Saint Seiya [Longfic] Saint Seiya - Saga: CATACLISMO 2012

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Kazeshini, 6 Enero 2013.

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    Kazeshini

    Kazeshini Caballero de Junini

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    [Longfic] Saint Seiya - Saga: CATACLISMO 2012
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    [Saint Seiya/ Los Caballeros del Zodiaco] – Saga: CATACLISMO 2012

    Escrito en Ecuador por José-V. Sayago Gallardo


    CAPÍTULO 29: ¡AMENAZA DIVINA! LOS TRES GUARDIANES EGIPCIOS

    ==Ruinas del Santuario de Atenea, Restos de la Casa de Tauro==

    Kiki observaba con orgullo el ropaje de su amigo caído. Ver aquel toro dorado le recordó el gran valor y sacrificio del poderoso Santo llamado Zephyrus.

    La armadura dorada de Aries a espaldas de Mar vibraba con más ímpetu al encontrarse cerca del object de Tauro.

    —Increíble… No es solo la armadura de mi amigo la que ansía socorrer a nuestros compañeros en la batalla —declaró sorprendido el joven castaño, mientras la chica colocaba juntos ambos ropajes dorados dañados—. Ambas armaduras desean ascender hacia el Santuario de los dioses. Tal parece que incluso mi cloth de Aries ha elegido a alguien para portarla momentáneamente. Ella sabe que en las condiciones en las que me encuentro no podría utilizarla en este instante, pero aún así quiere seguir apoyando a otro de nuestros amigos.

    —Es increíble la voluntad que posee cada una de las armaduras —intervino la Guerrera de Coma Berenices, contemplando sorprendida los ligeros destellos de cosmos dorados que bañaban ambas cloths—. Es una lástima que se encuentren en tan mal estado después de la batalla contra ese dios que destruyó el Santuario…

    —Aunque mi cosmos se haya apagado, todavía poseo las habilidades necesarias para reparar ambas armaduras. Gracias a que pudiste encontrar mis materiales, los Santos de Aries y Tauro regresarán para proteger a la humanidad.

    La gran emoción con la que Kiki pronunció estas palabras provocó el rubor en el rostro de la muchacha de cabellera negra.

    —Ahora solo hace falta una cosa más para empezar la restauración —añadió él con un tono serio—. Debo verter la mitad de mi sangre sobre ambas cloths…

    Tal aseveración consiguió alarmar sobremanera a la chica, quien no dudó un segundo para protestar la decisión del Santo de Oro.

    —¡Señor Kiki! ¡No puedo permitir que haga tal cosa! ¡Su condición actual no es nada buena! ¡Entienda que si pierde más sangre, no solamente no tendría fuerzas para sostener sus herramientas, incluso su vida podría correr peligro!

    Kiki casi no le prestó atención a las advertencias de su compañera. En actitud digna le dio las espaldas y arremangó la vestidura que cubría su muñeca. Estaba dispuesto a cortar sus venas.

    A Mar sin duda le molestó la actitud desconsiderada del joven, pero más que esto, temió por su bienestar. Dándose cuenta de que su orgullo de Caballero no le permitiría escuchar razones, la chica adelantó su marcha y se colocó frente a él impidiéndole el paso hacia las armaduras. Con unos ojos celestes a punto de derramar lágrimas, se le plantó con decisión.

    —Me… me costó mucho salvarle la vida, señor Kiki. No deje que mi esfuerzo sea en vano —le pidió casi a manera de súplica—. Desde que… esta armadura me escogió como su portadora, yo sabía que tendría un rol importante en la protección de personas inocentes. Y ahora que también soy una Guerrera de Atenea, estoy dispuesta a dar toda mi sangre de ser necesario para que usted repare las armaduras.

    Las palabras de la joven conmovieron al Caballero, quien con tristeza, simplemente le retiró la mirada.

    —Aprecio tu esfuerzo por salvarme… pero mi deber está sobre mi vida… Además, no dejaré que te hagas daño por mi causa…

    Enjugando algunas lágrimas que dificultaban su visión, la doncella retiró la protección de uno de sus antebrazos e imitando los movimientos anteriores de su acompañante, intentó herir su muñeca para provocar el sangrado.

    —¡Oigan, ustedes dos! ¡No hagan cosas imprudentes!!

    Aquella providencial intervención detuvo las intenciones de la chica, quien junto con Kiki se volteó para ver a quien la había pronunciado. Se trataba del Santo de Plata Jabú de Perseo, quien a duras penas había llegado a escena. Y aunque el Caballero lucía una apariencia lamentable al estar su armadura destrozada y su cuerpo golpeado, esbozaba una gran sonrisa.

    —Vaya que la nueva generación de Santos actúa solo siguiendo su corazón. Siendo un Caballero Dorado deberías darle un mejor ejemplo a tu joven e impulsiva compañera. ¿No crees, Kiki? —inquirió el antaño Unicornio a manera de broma.

    —¡Señor Jabú! ¡Qué alegría verlo con vida!

    —¡Así es, Kiki! ¡Estamos más vivos que nunca! ¡Ni siquiera un dios pudo acabar con los poderosos Santos de Plata!

    El Dorado de Aries se le encendieron los ojos de júbilo al ver la lenta aparición de sus compañeros. En su mente había lamentado la muerte de los seis tras el impacto de las cuatro técnicas doradas sobre Viracocha. Por fortuna aquel ataque cuádruple solo los había alejado de la escena dejándolos inconscientes. Y aunque los cinco estaban tan maltrechos como Jabú, se las habían arreglado para alcanzar a Kiki y a Mar, siguiendo el recién despertado cosmos de la chica de Rodorio.

    Ban de Centauro se apoyaba en su camarada Geki de Hércules para avanzar, mientras Ichi de Cuervo y Nachi de Cerbero ayudaban a June de Lira a proseguir la dura marcha. Era increíble ver la alegría en los rostros de los seis plateados. Parecía que no les importaba el dolor de sus heridas.


    ==Estados Unidos==

    Aquella ciudad norteamericana se había convertido en un caótico infierno tras pocos minutos de la llegada de las tres deidades egipcias. No solamente el parque en el que se concentraban los cosmos divinos ardía con violencia. Incontables edificios también se incendiaban mientras desgarradores gritos y sonidos de choques y explosiones inundaban el escenario apocalíptico. El cielo rojo cual sangre parecía anunciar el fatal destino que le esperaba al país más poderoso del mundo.

    Verse en medio de tal caos en su propia tierra y además rodeado de aquellas tres poderosas presencias, desató un paralizante pánico en el joven e inexperto Evan.

    —Es entretenido ver al tan célebre y poderoso Santo de Fénix convertido en una simple gallinita —intervino divertido el más cínico de los tres, acercándose confiado al aterrado joven.

    Anubis vestía una impactante armadura negra de diseño faraónico con retoques dorados. La reencarnación del dios egipcio de los muertos se agachó un poco para que el humano lo vea cara a cara. Evan se sobresaltó aún más cuando contempló la apariencia de chacal negro de quien le hablaba.

    —Se parece bastante al otro guerrero que me encontré en la pirámide de Abu Gurab. Solo que la mirada de este no inspira respeto… sino lástima… —profirió el egipcio, resaltando el desprecio en sus animalescos ojos—. ¡Vamos! ¡No seas cobarde y al menos ten la consideración de presentarte antes de que envíe tu alma a mi Necrópolis!

    El joven de cabellera platinada no atinó a responder a la exigencia de su peligroso interlocutor. Las piernas le temblaban y un nudo se había formado en su garganta.

    —¡Anubis! ¡Ya deja de estar perdiendo el tiempo con ese mortal y acábalo de una vez! —expresó autoritario el dios ubicado a la derecha del Santo—. Se nos encargó la aniquilación de esta ciudad y no podemos seguir perdiendo tiempo aquí.

    Por puro instinto, Evan se giró al lugar del que procedía aquella voz cavernosa. Lo que vio lo dejó sin resuello: Ante él se encontraba un alto y fornido guerrero de porte solemne, envuelto su cuerpo en una magnífica armadura de metal cobrizo, cuyo diseño evocaba al Egipto ancestral. La principal particularidad de aquel Guardián era que sus facciones tampoco se veían humanas. El dios lucía la cabeza de un orgulloso halcón.

    —¿Acaso son ustedes… demonios? —inquirió casi balbuceando el Fénix, a causa del impacto de ver a dos humanoides con apariencia de bestias parlantes.

    —Te equivocas, Caballero. Nosotros tres no somos demonios —afirmó la deidad femenina, con un tono más condescendiente que sus acompañantes—. Somos dioses egipcios, desarrollando nuestra apariencia original en los cuerpos humanos que se nos otorgó para reencarnar en esta época. Todo gracias a la intervención divina del supremo Ra.

    La Guardiana que hablaba lucía un semblante todavía humano. Se veía como una atractiva mujer trigueña de lisa cabellera negra hasta los hombros. Sus grandes ojos verdes de aspecto felino resaltaban más la belleza de la deidad egipcia, quien estaba ataviada en una armadura faraónica de metal dorado claro con retoques en aguamarina.

    —Soy Femi de Isis. La diosa egipcia de la naturaleza y la fertilidad.

    —Espera un momento, Isis —le interrumpió grosero el Guardián en armadura negra—. No entiendo por qué sigues utilizando tu nombre humano. Parece ser que estás olvidando que en poco tiempo los tres seremos deidades completas. Soy Anubis, por cierto… dios egipcio de los muertos. ¿No te presentarás tú también ante el humano, compañero?

    —Supongo que el mortal al menos merece el honor de conocer las identidades de quienes acabarán con su existencia —respondió con seriedad el dios con apariencia de ave—. Mi nombre es Horus, soy el dios celestial de la civilización egipcia.

    El joven poco a poco iba tomando consciencia de lo grave de su situación. No eran guerreros cualquiera quienes amenazaban su vida, eran auténticos dioses egipcios. Así que lo menos que podía hacer ante ellos, era mostrar un poco de valor.

    —Soy Evan… —pudo articular al fin, observando desafiante a Horus—. Santo de Bronce de Fénix.

    —Evan… —repitió extrañado el egipcio de armadura cobriza—. Un nombre bastante curioso para un Santo de Atenea… No pareces ser griego como suponía serían todos sus guerreros.

    —Soy estadounidense…

    —Interesante, entonces creo que serás el único de tus compañeros que desaparecerá en su territorio natal… Yo mismo seré el encargado de ejecutarte. ¡Ustedes dos! —se refirió autoritario Horus a sus compañeros, volteándose para encararlos—. ¡No se atrevan a intervenir en esto! ¡Solo limítense a no permitir que Evan escape! Los recompensaré luego dejándoles matar una buena cantidad de personas en esta ciudad.

    Ni Anubis ni Isis decidieron protestar la decisión de Horus. En silencio solamente bloquearon el camino del humano.

    —«¿Entonces así termina todo? —reflexionó el Fénix, viendo la imponente figura del dios egipcio acercándosele a paso lento—. ¿Así de fácil dejaré que ese infeliz acabe con mi vida y con la de miles de personas inocentes en mi país? ¡Maldita sea!! ¡No lo permitiré!! ¡Soy un Caballero de Atenea! ¡El único que obtuvo su armadura sin la ayuda ni el entrenamiento de nadie! ¡No dejaré que me venzan en mi primera misión! ¡Les demostraré a todos que merezco portar la armadura del inmortal Fénix!!!».

    Tras la fatal amenaza del egipcio, la determinación y el valor reemplazaron al profundo terror que invadía el corazón de Evan. El brillo carmesí volvió a sus ojos y una incandescente aura anaranjada bañó su cuerpo.

    —¡Ustedes no son dioses! ¡Solo son unos malditos monstruos que disfrutan creando caos! —imprecó el joven de cabellera platinada alcanzando su máximo nivel de cosmos—. ¡‘Alas del Fénix Volador’!!!

    La potencia de la técnica de bronce fue tal, que consiguió incendiar los cuerpos de los tres sorprendidos Guardianes, quienes no esperaban esa reacción de su antes aterrada víctima. Tras disiparse la llamarada, el joven Caballero emergió de las cenizas y lanzó un certero puñetazo, el cual impactó con devastadora fuerza en el pecho de Horus.

    Sin embargo, todo esfuerzo de Evan resultó inútil. El dios celestial agredido ni siquiera había parpadeado al recibir el ken y el ataque. De igual forma, Anubis e Isis se mantenían intactos. El fuego no los había dañado.

    —Eres un ingenuo —intervino Anubis riendo burlonamente—. Te informo que la naturaleza del cosmos de Horus también es de fuego. Sería imposible que lo derrotes con ese tipo de técnicas y mucho menos si son así de débiles.

    Evan parecía una fierecilla acorralada ante quien intenta cazarla. Aunque fue capaz de recuperar su valor y su determinación, no pudo evitar sentirse intimidado por sus tres poderosos rivales egipcios.

    —Ya es suficiente de niñerías e insolencias —manifestó severo Horus, clavando su implacable mirada de halcón sobre el guerrero—. Este humano se atrevió a insultarnos al llamarnos ‘monstruos’ y no contento con eso levantó su puño contra nosotros. La muerte no será suficiente castigo para él… Merece sentir el mayor dolor que alguien podría experimentar…

    Evan ni siquiera pudo notar cuando la enorme mano de la deidad lo tomó por el rostro, haciendo una quemante presión a la altura de toda su mandíbula. Horus le había cerrado la boca de una manera bastante violenta y con la misma atenazadora fuerza lo elevó hasta tenerlo cara a cara. Al tener paralizada a su víctima, concentró una gran proporción de su cosmoenergía de Guardián en su mano libre.

    —Te arrancaré el corazón por atreverte a desafiar a los dioses del panteón egipcio. Sentirás un dolor que te parecerá eterno cuando veas como tu corazón se incendia lentamente entre mis manos. Todo ese sufrimiento lo experimentarás durante varios minutos que te parecerán siglos, hasta que al final mueras…

    Al momento que el dios se disponía a dirigir su garra contra el pecho del guerrero, una delicada mano se posó sobre su guantelete cobrizo. Isis lo había detenido tomándolo del antebrazo.

    —Espera, Horus. Las órdenes que nos dio Ra fueron eliminar inmediatamente a quien intente detenernos. No es necesario que lo hagas sufrir así con tu técnica de tortura.

    La actitud flexible de la hermosa Guardiana logró irritar a la deidad con facciones de halcón.

    —¡Te dije que no interfieras, Isis! —le gritó enojado el aludido, haciéndola a un lado con violencia.

    La grosera reacción del Guardián logró derribar a la diosa egipcia.

    —Horus se parece mucho a Ra. Ambos son bastante enojones —le comentó divertido Anubis a su compañera, mientras le extendía la mano para ayudarla a reincorporarse—. Será mejor que no nos metamos en los asuntos del pajarito o podría enfurecerse más aún.

    Casi a regañadientes la diosa aceptó la sugerencia de su irónico compañero. Con cierto pesar en el rostro, retiró la mirada para no observar la cruel tortura a la que sería inducido el Caballero.

    La desesperada reacción del Fénix fue golpear repetidamente el brazo de su captor, en un intento de que éste lo suelte.

    —Es inútil que te resistas, Evan. ¡Cuando sentencio una vida, no existe poder viviente que me detenga para segarla! ¡‘Incineración de Alma’!!!

    Justo cuando Horus dirigía su abrasadora zarpa al corazón del indefenso Santo, una intensa explosión convulsionó el parque entero. Algo que fulgía cual cometa llameante había impactado estrepitosamente en el escenario de la batalla.

    Unos segundos hicieron falta para que la feroz llamarada producida por la explosión atenúe un poco su intensidad, pero aún así el ambiente infernal que reinaba en la ciudad se había intensificado a causa de ese fuego que danzaba por todas partes.

    Evan yacía de rodillas en el pasto quemado. Su instinto de supervivencia lo obligaba a toser desesperadamente en un intento por recuperar un poco del oxígeno que había perdido. La cabeza le daba vueltas, pero en medio de su confusión, notó que no había sido herido por la técnica del Guardián.

    Al levantar su opaca mirada contempló la figura de alguien a quien conocía muy bien. La armadura dorada del recién llegado brillaba majestuosa al ser rodeada por el fulgor de las chispas de fuego que se elevaban con el viento caliente.

    —Ese es… Ikki de Leo… —pudo pronunciar el Fénix para sí, al ver la imponente figura de su antecesor, quien observando sin parpadear al egipcio de cobrizo ropaje, se había plantado frente a su compañero de bronce, dándole las espaldas en actitud protectora.

    Por un instante Evan se sintió pequeño ante la presencia del Santo Dorado que lo había rescatado. Era la primera vez que contemplaba la fuerza de aquel abrumador cosmos, el cual a pesar de sentirse rebosante de justicia, mostraba a la vez un enorme e incomparable poder de iracunda destrucción…

    Continuará…

    ===========

    Con ustedes el más severo de los Guardianes egipcios:

    Horus, dios celestial de la civilización egipcia

    [​IMG]
    Mil gracias, Alalá, por darle vida a esta imagen con tus colores.

    Nos vemos en el próximo capítulo. Saludos desde Ecuador.
     
    Última edición: 2 Julio 2020
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    Escrito en Ecuador por José-V. Sayago Gallardo


    CAPÍTULO 30: ¡ORGULLO HERIDO! SE DESATA LA FURIA DE HORUS

    ==Ruinas del Santuario de Atenea, Restos de la Casa de Tauro==

    Rápidamente, Mar se puso en la tarea de socorrer a los Santos de Plata. Utilizando sus amplios conocimientos de enfermería aplicó unos primeros auxilios impecables a los seis, a pesar de no tener los implementos médicos necesarios para ese fin.

    —Muchas gracias, Mar —le agradeció efusivo el anterior Caballero de Lobo a la muchacha que estaba vendando su cabeza.

    —De nada, señor Nachi. Es un gusto poder ayudar a los valientes guerreros que protegen a la humanidad.

    —¡Tienes una novia muy considerada y amable, Kiki! —intervino de repente Geki de Hércules, haciendo notoria la emoción en su voz—. ¡Sí que hacen bonita pareja ustedes dos!

    El rubor no se hizo esperar en todo el rostro del aludido y también en el de la chica de Coma Berenices. Ninguno de los dos atinó a negar la afirmación del antaño Santo de Bronce y en silencio simplemente evitaron mirarse a los ojos a causa de la vergüenza.

    —Compañeros de Plata —dijo luego con seriedad el Ariano, aclarando su garganta en un intento por recuperar la compostura tras el sobresalto—. Para ninguno de ustedes es un misterio el hecho de que la Tierra se encuentra en grave peligro. Poderosas voluntades divinas amenazan el destino de la humanidad…

    Kiki tenía un enorme respeto por los antiguos Santos de Bronce. Desde muy pequeño había sido testigo del gran esfuerzo de los seis por ser mejores guerreros para Atenea, ya que desde niño incluso los acompañó en las batallas en las que estos valientes Caballeros habían peleado arduamente en nombre de la justicia.

    Lo que más admiraba de los seis era la férrea hermandad que se desarrolló entre ellos con el pasar de los años. Los inseparables amigos siempre habían enfrentado juntos todo peligro y en esta ocasión no fue la excepción. June, Ichi, Jabú, Geki, Nachi y Ban sobrevivieron a la invasión de Viracocha gracias a sus fuertes lazos de amistad.

    Fue por ese espíritu de camaradería que el joven lemuriano se enorgulleció siempre de sus compañeros. Orgullo que mostró en todo momento con su actitud humilde, al no sentirse superior a los Legendarios de Plata a pesar de ser un Santo de Oro.

    El Caballero Guardián del Primer Templo explicó pausadamente lo ocurrido hasta el momento. Los seis guerreros recién llegados lamentaron en silencio los sacrificios de Mû, Aldebarán y Zephyrus para vencer a Viracocha. De igual forma se enteraron con sorpresa de la aceptación de Mar como Amazona de Cabellera de Berenice y por último conocieron el deseo de las cloths de Aries y Tauro por ascender al santuario de los dioses en el cielo.

    —Ya veo… —manifestó June pensativa tras la explicación del Ariano—, entonces por esa razón Mar intentaba lastimar su muñeca…

    —Los detuve justo a tiempo, sino quién sabe cómo habrían terminado las cosas —añadió Jabú, con un tono que daba a entender que estaba regañando a los dos Santos más jóvenes.

    —¡Pues no se diga más, amigos! —declaró repentinamente un emocionado Ban, antecesor de León Menor; casi dando un brinco desde el lugar en el que reposaba—. ¡Será nuestra sangre la que reviva las armaduras doradas!

    Sus cinco compañeros asintieron con una sonrisa de complicidad. Enseguida se reincorporaron y rodearon los object de Aries y Tauro.

    —Esperen, por favor —intentó atajarlos el Caballero Dorado—. En la condición en la que se encuentran no serán capaces de sobrevivir si derraman su sangre.

    —Estamos en mejor estado que tú, Kiki —afirmó sonriente el antaño Hidra—. Además, si vertemos nuestra sangre los seis a la vez, nuestras vidas no correrán peligro y tendrás sin problemas la cantidad de sangre necesaria para reparar las cloths.

    —Ichi tiene razón —secundó June, retirando los restos del guantelete de plata que aún cubría su antebrazo—. Además, tampoco permitiremos que Mar se sacrifique en nuestro lugar. Siendo quien está en mejores condiciones, ella tiene una misión más importante. Será la encargada de llevar las armaduras de Aries y Tauro hasta sus nuevos portadores y además deberá apoyarlos en el combate.

    En silencio y aún con dudas, Kiki y Mar aceptaron la proposición de los Caballeros de Plata. Con notorio pesar y enorme respeto los vieron infligir profundas heridas en la muñeca. El abundante sangrado no se hizo esperar.

    —Amigos… muchas gracias por su sacrificio —les dijo casi susurrando la joven en armadura negra—. Les prometo que haré mi mejor esfuerzo en su nombre.

    En silencio los seis guerreros aceptaron las palabras de la chica, mostrándole una gran sonrisa. Ban, Geki e Ichi derramaron su sangre sobre la armadura de Tauro, mientras que Jabú, Nachi y June vertieron la suya sobre el ropaje dorado de Aries.

    —El regalo de su sangre es algo que atesoraré hasta el último día de mi existencia —secundó Kiki de Aries, empuñando con decisión sus herramientas doradas—. ¡Utilizaré toda mi habilidad para reparar las armaduras!

    Pasó casi una hora desde que el joven muviano empezó con el proceso de restauración de ambas cloths. Los seis Santos de Plata que ofrecieron su sangre yacían recostados, observando con atención el arduo trabajo de su compañero de oro. Mar había atendido las heridas en sus antebrazos y detenido el sangrado sin problemas.

