Macross (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Gerli, 29 Marzo 2018.

  1.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

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    29 Marzo 2018
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    Pluma de
    Escritor
    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    2383
    40



    Año 1837 (Calendario Terrestre)

    —Escuadron Veinticuatro… ¡Avancen!
    Las siete armaduras Queadlunn Nona se movieron casi al unísono, alejándose de las estaciones de carga y ocupando el espacio central del hangar en una fila doble con su líder a la cabeza. Permanecieron a la espera mientras un grupo similar avanzaba por delante de ellos en dirección a la enorme compuerta de salida.
    La máquina que lideraba el grupo era también un simple Nona, pero su color azul la diferenciaba del resto. Al fin y al cabo se trataba de simples tropas de choque regulares, una más de las miles de unidades de combate iguales que combatían bajo el mando de Dortrad-Jen.
    Una serie de luces fijadas al techo pasaron del rojo a verde y el escuadrón de Nonas comenzó a avanzar a paso vivo por el hangar.
    Al llegar a unos cincuenta metros de la compuerta, una marca en el desgastado piso les indicaba el final de la zona de anclaje gravitacional. Con un pequeño salto, las máquinas de combate abandonaron el hangar y se sumergieron en la negrura del espacio.
    Lo primero que Virya echó de menos fué la abrumadora cantidad de naves que siempre la rodeaban al salir de su nave durante los ejercicios de maniobras. Ya no estaban en la flota principal, su fragata había hecho DEFOLD cerca del campo de batalla en algún lugar lejano.

    Su primera batalla.

    —¡Número Siete, atenta! —bramó su líder por la radio.
    Virya vió como se había retrasado varios metros con respecto a su compañera de adelante. Con un movimiento de cabeza despejó su mente y corrigió su posición lo mejor que pudo. El escuadrón de combate número Veinticuatro rodeó la fragata Quitra Queleual por estribor y se dirigió al campo de batalla a toda velocidad.
    Todo el campo de visión de Virya se llenó de luz. Las explosiones se sucedían una tras otra a través de una enorme extensión de espacio. Aquí y allá enormes naves de combate giraban unas alrededor de las otras intercambiando fuego a discreción en medio de enormes explosiones y nubes de humo.
    Llegaban tarde a la batalla, era evidente por el caos que predominaba en el combate. Lo que al principio habían sido dos flotas en pulcras formaciones de combate intercambiando fuego en forma continua, se había vuelto una batalla donde grupos de armaduras y naves capitales luchaban en medio de una maraña de destrucción y muerte. Alrededor del campo de batalla, las explosiones de luz provenientes de las tropas de refuerza haciendo DEFOLD añandian aún más caos al paisaje.
    ¿Quien estaba ganando? Virya no podía saberlo… sólo veía naves explotando y naves a punto de explotar al recibir tremendas descargas de fuego concentrado de otras naves de batalla… Con una precisión mortífera, cada diez segundos se sucedían las descargas de los cañones principales, que creaban largas lineas de luz a través del campo de batalla, seguidas inmediatamente de cientos de pequeñas y grandes explosiones de las naves que habían tenido la desgracia de estar en el camino de tan terribles armas.
    El corazón de Virya comenzó a latir mas fuerte. habia escuchado a las Meltran veteranas hablar sobre la exitación de la batalla, por fin ella iba a sentir lo mismo.
    —¡Atención! —gritó su líder.
    Virya se concentró, debía seguir las órdenes al pie de la letra si quería sobrevivir en el campo de batalla.
    —Desplegarse!
    Al escuchar la orden las siete armaduras se desplegaron hacia los lados; los números pares a la derecha, los impares a la izquierda. Ahora avanzaban formando un enorme arco de ciento cincuenta metros de largo. La idea era que si un disparo de las enormes naves capitales alcanzaba al escuadrón, la separación permitiría que solo unas pocas máquinas fueran destruidas.
    Fue una fracción de segundo, pero la joven piloto pudo ver los cinco puntos de luz antes que las enormes descargas de artillería pasaran alrededor de las siete armaduras. Antes que Virya pudiese siquiera parpadear, el escuadrón había perdido dos elementos.
    —Formación! —gritó la armadura azul y los cinco Nonas recompusieron la formación en forma de arco, ahora de un centenar de metros de largo.
    Virya no se preocupó por las descargas, al fin y al cabo no estaban dirigidas hacia ellas. Lo que el enemigo quería era destruir las naves con refuerzos antes que pudiesen desplegar todos los escuadrones de combate. Miro un segundo el monitor que mostraba las seis de su Nona. Una explosión sacudió la negrura del espacio varios centenares de kilómetros más atrás. Su fragata había sido destruida por los disparos. ¿Habrían salido ya los escuadrones que faltaban? Virya no lo creia, habia sesenta escuadrones a bordo de la nave, con suerte habrían podido salir diez más antes de que todas las guerreras murieran en medio de la explosión.

    Ya estaban lo suficientemente cerca del combate para ver los incontables haces de luz que creaban un tejido por todo el campo de lucha. Era como una pared de líneas que se movía y latía como un ser vivo, pero Virya no podía describir lo que veía, simplemente no conocía las palabras adecuadas para hacerlo. Cada haz de luz era un disparo y el color indicaba si quien lo había hecho era amigo o enemigo.
    Otro relámpago de luz pasó en medio de la formación, pero por esta vez no escuchó los gritos de su líder pidiendo que se organizaran, en ese momento estaba demasiado ocupada muriendo en medio de la explosión junto con la número dos del escuadrón.
    Su primera batalla y ya estaba sola en medio del combate… bueno, quedaban dos compañeras mas ¿Quien de ellas tomaría el mando? Definitivamente no la número tres, ese agujero en el pecho no le permitiría ir muy lejos y ya estaba empezando a explotar el reactor ¿Debería seguir a la número cinco entonces?
    En ese momento un enjambre de misiles interrumpió sus razonamientos, por lo que el asunto de la cadena de mando debería esperar un poco mas… disparó hacia los misiles mientras retrocedia con toda la potencia que el reactor le entregaba, eso le daría unos segundos extras para destruirlos.
    Los misiles de práctica eran más fáciles de abatir, además los misiles verdaderos tenían la fea costumbre de enviar fragmentos en todas direcciones al momento de explotar. El último misil explotó a unos diez metros de la cabina de Virya y la lluvia de metralla golpeó violentamente la armadura, penetrando el blindaje en la zona del torso y las piernas.
    La terrible sacudida hizo que Virya quedase aturdida por unos segundos. Estaba oculta en medio de una nube de humo, por lo que esos segundos que permaneció quieta no significaron su muerte inmediata.
    En cuanto su cabeza se despejó lo suficiente consultó de un rápido vistazo el estado de su armadura: había sufrido penetración en su blindaje, pero no había daños en los sistemas de movimiento. Movió sus piernas para comprobar que reaccionaban bien y sintió un dolor punzante en la izquierda… probablemente un fragmento de metralla la había herido.
    Virya suspiró, ningún problema entonces, su cuerpo soportaría el dolor, solo esperaba que la espuma del traje hubiese contenido la hemorragia lo suficiente para no perder el conocimiento durante el combate.
    La nube de humo se estaba dispersando y ya podía ver la lluvia de lasers que la rodeaba. Mejor moverse pronto y buscar a la número cinco antes de que sea tarde.

    La cosa iba mal, había empezado a ir mal desde el principio. Su visor se llenó de marcas rojas y Virya disparó todos sus misiles sin preocuparse a que le estaba disparando. Era parte de su entrenamiento y lo que estaba condicionada a hacer durante batallas a gran escala. Algún misil engancharía un blanco y con algo de suerte destruiría o dañaria seriamente al pobre diablo. En cuanto sus compartimentos de misiles quedaron vacíos, aceleró a máxima potencia y se dirigió hacia el blanco más cercano.
    —Maldito Ejercito de Supervisión —masculló mientras disparaba sus cañones contra la armadura gris que tenía delante.
    La enorme armadura recibió los disparos por la espalda, pero la inexperiencia de Virya le había jugado en contra: los disparos dieron en puntos varios de la armadura, pero no logró destruir el reactor. Su enemigo, aunque dañado y expulsando fluidos por algunos agujeros, se dió la vuelta y apuntó con sus cañones a la joven guerrera que avanzaba a toda velocidad.
    —Débura! (1)—gritó Virya, al menos impactaría contra el y destruiría al menos a uno.
    —«Uno» —pensó.—«Solo voy a llevarme Uno»
    Empujó el pedal derecho con todas sus fuerzas, la armadura viró lentamente a pesar de la enorme velocidad que había adquirido y el disparo del robot derritió una de las placas de su hombro izquierdo.
    No se dió vuelta para ver a su enemigo, dejaría que algún otro se encargara de rematarlo. Vio dos armaduras más adelante que perseguían a un solitario Nona y se lanzó a su persecución, pero se detuvo a mitad de camino cuando un rayo de energía abatió ambos, perseguidores y perseguido, así como a varias docenas de armaduras más que combatían más adelante. Virya sabía que no debía permanecer quieta en ningún momento durante la batalla, por lo que cambió rápidamente de dirección y se dirigió hacia un sector donde le pareció que surgían muchos disparos láser de color verde. Había amigos allí.
    Un escuadrón de Nonas protegía el flanco de una fragata Quitra Queleual mientras los cañones de energía a cada lado del casco barrían el campo de batalla en descargas. Al acercarse al grupo vio a su líder, quien pilotaba un Rau de color azul claro. El robot levantó la cabeza y miró en la dirección de Virya.
    —Tu! —se escuchó a través de la radio. —Ve a la proa y derriba los misiles que puedas!
    Virya se detuvo momentáneamente y luego de hacer un saludo se dirigió hacia donde señalaba su nueva capitana, en dirección a la proa de la fragata. Otro Nona estaba allí, disparando sin cesar a las decenas de misiles que se acercaban a la nave en grupos de cinco o seis. Virya se ubicó al lado de su nueva compañera y comenzó a disparar en ráfagas, tratando de sincronizar sus disparos de forma que ambas pudieran mantener un fuego continuo sin que sus cañones se derritieran por la cantidad de disparos que hacían.
    Así que ahora formaba parte de un escuadrón de defensa antimisiles. Bueno, no había nada que hacer al respecto.
    Se concentró en su tarea. Los misiles anti nave eran enormes, de casi el triple del tamaño de su armadura, lo que los hacían un blanco fácil para sus disparos. El único problema era que debían concentrar bien el fuego en la cabeza del misil para poder penetrar su coraza y detonarlos lo suficientemente lejos de la nave.
    Su compañera la golpeó en el hombro y señaló hacia el casco de la fragata: debian anclarse al casco o la nave giraria de pronto y ellas quedarian fuera de posición. Las dos armaduras descendieron y sus pies quedaron magneticamente fijos al casco.
    Continuaron disparando ininterrumpidamente durante a lo que Virya le parecieron horas, mientras la batalla se revolvía alrededor de ellas. Casi se habia olvidado del resto de la batalla cuando una voz que al principio no reconoció se oyó por sobre la cacofonia de alarmas de su cabina.
    —¡Retirada! ¡Reagrupense!
    Su compañera dejó de disparar y salió volando hacia arriba. Virya apenas pudo reaccionar lo suficientemente rápido para seguirla, segundos más tarde la fragata estallaba en medio de una bola de fuego luego se haber sido alcanzada por varias descargas de armas de energía.
    Volaron en zig-zag entre medio de los disparos hasta reunirse con las cinco armaduras que ya estaban volando en formación más adelante.
    —Vamos a defender una Nupetiet-Vergnitzs —se escuchó por la radio, Virya no formaba parte del escuadrón de defensa, por lo que solo escuchaba la comunicación del Rau líder —Si, es la nave de Kreegan— escuchó que la Capitán parecía contestar a una pregunta de una de las guerreras.
    El nuevo escuadrón de Virya salió a toda velocidad en medio de las explosiones y descargas láser del campo de batalla, adoptando una formación en «V» invertida bastante cerrada. Virya se sorprendió al ver las diferentes tácticas que ese escuadrón empleaba, ya que no volaba en línea recta como su anterior escuadrón de ataque, sino que se movía en Zig-Zag a través de la batalla siguiendo el ritmo del Rau que los encabezaba. Era evidentemente un escuadrón que evitaba el combate, su función era la defensa antimisiles y sus movimientos se adecuaban a ello. Si solo su anterior líder hubiera usado esa simple táctica…
    Una poderosa descarga rasgó la negrura del espacio frente a ellos. El poderoso disparo de una nave capital era algo aterrador, incluso a cientos de kilómetros como parecía estar el origen del disparo.
    —Objetivo a la vista! Desplieguense a babor en tres grupos, defenderemos la proa a toda costa!— gritó su líder.
    Las naves clase Nupetiet-Vergnitzs eran enormes, de casi cuatro kilómetros de largo, toda la nave era un gigantesco cañon de energia que podria arrasar el campo de batalla con su poderosísimo disparo. Tambien servian de puesto de mando a los comandantes Zentradi, quienes supervisaban la batalla desde el mismo frente si era necesario. Ese tal Kreegan era uno de los tres comandantes bajo las órdenes del Almirante Dortrad-Jen.
    La nave contaba con su propia artillería para destruir los misiles que se acercaban, pero estaban siendo víctimas de tantos disparos del enemigo que simplemente no daban abasto a interceptar todo el fuego. Otros grupos de defensa se encontraban a lo largo y por encima de la nave capital tratando de interceptar todo lo que el Ejército de Supervisión arrojaba contra dicha nave. Mientras tanto, el cañón principal no dejaba de disparar en intervalos regulares, escupiendo rafaga tras rafaga de destrucción hacia la masa de naves enemigas que avanzaban en un amplio frente de ataque.
    .
    Llegaron al perímetro defensivo esquivando disparos y misiles que llovían en todas direcciones, descubrieron entonces que la nave generaba su propio campo gravitacional, por lo que no fue necesario que se anclaran al casco. Simplemente dieron la espalda a la nave y comenzaron a disparar a todo lo que se acercaba.

    Que era casi todo el ejercito enemigo.

    (1). Insulto en lenguaje Zentradi
     
  2.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

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    Mensajes:
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    Escritor
    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    1542
    41



    —¿Que parte de “Echar un Vistazo” no entendiste Tass....?
    La muchacha no contestó y se acurrucó aún más en el asiento como si quisiera desaparecer dentro.
    Amanda suspiró profundamente. —Okey, de acuerdo... no vale la pena discutir sobre eso... ¿Que averiguaste?
    Tass no respondió. Mientras tanto no dejó de operar la consola que tenía frente a ella. Las pantallas se sucedian en cascadas informando los procesos de verificación de los diferentes sistemas que se ponían en marcha. Amanda esperó pacientemente pero finalmente su genio se impuso.
    —Tass, no estoy enojada contigo, solamente me preocupa los rumores que van a correr por la Colonia.
    El sonido que los dedos de la muchacha hacían sobre el teclado de su consola se silenció mientras que giraba la cabeza para mirar a la mujer sentada por encima de ella. —¿Y?
    —¿Cómo «y»? —Respondió perpleja Amanda mientras se enderezaba en el sillón del Capitán.
    —Me importa un rábano lo que la gente de la Colonia diga.
    —A vos no, pero a mi si me importa.
    —¿Desde cuando tengo que llamarte «Mamá» Amanda..?
    —Soy el Capitán de esta nave jovencita. —La mirada de Amanda era tan fria y penetrante que hizo estremecer a Tass en su asiento. —Que no se te olvide.
    Tass abrió la boca para responder pero un zumbido acompañado de un mensaje parpadeante en la pantalla atrajo su atención.
    —¿Que pasa?
    —Es un mensaje automático seguridad, nada grave. —Dijo Tass cerrando la ventana y volviéndose nuevamente para confrontar a Amanda. —No sos la Capitana durante mis horas libres.
    —Si lo soy, y tambien lo soy mientras duermo, asi que mas te vale que lo entiendas de una vez.
    —Pero Amanda, es ridículo que me increpen por eso, no estoy saliendo con Jim, solamente lo acompañe por la Colonia para mostrarle el lugar ¿Que tiene eso de malo?
    —Primero y principal, el es un Teniente de la NUNS y cuando estás en tu puesto no lo vas a llamar por su nombre y segundo.... ¿Otra vez?
    El mismo zumbido y la misma alerta visual habían vuelto a aparecer en la pantalla de Tass. La joven se dió vuelta pero esta vez no cerró la ventana de aviso, sinó que abrió una ventana donde se desplegó un registro de datos en forma vertical.
    —¿Que pasa Tass?
    —Es un pequeño sistema de seguridad mío, no me acordaba que seguía activo, lo uso solamente cuando navego por ciertos lugares de la Red Galaxy.
    Amanda levantó una ceja y miró con curiosidad la pantalla de Tazz. —¿Te molesta explicarme eso?
    Tass suspiro como le pasaba siempre que tenía que explicarle algo a su jefa, no le gustaba hablar de su «personalización» del sistema informático de la Rainbow. —Es un programa de virtualización de redes, lo que hace es crear una pequeña red virtual falsa cuando ciertos programas intentan averiguar la localización del equipo que navega la Red Galaxy
    —¿Y para qué necesitas hacer eso?
    —Y... a veces es mejor no atraer ciertas miradas sobre la Colonia cuando se consulta «información delicada» en la Red.
    Amanda se puso derecha en el asiento. Su posición privilegiada por encima de los demás puestos de control le permitian ver todo el puente y gran parte de la vista del Campo a través de los gruesos cristales que las separaban del espacio exterior.
    El puente de mando de la Rainbow era una torre que se elevaba exactamente en la proa de la gigantesca nave. Dado que las naves como la Rainbow se construían en forma modular sobre la marcha, esa sección junto con el reactor eran las más antiguas de la nave. No obstante se notaba un excelente mantenimiento y una cuidada atención al aseo.
    —Nadie duda de tu talento pero… —dijo haciendo una pausa. —Las medidas extremas de seguridad también pueden traer miradas indiscretas sobre nosotros.
    Tass movió la cabeza sin quitar los ojos de la pantalla —Ya lo se, es por eso que este programa está destinado a desviar a los curiosos, no atraerlos.
    —¿Desviarlos?
    —En estos momentos los avanzados rastreadores de la NUNS están revisando la bases de datos de una nave de carga a cientos de años luz de distancia de nosotros.

    Amanda sonrió y centró la mirada en la pantalla frente a ella; con todo lo que había sucedido en las últimas veinticuatro horas casi no había tenido tiempo para llevar a cabo las importantes tareas que le correspondian.
    Al fin y al cabo no culpaba a la joven y hasta coincidia un poco (Solo un poco) con la opinión de Silvia, pero algo en su interior se revelaba contra la idea de que una persona extraña a la Colonia pudiera causar un efecto tan devastador en la confianza de su equipo.
    Tass era una joven brillante y su habilidad con los sistemas informáticos era indiscutida. Había sido un golpe de suerte el que uno de los jóvenes que crecieron en la Colonia desarrollara tal habilidad y sacrificase un brillante futuro en cualquier otra flota o planeta de la galaxia para ejercer en la Rainbow.
    Tass, Will, Mina… cada uno de esos niños había crecido en uno de los ambientes más difíciles de la esfera de expansión de la colonización humana, rodeados de más máquinas que de seres humanos y no obstante se habían convertido en un grupo de adolescentes y jóvenes maravillosos.
    Sin pensar extrajo el pad de su bolsillo y examinó la foto que Silvia le había pasado el día anterior; hacía mucho tiempo que no tenia fotos recientes de la gente que quería. Con el dedo toco suavemente la superficie de la pantalla y la imagen se centró en el rostro de Mina, ocupando toda la pantalla. ¿Cuando se habia convertido su preciada hija en una joven mujer? ¿Cuando había dejado de ser una niña? Hacerse esas preguntas era doloroso para Amanda, porque comprendía que surgían del reconocimiento de su propio fracaso como madre. ¿Pero era su culpa realmente?
    Amanda no había fracasado nunca, desde que la fundación Unity la había cobijado bajo su manto protector había obrado milagros para mantener a la Rainbow, no solo como un emprendimiento sustentable, sino como una verdadera comunidad de seres humanos al borde mismo de la galaxia.

    Jóvenes como Matt, Akemi, o Mina, eran resultado de sus esfuerzos directos para crear un ambiente donde pudiesen desarrollar sus talentos y formarse como personas. Si en pos de esa meta había dejado momentáneamente de lado su rol de madre…. bueno, era un sacrificio menor ¿Entederia eso Mina? ¿Lo llegaría a comprender alguna vez?
    Apagó la pantalla y miró al frente, hacia el manto de estrellas que cubría todo el ventanal que rodeaba la torre de control. No podía darse el lujo de dudar en ese momento crucial de la historia de la Colonia. Las piezas se habían puesto en marcha hacia muchisimo tiempo y sus problemas personales no formaban parte del plan.
    El plan.
    El momento que durante su juventud parecía tan lejano había llegado finalmente. En solo unos días más la burocracia de la NUNS finalmente quedaría en el pasado y un nuevo comienzo para la Rainbow sería posible. Solo que….
    —Tass
    —¿Si Capitan?
    Que Tass la llamara por su cargo en vez de por su nombre denotaba que todavía se hallaba molesta por sus comentarios. Amanda suspiró profundamente pero no se dejó amedrentar por la actitud de la joven.
    —¿Quien activó tu «Protección Especial»
    Tass dejó de teclear en su consola y giró la cabeza en dirección a Amanda. —¿Que?
    —Me gustaria saber quien fue la persona que accedió a esa «Información Delicada» y que motivó que tu programa de distracción se activara.
    Tass volvió a mirar su terminal de datos y pareció dudar un momento. —Se supone que lo que los Colonos hacen con su acceso a la Red es algo del ámbito privado, Capitana.— dijo sin volverse.
    —Supones bien.
    —Entonces….
    —Es una orden.
    Tass sufrió un escalofrío. Solo recordaba una ocasión en la que Amanda le había impartido una orden con ese mismo tono de voz y no había sido agradable.
    —Entendido— dijo con un hilo de voz mientras sentía la mirada gélida de su superior en la nuca. Sus dedos bailaron rápidamente sobre el teclado y varias ventanas aparecieron simultáneamente en la pantalla. Miró una de ellas y sintió que el corazón le daba un vuelco. —Capitán… Amanda— dijo de pronto. —Es una consulta originada en dos registros médicos de pacientes de la clínica del Doctor Evans. No podemos violar el secreto de..
    —Prosigue.
    Tass tragó saliva y movió lentamente su dedo sobre el botón de confirmación. Las fichas de dos ciudadanos se abrieron en pantalla.
    El silencio se hizo algo tangible en la Torre de Control mientras Amanda se enderezaba en su asiento y miraba con asombro las dos fichas médicas que ocupaban la pantalla frente a ella. Habían sido creadas recientemente y ostentaban la clasificación de VISITANTES que generalmente se le daba a la gente que llegaba a la Rainbow por negocios o trabajo y permanecía por poco tiempo. Las fotografías de dichos visitantes quedaron suspendidas en el aire mientras ambas mujeres las contemplaban en silencio.
    —¿Que rayos necesita Evans averiguar sobre Cinthya y Jim? —exclamó Tass con los ojos abiertos.
    —Eso mismo me pregunto yo— respondió Amanda con el ceño fruncido.
     
  3.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

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    Mensajes:
    177
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    Escritor
    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    2404
    42



    —«Debura!» —exclamó Virya al recibir de lleno la lluvia de metralla del misil que había conseguido destruir a solo un centenar de metros de distancia. Aun asi la onda de choque fue tan poderosa que envió su armadura hacia atrás de forma tan abrupta que no pudo evitar chocar contra el casco de la nave de Kreegan.
    —¿Esta operativa, número Siete?
    La guerrera sacudió la cabeza y movió las piernas para despegarse de la cubierta. increiblemente su armadura respondió a sus comandos y se irguió sobre la superficie metálica.
    —Siete operativa —informó a su Capitana provisoria. —Daños menores en la armadura, reactor sobrecalentado a un 70%
    Virya no esperó las órdenes siguientes, de todas formas ya sabía lo que debía hacer. Se impulsó hacia delante y retomó su lugar al lado de las otras dos chicas, quienes habían podido mantenerse en su posición a pesar de haber recibido ellas también buena parte de la onda de choque de la explosión.
    El combate arreciaba ahora, era evidente que todas las fuerzas de ambos ejércitos estaban desplegadas a lo largo y ancho del campo de batalla. Había decenas y decenas de miles de naves por todos lados, cada una embarcada en la tarea de destruir lo primero que tuviese por delante. Parecía que en medio de aquel caótico paisaje el escuadrón de defensa antimisiles de Virya era el único grupo combatientes que mantenía una formación y un objetivo concreto.
    La nave de Kreegan había dejado de disparar su cañón principal, su reactor hacía rato que debía haber alcanzado su punto crítico y solo se limitaba a escupir fuego de artillería a lo largo de su enorme estructura.
    Era tal la furia del combate que frente a Virya el espacio aparecía completamente iluminado por las descargas de energía de las armas amigas y enemigas. Las explosiones se sucedían con tal asiduidad que el Queadluun se sacudía ininterrumpidamente al recibir las continuas olas de choque de los miles de guerreros y guerreras que morían en medio de enormes detonaciones.

    La pierna había comenzado a molestar otra vez, probablemente el golpe había empeorado la herida. La joven ignoró el dolor y concentró su mirada en el monitor, había tantos blancos que era difícil distinguir cual de todos los atacantes que se arrojaban sobre ellos tenían prioridad para ser abatidos. El pequeño intervalo de tiempo que había estado sin disparar había servido para que el calor de sus cañones se disipara un poco y ya no estaban al rojo vivo como hace unos momentos. Con un rápido vistazo comprobó el estado del reactor; todos los indicadores sobrepasaban los valores de operación normales y algunos se habían detenido perpetuamente en marcas críticas. El Nona, básicamente, conservaba su forma porque la piloto que estaba dentro se mantenía de una pieza.
    Varias descargas de energía pasaron sobre su cabeza pero la siguiente ráfaga impactó de lleno en el casco unos cincuenta metros por debajo de ellas, dejando un enorme cráter en el metal del casco. Virya esperó por la explosión inminente pero no sucedió tal cosa. La nave soportó el impacto.
    Vieron como el campo de batalla se movía alrededor de ellos. La enorme nave había comenzado a girar sobre si misma y junto con ella arrastraba en su campo gravitacional a los defensores y enemigos que luchaban a su alrededor. Fue un momento fugaz, casi un destello en el límite de su campo visual, pero reaccionó instintivamente y giró con violencia hacia la derecha. Una armadura enemiga levantó un enorme cañón de energía en dirección al grupo de Queadluuns que le daba la espalda. La rafaga de Virya dió de lleno en el arma en el momento exacto en el que su enemigo apretaba el gatillo, la explosión de las celdas de energía aplastaron al miserable contra el casco de la nave en medio de una lluvia de fragmentos y trozos del piloto. En cuanto la nube de desperdicio se disipó Virya observó al Nona azul de su líder, con el brazo aún levantado y en posición de disparo.
    —Buen trabajo Siete— dijo bajando el cañón. —Haz sido rápida!
    Rápida si, por supuesto que lo había sido. Virya se dió cuenta que a pesar de la fatiga que comenzaba a sentir en sus miembros, sus reflejos eran más rápidos, su puntería más precisa. Sonrió y la sonrisa permaneció en su rostro a medida que abatía cualquier cosa que se acercaba en el arco de efectividad de sus armas.

    La batalla continuaba y la nave que defendían soportaba ataque tras ataque sin tregua. Muchos de los cañones de artillería que sobresalían del casco de la gigantesca nave estaban silenciosos y al rojo vivo. La nave comenzó un nuevo giro sobre si misma para renovar la descarga de fuego con los cañones de la banda contraria; babor y estribor, disparando sin cesar hacia la masa de enemigos que atacaba sin piedad, pero ahora el campo de batalla había cambiado su forma, lenta pero inevitablemente las tropas Zentradi habían rodeado al núcleo de las fuerzas enemigas y por primera vez desde que la batalla se había vuelto un caos, el fuego venía de una dirección concreta.
    Pronto el nuevo escuadrón de Virya comenzó a sufrir bajas. Dos guerreras sucumbieron al recibir de lleno el impacto de una descarga de energía en la zona central de la nave. Virya fué enviada a ese sector y perdió de vista a sus compañeras.
    No podrían soportar semejante ataque por mucho más tiempo. Ahora solo podía disparar una pequeña ráfaga cada segundo y confiar en su puntería. Ojala tuviese algo mejor que un simple Queadluun Nona para luchar.
    Por entre la cacofonía de alarmas que sonaban dentro de su casco distinguió un grito de alarma, lo que la hizo desviar su mirada por un instante.
    Un enorme crucero de batalla se dirigía a toda velocidad contra la Nupetiet-Vergnitzs de Kreegan. La nave enemiga estaba literalmente llena de agujeros y sin lugar a dudas condenada a explotar en cualquier momento, pero ese último impulso la había puesto en curso de colisión directa.
    —«Debura!»— gritó por centésima vez durante esa batalla y apuntó sus armas al bólido que se acercaba. ¿Que podrían hacer su pequeño par de cañones contra un crucero de batalla? Sin dejar de sonreír disparó una rafaga completa. No importó que sus armas se pusieron blancas por el calor y estallaron frente a ella. Nada importaba ya.

    Los brazos de la armadura y los suyos propios colgaban inertes a los costados. Virya se rindió ante la inevitabilidad de su muerte y contempló fascinada los momentos finales de su primera y última batalla y al enorme enemigo que se abalanzaba hacia ella.

    Lo extraño que es que ahora eran dos los cruceros que se arrojaban en un ataque suicida.

    Virya tardó solo un segundo en darse cuenta que lo que experimentaba era un espejismo, una imagen doble producida por la distorsión del campo dimensional alrededor de la luz visible.
    —¡FOLD! —exclamó viendo como su campo visual se llenaba de un resplandor multicolor y su cuerpo temblaba violentamente. Se llevó las manos a la cabeza y cerró los ojos para evitar el resplandor.
    Luego fue todo silencio.

    Cuando recobró el sentido no supo cuánto tiempo había pasado. Lo primero que vió fue el resplandor que producían varias naves al hacer DEFOLD en las inmediaciones de la nave de Kreegan.
    Había demasiado silencio. Como el que sentía dentro de las cápsulas de sueño en la fragata donde había estado asignada antes. Quiso girar la armadura para ver a su alrededor y descubrió que el silencio se debía a que su armadura no era más que un peso muerto atrapado en el campo gravitatorio de la Nupetiet-Vergnitzs.
    Probablemente su reactor se había fundido al momento de disparar a toda potencia durante el ataque final.
    Retirando los brazos de los controles de cada extremidad de la armadura sujetó con fuerza la palanca de apertura de la cabina. Forcejeó durante varios minutos hasta que la enorme compuerta se abrió de golpe y salió despedida hacia el espacio. Con dificultad se apoyó en el borde de la cabina y haciendo fuerza con los brazos lentamente extrajo parte de su cuerpo de la parte inferior de la armadura.
    Lo primero que examinó fue su pierna izquierda. Allí donde había sentido dolor durante la batalla vio una masa de color blanco que formaba un bulto alrededor de su pierna, por encima del tobillo. Al perforarse el traje un fluido aislante se había solidificado inmediatamente alrededor de la herida para evitar que la descompresión formase una hemorragia incontrolable en el vacío del espacio.
    Virya movió la pierna y comprobó que solo estaba entumecida, lo que la hizo suspirar aliviada; podría volver a luchar nuevamente.

    La guerrera se recostó contra el borde de la cabina y miró alrededor, no sabiendo qué hacer a continuación. Al igual que su armadura, ahora convertida en un trasto inútil, miles de pedazos y fragmentos de naves y robots giraban por todas partes formando una pequeña nube alrededor de ella. Aquí y alla aún podía distinguir las formas de las armaduras de uno u otro bando, algunas lo suficientemente enteras como para poder ver los restos del piloto que asomaban por entre los hierros retorcidos. Una innumerable cantidad de cadáveres y partes de ellos flotaban también a su alrededor. Virya no les prestó más atención que al resto de la chatarra circundante.

    La Nupetiet-Vergnitzs que había estado defendiendo durante las incontables horas de batalla había salido bastante bien parada. Salvo algunos impactos laterales, donde partes del armazón metálico se vislumbraba a través de las placas de metal hundidas por la fuerza de la explosión, parecía no haber sufrido graves daños. Recordó de pronto que no habia estado sola durante el ataque y buscó con la mirada a sus compañeras, allí donde la proa de la enorme nave de perdia entre los restos flotantes.
    Distinguió cuatro armaduras reunidas junto al casco, completamente inmóviles, como si esperacen alguna orden que no llegaba nunca. No se sorprendió al notar la falta del Nona azul en el grupo, su Capitan temporaria no había logrado sobrevivir a la batalla.
    Sopesó las posibilidades que tenía de llegar hasta ellas con un impulso, pero descartó la idea inmediatamente. Estaba a casi ochocientos metros de distancia y la cantidad de escombros que se interponía en su camino detendrán su impulso o casi con seguridad la desviarian hacia otro lado, debía intentar llamar la atención del grupo para ser rescatada.
    Miró a su alrededor buscando algo que pudiera servir y no tardó en descubrir la mitad de un soldado que aún sostenía un rifle en su mano. No estaba demasiado lejos, por lo que solo bastó un pequeño impulso de su pierna sana para acercarse lo suficiente al cadáver y poder tomar el arma.
    Era, o mejor dicho habia sido, un soldado enemigo. Virya sostuvo el brazo muerto con una mano mientras con la otra tiraba con fuerza del arma. Era curiosa la tenacidad con la que sujetaba dicho objeto. Finalmente liberó el arma y alejó los restos con un empujón de su mano libre.
    El laser azul trazó una fina línea que iluminó fantasmagoricamente los alrededores. Los Queadluuns reaccionaron inmediatamente y se acercaron a gran velocidad, al fin y al cabo Virya había disparado un arma enemiga.
    Las cuatro armaduras la rodearon inmediatamente. Virya no tenia forma directa de comunicarse con ellas, por lo que señalo con su dedo los restos de su armadura que flotaba abierta y vacia varios metros por debajo de ellos. Uno de los Nonas hizo un gesto con la mano y las restantes armaduras se alejaron.
    Quien aparentemente había tomado el mando del escuadrón hizo un gesto con el brazo señalando el hombro izquierdo de su armadura. Virya comprendió el gesto y tomándose de la mano que su salvadora había extendido, pudo encaramarse al Nona sin problemas.
    Juntas iniciaron el regreso, pero al pasar por la zona central de la Nupetiet-Vergnitzs se detuvieron. La guerrera al mando del Queadluun señaló un punto particular del casco y Virya miró sorprendida.
    Un enorme misil había penetrado una decena de metros en el interior de la nave y permanecía clavado en el casco como una torre silenciosa. ¿Cómo y porqué no había explotado? La enorme cabeza explosiva tenía la capacidad de partir la nave del Almirante en dos, especialmente debido al lugar donde se había incrustado. Esa nave estaba condenada.
    Se alejaron de la nave de Kreegan y pusieron rumbo hacia una fragata Quitra Queleual cercana, donde el resto superviviente del escuadron de defensa tenia su base.
    Fueron las ultimas en entrar antes que la enorme compuerta del hangar se cerrara. Los tres Nonas ya estaban aparcados en sus respectivas estaciones de repostaje, pero las pilotos aún permanecían dentro de sus armaduras con la cabina abierta.
    Virya y su compañera aterrizaron sobre la cubierta metálica y caminaron los metros restantes hasta reunirse con los demás.
    Las luces del hangar habian pasado del naranja al blanco, indicando que las compuertas estaban cerradas y el hangar presurizado. Virya ya no podia aguantar mas el silencio, por lo que se quito y casco a la vez que saltaba al suelo. Un relámpago de dolor hizo que se arrodillara en el suelo, su pierna izquierda le estaba recordando impetuosamente que no estaba en condiciones de soportar su peso en gravedad artificial.
    Una sombra cruzó por su semblante. ¿Era su herida más grave de lo que pensaba? Virya sacudió la cabeza con disgusto. Lo que quería era volver a luchar, de seguro podrían curar su pierna de alguna forma.
    —¿Cual es tu nombre, soldado? —preguntó una voz desconocida a su lado. Virya levantó la vista y su mirada se cruzó con la de otra Meltran de cabello violeta, que la contemplaba aún con el casco en la mano. El resto del escuadrón también estaba junto a ella.
    —Soy Virya 712— dijo. —Escuadrón de ataque número Veinticuatro.
    La guerrera la observó en silencio y de pronto le extendió la mano. —Soy Yuwe 214, segunda al mando del Escuadrón de Defensa Treinta —De un tirón levantó a Virya del suelo y la sostuvo por la cadera— ¿Estas herida?
    —Un fragmento de metralla perforó mi pierna, no creo que sea nada grave— de pronto las palabras de la guerrera cobraron sentido en su mente. —¿Segunda al mando? ¿Tu Capitán sobrevivió?
    Un pesado silencio se hizo en el hangar. Virya supo inmediatamente que algo no marchaba bien.
    Nada bien.
     
  4.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

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    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    2199
    43


    —¿Estás absolutamente segura de eso Tass?
    La joven no respondió, solo se quitó los lentes y lentamente se masajeó los cansados ojos. —Si Amanda— respondió luego de una breve pausa. —Ambas peticiones de información dispararon los protocolos de rastreo de la agencia de investigación gubernamental.
    Amanda se inclinó en su asiento mientras miraba seriamente la pantalla. —No me sorprende en el caso del Teniente— afirmó con un gesto de la mano. —¿Pero porqué con Cinthya? Se supone que es solo una civil.

    El Doctor Evans había solicitado un informe completo a la base de datos gubernamental sobre los historiales de salud de Jim y Cinthya. Si bien ambos habían sido aprobados y remitidos, el correspondiente al Teniente Jim solo presentaba información básica, estando el resto con acceso clasificado debido a la posición del piloto en las fuerzas armadas.
    —Cinthya está trabajando para el Gobierno Unificado— comentó Tass mientras estudiaba el historial del navegador. —Aunque sea subcontratada deberia estar también bajo la esfera de protección de la información militar ¿No?
    Como única respuesta recibió el silencio y la mirada pensativa de su capitana. Si, realmente no tenía mucho sentido, especialmente porque quien manejaba todo el papeleo humanitario de la NUNS era una oficina gubernamental común y corriente.

    Jim había compartido con Tass la particular situación por la que atravesaba su escuadrón de Élite en medio del desastre organizativo que azotaba a los altos mandos de la NUNS. Esto no era algo nuevo para la joven por cierto, ya que Amanda también solía afirmar que el Gobierno Unificado se estaba volviendo un saco de mierda demasiado abultado que corría el riesgo de colapsar bajo su propio peso.
    Muy probablemente el asunto con la información personal de Cinthya tenía otro significado y su curiosidad la impulsaba a descubrir que. Por suerte sus reservas en cuanto a la validez ética de su investigación habían sido borradas por la orden de Amanda, eso la dejaba libre de culpas para centrar toda su atención en el asunto.

