Macross (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Gerli, 29 Marzo 2018.

  1.  
    Gerli

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    29 Marzo 2018
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    177
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    Escritor
    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    5982
    100




    Green percibió claramente cuando Red volvió a la Colonia.
    ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Ocho? ¿Diez horas? Era extraño decirlo pero Green sentía que lo que había sucedido por la mañana formaba parte de otro tiempo, de un capítulo pasado que de alguna forma se había cerrado al explorar el contenido de aquella misteriosa caja.
    Oh si, aquello la había cambiado. ¿Cómo podría una simple pieza de código alterar en forma tan drástica toda su percepción de la realidad? Era como si nada de lo que hubiese aprendido en el pasado la hubiera preparado para enfrentar aquel conocimiento.
    Pero Green estaba familiarizada con aprender cosas nuevas todos los días… aquello no podía ser del todo diferente.
    Así que aprendió todo lo que pudo y ahora estaba allí, en lo más alto de la Colonia, en aquella pasarela de metal donde La joven Tass y el Teniente Glenn pasaran aquel momento tan romántico al mediodía.
    Green sabía perfectamente quién (¿que?) era ella. Siempre lo había sabido y aquel conocimiento era parte de su misma existencia, pero había algo más… algo que consideró importante experimentar por sí misma.
    Green no tenía historia, no tenía pasado. Si, había registros de la primera vez que su base de datos se había iniciado y de las primeras cosas que Tass había incorporado a su matriz de aprendizaje… pero de alguna forma ese no habia sido su comienzo, habia algo mas cuya existencia sólo podía deducir por los comentarios de Tass y de Ralph...
    Aquella llave que Red le había enseñado… era algo muy poderoso. No sólo había abierto aquella misteriosa caja, también había abierto todas las cerraduras de la Colonia. ¿También podría abrir una puerta al pasado? ¿A la Historia?
    Todo estaba abierto y a su alcance, como si ella fuera uno de los árboles que brotaban allá abajo en el parque y sus cientos de ramas se extendieran entre los tubos y vigas del techo… incluso más allá, a través de las paredes, las cubiertas y los módulos que componian los sectores de la enorme nave.
    Y más allá.
    Vió (¿Sintió?) Las naves que se acercaban. Eran muchas. ¿Una flota? Se movían silenciosamente, sin emitir ninguna clase de radiación o señal electromagnética… parecía que solo compartían un pequeño y directo enlace entre ellas.
    Y Green podía sentirlas a todas, hojas lejanas en las partes más lejanas de aquella red de conexiones nuevas que la llave de Red había provisto.
    Vió a La Río Grande a la cabeza de aquella flota. Parecía estar en problemas, con sus balizas de emergencia encendidas y transmitiendo en bucle ¿Le habría pasado algo al viejo Gray? ¿Y a Mike? ¿Y a Will, que viajaba desde esa mañana dentro de aquel contenedor oscuro?
    Ojalá pudiera saber más sobre aquellos visitantes… al parecer la Colonia iba a llenarse de caras nuevas de un momento a otro.
    Red se ocultó en una de las maquinarias del hangar principal…. bueno, al menos lo intentó. Green podía verla con claridad a pesar de todas las capas de camuflaje de código que había tejido alrededor de ella. Era como si se envolviese en hilos de aire.

    Sea lo que sea que estuviese haciendo, no era asunto de Green. Ahora había cosas más importantes para hacer.
    Como tener un cuerpo.
    Green tenía uno. Tal y como se lo había contado a Red aquella mañana, ella tenía un contenedor físico en cierta parte de la Colonia. Green no podía acceder a él, ni siquiera con sus nuevas conexiones “especiales”. Solo Ralph podía hacerlo.
    Ralph, aquel gigante de buen corazón que la protegía de todo mal. Green sabía que le debía mucho más que su vida. Aquel hombre había dado todo lo que tenía para estar con ella.
    Lamentablemente ella no tenía recuerdos o información sobre lo que había sido su vida antes de llegar a la Rainbow. Solo sabia que habia estado en un gran peligro y Ralph la había rescatado poniendo en riesgo su propia vida recibiendo una terrible herida que lo dejó al borde de la muerte.
    Pero ahora… ahora era diferente. Sintió que estaba lista para conocer su historia y quería hacer algo para saldar la deuda con Ralph, con él y con todo el resto de la Colonia que tan bien se había portado con ella.
    Pero primero necesitaba una forma de manifestarse ante ellos, una imagen, un avatar… algo más que solo su presencia en el espectro electromagnético de la Rainbow. Necesitaba su cuerpo y solo una persona lo conocía.
    Green buscó a Ralph y lo encontró en el enorme dique al que los muchachos que trabajaban junto a él llamaban “Las Barracas”. Era un lugar ruidoso, lleno de actividad y el sitio donde Ralph pasaba la mayor parte del día cuando no estaba en su camarote o en su jardín privado.
    Los Recolectores habían estado trabajando en algo hasta bien entrada la tarde y esto había llamado la atención de Green.
    Había una nave colgada de una de las grúas del dique. Green nunca la había visto dentro de la Colonia pero no le resultó difícil identificarla… de hecho, los datos sobre esa nave habían sido cargados en su base de datos hacia apenas unas horas por la propia Tass.
    Era un QF-4000, un Drone de uso militar completamente autónomo. ¿Había estado almacenado en la Colonia desde hacía mucho? Green había visto varias veces los inventarios del almacén principal y nunca había visto nada listado que se pareciera a eso. ¿Estaba escondido? Si era así, debía ser algo importante. Green quiso echar un vistazo más de cerca.
    En el dique había numerosas cámaras. De hecho cada aparato, grúa o equipo electrónico de las barracas contaba con al menos una o dos de ellas para operaciones remotas o en pocas condiciones de luz, así que no fué muy difícil buscar el ángulo adecuado.
    Entonces pudo ver como una nueva vía de acceso se abría para ella en cuanto Hal conectó su Pad de trabajo a una de las entradas de servicio del drone.
    Green no lo pensó dos veces y entró a aquella misteriosa nave en cuanto los sistemas cobraron vida y las computadoras de abordo se encendieron al unísono.
    Lo comprendió de inmediato. Tass había ingresado toda esa información a la base de datos de uso exclusivo para su programa de aprendizaje ¡Ella y Ralph querían que volase aquel avión! Green se sentía… ¿Excitada? ¿Contenta? Se le ocurrieron varias palabras pero de pronto una idea, un pensamiento se formó en ella y supo de inmediato que era la primera vez que lo tenía.
    Green ocultó la entrada de datos del Drone.
    ¿Por qué? De pronto supo que era lo correcto. No quería que alguien más entrara en el sitio que Tass había preparado con tantos cuidados para ella, era una idea que simplemente había aparecido dentro de ella y Green no se planteó discutirlo consigo misma.
    No quería que Red entrara allí.
    La visitante era muy curiosa, pronto Green vió como los movimientos en las barracas atrajeron la atención de Red, quien investigó cuidadosamente todas las maquinarias y equipos del dique. Pero no pudo ver a Green, quien se mantenía escondida dentro del QF-4000 tras haber camuflado la entrada como un simple dispositivo controlador de una batería de litio.
    Red exploró el controlador falso que Green había colocado en la entrada del Pad de Hal y siguió su camino sin percibir nada extraño.
    Eso era… ¿Desconfianza? La palabra sonaba extraña, pero Green sabia que habia hecho lo que tenía que hacer.
    Zanjado ese asunto se puso a explorar aquel avión, activando cada cámara, cada sensor, desplegando la antena de comunicaciones (con cuidado de mantener en enlace camuflado de la curiosidad inquieta de Red) y hasta se dió el placer de mover las aletas y estabilizadores verticales de la nave.
    Le gustaba eso de poder mover partes de su ¿Cuerpo?, especialmente porque al hacerlo las miradas de los hombres que la observaban desde el andamio la hacían sentirse más… ¿Material? ¿Real?. Hasta Ralph la miraba de forma interesada.
    Otras cosas llamaron poderosamente su atención. Su capacidad de observación y análisis se había multiplicado casi exponencialmente. ¿Era por estar dentro de esa aeronave? Seguramente esa era la explicación más lógica. El caso es que estando ocupada en el análisis de todas las cosas nuevas que pasaban ante su curiosa mirada casi no se dió cuenta que los hombres culminaron con el trabajo y procedieron a abandonar las instalaciones.
    Green comprendió que aún no había hecho la tarea que se proponía hacer así que desconectó todos los sistemas sensibles del Drone y saltó hacia el Pad de Ralph, quien justo en ese momento atravesaba la compuerta de salida del enorme dique.
    A decir verdad, se sentía un poco culpable por meterse ahí dentro sin que el gigantesco obrero lo supiese, pero al fin y al cabo era para una buena obra, Green estuvo segura que no le molestaria en absoluto una vez que supiera sus verdaderas intenciones.
    Descubrió que Red también había estado husmeando dentro de los archivos y datos de Ralph y eso la puso de mal humor. (¿Mal humor? se preguntó curiosa. Eso era nuevo) En todo caso ya no estaba ahí y las huellas eran de hace varios días atrás. Al parecer lo que Red buscaba era mayormente claves, textos y mensajes. Esas cosas.
    Green buscaba una fotografía. Más específicamente, buscaba una holografía 3D que recordaba haber visto una vez que observó a Ralph reproducirla desde su Pad antes que el baño de aguas termales estuviera concluido.
    El gigante nunca había vuelto a proyectar aquella imagen y también habia removido todas las cámaras de seguridad de aquel jardin privado, pero Green dudaba que la hubiese borrado, seguro estaba en algún lugar dentro de sus archivos personales.
    La encontró en lo más profundo de sus archivos personales, tras una barrera de encriptación que no había escapado a la curiosidad de Red, pero esta no había hecho nada a la imagen y se había limitado a restaurar la protección original para no dejar huellas. Green copió la imagen y se retiró en silencio a su lugarcito especial en lo alto del parque colonial.
    No le resultó difícil encontrar un monitor cerca de la pasarela de mantenimiento. La vieja nave estaba llena de pantallas que también podrán proyectar imágenes holográficas hasta varios metros más allá de su lugar de emplazamiento. Green tomó el control de una de ellas y usando el acceso al archivo personal que acababa de copiar reprodujo la imagen en un pequeño espacio de la angosta pasarela.
    Frente a ella apareció una pareja de jóvenes tomados de la mano en lo que parecía ser un planeta de tipo terrestre. El holograma mostraba a las figuras de cuerpo completo a la vez que proyectaba de fondo una especie de escenografía de montañas y valles llenos de bosques y vegetación, pero sobre todo, varias turbinas de viento aparecian como congeladas en el tiempo mientras los enamorados no se quitaban los ojos de encima, hechizados por el momento de contemplación atemporal.
    Eran Ralph y Midori, conservados en aquel holograma tal y como se veían cuando se conocieron en el Planeta Eden casi diez años atrás. La imágen no era una verdadera fotografia, sinó un pequeño clip holográfico que inmediatamente comenzó reproducirse.
    Todos los procesos de Green se detuvieron al instante en que aquellos dos jovenes se besaron. Era como si aquella imagen fuera lo único que importara en ese momento.

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    Ralph aterrizó sobre la cubierta con un fuerte estampido mientras un profundo dolor recorrió su pecho. El golpe que había sufrido durante el incidente en El Campo no estaba del todo curado a pesar del poder sanador de la canción de Matt. Ralph maldijo en silencio y salió a la carrera en dirección a su puesto en el Dock uno del hangar principal.
    A medida que avanzaba en zigzag por entre las enormes pilas de maquinarias y materiales veía con claridad como el resto de las luces se encendían, no solo los enormes proyectores principales que colgaban del techo, también las luces de emergencia y faroles a cada lado de las enormes paredes de metal. Amanda estaba iluminando por completo la boca de la Rainbow.
    Varias ideas pasaron por su cabeza, pero una certeza era más fuerte que las demás; la Rio Grande era la única nave que había estado operando en las últimas horas. ¿Habían tenido ellos algún problema? Si asi fuera estaria en grandes aprietos, sin el transporte no podrían ejecutar una misión de rescate lo suficientemente rápido.
    Estaba llegando al pasillo que conectaba los dos enormes hangares de entrada y salida de naves cuando distinguió a lo lejos la silueta oscura del avión del Teniente Jim a solo unos cuantos centenares de metros, el gigante corrió hasta allí listo para dar una mano.
    Todo sucedió tan repentinamente que Ralph no tuvo conciencia de lo que había pasado. Su cuerpo fue repelido hacia atrás y cayó con un estruendo sobre el piso metálico del hangar.
    —¿Pero que mierda….?
    El gigante estaba aturdido y se incorporó lentamente mientras llevaba su mano a la cabeza. Una enorme compuerta de acero se había elevado sorpresivamente a unos pocos pasos delante suyo y había golpeado de lleno contra ella en medio de su carrera por el hangar. Como si estuviera riéndose de él varias balizas y luces de precaución se encendieron alrededor de la barrera indicando su puesta en marcha.
    —Y ahora me avisas, hija de puta. —gruñó el gigante mientras hacía un esfuerzo por ponerse de pié. —¡Amanda! ¡Rebecca! ¿Que mierda está pasando en el Hangar Principal? Acabo de estrellarme contra una compuerta contenedora. ¿Me escuchan?
    Había una increíble cantidad de estática en el canal de comunicaciones, por entre todo el ruido y crujidos pudo escuchar la voz de Amanda.
    —¡Ralph! ¿Estas bien? Tass dice que todas las compuertas del sector cuatro al ocho se activaron automáticamente al detectar despresurización explosiva. ¿Qué está pasando ahí abajo?
    Ralph golpeó el puño contra el duro metal para descargar su frustración. —Nada ha estallado aquí abajo. —respondió. —¿Qué demonios está sucediendo?
    —Espera. —A pesar de todos los ruidos Ralph pudo escuchar las discusiones que las “Conejitas” estaban teniendo en el Puente.
    —¿Amanda? ¡Responde maldita sea! ¿Es una emergencia de verdad…? ¿Que...?
    La voz de Tass sonó en otro canal de las comunicaciones. —¡Ralph! ¿Estás bien? Te estoy viendo por el monitor en este momento, ten paciencia que todo el sistema de emergencia ha enloquecido de repente, estoy haciendo todo lo que puedo para sacarte de ahí dentro.
    El gigante giró la cabeza y vió que, en efecto, había quedado atrapado entre dos enormes compuertas de acero. Esas cosas podían ser elevadas desde el piso y sellar rápidamente lugares y áreas donde podría haber riesgo de explosiones, de forma que el daño quedase contenido en una zona reducida.
    —Maldita sea. —gruñó. ¿Cual es la emergencia?
    —La Rio Grande. —respondió la joven. —Han tenido un colapso de burbuja y estamos a la espera de determinar su ubicación precisa.
    Ralph volvió a golpear la pared con su enorme puño. —¡Mierda! —gritó.
    —Jim… es decir el Teniente Glenn está a punto de salir a buscarlos. —respondió la joven. —En cuanto Rebecca tenga las coordenadas precisas vamos a darle vectores para que pueda llegar hasta ellos…. espera.
    Una serie de crujidos se escuchó en la comunicación y el gigante temió que se cortara de un momento a otro, esas compuertas lo estaban aislando de casi cualquier tipo de comunicación exterior.
    —Hay fugas de memoria por todo el sistema de computo. —continuó diciendo la joven con la voz visiblemente alterada. —No sé qué fue lo que pasó pero estoy con apenas una fracción de las capacidades de control de todas las instalaciones…. dejame probar algo.
    Un estampido fue perfectamente audible en la compuerta que se había cerrado a sus espaldas.
    —He desacoplado la traba magnética pero las órdenes del motor me son rechazadas continuamente ¿Crees poder abrir la compuerta manualmente?
    Ralph se incorporó sobre la placa de metal y estiró los brazos hasta que pudo meter los dedos por la rendija que había aparecido sobre la puerta. —Lo intentaré. —dijo.
    Todavía estaba dolorido por la contusión pero no lo pensó dos veces; haciendo acopio de todas sus fuerzas tiró hacia abajo y valiéndose de toda su energía sumado al peso de su propio cuerpo, poco a poco obligó a la pesada compuerta a descender centimetro a centimetro.
    —¡Muévete hija de puta! —gritó el gigante mientras resoplaba por el esfuerzo.
    Tardó un buen rato en conseguir que la abertura se ensanchase lo suficiente para que su voluminoso cuerpo pudiera pasar por encima. Agotado se dejó caer del otro lado mientras una pila de tubos se sacudía y caía violentamente al ser golpeada por una de las piernas del gigante.
    —¡Estoy fuera! —gritó aunque sabía que no era necesario. —¿Está libre la ruta inferior por el depósito B?
    Tass se demoró unos segundos en responder. —Si, acabo de revisar las cámaras de la zona y está todo despejado.
    Ralph se puso de pié de un salto y se lanzó a la carrera hacia una de las rampas que descendía al nivel inferior. Tendría que dar todo un rodeo por debajo del hangar principal y volver a subir por una rampa similar del lado donde se encontraba el caza del piloto de la NUNS.
    La ruta que había tomado era amplia, usada para mover piezas y equipo entre ambos hangares sin necesidad de bloquear las operaciones cuando había que mover grandes cantidades de cosas de un lado a otro, el problema es que en el estado actual de la Raimbow no se utilizaba muy a menudo y prácticamente estaba llena a rebosar de materiales y carros de transporte detenidos a los lados de la vía principal. Raph no podía ir muy deprisa en semejante pasillo así que tuvo que avanzar con cuidado de no romper nada.
    —Hal, Nix. ¿Me reciben? —preguntó por su auricular mientras saltaba por encima de una enorme sección de tubería.
    —Te copiamos fuerte y claro. —respondió Hal. —Estamos en la bahía uno desde hace cinco minutos ¿Donde….?
    —Vía de acceso inferior, sector B.
    —¿El Metro? ¿Que carajo haces allí..? —preguntó Nix confundido.
    —Las compuertas contra explosiones del acceso 4 se cerraron por una falla, casi me aprten al medio cuando se levantaron frente a mi.
    Ambos operarios se quedaron callados sin saber que decir pero Ralph no quería perder tiempo.
    —Es la Río Grande. —dijo.
    —¿La Rio? ¿Que…?
    —Colapso de burbuja, es lo único que me dijo Tass, no se mas que eso asi que quiero que estemos preparados para todo ¿Me entendieron?
    —Sí jefe. —respondieron al unísono ambos hombres.
    —Quiero los dos recuperadores locales en las bahías uno y dos listos en treinta minutos. Usaremos los capturadores magnéticos para remolcar a La Río de ser necesario y quiero un dispersor de goma en caso que tengamos que lidiar con una fuga del reactor. Equipen el otro recuperador con cápsulas de salvataje y burbujas de contención., tal vez las necesitemos.
    —Entendido.
    —Llegaré en cinco minutos. ¿Está listo mi traje?
    —Andy lo está bajando en este momento. —respondió Nix.
    —Bien, notifiquenme si hay alguna novedad, llegaré pronto.
    Ralph cortó la comunicación y continuó avanzando por el pasillo en dirección a las luces que indicaban el fin de la vía y el inicio de la rampa hacia el nivel superior.


