibrante explosión la coraza que separaba la gravedad del interior de la Heaven I de la nada del espacio.

    Aquello provocó que los miembros de la nave comenzaran a quedarse rápidamente sin aire. Por suerte, el protocolo les obligaba a llevar siempre una mascarilla con oxigeno encima incluso en la nave. Todos se la colocaron al instante, respirando de nuevo. Aunque no había tiempo para quedarse parados, dichos satélites lanzaron una segunda oleada de misiles, y Juice había perdido el control de la nave. La Heaven I estaba a la deriva.

    — ¡A la cápsula de salvamento, ahora! — Indicó el comandante, apretando el botón que abría la compuerta de ésta. — ¡Dentro hay trajes! ¡Ponéoslos rápido!

    Sus miembros obedecieron y se vistieron rápidamente con los trajes aislantes, al igual que él. El impacto de los segundos misiles partió a la Heaven I en dos trozos. La cápsula de salvamento comenzó a temblar, y en un intento desesperado, Naylon cerró la compuerta para que los suyos abandonaran la nave en dirección al planeta que tenían justo delante.

    — ¡NO! ¡NAYLON! — Exclamo Axlor, viendo que su comandante acababa de sacrificar su vida por ellos.

    — ¡Axlor, siéntate y abróchate el cinturón! ¡En un minuto entraremos en contacto con la atmósfera y si no estás en tu sitio, te golpearas por toda la cápsula y morirás! — Dijo Chris, obligandole a sentarse.

    Juice comenzaba a sollozar bajo el casco del traje, dolida por el sacrificio de Naylon. Ashley, por su parte, se sentía impotente al no haber podido advertir al alto mando de la Tierra de lo ocurrido. Pero especialmente, ambas se sentían mal porque temían morir, y no poder ver a sus hermanos.

    Naylon trataba de avanzar en la gravedad cero, impulsándose conforme podía. De pronto y sorprendentemente, las comunicaciones volvieron. El comandante vio que las luces seguían encendidas y quiso advertir a La Unión de que habían sido atacados, pero antes de que pudiera hacerlo, la Heaven I explotó por la cola, impulsando el resto de la nave hacia la órbita del desconocido planeta, con Naylon en el interior, que se quedó inconsciente debido a la onda expansiva.

    [...]

    La Unión tenía sede gubernamental en la Tierra, concretamente en Oslo, la capital de Noruega. El edificio resaltaba sobre el resto debido a su arquitectura exótica y su altura. Era uno de los edificios más altos de todo el planeta. Sin embargo, las reuniones no se hacían en los altos pisos del rascacielos, donde trabajaban oficinistas y becarios, sino en un búnker subterraneo. Ahí era donde los cinco representantes de las colonias humanas en el Sistema Solar debatían las decisiones de toda la especie, sometiéndolas a votaciones.

    Uno de los representantes era Jefferson Stagger, antiguo comandante espacial de misiones y actualmente retirado, fue el primero en llevar a cabo una misión a Plutón, asegurando un puesto científico en el que se observara estrellas lejanas, que tiempo después se convirtió en una colonia autosuficiente. A sus 57 años, era toda una eminencia en la Academia de Formación de Exploradores, habiendo dado muchas charlas sobre su viaje espacial a Plutón, que en su momento, fue lo más lejos que llegó la especie humana. Él es el representante de Marte.

    Eduard Carver fue toda su vida político, siendo recordado por ser el primer político humano en aprobar una misión de exploración espacial, cuando los humanos colonizaron Marte en el 2098. En ese momento, como en la actualidad, era el representante de la Tierra, escogido entre más de cincuenta candidatos por todos los países.

    Martha Thompson, conocida científica que descubrió que el Helio y otros gases pertenecientes a planetas gaseosos para viajar a la velocidad de la luz, a la que llamaban. Tenía 23 años cuando hizo ese descubrimiento, ahora tiene 34. Representa a Plutón, hogar de científicos.

    Jim Baker fue el primer exiliado de la Tierra por crímenes contra la humanidad. Huyó a Ceres, un planeta enano en el cinturón de asteroides, y logró establecerse allí, autoproclamándose un planeta independiente de la humanidad años después, debido a que la gente que quería salir de las órdenes de La Unión, en su mayoría delincuentes, optó por unirse a él, formando una gran colonia en dicho planeta. Representa a Ceres, con 36 años.

    Un grupo de científicos y exploradores fueron llevados a la Luna con el fin de explorar nuestro satélite natural. Sin embargo, con el tiempo, se convirtió en una ciudad autosostenible, por lo que fue declarada una colonia humana. La ingeniera Chloe Miller, fue elegida como representante de los suyos, y por lo tanto, de la colonia de la Luna a sus 33 años.

    Estos cinco representaban a la humanidad y sus intenciones fuera del Sistema Solar. Decididos a dar el salto a otro nivel, mandaron a la Expedición I a un planeta recientemente descubierto que mostraba ser un mundo paradisíaco. Sin embargo, al perder el contacto con la Heaven I, los ciudadanos se comenzaron a preguntar si fue un error mandar una expedición tripulada sin antes enviar una sonda. La gente pedía soluciones, y era el momento de darlas.

    — Esto me da muy mala espina, honestamente. — Murmuró Eduard, pensativo. — Llevan más de doce horas sin contactar, cuando el protocolo estima que se reporten cada hora. ¿Y si les ha ocurrido algo?

    — Es evidente que les ha ocurrido algo, señor Carver. — Intervino Jim, con las botas sucias sobre la mesa de la sala.

    — Señor Baker, aún no entiendo que hace usted aquí si nunca propone una solución para las cosas. Creo que Ceres no ha sabido elegir a su representante. — Le recriminó Eduard con rostro de desquiciado.

    — No estamos aquí para tirarnos nada en cara. Necesitamos ver que hacemos, la Heaven I no responde, ahora mismo está desaparecida. ¿Alguien sugiere algo? — Dijo Martha, cansada de oír discusiones.

    — Tendríamos que mandar una sonda para evaluar el riesgo que compondría enviar otro grupo de exploradores. ¿Soy la única que piensa que esto podría ser obra de otra especie inteligente? — Propuso Chloe, que nunca se callaba lo que pensaba.

    — Lo que tenemos que hacer, señores, es mandar un segundo grupo de exploradores mejor armados y provistos. Naylon es un excelente comandante, pero su grupo era reducido y su nave de las más baratas de La Unión. Yo voto por mandar un grupo algo más extenso, con la Arcadia. Mi hijo Kyllian tiene madera de comandante, está siguiendo mis pasos. Es profesional y tiene liderazgo. Sugiero que sea su misión.

    — Amén a eso. — Dijo Jim, mientras se mordía las uñas.

    — Me niego a enviar a más gente al limbo. Mi voto es no. — Dijo Eduard, mostrándose molesto.

    — Sinceramente, me parece buena idea. La Arcadia es de las mejores naves que tenemos, es un seguro de vida en entornos desconocidos. Y sobretodo es rápida. Mi voto es sí. — Dijo Martha con satisfacción.

    — ¿Estáis locos? Esto es un error. Lo de la sonda es mucho mejor. Mi voto es no. — Dijo Chloe, reacia al plan previsto.

    — Bueno, pues creo que éste plan será ejecutado. Yo, Jefferson he propuesto el plan y estoy de acuerdo con el, al igual que Jim, representante de la colonia Ceres, y Martha, representante de la colonia de Plutón. Por lo tanto, son tres votos contra dos. La decisión está tomada, señores. — Dijo el representante de Marte. — Hablaré con la AFE y que me den los informes de los mejores exploradores actuales. Nos vemos en dos días aquí con los elegidos.

    [...]

    Dos días después

    Los elegidos habían sido llamados y debían presentarse en el edificio de La Unión por la mañana. Mientras los cinco representantes hablaban en su búnker privado, en una sala se esperaba a los nueve elegidos para la misión, que aún no se sabía cuál iba a ser con exactitud.

    El único que se encontraba en esa sala de espera era Kyllian Stagger, el hijo del representante de Marte, Jefferson. El joven de 26 años siempre tuvo altas expectativas allá donde fuera debido al éxito que tuvo su padre. Desde pequeño, fue entrenado para algún día convertirse en el comandante de una misión de exploración espacial. Y aquella misión, iba a ser la primera. Los nervios no le podían jugar una mala pasada, puesto que cualquier error grave implicaría una bajada de rango y por ende la caída de su puesto de comandante. Sin embargo, Kyllian era un hombre duro con nervios de acero, gracias al entrenamiento exhaustivo de su padre que tuvieron en su planeta natal, Marte.

    Mientras el joven Stagger esperaba en la sala, llegaron dos jóvenes más. Lill Crane y Alexander Ripley. Ambos eran nativos de la Tierra, Lill concretamente de Toronto, Canadá. Alexander de Manhattan, EEUU. La especialidad del joven Crane era cartografiar nuevas rutas en el espacio, un trabajo muy requerido pero con pocos con titulación. Además, como cualquier joven, también quiso aprender a combatir. Lill y Alexander tenían 26 años. Ambos eran amigos desde la infancia y siempre habían estado juntos. Alexander, por su parte, se centró en estudiar en la AFE, convirtiéndose en uno de los mejores soldados que había dado. Sin duda, la misión estaba hecha a su medida.

    Ambos se acercaron a Kyllian, al que no conocían, y le dieron la mano con cordialidad, sentándose acto seguido al lado.

    — ¿Eres uno de los elegidos para la misión? — Le preguntó Lill, con curiosidad.

    — Así es. Soy el comandante. Me llamo Kyllian Stagger. — Murmuró con aires de grandeza.

    Lill y Alexander se miraron sorprendidos al ver a Kyllian, el que sería su comandante y al que tendrían que obedecer aunque la orden fuera absurda.

    — ¿Eres el hijo del ex-comandante Jefferson? — Preguntó Alexander, atónito.

    — Exacto. — Respondió Kyllian, conociendo así a dos de sus miembros del grupo. — ¿Cuál es vuestro nombre?

    — Lill Crane.

    — Alexander Ripley.

    — ¿Ripley? Tengo entendido que tu hermana fue una de las miembros de la corta tripulación del Heaven I, ¿cierto? — Dijo Kyllian, reconociendo el apellido.

    — Ashley, sí, es mi hermana.

    — Oye, Kyllian, ¿sabes algo de la misión que nos van a asignar? En la AFE no nos han dicho nada. — Murmuró Lill, serio.

    — Llámame comandante Stagger, por favor. — Ordenó Kyllian con superioridad. — Y no, no sé nada.

    — Vale, comandante Stagger. — Musitó Lill, pensando lo que tendría que aguantar a ese tipo.

    Al momento llegaron Cinthia Marlow y Arva Tidder. Ambas chicas se conocieron en la AFE. Cinthia estudió medicina para aplicarla en zonas peligrosas, tales como nuevos mundos, áreas hostiles y demás. A sus 26 años, tenía ya cinco de experiencia, sirviendo a pelotones de La Unión que disuadían ataques de colonos de Ceres, todos delincuentes. Arva, por su parte, estudió en la AFE el manejo y control de naves espaciales. Justo como su hermana gemela Juice, la piloto de la Heaven I. Ambas tenían la misma edad, evidentemente, y compartían casi todos los mismos gustos. Además, Cinthia era de la Tierra y Arva, de la Luna.

    — Hola, ¿sois de la misión? — Preguntó Cinthia al ver a los tres jóvenes allí sentados.

    — Así es. — Dijo Kyllian, levantándose y tendiendo su mano a ambas chicas. — Soy Kyllian Stagger, hijo del comandante retirado Jefferson Stagger y el comandante de la misión que nos van a dar. Espero que nos llevemos bien.

    — Así será, comandante. Yo soy Cinthia Marlow, y seré la médico en funciones de la misión.

    — Yo soy Arva Tidder, piloto de la nave que nos asignarán, supongo. Porque si no tenemos nave o lanzadera, no entiendo que hago aquí.

    — Me llamo Lill Crane, soy el encargado de cartografiar las rutas que realicemos en el espacio fuera del Sistema Solar, y puedo manejarme en otras situaciones. Es un placer.

    — Espero tener todas las vacunas en orden, señorita Marlow. — Murmuró Alexander, haciendo reír a su amigo Lill. — Yo soy Alexander Ripley, experto en combate. Un gusto conocerlas a ambas.

    — Tú eres el gracioso del pelotón, ¿verdad? — Dijo Hillary, llegando justo por detrás del grupo.

    Hillary Murphy había nacido en Londres, Inglaterra. Pese a que nació en la Tierra, se pasaba la mayor parte del tiempo en Ceres, donde había tenido una relación sentimental. Sin embargo, habían roto recientemente. Hillary era también especialista en combate, siendo una de las chicas más duras de la AFE. Pese a tener 25 años, la rudeza y su carácter la hacen parecer más adulta.

    A los cinco minutos, apareció Snow Carver. Era la hija del representante de la Tierra, Eduard, y su especialidad era la ciencia. Además, era la encargada de evaluar posibles planetas potenciales, aunque en la misión, se centraría más en otras cosas. Su formación en combate fue básica, por lo que no se solía desenvolver muy bien. Tenía la edad de Hillary. Al verla, Lill se quedó perplejo. Snow solía destacar por sus preciosos ojos verdes, más allá del físico. El joven Crane tardó en levantarse y saludarla cordialmente, debido a que no dejaba de mirarla.

    Finalmente llegaron Kiat y Lio. Kiat era un japonés procedente de Tokyo. Sus estudios se basaban en la asignatura de gestión de crisis o emergencias, actuando más como un policía. Llevaba diez años estudiando, concretamente desde los quince. Actualmente, tenía 25 años. Leonardo Santos, 'Lio' para los amigos, era el ingeniero elegido para arreglar cualquier fallo que pudiera tener la nave, un arma o cualquier artefacto mecánico. Él provenía de Ceres y fue recomendando arduamente por Jim, el representante de dicho planeta. En su informe no tenía antecedentes, por lo que fue elegido para la misión con la aprobación de todos. Era el más mayor de todos, teniendo 28 años.

    Tras saludarse con educación, el grupo esperó durante más de quince minutos hasta que los cinco representantes de La Unión salieron a su encuentro. Jefferson a la cabeza, le ordenó que le siguieran hasta fuera, donde les esperaba la nave que iban a usar. Mientras iban saliendo uno a uno, se asombraban de la grandaria de dicha nave.

    — Os presento lo último en tecnología de La Unión; la Arcadia. — Dijo Jefferson, mostrando ante todos un amplio hangar donde descansaba la inmensa nave.

    — ¿Voy a pilotar eso? — Preguntó Arva, perpleja.

    — ¿Crees ser capaz, señorita Tidder? — Preguntó Chloe, quien ya la conocía ya que era de la Luna.

    — Por supuesto, aunque... es más grande de lo que pensaba.

    — Aún no has visto el interior. — Dijo Eduard, orgulloso de la creación de su empresa gubernamental. — Vamos chicos.

    Siguiendo a los cinco representantes, los nueve miembros del grupo subieron a bordo de la Arcadia. Varias personas con uniformes de La Unión se encargaban de subir materiales y suministros a la nave, mientras otros se aseguraban de que estuviera a punto.

    El grupo al completo se dirigió hasta la sala de mando, un lugar que servía como punto de reunión para todos los miembros de la nave, para debatir, argumentar o idear planes.

    — Es preciosa. — Murmuró Kyllian, observando el interior.

    — Luego podréis daros una vuelta por ella. — Dijo Martha, indicándole con un gesto a Jefferson que hablara.

    — Bien, hasta ahora no habéis sabido el porqué de todo esto, pero eso ha llegado a su fin. Habéis sido seleccionados para una misión de rescate. — Decía el representante marciano.

    — Un momento, ¿a quién hay que rescatar? — Preguntó Kiat, de brazos cruzados.

    — A la Expedición I. — Intervino Jim, mostrándose un tanto indiferente.

    — ¿Han fracasado? — Preguntó Lio, sorprendido.

    — Hemos perdido el contacto con ellos, y nos tememos lo peor. Su misión era evaluar una colonia potencial y ahora esa misión es vuestra. Es por eso que vais a ir, ¿entendido? — Dijo Jefferson, andándose sin rodeos.

    El grupo guardó silencio ante la rudeza de las palabras del ex-comandante Stagger. Incluso su hijo, Kyllian, agachó la cabeza.

    — Bien. Las coordenadas ya han sido marcadas en el navegador. Tenéis una hora para asentaros en la nave, daros una vuelta, despediros de vuestra familia e iniciar el viaje. — Indicó Jefferson. — Por cierto, estáis provistos de armas y de comida para suficiente tiempo.

    — ¿Por qué las armas, señor? — Preguntó Alexander, interesado en eso.

    — Porque no sabemos que les ha podido pasar a Naylon y su grupo. Si han sido raptados o atacados por una especie inteligente y desconocida, os veréis obligados a abrir fuego. No dudéis, el protocolo lo dicta claro. — Dijo Eduard, que no dejaba de observar a su hija Snow.

    — Si otra especie realiza maniobras hostiles ante un pelotón de reconocimiento humano, éste podrá responder con fuerza. — Murmuró Snow, que había estudiado horas antes el protocolo para ciertas circunstancias.

    — Eso es. — Dijo Eduard, sintiéndose orgulloso de que su hija supiera las normas.

    — Creo que no queda más que decir. Tenéis una hora en la Tierra, haced lo que queráis. Una vez pasado ese tiempo, será el momento de iniciar vuestra misión más importante y la segunda más significativa de La Unión. — Dijo Jefferson, con tono ordenado y disciplinado. — Volved sanos y salvos, Expedición II.
    Jefferson asintió y se marchó de la sala, seguido del resto de representantes del gobierno intergaláctico humano. Los nueve miembros de la Expedición II se miraron con una mezcla de emoción, temor y curiosidad.

    Iban a iniciar una misión importantísima en nombre de la humanidad: rescatar a sus compañeros y asegurar la habitabilidad de un planeta inexplorado. Iban a convertirse en el segundo grupo de viajeros en salir del Sistema Solar.

    Kyllian se giró hacia su pelotón, apoyando sus brazos sobre una mesa redonda que mostraba hologramas del planeta desconocido al que se iban a ir.

    — Hagamos historia, viajeros. — Murmuró el joven comandante, con una mirada desafiante y esbozando una sonrisa.
     
    Última edición: 30 Enero 2020
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    Hola. Ya me habías comentado que tenías pensado borrar la historia de Dos Mundos para hacer un reboot de la misma. Debo decir que me dio algo de lástima, porque le veía un gran potencial a esa historia. Pero únicamente habías sacado dos capítulos, por lo que no se perdió la gran cosa. Este capítulo como introducción está bien, pero no me gustó tanto como el primer capítulo de Dos Mundos. En esa historia, los personajes fueron presentados más lento y con una Tierra totalmente destruida, lo que le daba algo de profundidad a los propios personajes. En esta historia, la humanidad tiene conquistado el Sistema Solar, lo cual no está mal, pero no da esa misma sensación que daba la anterior.

    Veo que hay varios personajes cuyos roles fueron adaptados a esta nueva historia, y sus niveles de protagonismo también. Dudo que Jefferson, Eduard, y Martha tengan en esta historia el peso que podrían haber tenido en DM, pero otros personajes como Lill, Snow, Alex, y Kyllian simplemente han cambiado o ampliado sus conocimientos en el campo de trabajo.

    Lo que sí debo reconocer es que la idea para esta historia es más llamativa de la que tenía Dos Mundos, pero ya veremos que tal avanza. Espero un mejor desarrollo de los personajes en el futuro. Dado a que ya has presentado a los principales, solo queda esperar para ver como se van adaptando a la historia. Y tengo mucha curiosidad en ver que tipo de planeta era el que iba a explorar la nave Heaven I, y también por conocer a la raza que habita ahí y que tan peligrosos pueden ser.

    No hay mucho que decir, dado a que esta es una introducción. Me parece una premisa interesante, y en algunos aspectos me ha recordado a la saga Mass Effect. Esperaré por la continuación. Hasta luego.
     
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  3. Threadmarks: Convivencia espacial
     
    Manuvalk

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    Convivencia espacial





    Los miembros de la Expedición II aprovecharon la hora libre que les dieron los líderes de La Unión para despedirse de sus seres queridos, realizar tareas personales y otras cosas. Una vez cumplido el tiempo, el pelotón, comandado por Kyllian, se despidió de los representantes que les encomendaron la misión.
    Jefferson abrazó a su hijo Kyllian con fuerza. Los Stagger tenían el honor y el compromiso que caracterizaba a los comandantes, sin embargo, Kyllian era muy impulsivo. No obstante, a su padre le enorgullecía que su hijo siguiera sus pasos.

    Eduard hizo lo propio con Snow, sin embargo, el representante de la Tierra temía por la vida de su hija. Una misión espacial era peligrosa, pero se ponía peor cuando era más allá de los dominios humanos. Viajar hacia lo desconocido no dejaba de ser interesante, sin embargo, tampoco dejaba de ser zona inexplorada.

    Lill, Alexander, Cinthia, Kiat y Hillary también se despidieron de todos, pero en especial de su representante. Eduard les dio la mano con cordialidad mientras les deseaba la mejor de las suertes.

    Chloe también se despidió de Arva, ambas residentes en la Luna. La joven Tidder sería la encargada de pilotar la Arcadia, y se sentía un poco presionada porque nunca había manejado una nave de esas dimensiones. Sin embargo, Chloe logró subirle la autoestima. Martha, la representante de Plutón, también le mostró su apoyo.

    Jim, el representante de Ceres, se acercó a Lio y le dio un apretón de manos. Le guiñó un ojo y le dijo algo al oído, cosa que nadie pudo oír.

    De los cinco líderes de La Unión, el único que no tenía un miembro en la Expedición II era Martha Thompson. Plutón no se especializaba por enviar soldados, sino más bien científicos. Pero para eso ya estaba Snow, que tenía conocimientos científicos.

    Eduard Carver era el representante de la Tierra y el que más miembros tenía en el pelotón. Su hija Snow, Lill, Alexander, Hillary, Kiat y Cinthia eran nativos de la zona.

    Jefferson Stagger tenía como único miembro de Marte a su propio hijo, Kyllian Stagger. Además, era el líder de la misión. Pese a que temía que le ocurriese algo, como cualquier padre, se sentía tranquilo porque su hijo había aprendido de él. Y él fue el mejor en ello.

    Chloe Miller representaba a la Luna, donde había más científicos que soldados. No obstante, el satélite de la Tierra no solia enviar muchos jóvenes a la AFE y su población era la más vieja de todas las colonias humanas. Sin embargo, tenía a Arva en el pelotón, y su función como piloto la ponía casi al nivel del comandante.

    Jim Baker, el primer criminal exiliado de la Tierra a Ceres, era ahora representante de éste último. Fundó una colonia junto a otros criminales, y convirtió al planeta enano Ceres en un lugar al que tener en cuenta. Era por eso que tenía representación en La Unión. Jim fue el encargado de recomendar a Leonardo Santos para la misión, teniéndole en muy alta estima. Sin embargo, a ojos de los demás, parecía que escondieran algo.

    Una vez la entrada a la Arcadia se cerró, había comenzado la misión. Lo primero era instalarse en una habitación, dejar las pertenencias y demás. Todos fueron a los cuartos asignados, cinco a cada lado de la Arcadia.

    Lill se encontraba sentado sobre el borde la cama, pensativo. Desde el ventanal podía ver el muelle de carga del que iba a despegar la Arcadia. No le cabia en la cabeza la idea de que iba a abandonar su mundo para viajar una semana a través de estrellas inexploradas. Aquello le hacía sentirse extraño. En ese momento, su amigo Alexander entró a la habitación. Las puertas se abrían al notar la presencia de alguien al otro lado, excepto si le ponías un código de apertura.

    — ¿Ya te has instalado? — Preguntó el joven Crane a su amigo, que se sentó a su lado.

    — Exacto. Ya he puestos mis calzoncillos en el cajón de la mesita. — Respondió Alexander, haciendo que ambos soltaran una larga carcajada. — Dime Lill, ¿estás nervioso?

    — Dios, sí, lo estoy. ¿Acaso tú no lo estás?

    — Lo estoy. — Murmuró Alexander, cambiando de tema. — Oye, ¿sabías que la nave tiene una zona de gimnasio?

    — ¿En serio? No tenía ni idea. — Dijo Lill, sorprendido. — Más tarde iré a verlo.

    — Te acompañaré, tú avísame. — Musitó el joven Ripley. — Lill.

    — Dime.

    — ¿Ya te has fijado en alguna chica del grupo?

    — ¿Qué? ¡No!

    — Oh, vamos, te conozco. Yo lo he hecho.

    Mientras ambos amigos hablaban, Snow, que pasaba por allí, se puso a un lado de la puerta para escuchar la conversación.

    — Vale, sí. Pero no hemos venido a ésta misión a hablar de chicas. — Dijo Lill, que prefería no hablar de ello.

    — Cinthia es la que más me gusta. ¿Crees que tenga posibilidades? — Dijo Alexander, sonriente.

    — ¿En serio? ¿La doctora? Vaya Alex, apuntas alto. — Murmuró Lill, riéndose.

    — ¿Tengo posibilidades o no?

    — ¡¿Y yo qué sé?! Eso deberías preguntárselo a ella.

    — Tienes razón. Ah, y ya me enteraré de quién te parece interesante... — Dijo Alexander, levantándose para irse.

    Snow decidió alejarse antes de que la pillaran espiando. Lill acompañó a su amigo a la puerta.

    — Sí, vale, adiós. — Dijo, cerrándola tras él. — Capullo.

    Cinthia acababa de instalar sus pertenencias en su habitación y se encontraba observando la consulta médica de la Arcadia. Las estanterías estaban llenas de todo tipo de medicamentos necesarios. La doctora Marlow estaba sorprendida de la cantidad de material que había.

    — Doctora, perdone que le interrumpa. — Dijo Kiat, asomado a la puerta. — Necesito contarle algo.

    — ¿Es relacionado con tu salud o integridad física? — Preguntó Cinthia, que prefería no involucrarse en lo personal.

    — Sí... más o menos.

    — Cuéntame.

    — Soy diabético.

    — ¿De verdad? No lo sabía, aún no he leído los informes médicos de los tripulantes. — Murmuró la doctora, abriendo rápidamente el de Kiat. — Kiat Yung... aquí no pone nada de que seas diabético.

    — Es que eres tan dulce que me ha dado una sobredosis de azúcar. — Respondió Kiat entre risas, refiriéndose a la belleza de Cinthia.

    — Señor Yung, veo algo en su informe que si es verdad.

    — ¿Sí? ¿De que trata?

    — Veamos... por lo que esto indica, eres muy chistoso. Pero tranquilo, tengo un remedio para eso. ¿Sabes cuál es?

    — Ilumíneme, doctora. — Musitó Kiat con lujuria.

    Cinthia se acercó a un cajón y sacó unas tijeras quirúrjicas. Kiat no entendía nada, hasta que la doctora Marlow cortó el aire con las tijeras. El soldado Yung tragó saliva y se fue lentamente de la consulta, pues el gesto estaba claro.

    Lio abrió el armario de su cuarto. En el, se encontraba su traje para las salidas y otro parecido al neopreno, que se presuponía era para ir por la nave con el uniforme de La Unión. Dicho uniforme era todo negro con los bordes del cuello blancos, y el logo de La Unión a un lado del pecho, formando una LU. El ingeniero de la Arcadia parecía satisfecho con su traje, puesto que además tenía unos pequeños propulsores en la espalda para realizar saltos más altos o largos.

    — Bonita habitación. — Murmuró Hillary, entrando al cuarto ya vestida con el uniforme de la nave.

    — No mientas, todas son iguales. — Respondió Leonardo, cerrando el armario.

    Hillary se sentó al borde de la cama y cruzó las piernas, ante la sorpresiva mirada del nativo de Ceres.

    — ¿Qué necesitas, Hillary?

    — Por favor, llámame Hill. No necesito nada, solo quiero conocer a mis compañeros y he empezado por ti. Te llamas Leonardo Santos, ¿cierto?

    — Sí, aunque prefiero Lio.

    — Un placer, Lio. ¿Es verdad que eres de Ceres?

    — Eso pone en mi partida de nacimiento.

    Ambos rieron tras el comentario. Hillary se levantó y se puso frente a Lio, a una distancia cercana. Ante la mirada de Santos, la joven Murphy le tendió la mano. Lio la aceptó, estrechándola.

    — Nos vemos en la sala de reuniones, Lio. — Murmuró Hillary, abandonando la habitación con paso firme.

    Una vez se marchó la chica, Lio se quedó pensativo. Hillary parecía una chica bastante sensual, sin embargo, tenía dudas acerca de su profesionalidad. Pero era evidente que se sentía atraída hacia él. No obstante, Lio prefería no pensar en ello.