    Evans había requerido una serie de informes adicionales sobre ambos visitantes. En el caso de Jim habían sido denegados de forma automática, pero con Cinthya habían sido aprobados sin inconveniente alguno. Revisando detalladamente cada uno de los formularios, Tass centró su búsqueda en detectar cual de todos ellos habían sido los disparadores del rastreo automatizado del Gobierno.
    Tras una breve exploración de los archivos localizó lo que buscaba.
    —Sangre tipo Alfa Bombay— leyó extrañada.
    —¿Eh?— Preguntó Amanda enderezando su silla. —¿De que estas hablando?
    —Es la búsqueda de Evans que disparó el rastreador— dijo. —¿Te suena de algo?
    —Hay un Fenotipo de sangre que se llama Bombay— Amanda se quitó su gorra y la colocó sobre su regazo. —Pero eso de Alfa es nuevo para mi.
    —¿Quieres que…? —preguntó la joven mientras abria una ventana con un buscador de la red galáctica.
    —No— exclamó Amanda de forma tajante. —No quiero que vuelvas a atraer la mirada de la NUNS sobre esta Colonia con el mismo tema.
    Tass se cruzó de brazos y asintió con la cabeza. —Tienes razón— dijo. —¿Pero qué podemos hacer? No creo que quieras preguntarle a Evans sobre eso…. ¿Y qué tal si le preguntamos a David?
    La Capitana sacudió la cabeza en forma negativa —No Tass, no creo que sea una buena idea tampoco. Mientras hablaba se había puesto a acariciar la gorra como si de una pequeña mascota se tratase.
    Ambas mujeres permanecieron en silencio mientras desarrollaban sus tareas diarias.
    La llegada de la nave de suministros era considerado un dia de asueto para la gente de la Colonia, que solía dejar de lado su rutina para poder hacer compras y recibir alimentos frescos desde los lejanos planetas y flotas productores.
    Si bien la actividad laboral de la Colonia cesaba, el trabajo para las chicas de la torre no variaba en lo más mínimo y a pesar del descanso, el monitoreo de los sistemas y control del espacio perimetral de la Colonia eran actividades que se desarrollaban veinticuatro horas al día, los siete días de la semana, ininterrumpidamente.
    —A fin de cuentas— comenzó a decir Tass de forma distraída. —A lo mejor nos estamos preocupando por nada.
    —¿Porque lo piensas?
    —Bueno… probablemente sea una causa de preocupación para Evans que Cinthya tenga ese tipo de sangre rara, a lo mejor está preocupado por lo que pueda pasar en caso de que resulte herida y necesite un tratamiento especial…
    —¿La inspectora tiene ese tipo de sangre?
    Tass volvió a colocar la ficha médica de Cinthya en pantalla y utilizó su puntero para resaltar el texto.—Si, aquí lo dice… no espera, solo dice Bombay… ¿No es lo mismo?
    —Aparentemente no— suspiró Amanda.
    El razonamiento de Tass tenía sentido, lógicamente y más aún luego de los incidentes ocurridos en las últimas setenta y dos horas. ¡Esos dos habían hecho peligrar sus vidas no una sinó DOS veces! Era obvio pensar que el médico querria informarse ante una eventual tercera situación de riesgo.
    Pensó en su charla con Will, de cómo sus sospechas de que el piloto había actuado de forma tan confiada con una amenaza contra su nave se habían confirmado. Sentía que algo se le estaba escapando de entre las manos, pero no estaba segura que.
    —No dudo de las buenas intenciones de Evans… solo que no me gusta esa actitud de servirse de la gente como cobayos.
    —¡Tass!— exclamó Amanda sorprendida. —¿Qué estás diciendo?
    La joven apoyó el mentón sobre su mano y miró distraídamente la pantalla del radar.—Deberia ser mas transparente con sus investigaciones. ¿No crees?
    Amanda miró a la joven con seriedad—El que no haya publicado aún ningún «Paper» no quiere decir que no esté siguiendo un estricto protocolo en sus investigaciones.
    Tass sopló molesta y volvió su atención a la pantalla.
    —Tal vez…. —dijo la Capitana mientras desplegaba un teclado sobre sus rodillas. —Tal vez si haya alguien a quien podamos consultar.
    —¿Si? ¿Quien?— preguntó la joven interesada de pronto.

    Media hora más tarde Tass abandonaba el puente de mando y, bostezando, se instalaba en el pequeño transporte de personal. Tendría que tomar una dosis extra de café si quería mantenerse despierta lo suficiente.
    El vehículo la dejó junto a la oficina de Amanda y si bien tenía permiso de usar la cafetera que estaba ahí, mirando la hora en su reloj decidió ir a la cafetería directamente. No solo el café era mucho mejor, además había una pequeña chance de encontrar a quien buscaba.
    Extrajo su Pad y consultó la información que disponía. Amanda le había prohibido que accediese a la Red Galaxy, pero aún disponía de la información en caché que había quedado en la Red Rainbow luego que Evans la consultara. Era, a decir verdad, información bastante escasa, una entrada de enciclopedia con información de un nivel extremadamente básico. No le extrañaba que el médico haya intentado averiguar algo más.
    Espero al ascensor mientras meditaba en silencio lo sucedido. La NUNS era muy celosa de cierta información a la que se podía tener acceso en la red galáctica. Explosivos, armas biológicas, armamento de reacción… las cosas que siempre están en la mira del gobierno para mantener vigilado al público en busca de señales de terrorismo o insurrecciones.
    Pero que un tipo de sangre disparara ese tipo de alerta… Amanda estaba en lo cierto en sospechar que podía haber algo más detrás de todo eso. ¿Porque había hecho Evans una búsqueda en la Red Galáctica de un Fenotipo de sangre que no era exactamente igual al de la inspectora? ¿Era solamente por curiosidad académica?
    El ascensor llegó hasta el piso de la oficina de Amanda y las puertas se abrieron frente a la joven, quien entró al mismo mirando la pantalla de su Pad, aún con varias preguntas sin respuesta dando vueltas por su cabeza.
    —¿Baja?
    Tass estaba tan absorta en sus pensamientos que solo reparó en Jim cuando su nariz estuvo a pocos centímetros del pecho del piloto.
    —¿Jim? —pregunto sorprendida mientras se restregaba los ojos cansados —¿Que estas haciendo en La Torre?
    —A decir verdad nada— dijo el piloto cruzado de brazos mientras miraba con curiosidad a Tass. —Voy para el acceso del hangar en el nivel inferior, supongo que me arrastró el ascensor hasta aquí. ¿Terminó tu turno?
    La muchacha permaneció callada sin saber que decir. Aún sostenía el pad fuertemente contra su pecho, como si el contacto con el aparato fuera su única conexión con el mundo real. Entonces la puerta se cerró tras ella y el hechizo se rompió.
    —Si si… recien termino— dijo agitadamente mientras se daba la vuelta y tanteaba el panel de pisos en busca del botón adecuado. En su nerviosismo marcó tres pisos diferentes, ante la divertida mirada del piloto. —Voy a la cafetería a desayunar algo.
    Ambos guardaron silencio un momento mientras el elevador comenzaba a descender desde lo alto de la Torre.
    —Supongo que Amanda te contó lo que pasó en el Campo ¿No? —preguntó Jim distraídamente.
    Tass asintió y se dio la vuelta. —Tenía mucho miedo por ustedes dos— dijo. En cuanto se disparó la señal de emergencia salí corriendo a la torre de control para ver qué había pasado.
    Jim no respondió y siguió mirando algún punto indefinido del techo del ascensor.
    —¿Tuviste miedo ahí afuera?— preguntó la joven.
    —¿Eh? —preguntó el piloto con cara de genuino asombro. —¿Miedo? ¿Yo?— Ante la incrédula mirada de Tass, Jim rompió en una carcajada.—No Tass, no… no tuve miedo.
    Como la joven permanecía en silencio, Jim volvió a ponerse serio.— No fué una buena experiencia, te lo aseguro. Pero estar tan cerca de la muerte me hizo sentir… diferente, no se si me explico.
    —¿Diferente? —preguntó Tass. —¿En qué forma?
    Jim se llevó la mano al rostro y se acarició la barbilla en forma pensativa— No se como explicarlo con palabras adecuadas—dijo. —Tal vez haya sido mi sangre Zentradi la que reaccionó de esa forma.
    Al oír la palabra «sangre» Tass sintió un escalofrío.
    —En fin, lo importante es que no lo pienso volver a hacer— dijo de forma tranquilizadora— Al menos no durante el tiempo que quede de la inspección.
    —¿Cinthya va a continuar con la inspección?
    El piloto asintió con la cabeza. —Los datos del Campo se recogieron sin problemas en la computadora de mi avión y ya no teníamos planificada otra salida, supongo que terminará con lo que tenga que hacer aquí en la Colonia y dará por terminado su trabajo.
    Tass suspiró profundamente. Por primera vez desde que había conocido a Jim se daba cuenta del poco tiempo que había tenido para estar con el. No es que no lo supiese desde un principio, pero en ese momento la perspectiva de no volverlo a ver se había vuelto demasiado tangible.
    El elevador se detuvo silenciosamente y la puerta a su espalda se abrió con un pequeño timbre.
    —Tass
    La joven se dió vuelta y levantó la mano para saludar pero vió interrumpido su gesto cuando Jim, en un rápido y fugaz movimiento, se inclinó y la besó en los labios.
    Tass quedó paralizada en su sitio, con la mano derecha a medio levantar y sujetando el Pad contra su pecho con la izquierda.
    Su primer beso.
    Había soñado toda su vida con ese momento, lo había imaginado de mil formas diferentes, en mil situaciones y lugares de la galaxia, pero allí, dentro del ascensor, con sus ojos completamente abiertos mientras miraba fijamente los ojos violetas de Jim, supo con seguridad que fue el momento elegido para ella por el destino.
    Y nunca hubiese podido imaginar un beso tan perfecto como ese.
    Tass cerró los ojos y soltando el Pad abrazó fuertemente al piloto, olvidándose momentáneamente de la Colonia, Amanda y la puta Galaxia incluso.
    Permanecieron abrazados, inmóviles como dos estatuas que se hubiesen fundido en una sola pieza por efectos de un calor intenso. Cuando Tass finalmente separó sus labios de Jim, tomó una bocanada de aire y se llevó una mano al pecho, casi había perdido el aliento durante el largo beso.
    —Es tu piso— dijo Jim alcanzando el pad que había caído al suelo entre ambos. La joven tomó el aparato de manos de Jim y permaneció con la boca abierta sin poder articular palabra.
    —Si no cierras esa boca voy a tener que cerrarla yo devuelta con otro beso— dijo el joven sonriendo mientras apoyaba uno de sus dedos sobre los labios de Tass. —Te veo por la tarde ¿Ok?
    Tass asintió y retrocedió unos pasos, saliendo del elevador casi como en sueños. Jim la saludó con la mano y la puerta se cerró con un leve chasquido.
    Tardó lo que le pareció una verdadera eternidad en salir del estado de parálisis en el que había quedado tras salir del ascensor. Cuando por fin reaccionó, dió un grito de alegría y pegó un saltito de felicidad, luchando contra el deseo de salir corriendo por la cubierta como si fuese una niña pequeña.
    En ese momento se dió cuenta que estaba tres pisos por encima de la cubierta de la cafetería, pero nada más importaba en la mente de Tass, quien se dirigió a las escaleras como si aún viviese dentro de un sueño maravilloso.
     
  5.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

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    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
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    2873
    44



    —¿Está viva? —pregunto Virya asombrada
    Habían conducido a la joven hasta uno de los puestos de rearme de los Queadlunn, ahora vacío al igual que muchos de las otras estaciones que llenaban el enorme hangar. Las pérdidas habían sido cuantiosas en ambos bandos.
    La Meltran que se había dado a conocer como Yuwe asintió. —Así parece, su armadura todavía está operativa y transmitiendo en nuestro canal de escuadrón.
    Virya no necesitó ninguna otra confirmación, las armaduras solo funcionaban mientras quien las pilotase se mantuviese con vida. No había nada que objetar sobre ese punto.
    La actividad en el hangar era frenética. Había decenas de chicas heridas que no podían abandonar sus armaduras por sus propios medios. Un grupo de Meltrans, encargadas del aprovisionamiento de municiones, se ocupaban momentáneamente de ayudar a las heridas, trasladando en andas a las pilotos hasta los tanques de reacondicionamiento. Mientras tanto un Nona trabajaba con sus enormes brazos doblando el metal y arrancando partes para poder rescatar a las guerreras atrapadas. Una enorme pila de desperdicios crecía lentamente contra el fondo del hangar a medida que el equipo examinaba las armaduras y descartaba aquellas que presentaban daños serios en su estructura. Virya no se sorprendió al ver que en la misma pila estaban arrojando varios cadáveres de pilotos, fallecidas mientras esperaban ser rescatadas de los despojos en los que se habían transformado sus armaduras. La joven Meltran movió la cabeza con un gesto de negación; Pensándolo bien, era mejor morir en medio de la batalla que terminar entre la chatarra ¿Verdad?
    —No veo su armadura— dijo Virya mirando a su alrededor.
    —La Capitana Vaal aún está fuera— dijo una de las chicas. —No pudimos recuperar su armadura
    Virya miró a la joven con una expresión de sorpresa —¿Afuera? —Iba a preguntar si había escuchado bien, pero de pronto todo el escuadrón se puso firme en su sitio al mismo tiempo que se llevaban el puño al pecho izquierdo en señal de saludo. Una oficial Meltran se estaba acercando al grupo escoltada por dos guerreras armadas. Virya intentó ponerse de pie pero la pierna no le respondió y volvió a caer de rodillas.
    —Esta bien soldado, no se levante. —dijo la oficial mirando a la joven caida. —Descansen.
    El escuadrón dejó la posición de firme y ayudaron a Virya a sentarse en el soporte de la armadura.
    —Soy Dulmei 172, la Capitán de esta nave, sean bienvenidas a bordo. ¿Ustedes son del grupo de defensa que custodió la nave de Kreegan?
    Yuwe asintió.—Soy la segunda al mando del Escuadrón de Defensa 30, Teniente Yuwe 214. Gracias por permitir reagruparnos en su nave.
    Ante una señal de la Capitán Dulmei, la pareja de escolta se retiró por donde habían llegado dejando solo al grupo. —¿Desde que nave opera su escuadrón, teniente?
    —Desde la Quitra Queleual al mando de la Capitan Yillx. —respondió la guerrera —Fué destruida en combate durante los primeros intercambios de fuego.
    La enorme oficial asintió y miró atentamente a cada una de las guerreras, dejando para el final a Virya a quien observó durante un tiempo prolongado. —Entiendo. —dijo finalmente. —Sean bienvenidas a mi nave como parte de su escuadrón defensivo.
    Las guerreras se llevaron el puño al pecho izquierdo al unísono a la vez que se ponían en posición de firmes. —Gracias. —Dijo Yuwe inclinando la cabeza. —Será un honor combatir junto a usted.
    Un grupo de Meltran pasó corriendo junto al grupo. Llevaban a una guerrera en andas a quien habían extraído de uno de los últimos Nonas en llegar del campo de batalla. A juzgar por el reguero de sangre que iban dejando a su paso, las heridas del piloto eran lo suficientemente graves para justificar la prisa.
    La Capitán Dulmei observó impasible las manchas de sangre en el suelo, como si estuviese pensando en otra cosa. —Tuvimos muchas bajas en esta batalla— dijo finalmente. —Perdí casi el cuarenta y tres por ciento de mis escuadrones de Queadluun y mis dos escuadrones de elite.
    —Fue una gran batalla— dijo Yuwe con orgullo. —Destruimos por completo a esos insectos (1).
    —A un costo demasiado elevado. —Respondió la oficial. —Veo que solo uno de sus elementos esta herido.— comentó mirando directamente a Virya.
    —Perdimos tres elementos en total y nuestra Cap— se vió interrumpida de pronto ante una seña de Dulmei. Una oficial Meltran se acercaba desde el otro extremo del hangar y llevaba mucha prisa al juzgar por su acelerado andar. Se detuvo a un lado de la Capitana, ignorando por completo al escuadrón de Yuwe. —El transporte está listo, Capitan —dijo.
    Dulmei asintió y se dirigió a las guerreras. —Debo reunirme con urgencia en la nave del Comandante Kreegan, será mejor que posterguemos esta reunión para más tarde. —habló mientras se daba vuelta en dirección a la recién llegada —Lleven a la herida a la cubierta de recuperación de inmediato, no sabemos cuando pueda volver a atacar el enemigo.
    El escuadrón saludó mientras ambas oficiales se alejaban en dirección a una pequeña nave de transporte. Minutos más tarde salían del hangar en dirección a la enorme nave del Comandante Kreegan, que se encontraba estacionaria a unos pocos kilómetros de distancia.

    El grupo permaneció en silencio mientras la actividad alrededor decaia a medida que el hangar era despejado del material dañado y nuevas armaduras ocupaban los lugares vacíos. Pronto comenzarian a llegar nuevas reclutas para reemplazar a las pérdidas en la batalla.
    La maquinaria de guerra Zentradi era extremadamente eficiente en ese sentido.
    Virya comprendía muy bien lo que estaba pasando. Con su Capitán aún viva en alguna parte, la Teniente Yuwe estaba en una posición realmente complicada. Podía asumir el mando temporalmente, pero nunca tendría la autoridad absoluta del escuadrón. ¿Dejarian a la Capitana morir o intentarian un rescate?
    Como respondiendo a sus pensamientos, Yuwe pareció tomar una decisión en ese momento. —Primero lo primero— Dijo. —Lleven a Virya a la cubierta de tratamiento. Cuatro y Cinco, ustedes están a cargo— añadió señalando a dos de las guerreras.
    Ambas pilotos asintieron y tomaron a Virya de los hombros. Pronto las tres Meltran se encontraron saliendo del hangar en dirección a las cubiertas superiores.

    La flota Zentradi está compuesta por una enorme variedad de naves, desde los pequeños interceptores y naves de reconocimiento hasta la gigantesca nave de Kreegan. No obstante todas ellas son réplicas exactas del mismo modelo, hasta el mínimo detalle.
    Por ello no les resultó difícil a Virya y sus compañeras encontrar la cubierta donde se realizaban los procedimientos de curación; al conocer el interior de una Quitra Queleual se conocía el interior de cualquiera de las cientos de miles de naves similares en toda la flota.
    Si la actividad del hangar se había reducido al mínimo, en la cubierta médica era lo completamente opuesto. Cientos de guerreras se encontraban por todas partes a la espera de poder ser ingresadas en las cámaras de recuperación. El espectáculo era impactante, incluso para guerreros preparados para el combate desde su creación como lo eran los Zentradis, la vista de centenares de heridos, algunos con uno o varios miembros arrancados de cuajo y la abundante sangre que manchaba pisos y paredes eran algo que no se podía ignorar, pero más perturbadora aún era la pila de cadáveres que iba creciendo en una de las paredes del fondo de la cubierta.
    —Es aún peor de lo que pensaba.— exclamó una de las Meltran que sostenía a Virya.
    Una guerrera que estaba justo delante de ellas colapso de pronto y cayó con gran estrépito al suelo. Dos soldados se acercaron rápidamente y comprobaron los signos vitales de la Meltran.
    —Muerta— dijo simplemente mientras levantaba el cadáver con la ayuda de su compañera y lo arrastraban hasta la pila más cercana.

    Esperaron casi media hora hasta que otro soldado se acercó a ellas y preguntó por la herida de Virya. Cuando le explicaron de que se trataba, la Meltran miró el tobillo y movió la cabeza en forma negativa. —Estamos dando prioridad a las heridas sangrantes o miembros amputados— dijo. —Ponganla en una cápsula de sueño y que venga más tarde cuando se desocupen las demás cámaras.
    Las compañeras de Virya asintieron y salieron de la cubierta en dirección a las barracas donde las tropas descansaban.
    —Supongo que es lo único que podemos hacer— dijo la otra guerrera.
    —Gracias— respondió Virya sintiendo que las fuerzas la abandonaban— Espero que puedan rescatar a la Capitán Vaal pronto. —se expresó casi con un hilo de voz.
    —Yuwe hará todo lo posible, no te preocupes y descansa.— respondió la otra Meltran.
    Llegaron a una de las cubiertas destinadas a las barracas de la tropa y buscaron la primera cápsula de sueño abierta que funcionase. Inmediatamente colocaron a la casi inconsciente joven en su interior y cerraron la escotilla con un golpe seco.

    En cuanto la oscuridad la rodeó, Virya suspiró aliviada. Había forzado su cuerpo al máximo y el dolor la abrazaba como lo hacía el familiar recubrimiento acolchado de la cápsula de sueño. Pronto una pequeña niebla inundó el pequeño espacio de la cámara y Virya entró en la inconsciencia del sueño inducido.

    Lo siguiente que supo es que no estaba más dentro de la cápsula de sueño, o en las barracas, o incluso de la fragata Quitra Queleual.
    Se encontraba flotando en el espacio, en el centro mismo de la flota Zentradi, rodeada de millones de naves en todas direcciones.
    Virya no sintió temor alguno, simplemente aceptó su nueva situación como inevitable. Miró su cuerpo y notó que estaba sin su traje de vuelo, completamente desnuda.
    Extendió sus brazos a los lados, para flotar de forma más estable y vió con asombro que sus extremidades no se movían.
    La flota Zentradi se movia.
    Como si de sus brazos se tratase, todo el flanco izquierdo y derecho de la flota se elevó como respondiendo al movimiento de los brazos de Virya, adoptando la forma de dos enormes… ¿Que? No conocía la palabra que describia la forma que adoptaban las incontables naves de combate.
    Movió sus pies y toda la armada Zentradi se movió con ella. Eran parte de su cuerpo, como si cada nave estuviese conectada por un hilo invisible a su voluntad.
    Extendió el brazo en dirección a una estrella particularmente brillante y trató de asirla, acercando su mano en un intento de alcanzar su brillo.
    Toda la flota entró en un salto FOLD y en cuestión de segundos tuvo la estrella al alcance de su mano. Virya cerró su puño alrededor del astro y toda la flota disparó sus armas de energía simultáneamente, transformado la oscuridad del espacio en un resplandor enceguecedor.

    —¡Despierta Virya!
    La joven Meltran abrió los ojos y se encontró mirando el rostro de Yuwe. Parpadeó varias veces hasta que pudo tolerar el brillo de las luces del techo.
    —Creía que estaba flotando en el espacio. —Balbuceó casi entre susurros.
    —¿Eh? —Preguntó desconcertada la guerrera, tomando a Virya de la mano mientras tiraba con fuerza para sacarla de la cápsula —¿De que estas hablando? ¿Te golpeaste la cabeza?
    El violento despertar la dejó momentáneamente desorientada, todavía con los recuerdos de una experiencia que no sabía cómo había llegado a su cabeza.
    —¿Nos atacan? —preguntó mientras intentaba bajar de la plataforma.
    —Nada de eso. —Contesto la ahora líder del escuadrón de defensa mientras pasaba un brazo alrededor del cuerpo de la desorientada Meltran. —La Capitán Dulmei ha vuelto de ver a Kreegan y nos han convocado a una reunión urgente.
    Virya estaba aún demasiado aturdida para contestar algo, pero notó con alivio que su tobillo soportaba bastante bien el peso de su cuerpo y, a pesar del relámpago de dolor que subió repentinamente por su pierna, parecía que podía caminar por su cuenta.
    —Creo que puedo caminar por mi misma— dijo con dificultad mientras apartaba el brazo de Yuwe. —Mi pierna esta bastante mejor.
    Su compañera se colocó a un lado y observó con atención como Virya daba unos inseguros pasos hacia la puerta de la barraca. A pesar del dolor la pierna respondía bien y pronto se encontró caminando (aunque con una ligera cojera) al lado de Yuwe por los pasillos de la nave que sería su nuevo hogar y base de operaciones.

    Llegaron a una cubierta desde donde partían varias rampas de acceso y un elevador que comunicaba con el puente de mando. Entraron al mismo e inmediatamente fueron transportadas varios pisos hasta que llegaron al mismo centro de comando de la fragata Quitra Queleual.
    El resto del escuadrón ya estaba reunido allí, así como la Capitán Dulmei y dos de sus oficiales. Había una cierta tensión en el ambiente, como si el puente de mando estuviese envuelto en algo que presagiaba peligro.
    —Excelente, ya estamos todos— dijo Dulmei mientras caminaba hasta el centro del puente y señalaba las pantallas que los rodeaban. —Comencemos.
    Las pantallas mostraron imágenes de una nave que todas las presentes conocían ya demasiado bien, el crucero principal de batalla clase Nupetiet-Vergnitzs de Kreegan, la nave que habían estado defendiendo con sus vidas hacia solo unas cuantas horas atrás.
    —Teniente Primero, informe los detalles.— Ordenó Dulmei mientras señalaba las pantallas.
    Una de las oficiales dió un paso al frente —Durante la última ofensiva del enemigo y en un intento desesperado por destruir una de nuestras naves insignias, uno de sus misiles anti nave de mayor poder destructivo impactó contra la banda de estribor de la nave del Comandante Kreegan, exactamente por sobre la sección de descarga del sistema de dispersión del reactor principal. —La pantalla central cambió para mostrar una imagen del enorme misil incrustado al costado de la nave. —De alguna forma que no podemos entender, dicho misil no estalló al hacer impacto justo antes que Kreegan hiciera un FOLD de evasión y, en estos momentos, toda la nave se encuentra declarada en emergencia y bajo orden de evacuación.
    Yuwe asintió con la cabeza pero guardó silencio.
    —Bien, eso resume la situación— comentó la Capitán despidiendo con una señal de la mano a la oficial que había hablado. —A causa de este problema fui llamada a una reunión en la nave de Kreegan para evaluar las alternativas posibles, que a decir verdad, son muy pocas. Las pérdidas sufridas por nuestra flota tras el combate han sido más que importantes, por lo que preservar esa nave es de importancia vital para nuestra campaña en pos de exterminar al Ejército de Supervisión de todo rincón de la Galaxia.
    Todos se mantuvieron en silencio a la espera de la otra alternativa posible.
    —Abandonar la nave y detonar el misil sería la solución más sencilla y la que el propio Dortrad-Jen ha evaluado y aprobado. No obstante el Comandante Kreegan y su Consejero Exedore desean investigar soluciones alternativas a ello. ¿Preguntas?
    —¿Porque no ha estallado el misil? —Pregunto la segunda oficial al mando.
    —Eso podría responderlo la jefa del escuadrón de defensa que se encontraba presente durante el ataque.—afirmó Dulmei mirando a Yuwe a los ojos.
    La aludida dió un paso al frente a la vez que se llevaba el puño al pecho izquierdo. —Fue nuestra Capitán quien se interpuso entre el misil y la nave a último momento, segundos antes de realizar el FOLD
    —¿Cómo…? —Preguntó una de las oficiales pero se interrumpió ante un gesto de Dulmei. —Continúa— dijo.
    —Yo misma vi como La Capitán Vaal se arrojó fuera de la burbuja FOLD para detonar el misil con su propia armadura. Justo en el instante de producirse la colisión la burbuja se expandió y entramos al FOLD, no volví a ver a nuestra Capitan desde entonces.

    Se produjo un silencio profundo en el puente de mando. Virya no sabía nada de eso y miró sorprendida a Yuwe. Las dos oficiales intercambiaron a su vez las miradas, sin poder creer lo que escuchaban.
    —Hable de esto con el Consejero Exedore y su respuesta tampoco sirvió de mucho— Aseguró la Capitán Dulmei mientras se cruzaba de brazos. —Dijo que la estructura del misil bien pudo haber sufrido cambios moleculares al penetrar la burbuja WARP en formación, conservando energía exterior al momento del FOLD y volverse momentáneamente inestable en el espacio dimensional cerrado que ya había sido consolidado por la nave de Kreegan y quienes se encontraban alrededor.
    —¿Eso significa que no estallará? —preguntó una de las integrantes del escuadrón.
    —Eso significa que nos estamos quedando sin tiempo— contestó Dulmei con seriedad— Exedore cree que en cuanto el misil pierda toda la energía conservada antes del FOLD y toda su integridad presente se sincronice con el salto dimensional, estallará como si nada hubiese pasado.
    —Entonces la Capitana Vaal… —Virya habló casi sin darse cuenta.
    —Esta viva y es posible que sea la clave para salvar la nave de Kreegan. —Afirmó Dulmei. —Pero debemos apresurarnos y evaluar su estado. Si en efecto su armadura sigue activa, es posible que pueda sernos útil.
    —¿Como? —preguntó Yuwe ¿Como podemos hacerlo? ¿Cómo haremos para llegar hasta Vaal con esa cosa ahí incrustada?
    —Exedore tiene un plan para ello. —Respondió la Capitán con una sonrisa enigmática en los labios. —Y no creo que les guste saber cual es.


    (1)La palabra “insecto” no existe en el vocabulario Zentradi, posiblemente sea un resabio del lenguaje de la protocultura ya que los insectos “normales” serían prácticamente invisibles para los gigantes Zentradis.
     
  6.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

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    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
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    —Puente de mando…. ah Matt eres tu ¿En que puedo ayudarte?
    Matt vaciló unos instantes mientras sostenía el Pad con ambas manos. Esperaba escuchar la voz de Tass y no la de Rebecca. —Buenos días— dijo finalmente resignandose. —¿Esta Amanda...?
    La mujer del otro lado de la comunicación pareció suspirar profundamente. —La acabas de perder por menos de un minuto— contestó. —Me dijo que volvía en quince. ¿Quieres que le deje algún mensaje?
    El muchacho no contestó enseguida y se limitó a caminar en silencio por el pasillo que conectaba dos de las cubiertas habitacionales de la Colonia. Había muy poca actividad a tan temprana hora de la mañana y al ser un día de asueto, la mayoría aprovechaba para dormir una o dos horas más antes de subir a la plaza.
    —¿Matt? ¿Estas ahi? —preguntó la mujer con voz algo preocupada.
    —Quería ir a visitar a Will al calabozo— respondió el joven volviendo en si. —Amanda dijo que hoy podría darme el permiso.
    Rebecca suspiró aún más profundamente que antes —Ese muchacho— exclamó resignada. —Lleva acumulados más días de confinamiento que yo de vacaciones este año…
    El joven se detuvo sobre una pequeña pasarela y apoyó los brazos sobre la barandilla. Desde ese lugar podía ver los ventanales y el pálido amanecer que comenzaba a colorear lentamente las pantallas de alta definición.
    —Matt… no hace falta que esperes a Amanda— dijo la voz a través de los parlantes del aparato tratando de parecer reconfortante. —Puedo darte el acceso desde aquí yo misma.
    —Gracias Rebecca —contestó el joven.
    —No es nada chico, solo prometeme que vas a hacer lo posible para meterle un poco de sensatez a ese cabeza hueca ¿Quieres?
    Matt sonrió, era la primera vez que lo hacía en varios días. Apagó su pad y mientras guardaba el aparato en uno de los bolsillos de su chaqueta escuchó el tono indicador de actualización de seguridad. Ahora podría entrar a La Torre sin problemas y bajar hasta el calabozo.

    Pero no era el momento para ir, no todavía. Se había levantado bien temprano, pero no por voluntad propia. La verdad es que había pasado una noche bastante mala. Una sensación de ahogo lo había estado inquietando desde que se acostara y mantenido en vela casi hasta las tres de la mañana, solo entonces logró caer en un sueño intranquilo, despertando a menudo bajo una acuciante sensación de estar siendo observado.
    Cuando finalmente su cuerpo se rindió al cansancio, el sueño llegó como un viento huracanado.
    Matt no recordaba con claridad lo que había soñado, se despertó sobresaltado, sudando copiosamente y con el corazón latiendo apresuradamente. Se llevó la mano al pecho temiendo sufrir un ataque de alguna clase, pero al reconocer su habitación y los objetos cotidianos que lo rodeaban, se tranquilizó inmediatamente.
    Entonces recordó, sus manos estaban cubiertas de sangre. —¡Luz! —casi gritó arrojando las cobijas que lo cubrían. Las luces sobre la cama se encendieron de inmediato ante la orden del joven.
    Matt quedó arrodillado sobre su cama, temblando violentamente mientras examinaba sus manos a la luz blanquecina que bajaba desde el techo.
    No había sangre en ellas, pero estaba seguro que no habia sido asi. Esa sensación, la sensación de matar a alguien… seguía allí, rodeandolo como un aura de suciedad imposible de eliminar.
    Con un violento movimiento se arrojó hacia delante y enterró la cara en su almohada, gritando con todas sus fuerzas, como nunca lo había hecho antes.
    Sólo al cabo de unos minutos se calmó lo suficiente para levantar el rostro y restregarse los ojos. Los últimos restos de la pesadilla fueron eliminados por los chorros de agua fría de una rápida ducha.
    —¿Que mierda me esta pasando? —preguntó a la silenciosa imagen que se reflejaba en el espejo. —¿Porqué a mi? —insistió.
    Pero el espejo solo le devolvía su propio reflejo, el de un joven con los ojos irritados, de tez muy blanca y con el pelo rojo alborotado.

    Salió del cuarto de baño y caminó desnudo alrededor de la habitación. Mientras más pensaba en la situación, más confundido estaba. La Rio Grande había llegado la tarde anterior y no dudaba que Gray había cumplido su promesa. ¿Pero qué pasaría si Will era extraditado de la Colonia? Jamas podria llevar a cabo su plan si lo postergaba más tiempo, Amanda realizaría un inventario del astillero número cuatro eventualmente y descubriria la armadura. No podían ocultarla por siempre.
    —Mierda, mierda, mierda —repitió como si de un mantra se tratase. —Mierda! —Grito tomándose de los cabellos mientras se sentaba violentamente en el suelo.

    Permaneció allí sentado, tomándose la cabeza varios minutos hasta que finalmente bajó las manos y se dejó caer sobre el piso alfombrado, mirando de forma distraída el techo de la habitación.
    Sin saber como, se encontró pensando en Cinthya.

    Un vehículo de transporte de carga pasó por debajo de la pasarela, iba lleno de cajas y paquetes varios, el sonido trajo de vuelta a la realidad al joven, quien reconoció al conductor del vehículo como el copiloto de la Río Grande.
    Matt se incorporó lentamente y caminó hasta el final de la cubierta, donde las escaleras llevaban a los pisos superiores e inferiores.
    «Todavía no me he disculpado con ella» —pensaba mientras bajaba los primeros escalones cuando sintió que alguien lo chocaba por detrás
    —Oh lo siento Matt, no te habia visto
    —¿Tass..? ¿Que…?
    La joven pasó al lado de Matt y le revolvió los cabellos con una de las manos —Lo siento, te veo mas tarde ¿No es un día maravilloso hoy?
    El joven se detuvo atónito sin saber que contestar, de todas formas Tass ya había bajado el tramo de escaleras y dobló el recodo antes de que Matt pudiera articular una sola palabra.
    ¿Había bajado Tass los veinte pisos desde la oficina de Amanda por la escalera? Suspiró profundamente y siguió descendiendo los escalones al mismo lento ritmo de antes. Pronto llegó a la cubierta que buscaba y caminó decidido hacia la cafetería. Necesitaba desayunar algo antes de empezar el dia.
    El local no estaba vacío a pesar de la hora. Muchos Colonos preferían desayunar en la cafetería a hacerlo en sus casas y el delicioso olor a café que escapa de las puertas confirmaba que era una elección bien fundada.
    Vio a varios conocido en las mesas cercanas al ventanal que daba a la cubierta y los saludó con un pequeño movimiento de la mano. Casi al fondo de todo, cerca de los cubículos que ofrecian algo más de privacidad localizó la rubia cabellera de Tass, se había sentado junto a alguien mas, pero no distinguía quién era su compañía. ¿Sería el piloto del otro día? ¿Era cierto el rumor que le había contado Manuel…?
    —Eh Matt, buenos días! —exclamó una voz familiar
    El hombre tras la barra levantó la mano en gesto de saludo. Era una persona delgada de cabellos oscuros y cortos, bien peinados hacia atrás, lo que parecía darle una apariencia de estar peinados con fijador. Una gorra y un delantal oscuros completaban su atuendo. El barman no parecía tener más de cuarenta y tantos años.
    —Buen dia Brad —respondió el joven caminando hacia la barra. El mostrador estaba vacío y se sentó en una de las banquetas frente al hombre de bigotes negros. —¿Todo bien?
    —Todo lo bien que se puede estar en estos tiempos. ¿Escuchaste lo de la emergencia de ayer?
    —¿Emergencia? —preguntó intrigado Matt —No me enteré de nada ¿Qué pasó?
    El hombre dejó de limpiar la taza con el paño enganchado en su delantal y miró con atención al joven —No desayunaste todavía ¿No?
    Sin esperar respuesta, Brad se dirigió al molinillo de café y colocó una pequeña cantidad de granos en la tolva, luego de una molida rápida, extrajo el polvo resultante en un recipiente que previamente había extraído de la enorme máquina de café que ocupaba gran parte de la barra.
    Matt no era el único de la Colonia que admiraba el trabajo y la dedicación de Brad. Era sabido que casi todos consideraban al hombre un verdadero Barista del café, a pesar de que el jamás usó ese título para si mismo.
    La forma en que se movía entre las tazas, la presión que ejercía para acomodar el polvo de café en los instrumentos y la delicadeza con la que encastraba todas las piezas de la máquina, eran parte de una armonía que Matt percibía en el trabajo del hombre. Ningún sonido producido por los instrumentos estaba en disonancia con los demás, era una verdadera sinfonía donde la percusión de las tazas y el sonido del vapor creaban una composición armónica en el pequeño espacio donde se movía el profesional.
    —Me conformo con un Cappuccino Brad —dijo Matt casi hipnotizado por los movimientos del hombre.
    —¿Cappuccino? Ni hablar! Tenes cara de necesitar algo más fuerte que eso.
    El joven no respondió, pero al ver su imagen reflejada en el espejo que decoraba las estanterias llenas de botellas detrás de Brad, comprendió el porqué del comentario.
    —¿Mala noche? —Preguntó mientras colocaba una taza vacía sobre la rejilla de la máquina.
    —Ni me lo recuerdes.
    Brad presionó un botón y un fino chorro de líquido oscuro comenzó a caer hacia la blanca taza de porcelana.
    —Dicen que ayer por la tarde, casi noche, activaron el protocolo de emergencia desde La Torre— Brad se reclinó sobre la barra mirando a Matt. —Algo grave pasó en el Campo durante las operaciones de ayer.
    Matt tragó saliva y miró hacia la pantalla que estaba ubicada en una de las columnas del salón, donde en esos momentos se proyectaba un paisaje con bosques y un lago. —¿No hicieron ningún comunicado oficial…? —preguntó.
    —Nada de nada y es de lo único que hablan los Colonos hoy por la mañana.
    El joven se removió en la silla y miró el vapor que salía de la máquina. —Creo… creo que si hubiese pasado algo realmente grave ya nos habríamos enterado— dijo.
    —Las malas noticias corren rápido ¿No? —Afirmó Brad mientras se incorporaba y volvía a la máquina a retirar la taza. —En otras circunstancias estaría de acuerdo contigo Matt, pero al estar involucrada la NUNS en esto… no estoy tan seguro.
    —¿Crees que algo le pasó al equipo de inspección…?
    Brad no contestó y puso la taza de café frente a Matt, junto con unos sobres de azúcar y una cucharilla. —Espresso Largo. —dijo en cambio mientras secaba sus manos con el paño blanco.
    Matt aspiró el aroma que subía desde la taza en pequeñas nubes y se sintió inmediatamente mucho mejor. Brad era un verdadero maestro del arte del café.
    —Voy a buscarte un croissant (1) —agregó el barman mientras volvía a colocar el paño en su cinturón.
    —¿Crees que Cinthya este bien? —preguntó Matt levantando la vista de la taza, la cual todavia no habia tocado.
    Brad se había alejado unos metros mientras retiraba un par de croissant de una bandeja cubierta por una campana de cristal. —¿Cinthya? ¿Te refieres a la inspectora Ambiental, no?
    Matt asintió con la cabeza y levantó la taza de café, dando un pequeño sorbo. El amargor del caliente líquido le recordó que había olvidado de poner azúcar en la bebida.
    —¿La conoces en persona? —preguntó Brad mientras colocaba delante del joven un platito con las dos confituras.
    —La conoci el otro dia en la escuela— dijo Matt mientras vaciaba el pequeño sobre dentro de la taza. —Es una persona muy agradable.
    Revolvió lentamente el oscuro líquido con la cucharilla mientras admiraba dibujo que la espuma hacia en los bordes de la taza.
    El barman se cruzó de brazos y miró atentamente al joven. —Es raro verte interesado en una chica— dijo.
    Matt se sonrojó y bajó la cabeza aún más, casi como queriendo meterse dentro de la taza. —Ah! Bingo! —Exclamó Brad inclinándose hacia el joven. —¿Así que te gustan las mujeres más grandes que vos?
    Como el rostro de Matt corría peligro de ponerse más rojo que el color de sus cabellos Brad desistió de seguir incomodando a su amigo, así que le dió una fuerte palmada en el hombro y se dirigió a la otra punta de la barra, donde un parroquiano se había sentado hace unos momentos.
    —Buen dia Dan. ¿Lo de siempre?
    El hombre asintió con la cabeza y señaló al joven pelirrojo mientras preguntaba en voz baja —¿Le pasa algo a Matt?
    Brad suspiró y movió la cabeza con resignación. —Envidio a ese chico… tan joven y persiguiendo un romance imposible cuando tiene a una chica hermosa bajo sus narices.
    Ahora fue el turno de suspirar del operario. —Toda la maldita Colonia sabe que Mina esta enamorada de él…. ¿Como es que todavía no se dió cuenta…?
    Ambos hombres miraron a Matt y suspiraron resignados simultáneamente.

