Historia larga Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Dark RS, 7 Julio 2018.

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  1. Threadmarks: Capítulo 44. Reencuentro
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
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    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    2779

    Capítulo 44. Reencuentro



    El Coloso finalmente arriba, luego de seis largos días, al bosque donde aguarda Magnus. Es casi media tarde. No se ha detenido por completo el vehículo cuando Cereza se tira del puesto del conductor, pierde el equilibrio, pero logra mantenerse en pie, y corre para buscar al humano. Lo llama varias veces por su apodo, que ella piensa que es su nombre, pero no recibe respuesta alguna. Vuelve a subirse al trineo y comienza a recorrer el perímetro del bosque. Que éste frondoso lugar se encuentre rodeando una montaña muy grande, hace que sea difícil encontrar a alguien en la primera zona donde se busca.


    Les toma casi siete horas hallar a Magnus, quien les hace señales con las manos al verlos acercarse. La hija de Manzana se baja de un brinco del trineo, se abalanza sobre Magnus, el calor del cuerpo del chico la quema, pero está tan feliz de verlo que no le importa. El espectro usa el hechizo Frío sobre todos los Tempus y bestias, esto con el fin de hacer tolerable la presencia de Magnus para todos. Una ventaja de este hechizo es que evita que la persona sobre la que se usa se queme con el calor corporal, suponiendo la temperatura no sea extremadamente alta, por lo que Cereza comienza a estar más cómoda en su presencia.

    —Creí que no te volvería a ver —confiesa la chica, abrazándolo con más fuerza.

    —Hace falta más que un rey y un mamut negro para liquidarme —presume él, devolviendo el abrazo.

    —Eres un idiota mujeriego —musita ella, al momento que comienza a sollozar —. Tuve tanto miedo de no volver a verte. No sabía qué hacer, no sé que haría si te pierdo.

    —Lo siento, te prometo que lo volveré a hacer en la primera oportunidad que se me presente.

    —Lo sé, así eres tú —asegura ella, luego de soltarlo, tiene una hermosa sonrisa en el rostro.

    —¿Cómo están los...? —el humano se ve interrumpido cuando el lobo le salta encima y lo derriba, le comienza a lamer el rostro, moviendo la cola frenéticamente —. También me alegra verte, Remiel —se pone en pie y lo alza, el lobo está tan inquieto que le cuesta trabajo mantenerlo levantado.


    Frambuesa se acerca de forma tímida, deja de avanzar cuando está a unos cinco metros del de gabardina. No está segura de qué decir o qué hacer, lleva muy poco tiempo en el grupo y la mayor parte del tiempo lo ha pasado con Cereza. Ni siquiera está segura si le agrada Magnus o no.

    —Hola, Fran —saluda el de piel rosa —. Me alegra ver que estés bien.

    —Mmmm... Gracias... —susurra ella, sin atreverse a mirarlo.

    —No fue nada, si no querías irte aún, tenía que detener a tu padre.

    —¿Pa... Padre está bien? —cuestiona preocupada, ha tenido esa duda rondando su mente durante los últimos días.

    —No te preocupes, de echo me ganó, es muy fuerte y sabe muy bien cómo contraatacar, pero lo distraje lo suficiente como para que no pudiera ir tras de ustedes.

    —Menos mal —suspira aliviada, lo último que desea es que su padre salga herido por su culpa.

    —Por cierto, ¿dónde está Rata? —cuestiona el de gabardina.

    —El soldado de pacotilla está guardado en el cajón del trineo —informa la mayor de las chicas.


    Magnus va hacia el Coloso, de un solo salto sube por la parte posterior, encuentra al capitán Nance recostado contra uno de los largos cajones, que también sirven de asiento, está atado de pies y manos. Le parece que luce débil y desorientado.

    —Oye, si respondes algunas dudas que tengo te dejaré comer bien —propone el humano, observándolo fijamente, esperando que el hambre lo obligue a doblegarse.

    —No responderé nada —asegura, con el ceño fruncido, pero al borde del desfallecimiento.

    —Qué lástima —va hacia una caja de madera, que usan para guardar frutas y verduras, de donde saca un enorme y azulado racimo de uvas, se come una —. Están dulces, adoro que estén dulces.

    —No caeré en tus trampas —luego de decirlo se relame los labios imaginando el sabor de las frutas.

    —Por eso dije que es una lástima —se come otra, asegurándose de saborearla lentamente.

    —Solo por curiosidad, ¿qué quieres saber?

    —Es sobre los soldados de armadura negra —al decir esto la expresión de Rata cambia a una de sorpresa, la quita casi de inmediato, pero no lo bastante rápido como para evitar que Magnus notara su expresión —. Entonces sí lo sabes.

    —Tal vez. No, no sé. No sé nada.

    —Sé a la perfección que Delto no te mandó a espiarnos, es muy listo para planear algo tan estúpido y evidente. Quién te haya enviado seguramente cree que es más listo que el rey —supone Magnus, en voz alta con el fin de ver las reacciones del capitán.

    —No diré nada.

    —Bueno, pero recuerda que no comerás hasta que estés dispuesto a hablar —amenaza el de piel rosa, antes de bajarse del trineo, llevándose el racimo.


    Para el día siguiente, despiertan a un par de horas antes del amanecer. El entrenamiento de Cereza y Fan comienza a ponerse serio, al menos serio desde el punto de vista de ellas. A la mayor, Magnus la hace blandir su arma, el Orbe de Agua, en forma de espada para que se acostumbre a moverla. Luego la hace golpear una gran roca. La princesa realiza algo similar, pero con su bastón luminoso.

    —¡Esto no tiene sentido alguno! —reclama la mayor.

    —Claro que lo tiene —le dice el humano, a la vez que lucha, con sus propias manos, contra Remiel en su tamaño grande.

    —¡Esta cosa solo rebota y rebota cuando golpeo esta otra cosa! Solo me hace perder el control.

    —Exacto —derriba al enorme lobo y lo mantiene contra el suelo —. Si golpeas una armadura, tu arma retrocederá y dejará un espacio para que te contraataquen.

    —No entiendo nada, solo me haces perder el tiempo. Lo único que haces es torturarme. Eres un mujeriego idiota y torturador.

    —Espera —toma al lobo de la cola, lo hace girar un par de veces y lo lanza al aire, durante la caída recupera su tamaño normal, lo atrapa para luego ponerlo en el suelo con cuidado —. Te lo demostraré, así quizás lo comprendas con claridad.


    Magnus saca, de entre su gabardina, que está sobre la rama de un árbol cercano, una de las orbes artificiales, que asemejan una espada, la hace crecer hasta llegar al metro de largo.

    —Atácame —le pide a la chica de cabellera azul.

    —Esto es una estupidez —suspira —. Bueno, que más da, así me desquito de tus tonterías.


    Cereza ataca al chico usando su arma, él atraviesa su orbe artificial, lo que ocasiona que la espada de la Tempus retroceda, lo que el chico aprovecha para golpearla en el costado, usando la parte plana de la hoja. Ella cae al suelo debido al golpe.

    —Y es por esto que estás entrenando —golpea la roca con todas sus fuerzas, aunque su espada lo hace retroceder un poco, se recupera al instante y vuelve a una posición defensiva —. Incluso yo tardo un segundo en volver a mi instancia original, lo que considero una grave apertura en casos normales, pero los soldados de este país han demostrado ser muy lentos, por lo que no me preocupa en lo absoluto ese retraso —«excepto con Delto, él de verdad puede aprovechar ese segundo y matarme».

    —¡¿Y no pudiste explicarlo sin golpearme?! —reclama la que está en el suelo. Se pone en pie y lo toma del cuello de la camiseta.

    —No hubiera sido tan divertido —se burla el humano, ella lo comienza a sacudir con fuerza.

    —¿Esto es todo lo que haremos hoy? —cuestiona Fran, notoriamente agitada, no está acostumbrada a entrenar y tiene poca resistencia física.

    —Sí, tienen que acostumbrarse a una lucha prolongada, aunque prefiero una batalla corta, eso no siempre va a ser posible. Tienen que estar listas para estar combatiendo durante horas.

    —Eso no suena para nada asombroso —se queja la mayor, justo después de soltar al de cabello negro.

    —No lo es, pero tampoco vamos a suponer que nunca ocurrirá. Haremos un entrenamiento rotatorio, mañana entrenarán en sus propias habilidades.

    —Sí —acepta la princesa, decidida a mejorar.

    —Si no queda de otra —Cereza se siente frustrada.

    —Yo terminaré ya, iré a preparar el desayuno y luego de comer seguiremos hacia ciudad Estrella.

    —¿Siempre iremos hacia allá? —cuestiona Cereza, ansiosa por visitar una de las grandes ciudades.

    —Claro, quiero ver cómo viven en esas ciudades, tengo que ver las diferencias que hay al compararlas con otros poblados —se da la vuelta para ir a comenzar a hacer la comida —. Por cierto, hay un lago pequeño por aquí cerca, si quieren se bañan antes de comer.

    —Tú lo que quieres es vernos sin ropa —dice la de cabello azul, con el rostro azulado.

    —Usaré todo mi auto control para no hacerlo —sonríe antes de irse.

    —¿En verdad crees que nos espíe? —cuestiona Frambuesa, preocupada.

    —Claro que no, solo lo molestaba, él sabe muy bien cómo respetar los límites personales, no te preocupes, Fran.

    —Menos mal.

    —Sigamos el entrenamiento por unos minutos más.


    Magnus pone agua en una olla grande, luego coloca trozos de carne de cabra y un par de zanahorias rosas picadas en rodajas, toma una patata, pero se da cuenta que solo quedan cinco y prefiere guardarlas para otra ocasión. Calienta la olla, al producir un intenso calor desde sus manos, otro de los regalos que le legó el alma de Opal. El agua comienza a burbujear, prueba un poco, aunque le encuentra buen sabor, desea que hubiera sal para que sepa aún mejor. Se sirve una porción y pone a enfriar el resto al rodear la olla con nieve.


    Luego de comer y al notar que la comida está tibia, lo que es la mayor temperatura tolerable por los Tempus, sirve una nueva porción y se la lleva al interior del Coloso. El aroma hace que a Nance le ruja el estómago casi de inmediato, incluso se incorpora para intentar ver lo que hay en tazón de madera.

    —¿Listo para hablar? —cuestiona el humano, colocando la sopa con trozos de carne y zanahoria frente al prisionero.

    —Yo... —traga saliva, el aroma lo está torturando más que la falta de alimento —. No hablaré nunca...


    Se quedan en silencio durante varios minutos. El olor que despide la comida es tan tentador que el capitán siente la necesidad de hablar, pero a la vez sabe que no debería.

    —¿Qué se supone quieres saber? —pregunta el prisionero, comenzando a doblegarse. Puede saborear la comida con el solo aroma.

    —No fue el rey la persona que te ordenó infiltrarte en nuestro grupo, ¿cierto?

    —Yo... Él... —el hambre nubla todo honor de soldado que le queda —. No fue él, fue su hijo.

    —Oh, ¿qué cargo tiene ese hijo?

    —Es comandante, bajo las órdenes directas del rey —confiesa, relamiéndose los labios, algo de saliva escapa de su boca.

    —¿Quiénes son los soldados de armadura negra?

    —Son... —la respuesta a esa pregunta le trae pesar, ya que responderla significaría traicionar a su mejor amigo y superior.

    —No te preocupes, en cuanto respondas te permitiré comer, incluso puede que te dé una segunda porción —propone el de piel rosa, para endulzar el trato.

    —Somos todos los que estamos bajo las órdenes del comandante Delto, más otros cuantos de otras unidades. Se supone que usaremos armaduras negras el día que su plan de quitar a su padre del poder se lleve a cabo.

    —¿Por qué ese color tan llamativo?

    —Solo sé que lo eligió porque quiere que sus soldados sean lo opuesto a los de su padre. ¿Viste soldados de armadura negra?

    —Algo así, hay varios cadáveres con armadura negra en el bosque —informa, dejando de lado los detalles de lo ocurrido.

    —Ya debió haber iniciado su plan —ríe complacido —. Es un pena que no pueda estar presente en su ascenso al poder. ¡Larga vida al rey Mora Delto Segundo!

    —Bien, es todo por ahora —intenta desatar la soga que mantiene inmóvil al soldado, pero tiene un nudo demasiado complicado como para soltarlo, saca una daga de entre su gabardina y corta desde el nudo, para tratar que quede la mayor parte de la soga intacta —. Come lo que quieras.


    Nance toma el tazón de madera con desconfianza, pero huele tan bien que se arriesga, toma un poco de la sopa, que presenta un inusual color café oscuro. El sabor del líquido es mucho más fuerte de lo normal, no sabe aguado, sino muy similar a la carne en sí.

    —Nunca había probado algo tan sabroso —confiesa, casi al borde del llanto por finalmente probar alimento, aunque es algo exagerada su reacción al solo llevar un par de días sin probar bocado.

    —Descubrí como preparar mejor los alimentos, al menos la sopa.


    Rata termina comiendo una segunda porción. Luego es atado nuevamente, pero después de comer así no le importa en lo absoluto ser un prisionero. Ahora que tiene el estómago lleno duerme plácidamente.


    Magnus va hacia donde aguardan las chicas. Las ve con el cabello mojado, y usando ropa ligera, lo que evidencia que si fueron al lago a bañarse. Fran tiene el rostro azulado, y evita el contacto visual con la mayor.

    —Te tardaste mucho, danos de comer —exige Cereza, a lo que el lobo y el lince asienten enérgicamente. Estos también tienen el pelaje húmedo.

    —¿Te das cuenta que la comida está ahí a la vista y que puedes servirte sola? —reclama el humano.

    —No seas llorón y sirve de una vez que me muero de hambre.


    El de gabardina les sirve un plato a cada una de las chicas y a cada una de las bestias carnívoras. Ya los alces comieron su alimento especial desde antes, y al ser herbívoros igual no les puede dar a probar la comida al esta contener carne.

    —¡Está asombroso esto! —exclama la mayor, saboreando el caldo.

    —Es verdad —añade Fran —. Ni en el castillo servían una sopa con tanto sabor.


    Las bestias devoran su comida en un instante y luego voltean a ver hacia el humano con una mirada suplicante, el lince incluso maúlla de manera adorable. Magnus les sirve otra porción, que también devoran en un instante, para pasar de inmediato a pedir una tercer ronda.



    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta/Orbe Artificial Delta/Orbes Artificiales (3 Espadas)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua/Bombas de Humo Venenoso/Bombas Somnífero/Resacas (Bombas Venenosas y Somníferas)
    Estilo de Lucha: Soporte
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Nance Dulcio Segundo
    Apodo: Rata
    Profesión: Capitán del ejército
    Edad: 19 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Cuchillas Aserradas
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Frambuesa Delto
    Apodo: Fran
    Profesión: Princesa/Segunda Heredera al Trono
    Edad: 15 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Báculo Luminoso (¿?)
    Estilo de Lucha: Sanadora
    ______________
    Nombre: Bun
    Género: Femenino
    Raza: Lince Blanco Manchado
    Armas: Garras y Colmillos
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
     
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  2. Threadmarks: Capítulo 45. Repercusiones
     
    Dark RS

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    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
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    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    2988

    Capítulo 45. Repercusiones



    Esa misma mañana, en el castillo, el comandante Cate entra en el salón del rey, donde el soberano se encuentra mirando hacia la nada, como si pensara en algo que lo preocupara. El de armadura dorada sabe que preguntar la razón de la melancolía del rey sería una pérdida de tiempo, ya que razones es lo que le sobran al rey Delto para estar triste; la desaparición de su hija menor, la traición y subsecuente muerte de su hijo mayor, eso sin mencionar a los molestos rebeldes que ya han atacado tres de las cuatro bases principales.

    —Mi señor —dice Cate, para llamar la atención del soberano.

    —Comandante Cate, imagino que me trae el informe sobre los poblados que sufrieron daños debido a las fuerzas de mi hijo.

    —Sí, mi señor —afirma el Tempus obeso, sintiéndose nervioso.

    —Comience con las ciudades bajo nuestra protección —pide Delto, sin mostrar emoción en su rostro.

    —Ninguna de las seis ciudades del sureste fueron atacadas, tampoco lo fue el Templo de Justicia, los caminos parecen intactos, los puestos de control reportan que no han habido avistamientos de soldados en armadura negra y las casas de descanso parecen no tener información sobre nadie sospechoso en las últimas semanas.

    —En resumen —dice el rey impaciente —, no hubieron ataques a las ciudades bajo nuestra protección.

    —En efecto, mi señor.

    —¿Las ciudades comerciales? —interroga con mayor interés, ya que son de las que más productos se sacan, tanto para el ejército como para el castillo.

    —La Ciudad Comercial de Dos Ríos recibió el ataque de casi mil soldados traidores, además de seis capitanes y un teniente, pero fueron repelidos por los locales, al parecer prepararon una ofensiva veloz que acabó con todos los invasores en las puertas norte y oeste de la ciudad. Se supone usaron hechizos de limpieza y flechas para hacerlo.


    El rey Delto comienza a reírse como si alguien hubiera contado el mejor de los chistes, incluso tiene que sostenerse para no caerse de su asiento. Para cuando se tranquiliza un poco se limpia una lágrima que le brotó del ojo derecho.

    —Perdone mi rudeza, comandante, es solo que hace años que no recordaba esa estrategia —se excusa el soberano, sin borrar la sonrisa.

    —¿Ya la conocía? —cuestiona el comandante confuso.

    —Oh, claro que sí, Ciudad Comercial de Dos Ríos fue una de las mayores aliadas de los Generales Blancos cuando derrocamos al rey anterior.

    —Pensé que solo habían comerciantes en ese sitio.

    —Son comerciantes, pero no olvide que para luchar no se necesita ser guerrero de nacimiento, si no lo cree, recuerde que Manzana Cortes comenzó como un simple agricultor —se queda pensativo por un momento —. Si lo analiza bien, solo Nance Dulcio y Piña Fortaleza eran verdaderos guerreros.

    —Su majestad es un guerrero formidable —alaga el comandante, que aunque suena a que lo hace para quedar bien, el rey en verdad es el mejor de los guerreros que ha conocido, incluso se supone puede derrotar a cualquiera de los Generales Negros en un instante.

    —Gracias por el cumplido, comandante Cate, pero soy más un estratega que un guerrero —hace silencio por un instante, recuerda el tema que trataban —. Como decía, en esa ciudad hay una mujer que en verdad se puede decir que es una guerrera, creo que su nombre era Manzana Pera, mejor conocida como la Tormenta. Si usaron esa estrategia para repeler a los soldados negros significa que sigue con vida. Es una mujer resistente.

    —Si su majestad habla bien de ella, significa que debe ser alguien inigualable.

    —Debe tener entre sesenta o setenta años hoy en día, pero cuando la conocimos era muy buena luchando, le ganó a Piña y Nance en muchos calentamientos, sin duda le hubiera dado el puesto de General Negro sin pensarlo, pero, desgraciadamente nunca quiso ser parte del ejército, su pasión eran las antigüedades. Siempre decía que abriría una tienda donde vendería antigüedades —Delto recuerda con nostalgia los tiempos en que apenas estaba comenzando sus veintes —. ¿Qué hay de la otra ciudad mercantil?

    —Ciudad Comercial del Río Hondo no tuvo la misma suerte, me temo mucho —informa el de armadura dorada, sintiendo que solo es mensajero de malas noticias.

    —¿Qué tan mal están? —cuestiona preocupado.

    —Habían casi quinientos soldados negros habitando ahí, me temo destruyeron todos los campos y las grandes tiendas, se calcula que mataron a casi cinco mil de los habitantes de ese lugar. Prácticamente era una ciudad controlada por los soldados negros.

    —¡Eso es monstruoso! —exclama el rey, más que furioso —. Eso es casi el setenta por ciento de la población de esa ciudad. Jamás se debe atacar una de las ciudades mercantiles, son el corazón del país.

    —Aún quedan otras dos en nuestras ciudades.

    —Estrella apenas si es tan grande como la Ciudad Comercial de Dos Ríos y, aunque, ciudad Arpa es la más grande de las cuatro, está en el extremo noreste del País Helado, demasiado lejos de las bases y el castillo —se queda en silencio por un instante, lamentando esa pérdida —. Que se envíe todo lo necesario para iniciar la reconstrucción, incluso que se ofrezca a los habitantes de los poblados pequeños llevarlos a Río Hondo, que lo más pronto posible lleven agricultores, criadores de bestias y comerciantes. Mande un grupo de cazadores para capturar animales y llenar los potreros, todo debe hacerse lo más pronto posible.

    —Me encargaré de dar la orden, mi señor.

    —¿Qué hay de los demás lugares?

    —Luego de revisar todo el país de forma aérea, se tiene con seguridad que hay soldados negros solo en seis poblados: Honorium, San Husto, Hogar al este de Río Hondo, Snakke, Poblado del Lago Gris y Ciudad Verde —hace silencio por un momento —. Hay de cincuenta a trescientos soldados máximo por cada una de esas ciudades.

    —En ese caso envíe las siguientes órdenes: que la teniente Mango vaya a Honorium y luego se encuentre con el capitán Nano y tomen de vuelta la Ciudad Verde, que la General Negro Horia vaya a Snakke. En cuanto a Lago Gris, creo que los tenientes Carado y Ñame están cerca —intenta recordar el nombre de los altos rangos en las cercanías de las demás ciudades —. Si mi memoria no me falla, la comandante Apio está cerca de la montaña del Aventurero haciendo una investigación, así que puede ir a San Husto. En lo referente a ese pequeño poblado de Hogar, que algunos de los soldados de Ciudad de Río Hondo crucen el río y vean si vale la pena reconstruir ese sitio, de lo contrario que lleven a los sobrevivientes de vuelta a Río Hondo.

    —Mi señor, con todo respeto... —no está seguro cómo decirle al soberano que no puede dar órdenes solo basado en su instinto, ni siquiera revisó los informes de localización que están guardados en el salón de estrategias.

    —¿Duda de mi juicio, comandante Agua Cate? —interroga con firmeza el de armadura de platino.

    —No, mi señor, claro que no...


    Delto se levanta de su asiento, va hacia la pared a su derecha, hace presión sobre una parte, donde resulta que hay un botón que es del mismo color que la pintura de las paredes. Una pantalla, de cinco metros de largo, dos de alto y cinco centímetros de grueso, se produce desde el techo, la misma se enciende y muestra un mapa del País Helado, con detalles perfectos del relieve y poblados. Algunos puntos están dispersos por todo el mapa, los hay en diversos colores: la mayoría color café, le siguen en número los grises, luego amarillos, hay uno solo en color azul, rojo, rosado, verde y blanco.

    —Todos los días —narra el rey — leo los informes sobre las localizaciones de cada capitán, teniente, comandante y General Negro y actualizo este mapa, prácticamente me lo sé de memoria. Si revisa los nombres que aparecen al tocar cada punto cercano a los poblados que están siendo invadidos, verá que son los nombres de los soldados que nombré con anterioridad.

    —¿Lo puedo tocar? —cuestiona el comandante, Delto asiente.


    Cate se quita el guante de metal dorado, quedando con la mano desnuda, se limpia el sudor usando un pañuelo, luego toca con cuidado sobre un punto dorado que está en la montaña del Aventurero, aparece escrito, en el idioma de los Tempus, un texto que muestra la información de una comandante.



    Comandante Hoja Apio
    Edad 32 años. 52 efectivos. Superior: GN Norojo
    OA: Lanza


    La admiración por parte del comandante Cate es más que notoria. Ha escuchado rumores que dicen que existe una computadora en el salón del rey, pero nunca la había visto en persona.

    —¿Esta es una de las computadoras de mi maestra? —cuestiona el hombre obeso, presionando otro punto del mapa, esta vez uno amarillo que está sobre el castillo.



    Comandante Agua Cate
    Edad 35 años. 16 efectivos. Superior: R Delto
    OA: Ballesta


    —Incluso mi información se encuentra actualizada —añade el comandante, al notar que está la cantidad actual de subordinados que tiene a su cargo. Perdió a muchos buenos amigos por culpa del ataque al castillo.

    —En efecto, esta es la computadora que creó la General Negro Aguasta justo antes de desertar.

    —Nuestra tecnología existe gracias a ella; las cámaras, los cerrojos electrónicos, la comunicación entre bases, las aves mensajeras artificiales, prácticamente todo lo que nos facilita la vida cotidiana se lo debemos a ella —comenta con gran admiración, recordando con nostalgia los años que pasó siendo el aprendiz de tan remarcable mujer —. Gracias por el privilegio de permitirme tocar esta maravillosa máquina —hace una reverencia.

    —Vaya a cumplir mis órdenes, comandante Cate.

    —Por supuesto, mi señor —sale de inmediato, para repartir las órdenes y enviar aves mensajeras.


    Una vez a solas, el rey presiona nuevamente el botón, haciendo que la pantalla regrese a su escondite. Va hacia uno de los balcones y pierde la mirada en la lejanía, sin ver un lugar en específico.

    —Si tan solo ella no se hubiera perdido en sus experimentos nuestro país sería perfecto —ve hacia abajo, donde un grupo de soldados entrenan dando vueltas alrededor del castillo.


    El gran trineo de lujo, que es propiedad de los auto nombrados nuevos Generales Blancos, lleva varios días en su camino hacia la ciudad comercial llamada Estrella. Cereza nota que hay una gran edificación en frente, por lo que va hacia ese sitio. Al acercarse puede apreciar con mayor detenimiento las características del edificio; es de tres pisos, hecho de madera pintada de negro, para que sea más fácil de distinguir entre la nieve, hay un enorme corral de ciento cincuenta metros de ancho por doscientos de largo, donde varios alces y cabras pastan. Siete trineos se encuentran estacionados al lado derecho del edificio, cinco de los cuales tienen el escudo de Delto pintado en un costado.

    —¿Qué piensas? —cuestiona Cereza, preocupada por los trineos que es más que evidente que pertenecen al ejército.

    —Cada uno de esos trineos parece que puede llevar unas cinco o seis personas, suponiendo las seis, habrían unos treinta soldados aquí, mientras no haya un comandante no deberíamos tener problemas, o es pienso —comenta el humano, estudiando los trineos. Se encuentra sentado al lado de la chica.

    —Me parece que eres muy positivo —reprende la Tempus —. Ya todos deben estar buscando a alguien de piel rosa por todas partes, sin mencionar que la hija del rey viaja con nosotros y tenemos a un capitán encerrado aquí atrás.

    —Qué negativa que eres. Tenemos algo de maquillaje, suficiente como para hacerme pasar por Tempus, no dejamos que le vean el rostro a Fran y en cuanto a Rata solo lo amordazamos.

    —Primero probemos cómo luces de azul, luego veremos qué hacer con el resto de problemas.


    En el interior del vehículo, Cereza le maquilla el rostro y cuello al humano, en color azul oscuro, al tener gabardina de manga larga, pantalones largos, botas y guantes, no es necesario pintarle ninguna otra parte del cuerpo.

    —Eres mucho más apuesto de azul —alaga ella, con el rostro azulado.

    —¿Si paso por Tempus?

    —Sí, en apariencia sí —afirma Frambuesa.

    —Eres muy apuesto —repite la mayor mirándolo fijamente, «no me molestaría que se quedara así siempre».

    —Ya lo habías dicho —dice Magnus, incómodo por la forma en que la chica lo mira —. Siento que me violas con la mirada.

    —No me molestaría que me violes a mí —le susurra antes de guiñarle un ojo.

    —No gracias. Mejor disfracemos a Fran.

    —Pues, supongo que no hay muchos que hayan pasado mucho tiempo viendo a la princesa, así que con algo simple debería bastar —propone Cereza, mirando a la joven —. Creo que lo tengo.


    Le pone a Frambuesa una bufanda que le queda grande y le cubre hasta la boca, además de una pañoleta sobre el cabello, que esconde bajo el abrigo blanco.

    —¿Qué te parece? —cuestiona orgullosa la de cabellera azul.

    —¿No es así justo como se presentó Rata?

    —Sí, pero funcionará, la verdad pasa desapercibida, ¿no crees?

    —¿De verdad soy irreconocible? —cuestiona la princesa, queriendo verse en un espejo para comprobarlo. Bun la ve por un momento, pero no la encuentra para nada diferente, bosteza y se echa para dormir un rato.

    —Qué te diré —le responde el humano —, pareces una Fran con bufanda y pañoleta.

    —¡Oye, es un estupendo disfraz! —reprende la de cabello azul, frunciendo el ceño. Remiel, que dormía, se despierta debido al grito y comienza a ladrar.

    —Oh, no, ¿a dónde se fue Fran? No la encuentro más, solo veo a esta chica desconocida que no había visto nunca en mi vida, ¿quién podrá ser esta extraña misteriosa? —se burla el chico.

    —Tampoco exageres, tarado mujeriego —insulta la de cabello azul, sintiéndose menospreciada.



    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta/Orbe Artificial Delta/Orbes Artificiales (3 Espadas)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua/Bombas de Humo Venenoso/Bombas Somnífero/Resacas (Bombas Venenosas y Somníferas)
    Estilo de Lucha: Soporte
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Nance Dulcio Segundo
    Apodo: Rata
    Profesión: Capitán del ejército
    Edad: 19 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Cuchillas Aserradas
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Frambuesa Delto
    Apodo: Fran
    Profesión: Princesa/Segunda Heredera al Trono
    Edad: 15 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Báculo Luminoso (¿?)
    Estilo de Lucha: Sanadora
    ______________
    Nombre: Bun
    Género: Femenino
    Raza: Lince Blanco Manchado
    Armas: Garras y Colmillos
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Mora Delto
    Apodo: El Brillante
    Profesión: Rey del País Helado/General Blanco
    Edad: 45 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Orbe Artificial Alpha (Espadas Gemelas)
    Estilo de Lucha: Espadachín
    ______________
    Nombre: Agua Cate
    Apodo: -
    Profesión: Comandante del Ejército del País Helado/Comandante de la División de Investigación
    Edad: 35 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado
    Armas: Orbe Artificial (Ballesta)
    Estilo de Lucha: -
    Lugares:
    -Templo de Justicia: Templo dedicado a la adoración del Dios Supremo Justicia. Localizado al sureste del bosque de las Ratas. Los monjes utilizan túnicas color blanco.
    -Arpa: Ciudad comercial de mayor tamaño del País Helado. Se localiza al extremo sureste del país.
    -Estrella: Ciudad comercial localizada entre la montaña del Lago Viviente y la montaña del Mamut Negro. Parte de las ciudades del sureste.
    -Ciudad Comercial del Río Hondo: Localizado al este del país. Fue afectado por el ataque de los soldados negros y actualmente se le considera en ruinas.
    -Ciudad Verde: Localizada al sur del bosque del Cedro Amarillo.
    -Poblado del Lago Gris: Localizado al sureste del Lago Gris.
    -San Husto: Localizado al norte de la montaña del Aventurero.
    -Snakke: Localizado entre los ríos Ball Yuu Juu y Lago Gris.
    -Montaña del Aventurero: Montaña localizada al noreste del País Helado. Habitada por bestias salvajes y muy transitada por troles de hielo.
    Otros:
    -Maquillaje: Polvos y pinturas que sirven para pintar partes del cuerpo de alguien. Normalmente se utilizan para resaltar ciertos rasgos en el rostro u ocultar cicatrices.
    -Computadora de Rastreo: Computadora localizada en el salón de rey, la cual se encuentra oculta en el techo del mismo. Su pantalla es táctil. Su función primordial es la de almacenar información de localizaciones, números de subordinados, nombres y clase de orbe artificial que posee cada soldado de rango capitán y superior.
     
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  3. Threadmarks: Capítulo 46. Posada de Paso
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
    Miembro desde:
    20 Marzo 2012
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    1,641
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    3100

    Capítulo 46. Posada de Paso



    El humano y las dos Tempus entran al edificio negro, las dos últimas no muy convencidas de que sea una buena idea, sabiendo que hay soldados dentro, el riesgo de ser atacados aumenta. El interior es bastante amplio, casi da la impresión de ser más grande por dentro de lo que es por fuera. Una enorme alfombra roja, con rayas verdes que la cruzan de manera diagonal, cubre la mayor parte del suelo de madera barnizada. Hay diez mesas de forma ovalada, con tres sillas de madera cada una, en la parte opuesta a la puerta de ingreso, cada mesa está colocada junto a una amplia ventana por la que se puede ver el exterior, un paisaje monótono y blanco, sin importar desde cual de todas se mire. Unas escaleras de caracol de metal suben al segundo piso.


    Hay un hombre, como de sesenta años, tras un mostrador de piedra tallada, sentado en una cómoda mecedora de madera, usa un overol verde, camiseta blanca, su piel es celeste muy claro, cabello casi inexistente entre gris y blanco, barba gris poblada, ojos negros y una cicatriz que le recorre toda la frente. Parece estarse quedando dormido, pero al ver a los viajeros se despabila.

    —Buen día, viajeros —saluda el hombre, en voz baja, se lame los labios resecos, intentando humedecerlos.

    —Buenos días —devuelve Magnus el saludo, sin perder de vista las escaleras de metal.

    —¿Qué los trae a la Posada de Paso Cielo Estrellado? ¿Alojamiento, comida o cuidado de bestias? Se les hace precio si necesitan los tres —informa el recepcionista, poniéndose en pie.

    —¿Qué precios ofrece, estimado señor? —interroga el humano interesado, no quiere gastar mucho, ya que el dinero les comienza a escasear.

    —Por cada noche de alojamiento se cobran treinta bronces por habitación, sin comida incluida. Cada comida les cuesta cinco bronces extra por porción individual, en cuanto a cuidado de bestias varía dependiendo de la bestia en sí: cachorros de cualquier bestia de carga pequeña son dos bronces, cabras, tanto domésticas como de cuernos de roca son tres bronces, alces de un cuerno salen en cinco bronces, los de dos cuernos en siete bronces, mamut blanco joven en diez bronces, uno grande en veinte bronces, el mamut negro sale en cincuenta bronces y las bestias salvajes salen en una plata. Comprenderán que es peligroso tratarlas —explica por adelantado, al ver un lobo que se asoma desde el interior del trineo en el que viajan los recién llegados.

    —Nos quedaremos u… —comienza a decir Magnus, pero se ve interrumpido cuando un grupo de diez soldados bajan por la escalera de caracol.


    De los soldados, nueve de ellos usan armadura blanca, el décimo lleva puesta una armadura de color plateado, lo que demuestra su rango como teniente. El teniente es muy alto, de piel azul oscuro, ojos grises, cabello hasta media espalda de color café claro, no lleva puesto su casco, a diferencia de sus subordinados.

    —No recuerdo haberlos visto antes —comenta el de armadura plateada, al ver a los extraños, algo en ellos le llama poderosamente la atención, pero no logra descifrar qué.

    —Somos comerciantes de camino a Estrella —le responde Magnus, con un tono calmo.

    —No me parecen conocidos, creí conocer a todos los comerciantes y viajeros que pasan por esta posada de paso —los ve con desconfianza. La menor de los viajeros se oculta tras la mayor.

    —Es nuestro primer viaje a ciudad Estrella, venimos desde Stel Lum, me llamo Magnus, esta pequeña es mi hermana y esta bella chica —abraza a la hija de Manzana —es mi prometida Cereza. El rostro de la chica se azula por completo, las palabras de Magnus la toman por sorpresa y no está segura en si debe decir o hacer algo para seguirle el juego.

    —Escuché que reconstruyeron ese poblado recientemente —menciona el teniente, aún teniendo esa sensación de duda en su cabeza.

    —Sí, nos costó mucho reconstruir Stel Lum, y falta aún mucho por hacer, pero ahora que ya la ciudad está a flote se decidió enviar comerciantes a distintos lugares para volver a abrir las relaciones comerciales. Y nos tocó la lotería de ciudad Estrella —explica el humano, inventando la historia a medida que va hablando. Aunque no le gusta mentir, Magnus es muy bueno para hacer que las personas se crean lo que dice, ya sea verdad o no.

    —¿Qué comercian? —interroga el soldado de alto rango, mirando con seriedad al joven que afirma ser un comerciante. Pero no le encuentra sentido a su historia, tiene más la apariencia de ser un soldado que un comerciante.

    —Pieles y semillas, pero no cualquier clase de semillas; semillas de nance y sandia blanca.

    —¿Podemos revisar esas supuestas semillas? —pregunta uno de los soldados, adelantándose a su superior.

    —Claro —permite Magnus —. Ya vuelvo, amorcito —besa en la mejilla a Cereza, quien siente que se derrite ante el contacto de esos cálidos labios contra su piel.


    El teniente y un par de soldados salen junto con Magnus para revisar el cajón del trineo, Fran siente incertidumbre sobre la seguridad de sus compañeros, a ella no le harían nada si se enteraran de quien es, simplemente la llevarían de vuelta al castillo, pero no cree que sus acompañantes corran con la misma suerte. Luego de unos minutos, Magnus y los de armadura vuelven a entrar, vienen riéndose como si fueran amigos de toda la vida.

    —En verdad creo que estas botellas de vino se venderán aún mejor que las semillas —comenta el teniente, trae un par de botellas de vidrio que Cereza reconoce como de las que llenó con el vino que ella misma fabricó.

    —Como notó, solo tenemos unas pocas, pero parece una persona que sabe apreciar lo bueno, mi estimado teniente Remolacha —dice el humano sonriente.

    —Oh, es delicioso; dulce y fuerte, esto despertaría a un muerto —el de alto rango parece complacido por las botella que adquirió.

    —Pero son las únicas que le daré por un solo oro, tenemos planeado venderlas por mucho más en Estrella, así que no se las tome de una vez, o las tendrá que comprar muy caras en la ciudad —aconseja el joven de cabello negro.

    —No prometo nada, ¿cierto, muchachos? —los soldados gritan apoyando a su superior —. Los dejo a que se registren. ¡Vamos, muchachos! Hay suficiente como para dos o tres copas cada uno —todos los de armadura ovacionan al teniente por su ofrecimiento.


    Los soldados van hacia las mesas, una mujer mayor baja las escaleras, llevando algunos pequeños vasos de piedra negra, coloca uno enfrente de cada soldado y luego vuelve a subir sin decir ni una sola palabra.

    —Oye, ese es mi vino —reclama Cereza, en voz baja.

    —Todavía quedan diez botellas, no te quejes —reprende el humano —. Señor —dirigiéndose al hombre de la recepción — nos quedaremos hasta mañana, una sola habitación, una cena y desayuno para tres personas y que cuiden a nuestros dos alces de dos cuernos, lobo de las altiplanicies y lince miniatura manchado, por favor.

    —Por supuesto —dice el que está tras el mostrador, saca un papel y un lápiz, comienza a hacer los cálculos de la cuenta — su total sería de dos platas con setenta y cuatro bronces.

    —¿Qué pasa con el descuento del que habló? —cuestiona la mayor de las chicas, al darse cuenta que está cobrando completo el monto.

    —Me temo que solo aplica si por cada día que se quedan piden tres comidas —explica el hombre un poco apenado de no haberlo explicado antes.

    —No me parece justo —reclama la de cabello azul, aunque acepta que no se le puede hacer precio a todos o se va a terminar yendo a la quiebra.

    —No te preocupes —la detiene el chico, coloca tres monedas de plata sobre el mostrador —. Quédese con el cambio.


    Los tres suben al segundo piso, que es donde hay seis habitaciones, tres de cada lado, entran en la del medio a la derecha. El cuarto no es muy amplio, hay una cama lo bastante grande como para dos personas, un sofá pequeño, a menos de metro y medio de la cama, el piso es de madera barnizada en café claro, las paredes también son de madera y del mismo color, hay una ventana pequeña cubierta por cortinas blancas. Además de un par de sillas junto a una mesa pequeña redonda que está al lado opuesto de la cama, cubierta por un mantel azul. No hay más muebles o adornos, lo cual se agradece, ya que el cuarto ya luce muy atiborrado con las pocas cosas que hay.

    —Supongo que es por esto que es mucho más barato que en esa posada en Dos Ríos —comenta la mayor, observando lo pequeña que es la habitación.

    —Mucho más barato —recalca el humano, que esperaba más o menos esto.

    —Por cierto, ¿cómo lograste que los soldados no vieran a Rata? —cuestiona curiosa Cereza.

    —Me subí primero y le puse el Orbe Artificial Épsilon, así que no lo podían ver, como estaba amordazado no hacía mucho ruido y Remiel se encargaba de enmascarar los balbuceos. Bueno, en fin, saldré un rato, hagan lo que quieran hasta que regrese.

    —¿A donde vas, amorcito? —pregunta Cereza, avergonzada por haberlo llamado así.

    —Hay que limpiar el coloso, me pareció ver un pozo al otro lado del edificio —dice antes de salir del cuarto.


    Magnus lleva al Coloso hacia el otro lado de la posada, tuvo que pagar dos platas adicionales, pero le permitieron utilizar el agua del pozo. Saca todas las cajas y pieles, limpia en primer lugar los grandes cajones que hay en el interior, luego el piso y las partes de metal. Cambia la gran carpa que rodea el cajón por el repuesto, lava con cuidado la que acaba de quitar y la deja extendida secándose, algo que está seguro tomará una eternidad y no se le ocurrió pensar antes. Limpia las cajas de madera y las acomoda de nuevo en su lugar, incluyendo al prisionero, quien no encontró divertida la forma en que fue arrojado. Baña a Remiel y a Bun, quienes terminan temblando de frío y con el pelo pegado al cuerpo por la humedad, una escena muy graciosa de presenciar, aunque, por sus expresiones de odio, para ellos no es divertido. Los seca con algunas pieles y luego los deja irse a recorrer los alrededores, esperando no se ensucien, la imagen de tres lobos llenos de lodo se le viene a la mente.


    Tres soldados se acercan al humano, este se coloca rápidamente la gabardina y se baja el ruedo de los pantalones, ya que se había puesto así para hacer más cómoda la labor de limpiar. Se revisa en un pequeño espejo que trae en su bolsillo, ve que no se le ha corrido el maquillaje, por lo que permanece tranquilo.

    —Buenas —saluda a los de armadura.

    —Mi padre hacía lo mismo —comenta una de los soldados —. Solía lavar su trineo cada vez que volvía de sus viajes, verás, él era comerciante también, claro que no tenía un vehículo tan lujoso como este, era como de la mitad de este, pero me trae recuerdos.

    —Seguro está orgulloso de su hija —le responde el humano, mostrando simpatía.

    —Me gusta pensarlo, pero murió cuando yo tenía quince, un día salió como solía hacerlo pero ya no volvió. Encontraron su trineo destrozado, dicen que fue atacado por el Terror Blanco —la soldado suspira nostálgica.

    —Lo lamento —para el humano escuchar esa clase de historias siempre es difícil, le recuerda como sus padres fueron asesinados cuando él era pequeño.

    —Intento hacer mi trabajo lo mejor que puedo, para honrar su memoria —cierra los ojos, se quita el casco, dejando ver su larga cabellera naranja, que hace perfecta armonía con sus enormes ojos verdes y piel celeste claro —. ¿No habrás visto soldados de armadura negra en lo que has estado viajando?

    —No, no me suena la verdad —miente, esperando que no indague más en el tema.

    —Si los llegas a ver avisa a cualquier soldado que veas, tenemos la orden de eliminarlos a todos, son traidores que intentaron derrocar al rey Delto, pero fallaron pobremente —explica otro de los soldados, casi riendo.

    —¿Entonces ejecutarán a cualquier soldado de armadura negra que encuentren? —cuestiona el humano en voz alta, para asegurarse que Rata lo escuche.

    —Es correcto, bueno, solo quería ver este vehículo de cerca, perdona la interrupción —se despide la soldado antes de retirarse junto con sus dos compañeros en armas.


    El de gabardina sube al coloso, va hacia el fondo, agarra algo invisible y lo sube, en su mano aparece el collar de perlas azules al mismo tiempo que Nance se hace visible. El capitán tiene una expresión derrotista, como si todas sus esperanzas se hubieran acabado en un instante. Le baja la mordaza.

    —Ya los escuchaste —dice el humano, mirándolo con seriedad — ¿Qué harás?

    —¿Te parece divertido todo esto? ¿Disfrutas mi sufrimiento?

    —Solo confirmaba —lo noquea de un golpe en el cuello, le sube de nuevo la amordaza y luego le coloca el collar azul que lo vuelve invisible en el acto.


    Termina de guardar las cosas, incluyendo la lona que quitó del trineo, la cual tuvo que secar con varias pieles, al resignarse que sería imposible que se secara con la humedad del ambiente. Luego regresa al interior de la posada, a unos minutos del anochecer. Encuentra al teniente y algunos de los soldados completamente ebrios. Era algo que esperaba, el vino que hace Cereza, a pesar de tomar poco tiempo en ser fermentado, es mucho más fuerte que la mayoría de los licores del mundo humano, una copa es suficiente como para dejar completamente borracho a cualquier Tempus durante varias horas. Va hacia ellos y se sienta a platicar un rato.


    Luego de cenar con los militares, el humano regresa a la habitación, donde las chicas están acabando de comer. Él se sienta en el sofá, se quita la gabardina y la coloca con cuidado sobre su regazo.

    —Pareces estresado —comenta Fran, al verlo llegar tan callado.

    —Estoy mareado, estuve hablando con los soldados y apestaban a alcohol, odio la peste a alcohol, en verdad la odio con todo mi ser —confiesa el humano, recostando la cabeza en el respaldar.

    —¿Por qué hablabas con los soldados? —cuestiona la mayor.

    —Les sacaba información, cuando un humano está ebrio suele hablar de más, supuse lo mismo pasaba con los Tempus y tenía razón.

    —¿Qué obtuviste? —pregunta curiosa la de cabellera azul.

    —Fran, lo lamento, tu hermano está muerto —informa él con tono triste.

    —¡¿Qué?! ¿Cómo? —cuestiona la princesa temblorosa.

    —Al parecer intentó matar a tu padre y destruir el castillo, no sé lo detalles exactos, pero parece que tu padre no tuvo otra opción.

    —Y-yo… —comienza a hiperventilar, pero a los pocos minutos se tranquiliza —. Creí que me dolería más su muerte… pero no puedo llorar… Cierta parte de mí está feliz de que esté muerto… ¿Por qué?

    —No lo pienses mucho —recomienda Magnus —, él te lastimó y en este momento sabes que no volverá a hacerlo, es normal.