    Por los megáfonos de la nave sonó una orden de Kyllian, el comandante de dicha expedición.

    — No sé si me habéis oído antes, pero quiero una reunión en la sala. En cinco minutos.

    El comandante Stagger se encontraba en el puente de mando junto a la piloto Arva, ya que ambos habían dejado ya sus cosas en sus respectivos cuartos. La piloto encendía los controles para tenerlos listos después de la reunión. Las coordenadas ya estaban puestas y la Arcadia llegaría allí en seis días concretos.
    Una vez pasaron esos cinco minutos, los nueve miembros de la Expedición II se vieron las caras en la sala de reuniones, todos vestidos con uniforme oficial. Todos alrededor de la mesa redonda de dicha sala, listos para escuchar a su comandante.

    — Hoy comienza nuestra misión espacial más importante hasta el momento. Abandonamos nuestros hogares para encontrar a nuestros camaradas desaparecidos, además de evaluar la habitabilidad de un planeta. Hemos sido elegidos para esto por nuestras altas cualificaciones en la Academia, y La Unión confía en nuestro criterio. No podemos fallarles; no vamos a fallarles. El trayecto durará seis días más o menos, depende de si la ruta está tranquila o nos pasa un cometa por delante. Pero llegar, llegaremos. Tan solo espero que la Expedición I siga con vida. — Dijo Kyllian a sus miembros. — Abandonamos el Sistema Solar, para llegar al Sistema SS-01. La primera estrella que visitamos. Por los datos que me ha dado mi padre y el resto de representantes de La Unión, en ese sistema hay tres únicos planetas. El primero se llama provisionalmente Plan 01, el segundo es Plan 02 y el tercero Plan 03. Plan 01 es un planeta idéntico a Mercurio, muy cercano a su estrella. Plan 02 está en la zona habitable, ese planeta es al que vamos. No tengo demasiada información sobre el, simplemente que parece tener vegetación y agua líquida además de una atmósfera de oxígeno y dióxido de carbono. Plan 03 es un planeta alejado de su estrella, lo que en el Sistema Solar sería Plutón. Es todo lo que sé, compañeros.

    — Espero que podamos ponerles un nombre mejor a esos planetas y a su estrella, porque los que tiene no me gustan nada. — Murmuró Hillary, despreciando sus provisionales nombres.

    — Eso lo decidirá La Unión, a su debido momento. — Indicó Lill, quién era encargado de cartografiar nuevos sistemas y planetas.

    — Bien, todo está dicho. — Interrumpió el comandante para terminar la conversación. — Partimos ahora mismo hacia las coordenadas de Plan 02. Serán seis días largos. Arva, cuando quieras.

    — Sí, comandante.

    La piloto se dirigió a su asiento y tecleó en los controles de despegue, haciendo que la Arcadia se elevara por encima del suelo. Los trabajadores de La Unión observaron con una sonrisa como la nave iba desapareciendo en el horizonte. Era el inicio de algo increíble.

    [...]

    Dos días después


    Snow observaba el espacio infinito por uno de los ventanales del pasillo que conectaba con el puente de mando. Ver aquello la hacía sentir pequeña y frágil, rodeada de estrellas con una fuerza y una luz abrumadora.

    En ese momento, Lill cruzaba el pasillo hasta el puente de mando, pero al ver a la joven decidió ver que observaba.

    — Es precioso, ¿verdad? — Dijo Snow, sin quitar la vista de la luz que hacían esas lejanas estrellas.

    — Sí, lo es. — Respondió Lill, relajado al ver el cosmos. — Estas vistas son para los que nos levantamos temprano, ¿eh?

    — Y que lo digas. Son las pequeñas cosas las que importan. — Murmuró Snow, que ahora centró su mirada en el joven Crane.

    — Lo son. — Musitó Lill, nervioso al percatarse de que Snow le observaba. — Esto... ¿ya has desayunado?

    — Oh, no. La verdad es que no, me he quedado anonadada viendo esto.

    — ¿Quieres que nos preparemos algo en la cocina?

    — ¡Claro!

    Lill sonrió tras la aprobación de Snow, y juntos fueron a la cocina para prepararse un desayuno.

    Lio se encontraba en el gimnasio de la nave, realizando una serie de ejercicios de músculo. En aquel momento se encontraba levantando pesas cuando Kiat llegó con una toalla en sus hombros. El japonés se puso al lado del hispano y comenzó a realizar los mismos ejercicios, ante la sorpresa de éste.

    — ¿Qué haces? — Preguntó Lio, sintiéndose raro con Kiat haciendo lo mismo que el.

    — ¿Yo? Levantando pesas. ¿Por? — Respondió Kiat, desentendiéndose de aquello.

    — Podrías usar una máquina que no estuviera al lado mío, ¿no crees?

    — ¿Por qué? ¿No puedo hacer pesas aquí?

    — Haz cardio o algo, y cuando yo deje de hacer pesas vienes y las haces tú.

    — Y una mierda. Yo hago lo que quiero.

    — Joder, chino, me estás poniendo nervioso.

    — ¿Ah, sí? ¿Quieres un premio, morenito?

    Leonardo tiró las pesas a un lado y se encaró con Yung, que no dudó en plantarle cara. Justo en ese instante, Hillary entraba en el gimnasio con ropa deportiva, viendo a ambos hombres cara a cara.

    — Vaya vaya... ¿es esto una pelea de gallitos? — Dijo Hillary, acercándose a ellos. — ¿Qué ocurre?

    — Éste chino tiene ganas de que le partan las piernas. — Dijo Lio, conteniéndose.

    — Soy japonés, morenito. Y has sido tú el que se ha rebotado, yo hago ejercicio donde me sale de las bolas. — Dijo Kiat con un tono burlón.

    — Me importa un carajo si eres de Japón o de Corea, pero deja de joderme o acabarás jodido. — Amenazó Lio, yéndose del recinto.

    — Vaya, parece que lo has cabreado. — Dijo Hillary, observando como Santos se marchaba.

    — Que le den, parece que quiera estar solo siempre. Te pones un poco a su lado y ya cree que vas a meterle un navajazo o algo. — Se quejó Kiat, molesto con la actitud de su compañero.

    — Eso es comprensible, viene de Ceres. Allí solo viven criminales o antisistema, hay que andar con cuidado de que no te roben. Digamos que es el barrio malo del Sistema Solar. — Dijo Hillary, que trataba de quitarle hierro al asunto. — Se le pasará.

    [...]

    Cuatro días después


    Arva puso el piloto automático y se sentó en su asiento mientras se tomaba un zumo de frutas. La piloto no dejaba de pensar en su hermana gemela Juice, la piloto de la Heaven I. Ella forma parte de la tripulación a la que tienen que encontrar, y pese a que confía en que siga viva, teme por ella. Durante todos estos días, Arva no había interactuado mucho con el grupo.

    Kyllian solo le transmitía órdenes, Cinthia tampoco era muy habladora, Kiat y Lio casi vivían en el gimnasio al que a veces acudían los demás, Lill solía hablar con Snow y Alexander, éste último cada vez salía menos de su habitación ya que Ashley, su hermana, también está en la tripulación perdida. Hillary era la que más había hablado con ella, pero ambas eran muy distintas en personalidad.

    Mientras Arva se sumía en sus pensamientos, la Arcadia comenzó a alarmar. La piloto comprobó el escaner, que indicaba que estaban próximos a su destino. Debido al pitido de alarma que sonó por toda la nave, el resto de la tripulación se presenció en el puente rápidamente.

    — ¿Qué ha sido eso? — Preguntó Lio.

    — ¿Hemos llegado? — Preguntó Snow.

    — Arva, di que ocurre. — Ordenó Kyllian.

    — Tranquilos, el escáner ha advertido de que estamos próximos a las coordenadas marcadas. Llegaremos en... unos veinte minutos. — Murmuró la piloto, realizando los cálculos en el escáner.

    — Al fin. — Musitó Kiat.

    — Quiero a Alexander, Lio, Hillary y Kiat listos para subir a la lanzadera. Los demás os quedaréis en la Arcadia, no quiero acercarme demasiado al planeta. Poneos los trajes y coged un arma del arsenal, nos vemos en la compuerta en diez minutos. — Comenzó a ordenar el comandante, yendo a prepararse.

    — ¿Armas? ¿Para qué? — Preguntaba Kiat, sorprendido.

    — Se supone que vamos a buscar a la Expedición I y evaluar la habitabilidad de Plan 02, ¿no? — Dijo Alexander, que pese a que era soldado, no entendia el porqué de armarse.

    — Es el protocolo. — Murmuró Kyllian, serio.

    — Y una mierda, el protocolo no dice que haya que evaluar un planeta con armas. — Le recriminó Hillary, que quería explicaciones.

    — Explícate, comandante. — Dijo Lio con seriedad.

    — ¡Basta! — Exclamo Kyllian, girándose hacia su grupo. — ¡He dicho que iremos armados y así será! ¡¿Entendido?!

    — Aquí mandas tú, pero de donde yo vengo no se le esconden las cosas al resto del grupo. — Intervino Lill, con convicción.

    — ¿Insinúa que escondo algo, señor Crane? — Dijo Kyllian, aproximándose a él.

    — No lo insinúo yo, sino todos. — Murmuró Lill con seriedad, haciendo frente a la máxima autoridad.

    Todos los miembros de la Expedición II observaban al comandante con ojos desafiantes. Sabían que Kyllian escondía algo, no cuadraba el llevar armas a una misión de reconocimiento y rescate.

    — Antes de irnos, me reuní con los cinco representantes de La Unión. Me dijeron que perdieron el contacto con la Heaven I en las coordenadas. Pensaron que la nave podría haber colisionado con el planeta, pero tenían dudas. Las comunicaciones no solo se cortaron, se han perdido. — Decía Kyllian.

    — Eso quiere decir que... — Se disponía Lill a decirlo.

    — Que la Heaven I ha sido destruida. Aniquilada por otra fuerza. Tratar de comunicarse con ellos es inútil porque el comunicador de su nave está hecho añicos. No responde. Por eso quiero que llevemos armas y que no arriesguemos a la Arcadia. Podríamos estar ante contacto alienigena hostil, y los representantes me lo advirtieron. Sin embargo, me pidieron mantenerlo en secreto para no causar el pánico a bordo. Esto no es solo una misión de rescate y evaluación del planeta, también es una batalla contra otra especie inteligente.

    Todos se quedaron perplejos tras las palabras del comandante. Las cosas se habían puesto más tensas y serias de lo que esperaban. Alexander, Lio, Kiat y Hillary se dirigieron al arsenal para tomar un arma. Arva, Snow, Lill y Cinthia se asegurarían de que la Arcadia no fuera detectada, y estuviera lista para sacarlos de Plan 02 una vez rescataran a la Expedición I de la Heaven I.
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Bien, este segundo capítulo me ha gustado más que el primero. Los personajes finalmente empiezan a desarrollarse poco a poco, y parece que la Expedición II está a punto de descubrir que es lo que está detrás de la desaparición de sus compañeros.

    Realmente tengo un interés en ver quienes son esos seres que habitan en aquel planeta, que tan peligrosos son en escala de 1 a Jiren :v y si alguno de los miembros de la tripulación anterior pudo sobrevivir. Aunque parece que los humanos tienen tecnología avanzada, incluso aunque toda la primera tripulación haya sobrevivido, solamente serían 14 personas en contra de todos los habitantes de un planeta, por lo que no sería una situación fácil de mencionar.

    Los personajes de la Expedición II son realmente interesantes, y aunque solo pasaron dos capítulos, ya pude aprenderme los nombres de todos. Aunque los oficios aun me están costando. Esto ya lo mencioné antes, pero realmente me recuerda mucho a Mass Effect, sobretodo al 2. El personaje que me parece más interesante de momento es Lio, el que proviene de Ceres. Me gustaría saber por qué se comporta así, y que es lo que Jim le podría haber dicho.

    Hubo dos cosas que no me han gustado del todo.

    En primer lugar, Hillary dijo que quería conocer a sus compañeros, empezando por Lio, pero únicamente le hizo una pregunta sola. Yo me esperaba más de alguien que quiere conocer a otra persona. Además de que no la volvimos a ver hablando con algún otro compañero. Únicamente con Kiat, pero tampoco fue una charla muy larga.

    En segundo lugar, cuando Lill y Snow se van a desayunar juntos. Ellos dos eran los protagonistas de la historia anterior, y una de las cosas que más me intrigaba de esa historia era el ver que era lo que pasaría cuando interactuaran. En esta historia ellos dos ya no son protagonistas, y pasaron a ser personajes principales. Pero aun así quería verlos interactuar. Y sin embargo, ellos se fueron a desayunar y me quedé con la duda de que tipo de conversación podrían haber tenido.

    El resto del capítulo estuvo bien. No hubo errores de narración u ortográficos, al menos no que yo pudiera encontrar. Esperaré ansioso la continuación. Hasta luego.
     
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  5. Threadmarks: Solos ante el peligro
     
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Solos ante el peligro





    Aterrizaje en diez... nueve...

    Axlor cerró los ojos y apretó los dientes con fuerza. Las manos se sujetaban al arnés con tensión.

    ...ocho... siete...

    Juice pensaba en su hermana. Recordaba esos momentos en los que discutían, otros en los que reían... Esperaba que aquello no fuera el fin.

    ...seis... cinco...

    Chris tragó saliva mientras murmuraba plegarias. Sabía perfectamente que había un cincuenta por ciento de posibilidades de que acabase bien y otro cincuenta por ciento de que acabase con todos muertos.

    ...cuatro... tres... dos...

    Las lágrimas recorrían el rostro de Ashley a medida que avanzaba la cuenta atrás, mientras pensaba en su hermano Alexander y se despedía de él en sus pensamientos.

    ...uno... aterrizaje inminente.

    La cápsula de salvamento activó sus propulsores para contrarrestar la velocidad a la que iba en picado y consiguió frenar a tiempo, no obstante, el impacto contra tierra era inminente. Finalmente, la cápsula chocó con fuerza contra el suelo rocoso y rebotó unos metros más hasta dejar de rodar.

    Las luces de la cápsula se apagaron y en su lugar se encendieron las de emergencia. Todos abrieron los ojos al instante, observándose entre la ténue luz que había.

    — ¡¿Todos bien?! ¡¿Estáis todos bien?! — Preguntó Axlor, asegurándose.

    — ¡Sí! ¡Estoy bien! — Indicó Ashley, lanzando un largo suspiro debido al susto.

    — Bien aquí. — Murmuró Juice, sin poder creerse que siguiera de una pieza.

    — ¡Mierda! — Exclamo Chris, doliéndose de su pierna izquierda.

    Ashley se desabrochó el arnés y se dirigió hacia Chris, que apretaba los dientes para contener los gritos de dolor. La joven soldado desabrochó el arnés del hombre y se dispuso a sacarlo del asiento cuando Axlor intervino.

    — No lo hagas. — Dijo el chico procedente de Marte. — No lo muevas, tiene la pierna destrozada. Mira si tiene calmantes en la maleta.

    — Iré a ver.

    — Juice, coge tu arma y sal conmigo fuera. Veamos donde hemos caído. — Ordenó Axlor, que era el especialista en la supervivencia en entornos hostiles.

    — Entendido. — Murmuró la piloto de la Heaven I.

    Axlor accionó el pasador del arma y acto seguido apretó el botón de la compuerta para que se abriera. Todos llevaban casco y traje, por lo que estaban a salvo si el aire del exterior era irrespirable.

    La compuerta de la cápsula de salvamento se abrió por la mitad, atascándose. El joven Vaalot tuvo que darle un golpe con el codo para que terminara de abrirse. Tras esto, se giró hacia Juice con un rostro serio.

    — ¿Lista? — Musitó, ante la mirada de Ashley, que le estaba dando unos calmantes a su compañero Chris para el dolor.

    — Lista.

    — Evaluaremos el alrededor y si es seguro, saldréis de la cápsula. — Añadió Axlor al resto de sus compañeros.

    — Pero, ¿y su pierna? — Preguntó Ashley, preocupada.

    — No creo que pueda caminar. — Dijo Chris, que era el médico y sabía lo que tenía.

    — Tendremos que cargar contigo. — Intervino Juice, sujetando su rifle.

    Actualmente, la humanidad había avanzado mucho tecnológicamente, y en armamento no iba a ser menos. Los rifles eran ahora más precisos, tenían también un segundo cañón por el que disparaban munición explosiva y podías añadirle una mira para largas distancias.

    Era llamado el Striker, el arma estándar de La Unión.

    — Bien, no perdamos más tiempo. — Dijo Axlor, saliendo al exterior con su Striker.

    El joven Vaalot pisó la tierra desconocida a la que había caído y observó su más que parecido con la Tierra de los humanos. Alzó la cabeza y vio que estaba rodeado de árboles, estos apuntaban con sus ramas al cielo azul y resplandeciente, casi sin nubes. Cada tronco era distinto del otro y las hojas variaban de color verde a color amarillo o rojo.

    — Ésta Tierra... se siente distinto. — Murmuró Juice, absorbida por las sensaciones.

    — Es precioso. — Dijo Axlor, viendo como la leve brisa acariciaba las hojas de los árboles.

    — Es como la Tierra. — Dijo Ashley, que ofrecía un punto de apoyo a su compañero Chris.

    — Os dije que no salierais hasta que os lo dijera. — Les recriminó Axlor.

    — No podía perderme estas vistas, Vaalot. — Dijo Chris, deleitándose la vista.

    La cápsula estaba unos metros enterrada bajo tierra debido al impacto, y de ella salía un humo espeso y negro que se expandía más allá de los árboles.

    — Debemos movernos, el humo señala nuestra posición. — Dijo Axlor, avanzando el primero.

    — ¿Hacia dónde se supone que vamos? — Preguntó Ashley.

    — ¿Acaso no lo has visto? — Dijo Juice, señalando el horizonte.

    Ashley y Chris alzaron la vista y vieron otra humareda a una distancia considerable, pero no era espesa y era blanca.

    — Probablemente sea de los restos de la Heaven I. — Murmuró Axlor. — Puede que queden suministros intactos y podamos hacerlo nuestro refugio hasta que...

    — ¿Hasta qué? — Preguntó Juice, preocupada por como se quedó callado Axlor.

    — Hasta que nos rescate alguien... o hasta que muramos.

    [...]

    Axlor avanzaba a la cabeza del grupo con Ashley que ayudaba a caminar a Chris tras él, y tras ellos estaba Juice escaneando las plantas. El bosque era muy parecido a los de la Tierra, pero con mucho más color y diversidad. El escáner revelaba que las plantas producían oxígeno y absorbían dióxido de carbono, con lo que significaba que el aire era totalmente respirable.

    — ¡Axlor! — Exclamo Juice, corriendo hacia el resto del grupo, que estaba unos metros delante. — ¡Podéis quitaros los cascos!

    — ¿De qué hablas? — Preguntó Chris, sorprendido.

    — El escáner de mi traje dice que el aire es respirable. ¡Es oxígeno! — Dijo Juice, emocionada.

    — No sé si quiera arriesgarme. — Murmuró Axlor.

    — Allá tú. — Dijo Juice, dispuesta a quitarse el casco.

    — ¡Juice, espera! ¡No!

    La piloto se quitó el casco e inhaló aire para después exhalarlo. Los tres la observaban con detenimiento, esperando que no le ocurriese nada. Tras unos largos segundos, comprobaron que era seguro.

    — ¿Veis? El escáner no miente. — Aseguró Juice, sonriendo.

    — Vale, genial, pero no vuelvas a hacer algo así. — Dijo Axlor, quitándose el casco. — Más vale prevenir que curar.

    — Sí, os recuerdo que es un planeta desconocido para nuestro sistema inmunológico. — Indicó Chris. — No toquéis ninguna planta ni nada extraño, porque no sabemos que partículas o bacterias contiene.

    — Entendido doctor. — Dijo Ashley en tono burlón.

    Los supervivientes de la Expedición I avanzaron por el bosque con la atención puesta en su alrededor. A medida que avanzaban, comenzaron a escuchar el sonido de un río fluyendo, y más adelante, en el aire se podía notar la humedad.

    — ¿Creéis que esa agua la podamos beber? — Preguntó Ashley, que no quería tentar a la suerte.

    — El escáner indica que es potable. — Respondió Juice, que recababa datos del desconocido planeta.

    — Entonces, ¿vamos a bebérnosla? — Chris dudaba de si hacerlo.

    Axlor se acercó a la orilla del rio, que era extenso y bajaba desde una cascada a toda velocidad. El agua era clara y cristalina, pudiéndose ver el fondo del río.

    — No sé si debamos beberla, pero si que tendremos que cruzar si queremos llegar a lo que queda de la Heaven I. — Dijo Axlor, comprobando que al otro lado se vislumbraba la humareda blanca.

    — Hay que arriesgarse. Iré yo primero. — Dijo Juice, muy atrevida.

    — ¡Eh, espera! — Exclamo Chris, tratando de pararla. — ¡El agua baja a mucha velocidad! ¡Te arrastraría!

    Juice se disponía a meter el pie, pero rápidamente retrocedió tras las palabras de su compañero. Era cierto, puesto que el caudal del rio descendía a gran velocidad. La piloto se volvió hacia sus compañeros sin saber que hacer.

    — Tendremos que seguir río abajo para rodearlo. — Indicó Axlor, proponiendo una opción.

    — Se supone que desemboca en un mar, podría ser peligroso. — Murmuró Chris.

    — Si tenemos que dar la vuelta hasta rodearla por la cascada tardaremos mucho más, y no estamos en posición de perder el tiempo. Iremos por abajo, seguro que hay un lugar por el que sea seguro cruzar. — Ordenó el joven Vaalot, que había asumido el rol de líder ya que así estaba escrito.

    Un día antes de partir, se conoció que el comandante de la Expedición I iba a ser Naylon Karless, pero su segundo sería Axlor Vaalot. Por lo tanto y según lo que dictaba el protocolo, si el comandante no estaba presente en la misión o perdía la vida, Axlor sería su sucesor. No es que el chico de Marte fuera mal líder, pero renegaba de aquellos que no solían obedecer a la primera.

    — ¡Es absurdo, Axlor! ¡¿Y si no hay por dónde cruzar?! ¡Habremos caminado para nada! — Exclamo Chris, molesto.

    — ¡Absurdo es que estemos perdiendo el tiempo! ¡He tomado una decisión, Holloway! — Le reprochó el comandante el funciones.

    — ¡Cálmense ya! — Gritó Juice, harta de la discusión. — ¡Cruzaremos ahora si es necesario!

    — ¡Es imposible por aquí! ¡Te arrastraría el agua! — Dijo Ashley, apoyando a su compañero Chris.

    — ¡Pues nos vemos abajo, joder! — Exclamo Juice, metiéndose en el río.

    La piloto comenzó a cruzar el río, manteniendo el equilibrio conforme podía. Sus compañeros observaban la escena aterrados, temiendo que fuera arrastrada rio abajo. Sin embargo, Juice se encontraba ya a medio camino.

    — ¡Chicos! — Exclamo la piloto, volteándose hacia ellos. — ¡¿A qué esperáis?!

    — ¡Es muy peligroso, Juice! — Dijo Chris.

    — ¡Podéis cruzar, de verdad! Hay un puente de piedra bajo el río. — Indicó Juice, sorprendiendo al pelotón.

    — ¡¿De qué hablas?! — Preguntó Axlor, gritando para que pudiera oírle por encima del sonido del río.

    — ¡Lo puedo ver! ¡El agua es transparente! ¡Vamos, venid!

    Todos asintieron, dispuestos a cruzar. Ashley y Chris iban en cabeza. La chica tenía que ayudar a su compañero, que no podía caminar por si solo, y evitar que ambos perdieran el equilibrio. Axlor iba tras ellos, asegurándose de que si caían, pudiera recogerlos.

    A medida que avanzaban, fueron viendo que bajo el agua había un puente construido, pero al parecer el caudal del rio aumentó. Aquello era prueba de que podía haber una civilización inteligente en Plan 02. Y podían ser los mismos que les atacaron.

    Tras unos minutos de agonía y padecimiento, los cuatro pudieron cruzar a la otra orilla sin problemas. Pese a que sus trajes estaban bastante mojados, el riesgo había merecido la pena.

    — ¿Veis? No ha sido nada. — Musitó Juice, sonriendo.

    — No hacemos más que tentar a la suerte. — Dijo Axlor, molesto por la improvisación táctica de su grupo.

    — ¿No te hiciste explorador por las aventuras? Ya estás viviendo una. — Dijo Chris, riéndose junto a Juice.

    — ¡¿Sois conscientes de que estamos varados aquí?! ¡¿Sois conscientes de que Naylon está muerto?! ¡¿Sois conscientes de que hay habitantes aquí y de que nos han atacado?! ¡¿Sois conscientes siquiera del peligro que corremos?! ¡Estamos solos en éste maldito planeta, y vosotros solo os reís de la mierda de aventura que estamos teniendo! ¡No es una aventura, es supervivencia! — Explotó el joven Vaalot, ya al límite. — Vayamos a los restos de nuestra querida nave y veamos que encontramos. Algo útil si es posible.

    Axlor emprendió el camino ante la mirada cabizbaja y pensativa del resto del grupo. Vaalot había sido un poco duro, pero eso no le quitaba la razón. El grupo siguió en fila el camino hasta los restos de la Heaven I.

    [...]

    El pelotón seguía su camino sin prisa pero sin pausa. Axlor iba el primero, unos metros más adelantado que el resto, que iba junto. Ahora era Juice quien se ocupaba de ayudar a Chris mientras Ashley aseguraba la retaguardia. La tensión en el grupo había ido en aumento y ahora el ambiente era un tanto crispado. La situación estaba al límite, ya que la Heaven I estaba supuestamente destrozada y no tenían forma de salir del planeta.

    La mente de Axlor no dejaba de dar vueltas. Aún no procesaba que su amigo y comandante Naylon hubiera dado su vida por el resto, lanzándolos en una cápsula justo antes de que la nave explotara en mil pedazos. ¿Y si el ser comandante implicaba ese tipo de acciones? ¿Y si a él le tocaba vivir una situación similar? ¿Daría la vida por sus compañeros? Era algo que le costaba imaginar. El joven Vaalot no era alguien egoísta y cobarde, pero tampoco era un valiente ni atrevido. Su especialidad era simple: saber como sobrevivir. Y sobrevivir, a veces implica no actuar; no arriesgarse. No le gustó la actitud que tuvieron Juice y Chris, Ashley le parecía la más correcta. No obstante, no quería perder a nadie más. Ya era suficiente con la muerte del comandante Karless.

    Juice se sentía libre y aventurera en un lugar inhóspito. Siempre había soñado con evaluar planetas, conocerlos, ver que les diferenciaba de otros... Plan 02 era especial, y eso se notaba. Parecía tener un aura en todo, una belleza muy parecida a la que la Tierra tenía en sus años vírgenes, antes de que la humanidad edificara y calentara el planeta. No podía esperar a ponerle nombre. Tenía en mente muchos, pero no el momento para pensar en ello. Tenía que estar concentrada y alerta, pese a que prefería mantener la cabeza ocupada para no pensar en la comprometida situación en la que estaba. Las palabras de Axlor la habían puesto en su sitio, de alguna manera. Fue duro y directo, quizá no la mejor forma de decir las cosas, pero a fin de cuentas era cierto. En esos momentos, lo primordial era sobrevivir. Y ella no iba a ser menos.

    Chris estaba más centrado en paliar el dolor de su pierna izquierda rota que en la situación en la que estaban. De todos, él era el que más jodido estaba. Sin embargo, su muerte sería una baja considerable, ya que era el doctor del grupo. Su experiencia en medicina era indispensable para la supervivencia del grupo, ya que los demás no sabían más allá de los primeros auxilios. Por él y por sus compañeros, lo mejor era seguir hacia adelante y aguantar el dolor.

    Ashley entendía el enfado de Axlor, de hecho, ella hubiera reaccionado igual. La situación no era la mejor y había que mantenerse alerta. Un planeta inexplorado traía consigo sorpresas, algunas peligrosas. Para calmarse, solía recordar las veces que ella y su hermano Alexander se tumbaban en su terraza, viendo las estrellas desde la Tierra e imaginando que podría haber en ellas.

    Quizá haya dragones en uno de esos mundos. — Decía Alexander, con su característica chispa graciosa.

    Espero que sean amistosos. — Solía responder ella, riéndose.

    Lo que no sabía, era que tendría que hacer frente a algo que nunca se habría imaginado.

    El grupo seguía avanzando cuando Axlor, en cabeza, paró en seco y levantó su mano derecha, señal de que todos debían parar. Acto seguido, sujetó su Striker y apuntó hacia algún sitio entre toda esa arboleda que tenía al frente.

