Macross (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Gerli, 29 Marzo 2018.

  1.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

    Tauro
    Miembro desde:
    29 Marzo 2018
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    177
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    2210
    20



    El vehículo se detuvo justo frente al ascensor, como la mayoría de los transportes personales que se usaban en la colonia, era de propulsión eléctrica y no emitía polución ni hacia sonido alguno. El aire era un recurso bastante limitado en el espacio exterior y la purificación de este demandaba gran parte del consumo energético destinado a soporte vital.
    El conductor se apeó del vehículo y se acercó a la pareja que esperaba desde hacía unos momentos.
    -Buenos días. -Dijo el hombre, de aproximadamente unos 40 años de edad y tupida barba negra mientras se quitaba el casco de seguridad a la vez que les tendía la mano. -Me encomendaron que los lleve hasta el hangar para las operaciones del día, me llamo Dan.
    -Soy Cinthya, encantada de conocerlo.
    -Teniente Primero Jim Glenn, creo que nos vimos anteayer ¿Verdad?
    -Asi es, yo manejaba el segundo vehículo ese día. -El hombre volvió a colocarse el casco mientras con un gesto de la mano indicaba a la pareja que abordaran el transporte. -Estábamos un poco nerviosos, no sabíamos que tan grave había sido el accidente en el Campo.
    Jim cargó los dos pequeños bolsos en la parte trasera del vehículo y se acomodó en el asiento trasero. Cinthya ocupó el delantero junto a Dan e inmediatamente se dió vuelta para preguntar a Jim. -¿Cómo está el avión? ¿Resultó muy dañado?
    -Un par de abolladuras, nada grave. Revisé todos los sistemas y superficies con mucho cuidado, no te preocupes por ella, está en excelentes condiciones.
    La joven sonrió y volvió la vista hacia delante. No era la primera vez que escuchaba a Jim referirse al avion caza como “ella”, supuso que era algo normal en los pilotos de combate, después de todo pasaban más tiempo en esas pequeñas cabinas que interactuando con otros seres vivos.
    En ese momento Dan ponía en marcha el vehículo e ingresaron por uno de los dos túneles que convergen en la base del sector residencial de la Colonia. La calzada era lo bastante ancha para que pasaran dos vehículos a la vez y estaba bien iluminada. Al cabo de unos minutos comenzaron a descender por una rampa en espiral que rodeaba un pilar de tuberías y grandes columnas de acero.
    -¿No usamos el elevador? -Preguntó Cinthya
    -Esta en uso. -Dijo Dan mientras indicaba una pantalla en el tablero, donde un mapa mostraba varias vías de acceso y rutas marcadas en diferentes colores. El punto que indicaba el conductor con el dedo presentaba una barra roja que cruzaba el lugar donde se encontraba la entrada del elevador de vehículos. -Si vamos por la rampa espiral llegaremos antes que los que estan bajando por el ascensor.
    -¿Tienen toda la operación tan coordinada?. -Preguntó Jim cambiando de posición las piernas.
    -Amanda es una especie de Deidad de la Logística. Realmente hace un trabajo excelente organizando las operaciones de los diferentes equipos de trabajo.
    Las paredes que rodeaban a la rampa en espiral desaparecieron repentinamente y fueron reemplazadas por un armazón metálico que permitía ver la oscuridad del hangar principal de la nave.
    -Ponte el casco. -Dijo Jim palmeando el hombro a Cinthya.
    La joven asintió y procedió a colocarse el casco (Que previamente había acomodado en su regazo) Al terminar de ajustar el cierre hermético del traje, los sensores infrarrojos entraron en funcionamiento desvelando un paisaje imponente a una boquiabierta Cinthya.
    -Impresionante, ¿No?
    La joven miraba a su alrededor completamente sorprendida. nunca habia estado en una estructura cerrada de tan colosales dimensiones.
    -Es... increible
    Dan miró a Cinthya y pudo ver el asombro en los ojos de la joven a través del visor del casco. -Cuando hacemos simulacros de evacuación prendemos ocasionalmente todas las luces del hangar principal, uno queda sin habla cuando ve la boca de la Rainbow en todo su esplendor.
    -¿Boca? -Preguntó Cinthya mientras se quitaba el casco, ya que le parecía descortés hablar con el conductor a través de un altavoz.
    -Al Hangar Principal lo llamamos “La Boca”. -Empezó a explicar Dan. -Todo lo que entra es “masticado” por nuestro equipo.
    -¿Y aquellos son los dientes? -Preguntó Jim mientras señalaba unas enormes grúas que colgaban de los soportes del techo.
    -Eh, soy el unico aqui que no tiene visión nocturna Teniente. -Dijo Dan mientras señalaba la negrura que se extendía más allá de las barreras de protección de la rampa. -Pero si se refiere a las grúas si, son 6 en total y pueden levantar una fragata completamente cargada sin mosquearse.
    El vehículo llegó a la base de la rampa en espiral y comenzó a seguir una calzada señalizada con una línea blanca, como la que habían recorrido al llegar a la Colonia. Luego de recorrer unos 100 metros llegaron a una de las paredes desde donde se accedia al elevador de vehículos. Tal y como Dan había previsto, las luces rojas de la entrada a la plataforma se tornaron en balizas amarillas mientras el enorme elevador frenaba los últimos metros y se detenía a nivel del suelo. Las barreras se abrieron y dos transportes llenos de operarios salieron de la plataforma. Dan frenó el vehículo y espero a que pasaran mientras hacía gestos con la mano derecha.
    -¿Estos operarios van a salir al Campo? -Preguntó Cinthya mientras imitaba al conductor y saludaba a la comitiva. Los operarios repararon en la joven y contestaron los saludos mas algun que otro piropo subido de tono.
    -No. -Dijo Dan. Las operaciones en el Campo las hace un reducido grupo de personas, contando a Ralph, no más de 3 personas salen todos los días.
    Los transportes desaparecieron en la penumbra del hangar y se convirtieron en unas pequeñas luces rojas que zigzagueaban entre los equipos y containers. Pronto doblaron en algún recodo y se perdieron de vista.
    -Sigamos. -Dijo Dan arrancando el vehículo. Siguieron por la misma senda marcada pero se desviaron hacia la izquierda al llegar a la primera bifurcación.
    Pronto tuvieron a la vista el VF-17, estaba iluminado tal cual Jim lo recordaba del día anterior, aunque esta vez no había nadie husmeando debajo del fuselaje. Suspiró lentamente recordando el comportamiento atontado de Tass.
    -¿Decías Jim? -Preguntó Cinthya.
    -Nada, nada. -Se disculpó el piloto moviendo la cabeza.
    Se detuvieron junto a la aeronave y ambos jóvenes bajaron de un salto. Jim comenzó a bajar los bolsos mientras Cinthya se acercó al avión y comenzó a pasar su mano por el abollado fuselaje junto a la cabina.
    -Pobre. -Dijo. -Yo pensé que era la única golpeada pero la pobre nave la pasó bastante feo ahi afuera.
    Jim se quitó el casco y se acercó a la joven con una sonrisa en los labios. -Me parece que podrías ser una buena piloto Cinthya.
    -Paso Jim. -Dijo la joven mientras extraía la escalerilla retractable de una compuerta y la desplegaba hasta el suelo. -No sería capaz de dispararle a una mosca, menos volar una de estas máquinas de guerra.
    Mientras Jim y Cinthya trabajaban, Dan se recostó en el asiento delantero mientras se ponía un par de auriculares. Al parecer tenía órdenes de quedarse junto a los visitantes hasta que despegaran.
    Cinthya ocupó el asiento trasero y sacando su Pad de trabajo comenzó a cargar el programa que usaría para sus mediciones en el campo. Jim, mientras tanto, abrió manualmente una de las compuertas de armamento ubicadas a ambos lados de las turbinas, lo que en modo Battroid o Gerwalk serian las “piernas”. Lo que desmontó no era un misil, sino una vaina de aproximadamente 1 metro y medio de largo y 30 centímetros de ancho con un par de alerones estabilizadores, pero en vez de tener una cabeza de guerra tenía un domo de vidrio donde se asomaban varios instrumentos.
    La vaina de medición debia pesar sus buenos 40 kilogramos, por suerte Jim no era un debilucho y en medio de resoplidos pudo acoplar el instrumento a una de las bahías de armamento del ala derecha.
    -Uf! -Resopló aliviado. -El sensor está colocado Cinthya.
    -Gracias Jim. -Dijo Cinthya sin quitar la vista de su Pad que ahora estaba conectado por medio de un cable al panel de instrumentos de su puesto de copiloto. -Necesito que inicies los sistemas de la cabina, no tengo conexión con la Vaina.
    -A la orden Capitán. -Dijo Jim haciendo un saludo militar, pero Cinthya seguía viendo su Pad y no se percató de la burla. Jim suspiró y se dirigió a la escalerilla. -Voy a tener que arrancar el APU(1) primero, esta va a tardar un rato.
    Dan levantó el casco que se había bajado para proteger de la poderosa luz que alumbraba al caza y miró al piloto. -Teniente, si quiere puede usar las baterías del transporte. -Dijo señalando la parte trasera del vehículo. -Siempre los usamos para poner en marcha las naves en el hangar.
    -Genial, gracias Dan.
    -A sus órdenes Teniente. -Dijo el operario quitándose los audífonos de un tirón y poniendo en marcha el vehículo. Inmediatamente maniobró en un círculo y colocó la parte trasera del mismo casi debajo de la cabina.
    Jim abrió la compuerta donde estaba el motor del transporte y encontró dos grandes cables con enormes conectores en cada punta. Junto a Dan desenrollaron los cables y los conectaron a la entrada de energía externa a un lado de la cabina.
    -Es bueno que estas cosas sean universales. -Dijo Jim, no creo que a Amanda le guste si la llamo para pedirle un adaptador.
    -Ah, veo que ya te cae bien Amanda. -Dijo Dan con una carcajada. -Esa máscara de bruja le dura poco, al final le cae bien a todo el mundo.
    -No lo demostró cuando saqué a colación el tema Zentradi
    El rostro de Dan se puso serio a la vez que el ceño se le fruncia. -Teniente, le pido por favor que no hable de ese tema en la Colonia. -Dijo retrocediendo un paso.
    -Esta es la Flota Pura. -Dijo Jim mirando fijamente al hombre. -¿Verdad?
    -No se atreva a decir ese nombre en voz alta, se lo ruego. -Dan miró nerviosamente hacia la cabina del caza, donde Cinthya estaba absorta en su trabajo y la conversación de los dos hombres le había pasado inadvertida. -Mire Teniente, no se que clase de personas crea usted que somos, pero eso de la “Flota Pura” quedó atrás hace muchos años, somos una Colonia de Recicladores, nada más.
    Jim se acercó a la cabina y desde abajo golpeó el fuselaje para llamar la atención de la joven. -Cinthya, necesito que actives la alimentación externa, es la palanca que está en el panel superior derecho, en el cuadrante a la izquierda del panel de luces, la última palanquita de la fila.
    -Ok.
    Se escuchó un pequeño chasquido y las luces de la cabina se encendieron.
    -Esperá 5 minutos a que la computadora de abordo termine la revisión de pre-encendido y después podés empezar con el checkeo de la Vaina.
    -Ok -Repitió la Joven.
    El piloto se alejó de la cabina y se apoyó en la parte trasera del vehículo, de donde salían los cables que ahora alimentaban los sistemas del caza.
    -¿Que significa “quedó atrás”?
    Dan sacó un pañuelo de uno de los bolsillos de su traje de mecánico y se lo pasó por la frente, por alguna razón estaba transpirando. -Toda esa gente, me refiero a los que empezaron con este asunto de la segregación... ya no estan aqui, se fueron de la Colonia durante los primeros años de llegar al Campo. Solo quedamos nosotros, gente trabajadora que no tiene nada que ver con sectas ni segregación ni nada que se le parezca.
    -Pero no hay Zentradis aquí. Y eso pareció molestar a Amanda cuando se lo plantee.
    -¿Y porque habria de haber Zentradis aquí? Estamos en el mismo culo de la galaxia. Nadie salvo nosotros habita esta zona... -Dan se guardó el pañuelo y volvió a ponerse el casco de seguridad. -teniente, le aseguro que nadie en esta nave tiene nada en contra de ningún Zentradi, simplemente nunca vino uno antes, tal vez por la injustificada fama que tuvimos. -Dijo agachando la cabeza como sintiéndose culpable.
    Jim miró al hombre y sintió cierto remordimiento. -Lo siento Dan, no quería interrogarte ni nada por el estilo. -Dijo mientras ponía la mano sobre el hombro del Colono. -Soy hijo de mestizos y cuando supe un poco de la historia de este lugar me sentí bastante indignado. Siento mucho haberlos juzgado sin conocerlos.
    Dan levantó la vista y vio en los ojos violeta del piloto que las palabras que decía eran sinceras. Levantó el brazo y correspondió el gesto de amistad poniendo su propia mano en el hombro del piloto. -Gracias por comprendernos Teniente.
    -Puedes llamarme Jim.
    -Entonces déjame darte la bienvenida a la Rainbow Jim, ahora no solo como visitante, sino como amigo. Ambos hombres se estrecharon las manos mientras Cinthya miraba la escena con cara de no entender qué cuernos estaba pasando.
    -Hombres. -Dijo y encendió el enlace a la vaina de medición, cuyos instrumentos comenzaron a brillar a medida que los programas de diagnóstico iniciaban el escaneo en busca de desperfectos.



    (1) APU (Auxiliar Power Unit) Unidad Auxiliar de Potencia -Un sistema que suministra energía para arrancar los motores de un avion o proporcionar energía en caso de fallas del sistema principal.
     
