..::Los que fuimos nosotros::.. (Sesshoumaru y Rin - Lemon)

Re: ..::Los que fuimos nosotros::.. (Sesshoumaru y Rin - Lemon)

Hola!! Muchas gracias por sus posts a todas! Gracias!!
Acá está la conti...
Nota: onee-san (hermana mayor)

Los que fuimos nosotros​

Capítulo 5​

Rin se desplomó en su pupitre y suspiró. Cerró los ojos ya que quería descansar tan sólo un poco antes de que la clase de biología comenzara. En eso, entró Kagome muy alterada.

- ¡Rin! ¿No te llegó mi mensaje a tu celular ayer? – Preguntó la negriazulina apoyando sus manos bruscamente en el banco de ella. La joven negó - ¡¿No?! ¡Lo que pasa es que Inuyasha sufrió un accidente!

- ¡¿Qué?! ¡¿Cuándo?!

- Ayer a la tarde – Respondió Kagome con sus manos en el pecho. Se notaba que se encontraba muy preocupada.

- ¿Cómo está?

- No sé. Hoy se iba a ser algunas radiografías al hospital. Pero después volvía a la casa. ¿Qué te parece si lo vamos a visitar? – Preguntó la negriazulina acercando un poco su rostro al de su amiga.

- Por supuesto – Contestó Rin seriamente y preocupada por el estado en que podría llegar a estar Inuyasha. Aunque seguramente, su preocupación no se podía comparar con la de Kagome.
________
En una gran habitación, pintada de un tono beish, había una gran cama de dos plaza en la que estaba un muchacho cambiando los canales de su plasma. Él parecía algo enojado, ya que tenía su entrecejo a medio fruncir y sus labios no llegaban a arquearse para abajo.

- Inuyasha-san, hay dos chicas que lo quieren ver – Informó una de las mucamas luego de tocar la puerta.

- Dejá que pasen – Respondió con un tono aburrido.

- ¡Inuyasha! ¿Estás bien? – Corrió Kagome enseguida a la cama de su amigo.

- Keh, claro. Tuve suerte que llevaba el cinturón. Lo único es que me fracturé la mano izquierda – Mostró el yeso – Igual, sólo lo tengo que usar dos semanas – Sonrió el joven engreídamente.

- ¡Sos un tonto! ¡Vos estás tan tranquilo! ¿Sabés cómo estaba yo? Me podrías haber llamado para decirme que estabas bien – Lo regañó la negriazulina.

- ¿Te podés tranquilizar? Además, ¿Por qué te tendría que haber llamado? – Preguntó con el entrecejo fruncido.

- Porque me importás – Murmuró la muchacha mirando para un costado.

Un silencio se produjo. Uno tenso. Rin que se encontraba detrás de Kagome se sentía, de alguna manera, demás en esa conversación. El silencio se mantuvo unos cuantos minutos hasta que la pelinegra se hartó.

- Me alegro que estés bien – Sonrió Rin apoyando sus manos en los hombros de Kagome – Hoy te salvaste de una aburrida y larga clase de química.

- Que bueno – Dijo Inuyasha desperezándose con el único brazo movible que tenía. Luego, miró su yeso y se le ocurrió una idea. Se levantó de la cama e hizo que sus dos compañeras se sonrojaran ya que nada más llevaba puesto un boxer amarillo gastado - ¿Por qué no me firman mi yeso? – Ofreció él mostrando un marcador negro.

- Claro – Respondieron las chicas al unísono.

Luego de que cada uno le firmará, Rin se disculpó porque se tenía que ir, dejando a Inuyasha y Kagome a solas.

- ¿Vino alguien más a visitarte? – Preguntó la negriazulina sentándose en la cama

- No. ¿Creés que el cretino de Sesshoumaru va a venir? – La joven, con una ceja levantada y una sonrisa negó con la cabeza – Exacto y eso que papá lo llamó. Pero yo no le importó a ese boludo. Después, Miroku y Sango vuelven de su viaje la semana que viene y Kikyo recién vuelve en agosto.

- Onee-san – Pensó Kagome con algo de celos, pero trató de quitarse esos sentimientos y le sonrió a su amigo: - Menos mal que estás bien. Me hubiera puesto muy mal si de verdad te hubiera pasado algo.