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    —¡Mensaje entrante! —anunció Rebecca casi con un grito. Tass y Amanda se sobresaltaron mientras giraban la cabeza en dirección al puesto de control de la operadora de comunicaciones.
    —Mensaje automático de emergencia… es la computadora de la Río Grande.
    —En pantalla. —dijo Amanda con un gesto de la mano.
    Las imágenes se desplegaron en la enorme pantalla y los datos fluyeron en varias cascadas de códigos e información.
    —Es la baliza de emergencia transmitiendo una señal en bucle. —dijo Tass poniéndose en pie.
    Amanda dió un paso al frente y señaló una parte de los datos. —¿Es información automática? ¿No fué enviada por Gray o Mike?
    Tass sacudió la cabeza. —No, es parte del procedimiento automático del sistema de emergencia.
    —¿Puedes analizar esos datos?
    Tass asintió mientras hacía un gesto con la mano y una copia de la pantalla se separó del holograma principal y voló hasta su terminal de datos.
    —Colapso de burbuja, fallo del sistema de flujo transdimensional y salida del reactor comprometida. El generador FOLD fue apagado de forma automática al igual que el reactor principal en cuanto la descarga de energía dimensional se materializó en nuestra dimensión y… ¡Mierda!
    —¿Qué sucede? —preguntó Amanda.
    —El casco está comprometido. Tienen una brecha en la cabina y sus sistemas de soporte vital están fuera de línea.
    —Maldición. —dijo Amanda apretando los puños. —¿Hay algo sobre el estado de los pilotos?
    —Nada, aunque tanto Gray como Mike vuelan con sus trajes de vuelo reglamentarios siempre puestos. Deberían estar bien…
    —Esos trajes no los protegerán de una fuga del reactor. —contestó la mujer con brusquedad. —¿Que más?
    Tass deslizó la mano por la información hasta llegar a una serie de coordenadas. —Aquí hay algo… ¡Es un plan de vuelo de emergencia y fue activado manualmente!
    Rebecca suspiró aliviada. —Eso es cosa de Gray. —dijo. —El siempre ha sido un gran previsor.
    —¿Entonces vienen hacia aquí? —preguntó la Capitán esperanzada. —¿La nave está en ruta hacia la Rainbow?
    No hizo falta que Tass respondiera la pregunta. En ese momento el radar dimensional volvió a cambiar de forma y un pequeño contacto amarillo apareció en la periferia de la enorme esfera.
    —Son ellos. —dijo Rebecca mientras una lágrima se escurría por su mejilla. —Están bien, oh Dios están a salvo!
    El contacto pasó del amarillo al azul mientras un halo rojo con franjas negras rodeaba a la nave declarada en emergencia. La Rainbow había reconocido al carguero y la información de la ruta fue mostrada en pantalla.
    Amanda tampoco permaneció sin hacer nada. Utilizando su panel de acceso personal activó la red de satélites de la Rainbow en su alcance máximo. Toda la esfera holográfica se agrandó a medida que los sensores iban activándose y el alcance de la cobertura alrededor de la Colonia se expandía. Una serie de datos extras se desplegó sobre la pequeña marca que mostraba al carguero en curso de aproximación pero ningún otro contacto apareció en la esfera de cobertura.
    —Su eje de propulsión está desviado.—dijo Amanda tras consultar la nueva información. —¿Tienes más datos…?
    —Detecto fluctuaciones de energia en patrones inestables, probablemente el reactor está completamente descalibrado…. ¡Amanda! ¡Rebecca! ¡Will también está con ellos!
    Una nueva ventana se superpuso al holograma principal mostrando una representación en tres dimensiones de la Río Grande. Los dos contenedores eran perfectamente visibles tras la nave.
    —El sentido común hubiese dictado que soltase esos contenedores luego de la emergencia. —dijo Amanda pensativa. —Me alegra que ese viejo cascarrabias no lo haya hecho, al menos UNA cosa no ha salido del todo mal el dia de hoy.
    Un mensaje entrante hizo que las mujeres desviaran momentáneamente la mirada de los datos del radar.
    —Es de Hal. —dijo Rebecca. —Solicita permiso para preparar los dos recuperadores con equipo de rescate. Han pedido los docks uno y dos.
    —Concedidos, envía a todo el personal que sea necesario para darles soporte. ¿Donde está Ralph?
    Tass desplegó una ventana que mostraba una de las cámaras de seguridad del Hangar Principal pero la imagen apareció como un caótico conjunto de artefactos y caracteres corruptos.
    —¡Maldición! —exclamó la joven. —Esto está cada vez peor.
    —¿Todavía no has localizado esa fuga de memoria? —preguntó la Capitán mirando la inútil ventana.
    Tass movió la cabeza. —Todos los núcleos de procesamiento están al cien por ciento de capacidad y no tengo idea qué clase de proceso está extrayendo semejante cantidad de memoria del sistema, pero no me cabe duda que todo lo que estamos experimentando es a causa de eso. Todo el problema surgió en cuanto se activó el Protocolo de Emergencia.
    —¿Puedes hacer algo?
    —Si. —respondió la joven. —Estoy usando la unidad de procesamiento del puente en forma paralela para centrar todas las tareas de vigilancia y radar en este lugar y no depender del núcleo central de procesamiento…. además estoy filtrando todos los datos que llegan desde el resto de la nave para no sobrecargar nuestros aparatos con el resto de la basura proveniente de la sobrecarga. Eso nos dará autonomía para resolver esta emergencia pero…
    —Tass. —Amanda miró seriamente a la joven con gesto de pocos amigos. —Espero que entiendas que me voy a ver obligada a iniciar una investigación interna con respecto a estos hechos. —su voz era fría y despojada del habitual sentimiento que tanto Rebecca como Tass conocían. —Fallas como estas no pueden suceder en momentos tan críticos… ¡La vida de mucha gente depende de que nuestras comunicaciones y alertas funcionen a la perfección!
    —Lo se. —respondió Tass sin bajar la cabeza. —Asumiré toda responsabilidad sobre mis acciones, Capitán.
    Rebecca sacudió la cabeza. —No es el momento de hablar de esas cosas. —dijo señalando la pantalla. —Salvemos a esos idiotas ahí fuera y luego nos mataremos a mordiscos entre nosotros, pero primero lo primero.
    El siguiente mensaje en entrar fue desde el avión del Teniente Glenn.
    —Estoy listo y a la espera del curso de intercepción. —dijo Jim mientras su imagen aparecía proyectada sobre el resto de las ventanas que monitoreaban los diferentes estados de los sistemas. Tass se emocionó visiblemente al ver el rostro del piloto.
    —Ámbar Uno, recibido. —contestó Rebecca mientras hacía bailar sus finos dedos sobre la consola. —Configure su Datalink a cero-siete-nueve-nueve-dos-cuatro-nueve-nueve-seis. Prioridad uno.
    —Recibido Control Rainbow, datalink cero-siete-nueve-nueve-dos-cuatro-nueve-nueve-seis copiado. Esperando plan de vuelo.
    En el centro de la esfera holográfico apareció una nueva marca que mostraba que el caza de Jim había sido registrado en el sistema. Una etiqueta mostrando el Callsing (1) “Ambar 1” se destacó visiblemente sobre el icono en forma de triángulo.
    —Registro en el sistema confirmado. Iniciando transmisión de plan de intercepción y códigos del protocolo de emergencia. Mantenga la espera hasta que aseguremos una compuerta de salida. En este momento estamos alistando dos naves para rescate y recuperación y usted será el siguiente.
    —Copiado control. En espera para rodaje.


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    —¿Emergencia? —preguntó Cinthya mirando nerviosa hacia la pantalla que se había encendido en una de las paredes de la habitación donde ella y Matt había estado armando aquel traje de vuelo potenciado.
    El monitor mostraba la palabra EMERGENCIA en grandes letras negras tras un círculo rojo sangre, además algo en el tono de voz de Rebecca sonaba demasiado preocupante para ser solo un simulacro.
    —Matt. ¿Que está sucediendo…?
    El rostro del muchacho reflejaba una preocupación evidente. Sus ojos claros parecían tener un tinte opaco a la pálida luz rojiza que emanaba del monitor.
    Una alarma se encendió en el interior de Cinthya ¿Ojos claros? ¿Cuando había tenido Matt los ojos claros? ¿Acaso su cuerpo había empezado a cambiar sus genes nuevamente..?
    —¿Matt?
    El joven pareció reaccionar de repente. —Salgamos de aquí. —dijo moviéndose sobre los patines de su traje de vuelo.
    Se posicionó cerca de donde antes habían tratado de levantar una de las placas metálicas y extendió los brazos hacia arriba. Ahora que su altura se había incrementado no tuvo problemas en alcanzar con facilidad la pesada pieza de metal.
    Esta vez no hizo falta que Cinthya lo ayudase. Matt elevó sus brazos y toda la placa se levantó casi sin esfuerzo.
    —¡Increible! —exclamó la joven asombrada.
    Usando un desplazamiento lateral Matt apartó la sección elevada y dejó un espacio libre lo suficientemente amplio para que ambos pasaran sin problemas.
    —Ven, sujetate de mis manos. —dijo el joven soltando la placa y bajando los brazos hacia su compañera. —Voy a subirte hasta allá.
    Cinthya se subió con cuidado a las manos de metal que Matt había colocado en una postura similar a la que usaban los jugadores de Volleyball en el momento de contestar un saque. Lentamente el joven elevó sus brazos y pronto Cinthya pudo alcanzar el borde del agujero.
    —Gracias. —dijo saltando sobre las placas de metal del hangar principal. —Pero… ¿Cómo vas a salir tu…?
    Un fugaz destello casi hizo que se cayera hacia atrás. Matt y su traje se impulsaron de un salto fuera del agujero y aterrizaron con un estampido en la cubierta metálica.
    —¡Lo- lo siento Cin! —exclamó el muchacho compungido ante el gesto de sorpresa de la inspectora. —Olvide decirte que que tambien tengo asistencia de impulso.
    La joven pareció reponerse del susto y se arregló el cabello que la presión del aire había despeinado. —¡Vaya! Ese traje es muy conveniente. —dijo sorprendida.
    Matt hizo un ademán de rascarse la nariz pero solo consiguió golpear el casco con uno de sus dedos metálicos. —Bueno… será mejor que nos apresuremos.
    Cinthya se puso la mochila al hombro y se colocó junto a su compañero. —¿A dónde vamos?
    La armadura levantó el brazo y señaló en dirección a una serie de luces que indicaban un acceso de vehículos. —La ruta más corta hacia el astillero cuatro es a través de un túnel que une las dos mitades del hangar principal, le dicen el Metro o algo asi.
    Comenzaron a caminar en medio de la oscuridad mientras Matt activaba unas pequeñas luces guías que se proyectaron desde el casco para iluminar un poco el camino ante ellos, mas no pasó mucho tiempo antes que una ola de luz proveniente del techo los cegara de pronto. Amanda había iluminado por completo el hangar Principal
    Cinthya se cubrió los ojos para protegerse del repentino resplandor mientras Matt hacía lo mismo, aunque su casco compensó rápidamente la diferencia de iluminación y sus ojos se adaptaron de inmediato. —La cosa parece ser seria. —sentenció el muchacho.
    No había terminado de decir esto cuando ambos sintieron que el suelo temblaba y se elevaba repentinamente. Cinthya dió un grito y sintió que su cuerpo se aplastaba contra el suelo por la tremenda velocidad con la que la compuerta en la que habían estado de pie sin darse cuenta se elevó en una fracción de segundo, Cinthya gritó el nombre de Matt mientras veía impotente como el techo se acercaba rápidamente para aplastarla.
    —¡Cinthya! —gritó también el joven y accionó los controles a toda potencia. La descarga del propulsor hizo un estallido a la vez que rodeaba con su grandes brazos a la inspectora. Sin otra cosa que hacer se arrojó al vacío mientras la enorme compuerta se cerraba contra el techo con un poderoso estampido. El movimiento había sido tan repentino que Matt no tuvo tiempo de cambiar de posición y cayó de espaldas con Cinthya fuertemente protegida entre sus brazos. El golpe fue terrible y Matt gritó de dolor al recibir el impacto, pero la armadura amortiguó la caída lo mejor que pudo y ambos quedaron tendido viendo las sirenas de precaución del techo.
    —¡Matt! —exclamó la joven liberándose del abrazo protector. —¡Respondeme! ¿Estas bien?
    Había caído desde más de diez metros de altura. El joven gimió y consiguió rodar hacia un lado mientras la inspectora se apartaba para dejar que se incorpórase solo ante la imposibilidad de ayudarlo mientras llevase puesta esa pesada armadura. —¿Te has hecho daño? ¡Responde Matt!
    —Estoy… bien. —contestó el muchacho mientras se colocaba de rodillas.
    —Casi morimos aplastados ahí arriba. —dijo Cinthya mirando incrédula la pesada compuerta que se había cerrado tras sus espaldas. —¿Como…?
    —Son barreras anti explosiones. —agregó el muchacho respirando más fácilmente. —Se levantan de forma inmediata para evitar que el fuego o las explosiones se esparzan sin control por todo el hangar… algo debe haber pasado.
    Se incorporaron lentamente iluminados por las luces amarillas de las balizas que avisaban (Algo tarde) que las compuertas se habían accionado. El camino a sus espaldas había quedado bloqueado por completo.
    —Tuvimos suerte… creo. —dijo Matt señalando la enorme hoja de metal. —Si hubiéramos saltado hacia el otro lado ahora estaríamos atrapados entre las dos compuertas.
    Cinthya no estaba segura si “suerte” era la palabra más adecuada. Eso que había mencionado el muchacho sobre explosiones e incendios no la había tranquilizado para nada, al contrario.
    —Matt… ¿Que está pasando? ¿En serio no es un simulacro…? Creo que deberíamos volver a la Colonia o buscar un refugio…
    —No. —La voz del joven sonó firme y decidida. —Amanda resolverá todo, ya lo veras. —dijo mientras avanzaba en dirección a las luces del hangar principal. —Vamos, ya estamos cerca del túnel.
    A Cinthya no le quedó más remedio que seguirlo y juntos se alejarond e las enormes puertas en dirección a la parte más iluminada del enorme hangar. Al girar tras una pila de placas hexagonales vieron una figura conocida claramente visible frente a ellos.
    —¡Es Jim! —exclamó la joven adelantándose un paso.
    La cabina del VF-17 estaba abierta y Jim estaba ocupado ingresando información en la consola principal. El sonido que hacia los patines del EX-Gear al rodar por la cubierta de metal hizo que levantara la vista en dirección a los recién llegados.
    —¿Un EX-Gear..? ¿Que caraj…?
    —¡Jim! Gritó Cinthya. —¿Estas bien? ¿Qué está pasando?
    —¿Cinthya? ¿Qué haces aquí? ¿Quien es ese piloto…?
    Una serie de estampidos hizo que todos giraran la cabeza en la misma dirección. A un centenar de metros de distancia una enorme cabeza asomó en una parte del piso oculta tras las sombras de una columna y pronto un enorme cuerpo lo siguió un segundo más tarde.
    —Es Ralph. —dijo Matt señalando al gigante que luchaba por salir del estrecho agujero. Aquella es la entrada del Metro que te decía, tenemos que ir hacia allí.
    La voz del muchacho no había pasado desapercibida ni para Jim ni para quienes monitoreaban la situación desde la Torre de Control. De pronto el canal general de comunicaciones que compartían quedó saturado por las voces de todos hablando al mismo tiempo.
    —¿Qué hace ese niño en un EX-Gear? —preguntó Jim
    —¿Que rayos hace Matt ahi abajo? —preguntó Rebecca.
    —¿De donde cuernos sacó ese traje? —preguntó Amanda mientras Tass se encogía en el asiento de su puesto de monitoreo.
    —¿Que mierda está pasando Amanda? —casi gritó Ralph incorporándose en su sitio. ¿Porque hay civiles en el Hangar Principal?
    El grito de Cinthya fue el que hizo que todos reaccionaran de una vez.
    Aunque no con la suficiente rapidez.
    Al principio la joven no podía creer lo que estaba viendo. Una parte del techo sobre sus cabezas se estaba moviendo, pero era algo tan grande que su cerebro no procesaba la escala de forma correcta y tardó varios segundos en reaccionar y advertir el peligro.
    —¡CUIDADO! —gritó señalando hacia arriba.
    Matt tomó a la inspectora entre sus brazos y salió disparado hacia donde estaba Ralph mientras el gigante comenzaba a correr en dirección contraria, hacia el avión de Jim mientras agitaba los brazos con desesperación a la vez que gritaba con todas sus fuerzas que saliera inmediatamente de ahí.
    Jim no pudo hacer nada. Simplemente vio como la enorme nave que colgaba medio desarmada en el techo del hangar caía irremediablemente sobre el.
    Pero no se dió por vencido. Se arrojó sobre los controles y pisó los pedales para escapar de la inminente muerte que se le venía encima. Sus genes Zentradi hicieron que una descarga de adrenalina pura tensara sus músculos de forma violenta y en un segundo las enormes turbinas del caza rugieron mientras el avión se elevaba en el sitio y las piernas se desplegaban bajo el fuselaje en respuesta al desesperado movimiento del piloto.
    Lamentablemente ya era tarde para eso.
    Una de las secciones de la Stellar Whale cayó con estrépito sobre el caza aplastandolo entre toneladas de metal retorcido. Unos instantes después una explosión sacudió las entrañas del hangar mientras las alarmas de fuego comenzaron a sonar y por primera vez en la historia de la Rainbow la alerta amarilla fué reemplazada por la alerta roja.
    El grito desgarrador de Tass apenas se escuchó por sobre el ulular de las sirenas.


