Colección de Pokémon - Los primeros 150

Tema en 'Fanfics de Pokémon' iniciado por Fénix Kazeblade, 8 Noviembre 2020.

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    Fénix Kazeblade

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    Los primeros 150
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    1005
    001. Bulbasaur


    Era realmente un criatura especial, jamás había visto alguno de su especie que luciera de esa manera, lo había visto hace unas semanas con un grupo de capullos de flor de calabaza así como algunos pequeños frutos cayendo de los extremos de su cuerpo, dos días después contaba con una gran cantidad de follaje sobre su lomo, para mi sorpresa; tres días después justo cuando me había hecho de un Odish, lo vi correr para no ser capturado con una gran cantidad de vainas germinando de su espalda.




    Estaba seguro de que era el mismo pokémon, los patrones de manchas en su frente y su cuerpo que era una característica diferenciadora de esta especie eran idénticas, además de que en su oreja derecha se le inclinaba un poco en la punta. Noté luego de unas semanas que tenía un patrón, todos los días por la mañana viajaba hacia el norte de ciudad Azulona y por la tarde volvía hacia las praderas donde seguramente habitaba.




    El pokémon semilla era realmente escurridizo, eran más de diez intentos en los que había buscado atraparlo, evadía sus ataques, los contrarrestaba o huía, en los últimas dos ocasiones, se había aliado incluso con un par de Glooms y un enjambre de Beedrills para compartir su ofensiva lo que había dado como resultado que terminara arrojándose a un río por debajo que desembocaba a una cascada.




    Con cada ocasión que fallaba crecían mis ganas de tenerlo y el día de hoy, no importaba lo que ocurriera, lo capturaría.




    — Hoy es el día Charmander, tú me ayudarás, no tendrá oportunidad contra tus llamas— le indiqué a mi amigo, aquel que me había acompañado desde el principio.




    Este afirmó sonriendo mientras hacía creer la flama de su cola.




    Partimos hacia el lugar pactado, de las montañas se le veía venir a Bulbasur luciendo ahora una mazorca envuelta en hojas largas en el centro de su espalda. Tomé en mi mano la pokebola de Charmander dispuesto a lanzarla cuando, me percaté que lo seguían; eran al menos cuatro personas, de manera inicial pensé que eran otros entrenadores que lo perseguían por la misma razón que yo, me acerqué para retarlos por el derecho de atraparlo corriendo, viendo entonces que ni su ropa ni su edad, eran entrenadores.




    — ¡Houndour envite ígneo!— ordenó uno de ellos a su sabueso oscuro que le adelantaba el paso y con un rugido se envolvía en fuego.




    Bulbasur asustado saltaba hacia un lado apenas evitando el impacto, el atacante se veía herido como efecto secundario del ataque, el atacante se veía herido como efecto secundario del ataque.


    — ¡Blitzle golpealo con volteo cruel!— señaló otro de ellos mientras se detenía y lanzaba otra pokebola.


    El pokemon cebra corría a una velocidad impresionante envuelto con energía eléctrica y alcanzadole, mientras que Bulbasur derrapaba con un gesto de dolor sin dejar de avanzar.


    — ¡Ey ustedes!— les grite— es injusto que peleen todos contra él— les señale. —¡Charmander contraataca a Blitzle con nitrocarga! ¡Scyther ve!.— agregué lanzando otra pokebola.


    — No sé quien seas, pero no te metas, ese pokémon nos tiene muchas que pagar— indicó el ultimo de ellos mientras lanzaba su respectiva pokebola. — Machop demolición.


    Un corpulento mastodonte salió dispuesto a arremeter contra el pokemon tipo planta, mientras que mi Charmander asestaba el golpe hacia Blitzle aturdiendo.


    Bulbasaur me miró sorprendido pero feliz de que estuviera de su lado, derrapó girándose para hacerles frente, Scyther se interpuso entre este y Machop brillando con una luz rojiza, recibió el golpe en su lugar neutralizándolo y con efecto de contraataque devolviéndoselo con el doble de fuerza, Bulbasaur saltó por encima de mi pokémon y se lanzó hacia Houndour, terminando encima de él y emanando polvo somnífero provocando que cayera dormido.


    — Ese pokemon a estado robando de nuestras cosechas, queremos hacerlo pagar.— dijo uno de ellos.


    — Entiendo que les haya afectado, pero seguramente sólo había estado buscando comida, no es razón para atacarlo injustamente entre los tres, siendo así se las verán conmigo. — les respondí.