    Veinte minutos más tarde, Matt salia de la cafetería y caminaba en dirección al elevador principal. El café lo había despejado por completo y hasta parecía haber aumentado su resolución.
    Se detuvo frente a la puerta del ascensor y presionó el botón para bajar, unos segundos más tarde la puerta se abría y el joven ingresaba al mismo mientras sacaba el Pad del bolsillo de la chaqueta. Marcó el piso que ocupaba el sector de seguridad de la Colonia y un aviso sonoro le indicó que debía acreditar la autorización necesaria. Matt acercó su Pad al panel de seguridad e inmediatamente su acceso quedó aprobado.

    El elevador se detuvo un minuto más tarde en uno de los niveles más bajos de la Rainbow. A Matt siempre le resultaba bastante cómico todo el estereotipo con el que se manejaba la Colonia… La Torre con la Reina Amanda en la cima y los calabozos en los subterráneos bajo tierra.
    Las puertas se abrieron en silencio y Matt penetró en el sector de seguridad. No había nadie a la vista, por lo que caminó por el hall de entrada y se acercó a la ventanilla para llamar la atención del guardia de turno. Al no recibir respuesta ni ver a nadie, simplemente entró por la puerta lateral y accedió al pasillo donde estaban las celdas.
    Todas estaban desocupadas y con las puertas abiertas salvo una, lógicamente. Matt conocía el lugar por haber visitado a su amigo muchas veces y además a Will siempre lo metian en la misma celda.
    —Eh Will ¿Estás ahí? —preguntó más por cortesía que por otra cosa.
    —Matt! Pasá, pasá, esta abierto— contestó la voz de su amigo desde el interior de la celda.
    En realidad no es que la puerta de la celda estuviese abierta, se requería poner la mano y que el sistema reconociera la identidad del visitante, pero dado que era el nivel de seguridad más bajo, cualquier habitante de la Colonia (Salvo Will) podían abrir esa puerta.
    El joven apoyó la palma de la mano sobre el panel ubicado a un costado de la puerta y la base de datos de la Colonia abrió la puerta frente a él.
    Will estaba acostado sobre la cama mientras leía su Pad, como siempre, la limpieza y orden de la celda sorprendieron a Matt, era verdaderamente el segundo hogar de su amigo. En cuanto dió un paso dentro de la celda, la puerta se cerró tras él y las luces del techo se encendieron automáticamente.
    —Espero que me traigas buenas noticias. —Dijo Will sentándose al borde de la cama mientras extendía la mano abierta hacia Matt
    El joven pelirrojo estrechó la mano de su amigo y respondió con una sonrisa.
    —Llegaron los huevos.
    La cara de Will se iluminó de pronto. —Flor de Omelette vamos a hacer tu y yo en esta Colonia— dijo.


    1) Medialuna
     
  7.  
    Gerli

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    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
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    46



    Virya observó con curiosidad la extraña nave a la que se dirigian. Era una de las tantas naves de soporte que acompañaban la flota en su eterna guerra espacial, una más entre miles y miles de naves similares.
    Y sin embargo algo la diferenciaba del resto; era increíblemente vieja.
    La mayoría de las naves de la flota Zentradi solían soportar cientos de ciclos de uso, eventualmente los daños sufridos en batalla obligaban a reemplazar constantemente el material de guerra y, en todo momento, un caudal de nuevas naves llegaban desde los enormes satélites-fábricas escondidos en varias partes de la galaxia.
    Pero las naves de soporte o aprovisionamiento jamás entraban en combate directo y solían permanecer en el centro mismo de la flota, defendidas por el grueso de la armada Zentradi. Por esta razón solían prestar servicio durante enormes períodos de tiempo y decaian lenta e inevitablemente hasta que eran descartadas o simplemente la flota hacia un FOLD sin ellas.

    Las luces que pendían sobre el hangar lateral se encendieron y segundos más tarde la enorme compuerta se abría lentamente, dando paso a la pequeña nave de transporte y la pareja de armaduras que la escoltaba al interior de la misma.
    —Tal como pensaba —dijo de pronto Dulmei, que se encontraba sentada frente a la joven piloto. —La nave está desierta.
    Virya miró a su compañera con asombro —¿Desierta?
    A través de las ventanas del transporte ambas Meltran observaron el interior del hangar iluminado tenuemente por las luces de posición de la nave. Todo estaba en silencio y varios de los docks de repostaje estaban ocupados por naves dañadas y abandonadas. Nadie se había molestado en quitarlas de enmedio y simplemente yacian en los lugares donde habían dejado de funcionar.
    El transporte se posó lentamente en una de las plataformas despejadas, rompiendo el silencio de la enorme estancia con el estruendoso sonido de la puerta lateral de desembarco al caer sobre la cubierta metálica. Las dos armaduras Meltran que los escoltaban descendieron a unos veinte metros de distancia y permanecieron inmóviles en sus puestos.
    Solo tres Zentradis descendieron de la nave: La Capitán Dulmei, Virya y un soldado Zentran de escolta.
    —No hay nadie en esta nave, se la pilotea en forma remota. —Dijo la oficial mirando de reojo a Virya.
    La joven guerrera asintió y miró a su alrededor. El estado de la nave era de abandono, pero los sistemas de apoyo vital y eléctricos parecían funcionar. Una lluvia de partículas se levantó del suelo en cuanto el grupo comenzó a caminar por un pasillo que serpenteaba entre las diferentes plataformas de atraque. Imposible calcular el número de ciclos que habían pasado desde que otro Zentradi hubiese caminado por ese mismo lugar.
    Caminaron en silencio los últimos metros y penetraron por un pasillo al final del hangar, el cual ascendía a través de varias cubiertas de lo que parecian ser enormes cámaras de acondicionamiento y descanso, alineadas en grandes filas a cada lado del pasillo.
    Al final del mismo encontraron un elevador que por suerte aún funcionaba. Luego de marcar uno de los últimos niveles, ascendieron lentamente hasta lo más alto de la nave.

    Al abrirse las puertas del elevador el grupo se encontró contemplando lo que parecía ser una de las típicas bahías de recuperación y tratamientos de heridos que poseían todas las grandes naves de combate de la armada Zentradi. Una cubierta repleta de filas de vainas recostadas contra las paredes.
    Pero las vainas eran muy diferentes a las que Virya conocía.
    Eran mucho más grandes, como las que usarian los enormes oficiales Zentrans, no los soldados comunes, además al pie de las mismas había una versión pequeña de las mismas, como si de una reproducción en miniatura de las mismas se tratase.
    —Estas cosas… —Comenzó a decir Virya, pero guardó silencio ante un gesto de la mano de Dulmei.
    —Son vainas de micronización— dijo la oficial mirando los complejos aparatos con atención. —Es la primera vez que yo veo una.
    Les llevó un buen rato encontrar una que funcionase. La mayoría de las vainas estaba con los cristales rotos o con la compuerta desencajada del marco. Casi al final de la última hilera distinguieron dos pequeñas luces verdes que delataban un panel de monitoreo aún en funcionamiento. Tuvieron que quitar varias vigas metálicas que habian caído sobre la misma pero por suerte el daño no había sido importante.
    —Es la ultima que queda— dijo Dulmei mientras pasaba la mano por el cristal, apartando el polvo depositado por el paso del tiempo para poder echar una mirada al interior de la vaina. —Espero que funcione.
    El corazón de Virya comenzó a latir con fuerza pero la joven reprimió cualquier gesto que delatara lo que sentía. Mientras observaba el interior de la oscura vaina Dulmei llamó al soldado Zentran y le indicó que preparada la vaina. El soldado asintió llevándose el puño al pecho y comenzó a manipular la terminal de control ubicada a un costado del enorme aparato.
    Una luz rosada iluminó el interior de la vaina y los rostros de los tres Zentradis, mientras una serie de susurros y chasquidos inundaban el ambiente otrora silencioso y desierto que los rodeaba.
    —Todos los indicadores están normales— dijo el soldado mientras los destellos de luz verdes y blancos salpicaban el visor del casco— Cuando la puerta se abra podremos iniciar el procedimiento.
    La oficial Meltran asintió y dandose la vuelta se dirigió con gravedad a la joven piloto. —Lo que estamos por hacer aqui no se ha hecho en centenares de ciclos o, al menos, eso es lo que parece por el estado de estas cosas— agregó haciendo un gesto con la mano hacia la montaña de desechos que los rodeaban. —No hace falta que te advierta sobre el riesgo que corres.
    No, realmente no hacía falta mencionar los riesgos, Virya los tenía a simple vista, especialmente porque dentro de algunas vainas destruidas pudo vislumbrar restos de Zentradis en diferentes grados de momificación.
    Pero tuvo que aceptar, no sólo porque en el fondo sabía que era lo correcto, sino porque era la decisión más acertada para todos.


    —Tu no puedes ir Yuwe— dijo Dulmei categóricamente señalando a la guerrera. —El escuadrón necesita de tu liderazgo y las probabilidades de éxito de esta operación son lo bastante bajas como para arriesgar material de guerra valioso. No puedes ir.
    Yuwe apretó con tanta fuerza los dientes que un pequeño hilo de sangre fue visible entre sus labios. La reunión que había tenido lugar para discutir la estrategia a seguir había llegado al punto culminante. Se necesitaba un voluntario para intentar comunicarse con la Capitana Vaal y establecer si era posible remover el misil o abandonar la nave y detonarlo a distancia.
    —¿Quien de ustedes se ofrece de voluntaria para esta misión? —Volvió a preguntar Dulmei recorriendo con su mirada al grupo de guerreras.
    Para su satisfacción, todas las Meltran dieron un paso al frente, incluida Virya.
    —Por supuesto que todas se ofrecen— dijo exhibiendo una sonrisa. —Pero tú— agregó volviéndose hacia Virya. —¿Porque te ofreces tú?
    La joven se puso firme en su puesto y llevándose el puño al seno izquierdo exclamó —Soy Virya 712, piloto de Q.Nona miembro del Escuadrón de Defensa Número Treinta...
    —Y la menos experimentada del mismo...— La interrumpió Dulmei moviendo la cabeza. —Yuwe me ha contado de tu desempeño en la batalla y como fuiste elegida por Vaal en persona. Aún así eres la miembro más nueva del escuadrón y un elemento del que pueden prescindir para esta misión.
    Las chicas se miraron entre sí sin articular palabra alguna. Era evidente que habían adoptado a Virya como una de ellas y se sentían incómodas ante semejante desprecio dirigido hacia quien había demostrado tanta habilidad y pericia en la batalla…
    Yuwe apretó los puños con fuerza y dió un paso al frente. —Capitán, Virya es un elemento valioso de nuestro escuadrón y tiene el potencial para convertirse en—.
    —¡Silencio! —Exclamó de pronto la Capitán Dulmei girando violentamente la cabeza en dirección a Yuwe. —Soy yo quien decidirá como administrar mis recursos en esta crisis.
    Recursos. La palabra resonó en la mente de Virya con un sonido seco. Al fin y al cabo eso eran todos, pequeñas piezas en la gigantesca maquinaria de guerra Zentradi.
    —Virya 712— Dulmei se acercó a la joven que había mantenido la posición de firme durante todo ese tiempo. —¿Lo harás?
    —Lo haré— respondió sin dudar la joven. —Por mi honor como Zentradi, lo haré.

    Ahora que estaba frente a la vaina esas mismas palabras resonaban en su mente. Lo haría, claro que si ¿Pero valdría la pena? Y ademas… ¿Que podria hacer ella con el cuerpo de un Microniano?
    El resplandor del interior de la vaina aumentó en intensidad y la puerta se abrió hacia un lado, despidiendo una nube de vapor blanquecino que rápidamente se disipó en la seca atmósfera de la cubierta.
    —El dispositivo esta listo. —Exclamó el soldado mientras retrocedia unos cuantos pasos y miraba a las Meltran con incertidumbre.
    Dulmei ignoró las palabras del Zentran mientras caminaba hacia la vaina y examinaba el interior. —Todo parece estar en orden— dijo. —Adelante, terminemos con esto.
    Virya asintió y caminó unos pasos hasta quedar frente a la vaina. Lentamente giró uno de los controles ubicados en la muñeca izquierda y el traje de piloto pareció aflojarse con un soplido neumático. Con cuidado se quitó el traje, procurando no poner demasiada presión en su pierna izquierda al momento de quitarla de entre los restos blanquecinos de la espuma que había sellado su herida. El agujero se había cerrado con una costra rojiza pero permanecía algo inflamado.
    —Durante el proceso de micronización tu cuerpo será reconstruido, por lo que tu herida quedará sanada al instante— dijo Dulmei mirando el cuerpo desnudo de Virya.
    La joven Meltran se recostó dentro de la vaina con los brazos a los costados, tal y como hacía durante los momentos de sueño en las cámaras para dicho fin.
    —Una vez que finalice el proceso yo misma te llevaré hasta la nave de Kreegan— La voz de Dulmei denotaba nerviosismo, si eso era posible en una oficial de su categoría. —Buena suerte piloto.
    La puerta se cerró con un golpe seco y el cristal se tornó opaco casi de inmediato. Lo último que vió fue a Dulmei haciendo el saludo de guerra Meltran.

    El silencio la envolvió a medida que la luz inundaba el pequeño compartimiento. Al principio trató de mantener los ojos abiertos, pero el resplandor rosado no permitía ver casi nada del exterior, apenas una serie de contornos oscuros que bien podría ser la silueta de Dulmei o simples manchas en el cristal. Finalmente cerró los ojos y esperó pacientemente a que la máquina hiciese su trabajo.
    Pasaron varios minutos de silencio en los cuales la idea de que la máquina no funcionaba correctamente comenzó a impacientar a la joven guerrera. Intento abrir y cerrar la mano para distenderse un poco y notó con perplejidad que su cuerpo no la obedecía. Tampoco podía girar la cabeza ni abrir los ojos. Su cuerpo estaba completamente paralizado y solo el roce de su espalda con el respaldo del interior de la vaina la mantenía en contacto con la realidad.
    Pronto una nueva sensación comenzó a subir desde sus piernas, lentamente, como si de un cambio de temperatura se tratase ¿Se estaba llenando la vaina de alguna clase de líquido? La sensación trepó por sus caderas y pronto llegó a su pecho. Virya trató de tomar una bocanada de aire pero sus pulmones y boca tampoco la obedecían. El líquido, sea lo que fuese, la cubrió por completo y entró por su boca y nariz

    Su cuerpo se sacudió en una serie de arcadas, pero pronto el poco aire que quedaba en sus pulmones fue absorbido por el líquido y, de alguna forma incomprensible, Virya comenzó a respirar con normalidad. Ahora estaba suspendida dentro de la vaina y ninguna parte de su cuerpo hacia contacto con el interior del cilindro. Absolutamente todos sus sentidos se encontraban anulados y lo unico que sentia era el incesante latido de su corazón. Pero eso tampoco duró mucho tiempo.
    Justo en el momento que su corazón dejaba de latir se sintió empujada hacia atrás ¿O era hacia delante? Sin ninguna clase de referencia a la que sujetarse, sintió como que se proyectaba más allá de su cuerpo o de la vaina misma.
    Recordó la sensación, era muy similar a esas imagenes que habia experimentado durante su breve estancia en la cápsula de sueño. La sensación de no poseer cuerpo y, al mismo tiempo, de abarcar una cantidad de espacio gigantesco, como si nada estuviese lejos de su alcance.
    Pero a diferencia de su experiencia anterior, ahora no estaba en medio de la flota Zentradi, estaba en el espacio si, pero lo que la rodeaban no eran estrellas o planetas o naves espaciales. Eran unas extrañas luces de tonos azules que giraban y se movían alrededor de ella en complicadas figuras y órbitas sin sentido. Recordaba haber visto algo similar. Era como se veia el espacio en medio de un salto FOLD.
    Las palabras de Dulmei sonaron dentro de su cabeza «Tu cuerpo será reconstruido» ¿Acaso su cuerpo se había disuelto dentro de esa máquina? ¿Podría volver a el alguna vez? ¿Y si su cuerpo nuevo nunca era creado? ¿Quedaría flotando en ese extraño espacio por siempre?
    No tuvo demasiado tiempo para pensar las respuestas a dichas preguntas porque en ese preciso instante se repitió la misma sensación de empuje que había experimentado antes. Solo que esta vez fue mucho más violenta, como si algo se resistiese a dejar pasar su voluntad.

    La puerta de la pequeña cápsula al pie de la vaina se abrió de golpe y una Meltran micronizada cayó de rodillas en medio de una cascada de líquido rosado y nubes de vapor. Enseguida una serie de arcadas hicieron que vomitase el resto de líquido que aun conservaba en su interior.
    —¿Virya?
    La micrón dejó de toser y permaneció agachada en medio del charco de líquido rosado. Virya. Conocía ese nombre. Era «su» nombre. Ella era Virya 712.
    La joven abrió los ojos mientras se ponia de pie. El mundo que se le reveló a los ojos era completamente diferente del que habia esperado. ¿Estaba realmente en el mismo lugar? ¿En la misma nave? Distinguió unas enormes formas frente a ella, algo que le recordaba a las botas de su traje, pero no eran tan grandes como las que veia delante de sus ojos.
    —Virya 712 ¿Cómo se siente?
    La voz era estruendosa, resonaba enorme y poderosa en el gigantesco recinto. Virya levantó la cabeza y vió con sus ojos de Micrón a la gigantesca Capitán Dulmei, de más de doce metros de altura. A su lado, un perplejo soldado Zentran la miraba atónito a través del cristal de su casco, sin dejar de apuntarle con su rifle de asalto.
    Dulmei colocó su mano sobre el cañón del arma y obligó al soldado a bajarla. —Esta bien— dijo. —Solo esta desorientada.
    Lentamente los recuerdos parecieron fluir dentro de la cabeza de Virya. Se miró las manos y las movió incrédula mientras recordaba la sensación de parálisis que había experimentado. Definitivamente era su cuerpo. Recorrió lentamente con la mirada sus brazos y recordó la herida de su pierna. Al levantar la izquierda descubrió que no había ninguna huella de la herida, ni siquiera una marca. Parecia como si ese cuerpo jamas hubiese sido herido.
    Recorrió lentamente sus caderas, disfrutando la sensación del tacto en su piel. Acarició su estómago y al subir las manos palpó sus pechos. Había algo diferente en ellos.
    —¿Sucede algo Virya? —Preguntó Dulmei mientras se agachaba para ver mejor a la joven Micrón.
    —Mis pechos… —Virya se sorprendió al escuchar su propia voz. —Son más… pequeños.
    La enorme Meltran acercó su rostro a la desconcertada Virya y examinó los pechos detenidamente. —Yo los veo normales— dijo. —Pero el Archivista me advirtió que podían suceder ciertos cambios durante el proceso de Micronización.
    Virya soltó sus pechos y giró sobre si misma, todo parecía estar en orden. Movió las piernas y brazos, se agachó y volvió a levantarse. Era casi como su viejo cuerpo.
    Casi. Algo había cambiado y no eran solo sus pechos.
    Un sonido a su espalda atrajo su atención. Un compartimento se había abierto al lado de la pequeña cámara de micronización. La joven caminó lentamente y descubrió que se trataba de un compartimento donde se guardaban trajes de tamaño Micron. Eran en verdad los mismos trajes que usaban los soldados de infantería pero a la medida de su cuerpo actual. Tambien habia cascos, pero no vió ninguna clase de arma.
    Mientras se vestía recordó la expresión del soldado y el gesto de apuntarla con el arma ¿A que se había debido esa reacción? Como si una Meltran diez veces más pequeña que un Zentran representase alguna clase de peligro.
    Finalmente se colocó el casco y ajustó los cierres herméticos. —¿Pueden escucharme? —Preguntó.
    —Perfectamente— respondió Dulmei. —Con ese tamaño que tienes es imposible escucharte sin algo que amplifique tu voz.
    Virya permaneció en silencio mientras era alzada en el aire por la gigantesca mano de la Meltran y la depositaba en uno de los bolsillos superiores del uniforme de Capitán.
    —Vamos, es hora— dijo mientras se ponían en camino.
     
  8.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

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    Pluma de
    Escritor
    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
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    47



    Mina cerró la puerta de su departamento y comprobó la hora en su Pad. Llegaria algo temprano a su encuentro, pero como no tenía nada que hacer en toda la mañana, mejor terminar con sus obligaciones lo más pronto posible.
    Con delicadeza deslizó sus dedos por el panel ubicado a un lado de la puerta e introdujo el código de seguridad deseado, de modo que el panel avisaría a cualquiera que fuese a visitarla que no se encontraba en casa.
    Había elegido una vestimenta simple y cómoda para encarar el día feriado y todo lo que ella y sus amigos harían por la tarde. Una blusa ligera de mangas cortas color beige y una falda no demasiado larga color oscuro. Incluso con lo paranoica que era Amanda con los reglamentos y disposiciones de limpieza en el Hangar Principal, Mina no iria nunca allí con algo que se ensuciase fácilmente.
    Dando la espalda a la puerta, colocó su bolso al hombro y caminó lentamente por el pasillo de la cubierta habitacional donde residía. Unas puertas más adelante pasó frente al camarote de Akemi, pero conociendo a su amiga, era seguro que en ese momento estuviese durmiendo con medio cuerpo fuera de la cama.

    La tarde anterior habían estado juntas hasta bien entrada la noche. Akemi era una verdadera amiga y alguien en quien Mina podía confiar absolutamente todo. Ojalá su madre pudiese ser así también. Sacó su pad del bolso y envió un mensaje a su amiga, usando la opción de entrega silenciosa para no despertarla. Probablemente Akemi no se levantaría hasta las diez, así que cuando leyera el mensaje Mina ya habría terminado con su obligación de esa mañana.
    O al menos esperaba hacerlo.
    Respetaba muchísimo al Doctor Evans por como ayudaba a la Colonia más allá de sus simples deberes de médico. Era una de las voces más respetadas de la Rainbow y su opinión tenía casi el mismo peso que la de Amanda… aunque su falta de carácter a veces hacía que sus opiniones perdiesen un poco de peso ante el poder de mando que ejercía la Capitán.
    En el fondo ella misma había elegido su vocación tratando de emular los logros de esa persona que tanto admiraba, por eso había sido un poco decepcionante descubrir que a medida que su opinión sobre la situación de la Galaxia y el papel de las diferentes razas que la poblaban se formaba lentamente, también aumentaban los puntos en los que disentían con ciertas ideas de Evans.

    Según entendía ella, estas diferencias eran más que nadas generacionales. La carrera de Evans como médico y científico en la NUNS se había desarrollado en medio de los ecos todavía resonantes tras el fin de la Primera Guerra Espacial. Era comprensible su posición ante ciertas cuestiones que él mismo vivió en carne propia y las que Mina solo había presenciado mediante videos y artículos en la Enciclopedia Galáctica.

    La joven llegó hasta el ascensor y presionó el botón de llamada. Era muy probable que las diferencias entre su opinión y la de Evans nunca se reconciliarian del todo, pero no por ello podía negarse ante el pedido de ayuda de quien fuera su mentor durante tantos años. Muy probablemente se desarrollase una sana rivalidad entre ellos en el futuro, o al menos era algo que ella consideraba como la opción menos conflictiva. Al fin y al cabo ella también pensaba seguir una carrera centrada en la investigación.
    Mina entró al elevador y marcó una de las últimas plantas, resignada a que, casi con seguridad, volvería a tener un cruce de opiniones con Evans de la que ambos no sacarian absolutamente ningún beneficio mutuo.
    Utilizó el espejo del elevador para darle un último vistazo a su aspecto. Mina no era de usar maquillaje, aunque Akemi siempre le había asegurado que su rostro se veria muchisimo mejor con un mínimo de trabajo. La joven suspiró y se acomodó un poco el cabello sobre la frente.

    Unos segundos más tarde la puerta se abría y Mina salió a la cubierta donde se encontraba la cafetería. Tal como esperaba, había muy poca gente a esa hora de la mañana.
    Se dirigió al local olisqueando el aroma a café en el aire. Había sido una buena idea no desayunar antes de salir.
    Las puertas de cristal se abrieron ante ella y penetró en la cafetería. Algunos parroquianos sentados en las mesas cerca de las puertas la saludaron amigablemente, Mina respondió el saludo y echó una mirada alrededor del establecimiento.
    No había más de una docena de personas desayunando. La barra solo estaba ocupada por un obrero bebiendo algo y charlando con Brad.
    Mina saludo con la mano y tanto el barman como el obrero respondieron al mismo al unísono, aunque la joven creyó verlos suspirar profundamente ¿Que le pasaba a esos dos?

    Buscó una mesa cerca a de la puerta y se sentó mirando hacia la salida, esperando la llegada de Evans.

    —Hola Mina, buenos días! —saludó con entusiasmo una voz juvenil.
    —Buenos dias Mía— contestó la joven volviendo la cabeza —¿Como estas?
    La joven apoyó la bandeja de acero en el delantal y se inclinó hacia Mina —¿Escuchaste los rumores?
    —Ru… ¿Rumores? —Preguntó confundida— No, no escuché nada.
    Los ojos de la joven parecieron brillar de entusiasmo. Inmediatamente corrió una de las sillas frente a Mina y se sentó entusiasmada. —¿En serio no sabes? ¡Anoche pasó algo en El Campo!
    Los ojos de Mina se abrieron como platos —¿En El Campo?
    La joven asintió con la cabeza mientras cerraba los ojos. —Parece ser que anoche hubo un accidente o una emergencia cuando el equipo de Ralph volvía del Campo, desde La Torre activaron el protocolo de emergencia para la zona del hangar.

    Una sombra de preocupación se marcó en el rostro de Mina y no pasó desapercibida por la joven mesera. —No te preocupes Mina, Brad dice que no debió haber sido nada demasiado grave porque vieron pasar el transporte ambulancia vacío de vuelta a la Clínica. Al menos parece que no hubo heridos.
    Mina suspiró aliviada mientras se llevaba una mano al pecho. —Es un alivio saberlo— dijo. —¿Crees que la Inspectora Ambiental y su piloto estuvieron involucrados?
    La joven se cruzó de brazos y negó con la cabeza. —Tendríamos enormes problemas si hubiese pasado así, ademas esta lo del incidente pasado. ¿Escuchaste lo que hizo Will el otro dia…?
    Mina asintió resignada. —En una buena se metió ese tonto ahora.
    Las dos jóvenes suspiraron al unísono. —Como sea— explicó la joven mesera— Todos estos sucesos ocurriendo en la Rainbow en tan poco tiempo no deben de parecerle nada gracioso a Amanda ¿No crees?
    Mina se había puesto rígida y se mantuvo en silencio mientras miraba fijamente a su amiga.
    —Hey Mina! Al menos decime que opina tu madre sob— La voz se le quebró como si la mano que en ese momento se apoyaba en su hombro hubiese lanzado una descarga de hielo por todo su cuerpo.
    —Mía… ¿Acaso te pago para que charles con los clientes…?
    La mesera se dió vuelta lentamente y el color de su rostro desapareció por completo de su rostro al ver la mirada de hielo de Brad, que la contemplaba impasible de pie a un lado de la mesa.
    Con un chillido ahogado Mía se levantó como un relámpago de la silla y se inclinó exageradamente frente al barman. —Le ruego me perdone Jefe! Enseguida tomo la orden a la cliente!
    —Eso está mejor— exclamó el hombre manteniendo la vista fija en la aterrorizada joven. Acto seguido dió media vuelta y se dirigió a la barra mientras se frotaba las manos con el trapo que llevaba enganchado en el cinturón.
    —Estuvo cerca— exclamó Mina con una sonrisa mientras miraba con piedad a Mía, quien seguía inclinada en la misma posición mientras su jefe se alejaba. —Ya se fué Mía.
    La Mesera se incorporó de golpe mientras respiraba profundamente. —Caray!— dijo. —Otra vez me toca limpiar el piso parece.
    Ambas jóvenes se rieron con nerviosismo mientras desviaban sus miradas de la barra.
    —¿Chocolate, Mina?
    —Por favor. —contestó la joven. —Creo que tengo para veinte minutos o más de espera.
    Mía anotó la orden en su Pad y volvió a guardarlo dentro del bolsillo delantero de su delantal. —¿Esperas a alguien?
    —Voy a ayudar al Doctor Evans con las provisiones de la Rio.
    La joven asintió con la cabeza y se colocó la fuente bajo el hombro. —Enseguida traigo tu orden— dijo y luego de hacer una pequeña reverencia se dirigió a la barra, tratando de no cruzar su mirada con la de Brad, quien la observaba con hostilidad tras la máquina de café.

    Mina se acomodó en la silla mientras extraía el pad de su bolso. Lo primero que hizo fue consultar el informativo de la Rainbow, pero como se lo imaginaba, no decía absolutamente nada. Probablemente Amanda ni siquiera había hablado con alguien fuera de La Torre todavía.
    Cerró la página y entró al foro de discusión que utilizaba casi todo el mundo.
    La noticia había corrido ya por toda la Colonia, pero no eran más que rumores y comentarios de gente que no había estado en el Hangar Principal en el momento de la emergencia, después de todo, los operarios del turno noche no se despertarian hasta el mediodía.
    Uno de los rumores decían que Ralph estaba herido, algo sobre una explosión. Eso la preocupó un poco, aunque en el fondo sabía que era muy difícil que algo le hiciese daño a Ralph, su cuerpo tamaño Zentradi lo hacía extremadamente resistente a casi todos los peligros del campo, hasta podía sobrevivir (por un tiempo al menos) en el espacio si su traje se rompía!
    Minimizó la ventana de su navegador y vió el fondo de la pantalla que había puesto el dia anterior. Era la foto que habían sacado en la escuela durante la visita de Cinthya.
    El pensar en la Inspectora la hizo sentir incómoda. Esperaba que estuviese bien por supuesto, pero por otro lado sentía que nada de lo que estaba pasando hubiese sucedido si esa mujer no hubiese llegado nunca a la Rainbow.
    Sacudió la cabeza con violencia e intentó apartar ese pensamiento de su mente. Estaba siendo injusta con Cinthya, ella no tenía nada que ver con las cosas que pasaban, era todo una simple coincidencia. incluso el cambio de comportamiento de Matt…
    Matt.
    Mina abrió los ojos. Las acciones de Matt en las últimas veinticuatro horas habian sido una fuente de preocupación constante para Mina. ¿Porque Matt se había sentido atraído hacia esa mujer? Ese chico nunca se había mostrado interesado por nada ¿Porqué ahora? ¿Porque ella?
    Se sorprendió al ver caer una solitaria lágrima sobre el mantel naranja de la mesa. Con un movimiento cansado se pasó la mano por la cara, secando con ese gesto las que estaban por salir de sus ojos.
    Sería fuerte, no derramaría lágrimas, aún no. No podía abandonar a Matt.
    —¿Estas bien Mina?
    La joven levantó la vista y se encontró con el rostro preocupado del Doctor Evans, quien la miraba con atención.
    —Si si, estoy bien— respondió Mina sacudiendo lentamente la cabeza. —Estoy algo dormida todavía.
    El hombre observó en silencio a la joven y sacudió la cabeza. —No deberias haber venido si pasaste una mala noche Mina, no estoy tan loco como para obligarte a trabajar estando cansada.
    Mina sonrió y extendió la mano al facultativo. —Estoy bien Doc, y por cierto buenos días.
    Evans contesto el saludo y la preocupación se borró de su rostro. —Tu sonrisa me hace sentir más tranquilo— dijo. —A decir verdad yo tampoco pasé una buena noche y asumo que algún rumor habrás escuchado..
    Mina asintió y miró al doctor a los ojos. —¿Están todos bien?
    —Si, por suerte no hubo ningún herido de gravedad. Ralph tuvo un par de golpes pero… ya sabes como es él— dijo suspirando.
    —¿Un par de golpes? —preguntó la joven con incredulidad.
    Evans se llevó la mano a la cabeza y se rascó la calva distraidamente. —A ti no se te puede engañar.. ¿Eh? Dijo resignado. Le hice una placa en el hangar y tiene una costilla fisurada, pero no hubo heridas internas, además no es la primera vez que se las rompe.
    —¿Que pasó en El Campo Doc?
    Evans se llevó una mano a la barbilla y contempló en silencio a la joven. —No lo se con seguridad— dijo. —En todo caso no quiero hablar antes de que lo haga Amanda… ya sabes como se pone con estas cosas delicadas.
    Mina asintió con la cabeza mientras miraba por la ventana. Sabía perfectamente como su madre trataba los asuntos delicados de la Colonia.
     
  9.  
    Gerli

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    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
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    Drama
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    48


    —¿En verdad te suena?
    Tass se había quedado con la boca abierta. Por supuesto que no dudaba de la brillantez de Silvia, pero que hubiese recordado de inmediato algo tan específico que incluso la misma Amanda desconocía… verdaderamente increíble.
    —No me mires con esa cara Tass— dijo la maestra haciendo un gesto con la mano. —Se algunas cosas sobre el tema, pero a quién deberías preguntar sobre eso es a Evans, no a mi.
    La joven suspiró y se dejó caer en el banco, sin saber que contestar a su amiga. Tras unos segundos de intensa deliberación, aspiro hondo y decidió contarle todo a Silvia.

    La mujer escuchó atentamente todo el relato de Tass, sin interrumpir en ningún momento a la joven, mientras describia la delicada situación que Amanda quería resolver de la manera más discreta posible.
    Hasta ese momento la charla había sido bastante casual y entre porciones de torta y tazas de té, las dos amigas habían desayunado en paz sin que nadie, salvo Mía la joven camarera, las interrumpiesen durante su conversación.
    —Entiendo. —dijo finalmente— Es comprensible la preocupación de la Capitán en estos temas, puedes estar segura en que yo también coincido con su idea de no atraer demasiado la atención del resto de la galaxia en nosotros.
    —¿Entonces? —preguntó intrigada Tass.
    —Como te dije, no soy experta en el tema, solo tengo un par de nociones muy básicas sobre una o dos cosas, pero creo saber que está buscando exactamente Evans.
    Silvia bebió un sorbo de té y depositó la taza vacía en el plato, mientras cerraba los ojos tratando de concentrarse en sus recuerdos.

    —Es una pregunta retórica, porque estoy segura que yo misma te di clases sobre ello, pero me gustaria ver que tan bien funciona tu memoria Tass… ¿Que sabes acerca de la intervención de la Protocultura en la evolución humana?
    Tass mordió un pedazo de tarta de manzana y deposito el resto en un pequeño plato, algo sorprendida por la pregunta. —¿La versión resumida o tengo que darte la lección completa?
    —Vas a engordar si sigues comiendo asi Tass…
    La joven hizo una mueca y bebió el resto del chocolate caliente que quedaba en su taza, acto seguido respiró hondo, como si estuviese a punto de dar una lección de la que apenas hubiese estudiado. —Durante la Guerra de Unificación se descubrieron en una región del Pacífico restos de una nave alienígena que coincidian con las características tecnológicas de la ASS-1, llegada a La Tierra en el año 1999. Se la llamó AFOS o algo asi.
    —Continua.
    —Las dataciones del material encontrado señalaban una posible fecha de llegada entre Diez Mil y Doce Mil años antes. Las fechas coincidian con ciertos momentos claves en la evolución de los seres humanos y pronto se comenzó a investigar si dichos sucesos estaban relacionados entre sí.
    —¿Recuerdas algún nombre de quienes fueron pioneros en dicha investigación?
    Tass movió la cabeza y se reclinó en el asiento. —Pasaron cuatro años desde que estudié eso Silvia Sempai, no esperes que me acuerde de tooodos esos nombres.
    La profesora Silvia sonrió mientras cruzaba los brazos sobre la mesa. —El Doctor William Hasford fué el primero en desarrollar una hipótesis que describe la intervención de la Protocultura en el desarrollo de la Humanidad.
    Tass asintió y de pronto recordó las viejas lecciones. —Ahora me acuerdo, aunque había otro miembro más de su equipo… una mujer tal vez?
    —La Doctora Aries Turner, en efecto. Se considera a ambos los autores de la hipótesis original. Pero hay un tercer nombre que es aún más importante. ¿Recuerdas cual?
    —Ni idea.
    —Doctora Mao Nome. ¿Te suena?
    Tass volvió a mover la cabeza. —¿Nome, como Sheryl Nome?
    —No sería extraño que estuviesen emparentadas. —agregó Silvia mientras se limpiaba los labios delicadamente con la servilleta de hilo blanco.
    —No me suena para nada, pero supongo que ella fué la tercera miembro del equipo.
    —No exactamente Tass, La Doctora Nome fué quien recopiló las investigaciones de Hasford y Turner y publicó el primer Paper con la hipótesis, casi diez años después de culminada la Guerra de Unificación.
    La joven guardó silencio mientras Silvia repasaba la historia como si volviese al aula de la escuela y volviese a ser una colegiala más.
    —Hasford y Turner murieron durante la guerra de Unificación y jamás pudieron publicar sus hallazgos, fue la Doctora Nome quien rescató los archivos y organizó el material, incorporando luego todo lo que se descubrió tras el armisticio con los Zentradis y el acceso al conocimiento sobre la Protocultura que el Archivista de Breetai suministró a los investigadores.
    —Entiendo.
    —No quiero extenderme demasiado Tass, pero es necesario que repasemos un poco el contexto histórico. Ahora que ya sabes quien es la Doctora Nome, puedo explicarte bien la relación entre esa vieja historia y la sangre extraña que Evans está investigando.
    Tass se acurrucó en el banco y se preparó para escuchar la historia. Por suerte el chocolate y los dulces la habían puesto de un excelente humor y podía aguantar horas y horas escuchando a Silvia sin problemas.