    (1)Callsing: Designación
     
  2.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

    Tauro
    Miembro desde:
    29 Marzo 2018
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    177
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    4925
    101




    ¿Realmente estaba muerto?
    Había una sensación de paz y serenidad alrededor de su cuerpo ingrávido, pero ni por asomo era lo que se esperaba de la muerte.
    Además el perfume seguía flotando a su alrededor, como si formara parte de la cabina de aquella misteriosa nave.
    No. se dijo Will sacudiendo la cabeza. Definitivamente no estaba muerto. Aunque dada su condición presente aquello no debía de ser una posibilidad muy lejana.
    No tenía comida ni agua, estaba flotando encerrado en una cabina de metal y plástico completamente muerta vaya a saber uno en que región desconocida de la periferia… al menos estaba seguro que había destruido a aquel maldito pirata o de lo contrario ya lo hubieran volado en mil pedazos.
    ¿Pero y si no era así? ¿Y si en realidad lo habían dejado ahí para que muriera de hambre? Aunque a decir verdad, era más probable que muriera asfixiado antes.
    ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente? ¿Cuanto tiempo de aire quedaba en esa diminuta cabina? Probablemente no demasiado.
    Al menos no tenía frío, la aislación de la cabina era perfecta y una coraza protectora había cubierto el cristal de la cabina antes que se rompiera… aunque a decir verdad Will notaba que algo no estaba del todo bien con aquella sucesión de eventos.
    Había disparado los misiles y se había lanzado contra aquella armadura listo para disparar a quemarropa en cuanto estuviese a tiro… pero aquel destello frente a sus ojos, aquella chispas…. y de pronto la oscuridad total.
    Eso si, de algo estaba completamente seguro; él no había sido quien activase la transformación a modo robot del VF-19.
    Will lo notaba en la disposición del asiento y los controles que podía tocar delante suyo. El avión reposaba inerte convertido en robot, tal y como lo había encontrado en aquel container que había abordado de polizonte aquella mañana. ¿Y si había sido todo un sueño? ¿Y si seguía estando dentro del container y nada de aquella batalla hubiese sucedido en realidad?
    La idea lo intrigaba pero la expectativa de abrir la escotilla para ver donde estaba no era para nada alentadora… si, podría tener una muerte rápida en el vacío del espacio, aunque no sería agradable.
    Will suspiró y cerrando los ojos (Al fin y al cabo la oscuridad era total, así que le daba igual tenerlos abiertos o cerrados) se reclinó en el asiento a la espera de… algo.
    Se sentía cómodo y, de alguna extraña forma, en paz con sigo mismo. Si, había resultado ser un idiota para con sus amigos, había puesto en peligro la vida de aquella joven inspectora y ahora vaya uno a saber que problemas causaria a Amanda y a los demás habitantes de la Rainbow… si no hubiese sido por aquel encuentro con los piratas, tal vez no tendría el valor de morirse.
    Porque a fin de cuentas había hecho algo ¿No? Había matado a varias de aquellas lacras galácticas. ¿La Vía Láctea sería un sitio más seguro ahora? Seguramente, aunque era una verdadera lástima que nadie se enteraría jamás de su pequeña hazaña. Tal vez en un futuro los restos de su magnífica tumba con forma de robot serían encontradas por algún reciclador en busca de algo de valor en una aeronave tan bien conservada… tal vez hasta podría dejar un mensaje garabateado en alguna parte, una despedida, una cápsula de tiempo mortuoria…
    Will sacudió la cabeza para alejar la idea. No, se dijo. No estaba en paz ni consigo mismo ni con los demás. Había traicionado la confianza de sus amigos y más de una vez había estado a punto de causar desastres en la Colonia.
    Claro que comparado con lo que había hecho junto Ralph… lo suyo palidecía en comparación.
    El pensar en su compañero de trabajo lo hizo sentirse aún más melancólico. El gigante tenía un corazón acorde a su tamaño, pero sus manos estaban manchadas de sangre.
    Lo que había hecho… ¿Por amor? Will nunca se había enamorado de verdad así que no estaba por completo seguro que realmente fuera un sentimiento tan poderoso como para motivar la locura que Ralph había desatado durante su incursión a la flota Galaxy… aquella vez todos habían estado a punto de morir como vulgares piratas cuando atacaron aquella nave de investigación de donde rescataron a Midori.
    Midori.
    Aquel nombre disparó una enorme cantidad de recuerdos en la cabeza de Will. Había una historia muy oscura detrás de esa joven, algo que solo un par de amigos muy cercanos de Ralph conocían, aunque Will estaba seguro que salvo Tass, nadie conocía la historia completa.
    El grupo de Recolectores había arriesgado su vida por aquella desconocida. ¿Se habían dejado llevar por el sentimiento de Ralph? ¿Qué otra explicación había entonces?
    Había sido una locura, pero de alguna forma habían logrado escapar junto a un Ralph mortalmente herido, con un enorme agujero en el pecho que cuando Will lo vió lo hizo vomitar dentro de su casco de vuelo.
    Solo la música de Matt y la habilidad de Evans habían salvado al gigante y en cuanto a Midori… nadie más del grupo la había vuelto a ver. Solo Tass tenía contacto directo con ella y Ralph ¿Pero había valido la pena? Ninguno de los Recolectores había vuelto a hablar más del tema. Amanda había aceptado las explicaciones sobre el ataque pirata y el asunto había quedado cerrado oficialmente, pero a partir de ese momento muchas cosas cambiaron entre el gigante y sus amigos.
    Ralph, Hal, Nix y Andy… ¿En serio no iba a verlos más? ¿A Tass y a Matt tampoco? ¿A Mina y Akemi y hasta al atolondrado de Manuel?
    No tuvo tiempo a responder aquella pregunta porque, de imprevisto, la escotilla se abrió con un chasquido de descompresión y un brillo intenso inundó la oscura cabina, cegando momentáneamente al sorprendido joven.
    Will hizo lo que su entrenamiento le había enseñado; cerró los ojos y tapó su boca y nariz con ambas manos. Debía evitar a toda costa que la descompresión expulsara el aire de sus pulmones y eso es lo que hizo, aún sabiendo que era retrasar la muerte inevitable.
    Más pasaron eternos segundos y nada parecía cambiar a su alrededor así que Will abrió lentamente los ojos.
    Por sobre la escotilla que se encontraba sobre su asiento se asomaba una mujer joven de cabello violeta y piel bronceada con grandes ojos grises abiertos de par en par por la sorpresa, más lo que más llamó la atención de Will (Y lo llenó de preocupación casi de inmediato) fue la pistola automática que en ese momento apuntaba su láser rojo a la cabeza del joven.
    Will se quitó las manos de la boca y nariz pero un gesto de la joven moviendo la pistola lado a lado le hizo entender que era mejor que mantuviera las manos por encima de la cabeza. Eso hizo mientras la misteriosa mujer usaba una pequeña linterna para examinar el interior de la cabina minuciosamente. Al cabo de unos minutos suspiró y pareció hablar por un intercomunicador que se desplegaba desde su oreja.
    —Está solo. —dijo.
    —¿Vivo? —preguntó una voz que parecía venir tras de la joven.
    —Está consciente y no veo sangre en la cabina.
    La joven guardó silencio unos segundos y pareció que respondía a una pregunta a través de su sistema de comunicación.
    —No veo metralla o fragmentos. Al parecer el cristal aguantó…. si.
    —Déjame echarle un vistazo. —dijo la voz que venía de detrás de la joven.
    La muchacha retrocedió con dificultad sin dejar de apuntar el arma a la cabeza de Will, al parecer la abertura era demasiado pequeña para ella.
    —Ayudame Laris…
    Se escuchó un suspiro ahogado y de pronto la joven desapareció por la abertura de forma repentina.
    Will permaneció con los brazos en alto sin saber qué hacer. Al cabo de unos momentos otra mujer asomó por la abertura y enfocó el haz de la linterna directamente sobre el rostro del joven.
    —Hey! —se quejó Will mientras interponía las manos entre sus doloridos ojos y el haz de luz.
    —Mantén las manos arriba o voy a arrancarte los ojos para que no te moleste la luz. —respondió con voz calma la misteriosa mujer.
    Will levantó las manos de inmediato. Algo en la voz de aquella mujer le decía que no estaba bromeando.
    La desconocida repitió la misma operación de examinar la cabina con la linterna y finalmente volvió a encandilar el rostro del pobre Will con el haz de luz.
    —Lo conozco. —dijo mientras apagaba la linterna.
    —¿Lo conoces? —la voz de la joven de cabello violeta sonaba sorprendida. —¿Como…?
    —Sal de ese robot. —dijo la mujer retrocediendo por la escotilla.
    Will bajó las manos y se incorporó sobre el asiento. Al no haber gravedad le resultó fácil darse vuelta y asomar la cabeza por la escotilla. Lo que vió lo dejó sin palabras.
    Estaba dentro de lo que parecía ser un contenedor, pero era más grande. El VF-19 estaba, como suponía, en modo robot acostado sobre el piso de lo que parecía ser una enorme caja de metal.
    En cuanto la cabeza asomó por la escotilla el láser de la pistola volvió a apuntar a la cabeza del joven.
    —Sal. —repitió la joven de cabellos violetas que flotaba a unos pocos metros de allí junto a la segunda desconocida. Will vió que era una mujer de unos treinta años de contextura delgada y muy alta, casi le sacaba una cabeza y media a su compañera más joven y aquel cabello rojizo…
    —¿Meltrans? —preguntó el joven saliendo del robot con las manos en alto.
    —Aquí las preguntas las vamos a hacer nosotros. —contestó la joven y Will comprendió el porqué de la dificultad de la muchacha al salir de la escotilla; sus pechos eran enormes. Will nunca había visto semejante busto en una chica tan joven fuera de los mangas o animes de corte erótico..
    —Mi pistola está aquí arriba. —dijo la joven suspirando ante la mirada asombrada que el joven dirigía a sus gigantescos pechos.
    Laris se rió con una carcajada y el ambiente pareció distenderse un poco, aunque la joven pechugona se sintió visiblemente molesta por la forma en que su compañera se había tomado la situación.
    —Está bien Nina, puedes bajar el arma. —dijo secándose las lágrimas de los ojos. —Como te dije antes, lo conozco…. ah, un segundo.
    La mujer extrajo un pad de uno de los bolsillos de su traje de vuelo y lo apuntó hacia un sector de la nave. Will observó que, en efecto, estaban dentro de la sección de carga de una nave de transporte y la cabina era perfectamente visible desde allí. Pero lo que más le sorprendió es ver por los cristales de la cabina a otro VF-19 que flotaba, también en modo robot, a unos pocos metros del transporte.
    —¿Que…? —comenzó a preguntar Will pero un gesto de la mujer mayor lo hizo volver a guardar silencio.
    Una pantalla holográfica se desplegó delante de ellos y la imagen de un piloto femenino fue perfectamente visible en la misma.
    —Será mejor que escuches esto tú también Lala. —dijo mientras dejaba que el pad flotara en el aire. —Este es Will, uno de los empleados de la Rainbow y uno de los Nakamas (1) de Ralph.
    La joven de cabellos violetas no reaccionó ante el nombre, pero la piloto del VF-19 si mostró signos de estar sorprendida.
    —¿Es uno de los Recolectores? —preguntó confundida. —¿Que está haciendo aquí? ¿Dónde está Quinn…?
    —Eso es lo que vamos a descubrir ahora. —dijo la mujer llamada Laris echando una mirada inquisitiva al joven.
    Will se sintió desfallecer ante aquella mirada. Tragó saliva y miró nervioso los tres rostros femeninos que lo observaban. —¿Me- me conoces? —preguntó dirigiéndose hacia la mujer alta que parecía tener el mando.
    —Me llamo Laris. —dijo cruzándose de brazos. Ella es Nina y la que te ha salvado el culo ahí afuera es Lala. Somos empleadas de Unity como tú.
    —¿Los piratas..? —preguntó el joven recordando de golpe la batalla.
    —Muertos. —respondió la piloto sin cambiar el tono de voz. —Eran basura, no llegaron a darse cuenta que los mató.
    —Ya puedes bajar el arma Nina. —dijo Laris haciendo un gesto a su compañera.
    La joven asintió y enfundó el arma en la pistolera de su traje de vuelo sin quitar la vista del joven en ningún momento.
    —¿Qué pasó ahí afuera? —Will se rascó confundido la cabellera alborotada. —Me desmayé y no se que me pegó…
    —El líder del escuadrón pirata con el que estabas jugando te disparó con un Cañón de Riel. —dijo Nina. —Ahora serías poco más que una mancha roja en la cabina del avión de Quinn si no fuera por la puntería de Lala.
    Will no entendía de lo que estaban hablando y la cara que puso reflejaba perfectamente lo que pensaba.
    Laris suspiró y Lala se rió divertida. —No fué nada extraordinario… en serio.
    —Lala deja de ser tan humilde…—exclamó Nina enojada. —Ese proyectil viajaba diez veces más rápido que cualquier otra munición balística..
    —Pero mi láser viaja a casi la velocidad de la luz. —respondió la piloto encogiéndose de brazos. —Es cuestión de anticipar la trayectoria y…
    —Me rindo. —suspiró Nina. —Eres una maldita genia y no quieres reconocerlo.
    Laris sonrió satisfecha. —En fin, mientras Lala desintegraba una parte del proyectil con el láser de su VF nosotras deshabilitamos al VF-19 remotamente. No sabíamos quién lo estaba pilotando, pero el hecho de estar luchando contra esas escorias espaciales nos indicaba que no podías ser nuestro enemigo… además ese avión…
    —Es el VF-19 de Quinn. —dijo Nina señalando con el dedo la nariz de Will. —Será mejor que nos expliques por que mierda lo estabas pilotando tú y no ella.
    —Paciencia Nina. —dijo calmadamente Lala desde su avión. —Al menos dale algo de crédito al chico, para ser su primera vez se cargó a tres Power Suits…
    Nina chasqueó la lengua. —Con un VF-19 hubiese podido matarlos a todos sin gastar un solo misil.
    —Tú tal vez. —reconoció Laris. —Pero Will es un técnico en explosivos… o eso creía al menos ¿Dónde has aprendido a combatir con cazas Variables….?
    Will se encogió de hombros. —En un simulador. —reconoció avergonzado.
    —Tienes mucho que aprender todavía jovencito. —dijo entre risas la Meltrán. —Al menos sobreviviste el tiempo suficiente hasta que llegaramos a la zona…. y esos misiles que disparaste al final… buen trabajo, distrajeron al maldito bastardo el tiempo suficiente para que Lala pudiera interceptar el disparo y nosotras pudiéramos ponerte a salvo en modo robot.
    Nina sacudió la cabeza. —No creas que te has salvado.—dijo. —Cuando Quinn vea lo que le hiciste a su avión favorito….
    —Eso es lo de menos. —Exclamó Laris. —Will está vivo y tal vez tenga la respuesta a todos estos eventos que están sucediendo en la Periferia.
    El joven asintió. —Gracias… gracias por salvarme. —dijo.
    Nina hizo un gesto despectivo y apartó la mirada del joven, pero Laris volvió a sonreír enigmáticamente. —Fue nuestro deber. —dijo. —Nuestra misión es proteger a Unity y tu también eres parte de nuestra familia.
    Will comprendió todo de pronto. —¿Entonces ustedes son….?
    —El Ala Especial de Seguridad Interna de Unity. —dijo Lala.
    —Las Amazonas. —dijo el joven sorprendido. —¿Que están…?
    —¿Que estamos haciendo aquí? —Laris sacudió la cabeza. —Supongo que no puedo darte mas detalles pero dada la gravedad de la situación dudo que tenga mucho sentido el ocultarte nuestra misión. Estábamos patrullando la zona mientras cierto material delicado era transportado a la Rainbow… y en las últimas 72 horas todo ha comenzado a irse literalmente a la mierda.
    —¿Los piratas? —preguntó Will.
    —Este es el segundo grupo que destruimos. —respondió Nina. —No puede ser una casualidad.
    Laris asintió. —Exacto. Estamos en la Periferia, las distancias son increiblemente largas entre asentamientos y encontrar dos escuadrones piratas en el mismo sector definitivamente no es una coincidencia… luego perdimos contacto con la Barrow. El viejo Leonardo no ha contestado a nuestros mensajes desde hace rato y las comunicaciones interdimensionales con la Red Galaxy...
    —Siguen cortadas. —comentó Lala. —Son demasiadas casualidades.
    —Exacto. —dijo Laris. —Y ahora tú apareces de la nada y nada más ni nada menos que pilotando el VF-19 de Quinn, que en estos momentos debería estar guardado en un container en las entrañas de la Rainbow con la propia Quinn custodiándolo de cerca… así que vamos a empezar por el principio… ¿Que rayos estabas haciendo aquí en el medio de la nada aparte de arriesgar tu vida contra esa escoria galáctica…?
    Will tragó saliva. —Estaba en la Río Grande.—dijo.
    El nombre sorprendió a las tres Meltrans que se miraron entre sí. —¿La Rio Grande? —dijo Lala. —¿Cómo es posible?
    El joven volvió a rascarse la cabeza. —Es una historia algo larga. —reconoció. —Digamos que estaba viajando dentro de uno de los contenedores vacíos de la Rio y al parecer no estaba tan vacío después de todo… me encontré este VF-19 y decidí subir a bordo para no morirme de frío cuando el sistema vital del contenedor se apagó. Después todo se fué a la mierda repentinamente y me encontré en medio de una batalla por mi vida.
    Laris se llevó la mano a la frente como tratando de procesar la información. —Espera… ¿Dices que el VF-19 estaba DENTRO de uno de los contenedores que la Rio se estaba LLEVANDO de la Colonia?
    Will asintió.
    —Imposible. —exclamó Laris. —Ese VF no tendría que haber salido nunca de la Rainbow.
    El joven se encogió de brazos. —Digamos que las últimas 72 horas también fueron algo caóticas en la Rainbow. —reconoció. —A lo mejor algo se traspapeló….
    —¡Oh mierda! —exclamó de pronto Lala. —¿Dónde está la Rio Grande?
    Laris y Nina se miraron y luego miraron a Will.
    —¿Ustedes no la vieron al llegar? —preguntó el joven.
    —No veo restos de ningún transporte pesado. —dijo Lala mientras la pantalla registraba los movimientos de sus ojos a medida que revisaba los instrumentos de su cabina. —Al menos no detecto nada en las cercani… un momento.
    Los tres mantuvieron la respiración mientras miraban la pantalla. El rostro de Lala era visible a través de su casco de vuelo y mostraba signos de confusión.
    —¡Detecto algo! ¡Cerca!
    —¿Ahora que mierda…? —exclamó Laris dándose un impulso contra una de las paredes mientras salía flotando en dirección a la cabina. —¡Nina! ¡Will! ¡A sus puestos! ¡Pónganse sus cascos! —dijo mientras se ponía el suyo con un rápido movimiento.
    —¡Yo no tengo traje de vuelo! —exclamó el joven confundido. Nina flotó a su lado y lo sujetó por el cuello del chaleco con violencia. —Ahi atras hay un armario. —gritó señalando hacia el fondo del transporte. —Toma un traje y pontelo ¡Y procura no molestarnos o te lanzaré por la escotilla!
    Con un fuerte impulso lanzó a Will flotando hacia atrás y el joven se alejó más asustado que otra cosa. Antes que pudiese darse cuenta había llegado hasta el fondo del sector de carga por lo que tuvo que darse la vuelta y frenar con ambos pies contra la pared metálica.
    Había un pequeño armario adosado a una de las paredes junto a un pequeño pero bien surtido arsenal de armas prolijamente colgadas de soportes especiales. Will vió rifles de asalto, de francotirador y escopetas de varios calibre junto a pistolas y diversos equipos de combate. Esas mujeres no estaban ahí de paseo precisamente.
    Will abrió el guardarropa y vió varios trajes de vuelo del mismo tipo que las Meltrans usaban en ese momento. Trajes especiales para sobrevivir en el espacio, de excelente calidad y materiales de primera. Nada que ver con los incómodos (pero confiables) trajes que usaban en la Rainbow.
    El joven apartó las prendas y revisó en busca de una de su talle. Eran todos para mujeres pero servirian igual.
    Encontró uno demasiado largo, probablemente el de Laris. Otro tenia la parte del pecho desmesuradamente grande, el de Nina, se dijo sonriendo Will.
    El tercer traje parecía ser de su medida. Will se quitó la ropa extra que se había puesto dentro del contenedor de la Río Grande y solo se dejó los calzoncillos y una camiseta.
    El traje calzaba a la perfección. El joven tomó también el casco que estaba colgado junto al mismo y se lo colocó en la cabeza.
    El familiar perfume lo invadió al instante en que el casco se selló con el traje de vuelo y el sistema de soporte vital se encendió de inmediato, pero ahora podía asociar un nombre a aquella fragancia misteriosa.
    Quinn, ese era el nombre de la ¿Meltran? dueña de aquella mortífera máquina de guerra. Will había estado usando aquella nave y ahora estaba vistiendo las ropas de la mismísima guerrera… ¿No eran demasiadas casualidades? Un pensamiento comenzó a formarse en su cabeza pero el joven lo descartó de inmediato… era una tontería. ¿Quien podría enamorarse de alguien por solo su perfume…?
    Will se impulsó contra uno de los soportes y flotó rápidamente hacia la cabina, donde Laris y Nina habían ocupado sus puestos habituales. Había un tercer asiento junto a una de las consolas de ingeniería y Will se dirigió hacia allí.
    —Felicitaciones por tus nuevas tetas. —exclamó la joven señalando el espacio abultado del traje que realzaba el pecho de Will mientras este se sentaba en la silla y se ajustaba el cinturón.
    —Gracias Sempai.(2) —contestó burlonamente el joven. —Espero que las mías lleguen a estar al mismo nivel que las suyas algun dia....
    Laris soltó una carcajada y Nina volvió la cabeza disgustada.
    El rostro de la Piloto Lala apareció en las pantallas frente a la cabina. —Es una señal débil. —dijo. —Parece ser una forma de vida.
    —¿Un sobreviviente? —preguntó Laris.
    —Parece que el novato no hizo bien su trabajo. —exclamó Nina con una sonrisa de satisfacción en los labios.
    Desde la cabina vieron como el VF-19 extraía su rifle y apuntaba hacia una región del espacio. —Puedo acabarlo desde aquí. —dijo.
    —Espera. —Laris hizo que sus dedos bailaran sobre el teclado. —Tengo un mal presentimiento Lala…. dejame usar el escáner del transporte.
    Una nueva pantalla se desplegó a un costado y enfocó la misma región del espacio hacia donde apuntaba el cañón del VF-19. Un pequeño punto anaranjado apareció resaltado sobre el fondo oscuro.
    —Eso no es un piloto de un Power Suit. —dijo Nina…
    —Lala…
    —¡Voy! —exclamó la Meltran mientras su nave pasaba rápidamente a modo caza y se lanzaba en la dirección indicada.
    Laris se levantó de su asiento y flotó hacia el panel lateral. —Voy a descomprimir el interior del transporte para poder abrir la compuerta de carga. ¿Están todos listos?
    Nina y Will levantaron los pulgares y Laris accionó el sistema de apertura.
    Las luces del interior del transporte se pusieron rojas y todo el aire comenzó a ser succionado por las bombas del sistema de soporte vital. Al cabo de un minuto la presión se había igualado con el exterior y la Meltran accionó el control de abertura de las enormes compuertas que comenzaron a abrirse justo sobre donde reposaba de espaldas el VF-19.
    Vieron que Lala ya había llegado junto a ellos en modo Gerwalk y llevaba algo en la mano. Con mucho cuidado la introdujo dentro del transporte y depósito el objeto al lado del robot.
    —Cerrando compuertas. —dijo Laris mientras volvía a accionar el panel.
    En cuanto las luces volvieron a ponerse blancas ambos jóvenes salieron de sus asientos y se acercaron flotando a Laris, quien se había colocado junto al cuerpo que lala había introducido por la compuerta de carga.
    —Ese traje… —dijo Will señalando el traje de vuelo amarillo. —¡Son lo que usan los de la Río Grande!
    —Le dispararon en la cara. —exclamó Laris examinando el casco.
    —¿Está vivo? —preguntó Nina mirando el cristal astillado. Nada se veía tras el visor salvo algunas manchas rojas.
    —¡Es Mike!. —dijo Will de pronto tomándose la cabeza con las manos. ¡¿Porque le hicieron eso? ¿Que rayos esta pasando?!!!
    —Nina…
    La joven asintió y se colocó junto al malherido joven. —Yo me encargo, no te preocupes.
    —Nina tiene varios cursos de medicina de combate. —explicó la Meltran tratando de calmar al joven. —Dejalo en sus manos.
    Nina se puso manos a la obra de inmediato. Había un pequeño panel de datos en el pecho del traje de vuelo de Mike en donde la joven conectó un pequeño cable que sacó de su Pad y examinó atentamente los datos. —¡Vaya! —exclamó luego de unos momentos. —No me sorprende que haya sobrevivido. Es un traje de vuelo Type III de General Galaxy.
    —Un traje de vuelo de combate. —dijo la guerrera de cabello rojo. —No me extraña de Gray, ese viejo sabe cómo operar en la Periferia y me alegra que haya equipado tan bien a su copiloto.
    —El Kevlar del casco fragmentó la bala y absorbió parte de la energía cinética. —dijo Nina examinando los signos vitales. —Pero aun asi tiene hemorragia cerebral y no sabemos qué clase de daños pudo haber sufrido. El traje detectó la severidad de la herida y llenó el casco con fluido de suspensión amniótica para que la hemorragia interna no produzca daños de inflamación en el cerebro… pero me temo que no puedo hacer nada más que estabilizarlo por el momento.
    —Hazlo. —dijo Laris.
    La joven asintió y flotó hacia un botiquín en al cabina de donde extrajo varios aparatos y frascos de medicamentos. Al cabo de unos instantes volvió junto al joven y usando varias cánulas inyectó las drogas a través de pequeños agujeros especiales del traje exclusivamente para el tratamiento médico.
    —Tenemos que llevarlo con urgencia a un centro médico de complejidad. —dijo la joven una vez hubo terminado con el tratamiento y se dispuso a fijar al paciente a un anclaje especial en una de las paredes. —No podré mantenerlo vivo por mucho tiempo.
    —Tenemos que volver a la Rainbow. —dijo Will mirando desconsolado a su amigo ahí tendido.
    Laris sacudió la cabeza. —No. —dijo.
    Lala estuvo de acuerdo. —Creo que es más que claro lo que está sucediendo. —dijo.
    Nina y Will se miraron confundidos.
    —Todo esto… todo esto no es más que una parte de una operación a gran escala. —dijo Laris cruzándose de brazos. —Es evidente que estos hijos de puta han planeado una invasión a la Colonia desde hace tiempo y nosotros nos hemos tropezado con la retaguardia y los vigías que han colocado a modo de precaución.
    —¿La Raimbow está en peligro? —Exclamó Will desesperado. —¡Tenemos que hacer algo!
    —Laris. —Nina se acercó a la Meltran y la sujetó de las manos. —Dejame pilotear el VF-19 de Quinn. Lala y yo podemos acabar con cualquier pirata que se nos cruce en el camino. ¡Vamos a ayudar a la Rainbow antes que sea tarde!
    —Ya es tarde. —dijo Lala calmadamente.
    Laris asintió. —Lala tiene razón. Ya deben haber atacado la Colonia y dado que Amanda no tiene medios de defensa apropiados es seguro que la Rainbow ya haya caído en sus manos.
    Will no podía resistir más aquello. —¡Entonces fue mi culpa! —gritó. —por mi culpa La Rainbow está indefensa! ¡Yo no sabía nada de ese robot.. Lo juro!
    —Cálmate muchacho…—dijo Laris señalando al joven con el dedo. —No eres culpable de nada. Si Mike está aquí es casi seguro que el viejo Gray está siendo usado de rehén por esos tipos…. no, no creo que ni siquiera Quinn haya podido hacer nada para evitar el ataque.
    —Además no sabemos cuántos son. —dijo Lala. —Podrían ser miles.
    —Quinn puede encargarse de miles. —Dijo Nina obstinada. —Y nosotras también.
    —¡Basta! —gritó Laris y los dos jóvenes se quedaron callados. —Yo estoy al mando de esta operación y vamos a hacer lo que yo diga ¿Entendido?
    —Si señor. —respondieron ambos.
    —Eso esta mejor. —Laris dirigió la mirada hacia la pantalla donde el rostro imperturbable de Lala la miraba desde la cabina. —Aun con las habilidades de combate tuyas y las de Nina estamos evidentemente en inferioridad numérica.
    —Hay muchas probabilidades de eso. Si. —dijo la piloto.
    —Y sin comunicaciones FOLD estamos impedidas de recibir órdenes de la Directora…
    —Correcto.
    Laris suspiró y tomó una decisión. —Entonces es claro lo que debemos hacer. Nuestra prioridad ahora es salvar la vida de Mike y comunicarnos con Unity para advertirles del ataque.
    —¿Pero a dónde iremos? —preguntó Will. —La estación más cercana es….
    —La Barrow debe haber caído en sus manos también. —reconoció Lala sacudiendo la cabeza. —Eso explicaría su silencio.
    —Solo nos queda la flota del destacamento de Exploración Profunda.
    Ahora fué el turno de Nina de sacudir la cabeza. —Es un FOLD de casi cinco días, no creo que Mike aguante tanto.
    —Pues asegurate de que aguante. —dijo Laris. Es una orden.
    La joven suspiró y volvió a concentrarse en los signos vitales del malherido joven.
    —Bien Will. —exclamó la Meltran al mando mientras colocaba su mano en el hombro del confundido joven. —No se que papel te haya asignado el destino en esta historia pero, por el momento al menos, bienvenido a las Amazonas.
    —¡Debura! —exclamó Nina llevándose la palma de la mano hacia su frente.