    Los tres derrotados bufaron y me observaron con cierto rencor y se dieron vuelta aceptando al final lo que había dicho. Una vez que se alejaron me giré para mirar a Bulbasaur, pero este ya corría alejándose. Varios sentimientos vinieron a mi en este momento, había terminado siendo un desagradecido, al final no había terminado por confiar en mí, recordé con esto que mi objetivo allí era capturarlo, con mis dos pokémon fuera, fui tras él.


    Creí que lo había perdido, cuando lo vi entrando a una cabaña. Este suceso me extrañó, pero me intrigó bastante, por lo que me acerqué con precaución para ver qué ocurría.


    Una risa, una divertida, apresurada, infantil. Bulbasaur se movía dentro, lo sabía por su sombra proyectada en la pared a causa de una luz tenue.


    La escena que encontré fue la siguiente: el pokemón semilla se encontraba recostado en el piso, unas pequeñas manos tomaban la mazorca que había crecido en su lomo con sumo cuidado y la desprendía, lo acariciaba de la cabeza y el rostro de la niña se acercaba para darle un tierno beso de agradecimiento, el pokémon se movía complacido, la niña deshojaba el maíz y comenzaba a desgranarlo en una olla, agregando otros vegetales.


    — Pronto estará el guisado mamá, espera solo un poco— indicaba la niña.


    Bulbasaur se miraba luego de esto algo agotado, después de todo conociendo su anatomía, le acaba de obsequiar a la niña, su fuente de energía, era algo que hacía todos los días.


    Chamander y yo nos mirábamos un momento, yo me quitaba la mochila de mis hombros y sacaba de mi saco, todas las bayas que llevaba en ese momento.


    — Llevaselas por favor amigo, dile que es en compensación a todos esos enfrentamientos, podrá encontrar alimento con nosotros si así lo desea.


    Charmander sonrió y se dispuso a entrar, Scyther y yo lo esperamos fuera, luego de unos minutos salieron ambos, acaricie la cabeza de Bulbasaur partiendo luego.


    Era pokémon único, verdaderamente excepcional, pero era claro, ya pertenecía a alguien más.






    Blitzle
     
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    Me encanta tu narrativa, y la primera generación pokemon es la que recuerdo con cariño porque de hecho es la única que se puede decir vi completa... XD.

    En fin, fue lindo al final que el Bulbasaur ya tuviera una dueña tan linda y que todo lo que había hecho era por ayudar a alguien más; además la batalla en sí estuvo bastante entretenida por la forma en que la presentaste, al menos para mí fue rápida pero emocionante. Por cierto que por un momento pensé que el chico era Ash o cualquier otro de los que fueron sus contrincantes pero parece que estás manejando a alguien nuevo, lo que le dará un aire refrescante.

    ¿De cuántos pokemon más vas a contar una historia? Eso tal vez me anime a leer por este foro al que casi no entro. Gracias por escribir, buen vecino.
     
  3.  
    Fénix Kazeblade

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    Hola teniente de fuego, gracias por siempre darle seguimiento a mis historias. El personaje tal vez sea recurrente en estas historias, fue uno que cree alguna vez para un colectivo que me invitaron que al final desapareció.

    Pues contaré de los 150, bueno de al menos una de sus evoluciones, digamos que ahora mismo hice a Bulbasaur, haré una de Watortle y una de Charizard. Pero buscando abarcar, todos los de la región Kanto.
     
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  4. Threadmarks: 002. Ivysaur
     
    Fénix Kazeblade

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    3
     
    Palabras:
    1300
    Sir Wallace descendió de un salto de su montura, acarició su cuello debajo del crin flamígero de su Rapidash, miró el paisaje que se extendía delante de él, lo que debía ser un extensa pradera donde se extendería el sendero que él seguía había una pared de ramas y hojas, presionó su dentadura con cierta tensión al igual que sus puños, una punta pétrea se asomaba por detrás de la barrera vegetal confirmándole que la leyenda que venía a buscar era cierta.


    Él era un caballero, había adquirido su título hace un par de años, había llevado un par de consignas y aventuras, pero ninguna le había llamado más que está. Desenvainó su espada y comenzó a tajar la barrera, con decisión avanzó abriéndose paso, su objetivo era solo uno, la leyenda indicaba que en un castillo en este lugar encantado, se escondía aprisionada una bella princesa.