    Juice, Chris y Ashley comenzaron a escuchar sonidos extraños, a unos doscientos metros hacia delante. Axlor retrocedió hacia ellos con un rostro de visible preocupación.

    — ¿Qué ocurre, Vaalot? — Preguntó Chris, alerta.

    — Más adelante hay... no sé que son, la verdad. Parecen robots. — Murmuró Axlor, que no quería alzar mucho la voz.

    — ¿Robots? ¿Cómo que robots? — Preguntaba Juice, sin creérselo.

    — ¿Cómo son? — Le preguntó la soldado Ripley.

    — No he podido verlos bien, las hojas me dificultaban la visión de la mira del rifle. — Dijo Axlor, serio. — Pero parecen tener dos extremidades y un torso parecido al de un parachoques de coche.

    — Mierda. ¿Creéis que sean hostiles? — Preguntó la piloto Tidder, dubitativa.

    — Juice, no seas ingenua. Nos han destruido la maldita nave, ¿crees que ahora van a saludarnos y compartiremos juntos un atardecer mientras nos contamos detalles de nuestras especies? — Dijo Axlor, siendo sarcástico. — No, es evidente que son hostiles.

    — Y que nos quieren muertos. — Añadió Ashley.

    — Exacto. Mirad, no estamos preparados para un enfrentamiento contra robots de origen desconocido. Propongo rodear la zona y seguir. — Indicó Axlor.

    — Si son robots como tu dices, significa que han sido creados por una especie inteligente orgánica. Probablemente sean sus obreros o algo por el estilo. Propongo que nos presentemos ante ellos. — Dijo Juice, sorprendiendo al resto.

    — ¿Estás loca? Lo mejor es aniquilarlos antes de que encuentren nuestro rastro y nos sigan. — Dijo Ashley, deseando venganza.

    — No, el combate atraería la atención de más robots de esos. Piensa que es probable que hablen mentalmente, entre ellos. Si les atacamos, llamarán a más amigos suyos y nos fulminarán. — Decía Chris. — Lo mejor es seguir. Además estoy jodido, como podéis ver.

    — Si les atacamos de frente, no les dará tiempo a reaccionar. Cada uno tiene un Striker, podríamos con ellos. — Insistía Ashley.

    — No sabemos la potencia y alcance de sus armas, joder. Luchar sería un suicidio ahora mismo. — Dijo Axlor, que quería zanjar el tema. — Vamos a rodearlos y seguir nuestro camino. Punto.

    — Que sepas que es un error, Axlor. — Dijo Juice, molesta.

    — Me lo agradecerás cuando veas que sigues con vida. — Le reprochó Vaalot, dispuesto a poner su plan en marcha.

    — ¡Espera! ¡Espera! — Susurró Ashley, algo alterada. — ¡Una bengala!

    — ¿Cómo? — Preguntó Chris.

    — No puede ser... — Musitó Juice, sorprendida.

    Axlor observó en el cielo una bengala que aparecía en el horizonte, cerca de los restos de la Heaven I. Aquello solo podía significar una cosa.

    — Maldito bastardo eres, querido Naylon. — Murmuró Axlor, sin poder evitar sonreír.
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Hola. Bueno, este capítulo ha sido más corto que los anteriores, pero ha dado una oportunidad de conocer mejor a los miembros de la primera expedición. Axlor es el que más llama mi atención. Por un momento pensé que sería alguien que se acostumbraría a la idea de ser el líder, pero tal parece que no le gusta, dado a que está feliz de que su compañero y comandante esté con vida. Ashley parece ser alguien que se toma más enserio el peligro que están atravesando, mientras que Juice se lo está tomando como si fuera una broma.

    Sobre Chris no puedo comentar mucho, excepto que su lesión está retrasando al grupo y podría ponerlos en peligro. Pero a pesar de todo, lo necesitan con vida dado a sus conocimientos médicos.

    Estoy curioso por ver si el próximo capítulo se tratará sobre Naylon y el cómo sobrevivió a la caída. También quiero saber cómo se las arreglarán para sobrevivir hasta que los rescaten, y si alguien podría morir, aunque no lo veo muy probable.

    Me llama la atención esos robots que se encontraron, y el comentario que Ashley mencionó me hizo recordar a los Geth de Mass Effect. Ya van tres capítulos seguidos que la historia me recuerda a esa saga XD.

    No he notado errores de narración o de ortografía, aunque hice una lectura muy rápida como para poder haber visto algo. Esperaré por el siguiente capítulo con ganas.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Los Viajeros: La guerra Rhajik
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    Sus ojos comenzaron a abrirse, pero le tomó tiempo ver donde estaba debido a la luz que le cegaba. Sus párpados tardaron en acostumbrarse al brillo de ese Sol desconocido.

    Su traje estaba resquebrajado de arriba a abajo, fruto de la colisión con la superficie terrestre de Plan 02. Naylon no recordaba nada, excepto que la Heaven I había sido atacada y destruida.

    El comandante acercó su antebrazo derecho al casco y tecleó sobre unos diminutos botones que tenía.

    — Informe de daños. — Musitó, hablándole al traje inteligente.

    — Filtración de aire en el casco, piernas y brazos en mal estado, hematoma en el abdomen. Sugiero asistencia médica. — Indicó la voz artificial del traje.

    — Bueno, es un bonito lugar en el que morir. — Dijo el comandante, observando por primera vez el sitio en el que había aterrizado.

    La arboleda apuntaba sus ramas hacia el cielo, cada tronco era distinto... era igual a la Tierra, pero con contrariedades. Naylon sentía un fuerte dolor en el pecho al respirar, y el no recordar lo ocurrido le martirizaba. Además, no entendía como podía haber sobrevivido a un accidente espacial.

    Lo que quedaba de la Heaven I estaba unos doscientos metros más adelante, ardiendo sin cesar. La nave era prácticamente inservible para volver a volar, no obstante, mantenía parte del casco intacto, por lo que podría considerarlo su hogar provisional.

    El comandante Karless trató de incorporarse por primera vez, pero el intento fue fallido. Caer desde el espacio a un planeta era una caída mortal. Pero al parecer, los trajes diseñados por La Unión eran bastante resistentes.

    Naylon, nativo de Plutón, no era de esos que quería una colonia en un planeta perfecto. Nada de estaciones, nada de playas. El comandante nació en Plutón y se acostumbró al frío extremo, por lo que unas temperaturas más bajas le hacían sudar como un pollo.

    A la segunda, Naylon logró incorporarse, y ahí se dio cuenta de que tenía el hombro izquierdo dislocado. Sin pensárselo, el comandante se quitó el traje conforme pudo para colocarse el hombro por su cuenta. Viendo que la filtración de aire no era dañina sino más bien respirable, optó por seguir sin traje. Una vez se colocó el hombro y aguantó el dolor, el comandante Karless avanzó poco a poco hasta el casco partido de la Heaven I.

    Caminar por los restos de tu buque insignia era especialmente triste, y para Naylon no iba a ser menos. La Heaven I ahora no valía nada, solo era chatarra. Para su suerte, la clínica médica parecía estar bien. El comandante aceleró el paso mientras pudo y entró en ella. El casco estaba de lado, por lo que caminar con normalidad en la sala era imposible. Sujetándose a cajones y barras, Naylon llegó a una máquina.

    — Espero que funciones.

    Esa máquina era casi milagrosa. Tecnología punta de La Unión. Una especie de pequeña cápsula donde te metías un tiempo y regeneraba las células dañadas de tu cuerpo. En el caso de Naylon, quitarle el hematoma y repararle los huesos del golpe. Entonces, decidió meterse en ella.
    Dicha máquina comenzó a emanar un líquido parecido al agua pero algo espeso, dejando a Naylon en una especie de éxtasis, un letargo para recuperarse.

    [...]

    Tras unas horas en la máquina, ésta completó su proceso de recuperación del comandante Karless. Fue muy afortunado de que dicho instrumento médico no hubiese sido destruido en el ataque y el aterrizaje. Para su suerte, aquello le había salvado de alguna manera, su vida.

    Naylon fue a lo que quedaba de la Heaven I en busca de un traje nuevo, ya que el suyo estaba destrozado y rasgado. En el armario quedaban varios, por lo que el comandante decidió tomar uno y colocárselo. La Unión no escatimaba en gastos, y prefería que hubiese recambio de trajes por si las moscas.

    Una vez recuperado y protegido por el traje, Naylon se dirigió a la armería de la Heaven I. Sin embargo, no quedaba nada de ésta. En su lugar vio un camino de cajas llenas de armas y ancladas en tierra debido a la fuerza del impacto. Naylon se acercó a la primera, que estaba entreabierta y sacó un Striker de ella, junto a varios cargadores de balas, dos granadas de fragmentación y tres bengalas.

    Aquello le sería útil tarde o temprano. El comandante se abasteció de todo lo que pudo y comenzó a aventurarse hacia el bosque que tenía en frente. Sin embargo, antes de adentrarse en el, vio como caía del cielo la cápsula de sus compañeros, esa que el propio Naylon había eyaculado de la nave.

    El comandante observaba con una mezcla de alegría y pena el aterrizaje de sus compañeros. Alegría porque no estaría solo en aquel extraño pero familiar planeta; pena porque habían sido atacados, y si querían sobrevivir, tendrían que luchar.

    Sin dudarlo ni un segundo, emprendió camino hacia el bosque con el objetivo de reencontrarse con los suyos. Admirando la belleza de la fauna vegetal de Plan 02, Naylon sintió que aquel lugar era sin duda el lugar perfecto para la primera colonia de la humanidad fuera de su sistema solar.

    En ese momento, sumido en sus pensamientos, el comandante Karless comenzó a escuchar unos sonidos extraños. Estos ruidos parecían ser robóticos, mecánicos, artificiales. Naylon no dudó un instante y alzó su Striker, girándose sin parar en busca de la fuente del ruido.

    Y de pronto, los vio. Unos robots con extraña forma avanzaban en fila por enfrente del comandante, a unos doscientos metros, sin ser conscientes de él. O eso pensaba, porque en ese preciso instante, todos ellos se voltearon hacia la posición de Naylon y éste pudo ver que de estos comenzó a iluminarse un punto rojo, adquiriendo más brillo a medida que pasaban los segundos.

    Suponiendo que no debía tratarse de nada bueno, Naylon se tiró al suelo, justo en el preciso momento en el que esa docena de robots disparaba un potente láser cada uno que partía literalmente por la mitad el tronco de los árboles.

    — ¡Mierda! ¡Joder! — Rugió, sorprendido por aquello.

    El comandante sentía por primera vez que estaba en serios apuros. Dichas máquinas comenzaron a emitir sus extraños sonidos, cosa que Naylon interpretaba como órdenes y conversaciones entre ellos, y se dispusieron a cercar al comandante cuando algo atrajo la atención de todos ellos. Entonces, una explosión de energia comenzó a desconectarlos, apagándolos al final.

    Naylon alzó la vista sin entender nada, pensando que demonios había podido ocurrir. En ese momento apareció alguien, un ser distinto a él y a esos robots. Era humanoide; tenía sus dos piernas, sus dos brazos y un torso además de un rostro.

    Lo que le hacía diferente a Naylon era sus ojos, que eran más redondos y grandes junto a una nariz inexistente y una boca pequeña, de sus brazos sobresalía un codo en forma de punta y tenía tres grandes dedos en sus manos, sus piernas eran lo más idéntico al humano excepto porque no tenía dedos en los pies.

    Sin embargo, aquel ser parecía ir con una vestimenta rural. El comandante no dejaba de mirarle, esperando un movimiento para lanzarse a por el Striker que tenía tirado a unos metros. De pronto, aquel ser habló.

    — Vanth. — Musitó, ante la mirada de Naylon.

    Naylon comenzó a pensar, tratando de entender aquello y preguntándose que podía ser. Aquel ser parecía esperar una respuesta.

    — No sé que has dicho, pero déjame decirte que no soy hostil y no quiero hacer nada raro. Tan solo estoy buscando a mis compañeros. — Respondió el comandante Karless, esperando no provocar una mala reacción en el alienigena.

    — Vanth Dheer. — Insistió el alienigena, pero ésta vez señalándose a él mismo con uno de sus dedos.

    Naylon interpretó aquello como su nombre. La deducción era bastante sencilla, ya que él se señaló a sí mismo mientras decía esas extrañas palabras. Vanth Dheer era como se llamaba ese ser, supuso el comandante.

    — Naylon Karless. — Indicó el humano, señalándose a sí mismo.

    Vanth asintió con la cabeza, dando a entender que comprendía lo que Naylon quería decirle. Por una parte, el humano no podía creerse que estuviese tratando con una especie interplanetaria y supuestamente inteligente. Pero sabía que tenía que cuidar sus movimientos y tonos de voz para no provocar o poder amenazar al alienigena, al menos por el momento.

    — Shi ka balebi taurom. — Dijo Vanth con un tono suave, indicándole al humano que le siguiera.

    — Claro, te sigo. — Murmuró Naylon, suplicando por dentro que no fuera llevado a una trampa.

    Durante el camino, ninguno de los dos articuló palabra. Naylon y Vanth se observaban de arriba abajo, tratando de aprenderlo todo el uno del otro, vigilando los movimientos y viendo como eran. Tras una larga caminata, Vanth se paró y giró la cabeza, vislumbrando entre la maleza una compuerta que parecía dar acceso al interior de la montaña.

    — Ni jalir tuvok zamow. — Dijo esta vez Vanth, volviéndole a indicar a Naylon que le siguiera.

    El comandante Karless accedió, yendo con pies de plomo. Vanth abrió la compuerta colocando su mano sobre una bola adherida a la roca donde estaba anclada la pared. Ésta hizo una luz azul y la compuerta se abrió de par en par.

    — Vhi calib shugat. — Dijo Vanth, dándole a entender al humano que se esperara en la puerta.

    El alienigena se metió dentro del lugar, que era difícilmente visible por la tenue luz que había. Sin dudarlo ni un segundo, el comandante Karless sacó una bengala, la encendió con rapidez, la colocó en el cañón del Striker y la disparó al cielo, buscando llamar la atención de sus compañeros por si había sido llevado a una trampa.

    Al parecer, aquello fue visto por varios alienigenas, que salieron del interior de esa montaña armados con extraños rifles y articulando todo tipo de palabras desconocidas pero que por el tono eran malsonantes y amenazantes. Naylon se vio rodeado por cinco alienigenas en poco menos de diez segundos.

    — ¡No es lo que parece! ¡No pretendo nada! ¡Es para mis compañeros! — Trataba de explicarse el comandante, alzando las manos en señal de rendición.

    — ¡Kaalab shalis toom! — Gritó uno de ellos, disparándole con dicho extraño rifle una lámina que se le pegó en el traje espacial a Naylon y que le dio una descarga lo suficientemente potente como para dejarlo aturdido y semi inconsciente.

    El comandante cayó sin fuerzas al suelo, mientras los ojos se le nublaban. Antes de cerrarlos completamente, vio como esos seres lo cogían por sus extremidades y lo introducían en aquel extraño lugar.

    [...]

    La bengala comenzó a apagarse a medida que caía del cielo, iluminado pese a la luz solar por unos breves instantes, lo suficiente para que Axlor y el resto pudieran verla. Sin embargo, no solo ellos la vieron. Esas máquinas robóticas se giraron y también la vislumbraron, poniendo rápidamente rumbo a esas coordenadas.

    Aquello fue visto por Axlor, que carcomido por el acto de Naylon a bordo de la Heaven I y su supervivencia al choque con el planeta, no iba a permitir que su amigo muriera.

    — ¡Tenemos que ir tras esos robots! ¡Ahora! — Exclamo Axlor, sujetando su Striker con tensión.

    Vaalot comprobó como sus compañeros no parecían estar por la labor. Aquello lo enfureció aún más.

    — ¡¿A qué esperáis?! ¡Vamos! — Ordenó el joven, corriendo el primero hacia el origen de la bengala.

    Ashley fue rápidamente tras él, sin dudarlo. Juice y Chris se miraron durante unos breves segundos y finalmente ésta le ayudó al médico para avanzar también.

    Axlor seguía corriendo hacia las coordenadas de la bengala, pero estaba tan cegado por la idea de ayudar a su comandante que no pensó en que esas máquinas iban delante.

    Eran unos nueve robots corriendo con una gran zancada y velocidad, pero los tres últimos detectaron al joven Vaalot tras ellos y rápidamente se giraron, haciendo que el humano frenara en seco.

    Axlor era el especialista en situaciones de supervivencia u hostiles, por lo que en vez de quedarse paralizado por el miedo como una persona no preparada, éste se lanzó con su Striker y disparó a una de esas máquinas justo en su supuesta cabeza, de donde emanaba una mira de color rojo.

    Pareció darle donde debía, porque dicho robot cayó al suelo rápidamente, abatido. Los otros dos dispararon un potente láser contra el humano, que se tiró a un lado del sendero pero no pudo evitar que uno de los disparos le rozara el antebrazo, dejándole una brecha sin importancia en el traje.

    — ¡Axlor! ¡Aguanta! — Gritó Ashley, aparciendo unos metros detrás de él.

    La joven soldados disparó rápidamente a uno de los robots en una de sus extremidades, haciéndolo caer. Sin embargo, éste y el otro reaccionaron disparando su característico láser, que no tocó por poco a Ashley.

    — ¡Dispárales en la cabeza! ¡Justo donde disparan ese láser! — Le indicó Axlor, sujetándose su antebrazo por el dolor del roce del disparo láser.

    — ¡Entendido! — Exclamo la soldado Ripley, haciendo lo que le dijeron y acabando con uno de esos robots.

    La máquina restante ahora se había quedado sola, porque las otras seis habían sido perdidas de vista, gracias a la velocidad que habían cogido.

    El robot se dispuso a disparar a Ashley, pero antes de que pudiera hacerlo, Juice y Chris vaciaron su cargador en él, acertándole prácticamente por el azar en el punto rojo.

    Aquella máquina pereció en el suelo junto a sus compañeras, mientras Ashley ayudaba a Axlor a incorporarse.

    — ¿Estás bien? — Preguntó la soldado, preocupada por su compañero. — La próxima vez deberías ir más despacio.

    — Sí, no eres Rambo. — Murmuró Juice, reprochándole la actitud de kamikaze.

    — Ya discutiremos esto en otro momento. — Dijo Axlor con seriedad, mirando especialmente a Chris y Juice. — Tenemos que llegar al lugar de la bengala. Vamos.

    El grupo de la Expedición I prosiguió su camino pero ahora más pausado y ésta vez en alerta por si aparecían más robots extraños.

    [...]

    La cabeza de Naylon no dejaba de dar vueltas. Sus ojos parecían casi salidos de las cuencas, su respiración era agitada y sudaba como un pollo dentro de su traje. Sus oídos aún estaban acostumbrándose a recuperar el sonido.

    El comandante solo escuchaba voces en alto, como órdenes, en aquel lugar. Él solo escuchaba aquello, además de ver que estaba encerrado en un pequeño cuarto casi oscuro; tan solo la luz del sol entraba por una pequeña rejilla que había en una pared lateral.

    — Estoy dentro de la montaña. — Pensó, tratando de sacar conclusiones.

    Al girarse a otro lado, pudo ver como la puerta de su pequeño habitáculo estaba abierta, y por el pasillo al que daba no dejaban de pasar alienigenas armados y con trajes parecidos a los policías antidisturbios de la Tierra.

    — Esto debe ser una especie de centro de mando o base. — Supuso Naylon.

    En aquel momento, pudo identificar a Vanth, que se paró frente a la puerta junto a otro de su especie, ambos hablando en su idioma y mirando casi con pena al humano. El otro ser le entregó un extraño aparato a Vanth, y éste se despidió y entró en la habitación, cerrando la puerta y quedándose a solas con Naylon.

    Vanth se acercó al comandante con ese extraño artefacto y pese a la vana resistencia del humano, el alienigena le puso dicho aparato en la cabeza, atándoselo en ella.

    — ¡¿Qué mierda me ha puesto?! ¡¿Qué es esto?! — No dejaba de pensar el comandante Karless.

    — Habla — Murmuró Vanth, cruzando sus brazos mientras se apoyaba en un pilar.

    Naylon se quedó mudo tras oír aquello. ¿Acababa ese ser alienigena de hablar en el idioma humano? El comandante parecía perplejo, algo que no sorprendió a Vanth.

    — Es el aparato que te he puesto en la cabeza. — Dijo el alienigena con seriedad. — Es un traductor universal.

    — Entonces, ¿ahora nos podemos entender? — Dijo Naylon, atónito.

    — Sí. Yo te oigo hablar en mi idioma porque ese traductor está hecho para que mi especie entienda a otras. Tú me oyes hablar en tu idioma porque ese traductor influye en ti y traduce lo que te digo para que llegue a tus oídos y cerebro ya procesado.

    — Esto es... es increíble. — Musitó Naylon, sin poder creerse que estaba hablando con un alienigena como si hablara con un humano.

    — No te he puesto ese traductor para que alagues la tecnología de mi especie, sino para que entiendas las preguntas que te voy a hacer. — Dijo Vanth con seriedad, sin dejar de mirar fijamente al humano. — Has aterrizado en Neonia, el planeta natal de mi especie. Nunca otra especie ha llegado hasta aquí, ¿cómo lo has hecho?

    — Supongo que la tecnología de mi especie no tiene nada que envidiar de la tuya. — Dijo Naylon, casi sarcástico.

    — Parece que te estás burlando de mí. ¿Es eso cierto?

    — Para nada.

    — Bien, porque debes entender que ahora mismo estás en una situación precaria. De no ser por mí, ahora estarías siendo examinado como si fueras una bacteria. Así que contesta a todas mis preguntas y tal vez te libres de eso.

    — Entendido.

    — ¿Cómo se llama tu especie? ¿De que lugar procedéis?

    — Nos llamamos humanos, y somos del planeta Tierra, ubicado en un sistema solar que está a unos 35 millones de años luz.

    — ¿Qué hacéis en Neonia?

    — Somos una especie aventurera, soñamos con explorar lo desconocido y nuestros telescopios detectaron que éste planeta podía ser perfecto para una colonización. Al llegar a vuestra órbita, mi nave fue atacada por unos extraños satélites que ahora deduzco que son naves de defensa vuestras.

    Vanth dejó de apoyarse en el pilar y se puso firme, con un rostro de sorpresa.

    — Esas naves no son nuestras. Son de esas máquinas a las que llamamos Rhajik. Esas cosas controlan el planeta y lo tienen de alguna manera, colonizado.

    — ¿Son otra especie intergaláctica?

    — No, son nuestra creación. — Murmuró Vanth.

    — ¿Creación? ¿Quieres decir que esos robots han sido creados por vuestra especie? — Preguntó Naylon, impactado.

    — Sí. Nosotros, los neonianos, creamos a los Rhajik con la finalidad de que construyeran hogares, protegieran a los nuestros y demás tareas serviciales. Sin embargo, un día cualquiera, se rebelaron contra nosotros sin explicación alguna. Hasta el día de hoy, aún no sabemos como ha ocurrido esto. — Respondió el neoniano con normalidad. — Dime, humano, ¿cuantos de vosotros habéis caído en Neonia?

    — Yo y cuatro más. Son mi equipo.

    — ¿Y sabes dónde están?

    — Los vi caer con una de las cápsulas de salvamento que yo mismo eyecté de la nave para salvarlos. Por eso disparé la bengala, para que supieran donde estaba y porque temía que me llevaras a una trampa.

    — Los neonianos no somos hostiles salvo que nos obliguen a ello. Pero tu acto ha levantado sospechas, temor y furia en muchos de los míos. Es un acto irresponsable dar tu posición en la entrada de un sitio donde se vive, porque por eso ahora vienen Rhajik hacia aquí, dispuestos a entrar y destruirnos por completo.

    — ¿Destruiros por completo? ¿A qué te refieres?

    — Solo quedamos 37 neonianos de nuestra especie. Los Rhajik nos pillaron por sorpresa, tenían el control de todo y prácticamente nos aniquilaron en el Primer Ataque. Aquí vivimos todos los que quedamos, y por tu acto ahora estamos en peligro. — Dijo Vanth, serio y molesto. — Si muere un solo neoniano por tu culpa, lo único que conocerás de nosotros es la crueldad que podemos albergar en nuestra alma.

    [...]

    Axlor iba en cabeza, seguido por Ashley y tras ellos Juice y Chris. La joven soldado se colocó al lado de Vaalot y comenzó a caminar a su mismo paso.

    — Tranquilo, encontraremos al comandante. — Murmuró Ashley, optimista.

    — Ojalá tengas razón, Ash. — Respondió Axlor, con la mirada al frente.

    — ¿Te duele? — Preguntó la soldado al ver la leve herida en el brazo de Axlor.

    — Es un rasguño, estoy bien. Esas cosas saben pelear duro.

    — Chris te lo puede mirar, si quieres.

    — Ashley, agradezco tu preocupación, pero estoy bien. Centrémonos en encontrar a Naylon. — Dijo Axlor con seriedad.

    Chris avanzaba conforme podía, con la pierna rota y Juice ayudándole a caminar.

    — Estoy deseando llegar a un sitio en el que parar. — Se quejó el médico del grupo. — No dejamos de caminar, carajo.

    — Y que lo digas. Vaalot parece enamorado del comandante. — Dijo Juice, molesta.

    — Pues espero que sepa que yo no voy a enfrentarme a esas p*tas máquinas solo para salvar a una persona. Sí, es el comandante, pero él ya se sacrificó una vez por nosotros. Sacrificarnos ahora en masa sería de idiotas.

    — Nadie ha dicho que vayamos a morir, Chris. — Dijo Ashley, que al parecer logró escucharle.

    — Si tuvieses la pierna rota, la idea te rondaría la cabeza, Ashley. — Le respondió el hombre con seriedad.

    — Parad. — Indicó de pronto Axlor.

    Los cuatro de la Expedición I vieron los restos de esos seis robots que iban en cabeza totalmente diezmados y agujereados. Axlor se acercó a uno de ellos y pasó la mano por encima de uno de los agujeros, que aún desprendía humo y estaba caliente.

    — ¿En qué piensas? — Preguntó Juice, sujetando con pereza el Striker.

    — Esto ha sido reciente. No hace más de dos minutos. — Murmuró Axlor, que observando a su alrededor vio algo tras un árbol. — ¡Nos estaban esperando!

    Axlor alzó el Striker, seguido por Ashley, Juice y Chris. De detrás de los árboles comenzaron a salir varios neonianos, sorprendiendo a la Expedición I. Uno de ellos se acercó con un aparato en la cabeza y les habló con un tono suave.

    — Vuestro compañero está dentro, por favor, seguidme. — Dijo Vanth, indicándoles con señales que fueran tras él.

    Axlor se miró con Ashley y acto seguido con Juice y Chris.

    Aquello era increíble para los humanos.

    Aquello fue el primer contacto entre humanos y neonianos.
     
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    Agus estresado

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    Hola. Comentaré este capítulo. Debo admitir que la raza de los neonianos me parece interesante. Ellos crearon a los robots para que les facilitaran la vida, y terminaron tomando el control del planeta. Me recuerda a los Geth en Mass Effect, y a las máquinas de ejecución en una de mis historias. Robot que no se revele contra su creador no es un robot.

    Me parece que Naylon será el personaje con más peso de la historia, no solo por ser el comandante de la Expedición I, sino por haber sobrevivido y tener el primer contacto contra los neonianos. Tengo ganas de ver como avanza su relación con Vanth y el resto de neonianos.

    Habrá que ver que es lo que ocurre cuando el segundo grupo llegue. De seguro se unirán para enfrentarse a los Rhajik. Estoy ansioso por ver la llegada del segundo grupo al planeta y sus reacciones al encontrarse con lo que el primer grupo se encontró.

    Me da la sensación de que Ashley podría estar interesada en Axlor, pero que a su vez, este está interesado en el comandante, tal y como dijo Juice. Ya se verá como avanza.

    No recuerdo haber visto errores de ortografía, y la narración está bien.

    Este capítulo fue el que más me gustó de los que está hasta ahora, y me dejó con ganas de leer más. Sigue así, esta historia realmente me está atrapando poco a poco. No tengo nada más que decir. Saludos.
     
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  9.  
    Zurel

    Zurel —Vuestras historias han terminado.

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    Hola.

    Me imaginé que la razón de borrar Dos Mundos era para dar a conocer otra historia utilizando los mismos personajes, y veo que no me he equivocado xD.

    La historia pinta interesante, se me hizo raro los robots cuando aparecieron la primera vez, pensé que quizás eran seres con la intención de terraformar el planeta, pero es mucho tramo para algo que apenas comienza.

    Me pregunto que razón habrán tenido los Rhajik en revelarse contra sus creadores los neonianos. Quizás fue un neoniano enemigo, o alguna clase de virus, incluso hasta otra vida autónoma que haya influenciado en los robots.