  2.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

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    Pluma de
    Escritor
    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    2889
    21



    Año 1869 (Calendario Terrestre)

    La nave de reconocimiento salió del salto FOLD acelerando, era una excelente forma de iniciar un asalto a máxima velocidad. Las compuertas laterales de la nave se abrieron y un escuadrón de Raus, liderados por uno de color rojo, emergió a toda potencia. Inmediatamente la nave cambió de rumbo y se alejó en la dirección contraria a las guerreras.
    A unos Doce Mil kilómetros de distancia se encontraba una patrulla de Nousjadeul-Ger, dos escuadrones completos, unos veinte combatientes aproximadamente.
    Las siete armaduras adoptaron una formación de estrella y aceleraron al máximo en dirección a los contactos que al parecer ya habían detectado el DEFOLD y se dirigian a toda prisa a interceptar a los recién llegados.
    Virya era la líder del escuadrón y quien llevaba su armadura pintada de rojo sangre. Una Meltran curtida por las batallas, una verdadera as entre ases. De hecho se la consideraba la mejor guerrera de la flota Dortrad-Jen, una de las más grandes flotas Zentradis en ese sector de la Galaxia.
    Con más de Setecientas salidas a combate y una cuenta de derribos que sobrepasaba un par de miles de víctimas, su supremacía en el campo de combate era total y brutal.
    Vivía para el combate. Combatía para vivir. Más de treinta ciclos de batallas habían creado toda una leyenda a su alrededor y su escuadrón tenía un estatus especial en la flota.
    Virya era su propia comandante. Ella elegía cuando salir y que sectores patrullar. Su habilidad en combate y su talento para rastrear y localizar enemigos eran tan brutalmente efectiva que tenia carta libre en la flota. Nadie las dirigía, el escuadrón de Virya era totalmente independiente de toda la cadena de mando y el propio Dortrad-Jen lo permitía.
    Nada de esto hubiese sucedido si otra flota Zentradi no hubiese aparecido en las inmediaciones del cúmulo estelar local.
    Y fué lo mejor que le pudo pasar a Virya.
    Que dos flotas Zentradi colisionaran era un evento extremadamente raro. El avasallador tamaño de la Galaxia prevenía estos violentos encuentros, pero la razón por la que dos flotas se acercasen tanto una a la otra no tenían nada que ver con el azar.
    El Ejército de Supervisión también estaba en la vecindad del mismo cúmulo estelar y estaba siendo acorralado por ambas flotas.
    Los Zentradis eran formas de vida creadas para la batalla. Fueron diseñados para proteger el primer imperio que se adueñó de la Galaxia; la PROTOCULTURA.
    Un millón de años atrás, la Protocultura surgió en algún rincón de la Galaxia y rápidamente se consolidó como la primera civilización que dominó el viaje interestelar y la creación y manipulación de la misma esencia de la vida.
    Los Zentradis fueron creados para proteger este enorme imperio y, por razones que Virya desconocía completamente al igual que la casi totalidad de los Zentradis, ahora eran sus enemigos mortales.
    Localizar y Destruir al Ejército de Supervisión era la prioridad única de todo Zentradi. Esa directiva estaba implantada profundamente en los genes de los guerreros tanto masculinos como femeninos. Encontrar y Destruir, sin tregua, sin descanso.
    Pero con dos flotas gigantes buscando en un sector tan pequeño como un grupo estelar de unos pocos centenares de miles de estrellas, los encuentros son inevitables. Y mientras el Ejército de Supervisión permanecía oculto, las escaramuzas entre las don enormes flotas se habían vuelto la norma en los últimos 25 ciclos.
    Cuatro Mil kilómetros.
    No había habido una batalla total entre ambas flotas en los 25 ciclos que llevaban buscando en el sector. Ambos grupos se mantenían alejados y solo los exploradores o grupos de avanzada solían intercambiar disparos cuando se detectaban mutuamente. Esto era así todo el tiempo; buscar, encontrar, luchar, aprovisionarse, buscar y volver a luchar.
    Para Virya esto era su vida y para sus enemigos, era la muerte.
    Quinientos Kilómetros.
    Las armaduras posicionaron los enormes cañones láser que llevaban plegados en su espalda y se prepararon para disparar. A estas velocidades el combate se regía por el ataque a distancia. Deberían cruzarse una y otra vez a medida que desaceleraban hasta poder entrar en combate cuerpo a cuerpo.
    A cincuenta kilómetros de distancia estaban a apenas dos segundos de encontrarse, los láser se dispararon y por un momento el espacio se llenó de un entramado de líneas brillantes azules y verdes. Virya sabía que habían abatido a tres enemigos, pero la velocidad que llevaban era tan alta que las ondas de choque de las explosiones ni siquiera se habían expandido fuera de las armaduras derribadas y las guerreras habían pasado rápidamente entre ellas.
    Ahora debían virar y prepararse para el segundo choque, esta vez a menor velocidad. El viraje les tomó un enorme arco de unos 200 kilómetros, volvieron a ponerse en rumbo de choque con el escuadrón enemigo y cargaron contra ellos.
    Ahora fueron media docena las explosiones las que iluminaron brevemente el campo de combate. Esta vez Virya sintió una pequeña ola de choque golpear su lado izquierdo pero sabia que no había sido ninguna explosión enemiga. Solo le dedico una fracción de segundo a mirar lo que había pasado a su lado.
    El Rau que estaba ubicado en el flanco izquierdo de la formación había sido alcanzado por un disparo en la cabina. El haz de luz atravesó limpiamente la armadura y salió por el otro lado como si el Queadluun fuera un espejismo. La chica estaba muerta antes de que supiera lo que había pasado, pero fue curioso ver como la armadura siguió recibiendo impulsos del cuerpo muerto incluso antes que la explosión desintegrara el mecha. Probablemente esos impulsos que provocaban que los propulsores se encendieran y apagaran no eran del cerebro, ya desintegrado por el láser, sino por la energía que bajaba por el sistema nervioso del cadáver, más rápida que la expansión del plasma que acabaría por destruir todo el Rau.
    Pero todo esto no distrajo más que unos segundos de la atención de Virya; tenía una pasada más por hacer. Esta vez el giro se hizo en unos pocos kilómetros y la formación en estrella cambió para adaptarse a la falta del combatiente caido; ahora era una formación escalonada de seis armaduras. Ambos contendientes volvieron a chocar entre una urdimbre de fuego láser y explosiones.
    Había llegado la hora del combate cuerpo a cuerpo.
    Quedaban una docena de naves enemigas, así que la formación se desarmó y cada chica escogió un par de blancos. Los cañones se plegaron y las armas de proyectiles entraron en acción, así como los enjambres de misiles que transformaron el campo de batalla en una maraña de estelas verdes y azules, aqui y alla interrumpidas violentamente por las explosiones de los misiles al ser detonados, ya sea por un disparo defensivo o al haber alcanzado su blanco.
    El combate duró solo 15 minutos
    Como siempre, el último en morir fue el as del escuadrón enemigo. El pobre piloto dió una buena pelea, pero poco podía hacer contra 6 guerreras Meltrandi. Así que las chicas jugaron con él, volando las extremidades a su armadura una a una hasta que solo quedó un montón de metal retorcido alrededor del piloto. Rika tuvo el honor de rematarlo, insertando el puño de su armadura por el torso y soltando una descarga de balas que convirtieron a la masa metálica en una masa sanguinolenta.
    -Alto el fuego chicas. -La voz de la líder de Escuadrón sonó en las armaduras de las 5 Meltrandis. -¿Estatus?
    -Operativa. -Dijo Melia
    -Operativa. -Dijo Fanra
    -Poca Munición. -Dijo Rika
    -Operativa. -Dijo Kiria
    -Operativa. -Dijo Tyna
    -Solo la Novata muerta. -Comentó sin darle importancia. -¿Cuantas salidas aguantó? ¿12?
    -11. -Dijo Fanra.
    El Queadluun-Rau rojo hizo un gesto circular con el brazo derecho y las demás armaduras se acercaron a su líder formando un círculo.
    -Volvamos a la flota, no tenemos nada más que hacer en este sector.
    Se escuchó un “Si!” al unísono en el canal de radio y las 6 armaduras se pusieron en camino. Dejaron atrás el campo de batalla, ahora lleno de restos de armaduras Zentradi y avanzaron a máxima velocidad hasta la pequeña nave de reconocimiento que esperaba silenciosa el regreso de las guerreras. La enorme compuerta lateral se abrió hacia afuera y los 6 Queadluun ingresaron al hangar.
    -Todas adentro.
    La compuerta se cerró e inmediatamente las luces del interior de la nave pasaron de un blanco pálido a un rojo furioso, indicando que la nave se preparaba para un salto FOLD.
    Virya fué la primera en salir de su armadura. La cabina se abrió hacia arriba y los hombros se retrajeron hacia atrás, liberando el cuerpo de la guerrera quien flotó hacia el techo y comenzó a hacer unos simples ejercicios de estiramiento.
    Las demas chicas tambien habian abierto sus armaduras pero permanecieron dentro en silencio.
    La vibración de la nave al entrar en FOLD se hizo notar de inmediato. La luz se distorsiona y se creaba un efecto óptico típico que hacía que los objetos se duplicasen en formas fantasmales, era un efecto muy familiar para todos los viajeros interestelares de la Galaxia.
    Virya flotó hasta la cabina de la nave, donde dos Zentradis se mantenían alerta a los controles, aunque durante un salto FOLD no hacía falta supervisión alguna. Virya no les habló, no los consideraba parte de su equipo, eran soldados regulares de logística de la flota. Simplemente cumplian sus ordenes de Despliegue y Repliegue, no eran más que herramientas y no merecian más atención.
    El espectáculo que se apreciaba por los cristales de la nave era impresionante. El espacio Dimensional curvaba la luz de millones de estrellas y creaba una cascada de colores por la que la nave transitaba envuelta en una burbuja de energía. Claro que a Virya no le interesaba esto, muchas cosas de las que veia no tenian ni siquiera un nombre para describirlas. Contempló en silencio la escena hasta que se aburrió. Dió media vuelta y flotó hasta el hangar donde sus subordinadas estaban recargando las armas de sus Raus.
    -Esta vez probemos con alguna de la nave de Higlet. -Dijo Melia al ver que su líder se acercaba.
    Virya se quitó el casco. No había transpirado ni un poco durante el combate, al contrario de Rika, cuyo cabello azul estaba empapado.
    -Yo voy a decidir de donde va a venir la nueva recluta Melia. -Dijo cortante.
    -Si Capitan! -Exclamó la joven.
    El séptimo integrante del escuadrón se había convertido en una carga para Virya. Ninguna de las chicas que habían ocupado ese puesto en los últimos 6 ciclos habían sobrevivido a más de una docena de batallas. Era inconcebible que no existiera una guerrera en una flota de más de dos millones de Zentradis que estuviese a la altura de su escuadrón.
    Virya escupió al suelo con desdén y se puso a revisar su propia armadura. Las demás chicas la dejaron tranquila, perder una armadura era un motivo de vergüenza para Virya y estaría de mal humor por un largo tiempo.
    Al cabo de un par de horas, la intensidad del fenómeno FOLD comenzó a menguar y las combatientes supieron que estaban por llegar a la flota. Ocuparon sus armaduras de inmediato y se prepararon para salir.
    El DEFOLD se produjo veinte minutos más tarde, las compuertas comenzaron a abrirse y Virya dió un paso hacia la salida cuando una llamada desde la cabina captó su atención. Uno de los pilotos le hacia señas con el brazo de que se acercara. Las demás chicas mantuvieron sus posiciones prontas a salir de la nave mientras Virya salía de su armadura y se dirigía flotando nuevamente hacia la cabina.
    La enorme pantalla holográfica estaba encendida ocupando gran parte del cristal de la cabina. El Zentradi que estaba en la pantalla de cuerpo entero no podia ser otro que Kreegan, el Comandante de la 5ta. Flota a la cual estaba asignado su escuadrón de Queadluuns. Hace varios ciclos que no recibía una comunicación suya, pero no olvidó el protocolo. Se puso firme y se llevó el puño al pecho en señal de saludo.
    -Saludos Comandante Kreegan
    -Virya. -La irritación del oficial Zentradi era evidente. -Presentate en mi nave inmediatamente.
    -Entendido. -Respondió ella.
    ¿Una orden? ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Se avecinaba una gran batalla? Virya no esperó a que la imagen se apagara y de un enérgico empujón con los pies salió disparada hacia su armadura. Solo le tomó 10 segundos entrar al Rau y prepararse para salir. Hizo una señal con el brazo y las seis armaduras abandonaron la nave simultáneamente.
    El punto asignado para los DEFOLD de las naves de exploración se encontraba por encima de la Flota Dortrad-Jen, de modo que cuando el escuadrón salió al espacio se zambulleron en picada entre decenas de miles de naves, una acumulación tan grande de cruceros, transportes y naves de batalla tan enorme que asemejaba a una nube verde azulada a la distancia.
    A pesar de la avasallante cantidad de naves, cada escuadra de batalla tenía su posición perfectamente definida en la Flota. Los enormes cruceros de batalla que servían de naves insignias a cada ala de combate se encontraban en el mismo centro, todos protegiendo el verdadero corazón de la Flota.
    La Fortaleza de Dortrad-Jen era imponente. Una nave de dimensiones colosales, casi un planetoide en si misma. Era el centro neurálgico de la Flota y el arma más formidable del arsenal Zentradi.
    -¿Era Kreegan ese? -Preguntó Rika acercándose un poco al Rau rojo que abría la formación
    -Tenemos que ir a verlo, esas son las órdenes. -Contestó secamente Virya.
    Un murmullo de asombro se escuchó en el canal de comunicaciones del escuadrón, pero ninguna de las chicas dijo nada. Al cabo de unos momentos Tyna rompió el silencio;
    -¿Vamos a presentarnos con un elemento menos?
    Las demás guerreras aguardaban en silencio. Tyna era la miembro más antigua del escuadrón y era quien solía hacer las preguntas más incómodas a la irascible Virya.
    -No, tengo una idea. Siganme.
    Para el desconcierto de las demás guerreras, Virya se desvió del curso hacia el centro de la flota y se dirigió hacia uno de las fragatas que cerraban el flanco. Las fragatas de clase Quitra Queleual eran las principales naves de asalto de vanguardia. Llevaban armamento ofensivo y varios escuadrones de armaduras (Queadluuns o Nousjadeul-Ger, dependiendo si la nave era Zentran o Meltran) y conformaban los centros de entrenamiento de todos los guerreros Zentradis que pilotaban armaduras de combate. Hacia una de estas naves se dirigió Virya a toda velocidad seguida de sus cada vez más intrigadas compañeras.
    A unos 200 metros de la enorme nave se encontraba un escuadrón de Queadluuns-Nona ejercitando maniobras de formación. Un Rau encabezaba la formación mientras volaba alrededor de una serie de balizas luminosas que formaban un circuito de práctica. El resto de los Nonas, unas 8 máquinas, luchaba por seguir el ritmo de la instructora mientras mantenían su posición y velocidad relativas. Era uno de los ejercicios más básicos del vuelo espacial, ese grupo de soldados deberían ser novatos recién asignados, sin ninguna clase de experiencia en batalla.
    -¿Virya que te pasa? -Tyna se adelantó y cerró el paso de su líder, algo también inédito que dejó paralizadas a las demas chicas. -Esas son cadetes que están aprendiendo a volar!
    -Apártate o te arrancaré la cabeza Tyna.
    La armadura de Tyna se hizo a un lado, Virya era muy capaz de cumplir su amenaza cuando estaba de ese humor.
    El Rau rojo se acercó a una de las balizas que marcaban el circuito de practica y espero al grupo de cadetes, quienes estaban finalizando la vuelta. Fué el Rau de la instructora quien vio primero a Virya, el Rau rojo era inconfundible, no había otro igual en toda la flota. Se detuvo en seco usando los impulsores delanteros de emergencia, el temor que esa armadura despertaba en los demás rayaba lo supersticioso. Unas decenas de metros más atrás el grupo de cadetes también se detuvo, ignorando lo que pasaba.
    El cañón de Virya rotó sobre su hombro y se puso en posición de disparo.
    Tyna y las demás chicas ahogaron un grito pero ninguna reaccionó cuando el cañón de Virya abrió fuego al máximo poder, de forma que toda la energía del arma fue usada en un único disparo de área, que abarcó por completo al grupo de anonadados cadetes.
    Las armaduras se desintegraron por completo, las chicas que estaban adentro también lo hicieron unas milésimas de segundo más tarde. Fue todo tan repentino que ni un solo grito se escuchó en las comunicaciones compartidas. En cuanto la energía se disipó, el cañón parcialmente derretido de Virya se desprendió de su armadura y quedó flotando al rojo vivo.
    -Que... ¿Que hicistes? -Balbuceó Melia sin creer lo que sus ojos veían.
    El Rau rojo contempló los restos carbonizados de la instructora y los cadetes e inmediatamente se dió vuelta hacia su escuadrón, que contemplaba la misma escena con la boca abierta. -Ya encontré una candidata que me gusta. -Dijo Virya a la vez que su armadura señalaba hacia arriba. Todas las chicas miraron y vieron como veinte metros por encima de la nube de desperdicios un solitario Nona había escapado del ataque acelerando al máximo verticalmente. Los extremos de las piernas de la armadura habían sido consumidos por el rayo y todavía estaban incandescentes, pero el Queadluun y su piloto había esquivado el ataque a una distancia imposible.
    Virya sonrió satisfecha.
     