    —No creo que eso sea normal, él era mi hermano mayor, lo vi más que a mi padre, es cierto que hubieron momentos en los que me hizo cosas que me hacían desear estar muerta, pero antes era muy amable conmigo, jugábamos mucho, me enseñó muchas cosas... —se le humedecen los ojos.

    —Tranquila —Cereza la abraza para reconfortarla.

    —No sé qué fue lo que ocurrió —se pone pálida — ¿Fue mi culpa? ¿Hice algo para tentarlo a hacerme esas cosas?

    —Escúchame —dice la de cabello azul tomándola de los hombros y mirándola a los ojos color caramelo —, eso no fue tu culpa, tú fuiste la víctima, no hay excusa para obligar a una persona, ¿entendiste?

    —Pero… Yo…

    —Nada de peros —la abraza fuertemente.

    —Fran —dice el humano — no tienes que llorarlo hoy, no tienes que retener lo malo, si quieres recordar solo lo bueno puedes hacerlo, la familia es importante, no importa lo que hayan hecho.

    —Gracias, Magnus —se queda en silencio por unos momentos, luego sonríe —. Olvidaré al comandante Delto, la persona que hizo cosas terribles, no solo contra mí sino también contra padre, pero jamás olvidaré a mi hermano Mora, quien me cuidó y enseñó muchas cosas.



    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta/Orbe Artificial Delta/Orbes Artificiales (3 Espadas)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua/Bombas de Humo Venenoso/Bombas Somnífero/Resacas (Bombas Venenosas y Somníferas)
    Estilo de Lucha: Soporte
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Nance Dulcio Segundo
    Apodo: Rata
    Profesión: Capitán del ejército
    Edad: 19 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Cuchillas Aserradas
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Frambuesa Delto
    Apodo: Fran
    Profesión: Princesa/Segunda Heredera al Trono
    Edad: 15 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Báculo Luminoso (¿?)
    Estilo de Lucha: Sanadora
    ______________
    Nombre: Bun
    Género: Femenino
    Raza: Lince Blanco Manchado
    Armas: Garras y Colmillos
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
     
    Última edición: 24 Agosto 2020
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  4. Threadmarks: Capítulo 47. La tentación de Cereza
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
    Miembro desde:
    20 Marzo 2012
    Mensajes:
    1,641
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    4036

    Capítulo 47. La Tentación de Cereza



    Al siguiente día por la mañana, Magnus regresa al interior de la posada luego de un arduo entrenamiento, en cuanto entra al cuarto donde se hospeda se deja caer sobre la cama boca abajo, solo quiere descansar un buen rato, está agotado, sudó tanto que tuvo que bañarse antes de volver a la habitación, por lo que se le corrió por completo el maquillaje azul del rostro, afortunadamente ocurrió hasta que tomó el baño y ningún soldado lo vio. Hacía mucho tiempo que no se cansaba como ahora, después de todo, siempre hace frío y así cuesta mucho sudar, pero este día no está tan fresco como otros. Escucha los sonidos que se producen en el interior del lugar, percibe que solo hay otra persona presente y su respiración ha sido un tanto agitada desde que entró.

    —¿Dónde está Fran? —cuestiona, seguro que quien se encuentra con él es Cereza, a pesar que no voltea a mirarla para comprobarlo.

    —Le pedí que fuera a desayunar abajo y no subiera hasta que le dijera —comenta la de piel celeste usando un tono nervioso.

    —Eso es peligroso —reprende él, deseando dormir un rato.

    —No te preocupes, le pedí a Remiel que la cuide, además Bun está con ella. Y no creo se ponga a hablar con los soldados.

    —O sea, nadie quedó vigilando a Rata —abre los ojos, ladea un poco la cabeza, el espectro entiende a lo que se refiere y va hacia el trineo a vigilar al prisionero.

    —Te vi peleando con los soldados —dice la chica mirándolo detenidamente —, al principio pensé que nos habían descubierto, pero luego vi que entrenaban. Fue asombrosa la forma en que venciste al teniente de dos golpes.

    —Es fuerte, pero muy lento aún sin la armadura puesta —está sintiendo mucho sueño. Enfrentó a quince soldados, todos a la vez, después de correr diez kilómetros. Está seguro se sobrepasó con el entrenamiento, pero también confía que con algo de reposo estará como nuevo en pocas horas.

    —Vi que te dieron dinero.

    —Apostamos botellas de vino contra dinero de ellos a que les ganaba, terminé con veinte oros, quince platas y doscientos ochenta bronces, una pequeña fortuna —se quita una bolsa de piel que trae atada al cinturón y la lanza contra el sillón, donde cae produciendo un notorio ruido de pequeñas piezas de metal chocando.

    —Esas son mis botellas de vino —reprende ella, sentándose en la cama, aunque no suena muy enojada.

    —Lo siguen siendo, no perdí ni una.

    —Magnus… ¿Puedes verme un momento? —pide ella de forma tímida.

    —¿Para qué? —cuestiona sin intentar levantarse o voltearse.

    —Solo —se levanta y se coloca justo frente a él — mírame, por favor.


    El humano abre los ojos, lo que ve realmente no lo impresiona en lo absoluto y lo demuestra con su expresión desinteresada. Cereza solo viste un abrigo abierto y una tanga negra que apenas le cubre su sexualidad. Sus mejillas están completamente azuladas y se niega a hacer contacto visual con él.

    —¿No tienes ropa limpia? —pregunta sin prestar el menor interés en el cuerpo semidesnudo de la chica.

    —No es eso… amorcito —se cubre el rostro con ambas manos, evidentemente avergonzada por sus propias palabras.


    Magnus se sienta a la orilla de la cama al entender lo que sucede en realidad. «Genial, supuse podría malinterpretar lo que dije frente a los soldados, pero confiaba en que lo comprendería». La observa detenidamente, presenta un par de pechos redondos y grandes que no se cubren en lo absoluto con el abrigo, sus piernas son gruesas, similares a las de los corredores profesionales, sin duda es la razón por la que no se cansa tanto cuando camina grandes distancias, o tal vez sea producto de eso, o ambos. Aunque se nota ha adelgazado, aún está algo gruesa del abdomen, pero el humano se lo atribuye más a la genética que a la comida, al igual que lo redondeada que tiene la cabeza y las amplias mejillas.

    —Solo dije lo de prometida para darles una historia a los soldados —explica, rascándose la cabeza, esperando que con eso la chica entienda que solo es un mal entendido.

    —Lo sé… —confiesa ella con el corazón acelerado.

    —Entonces vístete y déjame dormir —pide acostándose de nuevo, pero boca arriba, cierra los ojos, esperando entrar en el mundo de los sueños en cualquier momento, aunque en su caso es el mundo de la recurrente pesadilla.


    La chica se quita el abrigo y la tanga, se sienta sobre la cintura de Magnus, lo toma de los brazos para que no se levante.

    —Tengo muchas ganas, intenté aguantarme pero no puedo, usar mis dedos no funciona, quedo deseosa. Solo una vez —se acerca al oído del humano —. Por favor, hazme tuya solo una vez.


    El de cabello negro se voltea de golpe provocando que la chica pierda su ventaja y quede acostada, se coloca sobre ella, la toma de los brazos y le prensa la piernas para que no pueda volver a como se encontraba. Lo hizo más como un reflejo que otra cosa, sentirse vulnerable jamás le ha gustado y su cuerpo está entrenado para intentar volver a sentirse en control, seguro o menos aprisionado.

    —No lo haré —afirma él con el ceño fruncido —. No me interesas de esa forma y lo sabes.

    —Y-yo… —comienza a derramar lágrimas, forcejea un poco, pero él es muy fuerte para ella —. No puedo evitar sentirme así, me he sentido atraída hacia ti casi desde el principio, fantaseo contigo todo el tiempo… Te juro que si pudiera cambiarlo lo haría, pero no puedo… Desearía ser ellas…

    —Tranquilízate —pide, quitando la presión que ejerce sobre las extremidades de la peliazul.

    —Lo intento… Pero esta posición solo me pone más deseosa —confiesa avergonzada, cerrando con fuerza la piernas.


    Magnus se baja de ella, se sienta en la cama a su lado, se pierde en sus propios pensamientos durante un largo rato, casi da la impresión de haberse dormido con los ojos abiertos, luego suspira pesadamente, como si estuviera por forzarse a hacer algo que no quiere hacer. La toma de la cintura, la sienta sobre su regazo, de espaldas a él, le acaricia el vientre.

    —Solo los dedos, no me quitaré nada y no habrán besos —propone, él ligeramente sonrojado.

    —Sí —acepta ella limpiándose las lágrimas.


    El de cabello negro le agarra ambos pechos y los comienza a masajear y apretar con fuerza durante unos veinte segundos, busca instintivamente los pezones, pero deja de hacerlo al recordar que los Tempus carecen de esa parte. Una lástima, siempre le ha gustado concentrarse en esa parte como juego previo. Baja su mano derecha hasta la entrepierna de la chica, acaricia la entrada a su vagina, a pesar de apenas haber comenzado, y no haber hecho casi nada, ella comienza a gemir ruidosamente.

    —Siiiiii, ahí —gime ella, deseando más. Está tan deseosa que solo eso basta para que entre en éxtasis.


    Mete un dedo en el interior de la intimidad de la chica, está tan húmeda que entra con facilidad, lo mueve de un lado a otro buscando el punto más sensible, cuando ella emite un grito y se muerde el labio inferior para acallarse sabe que lo encontró. Mete un segundo dedo, lo que la hace gemir aún mas.

    —¿P-por qué se siente tannnnn b-bien? —dice entre gemidos, la mente se le pone en blanco, disfruta de sentir ese brusco calor que revuelve su interior.

    —Tu vagina es estrecha —comenta él extrañado, ya que la chica no es virgen, ya la escuchado tener sexo en al menos una ocasión, durante horas —. ¿Acaso los genitales de los Tempus son pequeños?

    —Do-doce centímetros... —comienza a decir entre quejidos —. Lo-lo más gran… Ah, ahí, sí, más fuerte, más profundo.

    —¿Doce centímetros? —le parece un tamaño promedio muy pequeño, aunque la mayoría de los Tempus que ha encontrado, con algunas excepciones como Higo o Ata, son más bajo que él. Aumenta el ritmo en que sus dedos entran y salen.

    —¿E-el tuyo? —pregunta abriendo la boca por completo.

    —Eso no te incumbe —«pero te aseguro que dejo en ridículo al Tempus promedio, por mucho».

    —Por fa… —Magnus le mete dos dedos de su mano izquierda en la boca para que deje de hablar. Ella los lame de forma erótica, los saborea con ganas, pasando la lengua en medio de ellos, como si se tratara de dulces que quiere deshacer en su boca.


    El chico comienza a masturbarla aún más rápido, ella toma las sábanas con fuerza a la vez que se inclina ligeramente hacia el frente haciendo que él deba acomodarse para no sacar los dedos de su boca.

    —¡Mafus! —grita, con los dedos de él en su boca, al mismo tiempo que tiene un muy húmedo y violento orgasmo, que produce que todo su cuerpo convulsione por unos segundos.


    Cereza se deja caer sobre el cuerpo de Magnus, está agitada, incluso más que la mayoría de las veces que tiene sexo, los dedos del humano fueron muy poderosos y calientes, muy calientes, entraban y salían tan rápido de su lugar especial que no alcanzaba a comprender qué ocurría. Él mete los dedos que están llenos de fluidos vaginales en la boca de la chica, a ella no le importa lamer sus propios fluidos siempre que pueda lamer esos eróticos dedos que le hicieron el amor de forma tan apasionada. Cuando Magnus los saca, ella le besa la mano con dulzura.

    —Es todo lo que tendrás de mí —advierte con seriedad.

    —Gracias —se voltea y se acurruca sobre él, le acaricia el pecho —. Se sintió distinto a todas las veces que he tenido sexo.

    —Supongo, ya que no lo tuvimos —le hace ver él sintiéndose incómodo por la cercanía de Cereza.

    —Pero fue distinto bueno, hubo algo que me hizo disfrutarlo mucho —se queda intentando descifrar qué fue lo que hizo distinta esta experiencia de las demás, pero por más que lo analiza llega a una única conclusión que no se atreve a decir en voz alta.

    —Solo tenías muchas ganas —dice él sintiendo sueño de nuevo, evitar que ella sintiera la erección que tuvo todo el tiempo, y que por suerte se le pasó rápido, fue algo difícil. Se acuesta, completamente relajado, esperando poder al fin dormir un poco.

    —Quizás fue eso —sonríe al ver como se le cierran los ojos a él, verlo tan vulnerable no es algo común, y quiere disfrutar ese rostro sereno tanto como pueda.


    Unos minutos después, también le invade el sueño a ella. La de cabello azul logra quitar la sábana de debajo y la usa para cubrirlos a ambos. Se duerme sobre el firme pecho del chico, arrullada por los rítmicos latidos de su corazón.


    Una hora después regresa Fran a la habitación, los soldados comenzaron a reunirse en las mesas de abajo y le dio miedo que la reconocieran. Una vez dentro, ve a Cereza sobre Magnus, ella se nota no trae ropa puesta, pero él está vestido normalmente, solo le faltan la gabardina y las botas. Al principio le regresan malos recuerdos, incluso piensa que Magnus violó a su amiga, no sabe qué hacer, retrocede, tropieza cayendo sobre el sofá y haciendo que la bolsa llena de monedas caiga al suelo, emitiendo un fuerte sonido, lo que produce que ambos despierten de golpe.

    —Oh, Fran, volviste —comenta la mayor frotándose los ojos, esboza una leve sonrisa al ver que solo se trata de la joven chica.

    —¿Te lastimó? —alcanza a preguntar asustada la heredera al trono, señalando con la mano temblorosa hacia el humano.

    —¿Qué? —al principio Cereza no sabe a qué se refiere, el terror en el rostro de la joven de cabello negro la confunde, pero luego se da cuenta de lo que debe estar pensando —. No, no, claro que no me hizo nada malo, yo lo pedí, lo quería.

    —Pero… Pero… No tienes ropa —señala la joven, aún más temblorosa, sintiendo que va a devolver el desayuno en cualquier momento.

    —Lo sé —se envuelve la parte baja de su cuerpo con la sábana —. Te prometo que todo lo que ocurrió aquí fue maravilloso —coloca sus manos sobre los hombros de Frambuesa —. Recuerda que antes te dije que si se hace con alguien especial no sería malo y se sentiría muy bien.

    —Pero… Eso duele… Es repulsivo… Es malo...

    —Perdona, no quería que me vieras así, por eso te pedí que te quedaras abajo —abraza fuerte a la princesa, esta intenta apartarla al principio, pero se da por vencida y se deja abrazar, por alguna razón le gusta sentir la piel de ella contra la suya y el aroma dulce que emite su piel la tranquiliza. Supone es el perfume que algunas veces le ha visto ponerse.

    —Te prometo que no te tocaré, Fran —promete el humano con seriedad —. Incluso te prometo que no volveré a tocar a Cereza.

    —No vayamos tan lejos tampoco —se apresura a intervenir la mayor —. Mejor deja y le explico bien a Fran sobre el sexo.

    —Bueno, si insistes. Iré a preparar a los alces para salir en cuanto terminen —dice él levantándose de la cama con un notorio rostro de resignación, no podrá dormir como lo había planeado desde el principio y no hay nada que pueda hacer para remediarlo, sale del cuarto, pero vuelve a entrar casi de inmediato —. Necesito me maquillen la cara para no llamar la atención, sin mencionar que dejé la gabardina y las botas —confiesa avergonzado.

    —Voy —dice la de cabello azul, yendo por el polvo azul para comenzar a aplicar el disfraz.


    Luego de unos minutos, el humano baja y va hacia el potrero, donde los alces pasaron la noche. Cuando entra al área de pastaje, nota a un par de Tempus jóvenes golpeando a un tercero, que se halla en el suelo, intentando cubrirse el rostro con los brazos. Los agresores son comerciantes que suelen quedarse en esta posada cada dos o tres meses, el primero tiene el cabello negro, ojos cafés y piel azul oscuro, el otro es de cabello azul claro, piel celeste y ojos color caramelo, ambos usan abrigos y pantalones de piel color gris y botas de cuero café.

    —¡Oigan! —llama el humano la atención de los atacantes —. Si tanto quieren pegarle a alguien me ofrezco a intercambiar golpes con ustedes —se golpea un puño contra el otro, a modo de amenaza.

    —No jodas —dice el de ojos color caramelo — la cosa no es contigo, es con este fenómeno de la naturaleza.

    —Ayua —pide el del suelo, asomando el rostro por sobre sus brazos. Se trata de un hombre que cuenta con poco más de treinta años, ojos grises, cabello negro, bajo, lleva puesto un overol mal abrochado y botas de cuero desgastadas. Lágrimas brotan de sus ojos y algo de mucosidad se asoma desde su fosa nasal derecha —. Ayua, favo.


    Por la forma de hablar del agredido, Magnus supone que se trata de alguien que tiene algún problema de habla o mental, lo que hace que la agresión lo enfade todavía más.

    —Déjenlo de una vez —pide el de gabardina, soportando las ganas de comenzar a golpear a los comerciantes hasta dejarlos moribundos.

    —¡Qué no jodas te dije! —empuja al humano, este apenas si se mueve.


    Magnus los toma del cuello y los azota el uno contra el otro. Los observa con una mirada de ira, jamás ha podido soportar que alguien abuse de los débiles. Los levanta del abrigo, hasta que quedan pataleando para bajar.

    —¿Qué sucede aquí? —se oye decir a alguien que se aproxima.


    Todos voltean a ver al dueño de la voz, se trata del teniente, que viene siendo acompañado por cinco soldados más. El de alto rango observa la escena, no le gusta en lo absoluto lo que presencia.

    —¿Qué sucedió? —cuestiona el de armadura plateada.

    —Este salvaje nos atacó a todos —dice uno de los comerciantes al mismo tiempo que Magnus los suelta.

    —¿Qué sucedió aquí, Caram? —insiste el soldado de alto rango, pero refiriéndose al que sigue tirado en el suelo.

    —Do pega Caram, duele, alto ayua Caram, do malo, alto bueno —dice el del overol, temeroso de levantarse, inhala con fuerza, tragándose el contenido de su nariz.

    —No importa —comenta el de cabello azul oscuro —. La ley de las ciudades solo ampara a los ciudadanos que cumplan con condiciones mentales o físicas normales, esta cosa no es normal en ningún sentido.

    —Sí, es verdad —asiente el otro agresor.

    —La ley de las ciudades —comienza a decir el teniente — aunque se aplica igual en las posadas de paso, le otorga los mismos derechos a los empleados de los establecimientos, sin importar sus condiciones físicas, económicas o mentales. Caram Bola es el encargado de cuidar a las bestias en este establecimiento, y hace un trabajo extraordinario cabe mencionar, incluso el rey gusta de traer a su mamut negro para que Caram le cepille el pelo y le pula los colmillos.

    —No lo sabíamos —dice el comerciante de cabello negro, pensando que hacen mucho escándalo por un simple anormal.

    —No volverá a ocurrir —insiste el otro.

    —El desconocimiento de la ley no es excusa para infringirla, el castigo por atacar a un empleado de posada de paso es de dos meses de cárcel —informa uno de los soldados, produciendo una espada desde su cinto.

    —¡No, piedad, por los Dioses piedad! —ruega el de cabello azul, finalmente comenzando a preocuparse —Tenemos que llevar alimento a nuestras familias.

    —No depende de nosotros, la ley es clara y las pruebas son suficientes como para tirarlos directo a una celda y confiscar sus productos para el ejército —amenaza el teniente.

    —No —interviene Caram —. Do malo, peo do no merece malo.

    —¿Seguro? —cuestiona el soldado de alto rango, mirando detenidamente al hombre del overol.

    —Caram segu, segu sí —contesta sonriente, mostrando una dentadura chueca, a la que le falta uno de los dientes frontales.

    —Tienen suerte que él sea mejor Tempus de lo que son ustedes. Si los vuelvo a ver por aquí no me importará lo que diga Caram. ¡Váyanse de inmediato antes de que cambie de opinión! —ordena el teniente, tomando la empuñadura de la espada que trae al cinto.

    —Gracias, gracias —agradecen ambos comerciantes a la vez, corriendo hacia sus trineos tirados po alces de un cuerno, para partir de inmediato.

    —Creo que merecían más que un susto —comenta el de armadura plateada antes de quitarse el casco.

    —Gracias por su ayuda —agradece Magnus.

    —De seguro los podías derrotar como si nada —comenta uno de los soldados.

    —De eso no hay duda —asiente otro, que sonríe levemente al recordar lo bien que lucha el comerciante de nombre Magnus.

    —La oferta para unirte al ejército sigue en pie —insiste el teniente, que ya se lo había propuesto luego del entrenamiento.

    —Tengo que reclinar de nuevo, pero gracias por la oportunidad —rechaza de la manera más amable que puede.

    —Es una pena, pero lo entiendo, tienes una prometida y una hermana que cuidar —se pone de nuevo el casco, observa pensativo a los alces que tiran los trineos de su unidad. Algo en la hermana pequeña del comerciante se le hace familiar, como si ya la conociera de antes. ¿Pero de dónde?

    —Pero puedes conseguir algo mejorcito, ¿no crees? —murmura uno de los solados.

    —¿Qué quieres decir? —pregunta el humano con seriedad.

    —Esa chica está algo rellenita y con muchos cachetes, hay mujeres más esbeltas por ahí. Estrella está llena de bellezas por si quieres conseguir un remplazo —comenta un soldado, que no entiende como un hombre se interesaría en alguien como la prometida del comerciante.

    —¡No te permitiré que hables así de ella! —exclama con furia el humano — ¡Ella es muy hermosa tal como es! —da un par de pasos hacia el de armadura que insultó a Cereza.


    El soldado hace a sacar su espada ante el tono agresivo del chico, pero el teniente se lo impide.

    —Me disculpo por el comentario que hizo mi subordinado —el superior se inclina levemente para dar a entender que su disculpa es sincera —. Retírense todos —ordena con firmeza, los soldados abandonan el potrero —. La debes querer mucho. La apariencia no importa en lo absoluto, aquí entre nosotros debo confesar que mi esposa está algo pasadita de peso desde que tuvimos a nuestro segundo hijo, pero delgada o rellenita la amo con todo mi ser.

    —Sé a lo que te refieres —cierra los ojos recordando a las novias que están en el mundo del que provino —. No importa como luzcan o lo que hagan, nunca se puede dejar de amarlas.

    —No lo pude haber dicho mejor. Bueno, también me retiro, tenemos que comer para seguir nuestro patrullaje, nosotros vamos de posada en posada revisando que todo esté en orden —se da la vuelta y se aleja algunos pasos, luego se detiene y voltea —. Por cierto, dile a tu chica que hace mucho ruido cuando tienen sexo, los escuchamos desde el primer piso mientras comíamos.

    —Lo haré —se sonroja ligeramente, sabe que el soldado tiene razón, Cereza fue muy ruidosa.



    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta/Orbe Artificial Delta/Orbes Artificiales (3 Espadas)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua/Bombas de Humo Venenoso/Bombas Somnífero/Resacas (Bombas Venenosas y Somníferas)
    Estilo de Lucha: Soporte
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Nance Dulcio Segundo
    Apodo: Rata
    Profesión: Capitán del ejército
    Edad: 19 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Cuchillas Aserradas
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Frambuesa Delto
    Apodo: Fran
    Profesión: Princesa/Primera Heredera al Trono
    Edad: 15 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Báculo Luminoso (¿?)
    Estilo de Lucha: Sanadora
    ______________
    Nombre: Bun
    Género: Femenino
    Raza: Lince Blanco Manchado
    Armas: Garras y Colmillos
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    Decretos
    -Decreto de Trabajo XI: Los trabajadores de las Posadas de Paso, localizadas en la zona sureste del País Helado, tiene los mismos derechos y obligaciones que los habitantes de los poblados del sureste.
    -Decreto de Familia XVIII: Matar, herir o maltratar de cualquier forma a un civil discapacitado no es penado de ninguna forma. Esto aplica solo si el discapacitado ya fue declarado como tal.
    Otros
    -Posada de Paso: Edificaciones localizadas en los caminos que llevan hacia las ciudades del sur. Construidas especialmente para que los comerciantes puedan hospedarse, tanto de ida como de vuelta. Grupos de soldados suelen visitar cada uno de estos lugares para asegurar la paz. En todos estos edificios hay lugares llenos de pasto verde, ideales para que las bestias de carga descansen.
     
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  5. Threadmarks: Capítulo 48. Estrella, Ciudad Luminosa
     
    Dark RS

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    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
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    Aventura
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    Capítulo 48. Estrella, Ciudad Luminosa



    Han transcurrido dos días desde que el grupo de los nuevos Generales Blancos dejó atrás la posada de paso, durante el camino han pasado de largo al menos otras tres, no se han quedado en ninguna por precaución, ya que tuvieron suerte de que ninguno de los soldados reconociera a Fran, a pesar que si la han visto en ocasiones anteriores, ya que ella junto con escoltas, y unas cuantas veces su hermano y padre, se han hospedado en las posadas de paso en camino a visitar Estrella o Arpa. La hija de Manzana va tarareando una melodía que nadie más reconoce, lo cual no es de extrañarse, ya que es una vieja tonada que escuchó tararear varias veces a su padre durante los viajes que hicieron juntos, y este la aprendió de su fallecida esposa, quien a su vez la aprendió de su madre. Rata se encuentra pensativo desde que se enteró de la muerte del comandante Delto y la caída de los soldados negros, perdió la razón principal que tenía para mantenerse en el ejército, y es muy probable que lo ejecuten si intentara regresar.

    —La gordita esa está feliz desde hace días, ¿por fin te la tiraste? —cuestiona el soldado para molestar a todos, el trineo pierde un momento su equilibrio, pero se recupera pronto.

    —Seguí tu consejo y usé los dedos —cuenta el humano, sin prestarle mayor cuidado al asunto.

    —Eso lo explica todo —sonríe el prisionero —. Quiero unirme a ustedes —pide de pronto, cambiando a una expresión seria, dejando confusos a todos.

    —Nada repentino el comentario —dice Magnus, mirando a los ojos al castaño —. ¿Por qué ahora?

    —Lo pensé mucho, apoyaba al comandante Mora para que sucediera a su padre lo más pronto posible, pero con él muerto y el ejército buscándome no creo tener muchas opciones —confiesa, hablando sinceramente. Tiene miedo, lo intenta ocultar, pero el humano puede percibir el temor que proviene de su mirada.

    —No tienes muchas opciones —le hace ver el humano —. No te he dejado ir estos últimos días por que te pueden ejecutar si te encuentran los soldados, si nos traicionas y te llevas a Fran al castillo igual te ejecutarán por traición. Delto no parece ser la clase de persona que perdona una traición solo porque le hagas un favor.

    —Exacto —traga saliva —. Mis únicas opciones son arriesgarme allá afuera o ayudarlos a derrocar a Delto para que se anule la orden de matar a todos los soldados negros.

    —¿Alguna objeción? —cuestiona el de piel rosa a los demás, nadie contesta, pero tampoco parecen estar convencidos de que sea buena idea confiar en Rata así de fácil —. Decidido, pero no eres parte de nosotros, eres el mandadero, harás lo que los demás te pidan y no podrás usar armas a menos que alguno de nosotros te la dé, si desobedeces una sola orden o intentas traicionarnos te dejaremos atrás a tu suerte, ¿entiendes?

    —Sí, señor —acepta Nance, sin mas remedio que ser el perro faldero de los que se supone debía matar.

    —Bien —Magnus desata al ex militar, lo que provoca que Fran se acerque a la parte delantera del Coloso para estar cerca de Cereza —. Remiel y Bun, no lo pierdan de vista —ambas bestias asienten, mirando fijamente cada movimiento del Tempus.


    Al siguiente día, el ex soldado se une a los entrenamientos, llevaba tanto tiempo atado que perdió los músculos y se volvió muy lento y torpe en el uso de la espada. Las chicas han mejorado mucho gracias a que no pierden un día de entrenamiento, aunque avanzan menos de lo que el humano esperaba lo hicieran. Cereza ha afilado mucho su puntería y es capaz de acertar dos de cada tres tiros que realiza con su Orbe de Agua convertido en ballesta. Las habilidades sanadoras de la princesa no han sido de gran ayuda, pero igual se esfuerza por aumentar su estamina y energía, para ser capaz de usar más veces al día cada uno de los hechizos que conoce.


    Esa misma noche llegan a ciudad Estrella, las luces de los faroles y las que asoman desde las ventanas de los edificios, a lo lejos, dan la impresión de que la ciudad es un océano de agua blanca brillante. La entrada a Estrella presenta un enorme letrero de acero que dice: “Bienvenidos a Estrella. La Ciudad más Luminosa del Sureste”. Los edificios son, en su mayoría, construidos con cemento, pintados en distintos colores que brindan un hermoso contraste con las luces blancas. Las carreteras están compuestas por adoquines, en forma de estrella de cuatro puntas, lo bastante amplias como para que cuatro vehículos del tamaño del Coloso transiten a la par sin riesgo de chocar entre ellos, las aceras son de roca pulida, de la cuarta parte del tamaño de las calles. Los faroles son de acero blanco y emiten una agradable luz blanca, que no desprende calor en lo absoluto, proveniente de una especie de domo blanco traslúcido que hay en lo más alto.


    Pocos carruajes transitan, la razón principal de esto es por estar tan cerca de la entrada, la mayoría de los edificio que hay en las proximidades son hoteles y hostales. Encuentran un gran edificio de diez pisos que presenta sobre la puerta escrita, en forma de arco, la leyenda: “Hotel Estrella Azul”, el nombre no proviene tanto del color celeste del mismo sino de una enorme estrella de cristal de cinco metros de alto que decora lo más alto del edificio, la cual brilla en un intenso color azul. En la parte trasera del hotel hay un espacioso estacionamiento donde dejan al Coloso, algunos empleados llevan a los alces de dos cuernos a un edificio cercano donde se encargarán de cuidarlos.


    Una vez en el interior, notan lo ostentoso que es el edificio, alfombras de piel de zorro gris teñidas de rojo, las paredes en color blanco con pinturas que representan distintos paisajes del País Helado, plantas de patatas en grandes macetas de cemento, donde presentan una hermosa flor azul que avisa que los tubérculos están listos para su cosecha, pero en este caso son solo decorativas y no para cosecha. La recepción consiste en un mostrador, sobre el cual hay un papel de papiro con los precios de las habitaciones, así como algunos mapas de la ciudad, los cuales son gratuitos para los huéspedes. Una Tempus de cabello verde y ojos rojizos trabaja como recepcionista; usa un traje azul con camisa blanca por dentro, corbata y pantalones azules, calza zapatos brillantes negros. Sonríe al ver a los posibles clientes, aunque parecen algo sucios, sabe que llegar a Estrella desde cualquier otro poblado es una odisea de varios días o hasta meses dependiendo desde donde se inicie el viaje.

    —Bienvenidos sean a la Estrella Azul —saluda la de cabello verde —, si hay algo en que pueda ayudarles no duden en pedírmelo.


    Revisan los precios de los cuartos, algunos son absurdamente elevados, pero hay otros un poco más accesibles a lo que pueden pagar.

    —Dos cuartos de plata —pide el humano, cuyo rostro está maquillado en azul—, no estamos seguros cuánto tiempo estaremos, pero serán al menos tres días.

    —Lo lamento, solo podemos hacer las reservas por días específicos, al cumplirse los tres días es posible que sus habitaciones ya hayan sido reservadas por otro huésped.

    —Lo entendemos —se queda pensativo —. Entonces nos quedaremos una sola noche, dos habitaciones.

    —Será un placer tenerlos con nosotros —anota en un gran libro de hojas de papiro y pasta dura sobre la estadía de los viajeros —. Cada cuarto cuenta con un baño privado y dos camas, hay fruta fresca para la cena y el desayuno. Me informaron que traen un modelo Coloso Deluxe con provisiones, les aseguro que estará a salvo en nuestro estacionamiento.

    —Le agradezco las atenciones —dice Magnus fingiendo gratitud. «No confío realmente, pero Bun y Remiel cuidarán bien nuestro transporte».

    —En ese caso serán cuarenta platas en total —informa la recepcionista.


    El humano paga con el monto exacto. Son guiados a sus habitaciones por un botones que viste un largo abrigo azul oscuro y pantalones negros, a quien le dan quince bronces de propina. Los varones van a una habitación y las chicas a otra. Para la mañana siguiente, Fran baja al lujoso restaurante del hotel, donde Magnus se encuentra desayunando, se sienta a la mesa de madera blanca, frente a él.

    —¿Puedo preguntar algo? —pide la joven un tanto apenada, sin atreverse a mirar al rostro al de gabardina.

    —Claro —permite él, tomando un sorbo de agua fría de un vaso de cristal. El ambiente tan elegante del restaurante lo hace sentirse cómodo, casi como si estuviera de vuelta en la Tierra.

    —¿Crees que sea malo…? —traga saliva nerviosa, observa hacia los lados para cerciorarse que nadie la escuche — ¿Crees que a una chica le pueda gustar otra chica?

    —De donde provengo no es mal visto, dos mujeres o dos hombres, incluso entre más de dos es algo normal. Me refiero a Garja claro está. En mi mundo de origen aún hay discriminación por esa clase de relaciones. Pero, personalmente, no veo problema alguno. ¿Te gusta Cereza? —cuestiona, suponiendo que esa es la razón por la que se lo pregunta.

    —Yo… —voltea para ver si alguien los está escuchando —. Creo que sí, adoro como huele, me siento segura a su lado y esta mañana no me pude resistir y la besé en la mejilla mientras dormía, no se despertó, pero igual me asusté y salí corriendo.

    —No hay nada malo con eso —toma un tenedor de plata, con el que atraviesa una pieza de manzana gris bañada en miel que tiene sobre un plato de cristal —. Si te gustan las chicas no es algo de lo que debas avergonzarte. Es parte de quien eres —se lleva a la boca el trozo de manzana.

    —¿No debería avergonzarme en verdad? —pregunta pensativa, a la vez que baja la mirada.

    —Claro que no. Come algo, nos iremos pronto.

    —¿A dónde vamos? —cuestiona, no tan convencida de que sea algo normal que le gusten las chicas, nunca en su vida ha visto que algo como eso suceda, aunque ha vivido toda su vida en el castillo y ahí no se da la oportunidad de ver muchas parejas.

    —A los lugares que no están marcados en el mapa —comenta, sacando el mapa que tomó de la recepción, lo coloca sobre la mesa.

    —No hay nada en esos lugares —le hace ver la heredera, sonando confundida.

    —Si lo hay —corrige él.

    —Yo he venido con padre y mi hermano varias veces a esta ciudad, los lugares que no tienen nombre en este mapa no tienen nada en absoluto, son lugares vacíos.

    —Son lugares en medio de la ciudad, no tiene sentido que no haya nada en ellos. Si no están marcados es solo por que no quieren que los visitantes vayan a esos sitios, pero te aseguro que si hay algo ahí.

    —¿Algo como qué? —pregunta confusa.

    —Yo he visitado muchas ciudades prósperas como esta, parecen ser inocentes por fuera, pero siempre hay un lugar oscuro, siempre existe una forma de rebelión hacia el sistema. Un lugar en el que se puedan dejar salir los impulsos y se pueda hablar sin temor a represalias.

    —No lo entiendo.

    —Velo así, los Generales Blancos eran una forma de protestar ante la tiranía del anterior rey, ya que no estaban conformes con la forma en que el rey anterior hacía las cosas.

    —Eso lo entiendo, el rey anterior era una persona que hacía cosas terribles, pero no veo la relación con ciudad Estrella.

    —A eso voy —el humano ve que Rata entra el restaurante, pero no le presta cuidado —. A veces, incluso teniendo el mundo perfecto, las personas buscan una salida de la rutina, quizás hay quienes se sientan frustrados por las reglas que deben cumplir. Eso produce que se creen formas de liberar la tensión, lugares que no están exactamente bajo la estricta mirada de la ley. Los habitantes comunes lo saben, por eso evitan esos sitios y no hablan sobre ellos, simplemente deciden ignorar que existen, pero, en el fondo, se sienten tranquilos al saber que existen, aunque jamás los visiten. Un poco de caos en el orden.

    —Muero de hambre —comenta Rata, sentándose a la mesa.

    —Hay fruta fresca —le señala un platón de cristal lleno de uvas, moras y manzanas, junto al que hay una botella de vidrio, llena hasta la mitad de miel.

    —Bastará por ahora —toma un racimo de uvas verdes —. ¿De qué hablan?

    —De los lugares prohibidos de la ciudad —informa el de gabardina.

    —Oh, son divertidos, Mora y yo solíamos ir a pasar el rato ahí cuando veníamos a Estrella —el ex soldado sonríe al recordar los buenos tiempos, antes de ser nombrado capitán. Se mete a la boca un par de uvas verdes a las vez.

    —Iremos por la noche —propone el humano, sonriendo entusiasmado.


    Abandonan el hotel luego de que todos desayunan. Recorren lentamente las calles en busca de provisiones, aunque no encuentran nada lo bastante fresco como para llevarlo, lo cual es algo raro en este país, ya que las frutas suelen durar unos cinco días frescas y casi a los once se comienzan a pudrir si no se almacenan de forma adecuada, y las verduras tardan casi ocho antes de mostrar señales de estarse poniendo malas. Pero los productos agrícolas que encuentran en los mercados locales parecen tener entre cinco y ocho días y no tener exactamente una adecuada forma de mantenerlos preservados.


    Entre más se adentran en la ciudad, más elegantes se vuelven los edificios; todos perfectamente construidos y pintados. También encuentran monumentos, tanto de Tempus como de animales, por todas partes, parques infantiles cada cinco cuadras, escuelas cada diez. Hay al menos dos hoteles u hostales en cada cuadra, la presencia militar es evidente, hay de uno a dos soldados patrullando cada doscientos metros de carretera. Magos encargados de la limpieza también hacen rondas para mantener Estrella limpia, y es más que evidente que hacen un trabajo impecable.


    El edificio más grande que encuentran, mas no es el más grande de la ciudad, es una base del ejército. Tiene veinte pisos de altura, con una puerta de acero negro de dos metros de alto y cinco de ancho, doce ventanales multicolor en cada piso, está pintado en color café claro, sobre la puerta se encuentra una placa de metal con la forma y colores del escudo del rey Delto. En la parte superior del edificio, hay un grupo de soldados recibiendo lo que parecen ser dos aves sin plumas, de color plateado.

    —Esta base es más grande que las tres bases que conozco —menciona el humano, observando lo grande que es la edificación en comparación con las que la rodean.

    —Es la Base Café —informa Rata, bajando la mirada para no ver la edificación militar.

    —¿Hay un quinto General Negro? —pregunta el de gabardina, interesado en la respuesta.

    —No exactamente —el castaño suspira pesadamente —. No muchos saben esta historia, pero no todos los Generales Blancos dejaron al rey Delto, dos se quedaron con él y se les dio el título de General Negro, los dos primeros Generales Negros.

    —¿Comenzaron dos y luego subieron a cuatro? —interroga la princesa, que no sabía que eso había ocurrido, se nota está interesada en escuchar el resto.

    —Han habido varios Generales Negros desde que el rey Delto ascendió al poder —Nance acomoda su castaño cabello para que no le estorbe en la vista, tiene el flequillo más largo de lo que normalmente le gusta usarlo —, hay colores de armadura que se suelen repetir cuando algún general muere. Hasta la fecha han habido tres rojos, dos azules, cinco rosas y dos verdes, por mencionar los colores actuales, pero los colores café y púrpura jamás han sido usados por más de un Tempus. Y nunca han habido más de cuatro Generales Negros a la vez.

    —Manzana se fue a penas ascendió Delto al poder —dice Magnus, recapitulando lo que sabe hasta ahora —, sé que Piña fue atacada por los soldados de Delto, ella tal vez desertó y por eso la mataron.

    —No, Piña no era General Negro —niega el de cabello castaño.

    —La Adivina era religiosa, dudo que fuera parte del ejército. Lo que deja a la Triste y el Temerario como los únicos candidatos viables.

    —Correcto —asiente el Tempus castaño —. Mi padre vestía la armadura café y la Triste la púrpura. Esta base era la que dirigía mi padre, cuidando ciudad Estrella de cualquier amenaza. La Triste nunca quiso decir dónde construyó su base, y hasta la fecha ni el rey sabe dónde se encuentra.

    —¿Fallecieron? —pregunta Fran, pensando en lo que haría si su padre muriera.

    —La Triste desertó y no se sabe si sigue con viva o no, mi padre… mi padre enloqueció y desde que se fue no he vuelto a saber nada más sobre él. Aunque nunca fuimos cercanos en primer lugar.

    —¡Por los Dioses! —exclama la princesa al darse cuenta de algo —. ¡¿Tu padre es el Amo del Coliseo?!

    —Detesto ese nombre —Rata frunce el ceño ante ese título.

    —¿Quién es el Amo del Coliseo? —pregunta Cereza, sintiéndose excluida de la conversación.

    —No lo sé exactamente, solo sé que es alguien que padre ha mencionado varias veces y que considera una gran amenaza para la seguridad del País Helado —explica la princesa.

    —Me encantaría conocerlo, con ese sobrenombre solo puede significar una cosa —el humano sonríe entusiasmado, saber que puede encontrar un coliseo en este mundo lo llena de deseos de luchar.



    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta/Orbe Artificial Delta/Orbes Artificiales (3 Espadas)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua/Bombas de Humo Venenoso/Bombas Somnífero/Resacas (Bombas Venenosas y Somníferas)
    Estilo de Lucha: Soporte
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Nance Dulcio Segundo
    Apodo: Rata
    Profesión: ex-Capitán del ejército
    Edad: 19 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Cuchillas Aserradas
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Frambuesa Delto
    Apodo: Fran
    Profesión: Princesa/Primera Heredera al Trono
    Edad: 15 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Báculo Luminoso (¿?)
    Estilo de Lucha: Sanadora
    ______________
    Nombre: Bun
    Género: Femenino
    Raza: Lince Blanco Manchado
    Armas: Garras y Colmillos
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Tomas & Jerry
    Género: Masculino & Femenino
    Raza: Alces de Dos Cuernos
    Armas: Cornamentas
    Estilo de Lucha: Embestida
    Lugares
    -Base Café: Localizada en la ciudad comercial Estrella. No es dirigida por ningún General Negro en la actualidad. Alguna vez fue custodiada por el ex General Negro Nance Dulcio.
    -Base Púrpura: Base de la ex General Negro Sandía Aguasta. Se desconoce su paradero.
    Otros
    -Miel: Sustancia dulce y viscosa que es producida por las abejas de hielo obreras. Se usa para darle dulzor a los alimentos. Otro uso no muy conocido es que hay ciertos animales que pueden ser domesticados al darles regularmente algo de miel.
    -Amo del Coliseo: Nombre por el que se le conoce actualmente al General Blanco Nance Dulcio. Como su nombre lo indica, es el amo de un coliseo de localización desconocida para el público.
    -Armadura Café: Armadura usada por el General Negro que tuvo bajo su mando la Base Café.
    -Armadura Púrpura: Armadura usada por el General Negro que tiene bajo su mando la Base Púrpura.
     
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  6. Threadmarks: Capítulo 49. Día de Compras en Estrella
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
    Miembro desde:
    20 Marzo 2012
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    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    3255

    Capítulo 49. Día de Compras en Estrella



    Continuando con su recorrido por Estrella, los nuevos Generales Blancos encuentran lo que parece ser un amplio estacionamiento, que es custodiado por cinco soldados, todos armados con lanzas, este se encuentra frente a un edificio de tres pisos. La construcción es de roca pulida, pintada en color amarillo claro, la doble puerta frontal es de madera, con diseños florales tallados, barnizada en café claro, hay grandes ventanas de vidrio en el segundo y tercer piso, desde donde se aprecian maniquíes vistiendo ropa y abrigos de distintos colores, materiales y tamaños en el segundo piso, y muebles en el tercero. Enormes letras de metal sobre la puerta, además de los costados, muestran el nombre del local; “Gran Bazar Relámpago”.

    —¡Es asombroso! —exclama Cereza, ante la enorme tienda, que abarca doscientos metros de largo y cien de ancho, haciéndola la tienda más grande que jamás haya visto en su vida.

    —Es de las más grandes de Estrella —comenta Fran, ya ella había estado en este lugar muchas veces antes, los dependientes la conocen tan bien que tiene que ponerse una bufanda y cubrirse medio rostro para entrar y no ser reconocida, o eso espera —. Te encantará.

    —Ya me encanta —dice la de cabello azul, dando brinquitos como niña pequeña.

    —¿Van a gastar dinero? —cuestiona Nance, poco interesado en la idea.

    —Tal vez, depende de qué encontremos —responde Magnus, estudiando la edificación.

    —Claro que sí —se apresura a decir la mayor, corriendo hacia el local. Fran la sigue.

    —Creo que mejor me quedo y los espero —dice Rata, pensando en lo aburrido que es ir de compras solo por gastar dinero.


    Un soldado, de los que vigilan el estacionamiento, se acerca a ellos, Nance se cubre el rostro de forma disimulada, con el fin de no ser reconocido.

    —Tenga este tiquete —dice el de armadura, entregando al de gabardina un pequeño cartón laminado que tiene el nombre del edificio y el número “80” grabados —. Tienen que mostrarlo para poder salir del estacionamiento.

    —Le agradezco mucho —agradece el humano, guardándose el tiquete en la gabardina.


    Temiendo que alguno de los soldados lo reconozca, Nance decide entrar a la gran tienda con su rostro cubierto por una bufanda y una pañoleta sobre la cabeza, aunque termina llamando aún más la atención del guardia que cuida la entrada, quien lo detiene y lo obliga a descubrirse la cara. Por suerte no lo reconoce, y le permite el ingreso.


    El primer piso está repleto de artículos caseros; platos y cubiertos de vidrio, piedra pulida y acero. Sábanas de piel y de tela, adornos antiguos, ollas y velas de cera blanca, naranja y azul, estas últimas traen una advertencia de que son exclusivamente para uso industrial por el intenso calor que producen al ser encendidas. Cada quien toma una canasta de mimbre, que hay en la entrada, las cuales son para facilitar el transporte de los artículos que se vayan a comprar. El humano toma cinco velas de cera blanca y una de cera naranja, así como un pabilo de hilo de telaraña, el cual es tan fuerte y resistente como el acero, pero con propiedades elásticas que el acero no tiene.