    —Hace unos cinco años fuí como espectadora a un congreso de genética auspiciado por el Ministerio de Cultura de la NUNS. El congreso se hizo a bordo de la Flota de Colonización 11 y contó con la presencia de muchos investigadores a lo largo y ancho de la Colonización Humana. Durante una de las presentaciones, se reprodujo una disertación protagonizada por la directora de la Flota de Investigación 117, la Doctora mao Nome.
    —¿Reprodujo? ¿Como un Video?
    —Trágicamente, desde el año 2048 se perdió todo contacto con La Flota de Investigación 117 y no se conoce la suerte que corrieron esos investigadores y sus familias.
    Tass asintió en silencio.
    —La disertación fué muy técnica, pero creo que puedo darte un resumen más o menos claro sin necesidad de revisar mis apuntes sobre eso, supongo que Amanda no quiere que acceda a mis archivos en la Red Galaxy para recuperar esas notas sobre un tema tan delicado… en fin. La Doctora Nome describió el proceso de intervención del AFOS, conocido más comúnmente como Hombre Pájaro, llamado así por la civilización local de la Isla Mayan en donde se encontraron los restos. Dicha intervención se basó en la modificación de los genes humanos para acelerar ciertos procesos evolutivos en el área de la capacidad cognitiva y el desarrollo de funciones cerebrales complejas.
    Al principio se teorizó que dicha manipulación se trataba de un virus de propagación rápida, pero estudios de ADN de huesos humanos recuperados en la zona del pacífico demostraron que el agente trasmisor no era biológico, sino Dimensional.
    —¿Eh? —Tass se incorporó sorprendida. —No entiendo.
    —Veras, la isla Mayan y todas las demás islas que forman los archipiélagos de esa zona del Océano Pacífico están prácticamente aisladas del resto del mundo. Es cierto que a lo largo de miles de años la migración humana por medio de canoas y pequeños botes se desplazó desde Asia hasta Australia, lo que en teoría facilitaria la propagación de un virus. El problema es que ese proceso de diseminación viral demoraría cientos de años y el cambio genético introducido por la Protocultura se dió casi simultáneamente alrededor del mundo. Un virus, por más agresivo o contagioso que fuese JAMÁS podría haber alterado a toda la humanidad en tan poco tiempo. Había otra causa.
    —¿Cual?
    —Las antiguas leyendas Mayan hablan de cómo el misterioso Hombre Pájaro otorgó a la humanidad piernas y brazos, de modo que abandonaran el mar y viviesen en la tierra. En definitiva el hombre dejó de ser nómade y se transformó en agricultor, usando sus manos para cultivar su propia comida, pero esa es solo una de las consecuencias del aumento de la capacidad cerebral. Hubo algo más.
    Aquellos que tuvieron contacto directo con esta entidad de la Protocultura, este ser llamado Hombre Pájaro, obtuvieron una habilidad, alguna clase de percepción de las energías dimensionales que nosotros sólo podemos percibir a través de nuestra tecnología y aparatos. Los Mayan podían sentir estas energías o perturbaciones subdimensionales y, acaso, también manipularlas.
    —Recuerdo haber leído una vez como ciertos nativos de nueva Guinea podían ver la luz de las estrellas en pleno dia, como si percibieran el mundo visible de forma diferente al resto de la gente.— dijo Tass pensativa.
    —Exacto, habilidades como esas son las que se le atribuyeron a ese ente alienígena, pero volviendo a la isla Mayan, una de las habilidades más poderosas que recibieron los nativos, especialmente las mujeres, fué el poder del canto. Mediante el canto, se canalizaban las energías provenientes de los planos dimensionales y se lograba ejercer ciertos cambios en nuestro plano, por ejemplo sanar heridas, modificar el clima, revitalizar cultivos, etc. Un poder tan importante no podia mas que ser reverenciado por todos los habitantes, por lo que quienes lo ejercian pronto se convirtieron en Sacerdotisas.
    Silvia hizo una pausa y bebió un poco de agua antes de continuar.
    —Estas sacerdotisas formaban parte de una casta especial dentro de la sociedad Maya y por eso sus líneas parentales estaban estrictamente controladas.
    —¿Controladas?
    —Si, pero centrémonos en el canto, más tarde volveremos sobre las lineas sanguineas.—Explicó Silvia jugueteando con la cucharita del té. —El canto de las Sacerdotisas fué la clave para el misterio de la intervención de la Protocultura y fué la Doctora Nome quien logró probar la relación entre ambas cosas. Descubrió que el canto no solo servía para canalizar la energía dimensional hacia el mundo, sinó que se traban de una sincronización a nivel especie y no sólo una acción individual.
    —¿A nivel especie? —Preguntó asombrada Tass
    —Las sacerdotisas actuaban como un Proxy, un nexo entre la humanidad y la energía dimensional. No solo se curaban enfermedades o se pronosticaba el clima, en esos momentos en los que la Sacerdotisa entonaba su Canto, toda la humanidad se sincronizaba a través del poder de esas mujeres y por medio de ese canal fue que, en un periodo muy corto, probablemente un centenar de años, toda la especie humana fue modificada genéticamente.
    —¿Quieres decir que la alteración genética fue realizada a escala planetaria mediante un vínculo dimensional?
    —Esa es la teoria que mas fuerza tiene hasta ahora— dijo Silvia mirando hacia el frente de la cafetería. —La transmisión de datos por el espacio dimensional… el espacio FOLD mejor dicho es algo probado y utilizado masivamente hoy en dia. Lo único de lo que no se poseen pruebas, al menos todavía, es si un organismo vivo puede intercambiar información genética con otro de su misma especie sin recurrir a medios tecnológicos.
    —Increíble, pero no entiendo todavía la relación con lo que buscaba Evans.
    —Ya llegamos a eso— afirmó Silvia levantando el dedo índice. —Como te expliqué antes, las Sacerdotisas eran reverenciadas como deidades, pero seguían siendo humanas. Pronto los nativos descubrieron que no todos las hijas descendientes de estas mujeres poseían el poder del viento, como denominaban a las capacidades sobrenaturales. Por lo que comenzaron lentamente a controlar los matrimonios y las líneas sanguíneas. Pronto descubrieron que sólo nacían niñas con el don del viento, además de saludables, si se emparentaban familias de Sacerdotisas provenientes de otras islas y así es como surgió el culto a la sangre pura, que a lo largo de miles de años fue mutando en una especie de Tabú que los Mayans tenían con cualquier tipo de sangre, temiendo los poderes que residían en ella.
    —Y esa sangre especial… era la Alfa Bombay, ¿No?
    —Exacto. Si miramos un mapa de la antigua Tierra, donde están marcados los diferentes Fenotipos de sangre vas a ver que el Fenotipo Bombay, como su nombre lo sugiere, es casi exclusivo de la zona de India, extendiéndose hacia el sur y el este, hacia Malasia y las islas del pacífico. La mayoría de los fenotipos conocidos de sangre ya existían al momento de la intervención de la Protocultura, esto lo sabemos con exactitud gracias a los análisis forenses de ADN de restos óseos alrededor del mundo. Solamente el Alfa Bombay fué creado exclusivamente a partir del tipo de sangre nativo, siendo exclusivo de las Sacerdotisas del Viento. Nunca se encontró rastro de esa sangre en ningún lugar del mundo previo al descubrimiento del AFOS.
    El Fenotipo Bombay que hoy en día existe es una mutación de esa sangre, carente de sus cualidades “mágicas” por así decirlo.
    —Y Cinthya tiene esa sangre— exclamó Tass sorprendida. —¿Cómo es posible?
    —Probablemente ella sea descendiente de gente que vivía en esa zona del planeta Tierra antes de la aniquilación, o tal vez sea una mutación, quien sabe. Recuerdo que la Doctora Nome había explicado en el video que muchos nativos de la isla Mayan, especialmente mujeres y niños, habían buscado refugio en las naves y barcos de las fuerzas de la UN y por eso sobrevivieron al cataclismo, ya que muchos de ellos se enrolaron en el ejército y sobrevivieron en el espacio o estaban en la isla Macross cuando hicieron el famoso salto FOLD para escapar de los Zentradis.
    Tass guardó silencio mientras ponía en orden sus pensamientos. ¿Sabría Cinthya el poder que encerraba su sangre?
    —Como verás Tass, es un tema muy delicado. Incluso mucha de esa información es clasificada, sólo un puñado de investigadores en toda la galaxia conoce todo acerca de ello y casi seguro que Evans es uno de ellos. Solamente en los últimos años el Gobierno de la NUNS comenzó a desclasificar documentos de esa época y es como sabemos algunas cosas… pero no todo.
    Ambas mujeres guardaron silencio mientras pensaban en Cinthya y en la extraordinaria coincidencia que su presencia significaba.
    —¿Porqué la información es tan delicada? —Preguntó Tass
    —No lo se Tass— Silvia suspiró desconsolada. —Todo lo que tenga que ver con los genes de la humanidad es un asunto delicado y que no debe ser manejado por cualquiera. Desconozco qué clase de investigación podría llevar a cabo Evans con esa información, pero si lo hace, de seguro atraerá algo más que una mirada sobre la Rainbow.
    —Gracias Silvia— dijo Tass levantándose de la mesa— Tenía razón Amanda en consultar este asunto contigo.
    —Decile que me debe una comida entonces— exclamó la maestra con una sonrisa. —Y si cocina Mina mucho mejor.
     
  10.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

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    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
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    49


    Lo más desconcertante eran los olores.
    Virya había experimentado pocos olores en su corta vida. Uno de ellos era el omnipresente aire reciclado y reozonificado en toda nave Zentradi, sea de Meltrans o Zentran, todas las naves olían igual. El otro aroma particular era el de las cámaras de sueño, donde el aire se mezclaba con vaya a saber que para inducir el descanso en los siempre alertas guerreros. Luego estaba la comida, esas tabletas de material nutritivo que olían todas iguales, siempre con el mismo gusto.
    El otro aroma (y que había descubierto hace relativamente poco en el hangar de la nave de Dulmei) era el de la sangre.
    Pero ahora su nariz estaba siendo literalmente bombardeada con cientos de olores que no había experimentado antes. Parecía que cada objeto que la rodeaba tenía un aroma característico, único y desconocido.
    El bolsillo del uniforme de Dulmei no era demasiado profundo y Virya podía mantenerse de pie mientras asomaba su cabeza por la abertura. El mundo era muy diferente a como lo recordaba. No sólo los aromas, todo parecía estar hecho de diferentes cosas, desde la trama de finas hebras que formaban la tela del uniforme de Dulmei hasta los remaches de los paneles de metal que formaban los pasillos de la antigua nave. Detalles que nunca pudo observar antes ahora desfilaban ante sus ojos, más nítidos, más cercanos.
    La confundida piloto levantó el visor de su casco y escuchó los sonidos de aquel extraño mundo, el roce de la tela, el crujido de las botas y el retumbar de cada pisada de los dos gigantes que la conducían a vaya a saber qué destino.
    —No lo entiendo— dijo casi sin pensar en voz alta.
    Dulmei aminoró un poco la marcha y miró con curiosidad el bolsillo de su uniforme, donde la soldado micronizada se asomaba entre la tela. —¿Sucede algo, piloto?
    —No entiendo el porqué tenemos esas cosas en la flota, esas vainas. ¿Para que sirve hacernos tan pequeños?
    La Capitán no respondió y siguió avanzando en dirección al elevador. Una vez dentro esperó que el soldado Zentran accionase los controles.
    —No lo sé con seguridad— dijo mientras el elevador comenzaba a descender hacia el hangar de la nave. —Creo saber que originalmente nuestros creadores eran de tamaño micrón y solían usar esas vainas para tratar con nosotros.
    —¿Nuestros creadores? —Preguntó la joven piloto sorprendida.
    —Eso es lo único que sé piloto. —respondió Dulmei sin dejar de mirar al frente.
    Descendieron en silencio hasta el pasillo del hangar, donde se dirigieron rápidamente hacia la nave y las dos escoltas que los esperaban pacientemente. Virya bajó el visor de su casco y contempló las gigantes armaduras, inmóviles y expectantes una a cada lado del transporte.
    A una señal de Dulmei, ambas máquinas dieron la vuelta y despegaron en dirección a la compuerta de salida. El rugido de sus motores retumbó en el hangar, iluminando fugazmente los fantasmales restos de maquinaria Zentradi desparramados sin orden ni sentido por todo el lugar.

    El soldado Zentran abordó el transporte mientras colgaba el rifle a su espalda. El hecho de que el Zentran hubiese estado con su arma preparada durante todo el recorrido hasta al hangar no se le pasó por alto a Virya.
    —Vamos —exclamó Dulmei mientras entraba a la nave con una ligera inclinación de la cabeza. La puerta se cerró tras ella y una tenue luz anaranjada iluminó el interior.
    Pronto la vibración de los enormes motores se sintió en toda la nave, aunque Virya se sobresaltó al principio, solamente un cuerpo como el que tenía ahora podía notar tantas cosas que antes pasaba por alto.
    Dulmei se sentó en la parte delantera del compartimiento de tropas, mientras que el soldado ocupó el último asiento de la parte posterior.
    La nave despegó levantando una lluvia de partículas metálicas que Virya observó con curiosidad asomada desde el bolsillo del uniforme de su Capitana a través de una gran ventana redonda (Aunque tan sólo una pequeña abertura para un Zentradi promedio)
    A través del sucio cristal pudo observar como lentamente abandonaban la antigua nave y salían al espacio exterior en medio de la gigantesca flota Zentradi.
    Con sus nuevos ojos Micrón Virya pudo ver muchas cosas. La flota que conocía de memoria desde que había salido por primera vez al espacio en su Nona de entrenamiento se revelaba muy diferente a sus ojos. Las formas eran las mismas, los colores eran exactamente iguales, pero su cerebro parecía descubrir algo nuevo con cada mirada. Era un descubrir permanente de cosas que creía conocer de memoria.
    —Virya ¿Que cree que esta haciendo?
    La joven se sobresaltó y miró alrededor. Sin darse cuenta que la gravedad artificial de la nave que acababan de abandonar había dejado paso a la ingravidez del espacio, Virya había flotado libremente fuera del bolsillo de Dulmei y se había pegado al cristal de la ventana, fascinada con la vista de la enorme flota.
    —Yo… lo siento Capitán! —Balbuceó sin saber qué decir, mientras se impulsaba hacia la gigante de mirada hostil que la observaba con atención. Para su sorpresa Dulmei interpuso una mano entre ella y el bolsillo del uniforme y le indicó que se subiera a ella. Virya obedeció sin chistar, sujetándose de los enormes dedos recubiertos por el guante blanco del uniforme.
    Una vez que la joven hubiese detenido su impulso la Meltran cerró el puño con cuidado de no aplastar a la Microniana y lo acercó a su rostro para verlo más de cerca.
    —Virya 712 —exclamó en voz baja clavando sus ojos en la pequeña guerrera. —Lo que voy a decirle ahora es confidencial ¿Comprende?
    Virya asintió con la cabeza.
    —Bien, porque usted no es la única que está arriesgando el cuello en esta misión, yo tambien me expongo a ser ejecutada por lo que estoy a punto de revelarle.
    La joven puso los ojos como platos y abrió la boca, pero ninguna palabra salió de la misma.
    —Esta misión es extremadamente peligrosa y no sólo porque usted va a meterse a explorar una cabeza de misil viva, ya ha superado uno de los procesos que más riesgo suscitaban y es necesario que explique el porqué. —por un leve instante le pareció a Virya que Dulmei tensaba el puño, pero fué solo un momento fugaz.
    —El Archivista Exedore aprobó el plan con una sola condición: que usted fuera ejecutada si algo salía mal durante el proceso de Micronización.
    Ante el silencio de la guerrera, la Capitán prosiguió hablando. —Fui advertida que el proceso de Micronización podía tener consecuencias inesperadas en la estructura genética de los Zentradis, por lo que en caso de una anomalía, la esterilización del sujeto era la única opción posible para preservar la integridad de flota.
    —¿A.. Anomalías? —articuló con dificultad Virya.
    —Alteraciones genéticas… deformaciones, cambios de color en cabellos y/o ojos, proporciones anormales del cuerpo… todo eso.
    La micrón sufrió un ligero temblor mientras se llevaba una mano al pecho.
    —¿Eso? —observó Dulmei echando una mirada al pecho de Virya. —No se preocupe, no creo que sea importante, al fin y al cabo todas las Meltran tenemos esas cosas más o menos del mismo tamaño. —Con un rápido movimiento giró la cabeza en dirección al soldado Zentran sentado en la parte trasera, pero respiró aliviada al ver que permanecía ajeno a la conversación.
    —No, no creo que ese Zentran lo haya notado, es un simple soldado seguro que nunca había visto a una de nosotras sin ropas… no Virya, no creo que deba usted preocuparse por ello, aunque mi decisión podría costarme la vida y la de toda esta misma flota… ¿Está usted realmente bien? ¿Puedo confiar en que su cuerpo le responderá a la perfección?
    Virya asintió— Sí Capitán, le aseguro que nunca me he sentido mejor en mi vida.
    Dulmei acercó el enorme rostro a la Meltran micronizada y sostuvo la mirada con intensidad por varios segundos. Finalmente suspiró y depositó a Virya en el bolsillo de su uniforme.
    —Le creo piloto. —Dijo. —Y estoy segura que podrá llevar a cabo esta misión y volver sana y salva a mi nave.

    Permanecieron en silencio el resto del viaje, mientras el transporte y sus dos escoltas maniobraban a través de la flota, atravesando por completo las formaciones de naves siempre en dirección hacia la retaguardia.

    Allí, alejadas a unos diez mil kilómetros de distancia de las últimas naves de la retaguardia se encontraba la nave de Kreegan y el Crucero de Dulmei. Ambas naves habían sido completamente evacuadas del personal combatiente y aguardaban el resultado de la misión.
    El transporte viró entre las dos enormes naves y se dirigió al hangar de estribor de la nave de Dulmei, donde el Escuadrón de Defensa Antimisiles Número Treinta aguardaba con impaciencia la llegada de su último miembro.

    El silencio en el hangar era total. No solo por la completa ausencia del personal, quien habia sido evacuado unas pocas horas antes, sinó por el ambiente de expectación que se respiraba en el reducido grupo de Meltrans reunidas al pie de sus armaduras, mirando atentamente como la nave de Dulmei maniobraba sobre la plataforma designada y se posaba con un golpe seco sobre el piso metálico.
    Los dos Nonas de escolta no entraron al hangar, dieron la vuelta y emprendieron el regreso hacia la flota principal, uniéndose al convoy de naves con los heridos y soldados recién evacuados de ambas naves.
    La puerta del transporte se abrió repentinamente y la Capitán Dulmei bajó lentamente la rampa hacia el hangar de su nave mientras todo el grupo de Meltrans del Escuadrón de Defensa 30 se ponía en posición de firmes y hacían el saludo de batalla.

    —En descanso— dijo Dulmei devolviendo el saludo.
    Las guerreras bajaron los brazos y se colocaron en posición de descanso mientras Yuwe se adelantaba al grupo. —¿Esta bien Virya, Capitán?
    La oficial pasó por alto la insolencia de la pregunta porque sabía que la preocupación de la guerrera era un signo inequívoco del gran vínculo que el escuadrón había forjado con la recluta en un tiempo tan corto. Esa clase de vínculos de confianza y apoyo eran elementos valiosisimos entre los combatientes y Dulmei sabía reconocerlos y utilizarlos.
    —El procedimiento fue exitoso— dijo casi sin darle importancia, pero mientras tanto metió su mano en el bolsillo superior de su uniforme y sacando algo del mismo lo mostró al grupo de asombradas guerreras.

    Jamás habían visto a un microniano, ni siquiera podían imaginar que algo así podía ser usado en el cuerpo de una soldado Meltran y obtener semejante resultado. Yuwe extendió la mano con temor reverente y Virya saltó con agilidad desde la mano de Dulmei hacia la palma de la sorprendida guerrera.
    —Virya 712, Reportandose para el combate— Exclamó la pequeña guerrera mientras se llevaba el puño al pecho izquierdo y sus palabras se escuchaban en los cascos de todas las guerreras presentes.
    —Bi… bienvenida Virya— exclamó sorprendida Yuwe mientras luchaba por mantener el brazo quieto.
    Dulmei sonrió mientras se cruzaba de brazos. —Queda usted a cargo de la piloto Virya 712, Teniente Yuwe— dijo mirando fijamente a la guerrera. —Ahora todo está en manos del Escuadrón de Defensa 30.
    El traje de piloto de las guerreras de Queadluun no tenía bolsillos, por lo que Virya se sentó en el hombro izquierdo de Yuwe para dejarle libre el brazo. Yuwe saludó a su Capitán con vigor. —Le aseguro que la misión será todo un exito Capitán Dulmei. —Exclamó la guerrera.
    —Lo se. Estoy seguro de ello. —Respondió la oficial. —Seguiré el progreso de la misión desde el puente de mando de mi nave —agregó mientras comenzaba a caminar hacia la salida del hangar.
    —¿No va a evacuar la nave, Capitán? —preguntó sorprendida Yuwe
    Dulmei se detuvo y giró la cabeza en dirección a la guerrera. —Por supuesto que no ¿No acaba usted de garantizar el éxito de esta misión? ¿Por qué habría de evacuar mi propia nave? —Respondió con calma mientras reanudaba su camino.
    Como respondiendo a las palabras de la Capitán, el transporte despegó de pronto y salió a toda velocidad del hangar, dejando al escuadrón de guerreras Meltran completamente solo en medio de la gigantesca instalación de andamiajes, robots y armas de todo tipo.

    —Parece que nos tiene mucha confianza— exclamó Virya rompiendo el silencio.
    Las palabras de Virya no sólo quebraron la quietud que los envolvía, fueron de alguna forma una chispa que encendió los ánimos de las chicas, quienes de pronto rodearon a Yuwe en medio de gritos y aclamaciones a la valentía de la nueva recluta, quien no sabia que responder ante semejante muestras de respeto y coraje.
    Le llevó un rato a Yuwe controlar a su escuadrón. Cuando finalmente el grupo de pilotos estuvo correctamente formado (A excepción de Virya que permanecía sentada en sus hombros) llegó el momento de comenzar la misión.
     
  11.  
    Gerli

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    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
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    Drama
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    50


    Le tomó unos segundos a Cinthya reconocer el techo de la habitación en donde se encontraba. Había dormido profundamente y eso la sorprendió un poco. Desde que había empezado los preparativos para el trabajo en la Rainbow había dormido poco y mal, especialmente debido a la fatiga post FOLD que era común durante los saltos a grandes distancias realizados en forma consecutiva.
    Una buena noche de sueño, casi lo único reconfortante que había experimentado en estas dos semanas. Cinthya suspiró y se cubrió con las mantas tratando de olvidar sus recientes experiencias en el Campo.
    El recuerdo de haber estado tan cerca de la muerte borró los últimos rastros de sueño de la cabeza de la joven y ahora estaba bien despierta, pero por alguna razón no quería abandonar su improvisado refugio bajo las mantas...se estaba tan cómodo y seguro allí.
    De mala gana asomó la cabeza por sobre la almohada y miró hacia la pequeña mesa de noche donde descansaba su pad. Los números que se proyectaban holográficamente desde la pantalla y flotaban a unos pocos centímetros de altura indicaban que eran pasadas las diez de la mañana.
    Por supuesto que tenía todo el derecho de seguir en la cama ese dia, al fin y al cabo era una jornada libre, un asueto de la Colonia y nadie podía decirle nada… aunque estaba segura que Jim la regañaria por haberse levantado tan tarde.
    El pensar así en el joven piloto la hizo sentirse un poco culpable… en definitiva le había salvado la vida ahi afuera, no solo una sino dos veces.
    Suspirando con resignación se levantó y permaneció sentada en la cama, balanceando sus piernas apenas rozando la suave alfombra color melocotón de su camarote.
    —Luz —exclamó mientras estiraba sus brazos por encima de la cabeza.
    La habitación se iluminó por completo, emulando la luz que podría entrar por una ventana a esa hora del dia. Por supuesto no había ventanas en el camarote y de haberlas, solo mostrarian un depresivo cielo de placas y columnas de metal, definitivamente era mejor así.
    Una voz de mujer sonó por el pequeño parlante ubicado en el techo de la habitación, al parecer era una especie de mensaje automático que se activaba al despertar el ocupante del cuarto.
    —Buenos dias residentes, les recordamos que el día de hoy las actividades generales han sido suspendidas y sólo se brindarán los servicios básicos a la comunidad.
    Cinthya creyó reconocer la voz de una de las operadores de la torre de control del dia anterior. ¿Como era su nombre? Probablemente habia olvidado preguntárselo.
    Sin nada más que hacer se puso de pie y dió unos pasos por la habitación. La noche anterior había estado tan cansada que se arrojó sobre la cama a medio desvestir y todavia tenia puesta la camisa blanca que usaba debajo de su uniforme de vuelo, el cual había quedado tirado en un rincón tras un pequeño sillón.

    Lentamente se desabrochó la camisa y la arrojó sobre la cama, mientras lo hacia, su estómago le recordó de mala gana que se había saltado la cena. Cinthya suspiró y tomó el Pad de la mesita de luz, luego entró al cuarto de baño en ropa interior, evaluando detenidamente sus opciones para el dia; definitivamente no pensaba pasarse el resto del dia encerrada entre esas cuatro paredes. ¿Como pasarian los colonos el dia libre? ¿Qué opciones de esparcimiento había en la Rainbow? Miró inquisitivamente a su imagen reflejada en el espejo del botiquín, pero el reflejo no le devolvió la respuestas que buscaba…. es mas, se encontró de repente viendo una imagen bastante diferente a la que estaba acostumbrada.
    —Haz crecido ¿Verdad?
    La imagen no respondió, pero Cinthya observó los sutiles cambios en su figura: había perdido algo de peso por cierto, probablemente debido a que en las últimas semanas sólo había comido raciones para pilotos de combate y poco más, alimentos diseñados para otros requerimientos energéticos y otros estilos de vida. Cinthya odiaba esos paquetitos metalizados con esas tabletas que sabían todas iguales.
    Con un ligero movimiento de la mano apartó los mechones de pelo que cubrían su frente. El moretón se había desvanecido casi por completo, solo una pequeña marca algo más oscura denotaba la presencia del hematoma en su piel, unos días más de aplicar la crema para contusiones y desaparecería por completo.

    Abrió el botiquín y tomó su cepillo de dientes electrico asi como un tubito de pasta dental. Mientras se cepillaba contempló la información que cruzaba la pantalla del Pad que previamente había colocado contra el espejo, preguntándose si Amanda mantendria los sucesos del Campo en secreto o informaría a la población del desastre que habían causado en medio de su fuente de recursos.
    Temperatura, humedad y nivel de radioactividad, el servicio automatizado de noticias repetía la misma información en pantalla una y otra vez, intercalando consejos de salud para la tercera edad y recordando a los residentes que debían ahorrar en el consumo de agua. Cinthya giró la cabeza en dirección a la ducha y descubrió un pequeño indicador que había pasado por alto el día anterior. Era una pequeña pantalla de no más de cinco centímetros que indicaba el consumo de agua de la ducha. Al parecer Cinthya habia gastado mas de la mitad de su reserva asignada de agua y ahora solo quedaban algo más de dos minutos del preciado líquido para poder ducharse.
    —Adios a mis planes de una ducha relajante— se dijo resignada.
    Volvió a guardar el cepillo y la pasta dentrífica en el botiquín y lentamente se desabrochó el sostén, luego se quitó los pantys y los dejó dentro de un pequeño cesto de plástico destinado a la ropa sucia. Ya le preguntaría a alguien más tarde donde poder lavar su ropa.
    La imagen de su cuerpo desnudo en el espejo la hicieron reflexionar un momento. Todavia seguia siendo joven y con todo el futuro por delante. ¿Pero hasta cuando? Su carrera profesional había tomado buena parte de sus Veinte y ya se acercaba a los Treinta. ¿Durante cuánto tiempo más continuaría con esa vida?
    La joven sacudió la cabeza y entró a la ducha. Trataría de lavarse en menos de dos minutos o moriría en el intento.

    Como lo sospechaba apenas le alcanzó el tiempo para lavarse el cuerpo. Su cabello debería esperar a otra oportunidad para un lavado más minucioso. Aun con lo corto de la ducha, Cinthya salió del baño envuelta en una toalla con la cabeza despejada y sin dudas; no se preocuparía por nada mas ese dia, sea lo que sea que deparara el futuro, no tenía nada que ver con la Rainbow ni con ese maldito campo de desechos.
    De su bolso extrajo una muda de ropa interior limpia y una blusa verde claro. Completó su vestimenta con unos jeans negros y zapatillas deportivas. Quería estar lo mas cómoda posible ese dia.
    Se tomó un par de minutos para ordenar la habitación. Recogió el traje de vuelo y lo acomodó lo mejor que pudo en la percha que colgaba en el pequeño guardarropa. También reunió la ropa sucia del dia anterior y la colocó en el mismo cesto que encontró en el baño.

    Satisfecha con el trabajo realizado se sentó en uno de los sillones de la salita de estar y se relajó un momento, mas el descanso fue de unos pocos segundos ya que su Pad comenzó a sonar con la canción de una llamada entrante. Cinthya tomó el aparato y se sorprendió de ver que no era Jim quien llamaba, sinó Akemi
    —¿Hola?
    —¡Cinthya! —La exclamación de alivio en la voz de Akemi era más que evidente. —¡Que suerte que atendiste! ¿Estas bien?
    Aparentemente las noticias habían corrido por toda la colonia sin necesidad que Amanda hiciera nada.
    —Estoy bien Akemi, perdón por haberlos hecho preocupar.
    —Ni que lo digas… esta mañana no podía creer los rumores que se corrían sobre ustedes dos ¿Esta bien tu compañero piloto?
    —Mejor que yo sin lugar a dudas —contestó riendo Cinthya. —Pero creo que Amanda no quiere que contemos exactamente lo sucedido ayer… me temo que tendrás que esperar para que te lo cuente todo.
    Akemi chasqueó la lengua al escuchar el nombre de Amanda, al parecer ya se esperaba semejante medida por parte de la omnipresente mujer. —No te preocupes por eso Cin, por cierto ¿Vas a hacer algo en tu dia libre?
    Cinthya pensó unos momentos mientras miraba el cuadro que tenía frente a la pared, representaba un paisaje dentro de una nave colonial, una Clase New Macross con seguridad ¿Ciudad 7?
    —Primero tengo que llevar algo de ropa a lavar y luego desayunar… si es posible
    Por el auricular del Pad llegaron con claridad las risas de Akemi —¿Asi que tu también dormiste hasta tarde? Creo que no soy la única entonces, ja ja ja!
    El estómago de Cinthya volvió a manifestar su mal humor y el sonido pareció llegar hasta el teléfono de Akemi. —Ve a comer algo a la cafetería Cin y por la ropa no te preocupes, solo deja el canasto en el pasillo frente a tu puerta y un empleado pasará a buscarlo, recuerda marcar el código 061 en el panel de la puerta y el pedido de servicio quedará registrado.
    —Gracias Akemi, lo haré
    —A otra cosa… con Mina y los demás vamos a tener una comida en el parque, un Picnic. ¿Quieres venir?
    —Me encantaria!
    —¡Genial! —exclamó entusiasmada la joven. —Te espero a las 13hs, es algo tarde para almorzar pero Mina y Manuel hoy tenían compromisos que atender y van a llegar tarde, nos encontramos frente a la escuela.
    —Ahí estaré Akemi.
    La joven cortó la comunicación y Cinthya suspiró aliviada. La perspectiva de pasar el dia fuera de esa habitación le mejoró el humor de inmediato. Pero primero lo primero.
    Unos minutos más tarde Cinthya salia de su habitación dejando, tal como le había explicado Akemi, el cesto con ropa sucia frente a su puerta. Marcó la clave indicada en el panel de su puerta y una confirmación visual junto con un horario estimado de recolección apareció en el visor. Cinthya confirmó la operación y cerró la puerta.
    —Ahora ¡A comer! —exclamó.
    Los pasillos y cubiertas de la Rainbow ya empezaban a resultarle familiares, aunque las miradas que los habitantes le dirigian al pasar había pasado de la simple indiferencia a un total interés. Si, los rumores habían corrido de veras..
    Consultó la hora en el Pad y vio que faltaban solo unos minutos para las 11, horario algo tardío para desayunar, pero no pensaba saltearselo por nada del mundo.
    La cafetería la recibió con su delicioso aroma a café y su cálida atmósfera. Cinthya se sintió inmediatamente a su gusto en el lugar, cosa que ya le había pasado la otra noche cuando llegó invitada por Silvia y tomó demasiado a la ligera la cerveza de la Colonia. Se preguntó si hasta ese rumor estaría corriendo también entre los colonos en ese instante.
    Caminó directamente a la barra resistiendo a la tentación de refugiarse en alguno de los cubículos privados del fondo del salón. Al fin y al cabo no quería aislarse de todos.
    El Barman la vió aproximarse e hizo un saludo amistoso con la mano.
    —¡Buenos días! ¿Desayuno tardío o almuerzo adelantado?
    —Estoy tan hambrienta que me comería ambos, uno tras otro— dijo sonriendo. —Soy Cinthya Ross, mucho gusto.
    —El placer es mío señorita Ross. —Exclamó el hombre con una ligera reverencia.— Puede llamarme Brad, como todos.
    —Entonces llameme Cinthya— Contestó la joven sentándose en una de las banquetas. —Perdón por llegar a esta hora pero realmente estoy hambrienta.
    Brad la miró inquisitivamente, como evaluando a la persona que tenía delante. —¿Qué le parece un tostado de jamón y queso y una taza de café con leche? Eso debería apaciguar su estómago hasta la hora del almuerzo.
    Cinthya asintió con entusiasmo y el barman se puso manos a la obra. Pronto el aroma del pan tostado transformó la boca de la joven en una verdadera cascada. No podía creer lo hambrienta que estaba.
    —Dia complicado ayer ¿Verdad?
    La joven estaba tan concentrada en seguir los preparativos de Brad que la pregunta la tomó por sorpresa. —Algo accidentado— dijo encogiéndose de hombros. —Pero ya me habían advertido antes que El Campo era peligroso, no pensé descubrirlo por mi misma tan pronto.
    Brad colocó una taza bajo la máquina y un fino chorro de oscuro café comenzó a caer dentro de la misma, mientras tanto tomó una jarra de metal de uno de los estantes y lentamente comenzó a llenarla con la leche de una pequeña botella blanca.
    —El Campo se ha cobrado algunas vidas en el pasado. —dijo el hombre seriamente. —Desde que Ralph llegó y se hizo cargo de las operaciones más arriesgadas, la seguridad de toda la operación aumentó muchísimo— Dijo haciendo una pequeña pausa. —¿Ralph esta bien?
    —Tenía unos cuantos golpes, pero al parecer Evans dijo que estaba bien y que no tenía heridas de gravedad.
    El barman asintió y continuó con su tarea. Colocó la jarra con la leche debajo de un pequeño tubo metálico y un chorro de vapor comenzó a calentar el recipiente a medida que realizaba un movimiento circular con la misma. Una vez calentada la leche la vertió inmediatamente en la taza con el café.
    —No es la primera vez que Ralph sufre accidentes ahí afuera, por cierto esos cuerpos gigantes son increíblemente resistentes y adaptados a la vida en el espacio.
    Cinthya asintió con la cabeza, todavía tenía fresca en la memoria la imagen de Ralph aplastado entre el transporte y el pedazo de casco de nave y especialmente su gesto de dolor. Por un momento había creído que el gigante había sido aplastado como un sapo.
    Brad colocó la taza de café con leche delante de Cinthya y le alcanzó unos sobres con azúcar y una cucharilla.
    —Gracias Brad. —Dijo la joven colocando azúcar en la bebida humeante. —Espero no haber causado demasiados problemas a la Colonia.
    —No te preocupes, de todo el papeleo burocrático se encarga Amanda— bromeó el hombre mientras retiraba el sandwich del grill y lo llevaba hasta la barra. —Un tostado de jamón y queso, buen provecho Cinthya.
    La joven devoró la comida con una avidez que sorprendió hasta al mismo Brad, quien en silencio retiró el plato vacío donde ni las migas habían quedado.
    —Guarde algo de lugar para el almuerzo— dijo una voz conocida. Cinthya se dió la vuelta y vió a Manuel quien la saludaba con la mano mientras arrastraba un carrito lleno de cajas y paquetes. —Buenos días Cinthya— exclamó al llegar junto a la joven. Manuel vestía un overol gris y guantes protectores. Una gorra azul y botas amarillas completaban su atuendo.
    —Buenos días Manuel, Akemi ya me había comentado que hoy tenias compromisos, pero no sabia que trabajabas los días feriados.
    El joven se quitó la gorra y se abanicó indiferente con ella. —Solamente trabajo los feriados… justamente mi trabajo consiste en distribuir la mercancía que llega en la Río Grande a los diferentes establecimientos de la Colonia.
    —¿Tu solo?
    —En realidad somos tres, nos repartimos todo el trabajo para poder terminar más rápido. ¿Ya has visto a los demás?
    —Solo hable por teléfono con Akemi, no he visto a Mina ni a Matt.
    El joven asintió y de uno de sus bolsillos sacó su Pad en cual consultó brevemente. —Me recibes ahora Brad o dejo todo esto en el medio del salón? —Como sola respuesta un trapo salió volando desde el mostrador hasta estrellarse en su rostro.
    —Ni se te ocurra —exclamó Brad abriendo la puerta lateral de la barra. —¿Esta todo?
    Manuel levantó el pad con la pantalla hacia el barman, quien hizo lo mismo con su propio aparato y una copia del remito de las mercancías se transfirió instantáneamente entre ambos.
    —Hmmmm, perfecto. —dijo examinando la pantalla. —Ayudame a entrar las cajas.
    Los paquetes no eran más grandes que una caja de zapatos, pero había al menos una veintena de ellos. Cinthya observó que no solo el café venía desde sitios distantes como Eden o La Tierra, sino también azucar, edulcorantes, tazas y utensilios varios.
    —¿No fabrican ninguna de estas cosas aquí en la Rainbow? —preguntó asombrada la joven. —Pensaba que en estas naves factorías se hacía de todo….
    Brad se encogió de hombros mientras tomaba los paquetes de manos de Manuel. —En teoria si, pero esto es alguna especie de acuerdo comercial con los militares… no tenemos total independencia económica…no todavía.
    —¿Todavía?
    Manuel y Brad se miraron un momento mientras suspiraban. —Será mejor que no te preocupes demasiado por la política de la Colonia Cin. —Dijo Manuel moviendo la cabeza.
    —Vivimos unos tiempos bastante agitados en lo que respecta a la situación de la Colonia con el Gobierno Unificado —Explicó Brad. —No son cosas que sean de mucho interés para los visitantes temporarios, pero probablemente encuentres una explicación general en los boletines de noticias de la Red Rainbow.
    Cinthya asintió y dejó la taza vacía sobre el platillo de porcelana. —¿Están en proceso de dejar de ser una Flota libre a ser una Colonia independiente?
    —Algo por el estilo. —Respondió Brad llevando las cajas hacia la parte trasera de la barra.

    La joven meditó profundamente sobre el significado de esas palabras. Un movimiento independentista en una Flota Libre no era un asunto a la ligera y menos que menos teniendo en cuenta la política de tolerancia cero que solía mostrar la NUNS para con los movimientos demasiado “entusiastas”.
    Las cosas estaban cambiando por cierto, los tiempos en los que los militares controlaban a la población civil habían pasado y los gobiernos populares y democráticos tenían cada vez más peso en las decisiones de los altos mandos. Era consenso general la idea que no estaba lejana una época donde los líderes de la humanidad dejasen de ser una cúpula militar y se convirtiera en una democracia, como en los viejos tiempos anteriores a la Primera Guerra Espacial.