  3.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

    Tauro
    Miembro desde:
    29 Marzo 2018
    Mensajes:
    177
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    4382
    22



    La cabina se cerró silenciosamente y el interior del caza fue presurizado de inmediato. Jim levantó la mano cerrada con el pulgar en alto y a través del cristal le indico a Dan que estaba listo para despegar. El hombre contestó imitando un saludo militar y se alejó de la aeronave mientras los motores comenzaban a calentarse.
    -Ambar Uno a Control Rainbow ¿Me reciben? -Preguntó Cinthya por la radio.
    -Control de tráfico de la Rainbow, los recibo perfectamente Ambar Uno. Plan de vuelo aprobado, apenas estén listos salgan por la compuerta del hangar 4 y mantengan un patrón de espera alrededor de la Colonia hasta que el equipo de Ralph se contacte con ustedes.
    -Entendido Rainbow, Salida por Compuerta 4 e iniciamos Espera hasta nuevo aviso.
    -Que tenga un buen dia en el Campo Ambar Uno. -Saludó Rebecca
    Jim movió un poco el control de la potencia y el caza comenzó a elevarse gracias a los propulsores auxiliares ubicados en la parte inferior del fuselaje. En cuanto alcanzó una altura de diez metros, cambió la forma del caza a modalidad Gerwalk, desplegando las piernas y pasando a vuelo estacionario usando solo los motores principales. La cabina aumentaba la poca luz disponible y la suplementaba con partes de visión infrarroja y térmica, de modo que al mirar hacia afuera vieron el hangar perfectamente, destacándose por la firma de calor que emitia el pequeño vehículo de Dan, que se alejaba por el fondo del mismo.
    Como se ha dicho anteriormente, las naves de la clase Three Star poseen dos entradas exclusivas para recibir y despachar naves de transportes que continuamente van y vienen por toda la flota. En los días de la Flota 37, la Rainbow podía recibir un tráfico incesante de naves pequeñas y grandes sin tener que preocuparse por atascos en los docks de atraques. En la actualidad esas entradas estaban clausuradas y toda nave que llegara a la Rainbow debía entrar por una compuerta ubicada cerca de la enorme superestructura que albergaba el puente de mando.
    El VF-17S2 comenzó a girar sobre si mismo hasta estar alineado con la gran esclusa. Al acercarse a menos de 10 metros una serie de balizas se accionaron, indicando que la enorme puerta de acero pintada con grandes rayas negras y amarillas (Aunque ya bastante descoloridas y resquebrajadas por el uso y la falta de mantenimiento) había comenzado a abrirse. Como la mayoría de las enormes compuertas de la nave, esta era doble, de casi medio metro de acero sólido, ofreciendo protección extra en caso de fuego o explosiones dentro del hangar.
    El caza pasó por la compuerta y se detuvo algunos metros más adelante al llegar a la última puerta de la esclusa. Como estaban a punto de pasar a gravedad cero, Jim aterrizó la aeronave de modo que descansara sobre sus piernas.
    -¿De que estaban hablando ustedes dos ahí abajo? -Preguntó Cinthya
    Jim miró a Cinthya por los espejos y movió la cabeza. -Parece que en la Colonia las cosas son muy diferentes a lo que nos imaginábamos al principio.
    -¿Por lo del Segregacionismo? -Preguntó la Joven. -Yo también lo noté, la gente de la Colonia no parece ser parte de ninguna secta o grupo de esos que se aíslan para permanecer alejados de lo que no toleran.
    -El contacto con el exterior tampoco está limitado. Se puede acceder libremente a toda la Red Galaxy y a la MBS.
    La compuerta de atrás se cerró con un fuerte estampido y las luces de la esclusa pasaron del blanco al rojo para indicar que el proceso de despresurización había comenzado. El aire comenzó a ser succionado y la gravedad comenzó a descender. Todo el proceso demoró unos cinco minutos. Las luces adquirieron un tono amarillento y la baliza de la puerta que tenian al frente comenzó a girar. Las primeras estrellas se asomaron por el espacio entre las compuertas a medida que estas empezaron a abrirse.
    -En marcha. -Dijo Jim
    El VF-17 se impulsó hacia delante y mientras salía de la enorme esclusa cambió a modalidad caza. Jim mantuvo una velocidad relativamente baja mientras se alejaba de la salida antes de comenzar un patrón de espera alrededor de la Colonia. Al cabo de unos momentos giró hacia la izquierda y Cinthya pudo por fin ver la enorme nave en todo su esplendor.
    Jim comenzó a volar a unos escasos 500 metros de la nave, para que la boquiabierta joven pudiera apreciar el tamaño colosal de la Colonia.
    -Es enorme. -Dijo atónita.
    -Te lo dije. Es una de las naves más grandes construidas por el Consorcio Macross.
    El gigantesco reactor dominaba toda la masa de la nave, pero a su alrededor se encontraban agrupados los enormes módulos que conformaban la verdadera maquinaria que daba vida a toda la flota. O al menos, que había dado.
    Solo unos cuantos sectores estaban iluminados, todas las estructuras, enormes tanques de materias primas, gases, combustible y minerales estaban sumidos en una total oscuridad Solo aquí y allá alguna baliza o una luz intermitente, un destello que delataba algun equipo de soldadura trabajando fuera de la nave, daban alguna señal de vida en la silenciosa mole. Cada sector de la enorme fábrica se especializaba en la fabricación o la manipulación de una clase específica de material, respetando el espíritu de diseño modular, las enormes estructuras brotaban como hongos alrededor del reactor, sin tener en cuenta el menor respeto a las leyes de simetría o estética.
    -¿Qué es esa enorme rueda? -Preguntó Cinthya señalando una estructura con forma de arco que se elevaba por sobre los demás módulos, varios centenares de metros a un lado del reactor.
    -Creo que es un acelerador de partículas. -Dijo Jim. -Algunos materiales se fabrican mediante la manipulación de energía cuántica a altas velocidades.
    -Control Rainbow para Ambar Uno ¿Me reciben?
    Cinthya desvió la mirada de la enorme nave y se centró en sus instrumentos y en responder la comunicación entrante. -Aqui Ambar Uno, los recibo perfectamente.
    -Les paso el reporte meteorológico del Campo chicos.
    -¿Meteorológico? -Pregunto confundida la joven. -¿Tiene un sistema meteorológico el Campo?
    -Algo similar, es un sistema dinámico que suele fluctuar en respuesta a actividad del espacio normal y del sub-espacio dimensional. Nosotros lo tratamos como si fuera un reporte climatológico. -Explicó pacientemente Rebecca
    -Entendido Rainbow. ¿Cual es el estado del Campo?
    -La Superficie de Falla se encuentra en expansión, debería llegar a su pico máximo entre las 1300 y 1400 horas. Tengan en cuenta que las comunicaciones irán empeorando a medida que avance la mañana.
    -¿No podemos usar la radio estándar? -Preguntó Jim.
    -Solo entre tu y tu equipo, la radiación electromagnética de la anomalía no permite que ninguna onda de radio se proyecte más allá de unos centenares de metros.
    -¿Y si pasamos todas las comunicaciones del Campo a través del enlace FOLD de mi nave? El transmisor del VF-17S2 puede amplificar la señal y atravesar la falla.
    Se escuchó un suspiro por la comunicación. -Eso son cosas que solo puede hacer Tass chico, yo con suerte se como se maneja esta radio y poco más.
    -Entendido Rainbow. -Dijo Cinthya. -Nos arreglaremos como podamos.
    -Perfecto... ah, esperen un segundo que la Capitan quiere decirles algo.
    Pasaron unos segundos de silencio y la voz de Amanda se escuchó por los sistemas de comunicación de la cabina. -Teniente, solo queria decirle que confíe plenamente en mi equipo. El Campo tiene sus reglas y no conocerlas puede ser fatal en muchas situaciones. Manténganse cerca de Ralph y obedezcan sus instrucciones. Eso es todo.
    -Gracias Capitana. -Dijo Jim. -Intentaremos molestar lo menos posible a su equipo.
    -Buena suerte. Rainbow fuera. -Dijo Amanda cerrando la comunicación.
    Cinthya se movió inquieta en su asiento. Hasta el momento del “incidente” con Will no había pensado en que su misión la pusiera en riesgo de muerte. El viaje espacial tenia sus muchos peligros, pero hacia casi 100 años que el hombre había aprendido a sobrevivir en el espacio y la tecnología actual lo facilitaba aún más.
    -Que amable. -Rió sarcásticamente Jim.
    -¿En Serio es tan peligroso el Campo? -Preguntó tímidamente la joven.
    -Bueno... para el vuelo espacial al menos, lo es. La cantidad de desperdicios hacen que volar a altas velocidades sea muy peligroso, además de que siempre suelen haber misiles o minas desperdigados por todos lados. El otro problema es usar un radar, es casi imposible discernir qué es cada cosa... generalmente uno tiene que confiar mas en sus ojos que en los instrumentos y finalmente. -Dijo suspirando. -La maldita anomalía esa.
    En esos momentos la nave terminó de pasar por el costado de la Rainbow y pudieron ver la enorme cola que se extendía desde la parte posterior de la misma.
    -Mire Cinthya ¿Se acuerda lo que le conté sobre la cola?
    -¿Qué es eso? -Preguntó asombrada la joven.
    Por encima de los dos enormes propulsores que la Rainbow tenia en su parte posterior se extendia una enorme estructura alargada que se iba afinando a medida que se extendia lejos de la gigantesca nave.
    -Esa es la cola de las Three Star aunque... esto es nuevo. -Dijo Jim intrigado.
    -¿Que cosa?
    -La cola no es más que un gigantesco disipador de calor, como la temperatura del espacio interestelar es de -270 grados aproximadamente, es mucho más eficiente para eliminar el calor residual y enfriar ciertos fluidos hacerlos circular por esta estructura... pero es la primera vez que veo una cola como esta.
    -¿Qué es lo diferente Jim? -Dijo Cinthya tratando de ver por la cabina hacia donde señalaba Jim.
    -Parece haber sido modificada con algún tipo de blindaje exterior... en varias Three Star que he visto el disipador de calor no tiene más que unos metros de anchura en la base que lo conecta a la nave y se va estrechando hasta ser de algunos centímetros en la punta.
    Lo que ambos veían era la enorme estructura completamente recubierta de placas metálicas con forma exagonal, de forma que lo que debería ser una especie de “ala” aparecia a la vista de los pilotos como una enorme lanza, de mas de un kilómetro y medio de largo y varias decenas de metros de anchura.
    -¿Porque habran hecho semejante modificación? -Preguntó Cinthya
    -Ni idea, pero a lo mejor es para ocultar las emisiones infrarrojas.. estas cosas brillan como un lanzallamas cuando se las mira con visión térmica.
    El caza pasó sobre la estructura y rodeó a la Colonia por el otro lado. Jim parecía pensativo y no volvió a abrir la boca hasta que una nueva comunicación llegó por la radio.
    -Recolector a Ámbar Uno ¿Me Reciben?
    -Aqui Ambar Uno, los escuchamos fuerte y claro ¿Es usted Señor Savann? -Respondió Cinthya
    -Llameme Ralph, por favor. -Dijo el gigante entre carcajadas. -Estamos saliendo desde la cubierta ocho, por debajo de ustedes.
    Cinthya miró hacia abajo y pudo ver unas pequeñas luces de navegación rojas y verdes que parpadeaban varios cientos de metros bajo ellos. Realmente era increíble poder ver en cualquier dirección como si la cabina fuera transparente, cuando en realidad estaban rodeados de un blindaje de varios centímetros de espesor.
    -Los vemos, Recolectores. -Dijo Jim accionando la palanca de mando, lo que hizo que el caza se sambulliese en picada. Cuando estuvieron a unos pocos metros el caza desplegó las piernas y se detuvo casi de inmediato junto a Ralph, enfundado en un enorme traje espacial con lo que parecían grandes herramientas adheridas a su espalda.
    A su lado se encontraba una enorme estructura con forma de cruz donde un transporte habia sido anclado en el centro de la misma.
    -Disculpen la demora. -Dijo Ralph inclinando un poco la cabeza. -Ya estamos listos para salir. Hagamos un checkeo final. Recolector uno Listo.
    -Recolector dos, listo.
    -Recolector tres, listo.
    Cinthya miró al transporte y vió como dos pilotos la saludaban a través del cristal de la cabina. Ella contestó amigablemente agitando la mano.
    -Ambar Uno listo. -Dijo la joven por la radio.
    -Ah! -Dijo Ralph de improviso. -Una cosa más Teniente. ¿Tienen cargados los códigos IFF para el Campo? No queremos que pase otro ehh... accidente.
    -Tass los cargó desde su terminal durante la revisión de ayer. -Dijo Jim por la radio. -¿Son códigos Zentradi?
    -De hecho son códigos de dos flotas diferentes. La batalla que se dió en este lugar debió haber durado días enteros.
    -¿Se enfrentaron dos flotas Zentradi en este lugar? -Preguntó intrigada Cinthya.
    -Tres.
    -¿Tres? -Ahora era Jim el interesado. -¿Cual era la tercera flota?
    -El Ejército de Supervisión. -Dijo Ralph mientras activaba los propulsores de su traje y se dirigía flotando lentamente hacia la plataforma, donde se ubicó en una especie de asiento hecho de caños y placas soldadas. Al parecer su traje tenía alguna clase de encastre magnético que lo atrajo rápidamente cuando flotó sobre el asiento.
    -Salgamos entonces, Ambar uno no se quede atras ¿Eh? -Dijo cruzando los brazos sobre su estómago.
    -Entendido!. -Dijo Jim mientras se ubicaba unos veinte metros por detrás de la enorme plataforma.
    La Rainbow estaba anclada a unos cuantos miles de kilómetros de distancia del Campo. Si bien “Anclada” no era la palabra exacta, la enorme nave se encontraba en órbita estacionaria alrededor del enorme cementerio de naves, de modo que siempre mantenía la misma posición con respecto a los ejes del centro de la anomalía. También había otra razón aún más importante; ocasionalmente el Campo solía expulsar lo que en la jerga de la Colonia se conocía como “escupitajos” de escombros. Esto se debía a que la anomalía barría el campo como si de una inmensa cuchara se tratara, revolviendo continuamente los enormes restos de naves, haciendo que estos colisionasen y se fragmentaran en trozos más pequeños. Ocasionalmente, cuando la anomalía se expandía paralelamente al disco de material, la enorme fuerza hacía que los escombros acelerarán y escaparan de la atracción gravitacional del cuerpo oscuro que se encontraba en el centro, creando “disparos” de material en cualquier dirección. La Red EWR de la Rainbow estaba especialmente preparada para detectar estos peligros y advertir a la tripulación sobre trayectorias y posibles colisiones.
    Todo esto iba leyendo Cinthya en su Pad mientras las dos “Naves” volaban en dirección al Campo. La nave utilitaria que propulsaba la estructura tubular aceleraba constantemente para poder mover toda la pesada estructura, pero aun así tardaron casi treinta minutos en alcanzar una velocidad “crucero”. Jim había activado el piloto automático para que mantuviera la posición y velocidad relativas a la nave de Ralph y mientras la computadora se encargaba de volar la nave, se relajó en el asiento delantero.
    Cinthya dejó de lado su Pad y se concentró en la enorme pantalla que dominaba la mayor parte de su panel de instrumentos. Cada armamento o equipo montado en el VF-17 tenía su propia interfaz, en este caso lo que aparecia desplegado frente a sus ojos era un resumen de la vaina de medición y recolección de datos que ahora colgaba de una de las alas del caza. Cinthya ya había ejecutado las revisiones previas al despegue y los sensores ya estaban calibrados y listos para recoger datos. La joven deslizó sus dedos sobre la pantalla y activó las instrucciones necesarias para iniciar el estudio. Una pequeña ventana de video se abrió en la esquina inferior derecha mostrando en vivo la vaina en el anclaje de armamento del ala derecha. Una serie de pitidos y varias luces verdes indicaron el inicio de actividad en los sistemas. A través del video Cinthya comprobó como unos pequeños paneles se desplegaron a lo largo de la vaina, listos para comenzar la captura de datos.
    -Vaina de medición activa. -Informó Cinthya.
    La interfase comenzó a arrojar información en forma de gráficos y tablas a medida que los datos eran recolectados. Cantidad y tipo de radiación, Rayos cósmicos, temperatura externa.
    La joven abrió un log personal y comenzó a describir un breve resumen de las operaciones y preparativos que se llevaron a cabo al salir de la Colonia.
    -Jim. -Preguntó levantando la cabeza. -¿Qué es el Ejército de Supervisión?
    El piloto se puso derecho en su asiento. -¿No lo sabes? La Macross era originalmente una nave del Ejército de Supervisión que cayó a La Tierra mientras escapaba de la flota de Boddole Zer.
    -Creía que la Macross era de la Protocultura.
    -Es un error común eso. -Dijo Jim. -Mucha de la información todavía sigue siendo clasificada y no es de público conocimiento. En realidad el Ejército de Supervisión y la Protocultura son algo así como la misma cosa.
    -¿La misma cosa?
    -El Ejército de Supervisión está formado por elementos que antiguamente formaron parte de la Protocultura. No se mas detalles que esos, solo soy un soldado. -Dijo el piloto encogiéndose de hombros.
    Cinthya se quedó pensativa unos segundos, luego se inclinó sobre la pantalla y minimizó la interfaz de datos, abrió una ventana nueva e ingreso a la base de datos de su propio Pad. Tenía guardados una serie de videos documentales bajados de la Red Galaxy sobre los acontecimientos de la Primera Guerra Espacial. La ASS-1 (1) se estrelló en La Tierra en el año 1999. El ingreso a la atmósfera de la nave alienígena (Y la enorme ola de destrucción que se produjo durante su trayectoria descendente) había sido captado por numerosas cámaras alrededor del mundo. Cinthya contempló las imágenes y videos con fascinación.
    -Hey Jim.
    -Hmmm?
    -¿Porqué los Zentradi están en guerra con el Ejército de Supervisión?
    -Porque están programados para ello. -Se escuchó la voz de Ralph de pronto. -Lo siento, no quería meterme en su conversación y el enlace había quedado abierto de todas formas, pero parece que el Gobierno Unificado no quiere que los civiles sepan la historia completa
    -¿Programados? -Preguntó Cinthya.
    Ambos pilotos miraron hacia adelante, en dirección al gigante que viajaba sentado sobre la estructura de metal y les pareció que inclinaba la cabeza.
    -Hmmm... tal vez “Condicionados” sea una palabra mas adecuada.
    Varios resplandores intermitentes indicaron que los propulsores delanteros habían comenzado a frenar las naves. El viaje estaba llegando a su fin pero de todas formas tardarian un largo rato en desacelerar hasta detenerse por completo.
    -Es extraño. -Dijo Jim. -Yo no me siento “Condicionado” a matar a nadie de ese Ejército.
    -Eso es porque ha nacido y crecido expuesto a la cultura, Teniente. -Respondió Ralph.
    -¿Tienen algo que ver con el instinto? -Preguntó la joven.
    -No lo creo, una de las cosas que recibí “de regalo” con este cuerpo gigante fué un gusto desquiciado por la violencia y no, ninguna canción de Minmay pudo quitarmelo.