    Las chicas llegan a la sección donde se vende maquillaje, aprovechan para comprar bastante para estar disfrazando al humano. Se quedan probando otros artículos. Cereza toma un lápiz labial color azul claro, que se usa de muestra, se pone un poco y se mira en un gran espejo ovalado que está cerca.

    —¿Qué piensas? —pregunta la mayor, mirándose los labios en su reflejo.

    —Creo que con tu color piel necesitas algo más oscuro —opina la princesa.

    —¿Lo crees? —se limpia los labios y elije un color azul medio — ¿Mejor?

    —Sí, luces muy linda con ese color —alaga, ligeramente azulada, pensando en lo que se sentiría recibir un beso de esos labios.

    —Veamos qué color te sienta a ti —comenta Cereza, mirando los lapices disponibles para muestra.

    —Rojo Pasión cuatro —informa la joven avergonzada.

    —¿Rojo? —toma el labial cuya etiqueta dice el nombre que mencionó la heredera, se lo pasa levemente en los labios a Fran, esta no puede verla a los ojos mientras lo hace —. Tienes razón, es un rojo clarito que hace resaltar tus labios delgados gracias a lo negro de tu cabello.

    —Era el que me traían las doncellas del castillo —confiesa avergonzada.

    —Pues te queda perfecto, así que llevaremos los dos —produce una risita complacida.


    Rata y Magnus las han estado observando en silencio.

    —¿Tú no te comprarás un lápiz de labios que haga juego con tus ojos? —molesta el de cabello castaño.

    —No, no creo tengan mi color —responde Magnus. Ambos ríen.


    En el segundo piso, se dividen, esto ya que la ropa femenina se encuentra en la zona sur del piso y la masculina al norte. Las chicas pasan un buen rato mirando todo, se llevan algunos atuendos a los vestidores. Los chicos, por su parte, solo caminan un poco y escogen algo de ropa que ponen en los canastos, ni se molestan en probárselos. Al ver que las chicas tardan, deciden tomar asiento en sofás convenientemente dispuestos para esperar cerca de la sección femenina, encuentran a un par de Tempus, muertos de aburrimiento, con quienes entablan conversación para pasar el rato.


    Frambuesa llevó varios vestidos al probador que le gustaron, pero ya estando ahí recordó que tiene que pasar desapercibida y que no puede gastar mucho en ropa, eso la entristece, se ve obligada a buscar ropa más casual. Al volver, encuentra a Cereza con una blusa blanca sin mangas, pantaloncillos verde oscuro y un amplio sombrero blanco con un listón rojo.

    —¿Qué tal me quedan? —pregunta sonriente la mayor.

    —Te sienta bien —le responde Fran, contemplándola.

    —Eso pensé, creo que lo llevaré —produce una risa casi inaudible. Está disfrutando a lo grande el día de compras.

    —Yo creo que con esto estoy bien —dice mostrando un par de abrigos, un pantalón blanco y unos guantes rosas con moños rojos.

    —¿No llevarás vestidos? —cuestiona la Tempus, recordando que antes la vio tomar algunos vestidos.

    —Lo mejor es no resaltar.

    —Diviértete un poco, vamos, nos llevaremos un vestido cada una. ¿Qué te parece?

    —No quiero gastar mucho en ropa —dice la menor indecisa, ya que definitivamente quiere al menos uno de los vestidos que se probó.

    —No te preocupes, si nos gastamos todo el dinero ya los chicos verán como ganar más, así que disfruta de las compras.


    Terminan con un vestido cada una, ambos de los más caros que hay en la tienda, aunque son de la misma clase que solía usar Frambuesa en el castillo, lo que la hace pensar en todo lo que gastaba su padre para vestirla. Pasan a la ropa interior, se la prueban en frente de la otra, y ver con tan poca ropa a Cereza hace que la princesa tenga sensaciones que no había sentido antes en su vida.

    —Te queda lindo —alaga la de cabello azul, al ver la pequeña prenda rosa que lleva puesta Fran.

    —Gracias... —luce el rostro completamente azulado, tanto por el cumplido como por ver la tanga que lleva Cereza —. Ta-ta-también t-te ves lin-linda...

    —No es verdad —responde mirándose al espejo con una expresión pensativa —. Si adelgazara un poco sé que podría seducir a Magnus sin problemas.

    —¿Él te gusta tanto? —pregunta la de cabello negro, nerviosa por escuchar la respuesta.

    —Tengo que ser sincera conmigo misma, al principio pensé que era solo atracción física, y ve que tiene físico con que atraer —sonríe —, pero desde que se quedó atrás para que tu padre no nos alcanzara me di cuenta que es algo más profundo que simple deseo. Ya sé que no me corresponderá y que no tengo oportunidad, pero igual quiero luchar por su cariño, si al final no resulta estaré satisfecha, ya que habré dado todo de mí.

    —Eso suena lindo... —comenta la princesa, un tanto decaída. Le gustaría tener esa confianza para poder confesarle a la peliazul como se siente.

    —No me lo quieras quitar —pide Cereza, tomando del rostro a la joven, le presiona las mejillas y luego se ríe ante la mueca que se le formó.

    —Nof lo hafé —promete la joven, intentando hablar con su expresión actual.

    —Eres tan adorable —la abraza, haciendo que la cabeza de la joven quede en medio de sus pechos.


    Luego de soltarla, se viste y va en busca de más ropa para probarse, trae un conjunto más, tanto para ella como para Frambuesa, se los muestra.

    —¡Eso es escandaloso! —comenta la joven sorprendida de la ropa que le trajo.

    —Ya estás en edad para conseguir novio, tuve mi primera vez cuando era más joven que tú, creo que a los trece o catorce, así que si encuentras a la persona indicada, esto te ayudará a seducirlo —le explica con una sonrisa maliciosa.

    —Insisto con que es escandaloso... —toma el atuendo y lo mira detenidamente, «no es como que haya disfrutado mi primera vez, o las demás veces tampoco...» —. ¿Puedo preguntarte algo extraño?

    —Claro —permite la mayor, desvistiéndose para probarse lo último que trajo.

    —Tú... tú... —traga saliva, se asoma al exterior de los probadores para asegurarse que no haya nadie cerca que la escuche, luego respira profundamente para tomar valor —. ¿Tú alguna vez haz... tenido... intimidad con... o-o-otra chi-chica?

    —Nunca —responde sin prestarle mucho cuidado a la pregunta, se pone un camisón translucido que deja ver todo su torso desnudo —. No lo he considerado tampoco.

    —Me da miedo estar con un chico —dice para tener una excusa para decirlo, aunque no es completamente una mentira, ya que si le da miedo estar cerca de los varones —. Ya sabes lo que me hizo mi hermano... Fue horrible, dolió, no se sintió bien, ni una sola vez...

    —Perdona, Fran —la mayor se da cuenta de que lo que ha estado diciendo hasta ahora solo le ha traído malos recuerdos a la heredera al trono —. No quería que te deprimieras —la vuelve a abrazar.

    —Yo... —la de cabello negro puede sentir que Cereza la abraza con mucha fuerza, como si la estuviera protegiendo de algo, le gusta la sensación y el aroma dulce que despide el cuerpo de la mayor.

    —¿Crees que te sentirías cómoda si lo haces con una chica? ¿Por eso preguntaste eso?

    —Sí... —confiesa Fran temerosa.

    —Supongo que se debe probar de todo en esta vida —asegura Cereza, no muy segura de lo que está por proponer, suelta a Fran —. Si lo deseas, podemos intentarlo, no sé qué hacer, pero si te ayuda a recobrar la confianza supongo que está bien.

    —¡Sí! —exclama la princesa emocionada, luego tose para no parecer tan ansiosa —. Es decir, si no te molesta, quiero intentarlo.

    —Bien, si nos quedamos en un lugar que compartamos cuarto lo haremos —dice la de cabello azul, volviendo a mirarse al espejo.


    Una vez acaban de comprar ropa, que fue una eternidad de espera para los chicos, van al área de cajas, que es donde algunos Tempus se encuentran cobrando. La encargada de cobrar aguarda tras un mostrador donde tiene dos grandes libros: uno con los precios y el otro donde se anotan las ventas. En las ciudades del sureste llaman cobrantes a los que realizan esta labor

    —Gracias por su preferencia, ¿encontraron todo lo que buscaban? —cuestiona la Tempus, fingiendo una sonrisa. Está comenzando los veinte años, de piel azul oscuro, ojos azules, cabello verde claro largo, viste un overol negro con una blusa amarilla abajo. Lleva un prendedor azul de plástico con forma de calavera en el cabello.

    —Sí, muchas gracias —le responde Magnus.


    El humano coloca las velas, el pabilo y la ropa que eligió sobre el mostrador, al igual que Rata. Las chicas ponen el maquillaje, acondicionador para el cabello, champú y la ropa que escogieron. Además agregaron algunas cobijas, almohadas, envases de vidrio para guardar especias que piensan comprar más tarde, algunas cucharas, una nueva olla, diez tarros de polvo antipulgas para bestias, pulidor para cuernos, enjuague bucal, veinte metros de soga, dos cuchillos filosos, dos galones de barniz anticongelante y algo de jabón, tanto corporal como para ropa.


    La encargada va anotando todo lo que los clientes pusieron frente a ella, cuando llega a los camisones sonríe pícaramente. Rata niega ante esa mirada, por lo que voltea hacia el otro chico del grupo.

    —Me gusta que mis chicas luzcan sexys en la cama —comenta el humano, ante la expresión de la cobrante.

    —Puedo verlo. ¿Las dos a la vez? —cuestiona la cobrante, interesada en la respuesta y lo demuestra descaradamente con una sonrisa conspirativa.

    —Depende del día —responde el de gabardina, sonriendo de tal forma que da la impresión de estar presumiendo.


    Cereza ve esa conversación con enfado, frunce el ceño celosa al notar que Magnus parece estar coqueteando con la empleada del local. Se abraza al brazo derecho del chico de cabello negro como dando a entender que ya está ocupado.

    —Esta es algo celosa —señala Magnus, acariciando la cabeza de la mayor —. Por cierto, me gusta ese prendedor, ¿dónde lo conseguiste?

    —Es algo único —responde la de cabello verde, sonando misteriosa.

    Lo único es libertad, lo único es armonía —comenta el humano, esperando a ver la reacción de la empleada del local.

    Lo único es rebeldía, lo único es la realidad —comenta la del overol, no sin antes cerciorarse si alguien los está escuchando —. Hay un lindo lugar donde pueden conseguir cosas únicas —añade, metiendo un papel en medio de la ropa que llevan los clientes.


    Salen del local, suben al Coloso y comienzan a acomodar las cosas que compraron. Cereza sigue enfadada por el descaro de Magnus de flirtear con la cobrante de la tienda.

    —Eres un descarado por hablar con tanta confianza con esa chica, creí que tenías dos novias esperándote, aunque claro, que otra cosa se puede esperar de un mujeriego como tú —se siente mas que nada celosa de que él no le hable de esa forma a ella.

    —Incluso yo puedo decir que no fue algo normal —añade Nance, que encontró esa charla como algo fuera de lo común en el comportamiento de Magnus.

    —¿Eso? Solo conseguía esto —muestra el papel que dejó la cobrante —. Es la localización de un lugar cercano al que puedo ir a buscar información y otras cosas únicas.

    —¿El Mercado Negro de Estrella existe? —pregunta Rata, sorprendido ante esa revelación. Ya ha estado en la Arena, que cambia su localización cada mes, pero jamás ha visitado el Mercado Negro, que también se supone cambia su localización cada mes.

    —Parece que sí —sonríe complacido, luego se mete el papel en un bolsillo interno de la gabardina.

    —¿Irás esta noche ahí? —interroga Fran, ansiosa porque la dejen a solas con Cereza.

    —Oh, sí, iré solo, no sé qué clase de sitio sea y no quiero a nadie más en peligro.

    —Yo quiero ver el Mercado Negro de Estrella —pide el Tempus de cabello castaño, con suma emoción por conocer ese lugar. Remiel levanta las orejas, ladra un par de veces moviendo frenéticamente la cola, mostrando estar ansioso por que lo dejen ir también.

    —No veo problemas en que ambos me acompañen —acepta Magnus, sabiendo que el ex capitán es capaz de protegerse así mismo en caso de que se metan en problemas y el can es más que capaz de encargarse de algunos Tempus por su cuenta —. Consigamos más provisiones y luego busquemos un lugar que esté cerca del Mercado Negro para hospedarnos.



    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta/Orbe Artificial Delta/Orbes Artificiales (3 Espadas)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua/Bombas de Humo Venenoso/Bombas Somnífero/Resacas (Bombas Venenosas y Somníferas)
    Estilo de Lucha: Soporte
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Nance Dulcio Segundo
    Apodo: Rata
    Profesión: ex-Capitán del ejército
    Edad: 19 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Cuchillas Aserradas
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Frambuesa Delto
    Apodo: Fran
    Profesión: Princesa/Primera Heredera al Trono
    Edad: 15 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Báculo Luminoso (¿?)
    Estilo de Lucha: Sanadora
    ______________
    Nombre: Bun
    Género: Femenino
    Raza: Lince Blanco Manchado
    Armas: Garras y Colmillos
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Tomas & Jerry
    Género: Masculino & Femenino
    Raza: Alces de Dos Cuernos
    Armas: Cornamentas
    Estilo de Lucha: Embestida
    Otros
    -Cobrante: Nombre por el que se les llama a los que se encargan del cobro de productos en las diversas tiendas de las ciudades del sureste.
    -Vela de Cera Blanca: Produce una llama color blanco. Hecha con aceites vegetales mezclados con la cera que producen las abejas de hielo para producir sus colmenas.
    -Vela de Cera Naranja: Produce una llama color naranja o rojiza. Hecha con aceites vegetales y animales mezclados con la cera que producen las abejas de hielo para producir sus colmenas.
    -Vela de Cera Azul: Produce una llama color azul. Hecha con aceites animales mezclados con la cera que producen las abejas de hielo para producir sus colmenas.
    -Pabilo de Hilo de Telaraña: Pabilo de hilo hecho de telaraña.
    -Hilo de Telaraña: Fibra especial hecha de varias líneas de telaraña entrecruzadas. Es tan fuerte como el acero, pero con propiedades elásticas inigualables. Es capaz de estirarse hasta cuatro veces su largo y luego regresar a su tamaño normal sin problemas.
    -Llama Azul: Fuego color azul que arde a muy altas temperaturas. La exposición a esta llama es letal para los elementales de hielo. Se usa en forjas por la facilidad con la que derriten los minerales.
    -Llama Blanca: Fuego color blanco que arde a bajas temperaturas, la mayor parte del tiempo es frío o incluso tibio.
    -Llama Rojiza: Fuego color naranja o rojizo, caliente y dañino para los elementales de hielo si se exponen durante períodos largos. Se usa principalmente para mantener a los animales de granja calientes cuando hace mucho frío.
     
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  7. Threadmarks: Capítulo 50. Mercado Negro & Arena
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
    Miembro desde:
    20 Marzo 2012
    Mensajes:
    1,641
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    3620

    Capítulo 50. Mercado Negro & Arena



    Para la noche, el grupo de Cereza alquila un cuarto para los cuatro en un hostal, las chicas se quedan en el cuarto mientras que los varones salen al lugar que señala el papel que le dio la cobrante al humano, los acompaña Remiel. El lince blanco manchado de Fran se queda a dormir en el Coloso, sobre los sacos de alimento de los alces, le gusta el aroma que despide esa comida.


    Magnus y los demás caminan, durante varios minutos, entre callejones oscuros que ni la tenue luz de la luna logra iluminar correctamente. Finalmente llegan a un lugar amplio, una especie de plaza de cemento rodeada de edificios que lucen descuidados. Un lugar oculto que solo los vecinos saben que existe. Cinco jóvenes Tempus se encuentran ahí conversando, cuando notan a los recién llegados dejan de hablar y se produce un silencio sepulcral. Uno de ellos se les acerca, manteniendo la mirada en el lobo de las altiplanicies. Es un chico bien parecido de piel celeste muy clara, ojos negros, cabello rapado a los lados pero con un gran mechón en medio que tiene levantado y teñido de tres colores; rojo, azul y negro. Viste un chaleco blanco de piel con un bordado en la espalda, que representa un bosque de árboles azules con un pino color rojo en medio, lleva pantalones de cuero café oscuro, botas para nieve grises y un enorme pañuelo negro alrededor del cuello.

    —¿Perdidos? —cuestiona el de cabello tricolor, mirando con desconfianza a los recién llegados.

    —No, estamos justo donde queremos estar —responde Magnus, con seriedad.

    —¿En verdad? —pregunta, el chico de chaleco de piel entrecerrando los ojos.

    —Busco una experiencia única —dice el humano, esperando que reaccione ante esa frase.

    —Espera, Veloz —dice una chica, desde las sombras, se acerca un poco dejando que la poca luz de la luna ilumine su rostro. Se trata de la cobrante del Gran Bazar Relámpago, que viste una blusa amarilla hasta las rodillas, unos pantaloncillos negros ajustados que apenas se asoman bajo la camiseta y un pañuelo negro atado en su brazo izquierdo —. Son los clientes de quienes te conté.

    —Oh, el chico con un harem que hizo que te mojaras —añade burlón el de cabello tricolor.

    —¡No lo digas en voz alta! —reprende azulada la chica.

    —Perdona, perdona —se disculpa Veloz —. Este es nuestro territorio —informa a los recién llegados con orgullo — somos los Alces Negros.

    —Me hago llamar Estilista —se presenta la de cabello verde —. Este descortés es Veloz, aquellos de allá son Pintas, Voz y Poeta.

    —Soy Magnus, este es Rata y el pequeñín se llama Remiel —presenta el humano, el lobo ladra un par de veces para luego sacar la lengua —. Tengo curiosidad sobre cómo es el mercado negro.

    —No hay nada mejor que ver para entender —dice Veloz, levantando el pulgar.


    Veloz y Estilista los guían hasta la pared del edificio norte, la cual mueven dejando al descubierto un pasaje subterráneo. Entran, cerrando la pared para que nadie entre por error. Caminan en la oscuridad durante unos veinte minutos, por lo que seguramente es un laberinto, llegan a un amplio lugar iluminado por faroles que se nota fueron hechos a mano. Varios puestos se encuentran por todas partes, todos divididos por altos trozos delgados de hielo eterno o de madera, algunos personalizados y con letreros que informan el nombre del puesto. A Magnus le da la impresión de haber ingresado en una especie de rústico centro comercial o mercado central en lugar de un mercado negro. Remiel comienza a correr y olfatear por todas partes, entusiasmado ante tantos aromas nuevos. Corretea a un lince negro miniatura, pero le pierde el rastro cuando se sube sobre el tejado de uno de los puestos.

    —Como pueden ver —habla Veloz con entusiasmo —, aquí no estamos limitados al trabajo que se nos obliga a desempeñar allá arriba.

    —Durante el día soy cobrante —añade la de cabello verde —, pero por las noches puedo venir aquí y trabajar los cabellos de los Tempus, les doy estilo, por eso me apodan Estilista.

    —Pero —interviene Veloz —, hay varios que se dedican a labores similares, por lo que hay mucha competencia. Mayormente los que pertenecen a un mismo grupo deben apoyar a sus amigos.

    —¿Ese peinado tricolor te lo hizo Estilista? —cuestiona Rata, un poco interesado en el asunto.

    —Pues claro —presume la de cabello verde —, aunque las pinturas especiales se las tengo que comprar a un grupo rival, ya que ninguno de nuestros miembros las fabrica.

    —¿Por qué ocultarse si no hacen nada malo? —pregunta el humano, confuso por lo tranquilo que resultó ser el mercado negro. Esperaba un lugar muy distinto a este, incluso había planeado comprar armas.

    —Porque sí es algo malo —aclara Rata —. Según las leyes de los poblados del sureste, cada habitante debe registrarse y se le da un trabajo dependiendo de sus habilidades; agricultor, criador, comerciante o misceláneo, por mencionar algunos. Claro, suponiendo no quieran ser soldados.

    —Me parece muy opresivo —opina Magnus, aunque entiende la razón detrás de eso, si nadie quiere ser agricultor no habrá nadie que cultive los alimentos que consumen.

    —Lo es, por eso se creo este sitio, aquí podemos comerciar con nuestras habilidades y pasatiempos. ¡Este lugar es libertad! —exclama Estilista en voz alta. Algunos Tempus cercanos gritan “libertad” como respuesta a lo que dijo.

    —Oye —susurra Rata al humano — ¿Puedo hacerle un cambio a mi cabello?

    —Claro. Supongo me preguntas por que soy el que tiene el dinero —el ex soldado asiente, parece estar ansioso por hacerse un nuevo corte —. Estilista, ¿puedes atender a mi amigo?

    —Por supuesto —saca un par de tijeras de metal de entre su blusa —. Vamos a mi puesto.


    Para cuando la peliverde acaba, el cabello de Nance, que había crecido un poco desde que lo hicieron prisionero, e incluso le dificultaba ver correctamente, regresa a ser corto, además se lo tiñó de un tono ligeramente más oscuro. Cobra tan solo dos bronces por el corte y diez bronces por el cambio de color.

    —Así es como me gusta el cabello —comenta Rata, mirándose en un trozo de metal pulido que sirve como espejo en el puesto de la chica.

    —Me alegra —la de cabello verde se nota feliz ante el cumplido.

    —¿Hay algo en lo que se pueda ganar dinero sin tener un talento? —pregunta el humano, esperando una respuesta en concreto.

    —Dos formas —responde Veloz —, están quienes venden objetos robados al ejército, pero hace tiempo que no se aparece nadie vendiendo nada. El otro método es la Arena, es un lugar donde puedes pelear y ganar dinero según la cantidad de victorias seguidas que logres, o puedes apostar en caso de no ser bueno con los puños. Es patrocinado por soldados, pero igual es seguro ir.

    —He escuchado sobre la arena —añade Nance, sonando nostálgico, es el sitio que él y Mora solían visitar antes de ser ascendidos, pero de eso ya han pasado casi cinco años, sin mencionar que la Arena siempre se encuentra en un lugar distinto y no siempre la podían encontrar cuando venían de visita a Estrella.

    —¿Puedes llevarnos? —cuestiona el de gabardina, ansioso por conocer ese sitio.

    —Claro, para esta hora se deben estar recibiendo los registros —informa Veloz —. Suelo participar, se me dice Veloz por que soy rápido con los puños —lanza un par de puñetazos hacia el frente, presumiendo sus veloces movimientos.


    Se separan de Estilista, quien se queda atendiendo a un nuevo cliente que llegó, el pequeño lobo los sigue de cerca, para cerciorarse que no lo dejen atrás, aunque se mantiene mirando en todas direcciones. Van hacia el fondo del lugar donde bajan unas escaleras de metal que los llevan tres pisos bajo tierra, avanzan en total oscuridad durante unos quince o veinte minutos minutos aproximadamente. Se aprecia una luz blanca, van hacia ella, al acostumbrarse al brillo encuentran un grupo de graderías talladas en roca, en medio de estas hay una especie de cuadrado de piedra de cien metros de lado y un metro de altura. Algunos soldados y civiles están sentados en las gradas. Hay varios puestos de madera en los que se pueden realizar las apuestas y se deben registrar los competidores. Junto a estos puestos hay un simple reloj de arena blanca que mide un metro de altura.


    Dos letreros de madera barnizada yacen colgados sobre los puestos. En el primero aparecen las reglas de los enfrentamientos:

    Reglas de la arena:

    -Se prohíbe matar (el que mate será entregado a los soldados)

    -Se prohíbe cometer delitos dentro de la Arena, exceptuando las apuestas (el que sea descubierto infringiendo la ley será entregado a los soldados)

    -Se prohíbe lesionar de forma permanente (el que lesione de manera permanente será entregado a los soldados)

    -El primero que salga del Cuadrado de Guerra (entre las graderías) será el PERDEDOR

    -Los encuentros se limitan a veinte minutos de duración, si el tiempo transcurre y no hay un ganador ambos luchadores serán PERDEDORES

    -Solo se puede apostar por uno de los peleadores de cada combate (los peleadores solo pueden apostar por sí mismos)

    -El premio para el GANADOR dependerá de la cantidad de peleas que pelee (y gane):

    1 = 5 Oros
    2 = 7 Oros
    3 = 10 Oros
    4 = 15 Oros
    5 = 25 Oros



    Al humano le llama la atención el término “Cuadrado de Guerra” que sin duda se refiere al cuadrilátero. Una vez registrados, posan su atención al otro letrero, donde anotan los nombres de los tres y la cantidad que se gana si la apuesta resulta en victoria.


    Carne de cuadrado de guerra:

    demoledor 1/3

    danza de puños 1/8

    furia 1/4

    el libertador jr 1/5

    veloz 1/7

    magnus 1/10

    rata 1/3

    —No entiendo algo, ¿por qué yo valgo diez a uno, pero Rata tres a uno? —cuestiona Magnus, bastante extrañado por eso. Aunque que paguen tanto por él le abre un amplio margen de posibles ganancias para apostar por sí mismo.

    —Yo había participado en el pasado —informa el ex soldado, cruzando los brazos.

    —Eso quiere decir que has ganado al menos veinte torneos —añade Veloz, contemplando la pizarra de apuestas —. Los nuevos siempre obtienen diez a uno, porque casi nadie apuesta por ellos, entre más peleas se ganen, menos valen las apuestas, pero ya no cambiarán las cantidades por hoy.

    —No es tan distinto al lugar de donde provengo, solo me parecía curioso que Rata pagara menos que yo, pero tiene sentido si toman en cuenta participaciones pasadas.


    Terminado el tiempo para registrarse, se eligen al azar a los que participarán en los tres primeros combates. Se decidió: Magnus contra Demoledor, Danza de Puños contra Furia, El Libertador Jr contra Rata. Veloz pasó a la siguiente ronda de forma automática, por no haber un octavo combatiente registrado, una regla no escrita de las peleas, la cual conlleva el pago de cinco oros, el mismo monto que hubiera ganado de haber pasado a la siguiente ronda por haber ganado el primer combate. El humano, como suele hacerlo, apostó por sí mismo diez monedas de oro para el primer encuentro. No está prohibido apostar por sí mismo, pero sí lo está apostar por su oponente, algo que tiene sentido.

    —¡Damas y caballeros! —exclama una Tempus que funge como narradora, es de piel azul oscuro, con pantalón de cuero corto, un chaleco de cuero blanco sin nada abajo, además de unos grandes botines negros que le llegan hasta los muslos. Trae un pequeño megáfono, que parece ser muy antiguo y que apenas si funciona, en la mano derecha —. El primer luchador de la noche es un novato, ni idea de dónde salió alguien tan colorado como él. ¡Les presento a Maaaaagnuuuuuuuusssss! Como dato extra; este combatiente no está afiliado a ningún grupo.


    Magnus sube a la arena, sin su gabardina o camiseta, mostrando la roja piel de su torso, pero su rostro aún pintado en azul. Nadie se sorprende por ese color rojizo, muchos se pintan partes del cuerpo para resaltar en la Arena, es una práctica tan común que ni los soldados presentes lo ven como algo extraño.

    —¡Y ahora! —grita con entusiasmo — Este hombre ha ganado cinco, así como lo escuchan, cinco torneos seguidos, hablo nada más y nada menos que de ¡Demooledoooooor, de los Linces Dorados!


    Al cuadrilátero sube un enorme Tempus de piel azul, cabello corto negro y ojos verdes. Trae guantes de armadura en sus enormes manos, viste una camiseta sin mangas color blanca, pantalón negro, botas con punta de metal y un tatuaje de un lince amarillo en su antebrazo izquierdo. Es alto en comparación con el Tempus promedio, pero le falta mucho para alcanzar al General Negro Ata.


    Suena una corneta, hecha con los cuernos de una cabra, que señala el comienzo del encuentro. Demoledor corre hacia el humano, intenta golpearlo en la cara con su puño derecho, Magnus lo esquiva y de inmediato bloquea, usando ambos brazos, el otro puño de Demoledor, que va directamente hacia su abdomen.

    —Parece que el nuevo tiene agallas, ¿pero bastarán para hacerle frente a Demoledor? —dice la narradora.


    El Tempus da otro golpe con su izquierda, usando todas su fuerzas, el de piel rojiza toma el brazo de su enorme contrincante, lo jala hacia el frente y le atraviesa el pie para hacerlo tropezar, lo que provoca que el enorme hombre pierda el equilibrio y caiga irremediablemente al suelo. Magnus usa todas sus fuerzas para patearlo en el estómago y hacerlo rodar hasta quedar fuera de la plataforma. Agradece mucho haber estado a menos de diez metros de la orilla, ya que de lo contrario no habría podido enviarlo más lejos.

    —¡En contra de todas las posibilidades, el novato Magnus ha salido victorioso!


    La mayoría de los espectadores en las graderías abuchean al ganador, casi todos apostaron por Demoledor, por lo que perdieron mucho dinero. Se toman unos minutos antes de la siguiente pelea, para permitir que los apostadores realicen sus apuestas, y que los ganadores cobren sus ganancias.


    La siguiente lucha es entre Danza de Puños, de las Águilas Verdes, y Furia, del mismo grupo, son combatientes jóvenes que demuestran que las mujeres pueden ser encarnizadas. Furia acaba derrotando a su rival gracias a que la noquea con un fuerte golpe que le propina en la garganta a su oponente. Fue un encuentro rápido y sin sorpresas. Luego de dar unos minutos, da comienzo el siguiente encuentro.

    —¡Nuestro siguiente enfrentamiento trae a un favorito que hace años no se ve en la Arena! —grita la del megáfono señalando hacia su derecha — ¡Del tiempo que el joven príncipe competía bajo el seudónimo de Rey, algunos lo recordarán por sus pesados puñetazos, les hablo de Raaaataaaaaaaa!


    El de cabello castaño sube al cuadrilátero, levanta los brazos para saludar a los que lo apoyan, que resultan ser, en su mayoría, soldados que lo reconocen. No le preocupa en lo absoluto ser reconocido en este lugar, ya que nadie nunca habla sobre lo que ocurre en la Arena, para un soldado admitir haber estado en una actividad ilegal, como lo es lo que ocurre en la Arena, tiene como pena mínima un año de encarcelamiento y el despido inmediato, sin excepciones.

    —Lo conocen, lo quieren, lo adoran; ¡les hablo por supuesto de El Libertador junior, de los Ratones!


    Un joven de unos doce años, piel azul oscuro, ojos grises y algo bajo, es el que será el oponente de Rata. Usa una máscara de tela blanca que deja ver solo los ojos y la boca, una capa y pantalones blancos, viene descalzo. Su nombre se debe a que es un gran admirador del General Blanco Manzana Cortes. Suena la corneta que marca el inicio al combate.


    El ex capitán se pregunta si debe intentar hacer durar el encuentro un poco o solo sacar al pequeñín de un golpe. Rata camina lentamente hacia el menor, niega con la cabeza ante tan poco amenazante oponente, levanta su brazo y lo baja de golpe sobre la cabeza del Libertador Jr. Como respuesta, el enmascarado grita a todo pulmón, mientras libera golpe tras golpe contra el estómago de Nance, agrede con tal rapidez que el mayor es incapaz de defenderse. Rata comienza a retroceder para evitar los golpes, luego de unos segundos termina cayendo, de espaldas, fuera del cuadrilátero.

    —¡El ganador es el Libertador junior! ¡Su movimiento especial, el Grito de Libertad, le ganó una nueva victoria!


    Nance vuelve donde se encuentran Veloz y Magnus, se siente avergonzado por haber sido derrotado por un simple niño, escucha las risas de los espectadores, que no han acallado desde que cayó al suelo. Siempre es gracioso para los que asisten a los encuentros ver como alguien termina cayendo bajo el extraño e infantil ataque del niño.

    —Debí advertirte —dice Veloz, soportando la risa —. Junior es débil, sus golpecitos no hacen prácticamente nada, pero su grito desconcierta, y es tan rápido golpeando que uno no puede reaccionar como se debe y para cuando se da cuenta ya se está en el suelo.

    —También te ganó, ¿no? —pregunta el humano, que tiene los brazos cruzados.

    —Y fue tan humillante como con Rata —confiesa nervioso, recordando como sus propios amigos se burlaron de él durante semanas.

    —Debí suponer que había algo extraño cuando vi que ese chico pagaba cinco a uno, no se llega ahí solo por ser adorable —se queja el ex soldado, culpándose por subestimar a su oponente.

    —Parece que ya decidieron el orden de los siguientes combates —hace ver el Tempus de chaleco blanco.

    —¿No es el mismo orden? —pregunta Magnus confuso, ya que lo normal es que se luche en el mismo orden que se va pasando a la siguiente ronda.

    —No —niega Veloz—, siempre es al azar, menos la final, pero es por que suelen quedar dos o tres para entonces, pero aún somos cuatro, así que toca ver qué nos depara Destino.


    El azar ordena los combates de la semifinal de la siguiente forma: Veloz se enfrentará a Magnus y Furia contra el Libertador Jr.


    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta/Orbe Artificial Delta/Orbes Artificiales (3 Espadas)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Nance Dulcio Segundo
    Apodo: Rata
    Profesión: ex-Capitán del ejército
    Edad: 19 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Cuchillas Aserradas
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    Otros
    -Cuadrado de Guerra: Nombre por el que se conoce al cuadrilátero de la arena en ciudad Estrella. Existen varios, de diversos tamaños, localizados bajo Estrella.
    -Reglas de la Arena: Reglas que deben seguir los luchadores en los encuentros que se llevan a cabo en la arena de ciudad Estrella. 1.Se prohíbe matar (el que mate será entregado a los soldados) 2.Se prohíbe cometer delitos dentro de la Arena, exceptuando las apuestas (el que sea descubierto infringiendo la ley será entregado a los soldados) 3.Se prohíbe lesionar de forma permanente (el que lesione de manera permanente será entregado a los soldados) 4.El primero que salga del Cuadrado de Guerra (entre las graderías) será el PERDEDOR 5.Los encuentros se limitan a veinte minutos de duración, si el tiempo transcurre y no hay un ganador ambos luchadores serán PERDEDORES 6.Solo se puede apostar por uno de los peleadores de cada combate (los peleadores solo pueden apostar por sí mismos) 7.El premio para el GANADOR dependerá de la cantidad de peleas que pelee (y gane): 1 = 5 Oros, 2 = 7 Oros, 3 = 10 Oros, 4 = 15 Oros y 5 = 25 Oros
    -Carne de Cuadrado de Guerra: Nombre por el que se le conoce a los que luchan en la arena.
    -Megáfono: Máquina que sirve para volver los sonidos aún mayores de lo que son. Tecnología prohibida que se supone fue confiscada por órdenes del rey Delto.
    -Reloj de Arena: Sirve para cronometrar tiempos específicos. La duración depende de la cantidad de arena en su interior y del ancho del hoyo por el que pasa la misma.
    -Tijeras: Utensilio compuesto por dos hojas que se cierran y abren. Se pueden utilizar para cortar papel, papiro, carne, tela, cuero o cabello. También se pueden usar para apuñalar.
     
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  8. Threadmarks: Capítulo 51. Lucha Por Frambuesa
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
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    Capítulo 51. Lucha por Frambuesa



    El humano es el primero en subir al cuadrilátero de piedra. Desde su primer encuentro parece que no muchos están contentos con él, pero no le puede importar menos. En esta ocasión apostó veinte monedas de oro a su favor. Hasta el momento lleva ganados ciento cinco oros entre la apuesta y la victoria en su primer encuentro. No le importa mucho si pierde el presente combate, pero igual intentará ganar para obtener doscientas monedas con la apuesta.

    —Por el otro lado —comenta la del megáfono, para presentar al oponente de Magnus —tenemos a alguien que no sabe cuándo rendirse. No ha ganado un torneo desde hace más de diez días. ¿Acaso esta noche perderá su racha de derrotas y quedará como el campeón? Hablo de nada más y nada menos que de: ¡Veloz, de los Alces Negros!


    El Tempus de chaleco observa con seriedad al de piel rojiza, lo vio derrotar a Demoledor, una proeza realmente extraordinaria para un primerizo. Pudo observar que solo usó el peso del enorme Tempus en su contra para hacerlo caer, pero no será tan fácil con él, no es tan pesado como lo es Demoledor y es mucho más rápido también.


    Suena la corneta. El Tempus corre hacia el humano, comienza a dar varios golpes que su oponente bloquea con los brazos, lo hace retroceder hasta quedar casi a la orilla. Veloz confía en su victoria, se dispone a dar el golpe de gracia, el último para que el de piel roja pierda el balance y caiga. Desafortunadamente para el de cabello tricolor, Magnus lo toma del cuello, lo levanta como si no pesara nada y lo arroja fuera del cuadrado de piedra sin siquiera pestañear.

    —¡Este novato está que arde! —exclama la mujer, intentando subir los ánimos, la nueva victoria del de piel roja vuelve a producir que muchos abucheen en lugar de celebrar.


    Una vez acabado el encuentro, Magnus baja del cuadrilátero y extiende su mano para ayudar a Veloz a levantarse, este acepta la ayuda y se pone en pie. Vuelven donde se encuentra Rata.

    —Eres fuerte —alaga Veloz, que acepta la derrota con madurez —. Me dejaste pensar que te estaba llevando a la orilla, ¿no es así?

    —El truco más viejo del libro —afirma el humano sonriente —. Lo puedes usar si gustas, solo ten cuidado de calcular cuando estás cerca de la orilla, para no caer por error.


    La lucha entre el Libertador Jr y Furia acaba en pocos segundos. La mujer no tiene piedad ante el niño y lo saca con una sola patada en el estómago, sin darle la oportunidad de realizar su característico Grito de Libertad. Con esta victoria queda decidido quienes irán al combate final de la noche.


    Los encargados de tomar las apuestas limitan, como de costumbre, a un tope de cien oros en total cuando alguien que paga diez a uno llega a la final, Magnus apenas si pudo poner treinta oros a su favor, y piensa ganar la final a como de lugar. Han estado gastando mucho dinero últimamente, y poder llenarse los bolsillos de monedas es de las mayores prioridades que presenta el grupo.

    —¡Y llegamos al final del torneo de esta noche! —levanta el puño con emoción —. El primer finalista es el novato que nos ha sorprendido a todos, cuya piel roja nos ha deslumbrado, cuya fuerza nos ha dejado sin aliento, ¡Maaaaagnuuuuuuus! —el humano sube a la arena, animando a la audiencia para que lo apoyen, y efectivamente parece haber ganado algunos admiradores —. Su contrincante es la desalmada, la hermosa, la despiadada; ¡Fuuuriaaaaaaaa!


    Furia sube al cuadrilátero golpeándose los puños; es una mujer que tiene alrededor de veinticinco años, cabello corto rojo, ojos color rubí, piel celeste, de tamaño promedio pero con músculos marcados en los brazos. Viste un pantalón de cuero negro, blusa blanca de piel de lobo, zapatos con punta de acero y anillos de metal en cada dedo, con el fin de maximizar el daño de sus ya devastadores golpes. Los anillos de los dedos anulares no son simples como los demás, estos dos son color verde metálico con la cabeza de una águila en relieve en la parte superior.

    —Pareces ser bueno con los puños, novato —comenta Furia, ladeando lentamente la cabeza hacia la derecha hasta que se escucha un tronido.

    —Tampoco pareces ser mala, Furia, pienso que serías capaz de darme un encuentro entretenido, pero claro que vas a caer —presume el humano, para provocarla. Siempre le gusta provocar a sus oponentes, así logra que bajen con mayor facilidad la guardia. No funciona siempre, pero cuando si lo hace le da una ventaja que lo lleva a una victoria simple.


    Suena la señal que da inicio al combate final. Furia corre hacia Magnus, comienza con un fuerte golpe que el humano bloquea con uno propio, se produce un intercambio de golpes entre ambos que hacen que los espectadores griten de entusiasmo. Los puñetazos son tan rápidos que la mayoría de los que los que presencian la lucha son incapaces de seguirlos. El de piel rojiza en verdad está disfrutando el encuentro, su rival sabe bien como moverse y evitar los golpes, y los gritos por parte del público lo llenan de nostalgia. El espectro aparece sobre el humano luego de transcurridos tan solo tres minutos del encuentro final.

    —Amo, la Tempus Cereza y la Tempus Frambuesa están en peligro —informa el de capucha, usando una voz grave.

    —¿Qué? —cuestiona perdiendo el ritmo, lo que Furia aprovecha para golpearlo en el rostro.

    —El Tempus dueño del hostal reconoció a la Tempus Frambuesa y dio aviso a unos soldados que patrullaban la zona —desaparece y reaparece al lado de la mujer, para que el humano pueda tenerla a la vista y evitar que sea golpeado nuevamente por prestarle atención.

    —¿Qué tan grave es? —pregunta, evitando los golpes de su oponente.

    —Ciento cinco soldados rodean el hostal. Están encerradas en la habitación, pero los soldados Tempus lograrán sacarlas en pocos minutos. Parece que lo tratan como una situación de rehenes —los ojos en su oscura capucha brillan en un intenso blanco —. Hay trescientos cincuenta y siete solados en calles aledañas, resguardando todas las posibles salidas.

    —Lo lamento, Furia —comenta el humano, cambiando su expresión a una de preocupación —. Debo terminar este combate de inmediato.


    Magnus toma a la mujer de los brazos y la hace girar tres veces antes de arrojarla hacia las graderías, donde derriba a cinco espectadores, que más que enojados gritan eufóricos por ser parte de la acción.

    —¡Rata, mi ropa! —pide el de piel roja, desde el cuadrilátero, Nance le arroja la camiseta y la gabardina, este las atrapa y se las pone —. Recoge mis ganancias y encuéntrame en el hostal. Remiel, corre de vuelta, rápido.

    —¡¿Qué sucede?! —cuestiona confuso el castaño por la repentina petición del humano. El lobo no se queda a averiguar la razón, la preocupación en el tono de Magnus es más que suficiente para hacerlo emprender la carrera de vuelta al hostal.

    —Las chicas peligran —se limpia la cara con un pañuelo, que saca de su pantalón, recuperando el tono rosa de su rostro.


    Magnus corre hacia la salida, se preocupa por todo lo que tiene que subir para poder regresar al exterior, el espectro, que vuela a su lado, señala los faroles artesanales que iluminan la Arena. Esto le recuerda que puede activar su habilidad elemental. Hace aparecer un par de alas de electricidad desde su espalda, levanta en vuelo, moviéndose con tal velocidad que los demás son apenas capaces de apreciar una figura borrosa. Afortunadamente se obligó a memorizar en qué dirección habían caminado en la oscuridad, para evitar perderse en caso que tuvieran que abandonar apresuradamente el sitio por alguna razón.


    En el hostal, Cereza y Fran se encuentran encerradas en el cuarto que alquilaron, pusieron la mayoría de los muebles frente a la puerta a modo de barricada, a excepción del armario, que colocaron bloqueando la única ventana de la habitación. La princesa se abraza a la mayor. Ambas visten sus abrigos, pantalones gruesos y botas de cuero, como si estuvieran listas para escapar en la primer oportunidad que se les presente.

    —¡En nombre del rey Delto, soberano del País Helado, les exijo que abran esa puerta y entreguen a la princesa Frambuesa para devolverla al lado de su padre! —exige un teniente, desde el otro lado de la puerta —. Si lo hacen prometemos que no sufrirán al ser ejecutados.

    —¡Qué amable propuesta! —grita de forma sarcástica Cereza.

    —Tengo miedo —confiesa la de cabello negro, todo su cuerpo tiembla.

    —No te preocupes —le acaricia la cabeza —. No te llevarán, te protegeré. —«Dejé el Orbe de Agua y las bombas de gas venenoso y somnífero en el Coloso… No sé qué puedo hacer para salir de esta… Piensa, Cereza, piensa... ¿Qué haría Magnus en esta situación?»


    La puerta y muebles son destrozados por una cabra cuernos de roca, cuyas cornamentas están recubiertas de acero. Diez soldados ingresan al cuarto casi de inmediato, intentan tomar a la más joven del brazo para sacarla a la fuerza, pero Cereza protege a la heredera con su cuerpo. Los soldados las intentan separar, pero la mayor se niega a soltarla. Uno de los de armadura blanca apuñala a la peliazul, con una lanza, justo en el hombro derecho. La vuelve a atravesar a media espalda, la punta se asoma por el estómago, señal de que la atravesó por completo.

    —N-no te soltaré…. —asegura, botando sangre azul desde la boca. Se desmaya sin soltar en ningún momento a Frambuesa.

    —¡No! —grita la princesa, aterrorizada por el ataque que sufrió su querida amiga. Piensa que ésta murió por intentar protegerla.


    Una luz dorada se estrella justo frente al hostal, produciendo un cráter poco profundo, varios soldados son derribados por el impacto. Una nube de humo se levanta, perjudicando la visibilidad de los militares. Resplandores dorados se aprecian entre la nube, para cuando se dispersa, hay más de cuarenta solados inconscientes en el suelo.

    —¿Qué es eso? —cuestiona un capitán, aterrado ante el extraño ser de rostro rojo que se encuentra en el cráter.


    Magnus observa con ira al soldado de armadura de bronce que hizo la pregunta. Extiende sus doradas alas para intimidar, soltando partículas que brillan doradas, sus puños desprenden chispas.


    Los soldados dentro del hostal escuchan el estruendo y se preguntan qué pudo haber causado tal conmoción. Luego de casi un minuto, algo brillante entra y los deja fuera de combate, con un solo golpe a cada uno. La cabra corre despavorida hacia el exterior.

    —Cereza —susurra el humano acercándose a la Tempus mayor, le revisa las heridas y el pulso —. Está mal herida, pierde sangre muy rápido. — Toma una sábana de entre los restos de los destrozados muebles, la corta con su daga, haciendo vendas, enrolla varias juntas y las coloca sobre las heridas de Cereza para detener la hemorragia momentáneamente, usa el resto de vendas para asegurar que no se vayan a soltar las que detienen el sangrado —. Cúrala, Fran.