Inuyasha, con la mano que no tenía enyesada, tapó la mano de Kagome y luego la apretó a penas sonriéndole. La adolescente la levantó para entrelazar sus dedos con los de él. Se quedaron contemplándose mutuamente y lentamente la negriazulina se fue acercando a los labios del plateado. Éste nada más la miraba fijo y no hacía ningún tipo de movimiento, repentinamente, su mirada bajo a los labios de ella. Cuando estaban a milímetros de los labios de cada uno, Kagome comenzó a llorar.

- Inuyasha… vos me gustás… no, mentira, yo te amo – Lloriqueaba la chica apoyándose en el torso desnudo de su amigo – Desde que me diste mi primer beso. Ese beso que no los dimos para probar que se sentía. Desde ese momento me empezaste a gustar y después me terminé enamorando… pero Kikyo también y yo sabía que no podía competir contra ella. Y mirá, ustedes están juntos hace dos años…

El plateado no hablaba, tan sólo puso su mano sobre la cabeza de la joven y comenzó a sobársela.

- ¡Inuyasha decí algo! – Exclamó ella hundida en el pecho del muchacho - ¡No me importa lo que digas! ¡No me importa saber que vos preferís mi hermana! Yo ya me acostumbre a ser de tu amiga y lo voy a seguir siendo por siempre, aunque también te amé – Lloraba y lo abrazaba con fuerza. De repente, el chico tomó su mentón y la hizo mirar para arriba. En segundos sus labios estaban unidos.

Kagome tomó con sus manos el rostro de Inuyasha y profundizó el beso. Él pasó su mano por la nuca de ella. El beso era frenéticamente dulce. Las manos de la negriazulina dejaron el rostro del joven y pasaron a su pecho. Las de él, luego subían y bajaban por la espalda de ella.

- Kagome… - Murmuró Inuyasha separándose de los labios de la muchacha – Yo… Kikyo… a mi en realidad, al principio yo estaba enamorado de vos… - Confesó el plateado mirando para un costado con un rostro sombrío.

- ¿Qué? ¿Y por qué estás con mi hermana? – Preguntó Kagome como decepcionada.

- Cuando teníamos trece años y nos dimos nuestro primer beso yo saltaba de alegría porque yo estaba enamorado de vos desde hacía mucho. Pero siempre lo oculté y pretendí quererte nada más como amigo. Pero tu hermana siempre fue muy atenta conmigo y me di cuenta que ella gustaba de mí. Entonces, cuando entramos a primer año de secundaria alta, ella fue la que se me declaró – Explicaba Inuyasha seriamente. La negriazulina jamás supo esa parte de la historia y se lo quedó observando atentamente – Yo no sabía que hacer, yo la quería a Kikyo y me parecía linda, pero yo estaba enamorado de vos… Pero escuché que Hoyo estaba interesado en vos y vos no sabías que hacer. Pensé que te gustaba y me jodió mucho eso, por eso decidí empezar a salir con Kikyo.

- ¿Vos no estás enamorado de mi hermana?

- Al principio no. Pero el tiempo fue pasando y me terminé enamorando. Tanto que me entregué por completo a ella. Se podría decir que fue mi segundo amor. Pero como un día cualquiera me enamoré de tu hermana, otro me volví a enamorar de vos y volviste a atormentarme.

- ¿Qué vamos a hacer ahora con esto? – Preguntó la chica preocupada por su hermana mayor.

- No se puede hacer nada, esto es lo que sentimos – Exclamó el plateado tomando la mano de Kagome – Yo te amo y vos a mí. Eso no puede ser malo.

- Pero Kikyo… Vamos a tener que hablarlo – Inuyasha asintió ante el comentario de la negriazulina – Entonces hasta que no venga mi hermana vamos a actuar como antes, ¿Verdad? – Cuestionó la adolescente con una sonrisa angustiada.

- Yo no creo poder aguantar sin darte un beso – Confesó el plateado mientras apretaba más su mano con la de ella – Será nuestro secreto. Cuando vuelva Kikyo va a haber que hablarlo. Y pasé lo que pasé, sabé que yo te amo – Habló Inuyasha abrazándola.