    No me apresuro a sacar conclusiones, por el momento eso es todo. La historia me gusta y la seguiré de cerca.

    Saludos.
     
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  10. Threadmarks: El mismo destino
     
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Tras varias semanas sin escribir (por falta de inspiración y demás) hoy traigo un nuevo capítulo. Como ya sabéis, no suelo hacerlos muy largos, y éste no será una excepción. Pese a ello, espero que la duración general de los capítulos os guste, además del propio capítulo :v Que disfrutéis.


    El mismo destino





    Lio observaba el vehículo que iba a llevarle a Plan 02. Como ingeniero y mecánico que era, el hombre nativo de Ceres se aseguró de que la lanzadera estuviera a punto para partir. Además, con Arva quedándose en la Arcadia, él iba a ser el piloto que los hiciera descender a la superficie del planeta.

    Kiat lanzó un Striker a los brazos de Alexander, al que no tomó por sorpresa y reaccionó a tiempo para cogerlo en el aire. El japonés le guiñó un ojo mientras se dirigía a la lanzadera, ya que estaba preparado para irse.

    Hillary y Kyllian recogían munición para las armas además de un escáner que llevaría la mujer para analizar la biodiversidad del planeta. Una vez listos, el comandante dio la orden y los elegidos se subieron a la lanzadera, donde Lio se encontraba en el asiento de copiloto.

    — Abrid compuerta. — Dijo Kyllian por radio a los que se quedaban en la nave.

    — Hecho. — Respondió Lill, junto a sus compañeros.

    La compuerta presurizada se abrió, dándole así camino a la lanzadera. Lill, Snow, Arva y Cinthia iban a ser los que cuidarían de la Arcadia hasta que fueran avisados para recoger a sus compañeros.

    — Suerte ahí abajo. — Dijo Snow, mostrándose preocupada por sus compañeros.

    — La tendremos. — Respondió el comandante con seriedad. — Estad preparados para la recogida.

    — Lo estaremos. — Confirmó Arva, observando como Lio conducía la lanzadera fuera de la nave.

    Una vez la lanzadera salió del radio de la puerta, ésta se cerró automáticamente. Ahora era el momento de entrar en órbita con Plan 02.

    — Espero que no tengan problemas. — Murmuró Snow, visiblemente tensa.

    — Tranquila, no los tendrán. — Dijo Lill, pasándole su brazo izquierdo por encima de los hombros. — Y si los tienen, estaremos ahí para ayudarles.

    — Tienes razón. — Snow asintió con alivio y sonrió al chico.

    — Mientras, tenemos que estar preparados por si nos necesitan. — Indicó Cinthia, marchándose. — Estaré en la consulta médica, por si me requerís.

    — Yo estaré en el puente de mando, por si tengo que pilotar urgentemente. — Añadió Arva, dirigiéndose a su puesto.

    Cinthia y Arva se fueron, dejando a solas a Lill y Snow. Ambos se quedaron observando con preocupación y seriedad la compuerta, siendo optimistas en lo referente a la misión de sus compañeros.

    [...]

    La lanzadera se dirigía al planeta a toda velocidad. Lio manejaba la pequeña nave con bastante fluidez, sorprendiendo al resto de sus compañeros.

    — No vi en tu informe nada de que tuvieras mucha experiencia pilotando. — Dijo el comandante, rompiendo el silencio.

    — Hay muchas cosas que no están en ese informe. — Respondió Santos, aparentemente concentrado en manejar.

    — Vaya, el morenito también es el chico misterioso del grupo. ¿Y qué más? ¿Trabajabas para la CIA espacial? — Dijo Kiat con ironía.

    — Sabes perfectamente que he sido un criminal, chino. — Murmuró Lio con seriedad.

    — ¿Cuál fue tu crimen? Si podemos saberlo. — Preguntó Alexander con curiosidad.

    — No lo dirá, ¿verdad, Lio? — Añadió Hillary, retando al ingeniero.

    El rostro de Lio dibujó una media sonrisa ante las palabras de Hillary, sin embargo, pronto se vio apagada cuando el radar de la lanzadera detectaba dos objetos dirigiéndose hacia ellos.

    — Pero, ¿qué caraj...? — Decía Kiat al ver el radar.

    — ¡Naves enemigas! — Exclamo Alexander sin dudarlo.

    — ¡Lio, despista a esas malditas naves! — Ordenó Kyllian, viéndose impotente ante la situación.

    — Lo que usted diga, comandante. — Murmuró Leonardo, dándole un giro de noventa grados a la lanzadera justo en el momento en el que un misil era disparado por una de esas naves.

    El misil rozó la lanzadera, pero al ser teledirigido dio un giro de ciento ochenta grados y volvió a por ella. Lio aceleró al máximo la lanzadera, pero el misil iba a más velocidad. Viéndose en serios apuros, el hombre de Ceres maniobró con la lanzadera y la elevó, consiguiendo que el misil pasara de largo y explotara en la nada del espacio.

    — ¡Vamos a tener que aterrizar en el planeta si queremos salir de ésta! — Exclamo Hillary, que junto al resto ponían su fe en el piloto.

    — Eso pensaba. — Dijo Lio, reconduciendo el rumbo de la lanzadera con dirección a Plan 02.

    Las naves enemigas comenzaron a seguir la lanzadera de la Expedición II, pero no tenían nada que hacer ya que Lio consiguió meterse en la atmósfera del planeta justo a tiempo y aquello hizo que las naves le perdieran de vista.

    Una vez dentro de Plan 02, el grupo respiró aliviado tras haber dejado atrás a dichas naves enemigas. Por las pequeñas ventanas pudieron ver la belleza que atesoraba el planeta, mostrándose verde y lúcido ante los humanos.

    — Aterrizaré en esa playa, donde hay sitio. — Indicó Leonardo, bajando a esa zona.

    — Increíble... — Susurró Hillary al ver el mar de fondo.

    — Parece que hayamos vuelto a la Tierra. — Dijo Kyllian, sorprendido. — Es idéntica a la de casa.

    — Igual de bonita. — Murmuró Kiat, preparándose para desabrocharse el cinturón del asiento.

    — Quizá incluso más. — Añadió Alexander en referencia a lo dicho por su compañero japonés.

    Lio desaceleró la lanzadera y ésta fue descendiendo poco a poco a medida que se aproximaba a tierra firme. Una vez en la posición adecuada, Lio posó la lanzadera sobre la cálida arena de aquella playa. Apagó los controles y se desabrochó el cinturón, quedándose en el asiento durante unos largos segundos mientras sus compañeros se disponían a salir.

    El comandante Stagger salió en cabeza, cargando con su Striker además de una mochila por si tomaban algo del planeta para estudiarlo en la Arcadia.
    Tras él fue el japonés Yung, llevando con él su rifle y poco más. Lo acompañaba el joven Ripley, haciendo lo propio.

    La soldado Murphy se disponía a salir de la lanzadera cuando se volteó y vio al ingeniero y piloto Santos sentado en su asiento. El hombre proveniente de Ceres parecía estar tenso y usaba ese pequeño momento para calmarse.

    — ¿Todo bien, Lio? — Le preguntó Hillary, acercándose a él.

    — Sí, todo bien. Es... yo he pilotado en mi colonia muchas veces para llevar cargamentos a otros puntos de Ceres o del Sistema Solar, incluso he manejado para huir de otras lanzaderas, pero hacer esto en pleno espacio y con misiles teledirigidos... Tan solo necesito un respiro, Hillary. — Respondió con sinceridad.

    — Bueno, ya puedes añadir a tu currículum que has pilotado bajo un ataque enemigo. — Dijo la chica, riéndose de su comentario. — Por cierto, ¿a qué te refieres con que has llevado cargamentos por ahí?

    — ¿No es obvio? Antes de embarcarme en ésta misión, me tenía que ganar la vida. En Ceres, el contrabandismo es una de las pocas opciones que tienes. — Dijo Lio en un tono tranquilo y suavizado.

    — ¿Y cómo conseguiste entrar en ésta misión? — Preguntó la joven soldado.

    — Jim Baker, el representante de Ceres en La Unión. — Respondió el piloto. — Él logró meterme. Falsificó un informe para que pudiera entrar.

    — Entonces, ¿estás aquí ilegalmente? — Hillary se sorprendió con aquello.

    Kyllian se asomó por la puerta con seriedad, mientras Kiat y Alexander esperaban fuera.

    — ¿Qué mierda hacéis? Vamos, tenemos que buscar a la Expedición I. — Indicó el comandante, volviendo fuera.

    — Sí, ahora salimos. — Murmuró Hillary, volviéndose hacia Lio. — ¿Y bien?

    — Sí, Hillary, estoy aquí ilegalmente. Y no puedo decirte nada más. Si Jim se enterara de que sabes esto, literalmente me mataría. — Dijo Lio con seriedad. — Yo soy sus ojos y oídos en ésta misión. Si fracaso, estaré en problemas.

    Tras esas palabras, Lio se levantó del asiento y salió fuera de la lanzadera junto al resto de sus compañeros. Hillary se quedó unos segundos pensativa y sorprendida por las revelaciones de su compañero. Al parecer, Hillary se había ganado parte de la confianza del hombre.

    El comandante observaba todo a su alrededor, asombrado por la diversidad y parecido que atesoraba Plan 02. La arena de la playa en la que habían aterrizado era más blanca que la que podías encontrar en la Tierra, cosa que sorprendió al grupo. El agua del mar era cristalina y podías ver que había en el fondo.

    Una vez Lio y Hillary salieron de la lanzadera, el grupo de la Expedición II puso rumbo al interior de la selva en busca de sus compañeros desaparecidos de la Heaven I. Sin dejar que cargar con sus Striker, los humanos se sentían abrumados al encontrarse en un planeta virgen y nítido, en ese sentido muy diferente a la Tierra, en parte consumida por la huella humana.

    — ¿Sabemos donde está la Heaven I? ¿O sus restos? — Preguntó Alexander, queriendo saber a que dirección iban.

    — Su caja negra está mandando una señal, estamos yendo hacia sus coordenadas. — Indicó Kyllian con seguridad, mirando el dispositivo que parpadeaba en sus manos.

    — Espero que sigan con vida, porque venir para ver que están muertos no habrá servido para nada. — Dijo Lio, aún asimilando lo que acababa de hacer con la lanzadera bajo ataque.

    — Mirad, el positivo. — Le recriminó Kiat, volteándose hacia él. — Vamos morenito, sé más optimista.

    Lio frunció el ceño, en ese momento, Hillary posó su mano izquierda sobre el hombro derecho del hombre de Ceres, tratando de calmarlo. Éste gesto fue agradecido por Santos, que sonrió a la soldado durante unos breves segundos.

    Mientras todo el grupo avanzaba por aquel frondoso bosque, el dispositivo que indicaba las coordenadas de la Heaven I comenzó a pitar descontroladamente y a marcar distintas posiciones alrededor, como si fueran muchas Heaven I.

    Kyllian alzó la vista y se vio totalmente rodeado por Rhajik, las máquinas del planeta. Antes de que el grupo pudiera reaccionar, todas ellas dispararon su potente láser al mismo tiempo.

    [...]

    Arva se encontraba sentada en su asiento de piloto en la Arcadia. Tenía una foto en sus manos, y no dejaba de mirarla mientras imaginaba el momento en el que se hicieron la foto. Tenían ocho años, cuando las gemelas Juice y Arva Tidder se hicieron esa foto.

    Ambas iban juntas a todos lados, ambas lo hacían prácticamente todo juntos, sin duda, inseparables. Hasta el punto de que ambas se formaron como pilotos de naves.

    — Recordando viejas épocas, ¿eh? — Dijo Cinthia, apareciendo tras ella y sentándose en el lugar de copiloto.

    — Sí, bueno, me mantiene entretenida y me da motivos para seguir con la misión. — Respondió la piloto, disponiéndose a guardar la foto.

    — ¿Es tu hermana? — Preguntó la doctora, pidiéndole prestada la imagen.

    — Lo es. Se llama Juice. — Dijo Arva, dándole la foto a su compañera. — Es la piloto de la Expedición I.

    — Sois idénticas. — Murmuró Cinthia, observando la foto con ternura.

    — Somos gemelas. — Dijo Arva, riéndose y tomando la foto de nuevo. — Espero que siga viva.

    — Lo estará, Arva. No pierdas la esperanza. — Indicó la doctora, levantándose de su asiento. — El comandante y el resto volverán con la Expedición I.

    En la cocina de la nave, Snow se tomaba un café con leche mientras Lill se preparaba unas tostadas con tomate. La mujer se terminó rápidamente el café, pero decidió quedarse con Lill para estar hablando.

    — Estoy preocupada por nuestros compañeros. — Murmuró la joven, observando con la mirada perdida su taza de café vacía. — Plan 02 es territorio desconocido, pilló a la Expedición I por sorpresa y perdieron la conexión con La Unión. Nos mandan a nosotros a encontrarles, como si supieramos las respuestas. ¿En qué demonios pensaban los representantes?

    Lill terminó de hacerse las tostadas y se sentó frente a Snow en la mesa. Dejó las tostadas y miró esos ojos verdes que lo hipnotizaron la primera vez que la vio. Ambos se miraron en silencio durante unos largos segundos.

    — Nos han enviado aquí porque somos los mejores en nuestro campo, y porque se trata de compañeros que han desaparecido. Sin olvidar que Plan 02 es un planeta con un potencial futuro para nuestra especie. Yo veo lógico que nos hayan mandado hasta aquí, pero entiendo tu preocupación, Snow. — Respondió el joven Crane, tratando de tranquilizar a la chica. — Haremos lo que esté en nuestra mano para encontrar y llevar de vuelta a los miembros de la Heaven I, pero sabemos perfectamente que no todos somos soldados. Yo deseo tanto como tú terminar con ésta misión y volver a casa. Joder, ¡si lo mío es cartografiar rutas por el espacio profundo! Y aquí estoy, haciéndolo, pero en una nave de guerra. Es irónico.

    — Yo soy científica y experta en historia. No sé que puedo aportar a la misión más allá de inspeccionar especímenes del planeta u otras cosas por el estilo. Aquí la historia no tiene nada que ver, ¿no?

    — Te equivocas, Snow.

    Lill se armó de valor y tomó las manos de Snow. La joven se sonrojó mientras no apartaba la vista de las manos del chico. Lill, por su parte, decidió apostar fuerte y mantener sus manos juntadas con las de ella.

    — ¿En... en qué me equivoco...? — Le preguntó la joven Carver, visiblemente avergonzada.

    — En que la historia no tiene nada que ver aquí fuera. Verás, según me respecta a mí, la historia de la humanidad tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Nos caracteriza el progreso tecnológico y las guerras entre nosotros... y tenemos que evitar repetir la historia en otros lugares. Plan 02 puede ser el inicio de una nueva humanidad, libre de egoísmo y violencia sin sentido. Además, eres la encargada de representar a la especie ante otra raza alienigena. Eres nuestra cara visible — contuvo el aliento durante unos segundos — y vaya cara más preciosa.

    Snow se sonrojó aún más y Lill sonrió tímidamente, celebrando por dentro el atrevimiento que había sacado.

    — Vaya, Lill, eres...

    Antes de que Snow pudiera terminar la frase, Cinthia entró en la cocina rápidamente, sobresaltando a Lill y Snow.

    — ¡Las radios de larga frecuencia no funcionan! — Exclamo la doctora de la Arcadia. — ¡El comandante y su grupo están solos ahí abajo!

    [...]

    Los Rhajik dispararon su láser al unísono. El comandante Stagger se lanzó a un lado mientras que Alexander y Kiat comenzaron a abrir fuego mientras buscaban la cobertura de los árboles. Hillary se quedó por unos instantes paralizada, pero Lio se lanzó hacia ella para evitar que fuera alcanzada por dicho láser.

    — ¡¿Qué diablos son estas cosas?! — Exclamo Kyllian, arrastrándose por la tierra.

    — ¡Parecen máquinas! — Indicó Kiat, disparando.

    — ¡Esto es una maldita encerrona! ¡Nos han visto aterrizar! — Dijo Alexander, cubriéndose.

    A unos metros de ellos, Lio se encontraba sobre Hillary, aún perpleja por la emboscada. Ambos se miraron sin decirse nada, hasta que el joven de Ceres se apartó.

    — ¿Estás bien? — Preguntó, tomando de nuevo su Striker.

    — Sí, gracias. — Respondió Hillary, viendo que el resto de sus compañeros peleaban contra esos robots. — Tenemos que ayudarles.

    — Vamos.

    Lio y Hillary se metieron de lleno en la batalla contra los Rhajik. Las máquinas comenzaron a dispersarse para dificultar a los humanos sus opciones de disparar.

    Alexander, en un movimiento bastante arriesgado, se lanzó sobre uno de esos robots, que comenzó a disparar mientras daba vueltas para quitarse al soldado de encima.

    — ¡¿Qué mierda haces, Alexander?! — Exclamo Kyllian, mientras disparaba a un grupo de tres que tenía a su derecha.

    — ¡Arriesgarme! — Declaró el joven Ripley, comenzando a golpear al Rhajik en lo que presuponía era su cabeza y por ende sus circuitos.

    La máquina comenzó a soltar humo debido al golpe tras otro que le daba Alexander, no obstante, los otros Rhajik comenzaron a disparar a Alexander, que tuvo que soltarse y cubrirse antes de ser alcanzado.

    Cuando el grupo se dio cuenta, había más Rhajik viniendo en distintas direcciones. La situación no hacía más que ir a peor.

    — ¡Tenemos que volver a la lanzadera! — Gritó Lio, consciente de la dificultad que entrañaba la batalla.

    — ¡Un carajo! ¡No voy a permitir que estos robots nos echen de aquí! — Exclamo el comandante, firme en su decisión.

    — ¡Odio decirlo, comandante, pero el morenito tiene razón! — Gritó Kiat por encima de los ruidos atronadores que hacía el láser de los Rhajik. — ¡Desconocemos por completo a nuestros enemigos! ¡Hay que evacuar!

    — ¡Yo soy el comandante y digo que luchemos! ¡Es una jodida orden! — Dijo Kyllian, disparando contra un Rhajik cercano.

    De pronto y sorpresivamente, una especie de bola metálica que parecía una granada cayó en medio del numeroso grupo de robots. Ésta se abrió y disparó una onda expansiva eléctrica que derribó a los Rhajik, casi como una descarga eléctrica en humanos.

    Los robots cayeron al suelo con una especie de combulsiones y acto seguido apareció Naylon seguido de Axlor, Juice, Chris y Ashley junto a varios alienigenas.

    El comandante de la Expedición I lanzó una segunda granada pero ya reconocida por Kyllian y su grupo, y es que era una granada de fragmentación humana.

    La explosión de ésta destruyó por completo a esas máquinas que terminaron de apagarse por completo. El grupo de la Expedición II miraba atónito la llegada de sus compañeros junto a un grupo de alienigenas.

    — Comandante Naylon Karless, de la Expedición I a bordo de la Heaven I. — Dijo con cordialidad, tendiéndole la mano a Kyllian. — ¿Habéis venido a por nosotros?

    — Así es, comandante Karless. — Respondió Kyllian, aún impactado por la repentina aparición de estos. — Comandante Kyllian Stagger, de la Expedición II a bordo de la Arcadia. Un placer encontrarlos con vida.

    — El placer es nuestro, comandante Stagger. — Dijo Axlor, tras su compañero Naylon.

    — ¿Quiénes son ellos? — Preguntó Alexander, señalando a los alienigenas que se posicionaron tras el grupo de la Expedición I.

    Uno de ellos comenzó a acercarse con pasos suaves al grupo del comandante Stagger, que no le quitaba la vista de encima. Aquel ser era bastante alto, y pese a su delgadez, imponía. Con un gesto tranquilo, le ofreció a Kyllian un traductor universal.

    — Póngaselo en la cabeza, comandante Stagger. — Le indicó Naylon con seguridad.

    Kyllian obedeció y se colocó atado a la cabeza el traductor universal. Sus compañeros observan con asombro la escena.

    — Me llamo Vanth Dheer, y somos los neonianos. — Dijo el alienigena, señalando a los suyos. — Bienvenidos a Neonia, nuestro planeta natal.

    Kyllian tragó saliva, en shock, sin responder rápidamente a la cortesía de Vanth. Sus ojos se cruzaron con los del alienigena, que tampoco le quitaba la vista de encima. Los neonianos murmuraban entre ellos al ver la reacción de los nuevos humanos. Finalmente, el comandante Stagger logró articular palabras.

    — Un placer, Vanth. Yo soy Kyllian Stagger, humano del planeta Tierra.

    — Lo sé. Tu compañero Naylon me ha informado bastante de vuestra situación. Veo que habéis corrido el mismo destino que vuestros hermanos. — Dijo Vanth, refiriéndose al grupo de la Expedición I. — Acompañadnos a nuestra base, tenemos mucho que hablar, comandante Stagger.
     
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  11.  
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    Hola. Paso a comentarte este capítulo.

    Debo decir que no ha superado al capítulo anterior, pero aun así me ha parecido un buen capítulo.

    La expedición II finalmente llegó al planeta, pero en lugar de rescatar a la expedición I como se tenía planeado, al final terminaron siendo rescatados por ellos. Ya han conocido a los neonianos, y cuando se enteren de todo lo que está ocurriendo entre ellos y los Rhajik, deberán tomar una decisión sobre sus próximas acciones.

    Finalmente se descubre el secreto que escondía Lio, pero aun queda por saber el motivo por el cual Jim lo envió a esta misión. Es lo que más estoy esperando por ver.

    Me gustaron las escenas de Lill y Snow. La verdad es que a pesar de estar poco tiempo juntos, los veo como una buena pareja. Me gusta que vaya avanzando de a poco con los capítulos, y que no sea tan repentino.

    Algo que también me intriga es ver si habrá algún tipo de discusión entre Kyllian y Naylon por el control de los soldados. Dado a que ambos son del mismo rango. Eso podría generar conflictos, y eso podría hacer la historia más interesante.

    No he notado errores. Pero hubo algunas partes en las que sentí que faltó un poco de narración. Como en la parte donde Kyllian descubre que las máquinas los habían rodeado, y la parte en donde los robots son destruidos por los neonianos. Las escenas se entienden bien, pero con un poco más de narración y detalles serían mucho mejores.

    Por el momento eso es todo. Esperaré por el siguiente. Hasta la próxima.
     
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  12.  
    Zurel

    Zurel —Vuestras historias han terminado.

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    Hola.

    No te culpo por no haber publicado antes, a decir verdad la inspiración nos juega una mala pasada. Yo estoy en una de esas situaciones que mejor ni te cuento.

    Pero vamos al capítulo que es lo importante.

    Al parecer los de la Expedición II han encontrado a los de la Expedición I, lo que fue muy rápido, pero no es malo, después de todo era algo que se esperaba de ante mano. Es curioso lo rápido que los encontraron.

    Ahora habrán dos comandantes, y estoy de acuerdo con reydelaperdicion, pueden haber conflictos entre entre ellos debido al rango. Sin embargo, tengo la ligera impresion que Kyllian será el personaje odidado por su actitud de creerse más que los demás solo por ser el hijo de uno de los representantes más importantes. La verdad, Kyllian se cree mucho y no ha demostrado nada para merecer ese rango. Quizás por culpa de él lleguen a nacer los conflictos entre ambos grupos.

    Ahora los nuevos chicos han conocido a los neonianos, veremos que clase de allianza se forma entre ellos.

    Por ultimo la relación de Snow y Lill me ha gustado, va avanzado de a poco con el pasar de los capítulos y me gusta como avanza. Espero mas escenas con estos dos chicos que me estan cayendo bien.

    Esos es todo, saludos y hasta la próxima.
     
    Última edición: 4 Diciembre 2017
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  13. Threadmarks: Un pacto entre especies
     
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Un pacto entre especies





    El camino hacia la base de los neonianos se hizo bastante llevadero, considerando que la Expedición II seguía sorprendida por el encuentro alienigena y por encontrar a la Expedición I con vida. Ningún humano murmuró palabra durante el trayecto, si lo hicieron los neonianos entre ellos, mirando de reojo a la desconocida nueva especie a la que invitaban a su casa. Muchos no parecían estar de acuerdo con la idea de entablar una amistad tan rápida con los humanos, pero Vanth, que era el más respetado de los suyos y por ende su líder, sabía que los necesitaban.

    Solo quedaban treinta y siete neonianos con vida. Una especie inteligente que se encontraba al borde de la extinción, prácticamente en el precipicio y con sus asesinos a punto de entrar a su casa. Los Rhajik, su propia creación, se tornó en su contra y ahora casi los destruyen por completo. Vanth sabía que era esencial obtener ayuda de los humanos, que eran la única buena noticia en muchos años de guerra perdida contra sus propias máquinas.

    Por otra parte, los humanos veían en los neonianos un aliado potencial con el que expandirse por el universo, además de ser la primera raza alienigena en tener contacto con la humanidad. Los humanos podían sacar muchas cosas positivas de los neonianos, y principalmente no cometer sus errores.

    — Ya hemos llegado. — Indicó con cortesía el neoniano Vanth, siendo comprendido por los que llevaban traductor universal. — Por favor, acompañadnos al interior de nuestra base.

    — ¿Qué carajo ha dicho? — Preguntó Kiat, que escuchó el idioma natal de los neonianos por enésima vez.

    — Ni idea, seguramente que entremos. — Respondió Alexander, sintiéndose incomprendido.

    — Gracias, Vanth. — Murmuró Naylon, al frente de ambas expediciones. El comandante se volteó hacia los suyos. — Dice que entremos.

    — Me están dando escalofríos. — Susurró Juice, en una mezcla de temor y emoción.

    — Tranquila, es lógico. — Indicó Chris, el único médico a mano.

    — Por cierto, Chris, ¿qué tal la pierna? — Señaló Ashley, preocupándose por su compañero.

    — Resistiré. — Respondió el hombre, asintiendo con una sonrisa forzada.

    Uno de los neonianos abrió la compuerta colocando su mano sobre una bola adherida a la roca donde estaba anclada la pared. Ésta hizo una luz azul y la compuerta se abrió de par en par. Vanth se giró hacia neonianos y humanos, y con un gesto claro, les indicó que entraran.

    [...]

    — Nada. — Murmuró Lill, probando con la frecuencia y la señal de la radio. — Solo se oye estática.

    — Mierda. — Dijo Arva, mosqueada. — ¿Y qué carajo hacemos? ¿Aterrizo en el planeta y les buscamos?

    — Rotundamente no. — Lill se incorporó ante sus compañeras. — Kyllian no querría eso. Y lo lógico es esperar. Si en unas horas no responden, yo bajaré en su busca.

    — ¿Tú solo? ¡Estás loco! — Le recriminó Snow.

    — No voy a arriesgar a ninguna de vosotras. Arva es la piloto, sin ella, no podríamos volver a casa. Cinthia es la doctora, si nos ocurre algo, no tendremos asistencia médica. Y tú... tú eres demasiado importante.

    Las tres mujeres se sorprendieron tras las palabras del joven Crane. Lill rápidamente tejiversó sus palabras para evitar malententidos o desvelar sus sentimientos.

    — Snow, tú eres científica. Si recibes, ehm, datos de Plan 02, tendrás que evaluarlos y... bueno, eso importa. — Añadió Lill, tratando de desviar la atención de sus anteriores palabras.

    — Sigue siendo una locura que desciendas tú solo ahí abajo. No tienes mucho aprendizaje militar, Lill. — Indicó Arva, con seriedad.

    — ¿Y qué propones entonces, Arva? — Preguntó Lill, de brazos cruzados.

    — Si en cinco horas no tenemos noticias del grupo, regresaremos a la Tierra. — Dijo la piloto, convencida de su idea.

    — ¡¿Y abandonarlos a su suerte?! — Exclamo Cinthia, sorprendida por las palabras de Arva.

    — ¡No! — Respondió la chica. — Regresaríamos con un maldito ejército y aniquilaríamos a quienes tengan a los nuestros.

    — No sabemos si alguien los tiene. — Intervino Snow, haciendo énfasis en la idea desconocida de que alguien los tuviera retenidos.

    — No hay muchas más teorías, la verdad. — Musitó Lill, volteándose hacia el amplio ventanal en el que se veía a Plan 02 y las estrellas de fondo. — Esperemos que esa posibilidad sea bien remota.

    [...]
    Axlor observaba con detenimiento los pasillos y habitaciones de aquella base incrustada en el esqueleto de una montaña. Sin duda alguna, se trataba de ingeniería avanzada y de una arquitectura casi perfecta.

    Los neonianos lograron construir una base dentro de una montaña sin evitar que ésta pudiera derrumbarse o deteriorarse debido a la construcción. Se trataba de algo asombroso para el joven Vaalot.

