Los Chicos de Kobe [SanxMir] [InuxAom]

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por Stefy Mustang, 8 Septiembre 2008.

  1.  
    Dark Hime

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    Re: Los Chicos de Kobe [SanxMir] [InuxAom]

    Hola!!
    Que linda conti; una pena lo de Ayame y Kouga, la verdad es que la pobre se merece ser feliz al igual que los demás jejejeje, fue linda la manera en la que Kouga ayudó a Ayame cuando niños jejejeje, quien lo diría ^^.
    Parece que Bankotsu ya le ha dicho sus sentimientos a Kikyo, jejejeje, que será lo que pase ahora??

    Un saludo Onee-chan ^^
     
  2.  
    sanguitolove

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    Re: Los Chicos de Kobe [SanxMir] [InuxAom]

    Perdon, perdon por no poder pasar antes... tu historia esta cada vez más hermosa... esa arpia de Yura ¡¡LA ODIÉ!! aunque sea atrasado, quiero desearte una feliz navidad y un feliz año nuevo Stefy... Te quiero un montón!!!!
     
  3.  
    Blair

    Blair Entusiasta

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    Re: Los Chicos de Kobe [SanxMir] [InuxAom]

    Hola!! no me ha habia pasado por este otro fic tuyo ¡que esta genial! sobre todo por que S y M son la pareja principal (es una lastima que no haya muchos fics de ellos, considerando que son`protagonistas d ela serie) Es mas, ayer en mi clase de historia hablamos de esto que ocurrio en Kobe, la verdad es que fue muy feo... ¡pero en fin! espero que sigas el fic los mas pronto posible...

    Miley_Jb :rosa:
     
  4.  
    Stefy Mustang

    Stefy Mustang Entusiasta

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    Los Chicos de Kobe [SanxMir] [InuxAom]
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    Re: Los Chicos de Kobe [SanxMir] [InuxAom]

    Holas!
    Capítulo en el formato original en que lo escribo en el PC.

    Stefy Mustang :sang:

    DECIMOCUARTO CAPÍTULO
    ** CODICIA **
    Al ver que su relación avanzaba cada vez más, Sango pensaba que ya era hora de oficializar lo suyo con Miroku. Muchas veces quiso discutir el asunto con su novio, pero nunca pudo decírselo. “La inseguridad”, resonó en su cabeza haciendo referencia a lo que había escrito en su diario unas semanas antes. Además, siempre que Miroku estaba a su lado ella se olvidaba del asunto. Sus “malditos besos” provocaban ese efecto en ella. Sin embargo, no quería seguir ocultándoselo a su padre. Quería que todo el mundo supiera que ella era la novia de Miroku Tomonaga y que se sentía muy orgullosa de poder estar en compañía de un chico tan maravilloso como él.

    Un día estaba en casa de Miroku, supuestamente estudiando. Después de unos cuantos besos y caricias, se pusieron a hablar.

    - ¿Y qué hay de nuevo? – preguntó Miroku. – ¿Qué tal el colegio? Me gustaría saber si las clases impartidas no fueron en vano...

    - Tú sabes muy bien que no fueron en vano, mi amor. – reconoció ella pícaramente. – Ocupé el cuarto lugar en mi salón. Nada mal, sensei.

    - Bueno, ya se notan las mejoras... creo que a tu padre le agradará saberlo.

    El comentario de Miroku le dio una idea a Sango. Decidió entonces que esta era su oportunidad. “No más contratiempos” pensó. Ya tenía en su mente fija la meta: todo tendría lugar esa misma noche. Al ver que Sango estaba tan distraída, Miroku le susurró:

    - ¿En qué piensas?

    - Eh... pues yo... – dudó por unos segundos. – Creo que es tiempo de presentarte como mi novio. ¡No sabes el peso que me quitaría de encima...!

    - Bueno, si es lo que quieres... – respondió él.

    Sango quedó perpleja ante la reacción de Miroku. Yoshimaru Ohira tenía fama en todo el barrio de ser un hombre completamente serio e intimidante. Por eso es que ella había tenido muy pocos novios.

    - ¿No tienes miedo? – preguntó aún sorprendida.

    - Ya es hora de que lo sepa, ¿no?

    Sango sonrió y abrazó fuertemente al chico. Él aprovechó la oportunidad para hacer que su mano descendiera por la espalda de la chica hasta alcanzar aquella zona blanda. ¡PAF! Se escuchó un golpe seguido de un quejido.

    - ¡No me digas! ¿Una recaída? – reclamó Sango algo furiosa.

    - Mi amor, tú eres la que se me insinúa... – se defendió Miroku, encogiéndose de hombros.

    Miroku tomó una de las manos de Sango y con ella se frotó la mejilla en donde ella lo había abofeteado.

    - No sabes lo mucho que te quiero...

    - Y tú no sabes lo mucho que yo también... – suspiró. – Y lo mucho que he tenido que soportar esa costumbre...