    La princesa se mantiene estupefacta, no puede moverse por más que lo desea, le parece que todo es una terrible pesadilla de la que se despertará en cualquier momento a salvo en el Coloso con Cereza sana y salva a su lado. Magnus la toma del cuello del abrigo y la levanta de forma amenazante.

    —¡Que la cures te dije! —grita el chico, para hacerla reaccionar, la suelta haciendo que caiga sentada.

    —S-sí —toma su bastón luminoso, que se encuentra en un rincón, y comienza a usar el hechizo de curación Sanar en Cereza, pero esta no recupera la conciencia —. No funciona... —comenta con los ojos llorosos, comenzando a desesperarse.

    —Sigue curándola, no te detengas por nada del mundo —le ordena, intentando pensar en qué hacer.


    Observa con detenimiento las vendas que comienzan a teñirse de azul, La herida del hombro casi no sangra y no es muy seria, pero la otra hace peligrar su vida, es más que evidente que pierde sangre rápidamente. Por suerte, el hechizo Sanar acelera la producción de sangre y velocidad de cicatrización al punto de mantenerla estable. Le envuelve el cuerpo con una manta gruesa de piel de lobo de las altiplanicies al ver que ella parece estar temblando de frío.

    —Esto va a sonar imposible, pero te pido que lo intentes.

    —No importa lo que sea, lo haré —la mirada de determinación en el rostro de Fran da a entender que hará lo que haga falta.

    —Lleva a Cereza al Coloso, yo abriré camino y mantendré a los soldados concentrados en mí. Pero no puedes dejar de usar hechizos sanadores en ningún momento, su vida depende de eso.

    —Eso es… —niega con la cabeza, arrepintiéndose de siquiera pensar que es imposible —. Lo haré.


    El humano sale del edificio, lleva las manos dentro de la gabardina, camina lentamente hacia el cráter, donde se encuentran dos tenientes, quienes son los responsables de dirigir el ataque contra el edificio, además de cien soldados comunes y cinco capitanes.

    —¿Cómo están, estimados amigos? —levanta la voz en la última palabra. Los soldados lo rodean y le apuntan con lanzas y espadas largas —. No hay necesidad de recurrir a la violencia.

    —¡Mátenlo! —ordena uno de los tenientes.

    —O quizás sí hay la necesidad —saca las manos de los bolsillos, mostrando las palmas rodeadas de energía elemental de rayo.


    Los Tempus se abalanzan sobre el de piel rosa, este comienza a golpearlos, evitando las armas con mucha facilidad. Cada uno de los golpes del humano desprende una potente descarga eléctrica que deja aturdido al enemigo que toca. Que los Tempus estén en el proceso evolutivo de convertirse en elementales de hielo y agua tiene como efecto ventajoso que sus ataques de rayo sean mucho más potentes de lo que serían contra un humano.


    En pocos minutos, de los ciento siete militares iniciales, tan solo quedan en pie los de armadura color plata. Magnus corre hacia ellos, pero, antes de acercarse lo suficiente, se ve obligado a saltar hacia atrás para evitar algo que estuvo por impactarlo. Se trata de una flecha de acero que, según la trayectoria, cayó desde cielo.

    —¿Arqueros? —se cuestiona el de gabardina, buscando en el cielo, pero lo que ve no son Tempus con arcos, sino aves color plateadas con flechas asomándose desde sus picos — ¿Aves? — «No son aves, son robots con forma de pájaro. Impresionante que tengan la tecnología para crear armas voladoras que además se puedan confundir con aves reales» —. Lamento que no puedan permanecer en el aire, pero desde ahí pueden herir a mis amigos.


    El humano cruza los brazos sobre su pecho, llena de energía dorada todo su cuerpo, luego de unos segundos, esta energía, toma un color azulado, separa los brazos con fuerza creando un pulso de choque electromagnético de bajo nivel que fríe toda tecnología en un radio de dos kilómetros. Las aves robóticas caen al suelo, volviéndose añicos, todas las luces de la ciudad en el área afectada se apagan. Incluso la mayoría de las Orbes Artificiales en la ciudad dejan de funcionar, incluyendo las espadas que trae Magnus en la gabardina, pero excluyendo las que pertenecían a los Generales Negros que parecen tener un sistema que previene sean afectadas por esa clase de ataques.

    —¡Ahora, Fran, lleva a Cereza al Coloso! —grita el humano, con todas sus fuerzas.


    Los tenientes, ante el despliegue de fuerza que ha demostrado el enemigo, chocan sus espadas haciendo tanto ruido como pueden, lo hacen rítmicamente, como si crearan una melodía.


    Con mucho esfuerzo, Frambuesa carga a Cereza, pero luego de algunos pasos la deja caer. Viendo que no le será posible levantarla de nuevo, la sube sobre una sábana, la cual jala con la ayuda de Bun, quien afortunadamente llegó a ayudarla. Le toma poco más de cinco minutos llegar hasta el Coloso, una vez ahí se pregunta cómo le hará para subir a Cereza al interior, no tiene la suficiente fuerza como para alzarla y subirla al trineo, Bun tampoco podría hacerlo, y para sacar la rampa de acero tiene que reordenar todo, y no tiene tanto tiempo para perder.


    Un soldado, que parece estar completamente alterado y cuyo cabello huele a quemado, se abalanza sobre la heredera, la deja caer al suelo, la pisa con la bota de metal en la garganta.

    —Es tu culpa, tu culpa, tu culpa —repite el soldado en voz muy baja, con los ojos completamente abiertos —. Tú trajiste a ese monstruo rojo. Tú y solo tú. ¡Es tu culpa! —levanta su espada, preparado para acabar con la princesa.


    Remiel, en su forma grande, derriba al de armadura, lo ataca con las garras hasta dejarlo inconsciente. Luego toma la sábana con su hocico y sube a la Tempus herida al cajón del Coloso. Frambuesa sube de inmediato y se asegura que su amiga se encuentre cómoda. Lava la herida con agua, luego la envuelve con una nueva venda y gasas para evitar el sangrado excesivo. Sin saber qué más hacer, se asoma al exterior para pedir ayuda, puede ver a alguien que acaba de llegar al sitio y se acerca de forma amenazante hacia Magnus, quiere advertirle, pero su voz no le sale por el miedo.


    Rata, finalmente, llega al sitio. Tuvo que caminar entre los callejones a oscuras por culpa del apagón, y como le costaba ubicarse, tardó mucho más de lo esperado. Encuentra a decenas de soldados en el suelo, inconscientes, así como un cráter en medio de la calle. Se acerca al humano sin dejar de ver con asombro a todos los Tempus en armadura que fueron derrotados.

    —Vaya —dice el de cabello castaño —, en verdad hiciste un desastre.

    —¿Sabes conducir el Coloso? —cuestiona el humano, poniendo las manos en los bolsillos de su gabardina.

    —Nunca lo he hecho, pero conducía un trineo grande al dirigir a mi pelotón, no debe ser tan distinto.

    —Entonces llévate el Coloso y sal de inmediato de la ciudad, una vez que estén a salvo revisa la herida de Cereza —pide el humano, sintiéndose intranquilo. Sabe que la lucha no ha terminado, lo siente en su sangre, aún queda un enemigo fuerte en la ciudad.

    —¿Hirieron a Cereza? —cuestiona el Tempus, sin prestarle mucha importancia al asunto, esa chica no es exactamente su persona favorita —. Por cierto —saca una bolsa de piel, llena de monedas de oro y se la muestra al de piel rojiza —, este es el dinero del premio.

    —¡Que salgas de una vez de esta ciudad! —ordena Magnus, soportando las ganas de golpear a Nance por su falta de tacto ante la noticia que le acaba de dar.

    —Tranquilo, a eso vo… —se frena al al notar que un rostro que reconoce se aproxima hacia ellos.

    —Este se siente que es fuerte —dice Magnus, sin voltearse a mirar al que provocó esa reacción de miedo en Nance.



    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta/Orbe Artificial Delta/Orbes Artificiales (3 Espadas)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua/Bombas de Humo Venenoso/Bombas Somnífero/Resacas (Bombas Venenosas y Somníferas)
    Estilo de Lucha: Soporte
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Nance Dulcio Segundo
    Apodo: Rata
    Profesión: ex-Capitán del ejército
    Edad: 19 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Cuchillas Aserradas
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Frambuesa Delto
    Apodo: Fran
    Profesión: Princesa/Primera Heredera al Trono
    Edad: 15 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Báculo Luminoso (¿?)
    Estilo de Lucha: Sanadora
    ______________
    Nombre: Bun
    Género: Femenino
    Raza: Lince Blanco Manchado
    Armas: Garras y Colmillos
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Tomas & Jerry
    Género: Masculino & Femenino
    Raza: Alces de Dos Cuernos
    Armas: Cornamentas
    Estilo de Lucha: Embestida
    Armas
    -Orbe Artificial (Ave): Similares a las Aves Espías en apariencia y funcionamiento. Con la diferencia que sus picos se abren y arrojan flechas desde estos. Pueden contener de cinco a ocho flechas.
    -Lanza: Arma de asta hecha de madera o metal, en uno de sus extremos se encuentra una hoja afilada o puntiaguda hecha de acero o en algunos casos del mismo material del arma.
     
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  9. Threadmarks: Capítulo 52. La Caída de Estrella
     
    Dark RS

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    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
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    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
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    Capítulo 52. La Caída de Estrella



    Magnus se voltea para poder ver quién es el causante de provocar tal reacción de temor en Rata. Pero no encuentra que el Tempus enemigo sea alguien sobresaliente, físicamente hablando, aunque su armadura dorada apunta a que se trata de alguien fuerte, al menos más que el resto de soldados que se encuentran derrotados por todo el sitio. El comandante es un hombre de altura promedio, cabello negro y corto, piel azul oscuro, ojos cafés, barba de candado y cabeza un tanto alargada.

    —Co-comandante Guayaba —susurra Nance, retrocediendo aterrado ante la vista del Tempus en dorada armadura.

    —Capitán Dulcio —sentencia con firmeza el de armadura dorada —. No me extraña ver a un traidor como usted en compañía de estos criminales. El rey ha puesto una recompensa cuantiosa para el que lo lleve con vida al castillo. Imagino que se quiere encargar de usted en persona.

    —Vamos —interviene el humano, al ver que Rata parece estar por vomitar —, no molestes a mi amigo, es un poco sentimental en esta clase de situaciones.

    —¿Amigo? — Ríe de forma despectiva el soldado de alto rango —. No me hagas reír que me hace doler el estómago.

    —¿Dije algo gracioso?

    —Claro —asegura Guayaba, recuperando la compostura —. Ese tipo fue plantado en su grupo terrorista de “nuevos Generales Blancos” para conducirlos a una trampa.

    —Lo sé —informa el humano.

    —¿Y aún así lo consideras un amigo? —cuestiona incrédulo el enemigo — ¿Eres estúpido acaso?

    —Tal vez. — Cruza los brazos, a la vez que muestra una sonrisa confiada —. Rata, saca el Coloso de aquí, Cereza necesita atención médica y no la tendrá si los soldados la atrapan —ordena en voz baja, sin perder su expresión de confianza.

    —Pe-pero… ¿Planeas enfrentar a Guayaba tú solo? —cuestiona el castaño temeroso. La reputación de dicho comandante es de las más notorias en el ejército, no por su fuerza, sino por sus dotes de estratega que le permiten acabar a sus enemigos sin tener que moverse.

    —Solo tengo que enfrentarlo hasta que escapen, luego los alcanzaré.

    —¿Como nos alcanzaste luego de quedarte distrayendo al rey Delto?

    —¿Acaso este tal Guayaba es más fuerte que Delto? —pregunta el humano, impaciente ante las preguntas del Tempus.

    —Claro que no, pero…

    —En ese caso, haz lo que de te dije. ¡Ahora!


    Ante la insistencia de Magnus, Nance no tiene más opción que correr hacia el Coloso. Toma las riendas con firmeza, hace la señal para que los alces comiencen a andar, pero estos no obedecen. El Tempus no es alguien que encuentren confiable y por ende no le harán caso por más que insista.

    —¿Qué les pasa a estos cuernos con patas? —pregunta el ex capitán, preocupado por no haber comenzado a escapar del alcance del comandante.

    —No les digas así —reclama Fran, al borde del llanto por la condición de su querida amiga.

    —¡Entonces haz que se muevan estas cosas, porque no tenemos tiempo que perder! —exclama, mirando en la dirección que está el comandante. Este le devuelve una sonrisa que le pone los nervios de punta.

    —Por favor, Tomas y Jerry, por Cereza —pide la princesa.


    Los alces comienzan a andar, al principio van a paso lento, pero luego de unos segundos comienzan a correr hacia el norte, con la finalidad de salir de la ciudad lo antes posible. Afortunadamente las calles están desiertas y pueden transitar a toda velocidad. Con sus amigos a salvo, el humano se relaja un poco. Ya puede pelear con toda libertad, sin temor que pueda dañar a uno de sus queridos compañeros.

    —Creo que ya les dí mucha ventaja —comenta el de armadura dorada —. ¡Grupo de Ataque Pesado, número siete, tres grados a la derecha! —ordena a gritos.


    Una corneta, con un tono grave, suena en la distancia, seguida por siete campanadas, luego algo parecido a una trompeta se escucha dos veces, y de inmediato se escuchan tres secos golpes de tambor. De sobre un alto edificio, localizado en medio de la ciudad, sale disparada una gigantesca roca de tres metros de diámetro, la misma cae a unos pocos metros del Coloso.

    —Parece que fallé por poco —comenta el comandante, recalculando en su mente hacia dónde debe ser arrojado el siguiente proyectil —. ¡Grupo de Ataque Pesado, número nueve, un grado a la izquierda!


    Vuelve a sonar la corneta, seguida de nueve campanadas, la trompeta suena una sola vez en esta ocasión, por último, un simple golpe de tambor cierra la melodía de guerra. Una nueva roca, de más o menos el mismo tamaño que la primera, es arrojada, desde sobre otro edificio más al norte del primero, justo sobre el trineo donde viajan los amigos de Magnus.

    —¡Parece haber sido un impacto directo, comandante! —grita un soldado, que trae un telescopio en sus manos, que se encuentra en la cima de un alto edificio cercano.

    —¿Lo escuchaste? —cuestiona el de armadura dorada, con una sonrisa triunfal —. Tus amigos ya no están en este mundo, y me temo que sigues tú.

    —¿Están...? ¿Ghoul?


    El espectro se hace visible, solo para su amo, su tamaño es pequeño, tan solo un metro de altura.

    —¿Qué desea, amo? —cuestiona, usando una voz aguda.

    —¿Es verdad que están… muertos? —cuestiona el humano, todo su cuerpo tiembla de miedo.



    El espectro está por responder, cuando un enorme grupo de más de trescientos soldados rodean a Magnus, todos con sus armas desenfundadas y listas para ser usadas. Ghoul podría eliminarlos a todos en un parpadeo, pero Magnus jamás se lo permitiría, su filosofía de no matar es uno de sus mayores defectos, al menos lo es desde el punto de vista del espectro.

    —Desde esta posición da la impresión de que el Coloso fue aplastado —dice, sin mentir realmente, ya que desde donde están, al igual que desde la posición de los soldados vigías, la roca pareció haber aplastado al Coloso, pero, en realidad, cayó a unos escasos dos metros detrás del vehículo, salvándose sus ocupantes por nada de morir aplastados.

    —¿Están todos muertos? — El de capucha negra no responde esta vez, si dice que sí estaría mintiendo, algo que no piensa hacer, y si dice que no el humano se tranquilizaría y seguramente moriría al enfrentar a los centenares de militares que lo rodean —. Cereza —chispas comienzan a surgir del cuerpo del humano —, Nance, Fran, Remiel, Tomas y Jerry… mis amigos. ¡Mis amigos!

    —Podemos llevarlo a comprobar, amo. Es lo más recomendable ante esta situación. Permítanos sacarlo de aquí —propone el de capucha negra, ansioso por una respuesta positiva a su petición. Pero el humano no parece estarlo escuchando.


    El chico cierra los ojos. Ghoul se eleva de inmediato para no recibir el primer impacto de energía elemental que inevitablemente está por ser expulsado. Magnus abre los ojos, los tiene completamente amarillos, de su cuerpo se produce una fuerte onda de electricidad que mata, en un parpadeo, a todos los soldados que lo rodean, únicamente el comandante soporta el ataque, aunque queda malherido y con quemaduras graves. Alas de ave hechas de energía elemental de rayo se forman en la espalda del joven, se eleva algunos metros. Abre la boca, produciendo ruidos similares a los truenos. Extiende las manos, de cada uno de sus dedos comienzan a surgir rayos, que son tan potentes que reducen edificios a cenizas con un solo impacto. Los soldados en las cuadras aledañas, que ascienden a cientos, reciben estos ataques y perecen al instante, sin tener la oportunidad de correr o buscar refugio.

    —Disculpe nuestra imprudencia, amo —susurra el espectro para sí mismo —. Honestamente pensábamos que nos pediría que lo sacáramos de la ciudad y lo lleváramos al Coloso para cerciorarse de la condición del mismo —confiesa el espectro arrepentido —. Cambio de Hábitat: Tempus, ciudad Arpa. Cambio de Hábitat: Bestias, ciudad Arpa.


    Una vez recitado el hechizo, todos los Tempus, sobrevivientes, y animales son transportados al instante a la ciudad comercial Arpa. Rayos siguen siendo expulsados desde los dedos del humano, los cuales destruyen sin piedad las edificaciones y carreteras. Magnus produce un monstruoso rugido, cual feroz y despiadado trueno, que hace eco en toda el área. Todo su cuerpo se vuelve dorado. En esta forma, desde todo su cuerpo se desprenden mortales y destructivos rayos que calcinan todo lo que impactan.


    Ghoul se siente desesperado por primera vez en mucho tiempo, no sabe qué hacer para calmar a Magnus. No tiene un solo hechizo que pueda utilizar en el humano en el estado en el que se encuentra actualmente. Incluso intentar drenarle la energía provocaría una explosión que dejaría un cráter de varios kilómetros, sin mencionar que tendría que sacrificar su ser para lograrlo, algo que no planea hacer sin importar qué tan desesperante se vuelva la situación. Sin embargo, esperar a que se quede sin energía es firmar la sentencia de muerte de los amigos de su amo, los cuales corren el riesgo de ser alcanzados por un rayo en cualquier momento, al encontrarse tan lejos estos no fueron afectados por el hechizo de Cambio de Habitad. Tampoco puede acercarse mucho para posesionar su cuerpo, ya que la energía elemental de rayo producida por Magnus en este momento es considerada como una de nivel supremo, según los estándares de Garja, y sería eliminado antes de lograr acercarse a diez metros de él. Comienza a considerar alejarse aún más, ya que, incluso estando a cien metros de distancia, su existencia está en peligro de ser erradicada si es alcanzado por un par de esos destructores rayos que salen desprendidos desde el cuerpo del humano.


    La silueta de Magnus comienza a crecer hasta llegar a los veinte metros de altura, algo que jamás había ocurrido antes, o al menos algo que jamás había presenciado Ghoul. Nubes negras comienzan a arremolinarse sobre la agonizante ciudad. Un rápido análisis por parte del espectro lo hace entender que el alma de la híbrida Opal aumentó en tal medida los poderes elementales de Magnus que el Ángel de Rayo es mucho más incontrolable y peligroso que antes. Y esto lo comprueba al notar como las alas en la espalda de Magnus se vuelven de fuego.


    Dos enormes esferas, una azul y la otra verde, salen del interior del enorme ser de energía elemental de rayo y fuego, el de capucha las reconoce como almas. Las esferas toman la forma de seres humanoides, de la mitad del tamaño del Ángel de Rayo, estos seres se abalanzan sobre el dorado ser, pero no para atacarlo, sino para abrazarlo con fuerza, como si lo estuvieran reteniendo. El humano intenta zafarse, al hacerlo la energía de los otros seres comienza a ser despedida en todas direcciones, causando explosiones que desprenden vendavales y agua. El de capucha deduce que las almas absorbieron gran parte de la energía elemental de rayo del chico, y la usaron para despertar como avatares elementales de agua y viento, respectivamente, con el único fin de tranquilizar a Magnus.

    —No sabemos quienes sean ustedes —dice el espectro, concibiendo una idea —. Sin ustedes dentro del amo, su poder decayó mucho, perdió su habilidad elemental de agua y viento, aunque igualmente no las ha podido usar desde el momento que llegó a este mundo. Desde que conocemos al amo son parte de su cuerpo, de su ser, de su esencia, aunque él no lo sepa. — Aumenta de tamaño hasta quedar tan grande como el dorado Magnus de rayo —. Concédanos usar su poder para tranquilizar al amo. Calculamos que usando toda su energía, aunada a la nuestra, seremos capaces de recitar un conjuro que tranquilice al amo.


    Los avatares de viento y agua asienten, sueltan a Magnus, regresan a sus formas de almas, es decir las esferas, se combinan en una sola que varía entre verde y azul. Ghoul, saca de entre sus mangas un par de brazos blancos, con uñas negras, toma la recién formada esfera con fuerza, comienza a recitar un hechizo, con tal rapidez que no se entiende lo que dice. Conjura un hechizo originario de su mundo natal, uno que debería funcionar al tener el, absurdamente enorme, poder de las dos almas elementales combinadas con el de todas las almas que lo componen.

    —Vuelva en sí, amo, por favor —pide Ghoul, antes de arrojar la esfera hacia el dorado avatar.


    Las almas chocan contra Magnus, regresando al interior de su cuerpo. Toda la energía elemental se anula de inmediato, dejando solo al humano, sin su colosal coraza dorada, cayendo al vacío desde una enorme altura. Ghoul lo atrapa en su enorme mano blanca, lo coloca en el suelo, cuidadosamente. En un segundo se encoge hasta alcanzar un metro y medio de altura.

    Despertar —conjura el espectro, para que el humano vuelva en sí.

    —Juro que así se debe sentir una resaca —comenta el humano, debido al dolor de cabeza y mareo que siente en este momento.

    —Discúlpenos, amo —se excusa el espectro, bajando la cabeza ante Magnus —. Sus amigos están con bien, tuvimos una mala percepción de lo que ocurrió. Y la ciudad entera pagó por nuestro error. Rogamos su perdón.

    —¿La ciudad pagó por…?


    El humano se da cuenta de la destrucción que hay a su alrededor. Trozos de carbón, regados por todas partes, es lo único que queda de los calcinados soldados. La que alguna vez fue una vibrante ciudad llena de tiendas, edificios, luces y vida, ahora no es más que kilómetros de cenizas y ruinas.

    —¿Maté a todos en Estrella? —pregunta Magnus, poniéndose en pie. Le da vueltas la cabeza.

    —No, amo, enviamos a la mayoría de los Tempus y animales a la ciudad comercial más cercana: Arpa, pero, en cuanto a mil doce soldados en total, tememos que sí los mató —informa con pesar. En su sombrío rostro no hay rastro de sus, normalmente, brillantes ojos.

    —Cereza y los demás están bien, ¿cierto?

    —Correcto, amo —responde, sin levantar la capucha.


    El de piel rojiza se toma la cabeza, el dolor lo molesta al punto de querer vomitar. Luego de unos instantes levanta el rostro hacia arriba. El sereno cielo nocturno es lo único que quiere ver en estos momentos, pero las oscuras nubes se lo impiden. Pega un grito con todas sus fuerzas, se deja caer de rodillas y comienza a golpear la tierra ardiente con ambos puños, continúa así durante varios minutos, ignorando todo lo que ocurre a su alrededor. El espectro agradece que, por el momento, la energía elemental del humano se encuentre anulada, porque sino perdería el control nuevamente. Usa un potente hechizo, Congelación, en el suelo, para apagar la tierra al rojo vivo que los rodea.

    —¿Magnus? —se escucha decir una débil voz luego de un rato, pero el chico la ignora y continúa con su rabieta contra el ahora helado suelo —. De-detente…


    A él le toma algunos segundos en reaccionar. Cuando finalmente lo hace, nota que el Coloso está estacionado a pocos metros de donde se encuentra. Cereza se asoma desde el interior, notoriamente adolorida, siendo sostenida en brazos por Frambuesa.

    —No te… no te tortures por esto... —pide ella, fingiendo una sonrisa tranquila, aunque en su interior está horrorizada por la funesta destrucción que impera a su alrededor.

    —Hiciste lo que tenías que hacer para sobrevivir y darnos tiempo para escapar —añade Rata, sorprendido de que Magnus sea capaz de generar tanto poder destructivo —. Estamos en guerra, y te guste o no, las pérdidas son algo inevitable.

    —No diré que estoy bien con esto —susurra Fran, con los ojos llorosos —. Pero ellos comenzaron la pelea, estaban dispuestos a matarnos. Hirieron a Cereza… No quiero decir que se lo merecían, pero mientras la situación esté como está, no se puede hacer nada más que intentar sobrevivir y dar lo mejor.

    —Tienen razón, amo —agrega el espectro, que nadie más puede ver o escuchar —. Si llega al final de esta aventura, podrá salvar más vidas de las que piensa. Si busca reformar este país, y convertirlo en uno donde la igualdad se dé, debe recordar que sus enemigos no se lo harán fácil. Podemos escucharlas, las almas de los soldados, muchos de ellos no creen que hicieran lo correcto al unirse al ejército, a otros les daba lo mismo matar mientras recibieran un pago por eso.


    Ghoul susurra algo, un hechizo que le traerá paz mental a su amo, paz que necesita con urgencia en este momento: Disociación. Sabe que de cualquier otra forma le será imposible seguir adelante, seguiría culpándose por siempre, probablemente al punto de deprimirse.

    —En honor a todos los muertos aquí, este día —Magnus se pone en pie, el dolor en su cabeza comienza a molestarlo un poco menos —, prometo que haremos de este un mejor país. No quiero volver a mancharme las manos de sangre, sin importar el color, haré todo en mi poder para no volver a matar a nadie.

    —Ese es… el Magnus que conoz...noz...co —la respiración de la guardiana del Orbe de Agua se vuelve cada vez más lenta.

    —No te esfuerces, Cereza —pide Magnus, acercándose a ella —. Deja que te revise la herida. Pero antes de eso, vayámonos de aquí antes de que lleguen más soldados.


    Incluso para Magnus es aterradora la rapidez con la que se sobrepuso de haber asesinado a más de mil seres vivos, no está seguro si fue debido a que no estaba consciente cuando ocurrió, y por esa razón no le parece real. No es la primera vez que su Ángel de Rayo mata a inocentes, y seguramente no será la última, y eso es lo que más le aterra. Si incapacidad para controlar su energía elemental de rayo es su mayor defecto. Sus sentimientos lo hacen perder el control de sí mismo, y es algo en lo que tiene que comenzar a trabajar, pero no tiene idea de cómo hacerlo o a quién podría acudir para lograrlo.


    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta/Orbe Artificial Delta/Orbes Artificiales (3 Espadas)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua/Bombas de Humo Venenoso/Bombas Somnífero/Resacas (Bombas Venenosas y Somníferas)
    Estilo de Lucha: Soporte
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Nance Dulcio Segundo
    Apodo: Rata
    Profesión: ex-Capitán del ejército
    Edad: 19 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Cuchillas Aserradas
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Frambuesa Delto
    Apodo: Fran
    Profesión: Princesa/Primera Heredera al Trono
    Edad: 15 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Báculo Luminoso (¿?)
    Estilo de Lucha: Sanadora
    ______________
    Nombre: Bun
    Género: Femenino
    Raza: Lince Blanco Manchado
    Armas: Garras y Colmillos
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Tomas & Jerry
    Género: Masculino & Femenino
    Raza: Alces de Dos Cuernos
    Armas: Cornamentas
    Estilo de Lucha: Embestida
    ______________
    Nombre: Guayaba
    Apodo: -
    Profesión: Comandante del ejército del rey Delto
    Edad: 40+
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Estrella)
    Armas: -
    Estilo de Lucha: Estratega
    Habilidades
    -Congelación (Hielo): Variable del hechizo Frío, en el que en lugar de solo bajar la temperatura a una agradable para los Tempus, baja la temperatura del objeto o ser a la necesaria para congelarse en un instante.
    -Disociación (Oscuridad): Hechizo en el que la víctima se separa de un recuerdo o echo. No borra el recuerdo, sino que hace que la víctima vea dicho recuerdo como algo que alguien más hizo.
    -Posesión: Habilidad de los espectros, demonios y algunas almas conscientes, en la que se toma el control de un cuerpo viviente. La probabilidad de éxito de esta habilidad depende de que la fuerza del alma que ya habita dicho cuerpo sea menor a la del que intenta lo posesión.
    -Avatar Elemental: Técnica elemental en la que el cuerpo es rodeado por energía elemental al punto de crear una coraza que protege todo el cuerpo. El Ángel de Rayo es un ejemplo de avatar elemental de rayo.
    Armas:
    -Catapulta: Máquina de guerra que se utiliza para lanzar a gran distancia piedras o flechas de gran tamaño. Generalmente formada por un gran armazón de madera con ruedas y un mecanismo de lanzamiento.
    Otros:
    -Órdenes Melódicas: Estrategia ideada por el comandante Guayaba, de la ciudad comercial Estrella. Consiste en dar órdenes que son transmitidas por ciertos instrumentos musicales para que soldados en la lejanía cumplan cierta acción. Tocar la corneta alerta al Grupo de Ataque Pesado, tocar campanadas les dice cuál catapulta usar, la trompeta al tocarse una vez dice que hay que girar esa catapulta hacia la izquierda y dos veces a la derecha, finalmente, el toque de tambores indica cuantos grados se debe girar dicha catapulta. Chocar dos objetos metálicos, como espadas, de forma rítmica, es una señal especial para llamar al comandante.
    -Grupo de Ataque Pesado: Escuadrón especializado en el uso de catapultas. Bajo el mando del comandante de ciudad comercial Estrella. Reciben órdenes por medio de instrumentos musicales.
    -Telescopio: Instrumento óptico para observar objetos lejanos.
     
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  10. Threadmarks: Capítulo 53. Encuentro con Mercenarios
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
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    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    3945

    Capítulo 53. Encuentro con Mercenarios



    Luego de la tragedia acontecida en Estrella, los nuevos Generales Blancos avanzan a toda marcha hacia el norte. Se ven obligados a rodear la montaña del Lago Viviente, lugar que recibe su nombre debido a que es el hogar de un elemental único y poderoso, del mismo nombre. El cual se supone es un ser extremadamente peligroso que se asemeja a un lago muy profundo, en cuyo interior se digiere casi cualquier material existente. Se dice que únicamente el Terror Blanco puede entrar en su interior y salir sin sufrir daño alguno.


    Les toma casi dos días rodear la montaña. Luego continúan avanzando hacia el norte. Al haber transcurrido tres días, desde que dejaron atrás la montaña del Lago Viviente, Cereza, finalmente, está lo bastante estable como para ser considerada fuera de peligro. Come con normalidad, incluso puede caminar un poco para estirarse, pero el dolor, provocado por la herida en su espalda, aún le imposibilita esforzarse mucho.


    Un par de días después, el Coloso llega hasta el Río de las Almas Perdidas, uno de los ríos más extensos de todo el País Helado. No les queda de otra que buscar un lugar por donde el vehículo pueda pasar, por suerte no les toma más de cinco horas encontrar un área lo bastante baja como para que el transporte pueda transitar sin que se le meta el agua o se quede atascado. Aunque se ven obligados a luchar y ahuyentar a un grupo de diez lagartos de hielo que querían comerse a los cérvidos. Una vez del otro lado, secan a los alces de dos cuernos para evitar que se enfermen, los dejan descansar antes de lo planeado, para que se recuperen de la impresión de casi haber sido devorados vivos.


    Se encuentran muy cerca del bosque del Mamut Blanco, un lugar famoso por tener sandías blancas creciendo de forma silvestre, y al ser este uno de los alimentos predilectos de los mamut, suele estar poblado por los enormes paquidermos durante todo el año. Deciden pasar de largo de ese sitio, aunque el Coloso tiene garantía de soportar la embestida de un mamut blanco, no quieren arriesgarse a ser atacados por varios a la vez, o que incluso haya un mamut negro en los alrededores.


    A la lejanía, se aprecia una cabaña de dos plantas. Conforme se aproximan, se dan cuenta de lo amplia que en realidad es. Está hecha de troncos de madera café claro, con un tejado de tablas lisas, que permiten que la nieve y el agua se resbalen directamente hacia el suelo y se no acumule en la superficie de la edificación. Junto a la cabaña, hay un establo, con algunas bestias que pastan tranquilamente en su interior. Una docena de trineos se encuentran estacionados cerca del establo, de varios tamaños y colores. Afortunadamente, ninguno de estos tiene la apariencia de ser un trineo militar.


    Al ser una sola cabaña, no aparece en el mapa. Discuten sobre la posibilidad de parar y ver si se trata de una posada de paso. Aunque al principio no quieren arriesgarse, necesitan ver si pueden conseguir medicamentos para el dolor, ya que Cereza consumió todos los que tenían disponibles.


    Magnus baja a investigar, con Rata en las riendas de los alces, listo para huir de ser necesario. La puerta se encuentra abierta. Por dentro, da la apariencia de ser una cabaña normal, con diez cuartos pequeños en total entre los dos pisos. El suelo, de madera blanca, está cubierto por una piel de mamut blanco. Hay algunas sillas, forradas con piel de alce, distribuidas sin un orden lógico por todo el lugar, una mesa de piedra se encuentra en el fondo, dificultando el paso a dos de los cuartos. Algunas cabezas disecadas de animales cuelgan en las paredes, así como hermosos cuadros de paisajes. Unas escaleras de madera blanca, localizadas en el lado derecho del cuarto, suben al segundo piso.

    —Dime —dice una voz femenina, sin darle tiempo al chico de decir algo primero.

    —Buenas —saluda Magnus, le parece que la voz proviene del segundo piso —, somos viajeros y buscamos un sitio donde podamos pasar la noche y comprar medicamentos.

    —Esta es una posada de paso, pero a la vez no es una posada de paso normal —informa la voz, esta vez se puede apreciar que tiene un tono sereno.

    —¿Qué la hace anormal? —cuestiona alerta, le parece que la voz se escuchó más cerca en esta ocasión.


    Un cuchillo sin filo es arrojado de entre uno de los cuartos que tiene la puerta medio abierta, Magnus lo ve, pero como calcula que no lo impactará, decide no moverse y dejar que pase de largo. Un segundo cuchillo es arrojado, pero esta vez va directamente hacia su hombro derecho. Lo atrapa del mango sin esfuerzo, le da una vuelta en el aire, lo atrapa de nuevo y lo arroja contra la puerta del cuarto del que provino el ataque.

    —Vaya, querido —dice con sorpresa la voz femenina —, parece que no eres un viajero cualquiera.

    —Y parece que ustedes no son muy amigables con los viajeros.


    De las escaleras aparece una joven mujer muy hermosa, de piel azul oscuro, con el cabello negro, un mechón de este le cubre la mitad izquierda del rostro, su ojo visible es verde. Es delgada, de altura promedio, con cintura ancha y pechos generosos. Lleva puesto un abrigo negro, con pantalones cafés de cuero muy ajustados y zapatillas de piel negras.

    —Es porque esto es una posada de paso para mercenarios —informa la de ojos verdes.

    —De donde vengo, me dedicaba a mercenario —informa el chico, no lo dice para presumir sino para intentar ganar un poco de confianza con la mujer. Los mercenarios suelen respetarse mutuamente, o al menos así sucede en el mundo del que proviene. El espectro le recuerda que en realidad es un aventurero y no un mercenario, pero ignora su comentario.

    —No eres para nada malo, ni feo tampoco, querido —susurra, de forma provocativa la mujer —. Sal, Mi.


    Un chico, un poco más joven que Fran, sale del cuarto que tiene el cuchillo clavado en la puerta. De piel azul, cabello castaño corto y ojos negros. Es un poco bajo para su edad, y delgado. Lleva puesta una camiseta blanca, pantalón azul oscuro y zapatos de cuero negros. Porta un cinturón alrededor del tórax, donde lleva varios cuchillos cortos.

    —Me impresionó la forma en que atrapaste mi cuchillo y luego lo devolviste —alaga Mi, sacando el cuchillo de la puerta —. Claro que lo lancé muy quedito.


    Magnus, de un veloz movimiento, saca una daga de entre su gabardina, la arroja hacia el joven Tempus, la cual le pasa a un centímetro de la oreja derecha.

    —No me impresionó la forma en que no atrapaste mi arma —se burla el humano, jalando un hilo de telaraña, que está atado a la empuñadura de la daga, produciendo que el arma regrese a su mano.

    —Me parece que te ganó, Mi —se ríe la mujer, casi en silencio.

    —¡No es gracioso, La! —reclama el de las cuchillas.

    —¿También recibiste la invitación, querido? —interroga la mujer.

    —¿Invitación? —pregunta el humano confuso.

    —Veo que no —se queda pensativa por unos momentos —. No hace daño compartir información.

    —¡La! —se apresura a gritar el joven de piel azul.

    —Igual invitaron a otros, y el chico demostró ser mejor que tú —explica la Tempus.

    —Haz lo que quieras. — Mi se cruza de brazos e infla las mejillas.

    —Verás, a varios mercenarios nos llegó una invitación por medio de nuestro sistema de comunicación secreto. Que consiste en un grupo selecto de aves ladronas —saca del bolsillo de su abrigo un papel amarillento —. Es una invitación a formar un grupo de mercenarios para atacar soldados y robar sus armas, armaduras y provisiones. No da muchos más detalles, ni siquiera sabemos quién las envió, solo sabemos que llegará a esta cabaña de paso que usamos los mercenarios cuando estamos en el área.

    —Suena intrigante —murmura el humano, interesado en el asunto.

    —Lo sé, por eso decidimos venir a escuchar los detalles a largo plazo de la misión y conocer al que envió la propuesta —se gurda de vuelta la carta —. Por cierto, me llamo La, este es mi hermano Mi y afuera en el corral está nuestro alce Fa.

    —Soy Magnus, y mis compañeros esperan afuera.

    —Incluso tienes un nombre de mercenario —ríe ligeramente ante el exótico sobrenombre del extraño chico de piel rojiza. Supone que lo escogió para que al usarlo con la piel roja suene como a Magnarus.

    —¿Tienen medicamentos para apaciguar el dolor? Necesitamos comprar algunos —interroga Magnus, insistiendo por la urgencia de obtenerlos.

    —Tenemos bastantes tabletas de piña blanca, solo que causan sueño por ser una mezcla especial con pasto rosa —informa La pensativa.

    —No importa, la piña blanca tiene una cualidad sanadora muy alta —comenta Magnus, que buscó información sobre los frutos sanadores de este país, cuando estuvo en las ruinas localizadas a las afueras de Hogar, lugar natal de Cereza —. Y es mejor dormir si se siente dolor —«y de todas formas, si se necesitara estar consciente, lo mejor es no estar drogado tampoco».

    —Perfecto entonces, querido —dice La a la vez que junta las manos, como si aplaudiera una vez sin producir sonido —. Creo que podemos dejarte diez tabletas por un oro.


    El precio se le hace bastante elevado a Magnus. Por ese precio podría comprar más de doscientas pastillas para el dolor, basándose en los precios en, la perecida, ciudad Estrella. No ve más opción que pagar lo que la mujer pide, podría intentar regatear un poco, pero decide no hacerlo para ver si logra que su grupo pase la noche en la cabaña sin inconvenientes.

    —Ten tres monedas de oro —saca tres monedas doradas de entre su gabardina, las cuales la mujer toma y se las guarda en el abrigo.

    —Gracias, querido —agradece ella, sonando bastante feliz —. Mi, hazme el favor y trae treinta pastillas de entre nuestro equipaje.

    —Sí, sí, voy —el joven Tempus regresa al cuarto.

    —¿Habrá algún problema si nos quedamos en esta posada? —cuestiona, cruzando los brazos.

    —No creo haya problemas, hay cuartos libres y realmente no se sabe a quién pertenece el lugar. Solo que lo mejor sería que usen un solo cuarto entre todos para evitar problemas, ya sabes, en caso que lleguen más mercenarios.


    El humano sale y les informa a sus amigos que pueden pasar la noche en la cabaña, pero que deberán compartir habitación entre todos. Remiel se baja del Coloso, se sacude un poco, luego corre al interior de la cabaña para elegir un cuarto. Para cuando el resto llega a ese cuarto, encuentran al pequeño lobo acostado sobre la amplia y cómoda cama, con su cabeza recostada contra una de las dos almohadas. Intentan bajarlo, o al menos quitarle la almohada, pero les gruñe ferozmente para impedirlo y deciden mejor dejarlo ahí.


    Más tarde ese día, en el salón principal, Magnus y Fran observan a los demás, que conversan con algunos mercenarios que ya se encontraban en la cabaña desde antes. Nance está muy a gusto coqueteando con una joven como de su edad. Su nombre de mercenaria es Duna, una chica esbelta, de piel celeste, cabello, que se nota es teñido, color verde y rojo, ojos rojos un poco apagados y una prótesis de madera en lugar de su brazo izquierdo. Lleva puesta una blusa de tirantes blanca que no deja mucho a la imaginación y unos pantaloncillos negros de cuero.


    Cereza, por su parte, habla con un mercenario mucho mayor que ella, de nombre Serpiente. Es un hombre de piel azul oscuro, como de cincuenta años de edad, con el cabello entre negro y castaño, ojos oscuros, además de una barba negra poco crecida. Usa un abrigo blanco, pantalones de piel y botas de cuero del mismo color que el abrigo. A su lado hay una pesada ballesta de madera color café oscuro y un carcaj lleno de flechas con punta de acero.


    Fran se siente celosa de ver a Cereza conversar tan a gusto con el hombre. Para Magnus no pasa desapercibida la forma como la princesa ve a la mayor.

    —Ese hombre se parece un poco al padre de Cereza —comenta el humano, para distraer un poco a Frambuesa.

    —Nunca conocí al padre de Cereza. Sé que es uno de los Generales Blancos que viajaron con padre, pero nada más —añade la joven, suspirando.

    —Yo sí lo conocí, es un hombre muy serio —recuerda sonriente —, además de fuerte, sabe muy bien cómo luchar cuerpo a cuerpo y es mucho mejor con la espada que cualquiera que haya conocido. Posiblemente tendría problemas para enfrentarlo, me vería obligado a mantener la distancia todo el tiempo y aún así no creo poder ganarle.

    —Suena a que es alguien asombroso.

    —Lo es. — Sonríe al notar que se le pegó a Fran usar la palabra asombroso —. Quiere mucho a Cereza y es algo sobreprotector, sé que fue muy difícil para él dejarla venir en este viaje.

    —Supongo que sucede igual con mi padre, no debe estar muy feliz con mi decisión de ver el país y buscar mi propio camino.


    En ese momento, notan que Cereza y el mercenario entran en uno de los cuartos. Fran se toma con fuerza el abrigo, intenta no llorar, ya que sabe lo que eso pueda significar.

    —Tienes que declarártele a Cereza —recomienda el de piel rojiza —. Nunca sabrás si te corresponde o no si no lo intentas.

    —Ella no se fijaría en otra chica —se le humedecen los ojos —. Se nota que le gustan los hombres fuertes, como tú o ese mercenario.


    Permanecen en un incómodo silencio durante varios minutos, observando a los mercenarios que se encuentran en el sitio. El de gabardina se siente muy a gusto en esta clase de ambiente, le recuerda mucho a los pasillos de los coliseos durante los registros. El espectro se hace visible, solo para Magnus.

    —Amo, la Tempus Cereza está en peligro —declara el ente, usando una voz grave.

    —¿Qué quieres decir? —cuestiona preocupado Magnus.

    —El Tempus mercenario que se hace llamar Serpiente, está abusando de ella en este momento, ya ella intentó defenderse y negarse, pero él la sometió igualmente —informa antes de desaparecer.

    —¡Ese maldito! —grita Magnus, levantándose de golpe, corre hacia las habitaciones.


    Embiste la puerta del cuarto de Serpiente, pero ésta es tan gruesa y está tan bien cerrada que no cede ni un poco. La de un puñetazo por la frustración.

    —¡Ghoul, la puerta! —grita Magnus desesperado. El espectro usa el hechizo Abrir en la puerta, la cual se abre al instante.


    La escena que encuentra Magnus lo hace sentir encolerizado. Cereza yace boca abajo contra la cama, con las manos hacia la espalda, atadas con su propio abrigo, su pantalón y ropa interior están bajados hasta los tobillos. El mercenario no se inmuta o interrumpe su acción ante la irrupción a su cuarto. Mantiene el rostro de la chica contra la cama, evitando que pueda gritar, y respirar, al mismo tiempo que la embiste con fuerza, violándola sin piedad. La joven presenta varias heridas de cuchilla en la espalda baja, nalgas y muslos.


    Magnus corre hacia ellos, toma al hombre del cuello y lo aparta de la chica, luego lo arroja contra el suelo. Finalmente, Serpiente reacciona, se sube el pantalón, ocultando su erección, la ira en su rostro no se da a esperar. Cereza corre hacia Magnus, el chico le suelta las manos, ella se viste en un instante y se abraza al humano con fuerza, está tan aterrada que no siente el dolor de sus heridas.

    —¡¿Qué demonios haces?! —reclama el mercenario, frustrado porque no lo dejaron terminar.

    —¡¿Qué demonios haces tú?! —grita con furia el de piel rojiza, algunas chispas saltan de su cuerpo.

    —Yo tenía sexo con esa zorra, prácticamente me rogó que se lo hiciera —explica el hombre, sonriendo de manera desagradable.

    —No es cierto —susurra Cereza, hundiendo su rostro contra la gabardina de Magnus, se nota que está llorando —. Me dijo que me... que me enseñaría armas de mercenario que no quería que el resto viera... por eso lo seguí a su cuarto...

    —Tranquila, tranquila —el humano la abraza contra su cuerpo, luego la besa en la cabeza, lo que la tranquiliza un poco —. Esto lo pagarás muy caro, Serpiente.

    —Quiero ver que lo intentes, muchachito —se burla el mercenario, tomando una cuchilla, que se encuentra sobre la cama y está ligeramente manchada de sangre.