    Los pasillos tenían una tenue luz que poco los iluminaba, con cajas llenas de todo tipo de aparatos electrónicos y cables pelados. Los cuartos parecían estar llenos de más cajas excepto uno que tenía una simple mesa. En aquella habitación fue donde Vanth interrogó a Naylon en su primer encuentro.

    El grupo se llevo la gran sorpresa cuando, tras avanzar por pasillos laberínticos, llegaron a una gran sala donde una treintena aproximadamente de neonianos hacían su vida. Al ver a los humanos, todos cesaron sus actividades y tareas y se quedaron perplejos.

    — Tranquilos, hermanos. — Dijo Vanth a los suyos, con los brazos extendidos. — Son amigos de Neonia, son humanos, provenientes de otro cúmulo de la galaxia.

    Los neonianos comenzaron a murmurar entre sí, sin perder de vista a los desconocidos.

    — Ellos deben estar tan sorprendidos como nosotros. — Dijo Hillary, observándoles a ellos.

    — Seguramente sí. — Murmuró Lio, sin perder de vista su espalda.

    Tras el grupo, hasta cuatro neonianos armados con unas extrañas armas los seguían. Sin duda, preferían tomar precauciones con la nueva especie inteligente a la que acababan de invitar.

    Siguieron avanzando con Vanth y varios neonianos en cabeza hasta llegar a una puerta con varios cierres de seguridad. Pese a que el sitio era muy amplio y grande, la sensación de claustrofobia para los humanos era evidente.

    — Solo pueden entrar los comandantes. — Dijo uno de los neonianos que les acompañaba.

    Naylon y Kyllian dieron un paso al frente mientras sus compañeros tendrían que esperar en aquella amplia sala a que sus líderes salieran de dicha habitación. Vanth junto al neoniano que había hablado, entraron en el cuarto junto a los comandantes humanos mientras el grupo y el resto de neonianos se iban.

    Naylon y Kyllian observaban con atención aquella habitación. Vanth les ofreció asiento en lo que parecían unos sillones acomodados. Los comandantes accedieron sin rechistar y se sentaron, mientras los dos neonianos se ponían enfrente. Excepto Vanth, su compañero sujetaba un arma para evitar posibles conflictos.

    — ¿Qué se supone que hacemos aquí, Vanth? — Comenzó hablando Naylon, que sabía que el neoniano quería hablarles de algo.

    — Voy a ser directo con vosotros: Sé que ahora pretendéis iros a vuestro planeta y contarles a los vuestros acerca de lo vivido aquí en Neonia, pero no saldréis de aquí sin antes escuchar nuestra proposición. — Vanth apoyó los brazos en la mesa y aproximó su rostro a ambos comandantes.

    — Te escuchamos. — Murmuró Kyllian, atento a las palabras del neoniano.

    Vanth se incorporó y comenzó a pasear alrededor de la mesa, mientras los comandantes humanos observaban con curiosidad al neoniano. El otro neoniano que estaba armado tenía la mirada puesta en su compañero, sin entender que hacía. Tras un largo minuto, Vanth Dheer volvió a su posición inicial, dispuesto a hablar.

    — Naylon ya lo sabe, resumidamente, pero lo volveré a explicar para ti. — Vanth se refería a Kyllian. — Solo quedamos treinta y siete neonianos con vida. Los Rhajik, esas máquinas con las que habéis combatido, son una creación nuestra que sin saber cómo se reveló contra nosotros y casi nos aniquila. Desconocemos que ha podido pasar pese a la investigación que hemos hecho. Lo principal es que nuestra especie se ha visto prácticamente reducida a un porcentaje insignificante y como máximo responsable de ellos me veo obligado a encontrar una solución para garantizar nuestra supervivencia. Ahí es donde vosotros, los humanos, entráis.

    Naylon y Kyllian observaban al neoniano con intriga, ansiosos de saber su propuesta.

    — Si mi intuición no falla, habéis venido a Neonia con el fin de instalaros y formar una colonia de vuestra especie. Bien, pues tenéis mi permiso para ello siempre y cuando garanticéis la supervivencia de los míos y eliminéis de la faz de éste planeta a esas máquinas asesinas.

    — ¿Nos quieres decir que si aniquilamos a esos... Rhajik, podremos instalarnos aquí en Neonia y convivir con vosotros? — Preguntó Kyllian, sorprendido.

    — Sí. — Respondió Vanth, con una expresión facial bastante seria. — Necesitamos ayuda urgente pero si no estáis dispuestos a dárnosla... bueno, tendremos que barajar otras opciones.

    [...]

    Mientras los líderes de ambas expediciones hablaban con el líder neoniano, el resto de humanos se paseaba por la base. Los soldados neonianos iban al frente y detrás del grupo, para evitar que se separaran. Podían ver todo lo que quisieran, pero sin tocar nada y sin separarse del grupo.

    Axlor iba al frente, observando con detenimiento las tareas de los neonianos. Algunos montaban las armas que otros soldados cargaban, otros hacían munición, algunos parecían cultivar en una pecera enorme unas extrañas plantas anaranjadas y unos pocos realizaban reparaciones eléctricas por toda la base.

    — Me siento en una especie de época prehistórica futurista. — Murmuró Juice, caminando al lado de Axlor. — Los que construyen las armas serían los herreros, los que hacen munición serían granjeros de balas — Axlor sonrió con ese comentario — y los que cultivan plantas serían también granjeros, pero normales. Ah, y los que están reparando paneles serían los obreros del neolítico neoniano.

    — Vaya, Juice, menudo análisis más exhaustivo de tu alrededor. — Respondió Axlor, sin evitar reír con los comentarios de su compañera. — Aunque te doy la razón, la sensación es familiar pero a la vez extraña.

    — Extraña es la forma en la que nos miran todos. — Dijo Kiat, interviniendo en la charla. — Por cierto, soy Kiat Yung, especialista en gestión de crisis.

    — Axlor Vaalot, especialista en la supervivencia en entornos hostiles.

    — Un placer, Kiat. Yo soy Juice Tidder, la piloto de la destruida Heaven I.

    — Tú debes ser la hermana gemela de Arva, ¿cierto? — Dijo el japonés, viendo el claro parecido.

    — ¡Sí! ¡Ella es mi hermana! — Exclamo Juice, contenta. — ¡¿Ha venido con vosotros?!

    — Sí, es nuestra piloto, pero está junto a varios compañeros más en la nave, fuera del planeta. — Indicó Kiat, explicándole la razón. — Decidimos que no bajaríamos todos a buscaros, por si pasaba algo.

    — Es lógico, ¿fue idea del comandante Stagger? — Preguntó el joven Vaalot, volteándose hacia su compañero.

    — Así es... en parte. Digamos que lo hablamos entre todos. — Dijo Kiat.

    — Estoy deseando verla. — Murmuró Juice, pensando en su hermana gemela.

    Ashley ayudaba a Chris a avanzar con su pierna rota. Alexander les acompañaba, con la alegría inmensa de haberse encontrado con su hermana. Pese a que los Ripley no se habían saludado como debía, sabían que cuando estuvieran en la nave, se darían un largo abrazo de hermanos.

    — ¿Cómo te hiciste eso en la pierna? — Preguntó Alexander, rompiendo el silencio.

    — En el aterrizaje de la cápsula de salvamento. — Respondió el médico de la Expedición I. — Un fuerte golpe.

    — Debió ser terrible haber estado en esa situación. — Murmuró Alexander, colocando su mano derecha en el hombro izquierdo de su hermana.

    — Sí, fue un poco estresante. — Musitó Ashley, sin ganas de recordar aquel suceso. — Por lo menos sobrevivímos.

    — Me alegra tanto haberte encontrado, hermanita... — El joven soldado Ripley acarició el pelo de su hermana, que apoyó la cabeza contra el pecho de su hermano durante unos breves segundos.

    — Y yo también me alegro de verte, hermanito.

    Los últimos del grupo eran Lio y Hillary, seguidos de varios guardias neonianos que les pisaban los talones.

    — Menos mal que no llevamos el traductor ese y no pueden entender lo que decimos, porque sino, diría que son unos maleducados por escuchar lo que hablamos. — Dijo Lio Santos, observando de reojo a los neonianos.

    — Hacen su trabajo, Lio, nada más. — Murmuró Hillary, casi riéndose del comentario del hombre de Ceres. — Oye, ¿algún día me contarás el por qué de Jim Baker para enviarte a la misión?

    Lio hizo una mueca y acto seguido una media sonrisa.

    — Cuando estemos en la Arcadia, invítame a una copa y quizá se me escape algo. — Dijo Leonardo, sin dejar de mirar al frente.

    — ¿Ya está? ¿Así de fácil me lo pones? — Preguntó de nuevo Hillary, acercándose más a Lio.

    — Bueno, no me puedo resistir a un buen licor de la Tierra... ni a sus chicas.

    [...]

    — El problema de esto, Vanth, es que no podemos tomar esa decisión nosotros. — Dijo Kyllian con seriedad. — La debe tomar La Unión, un gobierno formado por las colonias humanas.

    — Y una mierda. — Intervino Naylon, molesto. — Ellos nos mandaron aquí, conocían los riesgos y nosotros vinimos a hacer el trabajo sucio. Esa decisión pertenece a los que estamos en este planeta. La Unión ya tendrá tiempo para asimilar que vamos a ayudar a unos alienigenas. Además, quieren colonizar Neonia, ¿no? Ésta es la mejor opción.

    — Perdone, comandante Karless, pero no tiene la autorización para decidir estas cosas. Supongo que te habrás leído el folleto antes de subir a tu maldita nave, ¿verdad?

    — Lo he leído todo, comandante Stagger, pero la situación no es ni parecida a la que nos esperábamos. Ni siquiera La Unión esperaba tener contacto con alienigenas y mucho menos entablar una guerra con unas máquinas. Pero así es como estamos, y así actuaremos. La decisión está tomada.

    — ¿La decisión está tomada? ¡¿Qué mierda hablas?! — Kyllian se levantó con un gran enfado, mientras los neonianos observaban en silencio. — ¡La decisión es de La Unión, joder!

    — ¡A la mierda La Unión y a la mierda sus reglas! — Explotó Naylon, encarándose con su compañero. — Mira, Kyllian Stagger, me importa una mierda si quieres lamerle los huevos a tu padre dándole a él y a sus amigos ésta decisión, pero te voy a dejar claro que mi expedición fue enviada aquí primero y que he sido yo el que ha entablado contacto con los neonianos. Y si ellos quieren nuestra ayuda a cambio de construir un hogar para ambos, aquí, ¿quién mierdas eres tú o La Unión para cambiar eso? Te recuerdo, comandante, que ésta es tu primera misión con este rango. Yo ya he hecho varias y por ende soy más veterano. Con eso, tengo huevos de sobra para tomar las decisiones importantes a pie de campo. Los neonianos necesitan ayuda, y he decidido que se la vamos a dar, con o sin tu maldito apoyo.

    Naylon y Kyllian contenían su rabia para no comenzar una disputa de poder entre ambos ante Vanth y su acompañante. El neoniano esperó a que se calmaran para retomar la palabra.

    — Vaya, veo que sois incompatibles a la hora de tomar decisiones. — Dijo Vanth, sorprendido por ver ese sentimiento de rabia humana. — ¿Quién es esa Unión y dónde puedo ir para hablar con ella?

    — ¿Ves, Naylon? Incluso los neonianos acatan leyes. — Murmuró Kyllian, sintiéndose ganador de la discusión. — Idiota.

    — No, perdona, no voy a hablar con ellos para sopesar la posibilidad de que vuestra especie ayude a la mía. — Recalcó Vanth, sorprendiendo a ambos comandantes. — Creo en la palabra de Naylon y la tomaré. Cómo su decisión es un sí, prepararé a toda mi gente para que viaje con vosotros hacia vuestro hogar. Allí estarán a salvo y podremos regresar con un ejército de los vuestros para reconquistar Neonia. ¿Hecho?

    — No voy a participar en desobedecer a La Unión. — Kyllian se levantó y salió de la sala, dejando a Vanth, el soldado neoniano y Naylon solos.

    — ¿Qué me dices, comandante Karless? — Insistió Vanth Dheer, confiado.

    — Tenemos un trato.

    [...]

    El resto del grupo seguía en aquella gran sala, viendo y analizando todo cuanto veían sobre los neonianos. Axlor, Juice y Kiat seguían hablando entre sí, al igual que los hermanos Ripley con el médico Chris y Lio con Hillary.

    Los minutos iban pasando y tanto Naylon como Kyllian no salían de la habitación. El grupo comenzaba a impacientarse al no saber sobre que hablaban con Vanth y la tardanza en las explicaciones. Finalmente, el comandante Stagger salió hecho una furia, cosa que sus compañeros notaron.

    Al acercarse a los suyos, pudieron ver en el rostro del hijo de Jefferson un enfado bastante notable. El comandante no parecía contento con lo que habían hablado ahí dentro.

    — ¿Ocurre algo, comandante Stagger? — Preguntó Axlor, al ver en él un gran enfado.

    — Tú comandante no sabe obedecer las normas de La Unión. — Respondió Kyllian, molesto. — Cuando regresemos a la Tierra hablaré personalmente con los representantes y les diré que lo saquen de la misión por desobedecer. ¿Quién es el segundo al mando de la Expedición I?

    Juice, Ashley y Chris señalaron rápidamente a Axlor. El joven Vaalot asintió, reconociendo que en la escala de mando, él sería el nuevo comandante de los suyos.

    — Si me apoyas, señor... — Kyllian desconocía el nombre del joven.

    — Vaalot. Me llamo Axlor Vaalot. Nacido en Marte y especialista en supervivencia en entornos hostiles.

    — ¿Nacido en Marte? Vaya, pues somos del mismo sitio. — Añadió Kyllian, sorprendido.

    — Eso parece. — Murmuró Axlor, esperando a que el comandante Stagger siguiera con su propuesta.

    — Como iba diciendo, Axlor, si me apoyas, hablaré con los representantes de La Unión para que tengas el rango de comandante. Solo si tú me apoyas y accedes a ser mi segundo en las próximas misiones en Neonia. ¿Qué me dices?

    — Comandante Stagger, yo... — Axlor se sentía entre la espada y la pared.

    — Déjate de chorradas, Kyllian, y dinos de una jodida vez que habéis hablado ahí dentro. — Intervino Lio, bastante curioso.

    — Vanth nos ha propuesto un trato. Consiste en que ayudemos a los pocos neonianos que quedan llevándonoslos a la Tierra y regresando a Neonia con un ejército de los nuestros para aniquilar a esas máquinas que llaman Rhajik. — Dijo Kyllian, en desacuerdo con eso. — El problema es que el comandante Karless ha tomado la decisión por su cuenta, sin contar con La Unión, que es la debe tener voto y opinión en esto. Y sinceramente, eso es traición.

    — ¿Qué mierda dices de traición? Es lógico, nosotros hemos sido atacados cuando vinimos a explorar. Suerte que llevábamos armas por precaución. — Se quejó Juice.

    — Además, Naylon ha sido el primer humano en contactar con otra especie. Tiene sentido que la decisión sea suya y nuestra antes que de La Unión. — Añadió Chris.

    — ¡¿Os estáis escuchando?! ¡Las normas están para cumplirlas! — Exclamo Kyllian, llamando la atención de los neonianos más cercanos.

    — Cálmate, humano. — Dijo uno de los guardias, al que solo entendió Kyllian debido a que llevaba el traductor universal.

    — ¡Cierra el pico! — Gritó Kyllian, apartando de un empujón al neoniano.

    — ¡Quieto, humano! ¡No te muevas! — Le dijo otro soldado neoniano, apuntándole con su arma.

    — ¡Iros al caraj...!

    Antes de que Kyllian pudiera terminar su frase, Naylon, que había salido junto a Vanth mientras se sucedía la discusión, le golpeó con la culata de su Striker, dejándolo inconsciente. Todos los humanos y gran parte de los neonianos se quedaron en silencio ante dicha escena.

    — No sé como carajo ha llegado a comandante. — Murmuró Naylon. — Expedición II, estáis bajo mi jurisdicción.

    — ¿De qué mierda vas? Esto no va así. — Le recriminó Alexander. — Noqueas a nuestro comandante y porque sí ahora te debemos obedecer, ¿no? Una mierda.

    — Hermano, cálmate, por favor... — Musitó Ashley, queriendo evitar otra pelea.

    — Alexander tiene razón, no vamos a obedecerte porque tú lo digas. — Dijo Lio, seriamente.

    — ¡Rigaarts cuneyk tonwasick, Rhajik! — Escucharon los miembros de ambos grupos que no tenían el traductor.

    — ¿Qué mierda ha dicho? — Preguntó Kiat.

    — Son los Rhajik. — Murmuró Naylon con preocupación. — Han encontrado éste escondite.
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Hola amigo, paso a comentarte el capítulo.

    Hasta ahora, este ha sido el capítulo que más me ha gustado. La trama avanza de manera progresiva, sin acelerar las cosas pero sin hacerlas demasiado lentas, lo cual me agrada. Espero que esta historia sea una historia larga en serio, porque le veo un enorme potencial que no debería ser desperdiciado.

    Tal y como pensé, los comandantes entraron en conflicto. No fue por liderazgo, sino por ver quien de ellos tiene la mayor autoridad. Ciertamente espero que ninguno de los dos muera pronto, porque creo que el conflicto entre los dos es realmente interesante y no me gustaría ver que se termine en el siguiente. Está claro que quienes siguen a Naylon no aceptarán a Kyllian, y lo mismo por el otro lado. Ya veremos como acaba esto.

    Me intriga más el secreto que esconde Lio. Está claro que Jim planea algo, y Lio será su pieza clave en el juego. Ya veremos cual es el plan que tiene pensado. Tal vez esté pensando en apoderarse de las futuras colonias y deshacerse del resto de planetas de la Unión, pero estoy llendo muy lejos.

    Creo que al menos uno de los neonianos debería tener protagonismo al igual que Vanth, o por lo menos, tener más importancia. Dado a que consideraría aburrido que todos fueran humanos y hubiera solo un neoniano.

    Los Rhajik han encontrado el refugio, y está claro que van a atacar con todo y que alguien va a morir. Mi candidato es Chris, que no ha aportado mucho a la historia y que está herido. Con su muerte siendo el único médico, se verían obligados a volver a la nave Arcadia o traer a la doctora Cinthia al planeta.

    Me ha gustado la forma en la que Lill quiere mantener a salvo a Snow, aunque casi se termina descubriendo solito XD.

    Sobre la narración tengo que decir que me gustó mucho. No me pierno nunca, y las descripciones están muy bien realizadas. El desarrollo de los personajes avanzó muy bien cuando los grupos estaban separados y teníamos un capítulo dedicado a cada uno, y espero que no se vea afectado ahora que están todos juntos.

    Solamente encontré un error en esta parte.

    Allí estás mencionando a los Rhajik como grupo (plural) y no como especie (singular), por lo que el verbo correcto debería ser “tomaron”. Sería tomó si te refirieras a las máquinas como especie.

    Fuera de eso, no noté nada grave. Estaré esperando al próximo capítulo. Saludos.
     
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  15. Threadmarks: Los últimos neonianos
     
    Manuvalk

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    Los Viajeros: La guerra Rhajik
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    Los últimos neonianos





    De los treinta y siete neonianos que vivían en la base, solo nueve eran soldados puros. El resto, civiles que tuvieron que aprender a la fuerza el manejo de armas para proteger a los suyos y defender su hogar de los Rhajik.

    De esos nueve soldados puros, uno de ellos tenía el rango más alto en lo que a la cadena militar se refiere. El neoniano se llamaba Turak Klamp, y su rango, comparándolo con los humanos, sería el de comandante.

    — ¡Tomad los Rypper y acabad con esos Rhajik! ¡Por Neonia! — Exclamo el comandante neoniano, alzando su arma y aclamado con gritos de guerra por los suyos.

    El Rypper era rifle estándar de los soldados neonianos. Su munición consistía básicamente en energía. El arma absorbía energía de su dueño y la convertía en una ráfaga que podía agujerear un paredón de hierro. Su desventaja era que cansaba a aquel que la usara, ya que lo debilitaba al sustraerle dicha materia.

    Mientras los neonianos salían de la base a defenderla contra las máquinas, los humanos se miraban entre sí sin saber como reaccionar. Vanth intervino en la disputa que tenían ambas expediciones.

    — ¡Necesitamos que luchéis con nosotros! — Exclamo Vanth, visiblemente preocupado. — ¡Por favor!

    Aquello solo fue comprendido por Naylon, que sin dudarlo, se volteó hacia sus compañeros con seriedad.

    — Necesitan nuestra ayuda. Luchemos por ésta alianza. — Dijo el comandante Karless, alzando su Striker al techo.

    Todos se miraron, dubitativos, sin saber que hacer o que decir. Ante Naylon y Vanth, Axlor dio un paso al frente, alzando también su Striker.

    — Contad conmigo. — Dijo el joven nativo de Marte.

    — Que diablos, contad con todos nosotros. — Dijo Hillary, consciente de que no estaban para perder el tiempo.

    — Gracias a todos, de verdad. — Dijo Vanth, acto seguido marchándose a defender su base.

    — Esto... ¿y qué hacemos con Kyllian? — Preguntó Kiat, señalando al comandante inconsciente en el suelo.

    — Tú te quedarás con él. — Ordenó el comandante Karless. — Chris, no puedes pelear, quédate con ellos.

    — Está bien, señor. — Musitó el médico de la Expedición I.

    — El resto, seguidme.

    Con el comandante Naylon Karless a la cabeza y seguido por Axlor, Ashley, Juice, Hillary, Lio y Alexander, los humanos se prepararon para ayudar a los neonianos. Mientras, Kiat y Chris tenían que proteger a Kyllian hasta que despertara.

    [...]

    Cinthia se puso a preparar un botiquín sin perder el tiempo. La doctora estaba nerviosa por la falta de noticias de su grupo y pretendía estar preparada para cualquier situación. Arva la observaba desde la entrada de la consulta médica, sin entender porque la doctora hacía semejante cosa.

    — ¿Qué está haciendo? — Preguntó Lill, apareciendo tras la piloto de la nave.

    — Creo que prepara un botiquín. — Respondió Arva, sin perder de vista a la médico.

    — ¿Un botiquín? ¿Para qué? ¿Acaso pretende bajar al planeta? — Comenzó a preguntar Lill, que sentía que tenía que cuidar de todas ellas.

    — No tengo ni idea, pero tranquilo, estoy aquí para evitar que tome la lanzadera que nos queda. — Dijo Arva, segura de sí misma.

    — Oye, ¿has visto a Snow?

    — No desde hace un buen rato, ¿por?

    — Nada, quería ver... hablar con ella.

    — Lill — Arva se volteó hacia él — no sabes disimular, ¿verdad?

    — ¿Qué? ¿Disimular? ¿De qué hablas? — Lill tendía a hacer muchas preguntas cuando se ponía nervioso, cosa que Arva notó rápidamente.

    — Las chicas no somos tontas y sabemos cuando un chico está interesado en alguna. — Dijo Arva, y prosiguió. — La manera en la que miras a Snow...

    — ¿Qué dices? L-la, la miro normal. No sé que ves tú. — Le cortó Lill. — Bueno, esto, yo voy a buscarla. Vigila a Cinthia.

    Arva se echó a reír en silencio mientras Lill se marchaba resoplando tras la conversación. El joven Crane era consciente de que la piloto le había adivinado de primeras sus sentimientos. La duda de hasta cuando podría seguir escondiéndolos le removía la cabeza.

    Lill avanzó por los pasillos iluminados de la Arcadia en busca de Snow. No estaba en su habitación, ni en el puente, ni en la sala de reuniones. Al llegar a la compuerta de salida, vio que Snow se disponía a embarcar en la única lanzadera que le quedaba a la nave.

    — ¡Snow, espera! — Exclamo Lill, corriendo velozmente hacia ella.

    — ¡Tengo que hacerlo! — Respondió la joven Carver, llevando una mochila en su hombro repleta de suministros para descender a Plan 02.

    Lill corrió rápidamente hasta la lanzadera pero la puerta ya se había cerrado. Snow, en el puesto de piloto, trató de ver como podía encender la pequeña nave para aterrizar en el planeta. Sin saberlo, pulsó un botón que desprendía una onda de descarga eléctrica que consistía en que la lanzadera lanzara dicha onda para alejar a enemigos que tuviera encima.

    Lill se vio sorprendido por ésta, que lo lanzó al otro lado del hangar de salida, golpeándose contra la pared y cayendo inconsciente al suelo. En aquel momento, Arva apareció y fue corriendo a por Lill, tratando de ayudarle. Viendo lo que había hecho, Snow se bajó de la lanzadera muy arrepentida por lo que acababa de hacer.

    — ¡¿En qué mierda pensabas?! — Le reprochó Arva a su compañera. — ¡Te ibas a poner en peligro y nos ibas a poner en peligro a todos! ¡No sabes ni pilotar! ¡¿Cómo se te ha ocurrido hacerlo?!

    — La idea fue mía. — Cinthia apareció por la puerta con el botiquín en la mano. — Le pedí que me preparara la lanzadera para partir hacia Plan 02 y ella se ofreció a acompañarme.

    — ¡¿Y yo y Lill tenemos que ir a salvaros el culo?! — Exclamo Arva, furiosa. — ¡Lill está inconsciente, llévadlo a la enfermería! Cuando Kyllian regrese, porque lo hará... ya hablaremos.

    Arva se fue directa al puente de mando y activó el cierre completo de toda la Arcadia. Ahora nadie podría ni entrar ni salir de ella.

    Snow y Cinthia tomaron conforme pudieron a Lill y lo llevaron a la consulta médica para acomodarlo en la camilla a la espera de que despertara. El golpe había sido fuerte y por ello la joven Carver se sentía fatal.

    [...]

    Fuera de la base, se desarrollaba una gran batalla entre máquinas Rhajik y neonianos. Turak, el comandante neoniano, se encontraba en primera línea de combate. El soldado disparó su Rypper contra un Rhajik, al que agujereó como si fuese una hoja de papel. Se podían ver los circuitos y cableado del robot, que cayó al suelo al momento.

    Sin embargo, la ventaja la tenían los Rhajik, que no paraban de llegar de todos los lados del bosque. Los neonianos se encontraban atrincherados en la entrada de su base, tratando de repeler los ataques incesantes de las máquinas, pero la superioridad numérica influía y bastante.

    — ¡Retroceded! ¡Atrás! — Ordenó Turak, viendo que los suyos estaban siendo superados.

    De pronto, un Rhajik disparó su potente láser contra un neoniano que no estaba cubierto. El láser le cortó por el centro como si de plastilína se tratara, matando al alienigena al instante. Era la primera baja de los neonianos en todos esos años que habían pasado escondidos en la base. Mientras los neonianos retrocedían con Turak a la cabeza, Vanth y los humanos fueron a ayudarles a la entrada.

    — ¡¿Qué está ocurriendo, Turak?! — Preguntó Vanth por encima de los disparos.

    — ¡No dejan de venir! ¡Son demasiados! — Exclamo el comandante Klamp. — ¡Quieren exterminarnos definitivamente!

    Los Rhajik dispararon su láser a la vez, efocándolo en la entrada. Algunos neonianos, aterrados, decidieron correr hacia dentro de la base mientras unos pocos se quedaban. La potencia de los láseres provocó que la entrada a la base se derrumbara y los escombros cayeran sobre todos ellos.

    Naylon apartó a Juice que estaba a punto de ser enterrada viva bajo toneladas de piedras. Ahora la entrada era inaccesible para las máquinas pero los neonianos y humanos estaban encerrados dentro.

    — ¡Maldición! — Exclamo Vanth, visiblemente furioso.

    — ¿Hay otra salida? Podremos tomar esa. — Dijo Naylon, sin perder la compostura.

    — Sí, pero nunca la usamos. — Respondió Turak. — Hay Ikorfs ahí.

    — ¿Qué son los Ikorfs? — Preguntó el comandante Karless, ya que esa palabra no había sido traducida por el traductor que llevaba con el.

    — ¿Se puede saber de qué mierda están hablando? — Preguntó Alexander, al que le molestaba no saber que se decían.

    — Los Ikorfs son unos animales nativos también de éste planeta. No me sorprende que no los hayáis visto en vuestro aterrizaje, habitan cuevas o túneles subterráneos de los edificios de otra época. Además, son cazadores nocturnos. — Explicó Vanth, sorprendiendo únicamente a Naylon, que tenía el traductor universal.

    — Dice que los Ikorfs son una especie animal de aquí, que vive en cuevas o túneles y que no los hemos visto aún porque suelen cazar de noche. — Dijo Naylon para sus compañeros.

    — Mierda. — Murmuró Ashley.

    — Haber si lo adivino: esos... Ikorfs están en la salida que vamos a tomar, ¿no? — Dijo Lio con normalidad.