    Con profunda concentración, Kiki manejaba habilidosamente alcayatas, martillos y cinceles. Con cada repiqueteo de las herramientas sobre el metal, la fusión de oricalco, gammanium y polvo de estrellas reforzaba el oro de las cloths, produciendo en el proceso doradas chispas que brincaban y se entremezclaban también con las brillantes gotas del líquido vital que resucitaba nuevamente las armaduras.

    La labor terminó y al fin los ropajes de Aries y Tauro habían sido regresados a su gloria original por el único ser humano capaz de lograr tal proeza, quien abatido por el duro esfuerzo, simplemente se dejó caer exhausto entre las rocas tras concluido su trabajo.

    Ambas armaduras lucían impecables y con más vida y brillo que nunca antes. Enseguida ambos object ingresaron en sus respectivas cajas de pandora.

    —Ya no podemos seguir perdiendo más tiempo —declaró presuroso el Ariano reincorporándose con dificultad—. Ascenderemos juntos, Mar. Por favor, lleva la armadura de Tauro contigo.

    La chica acogió la petición enseguida, tras lo cual el Santo de Oro hizo un gran esfuerzo para acomodar la pesada caja de su cloth de Aries a sus espaldas.

    —Pero, señor Kiki. Usted no podrá acompañarme en su condición actual —lo detuvo preocupada la Amazona de Coma Berenices, sosteniéndolo sobre su hombro al verlo trastabillar—. Por favor, confíeme la armadura de Aries. Yo me encargaré de entregarla a su nuevo portador.

    —Lo siento, Mar, pero no puedo dejar que hagas esto sola. Los peligros que nos esperan allí arriba son…

    El joven castaño no pudo terminar su réplica. Un potente puñetazo se había enterrado en su abdomen y lo había dejado sin aliento, hasta el punto de hacerle perder la consciencia. El culpable de la agresión, el Caballero de Plata Ichi de Cuervo, con notorio pesar sostuvo al agredido antes de que se desplome y lo recostó sobre el destrozado piso de mármol.

    —¡Señor Kiki!! —gritó alarmada la chica de cabellera en trenza—. ¡¿Señor Ichi, por qué lastima así a su compañero?!

    —Tranquilízate, Mar. No lo herí de gravedad. El golpe que le di solamente lo dejará desmayado por unos minutos.

    —Quizás lo que hizo Ichi te parezca cruel, pero todos nosotros conocemos lo testarudo que puede ser Kiki cuando tiene una idea fija en la cabeza —intervino Geki con una triste sonrisa, al tiempo que tomaba la caja dorada de Aries—. Es tan ‘cabeza dura’ como los demás Santos Dorados. No existe poder humano que lo haga cambiar de parecer.

    —Lo conocemos desde que era un niño de ocho años —secundó June de Lira con un suave tono maternal—. Su maestro Mû era todo lo que tenía en este mundo, pero desde que dio su vida en el Muro de los Lamentos, Kiki se quedó completamente solo, sin embargo, esto no lo desanimó. Es más, en honor a su mentor se esforzó todos y cada uno de sus días para poder ser un digno sucesor de su armadura de oro.

    —Con el pasar de los años su actitud jovial era reemplazada poco a poco por una seria determinación —manifestó con añoranza Nachi, el antaño Lobo—. Él simplemente quería ser como su maestro en todos los sentidos. Supe incluso que se refugió en la soledad de Jamir durante varios años para lograrlo y, que fue en ese lugar donde desarrolló por sí mismo el arte de la restauración de cloths gracias a los textos que había dejado su maestro en una gigantesca biblioteca en su torre. Pero no solo cultivó su mente, también fortaleció su cosmoenergía hasta el punto en el que logró ser el digno sucesor de Aries.

    —Y ahora, a pesar de que su cosmos se ha extinguido por completo, aun así intenta acompañarte en tu travesía —resaltó Ban de Centauro con orgullo—. Sin duda Kiki es todo un Caballero Dorado.

    Mar pudo conocer un poco más sobre el pasado de aquel gran hombre gracias a sus compañeros. En silencio lo observó yaciendo sobre los restos de roca. Parecía dormir plácidamente.

    —Yo… ascenderé hacia aquella fortaleza… en el cielo. Lo haré por ustedes y por el señor Kiki.

    —Hazlo también por Atenea, Mar —le dijo Jabú, posando amistosamente la mano en la hombrera negra de la chica, mientras le regalaba una sonrisa que inspiraba confianza—. Ahora eres una de nosotros y estamos seguros de que no nos decepcionarás allá arriba.

    A pesar de la pérdida de sangre, Geki de Hércules hizo un gran esfuerzo para acomodar la caja de la armadura de Aries a espaldas de la joven. El peso combinado de ambas cloths aplacó un poco la voluntad de la Amazona. Fue notorio para todos como las rodillas de la muchacha se doblaron por un instante. Además, al levantar la mirada, incluso se sintió intimidada al observar la enorme e implacable Maravilla Suprema levitando en el cielo griego.

    Aquella mirada de inseguridad no pasó desapercibida por su compañera June de Lira. En silencio la Amazona de Plata notó que Mar tenía miedo de ir sola, ya que al ser la joven una absoluta novata en la batalla, supuso que no sabría cómo ascender y mucho menos con tal peso encima.

    —Mar, antes de que partas. ¿Podría hablar un minuto contigo?

    —Claro que sí, señorita June.

    Un poco alejadas de sus demás compañeros de Plata, ambas Guerreras se quedaron a solas. Ya que la máscara que cubría sus facciones había sido destruida por la técnica del dios inca, el amable rostro de June era claramente visible para la inexperta Amazona de Cabellera de Berenice.

    La mujer rubia se dirigió con un tono comprensivo a su nueva compañera:

    —Todo lo que está ocurriendo debe ser muy difícil para ti, ¿cierto? Tu vida cambió completamente en unos pocos minutos. Pasaste de ser una chica normal en Rodorio a ser toda una Guerrera de Atenea.

    —Aprecio mucho el que me considere como su compañera —replicó la joven con el mismo tono amable con el que le estaban hablando—. Yo sé que no nací para pelear, pero aun así daré mi mejor esfuerzo. Si esta armadura me escogió como su portadora, cumpliré con orgullo la misión que me han encomendado.

    —De eso estoy segura. Solo quería cerciorarme de que no existían dudas en tu corazón antes de tu ascenso.

    —A decir verdad… admito que tengo un poco de miedo…

    —No debes temer, Mar —la reconfortó la dama rubia, posando su cálida mirada en la de su interlocutora—. Lo único que debes tener en mente para descubrir tu fuerza interior, es el recuerdo de las personas que provocan en ti una sonrisa sincera. Solo evoca la imagen de aquella persona que te hace sentir viva con tal solo pronunciar su nombre.

    En silencio, la muchacha se ruborizó.

    —Como mujer me di cuenta de tus sentimientos —añadió la antaño Amazona de Camaleón con gran emoción—. Conozco bien esa mirada brillante que muestras cada vez que observas a Kiki. A mí también me ocurre cuando pienso en mi persona especial.

    —Señorita June… por favor…

    La joven no pudo terminar su frase, estaba demasiado sobresaltada y su corazón latía con ímpetu. Su silencio y su rostro aún más sonrojado la delataban.

    —¡Lo sabía! ¡En cuestiones del corazón nunca me equivoco! En serio me alegro mucho por ti, Mar. Como ya habrás notado, ahora posees una razón más para luchar. Y no lo harás solo por tus sentimientos hacia Kiki. Encontrarás la suficiente fuerza y valor para ascender porque no lo harás sola. Tus camaradas de Plata te acompañaremos en espíritu y no solo nosotros, cuentas también con la fuerza de toda la gente de Rodorio.

    Poco a poco las dudas se iban despejando de la mente de la muchacha. Las palabras de June conseguían animarla de gran manera.

    —Piensa además que las armaduras que llevas a espaldas, más que un peso para ti, representarán una poderosa compañía, ya que ambas poseen la esencia de los valientes Santos que las portaron en el pasado. ¡Por eso estoy segura de que tendrás éxito en llegar a la fortaleza de los dioses!

    La conversación mujer a mujer consiguió reconfortar y devolver el valor y la seguridad a la más joven.

    —Señorita June, ya no puedo esperar más en este lugar. Me necesitan allá arriba. Por favor despídame de mis compañeros de Plata y del señor Kiki cuando despierte.

    —Intentaremos alcanzarte cuando nos recuperemos de la pérdida de sangre —comunicó la antaño Amazona de Camaleón a manera de amistosa despedida—. ¡Ahora ve y haznos sentir orgullosos de ti, Guerrera de Cabellera de Berenice!

    Con gran convicción, Mar se volteó y emprendió veloz carrera. Al verla correr con tanta seguridad a su compañera le fue difícil creer que hace poco la muchacha no podía caminar, y más aún al ver que las Cajas de Pandora doradas parecían no pesarle en absoluto.

    June y los demás Santos de Plata observaron con asombro el aura celeste y negra que bañó el cuerpo de la chica. Pero la mayor sorpresa para todos fue cuando la vieron emprender vuelo a vertiginosa velocidad. La Amazona de Lira sonrió emocionada al ser testigo de lo que la fuerza de voluntad de Mar era capaz de lograr.

    Fue increíble ver como la chica se elevaba veloz en forma de una intensa luz. Tal fue la potencia que produjo su despegue, que consiguió levantar una gran cantidad de escombros que fueron desperdigados por todo el lugar. Incluso sus compañeros plateados se vieron obligados a protegerse de la poderosa onda expansiva generada por aquel intenso cosmos.

    —¡Estupendo! —exclamó Jabú de Perseo, intentando disipar el polvo levantado que le obstaculizaba la visión—. ¡La nueva generación de Santos es muy poderosa!!

    Los seis Caballeros que permanecían en el Santuario observaron desde sus lechos improvisados el ascenso de la joven en cloth azabache. A todos les dio la impresión de que una dorada estrella fugaz se elevaba en cielo. Una estrella en la que habían puesto todas sus esperanzas.


    ==Estados Unidos==

    El infierno en el que se había convertido aquella ciudad norteamericana parecía haberse intensificado tras la aparición de ese furioso cosmos ígneo. Ikki había sentido la presencia de las tres deidades egipcias y logró trasladarse a la velocidad de la luz desde el Santuario en Grecia hasta los Estados Unidos. Esfuerzo sobrehumano que le costó una gran cantidad de energía física y espiritual. Su respiración acelerada y el sudor que rezumaba su frente delataban este hecho, pero aun así se mantuvo firme frente a sus rivales, ocultando su cansancio sin siquiera parpadear al encarar al dios celestial Horus.

    —Pero si es nada más y nada menos que el poderosísimo Santo Dorado de Leo —manifestó irónico el Guardián que representaba a Anubis, rompiendo el tenso silencio—. Nos cansamos de esperarte, así que tuvimos que empezar la fiesta sin ti.

    —Conque un Santo Dorado… —secundó la deidad con facciones de halcón, sin poder ocultar el desprecio en su voz—. Creí que todos los Caballeros de la orden más poderosa de Atenea estarían en la Maravilla Suprema en estos momentos. La barrera de energía que el supremo hindú Brahma colocó sobre nuestro recinto se supone impediría que ustedes puedan percibir los cosmos de nosotros los invasores de la Tierra… De todas formas eso no tiene importancia. Será mucho más satisfactorio acabar con tu vida sabiendo que eres una pieza clave en la victoria de Atenea. Disfrutaré castigándote por haber cometido la osadía de intervenir en mi castigo divino. Nosotros los dioses egipcios…

    —¡Cierra el pico de una vez, pajarraco!!!

    La potente orden de Ikki sorprendió a todos los presentes. Incluso el mismo Horus se sobresaltó al escuchar tan atrevida vejación. Por su parte el sucesor del Fénix logró salir de su letargo y volver a la realidad gracias a ese enérgico grito.

    —¡¿Cómo te atreves a hablarle así a un dios?! ¡Humano despreciable, te enseñaré a respetar a…!!

    La réplica de la reencarnación de Horus fue detenida por una fuerte mano que atenazó su pico de halcón. Ikki había usado su prodigiosa velocidad para acercarse a su rival y callarlo tomándolo por esa parte de la cabeza.

    El silenciado se vio notoriamente sorprendido al ser callado de una manera tan repentina, forzosa y humillante, pero lo que en realidad le impactó fue el hecho de que no logró ver a su contrincante acercarse o siquiera moverse. Ni sus otros dos compañeros ni el actual Fénix lograron leer sus movimientos y en silencio se limitaron a presenciar atónitos la escena.

    —¡Te ordené que cerraras ese sucio pico de una vez! —reiteró el Caballero Dorado, haciendo aún más presión con sus dedos en el mencionado apéndice, al tiempo que clavaba una iracunda mirada sobre su paralizada víctima.

    —¡No tienes derecho a llamarte a ti mismo un dios! —añadió Leo a manera de reprimenda—. ¡El propósito de un ser divino es proteger a las personas! ¡Un dios no existe para destruir las vidas de inocentes y crear terror y caos en medio de una civilización! ¡Será precisamente uno de los humanos que tanto desprecias quien te hará pagar por tu crueldad!

    Las atrevidas palabras del guerrero dorado fueron consideradas como una seria blasfemia por el egipcio en armadura cobriza. Su sorpresa fue reemplazada por un profundo sentimiento de cólera.

    El dios celestial no permitiría que un simple humano le siga faltando el respeto, así que su reacción instintiva fue concentrar su cosmoenergía en su puño para luego propinar un poderoso golpe en pleno rostro de Ikki. La potencia del embate fue tan intensa, que logró liberarlo de inmediato de la mano de su captor, y aunque el ataque no fue suficiente para derribar al Santo, sí consiguió hacerlo retroceder varios metros y arrancarle el casco de Leo, tras hacerle girar el rostro violentamente.

    El agredido se quedó estático en esta posición.

    —¡Mortal atrevido! ¡Seré yo quien te haga pagar por tu osadía! ¡Ese golpe fue solo el comienzo de tu castigo divino!

    —¿Castigo divino, dices? —inquirió el hombre en cloth de oro, riendo despectivamente para luego girarse y encarar con determinación a su oponente egipcio—. Admito que tu golpe fue uno de los más fuertes que he recibido, sin embargo, no posees la auténtica fuerza de un dios. He luchado contra seres divinos en el pasado y su simple presencia ha hecho estremecer hasta la última de mis células. ¡Tú no eres un dios! ¡Solo eres un fenómeno con aires de grandeza!!

    Tras terminar su provocador discurso, Ikki escupió con desprecio la sangre que se había acumulado en su boca producto del puñetazo y en silencio esperó la reacción del egipcio, la cual no se hizo esperar.

    La furia de Horus causó la repentina liberación de su magnífica cosmoenergía, la cual se manifestó en la forma de una bella aura formada por danzantes llamas blancas. Sus animalescos ojos de halcón parecían desprender furioso fuego albo, mientras las metálicas alas cobrizas de su armadura se extendían haciendo más intimidante su apariencia.

    En silencio el Guardián adoptó una extraña pose de batalla, la cual consiguió alterar a su compañero Anubis, quien al ver la profunda concentración del más severo de los Guardianes, sabía lo que vendría a continuación…

    —Tú tan imprudente como siempre, Ikki. No estarías contento hasta provocar así a Horus, ¿cierto? Si aprecias tu vida te aconsejo que abandones este lugar en menos de diez minutos. No tienes idea de la devastación que se desatará de la técnica que está a punto de ejecutar.

    El dios de los muertos no pudo contener una burlona carcajada.

    —Vaya, parece ser que esta ciudad será reducida a cenizas antes de lo previsto. Será divertido ver toda esa muerte desde un lugar más privilegiado —declaró irónico el ser con cabeza de chacal negro, volteando para ver a su compañera—. Isis, te sugiero que también abandones este lugar si no deseas ser lastimada.

    —No es necesario que lo digas, Anubis. De todas formas mis asuntos en este lugar han terminado en decepción —respondió la aludida, mirando de reojo a Evan de Fénix. Y aunque provocó cierta duda en su suspicaz compañero, este no se distrajo de lo que tenía que decirle al Caballero de Oro.

    —Es una lástima tener que despedirnos nuevamente, Ikki. Espero que sobrevivas a la ira de Horus, ya que tenía una sorpresa preparada especialmente para ti…

    Dicho esto, el egipcio en armadura negra se desvaneció tras una espesa bruma del mismo color.

    Por su parte, la reencarnación de la diosa egipcia de la fertilidad se limitó a observar con una actitud neutral a los dos guerreros humanos. Parecía ser que intentaba decirles algo, pero titubeó y decidió que sería mejor abandonar la escena en silencio.

    Horus parecía estar en un profundo trance. Permanecía quieto en su posición de batalla mientras su cosmos blanquecino se concentraba en todo su ser. Ikki se mantuvo alerta observándolo sin parpadear, esperando con expectativa el siguiente movimiento del dios. Su gran concentración no le permitió notar las intenciones de Evan, su sucesor, cuya impulsiva personalidad le hizo ver el momento apropiado para atacar al enemigo.

    —¡Diez minutos serán suficientes para acabar contigo, maldito Horus! —bramó con resentimiento el joven de bronce, corriendo con un llameante puño extendido hacia el inmóvil contendiente—. ¡Ahora que tus compañeros se han marchado, nada evitará que te acabe con mis propias manos!!

    —¡Detente, novato!! ¡Morirás si te acercas a Horus en este momento!!

    Continuará…

    ===

    Para que se hagan una mejor imagen mental de los enemigos de este arco, con ustedes la Guardiana egipcia que me quedaba por presentarles:

    Isis, diosa egipcia de la fertilidad y la naturaleza.

    [​IMG]
    Muchas gracias, Alalá, por darle color a mi dibujo de la diosa.

     
    Última edición: 2 Julio 2020
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    Kazeshini

    Kazeshini Caballero de Junini

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    [Saint Seiya/ Los Caballeros del Zodiaco] – Saga: CATACLISMO 2012

    Escrito en Ecuador por José-V. Sayago Gallardo


    CAPÍTULO 31: ¡ENCUENTRO LLAMEANTE! LA MANIFESTACIÓN DE JUSTICIA

    ==Maravilla Suprema, Páramo de Hanan Pacha==

    Las extensiones de terreno bajo la protección de Viracocha se habían mantenido intactas durante la batalla. Ni una sola gota de sangre había sido derramada en ese pacífico lugar, el cual estaba adornado por una gran cantidad de vegetación típica de la serranía sudamericana. La cálida luz divina que bañaba aquel escenario era contrarrestada por sendas corrientes de frío, las cuales atravesaban veloces los páramos y plantaciones agrícolas que lo decoraban.

    Para cualquier ser humano común el trayecto habría sido difícil ante tales condiciones, pero no para los dos Santos de Atenea que arribaron hace poco. Tras recuperar sus cinco sentidos al llegar, ambos avanzaban un tanto confundidos entre los pastizales.

    —Es la primera vez que veo un terreno así de fértil —le comentó con curiosidad Caramon de Oso a su hermano mayor—. Es agradable estar rodeado por la naturaleza.

    Aquellas palabras sacaron al Lobo de sus reflexiones. Hasta ese momento su mente estaba cien por ciento concentrada en planear una estrategia y analizar la situación actual de ambos.

    —Sin duda nos encontramos en un ambiente muy distinto al de Jamir o al Santuario —intervino al fin Raistlin, todavía escrutando el escenario—. Todo esto incluso difiere bastante de lo que he leído sobre nuestra natal Lemuria.

    —Hermano…

    —¿Sí, Caramon?

    —No creo que un dios malvado sea capaz de crear un lugar maravilloso como este —supuso el lemuriano más alto y fornido, sonriendo amable—. ¿En serio crees que alguien que planea acabar con los humanos pueda, a la vez, dar nacimiento a una cantidad tan exuberante de vida?

    —Las apariencias engañan, hermano menor. Además, considero que la creación de esta fortaleza divina no es una demostración de vida como afirmas —respondió el Santo de Bronce de Lobo con seriedad—. Para mí este santuario no es más que una muestra de poderío y dominación. No creo que sea coincidencia el hecho de que esta isla en el cielo haya sido construida justamente sobre nuestro Santuario. Seguramente los dioses que la crearon están haciendo alarde de su poder ante nosotros los humanos.

    —Tú siempre viendo las cosas desde el peor punto de vista, Raistlin.

    —Y tú siempre tomándote todo a la ligera, Caramon —le increpó su interlocutor, con una actitud que silenciosamente lo exhortaba a dejar la discusión.

    —De cualquier forma, hermano —añadió el Caballero de Lobo—. Si Shaka de Virgo nos ayudó para ascender hasta este lugar, no debemos desaprovechar la oportunidad que nos dio y habremos de derrotar a cualquier enemigo que encontremos.

    —¡Ahora sí estamos de acuerdo, Raistlin!

    Los Santos de Bronce prosiguieron con cautela su marcha en contra del viento helado de los páramos, pero por más que avanzaban, no conseguían siquiera sentir cosmos enemigos. Ambos caminaron por varios minutos hasta que consiguieron llegar a una extensa plantación agrícola.

    Fue impactante para ellos encontrarse ante una cantidad tan abundante de coloridos vegetales y frutas andinas. Aquellos apetitosos alimentos no pasaron desapercibidos para Caramon, quien a decir verdad, tuvo el impulso de zamparse el terreno completo de ser posible. El fuerte gruñido de su estómago delató su hambre.

    —Ni se te ocurra, Caramon… —advirtió el hermano mayor, adivinando las intenciones del menor—. Ni siquiera pienses en tocar estas plantas…

    —Pero hermano, ha pasado mucho tiempo desde que no he comido —replicó el aludido, con unos brillantes ojos clavados sobre la inmensa cantidad de deliciosos alimentos.

    —Han pasado solo unas horas desde que devoraste la ración de diez hombres… Aprende a controlarte, hermano.

    —¡No me culpes, Raistlin! —reaccionó indignado el joven alto de cabellera verde claro—. ¡Un hombre grande como yo necesita comer seguido para conservar su fuerza!

    Raistlin dirigió su seria mirada dorada a su impulsivo y hambriento hermano menor.

    —Recuerda la lección sobre la calma que te dio Shaka en el Santuario…

    Casi a regañadientes, Caramon acogió las palabras de su hermano y el recuerdo de su reciente experiencia con el ‘Tesoro del Cielo’. Y aunque su estómago no dejaba de exigirle comida, se las arregló para controlar esos impulsos primarios.

    —Con… Continuemos con nuestro camino, hermano… —sugirió casi titubeando el Oso, desviando la mirada para que la apetitosa apariencia de esos vegetales y frutas no lo sigan tentando.

    —Has decidido sabiamente. Recuerda que nos encontramos en territorio enemigo y que no debemos distraernos por nuestros impulsos. Tal como nos enseñó Shaka, solo debemos hacer caso a nuestro instinto cuando este nos exhorte a proteger a quienes amamos. Justamente en eso consiste ser un Caballero de Atenea: En ser capaces de igualar nuestra pasión con nuestra calma.