    - Vamos, Sango... déjalo ya. Sabes que cambiar es difícil...

    - Tienes razón. Además nuestra prioridad ahora es que le caigas bien a papá. ¿Listo para esta noche?

    Miroku tragó saliva. No había llegado pensar que el temido encuentro sería en tan pocas horas. No tenía la certeza de lo que pasaría.

    - ¿E-esta noche? – balbuceó. – No-no di-dijiste que sería tan pronto...

    - Tengo planeado hacer una cena. A mi padre le fascina la formalidad. – observó la expresión de su novio. Todavía seguía desconcertado. – No te preocupes, se que no tendrás problema alguno. Los ejecutivos no muerden a los novios de sus hijas.

    Ambos rieron nerviosamente. Y entonces, Miroku tuvo una brillante idea, según él.

    - Ya que dijiste que tu padre adora la formalidad, bueno, sería genial que en la cena llevaras puesto ese collar que te compré. No he tenido la oportunidad de vértelo.

    - De acuerdo... te veo... esta noche. No me faltes...

    - ¡Ni que nos fuéramos a casar! – bromeó él. Más risas. Volvieron a besarse y luego, la chica regresó a su casa.

    Tic, tac. Tic, tac. – el reloj marcaba cada segundo lentamente. La hora de la verdad se acercaba.

    - Confía en ti, Miroku... – aconsejó Inuyasha. Soltó una risita y agregó: – Después de todo ya lo conquistaste ¡y eso que casi no puedes!... ¿ahora le tienes miedo al suegro?

    - Pero, Inuyasha.... tú no sabes cómo es ese señor. ¡Mira que dejar encerrada a su hija durante casi un mes! Eso... eso es cruel.

    - Ay, primo... en los líos que te metes... – suspiró Bankotsu. – Opino lo mismo que Inuyasha. Sé que esto suena a frase de cajón, pero... tienes que ser tú mismo.

    - Pues será... – murmuró Miroku, resignado.

    MIENTRAS TANTO CON SANGO...

    Sango repasaba con la mirada cada uno de los rincones de su habitación, mientras sostenía en una de sus manos su celular, de manera distraída.

    - Esta noche... ojalá nos vaya bien.

    Buscó el número entre los numerosos contactos que guardaba, hasta que lo halló. Cinco minutos después, decidió llamar.

    - / ¿Sango? ¿Pasó algo grave? /

    - No, papá... tampoco exageres... – puso los ojos en blanco a pesar de que su padre no podía verla.

    - / ¿Entonces a qué llamas? /

    - Ah, pues es que... esta noche voy a presentarte a mi... a mi novio.

    - / ¡¿NOVIO?! ¡¿Desde cuándo tienes novio?! / – Yoshimaru Ohira se enfureció con lo que Sango había acabado de confesarle. Quienquiera que fuera, tendría que alejarse de su hija. Por eso se le ocurrió una idea. Cambió el tono de voz. – / ¿Es buen muchacho? /

    - ¡Oh, sí papá! ¡No sabes lo extraordinario que es! – no podía evitar hablar así de Miroku. Era lo mejor que le había pasado. – Gracias por darle una oportunidad, papá. No sabes lo mucho que los dos significan para mí... sería genial que se llevaran bien.

    - / Sí, nena. Estaré en casa a eso de las siete y treinta./ – y colgó.

    En un arranque de alegría, Sango empezó a canturrear y a jugar con Kirara. Sacó su diario y empezó a escribir lo que hasta el momento le había sucedido.

    Querido diario:

    Esta noche por fin mi relación con Miroku se hará oficial. Al principio pensé que mi padre se opondría, ya que a él no le gusta que tenga novios, por lo menos los que él desaprueba. Pero parece que hoy va ser diferente. Está empezando a cambiar y eso me agrada. Ya va a dejar de ser el tipo interesado del pasado, el que sólo le importaba el dinero y la forma adecuada para conseguirlo. No puedo estar más contenta.

    Se escapó a la cocina y allí empezó a cocinar una deliciosa cena para todos. Kohaku la ayudó en todo lo posible. Se había decidido por una lasaña.

    Cuando el plato ya estuvo listo, lo retiró y le echó una espesa salsa encima. La cena ya estaba completa. Sólo faltaban los invitados.

    Alguien tocó el timbre insistentemente. Sango asoció esto con el nerviosismo que Miroku había manifestado horas antes.

    - ¡Yo abro! – gritó antes de que Kohaku pudiera hacer nada.

    Miroku se veía algo asustado allí en la entrada de su casa. Tenía las manos dentro de los bolsillos del pantalón y su mirada examinaba cuidadosamente lo que lo rodeaba.

    - Hola, Sango... – saludó tímidamente. – ¿Ya llegó tu padre?

    - No, aún no. – le ofreció una sonrisa a su novio y divertida, le recordó su broma: – ¡Quita esa cara de sufrimiento! ¡Ni que fueras a pedir mi mano en matrimonio...!