    — Eso parece. — Indicó Naylon, haciendo una mueca.

    — Tranquilos, cuando oyes o ves a un Ikorf, basta con quedarte quieto y esperar que siga su camino. Son ciegos, te detectan por el movimiento. — Añadió Vanth. — Pero no son ellos los que me preocupan. Ese viejo túnel lo conocen los Rhajik, ya trataron de atacarnos por ahí y tuvimos que cubrirlo con una placa metálica. Además, los Ikorfs también atacan a los Rhajik, si tenemos suerte, no habrá Rhajik.

    — ¿No hay otra maldita forma de que podamos hablar de tú a tú? Porque los demás no nos enteramos de nada. — Se quejó Juice.

    — Dice que los Ikorfs son ciegos y que si te quedas quieto, no te detectan, solo lo hacen si te mueves. Pero no son esas cosas las que le preocupan, dice que en ese túnel puede haber Rhajik, ya trataron de atacarles por ahí. Aunque si tenemos suerte, no habrá máquinas; aunque sí esos putos animales. — Tradució Naylon para los suyos.

    — Turak, ve a preparar a todos. Vamos a irnos de la base. — Ordenó Vanth con seriedad.

    — Vanth, ¿dónde iremos si salimos de aquí? — Le preguntó Axlor, sabiendo que el neoniano si podía entenderles a ellos con el traductor.

    — ¿Cómo habéis venido? — Vanth respondió con otra pregunta.

    — Pregunta con qué hemos venido. — Dijo Naylon, haciendo de intermediario.

    — Ahm, pues con una nave. — Murmuró Hillary, sorprendida por la pregunta.

    — Pues nos vamos de Neonia. — Dijo Vanth, firme en su decisión. — Huiremos con vosotros a vuestro hogar y ya volveremos para recuperar lo que es nuestro.

    — Eso me ha sonado mal, ¿qué ha dicho? — Preguntó Kiat, mientras tras él llegaban Chris y Kyllian, ahora despierto.

    — Que se vienen con nosotros a la Tierra, básicamente. — Dijo el comandante Karless, que parecía estar de acuerdo con la decisión. — Tenemos que contactar con los que hayáis dejado en vuestra nave.

    Todos los humanos se miraron entre sí, sorprendidos con la decisión del neoniano. Se llevarían consigo a treinta y seis neonianos a la Tierra. Kyllian no dejaba de mirar mal a su compañero Naylon, sabedor de que él estaba de acuerdo con Vanth.

    [...]

    Cinthia y Snow observaban a un Lill inconsciente en la camilla. El joven Crane parecía estar bien, pese al golpe que se había llevado. Ambas mujeres se sentían mal por lo ocurrido, pero ya no podían llevar su idea a cabo ya que Arva había bloqueado toda la Arcadia.

    — ¿Cuando despertará? — Preguntó Snow, deprimida por lo ocurrido. — Me muero por disculparme.

    — Tranquila, lo hará. No sabría decirte si en unos minutos o unas horas, pero créeme, lo hará. — La tranquilizó Cinthia.

    — Creo que tu idea de bajar a buscarles por si estaban heridos no era mala, pero pudimos haber sido más cautelosas. — Dijo la joven Carver con seriedad.

    — Si, bueno, yo te dije que tomaras la lanzadera, no que la encendieras. — Le reprochó la doctora Marlow.

    — ¡Él me vio! ¡Tenía que hacer algo! — Exclamo Snow, molesta.

    — ¡Pudiste simplemente quedarte encerrada en la lanzadera y esperarme! — Dijo Cinthia.

    Mientras ambas mujeres discutían y esperaban que Lill recobrara el conocimiento, Arva se encontraba en el puente de mando, su exclusivo lugar. La piloto había activado hacía un rato el cierre completo de la Arcadia para evitar otra fuga tonta de Cinthia y Snow, pero salvo aquello, no había hecho nada más.

    La joven Tidder se aburría allí, esperando noticias de sus compañeros pese a que la radio o incomunicaba o tenía estática. Se dispuso a levantarse de su asiento cuando escuchó algo proveniente de la radio. Arva se aproximó para intentar oír algo. Finalmente, la estática dio paso a palabas claras y nítidas.

    — Aquí el comandante Naylon Karless, de la Expedición I. ¿Hay alguien ahí?

    Arva pulsó rápidamente el botón que le daba el turno de hablar a ella.

    — ¡Sí! ¡Aquí la piloto Arva Tidder, de la Expedición II a bordo de la Arcadia! — Respondió la mujer, alegrándose de oír a alguien por radio. — ¿Están todos bien? ¿Dónde está el comandante Stagger?

    — Todos bien, Kyllian está aquí. — Dijo Naylon. — Bien, señorita Tidder, no tenemos tiempo para ponernos al día y tengo que pedirle un favor urgente.

    — Usted dirá, señor.

    — Necesitamos que descienda con la Arcadia para recogernos en cuando le de la señal, ¿entendido?

    — Sí, entendido. — Dijo Arva, que quería decirle algo más al comandante. — Señor, una cosa más.

    — Dígame.

    — ¿Mí hermana Juice está con usted? ¿Está bien? — Preguntó Arva, pensando en su hermana gemela.

    La radio se quedó en silencio durante unos segundos que se le hicieron eternos a la piloto de la Arcadia.

    — ¡Arva! — Ahora era Juice quien estaba en la radio.

    — ¡Juice! ¡Juice! — Exclamo la joven Tidder, emocionada. — ¡Aguanta un poco más! ¡Nos veremos en breve!

    — ¡Sí, estate preparada! — La radio cambió de las manos de Juice a las de Kyllian. — Arva, soy Kyllian. Ten cuidado cuando te dirijas hacia Plan 02, hay unas pequeñas naves peinando alrededor suya. Nos atacaron pero logramos descender sin daños.

    — Entendido, comandante Stagger. Estaré alerta.

    — Cambio y corto.

    La comunicación se cortó y Arva sonrió al saber que su hermana y todos estaban bien. Sin dudarlo, corrió a la consulta médica a contárselo a sus compañeros. Cinthia y Snow seguían discutiendo cuando Arva intervino en la conversación.

    — ¡Chicas! — Dijo la piloto, visiblemente contenta. — ¡Están todos bien!

    — ¿Cómo? — Preguntó Cinthia, sorprendida.

    — Acabo de hablar con el comandante Karless, de la Expedición I. Con mi hermana Juice, su piloto. Y con el comandante Stagger. — Respondió Arva. — Están todos bien pero al parecer están en una situación comprometida, no me ha dado muchos más datos. Tan solo me han pedido que me prepare para descender con la Arcadia a recogerlos en cuando me den la orden.

    — No sé si alegrarme o preocuparme. — Murmuró Snow. — Están bien pero están en peligro, o al menos eso acabas de dar a entender.

    — Estoy igual que tú, Snow, no sé nada más. Han cortado la comunicación. — Dijo Arva, que no quería perder más tiempo hablando. — Me quedaré en el puente por si me dan la orden.

    — Muy bien, voy contigo. — Añadió la doctora Marlow. — Snow, avísame si pasa algo con Lill. Y si despierta, también.

    — Está bien. — Musitó la joven Carver.

    [...]

    Aquella salida secreta era básicamente un túnel abandonado de la época antigua de los neonianos, cuando sus asentamientos, convertidos en ciudades, tenían caminos por el subsuelo. El túnel había sido taponado por los propios neonianos ante las constantes intentonas de los Rhajik de entrar a la base. Ahora, la oscuridad reinaba en ese oscuro pasillo.

    En cabeza iban Vanth, Naylon, Axlor y Turak, armados con Striker y Rypper cada uno con su correspondiente arma. El grueso del grupo estaba compuesto por los civiles neonianos, escoltados por algunos humanos y soldados neonianos, que vigilaban también la retaguardia.

    El temor de encontrarse con Ikorfs o Rhajiks tenían a todos en vilo. En la penumbra y en un lugar tan estrecho como un túnel, un combate contra animales salvajes o máquinas sería catastrófico. Chris, Kiat, Juice y Kyllian iban los últimos, para proteger la espalda del numeroso grupo. En aquel lugar solo se escuchaban susurros y las pisadas de todos, que chapoteaban en los pequeños charcos de agua que se habían formado fruto de la humedad.

    — Estoy deseando irme de aquí para descansar en la nave. — Dijo el médico de la Expedición I. — El dolor aumenta por momentos.

    — En un rato estarás recostado en la nave, ya verás. — Trató Juice de tranquilizarlo.

    — Eso espero yo también, esas máquinas me dan escalofríos. — Confesó el japonés.

    — No me puedo creer que Naylon decida llevar a todos estos alienigenas a la Tierra, así sin más. Ni siquiera lo consultó con La Unión. — Kyllian no dejaba de comerse la cabeza con ese tema. — Si los representantes no son estúpidos, le relevarán del cargo.

    — ¿Acaso ibas a dejar a los neonianos a morir aquí? Necesitan nuestra ayuda. — Le recriminó Juice, molesta con la actitud del comandante de la Expedición II.

    — No dije eso, simplemente pretendía contactar con La Unión para esperar órdenes, no tomar la decisión por mi cuenta. Naylon ha burlado las normas y lo sabe. — Dijo Kyllian, con la mirada al frente.

    Los pocos soldados neonianos y humanos que portaban linternas iluminaban el frente del túnel para saber por dónde iban y evitar ser sorprendidos por cualquier cosa. Ashley, Alexander, Lio y Hillary avanzaban en el grueso del grupo, por la mitad.

    — ¿Y si los Rhajik destruyeron la entrada principal para mandarnos por aquí? — Preguntó Alexander, que se sentía incómodo en el túnel.

    — Es muy probable que sea así. — Respondió Lio, nada tranquilizador para los suyos.

    — Eso no ayuda. — Le dijo Hillary al hombre de Ceres, mientras se volteaba hacia Alexander. — No pienses en eso, simplemente estate alerta.

    — Nirash tuvek cashid. — Dijo un neoniano, aparentemente una mujer.

    — Lo siento, no podemos entenderte sin traductor. — Dijo Ashley, apenada.

    La neoniana asintió, pareciendo comprender lo que la joven Ripley quería decirle. Al frente de todos, Vanth y Turak lideraban al grupo junto a Naylon y Axlor. Los dos amigos estaban contentos de estar juntos.

    — ¿Sabes? Cuando nos lanzaste en la cápsula mientras te quedabas en la Heaven... pensamos que habías muerto. — Dijo el joven Vaalot, hablando por primera vez cara a cara con su amigo. — Sin embargo, yo tenía fe en que hubieses sobrevivido al accidente y quería ir a buscar los restos de la nave.

    — Nunca he dudado de tu compromiso, amigo mío. — Murmuró Naylon, sonriendo. — Por algo eres mi mano derecha y futuro comandante.

    — No tengo prisa por serlo. — Dijo Axlor, riéndose. — Debe ser muy cans...

    — ¡Ikorfs! — Exclamo Turak, comenzando a disparar su Rypper.

    Tres Ikorfs comenzaron a correr hacia el grupo, y todos sus soldados comenzaron a fusilarlos literalmente antes de que fueran alcanzados. Los animales lanzaron unos gruñidos muy agudos que perjudicaron seriamente al oído de los humanos, que se resintieron.

    Sacaron sus largos y afilados colmillos mientras avanzaban a una velocidad parecida a la del guepardo de la Tierra, pese a su grandaria, era igual de veloz. Para suerte del grupo, los disparos masacraron al trío de animales. Su sangre era casi negra y biscosa, y ésta comenzó a juntarse con el agua sucia y rancia del túnel.

    — Ya casi estamos fuera. — Indicó Vanth, señalando la luz al final del túnel.

    — Pues apresurémonos, los Rhajik podrían haber escuchado estos disparos. — Dijo Axlor.

    El numeroso grupo corrió para salir del túnel, ansioso por ver la luz del sol. A medida que avanzaban, más luz veían y la sensación de claustrofobia disminuía. Sin embargo, al salir, la sorpresa fue enorme. Los Rhajik habían rodeado por completo la salida, y estaban estáticos, como esperando órdenes.

    Neonianos y humanos se quedaron paralizados. Naylon se echó la mano lentamente hacia la radio que se había colocado a un lado del traje.

    — Aquí Naylon... — Susurró a la radio. — Necesitamos la Arcadia aquí, ya. Activaré la señal de nuestra posición.

    [...]

    Arva y Cinthia se encontraban en silencio, esperando la orden del comandante Karless, cuando la radio habló.

    — Aquí Naylon... Necesitamos la Arcadia aquí, ya. Activaré la señal de nuestra posición.

    — ¡Entendido, comandante! — Exclamo Arva, encendiendo el núcleo de la Arcadia. — Cinthia, avisa a Snow y Lill, ponéos el cinturón.

    — ¡Sí!

    [...]

    Los Rhajik permanecían sorprendentemente quietos. Tanto neonianos como humanos se miraban incrédulos mientras en el espacio, la Arcadia se disponía a descender a la superfície de Neonia. El grupo de humanos preparó sus Striker al mismo tiempo que los neonianos sus Rypper. Entonces, sin previo aviso, Kyllian apretó el gatillo, fusilando a una de las máquinas a balazos.

    Los Rhajik, que parecían en letargo a la espera de órdenes, despertaron al unísono mientras su compañero caía abatido. Rápidamente, todas las máquinas enfocaron su mira láser en el conjunto de humanos y neonianos.

    — ¡A CUBIERTO! — Exclamo Naylon con todas sus fuerzas.

    Neonianos y humanos se dispersaron velozmente mientras los Rhajik deshacían su formación y se separaban para perseguir a distintos objetivos.
    Naylon, Axlor, Vanth y Turak corrieron hacia la cobertura de los árboles del bosque, mientras Ashley, Alexander, Lio y Hillary retrocedían hacia dentro del túnel, para tener donde cubrirse junto a los civiles neonianos. Kyllian, Chris, Kiat y Juice corrieron hacia un lado, junto a tres soldados neonianos.

    Dos Rhajik dispararon su láser contra este último grupo, alcanzando de lleno a uno de los neonianos. La caída del alienigena provocó que Chris tropezara con el cuerpo, cayéndose delante suya.

    — ¡Chris! — Exclamo Juice, viendo que su compañero se encontraba en el suelo. — ¡Kiat, dame cobertura!

    Juice corrió a toda velocidad a por el médico de la Expedición I, mientras el joven Yung disparaba sin miramientos su Striker. Kyllian decidió hacer lo mismo, sin embargo, los dos soldados neonianos se cubrieron tras unas rocas de grande dimensión.

    — ¡Malditos alienigenas! — Gritó el comandante Stagger con rabia. — ¡Nos han expuesto!

    Dos máquinas aparecieron por el flanco expuesto de Kyllian, que tuvo que dispararles rápidamente. Kiat se encontraba solo contra varios Rhajik mientras Juice levantaba a Chris.

    — ¡Maldición, la pierna! — Dijo el doctor Holloway, que hacía esfuerzos en vano por incorporarse.

    — ¡Señorita Tidder, rápido! — Indicó Kiat, consciente de que no tenía munición infinita.

    — ¡Vamos Chris, levanta! — Juice hizo un gran esfuerzo para levantarlo, consiguiéndolo finalmente.

    Chris logró incorporarse frente a Juice, que había tirado de él para levantarlo. En el caos del combate, ninguno vio que un Rhajik apareció tras el médico, a unos metros de distancia.

    — Gracias, Juice. Aho...

    Antes de que cualquiera pudiera reaccionar, la máquina disparó su potente láser, traspasando el traje de Chris y a la vez el de Juice. El cuerpo muerto al instante del médico de la Expedición I cayó sobre el de Juice, esparciendo su sangre sobre la herida de ella.

    Sorprendentemente, la piloto de la Heaven I seguía con vida mientras que su compañero no. Los hermanos Ripley aparecieron y dispararon al Rhajik, destruyéndolo. No obstante, ahora tenían que cargar con Juice, herida de gravedad.

    — ¡Tranquila, te llevaremos a la Arcadia! — Dijo Alexander, colocándose a su lado.

    — ¡Aguanta, Juice! — Le dijo Ashley.

    Antes de que Juice pudiera responder, su vista se fue apagando lentamente hasta cerrar por completo los ojos.
     
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  16.  
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    Hola, paso a comentarte este capítulo.

    Debo decir que me ha gustado mucho la forma en la que se ha desarrollado la acción, dado a que las máquinas han demostrado ser inteligentes al forzarlos a retirarse por un lugar que conduciría a una trampa. Me ha gustado ese aspecto, dado a que antes solamente aparecían de casualidad a encontrarse con ellos. Con esto sabemos que estudian bien a sus enemigos.

    Tal y como creí, el médico Chris no logró sobrevivir, aunque creo que era claro dada su lesión en la pierna. Realmente espero que Juice pueda salvarse y encontrarse con su hermana, ya que Arva estaría destrozada si ella llegara a morir.

    Creo que el plan de Cinthia y Snow fue muy arriesgado y estúpido de su parte. Si hubiera salido bien habrían podido caer en el planeta y en manos de los enemigos, o tal vez matar por accidente a uno de los suyos. Tengo curiosidad por ver la reacción de Lill ante eso. Me ha gustado el carácter de Arva al bloquear las salidas de la nave y proteger a sus compañeros, espero que pueda seguir desarrollándose así.

    Me alegra que haya entrado Turak como un nuevo neoniano, y parece ser muy experimentado en los combates cosa que ayudará al grupo. Aunque creo que algún otro neoniano debería haber tomado más importancia aquí, aunque tal vez ocurra más adelante. Espero que Naylon y Kyllian sigan vivos dentro de poco, dado a que su conflicto de poderes es interesante.

    Hubo algo que no me gustó, y fue la falta de descripción de los Ikorfs. Solo sabemos de sus colmillos afilados y su buena velocidad, pero no sabemos nada de su apariencia física, y no pude imaginarmelos de la forma en la que tú lo hiciste. Deberías incluir una descripción de ellos en el futuro.

    Noté que en una parte usaste el verbo “tradució”, el cual es incorrecto. El verbo correcto es “tradujo”. Fuera de eso, no hubo errores.

    Esperaré al siguiente ansioso por ver que es lo que ocurre. Saludos.
     
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  17. Threadmarks: Preludio de una batalla interplanetaria (Parte 1)
     
    Manuvalk

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    Preludio de una batalla interplanetaria (Parte 1)





    — ¡Replegáos!

    — ¡Volved al túnel!

    — ¡Cubreme!

    — ¡Ahí viene, la Arcadia!

    — ¡Rápido, rápido, todos arriba!

    — ¿Está viva?

    — Estable, pero grave.

    — ¿Cómo ha sobrevivido? Es...

    — El traje y el cuerpo de Chris le valieron de escudo, eso la ha salvado.

    — Parece consciente.

    — Sédala, podría entrar en shock.

    [...]

    Juice abrió los ojos sobresaltada. Había tenido una pesadilla en la que unos monstruos la arrastraban a la cara oscura de la Luna. La misma historia cada noche, desde que su madre la amenazó con enviarla a la oscuridad si no se portaba bien.

    La respiración era entrecortada, pero el saber que había sido tan solo la misma pesadilla, una sensación de rabia y alivio la recorrió. Se encontraba en su habitación, redonda y de color gris metálico fruto de la base lunar en la que vivía. Tan solo los peluches, los dibujos pegados en la pared y las dos maquetas de lanzadera que había en las estanterías le daban un toque infantil.

    De pronto la luz de la lampara de noche se encendió. Era Arva, que se había percatado de que su hermana estaba despierta. Quizá el hecho de que fueran gemelas era lo que la hizo despertarse debido a que su hermana se encontraba angustiada.

    — Juice — Arva se sentó al borde de la cama y se frotó los ojos mientras bostezaba — ¿Esa pesadilla otra vez?

    Juice asintió. No hacia falta decir nada más. Arva se levantó de su cama y sin decir nada se recostó al lado de su hermana. Ambas se miraron a los ojos, que eran lo único que las diferenciaba. Juice tenía los ojos verdes, Arva los tenía color miel.

    — No temas a la oscuridad — Dijo Arva de pronto — En ella siempre hay algo de luz.

    Arva se arrodilló en la cama de su hermana y le hizo a ella hacer lo mismo. Juice obedeció y Arva señaló por la ventana la oscuridad del espacio profundo, donde solo unas lejanas estrellas y la Tierra iluminaban aquel paisaje universal.

    Ambas se volvieron a mirar, como si así pudiesen hablar sin mover la boca. Sus padres decían que eso era cosa de gemelas, que el vínculo que las unía las hacía ser uno. Un ser que se separaba en dos chicas con el mismo sueño: alcanzar las estrellas.

    [...]

    Veintiocho neonianos quedaban con vida. Todos ellos se encontraban en la sala de reuniones de la Arcadia, ahora a salvo. Turak hablaba con uno de los suyos, una neoniana.

    — Narisha, no me gusta la idea de haber abandonado nuestro hogar — Turak se sentía un cobarde — Siento que les hemos dado nuestra casa a esas máquinas.

    — Tranquilo, comandante Klamp, los humanos nos ayudarán a recuperar Neonia — la neoniana parecía estar en un estado sosegado.

    — Eso es otra cosa. No me gusta la idea de que otra especie tenga que ayudarnos. Los neonianos siempre hemos sido supervivientes — Dijo Turak con seriedad.

    — Comandante Klamp — Murmuró Narisha con suavidad — Mira a tu alrededor.

    Turak obedeció a la neoniana y observó la sala de reuniones de la Arcadia. En ella, los veintiocho neonianos supervivientes mostraban caras de tristeza, rabia o abatimiento. Abandonar su hogar los había dejado con la moral mermada.

    — Solo quedamos unos pocos con vida. Nuestra especie está al borde de una extinción. Los humanos son nuestra última esperanza de sobrevivir. Con su ayuda, los neonianos creceremos con cada generación hasta que nuestra población abarque muchos lugares de la galaxia, como antes — Dijo Narisha, mostrando una tranquilidad que contrarrestaba con el resto de los suyos.

    En el puente de mando de la Arcadia, ambos comandantes humanos hablaban con el líder neoniano sobre cuál sería el próximo paso.

    — La Unión te escuchará, Vanth. Estoy seguro — Decía Naylon, convencido de sus palabras.

    — Probablemente lo haga, pero tu desobediencia la pagarás cara — Le dijo Kyllian a Naylon — Despídete de tu rango de comandante.

    — Kyllian — Musitó el comandante Karless con pereza — Vete a la mierda.

    — A la mierda te irás tú. Ésta es mi maldita nave y aquí las órdenes las doy yo.

    Naylon no toleró las palabras con las que Kyllian le respondió y se plantó ante él con la mirada fija en los ojos. Ambos comandantes no se llevaban bien, cosa que Vanth había notado incluso mucho antes de estar en la Arcadia. El neoniano intervino con sus palabras para evitar perder el tiempo.

    — Hablaré con ellos cueste lo que cueste — Dijo Vanth en referencia a La Unión — ¿Cuanto durará el viaje, comandante Stagger?

    — Son unos seis días aproximadamente.

    — Bien, ¿dónde está la piloto? — Preguntó el neoniano, viendo que el asiento estaba libre.

    En la enfermería, Cinthia le colocaba un gotero a Juice, que se encontraba en mal estado. El láser del Rhajik le había perforado el abdomen varios centímetros, y pese a que no era muy hondo, su vida corría peligro.

    Arva se encontraba sentada al lado de su camilla, sin soltarle la mano izquierda. Las hermanas Tidder nunca se habían separado, exceptuando el viaje de distintas expediciones. La piloto de la Arcadia sentía impotencia por no haber estado con su hermana en la superfície de Neonia, ya que quizá podría haber evitado lo ocurrido, o al menos eso pensaba.

    En otra camilla, Lill seguía inconsciente. Snow se mantuvo todo ese tiempo a su lado debido al sentimiento de culpabilidad con el que cargaba. La joven Carver se sentía una estúpida por haber accedido al plan absurdo de Cinthia, que al final ni había funcionado. Además, que Lill tardara en despertar la ponía más nerviosa de lo normal.

    Mientras Snow y Arva estaban pendientes de Lill y Juice respectivamente, los comandantes entraron en la consulta médica junto a Vanth. Snow observó al neoniano con asombro, ya que no había tenido a uno tan cerca. Naylon se dispuso a acercarse a Arva pero Kyllian le frenó con una mano, decidido a hablar él con ella. El comandante Stagger se sentó al lado de la piloto, que tenía la mirada fija en su hermana.

    — Arva, lo siento muchísimo, de veras — Kyllian quiso mostrar su tristeza por ver a Juice así — Fue una emboscada de mierda, esas malditas máquinas...

    — ¿Qué quiere, comandante? — Intervino Cinthia, molesta por la irrupción de Vanth y los comandantes en la consulta.

    — Mostrar mi apoyo a Arva y pedirle que pilote la nave. Tenemos que llegar cuanto antes a la Tierra para hablar con La Unión.

    — No — Dijo Arva con seriedad — No voy a pilotar la nave con mi hermana en peligro.

    — Arva, necesitamos...

    — ¡He dicho que no! — Exclamo la piloto, golpeando el borde de la camilla con lágrimas en los ojos.

    Naylon y Vanth se miraron, en una mezcla de empatía y decepción. Kyllian asintió ante la joven Tidder y se levantó, volviendo con el comandante y el neoniano.

    — Lo mejor será dejarla tranquila, tiene a su hermana en un estado grave — Murmuró Kyllian, firme en su decisión — Lio tiene experiencia en la conducción de lanzaderas, podríamos pedirle que pilotara él o que al menos estuviera en el asiento de piloto. Si activa el piloto automático y marca la ruta hacia la Tierra, no creo que haya problema.

    — Es la última opción que nos queda, así que... adelante — Indicó el comandante Karless.

    En una de las habitaciones, Ashley lloraba la muerte de Chris. Su fallecido compañero de expedición era un gran amigo suyo y verlo morir a manos de los Rhajik de forma tan sangrienta le había marcado. Su hermano estaba a su lado, consolándola.

    — Tranquila Ash, cuando regresemos a Neonia acabaremos con esas máquinas malditas y recuperaremos el cuerpo de tu compañero — Decía el joven Ripley, tratando de calmar a su hermana.

    — Chris ha tenido mucha mala suerte... — Murmuraba Ashley mientras sollozaba — Al aterrizar con la cápsula fue el único en herirse, rompiéndose la tibia por un golpe... después a la hora de moverse había que cargar con él y en la emboscada no pudo hacer nada...

    — Si que pudo hacer algo, ha podido salvar la vida de Juice — Indicó Alexander, sabiendo que la muerte del doctor Holloway no había sido en vano del todo — Quizá Juice sobreviva gracias a que Chris estuviera delante de ella, así que su muerte puede tener sentido.

    Kiat se encontraba en el gimnasio. Él había visto de cerca la muerte del médico de la Expedición I y la herida grave que había sufrido Juice a manos de las máquinas. Ver aquello hizo que el japonés no dejara de tener esa imagen en su mente, por lo que pensó en ejercitar sus músculos para desconectar de todo.

    Axlor, que se encontraba inspeccionando la nave de la Expedición II, llegó al gimnasio y se sorprendió de ver a Kiat ejercitándose. Todos estaban en sus habitaciones, en la sala de reuniones o en el puente de mando, pero el soldado japonés estaba solo en el gimnasio. El joven Vaalot se aproximó al hombre mientras éste hacía brazos en una máquina.

    — ¿Qué haces aquí? — Le preguntó Axlor, sorprendido de verlo en el gimnasio.

    — Necesito estar al margen — Murmuró Kiat, centrado en sus repeticiones — Eres libre de unirte, si quieres.

    — Oh, no gracias — Respondió Axlor — Estaba dando una vuelta por vuestra preciosa nave y seguramente prosiga con ello.

    — Perfecto, amigo — Musitó el japonés Yung.

    Lio y Hillary se encontraban en la sala de reuniones junto a los neonianos. Las órdenes de Kyllian fueron que dos de los suyos se quedaran vigilando a los alienigenas hasta que se les asignara un sitio en el que descansar mientras se viajaba al Sistema Solar.

    — No conocía a Chris pero... — Hillary se sentía apenada — ...ver morir a alguien no es agradable.

    — He visto morir a muchos amigos — Murmuró Santos con seriedad — Estoy acostumbrado y supongo que parezco un insensible.

    — Bueno, yo sé que ahí dentro tienes un buen corazón — Dijo Hillary, señalando la zona donde está dicho órgano.

    — Hillary, no me conoces. Que te haya contado un par de cosas no significa que ya lo sepas todo de mí — Dijo Lio, observando a los veintiseis neonianos hablando entre ellos.

    — Dijiste que si te invitaba a una copa se te podría escapar algo... — Hillary mostró una sonrisa pícara que no pasó desapercibida para Lio — ¿Acaso me estabas mintiendo?