    —Tranquilos, queridos —interviene La —. Aunque me gustaría ver que le partas la cara a este degenerado, no puedo permitir que lo hagan dentro de la cabaña.

    —Vamos afuera, entonces —propone el humano, soportando las ganas de matar al mercenario ahí mismo.

    —Con gusto. Veamos si muerdes tan bien como ladras, muchachito —se burla el de barba negra, esperando poder vengarse del que interrumpió su diversión.


    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta/Orbe Artificial Delta/Orbes Artificiales (3 Espadas)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua/Bombas de Humo Venenoso/Bombas Somnífero/Resacas (Bombas Venenosas y Somníferas)
    Estilo de Lucha: Soporte
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Nance Dulcio Segundo
    Apodo: Rata
    Profesión: ex-Capitán del ejército
    Edad: 19 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Cuchillas Aserradas
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Frambuesa Delto
    Apodo: Fran
    Profesión: Princesa/Primera Heredera al Trono
    Edad: 15 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Báculo Luminoso (¿?)
    Estilo de Lucha: Sanadora
    ______________
    Nombre: Bun
    Género: Femenino
    Raza: Lince Blanco Manchado
    Armas: Garras y Colmillos
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Tomas & Jerry
    Género: Masculino & Femenino
    Raza: Alces de Dos Cuernos
    Armas: Cornamentas
    Estilo de Lucha: Embestida
    ______________
    Nombre: -
    Apodo: La
    Profesión: Mercenaria
    Edad: 27 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado
    Armas: -
    Estilo de Lucha: -
    ______________
    Nombre: -
    Apodo: Mi
    Profesión: Mercenario
    Edad: 13 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado
    Armas: Cuchillas
    Estilo de Lucha: Distancia
    ______________
    Nombre: Fa
    Género: Masculino
    Raza: Alces de Un Cuerno
    Armas: Cornamenta
    Estilo de Lucha: Embestida
    ______________
    Nombre: -
    Apodo: Duna
    Profesión: Mercenaria
    Edad: 20 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado
    Armas: Lanza
    Estilo de Lucha: Lancera
    ______________
    Nombre: -
    Apodo: Serpiente
    Profesión: Mercenario
    Edad: 50 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado
    Armas: Cuchillas/Ballesta Pesada
    Estilo de Lucha: Distancia/Cuerpo a Cuerpo
    Bestiario
    -Lago Viviente: Uno de las Cinco Bestias Ancestrales del País Helado. Se hace pasar por un lago profundo, gracias a la consistencia viscosa casi líquida de su cuerpo. A pesar de parecer líquido al tacto no es posible quitarle una parte, se puede nadar dentro del Lago Viviente, pero al salir no hay rastros de humedad en el que se metió dentro. Si algo cae en su interior, el lago viviente tratará de llevarlo a lo más profundo para ahogarlo y luego deshacerlo para consumirlo. Se dice que puede crear ilusiones para hacer parecer que en su interior hay peces y algas para atraer a sus presas.
    -Lagarto de Hielo: Lagartos de cuatro patas, cuerpo alargado y cola casi tan larga como su cuerpo. Los adultos alcanzan entre los cuatro y seis metros de longitud. Sus largos hocicos están llenos de colmillos aserrados que utilizan para destrozar sus víctimas. Son muy pesados, utilizan su cuerpo para aplastar a sus presas o amenazas.
    Naturaleza
    -Montaña del Lago Viviente: Localizado el norte de la ciudad comercial Estrella. Recibe su nombre por ser en su cima donde habita un peligroso elemental llamado Lago Viviente.
    -Río de las Almas Perdidas: Localizado al norte de Estrella, en la sección sureste del País Helado. Recibe su nombre debido a que los habitantes de las antiguas ciudades aledañas, las cuales no existen en la actualidad, arrojaban a sus muertos en sus aguas, bajo la creencia de que se trataba de un camino hacia la otra vida. Está infestado por lagartos de hielo y otros reptiles y anfibios pequeños.
    -Bosque del Mamut Blanco: Uno de los más extensos del país. En su interior y alrededores crecen sandías blancas de forma silvestre. Por esta razón es un lugar que siempre está habitado por mamut blancos y de vez en cuando se ve un ejemplar de pelaje negro.
    Plantas/Alimentos
    -Piña Blanca: Piña color blanca con corona color naranja, que puede llegar a medir hasta un metro de altura y medio metro de longitud. Muy dulce y nutritiva. Fruta muy costosa y difícil de conseguir por el largo tiempo que le toma madurar. Tiene unas muy superiores cualidades sanadoras, tanto así que suelen comerciar su jugo como medicamento para aliviar varias enfermedades. Incluso se hacen pastillas a base de esta fruta combinada con varios tipos de pasto.
    Otros
    -Mercenario: Tempus que no siguen las leyes del País Helado y viven bajo un código común. Toman trabajos que los soldados o civiles no son capaces de realizar. Suelen entrar en conflicto con el ejército al no estar autorizado el trabajo de mercenario.
    -Nombre de Mercenario: Aquellos que desempeñan el trabajo de mercenarios deben tomar un sobrenombre que los identifique durante sus labores. Los nombres quedan registrados en alguna parte desconocida, que solo las aves ladronas conocen. Es en contra del código de mercenarios el tomar un nombre ya ocupado por otro mercenario, ya sea pasado o presente.
    -Sistema de Comunicación de Mercenarios: Consiste en mensajes enviados por medio de aves ladronas.
    -Tableta de Piña Blanca y Pasto Rosa: Medicamento especial que ayuda a calmar el dolor y acelera la cicatrización de las heridas. Al estar mezclado con pasto rosa produce sueño a los pocos minutos de haber sido ingerida. Mide cinco centímetros de diámetro, color rosa, tiene un sabor muy dulce.
    -Ballesta: Arma que sirve para disparar flechas o bodoques, formada por un arco montado horizontalmente sobre un soporte provisto de un mecanismo que tensa la cuerda y otro que dispara.
     
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  11. Threadmarks: Capítulo 54. Encuentro con Mercenarios II
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
    Miembro desde:
    20 Marzo 2012
    Mensajes:
    1,641
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    Escritor
    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    2797

    Capítulo 54. Encuentro con Mercenarios II



    Cereza se encierra en el cuarto que eligieron para pasar la noche, acompañada por Frambuesa, que fue a la única a la que le permitió entrar. Remiel y Bun permanecen frente a la puerta, haciendo guardia para que nadie se atreva a acercarse y mucho menos entrar. El resto sale de la cabaña, a unos cien metros de esta, para evitar provocar daños a la edificación. Los demás mercenarios, junto con Rata, permanecen a una distancia prudente de Magnus y Serpiente, para darles espacio y no quedar en medio de su disputa.

    —Te destrozaré el cráneo y luego iré a terminar lo que empecé con esa chica —amenaza el mercenario.


    Ese comentario causa repulsión en la mayoría de los presentes, y sin importar el resultado de la pelea, nadie permitirá que ese hombre se aproxime a la joven.

    —Jugarán con reglas de mercenarios, queridos —añade La, llevándose las manos a la cintura.

    —¿Qué son reglas de mercenarios? —pregunta Nance a Duna.

    —Eres lindo, pero ignorante —comenta la de cabello verde y rojo —. Las reglas de los mercenarios son el código de honor de los mercenarios: Nunca robar o darse el crédito por el trabajo de otro. Si varios mercenarios trabajan juntos, la recompensa se divide acorde a la aportación individual durante el trabajo. Las armas, excluyendo las que sean de valor sentimental, son el premio del vencedor de un duelo entre mercenarios; el dinero y otros objetos de valor no pueden ser quitados al perdedor. Cada mercenario debe usar un sobrenombre en lugar de su nombre real, y está prohibido quitarle el nombre a otro mercenario, ya sea vivo o muerto.


    Serpiente comienza disparando una flecha desde su ballesta, la cual Magnus no tiene problemas en esquivar. El mercenario carga una nueva flecha en un par de segundos y la dispara directamente hacia la cabeza del humano, este la atrapa en el aire, junto con una segunda flecha que venía desde otra dirección.

    —Un tirador oculto —murmura el de gabardina, soltando ambos proyectiles.

    —¡Eso tiene que ser trampa! —reclama Rata.

    —Reglas de mercenarios —le recuerda Mi, entusiasmado de ver, por primera vez, una lucha real entre mercenarios.

    —Nada prohíbe que un segundo mercenario interceda a favor de otro durante un duelo —aclara La, que también está molesta por el tirador que trabaja desde las sombras —. Aunque tampoco es algo muy honorable que digamos.

    —No se preocupen —dice Magnus, atrapando otra flecha, la cual no fue disparada por su oponente, la parte por la mitad con la misma mano que la atrapó —. Estoy entrenado para atrapar proyectiles que se dirigen hacia mi persona, mi cuerpo ya se mueve solo, incluso si me tiran desde la espalda.

    —Mucho hablar —reclama el de barba, sacando un nuevo proyectil de su carcaj, solo que este lleva atada una esfera similar a las que fabrica Cereza.


    El proyectil es arrojado desde el arma de Serpiente, el mismo impacta contra el suelo, a los pies del humano. La esfera se abre, dejando salir humo púrpura. Magnus golpea hacia el humo, una explosión se forma desde el Orbe Artificial Delta, que trae puesto en cada mano, bajo los guantes, que acaban destrozados. La explosión dispersa el humo.

    —¿El arma del General Negro Ata? —cuestiona el mercenario, sonando impresionado.


    El de la ballesta saca otra flecha, la carga y dispara de inmediato, Magnus está por atraparla cuando nota que el proyectil está húmedo, para no arriesgarse, lo evita pensando que puede que esté envenenado. El humano corre hacia Serpiente, le arrebata el arma y la arroja al suelo, luego toma al hombre del cuello y lo usa como escudo humano para evitar un proyectil disparado por el tirador oculto. La flecha, que también viene envenenada, impacta en el hombro derecho al mercenario. Magnus suelta al hombre, haciéndolo caer al suelo, lo toma de la mano derecha y se la aplasta violentamente, quebrándole varios huesos.

    —Jamás volverás a usar esta mano para lastimar a nadie —declara el de piel rojiza, con el ceño fruncido. Es más que evidente que se está conteniendo para no hacerle algo peor.

    —Me doy por vencido —dice el de barba, a la vez que saca una pequeña botella que contiene el antídoto del veneno, se lo toma con desesperación.


    Magnus lo golpea en el rostro con fuerza, dejándolo inconsciente sobre la nieve.

    —Tienes tanta suerte de que tengo la política de no matar, porque te mereces eso y más —sentencia el humano, aún lleno de ira por lo que su oponente le hizo a Cereza.


    La mayoría regresa al interior de la posada, otros deciden recorrer el perímetro. Magnus toca a la puerta del cuarto donde descansan Fran y Cereza. Recibe la aprobación de entrar por parte de la princesa. Entra y cierra la puerta tras él. Encuentra a la mayor durmiendo sobre el regazo de la menor. Esta última le acaricia la cabeza con cariño a su querida amiga.

    —¿Cómo sigue? —pregunta el chico.

    —Lloró hasta hace unos minutos, que se quedó dormida —informa Fran, que tiene los ojos llorosos.

    —No lo maté —informa en voz baja —. Le quebré la mano derecha, no la podrá usar nunca más.

    —Debiste matarlo —susurra la heredera al trono, demostrando mucha rabia en sus palabras.

    —No es su estilo —musita Cereza, sin abrir los ojos.

    —Pensé que dormías —le dice la joven con dulzura.

    —Solo descansaba los ojos —explica la mayor levantándose.

    —¿Te sientes mejor? —pregunta Magnus.

    —Un poco, por suerte no le diste oportunidad de que se viniera dentro de mí. Hoy no es un día seguro, no sé qué hubiera hecho si ese sujeto me embarazaba —se le humedecen los ojos, respira profundamente para evitar soltar en llanto nuevamente —. ¿Puedo dormir abrazada a ti? Solo por esta noche, por favor.

    —Yo... —observa el rostro triste de Cereza y la mirada suplicante de Fran —. De acuerdo, pero solo por esta noche, y solo si Fran también te abraza.


    Frambuesa se sorprende ante esta proposición del chico, pero entiende que lo hace intencionalmente para que ella pueda estar cerca de Cereza.

    —Por mí no hay problemas —dice la de cabello azul abrazando a la princesa, mostrando una gran sonrisa.


    Una vez llegada la noche, Nance y Duna comparten un momento íntimo, en el cuarto que eligió la mercenaria en la posada.


    Fran tiene sentimientos encontrados, siente alegría de tener a Cereza abrazándola, pero a la vez, está celosa que a esta la esté abrazando Magnus. La princesa se voltea para quedar de frente a su amada Cereza, nota que ella aún permanece despierta.

    —¿No puedes dormir? —susurra la mayor, para no despertar a Magnus.

    —No —responde la heredera nerviosa —. ¿Sigues pensando en eso?

    —Ya no la verdad. Me siento segura con ustedes a mi lado —confiesa con el rostro azulado —. Es solo que tener a Magnus tan cerca hace que me den ganas. Pero ya se me pasarán —abraza contra su cuerpo a la joven.


    Tener tan cerca a Cereza, produce que la heredera se sienta avergonzada, aparta la mirada sin estar segura qué hacer o decir. Apoya la cabeza contra el pecho de la mayor, y con el aroma del perfume de ésta logra conciliar el sueño.


    Para antes del amanecer, Magnus sale del cuarto, no logró dormir casi nada, sobre todo después de que una pesadilla lo despertara cerca de la media noche. Sin mencionar que también sucedió algo poco después de despertarse. Corre alrededor de la posada durante casi tres horas. Cuando regresa, encuentra a Nance sentado afuera, en una silla que sacó.

    —Veo que no pierdes ni un día de entrenamiento —comenta el Tempus, con una sonrisa en su rostro. Pasó tan buena noche que no es capaz de ocultarlo.

    —Veo que tú no saliste a entrenar.

    —Claro que no, ya anoche hice mucho ejercicio —presume, con una sonrisa de medio lado.

    —¿Necesitabas algo? —pregunta el humano, dando por terminado su entrenamiento del día.

    —Duna me contó que hay una recompensa por mi cabeza —pone una expresión de terror —. Mil monedas de oro por llevarme vivo al castillo.

    —Vaya, creo que debería cobrarla —se burla el humano.

    —Nada gracioso —suspira —. Parece que el rey en verdad me quiere matar por su propia mano —se rasca la cabeza.

    —No te preocupes, nos falta una base antes de ir a atacar el castillo —comenta el humano, mirando hacia cielo. Amaneció hace algunos minutos, pero del sol no hay rastros.

    —Tengo que confesar que sé dónde está el Orbe de Tierra —comenta el Tempus con tristeza.

    —¿Dónde?

    —Lo tiene mi padre, en un lugar que llama El Coliseo —informa con pesadez.

    —Ya veo —se queda pensativo sobre lo que acaba de escuchar —. Cuéntame sobre el Coliseo.

    —No hay mucho que contar. Padre hace que diversos seres luchen hasta la muerte, solo para entretenerse. Siempre lleva el orbe consigo —hace silencio por unos momentos —. No pude soportar lo que mi padre hacía en ese lugar y jamás volví a dirigirle la palabra. Fui recibido en el castillo con los brazos abiertos, después de todo, era el mejor amigo de Mora, el hijo del rey.

    —¿Por qué lo mencionas ahora? —pregunta e humano, desconfiando de las intenciones del ex capitán.

    —Porque estamos a unos pocos días de viaje del Coliseo. Se encuentra en el interior de la montaña de las Cabras, esculpido con las rocas de la montaña.

    —¿Quieres enfrentar a tu padre?

    —No quiero, debo enfrentarlo —cierra el puño —. Enloqueció hace mucho, debo detenerlo de una buena vez. Estoy listo para matarlo si hace falta.


    Guardan silencio por unos diez, incómodos, minutos. Ninguno tiene nada más que decir o comentar.

    —Escuché que anoche hubo un escándalo con Cereza —comenta Rata, para romper el silencio.

    —Sí. Se despertó cerca de la media noche, se bebió casi completa una botella de vino de manzana, terminó completamente ebria y trató de seducirme.

    —Hay que admitir que esa chica sabe cómo superar rápido las cosas —ríe.

    —Se desnudó por completo y se me lanzó encima. Luego se despertó Fran y pensó que atacaba a Cereza y comenzó a gritar, y... fue un desastre horrible — suspira al recordarlo.


    Durante el desayuno, el cual comen afuera, sobre un gran trozo de tela verde, hay un incómodo silencio entre todos. La comida, que preparó Magnus, consiste en una torta de huevo de azulillo para cada uno y agua endulzada con polvo de mora.

    —¿Por qué tan enojada, princesa? —cuestiona Nance, al ver la actitud que tiene Frambuesa hacia el de gabardina.

    —Pregúntale a ese asqueroso remedo de ser vivo —responde Fran, con el ceño fruncido.

    —No fue su culpa —interviene Cereza, en defensa del humano —. No debí beber tanto.

    —Es un pervertido, se aprovechó de la situación —reclama la princesa, frunciendo el ceño.

    —Ni siquiera me tocó —le hace ver la mayor.

    —Basura —musita Frambuesa, notoriamente enojada.

    —Si no quieres seguir viajando con nosotros, podemos llevarte cerca del castillo —propone Cereza, como medio de presión para que Fran haga las pases —. Yo seguiré viajando con Magnus, pero no te obligaremos a hacerlo, y menos si no soportas estar cerca de él.

    —No dije que no quería seguir viajando con ustedes —voltea a ver al de cabello negro, le frunce el ceño —. Bien, te perdono, pero no lo vuelvas a hacer.

    —No tengo idea de qué no tengo que volver a hacer —comenta Magnus confuso.


    Evitaron el tema de lo acontecido con Serpiente. Afortunadamente, ese sujeto no se apareció por la posada en toda la mañana. Una vez terminan de comer, abandonan la posada para continuar su viaje hacia su siguiente destino: el Coliseo.


    A unas horas del atardecer, finalmente arriba el responsable de haber enviado las invitaciones a los mercenarios. Irrumpe de pronto en la cabaña, cargando, en su mano derecha, la cabeza de Serpiente. Casi todos ignoran la cabeza cercenada, se concentran principalmente en el que la trae. Se trata de un Tempus de presencia autoritaria y seria, que presenta una gran cicatriz en su cuello. Tira la cabeza en un basurero de metal que se encuentra cerca de la puerta.

    —Vaya que es peligroso meterse con la familia de el Liberador —destruye la tensión La, con una sonrisa amable y voz serena.

    —¿Es ese en verdad el Liberador? —cuestiona Duna, que no puede dejar de sentir que el hombre de la cicatriz es alguien muy peligroso.

    —Para cualquiera que no me conozca —toma la palabra el recién llegado —, me llamo Manzana Cortes, pero muchos me deben conocer por mi sobrenombre, el Liberador. — Los susurros no se dan a esperar —. Y les diré por qué razón los cité a este sitio, y por qué no pueden rechazar mi propuesta.


    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta/Orbe Artificial Delta/Orbes Artificiales (3 Espadas)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua/Bombas de Humo Venenoso/Bombas Somnífero/Resacas (Bombas Venenosas y Somníferas)
    Estilo de Lucha: Soporte
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Nance Dulcio Segundo
    Apodo: Rata
    Profesión: ex-Capitán del ejército
    Edad: 19 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Cuchillas Aserradas
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Frambuesa Delto
    Apodo: Fran
    Profesión: Princesa/Primera Heredera al Trono
    Edad: 15 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Báculo Luminoso (¿?)
    Estilo de Lucha: Sanadora
    ______________
    Nombre: Bun
    Género: Femenino
    Raza: Lince Blanco Manchado
    Armas: Garras y Colmillos
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Tomas & Jerry
    Género: Masculino & Femenino
    Raza: Alces de Dos Cuernos
    Armas: Cornamentas
    Estilo de Lucha: Embestida
    ______________
    Nombre: -
    Apodo: La
    Profesión: Mercenaria
    Edad: 27 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado
    Armas: -
    Estilo de Lucha: -
    ______________
    Nombre: -
    Apodo: Mi
    Profesión: Mercenario
    Edad: 13 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado
    Armas: Cuchillas
    Estilo de Lucha: Distancia
    ______________
    Nombre: Fa
    Género: Masculino
    Raza: Alces de Un Cuerno
    Armas: Cornamenta
    Estilo de Lucha: Embestida
    ______________
    Nombre: -
    Apodo: Duna
    Profesión: Mercenaria
    Edad: 20 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado
    Armas: Lanza
    Estilo de Lucha: Lancera
    ______________
    Nombre: -
    Apodo: Serpiente
    Profesión: Mercenario
    Edad: 50 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado
    Armas: Cuchillas/Ballesta Pesada
    Estilo de Lucha: Distancia/Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Manzana Cortes
    Apodo: El Liberador
    Profesión: Comerciante/General Blanco
    Edad: 63 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Espada de Acero de Hoja Larga/Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Espadachín/Artes Marciales (Puntos de Presión)
    Otros
    -Coliseo: Construido en el interior de la montaña de las Cabras. Lugar en el que diversos seres luchan a muerte para entretener al Amo del Coliseo.
    -Reglas de Mercenarios: 1)Nunca robar o darse el crédito por el trabajo de otro. 2)Si varios mercenarios trabajan juntos, la recompensa se divide acorde a la aportación individual durante el trabajo. 3)Las armas, excluyendo las que sean de valor sentimental, son el premio del vencedor de un duelo entre mercenarios; el dinero y otros objetos de valor no pueden ser quitados al perdedor. 4)Cada mercenario debe usar un sobrenombre en lugar de su nombre real, y está prohibido quitarle el nombre a otro mercenario, ya sea vivo o muerto.
     
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  12. Threadmarks: Capítulo 55. El Amo del Coliseo
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
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    Aventura
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    Capítulo 55. El Amo del Coliseo



    Para cuando, los nuevos Generales Blancos, llegan a la montaña de las Cabras, sus provisiones están casi agotadas. Deciden separarse en dos grupos; el primero, conformado por Magnus y Rata, irán al lugar llamado el Coliseo, mientras que el resto buscará alimentos en el bosque de la Cabra Gorda, que se encuentra en la cima de la montaña, donde abundan los árboles frutales y animales pequeños para cazar.


    Nance hace de guía, ya que conoce el camino hacia el lugar donde está su padre, aunque hace mucho que se había dado a la idea de que jamás lo volvería a recorrer. Se adentran en una caverna. Caminan algunos minutos, hasta que llegan a un área iluminada por espejos que, debido a su colocación y algunos hoyos en las paredes, reflejan la luz del exterior, tanto del sol como de la luna. En ese lugar, se ven rodeados por seres de un metro de altura, de pieles grisáceas, orejas puntiagudas, colmillos desalineados que sobresalen de sus bocas y largos dedos, tanto de las manos como de los pies. Todos visten armaduras de cuero color café, y están armados con lanzas de roca o acero, muy desgastadas.

    —Alto —ordena uno de esos seres, usando una voz chillona.

    —Llevaba meses sin ver a un trol —comenta Magnus, nostálgico de ver a un miembro de esa raza.

    —No son troles de hielo —corrige Rata, extrañado por el comentario.

    —Son del mundo desde donde me enviaron. Pertenecen a la raza trol.

    —No hablen —pide otro de los seres pequeños, punzando con su lanza al castaño.

    —Llevar —susurra uno, que usa un sombrero de paja puesto de medio lado.

    —Llévennos con su líder —pide Magnus, que no puede evitar sonreír ante sus propias palabras.


    Los dos chicos son guiados, a punta de picaduras de lanza, hacia unas celdas, donde son encerrados. Un par de Tempus, usando armadura de cuero café, custodian las celdas, ambos parecen desaliñados y presentan unas muy marcadas ojeras. La celda en que los pusieron no es muy espaciosa, si se acuestan caben ellos y quizás una tercer persona antes de acabar con el espacio disponible. Tanto los barrotes como la puerta son de acero reforzado, las paredes están talladas en roca, así como el suelo y techo. En el piso hay un pedazo de tela sucia y maloliente, sobre la que se supone deben dormir. Hay un hoyo en un rincón, del que sale un nauseabundo olor a desechos fecales.


    En el resto de las celdas hay más cautivos, de los que el humano reconoce algunas de las razas a las que pertenecen, y se maravilla ante los que no logra reconocer. Junto a ellos, en un espacio mucho mayor al que se encuentran ellos, está un ser muy parecido a un trol de hielo, en color verde, se trata de un ogro, que según los otros que Magnus ha visto, está peligrosamente delgado y enfermo. Un par de elfos de piel negra, y cabello gris ambos, yacen en la celda del lado opuesto. Junto al ogro hay un ser que desde la cintura hacia arriba parece un humano, pero hacia abajo, tiene el cuerpo de un caballo. Cerca a los elfos hay un ser humanoide con alas a lo largo de los brazos y plumas desteñidas por todo su cuerpo, su cabeza es semejante a la de una lechuza.


    Unos minutos antes de cumplir una hora de encierro, llegan los troles a llevarse a algunos de los prisioneros, Magnus incluido. Los guían por un largo pasillo de roca, comienzan a ver puertas de metal, van dejando a uno de los prisioneros en cada cuarto que está detrás de las frías puertas metálicas. El humano queda en la sexta puerta. Son ocho en total. El cuarto es un lugar bastante pequeño, con una banca de roca y rejas que sirven como pared, que dejan ver lo que se puede describir como un coliseo de roca amarillenta. A lo alto se nota que hay un palco, donde alguien está observando, pero, desde donde se encuentra Magnus es imposible ver a esa persona con claridad.


    Se abre la reja de Magnus y la de un ser humanoide con cuatro brazos, dos piernas gruesas, un corpulento cuerpo, sin cabeza, pero con una esfera roja, en medio de la amarilla piel de su pecho, que sirve como ojo. Usa un pantalón roto, de cuero, color café desteñido.

    —Me rindo, jamás he visto un ser de esta raza —susurra el humano, confundido por la apariencia que presenta el ser amarillo.

    —Tampoco conocemos esta raza, amo —responde el espectro, sin hacerse visible.

    —¿Puedes sostener mi gabardina? —pide el humano, quitándose su larga vestimenta café —. Esos troles no me revisaron, pero de seguro alguien más inteligente lo hará.

    —Con gusto, amo —el espectro toma la prenda, se la introduce en el interior de la capucha. Casi dando la impresión de que se la comió.

    —Toma también las orbes artificiales —se quita los nudillos y desenrolla el látigo de su tórax.

    —¿Seguro quiere ir desarmado, amo? —cuestiona Ghoul, a la vez que mete las armas dentro de su oscuro rostro.

    —Sí, será como mis primeros días en los coliseos, además, esa cosa no puede ser más fuerte que un ogro mutante de cuatro brazos —dice el de piel rojiza, entusiasmado ante lo fuerte que parece ser su oponente.


    Magnus sale a la arena, las rejas se cierran tras él. Es en este momento que algunos Tempus estallan en aplausos y gritos. Se encuentran a lo alto, en gradas talladas de la misma montaña, algunos usan armadura de plata u oro, otros traen ropas extravagantes, dejando entrever que se trata de nobles. En lo alto, en lugar de un techo, hay un orificio que da la sensación de estar dentro de un volcán.

    —«Lamento te hayan capturado, también» —escucha el humano, en su mente.

    —«¿El que me habla es a quien tengo enfrente?» —piensa, para responder al comunicado.

    —«Sí, me llamo...» —el nombre por el que el ser se presenta es tan incomprensible para el humano que solo escucha una especie de interferencia, como de un televisor sin señal.

    —«Soy Magnus.»

    —«Lo mejor es que comencemos a luchar, o de lo contrario, el Temerario se enfadará, y cuando se enfada mata a los que se niegan a pelear, o no pelean en serio» —en el tono de los pensamientos del ser de cuatro brazos se nota resignación, culpa y tristeza.


    El ser de nombre inaudible corre hacia el humano, pero, sus piernas son tan gruesas que no es muy rápido. Magnus permite que se le acerque, cuando el de cuatro brazos intenta lanzar dos golpes, con sus diestras, el humano los evita y embiste la enorme pierna derecha de su oponente, produciendo que caiga de frente, una vez su oponente se encuentra en el suelo, el humano salta a unos tres metros en el aire y cae de pie sobre, donde espera esté, la columna del ser amarillo.

    —«Ese ataque me hizo mucho daño» —confiesa el de cuatro brazos —. «Estoy tan débil por el hambre que ya no puedo seguir, no me levantaré más, ganaste».


    Magnus levanta ambas manos en señal de victoria, los aplausos por parte del público no se dan a esperar. El que se encuentra en el palco se pone en pie para ver mejor al luchador, lo que permite al de piel rojiza verlo con claridad. Se trata de un hombre entre los treinta y cinco y cuarenta años, algo bajo, con una musculatura tan marcada que se le nota aún con el opulento traje puesto, el cual es hecho de telaraña tenida en dorado. Cabello castaño corto, abundante bigote del mismo color, piel celeste oscuro y ojos negros. Es tan parecido a Rata que no hay duda alguna de que se trata de su padre.

    —¡Magnífico! —exclama el del palco — ¡Realmente magnífico! Tu nombre, da tu nombre, valiente gladiador. Necesito escuchar tu nombre, guerrero de la arena.

    —Soy Magnus —se presenta, mirando con seriedad al padre de Nance.

    —Te ganaste tu comida diaria, gladiador Magnus —hace un exagerado ademán con sus brazos, luego aplaude un par de veces.

    —¿Gracias? —pregunta con sarcasmo.

    —De nada, de nada. Soy un amo justo, si me divierten, claro está —se ríe de forma alocada —. Ahora vuelve a tu celda, chu, chu. Estorbas al siguiente encuentro. ¡Qué comience, qué comience!


    Las rejas se abren de nuevo, Magnus vuelve a la suya, al mismo tiempo diez troles se llevan cargando, a duras penas, al ser de piel amarilla y lo llevan a su propia celda.


    El siguiente encuentro es entre un elfo de piel negra contra una bestia de cuatro patas, parecida a un tigre de dos cabezas, con pelaje color gris y rayas verdes, que tiene la capacidad de hablar. La bestia acaba matando al elfo, al abrirle el vientre de un zarpazo. El felino parlante vuelve a su celda, notoriamente afectado por lo que acaba de hacer. Se produce una pausa de casi media hora, mientras los troles levantan el cuerpo y limpian la sangre del suelo. El temerario odia que su arena esté sucia.


    El tercer encuentro es entre un enorme hombre bestia, con cuerpo cubierto de pelo anaranjado, cuatro dedos, no muy largos, en cada mano, con filosas y largas garras, su cabeza es parecida a la de un cerdo, pero con el hocico mucho más corto, lleva puesto un pantalón de cuero café oscuro, que está muy sucio y roto. Su rival es un Tempus, vistiendo armadura negra, quien fue capturado merodeando en los alrededores hace algunos días.


    El hombre bestia agarra al Tempus, lo levanta sobre su cabeza, y lo parte por la mitad usando su poderosa rodilla izquierda. El de armadura agoniza, en un charco de su propia sangre, mirando la mitad de su cuerpo frente a él. El de cabeza de cerdo gruñe a todo pulmón, celebrando la victoria, lo que produce que el padre de Nance le aplauda y lo felicite.


    El cuarto combate comienza en cuanto los troles limpian la sangre y restos del soldado. Uno de los contendientes es el centauro que el humano vio más temprano. La otra, usa una especie de uniforme escolar color negro, que, aunque si está algo desteñido y roto, está limpio y cuidado. El atuendo consiste en una falda que sobrepasa las rodillas, blusa negra, a la que le faltan algunos botones, que dejan ver que debajo trae una camiseta gris oscuro, medias negras que se ocultan bajo la falda y zapatillas negras. Es una joven humana muy baja, de ojos tristes y oscuros, cabello negro y largo hasta las rodillas y piel tan blanca como la nieve. Lleva un parche negro sobre sobre su ojo derecho.


    El espectro se sorprende al ver a esta humana, no por el hecho de ser una humana como de la edad de Magnus, sino por ser idéntica a Alice, la novia humana de su amo. Cuando voltea a ver al de piel rojiza, nota que la similitud no pasó desapercibida a los ojos de Magnus.

    —¿Alice? —se pregunta en voz baja, sin poder creer que realmente la esté viendo.


    La joven salta unos cuatro metros en el aire, cae sobre el lomo del centauro, este se la intenta quitar de encima dando saltos, pero ella se agarra con todas sus fuerzas de los hombros del mitad caballo.

    —¡Alice! —grita Magnus, para llamar la atención de la de uniforme escolar.

    —¡Huh! —exclama la chica, buscando a la persona que gritó ese nombre — ¿Magnus? —cuestiona al creer reconocer el rostro del chico.


    La combatiente pierde la concentración por un momento, pero se recupera de inmediato, toma al centauro de la cabeza y le tuerce el cuello de un veloz movimiento. El mitad bestia cae muerto al instante, con la cabeza mirando en dirección contraria a lo normal. La chica se acerca a la celda donde se encuentra Magus.

    —¿Eres Magnus? —cuestiona incrédula —. Sí, sí, ¡sí eres Magnus!

    —Aléjate del nuevo. Que no se te pegue lo común —pide el del palco con frialdad.

    —Perdone, el Temerario —se disculpa la chica, volviendo al lugar de donde salió originalmente.


    Los sobrevivientes son llevados de regreso a las celdas de donde los sacaron. Los cadáveres son usados para alimentar a las bestias mascota del Amo del Coliseo.

    —Parece que hubieras visto al Terror Blanco —comenta Rata, al ver la expresión de preocupación en el rostro de Magnus.

    —No lo sé —responde el humano pensativo.

    —«Gracias por no matarme» —agradece el de cuatro brazos, hablando telepáticamente con Magnus.

    —«Nunca mato» —explica, aún agitado —. «¿Sabes quién es la chica del último encuentro?»

    —«Es la Campeona, así la llama el Temerario. Llegó aquí hace unos dos meses. Yo llegué hace casi tres meses, he tenido suerte de seguir con vida, pero, para eso, he quitado muchas vidas, tantas que no creo que encuentre el perdón de los Dioses ni en mil eternidades» —confiesa, sonando genuinamente arrepentido.

    —«¿Ella ha... matado a muchos?»

    —«Sí, tiene que ser la única que ha matado a cada oponente al que se ha enfrentado, creo que serán más de cincuenta ya.»

    —«Gracias por la información, intenta descansar» —agradece, con pesar en su alma.


    El humano permanece pensativo durante horas. No quiere creer que la dulce Alice sea capaz de matar a alguien. Pero lo vio con sus propios ojos. La duda de si esa chica es en verdad Alice lo atormenta al punto darle dolor de cabeza.



    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta/Orbe Artificial Delta/Orbes Artificiales (3 Espadas)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua/Bombas de Humo Venenoso/Bombas Somnífero/Resacas (Bombas Venenosas y Somníferas)
    Estilo de Lucha: Soporte
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Nance Dulcio Segundo
    Apodo: Rata
    Profesión: ex-Capitán del ejército
    Edad: 19 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Cuchillas Aserradas
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Frambuesa Delto
    Apodo: Fran
    Profesión: Princesa/Primera Heredera al Trono
    Edad: 15 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Báculo Luminoso (¿?)
    Estilo de Lucha: Sanadora
    ______________
    Nombre: Bun
    Género: Femenino
    Raza: Lince Blanco Manchado
    Armas: Garras y Colmillos
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Tomas & Jerry
    Género: Masculino & Femenino
    Raza: Alces de Dos Cuernos
    Armas: Cornamentas
    Estilo de Lucha: Embestida
    ______________
    Nombre: Nance Dulcio
    Apodo: El Temerario
    Profesión: General Blanco/Ex General Negro/Amo del Coliseo
    Edad: 46 añ0s
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado
    Armas: Orbe de Tierra (Coliseo)
    Estilo de Lucha:
    ______________
    Nombre: Alice
    Apodo: Campeona
    Profesión: Aventurera
    Edad: 19 años
    Género: Femenino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Puños
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Alice
    Apodo: Campeona
    Profesión: Aventurera
    Edad: 19 años
    Género: Femenino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Puños
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: *****
    Apodo: -
    Profesión: -
    Edad: -
    Género: Masculino
    Raza: *****
    Mundo de Origen: ******
    Armas: Puños
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    Lugares
    -Montaña de las Cabras: Localizada al este del país. En su interior se encuentra el Coliseo. Sobre su cima se localiza el bosque de la Cabra Gorda.
    -Bosque de la Cabra Gorda: Localizado en la cima de la montaña de las Cabras. Recibe su nombre debido a que es el lugar donde las cabras se engordan más rápidamente de todo el País Helado. Varios depredadores como osos blancos habitan en los alrededores.
    Aliens
    -Caballero Fénix: Raza originaria del Continente de la Tecnología. Se caracterizan por tener cabeza de ave y plumas en sus cuerpos y otras más largas a lo largo de sus brazos. Siempre son machos, las hembras de su raza se llaman arpías.
    -Centauro: Ser con cuerpo de caballo de la cintura hacia abajo y de hombre o mujer de la cintura hacia arriba. Son guerreros por naturaleza. Originarios de Garja.
    -Elfo: Ser de orejas puntiagudas, muy similar físicamente a los humanos. Tienen una gran proficiencia a la magia y mejor condición física.
    -Orco: Especie de hombre bestia, de cuerpo cubierto de pelo anaranjado, Posee cuatro dedos, no muy largos, en cada mano, con filosas y largas garras, su cabeza es parecida a la de un cerdo, pero con el hocico mucho más corto. Robusto y muy alto. Proviene de otro mundo y tiempo.
    -Ogro: Similares a los troles de hielo. Pero con cuerpos hechos de carne y sangre caliente. También son mucho más fuertes. Originarios de Garja.
    -Trinte: Bestia de cuatro patas, parecida a un tigre de dos cabezas, de pelaje color gris y rayas verdes. Tiene la capacidad de hablar. Proviene de otro mundo y tiempo.
    -Trol Común: Ser de pequeño tamaño, cuerpo gris o amarillo, dedos largos, orejas largas. De poca inteligencia. Les gusta hacer desastres.
    -...: Ser humanoide, de cuatro brazos, dos piernas gruesas, corpulento cuerpo, sin cabeza. Una esfera roja en medio de la amarilla piel de su pecho sirve como ojo. Pertenece a un mundo desconocido. Tanto el nombre de la especie como el nombre de los individuos son impronunciables en gran parte de la existencia. Se comunican por medio de telepatía. Proviene de otro mundo y tiempo.
    Otros
    -Telepatía: Facultad de ciertos seres de comunicarse mentalmente o leer la mente de otros.
     
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  13. Threadmarks: Capítulo 56. Alice
     
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    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
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    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
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    Total de capítulos:
    103
     
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    Capítulo 56. Alice



    Entrada la noche, un par de Tempus, vistiendo armaduras de cuero gris, llegan y se paran frente a la celda que comparten Magnus y Rata. Observan a los prisioneros como si miraran un montón de basura que les estorba en el camino. Uno de ellos abre la puerta, mientras que el segundo mantiene una espada desenfundada.

    —Tú, el rojo, serás transferido a una nueva celda —informa el que abrió.

    —¿A qué debo el honor? —cuestiona Magnus, con el ceño fruncido.

    —Cállate y camina, o te llevaremos medio muerto —amenaza el otro, acercando su arma al cuello del humano.


    Llevan al humano, no por su voluntad, por un pasillo angosto. Avanzan algunos minutos hasta que llegan a una enorme celda con barrotes pulidos y una puerta de acero pintada en azul oscuro. En el interior se encuentra la Campeona, sentada sobre una cama con sábanas y almohadas limpias. Dentro también hay una puerta que lleva a un baño, donde la chica se baña, hace sus necesidades y lava su ropa cuando se ensucia, normalmente de sangre. Las paredes están pintadas en blanco, al igual que el suelo y el techo. Un par de macetas adornan los rincones de la misma.

    —El temerario aceptó su petición, Campeona —informa uno de los de armadura de cuero.

    —Pero dejó en claro que solo pueden hablar, siempre habrá un guardia vigilándolos —añade el otro.


    Meten al humano en la misma celda que la chica. Uno de los guardias permanece enfrente, el otro abandona el sitio. Magnus observa a la joven de cerca, incluso tiene el mismo color de ojo que los de Alice. Se acerca, le coloca la mano sobre su pálido rostro, acariciándola, ella se lo permite e incluso se sonroja ligeramente ante el contacto de su fuerte mano.

    —¿En verdad eres Alice? —cuestiona el chico en voz baja. La humana abre el ojo visible por completo, luego aparta la mirada y asiente con timidez — ¿Te encuentras bien? ¿Cómo llegaste aquí?

    —El Temerario me trajo. Un día solo fui transportada a este lugar, lo mismo sucedió con la mayoría de los prisioneros. Nos obliga a luchar, le gusta que luchemos, incluso cobra una tarifa para que puedan ver cómo nos matamos.

    —¿Por qué matas? —pregunta el chico, soltándole el rostro. Ella intenta tomarlo de la mano, pero él no se lo permite.

    —No he tenido opción, todas mis luchas han sido de matar o morir.


    Para el espectro eso es una obvia mentira, y lo puede comprobar con la lucha que aconteció más temprano contra el centauro, a quien pudo simplemente apretar del cuello hasta que perdiera la consciencia, pero ella decidió matarlo de un solo movimiento.

    —Te creo —acepta el de piel rojiza, tomando asiento sobre la cama.

    —Gracias —ella se sienta a su lado, juega nerviosa con sus manos.

    —¿Cómo te hiciste tan fuerte y ágil?

    —Llevo un tiempo entrenando, y he mejorado bastante en poco tiempo. — Es otra obvia mentira, que el chico se niega a reconocer.


    Magnus queda en silencio durante un largo rato, quiere creer lo que le fue dicho, pero algo no encaja con la historia que le contó. El uniforme que ella lleva puesto, aunque es en efecto el de su instituto, presenta algunos cambios ligeros que no son atribuibles a lo desgastado de la ropa. Como el escudo, que presenta la figura del instituto en verde, cuando la que recuerda lo muestra en azul. Los botones de la camisa son grises, algo que no se permitiría normalmente por ser reglamentario que sean blancos. En la falda lleva bordado en dorado un texto que reza: “Ins itu o C”, al que se nota se le han descosido algunas letras.

    —Vamos a salir de aquí, liberaremos a los prisioneros y derrotaremos al Temerario —comenta Magnus, con determinación —. Solo necesito un plan.

    —¿Por qué no le pi...? —se frena de golpe, no puede terminar la pregunta que está por hacer — ¿Qué plan tienes?

    —El guardia lleva las llaves, solo engañémoslo para que nos las traiga aquí adentro.

    —¿Qué tienes en mente? —cuestiona ella, mirándolo fijamente.

    —Es sobre algo que dijeron al traerme —sonríe de forma maliciosa.

    —Me gusta esa mirada.


    Unos minutos después, la joven se encuentra sobre la cintura de Magnus, dando saltitos, se apoya sobre su pecho, usando ambas manos, gime ruidosamente. El guardia se alarma por esto, ya que tiene órdenes expresas no permitir que los prisioneros se apareen entre ellos, y aunque parecen estar vestidos, no se puede dar el lujo de permitir que suceda. El Temerario mata a las que que se embarazan, y consideraría una tragedia perder a la Campeona. Sin mencionar que alimentaría a sus bestias con la carne del que permitiera que sucediera.

    —¡Oigan, ustedes! —grita el guardia, desde afuera — ¡Deténganse de inmediato! No me obliguen a entrar a separarlos.

    —¡Cállate! —grita la chica, con el rostro colorado —. Sigue, sí, sí, ¡Sí!

    —Malditos —murmura de mala gana el Tempus.


    El de armadura de cuero se ve obligado a abrir la celda, entra, empuñando una espada. Cuando está lo bastante cerca, Magnus lo toma del tobillo y lo hace caer al suelo. La chica, se baja de sobre el chico, se apodera de la espada y apuñala justo en el corazón al guardia, matándolo al instante.

    —¡Íbamos a dejarlo atado! —reclama Magnus, ante tan atroz acto.

    —Lo siento, lo hice sin pensarlo —se disculpa la chica, bajando la mirada. Se siente arrepentida, pero por haber decepcionado a Magnus, sobre el asesinato no siente ningún remordimiento en lo absoluto.

    —Luego hablamos —dice, respirando profundamente para tranquilizarse —. Vamos a las celdas, tenemos que liberar a los demás.

    —Claro —asiente sonriente.


    Derrotan a los pocos guardias Tempus que encuentran en el camino, una tarea para nada difícil. Los troles, aunque sienten miedo por lo que pueda hacerles el Temerario si lo desobedecen, deciden arriesgarse y seguir a los humanos en su motín, y si hay algo para lo que son buenos los troles de Garja, es para animar un motín.


    Liberan a los prisioneros y encierran a los guardias que no se unieron a la revuelta. Se dividen en grupos, el primero, conformado por Magnus, Alice, Rata y el ser de cuatro brazos, quienes van hacia los aposentos del Temerario, para derrotarlo de una buena vez. El segundo grupo, conformado por todos los demás prisioneros y troles, tienen la misión de recorrer todo el Coliseo, derrotar a los guardias restantes, buscar provisiones y liberar a cualquier otro encarcelado que encuentren.


    Conforme Rata y los demás se internan en la edificación, el pasillo se va volviendo cada vez más elegante. Las paredes de roca común e irregular es lentamente reemplazada por paredes más lisas y pintadas en amarillo y blanco. Las sucias piedras sueltas son reemplazadas por monumentos bellamente tallados, jarrones con grabados, bustos de oro y de mármol, cuadros enmarcados, plantas que nadie reconoce y animales disecados, de los cuales, muchos de ellos no pertenecen a este mundo. Llegan hasta un cuarto circular que presenta diez arcos que conducen a distintos lugares de la edificación.

    —Vaya, pero si mis juguetitos se salieron de sus cajas —declara, en voz alta y con mucho dramatismo, el Temerario, al encontrarlos en el pasillo.