- Esta bien – Murmuró Kagome cerrando los ojos sobre el pecho de su amante.

Ese día fue uno feliz y triste para los dos jóvenes enamorados. Estaban felices porque se amaban mutuamente, pero no podían dejar de sentir algo de pena en su corazón por su querida Kikyo.
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Otro día pasó y Rin se dirigía a la academia. Pasó por la florería como de costumbre, pero en vez de seguir de largo, dejó de caminar y se quedó observando el interior de ésta. Estaba repleta de colores que se mezclaba con el verde de las plantas. Ella amaba las flores y de no ser por tener desafortunados encuentros con el empleado de allí, ella hubiera estado visitándola siempre y de vez en cuando comprando alguna.

- Tengo que entrar, sólo un minuto – Pensó la pelinegra adentrándose en el local.

La tienda era bastante ancha, pero más bien larga. Tenía tres estantes, uno en cada pared y otro en el medio. Había flores de todas partes del mundo. Los ojos de Rin brillaban de la alegría. Estaba tan embobada que no se dio cuenta que llegó hasta el final del negocio donde parecía haber dos puertas. Abrió una y se encontró con una pequeña habitación que parecía ocupada por alguien. Repentinamente, la puerta se cerró.

- ¡Kya! – Gritó la chica asustada y al voltear se encontró con ojos de color ámbar - ¿Sesshoumaru?

- ¿Quién te dio permiso para entrar acá a dentro’? – Preguntó él levantando una ceja.

- Perdón, perdón, de verdad - Se disculpó ella levantando la mano en forma de dísculpá – Pensé que no había nadie. Además tampoco vi a Totosai-san.

- Hoy me encargo yo del negocio – Respondió fríamente mientras apoyaba su mano en el picaporte para poder abrir la puerta, pero por alguna extraña razón, ésta no se abrió - ¿Qué? No se abre.

- ¡¿Cómo que no se abre?! – Exclamó Rin muy nerviosa. Ella veía la fuerza que intentaba hacer el joven para que la puerta se abriese, pero no lo hacía – No puede ser…Yo encerrada en una habitación con este tipo.

- ¡¿Por qué?! – Gritó Sesshoumaru frustrado dando un golpe a la puerta – Parece que hoy vas a faltar al colegio.

- No lo puedo creer – Dijo la pelinegra como desvaneciéndose mientras se sentaba en la cama. En un momento, la muchacha levantó su vista a un pequeño estante que había pegado a la pared y vio muchos libros sobre bosques, selvas y flores – Uaaauuu, te gusta mucho la naturaleza, ¿No?

- Sí, pero lo que más me gustan son las flores – Explicó el plateado en ese tono sin emoción.

- A mí también me gustan mucho – Comentó la muchacha tomando un libro y empezó a hojearlo. Luego, Sesshoumaru se sentó a su lado.

- ¿Ves esto de acá? - Cuestionó el plateado señalando la foto de un jardín que parecía arcaico – Eso es un típico jardín árabe y si mirás… - Comenzó a explicarle sobre algunas cosas de jardinería que él había aprendido por leer ese tipo de libros.

- ¡Sabés un montón de jardinería! – Exclamó la pelinegra con una gran sonrisa en el rostro – Es fascinante todo lo que me contaste. Creo que voy a venir acá más seguido para que me cuentes más.

- Es la primera vez desde que te conozco que me sonreís de esa manera – Comentó Sesshoumaru mirándola atentamente con sus fríos ojos.

- Antes no te sonreía porque no decías nada que me hiciera hacer eso – Explicó Rin viéndolo de reojo con una gota en la frente. El muchacho no respondió.

Después de varios minutos de silencio, Rin bostezó.

- Si tenés sueño acostate – Dijo Sesshoumaru parándose de su cama para guardar el libro. Cuando se dio vuelta y giró vio a la adolescente profundamente dormida. Sin que se percatara se le esbozó una sonrisa en el rostro. Se sentó al lado de ella y contemplo su rostro, su suave y delicado rostro. Lentamente, a él también le comenzaron a pesar sus ojos y decidió acostarse junto a ella. Debido a que era una cama de una plaza, se tuvo que acurrucar lo más cerca de la joven para no caerse. Su frente quedó pegada a la de ella. Hizo un movimiento que pareció despertarla.