    En ese momento, Vanth apareció junto a los dos comandantes y todos los neonianos se voltearon para verlos. Kyllian se acercó a Lio mientras el neoniano y Naylon tranquilizaban a los demás.

    — Lio, necesitamos que pilotes la Arcadia, o que al menos estés atento al piloto automático — Ordenó el comandante Stagger, a lo que Santos asintió con la cabeza — Bien, ven con nosotros.

    Vanth, Naylon y Kyllian pusieron rumbo al puente de mando, pero Lio antes de irse decidió responder a la pregunta de su compañera.

    — Hay mentiras que me han sacado de muchos apuros... — Murmuró Lio en la oreja de la soldado Murphy — Me da que esa copa tendrá que esperar.

    Lio le guiñó un ojo a Hillary, que le respondió con una media sonrisa mientras veía como el hombre de Ceres se marchaba para realizar su tarea.

    [...]

    Vanth y Kyllian decidieron que los veintiseis neonianos descansaran en la galería de tiro de la Arcadia. También acordaron que hubiera dos humanos vigilando la entrada, por si los neonianos necesitaban algo. Vanth se quedó con los suyos. Los encargados de vigilar iban a ser Kiat y Hillary, que se cambiarían para descansar con Axlor y Alexander.

    Lio ocupaba el puesto de piloto de la Arcadia, pero principalmente se limitaba a asegurarse de que nadie cambiaba el piloto automático a manual, además de tomar el control si era necesario. Kyllian y Naylon se encontraban con el hombre de Ceres.

    En las habitaciones, Ashley dormía tras estar deprimida por la muerte de Chris mientras su hermano Alexander estaba con ella, esperando a su turno de guardia. Cinthia dormía en su habitación, descansando tras haber estado controlando el estado de Juice.

    En la consulta médica, Arva cuidaba de su hermana mientras Snow hacia lo propio con Lill. En ese momento entró Axlor, que venía de haber rodeado toda la Arcadia de arriba a abajo. Al joven Vaalot le gustaba ver las naves por dentro y recorrerla en busca de puntos débiles o zonas entretenidas. Al ver a Juice, el hombre de Marte se acercó a ella y se sentó al lado de su hermana Arva.

    — Vaya, pues sí que sois gemelas — Murmuró Axlor, refiriéndose a lo parecidas que eran las hermanas Tidder — Juice me hablaba mucho de ti.

    — Sí, parece que le gustaba idolatrarme allá por donde iba — Dijo Arva, con un rostro de cansancio total.

    — Es una chica fuerte, se pondrá bien — Musitó el joven Vaalot con una voz suave — Te veo cansada... ¿Arva, no? ¿Te llamas así?

    — Sí, lo estoy. Y sí, me llamo Arva.

    — Yo soy Axlor Vaalot, un placer — El joven de Marte se presentó — Perdona si parezco muy entrometido, Arva, pero creo que deberías ir a descansar.

    — No voy a dejar sola a mi hermana — Arva se puso seria.

    — No la vas a dejar sola, me quedaré con ella — Indicó Axlor — Tu doctora está descansando y tú te vas a dormir en cualquier momento. Así que déjame a mí quedarme, Juice es mi compañera de equipo, también me entristece verla así.

    Arva observó a Axlor durante unos segundos, sorprendida de la actitud del compañero de su hermana. Finalmente, asintió, decidida a descansar mientras el joven Vaalot se quedaba con Juice.

    — Si ocurre algo, me despiertas a mí y a Cinthia — Dijo Arva, marchándose de la consulta.

    — Eso haré, no te preocupes.

    A unos metros se encontraba Snow, que yacía dormida sobre el abdomen de Lill. La joven Carver se había pasado horas en aquella consulta médica y había terminado durmiéndose. En aquel momento, Lill comenzó a abrir los ojos, siendo cegado durante unos segundos por las luces brillantes de la sala.

    Una vez el cuerpo se despertaba y tomaba movilidad, el joven Crane notó algo en su abdomen y alzó la cabeza, encontrándose a Snow durmiendo sentada en una silla y con su cabeza apoyada sobre él. Al girar el rostro, se encontró con Axlor, que se giró al ver que Lill despertaba. También vio que una chica estaba tendida sobre la otra camilla, tratándose de Juice.

    — Hola — Dijo Axlor, volteándose hacia Lill — ¿Necesitas algo?

    — ¿Qué? No, que va — Murmuró Lill, que no lo conocía de nada — Me gustaría preguntarte que ha pasado, pero no sé si tienes idea de algo.

    — Bueno, yo soy de la Expedición I. Tu grupo aterrizó en el planeta a buscarnos y nos encontró junto a una especie inteligente que se hacen llamar neonianos.

    — Un momento, ¿alienigenas?

    — Sí, así es. Son unos pocos y estaban a punto de extinguirse porque unos robots asesinos llamados Rhajik que ellos mismos construyeron hace tiempo se revelaron y los aniquilaron.

    — ¡¿Robots?!

    — Es verdad, te lo pueden confirmar todos. Resumiéndolo más, llamamos a los tuyos para que nos recogieran con la nave y así lo hicieron, pero las máquinas esas mataron a Chris, un compañero mío, y han herido a Juice, compañera mía y hermana de Arva. Y aquí estamos. Además, los veintiseis neonianos que quedan con vida se vienen con nosotros, nos dirigimos de regreso a la Tierra para convencer a La Unión de que mande un ejército a Neonia, que es el planeta que hemos visitado, para acabar con los Rhajik a petición de los neonianos.

    Lill se quedó perplejo ante la rápida y resumida explicación de Axlor. En ese momento, Snow despertó, y al ver a Lill también despierto, se lanzó a su cuello y lo abrazó. Axlor sonrió mientras le indicaba con gestos a Lill que estaría en la puerta para dejarles a solas. Parecía que Axlor, al igual que Arva, había notado rápidamente la conexión entre Lill y Snow.

    — ¡Estás despierto! ¡Oh, es increíble! ¡Lo siento mucho, Lill, de verdad! ¡Perdóname! — Decía la joven Carver sin parar.

    — Vale, vale, vale, tranquila — Murmuró Lill, sonriendo — ¿Cuanto tiempo llevo dormido?

    — Unas pocas horas, no te preocupes — Dijo Snow, visiblemente alegre — Lo importante es que ya estás despierto.

    — ¿Y cuanto tiempo llevas aquí conmigo? — Lill quería saber si de verdad Snow se preocupaba por él.

    — Desde que te quedaste inconsciente por mi culpa — Snow se mostraba arrepentida por lo ocurrido — Lill, de verdad, lo siento mucho por lo que hice. Yo provoqué que ahora estés aquí.

    Sin decir nada, Lill tomó la mano de Snow, que se quedó sorprendida de la reacción del chico. Pese a que le había dejado inconsciente mientras trataba de poner en riesgo el plan principal, Lill parecía haberla perdonado así sin más. Aquello hizo que Snow se sonrojara ante la mirada y sonrisa de Lill.

    — No te disculpes. Lo pasado, pasado está. Aunque, por favor, no vuelvas a intentar arreglar todo por tu cuenta — Lill quería asegurarse de que Snow estaba cerca suya — No podría vivir con la idea de que te fueras y murieras en manos de esas máquinas.

    — No volveré a irme, te lo prometo.

    Snow se aproximó al rostro de Lill mientras el hombre hacía lo propio, pero en ese momento Cinthia entró a la consulta seguido de Axlor, sorprendiendo a ambos.

    — Oh, lo siento... — Murmuró Cinthia, casi riéndose.

    — Perdón... — Dijo Axlor, mientras se acercaba a Juice — ¿Cómo la ve, doctora?

    — Le he cosido la herida, le he aplicado un gel de regeneración en la zona y parece que se recupera. Pese a ello, no sé cuando despertará porque el shock que habrá sufrido al ver en primera persona la muerte de Chris y que por poco no muere ella, debe haberle causado lagunas mentales. Además, tendrá que quedarse todo el viaje aquí, y cuando lleguemos a la Tierra, ponerse a manos de los doctores del hospital para iniciar una rehabilitación y tratamiento psicológico — Dijo Cinthia, asegurándose de que todo estaba en orden con Juice.

    — Pondré a Arva en situación — Musitó Axlor, saliendo de la consulta con dirección a la habitación de Arva.

    El hombre de Marte salió de la consulta médica y se dirigió por los pasillos hacia la zona de habitaciones, concretamente a la de Arva. En ese momento se encontró con Alexander, que se dirigía al cambio de turno con Kiat y Hillary en la galería de tiro, donde los neonianos tenían su zona de confort.

    — Hey — Alexander le llamó la atención — Nos toca el cambio de turno en la galería de tiro.

    — Vale, dame unos minutos, tengo que hacer algo — Respondió Axlor, dirigiéndose a la que era la habitación de la piloto Tidder.

    — Oye, antes de hacer eso que tengas que hacer... si no te importa, me gustaría que hablaras con mi hermana — Dijo el soldado Ripley, que parecía preocupado al hablar de ella.

    — ¿Te refieres a Ashley?

    — Así es. La muerte de Chris le ha afectado mucho, además de que Juice esté malherida. Estaría bien que otro compañero suyo hablara con ella, hasta ahora solo he sido yo y soy su hermano.

    — Entiendo, Alexander. Hablaré con ella.

    — Gracias tío, de verdad. Te espero en la galería.

    Alexander prosiguió su camino mientras Axlor decidía llamar a la puerta del cuarto de Ashley. Tras unos segundos que parecían eternos para el joven Vaalot, la puerta se abrió por consentimiento de la chica.

    La habitación estaba en la absoluta penumbra, con la persiana bajada para evitar la luz del cosmos y con una pequeña lámpara encendida, iluminando un pequeño rincón. Ashley se encontraba sentada a un lado de su cama, con la oscuridad era difícil verle las facciones de su rostro.

    — Ashley, soy Axlor — Murmuró el hombre mientras observaba el estado de la habitación — ¿Te he despertado?

    — No — Musitó la soldado Ripley, con la mirada perdida en el suelo.

    Axlor decidió encender la lámpara de la mesita que había al lado de la cama para poder ver mejor a Ashley. Los ojos de la chica estaban vidriosos, como si acabara de llorar, y el rostro de la joven lo decía prácticamente todo. El chico de Marte decidió sentarse a su lado para reconfortarla.

    — A mí también me duele la muerte de Chris — Comenzó diciendo Axlor — Pero no debemos sumirnos en la tristeza por ello, es más, debemos ser fuertes y estar listos para lo que se aproxima. Él no querría verte así, estoy seguro.

    — Lo sé, pero... yo estaba ahí, y no pude hacer nada por evitarlo. Yo...

    — Ashley — Axlor la abrazó durante unos segundos — Por Chris ya no podemos hacer nada más que vengar su muerte aniquilando a los Rhajik y recuperando Neonia para los neonianos y para nosotros. Además, Juice sigue herida de gravedad y necesita todo nuestro apoyo. Ya ha muerto una persona, evitemos que muera otra.

    Ashley comenzó a secarse las lágrimas mientras abrazaba a su compañero. El chico de Marte sabía que ella era una gran amiga del médico de la Expedición I y comprendía la tristeza con la que cargaba.

    — Gracias, Axlor — Musitó Ashley, mirándole fijamente a los ojos — Gracias por preocuparte por mí.

    — No es nada, para eso están los compañeros de equipo — Dijo Axlor, levantándose de la cama — Tengo que irme a un turno de vigilancia con tu hermano. No te quedes aquí sola, ve a ver a Juice. Está estable pero dormida, la doctora te dejará entrar.

    Ashley asintió mientras Axlor se disponía a salir por la puerta. Acto seguido se dirigió a la habitación de Arva para darle el parte médico que Cinthia acababa de contarle. El soldado de Marte llamó a la puerta y esta se abrió rápidamente. La piloto Tidder se encontraba sentada frente a una larga mesa con varios papeles a su lado. Cuando Axlor se acercó, descubrió que se trataba de dibujos.

    — ¿Son tuyos? — Preguntó el chico, curioseando.

    — No, yo dibujo fatal — Respondió la piloto, sonriendo — Son de mi hermana. Ella dibuja de maravilla.

    — Vaya, nunca me habló de esa faceta suya — Dijo Axlor, que se disponía a darle las noticias — He venido para decirte lo que me ha dicho vuestra doctora.

    — ¿Ocurre algo con Juice? — El rostro de Arva se ofuscó debido al temor de que su hermana estuviese peor.

    — Según la doctora, parece que tu hermana se recupera favorablemente. Sin embargo, el shock de haber presenciado en primera persona la muerte de Chris puede haberle provocado lagunas mentales y demás. Me ha dicho que cuando lleguemos a la Tierra la pondrá en manos de los médicos de allí. Pero tranquila, se recuperará.

    — ¡Es una gran noticia! — Dijo Arva, abrazando a Axlor debido a la emoción — Gracias por contarme.

    — No las des — Murmuró Axlor, sonriendo — Bueno, debo irme. Nos vemos luego.

    — Genial, ¡hasta luego!

    Axlor salió de la habitación mientras tras él se cerraba la puerta. El joven Vaalot comenzó a sonreír sin explicación alguna, algo que le sorprendía incluso a él.

    [...]

    Dos días después...


    Lio se encontraba sentado en el asiento de piloto. Al hombre de Ceres le aburría muchísimo tener que estar allí sentado vigilando el desempeño del piloto automático y sin poder levantarse de allí. Al menos, esa era la orden del comandante Stagger.

    Lo único que hacia era tirarse horas y horas viendo el inmenso infinito, algo que llegaba a aburrirle a medida que avanzaba el tiempo. Mientras lo hacia, pensaba en las palabras que el representante de Ceres, Jim Baker, le había dicho el día que iban a iniciar la misión.

    Todo lo que oigas, digas u ocurra me lo reportarás personalmente cuando regreséis. Necesito sacar una ventaja de esto.

    Mientras la frase resonaba en la cabeza de Santos, el comandante Karless se sentó a su lado, en otro de los asientos del puente de mando. Ambos se miraron durante unos segundos sin decir nada, hasta que Naylon decidió romper el hielo.

    — ¿En qué piensas? — Preguntó el comandante de la Expedición I — Tienes cara de pensativo.

    — Y tú tienes cara de entrometido — Le reprochó Lio, al que no le hacían gracia los tipos mandones como Naylon.

    — Vaya, pero si hablas — Dijo Naylon con ironía, sin dejar de mirarle.

    — ¿Qué mierda quiere, comandante Karless? — Preguntó Lio, al que se le agotaba la paciencia.

    — Que me digas en qué pensabas.

    — ¿Has llegado a ser comandante metiéndote en la vida de los demás?

    Naylon soltó varias carcajadas ante la pregunta sarcástica de Lio.

    — Estoy descubriendo mucho de ti ahora mismo, ¿lo sabías? — Dijo Naylon mientras sonreía — Te crees muy duro, ¿verdad? Eres de esos tipos que se quedan al margen, observándolo todo, escuchando a los demás, analizando la situación... pero luego no tienes ni idea de como actuar.

    Lio decidió no responder al comandante Karless, ya que el hombre de Ceres sabía que comenzaba a estar al límite. Naylon se fijó en él unos segundos más y acto seguido se levantó.

    — Dime, Lio, ¿nos hemos visto antes de todo esto?

    — ¿Cómo?

    — ¿Nos conocemos de antes?

    — Lo dudo mucho, capullo.

    — Tengo la sensación de que no es la primera vez que nos vemos la cara. Pero bueno, serán impresiones mías.

    Naylon decidió irse del puente de mando, dejando a Lio con un rostro serio y pensativo.

    Lill y Snow se encontraban en la cocina de la Arcadia, tras haberse preparado unos cafés. El joven Crane ya podía hacer vida normal tras lo ocurrido dos días antes, donde había quedado inconsciente por la imprudencia de Snow. Ambos no se habían separado en los dos días de trayecto que habían pasado.

    — Espero que nos den unos días de descanso en la Tierra, creo que lo necesitamos — Dijo Lill, dándole un sorbo a su café — Todos.

    — Opino lo mismo. ¿Qué harías durante esos días? — Le preguntó la joven Carver, bebiendo de su café.

    — Respiraría el aire puro que no hay aquí y te llevaría a un buen restaurante... — Respondió Lill con una sonrisa — En definitiva, desconectar un poco. Luego, regresar a Neonia y acabar con los Rhajik.

    — Vaya, señor Crane, parece que lo tiene todo pensado — Murmuró Snow entre risas — Me encantaría estar en tus planes...

    — Señorita Carver... ya lo está — Dijo Lill, tomándola de la mano.

    — Aunque no sé si mi padre vería con buenos ojos que esté con un compañero de expedición... — Murmuró Snow, algo apenada — Mi madre lo aprobaría pero mi padre... es muy básico.

    — No tiene porqué enterarse ahora — Dijo Lill, levantándose de la mesa — El señor Carver puede esperar.

    Snow se levantó de la mesa y Lill la tomó de la cintura, aproximandola hacia él. Ambos acercaron sus labios el uno al otro y se fundieron en un tierno beso, comenzando con buen pie su recién empezada relación sentimental.

    [...]

    Tres días después...


    Kiat se encontraba de nuevo en el gimnasio. Al parecer, en aquel momento, era el único que lo usaba. El japonés veía un desperdicio que nadie más se entrenara, aunque comprendía en parte la expectación que había con el regreso a la Tierra y la sorpresa que se llevaría La Unión con los neonianos. Habían pasado cinco días de viaje y estaban a uno de llegar a casa, algo que mantenía a la tripulación humana bastante nerviosa.

    Hillary entró al gimnasio y vio al soldado Yung ejercitándose. La soldado de la Tierra entraba de nuevo en el gimnasio por primera vez desde que habían regresado a la Arcadia. Sin decir nada, la chica se dirigió a una máquina de correr y la encendió, comenzando a entrenar. Kiat observaba como las nalgas de la mujer se movían de un lado a otro, cosa que el japonés disfrutaba.

    Mientras Hillary seguía con su entrenamiento, Kiat comenzaba a sopesar la idea de lanzarse a Hillary, de pedirle quedar para ver que surgía entre ambos. No se llevaban mal, pero tampoco habían hablado mucho durante la misión. Finalmente, decidió que cuando llegaran a la Tierra le pediría un encuentro entre ambos.

    En la consulta médica, Cinthia observaba como los niveles de vitaminas en Juice se mantenían en sus niveles correctos. La piloto de la Heaven I seguía sedada mientras su cuerpo se recuperaba de la herida fatal que había recibido en el abdomen. Mientras le suministraba más vitaminas por el gotero, el comandante Stagger entró a la sala para ver como avanzaba el estado de la joven Tidder y de paso ver a la doctora Marlow.

    — Comandante Stagger — Dijo Cinthia con cortesía.

    — Por favor, llámame Kyllian — Dijo él — ¿Cómo está la paciente?

    — Mejorando poco a poco — Indicó Cinthia, centrada en su trabajo.

    — ¿Y usted? ¿Cómo está, señorita Marlow?

    — Tráteme de tú, coman... digo, Kyllian — Murmuró Cinthia, sonriendo por la equivocación — Estoy bien, algo cansada de estar aquí en la consulta a cada rato, pero bueno, es mi trabajo.

    — Lo entiendo, debe ser agotador — Dijo Kyllian — ¿Puedo preguntarte algo?

    — Claro, adelante.

    — ¿Crees que estás capacitada para lo que probablemente vayamos a hacer una vez La Unión lo sepa todo?

    — Cuando me ofrecieron este trabajo lo acepté porque me veía completamente capacitada, y sabía que habría riesgos e incluso heridos. Así que sí, lo estoy.

    — No se me ocurriría mejor doctora para mi grupo que tú, Cinthia — Dijo Kyllian, sonriendo tímidamente mientras se iba de la consulta médica, dejando a la doctora pensativa.

    [...]

    Todos arriba. En unos minutos aterrizaremos en la Tierra. — Dijo el comandante Stagger por los altavoces.

    El día había llegado. Tras un largo viaje de seis días por el espacio profundo, la Expedición II había cumplido su misión de rescatar a la Expedición I, o al menos, a la mayoría de ellos. Los daños colaterales eran los Rhajik, de los que iban a informar a La Unión al igual que de los neonianos. El viaje de Neonia a la Tierra se hizo eterno, especialmente para los más nerviosos.

    La Arcadia entró en la atmósfera terrestre y puso rumbo a la sede de La Unión, en Oslo, Noruega. Los miembros de la nave y los neonianos se prepararon para desembarcar una vez la nave aterrizó. Los primeros en bajar fueron los comandantes para poner en situación a los representantes de todas las colonias humanas. Allí, les esperaban Jefferson Stagger, Jim Baker, Eduard Carver, Martha Thompson y Chloe Miller.

    — ¡Hijo! — Exclamo Jefferson al ver a Kyllian — ¡Lo has logrado!

    — Sí, padre.

    Los Stagger se abrazaron con fuerza mientras Martha le daba un abrazo a Naylon.

    — Me alegra tanto que estés con vida — Dijo la representante de Plutón — ¿Dónde están los demás?

    — Dentro de la nave — Indicó Naylon, que en su rostro no había ni pizca de alegría — Tenemos mucho que contaros.

    — ¿A qué te refieres, comandante Karless? — Preguntó Eduard, representante de la Tierra.

    Naylon tomó la radio de su traje y se la llevó a la boca, ante la expectación de los representantes de La Unión.

    — Que baje Vanth — Ordenó el comandante de la Expedición I.

    Los líderes del mayor gobierno de la historia de la humanidad presenciaron por primera vez como un alienigena proveniente de otro planeta salía de una de sus naves para presentarse ante ellos. Vanth se colocó entre Naylon y Kyllian, quienes colocaron sus traductores universales a Martha y Jefferson respectivamente.

    — Él es Vanth Dheer, el líder de una especie llamada neonianos. Su planeta natal es el que nuestros satélites encontraron y clasificaron como Plan 02, pero su verdadero nombre es Neonia — Dijo Kyllian ante el asombro de los representantes.

    — Representantes, los neonianos no fueron los causantes de nuestra incomunicación. Ellos no nos atacaron, fueron los Rhajik, unas máquinas creadas por los neonianos, que se rebelaron contra ellos hace mucho tiempo y que habitan en la superfície de su planeta, además de tener unas pequeñas naves orbitándolo — Contó Naylon.

    — Vuestros comandantes me han hablado acerca de vuestras aspiraciones en mi planeta natal, Neonia, y estamos dispuestos a ofrecerles un trato — Dijo Vanth con cordialidad — Necesitamos ayuda urgente.
     
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  18.  
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    Hola amigo. El primer comentario que haré en 2017 será dedicado a tu historia XD. Debo decir que me agradó mucho el capítulo, a pesar de que fue más largo que los demás. Me ha gustado tanto que incluso lo sentí corto. Los personajes son lo que más me gusta de la historia. Me agrada el manejo que le das a ambos, y aunque sean muchos, cada uno tiene su parte y queda muy bien.

    No noté ningún error ni en narración ni en ortografía. Así que pasaré a comentar sobre lo demás.

    La primer escena donde se muestra la vida de las gemelas Tidder me gustó mucho, estuvo bien hecha. Tal y como pasa en cada capítulo, la forma en la que avanza la relación entre Lill y Snow me gusta cada vez más.

    Los dos comandantes no se llevan muy bien. Aunque antes me agradaba más Naylon, en estos últimos capítulos ha perdido mucho peso. De hecho, Kyllian me gusta más. Será un poco pesado, pero al menos lo noto más preocupado por su equipo, y también por el equipo I. No me sorprendería si Naylon fuera dejado bajo las órdenes del otro. Creo que Axlor y Ashley funcionarían bien juntos, como pareja o como compañeros de armas o de cualquier otra forma. Estando en el planeta se complementaron bien, y ahora se ve que Ashley aprecia su preocupación.

    Me intriga mucho el personaje de Lio. Cada capítulo tengo más dudas sobre que será lo que Jim le habrá encargado, que de seguro debe ser algo que lo beneficie a él y a Ceres. No sé como ver a Kiat ahora. Antes lo veía como una persona normal, pero aquí se lo mostró como un pervertido. Además de que se la pasa varios días en el gimnasio, lo cual me parece extraño. Sé que debe ser algo duro ver como matan a un compañero, pero él parece muy afectado.

    Estoy con ganas de leer el siguiente lo más pronto posible, no solo para ver como avanzan las relaciones entre personajes, sino también para ver que hará la Unión respecto al posible planeta que les serviría como colonia, y ante la amenaza de los Rhajik.

    Por ahora eso es todo. Saludos.
     
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  19.  
    Zurel

    Zurel —Vuestras historias han terminado.

    Acuario
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    Aquí estoy una vez más, como fiel seguidor que soy de esta historia.

    Me gusta mucho el progreso de los pesonajes en general. Sobre todo la relación de Snow y Lill, parece que el error de Snow fue una ocasion perfecta para inciar su relación. Espero que sigan juntos todo el tiempo que les sea posible.

    Estoy que me muero de ganas por saber lo que Jim Baker planea hacer con la información que le otorgue Lio. Sin embargo, desde el inicio de la historia me ha parecido que Lio no está en total acuerdo en ayudar a Jim. Habrá que esperar a ver si Lio le revela información importante.

    Me siento mal por Juice, espero que logre recuperarse rápido y se reincorpore nuevamente a la misión.

    Espero con ansias el próximo capítulo, saludos.
     
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  20. Threadmarks: Preludio de una batalla interplanetaria (Parte 2)
     
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Los Viajeros: La guerra Rhajik
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    Preludio de una batalla interplanetaria (Parte 2)




    Vanth, Naylon y Kyllian habían contado todo lo ocurrido a los representantes de La Unión. Tras una larga conversación, estos decidieron debatir a solas las posibles opciones que tenían sobre la mesa.

    — ¡Es ridículo! — Exclamo Jefferson Stagger, el representante de la colonia marciana — ¡No podemos ayudarles! ¡Destinaríamos demasiados recursos por obtener un trozo de su planeta!

    — Jeff, estás siendo bastante idiota — Murmuró Jim Baker, representante de la colonia de Ceres, que antes era un planeta para desterrar criminales — Si los neonianos nos piden ayuda, tenemos que dársela. Es la primera especie inteligente con la que nos encontramos, ¿no has pensado en eso? ¿Prefieres que en la historia de la humanidad se diga que La Unión no ayudó a unos alienigenas desamparados en su primer contacto? Eres despreciable.

    — ¡Tú si que eres despreciable, Jim Baker! ¡Acuérdate de que eres un maldito criminal y de que estás aquí por una votación unilateral de todas las colonias! — Le reprochó el ex comandante Stagger.

    — Esto se nos está yendo de las manos, ¡centrémonos en el tema principal, señores! — Indicó Martha Thompson, la representante de la colonia de Plutón, lugar de nacimiento de Naylon — Solo quedan veintiseis neonianos con vida, ¡imaginad que es la humanidad! ¡Están al borde de la extinción! ¡Somos su última esperanza!

    — Pensad que Neonia es un planeta con unas propiedades que pocas veces se ven en un planeta. Eventualmente, necesitaremos salir del Sistema Solar y expandirnos, y Neonia tiene el potencial para ser un nuevo comienzo para la humanidad — Dijo con seriedad la representante de la Luna, Chloe Miller.

    — Entonces podríamos simplemente aniquilarlos, ir a su planeta y acabar con esos robots de los que hablan. Así obtendríamos su planeta sin necesidad de hacer favores — Propuso Jefferson con seriedad.

    — Vergüenza me da que seas el primer comandante de La Unión en la historia que haya viajado más allá del cinturón de asteroides — Murmuró Jim, molesto.

    — ¡Se trata de una especie con la que podemos intercambiar conocimientos y cultura! ¡¿Qué mierda dices de aniquilarlos?! — Exclamo Eduard Carver, representante terrestre — ¡La decisión no debe ni ser debatida! ¡Es obvio que debemos ayudarles!

    Mientras en el búnker de La Unión los representantes debatían sobre que hacer con los neonianos, los comandantes y Vanth esperaban en una sala anexa.

    — Seguro que acceden, Vanth — Murmuró Naylon, seguro de sus palabras — Ya lo verás.

    — Espero que tengas razón — Respondió Vanth, pensativo.

    — Por cierto, Naylon — Kyllian le llamó la atención — Cuando quede claro el tema de los neonianos, hablaré con los representantes acerca de tu rango. Si nos mandan a Neonia a luchar, no dejaré que te creas el comandante número uno.

    — Eso habrá que verlo, capullo — Dijo Naylon, mirando a su compañero de manera despectiva.