    Un ringtone interrumpió sus cavilaciones. Cinthya consultó su Pad y vió un mensaje de Mina en la bandeja de entrada. A juzgar por el gesto simultáneo de Manuel al mirar su propio aparato, el mensaje de la joven había sido enviado a todo el grupo de amigos.
    “Salgo a las 12:30, los espero en el Parque para almorzar todos juntos” —decía el mensaje junto a un emoticon sonriente.
    —Eso significa que Mina no va a cocinar— exclamó decepcionado el joven mientras se sentaba junto a Cinthya. —No tengo nada en contra de la comida de Akemi, pero comparada con la de Mina son el día y la noche.
    —Si Akemi te escucha hablar asi seguro te golpearia con algo. —Respondió Cinthya con un reproche. —El otro dia vi su lunchera y esa comida japonesa se veía deliciosa.
    Manuel se ajustó la gorra con una sonrisa. —Eso es porque nunca has probado los platillos de Mina— aseguró. —Matt tiene una suerte enorme en que ella le cocine su almuerzo todos los días.
    —¿Ella le prepara la comida todos los días…?
    —Desde que eran niños. —Respondió Brad sumándose a la conversación. —Esos dos son inseparables.
    Cinthya se inclinó sobre la barra apoyando sus brazos sobre la madera lustrada. —Que envidia—Dijo. —Ojala yo hubiese tenido alguien a quien cocinar en mis días de instituto…
    Manuel se quedó callado sin saber que decir por lo que Brad intentó cambiar el tema de conversación. Mientras retiraba la vajilla de la barra echó una rápida mirada al Pad de Cinthya —¿Así que van a almorzar juntos? —Preguntó mientras pasaba distraídamente el paño por la superficie de madera.
    —Falta la confirmación de Matt y Silvia —Dijo Manuel incorporándose. —No los ví en toda la mañana.
    —Matt estuvo desayunando temprano, me dijo que iba a ver a Will al calabozo. A Silvia la vi un poco más tarde, ella y Tass estuvieron hablando y devorando pasteles hasta tarde.
    —Muchas gracias por la comida Brad, estuvo deliciosa. —dijo Cinthya de improviso mientras se ponía de pie. —Voy a hacer algo de tiempo hasta la hora del almuerzo.
    Brad tomó su propio Pad y envió la cuenta de la consumición al aparato de Cinthya, quien colocando su dedo en la pantalla confirmó el recibo.
    —Nos vemos mas tarde Manuel —Saludó mientras caminaba hacia la salida del salón.
    —Hasta luego Cinthya, ha sido un placer conocerte. —Respondió Brad mientras le guiñaba un ojo a Manuel.
    —¿Que? —preguntó el joven intrigado cuando Cinthya hubo salido y las puertas de cristal se cerraron tras ella.
    —¿No te diste cuenta, no?
    —¿De que?
    Brad movió la cabeza decepcionado. —Eso es porque todavia sos un pendejo. —Esa chica tiene el corazón roto o yo no se hacer ni un café instantáneo en saquito.
     
  12.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

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    Miembro desde:
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    Pluma de
    Escritor
    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    2956
    51


    La oscuridad se hizo alrededor de Virya en cuanto el frente de la armadura se cerró por completo. Esta vez sin embargo la sensación de confort y seguridad no acompañó a la falta de luz, sino todo lo contrario. Virya se sentía una intrusa en la cabina de Yuwe, casi como un parásito.
    Las luces de la cabina se encendieron al sincronizarse piloto y armadura, la pantalla principal frente al rostro de la guerrera se iluminó con los numerosos indicadores de cada uno de los sistemas, listos para el combate.
    Virya se había colocado en el único lugar libre de la cabina en donde su presencia no pudiera entorpecer los movimientos de su superiora, es decir entre los pechos de Yuwe. Algo aplastada por la enorme presión de los enormes senos, desde esa posición podía ver claramente la pantalla principal buena parte de los sistemas de monitoreo secundarios, algo completamente inútil pero que su instinto la impulsaba a hacer sin darse cuenta. Pronto ambas pilotos parecían estar sincronizadas a la perfección, ya que las rutinas de observación de los diferentes sistemas eran iguales entre todos los pilotos. En el momento en el que Yuwe impulsó sus piernas para salir del hangar, Virya hizo lo mismo, solo para darse cuenta que sus piernas no estaban donde deberían
    —Estese quieta Virya —Exclamó Yuwe al sentir las patadas de la pequeña Meltran entre sus pechos.

    La armadura cruzó el solitario hangar volando a unos pocos metros sobre el piso metálico mientras el resto del escuadrón contemplaba en silencio la partida de ambas guerreras. Los rostros de las Meltran no ocultaban la preocupación que sentían.
    Yuwe escrutó esos mismos rostros a través del monitor frente a ella y se sintió reconfortada. Pasase lo que pasase en esta misión suicida, el escuadrón de defensa número Treinta continuará dando sus vidas para proteger la flota Zentradi.
    Una pequeña aceleración y la cubierta terminó repentinamente delante suyo. La oscuridad del espacio las envolvió con su manto de estrellas.

    Era raro también para Yuwe el compartir su armadura con otra guerrera, pero en el pequeño espacio de la cabina y la continua sensación de contacto de la pasajera eran extrañamente agradables.
    —¿Todo bien, Virya? —Preguntó
    —Si Capitán.
    La armadura viró ciento ochenta grados y sobrevoló la fragata Quitra Queleual cerca de la proa, iluminando brevemente con sus propulsores el casco de la nave. Todo era silencioso allá afuera y pronto la nave quedó atrás, completamente a oscuras. Ahora la enorme mole de la nave capital de Kreegan se perfilaba delante de ellas, silenciosa y amenazante, una de las máquinas de guerra más poderosas de la flota Zentradi, la enorme Nupetiet-Vergnitzs esperaba expectante a las dos Meltran que se acercaban lentamente por estribor.
    Virya contempló el enorme casco y las huellas de impactos a lo largo del mismo. Le pareció que los ojos de su nuevo cuerpo le permitian distinguir detalles que antes había pasado de largo ¿Como podía ser que ojos tan pequeños como los suyos pudieran registrar tantos detalles que antes pasaran por completo desapercibidos? ¿O acaso no eran sus ojos, sino su cerebro el que había cambiado? Recordó las sensaciones extrañas que había sentido al dar sus primeros pasos fuera de la vaina de micronización, era casi lo mismo, pero ahora que estaba en la cabina de una armadura, que era el ambiente para el que había sido creada para luchar, todo se le revelaba diferente, aumentado, más… real.
    Se movió inquieta en su precaria posición y Yuwe notó la intranquilidad de la piloto.
    —Estamos cerca, será mejor que se prepare.
    Virya asintió y respiró profundamente. Sea lo que sea lo que habia cambiado alla atras, no dejaria que interfiriera con la misión.
    Yuwe activó las enormes luces del frente de la armadura y ambas contemplaron en silencio su objetivo.
    La enorme estructura del misil sobresalia del casco como una excreción antinatural, desafiando con su presencia las esbeltas líneas de la Nupetiet-Vergnitzs. Las enormes luces mostraban como a lo largo del enorme misil las placas de metal se habían deformado de modo tal que el cilindro parecía estar arrugado y deformado sobre sí mismo, levemente escorado hacia abajo como si luego de impactar brutalmente aún hubiera poseído una fuerza viva que lo impulsaba a salir del agujero mortal que había hecho en el casco de su víctima.
    Pero el impacto no solo había abierto una brecha en el casco, una gran sección del mismo se habia hundido hacia adentro, creando una concavidad parecida a un valle en cuyo centro se erguía la siniestra torre de destrucción y muerte.
    Virya tragó saliva, si esa cosa era gigante para los soldados y sus armaduras, para su cuerpo Micrón se trataba de una verdadera pesadilla de dimensiones colosales.
    —Capitán… yo
    —¿Que sucede Virya?
    —No tiene sentido… esa cosa es gigante, no se que pueda hacer yo con este cuerpo!
    Como única respuesta Yuwe detuvo su armadura a unos pocos metros del peligroso objeto. Ahora se encontraban flotando a merced del leve campo gravitacional de la nave de Kreegan mientras las luces hacian que el misil proyectase una enorme sombra negra sobre el casco de la Nupetiet-Vergnitzs, casi como si la estuviese cortando al medio solo con la oscuridad.
    —Si, por supuesto que no tiene sentido…. ¿Eso es todo, piloto Virya? ¿Algo mas que agregar como reporte de situación?
    —No sea tan dura con la recluta, carece de la experiencia en combate que usted posee, Yuwe 214.
    La voz que sonó por los parlantes de la cabina era extraña, sonaba a un Zentran pero con un tono que ninguna de las dos féminas había escuchado antes.
    —A partir de este momento yo me haré cargo de la dirección de la misión. —Continuó hablando la voz sin esperar respuesta.
    —Si señor! —Exclamaron Yuwe y Virya al unísono.
    La pantalla frente a las pilotos cambió de pronto y una imagen ocupó la totalidad del espacio frente a ellas. Ahora podian ver que el que había hablado era un Zentran de pequeñas dimensiones con la cabeza extremadamente agrandada y deformada, cruzada aqui y alla por protuberancias y venas latentes que daban al conjunto una apariencia extraña y antinatural.
    —Archivista Exedore! —Exclamó sorprendida Yuwe. —¿Está usted dentro de la nave?
    —Por supuesto— respondió serenamente el personaje. —Ahora cierre la boca y proceda con la misión, debe apagar todos los sistemas de rastreo de su armadura, pasivos o activos, quiero que se acerque a la base de ese misil sin emitir una sola particula de energia.
    Yuwe asintió y abrió la cabina frente a ella. Con los sistemas de monitoreos apagados no podía ver nada frente a ella si no lo hacía, la enorme parte frontal se elevó por sobre sus hombros y dejó a las dos Meltran contemplando en silencio la enorme mole del arma.
    —Ahora avance lentamente.
    El Queadluun floto en silencio con un pequeño impulso de las piernas de Yuwe, descendiendo alrededor del misil a unos pocos metros del mismo. Cuando estaban cerca de la base Yuwe reoriento la armadura de forma que quedara cabeza abajo, acercando la cabina lo más posible al casco destrozado de la nave de Kreegan.
    —En posición— dijo Yuwe casi en un susurro.
    —Bien, hasta ahora no detecto perturbaciones en el campo alrededor de la nave, buena señal. ¿Me recibe teniente Virya?
    —Fuerte y claro— respondió la joven.
    —Abandone la cabina y proceda a la zona de impacto, busque una entrada y solo informe si es necesario hacerlo, no vuelva a comunicarse conmigo hasta llegar a la cabeza de guerra del misil.
    —Entendido.
    La comunicación se cortó y el silencio las envolvió como antes. Virya no solo notaba los latidos de su propio corazón, sino los poderosos golpes del corazón de su compañera, que retumbaban a través de todo su cuerpo.
    —¿Lista Virya?
    La joven asintió y fue asida por la enorme mano de Yuwe, quien lentamente y con el mayor cuidado posible extrajo a la micrón de entre sus pechos y extendiendo el brazo hacia el exterior le dió un pequeño impulso con la palma de la mano
    —Buena suerte, salva a la Capitán Vaal en mi lugar Virya!
    La joven se dio vuelta mientras flotaba y contempló impasible a su compañera mientras permanecía en la cabina del Queadluun haciendo el saludo Meltran.

    Lo que habia parecido una distancia corta desde la cabina del Queadluun le llevó varios minutos recorrer en gravedad zero. Virya apenas podía comprender las enormes diferencias de escala que su cerebro experimentaba con ese nuevo cuerpo. No había nada familiar que le sirviera de referencia para establecer una sola distancia, simplemente todo era demasiado grande o los objetos de su tamaño que veía, acaso por primera vez en su corta vida, no tenían nombre para ella. Las placas de metal que componian el casco de la nave no eran lisas y parejas como siempre había pensado, ahora notaba las juntas y las protuberancias de miles y miles de pequeños… ¿Que? No conocía el nombre de esos objetos que recorrían las uniones de cada placa y acaso cumplian la funcion de sostener las mismas contra el armazón de la nave. Con una sacudida de la cabeza descartó las ideas y dudas que tenia y fijó la vista delante, se acercaba a base del misil.
    Lentamente flotó hacia el casco, donde las placas y el metal retorcido formaba un laberinto alrededor del fuselaje del misil, aquí y allá flotaban fragmentos pequeños de metal, atrapados en el leve campo gravitacional y girando lentamente, cada uno en una dirección ligeramente diferente. Virya extendió el brazo con precaución y se asió de una pieza de acero, tratando de hacer la menor presión posible sobre la estructura. Ahora que había detenido su avance, pudo reorientarse de modo que avanzaba hacia arriba, trepando entre los desechos hacia la oscuridad del agujero que había dejado el impacto en la nave. Había lugar de sobra para tres o cuatro Viryas micronizadas, pero eso no la hizo sentir más tranquila.
    La oscuridad era completa, de una consistencia casi sólida que ninguna luz del fondo de estrellas del exterior podía disipar jamás. Sin dudar un segundo, Virya penetró en ella, completamente decidida a cumplir su misión o morir en el intento.

    El tirón la tomó por sorpresa, no había tenido en cuenta que en el interior de la nave de Kreegan había gravedad artificial y en cuanto su cuerpo penetró por la abertura, todo su peso se materializó de pronto, lanzandola contra el piso que, desde su perspectiva, era ahora el techo. El golpe le arrancó un aullido de dolor, había caído desde una distancia ridícula para un Zentradi, pero que para su actual cuerpo era de varios metros de altura. Por suerte la aceleración no había sido instantánea y no golpeó el ¿techo? a velocidad terminal, pero fue un golpe fuerte y su nuevo cuerpo se resintió.
    Virya quedó tendida sin poder moverse. Estaba experimentando un dolor terrible en el hombro izquierdo, en absoluto comparable a lo que había sentido en ocasiones anteriores, cuando durante los intensos entrenamientos lastimaba su cuerpo al extremo. Este cuerpo, su nuevo cuerpo era frágil, increíblemente frágil ¿Que estaba pensando el Archivista Exedore al usarla en ese plan?
    Permaneció inmóvil, sujetandose el hombro herido, paralizada por el dolor y las dudas. Era la primera vez que perdía el control de su cuerpo y la idea la enfadaba. Apretó los dientes y obligó a su cuerpo a moverse.
    Se dió vuelta, posando la vista en el agujero varios metros allá arriba en donde algunas estrellas asomaban en la negrura. El dolor remitia lentamente, pero seguía teniendo el costado entumecido. ¿Cuánto tiempo había permanecido ahí tirada sin moverse? Lentamente se arrastró hacia una de las paredes y apoyó su espalda contra el metal.
    La misión, debía continuar con la misión.
    Se puso de pie con dificultad, siempre apoyándose en la pared, que en la oscuridad de la cubierta le servía como punto de referencia para no sentirse por completo perdida. Con lentitud levantó la mano derecha hacia el casco y accionó la luz del mismo. Las tinieblas retrocedieron a su alrededor y pudo contemplar con asombro el espectáculo de ruinas donde se encontraba.
    había caído en una pequeña plataforma que colgaba precariamente de solo un trozo de pared, unos cuantos metros más y hubiese caído a través de toda la cubierta interna de la nave y vaya a saber cuando hubiese golpeado contra el fondo.
    La fuerza del impacto había creado una onda de choque que había aplastado varias cubiertas sobre si mismas, nada tenía sentido en ese caos de hierros y metales retorcidos, aquí y allá había pasarelas o pasillos partidos al medio o retorciéndose sobre si mismos, era incomprensible.
    Solo el misil conservaba una identidad propia y, como un enorme pilar ahora un poco más estrecho, continuaba a través de la ruina, siempre hacia la misma dirección.
    Ahora que por fin tenía una verdadera referencia, Virya ya no dudaba. Con lentitud y paso a paso comenzó a descender de la plataforma donde se encontraba, usando las vigas de metal que cruzaban el espacio en diferentes direcciones como precarios puentes sobre el negro abismo. No tenía entrenamiento de ningún tipo para afrontar esa situación, pero su resolución le daba fuerzas y si erraba de camino o llegaba a un punto muerto, volvía sobre sus pasos y probaba descolgarse por otro sitio, cruzando con lentitud pero decidida esa jungla de acero y desechos, siempre en dirección del gigantesco misil.

    Aquí y allá, a veces trepando, otras veces balanceándose entre vigas tan estrechas que serían invisibles para un Zentradi, unas pocas veces dando un salto traicionero sobre placas que se movían incluso con su pequeño peso, Virya caminó por lo que le parecieron horas, siempre descendiendo alrededor de lo que ya había dejado de ser un misil para convertirse en una especie de edificio o estructura interna de la nave de Kreegan. A medida que descendía, el daño era cada vez mayor y los escombros estaban cada vez más apilados y juntos entre si, dificultando el avance.
    Finalmente no pudo continuar, frente a ella se erguía una pared de metal doblado en varias capas, sin ninguna abertura o acceso por donde pudiese entrar. Desanimada y casi sin aliento se recostó contra la pared sin saber que hacer.
    El hombro ya casi no le dolia pero se sentía cansada, mas cansada de lo que jamas habia estado antes. Su cuerpo no solo era frágil, sinó que se agotaba deprisa, era una verdadera carga para la mente. ¿Por qué habría de existir seres con cuerpos tan imperfectos? La sola idea de haberse convertido en un microniano inútil la hizo tener náuseas…. ¿Náuseas? Comprendió de pronto que lo que sentía era algo nuevo, algo que nunca habia experimentado antes, pero de alguna forma sabía la palabra para ello. Su estómago dolía, a pesar de no haberse golpeado con nada durante su trayecto, algo estaba sucediendo con su cuerpo.
    Virya se sujetó el vientre con ambas manos y se inclinó hacia delante. No era justo, no iba a dejar que su cuerpo se interpusiera entre ella y la misión.
    Abrió los ojos y contempló a su enemigo, la enorme torre de metal retorcido que parecía mirarla desafiante, haciendo muecas con cada una de las grietas y fisuras alrededor de su estructura. Virya se soltó el vientre. Grietas y fisuras en el misil… ¿Acaso..?

    Se arrastró lentamente entre los desechos, cada vez más cerca del enorme objeto. Ahora podía ver claramente a la luz que proyectaba su casco, las paredes del misil estaban desgarradas y agujereadas por los impactos de los proyectiles del escuadrón de defensa, muchos de esos impactos eran de proyectiles más grandes que el cuerpo de Virya, sin pensarlo dos veces se encaramó a uno de ellos y miró hacia dentro.
    Habia un espacio, una pequeña separación entre el blindaje externo y la carga explosiva del arma, estrecha, pero lo suficiente para permitir a su pequeño cuerpo arrastrarse a través del mismo. Haciendo acopio de sus últimas fuerzas logró pasar por una de las aberturas que la metralla habia hecho y arrastrandose con el vientre pegado al interior del misil, descendió dificultosamente los últimos metros.
    Jadeando, con el sudor cayéndole frente a sus ojos, se arrastró en un esfuerzo final, pasando su cuerpo por una fisura apenas más grande que su cintura y con un alarido se arrojó del otro lado y cayó un par de metros, completamente agotada y rendida, casi sin poder ver lo que habia a su alrededor.
    Una Meltran de cabellos verdes la contemplaba desde las alturas, era una visión extraña pero a la vez familiar, como si no pudiese ser de otra forma. Virya giró la cabeza y vió que estaba en un lugar conocido, familiar. Era la cabina de un Queadluun y ella estaba acostada sobre el regazo de la piloto, quien la observaba impasiva, como si en realidad no la estuviese viendo.

    —¿Ca- Capitán Vaal? —logró susurrar Virya, extendiendo la mano hacia lo alto, juzgando mal las proporciones de la Meltran y las de su propio cuerpo.
    La guerrera pareció reaccionar ante el sonido de su propio nombre. Sus ojos, hasta ese momento casi velados por la alienación parecieron recuperar algo de brillo.
    Ni la Meltran ni la Micrón se movieron durante un rato, parecían estar paralizadas en medio de un cruce de miradas infinito; Virya muy débil y dolorida para hablar y la Capitan Vaal, acaso herida o moribunda, sin dar apenas señales de vida.
    De pronto virya recordó a Exedore, era hora de llamarlo, lentamente elevó su mano derecha hasta el casco y con dificultad accionó el enlace de comunicaciones.
    —A- Aqui Vi-Virya —la garganta le dolía y las palabras salían con dificultad. —Es… estoy con Vaal.
     
  13.  
    Gerli

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    Escritor
    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    3132
    52


    La pesada pieza de armadura cayó al suelo con un golpe seco. Jim suspiró resignado y miró el trozo de metal con desagrado. Quitando todas las partes del fuselaje que habían sido dañadas por el cañon de energia le permitirían a su avión transformarse nuevamente, pero al ver la cantidad de piezas acumuladas debajo de su nave comenzó a replantearse la idea seriamente. Muchas partes críticas del VF-17S2 habían quedado expuestas al quitar las capas de blindaje, lo que no presagiaba nada bueno.
    Las buenas noticias eran que solo uno de los sistemas de respaldo del caza se había freído irremediablemente y aún disponía de los dos restantes, lo que según el manual de vuelo lo autorizaba a operar el avión en emergencias, siempre y cuando el daño no implicase peligro de vida para el piloto.
    Jim desconectó su pad del puerto de diagnóstico que estaba por detrás de la cabina y continuó con su tarea. Usando una llave manual purgó los restos del acople para la vaina FOLD, ahora perdida y destrozada flotando allá, en algún lugar del campo. Arrojó la pieza a la pila de chatarra y se enderezó cansadamente, no estaba acostumbrado a esa labor de mantenimiento.
    Con agilidad saltó desde el caza hacia la cubierta metálica y volvió a recorrer la periferia del mismo en busca de detalles que hubiese pasado por alto. Había recorrido cada uno de los recovecos de su nave, pero aún así volvió a examinar detenidamente las partes que habían perdido su blindaje externo, poniendo especial cuidado en los enormes motores de reacción que, milagrosamente, aún funcionaban.

    Extrajo nuevamente su pad y lo conectó a una pequeña abertura del motor izquierdo. Inmediatamente la pantalla del aparato mostró la información y condición del mecanismo, indicando que estaba listo para realizar un diagnóstico.
    Jim repitió la operación con el motor derecho y obtuvo los mismos resultados. Todo parecía estar a punto para una prueba de arranque, solo faltaba una cosa.
    —Aquí el Teniente Primero Jim Glenn ¿Me recibe Torre?
    Por un fugaz momento fantaseo con escuchar la voz de Tass por el auricular del casco, pero era imposible, la chica debería estar durmiendo a esa hora y no la vería hasta la tarde… Tass, todavía no podía creer que la hubiese robado un beso en el ascensor ¿Como se había dejado llevar asi de impulsivamente por su deseo? Ojala que Tass no lo viera como un DonJuan descarado y que hacia eso con cada chica en un puerto diferente… a decir verdad ese había sido su primer beso.
    —Aqui Torre ¿En que puedo asistirlo Teniente…?
    La voz de Rebecca hizo volver en si a Jim, quien dejó caer el pad al por la sorpresa pero pudo atajarlo en un rápido movimiento antes que golpease el piso.
    —¿...Teniente?
    —Ah… solo queria informar que voy a hacer una prueba de motor en el hangar.
    Por supuesto el pedido era una simple formalidad, pero Jim había decidido apegarse por completo al manual y no desoír ninguna advertencia a futuro, bastante cerca del desastre había estado el día anterior…
    —¿Quiere que le envíe al equipo de apoyo, Teniente?
    Rebbeca se refería al transporte con el generador, equipo que se usaba exclusivamente para poner en marcha las enormes plantas de poder de las naves que llegaban al hangar, mas no todas las naves requerían de alimentación externa para encenderse. Jim declinó el ofrecimiento amablemente.
    —No es necesario….
    —Llameme Rebecca, Teniente— contestó la mujer. —Ya hemos intercambiado suficiente charla como para ameritar que nos presentemos.
    Jim meditó unos segundos las palabras de la controladora. Pensó en el control de vuelo de su base y de cómo a pesar de haber seguido las instrucciones de ese equipo de hombres y mujeres durante varios años, no conocía ni un solo nombre, ni siquiera un simple apodo. Definitivamente la vida en la Periferia era mucho más simple.
    —No hace falta Rebecca, voy a usar las baterías auxiliares de mi nave, de paso las someto a prueba a ver que tanto sufrieron durante la explosión.

    A varios cientos de metros por encima de Jim, dentro de la torre de control de la Rainbow , Rebecca suspiraba disimuladamente. La pantalla frente a la que estaba sentada mostraba una de las cámaras del hangar principal, donde podía verse en primer plano a la Río Grande y más atrás, enmarcado en el resplandor de luz que despedía un proyector solitario, el avión de Jim.
    —Por cierto— agregó Jim por el comunicador— Será mejor que le avises a los del carguero que voy a hacer un poco de ruido. ¿Como son los estándares de polución acústica en la Rainbow?
    —Eso tendrian que saberlo tú y Cintia, para eso vinieron ¿No? —Comentó entre risas la mujer.—La Rio Grande está terminando de descargar las últimas provisiones, no deberían tardar demasiado, pero les avisaré de tus intenciones.
    —Gracias Rebecca.
    —No hay de qué guapo, por cierto, el Capitán de la Rio es un ex piloto de la NUNS, tal vez quieras hablar con él o compartir un trago en el bar.
    Jim levantó la vista en dirección al carguero, apenas separado por medio centenar de metros de oscuridad. La mayoría de los técnicos que se movían alrededor de la nave ya se habían retirado y solo quedaba un reducido grupo de trabajadores y un par de vehículos de transporte. Sobre la escalerilla que daba acceso a la cabina Jim vió a un hombre de pie junto a la puerta que miraba en su dirección.
    El Teniente levantó la mano en señal de saludo y el hombre respondió con el mismo gesto. No estaba seguro de como pero de alguna forma sabía que aquel hombre era el Capitán de la Rio. Tal vez por su postura o por su presencia, o tal vez un mero presentimiento, pero lo sabía.

    —Así que también eres rápido para hacer amigos.— Jim reconoció de inmediato la nueva voz.
    —Y usted para observarme por lo que veo, Capitán— respondió con seriedad el piloto.
    Amanda no pestañeó siquiera ante la respuesta. —No se preocupe Teniente, no usamos las cámaras de seguridad del hangar para espiar en su avión aunque… —La mujer hizo una pausa y miró con atención la pantalla. —A su aeronave se la ve en bastante mal estado ¿Está usted seguro que no explotará dentro del hangar?
    Jim miró en dirección a la oscuridad, preguntándose donde estaria la cámara. —La inspección preliminar no muestra daño crítico— dijo. —Voy a evaluar el estado de los motores y los sistemas de navegación.
    —Tiene autorización para ello Teniente— contestó la Capitán volviendo a acomodarse en el sillón— y no dude en solicitar la ayuda de mi equipo para todo lo que necesite.
    Y a decir verdad era algo que Jim apreciaria. Había visto trabajar al equipo de Amanda en el transporte que había vuelto del campo junto con ellos y se sorprendió de la velocidad y eficiencia con la que los operarios desmontaron la nave y se la llevaron a los talleres de reparación. Ni una sola tuerca había quedado en el lugar donde se había posado la nave en tan malas condiciones.
    A comparación, el trabajo de los técnicos de su base le parecía lenta y desganada, como si mantener en condiciones la otrora prestigiosa fuerza de cazas de la NUNS fuese una tarea mundana ¿Que estaba pasando? ¿En que se había convertido el ejército que tanto admiraba de niño?
    —Gracias Capitán, pero creo que no hará falta, ya he removido todos los componentes sueltos… eso sí, le solicitaria por favor que no limpien o toquen nada, la junta de investigación querrá examinar los restos seguramente.
    Unos segundos de silencio en la comunicación bastaron para darle una idea a Jim de lo importante que era la pregunta que a continuación realizó Amanda.
    —Con respecto a eso ¿Ya se ha comunicado con sus superiores, Teniente?
    —No. —respondió Jim. —Todavía no me he comunicado.
    Por supuesto, Jim daba por descontado que si hubiese enviado alguna transmisión desde su nave, incluso con el máximo protocolo de encriptación, Amanda lo sabría. No tenía caso que intentase negarlo o hacerse la desentendida.
    —El daño que sufrió su aeronave es demasiado severo, realmente me sorprende que no haya informado sobre lo sucedido.—comentó casi al descuido la Capitán.
    Jim suspiró y se apoyó en una de las alas, observando el movimiento de las personas que trabajaban alrededor de la Río Grande. —Lo se— dijo. —Pero conociendo los protocolos de la NUNS es casi seguro que no moverán un dedo hasta que les informe detalladamente el estado de la nave y les de un motivo lo suficientemente justificado para que se dignen a enviar a alguien para que nos saque de aquí.
    —Usted no es el único que desprecia la burocracia del gobierno, Teniente.
    Jim se sorprendió ante la sorpresiva muestra de sinceridad por parte de Amanda. Burocracia… si, era una forma políticamente correcta de referirse a la inoperancia de ciertos sectores de la plana mayor de las fuerzas armadas.

    Un pequeño pitido de su reloj le recordó lo tarde que era. Si queria empezar con la prueba de motor debería ponerse manos a la obra de inmediato.
    —Voy a comenzar con las pruebas de motor ahora mismo— dijo.
    —Copiado Teniente, puede comenzar cuando guste, la Rio Grande ya ha sido informada— contestó Rebecca.
    Como confirmación de las palabras de la controladora, Jim comprobó que se había formado un pequeño grupo de curiosos que lo observaban detenidamente desde donde estaba aterrizado el carguero. Suspiró con resignación y trepó a la cabina de su caza con la misma agilidad de siempre.
    Poner en marcha un avión que está apagado en plataforma se denomina inicio “Oscuro & Frío” (1) ya que el piloto debe seguir una serie de pasos para activar cada uno de los diferentes sistemas de la aeronave, desde el panel de instrumentos hasta los dos enormes motores de reacción. Por supuesto, Jim conocía todo el procedimiento de memoria y hasta podía hacerlo con los ojos cerrados (De hecho, era un requerimiento OBLIGATORIO de los pilotos de las fuerzas especiales poder hacer un inicio Oscuro & Frío con los ojos vendados y en un tiempo cronometrado) pero para una prueba de motor no necesitaba hacer el procedimiento completo.
    Comenzó por conectar las baterías auxiliares, que brindarian la energía suficiente para hacer funcionar el generador auxiliar de la nave, más conocido como APU.
    Una vez que las baterías estuvieron conectadas y el flujo de energía era estable, Jim encendió el APU por medio de una llave en el panel lateral izquierdo. Una vibración casi imperceptible sacudió al avión al encenderse el generador. Jim mantuvo los ojos fijos en el pequeño indicador de revoluciones, atento a cualquier anomalía en el mismo.
    Al alcanzar un ritmo estable desconectó las baterías auxiliares y dirigió la energía del APU hacia el panel principal de instrumentos, que se iluminó por completo al comenzar las rutinas de carga y chequeo del software de navegación y combate.
    El panel de alarmas se iluminó como un árbol de navidad, pero Jim ya estaba preparado y silenció el dispositivo manualmente. Una de las computadoras de abordo estaba completamente muerta por lo que las dos restantes se estaban haciendo cargo de los sistemas y de la revisión de los mismos, Jim notó la marcada lentitud del proceso ahora que el caza había perdido un tercio de su poder de procesamiento, las barras de comprobación se llenaban más lentamente y algunos de las pantallas ni se habían encendido todavía.
    Espero pacientemente a que los sistemas automáticos le devolviese el control de la nave, cosa que demoró unos cinco eternos minutos más.

    Seleccionó el motor izquierdo y, cruzando los dedos con una mano, con la otra activó la secuencia de encendido automática. El APU se aceleró repentinamente para enviar todo el poder al motor seleccionado y ahora sí, un fuerte temblor recorrió la maltrecha nave. Lentamente los alaves de la turbina comenzaron a girar cada vez más rápidamente a medida que Jim observaba los indicadores del panel de instrumentos. Veinte Mil, treinta mill… las RPM subian normalmente, pero Jim notaba que la vibración era mayor de la normal. Evidentemente la célula de la nave estaba dañada ¿Podrian repararla? ¿O su aeronave estaría condenada a ser piezas de repuesto para los pocos VF-17S2 que quedaban activos en la base?
    El motor izquierdo se estabilizó finalmente y Jim suspiró aliviado. Ahora el derecho.
    Repitió los mismos pasos, vigilando constantemente los indicadores para asegurarse que el motor ganaba velocidad de forma continua. La vibración del fuselaje también había aumentado y una nueva luz apareció en el panel de alarma, pero era un aviso ajeno a los propulsores. Jim tragó saliva y empujó la palanca de potencia unos pocos milímetros hacia delante.
    Los motores respondieron al unísono y el caza se sacudió en el lugar, impedido de rodar por la cubierta al dejar Jim los frenos puestos.
    Desde la Río Grande se elevó un coro de gritos y aplausos.
    Jim sonrió satisfecho, con los motores funcionado ya tenía una preocupación menos. Empujó uno de los pedales y las toberas vectoriales del caza respondieron inmediatamente, subiendo y bajando primero y luego moviéndose hacia los lados.
    Volvió su atención hacia los indicadores de presión de los fluidos hidráulicos, la verdadera sangre del caza y al responsable de que todas las partes móviles del mismo respondieran a la perfección. Cualquier disminución de la presión podría indicar una fuga del preciado líquido y ante esa situación, definitivamente tendría que quedarse en tierra.
    Con alivio comprobó que la presión en el sistema primario y secundario era normal, por lo que se dedicó al último paso de la inspección de sistemas; las computadoras de abordo.
    El VF-17S2 cuenta con tres computadoras ubicadas en diferentes partes de del fuselaje. Si bien cada una de ellas cumple un rol diferente, pueden intercambiar o compartir funciones o ayudarse mutuamente en caso que las tareas a realizar requieran de una mayor cantidad de cálculo. Ahora que una de ellas, la ubicada en la popa de la nave había quedado inutilizada, las dos restantes se habían repartido la carga de operaciones para mantener a la aeronave y sus sistemas operativos.
    Incluso con solo el 66% de su poder de procesamiento, el VF-17S2 seguia teniendo uno de los mejores sistemas de guerra electrónica de la flota, pero asi y todo Jim no necesitaba de esa capacidad en su situación actual.
    Revisó los diferentes sistemas y comenzó a desactivar manualmente aquellos que no eran necesarios. Encriptación y desencriptación de datos en tiempo real, Escaneo de bandas subdimensionales, Interferencias electrónicas avanzadas, Jim desactivó los sistemas uno a uno mientras observaba como la temperatura y actividad de las computadoras se iba reduciendo al tener menos trabajo asignado.
    Algo en la lista captó su atención.
    Era un detalle insignificante, pero lo suficiente para despertar la curiosidad de Jim.
    Los sistemas de contramedidas estaban activos y funcionando, pero una pequeña línea doble ocupaba el lugar del recuadro que indicaba la actividad del mismo. Esa pequeña doble linea significaba que estaban activas opciones personalizadas y no las que venían programadas por defecto en los sistemas. Jim jamás había cambiado esas opciones, de hecho el manual prohibía expresamente el cambio de las mismas.
    Presionó la opción de detalles y todos los sistemas de contramedidas se desplegaron en la pantalla. Tal y como esperaba todos estaban activos, desde los dispensadores de bengalas hasta los de señuelos y las interferencias electrónicas y la base de datos de señales IFF para engañar misiles enemigos. Nada parecía fuera de lugar.
    —¿Seria un bug? —murmuró desconcertado. Las computadoras parecian funcionar bien y Jim podía comprobarlo hasta cierto punto ¿Pero el Software? Ya era un campo completamente ajeno a su preparación.
    Pensó en Tass y en lo que la chica le había contado esa mañana en la que se habían conocido en aquel mismo lugar, bajo las mismas luces del hangar que ahora lo iluminaban. La joven era ingeniera en sistemas o algo asi, tal vez… Jim movió la cabeza como tratando de quitarse la idea de la cabeza. Tass era una civil y por más buena que sea en su campo no podría hacer nada con la avanzada arquitectura de las computadoras de su nave, seguramente hasta el lenguaje del software sería una cosa secreta y ajena a los conocimientos de los civiles.

    Decidió repasar el mismo la lista de contramedidas una por una en busca de alguna pista, pero se dió cuenta que los parámetros que podía modificar era muy técnicos y pronto se perdió entre diferentes tipos de frecuencias y ondas y lenguajes lógicos. Solo cuando consultó los detalles de la vaina lanzadora de contramedidas encontró algo de información que podía entender.
    La computadora detectaba cada amenaza al caza y asignaba un tipo de contramedida adecuado para cada peligro en particular. Los misiles por ejemplo podían ser combatidos de dos formas diferentes: Evasión o intercepción.
    La evasión no hacía falta explicarla, pero la intercepción tenía, a su vez, dos formas diferentes de actuar; Softkill y Hardkill.
    Softkill se denomina a todo tipo de interferencia o ataque electrónico hacia la amenaza en cierne. Enviar un IFF específico o crear señales de retorno de radar diferentes o incluso interceptar las emisiones de la amenaza y devolverlas cambiadas para engañar, todo estaba permitido en el campo de batalla.
    Hardkill por el otro lado se centraba en destruir la amenaza por medios directos, ya sea usando las armas del caza o incluso hackeando los sensores del mismo para intentar una desactivación remota.
    Los señuelos que el VF-17S2 portaban eran una combinación de bengalas y señuelos que, usados en conjunto con ciertas maniobras evasivas, se consideraban medidas Softkill de gran eficacia.
    La computadora de abordo se encargaba de dispensar dichos señuelos en base a patrones programados de forma automática que evitaban al piloto el trabajo de hacerlo en forma manual y por consiguiente permitian que toda la concentración del mismo se vuelque en el vuelo y ataque de los objetivos. Había más de cincuenta patrones diferentes cargados solamente para las bengalas, que abarcaban diferentes tipos de amenazas, desde pequeños misiles guiados por calor hasta grandes misiles antinave.
    Todos estaban activos y en funcionamiento, pero Jim notó algo que se repetia en forma uniforme, por lo que seleccionó uno de los patrones y examinó los detalles de ejecución. Lo que vió no tenía ningún sentido.
    Uno de los valores asignaba el tiempo en centésimas de segundo de lanzamiento de bengalas a partir de la confirmación de amenaza de los sensores, pero el número era anormalmente alto. Jim trató de hacer un cálculo mental y finalmente activó el Pad con la aplicación de conversión de medidas. Lo que vió le puso la piel de gallina.
    El sistema de contramedidas estaba programado para lanzar bengalas con tres horas de retraso.
     
  14.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

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    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    1738
    53


    —No me gusta nada— repitió Amanda por cuarta o quinta vez esa mañana.
    Rebecca miró con interés a su Capitana; si Amanda estaba preocupada por algo era mejor prestarle atención y si además lo decía abiertamente era que la cosa se había puesto seria.
    —¿No crees que es demasiado pronto para sacar conclusiones…?
    La mujer sacudió la cabeza y se acomodó la gorra hasta casi tapar su rostro por completo.
    —Pasó demasiado tiempo ya y casi todos los escenarios quedaron descartados— Amanda extrajo su Pad y tecleó una serie de comandos que pronto se reprodujeron en la enorme pantalla holográfica en el centro de la cubierta. —Incluso si no detectaron la ola primaria directamente, deberían haber detectado la resonancia posterior.
    La oficial de comunicaciones sorbió un pequeño trago de su taza de café y volvió a colocarlo sobre el platillo de porcelana mientras observaba la pantalla.
    —La Barrow se esta callendo a pedazos literalmente, Amanda.
    —Lo se Rebbie, pero no conoces lo suficiente a Leonardo— dijo con una sonrisa. —Es la clase de hombre que hace que las cosas funcionen.

    La animación que se mostraba en la pantalla reproducía una simulación de la fuerza de marea de la descarga de energia dimensional que había sido disparada en El Campo. Si bien el vector de la misma se alejaba en una dirección bien definida hacia los límites exteriores de la galaxia, la onda expansiva emitida desde el campo se extendía como los anillos en la superficie una charca en la que un niño travieso hubiese arrojado una piedra. El mapa mostraba que muchas de estas ondas habían alcanzado la posición estimada de la Barrow hacia más de trece horas.
    —¿Porque no han dado señales de alarma? —volvió a inquirir Amanda. —¿Haz revisado los canales militares?
    —Como cinco veces— respondió la mujer morena. —Ninguna comunicación subdimensional ha pasado por esta región del espacio en las últimas doce horas.