    Continuaron el viaje en silencio mientras el radar del caza comenzaba a detectar los primeros escombros metálicos e informaba al piloto sobre el peligro de acercarse a la zona. Jim ignoró los avisos y dejó que el piloto automático aumentara en 50 metros más la distancia de separación con la plataforma de los Recolectores.
    -Estamos llegando. -Dijo uno de los pilotos del transporte.
    Cinthya cerró la interfaz de la vaina y abrió una ventana de video que mostraba la visión frontal del caza, de modo que pudo ver todo el frente sin que el asiento de Jim le obstruyera la vista. Había una enorme nube de material a unos 400 metros de donde estaban, pedazos de metal y grandes piezas de lo que parecían ser trozos de naves gigantes, todos girando lentamente en diferentes direcciones, aunque permaneciendo completamente inmóviles con respecto a la nave.
    Las luces de la plataforma se encendieron, indicando que el campamento estaba por ser descargado.
    -Aqui Recolectores a Rainbow. -La voz de Ralph se escuchó en la cabina. -Arribo a las coordenadas confirmado. Iniciamos despliegue del campamento.
    -Aqui Rainbow. -Las comunicaciones mostraban una marcada degradación de la calidad de audio, apenas audible por sobre la interferencia. -Recibido Recolectores. Buena caza ahi afuera.
    La computadora del VF-17 indicó que el objetivo se había detenido por completo y Jim tomó el control de la nave, comenzando a orbitar alrededor del campamento a poca velocidad.
    Mientras tanto, el transporte se separaba lentamente de la plataforma a la vez que Ralph se incorporaba y flotaba en dirección al mismo.
    -¿Estamos en la periferia del disco exterior? -Preguntó Cinthya.
    -Así es, aquí el material es mucho más “fino” y se puede trabajar con relativa seguridad. El disco mide un centenar de metros de altura asi que hay espacio de sobra para movernos cuando estemos dentro. -Explicó Ralph.
    -¿Nunca se aventuran más allá de la periferia?
    -Eso sería muy peligroso Teniente. Aquí hay material de sobra para recolectar. -Dijo uno de los pilotos de la nave de transporte.
    Finalmente el gigante llegó al transporte y se sujetó firmemente al casco mediante poderosos agarres magnéticos.
    -Vamos. -Dijo.
    Jim pasó a modo Gerwalk para poder maniobrar mejor entre los escombros, pero la ruta que el piloto del transporte seguía estaba completamente despejada y avanzaron con relativa facilidad durante varios centenares de metros dentro de la nube de material y escombros. Ralph observaba los escombros en busca de algo interesante que rescatar, de pronto golpeó repetidamente el casco de la nave con su puño y esta se detuvo inmediatamente.
    -Allá. -Dijo señalando una particular pila de restos. -Empecemos ahi.
    Resultó ser una armadura Meltrandi, uno de los cientos de miles de Queadluun que había desparramados por todo el campo. Mientras Ralph revisaba el robot, Jim permaneció a unos diez metros observando la operación.
    -¿Que rescatan de esos robots? -Preguntó Cinthya.
    -Principalmente las aleaciones del reactor y los sistemas de control de las articulaciones. Son materiales que cuestan mucho dinero producir de cero y aquí están flotando en cantidades inagotables... hmmm.. no, este no sirve. -Dijo Ralph separándose de los restos. -Tiene el reactor fundido, busquemos otro.
    Repentinamente un grito se escuchó en la transmisión y todos se sobresaltaron.
    -¡Cinthya! ¿Que paso estas bien? -Exclamó Jim tratando de darse vuelta para ver a su copiloto.
    -¿Que sucedió Teniente? -Gritó Ralph por la radio.
    -A- Ahí, a la derecha. -Se escuchó la voz temblorosa de Cinthya.
    Jim giró la nave rápidamente y se encontró de frente con el enorme cadáver momificado de un soldado Zentradi. El cuerpo estaba acribillado y despedazado, pero la ropa había mantenido los pedazos más o menos unidos y el casco estaba roto, exponiendo el horripilante rostro gigante congelado en una eterna mueca grotesca.
    -Un cadáver. -Dijo Jim. -Falsa alarma.
    Se escucharon varios suspiros de alivio por la comunicación de radio.
    -¿Estas bien Cinthya? -Preguntó Ralph acercándose a la nave. -Lo siento, debí haberte advertido sobre esto, el campo esta sembrado de cadáveres.
    Cinthya respiraba agitadamente y se había llevado la mano al pecho. Pasaron varios minutos antes que su respiración se normalizara y pudiese hablar nuevamente.
    -Estoy bien Ralph, disculpa. -Dijo algo más tranquila.
    -Debería alejarse un poco más Teniente. -Dijo el gigante mientras se impulsaba hacia el transporte.
    Jim no habló, se había quedado pensativo en cuanto vió al enorme soldado flotando frente a la nave.
    El trabajo continuó toda la mañana sin ninguna novedad. Encontrar armaduras intactas era bastante difícil, ya que los impactos solían ser en su mayoría en la zona del reactor o en la cabina del piloto. A pesar de todo consiguieron dos armaduras en bastante buen estado que trasladaron al transporte.
    Alrededor del mediodía perdieron por completo las comunicaciones con la Colonia y la vaina de medición de datos registró picos enormes de interferencia FOLD y radiación de neutrones. La enorme cantidad de escombros detenía la mayor parte de los neutrones como si de un escudo se tratase, por lo que las emisiones en el espacio normal quedaban contenidas casi por completo dentro del mismo Campo. El medio subdimensional era otro tema, aquí la falla se expandía con total libertad a través del espacio, sin ningún obstáculo que lo obstruyera.
    Hicieron una pausa para comer algunas raciones mientras charlaban sobre lo que habían visto en el Campo. Cinthya estaba mucho más calmada y si bien Jim había estado alerta para no acercarse a nada que asustara a su copiloto, no se habían cruzado con ninguna otra dificultad.
    “Acamparon” tras un enorme pedazo de casco de algun crucero Zentradi, la enorme pieza de metal media unos 150 metros de largo por 80 de alto, por lo que Ralph y el Caza de Jim entraron cómodamente. Si bien tanto el traje de Ralph como las naves del resto del grupo poseian protecciones para el tipo de radiación que emanaba el Campo, nunca estaba de mas algo de protección extra en caso de una emisión extrema de energía.
    -Estas muy callado estas últimas horas Jim. -Dijo Cinthya quitándose el casco para poder comer un bocadillo.
    -¿Eh? Ah no... no pasa nada Cinthya. -Respondió el piloto imitando a su compañera quitándose también el casco. -Simplemente estaba pensando en que traté de sacar el rifle cuando te asustó lo del cadáver y me di cuenta que no lo tengo cargado.
    -Jim miró su pantalla frontal y comprobó que las comunicaciones estaban configuradas localmente, ni Ralph ni el resto de los Recolectores (Que estaban conversando animadamente en el otro extremo de las ruinas de la nave Zentradi) podían escucharlos. -No me siento seguro volando por este cementerio si no tengo un arma encima.
    Cinthya comenzó a beber de un pequeño envase de jugo a través de un sorbete, mientras contemplaba los innumerables trozos de metal que giraban por todas partes, algunos mas rápidamente que otros, denotando que habían sido perturbados hace poco tiempo, ya sea por algún movimiento de la falla o por el impacto con alguna de las naves de los Recolectores.
    -Dime Jim. -Comenzó a hablar tímidamente la joven. -¿Porque te dieron esta misión de escolta a ti? No pareces ser alguien que haga esta clase de trabajos.
    -La verdad es que no, nuestro trabajo es dar soporte a escuadrones de ataque o intervención rápida.
    -¿Entonces por qué te tocó a ti y no a otro?
    Jim dejó de masticar la barra de cereal que estaba comiendo en ese momento y giró la cabeza lo suficiente para ver por encima de su hombro. -¿Queres que te cuente por qué? Es algo larga la historia.
    Cinthya se cruzó de brazos a la vez que se acurrucaba en el asiento. -Soy toda oídos Teniente.
    -Jim suspiró y empezó a contar su historia.
     
  4.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

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    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
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    3803
    23



    Nací en una flota de colonización de la UNS en el año 2029. No era una flota de exploración sinó una caravana de colonos de La Tierra que viajaban para asentarse en las nuevas colonias de las minas de Barnard. Mis padres se conocieron a bordo de uno de esos transportes y yo nací al llegar al cinturón de asteroides que rodeaba al planeta que sería mi hogar durante toda mi infancia.
    Fué una época muy difícil para ser un niño en una colonia minera. Las rebeliones comenzaron a propagarse por todo el planeta a medida que el descontento con las autoridades del gobierno unificado aumentaba año a año... fue por aquella época que la UNSpacy se reorganizó en la NUNS y concedió los estatutos democráticos a las colonias recién formadas... claro que para entonces los focos rebeldes se expandian casi tan rápido como las naves de colonización a lo largo de la galaxia.
    En fin, como te decia mi infancia no fué de las mejores... en el modulo habitacional que conformaba el campamento minero del sector que nos habia sido asignado, conviviamos doscientas personas en condiciones bastante deplorables. La mayoría de los colonos eran gente sin recursos que aceptaron trabajar por 5 años en las nuevas minas de Barnard para obtener los créditos necesarios para mudarse a los mundos desarrollados o a una flota de colonización con mejor calidad de vida.
    Los primeros años fueron de una monotonía completa. Cuando cumplí los 5 años y ya estaba en la escuela primaria estalló la primera gran rebelión en Barnard: una demora en la logística del reparto de las raciones alimenticias fueron el detonante, pero el conflicto se venía gestando hacía mucho tiempo ya.
    El primer complejo que se rebeló eran en su mayoría Zentradis micronizados de la Colonia XXII. Yo siempre creí que debió haber sido muy duro para esa primera generación de Zentradis que, encandilados con las maravillas de la Cultura, descubrieron el peor lado de la civilización humana, realmente no los culpo. Al principio solo fue una huelga que duró varios días, con pequeños actos de sabotaje en las líneas de transporte y los vehículos terrestres que llevaban maquinaria al interior de las minas. La cosa no debería haber pasado a mayores, pero el destacamento de militares que el Gobierno Unificado había emplazado en el planeta manejó desastrosamente el asunto.... cosa que no me extraña, Barnard fué, durante muchos años, un destino de castigo para “enfriar” las cabezas de los pilotos demasiado “salvajes”. No se podía esperar mucho de semejante grupo de soldados tan obsesionados con apretar el gatillo.
    En definitiva, al principio cortaron la comunicación con las redes espaciales y las noticias de la huelga apenas lograron salir del planeta. Para cuando algunos medios de comunicación llegaron a la órbita de Barnard se les negó el permiso para aterrizar y las noticias cesaron por completo. Los diferentes enclaves coloniales comenzaron uno tras otro a reconocer la gravedad de la situación y enviaron representantes a las autoridades. La situación se estancó durante varios meses, durante los cuales se intentó negociar una salida pacifica a la crisis que habia paralizado por completo la explotación minera del planeta.
    Al final, el peor escenario tuvo lugar en Barnard; las fuerzas militares irrumpieron en el complejo tomado a sangre y fuego para sofocar la rebelión de un solo golpe. Lo que no sabían es que su bloqueo no había sido del todo efectivo y las cámaras de seguridad transmitieron en vivo a todo el planeta la masacre llevada a cabo por las tropas de la UNSpacy. Lo que el comandante de la guarnición había previsto como una operación relámpago, de apenas unas horas de duración, se convirtió en una guerra de guerrillas que abarcó todo el planeta, casi medio millar de colonos furiosos y cansados de los abusos de las autoridades.
    Llegados a este punto del conflicto, era claro que la crisis no podía resolverse con las autoridades del planeta.
    El principal problema fue que toda comunicación con el exterior estaba bloqueada tras un cortafuegos a escala planetaria. Incluso ante semejante mordaza digital, fue remarcable la inventiva y resolución por parte de los ingenieros y programadores que habían quedado confinados en las colonias, quienes lentamente comenzaron a transmitir información a través de los canales controlados del Gobierno Unificado. Byte a byte los videos de la masacre de la Colonia XXII fueron filtrándose camuflados en correos electrónicos, archivos de texto y cualquier otra transmisión digital que era exhaustivamente revisada por la censura militar.
    Fue así como a más de un año del levantamiento de la primer colonia minera, el público se enteró de las atrocidades cometidas en el planeta y todo salió a la luz.
    No sirvió de nada.
    El tiempo pasaba y la situación seguía estancada. Era como si toda la humanidad le hubiese dado la espalda al planeta Barnard y lo que pasaba en el. La expectativa que siguió a las noticias de que las imágenes del ataque a la Colonia XXII habían sido divulgadas al público fué reemplazada por un sentimiento de desesperación y, en algunas colonias, de resignación.
    Nosotros no sabíamos lo que estaba pasando fuera del planeta, ya que el bloqueo funcionaba en ambos sentidos. Incluso los militares de Barnard estaban parcialmente ciegos cuando los eventos de la primavera del año 2036 nos estallaron en la cara, literalmente.