    Una lagrimita de pesar recorrió el cabizbajo rostro del lemuriano más fornido, al tiempo que pasaba de largo por aquel verde campo junto con su hermano.

    Un colosal edificio que se elevaba en la lejanía de los pastizales llamó la atención de ambos. Se trataba del Templo Sagrado Inca, el cual consistía en una compleja estructura construida enteramente de roca tallada con decoraciones autóctonas andinas. Aquel recinto evocaba la arquitectura típica de la imponente cuidad de Machu Picchu, orgullo del Perú ancestral y de toda Sudamérica.

    Con gran decisión, ambos emprendieron caminata hacia aquel lugar. Estaban dispuestos a enfrentar lo que sea que se interponga en su camino. Y de hecho, no avanzaron mucho cuando una grave voz masculina salida de las alturas, llamó su atención.

    —Los admiro por haber respetado el ‘Maizal de los Dioses’. Aquellos vegetales y frutas que vieron solo pueden ser degustados por las deidades incas. Cualquier mortal que se hubiese atrevido a profanar los alimentos sagrados, habría perecido en el acto.

    —Si deseas felicitarnos, entonces hazlo cara a cara —le sugirió el Lobo en tono irónico al dueño de aquella voz.

    —No veo necesario mostrarme ante ustedes —afirmó con autoridad el misterioso interlocutor, todavía sin aparecer—. Como Guardián de este territorio que soy, simplemente deseo advertirles que no toleraré la presencia de invasores en terrenos del supremo Viracocha, así que espero que se marchen en paz de estas tierras sagradas.

    —Nos costó mucho llegar hasta este lugar, seas quien seas —intervino Caramon en actitud altiva—. Y nuestro deber como Santos de Atenea es…

    —¡Santos de Atenea!! —repitió alterado sobremanera el nuevo Guardián, aún oculto en la densa niebla que flotaba en el firmamento—. ¡Entonces fueron ustedes los que acabaron con la existencia de mi señor Viracocha!! ¡En ese caso no puedo permitir que abandonen este territorio!

    Tras un estrepitoso vendaval de aire frío, una figura humanoide descendió desde las alturas y aterrizó sobre los pastizales cercanos a los Caballeros. De forma repentina había llegado a escena un hombre ataviado en una elaborada armadura de color añil, decorada ésta con incrustaciones de oro y joyas que rememoraban artesanías de periodos precolombinos.

    —Soy Wayra de Kuntur, el Cóndor Guardián de la Hanan Pacha —se presentó con obligada cortesía el guerrero recién aparecido—. Lo siento, pero en nombre del supremo inca tendré que acabar con sus vidas.

    Aquel hombretón trigueño de cabellera negra se acercaba lenta pero decididamente a la pareja de Santos. Con cada paso que avanzaba, la tierra temblaba bajo sus grandes perneras.

    Raistlin y Caramon se sobresaltaron al verlo, y no era para menos. Era la primera vez que conocían a alguien de tal apariencia. Ninguno de los hermanos había visto antes a un ser humano de facciones tan toscas y severas. Ambos se sobrecogieron en silencio ante la presencia del ancestral habitante andino de pura sangre inca. Y aunque su tamaño no igualaba al del Santo de Oso, su corpulenta presencia se imponía ante el mismo al ser también su armadura azulada más impresionante a la vista.

    Tras el impacto de conocer a su rival, los guerreros de Atenea no se dejaron intimidar y alzaron la guardia dispuestos a empezar el combate por su propia supervivencia.


    ==Estados Unidos==

    Ikki detuvo el ímpetu de la agresión de Evan agarrándolo firmemente del guantelete. La oportuna intervención a la velocidad de la luz del Dorado evitó una potencial tragedia.

    —Tu juventud e inexperiencia te obligan a cometer actos impulsivos y poco prudentes —increpó con seriedad antecesor a sucesor, soltándole el brazo con desprecio—. No olvides que estamos en medio de un combate real y no en uno de tus entrenamientos infantiles en el Santuario.

    —¡No te entiendo, Ikki de Leo! ¡Ese sujeto está allí sin moverse, solo esperando a que cualquiera de los dos lo ejecute! ¡Ni siquiera se percibe su cosmos! —rechistó a manera de reclamo el más joven.

    Era evidente que el actual Fénix no respetaba a quien portó su armadura de bronce hace años atrás. El joven Evan parecía no apreciar el hecho de que había sido rescatado por el mismo Ikki hace unos minutos y no tenía reparos en demostrar su descontento con la que él consideraba una actitud pasiva por parte del Santo de Leo. El comportamiento altanero y evasivo hacía obvio el descontento del de cabellera platinada.

    —En este momento no tengo tiempo para golpearte nuevamente y ponerte en tu lugar, novato. Solo escúchame con atención: Jamás debes subestimar la capacidad de tu rival. Recuerda que no son enemigos cualquiera los que estamos enfrentando.

    —No tienes derecho a decirme qué hacer, Ikki. ¡Ni siquiera eres mi maestro!

    El hombre de cabello azulado enmudeció ante la repentina reacción de su compañero. En silencio simplemente le dio las espaldas y señaló con seriedad al inmóvil dios egipcio.

    —Observa bien a Horus, novato —le sugirió Leo, continuando su explicación como si no hubiese escuchado la última frase del heredero de su armadura de bronce—. Ese pajarraco no sería tan idiota como para permanecer en un profundo trance mientras dejaba su cuerpo vulnerable a un ataque abierto. Fue muy inteligente al concentrar todo su cosmos en su cuerpo, así no podríamos ver ni sentir la protección oculta a su alrededor.

    En efecto, los años de experiencia en batalla del antaño Fénix le permitieron percatarse de la presencia de una invisible barrera de cosmos quemante que protegía a quien la erigió. Aquella película había sido colocada tan cuidadosamente, que resultó imperceptible a los seis sentidos del joven de bronce, quien ignoraba el hecho de que el simple contacto cercano con Horus habría sido suficiente para calcinarlo sin piedad.

    Evan se sentía enojado y frustrado por su propio comportamiento. Saber que sus impulsos casi le hacen perder la vida de una manera inútil, lo contrarió sobremanera. En silencio simplemente le retiró la mirada a su antecesor y cabizbajo apretó los puños en señal de ira.

    —Oye, novato —lo llamó severo el hombre en armadura dorada, sin siquiera dignarse a encararlo—. Tu mirada ya no es la misma de antes. Veo que poco a poco el miedo irracional está invadiendo tu corazón… ¿Dónde quedó el valiente guerrero que demostró convicción y fuerza de carácter al detenernos cuando pensábamos ascender a la fortaleza divina? Te desconozco, muchacho…

    Las palabras de Ikki llegaron a lo más profundo del joven Fénix. Ansiaba protestar a aquellas aseveraciones, pero sabía que lo que el Dorado decía era cierto. Ni siquiera opuso resistencia cuando éste lo tomó fuertemente por ambas hombreras para clavar una dura mirada en sus ojos carmesí.

    —Uno no es cobarde por sentir pánico en ocasiones. Somos humanos y estamos propensos a dudar incluso en momentos críticos… Escúchame bien, porque este es el último consejo que recibirás de mi parte: ¡Encuentra el equilibrio entre tu valor y tu miedo! ¡Solo así podrás hallar tu verdadera fuerza interior y la esencia del cosmos, porque si no demuestras ser un digno portador de la armadura del Fénix, no solo tú morirás, sino también toda la gente de este país!! ¡Ahora márchate de una vez y acaba con esos dos egipcios que escaparon!!

    Poco a poco las palabras del antecesor hacían reaccionar al sucesor, quien en silencio y con una brillante mirada llena de convicción, acogió la orden que le daba su superior. Tras girarse solo se detuvo un momento para mirarlo de reojo antes de partir.

    —Gracias… Señor Ikki… —musitó el más joven con un poco de recelo. Era la primera vez que trataba a Leo con respeto.

    —Vete de una vez, Evan de Fénix…

    Mientras el joven de cabellera platinada sacaba nuevos bríos de su interior para alejarse entre los edificios, Ikki en silencio lo vio alejarse y depositó en él su confianza. Estaba seguro de que su joven compañero no lo decepcionaría y tenía la certeza de que demostraría ser un digno portador de la armadura que tanto sufrimiento le costó ganarse en el pasado.

    —Todo esfuerzo que hagan resultará inútil, Santos de Atenea —profirió la deidad-halcón despertando de su trance—. ¡Mi técnica está completa y nada evitará que todo en un radio de varios kilómetros quede convertido en un auténtico infierno a causa del poder de mi llamarada blanca! —Horus saboreaba el momento porque estaba seguro de su victoria, ya que su nivel de poder amenazaba con alcanzar lo divino—. El fuego blanco sagrado que fue usado originalmente por mis ancestros egipcios posee propiedades purificadoras y curativas. ¡Pero en esta ocasión utilizaré su capacidad destructiva para carbonizar esta ciudad y reducirla a albas cenizas!!

    La energía divina incandescente hace poco concentrada, en ese momento estaba siendo liberada gradualmente. Ikki frunció el ceño al sentir como la fuerza del dios reencarnado aumentaba en gran proporción.

    —No me intimidas con tus advertencias, pajarraco —desafió el humano, igualando el aura blanca de su oponente con su furiosa cosmoenergía anaranjada—. Al igual que tú, también puedo manejar a voluntad el elemento del fuego.

    En ese momento Ikki y Horus poseían exactamente el mismo nivel de poder. Por su parte el aura incandescente que bañaba al Santo empezaba a manifestarse de una manera peculiar: Parecía ser que su ardiente cosmos aleteaba con frenesí, como si quisiera tomar la forma de una mítica ave que ansiaba emprender vuelo para arremeter contra el egipcio.

    —¿Acaso eso es un fénix? —preguntó confundido el enemigo, señalando a aquella manifestación que escoltaba a su antagonista—. Anubis aseguró que tú eras el Caballero Dorado de Leo. ¡¿Cómo es posible que todavía tengas la protección de una constelación de bronce?!

    —Me costó lágrimas y sangre ganarme la protección de la constelación del Fénix —aseguró con solemnidad el aludido, al tiempo que su aura ígnea crecía más y parecía rebosar de vida propia—. Siempre respeté la decisión de Atenea por ascenderme de rango y me sentí honrado por haber sido elegido como el sucesor de un Santo tan noble como lo fue alguna vez el legendario Aioria. Y aunque no tuve ninguna relación con él o su constelación, porto con orgullo su armadura como un Santo Dorado. Sin embargo, eso no quiere decir que considere justo aquel decreto de mi diosa… Jamás quise dejar la cloth de Fénix. Sufrí mucho para ganarme el derecho a portarla e incluso vi morir a una persona muy importante para mí en el proceso. ¡Por esa razón el Fénix no me ha abandonado! ¡Sus llamas siempre me protegen y me hacen sentir vivo cada día! ¡Y será precisamente ese furioso fuego el que ajusticiará a un ser perverso como tú!!

    El atrevido desafío provocó la extrema furia del Guardián, a quien parecía que los ojos le saltarían de sus cuencas en cualquier momento.

    —¡¿Dices que soy perverso y hablas de ajusticiarme, humano?! ¡Somos los egipcios quienes tenemos la justicia de nuestro lado!! ¡Y ahora, obedeciendo a los designios de Ra, aseguraré la preservación de toda la vida en el planeta con mi llamarada alba! ¡Acabaré con la plaga que representa la humanidad y sus creaciones, porque la verdadera justicia consiste en proteger a todos los seres vivos y no solamente a una especie egoísta!!

    —¡Entonces dejemos ya la charla y demostremos de una vez el fuego de quién tiene la justicia de su lado!!

    Con la fuerza que a cada uno le otorgaba la extrema furia, ambos contendientes hicieron explotar sus cosmos hasta un nivel grandioso. La magnífica energía emanada por ambas partes se encontraba igualada y representaba la máxima fuerza que podía desatar el Séptimo Sentido, llegando incluso al extremo de por poco rozar lo divino.

    —¡En nombre de Atenea y de la humanidad acabaré con tu existencia, Horus!! ¡‘Alas del Fénix Volador’!!!

    —¡Desaparece junto con todos los de tu especie en medio de un infierno blanco! ¡‘Castigo Imperial en Hieracómpolis’!!!

    Continuará…
     
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    Sheccid

    Sheccid Usuario común

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    Uff, si vieras mi cara cuando dejo de leer los capis.
    AHHHHHHHH!!! Ikki con la armadura de Leo se debe ver muy guapo *-* si de por si me encanta Aioria e Ikki...pero bueno.
    En serio no exagero con lo de que este fic es de los mejores de saint seiya que he leído en toda mi vida. Mezclas emoción, me haces reír, pones romance (que como toda chica que soy hace que me emocione) y me haces imaginarme todo perfectamente.
    Mezclas perfectamente las anteriores sagas.
    ¿La persona especial de June seguirá siendo Shun o alguien más? Y uff, yo que ni estaba viendo a Mar me imaginaba las miraditas que le echaba a Kiki.
    Me hizo reir mucho cuando golpearon a Kiki y como Ikki calló a Horus, me sorprendieron las batallas, en serio que es imaginar el anime. En cuanto a los fan arts, me encantaron, aunque me pareció que la armadura de Isis debía llevar más colores en las alas, pues esta diosa era llamada la de las alas multicolores o la de las alas de arcoíris.
    Perdóname a mi también por lo que tardé en comentar, sabes que llego arde, pero segura.
     
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    Kazeshini

    Kazeshini Caballero de Junini

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    Hola, Sheccid. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que conversamos. Seis meses para ser exactos. Me alegra ver un comentario tuyo antes de actualizar la historia.

    Desde que vimos a Ikki con la armadura de Leo en la Saga de Hades, siempre quise imaginarlo luchando como el sucesor de Aioria. Al fin pude hacer realidad esa fantasía con esta historia.

    Con respecto a tu pregunta sobre la persona especial de June, en efecto, es Shun. Aquí entre nos, te comento que la pareja que hacen ambos es una de mis favoritas en la serie. Alguna vez incluso escribí un one-shot sobre ambos y su romance.

    Tú como siempre apoyándome a continuar y motivándome con tus comentarios. Te lo agradezco mucho. Intento siempre escribir para que el lector tenga la ilusión de estar viendo una continuación de la serie de anime. Y claro, escribir sobre Saint Seiya implica no sólo narrar combates, sino también emociones que den forma a las personalidades de los personajes clásicos y originales.

    En lo que respecta a los fanarts, qué bueno saber que te gustaron. Es interesante el dato que me comentas de Isis. Siéndote sincero, no sabía que a la diosa egipcia se la conocía también con ese epíteto. En realidad me basé en la imagen de un jeroglífico para sugerir los colores de las alas.

    Esta vez soy yo quien se disculpa por tardarse en responder y actualizar.

    Que disfrutes el capítulo de hoy :)
     
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    Kazeshini

    Kazeshini Caballero de Junini

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    CAPÍTULO 32: ¡EL GRITO AL CIELO! LA HUMILLACIÓN DE LA DERROTA

    ==Maravilla Suprema, Páramo de Hanan Pacha==

    La energía emanada por Wayra de Kuntur empezaba a manifestarse en la forma de una ligera aura celeste. Los guerreros lemurianos que se dispusieron a enfrentarlo podían sentir la agresividad de aquel cosmos que se elevaba gradualmente.

    —¡Caballeros de Atenea! —los llamó el Guardián con toda la potencia de su voz—¡Pagarán por haber exterminado a un dios magnánimo como mi señor Viracocha!

    —Tu naturaleza de cosmos… —le dijo suspicaz el Lobo Raistlin—. Sentí ese mismo tipo de energía en las ruinas de nuestro Santuario. Entonces tu tan bondadoso señor fue quien destruyó el recinto de nuestra diosa y acabó con cientos de inocentes en Rodorio… Sin duda merecía desaparecer en manos de nosotros los humanos.

    —¡¿Cómo te atreves a hablar así de Viracocha, pequeña sabandija?!

    La ira del Cóndor de los Andes empezaba a desatarse en mayor proporción.

    —¡No dejaremos que tomes nuestras vidas fácilmente! —desafió el lemuriano más alto, sin quitarle los ojos de encima al contendiente—. ¡No moriremos sin antes cumplir con nuestro objetivo de acabar con los enemigos de la humanidad!!

    Caramon dirigió una seria mirada a su hermano mayor, quien en silencio pareció interpretar sus intenciones. Ambos tenían pensado hacer lo mismo a continuación y por tal razón asintieron y se sonrieron con complicidad.

    Encendiendo su energía cósmica hasta el máximo permitido por su rango de Bronce, los guerreros de Atenea se proyectaron en un gran salto en línea recta, arremetiendo así con todas sus fuerzas hacia el enemigo.

    —¡‘Aullido Mortal’! —exclamó Raistlin, extendiendo su brazo y expulsando de su palma abierta miles de ráfagas de aire cortante que rebanarían al Guardián.

    —¡‘Ahorcamiento de Oso’! —bramó Caramon, enviando la potencia de su energía cósmica a sus musculosos brazos. Su objetivo era sofocar al rival cuando lo alcance.

    —¡Ridículo! ¿Acaso creen que me vencerán con un nivel de cosmos así de bajo? ¡Supuse que su nivel de fuerza estaría a la altura de un dios, ya que pudieron vencer a mi señor!

    El hombretón de negra melena imitó los movimientos de sus oponentes y también dio un salto recto hacia ellos. Su velocidad fue tal, que logró esquivar sin problemas la técnica del Caballero de Lobo, para luego tomar a su desprevenido ejecutor por el cuello.

    Raistlin ni siquiera lo vio acercarse y apenas notó la presencia del Guardián cuando este ya lo estaba sofocando con su enorme mano.

    —¡Hermano! —gritó por instinto el Oso al ver a su acompañante en peligro.

    Caramon pudo reaccionar girándose tardíamente al ver como su hermano era atacado, pero una vez más la prodigiosa velocidad de Wayra hizo imperceptibles sus movimientos. El lemuriano ni siquiera notó cuando la mano libre del enemigo se posó en una de sus sienes.

    Con toda la fuerza que le permitían sus poderosos brazos, el guerrero inca tomó a los dos invasores de sus tierras por las cabezas y las chocó violentamente entre sí. El impacto fue tan brutal, que consiguió despedazar al contacto los cascos de los hermanos muvianos y lastimarlos de gravedad.

    Era la primera vez que los jóvenes de bronce se sentían tan adoloridos, aturdidos y confundidos. El poderoso embate físico casi logra ser fatal, porque fracturó los cráneos de las víctimas y produjo una profusa hemorragia en ambos. Con el cerebro sacudido desde su interior, los agredidos se desplomaron pesadamente.

    Viendo a sus dos antagonistas abatidos sobre el pasto, Wayra calmó su furia y decidió que sería seguro acercárseles. Con gran respeto observó como el líquido vital manaba de sus heridas en la cabeza.

    —«A pesar de nuestra diferencia de poderes quisieron batallar contra mí sin dudarlo —reflexionó solemne—. Admito que cayeron como verdaderos hombres y como verdaderos guerreros, así que, como reconocimiento a su esfuerzo por ascender hacia aquí, dejaré que su sangre renueve estas tierras sagradas. Su presencia en este lugar no será en vano, porque de su muerte nacerá nueva vida».

    El orgulloso guerrero de Cóndor dio media vuelta dispuesto a regresar al maizal que debía proteger. No tenía nada más que hacer allí al haber derrotado a los Santos.

    —Rezaré a mis ancestros para que sean perdonados y puedan alcanzar la paz en la Urin Pacha. Fueron valientes al desafiarme, pero por desgracia mi deber era castigar severamente a quienes levantaron su puño contra el dios más importante del panteón inca.

    Pero no avanzó muchos pasos, porque perturbación de energía lo detuvo. Sorprendido el Guardián se giró para ver que los jóvenes Santos se reincorporaban apoyándose en el cuerpo del otro. Pese a lo crítico de su situación, se las habían arreglado para sobreponerse al dolor y hacer arder sus cosmos con más ímpetu que antes.

    —No has vencido… todavía, Wayra —desafió el Caballero de Lobo, apenas pudiendo articular sus palabras—. Te hará falta mucho más que un simple ataque físico para vencernos.

    La sorpresa en Caramon fue evidente cuando notó que en ese momento el cosmos de su hermano se sentía diferente. Era la primera vez que una intensa pasión reforzaba su espíritu.

    —¡No nos rendiremos fácilmente ante ti! ¡Solo en el momento en el que dejemos de respirar desistiremos de luchar por nuestra diosa y nuestra gente!!!

    Aquellas frenéticas palabras de Raistlin hicieron reaccionar a su hermano menor, quien tampoco se quedó atrás:

    —Eres un hombre extremadamente poderoso, Guardián de Kuntur. Y aunque te respeto, no pienso claudicar contra ti. ¡No decepcionaré al maestro Kiki ni a Shaka de Virgo!!!

    El resentimiento e ira que había sentido el Guardián cuando conoció a los Santos, cambió a profunda admiración cuando los vio tambaleándose y luchar por mantenerse en pie. Aunque el sangrado de sus sienes no se detenía y les dificultaba la visión, los hermanos se mantenían juntos y observaban amenazantes al oponente sin siquiera parpadear.

    —Su amor fraternal es algo digno de resaltar —enalteció el inca, sin quitar la seriedad de su semblante—. Denme el honor de permitirme conocer los nombres de quienes se han ganado mi respeto.

    —Mi nombre es Caramon, Santo de Bronce de Oso —respondió el joven muviano más alto con un poco de recelo.

    —Y yo soy Raistlin de Lobo —lo secundó el lemuriano de más corta estatura.

    —Caramon… Raistlin. Ustedes como nobles guerreros del ancestral pueblo de Lemuria que son, y como incansables Caballeros que luchan por su diosa, entenderán que existen obligaciones que se deben cumplir a toda costa. También tengo mi orgullo de guerrero y de Guardián, pero más que orgullo, lo que me empuja a defender estas tierras es la lealtad que desde tiempos ancestrales le tuve al gran Viracocha. Por esa razón no puedo dudar en mi deber y habré de terminar con la existencia de ambos.

    Los discípulos de Kiki percibieron con notoria sorpresa como la cosmoenergía azulada del Guardián se elevaba a niveles insospechados. El dolor de las heridas les había dejado de importar al presenciar tal demostración de poderío.

    —La fuerza que poseo no es una coincidencia —añadió Wayra de Kuntur, siendo rodeada su aura, además, por una fuerte corriente de viento celeste que se arremolinaba a su alrededor—. Poseo la bendición del dios inca llamado Manco-Cápac, quien en su infinita bondad me concedió el regalo divino de poseer las habilidades del animal al cual representa mi constelación. Soy el único ser humano capaz de volar como un cóndor. Puedo elevarme en los cielos sin necesidad de alas…

    El vendaval que giraba alrededor del inca incrementó su velocidad y elevó varios metros en el aire a quien lo produjo. Los Santos atónitos observaban la soltura con la que su oponente se desenvolvía en las alturas. A ambos les pareció que un auténtico cóndor los acechaba desde el firmamento.