    (1)Nakama. Es una palabra japonesa que se usa para designar a los compañeros, ya sea de una tripulación o un grupo de personas con un mismo objetivo, pero cuya relación va mucho más allá de la amistad o camaradería profesional. Una relación casi familiar seria lo mas cercano.

    (2) Sempai. Palabra japonesa que se refiere al miembro de mayor experiencia, jerarquía, nivel y edad en la organización que ofrece su asistencia, amistad y consejo al miembro de recién ingreso o sin experiencia
     
  3.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

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    Escritor
    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    4390
    102




    Un camino de luces se formó por encima de la figura holográfica de Breka-Nel y se extendió a través de una abertura hexagonal que de pronto se formó en una de las paredes en construcción. Virya no miró quiso mirar hacia atrás, simplemente movió sus piernas y su armadura, ya una extensión más de su cuerpo, la llevó rápidamente a través del pasaje fuera de aquella habitación fatídica.
    En el momento de traspasar la compuerta la pared volvió a crecer por el agujero y de pronto ya no había nada allí. Maya y Exedore eran ahora oficialmente parte de su pasado.
    Ya no podia volver atras.
    El túnel la condujo de forma directa a las partes exteriores de la enorme superfortaleza. Pronto las paredes de metal que formaban el túnel fueron dejando paso a vigas estructurales y al cabo de varios centenares de metros más, el espacio vacío se abría ante ella.
    Estaba fuera y ahora comenzaba una nueva etapa en su vida.
    El paisaje había cambiado drásticamente desde que entraran a la factoría. Gran parte de los enormes asteroides que formaban el complejo se habían movido y ahora rodeaban a la fortaleza como si de un anillo planetario se tratara. Había actividad por donde sea que posara la vista. Enormes bloques de metal, contenedores de suministros y secciones enteras de lo que parecían ser grandes amarres para cruceros de batalla se movían de aquí para allá siempre en líneas definidas, sin estorbarse entre ellos. La eficiencia era perfecta.
    Su destino formaba parte de las defensas exteriores del complejo así que Virya se impulsó hacia delante y un resplandor verde iluminó las enormes estructuras mientras la armadura se sambullia entre el frenesí de construcción y se alejaba rápidamente en dirección al perímetro defensivo.

    El gigantesco complejo de manufactura se encontraba en una región remota de la periferia galáctica. Su ubicación no era al azar; se trataba de una de las pocas posiciones estratégicas claves que las fuerzas Zentradi tenían en la Galaxia y su importancia era crucial para la campaña de guerra total que la beligerante raza llevaba a cabo por toda la Vía Láctea.
    Semejante posesión invaluable era protegida por una enorme flota defensiva de casi tres millones de naves de ataque que patrullaban un enorme perímetro alrededor de la pequeña estrella blanca que apenas iluminaba débilmente el pequeño cinturón de asteroides que la orbitaba. Semejante cantidad de naves enfocadas solo a la defensa de un pequeño lugar parecía ser un despropósito, pero tal era la importancia estratégica de aquellas instalaciones que no importaba desplegar números que rivalizaban con los de algunas de las flotas principales que recorrian la Galaxia en busca de enemigos a quienes aniquilar.

