Capítulo I: Desde los ojos de la muerte Azotea Instituto del sol. Japón. 25 de septiembre de 2014 La mañana del viernes es tan soleada, los gritos y respiraciones de las almas se multiplican hasta volverse una. La muerte se acerca a mí, pero no le doy mucha atención hasta que me habla — Un alma desesperada se acerca. Y allí estaba: una chica de dos años menor tambaleándose torpemente mientras lloraba. Me la quedé mirando, ya había intentado lanzarse del techo en otras ocasiones y ya estaba harta. Trapazó el barandal y solo me miró, me apresuré a empujarla. Baño de Mujeres en el 4to piso Centro Comercial de Kioto Japón. 14 de Febrero de 2014 Una chica lloraba en un rincón del baño en el que una chica se había pegado un tiro seis años antes. Un lugar donde nadie iba, donde tardarían en encontrarla. Frente a ella, aún no me veía; sentí pena, pero no mucha. El suicidio es algo extremo, para personas que no quieren pelear más; no para idiotas que quieren llamar la atención. La pantalla del teléfono está rota, ¿lo rompiste porque te cortó? Mejor piensa antes de hablar. — Sabes que no puedes hacer nada para evitar que lo haga. Ya me había cansado de darles ánimos. — Si quieres morir, muere. Nadie notará que hay muertos. Sala de terapia intensiva Ala norte del hospital abandonado Japón 11 de agosto de 2014 La sangre se expandía, los cortes eran torpes; no decididos. Se cubrió las heridas auto infringidas con vendas de la Guardia, suspiró mientras oteo desde la ventana donde entra luz; mi sombra no se refleja. Aula del grupo B Instituto del sol El mismo día. Se dieron cuentas de las heridas en sus brazos; ella lloraba; yo miraba como sonreía. Tenía lo que quería: Atención. Bostecé al verla cortarse en un rincón durante el recreo. Ya me aburrí, solo falta que se haga otro corte en la vena.