    ==Estados Unidos==

    —¡‘Alas del Fénix Volador’!!!

    —¡‘Castigo Imperial en Hieracómpolis’!!!

    Tras la evocación al mismo tiempo de los nombres de ambas técnicas, el inenarrable poder de los contendientes se desató con devastadora fuerza. Era estremecedor contemplar al clásico ken del Fénix de una manera tan masiva, gigantesca y magnífica.

    —«Es increíble el poder de este hombre —admitió el dios africano en silencio, al ver la llamarada acercándosele peligrosamente—. A pesar de ser el mismo ken que ejecutó Evan, el suyo es cientos de veces más grande y potente, pero aún así no me dejaré intimidar».

    Mientras la feroz ráfaga incandescente de Ikki arrasaba todo a su paso, Horus cambió su estrategia y en lugar de expandir su fuego blanco para carbonizar una gran área, se las arregló para concentrar las llamas en una compacta esfera ígnea, la cual parecía girar en su interior a vertiginosa velocidad, produciendo un sonido chirriante en el proceso.

    Tras ser arrojada, esta alba bola de fuego giratorio atravesó como fantasma al abrasador ken anaranjado e impactó de lleno contra un sorprendido Santo de Leo. Por su parte la técnica del humano también logró su objetivo de estrellarse contra el astuto Horus, quien tuvo la suficiente capacidad de reacción para protegerse con las dos alas de armadura.

    La calma volvió tras unos segundos de los impactos. El cuerpo del Guardián egipcio quedó completamente envuelto en llamas, pero le bastó solo con batir rápidamente sus alas metálicas para disiparlas por completo. Y aunque su cobriza armadura todavía dejaba escapar humo y chispas, su portador se mantenía prácticamente ileso.

    —Jamás habría cometido la imprudencia de esparcir la energía que tanto me costó acumular —habló la deidad-halcón, riendo con arrogancia—. Es más inteligente concentrar el cosmos en un solo ataque mortal…

    Por su parte Ikki se vio rodeado llamas blancas que invadían todo su cuerpo, pero lo que le extrañó era que estas no le producían heridas quemantes ni dolor en absoluto.

    —¡¿Pero qué clase de ken es este?! —gritó alterado, agitando los brazos para quitarse ese fuego albo de encima—. ¡Horus, infeliz! ¡Libérame ahora mismo de esta broma que llamas Castigo Imperial!

    —Caballero ingenuo, ¿en realidad creíste que te revelaría el secreto de mi técnica antes de arrojártela? Ustedes los humanos siempre tan crédulos. Bastó con decirte que incineraría esta ciudad para que creyeras todo lo que te dije que haría a continuación… Ahora que mi ken te ha alcanzado y que la victoria es mía, podré revelarte la verdad: ‘El Castigo Imperial en Hieracómpolis’ en realidad no quema cosas materiales, sino consume las espirituales.

    —¡Entonces… quieres decir que…!

    —Exactamente, Ikki. Aunque ahora no sientas dolor, el fuego blanco está devorando hasta el último residuo de tu alma. Gradualmente tu esencia se extinguirá y en poco no serás más que un cadáver andante sin voluntad ni espíritu de lucha.

    Tras la fatal sentencia, el hombre de cabellera azulada cayó abatido de rodillas. El color de sus pupilas se había diluido dejando sus ojos completamente en blanco. Su muerta mirada se mantuvo perdida en el cielo carmesí mientras que, contrario a lo que aseguró Horus, el metal de su armadura dorada de Leo también había sido afectado por la técnica recibida y se hizo añicos apenas las rodillas del Santo hicieron contacto con el suelo.

    Al ver que aquel humano muerto en vida permanecía inmóvil, extinto de cosmos y vulnerable al no contar con la protección de su cloth; el Guardián prorrumpió en sonoras carcajadas, las cuales sonaban grotescas al salir de su pico de halcón.

    —¡¿Entonces esa era la fuerza de los tan poderosos Santos de Oro de Atenea?! ¡Tonterías! ¡La batalla ha terminado!!

    —En efecto, Horus. Nuestro combate ya terminó —afirmó la voz de Ikki desde la nada—. Y seguramente habrías sido tú quien saldría victorioso de haberme siquiera tocado con tu fuego blanco. Por esa razón dispersé tu técnica antes de que ésta impacte sobre mí.

    —¡Inaudito! ¡¿Cómo es posible que todavía puedas hablar estando en esas condiciones?! —inquirió nervioso el ser con cabeza de ave, observando al inerte Caballero arrodillado enfrente suyo— ¡Estás aquí derrotado a mi merced! ¡Demostré que tengo la verdadera justicia de mi lado!!

    —Tú solamente ves lo que quieres ver, Horus. Abre los ojos a la realidad y observa tu armadura…

    Casi por inercia el aludido hizo caso a la sugerencia, para percatarse con horror que las piezas metálicas que conformaban su ropaje de Guardián habían sido despedazadas. Ante su incredulidad, su armadura cayó inútil a sus pies en forma de cobrizos pedazos. Tras sentir un agudo dolor en su torso, fue él quien cayó de rodillas.

    —¡¿Cómo… es esto posible?! —preguntó desesperado con el poco aire que le quedaba en los pulmones—. ¡Yo… te vencí!!

    —Todo lo que has visto hasta ahora fue una ilusión creada por mí —le comunicó con seriedad el Santo, todavía invisible al rival—. Estuviste tan distraído con tus engaños que ni siquiera te percataste cuando impacté tu cerebro con una segunda técnica.

    La imagen de Ikki derrotado con la cloth dorada destrozada se difuminó en el aire para mostrar la realidad: Era el Santo de Oro quien se mantenía intacto tras el choque de técnicas ígneas. Con un porte solemne se acercó caminando hacia su abatido rival. Su digno avance casi daba a entender que estaba haciendo alarde de que su ropaje dorado no tenía un solo rasguño.

    —Manipulé tu mente con el ‘Puño de la Ilusión Demoníaca del Fénix’, el cual desplegué y oculté con mi ken de ataque. En esta ocasión mi objetivo no fue destruir tu sistema nervioso ni tampoco volverte loco. Solo quería darte la falsa ilusión de victoria para que mis ‘Alas del Fénix Volador’ te derroten…

    Un agudo dolor atenazaba al egipcio. Apenas pudo alzar la cabeza para observar con resentimiento a quien lo había vencido.

    —Esto es… inconcebible… ¡Yo protejo… la vida del planeta! ¡La justicia no puede… perder!!!

    —¡Es suficiente, Horus! —lo calló con autoridad el guerrero humano—. A decir verdad también te engañé sobre algo: Jamás me interesó demostrar las llamas de quien manifestaban la verdadera justicia. Lo único que me importa es defender a la humanidad y a mis compañeros de batalla. No me interesa si tú o ese sujeto Ra están en lo correcto o no. Yo solo sé que debo acabar con cualquiera que amenace a personas inocentes. ¡Por esa razón mediré mis fuerzas con quien sea que intente meterse en mi camino!!

    Con un poco del resuello recuperado, Horus no dudó en contestar aquellas atrevidas aseveraciones:

    —Admito mi derrota ante ti, humano. Y también admito que eres un individuo extremadamente poderoso, pero también te advierto que no eres rival digno para el supremo Ra… Antes de enfrentarte a él deberás cambiar esa actitud que tienes…

    Dicho esto, el calcinado Guardián se desplomó de espaldas sobre los restos de su propia armadura. Las graves quemaduras en puntos vitales lo mantuvieron recostado sobre su peso.

    —Supongo que ahora tomarás mi vida, ¿cierto, Santo de Atenea?

    —Aunque eres mi enemigo, he aprendido a respetarte. Jamás sentí auténtica maldad en tu cosmos, porque peleaste hasta el último momento por lo que creías correcto. De hecho… tú y yo nos parecemos bastante, Horus. Ahora que has perdido tu poder, vive y reivindica el daño que has hecho…

    Tras aquel discurso, Ikki simplemente le dio las espaldas a su maltrecho rival y abandonó presuroso la escena, dejándolo solo en medio de ese terreno quemado que antes fue un alegre parque.

    Cuando el Caballero de Oro se marchó, la naturaleza divina del cosmos del Guardián lo abandonó por completo. Enseguida sus facciones regresaron a ser las de un humano.

    Quien fue la reencarnación del dios celestial de la civilización egipcia regresó a ser un joven hombre trigueño de larga cabellera lacia de color castaño oscuro, contrastada ésta por unos profundos ojos grises. Ahora que su rostro lucía como el de un humano normal, era evidente en su semblante la frustración, el dolor y la ira por la reciente derrota.

    Saber que su vida había sido perdonada por su enemigo, más que un alivio, le parecía una seria ofensa. En ese momento prefería morir a vivir con tal humillación. Ni siquiera estando en esas condiciones deplorables aquel joven que por poco alcanza el poder de una deidad podía dejar sus aires de grandeza, ya que ser un dios fue lo más grandioso que le había ocurrido en toda su existencia. Por tal razón, al sentirse desprovisto de lo más preciado para él, reaccionó pegando un abrumador grito de dolor que se perdió entre el ruido del caos en el que estaba sumergida esa ciudad estadounidense.

    Continuará…
     
    Última edición: 2 Julio 2020
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    Sheccid

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    En serio que éste es el mejor fic de Saint Seiya que he leído. Tiene una ilación increíble y explotas al máximo la historia.
    Caramon y Raistlin son dignos santos de Athena y discípulos de Kiki...siempre quise saber más de ese continente, pero bueno. Me gusto como mostraste el amor filial de estos dos.
    En cuanto a la batalla de Ikki contra Horus ¡fue épica! El ave fénix contra el dios de las batallas egipcias. Cada que veía en el anime la técnica de Puño de la Ilusión Demoniaca me quedaba con cara de " O.O que sorprendente". ¡Y la técnica de Horus! Bastante interesante, pues el ser humano, al ser síntesis de cuerpo y espíritu no es nada si le falta alguna de las dos partes.
    Pues creo que es todo lo que debo agregar, aparte de que sigo esperando con emoción cada capítulo, entiendo que tardes, a veces no hay tiempo para escribir.
    Y bueno, esperando a ver Soul of Gold, que espero que no me decepcione, se que no tiene que ver con el fic, pero sé que me entenderás n.n
    La ortografía e historia espectaculares como siempre y sígueme avisando, es un verdadero gozo leer este fic
     
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    Kazeshini

    Kazeshini Caballero de Junini

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    Es un honor saber que consideras al mío como el mejor fic de SS que has leído. Justamente intento explotar la historia al máximo posible para no dejar cabos sueltos.

    Sobre tu comentario de los alumnos de Kiki, estoy igual que tú. También quisiera conocer más sobre el continente desaparecido de Lemuria. Lástima que ninguna fuente oficial lo menciona a detalle.

    Con respecto a la batalla de Ikki vs. el pajarraco enojón xD es curioso que resaltes la técnica del Puño Fantasma. Me marcó mucho cuando la veía en televisión, en especial porque yo todavía era un niño de menos de diez años y no eran nada agradables las ilusiones que producía el Fénix en sus víctimas D:

    Y bueno, por último sólo decirte que me da gusto saber que continúas pendiente de mi historia y por eso le seguiré echando ganas a su escritura y publicación.

    Jejeje me emocionó también lo de Soul of Gold. Hace poco tuve la oportunidad de ver el primer capítulo y no está nada mal. Ya quiero ver en acción a Aldebarán! Mi Dorado favorito!

    Saludos y gracias por todo, Sheccid.
     
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    Kazeshini

    Kazeshini Caballero de Junini

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    [Longfic] Saint Seiya - Saga: CATACLISMO 2012
    Clasificación:
    Para todas las edades
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    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    76
     
    Palabras:
    3155
    [Saint Seiya/ Los Caballeros del Zodiaco] – Saga: CATACLISMO 2012

    Escrito en Ecuador por José-V. Sayago Gallardo


    CAPÍTULO 33: ANUBIS: LA CRUELDAD DEL DIOS DE LOS MUERTOS

    ==Maravilla Suprema, Páramo de Hanan Pacha==

    Wayra de Cóndor volaba a altura considerable, planeando cual verdadera ave alrededor de sus potenciales víctimas. El aura de viento azul que lo rodeaba había disipado por completo la neblina que cubría el firmamento, dejando ver la deprimente imagen del destruido Santuario de Atenea en las alturas, la cual pasó desapercibida para los Santos heridos en tierra firme, porque lo que en realidad llamaba su atención era el exorbitante incremento del poder de su rival.

    El momento crítico hizo que la ágil mente de Raistlin intentara maquinar infinidad de estrategias para salir bien librados de la devastación que imaginaba se desataría en poco, pero gradualmente la desesperación interrumpía sus ideas y no lo dejaba reflexionar con claridad.

    —«Vamos, Raistlin. Tienes que pensar en algo rápido —se dijo a sí mismo con premura el joven Lobo—. ¡Si no se me ocurre algo para detener a Wayra, ambos vamos a morir aquí!»

    La impotencia se hacía cada vez más fuerte en el muviano de más corta estatura. Su malestar era tan intenso que ya no lo pudo esconder con su habitual seriedad. Inconscientemente manifestó el desasosiego en su semblante, el cual no pasó desapercibido para su hermano, quien en tal momento crítico se encontraba inusualmente calmado.

    En un intento por tranquilizar al mayor de los lemurianos, Caramon posó su gran mano sobre la hombrera de este.

    —Raistlin, puedo entender lo que Shaka y tú han tratado de enseñarme. Pude equilibrar mi calma y mi pasión tal y como ambos lo hicimos al ascender hacia aquí. Así que, haga lo haga ese Guardián, nosotros dos no seremos vencidos, porque sé cómo podemos protegernos.

    Escuchando estas últimas palabras, el Santo de Lobo clavó su sorprendida mirada dorada sobre la de su hermano. En silencio escuchó su explicación:

    —Analizando la naturaleza del cosmos de Wayra, puedo deducir que sus ataques son únicamente de carácter físico. Teniendo eso en cuenta, lo que debemos hacer es bloquear todos los flancos por los que podría arremeter su técnica. Y la única forma de lograr tal proeza es imitando y variando la técnica de protección del maestro Kiki.

    Raistlin entendió las intenciones de su hermano menor y se limitó a apoyar en silencio su idea. Sus dudas se habían despejado, así que asintió con seria convicción y lo imitó en la tarea de incendiar su cosmoenergía. Ambos empezaban a superar la barrera del nivel de poder normal de los Santos de Bronce.

    —¡Descansen honorablemente en la Urin Pacha, Caballeros de Atenea!— bramó el guerrero inca, alcanzando un nivel portentoso de cosmos en las alturas—. ¡‘Aleteo del Cóndor de los Andes’!

    Viendo acercarse la mortífera ventisca de cortante viento azulado, los hermanos lemurianos no dudaron en gritar al unísono el nombre de su técnica dual:

    —¡‘Escudo de Cristal’!

    A pesar de haber visto solo un par de veces ejecutarse el ‘Muro de Cristal’ por parte de su mentor Kiki, el milagro aconteció en territorio inca y los alumnos de Aries consiguieron la proeza de imitar la técnica de defensa de su maestro.

    Y aunque el de ambos todavía no estaba reforzado con el poder del Séptimo Sentido, lograron adaptar aquel ken de oro a su conveniencia. Su llamado ‘Escudo de Cristal’ consistía en una formación cúbica de paredes de energía luminosa translúcida, la cual protegía todos los seis flancos por los que podría arremeter cualquier embate físico.

    El huracanado viento azul de Wayra colisionó fuertemente contra el cubo luminoso recién erigido, el cual logró contener el violento ímpetu del vendaval. El fuerte estruendo provocado en el choque no desconcentró a los hermanos muvianos, quienes con gran ahínco seguían reforzando su férrea defensa.

    —Su esfuerzo por intentar detener mi técnica es admirable —enalteció el guerrero de Kuntur, volando a distancia considerable—, pero su juventud e impetuosidad delata su inexperiencia en combate. ¡Ninguno de los dos es lo suficientemente fuerte como para vencerme!

    El Guardián incrementó aun más la fuerza de su tempestuoso embate, hasta que consiguió resquebrajar la protección de cristal.

    Viendo que su hermano mayor sería el primero en ser rebanado por el viento azul, Caramon reaccionó sacrificando su físico para protegerlo. El joven de Oso se había colocado frente a Raistlin y, sin que este se diera cuenta, lo abrazó dándole las espaldas a la veloz corriente. Su corpulento ser fue capaz de cubrir por completo al delgado cuerpo de su hermano. Por desgracia el ataque recibido fue tan potente, que logró despedazar en su mayoría la cloth de bronce de Oso y magullar despiadadamente su espalda.

    —¡Caramon, suéltame, por favor! —le exigió desesperado el Lobo, intentado liberarse sin éxito de los musculosos brazos del menor de los lemurianos— ¡Morirás si te dejas llevar nuevamente por tus impulsos!!

    Mientras la mortal ventisca azulada seguía maltratando y cortando su espalda, Caramon se las arregló para soportar el intenso dolor y amable le regaló una tranquilizadora sonrisa a su hermano.

    —Raistlin… creo que a pesar de todo… jamás dejaré de ser un impulsivo, pero… en esta ocasión sí pensé con calma la posibilidad de que nuestra técnica no funcionara… y tenía pensado sacrificarme por ti de ser el caso. ¿Sabes algo…? Me da gusto… saber que mi vida servirá para salvar la tuya…


    ==Estados Unidos==

    Evan sintió los cosmos de Anubis e Isis desplazándose a gran velocidad por la urbe, pero su atención se concentró en la energía del primero, al notar que el de armadura negra se detuvo en seco en un lugar fijo.

    Mientras más seguía avanzando, el joven Fénix era testigo del horror que vivía aquella cuidad de su país natal.

    —«No me explico a qué momento todo se volvió un absoluto caos —se preguntó en silencio el Santo, corriendo con toda la velocidad que le permitían sus piernas—. ¡Malditos egipcios, pagarán por lo que le han hecho a todas estas personas!!»

    El joven de Bronce estaba perdiendo la calma que había empezado a descubrir gracias a su antecesor. Contemplar el llanto de terror en los rostros de sus compatriotas desgarraba su corazón y más al saber que no podía detenerse para ayudarlos, ya que estaba consciente de que para terminar con tanto sufrimiento, debía primero vencer a quienes lo habían provocado.

    Los edificios en llamas, los vehículos accidentados, los gritos de horror inconcebible, la desesperación de unos y el júbilo de otros que aprovechaban el caos para dar rienda suelta a sus impulsos al no tener poder la autoridad. Todos estos factores en conjunto hacían que el propio inferno parezca un lugar más acogedor y a la vez causaban la extrema ira y desesperación del Fénix.

    Mientras tanto, el dios egipcio de los muertos había llegado al centro de una moderna plaza rodeada por monumentales edificios de estilo arquitectónico contemporáneo.

    Con su animalesca mirada perdida en lo alto de un rascacielos, reflexionó un tanto taciturno.

    —«Es una lástima, Horus… Un error bastó para que seas derrotado a pesar de ser el más poderoso de nosotros los Guardianes egipcios. Si llegabas a alcanzar la cúspide de tu potencial, quizás hubieses sido tan fuerte como el mismo Ra. Por desgracia te dejaste dominar por la ira y te equivocaste de estrategia al enfrentar a Ikki de Leo. Para derrotar a un humano, lo que se necesita es atacar lo más vulnerable que tiene: sus sentimientos…»

    —¡Anubis! ¡Infeliz, dame la cara!

    El aludido se volteó notoriamente extrañado ante tal vejación, para ver que quien la había pronunciado era el joven Evan.

    —Vaya, vaya. Me extraña que el remedo de Fénix se haya armado de valor para perseguir a un dios y…

    —¡Cierra ese apestoso hocico, Anubis! —lo calló iracundo el Santo de cabellera platinada—. ¡Le enseñaré a un monstruo como tú a llamarme “remedo de Fénix”!!

    La natural reacción de un ser tan irónico como él habría sido reír ante tales improperios, pero en lugar de eso, pareció ser que el dios se ofendió.

    En silencio las amenazantes miradas rojas de Guardián y Caballero se cruzaron por varios segundos, haciendo la tensión insoportable.

    —Tus ojos… —le dijo al fin la deidad-chacal con suspicacia—. Tu mirada ya no me inspira lástima como antes. Veo ese mismo brillo que me estremeció cuando conocí a Ikki en territorio egipcio. No sé qué fue lo que te pasó, pero es evidente que perdiste ese pánico irracional que te afligía.

    —Es mi gente con la que se están metiendo. ¡Son a personas inocentes de mi país a las que están aterrorizando y matando!! ¡Por eso me enfrentaré a ti y a quien sea sin importarme las consecuencias! ¡Será mi ímpetu por proteger a la humanidad el que me dará fuerza y valor para vencerte!

    Anubis dio uno de sus clásicos suspiros burlones de decepción.

    —Ya me harté del mismo discurso pro-humanidad que tienen memorizado para impresionar a sus rivales. En primer lugar, lo único que hicimos nosotros los Guardianes fue sembrar un poco de desorden en este lugar. Piénsalo bien, Evan. Fueron los mismos humanos quienes hicieron crecer esa semilla de caos con su paranoia y desesperación nata. Bastó solo con que enrojeciéramos el cielo e incendiemos un par de edificios para que creyeran que el mundo se iba acabar y se rindieran al pánico. ¡Fueron ellos mismos quienes hicieron crecer este infierno que estás viviendo y no nosotros! ¡¿Acaso no notas que la naturaleza humana es el conflicto, el egoísmo y el miedo?!

    Sin poder refutar tan crueles aseveraciones, el Fénix se limitó a observar con resentimiento a su oponente.

    —En segundo lugar, humano —añadió el africano con cinismo—. Espero que puedas respaldar tus palabras, porque no tendré consideración al luchar contra ti ahora que ya no tienes miedo a la muerte. Además, si no logras detenerme en lo que haré a continuación, tus tan queridos compatriotas me servirán de alimento… Solo observa a tu alrededor…

    Haciendo caso a la sugerencia, Evan inspeccionó su entorno con la mirada. Apenas en ese momento pudo percatarse de la presencia de los centenares de personas que se refugiaban en los alrededores de la plaza y los edificios. Con horror el joven trigueño vio a las potenciales víctimas de la crueldad de su rival, quienes aterradas observaban a los dos contendientes desde la seguridad de sus refugios de concreto.