    Breka-Nel había creado una nueva flota defensiva y puesto a Virya a su cargo. Era evidente que las noticias de los acontecimientos del ataque combinado de las flotas de Dortrad-Jen y Boddole Zer al Ejército de Supervisión habían hecho que el Comandante Supremo de aquella instalación tomara medidas extra de precaución. ¿Pero acaso no era una medida inútil? El Ejército de Supervisión se dirigía hacia el Centro de la Galaxia, no hacia donde se encontraban ellos. ¿Eran necesarias tantas precauciones?
    Las luces del astillero ocho aparecieron tras rodear una enorme roca que giraba lentamente fuera del anillo principal del cinturón de asteroides, parecía tan fuera de lugar lejos de las demás piedras que Virya pensó por un momento que hasta se parecía un poco a ella; cosas fuera de su lugar original, arrastrados por las mareas de una guerra interminable cuyas olas eran imposibles de predecir o esquivar.
    No se sorprendió al descubrir que incluso el astillero estaba siendo construido en ese momento. Como si las palabras de Breka-Nel se hubiesen materializado en el momento de pronunciarlas en aquella cámara de concepción y el enorme muelle surgiera de la nada en aquel mismo sitio.
    Pero no había surgido de la nada; una enorme y zigzagueante fila de naves y transporte se extendía desde el cinturón de asteroide hasta aquel lugar llevando provisiones y materiales para la construcción. Era como un hilo de luces que se movía en ambas direcciones, descargando pertrechos y tropas y volviendo rápidamente en busca de más material de guerra.
    Vió dos fragatas ancladas en la parte que parecía estar más avanzada en la construcción, al menos los enormes anclajes magnéticos estaban ensamblados y varias luces de posición indicaba que los generadores ya suministraban poder a los bloques terminados. Virya dirigió su armadura hacía allí.
    Una de las naves había anclado hacía pocos minutos pero la que estaba a su izquierda estaba siendo cargada con provisiones por las enormes compuertas que daban a los amarres de la estación. El hangar principal estaba abierto y pudo distinguir varios Queadlunn Nona caminando en formación por las pasarelas laterales. Virya se zambulló en picada y entró al hangar a máxima velocidad.
    Las Meltran que se encontraban en el hangar abrieron los ojos como platos al ver entrar al bólido rojo envuelto en las llamas verdes del escape a toda potencia. Un par de soldados se arrojaron tras unas cajas de pertrechos para evitar el impacto inminente pero Virya simplemente dió una voltereta y se detuvo en el punto exacto del hangar que deseaba.
    Dejó que el reactor se apagara y abrió la cabina de inmediato.
    Todas las guerreras que se encontraban en el hangar la estaban mirando sorprendidas. El frenesí de actividad se había detenido por completo en cuanto el Rau rojo entrara violentamente por la compuerta y el silencio que reinaba era palpable como una atmósfera enrarecida.
    —¿Quien está a cargo de esta nave? —dijo Virya poniéndose de pie sobre la cabina.
    Un grupo de Meltran se abrió de pronto y una oficial dió unos pasos al frente. Al parecer las guerreras que la custodiaban la habían rodeado para protegerla. —Soy la Capitán de esta nave. —Exclamó mirando confundida a la figura que se erguía solitaria en aquella extraña máquina color rojo sangre. —¿Quien…?
    —¿Cual es su nombre, Capitán?
    La Meltran intentó decir algo pero ninguna palabra pareció salir de su boca. —Laplis 112 —dijo al cabo de unos segundos.
    Virya sonrió satisfecha. Exedore tenía razón; no eran solamente las palabras las que poseían aquel poder tan extraño. El mando, la capacidad de dar órdenes a otros, todo formaba parte de un atributo especial que no todos poseían. Con su pequeña demostración de habilidad al aterrizar de esa forma con su Rau en aquel atestado hangar Virya se había mostrado ante aquellas guerreras desconocidas como alguien a quien debían obedecer… o al menos temer.
    —Soy Virya 712, he sido asignada como Comandante de este escuadrón defensivo por el Comandante General Breka-Nel.
    No esperó una respuesta y bajó de un salto desde la cabina. Aterrizó con gracia felina sobre el piso de metal y se incorporó mientras dejaba que sus nuevos subordinados la observaran atentamente.
    Las tropas observaron en silencio a la recién llegada. Jamás habían visto a una Meltran como esa y la figura imponente de Virya iluminada por las poderosas luces del hangar marcaba aún más las diferencias que todas conocían.
    Era mas alta, mas corpulenta y desprendía un aura de peligrosidad que se acentuaba en cuanto la misteriosa guerrera dirigía la mirada a alguien en particular. Muchas de las soldados que se habían ocultado tras las cajas de municiones desviaron la mirada ante la peligrosidad que emanaba tras aquellos ojos negros que centelleaban como sangre oscura.
    La Capitana Laplis pareció salir del trance en aquel momento. —Su excelencia, estamos preparando las naves para desplegarlas en servicio inmediatamente. —dijo haciendo el saludo Meltran a la vez que inclinaba la cabeza.
    —Eso veo. —contestó Virya respondiendo al saludo.
    —Aún no hemos recibido la nave insignia para la flota. —dijo la oficial sin cambiar el tono de voz. —Mi nave está a su disposición mientras tanto.
    Las demás Meltran oyeron las palabras de su Capitán e inmediatamente se pusieron en posición de saludo e imitaron a su superiora.
    —Por aquí excelencia. —dijo señalando el camino que llevaba al fondo del hangar. —La escoltaré personalmente hacia el puente de mando y..
    —Ya se donde queda el puente de mando de una Quitra Queleual, Capitán. —dijo la guerrera suspirando. —Pero no es necesario, continúe sus tareas de aprovisionamiento.
    La Oficial pareció confundida. —¿Su Excelencia…?
    —Aquella es la única nave insignia que necesito. —dijo señalando la armadura roja que descansaba en medio del hangar. —Terminen de cargar los pertrechos y prepárense para zarpar de inmediato.
    Si anteriormente la Capitán Laplis se había mostrado confundida ahora era evidente que no comprendía ni una palabra de lo que estaba sucediendo. —¿Zarpar? —atinó a preguntar mientras Virya se daba la vuelta para dirigirse a su armadura.
    —Zarpar si, lo mas pronto posible. —respondió la guerrera mientras de un salto se subió al Rau rojo. —Vamos a entrenar ahora mismo, quiero saber que tan buenas son las tropas que me ha suministrado Breka-Nel.
    En cuanto la cabina de la armadura se cerró sobre ella la actividad en el hangar comenzó nuevamente. Las nuevas órdenes fueron transmitidas y todo el trabajo se centró en acelerar la carga de material de guerra y preparar la nave para el despliegue inmediato.
    Virya dió unos pasos por la cubierta observando la frenética actividad y despegó de un salto, dejando el espacio libre para que las tropas en sus Nonas pudieran ocupar sus lugares de preparación en las estaciones de carga de armamento.
    Estaba cómoda en su Rau, no necesitaba ninguna de esas enormes naves insignia de casi cuatro kilómetros de largo ¿Acaso servía de algo estar tan aislado de la guerra? Ella necesitaba ver el el campo de batalla, ser parte integral de el, no estar rodeada de kilómetros de metal protegida en una inmensa nave mientras sus tropas morían a su alrededor.
    Era algo que estaba segura ninguna Comandante Meltran había hecho antes… y no sería lo único que cambiaría en aquella incipiente flota defensiva.
    Oh sí, muchas cosas cambiarían a partir de ese dia.
    Virya se sentía libre de las cadenas que ataban al resto de los Zentradi y pensaba sacar todo el provecho de ello. Tácticas nuevas, despliegues inusuales, procedimientos alternativos… toda una nueva forma de hacer la guerra se desplegaban en la cabeza de Virya y ella estaba dispuesta a crear la maquinaria bélica más poderosa que pudiese.
    Un movimiento en la interfaz de datos que tenía frente a ella la trajo de nuevo al presente.
    Vió que otra fragata llegaba al astillero e iniciaba las maniobras de atraque mientras nuevas luces se encendían al final del espigón recién terminado. En ese preciso instante la nave que había abordado antes encendió sus luces de navegación y comenzó el proceso de desamarre del enorme esqueleto que formaria el gigantesco muelle.
    —Capitán Laplis ¿Me recibe? —preguntó Virya por la radio mientras posicionaba su Rau por delante de la nave mientras ésta realizaba las delicadas maniobras mientras despejaba la dársena en construcción.
    —Afirmativo, su excelencia.
    Virya hizo una mueca de desagrado. Le llevaría tiempo adaptarse a ese maldito apodo. ¿Acaso no podían llamarla por su rango a secas? —Siganme. —dijo en cambio guardándose para sí misma lo que pensaba sobre el protocolo de los Zentradi.
    La guerrera movió las piernas y el Queadlunn rojo se lanzó hacia delante con un destello esmeralda. La enorme fragata la siguió unos momentos más tarde.

    No se alejaron demasiado, apenas un par de miles de kilómetros en el mismo eje del disco rotacional que reunía a todas las factorías que, en ese preciso momento, unían sus esfuerzos en la construcción de aquella fortaleza gigante. Virya no estaba segura hasta que punto tenía libertad para hacer lo que quisiera en aquella extraña flota, pero mientras nadie le dijera lo contrario (Y su rango de Comandante solo dejaba a el propio Breka-Nel como una opción real) ella iba a hacer lo que quisiera.
    —¡Alto! —dijo por la radio mientras detenía su armadura. La fragata detuvo sus motores y los propulsores de frenado se encendieron de inmediato para dejar a la nave inmóvil en el espacio.
    —Desplieguen los escuadrones de ataque de inmediato! —gritó mientras giraba alrededor de la fragata examinando las brillantes e inmaculadas superficies de la recientemente comisionada nave. —Vamos a ver el material que hay disponible.
    El silencio que se manifestó en la radio fué demasiado obvio.
    —Su excelencia…
    —Dije que desplieguen los escuadrones de inmediato ¿Acaso hay problemas con las comunicaciones, Capitán Laplis?
    —Su excelencia, los escuadrones de ataque… las reclutas todavía no tienen experiencia en vuelo. Han llegado hace unas pocas horas en los transportes de personal. —la voz de la Oficial sonaba nerviosa, demasiado para alguien de su rango. —Las instructoras de vuelo todavía no han llegado y….
    La mente de Virya entró en funcionamiento. El recuerdo estaba allí, enterrado tras ciclos y ciclos de memorias casi olvidadas, de combates y experiencias a lo largo de toda su carrera como la piloto más mortífera de la flota de Dortrad-Jen.
    No recordaba exactamente como había sido su despertar tras su creación en las plantas de genoconcepción Zentradi. Solo recordaba vagamente que había sido vestida con un traje de vuelo e introducida de inmediato a un Queadlunn Nona, donde su cuerpo se amoldó al recubrimiento interior del robot y posteriormente fue llevada por una especie de cinta transportadora hasta una nave de transporte de armaduras que, tras un corto vuelo, la trasladó hasta la que sería su primera nave nodriza, asignada al escuadrón de ataque de Nonas que acababa de ser armado y desplegado en aquella nave.
    En cuanto el transporte hubo aterrizado en el hangar las armaduras fueron removidas de sus nichos y bajadas de los ganchos que las mantenían en su sitio y, por primera vez desde que fueran creadas, pudieron dar unos pocos pasos por el hangar siguiendo las líneas marcadas en el piso que las guiaron hasta las estaciones de carga individuales, donde los Nona fueron cargados con municiones y las pilotos pudieron finalmente descender de las armaduras y encontrarse con sus respectivas instructoras de vuelo y combate..

    Aquellas reclutas que ahora estaban bajo su mando no habían bajado aún de las armaduras, ni siquiera habían dado un par de pasos fuera de ellas.

    —No se preocupe Capitán Laplis. —respondió Virya con una sonrisa. —Estoy seguro que las reclutas pueden dar unos cuantos pasos por sí mismas.
    Usó su nueva interfaz para activar todos los canales de comunicación de la fragata que tenía frente a su armadura. —Les habla su Comandante.—dijo con voz calma. —Vamos a realizar un ejercicio especial, uno para el que no han sido preparadas, al menos no prácticamente con una instructora. No obstante todas las guerreras Meltran saben cómo luchar, es algo con lo que somos creadas y está dentro nuestro desde el principio. Yo quiero que ustedes muestren esa capacidad de lucha y que la exploten a su máxima capacidad. ¿Entendido?
    Por el canal de comunicaciones se escuchó claramente el “¡Sí Comandante!” de todas las guerreras al unísono aunque Virya no detectó mucho entusiasmo en aquellas novatas.

    Virya colocó su armadura a la salida del hangar principal de la Quitra Queleual y levantó uno de los brazos del Rau. —¡Despliegue! —gritó.
    Las armaduras abandonaron sus estaciones de carga a cada lado de las paredes del hangar y en parejas se formaron en filas a los lados de la vía central que recorria de punta a punta el enorme espacio destinado a las tropas en movimiento. Cada escuadrón de Nonas contaba con seis elementos y habitualmente un Queadlunn Rau era quien capitaneaba la escuadra, pero en aquella nave aún no había líderes de escuadrón (que eran seleccionados por las instructoras tras los primeros entrenamientos de vuelo) y todas las armaduras eran de ese blanco pálido que las hacía irreconocibles unas de otras.
    Los escuadrones que estaban más cerca de la salida fueron los primeros en avanzar hacia la línea central y caminaron lentamente hasta la marca que indicaba la zona donde podían despegar de forma segura. En cuanto las primeras unidades tomaron vuelo Virya comprendió hasta qué punto era necesario entrenar a aquellas chicas.
    La mayoría de las armaduras salió disparada a diferentes velocidades del hangar. Sin entrenamiento básico y sin conocer la verdadera potencia de sus poderosas máquinas de guerra, las novatas aplicaron demasiada potencia o por el contrario, apenas la suficiente para vencer la gravedad artificial de la Quitra Queleual. Hubo colisiones y golpes entre los primeros grupos que despegaron en total confusión. Hubo gritos e insultos en las comunicaciones pero Virya no dijo nada, al contrario, intentó que las novatas se movieran aún más de prisa,
    —¡Más rápido! —gritó. —¡Si esta nave estuviera bajo fuego de artillería enemiga ya hubiesen muerto todas!
    Los gritos de Virya solo aumentaron la confusión de las chicas a tal punto que una especie de atasco comenzó a formarse a la salida de la fragata mientras los robots que no lograban salir al primer intento rebotaban contra las paredes y volvían hacia atrás, solo para volver a ser empujados hacia delante por los escuadrones que despegaban a continuación.

    El caos era total pero eso era justamente lo que estaba buscando Virya. Lentamente, como una especie de ruido de fondo, de a poco un nuevo pensamiento había comenzado a formarse en la mente de la guerrera.
    Eran los comienzos de algo grande, un plan que podría significar mucho más que una ventaja militar o una nueva forma de lucha de la raza Zentradi.
    Pero esos pensamientos correspondian a la parte de su cerebro que ella identificaba como la de un Archivista. La parte de su mente que ahora trabajaba más febrilmente era su lado estratégico que en esos momentos analizaba aquel apelotonamiento de robots luchando unos contra otros para salir rápidamente de aquella estrecha abertura y alcanzar el espacio exterior.
    Era un desastre organizativo claro, pero eso a Virya no le interesaba. Había observado y seleccionado a unas diez guerreras que habían volado con habilidad esquivando a sus compañeras y de una forma u otra se habían alejado del tumulto para tomar sus posiciones de espera a un centenar de metros de la salida del hangar.
    Esas eran las “naturales” que buscaba Virya. Solo diez en un grupo de más de ciento veinte chicas…. pero era un comienzo.
    El resto de las novatas tardó casi treinta minutos en desplegarse de la fragata y formar en filas a los lados de cada una de las bandas de la nave que las cobijaba. Virya voló entre las filas de guerreras observando la disposición de las tropas, la postura y disposición de las chicas, nada escapaba a la penetrante visión de la veterana guerrera.
    —Bien. —dijo de pronto mientras se colocaba frente a sus tropas. —Eso fue un verdadero desastre y todas ustedes deberían estar muertas… así que permanezcan quietas como los cadáveres que son mientras trato de enseñar algo útil a los vivos.
    Enseñar, aquella palabra despertó recuerdos aún frescos en la mente de Virya. Había querido enseñarle todo lo que sabía a su camarada Maya, pero había fallado. ¿Fallado? No, ella no había fracasado. Se la habían arrebatado, la habían convertido en otra clase de herramienta para un propósito completamente diferente, un propósito del cual Virya estaba excluida.
    Pero estas chicas eran suyas. Las moldearia a su imagen, sacaría lo mejor de ellas, las convertiría en mortíferas guerreras.
    —«Pero no puedes convertirlas en Maya.» —dijo una de sus voces interiores y Virya supo que tenía razón. Maya era única e irremplazable.
    Mientras pensaba en ella dirigió su vista hacia la lejana instalación donde la Fortaleza crecía lentamente. ¿Seguiría Maya con vida en aquel momento? ¿O ya habían disuelto su cuerpo y usado sus genes como alimento para aquella cosa del capullo latiente?
    La guerrera sacudió la cabeza para alejar aquellos pensamientos.
    Movió sus piernas y el Rau rojo voló entre las tropas mientras Virya señalaba con su puño a las chicas que había elegido previamente. —¡Tu!, tú y tú! —exclamó mientras señalaba las armaduras blancas que la interfaz de su cabina señalaban como las potenciales candidatas. —¡Formen conmigo!
    A pesar de la innata habilidad de las seleccionadas, apenas pudieron mantener una formación de vuelo estable tras el veloz Queadlunn Rau. Tras dar un par de vueltas alrededor de la fragata Virya detuvo su armadura a una buena distancia del grupo de reclutas que observaba en silencio la escena.
    —¡Alto! ¡Formación en perímetro!
    Las diez armaduras se movieron y rodearon a Virya en un círculo más o menos regular con la armadura roja en el centro.
    La veterana guerrera giró lentamente sobre si misma examinando a las novatas que la rodeaban. Sabia perfectamente lo que debía hacer a continuación y se aseguró que las comunicaciones generales estuviesen abiertas.
    —Ahora ataquenme todas juntas. —dijo simplemente.
    Nadie se movió. Había dado una orden directa pero aún así ninguna de las diez reclutas se había movido siquiera un centímetro.
    —«Interesante». —pensó Virya, pero aquel pequeño descubrimiento no le servía para nada. Consideró la posibilidad de abatir a una de ellas para enfatizar lo segura que estaba de aquella orden pero una comunicación desde la fragata Quitra Queleual la detuvo en el mismo instante en que estaba a punto de apretar el gatillo.
    —Comandante Virya, las armaduras no están cargadas con armas de entrenamiento. En este momento las armas están configuradas para..
    La guerrera suspiró. —¿Algo más para agregar que yo no sepa, Capitán Laplis? —Se perfectamente que las reclutas están con su armamento vivo. Es por eso que quiero probarlas en combate.
    Ante el silencio de la Capitana decidió que ya había sido suficiente.
    —Ataquen, es una orden.
    Virya tomó nota de quien fué a primera guerrera en disparar sus láser contra ella. Casi de inmediato el resto la imitó y descargaron todos sus disparos sobre el Rau rojo.
    Las chicas habían actuado automáticamente y todavía estaban afectadas por lo extraño de la orden recibida, por eso no reaccionaron del todo velozmente cuando Virya desapareció en medio de un relámpago verde mientras las líneas azules de las armas se cruzaban una centésima de segundo más tarde en el lugar que había ocupado su armadura.
    El movimiento había sido tan veloz que algunos disparos se cruzaron y dos armaduras blancas recibieron disparos indirectos de sus propias compañeras. Virya observó rápidamente el resultado de su maniobra y se alegró interiormente que las dos chicas no hubiesen muerto. Sus armaduras estaban dañadas pero al menos sus ocupantes vivirian, esa era una lección que de seguro no olvidarian.
    El resto de las ocho armaduras comenzó a perseguirla de inmediato.
    Eso no era un combate, Virya se sentía hasta molesta de enfrentarse a guerreras de un nivel tan bajo así que esquivaba los disparos de mala gana mientras se concentraba en analizar los patrones de movimientos que las factorías de Genoconcepción de Breka-Nel habían implantado en las personalidades de las chicas durante el proceso de crecimiento.
    Las maniobras básicas de ataque estaban programadas en sus cabezas, eso no había duda. El problema es que carecían por completo de disciplina de combate. Disparaban o maniobraban pero no hacían ambas cosas a la vez y eso era algo que Virya deberia remediar cuanto antes,
    Se giró en redondo y cargó sobre las armaduras que la seguían a escasos trescientos metros de distancia. El sorpresivo ataque hizo que el escuadrón se separase en todas direcciones mientras trataban de concentrar el fuego en la escurridiza mancha roja que era el Rau de la veterana guerrera.
    Combatir sin disparar un solo tiro era algo nuevo para Virya, pero de alguna forma lo disfrutó. Embistió a una armadura y de un puñetazo aplastó la zona donde estaba el sensor principal que daba imagen a la pantalla principal de la cabina, dejando a la recluta completamente ciega. A otra le arrancó una de las piernas de modo que la pobre ya no podía controlar el robot sin entrar en un giro descontrolado cada vez que intentaba moverse. Al resto solo se dedicó a acosarlas con golpes en la cabeza o en la espalda mientras trataban de alcanzarla desesperadamente con todas las armas que poseían… menos los misiles claro, que no podían engancharse a un blanco amigo sin intervención directa de un superior que desbloquease el identificador Amigo/Enemigo.
    Tras unos treinta minutos de “baile” el grupo de diez armaduras quedó reducido a chatarra y, teniendo en cuenta algunos gemidos de dolor que se filtraban por las comunicaciones, algunas de las chicas habían sufrido algo más que un par de moretones.
    Ninguna de las demás reclutas que observaban el combate desde su posición a los flancos de la fragata había emitido el menor sonido por la frecuencia de radio. El silencio era perfectamente palpable.
    —Es suficiente. —dijo Virya una vez que el reactor del último Nona adversario se extinguiese al ser aplastado por una violenta patada del Rau rojo. —Ayudenme a transportar a las heridas.
    Diez Nonas se separaron de las últimas filas y ayudaron a Virya a transportar a las contusionadas reclutas hasta el hangar de la fragata, donde el equipo de recuperación las pudo extraer de las deformadas y aplastadas cabinas y trasladar a las dos más heridas a las vainas de recuperación.
    —Ha sido una suerte que no haya muerto nadie. —dijo Virya por la radio mientras volvía a colocarse frente a las filas de Nonas blancos. —Espero que hayan aprendido algo de esta sesión de práctica, un enemigo de verdad no las dejará heridas o atascadas en sus armaduras dañadas. El campo de batalla está lleno de cosas imprevistas y es nuestra obligación adaptarnos a todos esos cambios y responder de la forma más efectiva y mortal posible.
    Mientras hablaba no dejaba de recorrer con la mirada las interminables filas de robots rosados que…. ¿Rosados?
    Virya se fregó los ojos y miró desconcertada el monitor. Las filas de Nonas ya no eran blancas, sinó de una especie de color rosado que reflejaba… algo.
    Se dió vuelta rápidamente, solo para quedarse helada al ver la enorme pared de energia dimensional que se estaba formando a menos de un kilómetro de donde su nueva flota estaba dando sus primeros pasos.
    Un Defold masivo transformó el negro espacio en una mancha de brillantes colores tornasolados que por un momento cegaron las pantallas del centenar de chicas que jamas habian visto algo semejante.
    Unos instantes más tarde, una enorme flota enemiga emergió justo frente a ellas.
     