    Miroku entró, todavía vacilante. Apreció la decoración del salón principal y se sentó en el cómodo sillón rojo de terciopelo.

    - ¿Es tu madre? – inquirió a Sango mostrándole uno de los portarretratos de la mesa de centro. Ella asintió con un nudo en la garganta y la voz a punto de quebrársele. – Nunca te la he oído mencionar... ¿acaso tus padres son divorciados?

    - Ella murió hace mucho tiempo... – se limitó a decir. Sus dedos acariciaron la fotografía en la que se mostraba a Midoriko Ohira sonriendo. –... cuando yo tenía seis años.

    El chico pudo notar el desconsuelo de Sango. Estaba poniendo la misma expresión que él cuando pensaba en sus padres. La abrazó y dejó que ella liberara su pena allí en su pecho.

    - No fue mi intención hacerte recordarlo, perdóname.

    - No te preocupes, Miroku... tú no lo sabías.

    - Era muy hermosa... ya entiendo el porqué de tu belleza. – acarició la melena castaña de Sango en un gesto tierno.

    El timbre sonó de nuevo.

    - ¡Tengo que cambiarme de ropa! – recordó Sango y desapareció en las escaleras.

    Miroku suspiró y fue a abrir. “Sólo di buenas noches y ya”, pensó.

    Abrió lenta y cuidadosamente la puerta, sólo para descubrir que además de su suegro había otra persona.

    - Hola de nuevo, debilucho. – saludó tranquilamente Kuranosuke Takeda.

    Miroku entrecerró sus ojos azules y crispó su mano izquierda. ¿Qué diablos estaba haciendo ese imbécil ahí?

    - Buenas noches señor Ohira, buenas noches Kuranosuke... – masculló Miroku. Yoshimaru le devolvió el saludo muy seriamente. Kuranosuke hizo una mueca.

    - Para ti es “Joven Takeda”. No somos amigos como para que me llames por mi nombre. – le espetó con aires de grandeza. Si tan sólo supiera que Miroku tenía mucho más dinero que él....

    - Lo lamento mucho, Joven Takeda. – Miroku reprimió sus ganas de querer partirle la cara a ese mequetrefe porque pensó que si lo hacía, Yoshimaru Ohira lo reprobaría y quizás le prohibiera volver a ver a Sango.

    - ¿Y en dónde está Sango? – quiso saber Yoshimaru.

    - Se fue a su habitación. No demora en bajar.

    Una vez dicha la frase, la chica apareció en el salón principal, luciendo un hermoso vestido negro con un escote muy pronunciado. En su cuello estaba el collar de diamantes. Miroku se ruborizó al verla.

    - Estás... muy linda. – dijo casi sin aliento.

    Ella profirió un “gracias” modestamente. Puso los ojos como platos al darse cuenta de la presencia de su ex-novio y lo saludó a regañadientes.

    - Joven Takeda, no esperábamos tu visita. – dijo Miroku de repente.

    - Oh, sí. Creo que fue algo desconsiderado de mi parte no avisar antes, pero bueno... heme aquí. – respondió de nuevo con tranquilidad, actitud que estaba empezando a irritar a Miroku.

    - ¡Ay, no! – se quejó Sango. – Hay un problema con la cena... resulta que sólo hice comida para cuatro personas... Kuranosuke ¿sería mucha molestia si comes algo de las sobras del almuerzo?

    - Hija, Kuranosuke es nuestro invitado... no creo que a este joven le importe mucho lo que vaya a comer ¿verdad que no? – obviamente se refería a Miroku.

    - Pero, papá... Miroku también es nuestro invitado. – Yoshimaru volteó a mirarlo fingiendo no entender.

    - ¿Ah, sí?

    - Papá... Miroku es mi novio.

    - Vaya, vaya. Así que eres tú... – se hizo el sorprendido. – Bueno, si quieres a mi Sango, entonces no te incomodarán las sobras. – Sango iba a quejarse, pero Miroku lo impidió:

    - No te preocupes, mi niña. Así estoy bien.

    Sango suspiró y le dedicó una mirada de disculpa a su novio. Se fue a la cocina, alegando que iba a servir la cena. Yoshimaru, Kuranosuke, Miroku y Kohaku aguardaron en el comedor.

    - O sea que después de tanto tiempo, por fin decidieron contárselo... – comentó Kuranosuke completamente entretenido. Miroku mantenía su vista fija en los cubiertos de plata.

    - ¡La lasaña que hizo Sango está realmente sabrosa! – intervino Kohaku, queriendo ayudar a Miroku. – ¡Yo mismo la ayudé! – Miroku articuló un “muchísimas gracias” con sus labios. Kohaku le respondió de la misma manera: “no hay de qué”.

    Mientras cenaron todos estuvieron callados. Pero una vez acabaron, Kuranosuke empezó a volverse fastidioso. Su mirada se dirigía directamente al escote de Sango. Podía ver fácilmente debido a que estaba sentado justo al lado de ella. Y ya que le llevaba muchos metros de altura...