    —¿Qué… planeas hacer, Anubis? —preguntó dubitativo el Caballero, casi intuyendo lo que vendría a continuación.

    —Mi técnica obtiene poder alimentándose de almas humanas. Imagínate lo fuerte que puedo llegar a ser tras consumir la esencia viva de tanta gente… Y lo mejor de todo es que lo haré con infinito placer. ¡No te imaginas lo delicioso que es devorar un espíritu humano!

    Conocer las malvadas intenciones del Guardián, logró alterar sobremanera al joven Fénix, quien en medio de su desesperación, solo tuvo el impulso de gritar con toda la fuerza que le permitieron sus pulmones:

    —¡Aléjense de aquí!!! ¡Dense prisa y abandonen este lugar de inmediato!!! ¡Este sujeto planea matarlos a todos!!!

    Aunque la potente advertencia del joven fue escuchada por toda la gente en el perímetro, solo unas pocas personas la acogieron y echaron a correr aterradas.

    —Buen intento, Evan. Pero no creo que un grito baste para alejar a los cobardes de tus congéneres. Cuando el pánico invade a los de tu especie, no hay nada que los haga reaccionar. Sumado al efecto de miedo que produce el infierno en el que estamos ahora, fue gracioso ver como se diseminaba el terror en toda la gente con solo el hecho de verme. Supongo que fue impresionante para todos contemplar por primera vez a un ser con cabeza de chacal parlante. Pero no solo me temen a mí, también están aterrados por ver a ese extraño jovenzuelo que emana furia con su sola presencia. Sí, Santo de Atenea. Ambos somos demonios para ellos…

    —¡Maldito! ¡No te aproveches del miedo de inocentes!! ¡Desiste de tu intento por dañarlos o juro que te acabaré con mis propias manos!!

    Sin responder a la advertencia, el dios de cánidas facciones empezó la tarea de incendiar su cosmoenergía, la cual se tornaba cada vez más macabra y malintencionada a medida que crecía. Una especie de fuego negro lo rodeaba completamente.

    Viendo las malas intenciones del rival, Evan vio como única opción detenerlo usando la violencia. Sorprendentemente su ígneo cosmos anaranjado se había elevado en la misma proporción que el de Anubis. Lo que la extrema ira del joven Santo era capaz de lograr era impresionante.

    —¡Excelente! —exclamó emocionado el malvado egipcio, sin quitar el tono burlón de su voz— ¡Ese es el nivel de poder que debe demostrar el legendario Fénix! ¡Ahora te reto a detenerme, porque si no lo haces, enviaré los centenares de almas de los que están aquí hacia mi adorada Necrópolis! ¡La Duat será la morada de tu gente después de que devore sus dulces y sabrosos espíritus!!

    Aquellas palabras llenas de desinterés por la vida, sumadas a la potente risa malvada del egipcio desataron la extrema ira de Evan. Sus ojos desbordando lágrimas parecían expulsar rabioso fuego. Tantos factores se habían acumulado en su contra, hasta el punto de que ya no pudo soportar más la situación.

    Pese a los consejos que el mismo Ikki le había dado en el Coliseo del Santuario, el joven Fénix se dejó dominar en ese momento por el más profundo y puro odio. Ese odio que carcome el corazón y la mente desde su mismo interior. Ese odio que inhibe la razón y deja salir el instinto de destrucción en todos los seres humanos…

    —Esta nueva técnica… solo la puedo ejecutar cuando me dejo llevar por la ira —dijo el Caballero casi balbuceando, mientras su aura quemante se tornaba extremadamente nociva—. Anubis… desaparece en medio de… mi odio…

    Tras pegar un potente grito que incluso estremeció al mismo Guardián, el muchacho que se dejó controlar por sus emociones negativas evocó el nombre de la nueva técnica del Fénix:

    —¡‘Furia Inmortal del Ave Mítica’!!! ¡Renace!!!

    La emoción fue evidente en Anubis, quien rió a toda voz al sentir que el piso de concreto bajo sus pies empezó a temblar con violencia. Su regocijo fue mayor al ver que emergieron pequeñas llamas circulares desde la superficie de cemento. Aquellas feroces luces anaranjadas representaban la posición de las estrellas de la constelación del ave fénix.

    —Ese odio que te hace tan fuerte en este momento, se convertirá también en un arma de doble filo. ¡Has alcanzado la esencia del cosmos! ¡El Séptimo Sentido en todo su esplendor te pertenece! ¡Pero a cambio de despertarlo has autodestruido lo que te hacía un ser bondadoso!!

    Un ensordecedor alarido calló al enemigo.

    Un sonido tan potente no pudo haber sido producido por ninguna criatura viviente conocida. Era el fuerte chillido de un ave mitológica lo que aterraba a los cientos de testigos del enfrentamiento. Fue un ruido tan potente que logró romper toda clase de vidrios en los edificios cercanos y desatar aún más pánico entre los habitantes de la urbe, quienes aterrados se vieron obligados a cubrir sus oídos para evitar ese estruendo que parecía salido desde el mismo inferno para taladrarse en sus cabezas sin piedad.

    Tras esto, las flamas que conformaban las estrellas de la constelación se tornaron más amenazantes, hasta el punto que destrozaron y elevaron el piso bajo la deidad, quien sin tener tiempo de reaccionar o protegerse, recibió de lleno el embate de un gigantesco fénix formado enteramente de fuego, el cual emprendió vuelo ascendiendo verticalmente, dejando a su paso una sofocante columna incandescente.

    La mortal llamarada solo se detuvo cuando el ave de fuego alcanzó varios cientos de metros de altura hasta extinguirse.

    Un iracundo Evan respiraba agitado tras el sobrehumano esfuerzo de ejecutar una técnica de tal magnitud. Y ya que su odio no disminuiría hasta ver el cuerpo inerte de su rival, no le quitó la vista de encima a la humareda negra que se había originado tras detenerse el ken.

    —Bastante impresionante, humano —manifestó el egipcio con la voz entrecortada—. Te juro que por un momento creí que sería yo quien iría primero al inframundo a causa de tu fuego.

    El Caballero de Bronce no podía creer lo que estaba presenciando: al disiparse el humo, vio que Anubis lucía bastante maltrecho al estar la mayoría de su armadura en pedazos y la mitad de su rostro de chacal gravemente quemado. Pero aún así el dios se mantenía en pies y con más vivacidad que antes. Su hocico poblado de afilados dientes parecía esbozar una extraña sonrisa de satisfacción.

    —Vaya curiosa fuente de poder y autodestrucción que has ideado, Santo de Atenea. ¿Tan grande es tu odio por mí? ¿Tanto valen para ti las insignificantes vidas de los parásitos que habitan esta metrópolis?

    Pese a que el joven de cabellera platinada había liberado gran cantidad de sus sentimientos negativos con el ken, su odio no había disminuido. De hecho había crecido al sumársele el cansancio y la frustración de no haber acabado con el enemigo.

    —¿Me preguntas si te odio, Anubis? —Evan hizo una pausa para inhalar una bocanada del aire caliente que lo rodeaba y apretar los dientes con furia— ¡Maldito monstruo, te odio como jamás he odiado a nadie en toda mi vida!!

    Tal aseveración provocó la estridente y burlona risa del Guardián.

    —Ustedes los humanos son tan volubles. Basta solo con provocarlos un poco para que pierdan la calma y demuestren su verdadera naturaleza. Por más que quieras hacerte el héroe defensor de la justicia, has demostrado que tu corazón es tan negro como el mío. Aquí el monstruo no soy yo…

    Las llamas negras que representaban al cosmos del egipcio se manifestaban con mayor ímpetu. El color rojo en los ojos del chacal cambió a un intenso negro.

    —Te reté a detenerme y no pudiste hacerlo a pesar de haber alcanzado el Séptimo Sentido. Y que no se te olvide que todo este tiempo estuve elevando mi cosmoenergía para devorar las almas de los que se esconden aquí…

    —¡No te atrevas, Anubis!!!

    —‘Cremación Oscura’.

    Casi en un susurro el Guardián en armadura negra evocó el nombre de su ken. Un ademán suyo bastó para que las flamas negras que lo rodeaban amplíen su rango de acción hasta devorar la totalidad de las edificaciones que rodeaban la plaza.

    Unos intentaron huir despavoridos, algunos buscaron refugio bajo los muebles y otros obedecieron su instinto de protección al abrazar a sus seres queridos en un intento por resguardarlos de la amenaza que se les acercaba. Por desgracia ninguna de las personas que presenciaba la batalla se libró del fuego azabache que invadió hasta los últimos rincones de las habitaciones.

    Evan vio con desesperada impotencia como las horribles llamas negras atacaban a sus compatriotas, paralizándolos con una expresión de terror en el rostro.

    Continuará…
     
    Última edición: 2 Julio 2020
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    Sheccid

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    ¿Caramon va a morir? :´( eso no es de Dios, pero así creo que dará más fuerza a su hermano.
    Siempre he creído que lo que hace grandes a los Santos de Athena son sus sentimientos que tanto tratan de ridiculizar los dioses contrincantes, su fe, su esperanza, su deseo de justicia, su amor, es simplemente la razón por la que adoro a cada uno de ellos.
    Evan se enojó, pero es que cualquiera, Anubis en serio que gusta de sembrar caos y sufrimiento,.
    Me gusto la Furia Inmortal del Ave Mítica, una técnica bastante innovadora e interesante y el ataque combinado de los alumnos de Kiki mejoró bastante el muro de Cristal, aunque me acordé mucho de Mucito XD no sé porque, como que me acostumbré a que él usara el muro.
    Aquí entre nos S. of G. me llamó la atención porque yo bien fan de Aioria XD pero see, esta buena la serie.
    Muchas gracias por invitarme, en serio me emciono con cada nuevo capítulo, está genial, no dejes de notificarme
     
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    Víngilot

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    Virgo
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    ¡Hola Kazeshini! Un placer. Esta parte del foro la desconocía y un día por accidente la encontré y me llamó la atención tu fic, sin embargo el atraso en la lectura respecto de tus 33 capítulos me desilusionaron pues creí que nunca te alcanzaría. Afortunadamente he podido leer casi la mitad de tu historia y debo decirte que es excepcional y como no quiero esperar hasta llegar a ese capítulo actual, expresaré mi sentir y pensar respecto a los primeros capítulos, aunque tendré que resumirlo lo más que se pueda, siento no haber estado antes, bueno ¡Empiezo!

    Comentario 1. Capítulos 1-5.

    Qué grato ha sido conocer a las nuevas generaciones de Caballeros de Bronce, Plata y Oro y si bien ya muchos sabíamos del destino de Shiryu (mi favorito) y compañía ocupando las vacantes disponibles de Libra, Acuario, Sagitario, Leo y Virgo, ha sido lindo ver cómo sus discípulos visten a su vez sus antiguos ropajes; por cierto de los cinco mi favorito ha sido Evan tanto en personalidad como en apariencia. En cuanto a los Caballeros Dorados me fue agradable encontrarme con Kiki, por supuesto quién mejor que él para portar la armadura de Aries, de los demás hablaré más adelante, en especial de Zephyrus y Kyrie.

    Me gustó mucho la forma en la que nos trasladaste al Santuario, en cada sala y espacio, completamente habitable, familiar, cálido, superando esa perspectiva que tenía de él de la serie televisiva como meros escenarios de batalla, fríos y ajenos a cualquiera que no fuera el Santo de su respectiva Casa. Lo has convertido en un verdadero hogar, claro hasta antes de la llegada de Morrigan. Ella me ha parecido una especie de Pandora y sospecho que será una de las diosas más poderosas junto con Júpiter y es que sencillamente esa forma de invadir el Santuario ha sido temible y soberbia, vaya nueva enemiga ha llegado al mundo ¿eh?

    Finalmente un par de “incidentes” que observo en la relación entre Ikki y Evan. Ellos al parecer no fueron el binomio maestro-alumno y al parecer el discípulo tiene un resentimiento contra el otrora Fénix, situación que en algún momento de la historia caerá por su propio peso ofreciéndole a la misma un mayor interés e impacto. Y otra relación que me gusta mucho es la de Shiryu (¡por supuesto!) con su hijo Senshi. Aparentemente es algo obvio el amor, respeto, admiración y agradecimiento que siente el hijo por el padre pero presiento que esto sólo va a originar un conflicto al representar una sombra del antiguo Dragón y es que Shiryu ha puesto el listón muy alto, si Senshi quiere superar a su mentor deberá esforzarse al máximo y tal vez ni siquiera así lo consiga. Caray, un par de cosas que le dan mucho sabor a una historia que de por sí ya es sumamente deliciosa.

    ¡Larga vida a los Caballeros de Atena!

    P.D.: Caballeros del Zodiaco es mi ánime favorito, fue una inspiración para mí.
     
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    Víngilot

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    Comentario 2. Capítulos 6-10.

    Esa reunión en la Luna por parte de los diez dioses fue un desastre, sólo por eso sé que ellos no ganarán, tienen mucho poder ¡Cielos, son dioses! Pero sencillamente carecen de unión y una estrategia coordinada, las diferencias entre ellos acabarán presentando un escenario en donde sea un enfrentamiento entre un grupo de caballeros y un dios (como sucedió en la primera batalla). El número, el poder y la determinación de los Caballeros, sean de la orden que sean, inclinará la balanza a su favor.

    De entre los dioses me agrada especialmente Quetzalcóatl, originario de mi tierra aunque yo hubiera puesto como representante de esta zona mesoamericana a Tezcatlipoca, el villano, el dios oscuro, omnipresente y todopoderoso, conocedor del corazón de todos los demás dioses, sus hermanos o incluso, creaciones mismas, tal es el caso de Mictlantecuhtli, el Señor de la Tierra de los Muertos de los aztecas. Sabes, es una delicia una vez que se comienza a excavar en la mitología de cualquier cultura y la de estos “rumbos” no es la excepción, haber qué día nos echamos una platicada.

    El duelo entre los Santos de Escorpión fue uno de los más brillantez que he leído ¡qué batalla tan ching…! La dignidad, la admiración y el cariño que se expresan este par de guerreros es de otro nivel, del primero, tengo buena imaginación y “vivir” este duelo fue un deleite, te lo juro, deberías formar parte del equipo de producción de la serie, especialmente de las últimas sagas (para mí un desastre), tu asesoría en los ángulos y motivos de las batallas sería de gran ayuda para armar verdaderos choques épicos, de antología, de ensueño y no los miserables remedos de peleas de SH (después del capítulo 13) y SoG.

    Respecto a la creación de la Maravilla Suprema fue sencillamente asombrosa… descripción, intención y magnitud, por donde se le vea has creado una fortaleza-hogar-santuario que el mismo Kurumada envidiaría, hasta ahora lo más bello que han visto mis ojos (en cuanto a fantasía se refiere) ha sido Pandora de la película Avatar y este lugar de tu autoría tiene una hechura por demás exquisita, verla en la pantalla grande sería un lujo.

    Finalmente se me hizo apresurado o exagerado, no sé, que los nuevos Caballeros de Bronce alcancen un nivel de poder tan grande a tan temprana edad y es que al compararlos con Shiryu, Hyoga, Seiya, Shun e Ikki que consiguieron su objetivo gradualmente pues me hace pensar que sus sucesores los superan o superarán y tal vez es esta idea la que no me gusta, demasiado cariño con los Cinco Caballeros que siento que sean desplazados por los nuevos portadores, así que creo que tendré que acostumbrarme a esa idea.

    ¡Larga vida a los Caballeros de Atena!
     
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    Víngilot

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    Comentario 3. Capítulos 11-15.

    A diferencia del duelo entre Milo y Kyrie, el de Mu y Kiki me pareció más bien entretenido y lo que rescato de él es la final muestra de orgullo del maestro para el alumno, un momento muy emotivo esa despedida, si la veo en la tele amenizada por un fragmento del soundtrack juro que me saca unas lágrimas…

    Hablando de despedidas me pareció un rudo premio de consolación otorgarle unas armaduras de Plata a Jabú y compañía, además de ese fin (no he terminado de leer), aportando su granito de arena para vencer al dios inca. Y es justamente éste al que deseaba llegar. He leído algo de mitología e historia peruanas y conozco algo de ellos y sé que la dignidad de la nobleza inca es algo que debe resaltarse, ese porte de los antiguos señores pareciera descender de los mismos cielos, producto de la virtud de los dioses y Viracocha es el máximo exponente. Su apariencia y personalidad han sido magistrales, para nada un villano si no todo lo contrario, un rival noble contra el que si pierdes no te sientes avergonzado, si no que sientes que obtienes un aprendizaje.

    Esta sin lugar a dudas es la batalla más chida hasta ahora y por mucho, iniciaste muy bien, ignoro si eres capaz de superarte en cada pelea o tenderás a disminuir porque has desarrollado la batalla más padre de todas las que he visto, refiriéndome a la serie televisiva, mira, mi saga favorita es la de Asgard y de ésta, las tres primeras batallas son mis preferidas, destaco además los duelos entre Seiya y Aioria, Shaka e Ikki y Hyoga y Camus (la más grande). Y este enfrentamiento entre Viracocha y los Caballeros Dorados de Aries y Tauro ha superado a cada una de ellas, lo juro, no exagero, no lo digo al calor del momento, no adulo sin motivos ¡Señora Batalla! Has conjuntado los elementos necesarios para llevar al clímax la historia: el pasado tortuoso de Zephyrus, su poder oculto, su relación tanto con Kiki como con su antecesor, el reencuentro de Mu y Aldebarán, sus últimas enseñanzas para con sus respectivos alumnos, las técnicas secretas e inéditas de los titulares de Aries y Tauro, el respeto por sus rivales por parte de Viracocha, su aprendizaje hacia el final, su ataque de “Retribución de Inti y Mama Quilla” (wao, alucinante), su ¿amor? por Mielikki, por favor si entendí mal, corrígeme. La recordaré por toda la vida y la tendré como ejemplo y guía cuando ande creando alguna pelea de cualquier tipo, la has convertido en ícono de la cultura SS, herencia digna para las futuras generaciones que ojalá y la lleguen a leer alguna vez. Señor, me pongo de pie, es usted un genio.

    Finalmente, me encantó ese último poder, la Gran Voluntad, te pido permiso para usarlo en algún fic que escriba algún día sobre SS, no tienes que aceptar si no lo deseas, realmente es un concepto muy padre. Bueno, nos vemos más adelante. A continuar con la lectura.

    ¡Larga vida a los Caballeros de Atena!
     
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    Kazeshini

    Kazeshini Caballero de Junini

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    Saludos desde Ecuador, Sheccid:

    Uff… pasaron tres meses desde mi última publicación. Con lo de mi matrimonio, se ha pasado volando el tiempo.

    Con todo, seguiré pendiente de este proyecto, así que, pidiéndote disculpas por actualizar y responderte hasta hoy, enseguida respondo a tus comentarios:

    La situación en la que dejé a Caramon es sumamente grave, y justamente hoy podrás saber si su sacrificio logrará despertar al lobo dormido dentro de su hermano. Justamente resaltaste en tus comentarios la esencia de Saint Seiya: los sentimientos nobles que demuestran sus personajes al batallar. Por esa razón los combates son tan épicos cuando enfrentan a una deidad.

    Lo de la técnica nueva del Fénix fue algo que se me ocurrió como contrarréplica a la crueldad de un dios tan ladino y malvado como Anubis. Me gusta variar las técnicas que ya conocemos, tal como lo mencionas con el Muro de Cristal. (Te confieso que una de mis escenas favoritas también son las de Mû utilizando este ken defensivo en la Saga de Hades)

    Sobre Soul of Gold, justo ayer me puse al corriente con todos los capítulos y vaya que está buena la serie. Sin dar spoiler, me gusta que le estén dando un papel un poco más digno a los siempre menospreciados Máscara Mortal, Afrodita y Aldebarán; y como siempre Aioria, hasta el momento está siendo un digno protagonista. Hay algunos “peros” en la serie, pero hasta ahora no me ha decepcionado.

    Por último, mil gracias por continuar pendiente de esta historia. Ahora que estoy un poco más relajado en lo laboral intentaré actualizar más seguido. ¡Saludos!
     
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    Kazeshini

    Kazeshini Caballero de Junini

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    Saludos desde Ecuador, Víngilot.

    Primeramente, para mí es todo un honor saber que te has tomado tu tiempo para leer y, sobre todo, compartir tan detalladas opiniones. Para mí será un gusto responder, con la misma minuciosidad, tus comentarios sobre los capítulos que has leído hasta el momento:


    Comentario 1. Capítulos 1-5:

    Aquí entre nos, te cuento que desde niño mi Caballero de Bronce favorito también fue Shiryû. Sufrí mares cuando se quedó ciego… pero bueno, volviendo a la trama del fic, siempre quise ver a los cinco Santos de Bronce portando las armaduras de oro de sus Signos. Esa fantasía se volvió realidad en el Elíseo contra Tánatos, pero fue una lástima que no haya durado casi nada.

    Sobre los nuevos Caballeros de Bronce, decirte que son casi un reflejo de sus antecesores (con excepción de Natassia y Anna, que no se parecen en nada a Hyôga y Shun) Entre los cinco, como que le tengo un poco de predilección a Natassia. Debe ser porque su personalidad se parece a la de mi esposa jeje. Por otro lado, es bueno saber que tu favorito hasta el momento va siendo Evan. Por ahora sólo te adelanto que no te va a decepcionar.

    Con respecto a mi Santuario de Atenea, vaya, me halaga que resaltes las cualidades en su descripción. Justamente quise resaltar que el recinto de la diosa protectora de la Tierra es un lugar más vivo, más activo.

    Pasando a Morrigan, y como ya resaltaste, ella es una de las diosas más peligrosas de la Alianza. No tanto por su poder (porque todos los dioses son igual de poderosos en este universo) sino más por su crueldad. Poco a poco irás conociendo más detalles sobre su influencia, incluso en arcos que involucran a otros dioses.

    Pasando al tema de la relación Ikki-Evan… qué difícil es que dos personas que son igual de irritables se puedan llevar bien... y más cuando hay rencor de por medio por parte de uno de ellos. ¿Arreglarán sus diferencias este par? Te aseguro que eso lo conocerás a su tiempo, ¡durante un combate lleno de intensas emociones!

    Hablando sobre Shiryû-Senshi… ¡vaya que me has dado unas buenas ideas para complementar lo que tenía planeado para ellos!