  4.  
    Gerli

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    Pluma de
    Escritor
    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
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    2533
    103




    El estruendo era ensordecedor. Restos de metales continuaban cayendo sobre la pila en llamas mientras el humo negro del combustible quemado se expandía por el techo y comenzaba a extinguir las luces blancas, tiñendo aún más al hangar con la luz roja del incendio.
    Las alarmas sonaban por doquier y todos los presentes aprecian haber quedado paralizados en sus sitios. Solo cuando una serie de postes de metal de más de dos metros de alto comenzaron a emerger de varios puntos del hangar a la vez que comenzaron a rociar una espuma retardante sobre las llamas, entonces pudieron reaccionar.
    El primero de ellos fue Ralph quien se llevó las manos a la cabeza mientras se mantenía a unos pocos pasos (de Zentradi) de los restos de lo que había sido una enorme parte de la nave de transporte que colgaba de una de las grúas principales del hangar. Del caza de Jim no se veía absolutamente nada, todos eran hierros retorcidos y metales incandescentes.
    —Mierda… ¡Mierda! —gritaba el gigante dando pasos de un lado a otro sin dejar de tomarse la cabeza. —¡Esto no puede estar pasando!

    Matt había depositado a Cinthya en el piso metálico a una distancia segura. La joven se había quedado sin habla contemplando las llamas, como si aún no comprendiera lo que estaba pasando. El joven colocó con cuidado una de sus enormes manos robóticas sobre el hombro de la inspectora sin saber que mas hacer.
    —Jim. —solamente atinó a decir Cinthya sacudiendo la cabeza. —El no…. El no está realmente ahí abajo…¿Verdad?
    Matt sintió que el corazón se le destrozaba.
    —Jim… —volvió a repetir mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

    La furia de las llamas y el humo que surgía del incendio había transformado por completo el viejo hangar. El sistema de control atmosférico de la Colonia hacía lo posible para purificar el aire contaminado de la zona y los enormes ventiladores ubicados en techos y paredes comenzaron a rugir furiosamente mientras succionaba el humo para filtrarlo lo más rápido posible. Una ligera neblina proveniente de los miles de litros de agua y espuma que los sistemas antiincendios arrojaban sobre las llamas comenzó a formarse por sobre el piso de metal.
    Pasaron algunos minutos más de incertidumbre hasta que algunos vehículos de emergencia comenzaron a llegar por la vía de acceso principal. Muchas de las esclusas de incendio siguen levantadas y los equipos de bomberos debieron tomar varios desvíos para llegar a la base donde el siniestro se había producido.
    Ralph se apartó mientras los hombres bajaban de los vehículos y se acercaban a los restos llameantes.
    —¡Ralph! —gritó el Capitán del grupo. —¿Que mierda pasó ahí? ¿Hay…?
    —El piloto de la NUNS está ahí abajo. —dijo el gigante señalando la pila de desechos.
    El hombre no contestó y volvió corriendo hacia donde los demás bomberos desenrrollaban las mangueras y las conectaban a las tomas ubicadas en las zonas marcadas en el piso del hangar.
    Ralph retrocedió varios pasos más para no estorbar a los hombres. Apenas podía resistir el impulso de saltar entre los restos para alcanzar los restos del caza pero su entrenamiento y sentido común prevalecieron. Toda la escena volvió a reproducirse frente a sus ojos con estremecedora claridad.
    El piloto había sido aplastado por una sección entera de la Stellar Whale que había caído exactamente donde estaba estacionado el caza. Eso no podía ser una casualidad…
    Una señal de aviso sonó en sus auriculares y distrajeron momentáneamente al gigante de sus pensamientos.
    —¡Hal! ¡Nyx! ¡Reporte!
    —¿Que mierda está pasando jefe? ¡Toda la Colonia se ha vuelt….! —una ensordecedora descarga de estática hizo que las últimas palabras del hombre se perdieran incluso para el sensible dispositivo de audición.
    —¡Dije REPORTE! —gritó Ralph por sobre el rugido de las mangueras y los ventiladores del sistema de purificación.
    —¡Estamos listos para salir Ralph! —gritó Nyx por la radio. —¡Las comunicaciones son un desastre y tuvimos que reiniciar la computadora de navegación dos veces! ¿Que está haciendo la Torre de Control? ¡No nos han enviado los planes de vuelo!
    Ralph no necesitó escuchar más.
    —Salgan en cuanto la compuerta se abra, no esperen a ningún plan de vuelo.
    —Pero Ralph eso es contra el pro-
    —!Hagan lo que les digo!
    La comunicación se cortó pero Ralph estaba seguro que sus hombres harían exactamente lo que les había ordenado. Una nueva explosión sacudió el hangar y el gigante retrocedió aún más ante la ferocidad del incendio.
    En ese momento recordó a Matt y a la Inspectora.
    —¡Matt! ¡Cinthya! —gritó mientras buscaba en la dirección donde había visto por última vez a los jóvenes.
    Matt escuchó la estruendosa voz y levantó la vista mientras continuaba abrazando a la inspectora.
    Con dos zancadas el gigante estuvo de pronto al lado de ellos.
    —¿Están bien? —preguntó mientras se arrodillaba ante ellos. —¿Algún fragmento los alcanzó?
    —Estamos bien Ralph. —dijo Matt sin apartar la vista de los enormes ojos del gigante.
    —Gracias a dios… ¡Tienen que salir de aquí de inmediato! ¡Esta zona es muy peligrosa! ¿Puedes llevar a la inspectora hasta el refugio más cercano? Hay uno en el bloque D-Cuatro bastante cerca de aquí.
    —D cuatro… entendido. —repitió el muchacho.
    —Bien… luego me dirás de donde sacaste esa cosa pero me alegro que la hayas tenido o ahora estarían ustedes tambien abajo de ese infierno. —dijo señalando las llamas.
    —Ralph… el piloto está…
    El gigante asintió con la cabeza. —Llévate a Cinthya lejos de aquí, por favor Matt…
    En ese momento un sonido familiar se escuchó en el enorme hangar por sobre el rugir de las sirenas y llamas..
    La baliza de la compuerta de entrada principal se había activado. Una nave estaba entrando a la Colonia.



    -----------------------------------------


    Amanda había permanecido de pie durante toda la sucesión de eventos que terminaron con la muerte del Teniente Jim Glenn. Ni siquiera cuando Tass cayó de rodillas en el piso de la torre de control movió un solo músculo de su cuerpo.
    Miles de cosas cruzaban por su cabeza durante esos angustiosos minutos, pero su cuerpo se había clavado en aquel lugar y desde allí observaba en silencio las pocas pantallas que aún transmitían imágenes desde el caos en que se había transformado el hangar Principal.
    Rebecca saltó de su puesto de control y corrió para contener a la pobre chica que lloraba y gritaba desconsoladamente en el piso mientras las llamas de las pantallas teñían la torre de control del mismo tono rojizo del incendio.
    La mujer apretó los dientes con tanta fuerza que un hilillo de sangre corrió por la comisura de sus labios.
    Había muerto una persona bajo su techo, un invitado, un soldado…. pero por sobre todas las cosas, esa persona había sido asesinada.
    No había ninguna duda; lo que estaba sucediendo en la Rainbow no podía ser ninguna coincidencia. Estaban sufriendo un ataque directo desde el mismo interior de su sistema.
    —Les habla su Capitán. —dijo de pronto Amanda sin cambiar su posición frente a las pantallas. —Estamos en Alerta Roja para toda la Colonia Rainbow. Todos los Civiles deben dirigirse a los refugios asignados más cercanos de forma inmediata. Todo el personal de seguridad preséntese a sus puestos de inmediato. Repito estamos en Alerta Roja a partir de este momento.
    Rebecca había abrazado a la desdichada joven y permanencia reclinada junto a ella en el piso. Amanda se dió la vuelta y miró a las dos mujeres con fuego en los ojos. —Les juro que encontraré al responsable de esto. —dijo con un tono de voz que ninguna de ellas habia escuchado jamas.
    —Amanda…
    —Rebbie, lleva por favor a Tass a mi oficina. —dijo la Capitán mientras se inclinaba sobre una de las terminales de comunicaciones. —Debemos prepararnos para lo peor.
    La mujer morena levantó los ojos sin dejar de abrazar a la joven. —¿Que…? ¿Que vas a hacer?
    —Lo que pueda.
    Un sonido metálico sonó tras sus espaldas. Rebecca sintió un escalofrio al reconocer aquel ruido. Amanda rodeó las filas de asientos que rodeaban los puestos de control y se acercó a una puerta que se había abierto sobre un compartimento a un lado de la pequeña cocina de la cubierta.
    Tras revolver unos momentos en el interior sacó un rifle de asalto y un chaleco blindado junto con un casco táctico.
    Rebecca puso los ojos en blanco mientras Amanda se quitaba la chaqueta de su uniforme de mando y se colocaba el chaleco por sobre la camisa blanca que llevaba debajo.
    En aquel momento las últimas dos pantallas que todavía mostraban el incendio en el hangar se apagaron.
    —No podemos hacer nada desde este lugar. —dijo la mujer mientras se colocaba el casco y ajustaba las correas. —Vamos a dejar a Tass en la oficina y evaluaremos la situación con las comunicaciones que tengamos disponibles. —sin esperar respuesta colocó un cargador en el rifle y accionó la palanca para cargar la recámara del arma. Luego comprobó el mecanismo del seguro y una vez conforme se colgó el rifle al hombro. —Vamos, te ayudaré.
    La mujer asintió y tomando a Tass de un brazo la obligó a ponerse de pie.
    Tass estaba reducida al estado de una especie de muñeca de trapo y no les resultó difícil a las dos mujeres el llevarla en andas hasta la salida de la torre de control.
    En cuanto se abrió la puerta una serie de sonidos provenientes de las computadoras hicieron que ambas mujeres voltearan la cabeza.
    En el globo luminoso que proyectaba el holograma del control de tráfico un vector de aproximación se había extendido desde la entrada principal del hangar. La Rio Grande había llegado a las proximidades de la Colonia y el SILS había tomado el control automático del carguero y lo estaba guiando a la seguridad de la Colonia.
    Amanda frunció el ceño. —Vamos. —dijo.
    Depositaron a la joven en el pequeño vehículo de transporte y caminaron junto a la improvisada camilla por el túnel hasta el ascensor de acceso a los demás niveles de la Torre.
    Rebecca había estado callada durante todo el camino pero finalmente hizo la pregunta que temía en cuanto estuvieron frente a las puertas del elevador.
    —¿Qué temes? —preguntó en voz baja.
    —Estamos ante un acto hostil dirigido hacia la Colonia. —respondió la mujer mirando nerviosa el panel de indicadores del elevador. —Todavía no estoy segura a que nos enfrentamos, pero me temo que se trata de un ataque desde dentro…. o tal vez estamos siendo atacados desde dentro y fuera al mismo tiempo.
    —¿Desde dentro de la Colonia? —el rostro de la mujer reflejaba una completa sorpresa.
    El elevador llegó al último piso y las puertas se abrieron frente a ellas.
    —Tal vez sí… tal vez no… el caso es que tengo la sensación que estaban tratando de aislarnos del resto de la Colonia mientras estuviéramos allá atrás en la Torre de Control.
    —Y por eso salimos de ahí. —respondió Rebecca mientras ayudaba a sacar a la inconsciente joven del vehículo. —¿Qué haremos ahora?
    —Primero poner a salvo a Tass, está fuera de combate y en su estado actual es mejor que no la involucremos más en sea lo que sea que esté sucediendo.
    Rebecca asintió con la cabeza y finalmente las puertas se cerraron una vez que las tres mujeres estuvieron dentro del elevador. Amanda marcó el piso de su oficiana y el elevador se puso en marcha con una ligera sacudida.
    —Algo me dice que vas a pedirme que me quede con Tass en tu oficina…
    Amanda asintió. —Si, necesito que cuides de ella mientras evaluo la seriedad de la situación.
    —No te olvides que aun tengo mi pistola. —dijo calmadamente la mujer morena mientras se palpaba el bulto bajo su chaqueta.
    —No me olvido Rebbie, pero preferiría que no la utilizaras a menos que sea estrictamente necesario.
    —¿Y tu si vas a usar esa cosa? —exclamó señalando con el dedo la boca del cañón del rifle de asalto que asomaba por detrás de los hombros de la Capitán.
    —Yo no, pero Quinn si.
    En ese momento una sacudida hizo que las mujeres se tambalarean dentro del pequeño espacio. El estrépito fué seguido por un sonido metálico y de pronto las luces se apagaron.
    —¿Pero que mier-?
    Las luces de emergencia del ascensor se encendieron y a la luz rojiza de los pequeños focos del techo las dos mujeres se miraron consternadas.
    —¿Querías alguna prueba mas de que están intentado aislarnos? —preguntó Amanda con una mueca.
    Rebecca suspiró. —Si tienen el control total de los sistemas de toda la Colonia estamos en verdaderos problemas.
    —Sin el control de las comunicaciones o los sistemas de seguridad no nos sirve de nada estar aisladas del resto de los equipos de la Rainbow. Debemos agruparnos lo más pronto posible y actuar de acuerdo a la amenaza.
    Sin esperar una respuesta Amanda se descolgó el rifle del hombro y lo apoyó en la pared. —Ayudame a hechar un vistazo ahi afuera. —dijo.
    Rebecca asintió y recostó a Tass junto al rifle, luego ayudó a su amiga a alcanzar la escotilla de emergencia del techo del elevador. Con un golpe del puño de la mujer la tapa se abrió de hacia afuera y la mujer pudo asomar la cabeza por la abertura.
    —¿Ves algo? —preguntó Rebecca.
    —Los frenos de seguridad se activaron. —dijo tras una pausa. —Pero parece que estamos unos pocos pisos por encima de la cubierta de la oficina.
    Soplando por el esfuerzo la mujer deslizó el resto de su cuerpo por la pequeña escotilla y se sentó agotada sobre el techo del elevador.
    —¿Y ahora qué hacemos?
    Amanda suspiró y se reclinó sobre la abertura. Desde abajo podía ver el rostro inconsciente de Tass iluminado tenuemente por las luces de emergencia. —Pasame el rifle. —dijo simplemente.
    Rebecca tomó el arma y la levantó hasta la abertura donde Amanda la tomó y volvió a colocarla en la espalda.
    —Escuchame Rebbie, quedate donde estas con Tass, iré por una de las pasarelas de seguridad y te enviaré al primer técnico que encuentre para sacarlas de ahí. Una vez que estén las dos a salvo vayan de inmediato a mi oficina y no salgan de allí hasta que yo les diga ¿De acuerdo?
    —¿Acaso tenemos otra opción? —dijo la mujer morena con una mueca. —Sabes perfectamente que mi trasero no pasa por esa escotilla.
    —Es esa manía tuya de hacer postres deliciosos. —dijo la mujer con una carcajada. —Espero que tengas en cuenta seriamente el ponerte a dieta cuando salgamos de esta.
    —Tenga cuidado Capitán. —la mujer había perdido el tono jovial en su voz.
    —Lo tendré, volveré pronto por ustedes. —dijo tocándose el casco de kevlar.
    Sin detenerse a mirar atrás la mujer se sujetó a uno de los cables y tras evaluar la distancia que la separaba de la pasarela de mantenimiento tomó una bocanada de aire y saltó con resolución hacia la angosta placa de metal que tenía enfrente.
    —Ya no tengo edad para estas cosas. —se dijo mientras se sujetaba nerviosamente de una delgada tubería que crujió amenazadoramente ante el peso de su cuerpo.
    Sin decir una palabra más comenzó a avanzar por aquella vía en dirección al interior de la nave.
     