    — Algo se está moviendo...— murmuró el caballero girándose sorprendido.


    Como Ekans serpenteando las lianas recuperaban el tramo perdido entrelazándose de nuevo con más fuerza, el aventurero era separado del pokémon que lo acompañaba mientras éste relinchaba nervioso alzando ambas patas viendo como su compañero de aventuras era atrapado.


    — ¡Lanzallamas Rapidash!— ordenó Wallace con su voz lejana.


    Las llamas a toda potencia apenas hicieron mengua de la impenetrable pared herbácea, el caballero miró como las lianas ahora iban tras él, cortó lo más rápido que pudo abriéndose paso para el lado contrario, su pokémon no podía escucharlo a esta altura, debía seguir su travesía solo. Saltó, esquivó, trozó y partió cada rama que le obstaculizaba el paso, aferrando su espada en la mano hasta que esta le fue arrebatada por un latigazo de una de las lianas mientras éste con un intento desesperado se lanzaba del otro lado.


    Encontró ante sus ojos un imperioso castillo de al menos unos ciento cincuenta metros de altura, era tan alto que se le observaban nubes palpando sus torres más altas, la naturaleza le había reclamado, pues no había tramo que no tuviera musgo, hojarasca o verdín, de algunos tramos de la edificación incluso sobresalían ramas de árboles que se habían abierto paso por sus presumiblemente impenetrables barreras.


    —¡No!— exclamó Wallace hasta ahora absorto cuando sintió que una de las lianas le envolvía el pie, sabía que en le mejor de los casos le arrastraría de vuelta y en el peor de ellos lo engulliguía y entre cardos y sus espinas sería sepultado para no volver a ver la luz del sol jamás.


    Se viró pateando la bota de metal fuera de su pie, esta fue tomada en segundos en su lugar y sin perder tiempo a trompicones se levantó para correr hacia adentro. No le fue difícil entrar al castillo, la puerta principal de madera había cedió ante la fuerza de un roble que se encontraba en la entrada y ahora no era más que múltiples astillas que aún yacían esparcidas por el piso esperando ser arrastradas por el viento.


    Había un agujero abismal, en lo que en otro tiempo había sido el patio de armas, sin embargo yendo por la orilla de este aun se podía pasar, el viento soplaba de manera anormal, silbaba entre los árboles como cuando una tormenta se avecina. Un aroma dulce se percibió con intensidad en las fosas nasales del caballero, que alzó la vista al momento justo de un ataque inminente. Cruzaba por la orilla de la muralla cuando las paredes de esta a su alrededor comenzaron a ser arremetidas con furia una y otra vez con objetos filosos a gran velocidad, la cantera se destrozaba como simple arena con cada impacto, por instinto se cubría y el rostro con una mano girando su cabeza para afirmar lo que había pensado, el ataque se había detenido por unos segundos probablemente con la intención de recargar municiones, tiempo suficiente que le bastó para aún entre el polvo tomar de la pared una hoja que permanecía incrustada en la piedra como si de una navaja se tratara. Descendió su mano hasta el cinturón de su armadura, saltó hacia delante sin pensarlo lanzando lo que llevaba con él al abismo evitando de esta manera el ataque.


    La lógica llevaba a pensar que aquí había terminado su travesía, con su historia perdida junto con él al final de aquel abismo. Sin embargo de este sitio algo alzaba el vuelo, ondeando en este como si el propio cielo le perteneciera, Wallace tripulaba su fiel Pidgeot, que extendía sus alas en lo alto, para luego retornar hacia el castillo con decisión.


    — Acepto tu reto princesa— declaró Wallace a los cuatro vientos— te reto a ti y a tus Ivysaur—agregó mirando fijamente una de las torres de guardia.


    Espero pacientemente, una joven hermosa de pelo rubio y ojos avellana vestida con un largo vestido rosa, emergió con paso firme del camino de ronda saliendo de la torre donde estaba.


    — Así que te has dado cuenta— indicó cruzando sus brazos y mirándolo con cierto aire de superioridad — ¿y qué quieres a cambio? ¿tu libertad?.


    — Tu mano.—declaró con firmeza.


    Sus ojos la alcanzaron conectando con los suyos y se sintió estremecerse, sonrió meneando la cabeza sintiendo como su estómago se encogía y el rostro se le iba enrojeciendo. Exhaló y presionó los puños buscando recuperar la compostura.


    — ¡Todos preparados!— exclamó la chica alzando la mano.