    Desde el año 2030 las nuevas flotas de colonización basadas en las New Macross Class comenzaron a salir ininterrumpidamente de La Tierra en busca de planetas habitables. Una de esas flotas fué la comisionada con el nombre de Macross 6, que partió del planeta Tierra en Agosto del año 2035.
    La Flota 6 comenzó su recorrido exploratorio como sus antecesoras, siguiendo el Brazo de Orión en dirección al centro de la Vía Láctea. Una vez abandonado el cúmulo estelar vecino al Sol, cada flota abarcaba una ruta de exploración con un arco de separación de 20 grados con respecto a la flota predecesora, en esta etapa la Macross 6 realizó un procedimiento FOLD de rango extenso y saltó hacia un lejano cúmulo de estrellas, cuyas firmas espectograficas prometían un buen porcentaje de planetas en la zona habitable.
    Emergieron, en cambio, muy cerca de una pequeña flota Zentradi, probablemente remanentes de alguna flota dispersa años atrás en alguna batalla por el control del territorio.
    La nueva Battle 6 era, en su momento, la nave más poderosa de la flota del Gobierno Unido, incluso siendo sobrepasada numéricamente por 10 a 1 podia dar batalla a los cruceros Zentradi gracias a su cañon de energia.
    Lamentablemente tan extraordinaria nave solo había estado en el espacio por medio año, mientras que la flota Zentradi estaba compuesta por guerreros curtidos en innumerables batallas.
    Tras 12 horas de combate, que solo pueden ser calificados como una carnicería, la Colonia Macross 6 abandonó a su suerte a su dañada contraparte Battle 6 y realizó un FOLD de emergencia para salvar a los Colonos de las tropas Zentradi que se habían abierto paso a través del domo blindado, colisionando un crucero contra el escudo y usandolo como cabeza de puente para invadir la ciudad.
    Ese FOLD terminó con la enorme nave civil emergiendo casi dentro de débil atmósfera de Barnard.
    El estupor en las caras de las autoridades militares del planeta debió haber sido legendario. De pronto una enorme nave emerge e inicia un ingreso atmosférico descontrolado en medio de una conflagración de gas y restos de naves que habían salido del FOLD junto a la recién llegada. Al principio nadie sabía lo que estaba viendo, solo cuando el plasma y los escombros se dispersaron pudieron ver con horror la reconocible forma de almeja de una colonia Clase Nuevo Macross, con el inquietante agregado de un crucero Thuverl Salan incrustado en medio del escudo cerrado.
    Antes que pudiesen reaccionar, las alarmas orbitales comenzaron a enloquecer y media docena de cruceros Zentradis, no registrados en el Armisticio Humano-Zentradi, emergieron alrededor del planeta.
    La estructura por así llamarla “jerárquica” de las tropas Zentradi es en extremo simple y verticalista: Cada escuadrón de ataque tiene asignado un oficial que selecciona objetivos y se encarga de transmitir la estrategia desarrollada por los almirantes de la flota. No existen los “ascensos” en la armada Zentradi. Si un Oficial muere en batalla, sus subordinados continuarán siguiendo las mismas órdenes hasta morir o ganar la batalla. Dio la casualidad que la Flota 6 se cruzó con una flota alienígena sin ninguna clase de cadena de mando o estructura organizativa; en cuanto detectaron naves hostiles, todo los Zentradi atacaron al unísono y persiguieron a la Colonia hasta el Barnard sin ningún tipo de consideración táctica o estratégica. Ese mismo impulso fué el que hizo que, al salir del FOLD cerca del planeta, atacaran las primeras naves que tuvieron a tiro, justamente las fragatas que formaban parte del bloqueo logístico y de comunicaciones.
    La nave insignia del destacamento permanente de Defensa de Barnard fue la primera en explotar al recibir los disparos de artillería de los cruceros Zentraedi. Esto fue desastroso para las fuerzas de la NUNS que perdieron en un abrir y cerrar de ojos de toda capacidad táctica. Los cruceros y fragatas restantes organizaron una defensa apresurada y contraatacaron a los recién llegados sin saber a que se enfrentaban exactamente. La batalla en la órbita de Barnard se convirtió en un enfrentamiento total nave a nave, sin lugar a estrategias ni táctica alguna.
    Diez horas más tarde, sólo quedaba en órbita una seriamente dañada Fragata Northampton rodeada de chatarra espacial. El Capitán de dicha nave asumió el rol de Comandante de las fuerzas de la NUNS sobrevivientes y evaluó la situación con los pocos oficiales que habian podido salir de las otras naves en pods de escape. La Colonia 6 habia tocado tierra hace algunas horas y pedía desesperadamente ayuda. Las tropas Zentradi habían reducido la poca resistencia de la Colonia civil y estaban masacrando sistemáticamente a los habitantes.
    El improvisado nuevo Comandante debió entonces tomar una difícil decisión; realizar un FOLD hasta la base más cercana y solicitar refuerzos o intentar el rescate de la Colonia.
    Casi el 75% del escuadrón de ataque de la Fragata estaba destruido o seriamente dañado y atacar desde la atmósfera no era una opción viable. La posición de la nave Zentradi sobresaliendo del escudo de la Ciudad 6 era un blanco peligroso, si explotaba, la reacción en cadena destruiría a la Colonia en su totalidad. La unica estrategia posible era un asalto de infiltración con tropas desde tierra, las armas de energía estaban completamente descartadas.
    Cada enclave minero de Barnard estaba siendo custodiado por un pequeño destacamento de soldados. Dos VF-11 y un peloton de infanteria en cada uno de los asentamientos sumaban una veintena de Cazas y un par de centenares de hombres. Sin conocer la cantidad de Zentradis que estaban dentro de la Colonia o si disponian de Armaduras de Combate hacían imposible calcular las probabilidades de éxito de la misión, pero al menos, ahora era evidente que no se podía postergar la operación. La vida de los civiles dependia de la rapidez del ataque.
    En un abrir y cerrar de ojos el bloqueo estaba levantado. Los trabajadores de los enclaves mineros vieron con asombro cómo se utilizaban los canales públicos para organizar el rescate a la nave caída.
    Veinte minutos más tarde, todos los escuadrones asignados a la custodia de las colonias mineras se habían reunido en lo profundo de un cañón escarpado, a diez kilómetros del sitio de impacto, listos para iniciar la ofensiva contra las últimas fuerzas Zentradi que quedaban en Barnard.
    Y no estaban solos.
    Casi trescientos civiles de las Colonias mineras, algunos pilotando los robots que utilizaban en las minas y otros portando taladros y armas improvisadas, se habían unido a la misión de rescate.
    No hubo arengas o mensajes de conciliación. De pronto todos supieron lo que era correcto hacer y lo hicieron.
    La solitaria fragata, ahora convertida en nave insignia de la NUNS, inició la entrada atmosférica y se dirigió en curso directo hacia el sitio donde la Colonia 6 yacía, levemente escorada, sobre el polvo de Barnard. Inmediatamente los cañones de artillería del sector del casco de la Thuverl Salan que sobresalia del escudo de la Colonia comenzaron a escupir fuego sobre la nave atacante. Al mismo tiempo, las fuerzas de tierra se pusieron en movimiento usando los accidentes en el terreno para ocultarse lo mejor posible del devastador fuego de los cañones Zentradi. Hombres y robots por igual se arrastraron por el terreno hasta quedar ocultos bajo la sombra del escudo de la enorme nave Colonial.
    En ese momento los VF-11, que se habían arrastrado en modo robot por los surcos del terreno, salieron disparados desde sus escondrijos y atacaron la artillería Zentradi con todo lo que tenían.
    Se perdieron un par de cazas, pero los cañones quedaron inutilizados y permitieron que los trabajadores y sus lentos robots mineros pudieran acercarse hasta la Colonia sin sufrir bajas.
    Con lágrimas en los ojos presenciaron la caída de la Fragata Northampton, completamente envuelta en llamas, sin nadie que la gobernase. El puente de mando había sido impactado y la tripulación había perecido instantáneamente. Aun así la nave continuó su descenso sin desviarse, tal cual como su Capitán lo había previsto, pasando por encima de la Colonia 6, mantuvo su trayectoria firme hasta estrellarse en una cadena montañosa cercana, dejando tras sí una oscura estela de humo, único recordatorio del sacrificio de un gran hombre y su tripulación.
    Los hombres permanecieron en silencio hasta que la nave desapareció tras las montañas, entonces al unísono, sin que nadie diera la orden, comenzó el ataque a la Colonia 6.
    El resto de mi infancia en Barnard lo pase oyendo hablar de esa batalla. Con apenas 7 años yo no entendía mucho de lo que estaba pasando, solo recuerdo las estrellas fugaces que cayeron durante una semana entera, debido a la chatarra que quedó en la órbita baja del planeta. No obstante recordar el relato de esos hombres me llenaba de orgullo.
    La batalla fue sangrienta, literalmente. Se peleó cuerpo a cuerpo ya que los Zentradis no tenían casi munición y usaban los rifles como garrotes. Varios VF-11 fueron aplastados por la enorme fuerza de los gigantes. Incluso superados ampliamente en número y de haber estado luchando por casi dos días enteros, pelearon como demonios salidos de un cuento de horror.
    Cuando los Valkyrias se quedaron también sin munición, las cosas se pusieron muy feas, pero recordemos que los pilotos que estaban en Barnard eran prácticamente salvajes sin disciplina. Creo que eso también jugó en nuestro favor ya que al final todo se resolvió con puñaladas y golpes. Incluso los pesados robots de la minas, armados con láseres de abrasión y enormes taladros, no podían competir con la fuerza de los Zentradis y muchos operarios murieron aplastados dentro de sus cabinas producto de un puñetazo o fueron literalmente arrancados de sus máquinas y aplastados como moscas.
    Fue una victoria, amarga por cierto, la cantidad de vidas perdidas fue enorme, pero se rescató con vida a casi un millar de personas.
    Fué el fin de la rebelión en Barnard y el comienzo de una cooperación civil y militar que trajo paz al planeta.
    ¿Y porqué cuento esto? bueno... ese fué el punto de inflexión en mi vida. Desde ese momento dejé de ver a los militares como asesinos y fué donde me propuse seriamente entrar en la milicia. Mis padres se opusieron por supuesto, pero no era el único: la mayoría de los niños de mi edad pedimos la entrada a la Academia Militar a los 12 años, como la humanidad estaba en alerta permanente luego del holocausto de la Primera Guerra Espacial, las academias aceptaban a cualquiera que tuviese esa edad, independientemente de lo que padres o tutores opinaran.
    Fue duro abandonar a mis padres, pero estaba completamente resuelto en evitar que el horror de un ataque Zentradi ocurriese nuevamente.

    Desde ese momento y hasta que cumplí los 15 años, estuve a bordo de una nave de instrucción militar, una más de las muchas que llegaron a Barnard luego del ataque para formar un destacamento permanente, mucho más fortificado que la antigua guarnición que fuera aniquilada por los Zentradi. Allí continué mi educación básica y cuando cumplí los 15 años fui trasladado directamente a un instituto de educación militar en Eden.
    Fueron los años en donde la exploración y colonización del espacio sufrieron un gran impulso, donde las enormes flotas se construían tan rápidamente que casi no había seres humanos que se embarcasen en ellas, por lo que muchas dejaban La Tierra con más efectivos militares que civiles a bordo.
    También fué la época donde cambió el paradigma de operaciones de la recién formada NUNS. Se modificaron las formaciones de ataque y la cadena de mando. Se comenzaron a eliminar los escuadrones “de Elite” a favor de un patrón de combate más similar al Zentradi, donde los escuadrones eran mucho más numerosos en elementos de ataque y funcionaban como “oleadas” más que como unidades trabajando conjuntamente.
    Yo me crié escuchando las historias sobre los míticos escuadrones de ases de la Primer Guerra Espacial, de como el Escuadrón Bermellón, de solo 3 valkyrias podía enfrentarse a cientos de Zentradis y salir victoriosos. Heroes del calibre de Maximilian Jenius, Roy Focker o Hikaru Ichijyo fueron las leyendas que formaron en mi el deseo de ser piloto de cazas variables, por eso cuando el Alto Mando comenzó a modificar la estructura de las fuerzas de cazas a lo largo de la galaxia fue un durísimo golpe para los jóvenes que, como yo, soñaban con llegar a ser líderes de un escuadrón legendario.
    Aún así no me desanimé, las fuerzas especiales seguían existiendo y eran el destino ideal para alguien que buscara sobresalir entre el resto. Estudié duro, practiqué todo el tiempo. Practicamente volaba hasta mientras dormía. Sabía que la única forma de evitar que me asignaran a un simple escuadrón, obligado a patrullar cualquier olvidado agujero de la galaxia, era sobresalir en todo, en tener el mejor promedio, en ser el mejor cadete de mi clase.
    Y lo hice. Me gradué del Liceo Militar con las notas más altas de entre mis compañeros. Era el mejor piloto que se habia graduado ese año y tenia un record inigualable en simulación de combate y horas de vuelo acumuladas que sobrepasaban por mucho el recomendado para un cadete de mi edad. Me sentía en el cielo y, literalmente, me estrellé contra una montaña o, más precisamente, con la burocracia de la “Nueva” U.N.Spacy.
    Verás, no había lugar para mi en ningun lado.
    Mis notas me calificaban como un piloto recomendado para un escuadrón de operaciones especiales, pero no había ninguno que necesitase un reemplazo. Además la NUNS aun mantenía su antigua política de “cuidar” a los ases, asi que simplemente me dejaron “en reserva” y me enviaron a la superficie de Edén de “franco” por tiempo indeterminado, hasta que hubiese un lugar a donde enviarme.
    De pronto mi vida se convirtió en un tedio. Estaba confinado en tierra, sin poder volar por ser “demasiado bueno” para los escuadrones regulares.
    Al principio lo tomé como un desafío. Segui entrenando en los simuladores, me mantenia física y mentalmente preparado para salir disparado a la órbita de Edén al recibir la llamada de mi nueva asignación, llamada que, finalmente, tardaría tres años en llegar.
    En el año 2051 y con 22 años de edad entre al Escuadrón de Enlace Situacional de la Base Orbital New Dallas, en Edén. Uno de los pilotos fue ascendido de rango y dejó su lugar en el escuadrón Ámbar para ocuparse de entrenar pilotos en una de la bases de la superficie del planeta.
    Para aquel entonces yo ya había perdido la inocencia de mis años de instituto y francamente sentia impotencia al ver en lo que se había convertido los cuerpos “de elite” de la NUNS; los niveles de operatividad eran bajísimos, había más pilotos que aviones disponibles y encima no disponiamos de aeronaves de última generación, solo VF-11 standard y ni siquiera teníamos acceso a Fast-Packs actualizados. Al cabo de un tiempo comenzaron a dar de baja a muchos de los escuadrones de elite a bordo de las diferentes flotas Macross y recibimos los aviones “que sobraron”, fundamentalmente los VF-17.
    Se podria decir que hasta ese momento había tenido suerte. El Escuadrón de Enlace Situacional es un caso especial en la flota. A medio camino entre los escuadrones de reconocimiento y los de Operaciones Especiales nuestra posición era “útil” debido a que todavía no se encontró ninguna solución a las interferencias que provocan las irregularidades en el tejido FOLD, se necesita de alguna unidad especial que cubra los puntos “ciegos” cuando un frente de batalla se despliega en una zona de actividad FOLD anómala.
    Esa utilidad irremplazable nos permitió sobrevivir a los cambios de toda la estructura militar a lo largo de la Galaxia, incluso nuestros VF-17 fueron actualizados a la versión S2 luego de su reparación de media vida.
    No obstante nos ganamos la hostilidad de una buena parte de la plana mayor de las fuerzas. Piezas de repuesto, munición y a veces hasta los víveres nos eran retaceados de nuestro presupuesto anual. A medida que pasaban los años el escuadrón iba perdiendo cada vez más elementos, tanto humanos como mecánicos. Muchos pilotos se cansaron de la situación y pidieron ser trasladados a escuadrones comunes, yo no los culpo la verdad, el maltrato al que nos sometian rozaba la humillación.
    Lo peor comenzó el año pasado, cuando nos quitaron la fragata que siempre nos cobijaba y nos permitia desplegarnos en forma autónoma a un pequeño hangar en la Base New Dallas, la estación espacial que conociste cuando llegastes a Edén.
    Últimamente la operatividad del escuadrón era tan baja que comenzaron a “usarnos” para suplir otros roles. Escoltas, testeo de equipos, hasta hacer de “Taxi” a idiotas del alto mando. Muchos de mis compañeros estuvieron al borde de la insubordinación al ser convocados para servir de “blancos” a los cadetes que practicaban con misiles de salva.
    Pero lo aguantamos todo, los que quedamos estamos orgullosos de lo que hacemos y no vamos a rendirnos ante la sucia presión del Alto Mando… pero bueno, algunas de las cosas que sucedieron últimamente en la base rayan la desidia, no es la primera vez que al salir a una misión descubrimos que los “muchachos” del hangar pusieron el equipo equivocado o no cargaron munición viva en las armas, ni siquiera tenemos nuestro propio equipo de técnicos o mecánicos, ahora dependemos de la burocracia y como ves, casi nos cuesta la cabeza.
    Cinthya permaneció callada luego de que Jim hubiese terminado de hablar. Estaba agradecida de que su compañero hubiese compartido algo tan personal con ella y no sabía que decir. Por suerte una llamada en la radio cortó el silencio. Ralph y su equipo habían terminado el descanso y era hora de volver al trabajo.
     