- ¿Sesshoumaru? – Murmuró Rin dormida. Un minuto pasó para que se diese cuenta que tenía a centímetros dos orbitas doradas mirándola - ¡¿Qué hacés?!

- Shh. Tranquila. Tengo sueño. No te voy a hacer nada – Contestó el plateado cerrando los ojos.

Ella se quedó observando ese rostro inexpresivo por un rato y sonrió. Ese día había visto que los dos tenían algo en común: su amor por las flores. La pelinegra se acostó nuevamente y pegó su frente con la de él. El joven volvió a abrir los ojos y quiso llevar una mano al rostro de la chica, pero no pudo porque la mano de ésta lo detuvo y la volvió a apoyar en la cama.

- Sí que es especial – Pensó Sesshoumaru volviendo a cerrar sus ojos.

Pasaron horas y horas. El dúo seguía profundamente dormido. Debido a que Sesshoumaru no había cerrado la florería, fuera y dentro de ésta había un montón de chicas buscando al vendedor seductor, pero no lo encontraban por ninguna parte.

- Inuyasha, Mirá. La florería donde trabaja tu hermano está repleta. Tiene el re éxito – Comentó Kagome impresionada.

- Keh, sólo tuvo suerte – Comentó Inuyasha mientras se acomodaba el pelo con la única mano movible que tenía – Vamos a molestarlo un rato – Dijo con una sonrisa maliciosa.

Cuando entraron en el local escucharon que las chicas no encontraban a su hermano. Inuyasha y Kagome se intercambiaron miradas incrédulas y decidieron investigar. Finalmente, los dos vieron dos puertas al final del negocio. Fueron hasta ella y la abrieron.

- ¡¿Rin y Sesshoumaru?! – Exclamó Inuyasha señalándolos con un dedo tembloroso.

- ¡Rin! ¡¿Qué hacés ahí?! Faltaste al colegio para estar con… - En eso, tanto la negriazulina como el plateado se miraron con rostros totalmente sorprendidos.

- ¡Ahhh! ¡Tuvieron sexoo!

Tanto Rin y Sesshoumaru seguían profundamente dormidos. Sin duda no iba a ser agradable despertarse

Continuará…​

Las flores, de alguna manera, hicieron que Sesshoumaru y Rin se acercarán. ¿Podrán ser amigos ? ¿Sesshoumaru la dejará de ver como un simple objeto para saciar sus necesidades?
Espero que les haya gustado.
Este capítulo está ,además de dedicado a los fans de la pareja de sessh y rin, a los de Kag e Inu!

Besos, Haru-hime

 

Re: ..::Los que fuimos nosotros::.. (Sesshoumaru y Rin - Lemon)

Gracias a todos.. acá está el cap 6

Los que fuimos nosotros​

Capítulo 6​

Tanto Kagome como Inuyasha tenían sus ojos como dos grandes esferas. Estaban impactados. Al plateado no le extrañaba que su hermano se acostara con chicas, pero de Rin. No se la imaginaba de esa manera.

Sesshoumaru fue abriendo lentamente sus ojos y sintió que había alguien en la habitación a parte de Rin. Entonces, se sentó y giró su cabeza para encontrarse a una de las personas más odiadas por él: su medio hermano menor. Se levantó dirigiéndose al chico que lo apuntaba con un dedo, lo tomó de su uniforme elevándolo a penas y luego miró con sus fríos ojos ámbares a los de su hermano.

- ¿Qué hacés acá? – Preguntó.

- So-soltame – Trataba de articular Inuyasha mientras intentaba pegarle una patada, pero no podía.

- ¡Soltalo Sesshoumaru! – Exclamó Kagome, pero el mayor de los muchachos la miró con una mirada tan amenazante que ella se calló y dio unos pasos atrás del miedo.

- No quiero que vuelvas – Ordenó el joven soltando al adolescente.

- ¿Se puede saber que le hiciste a Rin? ¿La sedujiste y te revolcaste con ella? – Preguntó Inuyasha desagradablemente – Keh, sos una mierda.