    Amanda se reclinó hacia delante mientras apoyaba el mentón en sus manos entrelazadas. La falta de comunicaciones en el espacio que los rodeaba no era algo extraño en si, esa clase de “Blackouts” solía suceder cada cierto tiempo, principalmente por el modo en que la NUNS manejaba las comunicaciones en el espacio dimensional.

    Luego de la Primera Guerra Espacial, las noticias de que la flota de Boddole-Zer no era la única armada Zentradi que viajaba por la galaxia en busca de indicios de Protocultura para borrarla de la existencia causaron no poca alarma entre los mandos de la UNSpacy.
    Para empeorar aún más la situación de la debilitada humanidad, era evidente que se trataba de una cuestión de tiempo hasta que alguna de las transmisiones de radio originadas en La Tierra en los últimos 100 años revelase la posición de la humanidad a una de las tantas flotas que acechaban ahí fuera y dado que la cantidad estimada de estas últimas rondaban en los miles, las probabilidades de una intercepción y triangulación exitosa de una de ellas comenzaron a ser lo bastante alarmantes para justificar el pánico del Alto Mando.
    Para el año 2009, las primeras señales de radio habían recorrido “apenas” un centenar de años luz desde su origen, por lo que era necesario hacer algo y pronto.

    La solución llegó en forma de un complejo y exhaustivo control de las comunicaciones mediante la expansión planificada de la red de comunicaciones dimensional, más comúnmente llamada Red Galaxy, de forma que todo tipo de señal producida por la humanidad debía ser contenida y aislada del resto de la Galaxia.
    Fue uno de los logros más importantes de los primeros gobernantes de la humanidad de la posguerra, casi tan importante como el inicio de la colonización e inmigración a través de toda la galaxia.
    La clave, por supuesto, fue la tecnología FOLD.
    Disponer de la capacidad de viajar más rápido que la luz hizo posible “adelantarse” a la burbuja en expansión de las ondas de radio originadas en La Tierra. Mediante la colocación de una red de interceptores a lo largo del camino de dichas ondas, se logró interferir y enmascarar las emisiones originales, creando ecos y distorsiones que ocultaran el origen de las mismas y engañaran a cualquier oyente que las interceptarse.
    El plan demoró casi diez años en llevarse a cabo y demandó la instalación de miles de satélites a lo largo de centenares de años luz en una especie de “burbuja” alrededor del camino de las ondas, pero cuando finalmente se completó, la humanidad pudo respirar tranquila. Ni una sola onda de radio escaparia al cerco de interferencia galactico.
    O al menos eso era lo que se pensaba.
    El siguiente paso fue la instalación de la Red Galaxy, de forma que la humanidad pudiera estar en contacto a medida que se adentraba cada vez más en la Galaxia inexplorada.
    Cientos de miles de satélites FOLD de comunicaciones fueron desplegados a lo largo, ancho y alto de la Galaxia, creando una telaraña de comunicaciones dimensionales que enlazaba todos los planetas, flotas y asentamientos humanos en una gigantesca red controlada exclusivamente por los militares.
    Durante treinta años la Red creció y se expandió por todo el territorio, acortando los tiempos de respuesta a la vez que aumentaba la cantidad de datos transmitidos, lenta pero inexorablemente la Red cubrió la galaxia.

    Pero el temor a los Zentradi no había desaparecido, no del todo.
    Seguían allí, miles de flotas, luchando y aniquilando todo lo que encontraban a su paso, pero siempre lejos, siempre en dirección al centro de la Galaxia.
    Bases de observación remota como la Barrow habían sido creadas por toda la periferia, para buscar y localizar estas flotas y advertir al Alto Mando a tiempo. La humanidad debía estar en guardia para evitar la aniquilación total, no volverían a tener tanta suerte una segunda vez.

    Pero a medida que pasaban los años no se descubrieron nuevas flotas. Alrededor de unas veinte flotas clase V (Aproximadamente del tamaño de la flota de Boddole-Zer) habian sido identificadas y monitoreadas a lo largo de los años, pero estaban demasiado lejos de las zonas de exploración y control humanas.
    Para el año 2049 se llegó a la conclusión de que ninguna flota Zentradi ponia en riesgo la supervivencia de la Humanidad, de modo que todos los esfuerzos debian dedicarse a la inmigración de la gente y no en la supervivencia.
    La humanidad estaba, oficialmente, a salvo.
    —Son los hombres como Leonardo Viccenzo los que nos protegen hoy en día— dijo Amanda levantándose del sillón. —La NUNS puede perder todo el tiempo que quiera mirándose el ombligo, pero son las manos de Leo las que mantienen en funcionamiento los ojos y oídos que podrían evitar un segundo Holocausto de la raza humana.

    Rebbeca no respondió, pero siguió con la mirada preocupada los movimientos de su Capitana. Amanda caminó hasta la pequeña cocina que había instalada en la Torre de Control, donde una pequeña cafetera mantenía un café oscuro y aromático, siempre a punto para aliviar las necesidades de las Conejitas del puente.
    —Si este apagón de comunicaciones es obra de la NUNS, peor momento no podian haber elegido para llevarlo a cabo.—lentamente llenó su taza favorita con el oscuro líquido— ¿Cuando recibimos el último paquete de datos?
    —A las veintidós horas y cuarenta y dos minutos del día de ayer.
    —¿Origen?
    —Un “Ping” de sincronización de HGFS-37997, a treinta y cuatro AL de distancia.
    La Capitana bebió un sorbo de café y comenzó a caminar alrededor de la gran proyección holográfica en forma de globo que mostraba los alrededores de la Colonia.
    —Eso es casi cuatro horas más tarde del “incidente” de Ralph y los demás ¿Correcto?
    —Un poco más de tres horas si ¿No crees que esté relacionado, verdad?
    La luz azulada del radar iluminó el rostro de la mujer y acentuó las arrugas de preocupación en su rostro. ¿Podía todo estar relacionado? No, era imposible, la cantidad de variables que podían influir en los acontecimiento largamente planificados….
    —No Rebbie, no lo creo, pero aun asi sigue sin gustarme nada. ¿Haz revisado nuestro enlace de datos a la Red Galaxy?
    —Nuestro Sistema de Comunicaciones esta operativo y transmitiendo, al menos nuestros paquetes de datos están entrando al espacio dimensional sin ningún problema, pero sin feedback de los satélites no sabria decirte si están llegando a destino o se pierden por el camino.
    Un pequeño aviso sonoro interrumpió el silencio de la torre de control, Amanda sintió un escalofrío al reconocerlo.
    —¿Qué es eso? —preguntó Rebecca girando su silla —¿Viene de la terminal de Tass?
    Amanda dejó la taza sobre una de las consolas y caminó hacia el puesto de control que usaba Tass para monitorear los sistemas lógicos de la Rainbow.
    La pantalla, usualmente bloqueada con alguna fotografía de aviones o naves que le gustaban tanto a la joven, mostraba un pequeño aviso de alerta, uno que Amanda ya había visto antes.
    —Es un programa de Tass de monitoreo de la Red Rainbow— explicó Amanda mientras tomaba asiento frente a la terminal.
    Extrajo su Pad y activó uno de los comandos de seguridad principales del sistema de acceso universal de la nave, la llave maestra por decirlo de algún modo, pero su mano se detuvo indecisa sobre el cristal del aparato. Nunca había entrado a la terminal de Tass sin su permiso, aunque como Capitán tenía todo el derecho de hacerlo, su conciencia le indicaba que no debía hacerlo.
    Respiró hondo y activó la terminal. La fotografía de un gigantesco VB-6 König Monster desapareció de la pantalla y dió lugar a la interfaz que había creado Tass para monitorear a la Colonia. Amanda no sabía ni remotamente como se manejaba esa especie de telaraña de números y palabras que se deslizaban por la pantalla en una cascada continua de datos que apenas podía seguir con la vista, mas no le importaba eso. Tocó con el dedo la ventana con la alerta de seguridad y la misma se amplió mostrando un resumen de lo detectado.

    Una palabra, tan solo bastó leer una palabra para que el semblante de Amanda cambiase de color, lo que sumado a la tenue luz azul del radar, le daba a su rostro un aspecto fantasmagórico. Pero eso no era todo, en cuanto leyó el origen de la alerta, supo que las cosas habían empezado a salir de su control.

    La palabra era “Virya”, el origen: la computadora de a bordo del VF-17S2 que estaba aparcado en el hangar principal.
     
  15.  
    Gerli

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    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
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    2385
    54



    «Deme un reporte de la situación» Había dicho el Archivista y Virya trató de describir la escena lo mejor que pudo.
    —Hay sangre— dijo calmadamente. —Mucha.
    Había sangre por toda la cabina de la armadura, cosa que particularmente no había llamado la atención de la joven recluta quien ya había experimentado en carne propia lo que una pequeña hemorragia podía causar en gravedad cero; la sangre se unia en bolas gelatinosas a medio coagular que flotaban por todo el espacio libre y se adherían a cualquier superficie de la cabina.
    —La piloto esta en estado de shock, veo movimiento ocular y respiración lenta pero continua, numerosos traumas en la zona del tórax y miembros superiores. —La joven retrocedió hasta que su espalda tocó una de las pantallas del instrumental mientras utilizaba la luz de su casco para iluminar la parte inferior de la cabina. —Severo trauma en miembros inferiores, aplastamiento con rotura de hueso expuesta y amputación parcial. Hemorragia aparentemente contenida.
    Virya terminó de hablar y guardó silencio a la espera de órdenes. Nunca había visto heridas como esas, ni siquiera durante su breve visita a la bahía médica de la fragata de Dulmei. Habia visto morir a Meltrans con heridas más pequeñas que esas.

    Varios kilómetros más allá de la cabina, Exedore frunció el ceño al terminar de escuchar el reporte de Virya. —No se que suceda primero— dijo en voz alta sabiendo que solo Dulmei o la recluta podrían oír sus palabras— Si muere la piloto o explota el misil…. en todo caso debemos apresurarnos. Teniente Virya….
    Si Vaal moría, la armadura moriría con ella.
    —Sí señor— contestó la joven.
    —Intente establecer contacto verbal con la Capitan Vaal
    Virya asintió y comenzó a trepar por entre los restos del traje y las enormes formas amarillentas de espuma sólida que se habían formado para tapar las numerosas hemorragias que habia sufrido el cuerpo de la piloto. Cuando llegó a la altura del pecho se encontró frente a la terminal de monitoreo, un dispositivo circular con una pantalla que mostraba información vital del piloto, pero el cristal se había partido y las letras en Zentradi temblaban y brillaban tenuemente en un verde fantasmal.
    —Pulso débil, temperatura corporal baja, falla de órganos detectada… —no pudo leer nada más, la parte inferior de la pantalla era un amasijo de caracteres ilegibles.
    —¿Puede aplicar los primeros auxilios?
    Virya dudó un instante, era obvio que con su tamaño no podía hacer nada por la guerrera moribunda, pero de pronto recordó su entrenamiento y supo que Exedore se estaba refiriendo al sistema de soporte vital del traje de vuelo.
    —Entendido. —confirmó mientras se sujetaba de los pliegues de tela y se movía hacia un costado para alcanzar el dispositivo adecuado.
    Todos los trajes contaban con un sistema que suministraba una serie de químicos diseñados para ayudar a un piloto herido a mantener el conocimiento y seguir combatiendo. Al contrario que la espuma del traje que sellaba las hemorragias, no era algo automático y el piloto era el que decidía si valía la pena utilizarlo.
    El botón estaba diseñado para que hasta un herido grave pudiese accionarlo, pero incluso asi Virya tuvo que usar toda la fuerza que su pequeño cuerpo tenia para empujar el enorme cilindro rojo.
    Se escuchó un sonido apagado, como si en algún lugar bajo ella se liberara una presión de aire y de pronto el pecho de Vaal se infló de repente, lanzando a Virya hacia atrás, estrellandola violentamente contra la pantalla principal.
    La joven ahogó un grito y cayó sobre el regazo de la Meltran, incapaz de hacer otra cosa más que protegerse durante la caída.
    Vaal temblaba violentamente y parecía que los músculos de su cuerpo se movían de forma descontrolada, a través del cristal astillado del casco se escuchó como la piloto tomó una enorme bocanada de aire y de pronto el silencio se hizo en la cabina.
    Virya sentía que la cabeza le daba vueltas, no sentía su cuerpo o, mejor dicho, solo sentía el dolor como si no hubiese otra cosa más debajo de su cuello, era una sensación extraña, como si flotara.
    No estaba flotando.
    Abrió solo un ojo, el otro estaba tapado por la sangre que había manado de su cabeza al golpear la pantalla. Ante sí estaba el rostro de Vaal, visible a través de un enorme agujero en el cristal del casco. La Meltran había levantado a la pequeña micrón con el brazo sano y la sostenía ante si sin decidirse a hacer algo más que mirar fijamente.
    Ambas mujeres se observaron en silencio, ambas heridas y confundidas, ninguna con la suficiente resolución para hacer otra cosa. Fué Vaal la primera en romper el silencio.
    —¿Quien eres? —preguntó con dificultad, apenas en un susurro para otro Zentradi pero que Virya escuchó como el retumbar de una explosión.
    —Soy Virya 712, piloto de Q.Nona miembro del Escuadrón de Defensa Número Treinta.
    Vaal abrió la boca pero no dijo nada, de pronto la comprensión iluminó su rostro —¿Siete? —preguntó.
    De haber podido, Virya se hubiera llevado el puño al pecho, pero en ese momento estaba fuertemente aprisionada por la mano de Vaal y apenas podía moverse. —Soy la piloto número Siete— asintió.
    La enorme Meltran suspiró y al hacerlo un espasmo recorrió su cuerpo haciendo que una mueca de dolor se reflejara en el rostro ensangrentado.
    —Capitana ¿Está..? —comenzó Virya pero la Meltran movió la cabeza de un lado a otro.
    —¿Esta la nave de Kreegan a salvo? —preguntó.
    Virya asintió en silencio y Vaal pareció relajarse al ver su gesto. —Por un momento pensé que estaba en medio de una ruina o un pedazo de nave flotando en medio del espacio… ¿El resto del escuadrón Treinta esta operativo…?
    —Yuwe tomó el mando provisoriamente hasta que podamos rescatarla, Capitana Vaal— contestó Virya con dificultad.
    —¿Bajas?
    —Tres— respondió la joven recordando lo que había informado Yuwe a la Capitán Dulmei. —El resto pudo volver sin problemas.
    Vaal cerró los ojos y por un momento Virya temió que la guerrera hubiese perdido el conocimiento. Al cabo de unos segundos volvió a hablar en susurros.
    —Hemos triunfado entonces
    —Ha sido una victoria completa.
    La guerrera asintió y volvió la vista al frente. —¿Pudieron evacuar la nave de Kreegan a tiempo? La pérdida de una nave insignia es un duro golpe para la flota, pero la vida del Almirante y su tripulación es aún más importante.
    Virya se mordió el labio. —Kreegan todavía está a bordo de la nave, Capitán.
    — ¿A bord…? —un gesto de incredulidad se dibujó en el rostro de Vaal.
    —Al igual que nosotras.
    La guerrera miró a Virya desconcertada un momento, solo un momento, luego comprendió.
    —Aún estamos DENTRO de la nave de Kreegan.
    Virya asintió con la cabeza.
    Vaal quedó en silencio mientras trataba de dar sentido a la situación. Al cabo de unos momentos abrió lentamente la mano y depositó suavemente a Virya sobre su regazo. Una vez que tuvo el brazo libre intentó accionar un control de uno de los paneles laterales de la cabina, a pesar del dolor y las heridas que dificultaban la tarea, finalmente pudo rozar con un dedo el botón que activaba las luces externas.
    Un resplandor blanquecino iluminó el interior de la cabina, así como el enorme agujero al frente de la misma por donde había caído Virya.
    —De-debura! —exclamó Vaal en una mueca de dolor.
    La cabeza de guerra del enorme misil estaba frente a ellas, silencioso y amenazante, cerrando la salida como si de un enorme tapón se tratase.
    —No puede ser...— exclamó la guerrera herida— todavía no ha estallado.
    Pero podía hacerlo de un momento a otro, Virya estaba segura. Por un instante temió que incluso algo tan simple como las luces pudieran perturbar el sueño del arma y hacerlos volar en mil pedazos.
    —¿Yuwe se volvió loca? Deben evacuar la nave y dejarme detonar esta cosa!
    —Eso no es posible— respondió la joven de pie entre los restos del traje de Vaal.
    La enorme Meltran pareció no comprender las palabras de Virya —¿No es posible? —dijo enfadada. —Esta situación en la que estamos… ¿Como se le ha ocurrido iniciar un plan de rescate cuando…? —de pronto guardó silencio y contempló el gigantesco misil. —Entiendo— dijo simplemente.
    Virya tambien lo sabia, pero no había querido decirlo abiertamente.
    Su misión no era rescatar a Vaal, su misión era remover el peligro de la nave de Kreegan a cualquier costo.
    La guerrera cerró los ojos y respiró profundamente. —¿Quien esta a cargo de la operación entonces?
    —El Archivista Exedore— respondió Virya.
    —El Archivista… —el sonido del nombre pareció disgustar a la Meltran— Comprendo— dijo.
    Virya abrió el canal de comunicaciones y compartió la frecuencia con su camarada.
    —Aquí Vaal, esperando órdenes— se limitó a susurrar por el canal de radio.
    —Soy el Archivista del Comandante Kreegan y estoy a cargo de esta misión ¿Cual es su situación Capitan?
    —Sigo viva
    —Algo es algo— contestó la voz por la radio. —¿Como se encuentra su armadura?
    —El reactor parece funcionar normalmente, pero sin los monitores no puedo saber exactamente el estado de todos los sistemas. —dijo mientras miraba el agujero que ahora ocupaba el lugar de las pantallas de monitoreo y navegación.
    Virya escuchaba la conversación por su propio canal de audio mientras miraba con atención a su compañera.
    —¿Puede moverse?
    —Creo que si ¿Cual es el plan?
    —Vamos a desconectar la gravedad artificial de toda la nave y usted deberá empujar el misil hacia fuera lo más rápido y lejos posible.
    Ambas meltrans se miraron desconcertadas.
    —¿Ese es el plan?
    —¿Tiene usted uno mejor? —contestó Exedore mecánicamente. —Si no es así entonces cumpla sus órdenes.
    —Entendido. —respondió Vaal. —Estoy lista cuando….— de pronto el rostro de la guerrera se congeló a mitad de la frase. Virya comprendió que algo muy malo estaba pasando.
    —¿Capitán Vaal..? ¿Qué sucede?
    La guerrera suspiró y cerró los ojos. De pronto, de forma tan repentina que hizo saltar a Virya hacia atrás dió un fuerte golpe contra uno de los lados de la cabina.
    —¡Debura! —exclamó golpeando una y otra vez el metal con su puño. —Debura! Debura!
    La pequeña Meltran sólo pudo observar en silencio mientras Vaal descargaba su furia contra la maltrecha cabina. Al cabo de unos minutos que parecieron horas, la guerrera se detuvo fatigada. La sangre manaba abundante del puño herido y el pecho subía y bajaba exageradamente cuando intentaba respirar con dificultad.
    —Vaal…
    La Meltran abrió un ojo y miró a su compañera. —Se acabó— dijo en un suspiro. —No puedo mover mis piernas Virya.
    La joven guerrera cayó de rodillas con la mirada en blanco. No había nada más que hacer. La misión había fracasado. Permanecieron en silencio mientras el universo giraba en torno a ellas, incapaces de hacer algo más que respirar. Un Zentradi que no puede luchar no servia para nada.
    —Estoy segura que Yuwe será una excelente Capitana— dijo de pronto Vaal con la voz aún más débil que antes— deberías salir ahora que puedes y regresar al Escuadrón Treinta Virya…
    —Me niego a fracasar en mi misión— contestó la joven obstinadamente con la cabeza baja.
    Vaal suspiró profundamente. —Yo estoy acabada, pero tu eres una guerrera con un potencial increíble. Desde que te vi en el campo de batalla lo supe. ¿Y sabes que? —La Meltran extendió la mano lo más delicadamente que pudo y con la punta del dedo índice obligó a Virya a levantar la cabeza para mirarla a los ojos— Creo, Virya, que tu muerte sería un golpe más duro para esta flota que la pérdida de esta nave…
    —Capitán… yo..
    Vaal sonrió complacida. —Vete, es una orden.
    La joven guerrera se puso de pie de inmediato. Era una reacción automática que su cuerpo ejecutaba al recibir una orden. Virya temblaba, no sabía porqué, pero su cuerpo y su cabeza parecían dos entidades separadas. Casi sin darse cuenta comenzó a escalar las paredes deformadas de la cabina en dirección al enorme agujero por donde había caído. Salir iba a ser mucho más difícil que entrar, especialmente con las heridas que su débil cuerpo había recibido. Jadeando, casi sin aliento logró encaramarse a un reborde de metal doblado y de pronto estuvo fuera de la cabina. Las luces de la armadura iluminaban la cubierta donde estaban atrapados, pero Virya veía perfectamente varios pasillos que comunicaban las diferentes cubiertas de la nave. Si pudiera seguir uno de ellos hasta alcanzar el hangar o una esclusa de emergencia…
    Sintió un ligero estremecimiento y su cuerpo comenzó a sentirse más ligero. A su alrededor pequeñas esquirlas de metal y vainas de munición comenzaron a elevarse lentamente.
    —La gravedad artificial— exclamó asombrada Virya.
    Se dio vuelta y contempló la maltrecha cabina del Queadluun. Vaal se veía tan pequeña desde ahí arriba, tan vulnerable....casi parecía tan micrón como ella.
    De pronto algo cambió en su cabeza.
    Virya lo sintió o, mejor dicho, dejó de sentirlo. Había algo que dirigia su vida, su lucha, su misma existencia.
    Eso ya no estaba.
    Por primera vez en su vida, Virya estaba segura de ser la dueña de todo su cuerpo. Estiró un brazo y se sujetó de una viga transversal, entonces se inclinó hacia abajo y dió un pequeño impulso con sus pies en dirección a la cabina.
    En dirección a Vaal.
    La veterana guerrera abrió los ojos sorprendida al distinguir la pequeña silueta que flotaba hacia ella resaltando nítidamente en el fondo iluminado por los reflectores de la armadura
    —Virya regrese ¡Es una orden!
    —No
    La palabra dejó boquiabierta a Vaal. «No», nunca habia escuchado esa palabra en boca de una subordinada.
    —Tu… tu no puedes negarte a recibir una orden… Virya ¿Que sucede? —El rostro de la guerrera estaba pálido, había duda en los ojos verdes y los labios le temblaban visiblemente.
    Sin decir una palabra, Virya se agarró de los restos del traje de Vaal y se colocó sobre los enormes bloques de espuma aislante.
    —Aqui Virya— gritó por radio ¿Me reciben?
    Del otro lado de la transmisión se hizo un silencio. De pronto la voz de Exedore resonó por los parlantes. —¿Qué sucede? ¿Aún no han comenzado a moverse?
    —Las piernas de la Capitán Vaal están paralizadas, yo voy a pilotar la armadura en su lugar— respondió Virya con un extraño tono de voz.
     
  16.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

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    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    3239
    55



    La pantalla se apagó y la tenue luz anaranjada volvió a iluminar la celda (o mejor dicho la habitación) de Will. Matt se había recostado en la cama de su amigo con la espalda apoyada contra la pared mientras miraba la proyección de su Pad en el espacio libre que hacía de pantalla y lugar de proyección en el pequeño espacio.
    —Un cañon de Energia Dimensional...—exclamó Will con un silbido. —ofrecería uno de mis riñones por la oportunidad de presenciar una descarga de una de esas cosas.
    El joven caminaba por la celda describiendo la capacidad destructiva de la terrible arma con grandes gestos de sus brazos, luego se sentó al lado de Matt y tomando el Pad de su amigo buscó un video en los archivos.
    —Mira— dijo señalando la pared.
    El aparato proyectó la imagen hacia la zona libre de la pared y el video en Alta Resolución llenó todo el espacio. Matt conocía la enorme mole gris que ocupaba casi toda la pantalla y no se sorprendió cuando la imagen mostró como todo el frente de la nave se separaba en dos y un enorme rayo de color naranja arrasaba con todo el frente de la isla, montañas y playas incluidas, para acertar de lleno a un par de naves exploradoras Zentradi que acababan de entrar en órbita del Planeta Tierra.
    —Es el mismo tipo de arma Matt, el cañon de energia de un Gunship (1) del Ejército de Supervisión— explicó su amigo entusiasmado.
    Matt por su parte ya conocía el video de memoria, era parte de la iconografía popular, como el incendio del Hindenburg o las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Retazos de la historia cada vez más lejana. Miró a su amigo y suspiró profundamente; Tass no debía de haberle enviado esa grabación de video de una de las cámaras de vigilancia del Campo, lo que menos necesitaba su amigo ahora era obsesionarse con otra clase de armas, mucho más peligrosas y letales que los misiles.
    ¿Entonces? —preguntó tratando de cambiar de tema
    Will bajó los brazos y miró con calma las fotografías de la pared. —Que sea lo que tenga que ser, Matt— dijo volviéndose con una sonrisa en los labios.
    El joven pelirrojo lo miró atónito. —Amanda no va a dejar que te extraditen Will.
    —¿Estás seguro? —Contestó su amigo mientras daba unos pasos por el centro de la celda. —Amanda no es lo todopoderosa que creíamos cuando éramos niños Matt… si tiene que arrodillarse ante los militares para que dejen en paz a su Colonia, lo va a hacer, no te quepa ninguna duda.
    —Sos un Colono, sos parte de lo que ella juró proteger.
    —¿Proteger?— Will miró fijamente a su amigo —¿Este montón de chatarra? No me hagas reir Matt… el único peligro que corremos es que algun dia Gray se jubile y nos quedemos sin nadie que nos traiga verduras frescas todos los meses.
    Matt le devolvió una mirada fulminante. —No— dijo. —Es cierto. Tal vez no nos amenace nada ahora mismo, pero al menos Amanda hace lo posible para protegerte de ti mismo.
    El asombro de Will dio paso a un gesto ofendido. —¿Desde cuando estás de lado de Amanda? —dijo con sorna.
    —Vos sabes perfectamente de que lado estoy Will. —No quiero que ninguno de mis amigos se haga daño.
    —Jamás quise poner en riesgo la vida de nadie.
    —Y sin embargo lo hicistes.. Cinthya…
    —¡Ah! —Exclamó Will señalando al joven pelirrojo con el dedo —¡La inspectora Cinthya! ¿Esa era toda tu preocupación, Matt?
    El joven se sonrojó, pero no supo si era por efecto de la vergüenza o la furia.
    —Casi matas a ambos ahi afuera. A Cinthya y al piloto que la transportaba —dijo apretando los dientes.
    —No. —La negativa de Will sonó con un tono grave. —Fueron ellos los que se arrojaron sobre el peligro, fueron ellos los que actuaron de manera suicida.
    —¿”Ellos”? —Matt se puso de pie de un salto. —Cinthya no pilotaba esa nave Will, ella es inocente.
    Will se acercó a Matt, le sacaba casi una cabeza de altura por lo que al hablar lo miraba desde arriba.—Entonces no me recrimines a mi, ve a gritarle a ese piloto de pacotilla que se arrojó de cabeza a un enjambre de misiles.
    Matt cerró los puños con fuerza —No es posible!
    —¿Que no? —Will se cruzó de brazos. —Lo vi todo por el radar EWR de la plataforma, el piloto aceleró hacia los misiles en el momento en que los enganchó.
    —«Lo… viste?» —la voz que sonó por los intercomunicadores hizo sobresaltar a los dos amigos
    —¿Tass? —Preguntó Will mirando hacia el techo —¿Desde cuando estás escuchando…?
    —¡Will! —Exclamó la voz de la joven —!Me dijiste que no habías detectado al VF-17 en el EWR en el momento de lanzar los misiles! ¡Lo juraste!
    El joven retrocedió asustado, como si temiese a la voz que provenía desde el techo
    —Yo..
    Ahora Matt podía ver claramente cómo el sudor perlaba la frente de su amigo ¿Qué demonios estaba pasando?
    —Tass no, no fue así..
    —Will idiota! ¡Eso lo cambia todo! Si disparaste adrede los misiles contra una nave de la NUNS en el radar no tienes ninguna excusa posible! ¡Había una civil a bordo, van a condenarte por terrorismo!
    —¡No! —gritó el joven. —¡No soy un terrorista Tass, yo no sabia que habia una civil a bordo de esa nave! El joven se agachó y quedó de cuclillas mientras se tomaba la cabeza con ambas manos. Matt jamás había visto a su amigo así.
    El silencio envolvió la celda como un pesado manto, solo roto por los sollozos del joven acurrucado en un rincón. Matt estaba paralizado y miraba con ojos abiertos la escena sin saber que hacer. Solo el zumbido de su pad pudo sacarlo del trance en que se encontraba.
    —Matt, contesta de una puta vez! —se oyó imperiosa la voz de Tass por el parlante.
    Matt levantó el aparato y se lo llevó mecánicamente al oído.
    —Tass… ¿Que sucede? ¿Porque…?
    —Pueden fusilar a Will si lo encuentran culpable del cargo de terrorismo Matt, eso es lo que sucede.
    El rostro de Matt se puso tan pálido que parecía de un color grisáceo.
    Todos los recuerdos de su infancia, las incontables salidas con su grupo de amigos, las travesuras compartidas. Todos los momentos vividos hasta entonces desfilaron frente a sus ojos.
    —Tienes que ayudarlo— dijo con un hilo de voz —¡Tenemos que hacer algo Tass!
    —Maldición… ¡Maldición! ¡Maldición! —repetía la joven.
    —¿No puedes eliminar los registros, Tass?
    Se oyó un golpe sordo, como si Tass hubiese golpeado algo que tuviese cerca. —No soy Hacker Matt, si es a lo que te refieres… apenas soy una simple Emuladora...no, los datos de la red EWR están fuera de mi alcance… solo puedo revisarlos, no puedo modificarlos ni borrarlos… ¡Maldición Will, no puedo creerlo!
    Se volvió a escuchar el golpe sordo y el silencio volvió a reinar en la habitación.
    —Hay que sacar a Will de la Colonia— dijo finalmente Tass
    El joven pelirrojo dejó que el Pad se deslice fuera de su oído. ¿Esa era la solución? ¿Convertir a Will en un fugitivo?
    —Tiene que haber otra manera— dijo en voz baja
    En ese momento Will pareció reaccionar a la voz de Matt y levantó la cabeza. Tenía los ojos rojos y llenos de lágrimas.
    Matt se agachó y puso una de sus manos en el hombro de su amigo. —Vamos a ayudarte, no se como pero no vamos a dejar que esos militares te maten Will.
    —No quiero morir Matt, yo no sabia… enserio.
    —No te vamos a abandonar viejo, nunca.
    Will abrió los ojos y miró incrédulo el rostro de su amigo, entonces se largó a llorar. Matt nunca lo había visto llorar a lágrima viva como lo hacía en ese momento.
    —Will….
    El joven apartó la mano de su amigo de un golpe —¡No me lo merezco! —gritó de pronto —Soy un traidor Matt, no merezco que me sigan llamando amigo!
    —Will…que estas..?
    Pero el joven no lo escuchaba. Víctima de un ataque de nervios se había recostado en el piso mientras se abrazaba fuertemente.
    —Will…. —Matt estaba destruido. El ver a su amigo reducido a semejante estado era como una lanza clavada en su pecho. Sentia que debia hacer algo pero su cabeza se negaba a obedecerlo. Solo podía estar ahí, parado frente a su amigo, con los puños cerrados y las uñas clavándose en las palmas de sus manos. Completamente impotente de cambiar el destino de sus seres queridos.
    La llamada imperiosa de Tass lo trajo devuelta. Se agachó como en sueños y recogió el Pad que había caído minutos antes al piso de la celda.
    —¿Matt? ¿Estas ahi?
    —Tenemos que hacer algo Tass…. lo que sea, tenemos que salvarlo!
    Tass acomodó el auricular en la otra oreja y respiró hondo. —Escucha Matt, lo primero es controlar la situación, hagamos lo que hagamos no ganaremos nada perdiendo la cabeza ¿Me sigues?
    —Te sigo.
    —Bien, lo primero es analizar la situación con la cabeza fría, evaluar nuestras opciones y elegir lo mejor para Will. ¿Como se encuentra?
    Matt miró a su amigo, acurrucado en un rincón había adoptado una posición fetal. Hipaba y sollozaba a intervalos regulares.
    —Está teniendo una especie de crisis Tass.
    —Me lo imagino. Trata de ver en la oficina del guardia si hay alguna caja o gabinete de primeros auxilios, debería haber algún calmante o algo.
    Matt salió de la celda y se dirigió a la pequeña oficina desierta, apenas amueblada con un escritorio, una silla y varios monitores de seguridad. Sobre una de las paredes colgaba un pequeño botiquín blanco al lado de un extintor y un panel de control de vigilancia.
    —¿Que debo buscar? —preguntó el joven mientras abría el botiquín y contemplaba las hileras de pequeños frascos y cajas.
    —No creo que haya un calmante ahí adentro, pero busca alguna pastilla o gotas para dormir. Tass le pasó a Matt algunos cuantos nombres genéricos de medicamentos hasta que el joven localizó unas gotas que coincidian con lo que estaba buscando.
    —Dale diez gotas de eso diluidas en agua Matt— explicó la joven que al parecer había estado consultando la información en alguna base de datos. —Deberían bastar para tranquilizarlo.
    —¿Quieres dormirlo? —Preguntó el joven confundido
    —Quiero ganar tiempo. Al parecer las comunicaciones de la Red Galaxy estan caidas y estoy segura que Jim no informó de lo sucedido a sus superiores.
    —¿No puedes convencer al piloto para que no reporte a Will?
    A través del auricular escuchó el suspiro profundo de la muchacha. —Tal vez Matt.. no lo sé… Jim es una buena persona pero tiene un gran sentido del deber. Voy a hablar con él pero creo no es Jim el problema…
    —Es Amanda —dijo el joven mientras entraba a la celda. —Si ella se entera de esto…
    —No nos apresuremos Matt, resolvamos un problema a la vez.
    Will seguía en el mismo sitio asi que Matt se acercó a la mesita auxiliar cerca de la cama y tomó la jarra de agua que se encontraba junto a un vaso de metal. Llenó con cuidado el recipiente y colocó las gotas tal como Tass le había indicado.
    —Bébete esto Will —rogó a su amigo mientras lo sostenía firmemente con un brazo alrededor de la cintura.
    El joven parecía carecer de toda voluntad, apenas el vaso tocó sus labios bebió el líquido a medida que Matt lo inclinaba para ayudarlo. —Eso es viejo, vas a estar mejor, te lo prometo.
    Will sollozó un poco y se recostó nuevamente. Matt suspiró y haciendo uso de todas sus fuerzas levantó a su amigo con dificultad arrastrándolo hasta la cama.
    Matt acomodó la almohada bajo la cabeza del joven. Will abrió un poco los ojos y miró a Matt con gratitud. —Harmony está lista, ve y úsala —dijo y se quedó dormido.
    Matt se quedó unos momentos viendo como la respiración de su amigo se hacía más pausada y regular. Finalmente salió de la celda cerrando con suavidad la puerta corrediza
    —¿Listo? —Preguntó Tass
    —Está durmiendo.
    —Bien, será mejor dejarlo solo por el momento. Tu ve a almorzar que yo lo vigilaré por el sistema de monitoreo.
    —Gracias Tass— dijo el muchacho mientras caminaba por el pasillo que comunicaba los calabozos con la oficina de seguridad. —No sabía.. te juro que no sabia que hacer...
    —Confía en tus amigos Matt, eso es todo lo que debes hacer— dijo la joven y cortó la comunicación.

    El joven pelirrojo caminó hasta el elevador mientras meditaba en las últimas palabras de Will antes de quedarse dormido; “Harmony estaba lista” se repetía en su mente ¿Pero acaso tendría el valor de usarla? Will era quien debía acompañarlo durante su primera experiencia pero ahora… ¿Podría usar a Harmony para sacar a su amigo de la Colonia?
    Las puertas se abrieron frente al joven y este entró inmediatamente, colocando el Pad cerca del sensor para activar su autorización de uso.
    Al hacerlo el panel de botones se iluminó en verde y Matt permaneció unos segundos mirando los pequeños rectángulos de plástico con números y letras que formaban el teclado del elevador ¿A donde ir? Tocó un botón cualquiera y dejó que el aparato lo llevara adonde quisiera.
    Las puertas se cerraron con un leve chasquido y Matt comenzó a ascender por el interior de la gigantesca nave.
    Su Pad comenzó a vibrar indicando que había una llamada entrante.
    Matt bajó la vista y observó la fotografía de Akemi junto a su número de identificación y nombre del contacto. Hizo un gesto cortante con la palma de su mano libre y el aparato colgó la llamada. tarde o temprano tendría que comunicarle las malas noticias a Akemi y los demás… pero no hoy, no ahora. Tass tenía razón en algo, no era prudente apresurarse. Si iban a hacer algo por Will, mejor hacerlo juntos y en común acuerdo.
    «Traidor» Las palabras de Will acudieron a su mente ¿Por Qué había dicho eso Will? ¿Que podía significar?
    El había hecho lo que siempre hacía, disparar salvas de misiles lejos de la Colonia, en la periferia del campo. Era una estupidez y había sido castigado docenas de veces, pero nunca habia en puesto en riesgo su propia vida ni la de los demás, era algo que Will siempre se tomaba muy en serio.
    Y sin embargo… algo en la cabeza de Matt sonaba con un ruido desagradable, como una máquina mal ensamblada cuyas piezas no encastraban del todo. Will siempre había tenido planes descabellados en mente, pero eran parte de su juego. Incluso la idea del Proyecto Harmony había parecido una locura en cuanto lo discutieron hacía casi dos años atrás y fue necesaria toda la ayuda de Tass y el mismo para llenar los huecos que el plan de Will tenía desde el principio.
    ¿Era este un plan de Will que había intentado realizar sin ayuda de sus amigos? ¿Acaso lo había hecho todo a propósito sin prever las consecuencias que implicaba involucrar a los militares? ¿Con qué fin? Incluso si como decía Will, si los misiles no hubieran presentado un peligro real para el piloto… su amigo estaba convencido sobre su destino en cuanto las noticias de lo sucedido hubiesen alcanzado a los superiores del piloto. La extradición para su interrogatorio sería era el siguiente paso…. entonces..
    —Hijo de puta.
    Matt golpeó con fuerza la pared del fondo del elevador. Fué una reacción de pura furia que hizo estallar el espejo que cubría la parte superior de la pared. Los pedazos de cristal saltaron en todas direcciones mientras el muchacho mantenía el puño aplastado contra los restos de espejo y sangre que caían hacia el suelo.
    —Maldito seas Will… ¡Maldición!
    Las puertas se abrieron y Matt salió tambaleándose del elevador. Tenía la mano derecha sangrante y con varios pedazos de cristal aún clavadas en la carne, pero el joven no daba muestras de sentirlos.
    Ahora lo comprendía todo. Era demasiado claro.
    Will había intentado irse de la Colonia de la única forma en la que no hubiese tenido que dar explicaciones. Por la fuerza.
    —Idiota.. Idiota! idiota! —repetía Matt mientras caminaba por el largo pasillo apoyado en una de las paredes de metal
    Su amigo no tenía el dinero suficiente para pagar un pasaje fuera de la Rainbow. Tenía un empleo y un buen sueldo claro, pero así y todo hubiera necesitado varios años de duro trabajo para juntar el dinero necesario para costearse un viaje fuera de la Colonia… ¿Y con qué fin? Había sido un plan extremadamente estúpido, digno de Will por supuesto ¿Porque no lo había sospechado antes? Eran demasiadas casualidades, demasiadas.
    Y sin embargo no lo habían visto, no hasta que fue demasiado tarde. Ahora la vida de Will dependia de factores completamente imprevisibles ¿Que haría Amanda? ¿Y el piloto? ¿Y Cinthya?
    El pensar en ella lo hizo detenerse. Ahora la mano le dolía mucho y la sangre goteaba sobre las placas metálicas del piso de forma que había estado formando un pequeño rastro desde que saliera del elevador. Miro hacia ambos lados, sin recordar como había llegado ahí ni donde estaba. Al final del pasillo vislumbró una luz blanquecina, por lo que decidió seguir avanzando por el mismo camino.
    Para su sorpresa salió al hangar principal de la Rainbow.
    Reconoció inmediatamente el enorme recinto, lleno de cables y materiales de construcción formando altos montículos ordenados a cada lado de las calles de acceso de los vehículos de transporte de personal.
    Las luces estaban apagadas, salvo por una serie de reflectores blancos que iluminaban un sector del hangar unos cien metros más adelante. Matt suspiró y fue hacia allí.