    El guardián del Orbe de Tierra, Nance Dulcio, se presenta ante los prisioneros que osaron escapar. Es un hombre de más de cuarenta años, algo bajo, pero sumamente musculoso, de cabello castaño y corto, con ojos negros como la noche, en su rostro ovalado presenta un generoso bigote café que cubre su boca cuando habla, un estilo que no le va para nada. Lleva puesto un elegante traje, digno de un sultán: ropa holgada de seda fina, el pantalón y camisa interior son color verde oscuro, con un chaleco rojo y amarillo, zapatillas de tela terminadas en una pronunciada curva. Sobre su cabeza trae un sombrero cuadrado hecho de un material duro muy similar al plástico, pero que da la impresión de ser de terciopelo, en color rojo, con incrustaciones de diamantes y otras gemas preciosas que no siguen un orden o patrón lógico.

    —¡Padre! —exclama Rata — ¡Aún no es tarde, detén todo esto!

    —¿Tarde para detener qué? ¿Ya es hora de tu siesta? ¿Se me pasó la cena? —cuestiona el hombre, sonriente, aunque no se le nota por el bigote.

    —¡Toda esta locura! ¡Toda esta muerte y crueldad! —la voz de Rata se entrecorta.

    —Nada de esto es una locura —corrige Nance padre, levantando los hombros —. Este lugar es un santuario para los guerreros, para los fuertes, para los valientes, en resumen, es un santuario creado por y para mí. Mi templo, mi casa, mi patio de juegos.

    —Padre....

    —General Blanco Nance Dulcio, mejor conocido como el Temerario —toma la palabra Magnus, usando una voz firme —. Hemos venido a detenerlo, a la fuerza de ser necesario.

    —Gracioso, muy gracioso —saca, de entre su chaleco, un objeto extraño, da la impresión de ser un destapa caños de piedra, pero con el mango corto y la otra parte alargada y gruesa —. No hay nadie que sea más fuerte o hábil en combate que yo. Será una lástima tener que matar a mi Campeona, pero no puedo perdonar este acto de traición. Este acto de maldad ante mi santa y bondadosa persona.


    El Temerario comienza corriendo hacia el joven de piel rojiza que se atrevió a desafiarlo, lo golpea en el pecho, usando el objeto de roca, y lo manda a volar contra la pared, donde termina estrellándose y partiendo una pintura, que muestra un lago congelado, en el proceso. Luego se voltea, toma del brazo a su hijo, le da una vuelta sobre su hombro y lo azota contra el suelo usando todas sus fuerzas. Pasa entonces hacia al ser de piel amarilla, lo golpea en las rodillas, produciendo que comience a caer. Para terminar, lanza un golpe hacia su Campeona, pero esta bloquea el ataque sin dificultad. Todo esto ocurrió en un instante. Para cuando acaba, Magnus cae al suelo, y las piezas del cuadro caen sobre él, Rata se queja del dolor en su espalda, y el ser de cuatro brazos cae de frente, debido al intenso dolor en las articulaciones de sus piernas.

    —Es muy veloz —comenta el de piel rojiza, levantándose adolorido, tomándose el estómago con ambas manos.

    —Más de lo que creía —confiesa el joven castaño, que no logra ponerse en pie.

    —Estoy impresionado —alaga el del bigote a la chica —. Aún cuando me esfuerzo, no logro mover mi mano, eres muy fuerte. Tanto como un trol de hielo que levanta pesas.

    —En realidad —dice la del uniforme escolar —. Tú eres muy lento y débil. Ah, y no olvido señalar que eres muy descuidado —menciona, mostrando el objeto de roca, que le arrebató al de sombrero rojo mientras azotaba a su hijo contra el suelo.

    —¡Imposible! —exclama incrédulo, viéndose la mano libre, donde se supone tenía ese objeto.

    —Veo que posees un objeto con poder divino —lanza hacia adelante el puño del hombre, haciendo que este retroceda un par de metros —. Si no he perdido mi instinto, diría que es un objeto que aumenta por diez el poder de los ataques dados con el mismo objeto. Además, suelta una enorme cantidad de energía elemental de tierra, y si no me equivoco, es capaz de crear portales hacia otros mundos.

    —¡Bruja! ¡No me leas mi brillante mente, ve que es propiedad privada! —el Temerario se sorprende ante las acertadas suposiciones de la Campeona.

    —Ahora solo eres algo rápido —sonríe burlona la joven humana.


    Magnus toma desprevenido al padre de Rata, lo ahorca desde atrás, el hombre intenta zafarse, pero la chica de cabello negro lo toma de los brazos, para mantenerlo quieto, sin mencionar que la piel del rojizo le quema el cuello. El humano lo mantiene privado de aire durante unos quince segundos, lo suelta hasta que está seguro que perdió la consciencia. Lo coloca con cuidado en el suelo.

    —Robándole su frase a Cereza, eso fue asombroso —dice Rata, completamente impresionado ante las habilidades de la baja chica. Logra sentarse.

    —¿Qué hacemos con tu padre? —cuestiona Magnus, un poco adolorido por el golpe recibido.

    —No lo sé aún —dice, mirando a su progenitor desmayado —. Solo te pido que me permitas pensar a solas, y no interferir, sin importar que decida hacer al final.

    —No creo sea necesario matar a tu padre —opina Magnus.

    —No he decidido aún qué haré con él —comenta Nance hijo.

    —Deja que lidie con esto a su forma —pide la chica, tomando del brazo al humano.

    —Elijas lo que elijas, no quiero saber lo que ocurrió —solicita el humano, sabiendo que terminarán matando al Temerario.

    —Pero —se apresura a decir la de cabello negro —, esto es nuestro —muestra el objeto de roca.

    —Ese es el Orbe de Tierra, soy su legítimo heredero, no pueden pedirlo como si fuera cualquier cosa. Además, soy el único que puede cambiar su forma —reclama Rata, indignado por el atrevimiento de la extraña.

    —Con esto puedes volver a casa —explica Alice a Magnus —. Esta forma, no sé decir lo qué es o de dónde proviene, pero sí puedo decir, con toda seguridad, que esto crea portales entre mundos y a cualquier tiempo.

    —En ese caso, puedo regresar a todos a sus respectivos mundos y épocas —comenta Magnus, entusiasmado —. Lo siento, Rata, pero no puedo arriesgarme a que le cambies la forma. Reclamo este Orbe de Tierra, y —levanta el sobrero que tenía puesto el Temerario — este sombrero, para mí.

    —¿Quieres las joyas? —cuestiona Alice, extrañada ante esa repentina codicia mostrada por Magnus.

    —No, el sombrero, será parte de mi colección de cascos de los generales derrotados —explica el humano, con una sonrisa entusiasta —. Podemos luchar por el orbe, Rata, si así lo prefieres.

    —No... —el castaño suspira derrotado —. Quédate con ambas cosas, no podría derrotarte o a ella.

    —Lo devolveré cuando todo haya terminado, lo prometo.

    —Oye, ven conmigo un rato —pide Alice, un poco avergonzada.


    Una vez que los humanos se alejan, Rata logra ponerse en pie. Observa a su padre inconsciente en el suelo. No está seguro de qué hará con él, solo necesita una señal para saber que tomará la decisión correcta.

    —«¿Qué piensas hacer con el Temerario?» —pregunta el ser de piel amarilla, hablando directamente en la cabeza de Rata.

    —¿Quién dijo eso?

    —«Yo» —saluda con uno de sus brazos derechos —. «Es así como me comunico.»

    —Solo... desearía que pudiera saber si mi padre puede volver a ser a como era antes —se sienta en el suelo, con una expresión de derrota y confusión.

    —«Yo puedo analizar su psique, si puede cambiar, lo sabré, si no puede, también lo sabré.»

    —Hazlo, solo quiero saberlo, de eso depende mi decisión.

    —«Te recomiendo que lo llevemos a un lugar privado y que lo incapacites, me tomará un rato indagar bien en su mente. Calculo que un par de horas.»


    Llega la mañana del siguiente día. Magnus y Alice pasaron la noche en la recámara del Temerario, un cuarto para nada humilde. Las paredes son de mármol tallado, el suelo de jade y el techo de roca pulida. Tan pulida que parece un espejo. El suelo está cubierto por una alfombra de piel de mamut negro. Hay una puerta de bronce que lleva a un cuarto repleto de las ropas más finas y elegantes, que son propiedad del Temerario. En un rincón se encuentra una mesita de oro puro, sobre la que hay un libro con cubierta de piel de lagtor, y hojas de papiro, en el que están escritos los ingresos que han generado las luchas del Coliseo durante los últimos años, así como el sobrenombre por el que el padre de Nance ha llamado a los luchadores.


    El otro mueble que hay en la recámara, es la enorme y amplia cama. Tan grande como el coloso, el colchón está a una altura de dos metros sobre el nivel del suelo, hay una pequeña otomana que sirve como peldaño. El colchón es suave pero firme. Además de cinco almohadas de plumas y sábanas de seda roja. Una cama digna de un sultán.



    Magnus se encuentra sentado al borde de la cama, pensativo, es la primera vez que los pies le cuelgan de una cama. No lleva nada puesto. Alice despierta, ve su amplia y fornida espalda, se incorpora y se abraza a él. Tampoco trae nada puesto.

    —Buen día —saluda ella, besando el cuello del chico.

    —Hay algo que me molesta —confiesa el humano, ignorando las muestras de cariño de la chica.

    —¿Es mi ojo? —cuestiona, soltándolo y pasando su mano derecha sobre el lado derecho de su rostro, específicamente sobre el parche.

    —No era eso, aunque también me pregunto cómo lo perdiste —se relame los labios antes de continuar hablando —. Te sientes muy distinto a la tú normal, y no debe haber pasado tanto tiempo como para que aprendieras tantas cosas y te hicieras tan fuerte.

    —Ali podría hacerse igual de fuerte si lo intentara —se le escapa a la joven.

    —¿Ali? Solo una persona llama así a Alice. No puede ser... ¿Mana? —cuestiona sorprendido.

    —Tiene lógica —interviene el espectro, sin hacerse visible —. La humana Mana era muy parecida a la humana Alice, también lo conoce a usted, amo.

    —No intervengas, Ghoul —pide la joven, con una voz distinta. De tonalidad triste y vacía, casi automatizada, como si perteneciera a una fría máquina sin emociones.

    —¿Puede vernos? —cuestiona el de capucha negra.

    —Desde ese día que volvieron de Orbis Litore —confiesa, dándole una mirada neutra al espectro.

    —Ni siquiera yo puedo ver a Ghoul en este momento —señala el humano.

    —Es verdad, nadie debería ser capaz de vernos sin que se lo permitamos —explica el espectro, pensativo sobre este hecho tan irregular.

    —Según el maestro Asmodeo, es debido a que tengo una gran habilidad mágica —dice la joven, mirando al vacío —. Soy capaz de percibir y ver cualquier ser que sea capaz de usar aunque sea el más ínfimo hechizo. Así tenga puesto un camuflaje mágico o sea invisible.

    —La última vez que te vi —el chico se siente un poco mareado — tenías solo ocho años, ¿por qué luces así?

    —Eres algo lento cuando te conviene. Desapareciste hace once años, al menos once años de la Tierra, han sido cinco en Garja.

    —¿Once años? —escuchar que lleva una década desaparecido lo hace sentirse preocupado — ¿Cómo están todos desde que desaparecí?

    —Eras lo que nos mantenía unidos —comenta sin perder su expresión neutra —. Ali no volvió a Garja, estuvo un año esperando a que volvieras, pero al final se resignó y volvió a casa. Tiempo después conoció a un tipo con el que se casó. Fue él quien me hizo esto —se levanta el parche, mostrando que le falta un ojo, luego vuelve cubrirse —. No lo hizo a propósito, lanzó una botella de alcohol en un discusión con Ali y tuve la mala fortuna de estar entrando en ese momento —se mantiene en silencio durante unos instantes —. El cuello de la botella se incrustó justo en mi ojo, destruyéndolo. Requerí seis cirugías y estuve internada durante varios meses. Luego otros dos meses para la rehabilitación. Perdí dos años escolares por culpa de esto.

    —¿Qué sucedió con ese sujeto luego de hacerte eso? —cuestiona Magnus, por su timbre de voz, se encuentra enfadado.

    —Nada. Ali abogó por él, que fue un accidente. Claro que dejó de beber desde entonces, y se ha portado muy bien. Eso hizo muy feliz a Ali. Y solo me costó un ojo que fuera feliz. Oh, y Ali espera a su primer hijo. Una niña según el doctor.

    —Me alegro que sea feliz —comenta el humano. Se siente triste en realidad —. ¿Qué hay de los demás?


    Mana pasa una hora completa contando sobre lo sucedido con el resto de los miembros del equipo, e incluso sobre los nuevos reclutas que se han ido uniendo a lo largo del tiempo. Una vez termina, voltea a mirar al chico, directamente a los ojos.

    —¿Por qué no regresaste? —interroga la humana, casi sonando a regaño.

    —No había podido encontrar una forma de volver a casa —confiesa, bajando la mirada.

    —Ahora lo tienes. Ese Orbe de Tierra abre portales, ya puedes volver.

    —Tengo que terminar algo antes. Debo derrocar al rey de este país y dejar un nuevo gobierno que lleve las riendas por un buen camino.

    —¿Por qué no lo has hecho? —cuestiona, con cierto reclamo en la pregunta.

    —No es fácil, se tiene que...

    —¡Lo es! —interrumpe ella —. He enfrentado muchos de los elementales que predominan en este país, y son débiles, los pondría al nivel de un humano promedio o aún más débiles. Y tú eres mucho más fuerte que un humano promedio. Y con tu habilidad elemental de rayo les hace mucho mayor daño por ser elementales de hielo.

    —Sí, pero...

    —Y por si fuera poco, estoy segura que Ghoul puede acabar con cada enemigo en pocas horas.

    —En efecto —afirma el de capucha negra —, con nuestro poder actual, podríamos acabar con todos los soldados en unas cinco horas. A menos que usemos todo nuestro poder, en ese caso solo nos tomaría media hora, a lo sumo. Pero el amo se niega a darnos la orden de aniquilar a tantos seres vivos.

    —No daré luz verde para una masacre —niega con firmeza el chico —. Y no son tan fáciles de vencer como lo haces ver. Los Tempus son más hábiles de lo que piensas.

    —Tú eres muy fuerte, no es posible que encuentres a un elemental de esos que pueda ganarte, es imposible. Lo demostraré, lucha conmigo, vamos al coliseo y te probaré lo fuerte que eres.

    —No lo haré —niega él —. No me arriesgaré a hacerte daño.

    —Tengo hechizos para protegerme. Solo ve los hechizos que uso y decide si luchamos o no.

    —Yo... —se voltea hacia ella.


    No importa la voz que Mana tenga, físicamente es idéntica a la Alice que recuerda, cada parte de su cuerpo es idéntico al de su amada Alice. La acuesta de golpe y la toma de las muñecas, la mantiene contra la cama. La hizo suya durante toda la noche, conoce su cuerpo mejor de lo que conoce el de la misma Alice.

    —¿Quieres pelear ahora mismo? —cuestiona ella, sin cambiar su inexpresivo rostro.

    —Lucharemos, pero no ahora —dice él, sin quitarle los ojos de encima a su pálido y delicado rostro.

    —¿Entonces? —para cuando termina la pregunta, siente el miembro erecto de Magnus que choca contra su abdomen.

    —¿Puedo? —pregunta, soportando las ganas de tomarla en ese preciso momento. Tiene el suficiente auto control como para evitar hacer algo a menos que ella lo quiera.

    —Quiero que lo hagas. Por eso me dejo el cabello como Ali, por eso uso un lente de contacto, para imitar el color de sus ojos, por eso es que practiqué para imitar su dulce y amable voz. En caso que regresaras, para que me tomes como novia en lugar de Ali —confiesa ella, apretando las piernas por el deseo de que él comience.

    —Tengo un par de favores antes. Ghoul, trae fruta para que recuperemos fuerza —pide el humano, sin saber hacia dónde voltear para buscarlo.

    —En seguida, amo.

    —En cuanto a ti —suelta los brazos de la chica, para luego pasar las manos a su pequeña y delicada cintura —. Habla como Alice, quiero que sigas hablando con su hermosa voz.

    —Claro —acepta ella sonriente, cambia el tono de su voz a uno más dulce y amigable, luego rodea el cuello de Magnus con ambos brazos, y sube su cabeza hacia la de él y lo besa con pasión —. Hazme tuya, tómame con todas tus fuerzas. Destrózame del placer.


    Los humanos pasan las siguientes cuatro horas en la danza de la pasión y el deseo carnal. Acaban exhaustos y cubiertos de fluidos y sudor. Al ya no poder más, duermen abrazados al otro.



    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta/Orbe Artificial Delta/Orbes Artificiales (3 Espadas)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Nance Dulcio Segundo
    Apodo: Rata
    Profesión: ex-Capitán del ejército
    Edad: 19 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Cuchillas Aserradas
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Nance Dulcio
    Apodo: El Temerario
    Profesión: General Blanco/Ex General Negro/Amo del Coliseo
    Edad: 46 añ0s
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado
    Armas: Orbe de Tierra (Coliseo)
    Estilo de Lucha:
    ______________
    Nombre: Alice
    Apodo: Campeona
    Profesión: Aventurera
    Edad: 19 años
    Género: Femenino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Puños
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: *****
    Apodo: -
    Profesión: -
    Edad: -
    Género: Masculino
    Raza: *****
    Mundo de Origen: ******
    Armas: Puños
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
     
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  14. Threadmarks: Capítulo 57. Lucha en el Coliseo
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
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    Escritor
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    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
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    Capítulo 57. Lucha en el Coliseo



    Ambos humanos están más que preparados para pelear. Se encuentran en la arena del Coliseo, donde tantas vidas fueron arrebatadas para el entretenimiento y enriquecimiento de el Temerario. Las dudas de Magnus sobre la condición física de Mana no lo dejan tranquilo, ella siempre fue de consistencia delicada y casi sin fuerza en los brazos o piernas.

    —Cuando quieras —reta la joven, usando su voz neutra. Se queda en una posición neutra, sin tomar alguna estancia defensiva u ofensiva.

    —No puedo, simplemente no puedo hacerte daño.

    —No podrás. Ghoul, lee los hechizos que lancé en mí misma —pide, poniendo la mano derecha en su cintura.


    El espectro comienza el análisis del cuerpo de Mana. Está impresionado ante lo que encuentra, en especial porque muchos de esos hechizos son de rango muy alto.

    —Amo, la humana Mana tiene una cantidad impresionante de hechizos que aumentan sus capacidades físicas y mentales: Inmortal, Indestructible, Regeneración Inmediata, Fuerza Elevada a la Décima Potencia, Resistencia Física Elevada al Triple, Resistencia Mental Duplicada, Cabello Indestructible, Visión Inmediata, Reflejos Triplicados, Velocidad Perfecta. Podríamos seguir, si gusta, amo, pero son tantos que tardaremos varios minutos en listarlos todos, sin mencionar que tiene algunos hechizos protegidos que no somos capaces de identificar.

    —¿Lanzas hechizos sin murmurar? ¿Tienes runas en tu cuerpo? —cuestiona Magnus, extrañado, ya que no le vio una sola runa en el cuerpo durante el tiempo que compartieron en cama, y está seguro que le vio y tocó cada centímetro del cuerpo, literalmente.

    —Las tengo grabadas en mis huesos —explica, con la mirada perdida en la nada.

    —Parece que gastaste una fortuna al comprar todos esos hechizos —se dice el de gabardina, que realmente no espera una respuesta a su último comentario.


    Ya sabiendo que no podrá dañar a la chica, por más que lo intente, Magnus comienza el ataque, a pesar de que no es su estilo ser el primero en hacer un movimiento. Lanza un puñetazo hacia la joven, esta ve el golpe venir en cámara lenta, lo evita y luego golpea en el pecho al chico. El humano retrocede algunos metros, sosteniéndose el pecho.

    —¡Te está apaleando una niña! —se burla Rata, que se encuentra en las graderías. Al igual que algunos prisioneros que sintieron curiosidad por la pelea.

    —Usa tus habilidades elementales —pide Mana —. No lograrás tocarme de otra forma, lo sabes bien.


    Magnus envuelve sus brazos en electricidad, que genera naturalmente de su cuerpo. Intenta de nuevo el mismo ataque, que termina con el mismo resultado.

    —Tienes más elementos. Úsalos —se impacienta al ver que Magnus permanece inmóvil, como si pensara en una estrategia en medio de la pelea.


    La del uniforme escolar desaparece, luego reaparece justo al lado del chico, le da un golpe con la palma justo en el costado, produciendo que el chico salga volando hasta chocar contra la pared y quede incrustado en esta.

    —Esto... —escupe un poco de sangre — esto dolió en serio... —cae al suelo, sobre sus manos y rodillas.

    —Entonces usa tus demás elementos para evitar mis ataques —corre hacia él, en un instante tiene a su oponente justo en frente, comienza a mandar una serie de golpes tan veloces que sus brazos se vuelven invisibles —. Defiéndete o morirás.


    De un momento a otro, Mana queda inmóvil, es incapaz de moverse, por más que lo intenta. Magnus se aleja un poco, vomita fruta y sangre, los golpes recibidos le quebraron algunas costillas y le produjeron un sangrado interno que deberá tratar más tarde.

    —Si te preguntas, estás en una prisión de elemento viento —confiesa el chico, saboreando su propia sangre —. Tiene tu forma exacta y necesitas mucha más fuerza que la que tienes para liberarte. Y para que quede claro —escupe otro poco de sangre —, no había sido capaz de usar este nivel de elemento viento desde que llegué a este mundo. A lo sumo podía crear una brisa.


    La del uniforme escolar quiere decir algo, pero sus labios tampoco se mueven, incluso es incapaz de parpadear. Magnus levanta su mano derecha, un torbellino de agua se forma de la nada, lo arroja contra la chica. El torbellino la rodea por completo, pero no le provoca daño alguno. El torbellino se deshace, dejándola completamente empapada.

    —Tampoco era capaz de generar tanta agua. Lo más cercano que estuve fue cuando atacamos la Base Roja, aunque en esa ocasión lo que formé fue una llovizna que apenas si mojó a los soldados que estaban en mi camino —confiesa el humano —. Perdona si te duele lo que estoy por hacer.


    El humano apunta su dedo índice hacia Mana, un rayo sale de su dedo y la impacta, dejándola inconsciente al instante. Se acerca a ella, le deshace la prisión de viento y la atrapa para que no se golpee contra el suelo al caer.

    —Usó demasiada energía elemental de rayo en ella, amo —hace ver el espectro —. Y ni siquiera averiguó su resistencia elemental antes de atacarla.

    —Solo supuse que tendría la más alta. Yo me pondría la más alta. Además, aunque es cierto que usé un ataque que desintegraría el cuerpo de un humano en cuestión de dos segundos, ya me habías dicho que tiene Inmortalidad y Regeneración Inmediata. La primera evita que muera, sin importar lo que le ocurra al cuerpo, y la segunda regenera su cuerpo tan rápidamente como el ataque se lo desintegra.

    —Comprendemos. Lo que no comprendemos, es el por qué no usa estas habilidades para luchar contra los soldados.

    —No podía —confiesa alzando entre sus brazos a la chica —. Por alguna razón, que ni yo mismo entiendo, hasta ahora soy capaz de usar mis habilidades elementales a toda potencia. Algo tan avanzado como la prisión de viento era impensable hasta ahora. Incluso había necesitado energía elemental de rayo para poder iniciar el uso de mi elemento principal.

    —Permítanos realizar un escaneo de su cuerpo, amo, quizás hallemos la causa de esta anomalía.

    —Gracias —suspira adolorido, Mana le dio una buena golpiza como hace tiempo no se la daba nadie.

    —¿Qué hará, amo? —cuestiona el espectro.

    —Ya soy capaz de volver a casa, pero antes debo terminar lo que hago aquí.

    —¿Por qué no llama a sus compañeros? Estamos seguros que la alquimista Ariana y el dragón Caelum serían de mucha ayuda aquí. Ambos soportan el frío mucho mejor que su persona y son lo bastante fuertes como para tomar cualquier base que se les ponga en frente en pocos minutos.

    —No lo dudo, incluso lo pensé. Pero no puedo, tienen que ser Tempus los que derroquen al rey. Si yo lo derroto y luego me voy, alguien más intentará tomar el poder a la fuerza, incluso es muy probable que el caos se desate por todo el país. Pero si un grupo de Tempus es el responsable de hacerlo, y luego los dejo a cargo, dará la impresión de que el País Helado está en buenas manos.

    —¿La Tempus Cereza y la Tempus Frambuesa? —cuestiona el de capucha.

    —Incluso Rata, es un buen chico, aunque lo intente ocultar —sonríe levemente —. Quiero dejar al menos un representante de cada sector laboral. Cereza como representante de los agricultores y comerciantes, Remiel a favor de las bestias, Frambuesa para que los de alta sociedad y sanadores no se sientan amenazados y Nance por parte del ejército. Si pudiera conseguir representantes para medicina, religión y magos tendría una nueva forma de gobierno, en teoría, funcional.

    —El Consejo de Seres del País Helado —propone como nombre Ghoul.

    —No, más como El Consejo Blanco del País Helado.


    Magnus lleva a Mana al cuarto del Temerario, para dejarla dormir un rato. Luego regresa al coliseo, donde todos los que fueron prisioneros, o guardias por temor al Amo del Coliseo, lo esperan. Comienza el arduo trabajo de enviarlos a sus respectivos mundos y épocas. Le tomó casi una hora perfeccionar cómo calcular la época exacta a la cual enviar a cada uno, ya que un mismo ser no debería ser capaz de encontrarse a sí mismo, a menos que así lo recuerde el futuro ser. Aunque el Orbe de Tierra demuestra violar la paradoja temporal por completo, ya que accidentalmente uno de los que envió se encontró consigo mismo, y repentinamente los recuerdos se formaron en el individuo futuro, como si fueran recuerdos reprimidos.


    Toma casi un día entero enviar a la mayoría de regreso a sus respectivos mundos, por excepción de Mana, que quiso ser la última en ser devuelta. Rata lleva a su padre a la Arena del Coliseo, donde se llevará a cabo la sentencia. Los humanos se encuentran presentes, Mana usó algunos hechizos sanadores para curar a Magnus, por lo que ya no tiene daño alguno ni siente el menor dolor.

    —Si tan solo volvieras a ser el de antes —le dice el joven Tempus a su padre. Tiene los ojos llorosos.

    —Soy mejor que el yo de antes —presume el padre —. Soy más fuerte, más rápido, más guapote, tengo mucho oro y un estilo inalcanzable. Y de no ser por ustedes, tendría mi amado coliseo y me estaría divirtiendo en este momento. Divirtiendo de lo lindo, debo mencionar.

    —Tus pecados son graves, padre —añade Rata, intentando sonar fuerte —. Has hecho que muchos se maten solo por tu diversión y enriquecimiento. Como soldado hiciste daño a muchos, y luego desertaste sin razón. De dejarte vivo, volverías a tus carnicerías públicas, es por eso, que yo, como tu hijo, tengo la responsabilidad de detenerte —saca una cuchilla del bolsillo de su pantalón —. No es algo fácil de hacer, padre, pero no puedo permitir que dañes a más inocentes. Es por eso que tengo que acabar con tu vida ahora que puedo.


    Acerca el arma al cuello de su padre, lo presiona con fuerza, produciendo que comience a sangrar, cierra los ojos, le tiembla el pulso y le falta el valor para terminar el trabajo. Magnus toma a Rata del abrigo y lo jala para alejarlo de su padre.

    —¿Qué haces? —cuestiona el joven Tempus, con las manos temblorosas —. ¡No debes detenerme, es lo que decidí y prometiste no meterte!

    —No me meto, te salvo la vida —voltea la mirada hacia el sitio donde se encontraba Nance hijo, donde una espada color platino yace clavada profundamente.

    —Esa arma... No pude ser... —musita, con mucho temor, el joven Tempus.

    —Lo sé —asegura Magnus, mirando hacia las graderías, ya que el arma provino de ahí.

    —Allá hay alguien —informa Mana, señalando hacia la zona sur, donde un Tempus con armadura de platino se encuentra en pie.

    —El rey Delto... —murmura Magnus, con el ceño fruncido.

    —¿Es al que tienes que vencer para volver a casa? —cuestiona la chica, sonriendo ante la oportunidad.

    —En efecto —asegura el humano, sin perder de vista al soberano.

    —Espera unos momentos entonces —pide Mana.


    La humana salta varios metros en el aire y cae justo frente a Delto, lo ataca a toda velocidad y con todas sus fuerzas, pero él la evita sin esforzarse. La espada de platino regresa a la mano de su dueño, la cual es usada para atacar a la joven.


    El intercambio de ataques entre Delto y Mana comienza, y se mueven tan rápidamente que es difícil seguirlos con la vista. Magnus está por subir para ayudar a Mana, cuando nota un par de nuevos enemigos que entran al campo de lucha. Se trata de los mellizos Galunn.

    —Señor Dulcio, el rey en persona le ofrece salvar su vida, y solo pide a cambio que regrese a su lado, como el quinto General negro —informa Naranja, con los brazos cruzados.

    —No me convence, no me convence —responde el padre de Rata, canturreando.

    —Es algo temporal, solo mientras estos chicos y el resto de su grupo sea eliminado, después podrá regresar a este fantástico lugar — el desagrado de Naranja al decir fantástico es más que evidente para todos los presentes.

    —¿Matar? ¿Creen que sería capaz de matar a unos chicos? ¿Almorzar sandía blanca con carne de alce? ¡Claro que acepto! Para luego es tarde, que me sirvan de una vez el postre.

    —Hazlo —pide el mellizo, sintiendo que le va a doler la cabeza por intentar entender las palabras del hombre castaño. Su hermana asiente.


    Kiwi coloca las manos sobre el suelo y levanta la mirada hacia el Temerario, los ojos se le vuelven grises. En un instante, emprende carrera hacia su objetivo, destruye las cuerdas que mantienen aprisionado al hombre. Nance padre aprovecha esto para correr, dando saltos, hacia donde se encuentra el otro comandante.


    Kiwi salta sobre Magnus e intenta morderle el cuello, para arrancarle un trozo de carne y dejar que se desangre, el humano forcejea para mantenerla alejada. Rata intenta quitársela de encima, pero Naranja arroja uno de sus guanteletes hacia él, evitando que pueda acercarse.

    —Mis Orbes Artificiales pueden viajar tan rápido como una flecha —presume el mellizo, mostrando el guantelete que aún tiene puesto —. Y pueden volver a mí —muestra una fina cadena de metal que sale de entre la manga de su armadura.


    El guantelete que fue arrojado comienza a volver hacia su dueño, golpeando a Nance hijo en la pierna derecha y haciéndolo caer al suelo. El ex capitán agarra el guantelete, toma su cuchilla e intenta cortar la cadena, pero es demasiado dura y no lo logra. Deja seguir el trozo de armadura hasta el de cabello blanco, quien al tenerlo al alcance se lo coloca de nuevo.

    —Atrapa esto —Magnus, a dura penas, lanza algo que Rata atrapa en el aire.

    —Esto es... —comienza a decir e castaño, pero se ve interrumpido cuando el guantelete derecho de Naranja lo impacta en el estómago —. Eso fue —tose —muy sucio —agarra la armadura con fuerza.

    —Andas muy delicado para haber sido un capitán de nuestro orgulloso ejército —reclama Naranja.

    —Nadie pidió tu opinión —suelta el guante, el cual regresa a su portador.


    Cuando el mellizo se lo coloca, para volver a dispararlo, algo se revienta dentro, dejando salir gas color rosa, que Naranja no puede evitar respirar. Comienza a toser durante algunos segundos, hasta que cae al suelo y no se vuelve a levantar.


    Kiwi ve a su hermano tirado en el piso, se desespera y comienza a rasguñar al humano, sus dientes cada vez más comienzan a parecer colmillos, y de su boca salen sonidos parecidos a los gruñidos de una bestia enloquecida. Magnus nota un aumento considerable en la fuerza de la comandante, y no cree poder resistir mucho más. Patea a la chica en el estómago, para quitársela de encima, luego la coloca boca abajo, le mantiene los brazos aprisionados con una mano, lo cual es cada segundo más difícil de hacer. Le acaricia la cabeza con la mano libre, intentando tranquilizarla.

    —Tranquila, tranquila —le susurra —. Tu hermano está bien, solo era un somnífero, velo por ti misma, solo duerme.


    Kiwi voltea el rostro hacia su hermano, y se da cuenta que él en efecto continúa respirando, esto hace que se calme, sus colmillos comienzan a volverse dientes de de nuevo.

    —Te soltaré para que te lo lleves, ¿de acuerdo? —la comandante asiente, sin perder a su hermano de vista en ningún momento.


    Magnus la suelta, y retrocede lo más que puede, para evitar cualquier golpe que intente propinarle la mujer, pero esta solo corre hacia su hermano, lo abraza con fuerza luego de comprobar que aún sigue con vida. Lo levanta sobre su hombro, lo que es algo extraordinario, ya que ella es más pequeña que él, y se lo lleva cargando. El temerario huye junto con ellos.


    Con un solo enemigo que enfrentar, Magnus usa su habilidad elemental de viento para aprisionar al rey, pero este continúa moviéndose como si nada.

    —Es demasiado fuerte.... —se dice el humano al ver que su técnica no pudo detener al Tempus.

    —Lo noté —murmura la humana, evitando la espada de Delto. Incluso desde tan lejos puede escuchar la voz del de gabardina.


    Magnus crea un torbellino de fuego que arroja hacia el rey, este lo deshace con su espada. El de piel rojiza, al ver que tiene que aumentar el poder de su ataque, crea un tornado de fuego que derrite la piedra por donde pasa, lo cubre con electricidad para asegurar que haga más daño al impactar y que sea imposible destruirlo hasta que se quede sin energía elemental.

    —¡Saca a Rata de aquí! —pide el humano a Mana.


    La chica obedece de inmediato, guía a Nance, que está por desmayarse debido al intenso calor, fuera del coliseo, para que no quede atrapado en el monumental y ardiente ataque.



    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta/Orbe Artificial Delta/Orbes Artificiales (3 Espadas)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Nance Dulcio Segundo
    Apodo: Rata
    Profesión: ex-Capitán del ejército
    Edad: 19 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Cuchillas Aserradas
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Nance Dulcio
    Apodo: El Temerario
    Profesión: General Blanco/Ex General Negro/Amo del Coliseo
    Edad: 46 añ0s
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado
    Armas: Orbe de Tierra (Coliseo)
    Estilo de Lucha:
    ______________
    Nombre: Alice
    Apodo: Campeona
    Profesión: Aventurera
    Edad: 19 años
    Género: Femenino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Puños
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Mora Delto
    Apodo: El Brillante
    Profesión: Rey del País Helado/General Blanco
    Edad: 45 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Orbe Artificial Alpha (Espadas Gemelas)
    Estilo de Lucha: Espadachín
    ______________
    Nombre: Kiwi Galunn
    Apodo: -
    Profesión: Comandante del Ejército del País Helado
    Edad: 20+ años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Anillo (¿?)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Naranja Galunn
    Apodo: -
    Profesión: Comandante del Ejército del País Helado
    Edad: 20+ años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Orbe Artificial (Guanteletes)/Espada
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo/Espadachín
    Hechizos
    -Prisión de Aire (Viento): Una poderosa y fina ráfaga rodea el cuerpo de la víctima a tal velocidad que la inmoviliza. Es tan resistente como el acero, pero tiene un período de duración basado en la energía elemental de viento usada al lanzarlo.
    -Torbellino de Agua (Agua): Torbellino hecho de agua. Envuelve a la víctima y le produce daño. El daño y tamaño del torbellino dependen de la cantidad de energía elemental de agua utilizado.
    -Torbellino de Fuego (Fuego): Torbellino hecho de fuego. Envuelve a la víctima y le produce daño. El daño y tamaño del torbellino dependen de la cantidad de energía elemental de fuego utilizado.
    -Tornado de Fuego (Fuego): Tornado hecho de fuego. Es una forma superior del Torbellino de Fuego. Envuelve un área y derrite todo a su paso. El daño y tamaño del tornado dependen de la cantidad de energía elemental de fuego utilizado.
    Especial
    -Orbe de Tierra: Arma especial hecha de una especie de mineral duro que se asemeja en apariencia al granito. Es capaz de cambiar de forma ante los pensamientos del elegido(a) que la resguarda. Tiene la capacidad especial de hacer diez veces el daño original cuando es usada para golpear. Su elemento es Tierra.
     
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  15. Threadmarks: Capítulo 58. Águilas Blancas
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    2967

    Capítulo 58. Águilas Blancas



    Con los demás fuera del camino, el tornado crece al punto de consumir todas las graderías y derretir el suelo de roca. Para cuando el ataque pierde toda su potencia y se disipa, no hay rastros del soberano por ninguna parte. Magnus yace agotado, cubierto por una barrera de energía elemental de rayo que lo mantuvo a salvo del destructivo poder de su propio ataque. Usa agua, lanzada desde sus palmas, para solidificar el suelo bajo sus pies y poder ir avanzando hacia la salida.


    Una vez fuera de la montaña, Mana observa a una figura familiar, una que normalmente no se deja ver a menos que tenga algún asunto que tratar. Ella se deja caer sobre una rodilla y baja la cabeza, intercambia algunas palabras con el ser. Cuando termina la conversación con esa incógnita figura corre de vuelta al coliseo, para sacar a Magnus lo antes posible de ahí. Por suerte lo encuentra casi en la salida, aunque no le parece que esté para nada bien.

    —Tenemos que irnos de aquí, ahora —ella pone énfasis en el ahora.

    —Déjame descansar un poco —pide el chico, al borde del desfallecimiento.

    —No puedes, soldados vienen hacia acá, muchos —dice ella, sin sonar para nada preocupada, a pesar que si lo está.

    —Es verdad, amo. Doscientos veintidós soldados vienen camino a esta dirección. Sin contar a la Tempus Kiwi, que está regresando hacia nosotros, así como el Tempus Delto, que escapó ileso de su ataque de fuego.

    —Quizás pueda usar una ventisca caliente para disuadirlos —propone el de gabardina, comenzando a ver blanco y sentir que todo a su alrededor da vueltas.

    —No podrás —niega la humana —. Tus habilidades elementales volvieron a ser muy bajas, como antes de entrar al coliseo.

    —¿Cómo sabes? —cuestiona el chico.

    —Un destructor estuvo aquí y me aclaró que una fuerza mayor permitió que recuperaras tu máxima fuerza solo mientras estuvieras en el interior del Coliseo —informa la joven, sin siquiera parpadear.

    —¿Por qué un destructor haría algo como eso? —cuestiona Ghoul, confuso ante tal acción.

    —Porque es divertido —responde Magnus suspirando —. El Consejero Oscuro hace cosas solo para divertirse, debe haber sido obra suya.

    —Suponemos es verdad —asiente el espectro ante esa teoría.

    —¿Por qué un destructor hablaría contigo, Mana? —interroga extrañado el de gabardina, ya que sabe que no son muchos los que han tenido el privilegio de conversar con un ser bendecido por el Dios Oscuro.

    —Porque hicimos un trato. No puedo entrar en detalle de las condiciones del trato, pero era necesario hacerse ese trato —informa, sin dar detalles reales.

    —Igual me preocupa, al volver a casa me aseguraré de que nunca tengas la necesidad de realizar un contrato con un destructor. Por cierto, ¿dónde están Cereza, Fran y Remiel? —cuestiona el humano, recuperando un poco la visión.

    —Aguardan en el Coloso, amo. Desde ayer.

    —Bien, en ese caso vamos hacia allá y escapemos al... ¿De qué lado vienen los soldados?

    —Desde el sureste, la fuerza principal llegará en menos de una hora —menciona el de capucha, desapareciendo.

    —Iremos al norte —propone Magnus, pensativo —. El Coloso, a toda velocidad, debería ser capaz de alejarse de los soldados sin problemas. Solo espero que Delto no nos siga en su mamut negro.


    Preparan a los alces de dos cuernos, y parten de inmediato hacia el norte, sin un destino fijo, simplemente hacia donde el norte los lleve.


    La nueva acompañante, despierta en Cereza un fuerte sentimiento de celos. Han estado algunas horas viajando, y, todo el tiempo, la humana ha estado sentada al lado de Magnus. Tampoco soporta como se susurran cosas al oído, ni mucho menos que Magnus la abrace tan casualmente.

    —Te tengo una pregunta —dice el humano, a la guardiana del Orbe de Agua.

    —¿Qué? —responde ella, secamente.

    —¿Por qué tienes el cabello corto? —cuestiona, al ver que, el antes largo cabello azul de la Tempus, ahora le llega hasta los hombros.

    —No te interesa, mujeriego sin alma —responde apartando la mirada. «Jamás le contaré a nadie que me cayó miel en el cabello y un oso blanco me atacó y se lo comió.»

    —Te queda bien —alaga Magnus, antes de dejar el tema.

    —No te creas que por halagarme un poco te contaré lo que sucedió —reprende, con el rostro azulado.

    —En este momento me preocupa Rata, el calor lo afectó mucho y sigue inconsciente —comenta Magnus, ante el Tempus que no da señales de poder volver en sí pronto.

    —No sé qué hicieron allí dentro, durante estos días, pero Rata quedó muy mal, apenas si acaba de recuperar su temperatura normal —hace ver Cereza.

    —Estará bien, ya pasó la peor parte —añade el humano —. Por cierto, me sorprende ver que Fran pueda manejar el Coloso con tal naturalidad.

    —Se tardaban tanto en volver que le enseñé a conducir en trineo, pero el modo carruaje no se lo confiaría aún —informa Cereza —. Por cierto —se aclara la garganta nerviosa —, eres Alice, ¿cierto?

    —¿Por qué lo preguntas? —responde Mana, usando su voz suave.

    —Eres exactamente igual a como te describe este mujeriego. Habla mucho de ti.

    —¿En serio? —cuestiona, mirando a Magnus a los ojos.

    —Ajá, cuenta historias sobre ti, sobre lo tierna que eres, lo amable, lo cariñosa y cuanto te preocupas por tus amigos.

    —Magnus exagera —sonríe.


    Los soldados registran lo que queda del Coliseo, en busca del grupo terrorista auto proclamado los nuevos Generales Blancos. Pero no encuentran nada más que algunas aves; cinco cuervos blancos, tres búhos plateados y dos águilas blancas. Estas últimas son las segundas aves más peligrosas y grandes del País Helado, solo siendo superadas por el Búho Ancestral, una de las bestias ancestrales. Estas águilas tienen casi dos metros de altura, con alas de envergadura de cuatro metros de longitud, cada ala. Las plumas de la parte exterior de las alas, así como las de la cabeza, son de un color rojo intenso, el resto de su plumaje es tan blanco como la nieve.


    El rey Delto revisa algunos mapas, que se encuentran sobre una mesa de madera pintada en dorado, la cual pusieron dentro de una enorme tienda color dorada, que usa como sus cuarteles temporales. Unas veinte tiendas, color blanco, se encuentran erigidas alrededor de la del soberano. Sombra, el colosal mamut negro, devora algunas enormes sandías blancas, se encuentra lejos de los soldados, ya que detesta estar cerca de cualquiera que no sea el rey Delto, su hija Frambuesa o la mascota de esta.


    Un soldado llega corriendo ante la tienda de su majestad, se pone sobre una rodilla, y baja la cabeza.

    —¡Mi rey! —llama el soldado, casi sin aliento.

    —¿Qué ocurre? —cuestiona el rey, sin salir de sus aposentos.

    —¡Unas águilas blancas nos atacan! —informa, sonando alterado.

    —¿Águilas blancas bajaron de la montaña para atacarnos? —cuestiona Delto, extrañado de un evento tan poco probable.

    —No, mi rey, estaban dentro del Coliseo, junto con algunos cuervos blancos y búhos plateados.

    —Que salgan de ahí todos nuestros hombres. Y que traigan al Amo del Coliseo ante mí persona, de inmediato —ordena, suponiendo que esas aves son mascotas de Nance, ya que no es para nada común que un ser alado haga su nido tan adentro de una cueva.


    Un par de tenientes escoltan al General Blanco Dulcio hacia la carpa dorada. Lo obligan a entrar, y se mantienen vigilándolo, para que no realice ninguna acción peligrosa.

    —Me preguntaba cuándo me dejarían ver al grandioso, poderoso y barbudo de tú —comenta Dulcio, sonando muy feliz.

    —Veo que te mantienes sano, Nance —comenta el rey, mirando con lástima al que una vez fue su compañero de aventuras.

    —Lo intento, lo intento. No es fácil mantener un bigotazo como el mío —presume, peinándose el bigote con los dedos.

    —Claro, amigo mío, claro —suspira —. ¿Tienes unas aves allí dentro?

    —Oh, ¿encontraron a mis pollitos pajaritos pequeñitos? —pregunta, sonando enternecido.

    —Sí, pero están atacando a mis soldados, y quiero evitar matar águilas blancas en lo posible, son muy útiles como para desperdiciar sus vidas.

    —Solo tengo que ir con ellos, y pedirles que se calmen cual agua de estanque, cual lobo durmiendo, cual ave trinando, ¿cuál era la pregunta? Cierto, mis pollitos. Solo llévame ante ellos.

    —Que Kiwi lo acompañe —ordena el soberano, a uno de los tenientes.

    —¡Qué alegría! —exclama Dulcio —¡Podré ver a Nance, Nance, Nance, Nance, Nance, Nance, Nance, Nance, Nance y Nance!

    —Vaya, que nombres más interesantes les pusiste —comenta Delto, sin extrañarse de algo tan incoherente.

    —Les puse como ese bebé, ya sabes cuál, ese pequeñito que se parecía a mí, ¿cómo se llamaba? ¿Nance? Nance... —por un momento parece confuso —. Pero así son las aves cuando cuitean.

    —Sólo calma a tus aves —pide, tratando de no perder la paciencia.

    —Claro, claro —acepta, saliendo junto con uno de los tenientes.


    El otro teniente permanece en presencia del rey, tiene algo que preguntar, pero sería solo para saciar una duda que le surgió durante la conversación del soberano con el loco del Amo del Coliseo.

    —¿Algo qué desee saber, teniente Jengibre? —interroga, al ver a su subordinado tan pensativo.

    —¿Se me permite hacerle una pregunta que no se relacione con nuestra misión actual, mi rey?

    —Adelante —permite, curioso de saber lo que desea conocer su subordinado.

    —Antes dijo que las águilas blancas son útiles, ¿a qué se refería?