    - Sango... ¿y ese collar? – preguntó su padre de un momento a otro. – No recuerdo habértelo comprado.

    - Me lo regaló Miroku cuando llevábamos un mes de estar saliendo... – explicó la chica, orgullosa.

    - ¡Bah! ¡Yo te hubiera regalado uno más caro! – exclamó Kuranosuke con el mismo tono arrogante de siempre. – En serio... si es por regalos, te conviene estar conmigo.

    - No me importa el precio... lo que cuenta es el detalle. Miroku prefirió gastarse el dinero que tenía destinado para ir de vacaciones a Kobe, su ciudad natal. – mintió Sango. No tenía por qué gritar a los cuatro vientos que su novio había heredado veinte millones de yenes.

    - ¿Miroku es de Kobe? – Yoshimaru se sorprendió con esta información. – Habría jurado que él era de Osaka. Aunque bueno, ambas ciudades quedan cerca.

    - Ah, Kobe, la ciudad de la tragedia... – dijo Kuranosuke. – ¿Lo ves, Sango? ¿Para qué sigues siendo novia de Miroku si él puede largarse a su pueblo a que otra le mueva el piso? – estalló en carcajadas pero nadie más se rió con él. – Ya saben, terremoto, que le muevan el piso... ¡Oh, vamos! ¡Qué mal sentido del humor tienen!

    “Peor que el tuyo no es”, pensó Miroku furioso.

    - ¡Kuranosuke! – bufó Sango. Sus ojos refulgían de rabia.

    - Entonces pensabas visitar a tus padres este verano. –continuó Yoshimaru para eliminar la tensión de la atmósfera.

    - No, señor. Mis padres murieron en el terremoto de hace trece años. Sólo quería recorrer mi ciudad y visitar a unos cuantos amigos. – Yoshimaru iba a pedir disculpas, pero Miroku se le adelantó. – No se preocupe por mí, señor.

    - ¡Genial! – protestó Kuranosuke. – Ahora resulta que eres Miroku el Huerfanito...

    Sango se quedó mirando a su padre, sin comprender por qué éste no había dicho nada al respecto, por qué le dejaba abrir esa bocota que tenía al imbécil de su ex-novio.

    Esta vez Kuranosuke se había pasado. Miroku se levantó del comedor, agradeció por la cena, se despidió cortésmente de todos los presentes en la mesa y abandonó el recinto. Sango corrió detrás de él.

    - ¡No debes prestarle atención! – intentó retenerlo. – Sabes muy bien que es un idiota.

    - Lo sé, Sango. Pero tampoco tengo por qué aguantármelo. – musitó Miroku, totalmente exasperado. – Nos vemos después, mi niña. Ojalá le haya causado buena impresión a tu padre.

    Resignada, Sango se despidió de él y entró en su casa a tiempo para escuchar cierta conversación entre su padre y el molesto Kuranosuke Takeda.

    - Estuviste bien, Kuranosuke. – lo felicitó Yoshimaru Ohira. – No era necesario ofenderlo tanto, pero estuviste bien. Nuestro objetivo era hacerle pasar un mal rato...

    - ... ¡y eso fue lo que obtuvo ese tonto! – rió Kuranosuke. – Me divertí bastante, ex-suegrito. Hablaré con mi padre para que te dé tu tan anhelado aumento de sueldo.

    - ¡Muchas gracias, Kuranosuke! Cielos, cómo me gustaría que tú y Sango volvieran a estar juntos...

    -A mi también. Pero hay que sacar al Huerfanito del camino...

    - Podría hacerle la vida imposible... – propuso Yoshimaru. – Todo sea por el bien y la felicidad de mi hija.

    - Estás en lo correcto, Yoshi... yo soy el bien y la felicidad para Sango. Creo que tendrás más del treinta por ciento de aumento... – sonrió maliciosamente. – Hasta pronto.

    Sango quedó petrificada. ¿Éste era Yoshimaru Ohira, su padre? ¿Aún no aprendía la lección? “Sabes que cambiar es difícil...”, recordó las palabras de Miroku. “Es difícil, pero no imposible. Yo pensé que ya había tenido suficiente con lo de mi madre. ¡Es absurdo que mi padre sea este hombre tan codicioso! No lo conozco. Prefiere que sus bolsillos estén llenos a la verdadera felicidad de su hija.”.

    Consternada por lo que acababa de oír, decidió encerrarse en su cuarto. No quería tener que verle la cara a ese ser desalmado ni mucho menos tener que escuchar acerca de lo que a ella le convenía según él. No podía soportar más.

    En un impulso, empacó en una maleta toda su ropa y algunas de sus pertenencias más preciadas. Se asomó en la ventana y, tal como suponía, allí estaba Miroku espiándola.

    - ¿Qué demonios estás haciendo? – preguntó él.