    Al dar la vuelta a un enorme rollo de cable de alto voltaje se topó de frente con una aeronave extraña. Era de un azul oscuro casi negro, aunque por las manchas desiguales del fuselaje era evidente que la pintura quemada hacía parecer a la nave mucho más oscura de lo que era en realidad.
    Matt no era un experto en hardware militar como Will o Tass, pero no dudó ni por un segundo que esa aeronave no fuera el caza donde Cinthya había llegado a la colonia.
    Incluso para el poco entrenado ojo de Matt el mal estado de la aeronave era evidente. Le faltaban varios paneles y el triángulo que formaban las alas estaba bastante torcido en los bordes.
    Se acercó lentamente, sintiendo un temor reverencial hacia esa extraña máquina de destrucción, que incluso en reposo y sin nadie a bordo parecía irradiar un aura de peligro inminente.
    La cabina estaba cerrada y las esperanzas de Matt de poder hablar con el piloto se desvanecieron en el aire. Después de todo ¿Qué podía hacer? ¿Pedirle por favor que no denunciara a su amigo? Extendió la mano izquierda y acarició el borde del ala. Sentia el frio del metal y la textura irregular cruzada de marcas y rayones, como si de una piel imperfecta se tratase.
    —¿Matt?
    La voz lo sorprendió e hizo que retrocediera de inmediato. Había alguien del otro lado del caza, al parecer recostado contra el tren de aterrizaje y envuelto en las sombras que proyectaba el fuselaje.
    La sombra se incorporó y agachándose pasó por debajo del avión, saliendo de pronto a la luz frente al confundido muchacho.
    —¿Cinthya? —Atinó a preguntar Matt con apenas un hilo de voz.

    El mundo parecía haberse detenido para ambos.
     
  17.  
    Gerli

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    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
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    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
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    —¿Cómo dijo?
    Mina no había escuchado mal, simplemente no podía creer las palabras del Doctor Evans.
    —Al mismo tiempo— respondió el hombre mientras deslizaba un dedo sobre su Pad.
    La joven volvió a inclinarse sobre el microscopio. Lo que veía era una estructura cristalina color violácea, similar al cristal de Cuarzo aunque no reconocía a que clase de ordenamiento pertenecía. No habia ejes de simetría, los componentes del cristal parecían emerger de puntos al azar en su estructura en vez de formar los hexágonos característicos.
    —El color no es causado por ningún mineral— dijo ajustando el haz de luz del microscopio para enfocar mejor el objeto. —No parece absorber ningún patrón de luz tampoco ¿Infrarrojos o Ultravioletas?
    —Esta clase de mineral no absorbe la luz— explicó el hombre más interesado en el contenido de la pantalla que en la curiosidad de la joven.
    Mina levantó la vista una vez más dejando que sus ojos se acostumbraran a la luz difusa del laboratorio. —Me parece algo increíble— dijo. —Un material asi no deberia ni siquiera existir… viola toda clase de leyes físicas conocidas… ¿Como es posible?
    —Si lo supiera ahora mismo tendría un premio Nobel en este escritorio— exclamó el hombre con una carcajada. —Así de misterioso es el Cuarzo Fold.
    —Un material que existe en dos dimensiones al mismo tiempo —La simple idea le parecía ridícula. —La cantidad de energía necesaria para transportar materia entre dimensiones hace imposible que un objeto pueda mantener una forma estable si dicha energía es interrumpida durante la transición… ¡Y esto ni siquiera está formado por elementos estables!
    Sin esperar respuesta extrajo el portaobjetos de cristal y observó el pequeño punto violeta que se destacaba en el centro.
    —¿De qué estará hecho? —se preguntó a si misma mientras giraba la cabeza en dirección a uno de los aparatos que ocupaba uno de los anaqueles de la pared opuesta. Evans captó la mirada y el gesto de la muchacha de inmediato.
    —Ni se te ocurra.
    Mina apartó la vista del espectrómetro láser con la decepción pintada en el rostro, pero comprendía perfectamente el porqué de la advertencia de Evans; la muestra era muy pequeña y si la vaporizaban para analizar su composición se quedarían sin nada.
    —Es tan pequeño… —exclamó con un suspiro.
    —Así y todo demoraron CINCO años completos en aprobar el envío de una mísera muestra… y creo que al final lo hicieron porque se han cansado de no conseguir resultados en todo este tiempo. —Evans señaló el Espectrómetro con el Pad— no te preocupes por la composición, está hecho de materiales relativamente conocidos, puedes encontrar esos componentes en cualquier enana negra.
    —¿Osea que esta hecho de estrellas muertas?
    —No suena muy poético ¿Eh? —dijo el hombre mientras se levantaba tras el escritorio. —En todo caso el misterio con esta cosa no es su composición… es como está construido y por qué.
    Mina colocó el portaobjeto en el cofre de muestras con mucho cuidado. —¿Fabricado? —preguntó intrigada. —¿Es artificial?
    —Al menos esta muestra lo es —dijo Evans señalando la pantalla de la pared —Mira.
    Usando el Pad proyectó una serie de imágenes que había estado seleccionando previamente. La geografía resultó sumamente conocida para Mina.
    —La Isla Mayan —exclamó sorprendida ¿Que tiene que ver…?
    —Por el momento, todo. Esta cosa viene de ahí.
    La joven caminó unos pasos hasta que su nariz estuvo a pocos centímetros de la imagen. —¿Es tecnología de la Protocultura entonces?
    —Eso parece— explicó el hombre. —Hace relativamente poco que nosotros los investigadores independientes tenemos acceso a la documentación y evidencias de los sitios arqueológicos Pre-ASS-1, por lo que muchas piezas del rompecabezas todavía no estaban ni siquiera frente a nuestros ojos. Ahora que el Gobierno Unificado ha empezado a desclasificar informes de esa época tenemos algo más de material con el que trabajar.
    —Estos cristales… ¿Que hacía la Protocultura con ellos? —preguntó la joven.
    —No sabemos— dijo Evans encogiéndose de hombros. —La tecnología del AFOS era similar a la encontrada en la ASS-1, al menos eso es lo que se desprende de los análisis forenses del espécimen que estuvo en poder de los militares antes de la finalización de la Guerra de Unificación
    —¿Estuvo? —preguntó la joven confundida —¿Fue destruido?
    —Tampoco se aclara en los documentos, pero teniendo en cuenta las enormes bajas sufridas por la Task Force de la UN, no sería extraño. Lei que solo sobrevivió el Portaaviones Asuka II al ataque de las fuerzas AntiUN
    La joven asintió en silencio. —¿Y los cristales…?
    —No había de esos cristales en la ASS-1, ni nada remotamente parecido a ello. La mayoría de los investigadores creen que es una tecnología exclusiva de la misión que realizaba el AFOS y no tenía aplicación militar en sus naves de combate.
    La imagen de la pantalla mostraba ahora un emplazamiento submarino. varios sumergibles y sondas de exploración iluminaban un profundo nicho en la roca rodeado por varias estructuras coralinas de extraño aspecto.
    —Este es el “nido” donde estuvo oculto el AFOS hasta la batalla de la isla Mayan, de aquí provienen las muestras de los cristales.
    —¿No se tratará de un subproducto de desecho? —preguntó la joven acercando y alejando la imagen con los movimientos de su mano
    Evans se rió con ganas —¿Excrementos? No lo creo… ojala la Protocultura cagase estos cristales, solo tendríamos que buscar sus baños por toda la galaxia y entonces obtendriamos mas muestras para estudios... pero no — dijo al observar el gesto de desagrado de Mina. —Lamentablemente no es así y solo podemos teorizar con las pocas muestras que tenemos.
    Mina se alejó de la pantalla pensativa mientras Evans la observaba con atención. —Sabía que te iba a interesar —dijo el hombre. —Es la pista más importante que tenemos sobre la intervención de la Protocultura en los planetas con desarrollo de vida inteligente… claro que no es justamente eso lo que interesa a los militares.
    Mina asintió con la cabeza. —Ni hablar… de seguro encontrarian una forma de convertir esto en un arma dimensional.
    —Cosa que dudo mucho que logren a estas alturas… después de todo la Protocultura es la raza más avanzada de la Galaxia y nosotros apenas hemos arañado un poco en su historia y copiado algunas de sus obras más importantes, pero estos cristales… estos cristales son algo diferente— dijo el hombre señalando el contenedor blindado donde descansaba la preciada muestra. —Mira esto.
    Evans tomó la muestra de dentro de la caja y la llevó hasta una de las mesas de estudio. Luego de colocarla cuidadosamente en el centro de la misma estiró un brazo y desplegó un instrumento que estaba adherido al techo, una especie de campana metálica que cubrió casi la totalidad de la mesa.
    Luego de cerciorarse que la muestra estaba justo en el centro del aparato caminó hasta el escritorio y se sentó frente a la pantalla haciendo un gesto con la mano para que Mina se acercara.
    La joven se puso tras el investigador y observó la pantalla frente a ellos.
    Evans introdujo una serie de comandos con el teclado y la intensidad de la luz del laboratorio bajó aún más, ahora solo los rodeaba una penumbra azulada producto de las numerosas pantallas holográficas desparramadas por la habitación.
    Una melodía comenzó a sonar en el laboratorio.
    Mina reconoció inmediatamente de que se trataba al escuchar las primeras notas del piano pero no estaba en absoluto sorprendida; Evans usaba al pobre de Matt para sus investigaciones desde que el chico había puesto sus manos en un piano. Lo que verdaderamente la sorprendió fue la reacción del cristal a la música
    —Esta emitiendo luz— exclamó asombrada viendo la imagen del cristal agrandada e iluminada por una cámara montada en la campana que descansaba sobre la mesa.
    El cristal brillaba levemente al principio pero comenzó a aumentar la intensidad a medida que el piano de Matt aumentaba la intensidad de las notas, perfectamente sincronizado con la melodía.
    —¿Sound Energy? —preguntó Mina aunque era demasiado obvio. —¿Está resonando con la música?
    —Esta absorbiendo la música, Mina
    La joven miró la pantalla y luego miró al hombre —¿Absorbiendo?
    —En este momento la música de Matt está entrando al espacio dimensional a través del Cristal Fold.
    Mina sacudió la cabeza. —Creía que la Sound Energy se propagaba al mismo tiempo por ambos espacios ¿Como es posible que sea absorbida de esta dimensión?
    —Velo por ti misma.
    Un holograma se proyectó sobre la mesa donde descansaba la muestra. Era una grilla de finas líneas verdes que formaba un campo de observación cuyo centro era la muestra de Cristal FOLD.
    —Ahora observa la Sound Energy interactuar con el campo— dijo el hombre mientras presionaba una tecla.
    De pronto la grilla se llenó de un patrón de olas sobre la superficie de líneas, como olas en un mar de jade agitado por un viento fuerte. Tal como había dicho Evans, en el centro del campo se había formado un remolino donde la energía era atrapada y absorbida como si un agujero negro en miniatura se tratase.
    —Es increíble — exclamó la joven —¿Y que produce esa luz tan intensa?
    Evans se cruzó de brazos mientras miraba la pantalla con la cabeza ladeada —Eso es lo más extraño— dijo. —La Sound Energy no lleva Fotones, estos aparecen de la nada en el exacto momento en que la energía es consumida.
    —Los fotones no tienen masa— dijo Mina recordando sus lecciones de física— pero si llevan energía ¿Acaso extrae esa energía de la que cae dentro del cristal?
    —No dan las cuentas, la Sound Energy lleva mucha más energía que la que se emite de vuelta. Algo “se pierde” en el cristal y lo que vuelve no logra equilibrar el gasto.
    Permanecieron en silencio observando la imagen de video mientras la canción de Matt seguía sonando, ahora mucho más suavemente hasta que finalmente terminó con las últimas notas de la composición que el cristal acompañaba con su brillo cada vez más tenue. Una vez que el cristal volvió a su estado de reposo Mina se atrevió a hablar nuevamente.
    —¿Como usaria esto la Protocultura?
    —Nadie lo sabe, pero yo tengo una pista— dijo poniéndose de pie.
    Mina siguió al hombre con la mirada mientras se dirigía a un gabinete de refrigeración especial donde se guardaban varias muestras de tejidos. Luego de buscar unos minutos extrajo un pequeño recipiente alargado con un poco de material rojizo en el fondo.
    Evans agitó el recipiente y lo examinó atentamente. —Hace años que no la usaba— dijo mientras cerraba la puerta y una nube de escarcha se expandía por el piso.
    Caminó hasta el banquito frente al microscopio y colocó el material en un portamuestras con cuidado, luego de una última inspección lo colocó bajo la lente y ajustó la magnificación para obtener una imagen nítida.
    —Ponlo en la pantalla así podemos verlo los dos juntos— dijo.
    La joven asintió y sentándose frente a la computadora de Evans introdujo las instrucciones apropiadas. Al instante pudo ver el material proyectado en el monitor y en la pantalla grande del otro lado de la habitación.
    —¿Sangre? —Preguntó dubitativa Mina. —¿Sangre Humana? —Las células eran fácilmente reconocibles, glóbulos rojos, plaquetas y algunos glóbulos blancos…muertos y congelados en su sitio desde hacía tiempo ¿Años quizás? Todo normal hasta cierto punto.
    —Ahora pon la canción de Matt dijo.
    Mina asintió y trajo al frente el reproductor de música que había quedado oculto tras las pantallas de video. Apretó Play y dejó que comenzase la música.
    Ambos observaron detenidamente la pantalla mientras la canción de Matt comenzaba a sonar despacio al principio, pero ganando intensidad a cada momento.
    Las células muertas comenzaron a revivir lentamente, acompañando la música como si despertaran de un largo sueño.
    Mina ya estaba prevenida, conocía el maravilloso efecto de la Sound Energy pero nunca lo había visto en sangre humana. Plantas y animales habían sido objeto de estudio habitual pero ¿Tejido humano? Era fascinante, pero era algo ya conocido.
    —Ahora pon el filtro número tres. —Indicó Evans
    Mina apoyó suavemente el dedo en la pantalla, justo sobre una pequeña pestaña en la parte superior de la ventana y un tipo de visualización diferente se aplicó a toda la imagen de video.
    Las células, ahora perfectamente activas, brillaban levemente.
    Con tonos violáceos.
    —Dios mío exclamó la joven… —¿Es el mismo tipo de…?
    —Si, la misma radiación de Fotones que en el Cristal FOLD
    Volvieron a permanecer en silencio observando los pequeños puntos de luz que aparecían aquí y allá en las células… no había ningún patrón aparente, simplemente la luz surgía en un punto para apagarse inmediatamente.
    Esperaron a que terminara la música y las células recuperaron su apariencia normal.
    —¿Cualquier tipo de sangre reacciona de la misma manera? —Quiso saber Mina
    —Oh no, solamente este tipo— dijo Evans retirando la muestra del microscopio… —A decir verdad no sabía que podía ocurrir esto, ahora lo acabo de confirmar.
    —¿No lo sabía? —Mina estaba confundida
    —Me había olvidado de esta muestra— contestó Evans mientras colocaba la sangre en el tubo y la sellaba con cuidado. —La tengo hace más de diez años y solo la recordé anoche, antes que la Rio Grande llegara con el Cuarzo FOLD.
    Mina guardó silencio mientras Evans guardaba la muestra en el refrigerador y volvía a cerrar la puerta del mismo.
    —¿De quién es esa sangre? —Preguntó
    Evans estaba apoyado en el refrigerador mientras miraba pensativo una de las pizarras que colgaban de las paredes. La voz de la joven pareció hacerlo volver en sí. —¿De quien…? Pues de un habitante de la isla Mayan por supuesto.
    Mina tenia cientos de preguntas para hacer pero en ese momento una alarma sonó en el bolsillo del guardapolvo que se había puesto al entrar al laboratorio.
    Extrajo el aparato y comprobó rápidamente el mensaje que había llegado —Casi se me olvida! —exclamó de pronto. —No sabia que era tan tarde!
    —¿Sucede algo? —Preguntó Evans
    Mina guardó el Pad en su bolso y se quitó el delantal lo más aprisa que pudo. —Los chicos me están esperando para comer— dijo mientras colgaba la prenda en un perchero cerca de la puerta. —Me encantaría quedarme y acribillarlo a preguntas pero me están esperando hace media hora.
    El hombre asintió con la cabeza. —no te preocupes Mina, ya has visto lo que quería que vieras. Hablaremos de los detalles más tarde.
    La joven saludó rápidamente con la mano y salió a toda velocidad por la puerta del laboratorio.
    Quería ver a Matt, era lo único que importaba en ese momento.
     
  18.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

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    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
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    —No lo soportará.
    Virya comprendió inmediatamente que las palabras del Archivistas no representaban una opinión, sinó una certeza.
    —Lo soportará, tiene que hacerlo— repitió la guerrera con total determinación. —De todas formas moriremos.
    —Eso no sirve— respondió el Zentran. —Un plan de esas características… ni siquiera yo tengo registros que pueda usar para analizar las posibilidades de éxito.
    La joven levantó la vista y observó el rostro de su Capitán, iluminado tenuemente por el resplandor que emanaba del misil ahora que las luces se habían apagado. Virya había visto varios cadáveres en el campo de batalla y por un momento le pareció que el rostro de su Capitana se parecía a uno de ellos. ¿Acaso estaba viendo el futuro en el rostro de Vaal? ¿Morirían juntas en ese lugar? Sentía que algo en su interior se revelaba ante la inevitabilidad del desastre y era por eso que había decidido llevar a cabo su ¿Plan?
    Virya pestaño varias veces como para asegurarse que estaba despierta ¿Ella había concebido un plan? ¿Cómo…? La idea había llegado a su mente sola, como un pensamiento oculto que de pronto se manifestaba ante un estímulo adecuado. ¿Y cuál había sido ese estímulo? ¿La proximidad de la muerte? Virya colocó una mano sobre el vientre de Vaal mientras sentía el movimiento de la respiración cada vez más débil de su camarada. Se estaba quedando sin tiempo.
    Era hacer algo ya mismo o morir.

    A casi un kilómetro de ese lugar, del otro lado de la enorme nave, Kreegan miró con impaciencia a su Archivista.
    —¿Es posible? —preguntó.
    Exsedol bajó la cabeza y pareció meditar en silencio. Las protuberancias de su cabeza se sacudían a un ritmo frenético, dando cuenta de la enorme actividad neuronal que en esos momentos sucedía dentro del irregular cráneo del Archivista.
    —¿Es posible? volvió a preguntar el enorme Zentradi inclinándose sobre su subordinado.
    —Las probabilidades no son cero, Comandante— respondió mientras levantaba la cabeza con gesto agotado. —Pero las variables… es imposible analizar todo.
    —¿Cual es la clave?
    —La constitución de la Capitana Vaal— Exsedol sacudió la cabeza de lado a lado— No resistirá un trauma tan grande y si su actividad neuronal se detiene…
    Kreegan se dio la vuelta y caminó hasta quedar frente a la enorme cúpula de vidrio donde los datos de la enorme nave se desplegaban como una inmensa pared de información.—¿Aconseja la evacuación? —Dijo sin dejar de mirar los indicadores.
    —Por supuesto— respondió Exsedol. —No tenemos ninguna garantía sobre el éxito de la operación… además…
    —¿Además?
    —Esa Meltran… la recluta que micronizamos.— El Archivista parecía confuso— Su comportamiento no se ajusta realmente a lo esperado.
    Kreegan se dio vuelta y observó con atención a su subordinado. —¿Comportamiento? ¿Se refiere a…?
    Exsedol asintió con la cabeza.
    Kreegan gruño por lo bajo disgustado ante la sola mención del problema.—El procedimiento de Micronización es peligroso. No debemos dejar que la flota sea contaminada por lo que pueda haber pasado en una de esas cámaras. ¿El informe de Dulmei era claro con respecto a eso?
    El Archivista volvió a asentir con la cabeza. —Los defectos genéticos se manifiestan principalmente en el aspecto físico y la Capitán Dulmei afirmó haber examinado a la recluta detenidamente sin haber hallado signos de alteraciones.
    El Comandante se cruzó de brazos y miró la pantalla de datos, donde una ventana de video proyectaba la imagen del exterior donde el misil era perfectamente visible clavado firmemente en el casco de la nave.
    Defectos Genéticos —pensó mientras observaba el tenue brillar del arma. El asunto era mucho más importante que la condición mental o física de una simple soldado Meltran. La aparición de soldados adultos con defectos genéticos en la flota era un indicativo demasiado preocupante como para ser tomado a la ligera y era un asunto del que solo estaban al tanto el Almirante y sus Comandantes.
    Kreegan era uno de los Zentradis que más conocía sobre su gente, sin contar a los Archivistas claro. Pero incluso él desconocía por completo el papel que los genes jugaban en la incesante lucha de los Zentradis contra sus enemigos ¿Eran realmente tan importantes como había insinuado el Almirante Dortrad-Jen? ¿Entonces porqué había ordenado la aniquilación del soldado Micronizado a la más mínima presencia de defectos físicos? ¿Acaso los malos genes se podían propagar por la flota como una epidemia…? No tenia sentido, ni física ni biológicamente hablando.
    —Comandante…
    —Proceda. —exclamó Kreegan sin volver la cabeza. —Ya no hay vuelta atrás.
    El Archivista asintió y dio unos pasos hacia las pantallas de observación. —¿Me recibe Virya?
    —Perfectamente— contestó la pequeña Meltran.
    —Tenemos autorización del Comandante para ejecutar su… hmmm… “Plan”

    Virya respiró profundamente. Ya estaba completamente decidida, pero necesitaba ayuda, toda la ayuda que pudiese conseguir. —Estoy lista.
    —Bien, le transmitiré toda la información que necesite sobre lo que va a encontrarse ahí dentro pero recuerde que va a depender de sus propias decisiones. Nadie va a decirle qué hacer.
    Las palabras sorprendieron a Virya ¿Nadie iba a darle órdenes? No, mas bien ella iba a dar sus propias órdenes, eso tenía sentido.
    —Capitán Vaal…
    La guerrera pareció volver momentáneamente en si y miró hacia su regaso, donde Virya permanecida sujeta a uno de los montones de espuma aislante pegados a su traje de vuelo. —¿Lo… lo harás? —preguntó incrédula
    —Lo haré.
    La Meltran cerró los ojos y suspiró profundamente. —Sea— dijo y de pronto su voz se tornó otra vez fuerte y clara y el rostro recuperó algo de su color original.—Terminemos la misión Virya.
    Sin esperar la respuesta de la pequeña micrón, Vaal extendió su brazo izquierdo e introdujo la mano violentamente entre los restos de las pantallas de la cabina, sujetando firmemente un manojo de cables que flotaban entre el metal doblado. Con un gruñido tiró hacia atrás y arrancó toda la maraña hacia la cabina.
    —Creo que servirá— dijo mientras separaba el más largo y descartaba el resto.
    Lentamente y con cuidado pasó uno de los extremos del cable por debajo de su pierna derecha, justo por debajo del muslo mientras Virya sujetaba la otra punta y lo pasaba hacia arriba.
    Vaal tomó ambas puntas y las cruzó sobre pierna, colocando un trozo de metal alargado sobre ambos cables y envolviendo el mismo con varias vueltas.
    —¿Lista? —pregunto Virya
    La meltran respiró profundamente mientras sujetaba el trozo de metal con ambas manos. —lista— dijo a la vez que comenzaba a girar el improvisado torniquete.
    El cable se tenso a la segunda vuelta y se clavó fuertemente en la pierna de Vaal, pero la guerrera no pareció notarlo. Continuó girando la pieza hasta que el cable se había hundido varios metros en la carne, entonces el rostro de Vaal comenzó a perlarse de sudor.
    —Ahora! —Grito Virya mientras se apartaba del regazo de su compañera, debía dejarle espacio libre para que pudiese hacer aquello lo más rápido posible.
    La Meltran tenía los dientes fuertemente apretados cuando trabó el torniquete en su lugar y extendiendo los brazos rodeó con ambas manos la masa de espuma que se había formado alrededor de su pierna aplastada.
    Sin decir una palabra tiró con todas sus fuerzas.
    Los músculos de sus brazos se tensaron y temblaron por el esfuerzo mientras las venas se marcaban en el rostro blanquecino de la guerrera, pero ni un solo quejido de dolor salió de su boca.
    La espuma crujió pero resistió firmemente en su lugar. No estaba diseñada para ser arrancada por medio de la fuerza bruta, su propósito era sellar las heridas y luego ser disuelta en medio de los fluidos reconstituyentes de las cámaras de recuperación.
    Virya observaba la escena en silencio, incapaz de poder ayudar a su compañera que en esos momentos debía de estar sintiendo un dolor monstruoso, si solo fuese un poco más grande..
    La espuma se resquebrajó y cedió en medio de una lluvia de partículas blanquecinas y gotas de sangre. Virya se quedó sin aliento al contemplar lo que había debajo.
    Vaal había arrancado todo el bloque de espuma junto con los restos de su traje, piel, carne y músculos.
    —Débura.. —exclamó la joven recluta ahogando un grito
    La rodilla había desaparecido por completo, solo unas cuantas astillas y los restos del liquido articular evidenciaban donde había estado. Dos huesos enormes y muy blancos asomaban por entre los restos del traje de vuelo y restos de carne y músculo que habían cedido ante la tremenda fuerza de Vaal.
    Virya descendió lentamente entre un torbellino de gotas de sangre y restos oseos que habian salido disparados en todas direcciones y rebotaban descontroladamente por toda la cabina. Encendió las luces de su casco y observó las ruinas que alguna vez habian sido la pierna derecha de su Compañera.
    —Estoy dentro. —logró susurrar por las comunicaciones mientras se preguntaba si estaba realmente dentro o fuera de su Capitán.
    La voz de Exsedol se escuchó nítidamente por el intercomunicador.
    —¿Hay hemorragia?
    Virya giró la cabeza hacia arriba iluminando con sus luces el muslo de Vaal. La sangre manaba del muñón donde antes había estado su pierna, pero era una cantidad pequeña (al menos para alguien de tamaño Zentradi) gracias al torniquete, aunque para Virya era un enorme torrente que salía a intervalos regulares siguiendo el ritmo de los latidos del corazón de la guerrera, aunque cada vez más espaciados y débiles.
    —Su corazón se debilita— dijo rápidamente.
    —Entonces dese prisa, informe lo que ve.
    Virya volvió a concentrarse en la parte inferior de la pierna. —Hay todavía músculos y nervios conectados a la pierna— dijo suspirando.
    Habían tenido suerte, si la pierna hubiese sido arrancada por completo del sistema nervioso de Vaal, no podrían hacer lo que estaban a punto de intentar.
    —Bien, ahora debe encontrar los músculos adecuados— explicó el Archivista. —Debe encontrar dos músculos pequeños, ubicados en la parte frontal de la pierna.
    —Hay al menos una docena de ellos— exclamó la guerrera mientras introducía las manos en la masa palpitante de carne y nervios seccionados. —¿Cómo podré reconocer cual es el correcto?
    Exsedol ignoró la desesperación de la guerrera y continuó describiendo cada uno de los músculos, tratando de utilizar palabras simples que la guerrera comprendiese.
    —Los nombres de cada músculo no le dirán nada— continuó— los que busca se llaman Tensores, hay uno para los 4 dedos pequeños y uno que controla exclusivamente el dedo Pulgar. Son músculos más pequeños, finos, deberán estar ubicados al frente de toda la estructura muscular de la pierna. Tendrá manipularlos al mismo tiempo si quiere que respondan como planea hacerlo.
    Virya apartó el tejido muscular separándolo del hueso, buscando con desesperación alguno que se ajustase a la descripción del Archivista. Era tan pequeña que apenas podía manipular los enormes pedazos de carne que amenazaban con sepultarla. De no haber estado en un entorno de ingravidez jamas podria haber manejado tanto peso.
    Cada tanto lanzaba rápidas miradas sobre su hombro en dirección a Vaal, apenas visible entre los coágulos de sangre y restos de piel que flotaban alrededor. La guerrera se había recostado y respiraba con dificultad.
    —Está casi al límite— exclamó. Entonces de pronto encontró lo que buscaba: dos músculos del grosor de su propio brazo, uno de ellos un poco más grueso que el otro.
    —Los encontré! —gritó triunfante
    Sin esperar respuesta, clavó sus talones en la masa de carne sanguinolenta para afirmarse en el lugar mientras sujetaba los músculos con ambas manos.
    Entonces tiró con todas sus fuerzas.
    Notó como sus propios músculos se tensaban y el dolor la invadía por completo. A pesar de lo extremo de la situación y el peligro inminente que corría, Virya se sorprendió al descubrir que estaba riendo. ¿Acaso podía ser de otro modo? Una Micrón tratando de mover los pies de una Meltrán desde dentro de su mismo cuerpo.. era ridículo, no podía ser real y sin embargo era lo que estaba sucediendo frente a sus propios ojos.
    Sus brazos dolían como nunca y un hormigueo comenzó a recorrerlos. No, no era una sensación de los extenuados miembros de Virya, algo estaba pasando.
    Los dedos del pie derecho de Vaal se habían movido y con ellos, el maltrecho Rau había vuelto a la vida.
    —Ahora! —gritó Virya y tiró de los músculos con todas sus fuerzas, ignorando el dolor y todo lo demás.


    Era ella quien debía haber bajado ahí, no la novata.
    Yuwe había esperado pacientemente a un kilómetro de la nave de kreegan, tal y como le habían ordenado que hiciera ¿Que otra cosa podía hacer? Era como si todos se hubiesen olvidado de ella de pronto y, a decir verdad, poco le importaba realmente. En ese momento no eran solo sus propios pensamientos los que inexorablemente trataban de atravesar la enorme mole de metal que se interponía entre ella y su Capitana, también los de sus compañeras y camaradas que habían quedado en la nave de Dulmei, incapaces de hacer otra cosa que esperar en silencio y aguardar órdenes.
    ¿Cuánto tiempo había pasado ya desde que Virya había entrado por ese agujero? Volvió a observar la pantalla, había activado una de las miras para disparos de larga distancia, lo que le permitia magnificar la pequeña silueta de la nave y distinguir perfectamente la protuberancia del misil que sobresalía por un costado.
    Ahí estaba el misil y por supuesto todavía no había estallado ¿Cuanto tiempo les quedaba? ¿Horas? ¿Minutos? La Meltran apretó los dientes con fuerza y oyó cómo crujían, pero no se atrevía a acercarse.
    Conocía perfectamente la capacidad destructiva de esas cosas… incluso había perdido la cuenta de toda la enorme cantidad de misiles iguales a ese que había destruido a esa misma distancia. Eran armas terribles, con potencia suficiente para partir al medio naves el doble de grandes que la de Kreegan, pero incluso así no era extraño que los del Ejército de Supervisión los disparasen indiscriminadamente contra cualquier cosa que se pusiera en su camino, incluso contra naves más pequeñas que el propio misil.
    Observó detenidamente la imagen y suspiró. No había habido ningún cambio en todo ese tiempo. Ni siquiera ese tenue resplandor que rodeaba al misil y que según le había informado Virya era una especie de carga de energía residual del FOLD que los llevara hasta ahí. Si no había entendido mal esa energía era lo que mantenía al misil sin explotar ¿Pero cuánto duraría? El resplandor era ya apenas perceptible, se estaban quedando sin tiempo.
    Los minutos pasaban lentamente, más lento de lo que la guerrera podía soportar. Volvió a apretar con fuerza los controles y por centésima vez deseó haber sido ella quien entrara ahí.
    «¿Y convertirse en un Micrón?»—pareció susurrarle una voz en su cabeza —¿Yuwe convertida en una frágil Meltran Micronizada? —No, pensó. Eso no podría pasar nunca, ella…. ¿Ella que? Si su Comandante diese la orden ella lo haría, no había discusión posible. Lo haría y punto.
    —«¿Y qué harias?» —preguntó la voz
    —Lo que me ordenen. —dijo en voz baja poniendo fin a la discusión consigo misma.
    En ese preciso momento un brillo fugaz hizo que su mente se cerrase por completo y todos sus sentidos se centrasen en el monitor. Algo estaba sucediendo.
    Había una lluvia de partículas brillantes alrededor del misil que no estaban ahí antes. Eran pequeños fragmentos que estaban siendo expulsados de la nave hacia el espacio exterior a través de las aberturas en el casco.
    Yuwe contuvo el aliento.
    La base del misil se iluminó de un color verde esmeralda y comenzó a moverse, lentamente al principio pero con una velocidad cada vez mayor al escapar por el agujero.
    —¡Vaal! —gritó Yuwe y activó los propulsores de su armadura ignorando los gritos de Dulmei que le ordenaban detenerse a través de la radio.

    El enorme misil salió disparado al espacio como si la nave de Kreegan lo hubiese escupido en forma de un gigantesco huracán de chatarra. En medio del vendaval estaba el maltrecho Rau con sus toberas al máximo, desplegando una enorme estela de fuego verde mientras aceleraba alejándose de la gigantesca Nupetiet-Vergnitzs.
    A través de la estática de las comunicaciones Yuwe logró reconocer los gritos de su Capitán y ya no tuvo dudas; aceleró al máximo y se zambulló detrás del Rau.
    No podía negarse a una orden.
    En cuanto su Nona estuvo a una decena de metros del Rau pudo ver el desastre con sus propios ojos y comprendió de inmediato la situación. La cabina había sido destrozada y el cuerpo de Vaal colgaba precariamente de la estructura, aferrada a los mandos del robot como si no existiese otra cosa. Los brazos de la armadura estaban clavados en la cabeza aplastada del misil, transmitiendo toda la fuerza de los propulsores apenas soportando la enorme presión.
    En ese momento algo ocurrió en ambos, misil y armadura.
    Un resplandor multicolor comenzó a recorrer toda la estructura de la enorme arma y Yuwe reconoció inmediatamente lo que era; el residuo de energía que se desvanecía de las naves tras salir del salto FOLD.
    —Yuwe! —gritó Vaal y su grito fue tan terrible que el cristal de su casco estalló en mil pedazos. —Atrápala!
    La Meltran moribunda soltó los mandos del robot y lanzó hacia Yuwe un objeto redondo que apenas se distinguía de los restos que giraban alrededor.
    La orden sacó a Yuwe de su asombro y como si de un impulso automático de su sistema nervioso se tratase, el Nona giró ciento ochenta grados y a pesar de la terrible fuerza G que la aplastó contra el asiento cambió el rumbo y se dirigió velozmente hacia el pequeño objeto que se alejaba rápidamente de ellas.
    En unos cuantos segundos dió alcance a lo que parecía una especie de racimo de cables, pero pronto distinguió la sangre y los pedazos de tejido que flotaban alrededor y comprendió que estaba ante los restos de algo que había formado parte del cuerpo de su Capitán.
    Con cuidado rodeo los restos con la mano de su robot y en el preciso instante que cerraba los dedos sobre la masa de músculo y hueso sintió la explosión del misil.
    Instintivamente se inclinó hacia delante, protegiendo con su cuerpo la última voluntad de Vaal, la líder del Escuadrón de Defensa de Misiles Número 30.
    Entonces la onda expansiva la alcanzó.
     
  19.  
    Gerli

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    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
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    58



    Error #404: No encontrado.
    Jim volvió a escribir el nombre usando otras letras, a lo mejor se trataba de un error en cómo había escrito el nombre “Virya”. Tras varios intentos infructuosos suspiró y se dió por vencido.
    Estaba seguro que el nombre Virya era de origen Meltrán, al menos ese dato le daba una serie de pistas de donde ampliar su búsqueda. Resolvió cambiar su aproximación al asunto y tecleó “Queadlunn Rau Rojo” en el campo de búsqueda.
    Como se lo imaginaba, la famosa armadura que pilotara la As Milia Fallyna apareció en pantalla en una sucesión de fotografías y notas de la más variada índole y temática posible. Al fin y al cabo era la más reconocida de todas. Jim resaltó el nombre de la conocida piloto y lo asignó como elemento a filtrar por el motor de búsqueda.
    Al cabo de unos momentos aparecieron nuevos resultados, esta vez obviando toda relación con la famosa Meltran. La decepción de Jim era evidente, apenas una docena de artículos habían aparecido y el nombre de Virya no se mencionaba en ninguno de ellos.
    Había varios Rau de color rojo de los que se conocía su ubicación en la actualidad, algunos de ellos en posesión de coleccionistas y otros en museos o exhibiciones permanentes. Uno de ellos estaba asignado a una conocida PMC con asiento en la flota Frontier. Jim sintió curiosidad y seleccionó la noticia, haciendo que una fotografía de la armadura junto con su piloto apareciera resaltada. Ni el rostro de la joven piloto de cabello azul ni su nombre le decían nada, además esa armadura era un Rhea, no un Rau, seguramente el autor de la nota los había confundido por su gran similitud. Jim cerró la nota y continuó su búsqueda en los otros artículos.
    Nada.
    Había chocado contra un callejón sin salida ¿Estaría equivocada su corazonada? Tal vez se trataba de alguna historia de la Colonia completamente desconocida en el exterior y sin importancia para el Mando de la NUNS pero… algo hacía ruido en la cabeza de Jim y el se tomaba muy en serio esas cosas.
    Apagó la consola y desactivó los últimos sistemas antes de bajar de un salto hacia el piso del hangar. La cabina del caza se cerró unos momentos más tarde.
    Jim contempló en silencio el VF-17, recordando todas las situaciones en las que se había involucrado con su caza en las últimas cuarenta y ocho horas. Dio unos pasos alrededor del ala izquierda, recorriendo el perfil con los dedos como si comprobara el filo de una antigua espada. Al llegar a un punto intermedio se inclinó por debajo de la misma y examinó uno de los lanzadores de señuelos del caza, sellado tras una compuerta rebatible que lo protegía de las inclemencias del espacio exterior. No le había quedado más remedio que configurar los lanzadores en modo manual, ya que el protocolo de vuelo le impedía modificar los valores establecidos por el control de misión, pero eso es lo que menos le preocupaba. ¿Cómo habían podido cometer un error tan grave? Rodarian un par de cabezas en la división de planificación, de eso estaba absolutamente seguro.