    En el exterior de la sede de La Unión, justo en la zona donde la Arcadia había aterrizado, estaban las Expediciones I y II junto al resto de neonianos. Un cordón de soldados humanos de La Unión rodeaban a los neonianos mientras sujetaban sus Striker. Los neonianos se sentían como animales y algunos estaban molestos con las medidas tomadas por La Unión mientras que otros lo comprendían a la perfección.

    — ¿Por qué mierda no nos vamos por ahí? — Preguntó Kiat, sin entender que hacían allí quietos.

    — Esperamos noticias de Kyllian y Naylon — Respondió Lill.

    — ¡Abran paso! — Exclamo un hombre con traje de sanitario.

    Tras él, varios médicos más cargaban con una camilla y varias maletas con medicamentos. Todos subieron a la Arcadia y se dirigieron a la consulta médica, donde Juice seguía dormida. Arva y Cinthia se encontraban con ella.

    — ¿Dónde será ingresada? — Preguntó la piloto Tidder mientras los paramédicos cargaban suavemente a Juice en su camilla.

    — En la misma sede de La Unión — Respondió uno de los doctores — Tiene una planta especializada en medicina y los mejores médicos del mundo, estará en buenas manos.

    — Solicito estar con la paciente en su habitación — Añadió Cinthia mientras se llevaban a Juice.

    — Y yo, soy su hermana — Dijo Arva, que no quería dejar sola a Juice.

    — Está bien, permiso concedido — Murmuró el propio médico — Seguidnos.

    Los sanitarios cargaban con Juice en una camilla y salieron de la Arcadia mientras Cinthia y Arva iban junto a ellos. Tanto los humanos como los neonianos vieron la escena.

    — ¡Ellas pueden salir! ¡¿Por qué nosotros debemos esperar?! — Dijo el japonés, irritando a más de uno de sus compañeros.

    — ¡Cierra la boca, joder! — Exclamo Axlor, encarándose con Kiat — ¡Ellas se pueden marchar porque van con una persona herida!

    — ¡Apártate de mi vista! — El soldado Yung empujó a Axlor de manera despreciable.

    — Tranquilo Axlor, ya te acostumbrarás a la idiotez del chino — Murmuró Lio, riéndose de Kiat.

    — Habló el criminal morenito — Dijo Kiat, respondiendo a Lio.

    — Hombres... — Murmuró Hillary al ver la pelea entre los tres.

    A tan solo unos metros, Turak y Narisha observaban el cielo de la Tierra y sus alrededores. El parecido con Neonia era evidente, no obstante el planeta neoniano estaba más cuidado y limpio pese a que era un planeta más adulto que la Tierra.

    Mientras los demás esperaban, en la sede de La Unión los representantes terminaban de decidir que hacer. Los comandantes y Vanth fueron llamados al búnker para que se les dijera cuál iba a ser el paso de la humanidad junto a sus nuevos vecinos.

    Naylon y Kyllian llegaron junto a Vanth a la sala, donde los representantes les esperaban. Eduard, que era el representante de la Tierra y dado que se encontraban en ella, daría la noticia definitiva a los comandantes y al neoniano. Se colocó uno de los traductores universales para así poder entender una posible respuesta de Vanth.

    — Bien, tras debatir durante más de media hora sobre la cuestión que estábamos tratando, La Unión ha llegado a la conclusión de que los neonianos serán ayudados — Confirmó el padre de Snow con seriedad — Vanth, enviaremos un pequeño ejército de cincuenta soldados humanos a Neonia para terminar con esas máquinas a las que llamáis Rhajik.

    — Os agradezco mucho que accedáis a ayudar a los míos. A cambio, obtendréis una colonia en nuestro planeta y formaremos una alianza total — Era difícil ver en los neonianos el expresar las emociones, pero Vanth parecía satisfecho.

    — Me alegra oír eso, Vanth. En tres días se realizará el viaje de regreso a Neonia. Te rogamos que junto a todos los neonianos os quedéis en la Tierra, ya que no queremos que sufráis más bajas a causa del combate — Indicó Eduard, que alargó su mano hacia Vanth.

    El neoniano no comprendía el gesto del representante de la Tierra, pero entonces recordó el saludo que hubo entre Kyllian y Naylon cuando se encontraron, por lo que entendió que se trataba de un saludo cordial entre los humanos. Vanth accedió y apretó la mano del humano, firmando de alguna manera, el pacto.

    [...]

    Tanto los miembros de la Expedición I como los de la II ya se enteraron por mediación de sus comandantes que estarían tres días de descanso en la Tierra, por lo que cada uno se fue a hacer algo que le apeteciera. Sin embargo, los comandantes Karless y Stagger se reunieron a solas con los representantes de La Unión, pues tenían que decidir quién sería el comandante principal ahora que ambas expediciones se habían fusionado.

    Naylon Karless se encontraba sentado a un lado de la mesa mientras Kyllian Stagger se encontraba en el otro. Los comandantes escucharían de primera mano las impresiones de los representantes y hacia donde irían sus votos. Siendo cinco representantes, uno de ellos desequilibraría la balanza hacia uno de los dos lados.

    — Pese a su recién nombramiento, mí hijo Kyllian ha demostrado ser un comandante capaz y ha liderado a la Expedición II correctamente, además de que su misión ha sido exitosa debido a que fueron enviados para encontrar a la Expedición I y pese a la baja del doctor Holloway, ha cumplido. Mi voto es indudablemente para el comandante Stagger — Dijo Jefferson, observando con satisfacción a su hijo por su primer y gran logro.

    Kyllian sonrió, contento de que su padre, primer comandante de La Unión y ya retirado le cediera su voto. Por parte de Naylon, la sensación era la de que un padre apoyaba a su hijo, algo que ya suponía desde antes de la votación.

    — Es indudable de que Kyllian ha sabido liderar a su expedición hacia una misión de gran dificultad y ha obtenido el éxito, no obstante, Naylon tiene más experiencia como comandante ya que se licenció mucho antes, además de que ha logrado el primer contacto entre la humanidad y otra especie y ha mantenido a la mayoría de su grupo con vida. Mi voto es para el comandante Karless — Decidió la representante de Plutón, la mujer Martha Thompson.

    Naylon se mostró alegre por el voto de su representante mientras que Kyllian lo vio como un apoyo a su candidatura por el simple hecho de ser de Plutón, al igual que la representante.

    — Tras ver el rendimiento de ambos comandantes en sus respectivas misiones, he decidido que mi voto sea para Naylon Karless — Dijo la representante de la Luna, Chloe Miller.

    Naylon asintió con satisfacción mientras que Kyllian frunció el ceño, visiblemente molesto con la decisión de Chloe.

    — He escuchado las valoraciones de mis compañeros y he realizado mi propio análisis de los acontecimientos. Creo que es justo dar mi voto al joven Stagger — Dijo Eduard Carver, el representante de la Tierra.

    Kyllian respiró aliviado, pues si el voto hubiese sido para Naylon, ya habría ganado. Por otra parte, el comandante nacido en Plutón no mostró reacción alguna a las palabras de Eduard. El puesto de comandante lo decidiría el representante de Ceres, anteriormente una colonia para exiliados y criminales.

    — No voy a soltar la misma mierda que los demás — Dijo Jim Baker — Naylon merece ser el comandante.

    Naylon se levantó con una sonrisa de la silla y asintió, agradeciendo los votos de Chloe, Martha y Jim. Kyllian se quedó visiblemente enfadado mientras su padre Jefferson miraba mal a Jim y Eduard asumía la decisión tomada.

    El absoluto comandante Karless salió de la sala con aires renovados y con una sensación de alegría inmensa. Tras avanzar por varios pasillos llegó a una sala de espera en la que todo el grupo esperaba la decisión. Al ver a su compañero, Axlor se levantó del asiento con nerviosismo.

    — ¿Y bien? — Preguntó el joven Vaalot, impaciente por conocer la respuesta.

    — Soy vuestro comandante legítimo — Respondió Naylon, sin poder contener la sonrisa.

    Ashley y Axlor se mostraron satisfechos con el resultado, ya que ellos son de la Expedición I que comandaba Naylon. Hillary, Lio y Cinthia se mostraron indiferentes y Lill, Snow, Alexander y Kiat estaban molestos ya que preferían seguir las órdenes de Kyllian.

    — Ahora que conocéis la decisión, me gustaría que me dijeráis quienes participaréis en el asalto a los Rhajik en Neonia, dentro de tres días — Naylon se puso serio.

    — Cuenta conmigo — Murmuró Axlor, siempre al lado de su mejor amigo y comandante.

    — Y conmigo, quiero masacrar a todas esas máquinas — Kiat se apuntaba al ataque.

    — Estaré ahí — Murmuró Lio con seriedad.

    — Estaremos — Añadió Hillary.

    — Iré, por mi hermana — Dijo Arva, apareciendo ante todos.

    — ¿Nadie más? — Preguntó el comandante Karless, que tendría a su disposición cincuenta soldados para el asalto en Neonia.

    — Yo — Dijo Kyllian, sorprendiendo a todos sus compañeros — Participaré.

    — Me alegra que no seas rencoroso, Kyllian — Le dijo Naylon, sonriendo — Bien, dentro de tres días nos veremos a bordo de la Arcadia. Seremos la punta de la lanza, tras nosotros habrá varias naves que esperarán mis órdenes. Descansad estos días.

    [...]

    Los neonianos tenían prohibido salir de la sede de La Unión dado que la gente se encontraba en shock por la noticia de haberse encontrado con una especie inteligente. Se encontraban en una amplia sala acomodada para ellos. Vanth, Turak y Narisha conversaban acerca de sus primeras impresiones.

    — Sinceramente, no me gusta tener que ser ayudados por otros. Fíjate como nos tratan, encerrados en una sala — Dijo el comandante Klamp, molesto con la hospitalidad humana.

    — Sé comprensivo, Turak — Le reprochó Narisha, la neoniana — Quieren ser precavidos, no todos piensan igual acerca de nosotros.

    — Narisha tiene razón, amigo — Indicó Vanth, mostrándose serio como siempre — Los líderes de la humanidad han decidido ayudarnos, así que la alianza no ha podido comenzar mejor.

    — Hablando de eso, muchos de los nuestros se sienten cobardes e insignificantes por el simple hecho de que tengamos que pedir ayuda a los humanos — Dijo Turak, cambiando de tema — Pese a que nos han abierto las puertas de su casa, no los conocemos completamente. Hay dudas entre los nuestros.

    — Soy partidario de que estemos todos alerta con nuestros nuevos aliados para evitar problemas de nuestro pasado, pero hasta ahora se han portado bien con nosotros y nos están ayudando. Veamos a donde lleva esto — Murmuró Vanth Dheer, calmando a su compañero.

    En ese momento, la puerta de la sala se abrió. Al lugar entraron los cinco representantes de La Unión, sorpresivamente sin guardias que les protegieran de posibles disputas con los neonianos. Estos apreciaron el detalle.

    — Vanth, queremos informarte de dos cosas — Dijo Eduard Carver con el traductor puesto — La primera es que hemos asegurado una zona al aire libre con guardias para evitar posibles altercados con la gente curiosa.

    — Es comprensible, representante Carver. Muchas gracias por acomodarnos en vuestro territorio — Musitó el líder neoniano — ¿Cuál es la segunda noticia?

    — Para nosotros, los humanos, es muy especial el haber tenido un primer contacto satisfactorio con otra especie inteligente. Así que los cinco representantes, entre los que me incluyo, hemos decidido que haya un representante neoniano en La Unión. Alguien que represente a Neonia — Informó el representante terrestre, sorprendiendo a Vanth — Y habíamos pensado en darte el honor de serlo, si lo aceptas.

    Vanth se mostró muy satisfecho con la proposición de La Unión. No obstante, el neoniano no se sentía cómodo al meterse en puestos diplomáticos o políticos. Él era el líder de su gente, pero prefería serlo a su lado.

    — Aprecio muchísimo vuestra proposición de que mi especie tenga voz y voto en vuestro gobierno interestelar, pero lamentablemente he de declinar la oferta, representante Carver — Dijo Vanth Dheer con cordialidad y seriedad — Sin embargo, antes de rechazar esta gran proposición, he de decir que tengo al candidato perfecto para ese puesto. Bueno, más bien, candidata.

    Vanth señaló a Narisha, la neoniana con más edad de los veintiseis supervivientes de su especie y con más experiencia en política, especialmente porque había sido una de las líderes del gobierno neoniano muchos años atrás.

    Los representantes de La Unión se quedaron perplejos ante la proposición en firme de Vanth, quien había ofrecido a Narisha Taaliv como su embajadora en la Tierra y por ende una representante más, de Neonia, futura colonia humana. El silencio duró unos segundos hasta que la neoniana decidió hablar.

    — Si los representantes están de acuerdo, accederé — Narisha confirmó su disponibilidad al puesto de representante de Neonia y los neonianos.

    — ¿Qué ha dicho? ¿Ha aceptado? — Preguntaba Jefferson, que al no tener traductor no entendía lo que decían los neonianos.

    — ¿Y bien, Eduard? — Preguntó Martha, esperando la confirmación.

    — Vanth ha rechazado amablemente nuestra oferta — Murmuró Eduard, ante la sorpresa de los otros representantes — No obstante, ha propuesto a una... neoniana, como su representante.

    Todos los neonianos murmuraban entre ellos, preguntándose cuál sería la decisión final. Al parecer, ellos estaban de acuerdo en tener a Narisha como su embajadora y representante ante los humanos.

    Jefferson contuvo su visible molestia por que Vanth hubiese rechazado el cargo, mientras Chloe y Martha parecían satisfechas con la idea de que fuera una neoniana reputada entre los suyos. Para Jim y Eduard les era indiferente quién ostentara el puesto, mientras fuera alguien de confianza. Y si Vanth la proponía, tenía que serlo.

    — Bueno, entonces no hay más que decir — Murmuró Eduard, viendo que sus compañeros no opinaban con palabras — ¿Cuál es tu nombre?

    — Narisha Taaliv — Dijo la neoniana con suavidad — Es un privilegio ser una más de vuestro gobierno.

    — El privilegio es nuestro, representante Taaliv — Dijo Eduard, alegre por la aceptación de todos — Si es tan amable, sígame y le mostraré su nuevo hogar.

    Narisha asintió con satisfacción, siguiendo al representante Carver. Para no dejarla desprotegida, Turak decidió acompañarla junto a otro soldado neoniano. Finalmente, la alianza entre ambas especies se estrechaba cada vez más.

    [...]

    La noche había llegado a la Tierra. Mientras los neonianos descansaban en su sala predeterminada y Narisha recibía toda la información pertinente a su nuevo cargo, los miembros de ambas expediciones ahora fusionadas, descansaban en un hotel anexo a la sede de La Unión.

    Hillary se encontraba en dirección a la habitación de Lio, con intención de estar con él. El pasillo del hotel era extenso e iluminado pero no había nadie a simple vista. La soldado nacida en la Tierra se acercó a la que era la puerta del cuarto de Santos y tocó varias veces, sin obtener respuesta. Intentó abrir, pero estaba cerrada con llave.

    Apenada por no hablar con su compañero, la mujer decidió regresar a su habitación. Sin embargo, al girarse se encontró con Kiat. El japonés parecía querer decirle algo a la chica.

    — ¡Kiat! — Exclamo ella, asustada por su repentina aparición — ¡¿Podrías no aparecer de repente la próxima vez?!

    — Lo siento, Hillary — Murmuró el japonés, sonriendo — No pretendía asustarte.

    — Estás perdonado. Dime, ¿qué quieres? — Hillary no tenía muchas ganas de ponerse a hablar con él.

    — Quería preguntarte si te apetece salir un rato. Hace algo de frío, pero podríamos ir a tomar algo. ¿Qué me dices?

    — Lo siento, Kiat, pero no tengo ganas. Además, ya veo por donde vas — Kiat no dejaba de mirarla de arriba a abajo — Y más allá de una relación amistosa, no quiero nada contigo. Si me disculpas...

    Hillary prosiguió su camino dirección a su habitación, dejando a Kiat con una sensación de rabia y decepción.

    Había comenzado a llover. Lio se encontraba en un callejón oscuro entre dos edificios de altura considerable. Horas antes, Jim Baker le dijo que quería verlo en cierto lugar a las diez de la noche. Allí estaba el hombre de Ceres, esperando a su representante mientras se mojaba con la lluvia moderada que había. Santos miró su reloj.

    — Las diez y doce... — Musitó con seriedad — Y me dijo a mí que fuera puntual.

    Tras cinco minutos más de espera, alguien apareció. Un vehículo negro paró frente al callejón y gracias a la luz de la farola de la calle se pudo apreciar que alguien salía del coche.

    El hombre salió junto a dos más mientras el conductor mantenía el motor encendido. Lio observó al trío con frialdad, sabiendo que el representante de Ceres le había enviado a una especie de trampa, o como Jim solía decir, un juego que siempre gano.

    Los tres hombres se aproximaron a Leonardo 'Lio' Santos, quedándose a unos metros de él. La penumbra en dicho callejón era absoluta, pero la luz de un relámpago iluminó por unos breves segundos el rostro del hombre al frente. Lio apretó los dientes, reconociéndolo al instante.

    — Pensaba que no ibas a aparecer, Jim — Murmuró Lio con frialdad.

    — ¿Acaso creías que iba a olvidarme del trato que hicimos? — El representante de Ceres sonreía con total confianza.

    — ¿Y esos matones? ¿No tienes huevos a venir solo? — Le preguntó Lio, plantando cara.

    — Soy representante de una colonia, Lio — Respondió Jim Baker — Tengo protección en cada paso que doy.

    — Sí, pero la seguridad no te la ha proporcionado La Unión por lo que veo — Lio observó como los acompañantes de Jim vestían de negro y no parecían trabajadores de La Unión.

    — No tienen plena confianza en mí, eso ya lo sabes, no es algo nuevo — Murmuró Jim, decidido a ir al grano — Bueno Lio, ¿qué tienes para mi?

    — Depende, ¿qué quieres saber, Jim?

    — He escuchado acerca de los Rhajik y la historia completa sobre los neonianos pero... ¿es Neonia tan especial como dicen?

    — Es como la Tierra, pero en mejores condiciones — Dijo Lio — Oh, vamos Jim, ¿tu objetivo es quedarte con el planeta?

    — La verdad es que no, aunque tú ya sabes perfectamente cuál es mi objetivo — Murmuró Jim, siempre con su sonrisa ventajista — La Unión va a caer y tú vas a ser el que me dé la clave para que eso suceda.

    — ¿Y si me niego, capullo? — Lio estaba harto de recibir órdenes de Jim Baker.

    Los dos hombres que acompañaban a Jim se abalanzaron sobre Lio, golpeándole repetidas veces en el abdomen. El representante de Ceres se acercó a Santos lentamente hasta colocarse ante él.

    — No hace falta que te recuerde porqué estás aquí — El rostro de Jim pasó a la seriedad absoluta — Así que deja de sublevarte si no quieres que lo pague esa chica tan bonita con la que te ha visto uno de mis contactos.

    Lio apretó los dientes, furioso. Su mente comenzó a preguntarse quién podría haberlos visto, pues al llegar a la Tierra, ambos no estuvieron prácticamente nada de tiempo juntos.

    — No te comas la cabeza pensando quién te vigila, ¿acaso pensabas que iba a dejarte solo y depender de ti? — Dijo Jim, volviendo a su carismática sonrisa falsa — Por el momento seguirás con la misión y viajarás junto a los soldados de La Unión a Neonia. Tú objetivo sigue siendo el mismo: obtener información. Aunque en este caso, necesito saber más sobre los Rhajik.

    — ¿Sobre esas máquinas asesinas? ¿Qué piensas obtener de ellas? — Preguntó Lio, todavía adolorido por los golpes.

    Jim hizo un gesto y sus dos acompañantes comenzaron a regresar al vehículo. El representante de Ceres, que seguía frente a Lio, le dio dos palmaditas en la espalda y se volteó en dirección al coche.

    — ¡Eh! ¡¿Qué quieres de los Rhajik?! ¡Jim! — Comenzó a gritar Lio, impactado por la nueva orden del representante Baker.

    Jim hizo caso omiso a Lio y subió al coche. Una vez dentro, sus dos matones hicieron lo propio y el conductor aceleró, perdiéndose el vehículo en la lluvia pronunciada de aquella noche. El hombre de Ceres comenzó a inundar su cabeza de preguntas y dudas.

    ¿Quién era ese contacto que había visto a Lio con Hillary?

    ¿Cuál sería el destino de Lio una vez terminara la misión?

    Y sobretodo, ¿qué quería Jim Baker de los Rhajik?

    [...]

    Había pasado ya el primer día de descanso de los tres que tenían los miembros de la Arcadia antes de embarcarse de nuevo para regresar a Neonia en la pelea contra los Rhajik.

    Juice se encontraba hospitalizada en la misma sede de La Unión, con la atención de médicos muy experimentados y con conocimientos avanzados. Cinthia les dio toda la información acerca de la piloto y quiso quedarse con ella pero los doctores decidieron darle esos tres días de merecido descanso, pues tendría que regresar a Neonia y muy probablemente habría más heridos.

    Arva estaba con su hermana en la habitación. La joven Tidder había pasado allí la noche, durmiendo en un cómodo sillón reclinable. Al no haber desayunado, decidió salir un momento para tomar un café y regresar.

    En dicha planta hospitalizada de la sede de La Unión también había un pequeño bar en el que poder desayunar. La piloto de la Arcadia pidió un café con leche y se sentó a esperar que se lo dieran para regresar a la habitación con Juice. En ese momento, alguien se sentó a su lado.

    — Yo invito — Murmuró el joven Vaalot con naturalidad.

    — Axlor, puedo pagarme un café — Dijo Arva, algo molesta.

    — Lo sé, pero quiero invitarte — Respondió el chico de Marte — ¿O no me vas a dejar hacerlo?

    Arva asintió, dejándose invitar. La piloto nacida en la Luna era muy independiente y no le gustaba depender de nadie, pero aunque no lo pareció, apreció el gesto de Axlor.

    — ¿Cómo está tú hermana? ¿Ya ha despertado? — Preguntó el joven Vaalot, pagando ambos cafés.

    — Estable, pero sin novedades — Murmuró la piloto Tidder — Los médicos me han dicho que irá a mejor, pero que desconocen el tiempo estimado que puede tardar en recuperarse por completo y en despertar. Dígamos que está en coma inducido para que no se haga daño hasta que su cuerpo y los medicamentos hagan su trabajo.

    — Bueno, lo importante es que saldrá de esta — Dijo Axlor, bebiéndose el café de un sorbo.

    — Así es — Musitó Arva — Ahm... ¿quieres verla?

    — Oh, por supuesto — Respondió Axlor — ¿Cuál es su habitación?

    — Sígueme.

    Axlor obedeció y comenzó a seguir a Arva hasta la habitación de Juice. Una vez llegaron, el joven de Marte entró y se sentó al lado de la camilla en la que yacía dormida la hermana de Arva.

    — Y... ¿érais muy amigos? Quiero decir, ¿os conocíais mucho? — Arva tenía curiosidad por la relación que había entre Juice y Axlor.

    — Bueno, nos conocimos unos días antes de embarcar en la Heaven I rumbo a Neonia — Comenzó a contar Axlor — No éramos súper amigos pero sí nos llevábamos bastante bien. Juice es una muy buena compañera de equipo.

    — Sí, es muy natural — Musitó Arva, pensativa.

    — ¿Por qué lo preguntabas? — Axlor no entendía a que venía esa curiosidad.

    — Bueno, porque... haber, no te lo tomes mal, Axlor, pero siempre te veo cerca de Juice. Quiero decir, tanto en la Arcadia como aquí y... bueno, me preguntaba si érais más que amigos. Solo es eso — Arva se sinceró al contar su impresión acerca del joven Vaalot.

    Axlor comenzó a reírse tras las palabras de Arva, que lo miraba incrédula.

    — Es mi compañera de equipo y estoy preocupado por ella, ¿qué tiene eso de malo? — Dijo Axlor, aún conteniendo la risa.

    — No tiene nada de malo, todo lo contrario, puesto que Ashley y Naylon casi no la han visitado — Murmuró Arva.

    — Ashley lo está pasando mal con la muerte de Chris, y Naylon... bueno, él está con eso de ser comandante. No creo que tarde en pasarse a verla, es un buen tipo — Indicó Axlor, dando explicaciones por sus compañeros.

    — Bueno, ellos verán lo que hacen — Dijo Arva con seriedad.

    — Eso es — Respondió Axlor, levantándose del asiento — Bueno, debo ir a hablar con el representante Jefferson haber si me da el permiso para ir a Marte el día de hoy a ver a mi familia.

    — Entiendo, te acompaño fuera — Indicó la piloto Tidder.

    Ambos salieron de la habitación y sin decir nada, Axlor la abrazó. La piloto se sorprendió del gesto pero acto seguido aceptó el abrazo, quedándose abrazados durante unos largos segundos. Unos largos segundos eternos para Ashley, que observaba desde el final del pasillo el abrazo entre Arva y Axlor.

    [...]

    Era el tercer y último día de descanso para los soldados. Snow se encontraba en el despacho de uno de los representantes de La Unión, concretamente, su padre. Eduard Carver abrazó a su hija con fuerza, contento de que estuviera con vida y de que no fuera al viaje de regreso a Neonia.

    — Me alegra que hayas decidido quedarte aquí en la Tierra, cariño — Murmuró Eduard, sonriente — En ese viaje no necesitan tus conocimientos.

    — Lo sé papá, especialmente porque van allí a luchar y yo no tengo conocimientos de armas — Indicó Snow — Aunque el tiempo que pase aquí me gustaría gastarlo en entrenamiento militar, en la AFE, concretamente.

    — ¿Quieres aprender a manejar armas? — El representante Carver se sorprendió con la decisión de su hija.

    — Así es, nunca se sabe que puede pasar y quiero estar preparada para ayudar a mis compañeros en el futuro — Snow se mostró muy decidida.

    — No sé, Snow, no me convence la idea de que...

    — Papá, puedo tomar decisiones por mí misma. Y ésta es una de ellas, que por cierto, ya está tomada.

    Mientras en el despacho de Eduard Carver se sucedía una conversación entre él y su hija Snow, Lill y Alexander la esperaban fuera, sentados a un lado. Ambos eran grandísimos amigos pero durante la misión no hablaron mucho.

    — Entonces... tú y Snow estáis... — Decía Alexander, conteniendo la risa.

    — Sí, juntos... — Murmuró Lill, sin entender a su amigo — ¿Por qué mierda te ríes?

    — ¿Qué? Oh, por nada. Simplemente me alegra que lo hayas conseguido — Alexander se alegraba de que su amigo Lill tuviera novia — Aún recuerdo cuando la viste aquí por primera vez, te quedaste embobado.

    — Lo dices como si hiciera meses o años... — El joven Crane miró a Alexander de forma extraña.

    — Joder, después de lo que hemos vivido, parece que hayan pasado meses o años — El soldado Ripley daba a entender porqué lo había dicho.

    — En eso te doy la razón aunque yo no he visto prácticamente nada, no bajé de la nave — Dijo Lill, resignado.

    — Oye, ¿y por qué no entrenas en la academía?

    — ¿Entrenar el qué?

    — Entrenamiento militar. Manejo de armas, movimientos en terreno... creo que he oído a Snow decir que se iba a apuntar.

    — ¿En serio? No sé, la verdad es que tener conocimientos militares no viene mal pero no me llama la atención.

    — Lill, siempre puede venir bien — Alexander trataba de convencer al joven Crane — Vamos, yo te ayudaré.

    [...]

    — Te veo distraído. ¿Va todo bien, Lio?

    — Nada va bien, Hill.

    — ¿Es por eso por lo que me has traido a tu habitación? ¿Para hablar? Te puedo ayudar si...

    — ¡Hillary! — Lio estaba muy tenso y eso era visible — No me puedes ayudar, créeme. Es más, lo que debo decirte es todo lo contrario.

    — ¿Qué dices? Dime ya que carajo está pasando — Hillary estaba preocupada por su compañero.

    — Te he dicho demasiado durante todo este tiempo, pero no puedo decirte nada más.

    — ¡¿Entonces qué mierda hago aquí?!

    — No podemos volver a hablar. Nunca más.

    Hillary se quedó muda tras el comentario de Lio. La mujer no sabía como responderle durante dos minutos hasta que al fin tuvo el valor de preguntarle.

    — ¿Por qué?

    — Porque estamos en el preludio de una batalla interplanetaria y debemos estar concentrados — Dijo Lio, usando el próximo viaje a Neonia como excusa — Lo siento, Hill, de verd...

    Pero antes de que pudiera terminar la frase, la soldado Murphy cerró la puerta de la habitación con fuerza, dejando al hombre de Ceres con la palabra en la boca. Al día siguiente era el gran regreso a Neonia para combatir a los Rhajik.
     
    Última edición: 5 Enero 2018
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