    De entre las murallas del castillo surgieron al menos unos diez o quince pokémon, todos ellos efectivamente se trataba de la forma evolucionada de un Bulbasaur.


    — ¡Todos, usen energibola!— coordinó.


    Varias esferas de un verde intenso salieron impulsadas a toda velocidad al Pidgeot y su tripulante, sin embargo este permaneció en su lugar, faltaban unos cuantos segundos para que lo alcanzaran cuando entonces actuó.


    — ¡Gira, esquiva, vamos!— exclamaba Wallace por completo emocionado— ¡Contraataca con viento cortante!.


    El pokémon pájaro aleteaba soltando en cada movimiento cuchillas de viento solidificado que se extendían impulsándose hacia cada parte del castillo, al menos tres de los Ivysaur fueron impactados por estas y cayeron fuera de combate. La chica se mordió el labio y observó a sus alrededores para planear una estrategia.


    Wallace esperó ver que estuviera en problemas, preocupada por ser derrotada en cualquier momento, sin embargo no era así, se dio cuenta al instante de por qué sonreía de nuevo. Una nube de polvo púrpura subía hacia ambos intensificada por el mismo viento que habían creado.


    — Tendrás que hacerlo mejor— indicó con cierto coraje. — Pidgeot neutraliza ese polvo veneno con despejar.


    El pájaro tomó impulso, espero unos momentos y dio un aleteo fuerte, con este movimiento el viento quedó nítido y se dispuso a volver, no obstante los planes de la princesa eran otros, la chica había usado el primer ataque como un cortina de humo, mientras el resto de ellos había tomado la suficiente energía solar para lanzar su ataque definitivo de manera fulminante. Cada una de las flores rosadas de los Ivysaur destellaba en luz que era expulsada en ese momento desde cada ángulo posible hacia ambos.


    El ataque les golpeó de lleno, expulsádolos hasta detrás de la barrera vegetal de lianas y hierbas, ocasionando que derraparan en el piso varios metros, dejando al Pidgeot completamente fuera de combate.


    Wallace se levantó erguido, alzó la mano con la pokebola de su compañero y lo resguardo en ella derrotado.


    — ¡Ahora que te he visto no pienso rendirme por ningún motivo!— gritó con todas sus fuerzas acercándose lo más que pudo al castillo.


    Como respuesta frente a él apareció creciendo una pequeña flor rosada, que el caballero aceptó con gusto.


    — Cuento con ello— respondió la princesa desde su sitio y en voz baja.


    Entre sus brazos llevaba un pequeño Bulbasaur y junto a ella yacía impotente la última evolución de ellos que aceptaba gustoso el roce de su mano.


    — Te estaré esperando—concluyó la chica..
     
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  5. Threadmarks: 003. Venasaur
     
    Fénix Kazeblade

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    3
     
    Palabras:
    1693
    Los movimientos bruscos del deceso aceleraron que despertara más rápidamente del hipersueño, la teniente Dorothy Rovkova abría los ojos observando su rostro lleno de pecas y sus ojos verdes reflejados a través del cristal presionaba un lector de huella en el interior y el cristal se abría, saltaba rápidamente de su cápsula y observaba en la pulsera holográfica de su muñeca los datos y lecturas que confirmaban había llegado a su destino. Avanzó sujetándose de los bordes de la nave mientras esta se tambaleaba perforando la atmósfera del planeta, hizo una coleta de su pelo rojo fuego, presionó su pulgar contra la ranura y un compartimento se abrió mostrando al menos tres filas de armas, así como otras dos cajones con pokebolas color negro.


    Kepler-186f, era el exoplaneta más próximo rumbo a ser habitado, luego de que veinte años atrás había comenzado a pasos agigantados la colonización espacial por parte del hombre. George Lang y su familia serían custodiados por el capitán Jones para habitarlo y medir sus condiciones por un año, para indicar si era viable, Lang era su amigo, hermano de otro padres que la había apoyado siempre, descendía de investigadores pokémon y su más grande sueño era el poder hacer sus propios descubrimientos de las especies que habitaban más allá de las estrellas.


    —Descendiendo, quince segundos para arribar al destino— indicó una voz robótica de la computadora.


    La nave golpeó con el piso rocoso y automáticamente la compuerta comenzó a abrirse así como desplegarse una rampa, Rovkova exhaló tomando con una mano, su arma y con la otra manteniéndola cerca del bolsillo donde portaba sus pokebolas.