    Sin nada más que hacer dio la espalda a su aeronave y se dirigió hacia uno de los transportes que los operarios que trabajaban alrededor de la Rio Grande habían dejado libre hacia algo más de una hora. Colocó su casco en el asiento del acompañante y realizó unos pocos ejercicios de estiramiento. Trabajar debajo del VF-17 hacía que uno esforzara su espalda al máximo.
    Se tomó unos instantes para examinar la Rio Grande, un carguero de clase II era uno de los más comunes en toda la Galaxia. Fabricados en masa durante los comienzos de la expansión humana, la mayoría de los que estaban en manos civiles habían pertenecido en algún momento a una de las múltiples flotas que salían de La Tierra a la conquista del espacio. Esta nave sin embargo se revelaba muy diferente a las que Jim conocía, estaba en un estado de conservación casi perfecto, sin abolladuras o deformaciones del metal tan comunes en las enormes naves de carga que se amontonaban en cada uno de los puertos de las Colonias o Flotas del ejército. Definitivamente el Capitán sabía cómo cuidar su nave y Jim ya se había dado una fugaz idea al ver la extraordinaria pericia con la que había aterrizado en ese mismo lugar en forma completamente manual.
    Realmente quería conocer a ese hombre.
    Subió al vehículo de transporte y comprobó aliviado que el personal de mantenimiento había dejado programado una especie de GPS en la pantalla principal del panel de instrumentos. Aún no estaba familiarizado por completo con la enorme nave y no quería perder tiempo dando vueltas por callejones sin salida.
    Aceleró y salió raudamente en dirección a las marcas centrales que se internaban en la oscuridad. Inmediatamente encendió las luces delanteras y navegó el laberinto de piezas y materiales de construcción que se elevaban a cada lado de la ruta principal. Pronto comenzaron las vueltas alrededor de las secciones más atestadas de maquinaria y Jim se alegró de tener el GPS bien configurado.
    Pronto encontró la entrada al elevador y estaciono el vehículo en el espacio que se liberó al bajar las barreras de seguridad. Una vez que el transporte estuvo bien anclado en su sitio comenzó a elevarse lentamente hacia las partes habitables de la Colonia.
    Le tomó diez minutos llegar a la cubierta superior y a la vía principal de comunicación que usaban los habitantes de la Rainbow para ir de un lugar a otro. Jim se sorprendió al ver a tanta gente en las calles a esa hora del día, al parecer la llegada del carguero era un acontecimiento social muy esperado por todos los colonos.
    Jim dejó su vehículo estacionado junto a los demás y se bajó a investigar el colorido mercado. La gente giraba la cabeza al verlo pasar vestido con su uniforme de piloto pero nadie lo molestó ni le dirigió ninguna mirada hostil. Algunos niños lo señalaban con curiosidad pero eso fue todo. Al parecer la noticia de que Ralph y el resto de los Recolectores estaban bien había corrido ya por toda la Colonia. Dejaron tranquilo a Jim y él se dedicó a recorrer el lugar.
    La cubierta central desde donde partían las enormes escaleras que llevaban al parque se habían transformado en un pequeño bazar donde la gente iba a recoger las entregas frescas de frutas, verduras y carne que llegaban vaya uno a saber de qué punto de la galaxia.
    Con asombro vio que la gente tomaba lo que quería de los cajones donde los productos se exhibian, simplemente llenaban sus canastos y pasaban al siguiente puesto, no había ninguna clase de transacción comercial.
    Había toda clase de frutas conocidas y desconocidas por Jim; pirámides de naranjas y mangos, mandarinas y pomelos resaltaban entre las demás por sus colores brillantes pero también había manzanas, bananas, kiwis, sandías, cerezas, ananás, ciruelas, fresas, frutillas, arándanos, uvas y limones.
    En otro sector encontró frutos secos de todas clases y colores. Almendras y nueces de diferentes lugares, maní y ciruelas pasas, dátiles y semillas de todo tipo; hojuelas de maíz y diferentes cereales como la avena, la cebada, trigo y arroz, este último en grandes bolsas cerradas que muchos colonos cargaban en carritos especiales para llevar mercancía. El resto de la gente recogía pequeñas cantidades de cereales con unas cucharas para volcarlas en bolsitas individuales o mezclandolas para dejarlas listas para el desayuno.

    Solo los alimentos refrigerados parecían estar sometidos a cierto control por parte de una pareja de muchachas que usaban un Pad para cotejar las entregas de carnes y lácteos a quienes se acercaban a solicitar esos productos.
    Jim tomó una uva blanca de una pila enorme y se la llevó a la boca mientras miraba a su alrededor. Nadie parecía prestarle atención.
    El sabor dulce le recordó que ya era hora de comer algo asi que dirigió sus pasos hacia el elevador donde un pequeño grupo de gente esperaba para subir. Como descubriría momentos más tarde, la mayoría de la gente también se dirigía hacia la cafetería, donde ya una multitud ocupaba casi todas las mesas y bancos del frente del establecimiento.
    Jim dudó unos instantes antes de entrar, si bien no había detectado ninguna hostilidad por parte de los locales una cosa era pasear por las zonas públicas y otra muy diferente comer junto a ellos, más teniendo en cuenta que no veía lugares libres donde sentarse ¿Podría pedir algo para llevar e ir a la plaza allá arriba? Mientras pensaba estas cosas notó una algarabía general en una de las paredes del local. Allí donde antes había visto una pared llena de cuadros y posters se revelaba ahora una gran pantalla donde se estaba transmitiendo cierto evento deportivo. Jim no tardó en reconocer de qué se trataba.
    Las carreras Vanquish también eran populares en la Colonia Rainbow.
    Jim se animó con este descubrimiento. Como gran fan de los aviones que era, tener la oportunidad de presenciar un evento de semejante magnitud lo fascinaba de sobremanera.
    Entró al local y caminó entre la gente mientras no perdía de vista la pantalla, esperando encontrar un lugar con buena visibilidad para no perderse nada.
    Tan concentrado estaba en la pantalla que no vio al hombre de cabellos grises hasta que casi se tropieza con el.
    —Tráfico a las doce en punto, cuidado piloto! —exclamó el hombre mientras hacía algo similar a una pirueta para esquivar al fornido joven y evitar que sus jarras de cerveza salieran despedidas por el aire.
    Jim se detuvo en el acto mientras adelantaba los brazos temiendo por la estabilidad del hombre, pero suspiró aliviado cuando vió que no había pasado nada. —Lo siento mucho— dijo. —Estaba distraído.
    —Ah… ¿Usted también está interesado en la Rosa Carmesí?—exclamó el hombre mientras señalaba toscamente con su jarra la pantalla, donde una hermosa joven de cabellos rojizos posaba para las cámaras reclinada seductoramente en un, aun mas rojo, SV-51. —No es el único, Teniente.
    El hecho que el hombre hubiera reconocido su rango ya no dejaba dudas sobre su identidad. Jim sonrió.
    —¿Es usted el Capitán de la Rio Grande, verdad?
    —Feliz encuentro Teniente— exclamó el hombre con una inclinación de la cabeza. —La verdad es que lo estábamos esperando ¿Quiere compartir mi mesa? Tengo un excelente lugar para ver la carrera Vanquish…
    Jim no se dejó rogar y acompañó al hombre hasta una cubículo situado casi enfrente de la pantalla. Era realmente un buen lugar, incluso lo bastante aislado del resto de las mesas para tener un poco de privacidad, algo que parecía casi imposible con la cantidad de gente que llenaba el local.
    Todo el mundo saludaba al viejo piloto al pasar, dedicandole un saludo, una frase o una sonrisa, el hombre parecía conocer absolutamente todos los nombres de los presentes para consternación de Jim.
    Se ubicaron en los lugares libres y luego de que el hombre dejara las jarras en la mesa extendió la mano a Jim presentándose.—Soy el Capitán Gray Simons, para servirle Teniente.
    —Teniente Primero Jim Glenn, Escuadrón Ámbar de Enlace Situacional de la Base Orbital New Dallas— respondió el joven contestando el saludo. —Hermosa nave tiene usted Capitán.
    Gray no necesitaba disimular el orgullo que sentía por su nave frente a un igual. —Gracias Teniente, esa nave es mi niña mimada, aunque en realidad yo solo tuve hijos varones— contestó riendo.
    —Por favor, llameme Jim.
    —Como quieras Jim, por cierto me alegra ver que su nave aun funcione luego de eh...— Gray movió la mano en un gesto vago —Lo que sea que haya pasado ahí fuera.
    Jim apoyó su casco en el asiento junto al suyo y sacudió la cabeza —Supongo que la noticia ya corrió por toda la Colonia ¿No?
    —Ni que lo digas, pero ¡Un momento! Estoy siendo descortés con mi invitado— dijo mientras empujaba una de las jarras de cerveza hacia el joven. —Por favor beba algo, no quería acribillarlo a preguntas con la garganta seca.
    Jim rió y sacudió la mano disculpándose. —Estoy en servicio, no puedo tomar nada alcohol.
    Gray se llevó la palma de la mano a la frente en gesto de reprobación. —¡Por supuesto! —exclamó. —Pero al menos déjeme invitarle el almuerzo… ¡Mia!
    Hubo un revuelo en un punto entre la multitud y con gran esfuerzo la joven camarera pudo moverse entre el gentío para llegar a la mesa. —Hola Capitan! Ya tomo su orden, estamos desbordados de tanto trabajo. —Al ver al piloto su expresión cambió completamente mostrando una sorpresa inusitada.
    —Este es Jim, uno de los miembros del equipo de Inspección y como veras, tiene hambre ¿Que hay en el menú del día, Mia?
    La joven se inclinó respetuosamente mientras Jim hacia un pequeño saludo con la mano. —Bienvenido a la Rainbow entonces. Hoy tenemos mercadería fresca así que nuestro menú es más extenso de lo normal— exclamó la joven mientras extraía del bolsillo delantero de su delantal una hoja de plástico transparente que hacía las veces de menú interactivo. Al colocarla sobre la mesa una serie de fotografías de diferentes platillos aparecieron en la superficie.
    Jim miró asombrado las imágenes, pensando en cuando había sido la última vez que comiera en un verdadero restaurante y no en los comedores de la NUNS.
    —Todo se ve delicioso— dijo inseguro. —No sabria que pedir, la verdad es que solo queria un emparedado…
    Gray tomó el menú y usando su dedo índice desplazó las fotografías hasta encontrar lo que buscaba. —Aquí —dijo. —Le recomiendo esto, tráeme una a mi tambien Mia.
    Jim se encogió de hombros y asintió con la cabeza en dirección a la mesera.
    —Dos hamburguesas de cordero especiales. —anotó la joven en su pad.
    —Y traenos un gran fuenton de esas papas fritas con panceta tan ricas que hacen— agregó el viejo piloto.
    —¿Y para beber?
    Gray señaló las dos jarras de cerveza y luego señaló a Jim.
    —Jugo de naranja— contestó el joven piloto.
    —Entendido, enseguida traigo sus órdenes— respondió la joven mientras volvía a guardarse el Pad en su delantal. Inmediatamente se dio la vuelta y volvió a escurrirse por entre la gente.
    En ese momento un clamor de asombro se elevó entre el gentío que miraba la carrera y ambos pilotos giraron sus cabezas para ver de que se trataba. En la pantalla se sucedía una intensa carrera entre un SV-51 y un VF-19, cuyos pilotos ponian al límite las capacidades de sus máquinas en cada una de las curvas del circuito.
    —Es raro ver a un SV-51 en condición de vuelo en estos días— dijo Gray tomando un sorbo de cerveza. —¿Cuánto tiempo ha pasado ya? ¿50 años?
    —SV-52— corrigió Jim. —El fuselaje es idéntico a un SV-51, pero sus motores y aviónica pertenecen a la versión posterior.
    Una nueva ovación sacudió el local. El SV-52 habia entrado a una curva a una velocidad extremadamente alta pero a último momento había pasado a modo Gerwalk, usando su mano izquierda para asirse de uno de los postes y lograr un giro rapidísimo, dejando atrás rápidamente a su contrincante.
    —La Rosa Carmesí sabe aprovechar los puntos fuertes de su nave— dijo Gray. —En modo Gerwalk los SV-52 son casi tan rápidos como los Queadlunn, o eso dicen. Al menos en los sectores de la pista donde se permita usar ese modo.
    Jim asintió mientras la repetición mostraba la maniobra desde tres o cuatro puntos de vista diferentes. —No obstante el VF-19 tiene la ventaja— agregó.—Es más liviano y más rápido, ciertamente… además esa piloto Scarlet, tiene talento.
    —La mayoría de los “talentos” se han ido a las milicias privadas— dijo el veterano Capitán mientras bebía un gran trago. —Por ejemplo el S.M.S parece una agencia de modelos más que una PMC.
    La forma en que Gray pronunció esas últimas palabras pusieron en guardia a Jim
    —Así que a usted tampoco le agrada ese tipo de compañías..
    Gray apoyó la jarra en la mesa y se pasó el dorso de la mano para eliminar el rastro de espuma de su boca. —La guerra no es algo Corporativo chico… Estaba bien cuando las PMC eran apenas unos cuantos grupos de soldados de fortuna ¿Pero ahora? ¿Haz visto los Clase Quartier? ¡Tienen su propia versión de los putos cañones de energía!
    Jim asintió en silencio.
    —Es demasiado poder… demasiada potencia de fuego en manos Corporativas y a los idiotas de la NUNS parece no importarles… con perdón de usted por supuesto.
    El piloto sonrió abiertamente, a decir verdad compartía un poco el punto de vista del viejo camarada. En solo diez años la cantidad de corporaciones con permiso para mantener y explotar flotas de combate había aumentado exponencialmente.
    —Al menos eso explica el porqué usted trabaja de forma independiente y no bajo el manto de una de las enormes empresas de transporte— comentó el joven piloto. —No obstante… parece que la Fundación Unity se lleva muy bien con usted.
    Gray levantó la mirada y la fijó en los ojos violeta de su camarada.
    —Porque Unity también administra su propia división PMC ¿Verdad?
    El Capitán no respondió inmediatamente, en ese momento Mia se acercaba a la mesa con enormes bandejas llenas de comida balanceándose peligrosamente mientras caminaba entre la multitud pidiendo permiso.
    Al llegar a la mesa comenzó a colocar los platillos frente a los comensales sin percatarse de la helada atmósfera que había aparecido de pronto entre ambos pilotos.
    —Buen provecho chicos— exclamó la joven mientras retiraba la jarra vacía de Gray y se alejaba de la mesa nuevamente.
    Gray suspiró y tomó una patata frita con lentitud, remojandola en abundante salsa de queso y panceta antes de llevarla a la boca.
    —Sabes —dijo luego de saborear el bocado. —Llevo mas de veinte años haciendo esta ruta y jamas vi ninguna nave de guerra o caza cerca de la Rainbow. Si Unity tiene una división de combatientes entonces nunca me los he cruzado.
    Jim tomó la enorme hamburguesa y luego de examinarla por unos segundos le dió un enorme mordisco. Los jugos corrieron por su barbilla mientras masticaba con deleite el exquisito bocado.
    —¡Esto esta buenisimo! —exclamó luego de haber tragado con entusiasmo.
    Gray sonrió y esperó a que el ávido soldado terminase su hamburguesa, cosa que hizo en menos de cinco minutos.
    —¡Fiuuuu! —bufó Jim satisfecho. —Si no estuviera de servicio me comeria otra ahora mismo.
    Sin embargo no ordenó nada más y se limitó a beber el jugo de naranja mientras Gray comía la suya mucho más lentamente.
    —¿Entonces usted no tiene nada que ver con Unity? —preguntó Jim en cuanto su compañero hubo terminado,
    —Soy un completo “Freelancer” chico —respondió Gray mientras se limpiaba con una servilleta. —Solo que hace tanto tiempo que trabajo en esta ruta que sería muy tonto cambiarla, la Rainbow es mi mejor cliente y da la casualidad que Unity es la administradora de esta Colonia, lo que me hace una especie de subcontratado sin contrato ¿Entiendes?
    Jim asintió en silencio. —Entiendo— dijo. —No es usted el primer piloto retirado que esté cansado de la guerra.
    —Hay que ser un loco para amar la guerra… o uno de esos Zentradi “Salvaje”
    La forma en que Gray pronunció la palabra hizo que Jim levantara la cabeza.
    —¿Salvaje? —preguntó dejando la copa a un lado
    —Sin culturizar… ya sabe, esos que todavía rondan por la Galaxia y se arrojan sobre cualquier nave que se cruce en su camino.
    —Casi ya no quedan en nuestra parte de la Galaxia —exclamó Jim tomando una papa de la fuente. —La mayoría de los grupos que rastreamos se dirigen siempre hacia el centro de la Galaxia, lejos de La Tierra y de las Colonias…
    Gray partió un trozo de pan de una pequeña canasta de mimbre y repasó concienzudamente los restos de salsa que habían quedado en la bandeja. —Estoy seguro que algo importante está pasando ahí en medio— dijo el hombre mientras saboreaba el último bocado. —Siempre me pregunté el porqué la NUNS nunca mas envió misiones de exploración tras los pasos de la Megaroad 01 cuando desapareció camino al Centro de la Galaxia.
    Jim se encogió de hombros y bebió el resto de su jugo sin responder. Mientras tanto en la pantalla se desarrollaba la ultima vuelta del circuito, donde ambos pilotos hacían el esfuerzo final para llegar a la meta.
    —Espero que hayas dejado lugar para la cena. —exclamó de pronto una voz a sus espalda.
    Ambos pilotos se dieron vuelta casi al unísono y se encontraron con una mujer de unos cuarenta años de tez morena. Al contrario de toda la gente que Jim había visto esa mañana, la mujer vestía un uniforme muy elegante. Recordó de pronto que era la misma clase de uniforme que llevaba Tass y rápidamente ató cabos.
    —Rebecca ¿No?
    —Encantada de conocerlo en persona —dijo la mujer alargando la mano para estrecharla al joven piloto. —Veo que siguió mi consejo de compartir una copa con el vejestorio que comanda la Rio Grande…
    Gray irrumpió en una carcajada mientras empezaba la segunda jarra de cerveza. —Fría como el hielo en público, apasionada como un volcán cuando estamos solos… no me lo niegues Rebbie.
    La mirada fulminante de la mujer casi echa a perder el sabor de la cerveza que Gray tenía en la boca. No obstante hizo un ademán y se inclinó debajo de la mesa buscando algo entre los bultos que tenía guardados.
    —Aquí la tengo… un segundo.
    Al incorporarse, el viejo piloto levantó una enorme ananá de casi medio metro de alto y unos treinta centímetros de circunferencia. Rebecca y Jim contemplaron atónitos la enorme fruta sin decir una palabra.
    —Hermosa ¿Verdad?
    Rebecca adoptó una pose pensativa y miró la ananá inquisitivamente —Es… grande. —atinó a decir.
    —¿Qué piensas hacer con ella? ¿Lo has pensado?
    La mujer pasó un dedo por la superficie irregular del fruto sin saber que responder. —Había pensado en hacer una ensalada para nosotros pero… aquí hay fruta para media Colonia.
    —Haz un pastel —dijo Gray bebiendo un trago largo.
    —O mermelada— agregó Jim.
    Rebecca suspiro y se cruzó de brazos. —Hay para hacer todo eso y mucho mas… en fin, voy a tener que buscar un carrito para llevarla a mi casa…. esa cosa debe pesar más de diez kilos.
    Una fuerte ovación se escuchó en ese momento. El VF-19 “Caliburn” había adelantado al SV-51 en una intrépida maniobra y se había alzado con la victoria.
     
  20.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

    Tauro
    Miembro desde:
    29 Marzo 2018
    Mensajes:
    177
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    3456
    59



    —¿Matt?
    Cinthia se incorporó al salir debajo del fuselaje y por un breve instante quedó deslumbrada por la intensa luz.
    El joven retrocedió unos pasos aturdido y tropezó con la ordenada pila de metal retorcido que Jim había colocado a un lado luego de su inspección matutina. Las piezas de metal hicieron un ruido ensordecedor mientras el joven pelirrojo caía en medio de la chatarra.
    —¡Cuidado! —exclamó la joven corriendo hacia Matt, quien había quedado sentado en medio del desastre.
    El joven sacudió la cabeza y miró a su alrededor desorientado, como si no supiera donde se encontraba.
    Cinthya extendió la mano con una sonrisa —¿Estas bien?
    Sin decir una palabra Matt extendió la suya y se incorporó con la ayuda de la joven inspectora.
    —Gra-gracias. —tartamudeó mientras retiraba la mano rápidamente.
    La joven retrocedió unos pasos y contempló a Matt con curiosidad. —Siento haberte asustado— dijo. —No te escuché llegar.
    Matt no contestó, el breve contacto con la inspectora lo había dejado en una especie de shock y permaneció unos segundos con la cabeza gacha mirando al suelo, sin saber que decir o hacer.
    Cinthya lo observó confundida y entonces notó que tenía algo pegajoso en su mano derecha. Al examinarla contempló con asombro la sangre en la palma de su mano.
    —¡Matt! —exclamó sobresaltada ¿Estás herido?
    Ahora lo veía claramente, la mano derecha del joven estaba goteando sangre.
    El grito de la inspectora trajo a la realidad al joven, quien de inmediato se cubrió la mano lastimada con la izquierda. —N- no es nada Señorita Ross, es una herida que me hice hace un rato, no es grave— respondió apresuradamente.
    —Y un cuerno, déjame ver eso —exclamó la joven dando un paso al frente.
    La repentina acción de la joven dejó paralizado a Matt, quien docilmente extendió la mano hacia la inspectora. Cinthya examinó la herida detenidamente a la luz del poderoso reflector que colgaba sobre ellos.
    —Es un golpe muy feo Matt, tienes los nudillos machacados… —El rostro de la joven denostaba una honda preocupación— Debes ir a la Clínica de inmediato.
    Matt retiró la mano herida y retrocedió un paso ante la mirada confundida de Cinthya. —Mina me dijo que tocás el piano… y las manos son lo mas preciado de un pianista… —de pronto el rostro de la joven se iluminó.—Ya lo tengo —exclamó.
    Cinthya dió la vuelta y se dirigió rápidamente hacia el frente de la aeronave. Al llegar justo debajo de la cabina extendió el brazo y deslizó su mano por un sector de los paneles. En ese instante un pequeño pitido se escuchó y un dispositivo oculto reconoció las huellas digitales de la inspectora abriendo la cabina al instante.
    Mientras una pequeña escalerilla se desplegaba del fuselaje la inspectora volvió la cabeza hacia atrás en dirección a Matt —Voy a darte los primeros auxilios con el botiquín del avión, luego iremos a ver a quien esté de guardia en la clínica.
    —Probablemente Jim está recibiendo en este instante el aviso que estoy entrando a su avión… pero no te preocupes, estoy segura que no le molestara en absoluto.
    Cinthya trepó rápidamente, agradeciendo internamente esa minúscula reducción de la gravedad de la Colonia que le permitía un poco más de agilidad a su cuerpo acostumbrado a trabajo de escritorio más que a escalar naves espaciales.
    Ocupó su lugar en el asiento del RIO y localizó el botiquín de primeros auxilios debajo del panel de mandos.
    —Ya lo tengo. —exclamó levantando la caja por sobre su cabeza.
    El descenso fue mucho más fácil. Apenas sus pies tocaron el suelo de metal la cabina del caza volvió a cerrarse y las luces del interior se apagaron de inmediato devolviendo a la nave a su silencioso descanso.
    Cinthya caminó hasta una de las piezas que formaban el blindaje de las piernas del caza y se sentó mientras hacía señas a Matt de que se acercara. El joven dudó unos momentos pero finalmente se acercó a la joven mientras mantenía su mano derecha apretada contra el estómago.
    —Siéntate aquí Matt. —dijo la joven mientras daba unas palmadas a la pieza de metal.—Voy a abrir esto primero.
    El botiquín estaba bien provisto. Desde los materiales de curación más básicos hasta lo que parecían ser bisturíes láser y torniquetes autoajustables, de esos que podían detener la hemorragia de un miembro amputado en un instante. Cinthya ignoró los instrumentos más especializados y solo tomó un par de frascos para heridas y contusiones más simples.
    —Déjame ver esa mano— pidió la joven y Matt extendió la mano herida casi con vergüenza.
    —Tienes restos de vidrios en la herida— dijo con preocupación sin sacar los ojos de encima de la herida. —Pero primero lo primero.
    Cinthya acercó un pequeño frasco de vidrio que contenía un líquido violeta y al presionar un botón en la tapa roció la herida con un chorro de espuma blanca. La sensación de frío que recorrió la mano de Matt era inversamente proporcional a la sensación de calidad que el contacto con la mano de la joven le producía al mismo tiempo.
    —¿Arde? —preguntó Cinthya mirando a los ojos de Matt. El joven negó con la cabeza.
    Mientras sostenía la mano lastimada hurgó dentro del botiquín hasta dar con una pequeña pinza de metal. —Voy a sacar los fragmentos de cristal antes de vendar la herida Matt, solo será un segundo.
    La espuma ya se estaba disipando, había sido absorbida rápidamente por la piel mientras desinfectaba la herida a la vez que producía una leve sensación anestesiante en la mano del joven.
    Bajo la brillante luz del reflector Cinthya se armó de paciencia y extrajo cuidadosamente los pequeños y brillantes fragmentos de espejo que aún se encontraban entre la piel magullada de Matt. Por suerte la herida no era muy profunda y la mayoría de las esquirlas habían quedado clavadas en la superficie.
    El joven guardaba silencio mientras Cinthya trabajaba con gran concentración sobre la herida. Creyó percibir como el mundo alrededor de ellos desaparecia y pronto quedaba reducido a la extraña forma luminosa que creaba el fuselaje del avión con las sombras de los alrededores. Era un lugar completamente desconectado del universo real, una cápsula aislada del espacio-tiempo habitada por ellos dos solos en perfecto silencio.
    Matt cerró los ojos y entonó una melodía, casi un susurro que en medio del silencio que los rodeaba parecía de una nitidez extraordinaria.
    —Conozco esa canción— dijo la joven sin dejar de trabajar —¿Es de Minmay, no?
    El joven asintió y abrió los ojos. —Mi madre siempre me la cantaba cuando me lastimaba y se ponía a curarme, es… uno de los pocos recuerdos que me quedaron de ella.
    La joven apartó el instrumento y miró a Matt con melancolía. —Debe haber sido una persona maravillosa— dijo. —Yo… bueno, no llegué a conocer en persona a mi madre, solo la recuerdo a través de un par de videos y fotografías que guardó mi padre— relató mientras ponía un pequeñísimo fragmento de cristal que había extraído con la pinza en un pedazo de algodón embebido en alcohol.
    —Yo… lo siento. —respondió el joven.
    Cinthya sacudió la cabeza y volvió al trabajo —Somos bastantes parecidos tu y yo Matt. —susurró la joven. —Me alegro de haberte conocido. —dijo sin notar como el rostro del joven se sonrojó de inmediato.
    Al terminar una segunda revisión Cinthya sonrió satisfecha y volvió a rociar la herida con la espuma desinfectante.
    —Sos muy buena con esto— dijo tímidamente Matt mientras miraba hacia las sombras que envolvían las maquinarias del techo.
    La joven sonrió y extrajo una pequeña venda autoajustable de la caja. —Es parte del entrenamiento— dijo sin darle mucha importancia. —Solo tengo unos pocos cursillos de primeros auxilios y reanimación, no es la gran cosa.
    Inmediatamente aplicó el vendaje sobre la herida de Matt y dió un par de vueltas alrededor de la mano. El material del vendaje reaccionaba ante la presencia de los glóbulos rojos y plaquetas y formó casi de inmediato una capa acolchada sobre la zona lastimada, dejando el resto de la mano libre de presión de modo que el joven podía abrir y cerrarla sin dificultad.
    —¿Como la sientes? —preguntó la joven dando un paso hacia atrás
    Matt fraccionó los dedos lentamente, midiendo con cautela la fuerza que aplicaba sobre cada nudillo.
    —Casi no duele— dijo mirando con asombro su mano.
    —Me alegro Matt, pero deberias ir a la Clínica a que revisen la herida por si quedó algún fragmento dentro.
    El joven no contestó pero se puso de pie y realizó una pequeña reverencia a la joven de la forma tradicional japonesa.
    —Muchas gracias por su ayuda Señorita Ross.
    —Dime Cinthya como todos Matt… después de todo yo siempre te he llamado por tu nombre ¿No?
    El joven sonrió y movió la cabeza afirmativamente.—Gracias Cinthya… yo… bueno. —Las palabras parecían haberse atorado en la garganta. —Yo no…. no merezco que me trates asi. —La sonrisa se borró del rostro de Matt y otra vez la preocupación apareció reflejada en sus facciones.
    —¿Porque dice eso? —Preguntó asombrada la joven.
    —Te… te grité… y dije cosas que no eran ciertas.
    Cinthya dejó escapar una risita e hizo un gesto de negación con la cabeza. —No me has ofendido ni herido Matt— dijo en tono tranquilizador. —Todo esto por lo que estás pasando… por lo que tu amigo Will está pasando… se lo importante que son los amigos y el verte reaccionar asi solo me demuestra lo mucho que lo aprecias.
    La mención del nombre de su amigo hizo que Matt sintiese un escalofrío. Todo lo que había sucedido en las últimas tres horas pasó como un relámpago por su cabeza.
    —Todo va a salir bien Matt, confía en tus amigos.
    Era exactamente lo mismo que había dicho Tass y por un momento la esperanza floreció en el corazón del joven.
    —¿Tu crees?
    —Por supuesto! —exclamó la joven. —Al menos te prometo que testificaré a favor de Will si es necesario. —dijo mientras se ponía de pie.
    Sin decir nada más comenzaron a limpiar un poco alrededor del avión. Colocaron las gasas y envases usados dentro de una bolsita para descartar material patológico y acomodaron el botiquín lo mejor que pudieron.
    —Por cierto Matt— dijo Cinthya mientras movía con el pie uno de los pedazos de armadura hacia la pila que Jim había ordenado —¿Por qué viniste hasta el hangar?
    El muchacho pareció dudar un momento. —No lo se… queria estar un poco solo… pensar algunas cosas.
    —¿Vienes seguido al hangar principal?
    Matt asintió en silencio, luego señaló las alturas donde las sombras ocultaban las enormes grúas y soportes de metal. —Aquí es donde se escucha mejor a la Rainbow
    Cinthya miró hacia la dirección que señalaba Matt y luego volvió a mirar la cara del joven con desconcierto. —¿A la Rainbow? ¿Te refieres a la nave?
    El muchacho volvió a asentir con la cabeza. —¿Tu no la escuchas?
    Durante un tiempo permanecieron escuchando el silencio del hangar recostados contra el fuselaje del VF-17S2, dejando que el tiempo fluyera lentamente. A pesar del escepticismo natural de la joven tuvo que reconocer pronto que algo de cierto había en la afirmación de Matt. La Rainbow si tenía un sonido propio, un murmullo que no se le podía atribuir a los ruidos que uno esperaría escuchar en un ambiente industrial. Una especie de murmullo, como si el mismo aire vibrase en armonía con el rumor que los rodeaba.
    Matt colocó la mano sobre una de las alas del caza y recorrió lentamente el borde de ataque, cubierto de rayones y abolladuras tras el espectacular escape.
    —Aquí también se siente— dijo mirando a la joven. —La nave también está en resonancia con la Rainbow… todos lo estamos en realidad.
    Cinthya apoyó su mano sobre el metal esperando sentir algo, pero solo sintió el frío metal bajo sus dedos.
    —Me gustaría poder sentir lo mismo que tu Matt— dijo cerrando los ojos. —Pero en realidad esta oscuridad lo único que hace es hacerme sentir temor e inquietud.
    El joven asintió y volvió su mirada hacia las pequeñas luces de guía que indicaban la circulación de vehículos en el piso del hangar. —Al principio yo tambien le tenia miedo a esta nave, a los espacios abiertos y silenciosos, a la oscuridad y a los dientes de metal que colgaban del techo y las paredes— comenzó a decir Matt en voz baja. —Se puede encender una luz y entonces la oscuridad desaparece… bueno no es que desaparezca, sigue estando allí pero la luz la envuelve, la cubre.
    Cinthya asintió en silencio.
    —Pero la luz no es algo permanente, al contrario de la oscuridad, es algo que fluye continuamente, que tiene un origen y un final… no se puede tener siempre la luz encendida, no para siempre.
    En algún lugar por encima de ellos se escuchó un golpe apagado, como si en alguna parte de la Colonia alguien hubiese cerrado una escotilla o golpeado algo con un martillo. Matt continuó hablando como si Cinthya no estuviese a su lado.
    —Cuando me di cuenta que la oscuridad era lo único duradero, la única cosa verdadera eterna del universo, eso me deprimió mucho y me hizo sentir aún más insignificante de lo que era. Solamente tenía diez años, pero ya había perdido a mi madre y a mi padre lo que me hacia sentir mas solitario todavía. Esa sensación duró mucho tiempo, semanas completas donde permanecía encerrado en mi cuarto a oscuras y en silencio, tratando de fundirme con esa soledad y encontrar acaso un significado oculto.
    Un dia se organizó una serie de simulacros de evacuación en la Colonia y tuvimos que practicar el protocolo de emergencia para escapar de la Rainbow. Tuvimos que salir de la escuela y entrar a uno de los refugios designados que rodean a cada uno de los módulos habitacionales de la Colonia. Durante el procedimiento me separé del grupo y termine entrando solo a una de las cápsulas de escape a las que no debía entrar, ya que iban a ser lanzadas al espacio desocupadas para que el personal de rescate las recogiera y simulase todo el procedimiento de recuperación.
    En cuanto me di cuenta del error la aceleración de de la cápsula al salir expulsada de la Rainbow me aplastó contra una de las paredes y me hizo perder el sentido durante varias horas. Al despertar no sabía dónde estaba pero algo inmediatamente me llamó la atención.
    El silencio.
    Yo habia creido conocer el silencio en la Rainbow, en el hangar principal o dentro de los gigantescos tanques de oxigeno de popa, incluso en mi propio cuarto, debajo de las mantas con los oídos tapados y los ojos cerrados…. pero eso no era nada con el silencio del espacio.
    Había estado muy equivocado al considerar a la oscuridad como la verdadera esencia del cosmos, como la entidad que realmente le daba forma. Era el silencio el verdadero lienzo en el cual todo, incluida la luz y la oscuridad estaban contenidos.
    Estando allí acurrucado, ingrávido y envuelto por el silencio, fue cuando comencé a escuchar la verdadera esencia de las cosas.
    Al principio fueron los sonidos de mi propio cuerpo, mi corazón y respiración se convirtieron en los únicos sonidos tangibles en medio de la oscuridad. Pero al cabo de un tiempo se fueron apagando, como si mi mente los asimilara y neutralizara automáticamente frente a los otros sonidos, más débiles e imperceptibles pero que indudablemente venían de afuera. Solo unos centímetros de metal me separaban del vacío del espacio, pero incluso así pude percibir, lejanos, los sonidos familiares de la Colonia Rainbow.
    Claro que en mi cabeza sabía perfectamente que eso era imposible, que el sonido no se propaga por el espacio. Lo que estaba oyendo no podía originarse en la Colonia, debía ser otra cosa y sin embargo algo en mi interior me gritaba que no estaba equivocado, que lo que estaba oyendo era real.
    Saqué el Pad de mi bolsillo y lo encendí, ahí fue cuando me di cuenta que había estado todo el tiempo con los ojos cerrados, sin distinguir entre la oscuridad real y la que mis párpados producían. Abrí los ojos y a la luz de la pantalla busque los controles de emergencia. Como la cápsula había sido lanzada desde el puente de mando no se había activado desde el interior. Las luces rojas se encendieron y los filtros de aire comenzaron a purificar el enrarecido aire. Probablemente en ese momento fue que alguien percibió la actividad de la cápsula y envió inmediatamente a una de las naves de rescate a recogerme…. en todo caso todavía tuvo que pasar algo así como una hora antes que Ralph atrapara mi improvisada nave espacial y me llevase de vuelta a casa.
    Durante esa hora de angustiosa espera fue cuando percibí por primera vez un sonido extraño, diferente, pero que en ese momento me era imposible de discernir entre los varios miles de otros sonidos que llenaban mi interior.
    Más tarde esa noche, me enteraría por los chicos que mi cápsula estuvo a unos pocos kilómetros de entrar a la zona de radiación peligrosa que rodea al Campo… si no hubiese activado el módulo y las balizas direccionales era seguro que hubiese muerto por las emisiones.
    Pero en ese momento de revelación no tuve miedo, no a pesar de lo cercano que había estado de la muerte, porque finalmente había descubierto de donde provenía aquel sonido.

    Cinthya había permanecido en total silencio durante el relato del joven, absorbiendo cada palabra, maravillada por la experiencia del chico a tan temprana edad.

    —Desde entonces mi intención siempre ha sido volver al Campo y tratar de descubrir el origen de ese sonido— dijo Matt mientras recogía el botiquín del piso. —Pero no hay chances de que Amanda me permita acercarme a ese lugar.
    La joven tomó la caja de manos de Matt y asintió sin saber qué decir ¿Acaso había experimentado algo similar durante su desastrosa experiencia en el Campo? Pero lo que ella había escuchado era algo conocido, identificable y que definitivamente no provenía del cementerio de naves.
    —¿Y desde entonces comenzaste a tocar el piano? —preguntó en cambio
    —Si— respondió el joven. —Descubrí que los sonidos son la única forma de atravesar el infinito campo del silencio, como hilos que discurren sobre un telar vacío, creando formas y patrones donde no hay nada. La música es algo más que el sonido, es un lenguaje que no sólo sigue una dirección, también transporta la esencia misma de uno, llevándola más allá de lo material.
    Con mi música he intentado alcanzar lo que con mi cuerpo me ha resultado imposible.

    Cinthya no entendía del todo lo que Matt estaba diciendo, pero algo en la convicción de la voz del muchacho la empujaba a creerle. Que la música tenga ese poder…
    Activó el interruptor de la cabina y espero a que esta se abriese por completo antes de iniciar el ascenso. Algo fuera de lo normal captó su atención inmediatamente. La pantalla frente a su asiento se había apagado en cuanto ella ingresó a la cabina ¿Acaso había quedado encendida de antes? Trato de recordar si había sucedido lo mismo la primera vez que había entrado pero realmente no se acordaba. Suspirando colocó el botiquín en su sitio y descendió del caza.
    Matt estaba parado al lado del ala con la mano izquierda apoyada en el metal oscuro. En cuanto la cabina se cerró con un pequeño ruido el joven miró atentamente a Cinthya.
    —¿Sucede algo? —preguntó la joven.
    Matt abrió la boca como para decir algo pero pareció cambiar de opinión en ese momento. Retiró la mano del ala y sacudió la cabeza. —No es nada— dijo.
    Sin decir nada más Cinthya se agachó para pasar por debajo del fuselaje hasta el pequeño bolso que había dejado apoyado en una de las ruedas del tren de aterrizaje. Al levantarlo dejó caer el Pad que había dejado en cuanto Matt había llegado inesperadamente.
    —¡Casi me olvido! —exclamó preocupada.
    Matt se puso de cuclillas desde el otro lado del caza y miró con curiosidad a la joven —¿Está todo bien? —preguntó.
    Cinthya salió de debajo del caza mientras levantaba el aparato con la pantalla vuelta hacia Matt. —Le prometí a Akemi que comeríamos todos juntos hoy. ¿Vienes? —preguntó.
    Matt pareció sorprendido por la invitación, como si no supiera qué responder.
    —Todavía falta algo más de media hora… te acompañaré hasta la clínica y luego vamos al parque ¿De acuerdo?
    —Cla-claro. —respondió sin pensarlo.
    —¡Excelente! —exclamó la joven mientras se ponía el bolso al hombro y tendía la mano a Matt —¿Vamos?
    —Vamos — respondió el joven mientras tomaba la mano de Cinthya con delicadeza.
    Era tan cálida...
     

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