    - Necesito que me ayudes a escapar... esta noche me quedo en tu casa. – exclamó ella. – Sal y recibe estas maletas... yo... haré lo que pueda por huir sin hacer el menor ruido posible.

    Era una locura. Sin embargo, Miroku asintió.

    Sango se escabulló cuando su padre se fue al estudio. Entregó las maletas a su novio y ambos corrieron a refugiarse dentro de la casa de al lado.
     
  5.  
    sesshoyasha

    sesshoyasha I, Ore, Je... yo

    Leo
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    Re: Los Chicos de Kobe [SanxMir] [InuxAom]

    hola
    q malo es el papa de sango
    como se atreve a hacer eso
    lo detesto si lu tubiera al frente
    uhhhhhh lo mataria espero q no
    vuelva a cometer ese error porque
    si lo hace le va a ir mal
    bueno me enconto esta muy bien
    espero la continuacion ponla pronto
    bye
     
  6.  
    sanguitolove

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    Re: Los Chicos de Kobe [SanxMir] [InuxAom]

    Que cruel fue el padre de Sango, mira que llevar a Kuranosuke para arruinar la cena ¬¬ Eso fue muy cruel... Ademas el %&$# de Kuranosuketiene el descaro de humillar a mi precioso Miroku, ¡¡LO ODIO!! Continualo pronto, quiero saber que pasa ahora que Sango se fue de su casa.

    Tu amiga y lectora
    Sanguitolove
     
  7.  
    Stefy Mustang

    Stefy Mustang Entusiasta

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    Re: Los Chicos de Kobe [SanxMir] [InuxAom]

    Muchas gracias por los comentarios ^^... Bueno, espero que disfruten este capítulo. Doy la bienvenida oficial a Miley_jb y a sesshoyasha a mi historia :)

    DECIMOQUINTO CAPÍTULO
    ** RECLAMOS **

    [MIROKU Y SANGO]
    Yoshimaru Ohira llamó a la puerta de su hija por quinta vez, pero ésta nada que le abría. Impaciente, fue a su cuarto a buscar las llaves de esa habitación. Pero cuando logró abrir, descubrió que no había nada ni nadie allí dentro, salvo una nota que Sango había dejado encima de la cama.

    Las palabras, escritas en rotulador negro, estaban llenas de rabia. Tan sólo con leerlas, Yoshimaru Ohira se remontó al pasado, cuando su esposa lo había abandonado.

    ¡Estoy harta de ti y de tu estúpido dinero! Las cosas materiales no lo son todo en la vida. El amor es lo más importante que una persona normal puede tener. Las riquezas son necesarias, es verdad. Pero ¿qué sería de alguien si no es amado? Yo ya encontré el amor, el VERDADERO AMOR. Me di cuenta de que en verdad nunca estuve enamorada de Kuranosuke. Era un sentimiento superficial, pero claro... ¿cómo no iba a sentirlo si fui criada por ti? Por suerte llegó Miroku, para cambiar totalmente mi mundo.

    No quiero compartir la misma casa contigo, Yoshimaru Ohira. Si vuelvo es para visitar a Kohaku. Pobre, lo compadezco... Apuesto a que alguno de tus socios tiene una hija de su misma edad.

    Adiós, tal vez para siempre, ‘padre’. SANGO”

    El hombre arrugó la hoja de papel en su puño y la arrojó al suelo en un ataque de ira. ¿Cómo se atrevía su hija a hablarle de esa manera y a cuestionarlo?

    - ¿A dónde pudo haber ido? – se preguntó en voz alta. Le llamó la atención que las luces estuvieran encendidas en la habitación de la casa que quedaba al lado y eso que faltaban diez minutos para que fuera media noche. – ¡Conque estás en la casa de tu noviecito!

    Con una sonrisa de suficiencia se dirigió a la vivienda adyacente a la suya. Dio fuertes golpes a la tosca puerta de madera. No le importaba para nada si llegaba a despertar a alguno de los que allí residían. Lo único que quería era entrar y poner en su lugar a ese jovencito que le estaba llenado la cabeza de cucarachas a su hija mayor.

    Una Kikyo despeinada y con los ojos entrecerrados debido al sueño lo recibió. Se alarmó en cuanto notó el estado de ánimo del hombre mayor. Supuso que Miroku estaba en problemas...

    - ¡¿En dónde está Sango?! – preguntó con un rugido. – ¡QUIERO VERLA EN ESTE MISMO INSTANTE!

    - Señor, se equivoca. Sango no está aquí... – mintió la chica de tez pálida. “¿Qué habrá hecho Miroku esta vez?”, se preguntó. – Le agradecería que bajara un poco la voz. Estamos tratando de dormir ¿sabe?

    - ¡Y a mí qué! – respondió Yoshimaru de manera grosera. – Sé que ella está con Miroku, así que no intente encubrirlos, muchachita.

    La empujó con arrogancia para poder subir las escaleras. Repasó con la mirada todas las habitaciones que había en el segundo piso.