    Delto da una sonrisa amplia, no se esperaba esa pregunta. Lo hizo recordar tiempos pasados.

    —No es muy conocido, pero las águilas blancas atacan a los Magnarus en cuanto los ven, resisten muy bien el fuego, y como son tan grandes y fuertes son capaces de levantar a un Magnarus en armadura y dejarlo caer a su muerte. Siempre quise hacer una unidad de ataque de águilas, pero son difíciles de domesticar, y no son muy numerosas la verdad.

    —Gracias por tomarse el tiempo de responder a mi pregunta, mi rey —agradece el teniente antes de abandonar la tienda.


    El rey se sienta, sobre una elegante silla que se encuentra al lado de la mesa. Los recuerdos de un tiempo anterior vienen a su mente.


    Veintisiete años antes, en el Bosque Oscuro, al norte de la montaña Pico del Loro.


    Los Generales Blancos descansan, luego de haber estado escapando de un numeroso grupo de soldados que los han venido persiguiendo desde hace ya varias semanas. Esperan que este bosque les conceda un respiro de sus perseguidores. El bosque oscuro recibe su nombre por ser el más frondoso de todo el País Helado, es sumamente difícil orientarse, incluso durante el día parece que fuera de noche. Hay muchos ratones blancos que tienen su hogar en ese sitio, por lo que, normalmente, es suicida entrar.


    Manzana, quien está en sus treintas, y Piña, que apenas si cruza el umbral de los veinte años, hacen guardia, en perímetro al resto del grupo, atentos ante cualquier sonido que sea ajeno para un bosque. Sandia, quien también tiene alrededor de veinte años, se durmió desde hace varios minutos, está exhausta y debe descansar, sin embargo, su Orbe de Oscuridad, con la forma de un arco, reposa en sus manos, como siempre, en caso tenga que levantarse a luchar. Uva, en ese tiempo era aprendiz de la Suprema Sacerdotisa del templo de Destino, con poco más de cincuenta años de edad, lo que la convierte en la quinta aprendiz de mayor edad en la historia del templo de Destino, pero, ya que el puesto se hereda con la muerte del anterior Sacerdote o Sacerdotisa, no es algo que se pueda controlar.


    La aprendiz de adivina conversa con los dos miembros menores del grupo, Nance, con catorce años, y Mora, de tan solo trece años de edad. Lo único que los ilumina es una candela de flama blanca, la cual apenas si alcanza para mantener iluminados un metro a la redonda. Se escucha el chillido de un águila, que sobrevuela el bosque, aunque les es imposible verla por las copas de los árboles que cubren todo el firmamento.

    —¿Será ese el búho ancestral? —cuestiona Nance, quien es la viva imagen de su hijo, pero mucho más delgado.

    —No creo —corrige Mora, quien es bajo, y casi en los huesos, cabello largo y negro, bastante alborotado —. El búho ancestral debería ulular.

    —¿Ulular? —pregunta el castaño.

    —Ya sabes, suena como huhuhuhuuuuu —Mora intenta imitar el sonido, pero le sale muy mal.

    —Ah, sí, los es escuchado en otros bosques, así que eran búhos. Pensaba que eran roptos los que hacían ese ruido.

    —Esos suenan parecido, pero más graves, algo así huhuuhu —hace un sonido bastante grave, que produce que Nance se suelta a reír.

    —¡Te salió igualito! —dice al terminar de reírse.

    —Saben, niños —añade Uva, mirando la candela, un mechón dorado de su cabello le cubre medio rostro —, las águilas son nuestras aliadas y defensoras en contra de los Magnarus.

    —¿Qué significa eso? —pregunta Mora, muy interesado en el asunto.

    —Las águilas blancas atacan a todo ser que expida mucho calor, los levantan y dejan caer al suelo, para que mueran y se enfríen —se aparta ligeramente el mechón dorado, mostrando que le falta un ojo, pero, también muestra, ligeramente, que lo tiene incrustado en la frente, algo que a los jóvenes siempre ha causado temor, razón por la que siempre mantiene su frente y medio rostro cubiertos con su cabellera.

    —¡Fantástico! —grita Nance maravillado.

    —Lo es, si las entrenamos, podríamos armar un grupo de defensa para evitar que los exploradores del País en Llamas ingresen en el País Helado —supone el joven Mora, analizando cómo podría hacer para convencer a las aves de obedecerlo.

    —No resultaría, pequeño Mora —niega la mujer —. Las águilas son territoriales y peligrosas, son salvajes y no siguen a nadie más que si mismas.

    —Es una pena —se dice el de cabellera negra, sintiendo algo de sueño.

    —¿Pueden cerrar el pico, enanitos? —pide Sandia, sin voltearse, se despertó por culpa del grito de Nance.

    —Creo que sería lo mejor, pequeños —propone Uva —. Yo también lo haré. Y recuerda que te toca vigilancia en un par de horas, pequeño Nance, así que mejor duerme lo que puedas.

    —Qué mal —se acuesta el castaño, que no se quiere dormir.

    —Lo mejor es que también me duerma —añade Mora, antes de cerrar los ojos y caer en los brazos del Dios Sueño.



    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta/Orbe Artificial Delta/Orbes Artificiales (3 Espadas)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua/Bombas de Humo Venenoso/Bombas Somnífero/Resacas (Bombas Venenosas y Somníferas)
    Estilo de Lucha: Soporte
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Nance Dulcio Segundo
    Apodo: Rata
    Profesión: ex-Capitán del ejército
    Edad: 19 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Cuchillas Aserradas
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Frambuesa Delto
    Apodo: Fran
    Profesión: Princesa/Primera Heredera al Trono
    Edad: 15 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Báculo Luminoso (¿?)
    Estilo de Lucha: Sanadora
    ______________
    Nombre: Bun
    Género: Femenino
    Raza: Lince Blanco Manchado
    Armas: Garras y Colmillos
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Tomas & Jerry
    Género: Masculino & Femenino
    Raza: Alces de Dos Cuernos
    Armas: Cornamentas
    Estilo de Lucha: Embestida
    ______________
    Nombre: Nance Dulcio
    Apodo: El Temerario
    Profesión: General Blanco/Ex General Negro/Amo del Coliseo
    Edad: 46 añ0s
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado
    Armas: Orbe de Tierra (Coliseo)
    Estilo de Lucha:
    ______________
    Nombre: Alice
    Apodo: Campeona
    Profesión: Aventurera
    Edad: 19 años
    Género: Femenino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Puños
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Mora Delto
    Apodo: El Brillante
    Profesión: Rey del País Helado/General Blanco
    Edad: 45 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Orbe Artificial Alpha (Espadas Gemelas)
    Estilo de Lucha: Espadachín
    Bestiario
    -Águila Blanca: Segunda ave de rapiña más grande. Solo superada por el Búho Ancestral. De plumaje rojizo en alas y cabeza y blancas en el resto de su cuerpo.
    Lugares
    -Bosque Oscuro: Recibe su nombre por lo altos y cercanos que son los árboles. Las copas de los mismos impiden que entre la luz del sol y casi en toda su extensión el bosque es completamente oscuro.
     
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  16. Threadmarks: Capítulo 59. Uriel
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
    Miembro desde:
    20 Marzo 2012
    Mensajes:
    1,641
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    2849

    Capítulo 59. Uriel



    Luego de día y medio de viaje, durante el cual no pararon a descansar o a comer ni una sola vez, los nuevos Generales Blancos se ven obligados a detenerse, ya que los alces no soportan seguir más, sus cuerpos no dan a más y corren el riesgo de morir por el exceso de esfuerzo. Los humanos salen del vehículo y se alejan un buen tramo, asegurándose que no haya nadie cerca. El chico produce el Orbe de Tierra, de entre su gabardina.

    —Es hora, Mana, debes volver a casa. — Esas palabras le cayeron a la joven como una puñalada en el corazón.

    —Sabía que no me llevarías —responde, con su voz neutra.

    —Es correcto. Fue un lindo tiempo juntos, pero se acabó —sentencia, abriendo un portal, que llevará a la chica al lugar del que desapareció, justo un segundo después de desaparecer.

    —¿Puedo pedir un beso de despedida? —pregunta, ligeramente sonrojada, pero su expresión está completamente seria.

    —Es raro verte sonrojada —se burla el humano, para cambiar el tema —. Casi parece que tu rostro quiere demostrar una emoción genuina en lugar de fingirla.

    —Cuando vuelvas, la yo que está frente a ti, desaparecerá y será remplazada por otra yo, los recuerdos que he ganado durante los últimos años serán remplazados por nuevos. Y espero que estés en todos ellos, y no nos vuelvas a dejar nunca más.

    —Caelum y tú siempre fueron como mis hermanitos —confiesa el humano, sonriente.

    —Cásate con Ali y forma una familia con ella —pide la humana, bajando la mirada.

    —Ya tenemos una gran familia, Mana, eres parte de ella, no olvides que no soy el único al que le importas, tienes valiosos amigos y familia que te aman.

    —Esto se puso raro —dice, mirando detenidamente el portal —. Promete que no te rendirás conmigo, promete que no te decepcionarás de nada de lo que haga —pide, finalmente mostrando una auténtica expresión de tristeza. «Maté a más de cien personas para intentar traerte de vuelta. Sacrifiqué animales e incluso a un bebé, pero nada te trajo de regreso. Jamás me perdonarías si lo supieras, por eso me alegra saber que dejaré de existir y seré remplazada por una Mana que creció bajo tu cuidado. Ansío dejar de existir y convertirme en esa otra yo.»

    —Te haré estudiar mucho para que seas la mejor de tu clase, y entrenar tu magia para convertirte en una maga que incluso Merlín admire. Te obligaré a salir con nosotros para que pases tiempo fuera de la casa, y crees hermosos recuerdos llenos de amor, amistad y cariño —promete el humano, deseando volver a casa.

    —Suena terrible —sonríe levemente —. Me haces no querer volver a casa —cierra los ojos por un momento, para volver a su expresión seria —. Hasta pronto, Magnus.


    Mana entra en el portal, siendo transportada hacia Los Flavos, una ciudad localizada en el continente Garja. Se voltea de inmediato, pero el portal ya no se encuentra ahí, como si nunca hubiera existido en primer lugar.


    Magnus cruza los brazos y frunce el ceño en cuanto la chica regresa a casa. El espectro aparece frente a él, midiendo un metro de altura.

    —¿Sintió esa energía oscura en la humana Mana, amo? —cuestiona el espectro, mirando al humano con un par de dorados ojos que resplandecen en medio de la oscuridad que compone su rostro.

    —Sí, dejó de ocultarla en cuanto le dije que la devolvería a casa —asegura el chico, preocupado por esa horrible energía oscura —. ¿Habías sentido algo así antes?

    —Una de las almas que nos componen lo había sentido. Es la energía vital que desprende un hechicero caído —al ver que Magnus no conoce el concepto, se dispone a explicarlo —. Verá, amo, un hechicero caído es un mago que usa magia prohibida. La magia prohibida requiere sacrificios para funcionar, vidas para ser más específicos. Si el sacrificado ha vivido poco, se le puede drenar energía elemental de vida, pero si el sacrificado está por morir, se le puede drenar energía elemental de muerte.

    —Detesto la energía elemental de muerte —comenta el de cabello negro, apretando las manos contra sus brazos —. Solo requiere concentrarse en alguien y le roba toda su energía vital, su fuerza, sus recuerdos, esperanzas y sueños. Es la peor clase de energía elemental que existe.

    —Gracias a los Dioses y al Destructor, que nadie nace con la cualidad de controlar la energía elemental de vida o de muerte —añade el espectro, antes de desvanecerse.


    Magnus regresa con sus compañeros. Encuentra a Nance consciente, lo revisa, no parece tener daños permanentes debido al intenso calor del que fue víctima. Le da una pastilla, de las que le compraron a La, para que duerma un poco y siga descansando.

    —No estamos tan perdidos como pensaba —comenta Cereza, revisando el mapa —. Si seguimos al norte, encontraremos el Río Hondo, solo habrá que seguirlo hacia la izquierda para encontrar Villa Hondo. Según padre, es un lindo lugar lleno de comerciantes y agricultores.

    —Villa Hondo —susurra Fran, recordando que la pareja que la salvó de morir envenenada procedía de ese lugar.


    Magnus entrena a las chicas durante varias horas. También el can practica sus ataques, y cómo cambiar de tamaño durante una pelea, que es algo en lo que Magnus le recomendó debía esforzarse especialmente. Para cuando terminan, todos se encuentran exhaustos.

    —Eres un tirano desalmado y mujeriego —se queja la Tempus mayor, luego de dejarse caer de espaldas sobre la nieve.

    —Tenemos que estar listos para luchar, entre más fuertes nos volvamos, más probable será que salgamos ilesos de nuestra siguiente pelea —le hace ver Magnus.


    Repentinamente, Fran se pone pálida, señala, con la mano temblorosa, hacia el horizonte, donde una pequeña nube de nieve se levanta. Teme que pueda tratarse Sombra, la montura y animal de compañía de su padre.

    —¿Y ahora qué es eso? —cuestiona Cereza, para nada feliz con lo que sea que se aproxima. Se sienta.

    —Lo que sea es grande, pero es solo uno —comenta Magnus, tratando de ver lo que hay en medio de la nube de nieve.

    —Solo espero que no sea un mamut negro —añade la de cabello negro, ocultándose detrás del humano.

    —No, es más pequeño, quizás un trineo pequeño. Aunque traiga soldados, serán pocos y los podremos vencer sin problemas —añade el chico, preparándose para lo que sea que se aproxima.


    Para cuando está a unos cien metros de ellos, logran ver de qué se trata en realidad, lo que tranquiliza enormemente a Magnus. Mas no tanto al resto.

    —Es solo un oso de tres metros de altura, nada de qué preocuparse —informa él, sonando aliviado.

    —¡Yo no llamaría a un oso blanco de tres metros de altura como nada de qué preocuparse! —reclama Cereza, sacudiendo a Magnus de los hombros.

    —¿Qué prefieres, un oso o al rey Delto?

    —¡Preferiría a ninguno de los dos! —grita la chica, con mucho temor.


    El oso se detiene al estar cerca de ellos, se trata de una bestia, que al estar sobre sus cuartos traseros, mide tres metros de altura, con un largo hocico lleno de filosos colmillos, sus garras son tan filosas y letales como cuchillas, su pelaje es completamente blanco, por excepción de su felpuda cola, que es color gris claro, y sus ojos son pequeños y negros como la noche.


    Los alces, al ver al enorme depredador, saltan al interior del vehículo, para protegerse, Tomas cierra la parte trasera, quedando encerrados dentro. Se asoman ligeramente, solo para ver lo que ocurre.

    —Debo admitir, que no sabía que los alces de dos cuernos supieran cerrar el Coloso —confiesa Magnus, impresionado por lo que hicieron los animales.

    —¡Preocúpate más por el oso blanco frente a nosotros! —reclama la guardiana del Orbe de Agua.

    —¿No es ese el mismo oso que vimos en el bosque de la Cabra Gorda? —reconoce Fran, al ver la cola gris de la enorme bestia.

    —¡No, volvió por mí, para comerme! —grita Cereza, corriendo hacia el Coloso, Tomas le abre, ella entra y el alce cierra de inmediato.

    —Me parece que estos exageran —comenta Magnus, al ver a la chica y los alces asomados desde el trineo. Casi de inmediato, Remiel también se asoma, fue el primero en ocultarse, pero nadie lo vio subirse —. ¿También tú?


    El oso blanco emite un fuerte y largo rugido, tratando de intimidar a los que aún permanecen frente a él. Frambuesa se abraza Magnus, por miedo al sonido que hizo la enorme bestia. Las piernas le tiemblan.

    —Me cuesta entenderle —comenta Magnus, que solo está acostumbrado a tratar con lobos, aves, serpientes y, recientemente, alces.

    —N-no... —la princesa traga saliva — No parece amistoso.

    —Estoy algo cansado de entrenar, pero supongo no depende de mí. Ve al Coloso, Fran.

    —No le... le te-tengo miedo-do... —tartamudea asustada, las piernas le tiemblan aún más y siente que va a orinarse encima por el miedo.

    —No te pido que huyas, necesito que me traigas algo de ahí —pide sonriente.


    Frambuesa corre hacia el vehículo, tan rápido como sus cortas piernas se lo permiten. El oso intenta perseguirla, pero Magnus se le tira encima, lo agarra del cuello y lo hace caer de costado. Forcejean durante casi un minuto, hasta que la princesa regresa y arroja una bolsa de piel, del tamaño normal de Remiel, hacia ellos. El humano suelta a la bestia, toma la bolsa, saca algo y se lo arroja al animal, directamente al hocico. El oso se relame, se sienta y observa ansioso la bolsa en la mano del de piel rojiza. Incluso saca la lengua como su fuera un perro jadeando.

    —Buen chico, eres un buen chico —saca otro poco de miel de la bolsa, en su mano, y se acerca a la bestia. Esta le lame la mano, sin morderlo, aunque su lengua es muy áspera.

    —¡Se come a Magnus! —grita Cereza aterrada. Remiel se cubre los ojos usando las patas delanteras.

    —No sean payasos —reprende el humano —. Solo tenía hambre. Parece que alguien, no diré quién, se llevó toda la miel del bosque en el que vivía, y por eso nos perseguía —supone, sin saber que acertó.

    —Me sorprende nos alcanzara —comenta Fran —. Los alces de dos cuernos son más veloces que los osos blancos.

    —Toma en cuenta que paramos a descansar, y que nuestros amigos deben llevar el trineo, eso los frena bastante —le hace ver el chico.


    El oso se acuesta de espaldas, permitiendo que Magnus le acaricie el vientre.

    —Solo eres un niño mimado, si lo eres, si lo eres —dice, mientras le soba el estómago al enorme animal blanco.

    —¿Puedo tocarlo? —cuestiona Fran, deseando tocar al peludo oso.

    —Parece que ya está más tranquilo, así que no debería haber problema alguno.


    La princesa toca al oso, pero aparta la mano de inmediato. Al ver que el animal no reacciona, continúa acariciándolo, luego se abraza a él.

    —Es tan peludito y suavecito —murmura, presionando su mejilla derecha contra el pelaje del oso.


    Bun, que estuvo escondido sobre el Coloso, se baja y acerca, comienza a gruñir, celosa por la atención que Frambuesa le da al animal salvaje.

    —Ven, Bun —pide la chica a la felina. La ayuda a subirse sobre el estómago del enorme oso. La felina, aunque aceptó la ayuda para subirse, se siente intranquila de estar a merced del úrsido.


    Los alces bajan del vehículo, así como Remiel, que se apresura a ladrar y dar vueltas alrededor de la bestia blanca.


    Luego de un par de horas, deciden partir, con la esperanza de encontrar Villa Hondo. El oso blanco los sigue durante varios kilómetros, y al ver que no se cansa, deciden bajar la velocidad, para que sea más fácil para el animal seguirlos.

    —Genial, otra boca que alimentar —se queja Cereza, mirando al enorme mamífero blanco.

    —No sé, se me hace tierno —añade Magnus.

    —Claro, un tierno asesino que nos descuartizará a la primera oportunidad.

    —Mientras le estemos dando miel se comportará como si estuviera domesticado. Lo leí en uno de los libros de aquella vieja biblioteca —recuerda el de gabardina.

    —¡Se me hace inofensivo! —grita Fran, desde el puesto del conductor. Gracias a que bajaron la velocidad puede escuchar lo que se habla dentro del Coloso, aunque debe gritar para que la escuchen.

    —Tú qué sabes, esa cosa no intentó comerse tu cabello —murmura, con el ceño fruncido.

    —¡Oye, oso! —grita Magnus, para que el animal lo escuche — ¿Te gusta el nombre Uriel?


    El enorme ser de pelaje blanco asiente, de alguna forma le entendió lo suficiente como para saber que le estaba ofreciendo un sobrenombre por el cual llamarlo. Da un largo y fuerte rugido para dar a entender que si lo aprueba.

    —Decidido, entonces, serás Uriel.

    —Genial, primero el lobo de las altiplanicies y ahora esa máquina de matar —reclama Cereza, preguntándose qué será lo próximo que se encontrarán en el camino.


    Para el siguiente descanso, el oso se sube al Coloso. Fran, Bun, Remiel y Magnus duermen recostados a él, pero Cereza mantiene su distancia, está completamente segura que el úrsido la atacará en cualquier momento.


    Rata despierta, la pastilla lo hizo dormir mucho más tiempo de lo esperado. Nota que está oscuro, por lo que supone es de noche. Siente a alguien respirando muy cerca de él, le toma algo de tiempo, pero al final logra darse cuenta que lo que respira cerca suyo es un enorme oso blanco. Grita y se corre hacia atrás, hasta chocar con la pared. Su grito despierta a todos.

    —¡Lo sabía! —exclama Cereza — ¡Esa bestia acaba de matar a Rata! Menos mal que no perdimos a nadie importante y que gracias a su sacrificio nosotros viviremos.

    —Los dos, tranquilos —pide Magnus, preocupado, ya que el escándalo está poniendo nervioso al oso, y si se siente bajo amenaza es capaz de atacar.


    Le explican al Tempus lo sucedido con Uriel, y aunque guarda cierta desconfianza, al igual que Cereza, decide no armar un escándalo, como sí lo hizo Cereza. Después de todo, Magnus parece tener un cierto encanto con los animales, lo ha demostrado tantas veces que si dice que un animal no es peligroso, entonces le cree.



    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta/Orbe Artificial Delta/Orbes Artificiales (3 Espadas)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua/Bombas de Humo Venenoso/Bombas Somnífero/Resacas (Bombas Venenosas y Somníferas)
    Estilo de Lucha: Soporte
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Nance Dulcio Segundo
    Apodo: Rata
    Profesión: ex-Capitán del ejército
    Edad: 19 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Cuchillas Aserradas
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Frambuesa Delto
    Apodo: Fran
    Profesión: Princesa/Primera Heredera al Trono
    Edad: 15 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Báculo Luminoso (¿?)
    Estilo de Lucha: Sanadora
    ______________
    Nombre: Bun
    Género: Femenino
    Raza: Lince Blanco Manchado
    Armas: Garras y Colmillos
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Tomas & Jerry
    Género: Masculino & Femenino
    Raza: Alces de Dos Cuernos
    Armas: Cornamentas
    Estilo de Lucha: Embestida
    ______________
    Nombre: Uriel
    Edad: 7 año
    Género: Masculino
    Raza: Oso Blanco
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: -
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Alice
    Apodo: Campeona
    Profesión: Aventurera
    Edad: 19 años
    Género: Femenino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Puños
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    Bestiario
    -Oso Blanco: Enorme mamífero de dieta omnívora. Gusta de la miel al punto de enloquecer por obtenerla y calmarse cuando la prueba. Sus pelajes son normalmente blancos y abundantes.
     
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  17. Threadmarks: Capítulo 60. Villa Hondo
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Miembro desde:
    20 Marzo 2012
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    1,641
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    3146

    Capítulo 60. Villa Hondo



    Por la reducción de velocidad, les toma tres días llegar a Villa Hondo. El lugar luce extraño, todas las edificaciones parecen ser demasiado nuevas, así como la carreteras, que son de piedra pero parecen haber sido reparadas con cemento en algunas zonas.


    Se detienen en la posada más cercana, la “Posada Luna de Río Hondo”. Un edificio de tres pisos, hecho de hielo que no se derrite, con el techo de metal delgado, recubierto por una capa de pintura roja especial, que repele la humedad y el frío. Al lado de esta posada hay un granero y un corral. No hay ninguna bestia o vehículo cerca. Entran, el interior es acogedor, da más la impresión de que hubieran entrado a la sala de una casa que a la recepción de una posada. Una alfombra roja cubre el suelo, las paredes son de madera barnizada, varias plantas, sin orden estético, descansan en los rincones. Un comedor es visible en el fondo, en el que hay tres mesas de madera gris con sillas de madera café. Unas escaleras, estrechas, suben al segundo piso.

    —Buen día —saluda una niña Tempus como de diez años, que parece estar trabajando en la posada como recepcionista. Es de cabello corto negro, piel celeste, ojos cafés y cejas pobladas. Lleva puesto un vestido azul, con diseños de árboles bordados —. Bienvenidos al Luna de Río Grande.

    —Hola, ¿está el o la encargada? —pregunta Cereza, agachándose para quedar a la altura de la pequeña.

    —Yo me encargo de atender aquí —informa, orgullosa la niña.

    —¿Cuánto cuesta cada cuarto? —cuestiona Magnus, siguiéndole la corriente a la menor.

    —¿Qué haces? —pregunta Cereza, al ver que el chico le sigue el juego a la niña.

    —Hay algo raro en este pueblo —comenta el humano, que no deja de pensar en lo nuevo que parecen los edificios.

    —Es... es... ¿cuánto era? —la niña se va hacia un mostrador, saca un papiro y lo revisa —. Este... ¿Para cuántos?

    —Quisiéramos saber los precios para los cuartos dobles —pide el chico, prestando mucha atención en lo mucho que parece esforzarse la pequeña.

    —Este... los dobles son... ¿Los de dos personas?

    —Es correcto.

    —Este... hay dos diferentes de dos... el normal, con... con... este... —busca otro pergamino, que es donde están anotadas las descripciones de las habitaciones —. De dos... normal... tiene dos camas, este... incluye comida... y... y... ¿tiene baño?

    —¿Por qué nos lo pregunta a nosotros? —dice de mala gana Nance, quien está harto de la ineptitud de la niña, que duda en verdad se haga cargo del lugar.

    —No... no tiene baño... —responde la menor, aún más nerviosa, por la forma en que el viajero le habló.

    —No le hagas caso, ven —pide Magnus, acercándose al mostrador —. Pon los pergaminos aquí.


    La niña lo obedece, y comienzan a revisar juntos la información.

    —Creo que ya lo tengo —añade la menor feliz —. La doble, regular, no normal, tiene dos camas indivi... indivi... para uno, con un baño, incluye el desayuno, pero nada más. Y su precio es cuarenta y cinco bronces por noche.

    —Muy bien, ahora lee la otra tú sola —propone Magnus.

    —Veamos, la doble, de lujo, tiene dos camas grandes, con baño y ducha, incluye dos comidas, y nada más. Esa cuesta una plata por noche.

    —Muy bien —le aplaude Magnus. También Fran y Cereza le aplauden. Remiel ladra felicitándola.

    —Queremos dos de lujo, por favor —pide Magnus

    —Claro, este... ¿dónde estarán las llaves?

    —De nuevo —insiste Rata, rodando lo ojos —, no nos preguntes a nosotros.

    —Creo que... creo que...

    —¡Zana! —reprende una Tempus, que baja del segundo piso.


    La recién llegada usa un vestido parecido al de la niña, pero en color verde oscuro. No es mucho mayor que la pequeña, cuenta con trece años, de cabello negro hasta media espalda, ojos negros, piel celeste oscuro y cejas aún más pobladas. Le falta el brazo derecho y presenta una terrible quemadura en su mejilla derecha.

    —Perdonen que no los escuchara llegar —se disculpa la de vestido verde —. Me llamo Manzana Horiaverde, y esta es mi hermana Zana.

    —Hermana, descansa un poco —reprende la menor.

    —Si hay huéspedes debo atenderlos.

    —Por eso lo hacía yo —le hace ver Zana —, ya tienes mucho trabajo al preparar la comida, limpiar los cuartos y lavar todo.

    —Perdonen por los problemas que les haya causado mi hermana —se disculpa Manzana.

    —¿Puedo preguntar algo? —pide Magnus.

    —Claro —permite la de vestido verde —. Lo que sea.

    —¿Qué sucedió aquí?

    —Hace un par de semanas, unos soldados, vistiendo armadura negra, atacaron y destruyeron nuestra cuidad. Tal parece estaban escapando del ejército, o eso es lo que entendí. Cruzaron el Río Hondo y acabaron justo aquí —cierra los ojos y respira con pesadez.

    —Mataron a mami, a papi y a mi hermano mayor... —termina de decir su hermana pequeña.

    —Soldados de armadura negra... —susurra Rata, sintiéndose culpable. Ya sabía que el plan de Mora era atacar algunos poblados para adquirir provisiones, pero se negaba a pensar en la forma en que obtendrían esas provisiones.

    —Sí, mataron a nuestros papás y a nuestro hermano mayor. Y no solo a ellos, también a muchos otros. Solo para robar comida, trineos y animales. Me hicieron esto, y me... y fue todo por diversión.

    —Lo lamento —se disculpa el humano, sintiendo lástima.

    —Los soldados normales llegaron días después, y ayudaron a reconstruir la villa. Incluso esta posada fue reconstruida —añade la mayor de las hermanas —. Muchos de esos soldados eran originarios de aquí, supongo que por eso ayudaron.

    —¡Pero saldremos adelante! —grita Zana —. Hermana trabaja muy duro para mantener el hotel de papi y mami abierto.

    —Es algo admirable. Ambas son admirables —alaga Cereza, al borde del llanto por lo conmovedora de la historia.


    Luego de arreglar los detalles de la estadía, y pagar un poco más para ayudar a las hermanas Horiaverde, el grupo se dispersa alrededor de la ciudad, hasta el anochecer, que es cuando acordaron volver a la posada.


    Fran va en busca de las personas que la ayudaron cuando estuvo a punto de morir. Pregunta a varias personas, hasta que alguien le indica cómo llegar a la pequeña granja que pertenece a esas personas. Alrededor de Villa Hondo hay cinco granjas, que no se encuentran muy lejos de la villa, a pocos minutos a pie. Y las cinco se dedican a las mismas actividades, pero nunca hay disputas por los derechos de venta.


    La princesa encuentra la granja sin problemas, que consiste en una casa pequeña y un granero sin pintar. Hay una pequeña laguna a unos metros del granero, y algunos patos nadan en este. En la parte trasera de la casa, hay un gran campo de distintos colores de pastos, así como arbustos, árboles frutales y un campo de vegetales. Como la puerta del granero se encuentra abierta, se logra ver que un hombre se encuentra trabajando adentro. Es un joven Tempus, como de la edad de Rata, de piel azul oscuro, ojos negros y cabello corto naranja. Lleva puesto un overol de cuero color blanco y botas altas negras.

    —Perdón —dice la joven, para llamar la atención del trabajador.

    —Buenas —saluda el hombre.

    —Disculpe, ¿sabe dónde están los dueños de esta granja? —cuestiona, temiendo que los soldados negros los hayan asesinado.

    —¿Conoce a mis tíos? —pregunta el trabajador.

    —Me salvaron la vida hace un tiempo, quería pasar a saludarlos —informa Fran, esperando que le responda lo que preguntó.

    —Oh, con que es usted la niña que encontraron camino a Honorium en su último viaje. Dijeron que la dejaron en el orfanato.

    —Sí... —no le agradó en absoluto que le recordara ese sitio.

    —Por mala suerte mis tíos salieron hace un par de días hacia Cuidad del Río Hondo, al otro lado del río, no volverán en varios días. Pero les alegrará saber que pasaste a visitarlos.

    —Gracias —sonríe. Saber que esas buenas personas se encuentran bien la deja más tranquila —. Por cierto, veo muchos patos, ¿qué se supone hacen con ellos exactamente?


    Mientras tanto, Rata recorre la ciudad, no lleva un rumbo fijo, en especial por que no conoce el área y no sabe si hay lugares interesantes para visitar. Encuentra a un par de soldados, que han estado haciendo rondas desde el ataque de los soldados negros.

    —Alto ahí —ordena uno de los de armadura al ver a Rata.


    Nance intenta hacerse el que no escuchó, pero lo soldados rápidamente lo alcanzan.

    —¿Capitán Dulcio? —pregunta uno de ellos.

    —Me confunden con alguien más —dice Nance, volteando el rostro.

    —No tengas miedo, nunca te entregaríamos —comenta el otro para tranquilizarlo.

    —¿Guana y Lechuga? —cuestiona Rata, al reconocer a los soldados.

    —Nos ofendería si dices que nos olvidaste —dice uno de ellos, sonriendo ampliamente.

    —¿Qué hacen por acá? —pregunta el castaño, animado por encontrar rostros familiares.

    —Vamos por algo de vino y te lo contamos.

    —¿Vino? Hace tiempo que no tomo vino —puede saborear el vino desde ya. Aunque Cereza hace un buen vino, ella no permite que nadie más lo tome, es para consumo exclusivo de su persona.


    Remiel y Bun y Uriel van recorriendo las calles, con los primeros usando al tercero como transporte. Muchos huyen despavoridos al ver al enorme oso blanco, aunque a este no podría importarle menos. El aroma a comida fresca los lleva hasta un restaurante, que se encuentra a cuatro cuadras de la posada en la que se hospedan. El lobo lleva una bolsa de piel, atada con una delgada faja de cuero, la usa como si se tratara de una mochila.


    Al entrar, en el restaurante, la mesera los amenaza con una escoba, a lo que el lobo comienza a mover la bolsa de piel, haciendo que las monedas que van dentro choquen con fuerza.

    —¿Estas bestias traen dinero? —cuestiona el dueño del local, que trae una lanza en las manos.


    Remiel ladra, se baja del lomo de Uriel, abre la bolsa y deja caer algunas monedas de bronce y plata sobre una de las mesas. El lobo sabe bien que los Tempus hablan el idioma del dinero.

    —Si prometen que no destruirán nada, los dejamos quedarse —accede el dueño, desesperado por clientes, ya que lleva dos días enteros sin que alguien llegue a comer, esto debido al debilitamiento económico que sufrió la villa luego del cruel ataque de los soldados negros.



    Las tres bestias asienten, aceptando la condición del Tempus. La mesera les trae menúes a la mesa, aunque se pregunta cómo hará para entenderles la orden, se los pone abiertos y en pie, ya que no pueden abrirlos o sostenerlos por sí mismos.


    Remiel ve las letras, mueve la cabeza de un lado a otro, e incluso intenta verlas de cabeza, pero todo su esfuerzo es inútil, es incapaz de leer las palabras. Uriel olfatea el menú, pero, ya que no huele como alguna clase de comida, lo deja en paz en poco tiempo. Bun comienza a maullar, leyéndoles el menú a sus compañeros. La lince blanca de manchas negras aprendió a leer junto con Frambuesa, aunque nadie nunca se enteró de que ella es capaz de leer, especialmente porque no puede hablar el idioma de los Tempus para informarlo. Por alguna razón no tuvo problemas para interpretar las letras a su propio idioma felino. El lobo ladra al escuchar algo que le suena apetitoso y el oso golpea con su zarpa, con delicadeza, la mesa al escuchar lo que pedirá.


    La felina empuja el menú, haciendo que caiga abierto sobre la mesa. Señala con su pata lo que comerán. Algo que la mesera interpreta como su orden, aunque, como es la primera vez que atiende bestias, no está segura si en realidad quieren comer lo que anotó o si la lince simplemente jugaba con el menú.


    Al cabo de unos minutos, la mujer regresa empujando un carrito de madera de dos pisos, sobre el cual trae varios platillos. La primer orden, consiste en un pescado ahumado, de un metro de largo, con una capa de salsa de miel, dos patatas rebanadas y un pato entero, también ahumado y con la capa de miel, es colocada frente al oso blanco, este ataca el pato en cuanto lo tiene en frente. Para Remiel, un platón de carne de jabalí blanco, con trozos de rábano blanco y tres azulillos ahumados en un pincho. Bun recibe un pescado de veinte centímetros con patatas ahumadas. De beber, hay un platón de leche para el lobo y otro para la lince, mientras que a Uriel le dan agua endulzada con polvo de piña, la bebida más cara y dulce del menú.


    Para cuando terminan de comer, salen del restaurante, bastante contentos y satisfechos. El dueño del local va a revisar la mesa, extrañamente, dejaron los platos y la mesa en buen estado, aunque hay algunas marcas de garras del lado que estada sentado el oso blanco.

    —¿Pagaron? —cuestiona el hombre, nervioso por escuchar la respuesta.

    —Doce platas con quince bronces, que fue el total de su comida, más dos oros de propina —informa la mesera, mostrándole las monedas que se encuentran sobre una servilleta de tela.

    —Vaya, fueron bastante generosos, sin mencionar que fueron más civilizados que la mayoría de nuestros comensales —señala el hombre, mientras pone los platos en el carrito para llevarlos a la cocina.


    Magnus y Cereza recorren las tiendas y puestos de toda la ciudad, con el fin de conseguir provisiones para su viaje. Aunque es mucho trabajo, a la chica le gusta estar a solas con el humano, lo siente como si fuera una especie de cita. Van acompañados por Jerry, que va jalando una carreta, que alquilaron para llevar las compras.

    —Veamos —comienza a listar el de piel rojiza —: tenemos tres cajas de patatas, una de rábanos blancos, una de zanahorias rosas, una de tomates picantes y otra de tomates amargos.

    —Y no olvides los cuatro sacos de arroz blanco, que por alguna loca razón compraste —recuerda la chica, que no le encuentra sentido a llevar tanto de un grano tan poco apetitoso.

    —Me sorprendió al ver que había un puesto dedicado a vender arroz —sonríe complacido —. Y solo espera a que cocine el arroz y lo acompañe con cosas. Verás que es de lo mejor que probarás.

    —Ya he probado el arroz, es asqueroso y aguado, sabe mal y huele peor.

    —Ya verás, ya verás —dice, notoriamente feliz.

    —Como sea —niega con la cabeza, resignada a que deberá comer arroz blanco tarde o temprano.

    —Un saco pequeño de nances, dos sacos medianos de manzanas grises, una caja de uvas, un pequeño saco de polvo de frambuesa, un saco pequeño de polvo de mora silvestre, diez sandías pequeñas y cinco piñas blancas —termina de listar el humano.

    —Cincuenta platas por cada piña es un robo —añade Cereza, lamentando todo lo gastado en piñas.

    —Eso me recuerda, ¿cómo es posible que una pequeña cereza cueste diez oros? Eso sí es un robo.

    —Las cerezas son la fruta de mayor calidad y rareza que hay, lo mejor de este mundo, deberías probar una Cereza esta noche —le guiña el ojo de forma pícara.

    —Paso sin ver. Pero en serio, ¿por qué son tan caras?

    —Debido a que el arbusto de cerezas original se encuentra sobre la antena del Terror Blanco, lo usa como cebo para atraer presas. A veces se caen algunas, pero, aún con los mejores cuidados, solo una de cada doscientas logra convertirse en planta, y de esas, solo una de cada diez logra sobrevivir y dar frutos. Y para acabar, solo dan de dos a veinte frutitas, con suerte, cada diez meses.

    —Eso es brutalmente difícil —comenta el humano, sorprendido de lo poco comunes que son.

    —Eso sí, son lo más dulce que probarás en tu vida. También son mejores que las piñas blancas para sanar heridas y recobrar vigor.

    —Ya veo —se queda pensativo por unos momentos —. Vamos por la carne y luego volvemos, para dejar todo esto en el Coloso.


    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta/Orbe Artificial Delta/Orbes Artificiales (3 Espadas)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua/Bombas de Humo Venenoso/Bombas Somnífero/Resacas (Bombas Venenosas y Somníferas)
    Estilo de Lucha: Soporte
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Nance Dulcio Segundo
    Apodo: Rata
    Profesión: ex-Capitán del ejército
    Edad: 19 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Cuchillas Aserradas
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Frambuesa Delto
    Apodo: Fran
    Profesión: Princesa/Primera Heredera al Trono
    Edad: 15 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Báculo Luminoso (¿?)
    Estilo de Lucha: Sanadora
    ______________
    Nombre: Bun
    Género: Femenino
    Raza: Lince Blanco Manchado
    Armas: Garras y Colmillos
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Tomas & Jerry
    Género: Masculino & Femenino
    Raza: Alces de Dos Cuernos
    Armas: Cornamentas
    Estilo de Lucha: Embestida
    ______________
    Nombre: Uriel
    Edad: 7 año
    Género: Masculino
    Raza: Oso Blanco
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: -
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Alice
    Apodo: Campeona
    Profesión: Aventurera
    Edad: 19 años
    Género: Femenino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Puños
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    Bestiario
    -Oso Blanco: Enorme mamífero de dieta omnívora. Gusta de la miel al punto de enloquecer por obtenerla y calmarse cuando la prueba. Sus pelajes son normalmente blancos y abundantes.
     
    Última edición: 7 Septiembre 2019
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  18. Threadmarks: Capítulo 61. Sandi, La Triste
     
    Dark RS

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    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
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    Capítulo 61. Sandi, La Triste




    Al siguiente día, el grupo emprende el viaje hacia el oeste, teniendo como meta la cuarta y última base: Base Verde. La poca información obtenida en Villa Hondo no resulta ser de gran ayuda, ya que no muchos conocen la identidad del General Negro que domina ese sitio. Aunque si fueron capaces de descubrir que Base Verde está conformada por más de una edificación, cada una de ellas habitadas por los soldados y sus familias. Además de un número incierto de torres vigías que los verán llegar desde cualquier dirección.


    Por la baja velocidad que llevan, les tomará aproximadamente un mes llegar hasta ese sitio, y en el camino no hay poblados o bosques para reponer provisiones, aunque calculan que compraron suficientes alimentos como para realizar el viaje sin problemas. Se preocuparán por el viaje de regreso cuando sea el momento.


    Se detienen cada noche y entrenan cada mañana antes de proseguir el viaje. Rata y Cereza se turnan para llevar las riendas del Coloso, Magnus prepara las comidas y Fran se dedica a mantener el vehículo limpio, y cepillar a las bestias, a pesar de que tarda más de una hora para acicalar a Uriel. Pero le gusta hacerlo, así que nunca se queja.


    Luego de medio mes de camino, durante el que no hubieron contratiempos, Magnus siente una fuente de energía elemental de rayo que proviene de alguna parte, bajo tierra. Lo que se le hace muy extraño, ya que no parecen haber edificios que utilicen electricidad, o al menos ruinas.

    —No veo el sentido a buscar algo que ni tú mismo sabes qué es —reclama Cereza, que es la única que no ayuda a buscar algo fuera de lo común.

    —Hay algo aquí, confía en mí —pide el humano, concentrándose en intentar localizar el origen de la energía elemental. Pero proviene de distintos puntos en un radio de un kilómetro a la redonda.

    —Amo —llama la atención el espectro —, hay una instalación grande justo debajo de nosotros. Debe ser el lugar con mayor concentración de tecnología que haya en todo el País Helado.

    —¿Una instalación militar? —cuestiona interesado.

    —No parece ser el caso, sí hay seres vivos ahí, pero ninguno de armadura. Aunque notamos que, aunque hay varios cientos de seres orgánicos, solo uno de esos seres posee un alma.

    —¿Sin alma? ¿Qué clase de seres vivos no poseen un alma?

    —Si no nos equivocamos, un clon no posee un alma, por ser un ser artificial que imita a un ser ya existente —supone Ghoul.

    —Te recuerdo, Susurro fue creada en un laboratorio —hace ver el humano.

    —En efecto, amo, pero la híbrida Susurro no es un clon en sí, fue creada a partir del código genético de un elfo y de un hada, y esto dio como resultado un ser completamente nuevo, por lo que, suponemos, los Dioses no hacen distinción y le conceden un alma.

    —¿Dices que lo de abajo son clones?

    —Hay ciertas diferencias entre algunos de esos seres, pero son todos muy parecidos al que sí posee un alma en su cuerpo. Según lo que observamos, concluimos que sí son clones todos los demás —asegura el de capucha, convencido de la veracidad de sus palabras.

    —¿En verdad no nos debemos preocupar porque de pronto habla solo? —cuestiona Frambuesa, que ha estado prestando atención al humano.

    —Así es él —responde Cereza, que se le hace algo normal verlo hablando solo.


    Magnus se concentra, esta vez intenta sentir energía elemental que se encuentre sobre el nivel de la nieve. Avanza hasta un árbol seco, que se encuentra a unos cien metros del Coloso. Encuentra un hoyo en este, arranca trozos de corteza hasta que deja al descubierto una especie de lente negro que se encuentra atornillado contra el interior del árbol.

    —Hola —saluda, al notar que bajo la lente hay una pieza que podría servir como micrófono.


    La tierra comienza a cimbrar, una parte de la nieve se empieza a elevar. Luego de unos minutos, queda al descubierto lo que parece ser una entrada subterránea lo bastante amplia como para que el trineo en el que viajan entre sin problemas. Consiste en un túnel de cemento reforzado con vigas de acero.


    Dos Tempus salen por esa entrada. Ambas jóvenes, de metro y medio de altura, tan delgadas que se les ve la forma de los huesos, piel gris, cabello negro corto y ojos negros, casi opacos que dan la impresión de que no estuvieran vivas. Visten batas de laboratorio cerradas, que les llega hasta los tobillos, vienen descalzas. Ambas portan extrañas armas, similares a un rifle de plástico color blanco.

    —La ama desea hablar con ustedes —dice una de ellas, con voz similar a la de una niña.

    —Por aquí, por favor —pide la otra, usando exactamente la misma voz.

    —Está bien —acepta Magnus, sin hacer una sola pregunta o queja ante la proposición de las extrañas.

    —Espera —lo detiene Cereza —. ¿Tan fácil caes en una trampa?

    —Igual quería entrar a ver qué hay ahí abajo —explica el humano, sin sentirse para nada preocupado.

    —No me queda de otra que ir contigo —suspira resignada la de cabello azul.

    —No hace falta —niega él.

    —No te dejaré solo de nuevo, y en Rata no confío para acompañarte, la última vez que los dejé solos, volvieron con tu novia Alice —«sin mencionar que estuvieron muy cercanos frente a mí y se susurraban cosas que no me compartían.»

    —No quiero quedarme con este sujeto —susurra la princesa a Cereza, refiriéndose a Nance.

    —No te preocupes por eso —le dice Magnus, sonriendo de forma maliciosa —. Invocación: Mophet.


    El enorme trol de hielo aparece frente a ellos, trae un garrote de acero lleno de clavos, el cual se nota fue fabricado recientemente. Además, viste un pantalón de piel de mamut blanco, con un chaleco negro de cuero, que luce bastante sucio. Aún porta el cráneo de reptil como casco, y una armadura de huesos que le rodea ambos brazos.

    —Mophet extraña amigo —saluda el enorme ser, levantando a Magnus con cuidado de no aplastarlo.