    Comentario 2. Capítulos 6-10:

    Pasando al tema de los dioses de la Alianza y su reunión en la Luna: Uff… en alguna ocasión me comentaron que esos diez eran como los clásicos hermanos que no se llevan bien jeje. Justamente por el claro contraste entre tantas personalidades y opiniones, es que la reunión no salió bien y, prácticamente, ahora están luchando cada quien por su cuenta (como sucedió con Viracocha)

    Refiriéndome a Quetzalcóatl como representante azteca, te comento que, cuando recién se me estaba ocurriendo la idea del fic (allá por abril de 2012), busqué dioses que sean bastante conocidos en todos esos panteones para que sean parte de los diez grandes representantes de la Alianza. No digo que los dioses que me mencionaste no sean conocidos, pero mi idea era que no solo dioses “villanos” o “malvados” formen parte del gran grupo de diez (con Morrigan creo que bastaba jeje) Pero con todo, no descartaría a Tezcatlipoca y Mictlantecuhtli para más adelante… ya me entenderás por qué te lo digo. Además, justamente me hará falta una buena asesoría cuando escriba el arco azteca. No quiero errar en algo tan importante, así que agradezco tu predisposición para una charla.

    En el tema Kyrie v Milo, vaya… fue la primera batalla que escribí en años y me alegra bastante saber que lo hice de un modo adecuado. Acción y emoción son las dos claves para narrar una batalla ‘seintseiyesca’ y justamente aquello lo quise resaltar al enfrentar antecesor y sucesora. Me halaga que digas que debería formar parte del equipo creativo de SS, aquello sería un sueño hecho realidad. No descarto del todo a las nuevas sagas que en la actualidad invaden el mercado del anime como ‘spinoffs’, pero sí se nota que se ha perdido un poco la esencia épica que nos dio grandes momentos en el pasado.

    Sobre la Maravilla Suprema, es un honor que la compares con Pandora de Avatar. Qué mejor escenario para que se desarrolle la batalla contra deidades de distintos panteones que un complejo de templos rodeados por fantásticos lugares alusivos a cada cultura. Créeme que hasta me quedé corto al describir su amplitud y alcance en el capítulo 8. Mientras más sigas leyendo, conocerás a más detalle los lugares que también conforman este masivo escenario. Desde hace varios ya tengo pendiente dibujar al menos un mapa de la Maravilla, al clásico estilo que podemos ver en los mapas del Santuario y el Infierno de Kurumada en el manga.

    Yendo al tema de los Santos de Bronce alcanzando el nivel de sus antecesores, te doy la razón en algunos aspectos: Por una parte, es cierto que es demasiado pronto para que los nuevos Santos alcancen el ‘Arayashiki’ —Octavo Sentido—, siendo que a sus antecesores les costó lágrimas y sangre lograrlo; pero por otro lado, debía forzosamente otorgarles esto para que siquiera sean capaces de ascender a la Maravilla Suprema. Ya cuando estén allí, se enfrentarán a enemigos que en realidad probarán si son dignos de pelear hombro con hombro con leyendas de la talla de Seiya, Shiryû, Hyoga, Shun o Ikki. De paso, te cuento que el Octavo Sentido no representa, o no mide, el nivel de cosmos de un guerrero (como sí lo hace el Séptimo Sentido). El Arayashiki representa la capacidad que tiene un ser humano para alcanzar instancias divinas aún estando vivo (Como lo hicieron nuestros héroes al descender con vida al Infierno)


    Comentario 3. Capítulos 11-15:

    Empezamos con la batalla contra Viracocha… qué buenos recuerdos me trae recordarla.

    Comenzando con el Mû-Kiki. Como mencionaste antes, una batalla en Saint Seiya siempre debe tener un motivo de peso para acontecer. En este caso fue la aceptación de Kiki como digno heredero de Aries y el legado de la técnica que derrota dioses. También me encantaría verla animada y ambientada con la música del maestro Seiji Yokoyama.

    Hablando de Jabú y los demás como Santos de Plata, es cierto que fue un tanto forzado ascenderlos de rango, pero consideré que los años no pasaron en vano para ellos y que algo habían entrenado jeje. Me impresionó lo unidos que siempre fueron en la serie, sobre todo cuando lucharon juntos para proteger a Seika de los ataques de Tánatos, así que quise hacerles este pequeño tributo al incluirlos con un papel secundario en la historia.

    Con respecto a Viracocha, caramba… me encariñé mucho con ese grandulón jeje. Como habrás notado, mis dioses no son solo los villanos de turno, sino que tienen ciertas convicciones y motivos para enfrentarse a las fuerzas de defensa de la Tierra. Justamente quise resaltar con el supremo inca la dignidad y porte solemne que tienen los ancestros de una parte de mi tierra sudamericana. Me alegra saber que te agradó la forma en la que traté a este personaje durante su intervención.

    Por otro lado, me es grato saber que esta es una de las batallas que más te ha agradado, incluso incluyendo a combates tan épicos como los que mencionaste de las Doce Casas y Asgard. Serás tú quien sepa decidir si los enfrentamientos que vienen a continuación superaran al que ya has leído contra el dios inca y, sinceramente, espero no decepcionar a un fan acérrimo, como lo soy yo.

    Con esta batalla quise dejar en alto a los signos de Aries y Tauro (mi signo y de paso mi Caballero Dorado favorito, al que siempre vi humillado en casi toda saga oficial; y qué mejor forma de hacerlo que en la compañía de su mejor amigo) y por tus comentarios veo que lo conseguí con creses. Créeme que lo daría todo por ver animada, o en un manga, esta batalla; pero por ahora me conformo con que las personas la lean y experimenten lo mismo que yo cuando la escribí. Con que me digas que esta pelea es un ícono de la cultura SS y herencia para generaciones, humildemente te agradezco de corazón.

    Sobre el amor de Viracocha hacia Mielikki, aquello lo escribí de manera sutil para dejarlo a interpretación del lector, y el porqué de esto, es que un dios (a excepción de Atenea) sea capaz de manifestar tan poderosa emoción, es todavía tema de discusión en el fandom.

    Por último, sobre la Gran Voluntad, te cuento que aquello no es una invención mía y por lo tanto puedes usarlo libremente en una potencial historia de Saint Seiya. Aquel dato no lo obtuve del anime, sino de otra fuente oficial llamada “Hípermito de Saint Seiya”, el cual viene a ser una especie de anexo al manga, en el que se detallan varias cosas interesantes como la existencia de cuatro armaduras de material desconocido aparte de las de oro, plata y bronce. Allí mencionan que la Gran Voluntad es la instancia cósmica que separa a un dios de un humano.

    Gracias nuevamente por todo. Espero que sigas disfrutando de la lectura y, como dices tú: ¡Larga vida a los Caballeros de Atena!
     
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    Kazeshini

    Kazeshini Caballero de Junini

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    Título:
    [Longfic] Saint Seiya - Saga: CATACLISMO 2012
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    76
     
    Palabras:
    4352
    [Saint Seiya/ Los Caballeros del Zodiaco] – Saga: CATACLISMO 2012

    Escrito en Ecuador por José-V. Sayago Gallardo


    CAPÍTULO 34: ¡MISTERIO! LOS SARCÓFAGOS ANCESTRALES

    ==Maravilla Suprema, Páramo de Hanan Pacha==

    La tormenta azul se detuvo por completo. Por un momento reinó la calma en el hermoso páramo inca en el que se desarrollaba la cruenta batalla.

    Aunque la mayoría de los pastizales habían sido arrasados de raíz, todavía se podían ver pequeñas plantas asomando cerca del lugar en el que colisionó la técnica de Wayra.

    En el centro de aquel terreno devastado se encontraba Raistlin, recostado boca arriba con su atónita mirada dorada clavada en el firmamento. Simplemente no sabía cómo reaccionar al tener todo el peso de su hermano menor sobre su cuerpo.

    El valiente Santo de Oso logró su objetivo de proteger a la persona más importante para él, pero a un precio muy alto: A pesar de que su fornido cuerpo fue capaz de resistir gran parte del embate huracanado, su armadura de bronce fue destrozada y su ser entero quedó vulnerable a la infinidad de cortes y golpes producidos por el viento del Cóndor de los Andes.

    El corpulento ser del menor de los lemurianos se mantenía inmóvil en un protector abrazo, dando a entender que seguía resguardando al mayor aun después de haberse desvanecido.

    —«Lo lograste, Caramon… —se dijo a sí mismo el Santo que permanecía ileso, saliendo de su estupefacción al ver que la sangre de su hermano empezaba a expandirse por los campos—. Al final encontraste tu propia calma y pensaste la estrategia que te ayudó a salvarme…»

    Haciendo un gran esfuerzo por soltarse de los grandes brazos del Caballero de Oso, el joven de melena verde claro lo arrastró con pesar y lo acomodó cuidadosamente sobre una de las pocas áreas verdes que adornaban el páramo.

    En actitud solemne, el Guardián de Cóndor observaba desde las alturas aquel acto de amor y compañerismo.

    —Saldremos juntos de esto, hermano —aseguró el Lobo con unos ojos casi desbordando lágrimas, al ver a Caramon en tan mal estado—, porque ahora que tú has despertado tu calma. ¡Yo acabo de despertar mi pasión!!!

    A pesar de estar flotando a considerable altura, el Guardián de Kuntur sintió como una fuerte presión lo empujaba desde tierra. En un parpadeo Raistlin había despertado su cosmoenergía a un nivel insospechado para un Santo de Bronce. Aquella manifestación de energía produjo una onda expansiva que incluso alcanzó al rival en las alturas.

    Con un semblante de notoria sorpresa, el inca contempló a su oponente siendo bañado por una furiosa aura grisácea, la cual parecía tomar la forma de un rabioso lobo, ávido por cazar a su presa.

    —Sin duda me han mostrado su valor como guerreros y como seres humanos, joven Santo. El gran sacrificio y amor fraternal de tu compañero es algo que ya no se ve en estos días —expresó con gran consideración el Guardián de cabellera negra—, pero con todo el respeto que se merecen ambos, déjame decirte lo siguiente: Por más que eleven su cosmos, jamás lograrán alcanzarme porque no tienen la capacidad de volar sin alas como yo. Los lobos y los osos se quedan en tierra, Caballero…

    El aludido ni siquiera se volteó para responder a las aseveraciones del enemigo. Su atención estaba concentrada en la imagen de su hermano herido, yaciendo varios metros lejos de él.

    —Todos los lobos ansían alcanzar la luna en algún momento, por esa razón le aúllan con devoción cuando la ven en todo su esplendor —manifestó el Caballero con un hilo de voz, para luego enviar a sus brazos la energía que poseía en ese momento—. ¡Yo seré el primer lobo que se eleve tan alto como la luna! ¡Te arrancaré esas alas invisibles como castigo por lo que le hiciste a Caramon! ¡‘Aullido Mortal’!!

    —Lo siento guerrero, pero esa técnica no funcionará dos veces conmigo. ¡Aunque tu poder haya aumentado, tu viento es inferior al mío!

    El inca posicionó sus dos antebrazos frente a él a manera de equis. Suponía que la resistencia de sus guanteletes sería suficiente para soportar el ken que se le aproximaría. Sin embargo, su reacción fue demasiado anticipada, ya que no habría podido prever los siguientes movimientos de su contendiente.

    En lugar de arrojar su técnica de la manera usual, Raistlin tuvo la idea de dirigir toda esa energía a sus pies. La potencia con la que el ken desplegado impactó la tierra fue tanta, que provocó el violento despegue de su ejecutor. Aquel ascenso fue tan veloz que a los ojos de Wayra el joven Santo había desaparecido repentinamente.

    Tan confundido estaba el Guardián en intentar buscar al Lobo en tierra, que bajó la guardia por unos instantes. Apenas y logró percatarse de la presencia del lemuriano de bronce cuando este ya estaba a pocos centímetros de él.

    Raistlin había variado su técnica para ascender velozmente en línea recta hacia su oponente, pero eso no era todo…

    —¡Esta será la última vez que vueles sin alas, Wayra! ¡‘AULLIDO MORTAL’!!!

    Una vez más el Santo varió su técnica. En esta ocasión concentró toda la energía de la misma en su puño derecho, el cual se estrelló con atronadora potencia en el pectoral de la armadura añil del oponente inca, para quien fue abrumador, además, escuchar el ensordecedor aullido de lobo que se produjo cuando el golpe lo impactó.

    La pasión recién despertada en el joven le había permitido utilizar la misma técnica en tres variaciones hasta el momento, siendo la tercera la que tendría los resultados más devastadores: El agredido fue enviado a tierra con la misma velocidad y potencia con la que había ascendido el Caballero hace unos momentos.

    Aquel combate aéreo había tomado milisegundos en desarrollarse y al final solo se pudo ver al Guardián de Kunturimpactando pesadamente contra el mismo huerto que se suponía debía proteger.

    Por su parte, Raistlin de Lobo se precipitó en caída libre sobre un maizal cercano. Ya no tenía energía para aterrizar correctamente y su cuerpo estaba a punto de estrellarse sin remedio desde una altura tan considerable.


    ==Estados Unidos==

    El supremo dios egipcio caminaba tranquilo por los callejones cercanos a la bahía de la ciudad atacada por sus aliados. Le eran indiferentes el sufrimiento y el desorden que se estaban desarrollando a su alrededor.

    —«Un cosmos lleno de ira y otro lleno de odio han arribado a esta urbe para oponerse a nosotros —reflexionó él, mostrando una gran sonrisa de satisfacción—. Admito que me emociona luchar contra guerreros poderosos. Solo espero que esos dos no me decepcionen si llegan hasta mí… siempre y cuando logren salir con vida del ataque de mis Guardianes».

    Una presencia familiar interrumpió sus cavilaciones.

    La recién aparecida avanzó con cautela hacia el dios supremo que le daba las espaldas.

    —Bienvenida, Isis —la saludó extrañado el de cabellera roja sin siquiera voltearse—. Supuse que estarías castigando a los humanos que habitan esta ciudad, o en su defecto, a los guerreros que envió Atenea para detenernos.

    —Me disculpo, supremo Ra, pero me vi obligada a posponer mi deber ante la tarea que ocupa mi atención en este momento…

    La diosa egipcia de la fertilidad detuvo su discurso al ser testigo de la devastación y muerte que pululaban alrededor de su interlocutor. Para ella fue estremecedor presenciar aquel espectáculo lamentable:

    Cuerpos horriblemente carbonizados cercaban el camino del dios. Camino que al estar formado por pavimento, no había resistido la inconmensurable temperatura que emanaba el cuerpo divino del africano. Con cada paso que daba, el piso se derretía y una huella de viscoso magma al rojo vivo se formaba a sus pies, haciendo todavía más dantesca la escena.

    Femi de Isis tuvo el impulso de llevarse la mano al rostro para cubrir su nariz. Y aunque no pudo soportar el nauseabundo hedor de los cadáveres calcinados, intentó mantener la compostura y sin éxito aparentar normalidad.

    —No te sientas mal por ellos, Isis —le instó el supremo egipcio, notando la ligera expresión de disgusto en su Guardiana—. Mi intención no fue asesinar a todas estas personas. Ellos corrieron hacia mí mientras escapaban del apocalipsis que se desarrolla en este lugar y fue mi cosmos el que los incendió al contacto. No veas al mío como un fuego de muerte, sino como uno de purificación… Pero de todas formas, nos estamos distrayendo del asunto central… ¿A qué debo el honor de tu presencia?

    —Traigo el trabajo terminado que la diosa Mielikki le ofreció antes de desaparecer en la Maravilla Suprema.

    Un elegante arcón rojo decorado con jeroglíficos se materializó en las manos de la mujer de melena negra, quien con actitud solemne intentó acercarse a Ra para entregarle personalmente aquel encargo.

    —¡Detente! —ordenó severo, parando en seco a la sorprendida dama, quien se sobresaltó con la potencia de esa resonante voz—. Si te acercas unos pasos más, acabarás calcinada al igual que estas personas. Recuerda que todavía no has desarrollado tu máximo potencial como diosa egipcia y no querrás decepcionarme como ese inútil de Horus.

    Encogiéndose de hombros, la reencarnación de Isis depositó el baúl metálico en el piso. No se atrevió a hablar durante varios segundos que le parecieron eternos, al incrementarse considerablemente el calor en el lugar. Alta temperatura que amenazaba con sofocarla y que de paso también intensificaba el olor de la carne chamuscada de personas inocentes.

    —Con su permiso, mi señor Ra. He de cumplir la misión que me encomendó. Así que me marcho enseguida.

    El tono apresurado e incómodo con el que la Guardiana en armadura amarilla y turquesa pronunció esta frase, no pasó desapercibido por el dios africano.

    —¿Tanto te molesta el olor de la muerte que produce el fuego? —le preguntó un tanto irónico—. Yo sé que eres una diosa que representa a la vida en todas sus formas, pero debes estar consciente de que en el futuro verás millones de cadáveres apilados de esta misma forma.

    Isis sintió como la tensión la invadía, así que pestañeó varias veces a fin de reflexionar para escoger meticulosamente sus siguientes palabras.

    Con un semblante muy seguro respondió:

    —Mi señor, usted sabe que nuestro anhelo es ver el nacimiento de un Nuevo Egipto en este continente. Y si para lograrlo tenemos que purificar todo este país con el fuego divino, entonces solo tendré que acostumbrar mi mente a la idea de que tanta muerte será necesaria para dar nacimiento a nueva vida.

    Dicho esto, le dio las espaldas a su superior y no pudo soportar más el asco que le causaba la acumulación de muerte. Para fortuna suya, Ra no pudo ver aquella expresión de disgusto en su rostro.

    —Espera un momento, Isis… —la detuvo él, entrecerrando sus ojos anaranjados en una mirada llena de sospecha y desconfianza.

    Hubo algo que inquietó al dios egipcio al escuchar y ver la actitud de la joven deidad femenina. Había algo diferente en ella. Simplemente ya no parecía ser la misma dama sumisa que obedecía sin rechistar a cada una de sus órdenes. En silencio intentó deducir lo que le provocaba tal desasosiego, pero no pudo precisar la causa.

    —No… no es nada… Ve y acaba con los Santos de Atenea…

    —Enseguida, mi señor…

    Isis se alejó de la presencia de Ra, liberándose al fin de aquella tensión que gradualmente le hacía perder la calma.

    Al verse solo, el dios supremo se acercó al baúl que descansaba sobre el asfalto y con impaciencia lo abrió. Su emoción fue grande cuando contempló su contenido.

    Un hermoso brillo color rubí bañaba a las dos armas cuidadosamente acomodadas sobre la superficie de terciopelo del que estaba recubierto el interior del arcón. Se trataba de las dos Armas Supremas de Ra: un par de afiladas katares rojas de distinto diseño.

    Apenas la deidad las calzó en sus antebrazos, ambas armas parecieron reaccionar al cosmos de su portador y se prendieron en furiosas llamas.

    —¡Te felicito, Mielikki!! —exclamó emocionado el dueño de las katares, siendo testigo de la fuerza que contenían—. ¡Estas armas poseen todas las especificaciones que te solicité! ¡Solo tú habrías sido capaz de forjar estos metales junto con los espíritus de dos dioses egipcios!

    Ra había aprovechado su despertar en un cuerpo divino para imponer su poderío como dios supremo sobre sus demás colegas egipcios. Solo así fue capaz de dominar a las deidades conocidas como Horus, Anubis e Isis y ponerlos bajo sus órdenes como Guardianes. Pero no fueron solo ellos tres quienes fueron puestos bajo el régimen de Ra. Dos dioses egipcios más cayeron bajo su poder y sus espíritus habían sido utilizados para fabricar las armas que portaba…

    Seth a mi siniestra y Osiris a mi diestra Esos serán los nombres de mis katares… El bien y el mal han sido combinados en mis armas…

    Abriéndose paso, llegó a la bahía principal de la ciudad.

    Con un cielo carmesí como fondo, divisó a lo lejos un objeto que resaltaba del resto por su apariencia llamativa. Se trataba de la monumental estatua azulada de una mujer, la cual levantaba orgullosa una antorcha como símbolo de libertad.

    —«La arquitectura moderna en este país no se compara a las magníficas construcciones que edificaron mis ancestros —reflexionó arrogante el egipcio, sin quitarle la mirada de encima a esa estatua—. Ya que estoy un poco fuera de forma desde que uso este cuerpo, no me vendría mal practicar un poco con mis dos nuevos juguetes».

    Tronando los huesos de su fornido cuello, estiró un poco los músculos.

    Acto seguido, utilizó toda la fuerza física que fue capaz de desatar su brazo izquierdo, blandiendo velozmente a Seth. El movimiento circular creó una enorme y potente cuchilla de fuego en forma de media luna, la cual atravesó veloz el mar y se dirigió hacia aquel monumento solitario, atravesándolo justo por la mitad como si de papel se tratase.

    Unos segundos después, el dios contempló con notoria satisfacción como el blanco de su ataque había sido cercenado con un limpio corte recto. Ver aquel símbolo estadounidense destruido e incendiándose en dos partes como secuela, provocó la estridente risa de quien había causado tal desastre.

    —¡Te has lucido con estas armas, Mielikki!! ¡Si antes era fuerte, gracias a ti ahora soy invencible!! ¡Así que vengan a mí, Caballeros de Atenea!! ¡Estoy ansioso por enfrentarme a ustedes!!


    ==Maravilla Suprema, Selva de Eldorado==

    —«¡Mar, despierta!!»

    Sobresaltada, la aludida regresó a la realidad haciendo caso a lo que decía aquella voz salida de ninguna parte, para notar que tres veloces objetos se acercaban peligrosamente hacia ella. Casi por instinto pudo esquivarlos antes de que la lastimen.

    La Amazona de Coma Berenices observó alarmada al trío de cuchillas pasando a pocos centímetros de su rostro, y terminar su trayectoria en un árbol cercano. Se trataba de filosas plumas multicolores, las cuales se habían clavado profundamente en la madera del tronco.

    La muchacha de cabellera negra en trenza permaneció inmóvil, inspeccionando minuciosamente su entorno en búsqueda de su agresor. Su intranquilidad crecía al encontrarse en un ambiente demasiado complejo y confuso para ella. Era la primera vez que se encontraba en medio de vegetación tropical tan frondosa como la que abundaba en ese terreno, la cual, además, entorpecía bastante su sentido de orientación. A donde quiera que ella volteaba, solo podía divisar aglomeraciones de árboles, helechos y gruesos musgos. Para rematar, el ruido natural de los animales selváticos distraía su atención.

    Tantas cosas pasaban por la mente de la inexperta guerrera. Sin duda sabía que había logrado ascender a territorio divino, pero su confusión era grande al encontrarse en tal situación. Poco a poco caía presa de una intoxicante tensión, y más al percatarse de que no traía consigo las armaduras que le habían encomendado en el Santuario…

    —¡Sé que hay alguien aquí! —gritó desafiante la joven Mar como último recurso—. ¡Sal y enfréntame si tienes el valor para hacerlo!

    Aquella osada petición fue respondida con el embate de diez plumas más. Maniobrando acrobáticamente, la chica fue capaz de esquivarlas todas. Por desgracia su nula experiencia en batalla no le permitió notar que la arremetida de esos objetos era tan solo una mera distracción para que Mar no vea venir el verdadero ataque.