- ¿Tengo aspecto de acabar de tener relaciones? – Ninguno de los colegiales respondieron - ¿Ella tiene aspecto? – Otro silencio más – Entonces es obvio que no hubo acción.

En eso, Rin comenzó a desperezarse en la cama y abrió sus ojos para encontrarse con un techo desconocido. Parpadeó un par de veces y recordó que había ido a la florería y… se había quedado dormida junto a Sesshoumaru. Sus mejillas se sonrojaron.

- Te despertaste – Oyó una voz sin emoción la pelinegra y cuando se sentó en la cama vio a Inuyasha y Kagome.

- ¿Chicos? ¿Qué hacen acá?

- ¿Faltaste para venir acá? – Preguntó Kagome con un rostro serio.

- ¡Kagome no es lo que vos creés, nos quedamos encerrados. Se los juro! – Exclamó la muchacha gesticulando con las manos.

- Ahora entiendo porque me costaba abrir la puerta – Razonó Inuyasha poniéndose la mano debajo del mentón. Los dos jóvenes que acababan de entrar en la habitación se miraron y comprendieron que los acusaron injustamente.

- Perdón Rin – Se agachó un poco la negriazulina con la cabeza elevada viendo a su amiga quien le sonreía como diciendo: esta todo bien. - ¿No te vas a disculpar?

- Keh, con Rin nada más – Se cruzó de brazos el chico de cabellera plateada mirando para otro lado con el ceño fruncido – Ya me canse de estar acá. Vamos – Habló Inuyasha cortantemente y se fue seguido por Kagome.

- Permiso – Murmuró Rin y se retiró en busca de sus amigos.

Sesshoumaru no dijo ni una palabra, sólo se quedó viendo como ella desparecía de la tienda repleta de adolescentes que lo buscaban. Giró su rostro para la cama y se dio cuenta que disfrutó de la compañía de esa muchacha llamada Rin. Sin tener sexo, sin tocarse. Tan sólo estando a su lado.
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Cuando la campana del Shikon Gakuen sonó, los estudiantes comenzaron a salir de allí. En las rejas que tapaban al establecimiento había dos personas apoyadas en éstas que parecían estar esperando a alguien. Una de ellas era una mujer de largo cabello castaño oscuro atado a una cola. Sus ojos también eran castaños. A su lado había un muchacho de cabello castaño que tenía una corta y fina cola que sostenía un poco de pelo. Sus ojos eran azules.

- ¡Oi Inuyasha, Kagome! – Gritó Miroku al verlos - ¿Cómo están? Hacía bastante que no nos veíamos.

- ¡Miroku! – Exclamó Inuyasha - ¿Cómo la pasaron en Cuba?

- ¿Cómo querés que la pase con una bella dama como esta? – Preguntó el ojiazul tomando por la cintura a Sango.

- Veo que bien – Sonrió el plateado pervertidamente.

- ¿Kikyo no volvió de Inglaterra? – Trató de indagar Sango sacando las manos de su novio de encima de ella. Kagome e Inuyasha negaron con la cabeza - ¿Eh? – La castaña oscura se quedó observando a una tercera persona que no sabía quien era.

- Ah, me olvidé. Ella es Rin. Entró este año – La presentó la negriazulina.

- Un placer – Sonrió la pelinegra.

- ¿Este año? Que extraño. Por lo general uno nunca entra en los colegios el último año de secundaria – Comentó Miroku mientras la miraba extrañado.

- Miroku, cada uno hace lo que quiere. No tenés que tratarla de extraña – Explicó Sango en un tono de voz tranquilo.

- Jaja. Extraña, pero linda – Dijo el ojiazul mirándola de pie a cabeza una y otra vez. Debido a que vio que la chica poseía unos buenos senos se los quedó contemplando.

- Mi-ro-ku – Habló la castaña e hizo que su novio se diese vuelta. Éste vio que ella tenía una gran sonrisa en el rostro. Cosa que no era buena.
- ¡Ayaa! – Gritó de dolor Miroku – Siempre tan mala conmigo – Se quejó con lágrimas en los ojos.

- Y vos siempre tan pervertido – Dijeron Inuyasha, Kagome y Sango al unísono.