    —Siempre es bueno verte, mi amigo, pero regrésame al suelo —pide el humano, sintiéndose intranquilo al estar tan indefenso.

    —Claro, amigo. ¿Entrenar con Mophet, amigo? —cuestiona, preparado para luchar.

    —No, hoy no. Pero sí te tengo una misión especial; verás, debo entrar en ese hoyo —señala hacia la entrada, donde las clones aguardan —, y mi amiga Fran —señala a la princesa — necesita a alguien fuerte y responsable que la proteja de cualquier peligro.

    —Mophet cuida a amiga más pequeña que amiga —acepta, apoyando el garrote sobre su hombro derecho.

    —Ten especial cuidado que él —señala a Nance — no se acerque a Fran.

    —Mophet no deja que amigo de amigo se acerque a amiga más pequeña que amiga.

    —Muchas gracias, Mophet —se voltea hacia las bestias —. Ustedes también cuiden a nuestros amigos y al Coloso.


    El can y el oso asienten entusiastas. El lince blanco de manchas negras se sienta al lado de la princesa y maúlla, dando a entender que cuidará a su querida amiga.

    —Bien, entonces Bun cuidará a Fran junto con Mophet, Uriel, ¿puedes vigilar nuestro trineo?


    El úrsido ruge con fiereza, de inmediato a corre a echarse al lado del Coloso.

    —Remiel, que nada les pase a Tomas y Jerry —el regordete lobo asiente y mueve la cola —. Rata, mi amigo, intenta que ninguno de ellos te mate.

    —Y si tocas mi vino te serviré como almuerzo al cruel y despiadado oso —amenaza Cereza.

    —Tengo la extraña sensación de que todos están en mi contra —comenta el ex capitán.

    —Es tu imaginación —se burla Magnus.


    Magnus y Cereza entran al túnel, son guiados por las Tempus artificiales. Tras ellos se escucha como la compuerta al exterior se cierra con fuerza, creando un molesto eco. Lámparas, que están dispuestas en la pared, a una altura de dos metros y a una distancia de dos metros entre cada una, iluminan el oscuro pasadizo, con una hermosa luz blanca que no produce calor en lo absoluto.

    —Fuiste algo rudo con Rata —dice la chica, para romper el silencio —. Se me hizo raro que hicieras el drama de llamar a ese monstruoso trol de hielo.

    —Es solo una precaución. Cuando estuvimos en Villa Hondo, regresó ebrio y hasta la madrugada. Decía cosas sin sentido la mayor parte del tiempo, pero repetía algo sobre obtener el perdón del rey si entregaba a Fran.

    —Igual a él también lo busca el ejército, no es como que se pueda acercar y entregar a Fran sin sufrir repercusiones —añade Cereza, que no piensa que Nance sea capaz de traicionarlos de esa forma, nuevamente.

    —Se fue a beber con un par de soldados que recorren la villa para protegerla, eso me alarmó mucho, pero mientras estuviéramos cerca de Fran no me preocupaba para nada.

    —Debí quedarme —se lamenta la chica, analizando la idea de regresar.

    —La puerta ya no se abrirá —informa una de las escoltas.

    —Hasta que la ama lo autorice, la puerta no se abrirá —sentencia la otra.

    —Podemos abrir la puerta para que la Tempus Cereza abandone el sitio —propone el espectro. El humano niega con la cabeza —. Comprendido, amo.


    Al final del túnel, hay una serie de máquinas similares a plataformas de forma ovoide, hechas completamente de metal. Las clones suben en una de estas.

    —Este es un transporte hacia la ama —dice la primera.

    —La ama les espera, por favor suban —termina la segunda.

    —Eso suena muy raro —murmura Cereza, preocupada.

    —En realidad podría ser un teletransportador —supone el de piel rojiza.

    —Deja de inventar palabras.

    —La probaré primero y te diré si funciona, ¿de acuerdo?

    —Bien, pero ten cuidado, si te matan no habrá quién me saque de este lugar.


    Magnus sube a la máquina, la misma emite una luz que llega hasta el techo. En un instante, tanto el humano como las clones desaparecen. Unos momentos después, el chico vuelve a aparecer.

    —Sí, es seguro usarlo, ven —le extiende la mano, para que la chica la tome.

    —Si me pasa algo raro en esta cosa, te juro que me las pagas —amenaza, tomando su mano.


    Ambos son llevados a un cuarto completamente blanco, con algunas pantallas que sobresalen de las paredes. Por lo monótono del lugar, es difícil percibir su tamaño real, aunque les parece que es muy amplio, o al menos esa impresión es la que tienen. Lo único distinto en el cuarto, es una especie de trono que sobresale en relieve del suelo, donde otra chica idéntica a los clones yace sentada. Esta lleva la bata de laboratorio abierta, dejando ver su esquelético cuerpo desnudo.

    —Magnus y Cereza —es el saludo que da la del trono.

    —¿Nos conocemos? —pregunta Magnus, colocándose delante de Cereza, para protegerla.

    —No en persona, pero estuve siguiendo sus proezas en Base Roja, Rosa y Azul, sin mencionar el desastre que hicieron en Estrella —se pone en pie, demostrando que es tan baja como las escoltas, que se le marcan demasiado las costillas.

    —Nos tiene en desventaja, ¿señorita...? —cuestiona el chico, esperando obtener un nombre.

    —Aguasta, Sandía Aguasta, si les parece me pueden llamar Sandi —se presenta la joven, metiendo las manos en los bolsillos de su bata blanca.

    —Aguasta... —Magnus intenta pensar dónde fue que escuchó ese apellido antes —. ¿La Triste?

    —Por favor, con Sandi es más que suficiente —pide, esforzándose por sonreír.

    —¿Ella es la General Blanco Sandia la Triste? —interroga la Tempus de piel azul —. No puede ser, la Triste debería tener más de cincuenta años, pero esta chica no es mayor que yo.

    —Transfiero la información de mi cerebro a un nuevo cuerpo, nada de otro mundo, nada que sea de otro mundo —explica, haciendo ver como si fuera algo simple.

    —Transferencia de almas —murmura el humano, al reconocer el procedimiento.

    —Debe ser algo similar a lo que hacía el elfo Nobel —añade Ghoul.

    —¿Almas? No, no, el alma no existe, es una cuestión religiosa sin fundamento en la que los ignorantes se obligan a creer, solo los ignorantes lo creen —se burla Sandi.

    —¿Por qué razón pediste vernos? —pregunta el de piel rojiza, queriendo evitar iniciar una discusión.


    La de bata de laboratorio sonríe, regresa a su asiento, cruza las piernas y coloca sus brazos sobre los apoya brazos, dando un aire de realeza.

    —Como dije antes, vi sus peleas en las bases que atacaron, y antes de que realicen preguntas estúpidas, les diré que tengo acceso a la imagen de las cámaras de todas las bases, ciudades comerciales e incluso del castillo, acceso a todo —informa, obviamente presumiendo sobre eso.

    —¿Y eso qué? —pregunta el chico, que no quiere inflarle el ego, aunque en realidad encuentra impresionante que alguien en este mundo sea capaz de hacer tal cosa

    —Huh, me rompes el alma —se ríe ante la última palabra —. Tu pelea en la Base Roja, creaste agua y electricidad de la nada, y eso llamó poderosamente mi atención. Tienes una gran fuerza y resistencia, al menos eso es evidente por tu encuentro ante Pat. Luego, que volaras usando alas de electricidad, al igual que Tom, pero él lo hace con hielo y tiene, ligeramente, más lógica por ser el hielo algo sólido, pero la electricidad no es sólida, y sin embargo la usaste para volar, volar como ave.


    Magnus permanece en silencio, le podría explicar a la General Blanco sobre la manipulación de las moléculas de la energía elemental, pero decide no hacerlo. Hay algo en esa mujer que le causa una enorme desconfianza.

    —¿Nada? ¿En serio? Bujuju. Eres un poco aburrido —niega con la cabeza la de piel gris —. Y claro, usaste una poderosa onda electromagnética para desactivar todas las máquinas de la Ciudad Comercial Estrella —cambia su expresión de burlona a una casi psicótica —. Necesito saber cómo haces eso. No veía algo similar desde que descubrí a los monjes del Templo de Conocimiento, usan magia que les permite ser capaces de crear hielo desde sus cuerpos, darle forma, manipularlo como otra extensión de sus cuerpos, manipular como parte de su cuerpo en verdad —vuelve a su rostro de mofa.

    —¿Por qué estás tan segura que no se trata de magia? —pregunta Cereza, curiosa por el tema de la conversación. Magnus nunca habla sobre eso, y siempre se lo ha preguntado.

    —No, no, no —mueve su dedo índice, de la mano derecha, de un lado a otro, negando —. Tengo aparatos que pueden medir la cantidad de energía liberada al momento de usar magia. Y lo que hace este chico no es magia, libera energía, sí, pero no es la misma clase de energía que libera la magia. Lo puedo medir de la misma forma en que mido la corriente eléctrica, lo que no tendría sentido si fuera magia, nada de sentido.

    —A veces hay cosas que no se pueden explicar —le dice el humano, con una expresión seria.

    —¡Eso es inaceptable! —Sandia se aclara la garganta, para tranquilizarse luego de explotar ante las palabras del de piel rojiza —. Todo puede ser explicado, la magia, la vida, la muerte, la evolución, todo en este mundo es explicable, muy explicable. Solo necesito hacerte algunos exámenes físicos.

    —Claro que no —niega el humano de inmediato.

    —No será nada perjudicial o doloroso, y si me ayudas —sonríe, ya que sabe que lo que ofrecerá hará que el extraño chico decida aceptar su propuesta — te daré toda la información que tengo sobre la Base Verde y el General Negro que la controla; Raba Norojo el Demoledor. Y eso, claro, incluye decirte cómo derrotar su Orbe Artificial Gamma.

    —Tengo que pensarlo —dice el humano, considerando aceptar.

    —No tengo prisa —canta con alegría Sandia, segura de su victoria —. Mis chicas los llevarán a donde necesiten. Tengo disponibles cuartos, baños, duchas, gimnasio, cocina, lo-que-quie-ran.

    —Quiero ver el gimnasio —pide Magnus. Hacer ejercicios siempre le ha ayudado a pensar.

    —Claro —señala a una de los escoltas, quien de inmediato se dirige al transportador.

    —Por aquí, por favor —pide la clon.


    Magnus y la escolta desaparecen, dejando a solas a Sandia y a Cereza. Aunque el espectro permanece en el sitio, solo en caso de que se intente algún daño contra la amiga de Magnus.

    —Un chico muy apuesto, ¿no? —comenta la General Blanco, probando una hipótesis que tiene.

    —¿Quién dice eso? No lo creo —se apresura a decir Cereza, con el rostro azulado.

    —No parece hacerte mucho caso, nada de caso —al ver como la expresión de la joven cambia, sabe que acertó en eso también —. Como mencioné, puedo clonarme, pero no solo a mí, puedo clonar a cualquiera, incluso alterar apariencia, edad, tamaño y sexo —se levanta de su asiento y se acerca a su invitada —. Te propongo algo —«que estoy segura no podrás rechazar.»



    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta/Orbe Artificial Delta/Orbes Artificiales (3 Espadas)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua/Bombas de Humo Venenoso/Bombas Somnífero/Resacas (Bombas Venenosas y Somníferas)
    Estilo de Lucha: Soporte
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Nance Dulcio Segundo
    Apodo: Rata
    Profesión: ex-Capitán del ejército
    Edad: 19 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Cuchillas Aserradas
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Frambuesa Delto
    Apodo: Fran
    Profesión: Princesa/Primera Heredera al Trono
    Edad: 15 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Báculo Luminoso (¿?)
    Estilo de Lucha: Sanadora
    ______________
    Nombre: Bun
    Género: Femenino
    Raza: Lince Blanco Manchado
    Armas: Garras y Colmillos
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Tomas & Jerry
    Género: Masculino & Femenino
    Raza: Alces de Dos Cuernos
    Armas: Cornamentas
    Estilo de Lucha: Embestida
    ______________
    Nombre: Uriel
    Edad: 7 año
    Género: Masculino
    Raza: Oso Blanco
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: -
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Mophet
    Edad: 13 años
    Profesión: Líder de Grupo de Troles de Hielo
    Género: Masculino
    Raza: Trol de Hielo
    Armas: Puños/Espada de Acero Grande
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Sandía Aguasta
    Apodo: La Triste
    Profesión: General Blanco/Inventora/Química/Investigadora/Ex General Negro
    Edad: -
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado
    Armas: Orbe de Oscuridad
    Estilo de Lucha: Distancia
    Otros
    -Clon: Ser creado artificialmente a partir del código genético de algún ser vivo.
    -Micrófono: Aparato que sirve para transmitir audio hacia otra locación.
     
    Última edición: 16 Octubre 2019
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  19. Threadmarks: Capítulo 62. Sandi, La Triste II
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    2908

    Capítulo 62. Sandi, La Triste II



    Luego de haber conversado con Sandia, Cereza se une a Magnus en el gimnasio. Encuentra esa habitación como una muy peculiar; las paredes, el techo y el suelo son de un material similar al plástico, pero al tacto se siente parecido al metal, de un color blanco opaco. Hay máquinas que sirven para correr en un mismo sitio, algo que a la Tempus le parece ilógico, ya que si se quiere caminar, o correr, lo mejor es salir y hacerlo, e inclusive hay un cambio de escenario entre más lejos se llegue cuando se hace en el exterior.


    Hay pesas de distintos tamaños y pesos, aunque ella lo más que soporta son quince kilos, y no durante muchas repeticiones seguidas. Pero, Magnus levanta de cincuenta kilos, con cada mano, y de doscientos con ambas manos, aunque se nota que tiene que esforzarse demasiado para levantar esta última. El humano siempre opta por llevar su cuerpo al límite.


    Además, hay algunos muñecos de hule, que sirven para recibir golpes, con los cuales se practican los movimientos de combate cuerpo a cuerpo. La chica los golpea un rato, pero, como no se envolvió las manos con algo para protegerlas, deja de hacerlo luego de apenas cinco golpes, debido al dolor.

    —Te estás emocionando demasiado —reclama Cereza, exhausta en el suelo.

    —Hacía demasiado no utilizaba un gimnasio. En mi casa y en la base de nuestro grupo de mercenarios, hay un área para entrenar, aunque claro están mucho mejor equipados que este sitio. Solía entrenar ahí a diario, sin falta —explica, mientras golpea con todas sus fuerzas a uno de los muñecos de hule.

    —Me parece que te esfuerzas de más —se queda mirando al humano. Le gusta la ropa de entrenamiento que él usa; unos pantaloncillos de cuero negro, bastante justos, tanto que no dejan mucho a la imaginación, y una camiseta amarillenta de tela, además de unas vendas alrededor de las manos y pies. Suda tanto que su piel brilla ante la artificial luz de los focos que sobresalen del techo.

    —No soy lo bastante fuerte aún —murmura él, golpeando cinco veces, en un segundo, en el pecho al muñeco.

    —Eres muy fuerte —comenta ella, pensando en la propuesta de Sandia.

    —No lo suficiente —insiste —. Dudo poder ganarle a Delto — «Si Mana, con todos los hechizos que posee, tuvo un enfrentamiento casi parejo con ese hombre y al final fue incapaz de ganarle, yo no tengo oportunidad. La vez que lo enfrenté me humilló por completo» —. Tengo que hacerme mucho más ¡fuerte! —golpea con todas sus fuerza sal muñeco, decapitándolo y enviando la cabeza a chocar contra la pared, luego rebota un par de veces y rueda hasta ser frenada por una pesa.


    Cereza se acerca con cuidado a él, le arranca un par de cabellos de la cabeza, pero él no lo nota, apenas si sintió un rozón.

    —Tienes que relajarte un poco —dice ella, para distraerlo y no diga nada sobre los cabellos que le quitó —. Te quedarás calvo si te estresas mucho, o eso solía decir padre.

    —Supongo tienes razón —se soba en la parte donde la chica le quitó los cabellos.

    —Creo que me bañaré ya —informa ella —. ¿Dónde están las...? —comienza a preguntar, pero, no termina la pregunta al ver que una parte de la pared frente suyo se abre y muestra lo que parece tratarse de un cuarto de duchas — ¡Eso fue tan asombroso!


    Para el anochecer, se les dan habitaciones separadas, algo a lo que Magnus creyó la chica se opondría, pero, por alguna extraña razón, se emocionó por eso. La desconfianza en las verdaderas intenciones de la General Blanco lo invade poderosamente, pero, al ver que los cuartos no tienen transportadores por dentro, se tranquiliza un poco, y que Ghoul vaya a estar vigilando el cuarto de la Tempus lo termina de convencer de que no tiene que sentirse preocupado.


    Alguien toca a la puerta de la habitación del cuarto de Cereza. Para el espectro, el visitante es un personaje bastante particular, y técnicamente familiar. La chica le abre y le permite entrar, se asoma, para cerciorarse que Magnus no lo haya visto.

    —¿Te vio ya sabes quién? —cuestiona la chica, algo asustada y ansiosa.

    —No, Magnus no me vio —informa el recién llegado.


    El invitado de Cereza es un clon, pero no cualquier clon; es un clon del humano. Alto, musculoso, cabello corto y negro y ojos cafés. Este viste únicamente un pantalón de piel de cabra. Hay pocas diferencias entre este clon y Magnus, la que más resalta es que su doble tiene la piel azul oscuro, lo cual fue una petición de Cereza.

    —Realmente Sandi no mentía, le llevé unos pocos cabellos con raíz y ella creó una copia de ti, digo, de Magnus —se dice asimisma, admirando el vientre plano y los músculos marcados de la copia ante ella.

    —Y con una misión muy clara —aclara el clon.

    —S-sí... —musita ella, con el rostro completamente azulado.


    El Magnus falso le quita la blusa a la chica, le acaricia lentamente los costados hasta llegar a su ombligo, donde pasa a quitarle los pantalones, junto con su ropa interior, dejando al descubierto la intimidad de la fémina. El clon la levanta y acuesta en la cama, luego se coloca sobre ella. La besa, de forma apasionada, mientras sus poderosas manos juegan con sus generosos pechos.


    El espectro aparece en el cuarto del humano, lo encuentra acostado sobre la cama, pensativo. La habitación es idéntica a la que usa Cereza; paredes, techo y piso blanco, con una simple cama acolchada, sin sábanas o almohadas.

    —Amo, le informamos que la Tempus Cereza y la Tempus Sandia lo han clonado —reporta el de capucha negra, hablando con tres voces distintas a la vez.

    —¡¿Qué?! —cuestiona, sentándose de golpe — ¿Para qué?

    —La Tempus Cereza lo hizo con el fin de tener un compañero sexual esta noche. Sobre las intenciones de la Tempus Sandia, nos son desconocidas por el momento.

    —¿Qué me puedes decir del clon?

    —En apariencia es igual a usted, amo, pero con la piel azul, suponemos que fue porque así le gustaría más a la Tempus Cereza. Sin alma, como el resto de clones que habitan estas instalaciones. Sus órganos funcionan técnicamente bien.

    —¿Técnicamente?

    —Analizamos el cuerpo del clon por completo. No es capaz de digerir alimentos o líquidos, ni de sudar o vomitar, tampoco puede generar espermatozoides ni saliva, aunque su lengua es húmeda, pero creemos que es algo temporal. Tampoco encontramos rastro alguno de energía elemental de rayo, fuego, viento o agua.

    —Era de esperarse, aunque es el cuerpo el que usa la energía elemental, es el alma desde donde se crea la misma —añade el humano, recordando que uno de sus amigos, el más sabio de todos, se lo explicó hace un tiempo —. No importa realmente —se vuelve a acostar.

    —No comprendemos, amo, ¿no hará nada en cuanto a su doble? —cuestiona Ghoul, confuso ante la falta de interés por parte de aquel al que llama amo.

    —No, deja que Cereza se divierta un poco, que se quite las ganas. Igual no la puede dejar embarazada, y realmente no soy yo el que está ahí —se queda en silencio por unos momentos —. Aunque debo admitir que me siento violado.

    —¿Qué desea que hagamos, amo? —cuestiona el de capucha.

    —Sigue cuidando a Cereza, asegúrate que el clon no la lastime —se levanta y camina hacia la puerta.

    —¿Qué hará usted, amo?

    —Daré un vistazo por este sitio —informa, sonriente —. No lo iba a hacer, pero, ya que Sandia se tomó tantas libertades con mi código genético, yo me tomaré ciertas libertades con su laboratorio

    —No lo recomendamos, hay cámaras por todas partes, sin mencionar que no hay muchas puertas, sino transportadores que lo pueden llevar directamente a alguna trampa.

    —¿Sabes de qué está hecho este edificio y las máquinas en general? —pregunta, sin esperar realmente una respuesta.

    —Analizando —se queda mirando la pared, a su izquierda, durante dos minutos completos —. Es una especie de polímero similar a la baquelita, también hay silicio, carbono y oro. Para ser más específicos, es una malla conformada por billones de esos polímeros, que actúan de forma conjunta para formar toda la instalación.

    —Son nano máquinas, en realidad —aclara el de piel rojiza.

    —Esa es una posibilidad —asiente el espectro, que no está muy acostumbrado a la tecnología, ya que la mayoría de las almas que lo componen son de Garja, donde no se fabrica nada tecnológico, sino que todas las máquinas son importadas desde otro continente.

    —Lo noté en el gimnasio, la pared se abría para mostrar las duchas. Al examinar bien las paredes, pude notar que recibía muchas señales eléctricas, como si estuviera formada por granos que desprenden electricidad. La única posibilidad que se me ocurrió es que fuera tecnológica.

    —Entendemos eso, pero no entendemos su plan.

    —Aquí hay tanta energía elemental de rayo, que siempre tendré disponible más de la que necesite. Puedo llevar un escudo electromagnético que distorsione las cámaras, ordenar a los nano robots que se aparten y me dejen pasar, así como freír circuitos. Y no olvides que tengo en mi poder un virus que me permite entrar en las computadoras. Al menos suponiendo que no sean mejores que las de mi mundo.

    —Entendemos. Cuídese, amo. Protegeremos a la Tempus durante su ausencia —se desvanece.


    Magnus comienza a recorrer el edificio, tiene una buena idea de cómo es, gracias a que cada pared, piso y techo desprenden electricidad. Casi como si tuviera un mapa mental que puede consultar cuando así lo desee. Pasa la noche entera yendo de una habitación a otra, entrando en computadoras, que apenas si resultan ser mejores que la encontrada en la Base Roja. Descubre muchas cosas, de algunas hubiera preferido no enterarse, de otras puede sacar provecho en algún momento, pero la mayoría son fórmulas químicas con símbolos que no reconoce y planos de máquinas muy complicados como para que logre entenderlas. Pero, por más que busca, no encuentra información sobre el experimento al que la General Blanco lo quiere someter.


    Finalmente, diez pisos abajo, halla una simple habitación donde varios clones se encuentran encerrados en celdas construidas del mismo material que el resto del edificio. Unos pocos, de esos clones, están dentro de contenedores de vidrio lleno de un líquido verdusco, así como electrodos conectados a varias partes de sus cuerpos, y máquinas que llevan un control de sus signos vitales. «Híbridos, está creando híbridos de sí misma con características bestiales.»

    —No, no son híbridos —susurra, recordando que Ghoul mencionó que en todo el sitio solo hay un alma, y está en Sandi —. ¿Mutaciones?

    —Muy bien —aplaude alguien, desde una de las celdas.


    Busca en las celdas, para ver si encuentra al dueño de la voz. Un clon, con alas como de murciélago, así como cuello largo y dedos de uñas, chilla de forma horrible. También encuentra dos clones, agonizantes, pegados por la cintura, sin bocas u ojos.

    —Están muy débiles, y no creo puedan sobrevivir —les lanza una descarga, haciendo que se les detenga el corazón, y dejen de sufrir —. Es lo más que puedo hacer por ustedes, perdonen.

    —Bujuju, me partes el corazón —se burla la voz que escuchó antes.

    —¿Quién está ahí?

    —Junto al adefesio que se parece a un pez —informa la voz.


    El humano continúa recorriendo las celdas, en algunas encuentra aberraciones, la gran mayoría ya muertas o apunto de morir, a quienes les concede el descanso al darles una muerte indolora y rápida. Luego de pasar por un clon que tiene bránqueas en el cuello y cola de pescado, encuentra finalmente a la dueña de la voz. Se trata de otro clon, pero esta no parece tener ningún defecto físico o mutación, al menos no que se le note.


    Es idéntica a Sandia, pero aún más delgada, como se encuentra desnuda, se le notan las costillas, los pómulos en el rostro, los dedos esqueléticos e incluso los huesos de los hombros y cadera. Su cabello está muy largo, tanto que cubre la mayor parte del suelo de su lugar de encierro, además es tan opaco que casi da la impresión de ser pasto seco. Sobre su jaula hay una placa metálica que dice: “Espécimen 178-36”.

    —Eres un clon bastante raro —comenta el espécimen encerrado.

    —No soy un experimento —le hace ver el humano. «Al menos aún no, pero si no me cuido puedo acabar aquí encerrado.»

    —Ya lo serás. Si esa loca te llamó, es porque tiene algo planeado para hacerte —se burla la desnutrida chica.

    —¿Quién eres? —cuestiona el de piel rojiza, que no puede evitar ver lo peligrosamente delgada que se encuentra la prisionera.

    —¿No sabes leer? ¿Acaso eres analfabestia? —se continúa burlando ella —. Soy uno siete ocho guión tres seis.

    —Todos los demás aquí tienen una malformación o mutación, ¿por qué tú no? —pregunta interesado en la respuesta.

    —¿Ah? Me parece que si eres bastante brutito —suspira —. Mi malformación, mi mutación, mi pecado, mi marca registrada es que tengo pensamiento propio. No soy como el resto de abejas que obedecen a la reina sin preguntar por qué o cómo.

    —¿En serio?

    —Sí, eso y que supuestamente soy una “vulgar respondona”. Ja. Cuando salga de aquí le mostraré a esa perra pendeja quién es la vulgar respondona.

    —Tienes una inteligencia artificial increíble —alaga, al notar lo coherente que conversa la clon, ya que un ser sin alma no suele tener una inteligencia propia muy desarrollada.

    —¿Estás drogado o solo eres descerebrado?

    —Perdona.

    —Oye, ya sé, pareces hombre, o algo así supongo. Te propongo lo siguiente, si me sacas de aquí, esto puede ser todo tuyo —se acaricia su huesudo costado y baja hasta la cadera.


    Magnus tiene que usar toda su concentración para no reírse ante esa proposición. Es la primera vez que al escuchar una chica proponer esa clase de cosas tenga la necesidad de reírse.

    —¿Sabes qué? Paso sin ver —respira profundamente —. Pero con gusto te saco de aquí.

    —Mejor aún. De todas formas no pareces un hombre que me pueda satisfacer —insinúa ella.

    —Haces unos méritos para que te ayude.


    El humano apunta su puño hacia los barrotes blancos, los cuales comienzan a deshacerse, o esa es la impresión que da al verlos. Una vez libre, la chica avanza, arrastrando su cabellera, como si de una capa negra se tratara.

    —Solo necesitamos conseguirte algo de ropa —comenta el chico.

    —Dame tu gabardina —exige ella.

    —Prefiero volver a encerrarte que siquiera pensarlo —responde el de piel rojiza, alejándose unos pasos. Su gabardina está llena bolsillos ocultos donde guarda toda clase de cosas en las que nunca permitiría que nadie ponga sus manos encima.

    —Amargado llorón —murmura entre dientes.


    Vuelven al cuarto que le dieron al humano. Como no hay cámaras en dicho lugar, la chica puede permanecer ahí sin correr peligro de ser descubierta por Sandi. Y aprovecha la suave cama en cuanto llega, lleva toda su vida viviendo en una dura celda, por lo que haber encontrado un lugar tan blando para dormir es un golpe de suerte.



    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta/Orbe Artificial Delta/Orbes Artificiales (3 Espadas)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua/Bombas de Humo Venenoso/Bombas Somnífero/Resacas (Bombas Venenosas y Somníferas)
    Estilo de Lucha: Soporte
    ______________
    Nombre: Espécimen 178-36
    Apodo: -
    Profesión: Clon
    Edad: 1+ año
    Género: Femenino
    Raza: Tempus (Clon)
    País de Origen: País Helado (Laboratorio)
    Armas: -
    Estilo de Lucha: -
    Objetos
    -Nano Máquinas: Robots microscópicos que se mueven dependiendo de las órdenes electromagnéticas que reciban. Extremadamente resistentes.
    -Teletransportador: Máquina o aparato que transporta físicamente un objeto o ser de un lugar a otro. Normalmente se requiere de al menos dos para funcionar, siendo uno el punto de inicio y el otro el destino.
    Otros
    -Equipo de Gimnasio: Máquinas y pesas especiales que sirven para ejercitar el cuerpo.
     
    Última edición: 14 Septiembre 2019
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  20. Threadmarks: Capítulo 63. Lucha en el Laboratorio
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Aventura
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    Palabras:
    3132

    Capítulo 63. Lucha en el Laboratorio



    Magnus y Cereza son guiados, por un par de escoltas, hasta llegar al comedor, donde la General Blanco Sandía Aguasta los espera. Se les hace difícil decir si son las mismas escoltas de ayer o dos distintas. El comedor solo tiene una larga mesa, hecha del mismo material que todo lo demás en estas instalaciones, sobre la que hay lo que se puede describir como un banquete abundante.

    —Siéntense, siéntense, vamos, vamos —pide la General Blanco, con una sonrisa en su rostro.

    —Todo luce asombroso —comenta Cereza.

    —Joh, veo que tu cabello está algo tieso, ciertamente tieso —comenta la de bata de laboratorio, con una sonrisa perversa.

    —S-sí —responde ella en voz baja, dándose cuenta que no se bañó. Sin mencionar que el cabello no es el único sitio pegajoso de su cuerpo.

    —Lo importante es que te diviertas, oh, sí, que te diviertas — comienza a reírse.

    —Esto está muy bueno —comenta la de cabello azul, intentando cambiar el tema —. Esta carne, nunca la había probado, ¿de qué animal es?

    —De algo que hasta ayer no existía —confiesa la de bata, sonriendo ampliamente —. Y ya hoy no existe más.

    —¿Qué quiere decir? —pregunta el humano, sintiendo mucho sueño.

    —Es el amante de esta chica, ¿Cereza? —sonríe, se relame los labios —. El clon que hice, solo tenía un tiempo limitado de vida útil, murió poco después que abandonó tu lecho —se ríe —. Es tan gracioso, muy gracioso en verdad.

    —Fui descuidado... —dice el humano, al darse cuenta que el sueño que siente no es por la falta de sueño, sino por alguna clase de gas, inoloro e incoloro, que inunda lentamente el comedor.

    —Oh, pequeños ignorantes, muy ignorantes —exclama divertida Sandi. Cereza cae dormida sobre su plato, que sigue lleno de la carne especial del clon de Magnus —. Eso debió dolerte, dolerte mucho.


    Magnus lanza una fuerte descarga eléctrica en contra de la General Blanco, el ataque la quema por completo, dejándola al borde de la muerte. Lo último que logra ver antes de quedarse dormido es a varios clones entrando para auxiliar a su ama.


    Para cuando el humano despierta, se encuentra, completamente desnudo, metido en un gran tubo, similar a los que encontró la noche anterior. Nota que alguien en bata de laboratorio se encuentra frente al tubo, mirándolo fijamente. Le parece notar que sonríe, como si su encierro fuera una broma divertida.

    —Eso estuvo cerca, muy cerca —confiesa ella, doblando la cabeza hacia la derecha —. Usaste poco poder, probablemente no querías matarme. Estos cuerpos son algo delicados, y lo dejaste inutilizado, por suerte tengo cientos de repuestos a mi disposición, muchos repuestos a mi disposición.

    —¿Cereza? ¿Mi ropa? —pregunta, culpándose por haber caído en una trampa tan simple.

    —¿La chica? La usaré como cena, ya estoy algo cansada de comerme a mis propios clones, no saben tan bien como un Tempus natural —se le hace agua la boca, desea que ya sea hora de cenar —. En lo referente a tu ropa, se encuentra... Joh, curioso, estaba en el piso hasta hace un momento. Oh, bueno, alguno de mis clones debió recogerla, igual no les tenía uso alguno, ninguno en realidad.


    El espectro, que se encuentra levitando sobre la científica, observa detenidamente a su amo. Sus dorados ojos lucen furiosos, casi da la impresión de ser dos soles ardiendo descontroladamente.

    —Su ropa está a salvo, amo. La Tempus Sandi no se interesó en registrarla, por lo que todo sigue intacto. Incluso ignoró los orbes artificiales que llevaba encima —informa el ente —. Permítanos sacarlo de aquí, amo.

    —No será necesario —menciona, al ver un clon, de cabello largo, que intenta pasar desapercibida.

    —¿Qué es lo que no será necesario? —cuestiona Sandi, ante las palabras del humano — ¿Hablas solo?


    La clon, que el humano liberó la noche anterior, se arroja contra su creadora, lista para ahorcarla, usando una cuerda hecha con su propio cabello. Pero la General se aparta, adivinando sus movimientos, haciendo que su doble pierda el equilibrio y caiga de cara contra el suelo. Sandi se sube sobre la espalda de su defectuosa creación.

    —Ya sabía que este chico te había liberado. Distorsionar la imagen no funciona cuando están hechas de un material especial —se ríe —. Y ésta desilusión de clon está tan débil que no implica amenaza alguna para mi persona, ninguna amenaza en lo absoluto.

    —Maldita, vieja bruja —insulta la clon, sintiendo cómo se le rompen las costillas por el peso de su original.

    —Blah, blah, blah. Palabras, solo palabras —pisotea con fuerza justo en la columna, haciendo que aquella que considera un error grite de dolor. Es de los pocos lugares en los que los clones pueden sentir dolor, algo que añadió solo para divertirse escuchando el grito de sufrimiento de sus clones, que considera como música para sus oídos.

    —Muy valiente, para meterte con alguien débil. Si te crees tan valiente, ¿por qué mejor no te metes conmigo? —provoca el humano.

    —Nah, prefiero tener una victoria segura que enfrentarte —patea la cabeza de su clon —. Recuerda que he colectado algo de información sobre ti. No creas que me puedes hacer tonta, nunca me harás caer por tonta.

    —No es como que sea algo difícil de lograr —se burla la del suelo.

    —No perdamos más tiempo —se baja de sobre su rebelde creación, un par de clones llegan y sostienen a la traidora —. Veamos si averiguo qué produce que uses electricidad.


    Sandia Aguasta presiona un botón de una consola que se encuentra justo bajo el tubo. El contenedor comienza a llenarse con un líquido color verde. La sustancia llena el contenedor en cuestión de segundos, el humano se queda sin aire y se ve obligado a tragar de ese líquido. Extrañamente, no se ahoga, aunque sus pulmones y garganta arden, como si tragara fuego.

    —Vamos a ver, vamos a ver —canta la General Blanco, presionando varios botones.


    Al cabo de unos minutos, algo golpea el tubo, provocando que se raje y se salga el líquido. El objeto responsable de romper el contenedor es una flecha de hielo, con interior hueco lleno de agua, la cual desaparece unos segundos después de llegar al suelo.

    —¡Deja a Magnus en paz! —exige Cereza, que trae su Orbe de Agua, convertido en ballesta.

    —Oh, pero qué romántico, la doncella intentando salvar a su caballero —se ríe ruidosamente, como si le hubieran contado un chiste —. Pero es inútil, ni el arma de Manzana logrará salvarlos. Por cierto, ¿cómo escapaste?

    —Ni creas que te lo diré —«y de todas formas no tengo ni idea. La puerta solo se abrió.»

    —Bueno, no es como si fuera importante, solo tengo que... —se ve obliga a saltar para evitar un ataque proveniente del Orbe Artificial Beta.

    —Eres muy ágil para ser tan enana —comenta el humano, que tiene puesta su ropa interior, con el resto de su vestimenta a su lado. Aún se encuentra empapado.

    —Esto ya me causa más curiosidad —se dice la de bata de laboratorio —. En serio, ¿cómo encontraste tu ropa y armas?

    —Es un secreto —responde el de piel rojiza, atacando nuevamente con el látigo rojo.


    La Triste evita el ataque, golpea el suelo un par de veces con su talón desnudo, provocando que se abra un hueco, del que sale disparada una orbe negra con púas, la cual absorbe la luz a su alrededor.

    —Ese es...el Orbe de Oscuridad —informa la clon rebelde, que no logra sacarse de encima a sus hermanas artificiales.

    —Correcto, este es mi bebé, el Orbe de Oscuridad, un arma letal, muy letal en verdad —le cambia la forma, a un arco casi tan grande como ella, lleno de púas, y una flecha negra, con espinas por todas partes.


    Sandia dispara la flecha, la cual se parte en veinte pequeños pedazos, los cuales van dirigidos hacia el humano, este logra evitarlos sin muchos problemas. Dispara una segunda flecha, esta vez, cuando el chico se mueve para esquivar los proyectiles, termina resbalándose con el líquido verdusco, lo que produce que lo alcancen dos pequeñas piezas, que apenas si se sienten como si fueran alfileres.

    —No me duraste mucho —se ríe la de bata de laboratorio, dando su victoria por un hecho.

    —Eso no me hizo... —intenta levantarse, pero pierde el equilibrio, la vista se le vuelve borrosa.

    —¿Nada es lo que querías decir? —vuelve a reírse.

    —¡Maldita perra! —grita la clon.

    —Oh, que tierna, preocupada por alguien más, muy tierna —se burla la Triste —. Para explicarlo, de forma que ignorantes como ustedes lo entiendan, el Orbe de Oscuridad posee una habilidad especial, la Marca de la Muerte. Lo estudié mucho, mucho tiempo. ¿Cuántos clones maté para experimentar? Supongo el número no importa ahora. Es un potente veneno desconocido, poniendo énfasis en desconocido. Está hecho de un elemento que ni yo misma puedo identificar. No hay forma de descomponerlo para averiguar sus componentes químicos, es un misterio para la ciencia actual.

    —¿Entonces moriré? —cuestiona el humano, poniéndose en pie, a pesar del mareo.

    —Correcto. No de inmediato, claro que no, suele tardar horas en causar la muerte, una muerte muy dolorosa debo añadir, aunque los síntomas varían cada vez. Es algo fascinante de estudiar, muy fascinante.

    —¿Ghoul? —murmura el humano, que sufre dificultades para mantenerse en pie.

    —Su cuerpo se debilita de forma alarmante, amo. Calculamos que a este paso, morirá en tres horas, si tiene suerte. Recomendamos ir a Garja.

    —Por supuesto... —tose — los Obsequios de los Dioses solo son útiles en el mundo en el que fueron legados...

    —Teóricamente, esta llamada Marca de la Muerte —comenta el espectro, a la vez que señala unas costras negras que se están formando alrededor de los sitios donde los pedazos de flecha golpearon el cuerpo del humano — es uno de los efectos del Orbe de Oscuridad, y de ser así, en Garja perdería todo su efecto, y por lo tanto, quedaría curado al instante.

    —Lo intentaré —se arrastra, hasta quedar detrás de la máquina, sobre la cual se encontraba el tubo donde estuvo encerrado.

    —Morir aquí, morir allá, morir es morir —comenta la General Blanco —. En cuanto a ustedes, pequeños estorbos —crea una nueva flecha, para dispararle a Cereza.


    No le da tiempo ni de apuntar cuando se ve obliga a saltar para evitar, nuevamente, el látigo rojo. En el aire, se gira hacia la dirección de donde proviene el ataque, tensa su arco, lista para dispararle al joven, que, por alguna razón, está con toda su ropa puesta, ya no tiene las costras y no parece estar bajo los efectos de la Marca de la Muerte. Una explosión ocurre justo al lado de la Triste, enviándola a volar y ser, violentamente, detenida al chocar contra el techo.


    Aguasta y su arma caen al suelo. Los clones sueltan a la traidora y van en auxilio de su ama.

    —Tener que cambiar de cuerpo dos veces en un día es muy molesto, realmente molesto —se queja la de bata de laboratorio.

    —La sacaremos de aquí, ama —asegura una de sus clones.


    Flechas negras atraviesan y matan en el acto a las clones que intentan llevarse a Sandia. La responsable de esto es el Espécimen 178-36, quien dispara un nuevo proyectil justo en medio del pecho de la General Blanco, produciéndole un amplio agujero por el que escapa algo de sangre gris.

    —Muere, “ama” —la escupe en la cara y luego la patea en el costado —. No podrás volver a hacer tus estupideces, con nadie más.

    —Muy... muy lejos del cerebro... —reprende la original, al no haber muerto con solo ese tiro.

    —Nos retiramos —informa Magnus, que no le interesa dejarla morir por las heridas.

    —Ya quiero irme de aquí —murmura Cereza, aliviada de que todo acabara.

    —Quiero ver morir a esta perra maldita —pide la clon, que disfruta del sufrimiento de su creadora.

    —No te detendré, pero tampoco me quedaré —dice el humano.


    Magnus mueve las manos, manipulando las nano máquinas que componen el suelo. Se forma una plataforma, sobre la que se sube. Ayuda a la Tempus a subir, y hace que la plataforma se eleve.

    —¡Inútiles, espérenme! —pide la clon, saltando y apenas lográndo agarrarse del trozo de suelo flotante.


    La ayudan a subirse. Magnus hace que los techos se abran, para así poder seguir elevándose. Para cuando abre el último techo, comienza a caer nieve, como si se tratara de una avalancha. El humano crea una barrera de electricidad, para protegerse y a sus acompañantes contra el pálido manto que cae.


    Una vez en la superficie, la de piel gris intenta devolver el arco a su forma de orbe, pero no puede hacerlo, esto la deja confundida, ya que, como clon de la Triste, debería ser capaz de cambiar su forma a voluntad.

    —Realmente torpes, muy torpes —se escucha decir a Sandia, desde el hoyo.


    Una especie de ave de acero, similar a un águila, sale de las instalaciones y comienza a rodear a los que recién salieron. Mide cinco metros de alto y sus alas quince de envergadura. Hecha completamente de acero, cuidadosamente pulido. Vuelva como si se tratara de un ave real.

    —Debieron cerciorarse que muriera —se oye decir a Sandi, su voz aún proviene del agujero.


    En esta ocasión, un topo mecánico sale del hoyo, está tan bien construido y sus detalles tan bien trabajados, que de no ser por su color plateado y sus, exagerados, siete metros de altura, cualquiera pensaría que se trata de un topo real.

    —Jamás lograrás cambiarle de forma —se ríe —. Y no puedes activar la Marca de la Muerte tampoco. Por alguna razón mis clones son incapaces de usar mi arma, de la misma forma que lo hago yo.


    Magnus sabe perfectamente la razón detrás de eso; el alma. Por más que la General Blanco Aguasta niegue la existencia del alma, eso no provoca que su propia alma haya dejado de existir, y es justo la combinación de alma, genética y pensamiento lo que controla las Orbes Elementales. Algo que puede dar por comprobado, ya que Magnus posee el alma de Opal en su interior, pero no es capaz de cambiarle de forma, y ahora, los clones, a pesar de tener un código genético idéntico a la original, tampoco pueden cambiarle la forma. Y en contraste, Cereza puede cambiarle de forma al Orbe de Agua, al tener una genética similar a la de su padre, y un alma que comparte características en común con la de su progenitor.


    Por último, una descomunal especie de serpiente de metal sale de entre la nieve, rodea a Magnus y los demás. Esta es mucho más notoria de que se trata de un robot, aunque sus movimientos imitan a la perfección a una serpiente real. Mide cerca de los diez metros de longitud.

    —Les presento a mis mascota. Son mejores que las mascotas esas que llevan con ustedes. Estas jamás desobedecen, ni necesitan comer y, más importante, sus pieles de acero son mucho más hermosas que las de un mugroso animal.


    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta/Orbe Artificial Delta/Orbes Artificiales (3 Espadas)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua/Bombas de Humo Venenoso/Bombas Somnífero/Resacas (Bombas Venenosas y Somníferas)
    Estilo de Lucha: Soporte
    ______________
    Nombre: Espécimen 178-36
    Apodo: -
    Profesión: Clon
    Edad: 1+ año
    Género: Femenino
    Raza: Tempus (Clon)
    País de Origen: País Helado (Laboratorio)
    Armas: -
    Estilo de Lucha: -
    Alimentos
    -Carne de Clon: carne de baja calidad hecha de clones. No tiene mucho sabor y los nutrientes que aporta son casi nulos.
    -Carne de Tempus: Alimento preferido de los Troles de Hielo. Es de las carnes más apetitosas para los seres con gran cantidad de energía elemental de Hielo. Es muy jugosa, de buen sabor y brinda muchos nutrientes.
    Otros
    -Gas Somnífero de Sandi: Gas inoloro e incoloro que es imposible de detectar. Hecho de compuestos químicos desconocidos. Solo respirarlo por unos segundos es suficiente para dormir incluso a un mamut negro.
    -Marca de la Muerte: veneno desconocido que es inyectado dese las púas del Orbe de Oscuridad. Mata a la víctima en cuestión de horas en pequeñas cantidades o minutos se se inyecta en mayor cantidad. Costras negras se forman en el cuerpo de la víctima hasta cubrirlo por completo.
    -Orbe Artificial (Águila de Guerra): Especie de ave de acero, similar a un águila. Mide cinco metros de alto y sus alas quince metros de envergadura. Hecha completamente de acero, cuidadosamente pulido. Es capaz de volar como si se tratara de un ave real.
    -Orbe Artificial (Topo Excavadora): Topo mecánico tan detalladamente construido que se parece a un topo viviente. Hecho completamente de acero. Mide siete metros de altura.
    -Orbe Artificial (Serpiente Exterminadora): Serpiente de acero que mide diez metros de longitud. Se mueve como si fuera una serpiente real, aunque en apariencia se nota que es un robot.
    Especial
    -Orbe de Oscuridad: Arma especial hecha de un material desconocido que absorbe la luz. Suele tener púas alrededor. Es capaz de cambiar de forma ante los pensamientos del elegido(a) que la resguarda. Cuando alguna de las púas entra en contacto de alguien que no sea su portador o un elegido, contagia a la víctima con la Marca de la Muerte. Su elemento es Oscuridad.
     
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