  5.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

    Tauro
    Miembro desde:
    29 Marzo 2018
    Mensajes:
    177
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    3510
    24



    Matt pegó un salto hacia atrás cuando Akemi tiró del cable del auricular y gritó su nombre al oído. La joven había estado tratando de llamar la atención de su amigo mediante gritos pero Matt estaba sumido en un estado de autismo mucho más profundo que lo usual.
    -Matt ¿Que te pasa? -Preguntó Akemi sentándose en el pupitre. -Hoy estas mas raro que de costumbre.
    Matt volvió a su posición original, osea recostado sobre el pupitre con la cara entre los brazos pero no se volvió a poner el auricular en el oído. -Dejame en paz Akemi, no dormí bien anoche.
    Akemi dirigió su mirada hacia la lunchera que sobresalia de debajo del pupitre de Matt, con un rápido movimiento la tomó y examinó su contenido; unos pocos granos de arroz blanco y restos de langostinos fritos y verduras.
    -¿Mina no te preparó hoy la vianda? -Preguntó interesada la joven. -¿Pasó algo algo ayer después de la escuela entre ustedes dos?
    Matt contestó con una especie de gruñido por lo que Akemi le dió un golpe en la cabeza con la lunchera y se alejó en busca de Mina, ignorando los insultos del joven pelirrojo.
    Resultó que su amiga no estaba en la escuela, al parecer había acompañado a la profesora Silvia para ayudarla en alguna tarea administrativa y como tampoco se lo veía a Manuel por ningún lado, decidió aprovechar la tarde en su entrenamiento.
    Se cambió de ropa en los vestidores y salió de la escuela vestida con su ropa deportiva, unos pantalones cortos, remera blanca y zapatillas deportivas. Se encaminó a la plaza pensando en los acontecimientos de los últimos días y de cómo la llegada de la Inspectora había cambiado tanto las cosas entre su grupo de amigos.
    Al llegar debajo de uno de los árboles comenzó a realizar una rutina de calentamiento, moviendo sus piernas lentamente y estirando cada uno de sus músculos. Esto le llevó otros 5 minutos que la ayudaron a despejar su mente y alejar cualquier preocupación.
    La escuela de la Colonia no tenia pista de atletismo y en realidad tampoco la necesitaba ya que salvo Akemi, no había gente con aptitudes atléticas en la Rainbow. Los alumnos si tenian actividad fisica en la escuela como clases obligatorias y el parque con sus senderos y espacios abiertos eran un lugar bastante apto para correr y realizar actividad física.
    Akemi comenzó a trotar siguiendo el contorno del parque. A esa hora solía haber gente pero todos conocían la rutina de la joven y le dejaban la “pista” libre mientras ella daba sus vueltas. En ese momento no había más de 8 o 10 personas en todo el lugar, la mayoría jubilados sentados en los bancos y conversando y una madre con sus dos pequeños hijos. Todos saludaron a Akemi cuando pasaba trotando junto a ellos.
    Al correr su mente estaba en paz, pero hoy no era paz lo que buscaba la joven sino que buscaba analizar los acontecimientos de los últimos días y poniendo su cuerpo en movimiento podía concentrarse en otros asuntos. Mina había salido temprano de su habitación esta mañana, cosa que nunca hacía ya que era Akemi la que siempre iba a golpear la puerta para ir juntas. No había preparado el almuerzo a Matt y esto también era extraño, sumado al comportamiento de su amigo… Matt había huido de la Inspectora Sanitaria el dia anterior y ella no lo había vuelto a ver pero… ¿Acaso había ido a visitar a Mina por la noche? No, eso no podía ser cierto, pero que esos dos hayan tenido una charla explicaba el porqué Mina había estado callada durante clases y no había tocado el tema de la Inspectora en toda la mañana.
    -Mierda. -Murmuró entre dientes.
    Eso abría un abanico de posibilidades, si Matt y Mina estuvieron reunidos anoche. ¿En la habitación de Matt o en la de Mina? Debió ser en el camarote de Mina o afuera en el pasillo, su amiga no era la clase de chica que visitara de noche el camarote de un chico ademas, conociendo a su amigo, era lógico que se fuera a disculpar por su forma de comportarse pero… Mina está enamorada de Matt y eso lo sabe casi toda la Colonia menos Matt que es un cabeza hueca. ¿Hablaron solamente de Cinthya? ¿No habrán hablado sobre otra cosa? ¿Y si Mina se animó a…? -No! -Dijo Akemi sacudiendo violentamente la cabeza. -Eso es mas increible todavia. -Se dijo.
    Conocía los pensamientos de su amiga asi como ella conocía los propios. Mina esperaría hasta la graduación para confesarle su amor a Matt, no antes y eso se debía a que dependiendo de la respuesta de Matt, Mina decidirá si abandona o no la Colonia Rainbow.
    La educación primaria y secundaria en la Colonia, al igual que en muchas otras Colonias o planetas es gratuita, no así las carreras terciarias o universitarias. La Rainbow, no obstante, proporcionaba una beca a un estudiante de cada promoción para que complete sus estudios en la universidad que elija, ya sea en La Tierra, Eden, o alguna de las diferentes flotas con Campus Universitarios que recorren la Galaxia.
    Mina fué la candidata ideal para esa beca desde hace mucho tiempo. Con notas sobresalientes y un comportamiento intachable, sus aptitudes la hacían merecedora indiscutible de semejante honor. En el caso de Akemi, su aspiración es convertirse en una profesora de educación física y llenar un vacío que siempre existió en la Rainbow, ya que nunca tuvieron un profesional dedicado enteramente a esa especialidad. La profesora Silvia era quien impartía clases a los chicos, pero no tenía una verdadera formación profesional.
    Akemi podía estudiar mediante la Red Galaxy y, en todo caso, se podia permitir el viajar a alguna academia a rendir exámenes y recibirse, pero no podría de ninguna manera pagar los gastos que demandarian estudiar todos esos años fuera de la Colonia.
    Mina, sin embargo, estaría dispuesta a rechazar la beca por quedarse junto a Matt. Eso la entristecía y sentía pena por su amiga, pero respetaría su decisión. Amaba a su amiga como la hermana que nunca tuvo.
    Se detuvo frente a las escaleras que daban acceso a los terrenos de la escuela, sin darse cuenta se encontró respirando agitada y casi sin aliento, sus cabellos estaban empapados de sudor.
    -¿Veintitrés vueltas? -Dijo una voz a su derecha. -¿Estas entrenando para una maratón o algo?
    Akemi giró la cabeza y vio a Manuel sentado en las escaleras mirándola con curiosidad.
    -¿Vein-ti que? -Preguntó la joven casi sin aliento acercándose a las escaleras.
    -Veintitrés, llegué apenas empezaste a correr y estuve sentado esperando a que terminaras, pero cada vez que pasabas me ignorabas completamente, a decir verdad no te quería interrumpir, nunca te había visto correr tanto. -Dijo lanzando una toalla en dirección a su amiga.
    Akemi atrapó la toalla y se secó el rostro empapado. Veintitrés vueltas... ¿Como se había distraído tanto? Ella solía dar unas quince, con razón estaba agotada.
    -Estoy mejorando mi resistencia Manu, nada más. -Dijo mientras levantaba los brazos y se restregaba los cabellos con la toalla.
    -Ahh… -exclamó Manuel mirándola atentamente
    -¿Que- que estas mirando? -Preguntó intrigada la joven.
    -Que hoy estás usando rosa.
    Akemi miró a su amigo confundida y luego bajó la vista. Su remera estaba empapada de sudor y el sostén rosa se transparentaba por debajo de la tela mojada. Su rostro se puso completamente rojo y solo atinó a arrojar la toalla a la cara de su amigo.
    -Idiota! -Exclamó cubriéndose con sus brazos mientras corría hacia la escuela.
    Treinta minutos más tarde y luego de darse una ducha y cambiarse de ropa, Akemi salió de la escuela. Pasó por la máquina expendedora de bebidas y compró una botella de jugo de manzana. Al retirar la bebida se acordó del “incidente” con Cinthya y eso la hizo sonreír. Al bajar las escaleras del parque se encontró nuevamente con Manuel, que estaba leyendo atentamente su Pad y no la vió llegar.
    -¿Todavía holgazaneando Manu? -Pregunto Akemi mientras le pasaba la botella a su amigo.
    -Ah gracias. -Dijo el joven. -Hay novedades. -Dijo mientras desenroscaba la tapa del envase y le daba un trago rápido.
    -¿Que pasa?
    -Mañana llega la Rio. -Dijo el joven devolviendo la botella. -Lo acaba de confirmar la Torre de Control por comunicado general.
    Akemi apoyó su bolso deportivo en uno de los escalones y se sentó junto a Manuel mientras miraba la pantalla. -¿Mañana? ¿Me parece a mi o llegan con retraso?
    -De un día. Al parecer El Campo está más-turbado que de costumb - ¡Auch! -Exclamó al ser golpeado por Akemi.
    -¿Comprastes algo? -Preguntó la joven.
    -Nada, estoy seco este mes ¿Y tu?
    -Un par de zapatillas. -Dijo señalando su calzado, que al parecer había tenido días mejores y estaba remendado en varios lugares.
    -¿Zapatillas? Fiuuu! -Exclamó Manuel. -Ni ahorrando dos meses me alcanzaría.
    La vida en las colonias del espacio profundo era costosa. Casi todos los bienes de consumo se traían desde los mundos o complejos industriales mediante naves de carga o correos de transporte de largo alcance. En el caso de la Rainbow, su situación era mucho más complicada. Su ubicación sumada a la pequeña población, hacían que fuera un destino poco deseado para los comerciantes que recorrían la galaxia y los bienes que la gente de la Colonia consumía llegaban a intervalos regulares en la Río Grande, una nave de transporte que enlazaba los pocos asentamientos humanos en este sector de la galaxia.
    Por supuesto, los precios eran excesivos. Cada objeto que llegaba a la Rainbow valía entre 6 y 8 veces más que en el lugar de donde provenían. Esto convertía a la pequeña Colonia en uno de los sitios más caros de la Galaxia.
    -¿Quien compró esto? -Preguntó Manuel resaltando un item en la pantalla. -¿Una Docena de huevos? ¿Que caraj…?
    -¿Huevos? -Preguntó intrigada Akemi.
    Al cumplir los quince años, cada estudiante recibe de la administración colonial una cuenta de fondos para uso personal y una asignación mensual de algunos cientos de créditos, aunque la mayoría de los estudiantes sumaban algo de credito extra realizando algunas labores en su tiempo libre. Akemi, por ejemplo, organizaba reuniones los domingos por la mañana para trotar por el parque y realizar actividad física en forma grupal. La administración recompensaba estas actividades con bonus en la mensualidad de la joven así como a cualquiera que colaboraba activamente con el bienestar o desarrollo de la Colonia. Estas pequeñas entradas extra de créditos le permitía a los estudiantes hacer alguna que otra compra a través del portal de importación de la Rainbow, que servía de intermediario a las mercancías que llegaban del resto de la galaxia a través de la Río Grande, aproximadamente una vez cada 15 dias. Gracias a esto la colonia podía disponer de productos variados y frescos con regularidad.
    En el caso de las cuentas estudiantiles, compartían una misma casilla de correos, por lo que al revisar el portal de compras para confirmar el envío de las mercancías se podía ver un listado de todo lo que llegaba, aunque no quien había pedido cada cosa.
    -Debe de haber sido Mina. -Dijo Akemi. -Ella es la experta cocinera, aunque por qué compró huevos como envío estudiantil y no directamente en el dispensario de comestibles es muy raro. ¿No?
    -Ajá. -Dijo su amigo sin retirar la vista de la pantalla. -Además el precio es casi tres veces más caro… en fin, son unos putos huevos al fin y al cabo.
    Akemi asintió y miró pensativa el parque. La pantalla atmosférica había empezado a cambiar el tinte de luz y de a poco las tonalidades rosadas comenzaron a teñir los senderos y bancos. Quedaba muy poca gente ya, un par de ancianos que terminaba una partida de ajedrez y dos chicos pateando una pelota contra una de las paredes de metal. Estiró sus piernas y comenzó a masajear los músculos alternadamente. Al enfriarse luego de tan intenso y prolongado esfuerzo físico habían comenzado a doler levemente.
    -¿Estas bien? -Preguntó Manuel apagando el Pad.
    -Si… aunque no me gustaria tener una contractura mañana por la mañana. -Dijo mientras flexionaba la rodilla de una y otra pierna.
    -Si queres te puedo acompañar a la enfermería a ver si hay alguna pomada desinflamatoria.
    -¿Y dejar que me pases vos la crema por mis piernas? Ni loca Manu. -Dijo Akemi entre carcajadas.
    Manuel levantó las manos en un gesto de inocencia e inmediatamente se puso de pie. -¿Segura? -Dijo.
    -Estoy bien Manu, solo necesito llegar a casa y tirarme a dormir un rato.
    -¿Y la prueba de pasado mañana?
    -¿Que prueba.. ? ¡Mierda! -Exclamó Akemi tomándose la cabeza. -¡Inglés! ¡Me había olvidado!
    Manuel tendió la mano a la joven y la ayudó a ponerse de pie. -Ayer tuvimos el repaso, pero como estabas con la inspectora te perdiste la práctica, si queres te envio el resumen por mail.
    -Gracias Manu, te debo una.
    -Me debes como veinte ya. -Dijo el joven tomando su mochila del piso. -¿Segura que no queres que te lleve en andas?
    Como respuesta solo consiguió un empujón de su amiga, por lo que bajó de un salto los escalones restantes gracias al impulso extra y caminó hacia la salida del parque mientras agitaba la mano en señal de despedida.
    Akemi permaneció un rato apoyada en la barandilla de la escalera flexionando las piernas. luego tomó su bolso y bajó las escaleras, pero no siguió el mismo camino que su amigo había tomado minutos antes. Dió la vuelta por detrás del parque y se encaminó hacia los grandes ventanales.
    Al acercarse al salón de actos escucho el sonido del piano y supo que Matt estaba tocando. Se preguntó si el Doctor Evans estaría también con Matt, usando su música como ingrediente para vaya a saber qué experimentos desquiciados, pero lo que se escuchaba era una canción de Fire Bomber y Evans no permitía que Matt las interpretara mientras duraban los experimentos. Permaneció unos minutos en la puerta escuchando el sonido del piano pero sin atreverse a entrar, finalmente dió la vuelta al edificio y se acercó a una de las ventanas cercanas al fondo de la pared.
    Las paredes metálicas que envolvían el sector habitable de la Colonia no eran lisas, sino que se componían de grandes segmentos modulares donde cañerías y soportes se entrelazaban formando una verdadera pared de metal que dividía cada zona de la enorme nave. Akemi se encaramó a uno de los grandes tubos que recorrian la pared en forma horizontal y que le permitió asomarse a la última ventana del edificio, que siempre estaba entreabierta. Ahora Matt interpretaba un canción conocida, de eso estaba segura. ¿Cual? Hizo memoria y recordó el nombre: Angel Voice, también recordaba el estribillo:

    Voz Angelical, te encontré
    Brillando más allá del horizonte
    Tu rostro no fue un sueño
    Fluye y sigue fluyendo
    Volvamos a encontrarnos
    Cuando cierre mis ojos
    estarás siempre en mi corazón
    Voz Angelical

    Permaneció encaramada a la ventana escuchando en silencio. Las versiones de piano que Matt ejecutaba eran maravillosas y la hacían sentir muy bien, cosa que no sucedía con las canciones que él había compuesto por su cuenta. Muchas veces se juntaban los cuatro amigos a escuchar y si bien Matt tocaba de maravilla sus composiciones sólo transmitían sensaciones de un profundo sentimiento de soledad, más cercano a la melancolía que a la alegría y vitalidad que los “covers” de Fire Bomber irradiaban desde el piano. ¿Era consciente Matt de los sentimientos que su música producía? ¿No era feliz en la Colonia? Todas esas preguntas pasaban por su mente cuando un ligero pellizco en el muslo casi la hace gritar. Se dio vuelta rápidamente y vio a Mina que había trepado por los caños y estaba junto a ella con un dedo en los labios rogando que no haga ruido.
    Ambas chicas se sentaron en las tuberías de cara a la ventana dispuestas a escuchar la práctica de su amigo.
    -¿Hace mucho que llegaste Akemi? -pregunto Mina.
    -Ni hace diez minutos. -Dijo la joven. -A decir verdad vine con la esperanza de encontrarte acá.
    -Silvia me estuvo paseando casi toda la tarde. -Mina se estiro de brazos y piernas mientras contemplaba el parque desde la altura. -Tuvimos que hacer dos viajes a La Torre.
    “La Torre” era como se conocía comúnmente a las oficinas administrativas de la Colonia. La mayoría de los trámites y asuntos civiles y judiciales, se trataban en lo más alto del sector habitable, unos pisos por debajo de la oficina de Amanda.
    -Anoche Matt vino a mi camarote. -Continuó hablando Mina. -Dijo que estaba avergonzado por cómo se comportó frente a la inspectora y queria disculparse… tambien me confesó lo del robot que está armando con Will.
    Akemi miró a su amiga con cara de sorpresa -¿Te lo dijo? -Preguntó atónita.
    La joven asintió con la cabeza y señaló hacia la ventana. -No estoy segura, pero creo que estaban muy cerca de empezar a hacer pruebas con él, tal vez hasta quisiera salir al espacio de una.
    -Imposible. -Dijo categóricamente Akemi. -Matt no sabe nada sobre pilotar robots, ni siquiera se anima a manejar los transportes electricos y siempre me deja conducir a mi o a Manu.
    -Puede ser, el caso es que le conté que tu y Manu también están al tanto de su plan, no hace falta que sigas disimulando.
    Permanecieron unos minutos en silencio al percibir que Matt había dejado de tocar, al cabo de unos momentos los acordes de Light the Light comenzaron a sonar y ambas retomaron su conversación.
    -¿Solo de eso hablaron? -Pregunto Akemi.
    Mina miró primero a su amiga y luego desvió su mirada hacia los árboles, ya oscurecidos por la declinante luz que las pantallas proyectaban sobre el desierto parque colonial. Las sombras se estaban alargando y troncos y columnas de metal se confundian en una especie de bosque uniforme de tonos tierra y ocres.
    Sin decir una palabra, bajaron lentamente de las tuberías para no hacer ruido y echaron a andar por el parque tomadas de la mano.
    Matt dejó de tocar el piano en cuanto dejó de sentir la presencia de sus amigas.
    Como había adquirido esa “habilidad” el no lo sabia. Simplemente la realización de que podía hacerlo se asentó en su mente en algún momento y nunca se lo cuestionó, eso si, sabia al menos que esa extraña habilidad estaba relacionado con su música.
    Cuando Matt tocaba el piano sentía que la música fluía en forma de una corriente que se expandía a través del espacio, no como las ondas sonoras que reaccionan a la acústica del salón y que él conocía perfectamente. Este nuevo comportamiento de la música (o tal vez era como Evans la llamaba “Energia Musical”) era de una índole completamente diferente. Matt sentía que la música se proyectaba más allá de las paredes del salón y, por si fuera poco, interactuaba no con la materia, sino con las personas. Mientras tocaba el piano, creía imaginar como las ondas de su música rodeaban a una persona, así como una roca interrumpe la corriente de un arroyo creando un remolino alrededor de la misma, sumando con su presencia una nota más al conjunto de las notas de la corriente. Esta pequeña perturbación en las ondas le hacían saber si alguien estaba escuchando su musica y como reaccionaba, si intentaba seguir la corriente o si por el contrario se resistía a ella y creaba un remolino aún más notorio.
    Las canciones de Fire Bomber eran corrientes imperturbables y rápidas y le parecía a Matt que llegaban lejos, más allá incluso de las paredes de la Rainbow.
    Sus propias composiciones eran por el contrario un arroyo pedregoso, lleno de remolinos y bancos de arena. ¿Era acaso imposible para el crear su propio torrente de música? Conocía a la perfección las ondas que se formaban alrededor de sus amigos, así como uno llega a conocer el ritmo de sus pasos o la forma en que alguien mueve sus manos. Will, Akemi, Manuel y Mina… las personas que el deseaba envolver en su música y darles felicidad, entonces había visto a esa joven, Cinthya y vió (O más bien sintió) un vacío en su alrededor y supo, con certeza, que ese vacío debía ser llenado con su música.
    Quería que Cinthya escuchara su canción, ahora estaba seguro.
    Cerró la tapa del piano y se levantó del taburete. Permaneció unos instantes de pie frente al piano contemplando su reflejo en las pulidas láminas de plástico que simulaban una superficie de madera lustrada. Se dió vuelta y tomando su mochila de uno de los asientos destinados al público se encaminó hacia la salida mientras apagaba las luces del salón.
    Afuera, las sombras cubrían por completo el parque y los enorme ventanales parpadearon brevemente antes de adquirir una completa transparencia. Las estrellas se asomaron por encima de los árboles.
    Matt empezó a caminar lentamente debajo de los árboles
    Pensando en Cinthya.
     
  6.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

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    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
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    No era la primera vez que Virya entraba en la nave de Kreegan, al menos no en forma oficial y los recuerdos de esa experiencia aún la mortificaban. Mientras atravesaba la enorme puerta del hangar se preguntaba si volveria a salir de allí alguna vez. El mensaje no especificaba si debía ir sola o con el resto de su escuadrón, asi que le dió igual que el resto de sus compañeras la siguieran hasta el hangar de la enorme nave.
    Una vez fuera de sus armaduras, fueron recibidas por un pelotón de soldados quienes las escoltaron por los pasillos de la nave. Si acaso esos Zentradis dieron muestra de asombro al ver que una de las pilotos estaba siendo llevaba a la rastra entre dos compañeras y al parecer estaba desmayada, no lo demostraron.
    La recién reclutada piloto había experimentado una aceleración demasiado intensa y estaba momentáneamente fuera de combate, Virya estaba sorprendida de que la chica estuviese viva al sacarla de entre los despojos de su armadura, con semejante aceleración, pensaba encontrar los sesos de la joven entre sus piernas, pero al parecer la chica era resistente, un buen comienzo..
    Las siete Meltran caminaron un largo trecho dentro de las entrañas de la nave hasta llegar un elevador. Los soldados que las acompañaban formaron a cada lado de la entrada y les indicaron que subieran solas. Una vez que todas estuvieron dentro la puerta de cristal se cerró y comenzaron a subir.
    El puente de mando de la nave insignia de Kreegan estaba suspendido en una superestructura que dominaba la parte central de la nave. No había ninguna ventana al exterior, todas las órdenes, navegación y decisiones tácticas se hacían mediante pantallas y hologramas que danzaban frente al puesto del comandante suspendidas en el vacío.
    Virya fue la primera en salir del elevador y caminó unos pasos dentro del puente de mando. Delante de ella estaba el mismo Kreegan, reclinado mientras miraba cierta información en las pantallas que Virya no comprendía.

    -Capitán Virya-712 y escuadrón presentándose!. -Exclamó a viva voz mientras realizaba un saludo militar.
    Kreegan se irguió y dio la vuelta. Virya nunca había visto a los comandantes Zentradis en persona, solamente conocía su aspecto por verlos en las pantallas y sabia un par de cosas sobre ellos, pero uno de esos rumores afirmaban que los Zentradis de la Clase Comandante eran grandes, mucho más grandes que los soldados rasos. Los individuos como Kreegan estaban creados de forma diferente, eran mas fuertes, mas resistentes, mas mortiferos. No solo sabían como luchar, sino que sabían cómo dirigir la poderosa maquinaria de guerra Zentradi como si de un instrumento de precisión se tratara.
    -Tú! -Exclamó el Zentradi cerrando los puños. En tres zancadas se puso frente a la Capitana, le sacaba fácilmente dos cabezas de altura. Virya permaneció quieta a pesar de la amenazante figura que tenía delante. El Comandante la miraba fijamente a través de los implantes que reemplazaban sus ojos, por entre los diferentes encastres metálicos que formaban su cráneo se veía a la piel latir y estirarse con violencia.
    -Tú! -Repitió y ante el asombro del resto de las Meltrandis tomó a Virya del cuello y la levantó por encima de su cabeza, como si estuviese hecha de aire.
    Virya no se resistió, ni siquiera emitió un quejido al sentir la poderosa mano que aplastaba su garganta. Kreegan era el Comandante, tenía el poder de decidir quién vivia y quien moría en la flota ¿Qué podía hacer una simple Capitana salvo permanecer firme y morir en manos de su Comandante sin decir una palabra? Al fin y al cabo ese sería su final, todos morían eventualmente aunque… y esta pausa en su pensamiento sorprendió a la propia Virya… ¡No poder morir en combate! ¡Eso si que le gustaría! Morir acribillada por un piloto que fuera mejor que ella, sentir que había sido finalmente superada por alguien.. ¿Porqué sentía esa extraña sensación…? No conocía las palabras para definirla pero de alguna manera estaban relacionadas con la decepción ¿Decepción? ¿De quien? ¿De ella misma? La mano se cerraba con una fuerza terrible y finalmente el aire comenzó a faltarle, aparecieron unas manchas en sus ojos y sintió que algo húmedo le caía por la mejilla… sangre, si, seguro era sangre ¿Pero por que brotaria sangre de sus ojos…?
    -Mi análisis indica que el castigo corporal ha sido suficiente, Comandante. -Dijo una voz de pronto y la presión cedió, un poco.
    Virya tomó una bocanada de aire y respiró como nunca había respirado antes, entonces giró un poco la cabeza y vió al Zentradi que habia hablado.
    Era un Zentradi, no cabia duda, pero era extrañamente pequeño, casi la mitad de altura de un soldado Zentradi y su cabeza extrañamente deformada, era mucho mas grande de lo normal y tenia varias protuberancias surcadas por venas superficiales. Virya nunca habia visto algo asi.
    -Archivista Exsedol -Exclamó Kreegan sin soltar a su subordinada.
    El recién llegado había salido desde un abertura circular en el piso del puente del mando, estaba montado en una especie de plataforma circular dotada de una barandilla que se plegó sobre si misma apenas el personaje salió del “elevador”. Vestia una extraña túnica negra que cubria todo su cuerpo, ocultando brazos y pies incluso. Virya no pudo observar más porque de pronto se vio arrojada contra una de las paredes del puente de mando. El golpe en su hombro derecho fue fuerte, pero no perdió el sentido y comenzó a tratar de ponerse de pie lentamente.
    Kreegan le dió la espalda y miró al recién llegado.
    -No admitiré su opinión en cuanto a cómo tratar a mis propios soldados. -Dijo tajantemente.
    -Por supuesto que no Comandante. -Habló el Consejero inclinando levemente la cabeza. -Pero sería una pena perder a un elemento tan valioso como lo es la Capitana Virya. ¿No le parece?
    Melia y Fanra habían dejado su puesto y corrieron para ayudar a su Capitana, pero Virya les hizo un gesto para que se detuvieran y volvieran al fondo del puente.
    Estaba aturdida por el golpe y su garganta ardía como fuego, pero lo primero que hizo fue pasar su mano por el rostro y contempló con asombro que no era sangre lo que corría por sus mejillas, era agua.
    -¿Que…? -Se preguntó sorprendida. -¿Qué es esto?
    -Lágrimas. -Dijo el Consejero. -Una reacción de sobre-secreción del lagrimal disparado por un resabio de estímulos ancestrales. -Dijo de corrido. -No es nada de lo que debe preocuparse Capitana Virya.
    -Ese elemento Valioso acaba de destruir un escuadrón completo de reclutas hace unos momentos. -Gritó el Comandante señalando a Virya, quien se había puesto finalmente de pie y mantenía su posición firme. -Y no solo eso. -Continuó. -También acabó con una instructora de combate, un recurso valioso de los que no estamos en condiciones de prescindir.
    -Estoy al tanto de ello Comandante. -Dijo el Archivista. -Pero las órdenes son del propio Dortrad-Jen y sobre esto creo que la elección depende de mi.
    Kreegan cerró los puños. Sin decir una palabra caminó hacia los controles y accionó una serie de instrumentos. Luego contempló los datos que se proyectaron en pantalla.
    -Proceda, Consejero. -Dijo sin volver la cabeza.
    -Gracias Comandante.
    El Archivista caminó hacia el grupo de Meltrandis y las observó detenidamente en silencio. Caminó alrededor del grupo y se detuvo frente a Rika y Tyna, quienes sostenían a la inconsciente recluta.
    De entre sus ropas salieron una serie de pálidos apéndices, como lianas entrelazadas que se proyectaron desde aberturas disimuladas entre los pliegues de la extraña vestimenta, hasta tocar delicadamente la cabeza y cuello de la piloto. Un tenue brillo iluminó el extremo de cada uno de las delicadas extremidades a medida que iban examinando las funciones vitales. Al cabo de unos momentos se retrajeron y volvieron a ocultarse bajo el manto del extraño personaje.
    -Tú -Dijo volviéndose hacia Kiria. -Golpéala fuertemente en el estómago.
    La piloto estaba acostumbrada a seguir órdenes y no vaciló un instante. Dió un paso al frente y descargó un fuerte gancho derecho al estómago de la desvanecida piloto. El efecto fue inmediato; la joven abrió los ojos y cayó hacia atrás debido a la fuerza del golpe. El grupo observó con atención como la recluta quedó de rodillas sujetándose el vientre mientras jadeaba fuertemente tratando de tomar aire.
    -Bien, ahora que solucionamos eso, vamos a hablar de esta misión, siganme. -Dijo el Archivista caminando hacia el elevador.
    Kiria tomó a la recluta por el cuello del traje espacial y la puso de pié de un tirón. -De pié. -Dijo. -La aturdida joven se tambaleó pero se mantuvo de pie en cuanto la soltaron. -Eso es chica. -Dijo Rika. -Siguenos y mantén la boca cerrada. Para sorpresa de ambas, la joven no dio muestras de desconcierto, frunció el ceño y movió la cabeza afirmativamente.
    Virya ya estaba dentro del elevador y con gesto indicó que se apresuraran. Inmediatamente las siete guerreras estuvieron descendiendo junto con el Archivista.
    -Creo que fué usted afortunada. -Dijo de pronto Exsedol. -Si hubiese llegado unos momentos más tarde su escuadrón hubiese vuelto a tener solo 6 elementos.
    Virya se mantuvo en silencio, pero apretó los puños y este gesto no pasó desapercibido para los demás.
    -Al contrario que nuestro Comandante, yo no la culpo por lo que hizo Capitán. -Continuó el Archivista. -Lo que siento es curiosidad por lo que hizo, verá… actos tan… espontáneos como el que usted realizó ahi afuera no son algo muy… corriente entre los pilotos de combate.
    El elevador se detuvo y el grupo comenzó a caminar por un largo pasillo en dirección al hangar principal de la nave. Dicho hangar ocupaba casi un tercio de popa de la nave y la actividad era frenetica. Las armaduras de combate se ordenaban en interminables líneas, cruzadas aquí y allá por unas estaciones de reabastecimiento suspendidas al techo por enormes estructuras que incorporaban cintas transportadoras. La munición era enviada por líneas de distribución a lo largo del hangar y cargada en las máquinas de combate con increíble rapidez. Había más de quinientas armaduras Nousjadeul-Ger y unos trescientos Regult en ese momento, pero Virya sabía que un número igual estaba en esos momentos patrullando o realizando adiestramiento en ese momento.
    Los seis Queadlunns del escuadrón de Virya estaban estacionados a un costado, al parecer ignorados por los cientos de tripulantes que recorrían el hangar de un lado a otro preparando sus propias máquinas de guerra.
    Exsedol se detuvo y señaló las armaduras. -Primero tendremos que ocuparnos de darle a su nueva recluta una armadura nueva. -Se dió vuelta y miró a Virya a los ojos. -Reúna a su equipo y aborden sus armaduras, cuando estén listas salgan al espacio y esperen mi transporte, yo llevaré a esta recluta conmigo.
    Virya se llevó el puño al pecho y con un gesto indicó que la siguieran. El Archivista y la joven recluta observaron en silencio como el grupo abordaba sus armaduras.
    -Bueno. -Dijo Exsedol. -Vamos a nuestro transporte.
    -Entendido. -Dijo la joven.
    Caminaron por entre pertrechos de guerra y maquinaria. Muchas de las maquinas, gruas y plataformas yacian dañadas a un costado del hangar, dando testimonio de los incontables ciclos que la nave había estado en servicio. A un costado vieron también los restos del Queadlunn Nona de la recluta, la cabina había sido arrancada a la fuerza y yacía ahora como un cadáver descuartizado a la espera de unos carroñeros que jamás llegarían. Era seguro que allí se quedaría hasta el fin de la vida útil de la nave nodriza.
    Al cabo de un rato llegaron a una zona de aterrizaje, donde un transporte los esperaba con las escotillas abiertas.