Rin que estaba observando todo, sólo sonrió ante la escena que tenía ante ella. Sin duda, una de las mejores decisiones que tomó en su vida fue dejar su pequeño pueblo e ir a la gran ciudad de Tokyo, gracias a aquello pudo conocer gente tan divertida como los que tenía enfrente.
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Cuando Rin terminó de subir las escaleras soltó un suspiro desalentador: tenía tres exámenes la semana entrante. Se tendría que poner a estudiar al máximo. Ella tenía que ser la mejor. La mejor para poder entrar en la Universidad de Tokyo y así poder convertirse en una exitosa antropóloga y recorrer el mundo. Ese era su sueño.

- ¡Rin-chan! ¡Rin-chan! – El gritito agudo hizo que la muchacha volviese a la tierra y miró para la dirección de donde venía el llamado. Ahí vio a Jakotsu vestido en una camisa de mangas cortas color fucsia con flores violetas como estampado. El pantalón, bastante apretado, era del mismo violeta que las flores - ¡Vení Rin-chan, quiero que conozcas a mi pareja! – Sonrió el joven alegremente.

- ¿Conocer a su pareja? ¡No! ¡Me quiero morir! ¡Y también se va a querer morir Bankotsu-sensei! ¿Qué hago? – Pensaba Rin frenéticamente, pero no tuvo mucho tiempo para decidir ya que su vecino la tomó de la mano y la llevó a su departamento – Actúa normalmente, normalmente…

Cuando la adolescente entró en la casa de vio, en el comedor-cocina, a Bankotsu leyendo un libro cómodamente sentado en un sofá blanco como la nieve y delante de éste había una mesita de vidrio que tenía tallado flores blancas. Sin duda a Jakotsu le importaba mucho lo estético y claro, sería un diseñador de indumentaria y textil.

- Ban-chan, ella es mi nueva y simpática vecinita: Rin.

- Mucho gusto Ri- ¡Ahhh, Mizuki! – Gritó el hombre horrorizado.

- Jaja, hola – Saludó ella mientras una gotita le caía por la frente.

- ¿Ya la conocías Ban-chan? – Preguntó Jakotsu curioso.

- Es, es mi alumna en el Shikon Gakuen – Respondió Bankotsu mientras su cabeza colgaba para abajo y é se ponía las manos en la frente. Luego alzó su cabeza y miró fijamente a la muchacha - ¡Por favor no digas nada de esto en el colegio! ¡Es una academia muy prestigiosa y tradicional! ¡Jamás lo entenderían! – Suplicó el de la trenza seriamente

- Sensei su secreto va conmigo a la tumba – Juró Rin.

- ¡Kya! Te dije que mi vecina era adorable – Sonrió el otro muchacho abrazándola desde atrás.

- Jako-chan, vos todo te lo tomás a la ligera – Comentó el hombre con una gota en la frente y una ceja levantada.

- ¡Bueno, eso no importa ya! ¡Comamos las ricas galletitas que hice! – Exclamó el afeminado juntando sus manos y sonriendo. Fue hasta el sector que sería la cocina y sacó del horno unas deliciosas galletitas de vainilla – Por cierto Rin, ¿Te gustan las flores?

- Me encantan, ¿Por?

- ¡Qué bueno! Mirá, mi papi me regaló cuatro entradas para ir a una importantísima muestra de ikebana. Yo voy a ir con Ban-chan obvio, pero me sobraron dos más así que por alguna extraña razón pensé en vos. Así que... Tomá y lleva a alguien que aprecie las flores tanto como vos – Dijo el muchacho alegremente.

- ¡Muchas gracias! – Exclamó Rin tomando las entradas – Invitar a alguien que aprecie las flores tanto como yo…
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Era la hora del almuerzo en el Shikon Gakuen y tres adolescentes estaban sentados bajo una arbolada del gran patio de la academia.

- Ahh… Sólo pasó una semana desde que tengo el yeso – Suspiró Inuyasha mirado su brazo inmóvil.

- No te quejes. Al menos no te pasó nada más grave – Comentó Kagome y luego se llevó un bocado de ramen a su boca con la ayuda de los palillos. Luego dirigió su vista a Rin que se la veía muy pensativa - ¿Qué te pasa?