    Había cuatro puertas. Todas ellas tenían pegados afiches que reflejaban la personalidad y gustos musicales de cada uno de sus ocupantes.

    En la primera había un afiche de Angus Young, el talentoso guitarrista de AC/DC, vistiendo su ya conocido uniforme de colegial.

    En la segunda había un afiche del grupo Coldplay en el cual destacaban las palabras “VIVA LA VIDA”.

    En la tercera había un afiche de Kanon Wakeshima, una artista nueva que se estaba abriendo paso a través de la música gótica instrumental.

    Y en la última había un afiche de los Red Hot Chili Peppers, el afamado grupo californiano intérprete de canciones como Californication y By The Way.

    Al no saber en dónde buscar, Yoshimaru gritó desesperado:

    - ¡Den la cara, par de insolentes!

    Miroku abrió la puerta de su dormitorio y salió a enfrentar a su enojado suegro. Sango se hizo detrás de él, encogida por el miedo.

    - ¡Devuélveme a mi hija, miserable! – bramó Yoshimaru.

    - ¡Es ella quien no quiere estar con usted! – replicó Miroku abrazando a su novia. – Está cansada de que la trate como un método fácil para ganar dinero y favores de su jefe.

    - No me digas... – se burló el señor Ohira. Enfocó su vista en su descendiente. – Respóndeme, Sango... ¿cómo piensas vivir con este pobre diablo? ¿Él pagará tus estudios? ¿Te va a mantener? ¡Por favor, si ni siquiera tiene un trabajo!

    - ¡Al diablo con eso! – dijo Miroku. – ¡Si es necesario buscaré uno!

    - Dudo mucho que llegues a ganar un buen sueldo, muchacho... por eso es que basura como tú no tiene derecho a acercarse a mi hija.

    - Los quiero... a ti y a Kohaku. Pero... no puedo vivir en un hogar en el cual no tenga libertad para amar a la persona que escogí. – habló Sango por fin.

    - Sango te lo repito... ¿Prefieres a éste en vez de tu familia? – intentó su padre una vez más. A ella se le quebró la voz.

    - Perdiste a tu esposa por ambicioso... y ahora has perdido a tu hija por lo mismo. Lo siento, papá... ya es muy tarde.

    - ¡Muy bien! ¡Haz lo que quieras! – gruñó Yoshimaru. – Pero olvídate de que alguna vez tuviste padre ¿me oíste?

    - Mañana iré a terminar de recoger mis cosas... – se limitó a decir la chica.

    Yoshimaru crispó una de sus manos en un puño que iba a estampar a Miroku, pero éste lo esquivó, haciendo que sólo le diera un golpe a la pared.

    - ¡Te demandaré por corrupción de menores! – lo amenazó. – ¡Nos veremos en los tribunales!

    - Eso no lo dude... – respondió Miroku con tranquilidad. – Contrataré al mejor abogado de la ciudad para hacer que declaren a Sango emancipada.

    - ¿Ah, sí? ¿Y cómo? – se rió. – ¿De dónde vas a sacar el dinero para pagarle?

    - Acabo de heredar veinte millones de yenes... y ya que soy dueño de todas las propiedades que tuvieron mis padres creo que obtendré más... – esbozó una mueca de astucia. – ¿Dijo usted que soy un pobre diablo?

    Yoshimaru Ohira reconoció enseguida el apellido de Miroku: Tomonaga. Hacía algunos años había leído en una revista acerca de esta familia. Les decían “los duques de la tecnología” ya que eran la compañía número uno en las prefecturas de Hyogo, Kyoto, Osaka y Nara con este tipo de negocios. Tenían numerosos acuerdos con los americanos, lo que los ubicaba como los poseedores de uno de las empresas niponas más prósperas.

    Otro artículo mencionaba el nacimiento del hijo menor de Hideki “Inu” Taisho, el llamado Lord de la Instrumentación Musical. Lo habían llamado “Inuyasha” en honor al apodo que se había ganado su padre. Se trataba de nada más y nada menos que del mejor amigo de su ahora yerno.

    Incluso identificó a Kikyo Matsumoto, a quien el diario Yomiuri Shimbun había mencionado como “la pianista más talentosa del sur de Hōnshu”. La única hija del matrimonio Matsumoto, los fundadores de la Escuela de Artes de la Prefectura de Hyogo, que además de la sede principal en Kobe, tenía otras más en Himeji, Nishinomiya e incluso en Osaka.

    Todos ellos eran importantes, inclusive mucho más que su jefe Shinichiro Takeda. Quiso decir algo, pero calló. Ya había insultado al joven, no había oportunidad de que olvidara todo lo sucedido. “Soy un tonto... de haberlo sabido antes, hubiera podido sacarle provecho a esta relación”. Se fue, maldiciendo en voz baja.

    Sango se echó a llorar en brazos de Miroku. Había dado un paso muy importante en su vida. No podía retroceder. Sin embargo, se sentía muy triste, pues nunca llegó a imaginar que se iría de su casa a los dieciséis años.