    Un certero rodillazo se estrelló en la sien derecha de la desprevenida Amazona, el cual la mandó a volar contra el tronco de un árbol frutal cercano. La fuerza con la que colisionó fue tal, que su cuerpo logró despedazar la dura madera en el acto.

    —Me sorprende que aún te mantengas con vida tras mi ataque, invasora… —intervino la joven que había acometido contra Mar, caminando muy segura entre la jungla.

    La agredida apenas y pudo levantar la cabeza tras recibir tan violento golpe. La cabeza le daba vueltas y apenas logró distinguir a su atacante acercándosele.

    Se trataba de una joven mujer trigueña de blanca cabellera ensortijada y una vivaz mirada encendida en un profundo lila. La recién aparecida lucía una llamativa armadura color verde claro, adornada en su mayoría con las mismas plumas multicolores que habían intentado acabar con la vida de la chica de Rodorio hace unos momentos.

    —Ese es solo el comienzo del dolor que te espera por atreverte a faltarle el respeto a los ancestros incas —añadió esta joven, amenazando tajante a su rival.

    Escuchando estas palabras, Mar se reincorporó tras retirar los pesados restos de madera que la aprisionaban. Ella estaba consciente de que de no haber sido por la protección de su armadura de metal desconocido, no habría sobrevivido a la agresión.

    —No me hables de dolor, extraña —respondió la Guerrera de Atenea, limpiando la sangre que corría por la comisura de sus labios, al tiempo que observaba amenazante a la guerrera de la selva—. En mi corta existencia he sentido en carne propia tantas veces el verdadero sufrimiento, que tu golpe fue algo insignificante para mí.

    El recuerdo del instante de su accidente invadió la mente de Mar. A pesar de que su mentalidad siempre positiva le ayudó a soportar tal trauma, el instante en el que perdió su capacidad de caminar la seguía hiriendo con la misma intensidad que en el pasado. Mal recuerdo que además era intensificado cuando evocaba los instantes de terror que vivió recientemente en su pueblo, cuando éste fue destruido por el terremoto mundial de Viracocha, en el cual perdió a toda su familia y amigos.

    —El dolor que hayas sentido me tiene sin cuidado, porque para mí eres solo una vulgar ladrona que merece sufrir en mis manos.

    —¡No tienes derecho a llamarme ladrona! ¡Jamás en mi vida he robado algo!

    —¡No mientas, invasora! ¡Observa la prueba de tu crimen en esos matorrales!!

    Mar miró con atención al lugar que le señalaban. Ahogando una interjección de sorpresa, notó que las pandora box de las cloth de Aries y Tauro estaban escondidas tras unos frondosos arbustos. Por una parte su alivio fue grande al saber que no había extraviado las valiosas armaduras.

    —Cuando llegaste a mi territorio dejaste caer ese par de grandes objetos de oro —le comunicó la de cabellera alba, sin quitar el desprecio de sus palabras—. ¡Solo pudiste haber tomado reliquias tan preciosas del templo sagrado de Viracocha!!

    —¡¿De qué hablas?! ¡Traje conmigo esas armaduras desde el Santuario de Atenea!!

    —Entonces eres una Guerrera de Atenea… No se conformaron al acabar con la existencia de mi señor Viracocha. ¡Ahora también intentan mancillar su territorio y saquear sus tesoros!! ¡Son lo más bajo que puede existir!!!

    La ira de la joven inca se desbordaba a través de su mirada. No solo estaba convencida de que las armaduras doradas que traía Mar habían sido sustraídas desde la infinidad de reliquias de oro que se almacenaban en el Templo Sagrado Inca; también quería hacerles pagar a los Santos de Atenea por rebelarse contra los dioses de sus ancestros.

    —¡No dejaré que tomes mi vida fácilmente, extraña! —afirmó con gran convicción la muchacha de cabellera en trenza, alzando la guardia al saber que su oponente no entendería razones— ¡Soy Mar… de Cabellera de Berenice y mi deber es entregar esos objetos a sus dueños originales!! ¡No dejaré que te interpongas en mi camino, seas quien seas!!

    —Una actitud bastante altanera, típica de una ladrona de tesoros como tú… Mi nombre es Cavillaca de Q’inti, el Colibrí de la Amazonía. Y puedo asegurarte que la selva de Eldorado se convertirá en tu tumba…


    ==Estados Unidos==

    La terrible técnica de fuego negro de Anubis devoró y paralizó a los miles de inocentes que presenciaban su combate con Evan de Fénix, para quien fue perturbador observar como la llamarada oscura parecía extraer poco a poco la energía vital de sus víctimas, quienes retorcían sus facciones en grotescas expresiones de dolor.

    —¡Maldito monstruo! ¡Detente ahora mismo!! —exigió el joven Santo con los ojos a punto de dejar escapar lágrimas, mientras arrojaba débiles golpes a su rival— ¡No involucres a inocentes que nada tienen que ver en nuestra lucha!!!

    El egipcio esquivaba con arrogancia cada lento puñetazo que intentaban propinarle. Aunque el odio de su oponente había crecido, su fuerza física disminuyó proporcionalmente tras su esfuerzo de ejecutar el nuevo ken del Fénix.

    —Tranquilízate, mocoso. Aún no es tiempo para alterarse de esa manera —replicó burlón el dios-chacal—. El verdadero efecto de la ‘Cremación Oscura’ todavía está en desarrollo.

    Impactando una certera patada en el abdomen del humano, el ser divino retrocedió de un salto al verlo de rodillas, paralizado por el dolor.

    —Escúchame bien, Evan. Los ataques ígneos de nosotros los Guardianes egipcios generalmente no afectan a la materia física. Esos humanos que ves retorcerse de terror, tienen esa expresión en el rostro porque gradualmente sus vidas están siendo absorbidas por mis flamas negras. Su esencia se está canalizando hacia mí para otorgarme más poder físico, pero eso no es todo…

    Tras un ligero temblor, dos sarcófagos de diseño ancestral egipcio emergieron desde la tierra con violencia, rompiendo a su paso el cemento que se les interponía, y quedándose en posición vertical uno a cada lado de quien los había convocado.

    —¿Qué… son esos dos ataúdes? —preguntó confundido el furioso joven de cabellera platinada, con el aliento apenas recuperado.

    —El sarcófago a mi derecha es un regalo especial de parte de la diosa Morrigan para nosotros los egipcios. En su interior se encuentra una poderosa ‘marioneta’ que necesita de la energía de los vivos para ser reanimada. Lo mismo ocurre con quien reposa en el ataúd a mi izquierda, aunque aquel está reservado especialmente para otro guerrero. Sí, precisamente… ya que me agrada Ikki de Leo, preparé con mucho cariño esta sorpresa especialmente para él…

    Evan odiaba profundamente el sarcasmo de Anubis, pero en ese momento dejó de importarle esa molestia al saber que dos enemigos más amenazaban con aparecer si no hacía algo al respecto.

    —Ahora entiendo… —manifestó el humano, reincorporándose—, entonces para detener la resurrección de quienes descansan en esos ataúdes, tengo que asesinarte antes de que tu técnica se alimente completamente con las almas de mis compatriotas…

    —Cosa que obviamente será imposible para ti en tus condiciones. ¡Estarás muerto antes de evitar que estos cofres se abran y llenen esta ciudad de muerte!

    Los ojos del chacal quedaron en blanco al concentrarse una gran cantidad de energía negra en todo su ser. A pesar de haber sido gravemente lastimado por la técnica del ave mítica, el dios fue revitalizado al consumir gran cantidad de almas humanas. En su cánido rostro era grande la emoción al sentir como su fuerza física aumentaba de gran forma e incluso sus proporciones corporales incrementaban ligeramente su volumen, quebrando en el proceso los pocos restos de la armadura negra y dorada que todavía lo vestía.

    Evan ni siquiera vio venir el potente cabezazo que se estrelló en su testa. Casi no sintió la lluvia de puñetazos que lo castigaba sin clemencia, ya que su ser entero había sido sacudido por el primer ataque.

    —¡Deberías experimentarlo, Evan! —exclamó emocionado el agresor, vapuleando cruelmente a su víctima— ¡El placer más grande es sentir como la vida de tantas personas recorre tu cuerpo y te da un poder infinito!

    De no haber sido por la protección que le otorgaba la diadema de la cloth de Fénix, la cabeza del joven de bronce habría sido machacada en el acto. De igual forma, si la coraza protectora de su pecho no hubiese recibido la violencia de los golpes, su corazón y demás órganos habrían cesado sus funciones de inmediato. Evan simplemente no pudo reaccionar ante tan inmisericorde y veloz ráfaga de fortísimos golpes.

    El dios de los muertos solo se detuvo al sentirse cansado de castigar al joven.

    Casi se ahogó en sus propias carcajadas cuando notó que la armadura de Fénix fue reducida a añicos tras las agresiones y que su portador, después de expulsar gran cantidad de sangre por su boca, desplomó sobre el cemento su amoratado y casi inerte cuerpo producto de la salvaje paliza.

    No contento con sus actos, Anubis aprovechó el frenesí del momento y su actual fuerza para pisotear repetidamente la cabeza del Santo. En su animalesco rostro era evidente el placer que sentía al seguir humillando de esa forma a su rival.

    —¡Vamos, humano! ¡Las leyendas griegas cuentan que ustedes los Santos de Atenea siempre vuelven a la batalla a pesar de lo grave de su situación!! ¡No me decepciones y renace al igual que tu constelación!!

    Invadido por una sensación de abrumadora impotencia y dolor, Evan de Fénix perdió el conocimiento mientras su perverso contendiente lo hundía más y más en tierra con sus poderosos pisotones.

    Estando al borde de la muerte, un sueño sobre su pasado sería su última oportunidad para reaccionar…

    Continuará…

    ===

    Hace tiempo que no comparto un fanart. Con ustedes el poderoso dios del sol:

    Ra, Supremo dios egipcio

    [​IMG]
    Mil gracias a mi esposa por el excelente trabajo, al dar color a este fanart.

    Saludos desde Ecuador.
     
    Última edición: 2 Julio 2020
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    Comentario capítulos 16-20.

    ¡Hola Kazeshini! Saludos. Inicio mi comentario haciendo referencia a esta orden de caballeros de apoyo ¿son de tu invención? Si es así fue muy creativo de tu parte, jamás me hubiera imaginado a algunos caballeros sin una tarea guerrera, sin técnica de combate, simplemente no sabría qué función cumplirían dentro de la organización de Atena. Y esta chica, Narella, a pesar de tener todo en contra logró forjar una alianza con su compañero y aunque sólo fueran Caballeros de Bronce, derrotaron a sus rivales vía la unión de la ¿amistad? A lo que se ve, ellos están muy compenetrados y esta relación les ha dado la confianza y la convicción para darse cuenta de que podían vencer a los agresores.

    Respecto a estos, me parece que son un fiel reflejo de sus autoridades: nula organización, cero lazo de amistad, meras individualidades e insisto, enfrentar con esas condiciones a unos caballeros atenienses comprometidos, unidos, poderosos y con la convicción de dar la vida por sus amigos y diosa va a hacer que las batallas sean parejas, pero que desafortunadamente para los primeros, todo acabe en una estrepitosa derrota. Una familia unida tiende a salir avante de sus problemas.

    Cierro el comentario de este peculiar par de caballeros con esa técnica conjunta, realmente sublime, creo que en el ánime la pude ver en un par de ocasiones cuando los caballeros de bronce unían sus cosmos para otorgarle a Seiya el poder final para atacar, así que en esta ocasión rememorarlo ha sido una agradable experiencia ¿sabes algo? Cuando leo tu historia pongo el soundtrack de SS, aquella pieza que pienso puede ambientar las escenas y el resultado de la técnica final de Narella y Theron ha sido sencillamente exitoso.

    Me voy con el otro par de caballeros: Caramon y Raistlin. Aún debo leer definitivamente el resto de la batalla puesto que han intervenido poco, sé de la lección que trata de generar Shaka (uno de mis personajes favoritos) en ellos y pienso que saldrán adelante, pero veamos qué sucede con ellos.

    Kiki. Le has dado una personalidad muy de mi gusto, me agrada, así como también me gusta que esta chica, Mar, se haya “topado” con él y lo salvara a pesar de las dificultades que se le presentan debido a su condición, eso lo destaca aún más y se valora como tal, es realmente ejemplar su sacrificio y no sé, por momentos imagino que ella y Kiki se van a enamorar pero también supongo que sólo es agradecimiento, admiración y compromiso, habrá que seguirles de cerca para ver cómo progresa esta relación, espero que no vaya a morir Mar ¡ay no!

    Y finalizo con Shun y Anna. Toda esa escena en el Cementerio de los Héroes ha sido de lo mejor que he leído, realmente le has imprimido un toque oscuro y maligno que nunca vi en el ánime, ni siquiera en la Saga de Hades y su representante momentánea me ha cautivado, Aibhill de Banshee me ha enamorado ¡oye, es el tipo de chicas que me fascinan! Lástima que vaya a ser derrotada y tenga que… Ni modo mi chula, elegiste el lado equivocado. Su seguridad radica justamente en su preocupación por su diosa, es ella realmente la que está preocupada por Morrigan, por ello quiere alejar a los caballeros con argumentos falsos y por el momento ya funcionó con Anna aunque me temo que el desenlace de la batalla será inesperado. Cielos, tendré que hacer un fic sobre Aibhill, claro, con tu permiso porque no soportaré verla derrotada y confinada al olvido, esta mujer se ha ganado mi ¿admiración? Te luciste con su creación, Kazeshini, vaya que sí.

    Bueno, me despido saboreando y ansiando ver ya el enfrentamiento entre Shun y Morrigan, no creí que se fuera a dar este duelo, pero pensándolo bien, va a quedar bastante bueno, yo me esperaba el duelo Ikki-Morrigan, ya ves, por lo de Pandora, pero creo que va a quedar mejor así como lo has diseñado. Que estés muy bien, un saludo desde México.

    ¡Larga vida a los Caballeros de Atena!
     
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    Kazeshini

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    Saludos, Víngilot

    Procedo a responder tus comentarios sobre los capítulos 16-20:

    Primeramente, gracias por continuar pendiente de la historia y del arco correspondiente a la segunda diosa de la Alianza; y más que nada, gracias por compartir conmigo tan detalladas opiniones.

    Refiriéndome a los Caballeros de apoyo, te cuento que aquello tampoco es una invención mía. Esa información la obtuve de la Enciclopedia Taizen de Saint Seiya, en la que se muestra datos muy interesantes que no salieron en la serie. Por ejemplo, nos mencionan a cuatro Caballeros de apoyo: el de Altar (Santo de Plata que apoya al Patriarca, siendo casi como su sombra), los de Bronce de Buril y Escultor (ambos tienen la función de reparar armaduras) y el de Copa (cura las heridas de sus compañeros como vimos en Next Dimension con Sukyo) En el caso de la constelación de Sextante que utilicé para Narella, me inspiré más en el personaje de Yulij de la novela de Saint Seiya llamada Gigantomaquia. (Yulij también tenía una función ajena a la batalla).

    Pasando al tema del combate de los amigos de Bronce contra los Guardianes finlandeses, resaltaste muy bien el contraste de motivaciones entre los guerreros de ambos bandos. En efecto, la palabra ‘amistad’ es la clave de la victoria de Narella y Theron, aunque por allí podría existir algo más… Por el otro lado, Mirja y Rasmus resultaron ser individualistas al extremo y, como dijiste, eso significó su perdición.

    Volviendo a los Santos de Bronce, es curioso que menciones las escenas de sus antecesores apoyando heroicamente a Seiya, porque justamente allí basé los vínculos de amistad que tienen mis OCs. Y qué mejor forma para expresar esos vínculos, que con dos técnicas inéditas. Solo conocía una técnica oficial para Jabú, pero siempre creí que podría tener más protagonismo con un ken más espectacular a la vista.

    Otro asunto curioso que mencionas, es que escuchas el soundtrack de SS mientras lees el fic. Te cuento que yo hago lo mismo para escribirlo y ambientar cada escena. Igual cuando lo releo antes de publicar, escucho canciones clave que podrían calzar de modo perfecto con tal o cual escena.

    Sobre Caramon y Raistlin, te cuento que sus nombres y ‘profiles’ son un homenaje a dos personajes de la saga de libros Dragonlance, los cuales leí hace mucho y me encantaron. Espero puedas leer más sobre sus contrapartes en mi fic y ver en qué lío se meterán más adelante.

    Acerca de Mar, te confieso que fue un personaje que no tenía planeado incluir en la trama del fic. Una amiga mía me dio la idea de incluirla sobre la marcha y a la larga me agradó cómo fue acoplándose a la historia. Relacionarla con Kiki fue bastante satisfactorio, y todo el crédito va para su creadora. La idea, justamente, es que Mar se vea involucrada con Kiki. No sé qué opines, pero siento que a veces a Saint Seiya (y a los shonen en general) le hace falta un poco ese toque romántico que, ciertamente, nos ha mostrado pero de manera muy sutil y libre a la interpretación.

    Pasando a Shun-Anna, me es grato saber, en primer lugar, que te agradó mi descripción del lugar en el que se desarrolla la batalla en territorio celta. Me encantan los escenarios macabros y qué mejor forma de expresar esa afición que con el Cementerio de los Héroes.

    Me sorprende saber que te gustó tanto el personaje de Aibhill de Banshee. Cuando escribí sobre ella, me la imaginaba toda triste y llorando a lágrima viva sobre la tumba de un soldado desconocido. Me sirvió bastante leer sobre los mitos de las Banshees y su naturaleza melancólica para otorgarle esa personalidad que logró llamar tu atención. Y claro, si gustas utilizar al personaje de Aibhill para una historia alternativa, sería bastante interesante leerla. Lo más que tengo de ella es el dibujo que publiqué y nada más. Caramba, me hiciste dar cuenta que no tengo nada pensado sobre su trasfondo o su pasado!

    Por último, el combate Morrigan – Ikki habría sido bastante interesante tal y como lo planteaste (con lo de Pandora) ¿Por qué no se me ocurrió antes? Pero bueno, ya tengo pensado algo especial para el actual Leo y también para Shun cuando se encuentre con la despiadada Morrigan.

    Saludos desde Ecuador y muchas gracias nuevamente por leer y comentar. Nos leemos en otra ocasión y como dices tú ¡Larga vida a los Caballeros de Atena!!
     
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    Kazeshini

    Kazeshini Caballero de Junini

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    [Longfic] Saint Seiya - Saga: CATACLISMO 2012
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    Acción/Épica
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    [Saint Seiya/ Los Caballeros del Zodiaco] – Saga: CATACLISMO 2012

    Escrito en Ecuador por José-V. Sayago Gallardo


    CAPÍTULO 35: ¡LAS MEMORIAS DE EVAN! LA MANIPULACIÓN DEL PASADO


    ==Estados Unidos==

    Con terrible vehemencia, Anubis se empeñó en la tarea de pisotear a su rival en todos los sentidos. El sonido estridente de sus risas se entremezclaba con el de los golpes que propinaba con su pie en la cabeza del desvanecido Santo.

    —¡Es tan divertido aplastar a los humanos como si de insectos se tratase! —exclamó el chacal, absorto en su emoción—. ¡Vamos, Evan! ¡Ahora dame el placer de escucharte gritar y suplicar por tu miserable vida!!

    Apenas en ese momento notó con decepción que su víctima había perdido completamente la consciencia.

    Como si de un muñeco de trapo se tratase, tomó al joven de la cabeza y lo levantó agarrándolo desde el amasijo de sangre y desordenados cabellos en los que se había convertido su antes lacia melena platinada.

    —Vaya… creo que esta vez sí me excedí… —añadió sarcástico para sí mismo, inspeccionando exhaustivamente el cuerpo casi inerte que sostenía—. Parece dormir como un tierno bebé, pero en este estado no sirve para mis propósitos. Aprovecharé para entrometerme un poco en sus memorias y ver qué puedo usar a mi favor…


    ==Hace siete años. Santuario de Atenea==

    Maleta en mano, un alegre niño cruzó por primera vez los umbrales de aquel lugar que tanto ansiaba conocer desde que tuvo uso de razón. Su emoción era indescriptible, ya que estaba dando el primer paso para hacer realidad su más anhelado sueño.

    Contemplando maravillado el escenario del majestuoso recinto de la diosa griega de la sabiduría, sus ávidos ojos escarlata se encendieron brillosos.

    No pudo contener su regocijo, así que se soltó su equipaje y la protectora mano de quien lo había traído al Santuario y echó a correr por el lugar.

    A pesar de estar utilizando un atuendo visiblemente ostentoso, al pequeño no le importó empolvar sus costosos zapatos ni ensuciar su cara ropa. De todos modos sabía que cualquier cosa material no importaría a partir de ese momento.

    —¡Espera, Evan! —intentó atajarlo el hombre encapuchado, corriendo tras él—. ¡Te perderás si continúas solo!

    —¡No me perderé, porque me siento como en casa! ¡Así que apresúrese, señor Richter! —apremió el aludido a su interlocutor, aún trotando cual potrillo juguetón—. ¡Estoy impaciente por empezar con mi entrenamiento para convertirme en un Santo de Atenea!!

    Cuando arribó por primera vez al Santuario, Evan tenía una actitud completamente diferente a la que forjó tras los años de entrenamiento. Habría sido difícil imaginar que aquel radiante y retozón niño trigueño de lisos cabellos de plata, se convertiría en el futuro en un joven con una personalidad completamente diferente…

    Lo único que cruzaba en ese momento por la mente del pequeño de tan solo nueve años, eran los cientos de leyendas que en cada oportunidad le había relatado su padre: Un famoso y mundialmente reconocido arqueólogo estadounidense, el cual se especializaba en la ancestral cultura griega.

    A lo largo de sus años de laborioso estudio, el padre de Evan no solo logró establecer una cuantiosa fortuna, sino que también recopiló valiosa información sobre Atenea y sus Caballeros. Conocer todo sobre aquellos guerreros legendarios que eran capaces de partir la tierra con sus patadas y desgarrar el aire con sus golpes; se convirtió en su gran pasión.

    Pasión que transmitiría con ahínco a su primer y único hijo, a quien inculcó con entusiasmo los mismos valores de sus héroes y modelos de vida.

    Es así como Evan creció admirando a los nobles Santos que luchaban para proteger la paz en el mundo. Estaba empeñado en ver realizados los sueños de su padre a través de sí mismo. Quería demostrarle a su progenitor que podía ser digno de portar una cloth y de paso ganarse su respeto y admiración.

    Y allí estaba, en uno de los recintos de la Grecia ancestral, dando piruetas mientras exploraba con infantil alegría aquel complejo adornado de monumentales templos, enormes columnas que parecían perderse en el azul del cielo, sendos coliseos como mudos testigos de victorias y derrotas, y demás fascinantes estructuras de diseño arquitectónico clásico de la cultura helénica.