    —Confirmado, la calidad del aire es viable— anunció la computadora.


    — Mantente en modo automático, necesito que vayas a buscarme si algo va mal— indicó la teniente mientras descendía por la rampa.


    —Entendido, modo automático activo.


    Doroty seguía de cerca la travesía de su viejo amigo aunque hace tiempo que no tuvieran siquiera contacto, habían tomado caminos separados desde que comenzaron la universidad, pero ella aún recordaba con aprecio al muchachillo que entusiasmado acudía a su casa a presumir que había obtenido un Bulbasaur como pokémon inicial.


    — George tienes que estar bien— murmuró cruzando de una vez por todas el umbral.


    El paisaje que encontró frente a ella era árido e inhóspito, recordaba las montañas del sureste de Estados Unidos con el tono rojizo y las imponentes cañadas. Aquel mundo era seis veces más grande que la Tierra, podría llevarle meses encontrar a su amigo y su familia, si se encontraba en peligro, tal vez no tuviera tanto tiempo.


    — Dragonite ¡sal!— exclamó lanzando una de las pokebolas de su bolsillo.


    Un dragón curtido por varias batallas con algunas cicatrices en consecuencia de ellas la observaba con una mirada feroz pero leal, se inclinaba para que subiera a su lomo y ella lo hacía, una vez arriba, este salía propulsandose a los cielos con una velocidad digna de un cohete, una vez que alcanzaba cierta altura proseguía en línea recta para que Doroty pudiera ver.


    Ella misma había recomendado a Jones para la misión, había estado con él en la academia y sabía que pondría por delante la vida de los que tenía que proteger antes de la suya. Heroicamente había sido así, cuando la nave tuvo problemas, no dudo ni un segundo en permanecer fuera el tiempo necesario para poderla reparar hasta que su oxígeno se había terminado.


    Doroty pensaba que el viento a la altura a la que se encontraba generalmente era frío, le había llevado un tiempo el acostumbrar sus pulmones a seguir respirando con naturalidad de esta manera, pero con la práctica lo había conseguido, sin embargo en este lugar, las condiciones no parecían cambiar, el aire era cálido y leve como tierra, la teniente lo atribuyó a que Kepler-186f estaba nutrido por dos y no un astro solar.


    El paisaje no parecía cambiar mucho, como sucedía a menudo en las caricaturas de antaño, pero en este caso era a causa de que en este sitio no había nada más, teorías de astrobiologos indicaban que el planeta tenía condiciones para alojar vida por que la había tenido en algún momento, sin embargo hacía más de cien años, que ya no era así.


    El radar en su muñeca comenzaba a vibrar. Una pantalla holográfica se abría mostrando un mapa de la proximidad, un objeto acercándose con su misma latitud a toda velocidad.


    — Dragonite prepárate, toma acción evasiva— ordenó Rovkova.


    El objeto pasó tan rápido que no fue capaz de notarlo, si no fuera sido por aquella rafaga de viento que había sentido habría dudado que algo estuvo a punto de embestirlos, sea lo que fuera no podía ser posible, fuera del profesor y su familia, en aquel sitio no podía haber vida.


    ¿Había alguien más codiciando aquel mundo? ¿y si de verdad estaba habitado?


    Su vista fue atraía al momento por varios manchones verdes que contrastan con el café cobrizo que imperaba en el paisaje, estos poco a poco iban ganando dominio hasta que todo el paisaje frente a ella adquiría el mismo color, había plantas y se estaban moviendo.


    Luego del incidente, el último informe indicaba que se encontraban cerca del planeta destino, sin embargo tanto el arsenal como la persona que sabía usarlo se habían perdido, mientras ellos habían descendido a su suerte en aquel planeta potencialmente hostil.


    Doroty Rovkova le indicó a su pokémon que volara con todas sus fuerzas, puso la mano en su cinturón, dispuesta a lanzar a su poderoso Articuno que guardaba solo en casos de emergencia.


    — A mi señal usa tu aliento dragón a toda potencia…


    El pokemón dragón afirmó.


    Algo gigantesco se movía entre la maleza, como si se trataban de simples astillas hacia balancear los árboles de más de diez metros mientras se acercaban a él. Si criaturas así había en este mundo, muy seguramente su amigo sería historia y ella correría con la misma suerte.


    — Al menos caeremos con honor…¡ahor..!


    —¿Doroty?— exclamó una voz lejana—¡Doroty eres tú!— reafirmó con alegría.