    - No tengas miedo, mi niña... – dijo Miroku abrazándola fuertemente, como queriendo hacerle saber que a su lado todo estaría bien. – Piensa en que por fin eres libre.

    - Gracias... – fue lo único que pudo decir.

    - Deberíamos ir a dormir... – propuso él. – Tú quédate en mi cama, yo dormiré en el sofá de la sala, ¿de acuerdo?

    - Miroku, no es necesario que...

    - Shh... – la silenció con un suave roce de sus labios. – No quiero que pases una mala noche... o en este caso, madrugada. – rió ante su propio comentario.

    [INUYASHA, AOME, KOGA Y AYAME]
    Inuyasha y Aome caminaban tranquilamente por entre el tumulto de jóvenes que se aglomeraban en el centro comercial más popular de la ciudad. Estaban aprovechando las ventajas del fin de semana, como cualquier otra pareja de su edad.

    - ¡Es casi media noche! – exclamó la chica de pelo azabache. – No quiero tener que llegar a mi casa y enfrentarme a un nuevo interrogatorio por parte de mamá...

    - ¡Pero pensé que ya había superado eso!

    - Yo creo que no y más ahora que llegó Bankotsu... – bajó el tono de su voz. – Dice que un día de estos me vas a cambiar por alguno de ellos.

    - ¡Vaya suegra que tengo! – protestó Inuyasha. – ¡Ja! ¿Yo, homosexual? ¡Está loca!

    Aome no pudo más que ofrecerle una sonrisa nerviosa. Finalmente pudo convencerlo de que se fueran, sólo para evitar problemas.

    Atravesaron las calles de Tokio, alejándose de su habitual bullicio y sus incandescentes luces nocturnas. Parecía que la ciudad nunca durmiera, pero era comprensible, ya que se encontraban en verano. Una de las épocas en que la gran metrópolis recibía bastantes turistas.

    Faltaban sólo unas cuantas cuadras más y llegarían a su destino. Fue entonces cuando una voz familiar hizo que interrumpieran su marcha y se volvieran para saludar.

    - ¡Hola! – vociferó Koga efusivamente. Inuyasha y Aome le respondieron de la misma forma. – ¡Vaya, vaya! No los esperaba ver por aquí... mucho menos a estas horas.

    - Íbamos directo a nuestra casa. – comentó Aome.

    - Ah, mi linda Aome. ¿Cuándo fue la última vez que te vi? ¡Ah, sí! El ensayo de hace seis días y medio... – en realidad a Koga no le importaba mucho el que Inuyasha estuviera presente.

    - ¡Oh, pero mira nada más! El lobo se sabe cada uno de los días... – se quejó Inuyasha.

    - ¡Basta, Inuyasha! – masculló Aome.

    - ¿Qué? ¿Te vas a dejar callar por Aome? – se burló Koga con una sonrisa sarcástica. – Das lástima, Inuyasha...

    El ambiente se iba poniendo cada vez más tenso. Ambos hombres se dedicaban miradas llenas de celos y rivalidad. Aome no sabía qué hacer con ellos.

    Fue entonces cuando apareció una muchacha pelirroja con una enorme sonrisa en su rostro. Sonrisa que se desvaneció al ver a su mejor amigo peleando por la chica de pelo azabache.

    - ¡¿No lo entiendes, Koga?! ¡Aome es mi novia! ¡MI NOVIA! – gritó Inuyasha al tiempo que ocultaba a Aome de la vista del chico de ojos celestes.

    - ¡Me da igual! – respondió con el mismo tono de voz. – ¡Aome me gusta mucho!

    Ayame se desplomó con el comentario. Hacía tan sólo unos días que él le había dicho lo mismo. Ella sabía muy bien que Koga no sentía lo mismo por ella. Incluso se había resignado. Pero horas antes, él apareció en su casa con una amable sonrisa y una invitación a cenar y a pasarla bien. Dijo que intentaría pasar más tiempo con ella, que intentaría llegar a quererla tanto como a Aome.

    - ¡Koga! – sollozó Ayame postrada en el frío suelo de concreto. – ¿Qué sucedió con la promesa que hiciste? ¡Reacciona, Koga!

    El muchacho puso toda su atención en la recién llegada. Una mirada atormentada apareció en sus ojos. ¿Cómo es que había olvidado que venía con ella?

    - Ayame... yo... – no se atrevió a mirarla. No después de aquellas palabras que había dicho y que en un lapso de cinco minutos se habían desmoronado.

    - ¡Amiga! – la pelinegra corrió en pos de la chica. La abrazó nerviosamente, temerosa de que ella la odiara. Ayame le correspondió el brazo sin protesta alguna. – ¿Me detestas?

    - No, claro que no, Aome. – respondió con una leve sonrisa. – Tú eres una muchacha muy amigable y guapa. No tienes la culpa de que Koga se haya fijado en ti y no en mí.