    Al fin Richter logró alcanzar al pilluelo y calmar sus ímpetus agarrándolo de la mano.

    —Evan, por favor… A mi edad ya no estoy para estos trajines —se quejó el sacerdote de Atenea, arrastrando con dificultad el pesado maletín que había dejado atrás el niño para emprender carrera—. Además, recuerda que nos encontramos en un lugar consagrado a la diosa protectora de la Tierra, por lo tanto debes actuar con respeto en todo momento.

    —Lo siento, señor. ¡Es solo que me urge conocer a quien me enseñará a luchar como todo un guerrero! —respondió Evan, haciendo cómicos ademanes de golpes y patadas.

    —Y lo conocerás, pequeño. Las estrellas ya han dictado que tu destino será aspirar a vestir una de las ochenta y ocho armaduras, pero para ello necesitarás a una persona con experiencia que te guíe para que poseas el temple y la sabiduría necesarios para ser digno de servir a Atenea: ¡Un Santo te entrenará!

    Una enorme sonrisa se dibujó en el niño aspirante a Caballero. Su radiante rostro desbordó emoción al saber que uno de sus héroes lo tendría bajo su tutela.

    —¡Dígame quien es, por favor! ¡Quiero conocer a mi maestro y aprender todo de él!

    De manera impaciente inspeccionó su entorno con la mirada, ávido por encontrar a su futuro instructor. Apenas en ese momento notó entusiasmado que no muy lejos de él, un hombre en armadura entrenaba a una pequeña enmascarada.

    —«¡Es él! ¡Encontré al Santo que me enseñará todo sobre el cosmos y la justicia!» —meditó, al tiempo que corría hacia la escena.

    Fue sobrecogedor para Evan ver por primera vez a un guerrero vistiendo una armadura de metal blanco. La imponente figura del entonces Caballero de Bronce de Cisne impactó de un solo vistazo al jovencito, quien a pesar de conocer en teoría a los Santos por todo lo que le había contado su padre; se quedó boquiabierto al estar por primera vez ante la presencia del legendario Hyôga.

    En silencio, el sorprendido pequeño observó como el hombre rubio se protegía de los encarnizados golpes que le lanzaba una niña enmascarada de rizada cabellera celeste, quien a pesar de tener una apariencia delicada, propinaba potentes y estridentes puñetazos. La violencia con la que arremetía la jovencita era tan intensa, que por un momento Evan se convenció de que estaban combatiendo en serio.

    —¡Esos dos se van a matar, señor Richter! ¡Deberíamos detenerlos!

    —Te equivocas Evan, lo que estás viendo es un entrenamiento rutinario de un Santo y una aspirante a una cloth —le informó pausadamente el sacerdote al muchacho—. Él es Hyôga, Santo de Bronce de Cisne y ella es Natassia, su alumna. Solo procura no acercarte mucho a…

    Una vez más el ímpetu infantil del futuro Fénix le hizo desobedecer a su acompañante. Estaba tan fascinado con la escena, que casi por inercia se aproximó hacia ella más de lo debido. Su nula experiencia en batalla no le permitió notar que el frágil cuerpo de Natassia había sido impulsado por el cosmos de su maestro, así que no pudo evitar la trayectoria de la joven que chocó fuertemente contra él.

    Aquel golpe casual logró aturdir completamente al niño de caballera platinada, quien a duras penas se reincorporó con la ayuda del mismo Santo de Cisne, quien alarmado se había acercado al lugar de la colisión.

    —¿Estás bien, pequeño? —le preguntó preocupado Hyôga, viendo al niño desorientado—. Discúlpanos, por favor. No fue nuestra intención lastimarte. A veces no nos medimos con los entrenamientos.

    —Estoy bien, señor Santo —aseguró el aludido sacudiendo la cabeza para regresar en sí—, pero me preocupa la chica que impactó contra mí…

    Con asombro vio que su desasosiego era infundado. Natassia se había levantado hace un buen rato y despreocupadamente sacudía el polvo de sus ropas de entrenamiento mientras observaba al maltrecho muchacho.

    —Perdón por el golpe… —fueron las únicas palabras que le dijo tímidamente la aspirante a Cisne, sintiéndose culpable al ver la sorprendida mirada carmesí de Evan escrutándola.

    —Descuida, fue mi culpa por acercarme demasiado —manifestó sonriente el niño—. Mi nombre es Evan, por cierto. Y será todo un honor poder luchar al lado de ambos, señor Hyôga y señorita Natassia.

    —Es un aspirante a Santo muy amable y entusiasta el que has traído contigo en esta ocasión, Richter —lo elogió el Cisne, también reaccionado con una sonrisa—. ¡Seguramente se convertirá en uno de los guerreros más fuertes del Santuario!

    Las palabras del Caballero lograron animar más al niño, quien por un momento se dejó llevar por sus impulsos.

    —Señor Hyôga, por favor déjeme probar mi fuerza antes de empezar a entrenar. ¡Quiero demostrarle que puedo ser un buen Santo de Atenea como usted!

    —Espera un momento, Evan —intervino nervioso el sacerdote encapuchado—. No creo que sea buena idea empezar a luchar sin que antes…

    —No te preocupes, Richter —lo interrumpió el rubio, observando condescendiente al niño—. Como recompensa al espíritu de este jovencito, permitiré que tenga su primera sesión de guía con nosotros. Natassia, por favor entrena con Evan, pero no vayas a ser muy dura con él.

    La chica enmascarada de celestes cabellos enseguida acogió la petición de su maestro y en silencio alzó la guardia frente a su futuro oponente, quien con una ligera mirada de decepción observó nuevamente al guerrero de bronce.

    —Pero… señor Caballero, yo deseaba pelear contra usted…

    Todos los presentes quedaron impactados ante las palabras del niño. Habían pasado pocos minutos desde que arribó al Santuario y ya ansiaba enfrentarse contra uno de los protectores de Atenea.

    —Evan… antes de desafiar a un Santo en una batalla real, primero debes aprender a conocer tus propias limitaciones y ser consciente de tu realidad —le aconsejó Hyôga en tono compresivo—. Te exhorto a que entrenes primero con mi alumna Natassia. Tú mismo fuiste testigo de su fuerza, así que te aseguro que no te decepcionará.

    La amabilidad con la que el Cisne pronunció sus palabras, logró convencer al impulsivo infante, quien en silencio asintió e imitó la pose de combate de la niña, también alzando ambos puños.

    Hyôga cruzó los brazos deseoso por ver las habilidades del aspirante recién llegado, por su parte, el sacerdote Richter observó con preocupación como la muchacha corría hacia su inexperto rival, echando el puño derecho detrás del cuerpo con el objetivo de ganar más impulso con el mismo.

    Natassia lanzó un fuerte puñetazo contra Evan, quien tuvo la suficiente capacidad de reacción como para contenerlo con ambas manos. Por desgracia, la fuerza del golpe era tanta, que enseguida mermó la resistencia del niño y rompió su defensa.

    Viendo que su oponente tenía la guardia abierta, la chica aprovechó el momento al utilizar su brazo libre para propinarle un poderoso gancho en el rostro, cuya potencia fue tan abrumadora, que logró clavar al muchacho de bruces en tierra.

    Era la primera vez en toda su vida que sentía un dolor tan intenso… Al ser parte de un distinguido linaje de arqueólogos, Evan no conoció jamás el sufrimiento al ser rodeado de atenciones y lujos desde su nacimiento. Pero su vida cambiaría a partir del momento en el cual mordería el polvo por primera vez.

    Aquel fortísimo golpe de Natassia le ayudó a entender lo que Hyôga intentaba aconsejarle, ya que justo en ese instante, Evan fue consciente de su propia realidad: Él simplemente no había nacido para luchar…

    Viendo a su oponente arrastrándose en un intento por levantarse de ese árido y volátil terreno que le dificultaba la visión y la respiración; la aspirante a Santo Femenino vio como mejor opción aprovechar el momento para preparar la técnica que apenas estaba aprendiendo… Con delicados y calculados movimientos, la niña se puso en la tarea de ejecutar la clásica danza que traza las estrellas de la constelación del Cisne. El ‘Polvo de Diamante’ le serviría para acabar con esa batalla de una buena vez.

    —Es suficiente, Natassia —la detuvo su maestro con un semblante de seriedad—. No debes ser tan severa con Evan. Él es nuevo en el Santuario y no queremos recibir mal a los aspirantes a Santos.

    La muchacha enseguida cesó su intento de agresión y en un gesto de compañerismo, extendió su mano para ayudar a Evan a reincorporarse.

    —No entiendo qué hace en el Santuario alguien como tú, pequeño —intervino la persona que había estado observando todo desde la distancia—. No solo la ropa de ‘niño bonito’ que traes delata tu debilidad, también pecaste de soberbia al hablar de más y decir que querías enfrentarte a un Santo del nivel de Hyôga, fracasando miserablemente contra su alumna. Uno solo debe decir ese tipo de cosas cuando puede respaldar sus palabras con la propia fuerza…

    Ikki llegó al lugar del encuentro y con frialdad vio al niño que acababa de ser derrotado, el cual ni siquiera pudo reincorporarse por el impacto de ver por primera vez al legendario Fénix, quien vestía orgulloso su armadura de bronce.

    —Por favor, no trate mal al pequeño Evan, señor Ikki —le pidió casi rogándole el sacerdote Richter—. Su futuro alumno no merece que se refiera a él con palabras tan duras.

    —¿Mi futuro alumno, dices? —inquirió a la vez el hombre de cabellera azulada, cerrando los ojos con arrogancia—. Me niego a entrenar a un aspirante tan débil.

    Todos se quedaron en silencio tras escuchar la forma rotunda en la que el Caballero de Bronce dio su negativa.

    —Conozco a las personas —añadió Ikki, observando al intimidado pequeño con la misma mala actitud—, y te puedo asegurar que no tienes lo necesario para vestir la armadura que tanto me costó obtener en el pasado y que ahora me obligarán a abandonar.

    —Escúchame, Ikki —intentó persuadirlo el Cisne—. No tienes por qué ser tan severo con…

    —¡No! ¡Escúchame tú, Hyôga! ¡Será mejor que embarques a ese niño en el primer buque que zarpe en la mañana, porque nadie en este Santuario querrá entrenarlo! Para él lo mejor será olvidarse de la absurda idea de convertirse en Santo y regresar a su casa para que lo sigan consintiendo con lujos y demás…

    Tras estas frías y contundentes declaraciones, el portador del Fénix simplemente les dio a todos las espaldas y se marchó indiferente del lugar.

    Los presentes se quedaron en silencio tras la partida de Ikki, indignados por su actitud.

    Al ver a Evan tan afectado por lo dicho por quien sería su maestro, Hyôga se compadeció de él e intentó tranquilizarlo, sin embargo, tras meditar bien la situación, vio como mejor opción no intervenir en los asuntos de su compañero de bronce.

    —Ricther, Natassia, será mejor que nos retiremos a las barracas —les instó un tanto inseguro el Cisne—. El entrenamiento terminó por el día de hoy.

    En medio de su confusión y de tantos sentimientos negativos que había empezado a descubrir; aquel niño que lucía elegantes ropas arruinadas por el maltrato y la mugre, observó alejarse a las tres personas que habían sido buenas con él. En particular llamó su atención el hecho de que Hyôga caminaba en actitud protectora junto a Natassia.

    —«Entonces así es un maestro cariñoso que no se aleja alumno… —reflexionó Evan casi llorando—. Se ve al señor Hyôga tan pendiente por el bienestar y el progreso de la señorita Natassia, que no puedo evitar sentir envidia por la relación que tienen ambos… Me habría gustado tener un vínculo así con el señor Ikki, pero al final… estoy aquí, solo… arrastrándome junto con mis sueños…»


    ==Época Actual. Estados Unidos==

    —Interesante… entonces así nacieron las primeras semillas de resentimiento en este humano —se dijo burlón a sí mismo el dios de cánido rostro—. Fue bastante conmovedor conocer el origen de su aversión hacia Ikki y sus demás compañeros de entrenamiento…

    Soltando con desprecio al moribundo Fénix, una idea vino a la maquiavélica mente de Anubis.

    —Ahora me divertiré manipulando sus recuerdos para que su resentimiento se convierta en un naciente odio definitivo e irreversible…

    La sonora risa de la deidad-chacal invadió la vacuidad de la plaza.

    —¡Es el pasado de las personas el que forja su presente y su futuro! ¡Así que deberías alegrarte, Evan, porque gracias a los falsos recuerdos y sentimientos negativos que plantaré en tu mente, renacerás como un nuevo y poderoso ser dominado por el odio!


    ==Hace siete años. Santuario de Atenea==

    La noche cayó en el recinto de la diosa griega y a pesar del intenso frío, el pequeño Evan no se movió ni un centímetro del lugar de su primera derrota.

    —«No sé qué haré a partir de este momento —reflexionó taciturno el niño de cabellos de plata, jugueteando por inercia con la arena del terreno— Mi padre me había dicho que todos los Santos de Atenea eran personas bondadosas, pero veo que no es así…»

    —Me extraña ver todavía en el Santuario a un mocoso débil como tú —le imprecó en tono hiriente Ikki, quien casualmente pasaba por allí.

    El aludido evitó verlo, así que con una mezcla de ira y tristeza, le retiró la mirada para que no lo observe mientras enjugaba sus lágrimas.

    —Yo no soy un mocoso… ¡Mi nombre es Evan!

    —No me interesa conocer el nombre de los mocosos que creen que pueden ser Santos solo por sus caprichos de niños ricos…

    La furia del niño lo obligó a voltearse con el fin de responder altanero a tales aseveraciones, pero su ira cambió a un silente miedo cuando sintió que una poderosa mano lo tomó de sus ropas y lo levantó violentamente.

    Sin darle tiempo a replicar, Ikki lo había alzado hasta tenerlo cara a cara.

    El terror era evidente en el infante al estar tan cerca de quien se había negado a entrenarlo, y más al sentir la ira que parecía emanar aquel hombre malo.

    —¡Mírame directamente a los ojos, Evan! ¡Dime lo que ves!!

    La mirada del Fénix, acentuada por su entrecejo fruncido, parecía fulgir en iracundos destellos, los cuales consiguieron intimidar aun más al niño que ansiaba ser Caballero, quien a final de cuentas no atinó a responder.

    —¡Yo te diré lo que ves! ¡Estos son los ojos de alguien que obtuvo un gran poder gracias al sufrimiento y el sacrificio! ¡Estos son los ojos del hombre que vio morir a tantas personas frente a él! ¡Estos son los ojos de quien sintió el más profundo odio y maldijo su destino de portar la armadura de Fénix que ves cubriendo mi cuerpo! ¡Ser un Santo no es un juego de niños!!!

    Ikki pareció desahogarse de frustraciones pasadas mientras regañaba al joven aspirante a su cloth. Tras gritarle estas palabras, lo soltó con desprecio para dejarlo caer pesadamente sobre la árida superficie.

    —¿En verdad quieres convertirte en alguien como yo, Evan? —le cuestionó, vocalizando sus palabras con un todo un poco más irónico.

    El inocente pequeño respiraba agitado, contemplando aterrado desde el piso la intimidante figura del Santo de Fénix, quien ante sus asustados ojos infantiles, lucía no como un humano, sino como un terrible demonio, manifestado en la forma de una sombra negra de brillantes ojos rojos iluminados cual trémulos faros, siendo escoltada por la tenue luz de la luna llena.

    Pero su miedo no duraría mucho, porque en poco descubriría que aquella furiosa mirada clavada sobre su ser, más que terror, le inspiraba uno de los sentimientos más fuertes que existen: el odio…

    —Sí… —respondió secamente al fin el niño, con un semblante completamente diferente—. Quiero ser como Ikki de Fénix y ver desde arriba con la misma superioridad y desprecio a quienes son más débiles que yo, regocijándome mientras se arrastran a mis pies…

    La casi fantasmal figura negra del desalmado Ikki pareció esbozar una macabra sonrisa al escuchar esas palabras.

    —¡Excelente! Siendo así, te daré los mismos consejos que me dio mi maestro hace años: Cultiva ese odio que ha nacido en tu corazón. Siente el más hondo resentimiento, primero por quien se negó a entrenarte y después por todos los que habitan en este Santuario, porque nadie se compadecerá de ti y te dejarán completamente solo, tal como hicieron Hyôga, el sacerdote y la mocosa que te golpeó.

    Lo que el malvado Anubis era capaz de decir utilizando la figura de Ikki, representaba la crueldad más extrema. Se estaba aprovechando de la época más inocente y susceptible de la vida de su rival de bronce, para manipular a su antojo sus recuerdos…

    —¡Odia, Evan! ¡Porque si no eres capaz de despreciar todo lo que existe en este mundo, jamás podrás desplegar las alas del Fénix! ¡Odia a todo rival que te enfrente hasta que tengas unos ojos como los míos! ¡Odia a la misma Atenea por atreverse a…!

    Poco a poco las memorias del joven se fueron difuminando, siendo consumido su protagonista por los más abominables sentimientos.


    ==Época Actual. Estados Unidos==

    Evan abrió los ojos rojos casi desorbitándolos de sus cuencas. Su demente mirada carmesí se clavó por inercia en el egipcio que le había causado tanto dolor. En su mente solo estaba presente la idea de asesinarlo de la manera más terrible posible…

    Continuará…

    ===

    Con ustedes los hermanos lemurianos de Bronce:

    Raistlin de Lobo

    [​IMG]

    Caramon de Oso

    [​IMG]

    Agradezco a mi esposa por el color en los diseños que dibujé.

    Nos leemos en el próximo capítulo. Saludos desde Ecuador.

     
    Última edición: 2 Julio 2020
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    Virgo
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    Comentario capítulos 21-25.

    Qué tal Kazeshini, me sorprendiste con la armadura de Berenice y su elección por Mar por lo que deduzco que una nueva guerrera se suma a las filas del ejército ateniense, ya nos tocará verla en acción.

    Respecto al pasado entre Shun y Anna ha sido muy lindo descubrirlo y por lo que veo no es una relación maestro-alumna si no que hay algo más, la discípula como que lo ve desde otra perspectiva, a mí me parece demasiada admiración, no, no, ahí hay amor y bueno, Shun tiene un carácter muy tierno pero firme a la vez, eso debe haberle agradado mucho a Anna, además esas sesiones tan arduas en las que compartían una misma pasión y planeaban juntos metas y retos, analizando logros y dificultades debe haberles ofrecido largas horas de comunicación a la luz de las estrellas, caray, viéndolo de esa manera era casi imposible que no terminara enamorada del ahora Caballero de Virgo. Muy lindo, realmente emotiva la escena esa.

    Y bueno, yo sabía que Aibhill tenía que ser vencida, era su destino (de ella sí era su destino) y sólo consiguió despertar aún más la determinación y el poder de Anna. Definitivamente fue un gran combate tanto por las guerreras como por el escenario donde se llevó a cabo. Tu forma de escribir es realmente asombrosa y ayuda a que imaginemos claramente los escenarios de batalla y para mí este es uno de los que más me han gustado, ahora lo equiparo (desde mi óptica) al lugar donde se enfrentaron Shiryu y Penril y a la caverna ardiente donde combatieron Hyoga y Hagen, de mis favoritos. Este Cementerio de los Héroes ha sido digna y atinadamente diseñado por ti y le he impregnado ese toque dantesco de la Divina Comedia ¡de lujo!

    Siguiendo con los formidables escenarios de batalla me refiero ahora a Luonnotar, cielos, de fantasía, de por sí los bosques me empequeñecen el corazón y tú que me trasladas a un lugar de ensueño no sólo en el que viven en armonía los animales y bestias si no magnificado por la fortaleza de Mielikki… el resultado es por demás un deleite. Oye y qué valentía la de Shaina para enfrentarse completamente sola a una diosa, de hecho cada detalle de esa contienda fue reflejo fiel de la esencia de los Caballeros del Zodiaco: tenacidad, aprendizaje (inmediato y por la fuerza), resistencia, corazón, orgullo (bien entendido, por pertenecer a una verdadera familia), enfrentar los miedos, superar las adversidades y para colmo todavía tratar de vencer por la buena, sin humillar al rival, intentando siempre hacerlo entrar en razón ¿Cuántas veces no vimos estas cualidades en los Caballeros de Bronce durante toda la saga? No sé tú, pero eso fue lo que me enamoró de la serie, enseñanza por tv.

    Shaina sí que demostró su personalidad en este duelo alterando cada vez más a Mielikki quien se ve por cierto divina tal cual la diseñaste. Continuando con la Guerrera de la Cobra me sorprendió que vistiera esa armadura dorada (tienes que darle otra a Marin) y aunque no entendí muy bien la explicación de su constelación me agrada saber que a toda ley merece portar una gold cloth, a la vista, ambas guerreras lucen espectaculares, lo juro. Y pues otro de los motivos por los que me derrito ante esta serie es por las razones que cada una de las combatientes tienen para dar su vida misma: la diosa por una especie de justicia ante la muerte de sus hijos y la amazona por proteger a sus discípulos.

    Respecto a éstos qué grato que se hayan encontrado con Kyrie y Eleison y de paso nos hayamos enterado que son grandes amigos y sí, la manera cómo charlan demuestra una gran camaradería, además de que vienen a reforzar las fuerzas atenienses y por lo que se mencionó acerca de que “algo” los arrojó de nuevo al Santuario cuando se aprestaban a abordar la Maravilla Suprema me imagino que el próximo dios en entrar en acción será el hindú Brahma ¡hey! Si posee una personalidad similar a Shaka se antoja un duelo sensacional, por cierto ¿dónde está Shaka? Bueno, sí lo sé, pero es que en estos cinco capítulos ya no apareció ni él ni Raistlin y Caramon, haber cuándo me toca volver a verlos en acción.

    Finalizo con la intervención de Marin y Touma, ya decía yo que no era posible derrotar a una diosa un solo guerrero, se vería ridículo así que es agradable descubrir la alianza de estos tres caballeros para hacerle frente a Mielikki en donde cada uno hace su parte para ¿vencer? Supongo que tendré que esperar a leer el próximo episodio para enterarme qué sucedió al final del ataque de Touma ¿acaso fue una ilusión o la diosa vio el futuro? ¿Viracocha tuvo algo qué ver? Como sea, el resultado fue inesperado incluso para Mielikki que ya se había resignado a su deceso.

    Bueno, ahora sí termino pero es que no quería dejar de mencionar el respeto que has mostrado por la unión caballero-armadura como un complemento uno de la otra formando un fuerte y hermoso vínculo y el hecho de que hayas pensado hasta en ese detalle te vuelve un fan ejemplar de SS, mi admiración Kazeshini. Un placer, que Dios te sonría, te veo luego. Un abrazo.

    ¡Larga vida a los Caballeros de Atena!
     
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