    Siendo apenas un punto ante su vista, alguien la llamaba trepado en una de las ramas de los árboles que parecían moverse.


    —George ¿eres tú?— preguntó la chica incrédula.


    Un hombre barbado vestido con ropa hecha jirones le saludaba entusiasmado con una de sus manos mientras se tomaba de la rama con la otra.


    — ¡George estás vivo!—exclamaba la chica eufórica.


    Una vez que se encontraba más cerca observaba que debajo de él había una pequeña cabaña, de esta salía su mujer, una chica de piel morena oscura mientras que un par de niños jugaban con Aipom y Simisage colgando entre el follaje.


    — Claro que estoy vivo, estamos todos bien.— declaró su amigo


    Doroty voló con cuidado aproximándose a ellos para poder descender hasta donde se encontraban. Una vez que estuvo más cerca se encontró con unos enormes ojos rojos que la miraban, que a pesar de todo lograba reconocer. Una colosal cabeza se balanceaba mientras que de cuando en cuando desde su bulbo eran expulsadas cientos de miles de semillas que se dispersaba en la tierra comenzando a emerger en pequeñas vainas verdes.


    Una vez que pudo descender hasta la cabaña, George también había bajado hasta ella, esta le tendió la mano, pero él se lanzó para abrazarla.


    — Es un Venasaur gigante.—declaró la chica aún incrédula.


    — Te dije aquella vez cuando niños que había escogido el mejor pokémon— indicó George con cierta petulancia.


    Su esposa le dio un codazo y la invitó a pasar.


    — Niños venga, deben conocer a una amiga.


    — ¡Wow! ¡mira tiene un Dragonite!


    — ¡Vamos!.


    Doroty había imaginado los escenarios más optimistas en los cuales lograba a rescatar a la mayoría de ellos con vida, ni en sus mejores sueños habría pensado algo tan maravilloso como lo que había ocurrido en realidad.


    — Uno de mis muchachos fue quien lo descubrió en realidad— explicó el profesor.— decidimos explorar un poco por que la comida que teníamos con nosotros comenzaba a escasear, llevaba a Venasaur conmigo porque pude alimentarse del propio sol a diferencia de mis otros pokémon y es lo suficientemente grande para que pudiera defendernos de algún peligro.

    Jerry, se adelantó junto con él siguiendo un pequeño riachuelo, cuando regresó comenzó a comentar que Venasaur había crecido un par de centímetros frente a él, mantuve mis dudas hasta percatarme que tres días después ya era tan grande que la tecnología de la pokebola no podía contenerlo y — me la mostró partida a la mitad— se rompió. Aún no logro entenderlo, imagino que la influencia de un segundo sol, pero gracias a Venasaur...bueno…


    — Están terraformando este mundo.— completó Doroty emocionada.


    — Los pokémon comenzaron a llegar después, no sabemos si llegaron desde afuera con siempre se ha creído de Cleifary en la tierra o ya estaban aquí, esperando volver a tener sustento.—explicó Lizzie su esposa.


    — ¡Son especies totalmente nuevas!— dijo casi gritando George. — es un sueño Doroty.


    — Cuando venía hacia acá, vi algo volando…


    —Yo también lo he visto, bueno al menos lo he percibido, creo que es un dios pokémon de este mundo.—confesó cubriendo con sus manos su boca como si se tratara de un secreto.


    Ambos niños salieron de la cabaña con varias frutas en sus manos.


    — ¿A dónde van?— preguntó la teniente curiosa.


    — Les gusta darle de comer, vamos todos.


    Estando sobre él podía apreciar por completo su majestuosidad, lo que alguna vez fueron solo hojas ahora eran complejos ramales de gruesos troncos, su flor se componía de cientos de millones de flores pequeñas que soltaban pequeños pétalos como mariposas revoloteando al viento, sus patas, tan gruesas como montañas avanzaban varios kilómetros en cada paso, los niños emocionados soltaba frutas que descendían como si lo hicieran a un peñasco, pero terminaban en su boca, de la misma forma que unos cuantos krill en las enormes fauces de una ballena. El pokémon rugía contento.


    Doroty acariciaba a su Dragonite, que había esperado afuera observando al cielo, bajó la mirada y se encontró con la de George observandola.


    — Te dije que había elegido al mejor— presumió de nuevo.


    Ella rio meneando la cabeza, percatandose que todos esos años no había cambiado en nada.
     
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