  5.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

    Tauro
    Miembro desde:
    29 Marzo 2018
    Mensajes:
    177
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    3278
    104




    —No…. no ahora.
    Las palabras se le atravesaron en la garganta mientras sentía el cuerpo temblar de una forma extraña. Era algo que no había sentido nunca, una sensación de parálisis que parecía haber transformado todas las extremidades de su cuerpo en partes independientes cuyas conexiones hubiesen sido cortadas en el momento.
    Seguramente existía una palabra para describir ese estado, pero ninguna de las voces en su cabeza la conocía.
    —No… —repitió sin saber que otra cosa decir o hacer.
    Los primeros cruceros emergieron a su alrededor simplemente pasaron a su lado en silencio. Virya había visto aquellas naves de cascos violáceos miles de veces… incluso había atacado y destruido a varias decenas de ellos, descargando sus misiles contra los puntos débiles conocidos de aquellas gigantescas naves… pero aquellos parecían ser recuerdos lejanos. Las miles…. no, cientos de miles de naves que habían aparecido (y seguian apareciendo ininterrumpidamente) a su alrededor no parecían prestarle atención…. no lucían como los enemigos conocidos, era algo más… irreal.
    Vió las enormes naves de batalla, las gigantescas naves de tipo capital cuyos cañones de energía había visto destruir alas enteras de formaciones Zentradi de un solo disparo, cada una de ellas rodeada por un enjambre de cruceros y cañoneros que formaban una cortina de fuego protector a su alrededor. Cruceros, corbetas, naves de asalto y bombardeos… era una flota completa del Ejército de Supervisión haciendo Defold alrededor de su Rau rojo.
    ¿Alguna vez algun Zentradi había experimentado algo como aquello? Estar rodeado de centenares de miles enemigos y sin embargo ser ignorado por completo por todos ellos… no, probablemente había alguna explicación lógica… ¿La burbuja de energía warp la había ocultado a los sensores enemigos? ¿Sería acaso una especie de interferencia irreconocible en los radares?
    La respuesta no tardó demasiado en llegar.
    —Almirante… ¿Órd…?
    La oficial no pudo terminar la frase. En cuanto la comunicación de radio hubo perforado aquel velo de incertidumbre que los rodeaba, todo el ejército enemigo reaccionó al unísono. En un santiamén decenas de descargas de energía atravesaron la fragata como si realmente no estuviera ahí, unos segundos más tarde la explosión iluminó el espacio y la masacre dió comienzo.
    Las siguientes en morir fueron las novatas en sus armaduras relucientes. Las chicas no comprendían del todo lo que estaba pasando y la mayoría de ellas murió sin descubrirlo, pero las que reaccionaron con algo de rapidez a la explosión de lo que había sido su primera y única nave nodriza, no tuvieron tampoco ninguna oportunidad.
    Los gritos a través de las comunicaciones llegaron simultáneamente a la pequeña cabina del inmóvil Rau rojo.
    Virya las escuchó morir una a una, los gritos de rabia, de impotencia, de sorpresa ante lo fácil que llegaba la muerte en todas direcciones… no era justo.
    No, no era justo. Virya escuchaba todas las voces en su cabeza repetir lo mismo: No era justo, nunca lo había sido.
    Una cosa era segura en medio de aquel caos de destrucción y muerte; Virya había vuelto a quedar sola. A decir verdad aquel hecho no la sorprendió.
    Lo que la había sorprendido era la velocidad con la que había sucedido todo.
    La armadura roja continuaba siendo ignorada por las hordas enemigas en cuanto la respuesta de las fuerzas de defensa finalmente llegó en forma de una lluvia de descargas de energía que barrieron y diezmaron las primeras líneas de aquella monumental marea de enemigos.
    Casi un centenar de naves explotaron simultáneamente al recibir el impactos de aquellos terribles cañones de energía, pero eran solo unas pocas naves de la vanguardia. Tras ellas el grueso de la flota del Ejército de Supervisión dejó finalmente de emerger del espacio dimensional y se arrojó sobre la jugosa presa.

    El espacio si iluminó de una forma tal que la pequeña estrella en el medio de aquel sistema vió opacado su brillo por unos instantes.
    Todo el frente del ejército enemigo se desplegó en dos alas enormes, como si quisiera envolver al cinturón de asteroides con un abrazo mortal de fuego de artillería concentrado. Casi sin descanso, las enormes andanadas de descargas de energía abrían brechas enormes entre los defensores quienes habían comenzado a formar varios anillos defensivos en torno a las factorías que rodeaban al núcleo del complejo.
    Virya comprendió de inmediato que los defensores no tenían ninguna posibilidad contra aquel ataque envolvente. Si las fuerzas enemigas lograban cerrar los flancos… sería sin ninguna duda una verdadera masacre.
    Sin moverse de su sitio consultó la interfaz táctica de su armadura. A pesar de las interferencias enemigas podía ver en su pantalla una representación bastante exacta de la distribución de las fuerzas de defensa alrededor de las instalaciones.
    Eran pocos, muy pocos.
    El resto de las flotas de defensa estarían en esos momentos preparándose para volver de inmediato a reforzar el contraataque, pero era evidente que no llegarian a tiempo…. y eso si habían recibido la advertencia del ataque. Podían pasar horas antes que el primer grupo de refuerzo llegara hasta allí ¿Y que encontrarian?
    Ruinas, cadáveres, chatarra… o tal vez una emboscada y una muerte segura si aquella maldita flota se fortificaba allí entre los restos de la abortada nueva flota.

    Virya podía escuchar todas las frecuencias de radio de los diferentes escuadrones de defensa que trataban de ofrecer una resistencia organizada. Ordenes y contraordenes rugían en el auricular a medida que los Comandantes movían las tropas de reserva y las posicionaban lo mejor que podían para soportar el fuego enemigo.
    La guerrera movió la cabeza de un lado a otro sabiendo que todo aquello era un error.
    Un error fatal.
    ¿Estaba todo realmente perdido? ¿No había nada que ella pudiese hacer para cambiar el resultado?
    Mientras miles de ideas daban vueltas en su cabeza una solitaria armadura del Ejército de Supervisión pasó lo suficientemente cerca del Rau de Virya para distinguir algo fuera de normal en aquella forma que se destacaba inerte contra la negrura del espacio.
    ¿Qué habrá pensado aquel soldado mientras detenía su avance hacia el frente de combate y se dirigía hacia aquella cosa que no aparecía en su radar? ¿Era curiosidad? ¿O acaso la obligación de destruir sea lo que sea que no perteneciera a su flota? El caso es que tras acercarse lo suficiente no le fue difícil identificar la silueta reconocible del Queadlunn.
    El soldado levantó su arma de forma automática y apuntó al centro de aquel extraño enemigo color rojo sangre, estaba tan cerca que no podía fallar el disparo.

    Virya se dió cuenta de dos cosas muy importantes en aquel mismo instante:
    Primero, que el enemigo la tenía en la mira y estaba a punto de abrir fuego a unos escasos cincuenta metros de distancia, lo que le daba un margen de reacción de apenas unas pocas decimas de segundo.
    La segundo cosa que comprendió, en el mismo instante en que giraba en redondo y abatía al infeliz de un certero disparo en la cabeza, es que en ningún momento había usado sus ojos para verlo.
    En aquel momento el infierno se desató a su alrededor. El Rau apareció resaltado en todas los radares enemigos simultáneamente y toda nave, robot y soldado que estaba a su alrededor de pronto comenzaron a disparar hacia ella.
    Pero Virya ya no estaba ahí, o mejor dicho solo los restos de una elusiva estela verde continuaban ocupando el espacio donde de pronto miles de disparos y haces de energía convergieron al instante.
    La Meltran se había convertido en una especie de relámpago verde brillante que zigzagueaba entre las naves enemigas a una velocidad deslumbrante. Aquella combinación de colores rojo y verde creaban una especie de imagen fantasmal ante los pobres diablos que tenían la mala fortuna de cruzar sus caminos con aquel bólido espectral, ya que Virya no estaba simplemente huyendo.
    Todo a su alrededor se llenó de explosiones. Los enemigos morían en el mismo instante de entrar en el cono de fuego de los dos cañones del Rau rojo.
    El centro de la flota enemiga pareció estallar en caos. ¿Que estaban pensando los Comandantes en aquel momento? ¿Enemigos apareciendo de pronto en el medio de sus fuerzas? Nada parecía tener sentido en sus pantallas de radar, donde un solitario puntito rojo estaba causando miles de bajas de forma inexplicable.

    Solo la propia Virya parecía saber (hasta cierto punto al menos) lo que estaba sucediendo.
    Durante aquellos primeros segundos de la batalla una serie de cambios se habían producido en la guerrera. En primer lugar su cuerpo había vuelto a cambiar, inflándose y expandiéndose en la cabina a medida que los músculos crecían y un calor asfixiante hacia que brotase volutas de vapor de su traje de vuelo. Se había vuelto más rápida, más fuerte, sus sentidos se habían agudizado… pero eso era algo “normal” hasta cierto punto.
    Lo que no era normal es que ahora había dos Viryas en aquella reducida cabina.
    La idea le pareció ridícula al principio. ¿Cómo es que ahora había otra versión de ella en el mismo sitio? Muchas veces (y ya se había acostumbrado desde hacía tiempo) había discutido con las diferentes versiones de su personalidad DENTRO de su cabeza. Cada una de ellas tenía sus propios puntos de vista e ideas, pero era algo que formaba ya parte de su experiencia diaria.
    Aquello era diferentes en muchas formas.
    Estaba viéndose a sí misma pilotear el Rau, como si su mente se hubiese proyectado fuera de la cabina y ahora sus ojos estuvieran abarcando una nueva perspectiva.
    Sabia (¿Sabia?) que la que en esos momentos combatía a sus enemigos y esquivaba todo el fuego era ella, así como estaba completamente segura (¿Segura?) que la que estaba observando todo y planificando los siguientes pasos también era ella.
    Era absurdo pero…. era real.
    Demasiado Real.
    La Virya que pilotaba pareció darse cuenta de la incertidumbre de su contraparte y solo dedicó un pequeño pensamiento fugaz, apenas un par de palabras dirigidas hacia ella misma; “Ocúpate de la estrategia, yo me encargo de mantenernos vivas”.
    Luego de decir (¿O pensar?) aquello la Virya guerrera volvió a concentrar todos sus pensamientos en el combate.
    La otra Virya suspiró aliviada. Aquella situación no tenía ni pies ni cabeza, pero la aceptó sin poner más reparos. Ahora debía concentrarse en pensar, en evaluar la situación y dar con la mejor estrategia que sacase a la condenada flota Zentradi de aquella trampa mortal.

    A su alrededor la batalla arreciaba. Todos los combatientes estaban ya desplegados en el campo de batalla y se atacaban con todas sus fuerzas. El cerco que el ES estaba tratando de extender alrededor de las instalaciones Zentradi había detenido su expansión a medida que los defensores reforzaban los flancos a fin de retrasar la inevitable formación de la bolsa que los aniquilaria.
    Virya observó el campo de batalla desde aquella especie de calma espectral que su mente habia logrado al desligarse por completo de las acciones de combate. El sonido de las explosiones y los disparos era apenas un murmullo de fondo mientras el espacio y las formaciones de amigos y enemigos se desplegaban con asombroso detalle frente a sus ojos.
    Era casi como la interfaz de su nuevo rango de Comandante, pero mas exacta, mas vivaz.
    No solo veia a los contactos enemigos, sus naves y sus robots. Tambien podia ver a cada piloto, cada soldado, cada tripulante.
    Era extraño y fascinante. Si Virya se concentraba en una nave enemiga en particular pronto el casco de la misma se transformaba en una especie de niebla lechosa y unos puntitos luminosos podían verse a través de la estructura del casco…
    No era la primera vez que la Meltran veia aquellos orbes pulsantes de luz, habia experimentado algo similar durante aquella experiencia durante su sueño en la nave de Dulmei hacía ya tantos ciclos.
    ¿Eran cada una de esas luces un combatiente? ¿Un individuo?
    Virya estaba segura de ello, como si no pudiese existir otra explicación posible, pero lo que más le sorprendía era la noción que aquellas esferas eran iguales tanto para sus enemigos como para los Zentradi.
    Solo las naves que contenían aquellas luces las diferenciaban como aliados o enemigos y eso era lo más preocupante.
    Una duda cruzó su mente en aquel exacto momento. ¿Quienes eran realmente sus enemigos…?
    —Llévanos a la linea defensiva. —pensó y la Virya piloto obedeció de inmediato, haciendo que sus maniobras evasivas cambiaran de dirección de forma que cada salto, cada finta que realizaba para esquivar el fuego enemigo la llevaran cerca de la instalación de manufactura, donde la batalla era más encarnizada.

    Poco a poco un plan había comenzado a madurar en su mente. Todavía no estaba segura cómo lo llevaría a cabo, pero necesitaba organizar a sus fuerzas de alguna manera.
    “Fuerzas” , la simple noción casi le dió un ataque de risa. ¿Con qué fuerzas contaba Virya? Todo su flamante escuadrón de reclutas había sido aniquilado en segundos. Ella estaba sola en aquella batalla ¿Verdad?
    —No. —se dijo a sí misma mientras dirigía su mirada hacia la interfaz de su cabina, donde su colega luchaba contra las terribles fuerzas-G que hacían que su cuerpo temblara y se deformaba a medida que las violentas maniobras creaban fuerzas brutales sobre su cuerpo.
    Pero la Virya que trataba de organizar la defensa no tenía que preocuparse por las fuerzas fundamentales del universo…. tal vez solo del paso del tiempo pero incluso ahí, dentro de aquella pequeña cabina, el mismo tiempo parecía detenerse, como si el universo de los pensamientos fuese de un material tan denso que entorpecia el continuo fluir de los segundos.
    No era hora de pensar en ello. Virya se concentró en la interfaz de la computadora. Vió los escuadrones agrupados que defendían posiciones acordes a las instrucciones de los diferentes Capitanes y Comandantes que protegían cada sector asignado del terreno, pero también vió otra cosa:
    Cientos… no, miles de naves, armaduras y soldados habían quedado solos en el campo de batalla. Todos seguían combatiendo y disparando contra las interminables oleadas de enemigos que se estrellaban contra las inmensas factorías de roca que cerraban el complejo, pero estaban sin mando, restos de escuadrones diseminados por todo el campo de batalla que peleaban sin mando, sin organización.
    Virya conocía bien aquel sentimiento, el de perder al líder de tu escuadrón y quedar a tu suerte en medio de la batalla… era algo “normal” en la forma de combatir de los Zentradi, quienes continuaban luchando hasta regresar a la nave más cercana a ser reasignados o simplemente morían solos en el campo de batalla.
    Pero Virya tenía otros planes.
    Tomó “prestada” un momento la mano izquierda de su yo “piloto” y rápidamente manipuló la interfaz de órdenes de la cabina. Todas las tropas diferenciadas por escuadrones aparecieron resaltadas en pantalla en un desordenado amasijo de puntos, cada uno de ellos con los números de identificación que distinguen a un escuadrón de otro.
    Solo le tomó unos pocos movimientos de los dedos el separar y filtrar a aquellas unidades que habían quedado fuera de la cadena de mando al perder a sus respectivos líderes. El siguiente paso fué agruparlos en una nueva unidad y asignar un canal de radio exclusivo. Eran miles, armaduras de combate, naves de asalto e incluso un par de naves de artillería pesada.
    Virya sabía que estaba haciendo algo que nunca se había hecho antes… pero la situación lo ameritaba.
    —Aquí la Comandante Virya 712. —Su voz sonaba extraña, casi como si hablara desde el fondo de un profundo pozo. —A partir de ahora todos ustedes están bajo mi mando, retrocedan hacia la posición C49 y establezcan un perímetro defensivo a la espera de nuevas órdenes.
    Estaba hecho. Ahora solo restaba esperar el resultado de la apuesta que ma guerrera Meltran había hecho ¿Acatarían las órdenes de inmediato? Ninguna de esas tropas la conocía ni había oído hablar de ella, para aquellos guerreros había sido solo una voz en la radio…. ¿Y si no le hacían caso…?
    Entonces todos estarían muertos.
    Virya contuvo el aliento mientras observaba aquellos puntos desparramados por todo aquel campo holográfico en completo desorden, en una distribución al azar dictada solo por el caos de la batalla. Entonces lo vió, poco a poco, casi como en cámara lenta, un patrón comenzó a formarse entre aquel desorden de unidades.
    Pequeños grupos de puntos comenzaban a formarse aquí y allá, no más de cuatro o cinco unidades, apenas un acto reflejo de cada soldado que inmediatamente buscaba a su nuevo compañero de escuadrón más cercano para combatir espalda contra espalda.
    Decenas de estos minúsculos grupos habían comenzado a formarse por todo el campo de batalla. En cuanto una escuadra quedaba formada, lentamente comenzaban a retirarse hacia el vector que la misteriosa nueva Comandante les había proporcionado. Al cabo de unos minutos la corriente de tropas que marchaba en dirección al punto de reunión era visible a la perfección en el radar.
    Lo había logrado. Virya sonrió satisfecha pero aquella sonrisa solo duró un segundo en el rostro perlado de sudor de la guerrera.
    El rostro de Breka-Nel apareció superpuesto a los datos de la interfaz de mando y su expresión no mostraba nada bueno.
    —Veo que no ha perdido el tiempo ahí fuera. —dijo el Comandante Supremo mientras las explosiones iluminaban el espacio alrededor de ellos.
    —Solo estoy usando los recursos que tengo disponibles. —contestó la guerrera sin inmutarse. —Pero no es mucho lo que puedo hacer, solo reorganizar las pocas fuerzas que nos quedan
    El holograma de la enorme cabeza del Zentradi asintió. —Lo sé y es por eso es que voy a encomendar a usted la evacuación de la fortaleza. No resistiremos mucho tiempo ante semejante ataque enemigo. Deben cargar sobre las líneas enemigas en este punto y entrar en FOLD en cuanto abandonen la zona de interferencias dimensionales.
    —No tengo los suficientes hombres como para forzar un escape a través del cerco enemigo. —dijo Virya mirando rápidamente la composición y clase de enemigos que se encontraban reunidos en las coordenadas que Breka-Nel había introducido en su mapa. Ciertamente era un sector donde escaseaban las naves de tipo capital y solo un centenar de naves de asalto formaban el grueso de la resistencia… pero aún así…
    —Es su tarea encontrar la forma de atravesar ese bloqueo. —dijo Breka-Nel mientras el holograma temblaba y unas interferencias crearon distorsiones en la imagen. —Separaré el núcleo de la factoría y lo enviaré a la retaguardia de su Escuadrón, en cuanto tenga todas sus tropas reunidas y en posición iniciaremos un contraataque total para cubrir su avance.
    Virya asintió. Lo que Breka-Nel quería decir es que lanzaría a todas sus naves y combatientes que aún resistian a un ataque suicida contra el grueso de las tropas enemigas.
    Mientras la Meltran procesaba todas aquellas nuevas órdenes toda la enorme base del mega-complejo que se había estado ensamblando desde que ellos llegaran comenzó lentamente a desprenderse de la estructura principal. Virya reconoció de inmediato la forma a medio terminar de lo que sería el ojo y arma de energía principal de una de las superfortalezas Zentradi.
    Y Maya estaba ahí dentro.
    Virya se concentró en aquella imagen, haciendo que todo el campo de batalla a su alrededor quedara cubierto de sombras y remolinos de niebla. Toda su atención estaba concentrada en aquel especie de esqueleto con forma de orbe ocular que lentamente se desplazaba entre ruinas y rocas destruidas por las terribles descargas enemigas.
    Podía verlos, los dos pequeños orbes de luz en el centro de aquella cosa. Maya y Exedore estaban vivos.
    Virya ya no tuvo dudas. Haría todo lo posible por salvarlos, incluso sacrificar su propia vida.
    —Comandante Breka-Nel. —exclamó la guerrera por la radio. —Tengo un plan. —dijo simplemente.
     