    - ¡Koga! – Aome dedicó una mirada de reproche al joven. – Me gustas, pero no tanto como amo a Inuyasha. Eres un buen amigo, eso lo reconozco. Pero no soy para ti. – señaló a Ayame. – Ella siempre ha estado contigo. Ella es la persona que buscas, no yo.

    - Tienes razón, Aome – tomó a Ayame de las manos y se dirigió a ella todavía con la misma mirada atormentada. – ¿Me perdonas, niña loca?

    Ayame lo meditó durante varios segundos, interminables para Koga.

    “¿Perdonarlo? ¿Y por qué? ¿Por qué está enamorado de otra persona? ¿Por qué incumplió una promesa que de todos modos era imposible de realizar? Yo no tengo nada que perdonarle...”, pensó Ayame en su fuero interno.

    - Eres libre de hacer lo que quieras, Koga. No tienes que preocuparte por mí. De todos modos, eres mi amigo. No me gustaría arruinar todos esos años juntos.

    Koga decidió no prestarle atención. Tomó el rostro de la chica en sus manos y plantó en sus labios un suave beso que hizo que ambos se ruborizaran.

    - ¿Qué... qué fue eso? – preguntó la pelirroja, todavía perpleja.

    - Te prometo que te llegaré a amar, Ayame. – dijo Koga completamente decidido. – Y esta vez va en serio...

    Aome ahogó un grito de alegría. Abrazó a Ayame y les ofreció a la nueva pareja una hermosa sonrisa.

    - ¡Se ven muy bien juntos! – alabó. – Eh, Koga, no la decepciones ¿entendido?

    - ¡Entendido! – respondió Koga mientras se despedía de sus amigos con la misma efusividad con la que los había saludado. En tan sólo unos minutos desaparecieron de su vista.

    Inuyasha y Aome retomaron su camino, mientras conversaban acerca de lo ocurrido.

    - Al final todo salió bien para mi amiga Ayame. – exclamó Aome contenta. – Me pregunto si su relación funcionará.

    - ¡Ja! Ese idiota... – siseó Inuyasha rodeando a Aome con sus brazos. – Más le vale que funcione. ¡No me gustaría tener que verlo babeando por ti una vez más!

    Aome asintió al tiempo que se sonrojaba. Esa era la primera vez que Inuyasha se ponía celoso. Eso le demostraba que la amaba demasiado. Sólo rogaba porque ese comportamiento no se repitiera constantemente.

    - Muy bien. Aquí nos despedimos. – dijo él finalmente y con un suspiro. – Nos vemos mañana en la reunión del grupo.

    Le dio un beso en la frente y esperó a que se fuera. Cuando ella cerró la puerta de su casa tras de sí, él decidió ir a la suya propia.

    Encendió la luz del salón principal porque no podía ver muy bien en la oscuridad. Un muchacho de cabello negro y ojos azul zafiro se retorció en el sofá, soltando un quejido.

    - ¿Quién es? – preguntó con una voz cargada de sueño.

    - Soy Inuyasha... Miroku ¿qué haces durmiendo aquí?

    Miroku se incorporó perezosamente al tiempo que observaba a su amigo.

    - Digamos que tuve inconvenientes en la cena con mi suegro... – Inuyasha lo miró más confundido que antes.

    - ¿Y qué tiene que ver eso con que no estés durmiendo en tu habitación?

    - Sango se escapó de su casa. Ahora vive con nosotros. – informó Miroku seriamente.

    Inuyasha asimiló la información y murmuró una maldición.

    - ¡Puede quedarse! – respondió a la pregunta que Miroku no había querido formular. – Con la condición de que no duerman en el mismo lugar. No quiero que se pongan cariñosos y no me dejen dormir. ¡Recuerda que mi habitación está al lado de la tuya!

    Miroku se sonrojó al pensar en la situación.

    - No te preocupes, Inuyasha. Nada de eso sucederá. – desvió la mirada. – Ve a dormir ya.

    - Muy bien. Nos vemos, Miroku.
     
  8.  
    Maga_oscura

    Maga_oscura Iniciado

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    Re: Los Chicos de Kobe [SanxMir] [InuxAom]

    ayy pero que geniaaal esta el fic *-*
    me perdi de mucho! >.< pero menos mal que ya me pude poner al dia! =D
    sigue este fic!!! me gusta mucho >w<
    se siente bien volver a leer fics T^T estoy hasta la medula de mate xD
    besos!! cuidate!
     
  9.  
    CatO

    CatO Entusiasta

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    Re: Los Chicos de Kobe [SanxMir] [InuxAom]

    ¡Holaa!

    Vaya, vaya.

    Kawaii *,* ...

    ¿Inuyasha Homosexual? jajaja. Esta muy linda ehh.
    Pobre Sango. y Que padre más gritón. Pero quién no. xD


    Lo estuve leyendo y me resultó muy atractivo el trama.
    Tienes mi apoyo.

    Continúalo.

    ¡Besos!

    CatO!!
     

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