- ¿Eh? Nada, nada – Respondió ella moviendo la palma de la mano para un costado y el otro.

- ¿No estarás pensando en el estúpido de Sesshoumaru?– Dijo el plateado entrecerrando sus ojos.

- ¡Chicos, les dije qué no pasó nada! – Exclamó Rin golpeando el piso con una mano y arqueando los labios para abajo como si estuviese triste.

- Esta bien, te creemos – Sonrió la negriazulina y luego hizo girar sus ojos como expresando “Si claro”.

- Kagome…

- ¡Te dije que te creemos!

- ¿Chicas? – Preguntó Inuyasha con un dedo sobre su labio inferior. Las jóvenes lo miraron - ¿Me pueden dar lo que les queda de ramen?

- Baka – Murmuraron las muchachas a la vez.


Rin, aquella vez se dirigió directo a la florería. Ella sabía que tendría que esperar bastante tiempo para poder ser atendida por Sesshoumaru. Pero iba a esperar.

- No puedo creer que vaya a invitar a este tipo a la exposición de ikebana. Pensar que no lo podía ni ver hace no mucho tiempo – Pensó Rin mientras observaba una de las entradas del evento que se llevaría acabo dentro de dos semanas.

De la tienda de flores salieron tres chicas muy felices con macetas en sus manos. No sólo iban alumnas del Shikon Gakuen, sino que también de otros colegios de aquella zona d Tokyo. El joven de cabello plateado y mirada ambarina salió detrás de ellas y cuando iba a preguntar quién seguía la vio a Rin.

- Nos volvemos a ver – Habló con su rostro inexpresivo y haciéndole señas para que pasará al negocio.

La chica pasó entre un grupo de colegialas que la miraban con ojos llenos de envidia. Ella tragó saliva del nerviosismo que sentía de ser observada tan detenidamente. Y más cuando el empleado del negocio salió para llevarla a adentro tomando su mano.

- ¡Vieron! ¡Qué envidia! – Gritó una joven - ¡Sesshoumaru-sama le agarró la mano! ¡Ella lo sintió a él!

- ¡Kyaaa! – Chillaron todas.

- ¿Sesshoumaru –sama? Estás chicas están todas locas – Pensó la pelinegra impresionada con la popularidad del joven.

- Como verás sos una clienta especial – Dijo él en su tono frío – Y sos especial porque ves a las flores igual que yo. Lo noté la semana pasada cuando nos quedamos encerados en mi cuarto.

- Sí… Puede ser – Murmuró Rin – Escuchá, vine para ver si querías acompañarme a una importante muestra de ikebana que es dentro de dos semanas – Le ofreció sonriendo.

- ¿Una muestra de ikebana? – Sesshoumaru se quedó pensando - La importantísima muestra en donde va a estar uno de los mejores profesores de ikebana, Koyasu Masami – Habló en un tono calmo, pero había un pequeño brillo de fascinación en sus ojos - ¿Por qué me invitás?

- Las entradas me las dio un amigo y me dijo que llevara a alguien que aprecie tanto las flores como yo. Y enseguida me viniste a la mente. Es más, vos las aprecias mucho más que yo – Le explicó todavía con una dulce sonrisa.

- Entonces, contá con que voy a ir – El plateado tomó la entrada entre sus manos.

- Bueno, nos vemos – Se despidió Rin con la intención de retirarse. La mano del muchacho ocupó el hombro de ella haciendo que se volteara - ¿Qué?

- De verdad me parecés linda. Pero por lo que veo vos no querés nada conmigo. Empecemos de vuelta como amigos – Sesshoumaru tomó la mano de Rin y en vez de estrecharla, la besó.

Rin se encontraba totalmente sonrojado. Nunca nadie le había besado la mano. Rápidamente la sacó de la del plateado y la apoyó en su pecho. El joven la miró y luego se dirigió a atender a su próximo cliente. Pero ella no podía creer lo que acaba de ocurrir. De alguna manera, el beso en la mano a Rin significó que Sesshoumaru la iba a tratar como a una dama.

Continuará…​

Espero que lo hayan disfrutado!!

Besos, Haru-hime