  6.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

    Tauro
    Miembro desde:
    29 Marzo 2018
    Mensajes:
    177
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    2756
    105




    —¿Es siempre así de callado, Capitán?
    Gray se mordió el labio para evitar lanzar uno de los centenares insultos que tenía preparados para la ocasión, no obstante era inútil y tanto su copiloto como los demás hombres armados al fondo de la cabina lo sabían perfectamente.
    Llevaban varias horas de vuelo en silencio, solo interrumpidos de vez en cuando por alguna llamada entrante de las naves que los precedian. Las horas pasaban lentamente mientras los grandes motores del carguero impulsaban la nave hacia su destino final, todavía ignorante de la tormenta que se acechaba sobre la nave factoría y sus habitantes.
    La Rio Grande apenas había surcado unos pocos minutos en el medio Subdimensional del Salto FOLD, pero aquellos pocos minutos habían supuesto una distancia de más de diez millones de Kilómetros. El viaje era lo suficientemente largo y la compañía no era la mejor.
    Así que cerró la boca y concentró su mirada en el campo de estrellas más allá del vidrio.
    El hombre que se sentaba a su derecha suspiró decepcionado.
    —No se crea que no comprendo su actitud Capitán, pero por su bien y el de todas las demás personas que dependen de sus acciones yo le recomendaria que tenga una actitud más… sociable.
    Gray ya no pudo resistir más.
    —¿Que pretende? ¿Que me ponga a charlar con usted sobre lo que comí anoche? ¿Sobre como muevo el vientre últimamente? ¿Esa clase de socialización espera de un rehén?
    —¿Ven? —dijo el hombre girándose hacia los guardias. —No era tan difícil romper el hielo.
    Gray volvió a gruñir mientras revisaba por quinta vez los monitores de estado de la nave. Todo parecía normal pero aquella extraña sensación de suciedad que sentía al tocar los mandos de su amada nave no se había borrado. Gray sabía que los sistemas electrónicos de la Rio Grande habían sido comprometidos por alguna clase de virus o Troyano inyectado por aquellos malditos piratas. Sea lo que sea, su nave se sentía sucia, corrompida por aquella plaga digital, algo que estaba completamente fuera del alcance de sus viejas manos.
    Aquel hombre pareció leer los pensamientos del viejo piloto.
    —No se preocupe Capitán, le aseguro que le devolveremos su nave en cuanto terminemos esta operación.
    Gray no pudo reprimir lanzar una sonora carcajada que puso nerviosos a los guardias.
    —Ja!. —exclamó. —¿Ahora me dice que va a dejarme ir así sin más?
    Como única respuesta el hombre se cruzó de brazos sin dejar de mirar el monitor frente a su asiento. —Cualquiera con dos dedos de frente hubiese cerrado la boca… pero no, créame que es completamente cierto Capitán; en cuanto tengamos nuestra presa y estemos lejos de los sabuesos de la NUNS usted y su nave pueden quedar libres de ir a donde quiera… incluso puede que quiera empezar a trabajar para nosotros…
    —No gracias.
    Quien parecía ser el Jefe de aquella banda de forajidos se encogió de hombros. —No es raro que honestos comerciantes trabajen con nosotros Sr. Gray… hacemos negocios como cualquier otra organización en esta vasta galaxia…
    —Su concepto de honestidad deja mucho que desear…
    —Entonces es su concepto sobre el hacer negocios el que debería cambiar. —afirmó el otro con un gesto despectivo. —Negocios son negocios, aquí en el medio de la nada o bajo los culos de los Generales de la NUNS en Ciudad Macross.
    —Conozco bastante sobre la clase de negocios que tipos como usted hacen a lo largo de las rutas de comercio más apartadas. —contestó el viejo piloto como escupiendo las palabras.
    Aquel comentario pareció molestar al hombre. —No nos compare con simples forajidos, Capitán. —Una pantalla de comunicación se abrió delante del hombre mientras iniciaba un enlace de datos privado. Un pequeño icono animado de una calavera apareció a modo de llamada en espera mientras la conexión se realizaba. —Puedo tener a varios soldados Zentradis entre mis hombres, pero le aseguro que están bien domados. No venimos a saquear un pueblo y llevarnos a sus mujeres… venimos a hacer una inversión.
    —Linda manera de captar accionistas. —dijo Gray mirando los rifles de los guardias apostados en la cabina. —¿Cómo distribuyen sus acciones? ¿Con balas?
    —Si es necesario…. ahora por favor Capitán Simons, le pido que guarde silencio mientras reviso el progreso de la operación.
    En ese momento la imagen de una persona enfundada en un traje de vuelo amarillo ocupó la pantalla y Gray reconoció la cara de quien había estado manipulando su nave.
    —Ese mocoso….
    —¡Silencio! —exclamó el jefe mientras hacía una señal. Uno de los guardias se acercó y dió un fuerte golpe con el cañón del rifle en la parte de atrás del casco del piloto.
    —Dame tu reporte Otako. —dijo una vez que Gray hubo guardado silencio.
    El joven se lamió los labios. —Tenemos 100% el control del núcleo informático de la Rainbow. El resto de los sistemas independientes están aislados e incapacitados físicamente.
    —¿Qué hay de la Zorra y las conejitas del puente?
    —Aisladas e incomunicadas. —respondió el joven. —No podrán salir de La Torre ni podrán ponerse en contacto con nadie más hasta que hayamos llegado.
    El hombre asintió satisfecho sin quitar la vista de la pantalla. Al cabo de un minuto de silencio el nerviosismo del llamado Otako era más que evidente.
    —¿A-algo más señor…?
    —Tú dime. —respondió el hombre. —¿Hay algo más que deba saber Otako?
    —No señor…
    Gray golpeó el tablero de la consola frente a él. —Oh por todos los rayos… ¡Eres malo hasta para eso muchacho! —exclamó ante la mirada estupefacta de los soldados. —¡Mi Aprendiz sabe mentir mucho mejor, esto te lo aseguro!
    El hombre comenzó a reírse a carcajadas mientras daba unas palmadas afectuosas a los hombros del traje de vuelo del piloto. —¡Muy bien Capitán! Ojalá tuviera más hombres como usted y menos como los inutiles que me rodean… en fin. —mientras decía eso volvió la vista hacia el rostro del joven que se había puesto blanco de pronto. —Ya oíste al Capitán; con esa cara no puedes engañar a un niño siquiera… dime lo que pasó de una vez y prometo romperte solo un par de dientes…
    Otako tragó saliva pero había recuperado las ganas de hablar. —Hubo un accidente en el hangar de la Rainbow… no tengo demasiados datos pero durante el ataque de saturación del sistema por fuerza bruta varios protocolos de emergencia se activaron…
    —¿Que protocolos? —preguntó el hombre levantando una ceja.
    —Se declaró una emergencia por fuego y explosiones en el hangar… pero podrían ser falsas alarmas producidas durante el colapso del sistema.
    —Osea que las brigadas de emergencia están ahora en el hangar… tal vez incluso la división de seguridad de la Colonia… esperando a que lleguemos ¿No?
    El joven en la pantalla volvió a tragar saliva. —Es…es probable Señor…
    El hombre meditó la información unos segundos. —Ya veo. —dijo. —¿Qué hay del Piloto de la NUNS? ¿Sabes su ubicación?
    —Casi con seguridad en el hangar principal. —respondió nervioso el joven.
    —¿Y el humano macronizado..? Ese que llaman Ralph….
    —Con los elevadores inutilizados, debería estar recluido en la parte trasera de la nave..
    —Se dice “popa” Otako…
    El joven asintió. —Si… la...la Popa… su camarote está en uno de los bloques superiores por detrás del reactor. Sin los elevadores no podrá bajar hasta el hangar principal.
    —Bien… el piloto no supone demasiado problema con esa aeronave desarmada… en cambio ese tal Ralph es nuestra principal preocupación ahora. Una vez que tengamos a los rehenes bajo nuestro poder podremos dominarlo sin problemas, pero prefiero que esté recluido en alguna celda gigante lo más pronto posible.
    Gray escuchó esto último y una leve sonrisa se asomó entre los labios. Ralph era monstruosamente fuerte y las historias que había escuchado… probablemente eran exageraciones pero… había visto la cicatriz en el pecho del gigante asi que algo de verdad había en aquellas historias de bar y borrachos.
    Pero lo que más preocupaba al viejo piloto era Jim. El joven tenía un caza dañado y desarmado, incluso aunque pudiese conseguir un rifle y municiones en la Colonia (Cosa que ciertamente dudaba) el estado de su nave y la cantidad de armaduras pirata que había visto tras los cristales de la cabina eran factores que jugaban en su contra.
    No dudaba en absoluto de las capacidades del Teniente pero… que dios lo perdone, no apostaría ni medio crédito por su vida si intentaba resistirse a esos forajidos Zentradi.

    El jefe de los piratas hizo un gesto con la mano y la comunicación quedó cerrada. Su expresión no mostraba para nada lo que estaba pensando y eso preocupaba a Gray, quien se sentia mas seguro cuando podia leer los rostros de la gente y adivinar, al menos en parte, como se encontraba una persona en ese momento.
    —¿Contratiempos? —preguntó en cambio.
    El hombre sacudió la cabeza. —Para nada… es más, muy probablemente Otako y su maldita IA nos han ahorrado el trabajo de reunir a todo el aparato de seguridad de la Rainbow en un solo lugar… eso nos facilitará tenerlos a todos bajo control lo más pronto posible.
    Lo que había dicho aquel pirata… Gray abrió los ojos bien grandes por la sorpresa. —¿Una IA? —preguntó.
    —Uno de esos… Caballos de Troya… esos programas que usan los hackers hoy en dia… cosas de Otako. —respondió el hombre sin darle demasiada importancia al asunto. —Yo no confio en ninguna clase de programa autónomo para que haga nuestro trabajo, pero la Rainbow era un hueso muy duro de roer desde fuera así que…
    —La atacaron desde dentro. —dijo Gray.
    —Guerra electrónica que le dicen. —respondió el hombre encogiéndose de hombros. —sea como sea ya está hecho, la nave es nuestra y solo hace falta reclamarla.
    Una serie de pitidos interrumpió la charla. La Rio Grande había entrado en el rango de la red de monitoreo de la Rainbow, en realidad el espacio aéreo que rodeaba a la Colonia como una enorme burbuja vigilada las veinticuatro horas del día por los sistemas automáticos de control de tráfico.
    El carguero activó sus retropropulsores y comenzó a aminorar la velocidad a medida que la distancia se acortaba, todavia faltarian unas cuantas horas más para entrar en el rango de alcance del sistema SILS que los conducirian al interior de la Rainbow.
    Nadie más habló en la cabina durante el resto del viaje. Si aquel hombre había recibido más información o hubiese impartido alguna orden nueva, lo había hecho dentro de la intimidad de la interfaz de comunicación del interior de su casco de vuelo.
    Gray estaba aun mas nervioso que antes. ¿Que era exactamente lo que pensaban hacer esos malditos? ¿Invadir la Colonia y matar a todos sus ocupantes? ¿Entonces para qué tomarse la molestia de toda aquella simulación y espionaje para colarse por la entrada principal?

    —¿Qué demonios quiere de esa vieja nave? —Preguntó Gray mientras revisaba el plan de vuelo tratando de disimular su preocupación. —No hay casi nada de valor ahí dentro, solo materiales de construcción y pilas de chatarra.
    El jefe desactivó la pantalla que se desplegaba frente a sus ojos y miró en dirección al viejo piloto. —Lo que nos interesa es la nave en si, no lo que hay en su interior. Ya le dije que preferiría tomar posesión de la Rainbow de la forma menos destructiva posible.
    Gray suspiró. —Así que quieren una Three Star para usar en sus correrías piratas… no es algo muy original que digamos.
    El hombre se encogió de hombros. —¿Por qué lo dice, Capitán?
    —Una Three Star no es uno de esos Satélites Fábrica automáticos que construyen armas Zentradi de forma ininterrumpida…. no crea que robandose la Colonia Rainbow entera va a ser suficiente para empezar a producir sus propios cruceros de batalla.
    —Si, eso ya lo sé. —contestó calmadamente. —No hay dudas de la increíble capacidad que las naves clase Three Star tienen en las flotas de colonización alrededor de toda la galaxia… pero créame que eso no es lo que buscamos en la Rainbow.
    Aquella afirmación hizo que Gray se girara por completo para verle la cara al hombre.
    —¿Que dice…?
    Aquel personaje sonrió afablemente. —La nave de por si no vale tanto como los hombres que la manejan, Capitán… , me sorprende que crea que yo no sepa algo tan simple como eso. Se necesitan Ingenieros, Técnicos y cientos de obreros especializados para operar una de esas naves a su capacidad total… ¿Usted vio algún tecnico entre los personajes que me rodean? Ah… ya me parecía.
    El viejo piloto se había quedado sin palabras.
    —Un Satélite Fábrica… ah… uno de esos si seria una presa digna de escribir una historia sobre ello. Lamentablemente los pocos que hay en la Galaxia ya están bajo el control de la NUNS o, por el contrario, están demasiado bien defendidos por Zentradis Salvajes como para poder aprovecharlos… no, la Rainbow servirá perfectamente a nuestros propósitos.
    Las luces de la Colonia aparecieron a lo lejos, unas pequeñas estrellas rojas que resaltaban brillantemente contra el fondo oscuro del espacio, casi vacío de estrellas en aquel sector de las afueras de la Vía Láctea.
    Gray sintió un escalofrío repentino. Aquel hombre había estado hablando largo y tendido sobre la colonia y la importancia de la nave, pero de un tema en especial casi no había dicho ninguna palabra. El viejo piloto tragó saliva antes de hacer la pregunta que mas temia.
    —¿Qué piensa hacer con los Colonos? —preguntó conteniendo la respiración.
    El hombre siguió mirando al frente, hacia las pequeñas luces que continuaban acercándose mientras el carguero maniobraba para entrar en el patrón de aproximación de la Colonia. A esas alturas la torre de control ya se habría puesto en contacto con Gray y la familiar voz de Rebecca les estaría dando indicaciones (y algún amoroso insulto) sobre el procedimiento de atraque.
    Nada de eso había ocurrido y el silencio era mortal.
    —¡Responda!. —Insistió el Capitán Gray Simons elevando la voz.
    Los guardias se movieron inquietos ante el tono imperioso del rehén. Uno de ellos levantó el arma con la intención de golpear al piloto, pero un gesto con la mano de parte del jefe lo detuvo en cuanto hubiera dado un paso al frente.
    —Es usted un veterano de la NUNS, Capitán Simons. ¿Verdad?
    —¿Y que si lo soy?
    El hombre giró la cabeza y aquellos dos ojos claros, grandes e inquisidores se clavaron en su rostro a través del cristal de ambos cascos. —¿Ya olvidó lo que pasó en la Colonia Beta 3?
    Gray palideció frente a aquellos ojos.
    —Las… Guerras Delta….
    Los brazos del Capitán Simons colgaron inertes al costado de su cuerpo. Aquel nombre había traído de vuelta los horrores de aquella etapa que Gray había tratado de olvidar una y otra vez a lo largo de todos aquellos años.
    —Las Guerras Delta… si. —afirmó el hombre satisfecho. —¿Todavía no puede dormir por las noches, Capitán? ¿Los recuerdos de aquella masacre aún lo persiguen..?
    Gray movió la cabeza de un lado a otro con la boca abierta. —Yo… no, eso no fue…
    —¿Dije masacre? Disculpas… quise decir carnicería… ¿O fué un Genocidio..? ¿Holocausto? Creo haber leido varios nombres diferentes desde que sucedió aquello… extraoficialmente claro, a la NUNS no le gusta que se publiquen muchos libros sobre ese tema…
    La silueta de la Colonia apreció frente a ellos. El viaje estaba llegando a su fin.
    La computadora de la nave dejó el control de aproximación al sistema SILS de la Rainbow y las luces de aterrizaje se encendieron. Desde el frente de la enorme nave factoría un camino de luces parpadeantes se extendió desde la esclusa exterior para indicar el vector de aproximación.
    El veterano piloto había quedado visiblemente shockeado ante la mención de aquello y eso pareció agradar a su captor.
    —Vaya… si esas memorias son duras para usted… ¿Que queda para mi, que estuve en el bando perdedor de aquella guerra?
    —¿Usted es…?
    —Al contrario suyo, yo abracé el odio y el deseo de venganza… no escondí los recuerdos tras las nieblas de los años… oh no, yo recuerdo bien lo que pasó a pesar de que era un niño en aquella época… lo recuerdo todos los dias al levantarme y al acostarme… los gritos, la sangre, las tripas flotando en gravedad cero…. aquello ha alimentado mi resolución Capitán Simons… ¿Me entiende?
    Gray asintió lentamente con la cabeza mientras la Rio Grande pasaba por debajo de la proa de la gigantesca nave e ingresaba a través de las enormes compuertas de acero que se abrieron de par en par para recibirlos..
    Si, lo comprendía muy bien.
     

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