    -Maldición!. -Exclamó Virya descargando su puño contra uno de los soportes que mantenian su Queadlunn rojo sujeto a la pared. El resto del equipo quedó momentáneamente petrificado al sentir el golpe.
    -¿Capitan?. -Tyna estaba con medio cuerpo fuera de la armadura y la miraba desconcertada.
    Virya cerró con fuerza el puño y se dió vuelta en dirección a la piloto. -Ni una palabra Tyna. -Dijo señalandola con el dedo. -Y eso va para todas. -Continuó mientras apuntaba a cada una de las integrantes del escuadrón. -Sea lo que sea que ese Medio-Zentradi nos haga hacer ahi afuera no quiero que NADIE abra la boca! ¿Fui clara?. -Dijo levantando la voz.
    -¡Si Capitán! Exclamaron las chicas al unísono llevándose los puños al pecho.
    -Ahora aborden.
    Virya se puso el casco y de un salto se encaramó a su Queadlunn. Sujetándose de una agarradera en la parte superior de la cabina se balanceó grácilmente y entró en la armadura como si fuera una parte más de su propio cuerpo. En realidad el interior del Queadlunn estaba perfectamente amoldado a la forma del cuerpo de su piloto. Toda la interfaz de las armaduras Meltran estaba basada en la interacción del propio sistema nervioso de la piloto con las articulaciones y propulsores del robot, de modo que cada impulso nervioso que llegaba a los músculos de Virya era registrado, amplificado y reproducido por los componentes mitad biológicos y mitad mecánicos de la armadura.
    La cabina se cerró con un chasquido y el interior del Queadlunn quedó momentáneamente a oscuras. Virya se sentía a gusto en esa oscuridad, creía recordar algo, una especie de reminiscencia lejana, pero pronto las luces rojas se encendian y el “ojo” de la armadura se iluminaba con información de vuelo y estado de las armas. El recuerdo borroso desaparecia y su espíritu guerrero cobraba vida al igual que su armadura. El robot sufrió una ligera sacudida y abandonó el soporte de la pared, caminando lentamente por el piso del hangar mientras las demás Meltrandis la seguían en fila. Muchos de los Zentradis que se encontraban en los alrededores giraron la cabeza al ver los Queadlunns marchando por el hangar. Era un acontecimiento extraño ver armaduras Meltrandis en una nave Zentran. El Queadlunn rojo llegó al borde de la zona de prohibición de vuelo, marcada sobre la cubierta por una desgastada doble linea roja y despegó de un salto, como si se zambullese en la negrura del espacio. Inmediatamente los cinco aparatos restantes la siguieron y pronto fueron una serie de puntos luminosos vistos a través de la abertura del hangar.

    Mientras tanto, Exsedol y la recluta habían subido al transporte por una de las compuertas laterales. Era una nave de transporte de tropas con capacidad para un escuadron de infanteria, una treintena de soldados, pero ahora estaba por completo a su disposición. La Meltran se sentó en uno de los bancos y se colocó los arneses de seguridad. El Archivista, sin embargo, permaneció de pie en medio de la cabina.
    La compuerta lateral se cerró de golpe y el interior fue iluminado con unas tenues luces naranjas. El compartimento de la cabina estaba separado de donde los soldados eran transportados, por lo que de pronto estuvieron completamente solos.
    Una leve vibración indicó que la nave había despegado, momentos más tarde dejaron el entorno de gravedad artificial de la nave de Kreegan y la joven sintió en su cuerpo los efectos de la ingravidez. Exsedol permanecía en la misma posición y parecía estar anclado al suelo de la nave, la mirada inquisitiva de la joven Meltran pronto captó la atención del Zentradi.
    -Mi cuerpo no está hecho para plegarse, si eso es lo que está pensando.
    La joven no dijo nada y siguió en silencio.
    -Maya Lagrexia 732. -Dijo el Archivista mirando a la joven a los ojos (Ahora que la piloto estaba sentada, estaban prácticamente a la misma altura) Cadete de las Fuerzas de Ataque del Regimiento 51 de Queadlunns con base en la nave clase Quitra Queleual denominación 214Q ¿Es correcto?
    -Es correcto…. Señor. -Dijo la joven dudando el rango del extraño Zentradi
    -Archivista, aunque mi rango oficial sería el de Comodoro, tengo capacidad de mando para dirigir en caso de interrupciones en la cadena de mando.
    -Maya asintió con la cabeza. El segundo al mando de la flota de Kreegan. ¿Que estaba pasando? No hacía una hora estaba en un aburrido ejercicio de rutina y de pronto se había desatado el infierno. ¿Estaban todas sus compañeras muertas? Cuando vió el Queadlunn rojo por la pantalla de su visor había sufrido un estremecimiento. Esa armadura roja pertenecía a la mejor piloto de la flota y cuando vió que el cañón rotaba en posición de disparo… casi no podía creer que hubiese reaccionado así ¿Que fué lo que la impulsó a estirar las piernas y acelerar al máximo? Fué como si por una centésima de segundo hubiese visto el futuro y sabía que si no hacía algo moriría. Sintió un tremenda presión en el cuello y el pecho y de pronto no escuchó ni sintió nada.
    -Capitán Virya ¿Me recibe? -Preguntó de improviso el Archivista.
    -Lo recibo. -Se escuchó la voz de la guerrera.
    Maya vió entonces que lo que parecía un broche que sujetaba la extraña capa del Zentradi era en realidad un dispositivo holográfico. Levantó un poco la vista y vió que el aparato estaba proyectando un mapa táctico donde su nave aparecía al centro, rodeada por unos puntos azules que mantenían una formación en forma de diamante. El holograma era tan grande que ocupaba todo el espacio vacío del transporte.
    -Los pilotos tienen orden de seguirla Capitán. -Continuó transmitiendo por radio Exsedol. -Llévenos a la nave Quitra Queleual más cercana, necesitamos un Rau para su nueva piloto.
    -Entendido.
    El enorme mapa holográfico tembló y fue absorbido dentro del proyector que hacia de broche a la vestimenta de su superior. Ahora la tenue luz anaranjada había vuelto a envolverlos. Maya respiró profundamente y pensó en sus compañeras, en el poco tiempo que habian pasado juntas.
    -Verdaderamente notable. -Exclamó Exsedol mirándola nuevamente. -A tus registros de entrenamiento me refiero. Hace medio cíclo que has entrado en servicio y ya estas por encima de la media. Hasta creo que podría aprobar el comportamiento de la Capitán Virya en cuanto a tu “ascenso”.
    Exsedol se voltió y proyecto una pantalla de datos en una de las paredes del transporte. -Actos como los que realizó esa Meltran son extraños, irregulares es la palabra indicada. Incluso en mi base de datos sobre nuestra raza no he encontrado un equivalente a dicho comportamiento. La vista de Maya estaba obstruida por la espalda del Archivista, pero podia ver una porción del holograma y vió que lo que Exsedol estaba proyectando era un esquema de un Queadlunn rojo.
    -La capacidad de combate de Virya es sobresaliente, muy por encima de la capacidad de una Meltran de su categoría. Me pregunto si no estamos en presencia de… -Exsedol se detuvo y apagó la pantalla, dándose la vuelta inmediatamente. -El castigo por el comportamiento de la Capitán Virya es la ejecución, naturalmente. Pero las circunstancias han aplazado la pena hasta que asuntos más importantes hayan sido resueltos.

    Mientras tanto el Comandante Kreegan observaba la pantalla que transmitía en vivo imágenes de la popa de su nave insignia. Los puntos parpadeantes de color verde y azul se perdieron entre las miles de naves que lo rodeaban. Todavia tenia los puños apretados por efecto de la rabia que lo embargaba. Virya… como le gustaría matar a esa Meltran, si no fuera porque ella y su escuadrón valian mas que todos los escuadrones de dos cruceros de batalla juntos. ¿Que rayos estaba pensando Dortrad-Jen al despojarlo de su Archivista y de su mejor escuadrón en un momento como este? Hizo un gesto con la mano y la pantalla se cerró, dejando a la vista el enorme disco de cobertura y vigilancia de su flota combinada. Las tres flotas que componían la Armada Zentradi de Dortrad-Jen eran una visión sorprendente y sin embargo… Kreegan desplegó una pantalla más pequeña, era un analisis espectografico de una serie de nubes de gas en uno de los extremos más alejados del cúmulo estelar donde se encontraban. Era uno de esos sectores donde el polvo estelar, gases y material producido por la explosión de antiguas estrellas se concentraba en grandes nubes oscuras, expandiéndose y creando nuevas estrellas. Una verdadera región de caos y creación. Entonces, una supernova gigantesca había detonado detrás de la nube de gas, una estrella roja, posiblemente una grande por la enorme cantidad de energía que había expulsado a través de la impenetrable nube. Esa misma emisión de energía había servido como un foco de luz, iluminando desde atrás lo que había oculto dentro de la nube. Una enorme flota del Ejército de Supervisión.
    Tres veces más grande que la flota de Dortrad-Jen.
    Si Kreegan hubiese tenido las glándulas adecuadas, no cabía la menor duda de que estaría sudando en ese preciso momento.

    La nave de transporte entró al hangar del crucero Quitra Queleual designación 391Q. Las meltran que trabajaban en el hangar despejaron rápidamente el atestado espacio para que la nave, mucho más grande de las que habitualmente recibía ese hangar, pudiese aterrizar con seguridad.
    El Queadlunn rojo entró al hangar siguiendo a la nave. El resto del escuadrón permaneció en el espacio asumiendo una formación de guardia. Las enormes puertas se abrieron y la joven recluta bajó de la nave sin mirar hacia atras. Virya pudo ver fugazmente al Archivista de pié en el medio del compartimento mientras su armadura aterrizaba suavemente sobre la superficie metálica.
    La joven caminó decididamente hasta estar frente a la armadura de Virya y realizó un saludo llevándose el puño al pecho. -Cadete Maya Lagrexia 732 presentándose, lista para asumir mi puesto.
    El frente de la armadura se abrió hacia arriba al igual que los hombros. La Capitán Virya miró a la recluta sin salir de la armadura y sin articular palabra. Ambas permanecieron en silencio mirándose una a la otra. El sonido de la puerta del transporte al cerrarse las trajo a la realidad.
    -Queda ascendida al rango de Teniente. -Dijo sin inmutarse Virya. -Suba a su armadura y reunase con el resto del escuadrón, su posición es la número siete.
    La joven Meltran inclinó la cabeza y dando media vuelta se dirigió hacia las armaduras color verde que estaban alineadas en filas y listas para salir.
    -No, no en un Nona. -Dijo Virya. -En un Rau.
    Al fondo del hangar, en un lugar visiblemente diferenciado del resto yacía un Queadlunn color violeta, apoyado en la estructura que servía para transportarlo de un lugar a otro. Maya nunca había visto uno nuevo. La superficie brillaba con las poderosas luces blancas del hangar y los cañones dobles ubicados en el pecho se erguian amenazadores apuntando hacia donde estaba ella. La enorme joroba que albergaba un doble reactor de fusión se abría en dos compartimentos de misiles, que apuntaban a cada lado de la armadura.
    Maya deseó manejar ese poder. Supo sin ninguna duda que era lo que más quería. A pesar de tener puesto los guantes de su traje de vuelo tocó la pulida superficie de aleación de una de las piernas, lo sintió cálido.
    Virya sonrió. Le gustaba esa recluta.
     
  7.  
    Gerli

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    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Drama
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    105
     
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    4439
    26



    El equipo de “Recolectores” quedó brevemente paralizado al contemplar el panorama que se había descubierto ante ellos.
    -¿Habias visto algo así antes Ralph? -Preguntó Cinthya
    -¿A esta escala? No, realmente estoy sorprendido.
    -Parece que dos naves colisionaron con una tercera, aparentemente desde direcciones distintas… como si de un ataque suicida se tratase. -Murmuró Jim por la radio, lo suficientemente alto como para que todos lo escucharan. -Nunca vi nada parecido en el Liceo Militar.
    Lo que el pequeño grupo de trabajadores contemplaba atónito era una escena de destrucción de magnitudes colosales. Tres enormes naves, probablemente fragatas, yacian entrelazadas en un abrazo macabro de hierros retorcidos y paneles agujereados por los disparos. Era imposible adivinar qué parte pertenecia a cual nave, parecían haberse incrustado una dentro de la otra como si hubieran sido atrapadas por la mano de un gigante y fueran aplastadas por su poderoso puño.
    -Son.. son naves Zentradi, aquella y aquella. -Dijo Jim saliendo del mutismo. -Pero esa sección central parece Meltran ¿No?.
    Para señalarlo, desplegó el tren de aterrizaje y usando el poderoso reflector del tren delantero iluminó la zona del gigantesco amasijo de naves.
    -Es una Fragata del Ejército de Supervisión. -Aseguró con confianza Hal por la radio. -Son muy parecidas a las naves Meltran, pero tienen un color diferente.
    Jim movió el reflector a lo largo de las estructuras retorcidas de las antiguas naves de batalla. El casco de lo que parecía ser la nave del Ejército de Supervisión estaba prácticamente aplastado entre las otras dos naves, grandes paneles de metal se abrían hacia el espacio como pétalos de una horripilante flor, nacida de las explosiones internas producidas dentro de la nave. Cuando el poderoso reflector iluminó una de las naves Zentradi, Hal dió un grito.
    -¡La sección del hangar de la fragata está intacta! -Gritó por la radio saturando en enlace. ¡Puede haber vetas adentro!
    -¿Vetas? -Preguntó intrigada Cinthya
    -”Veta” es nuestra jerga para hablar de múltiples armaduras. -Explicó Ralph. -Generalmente cuando una fragata explota al comenzar la batalla y no logra desplegar todas sus armaduras, a veces encontramos “racimos” de 3 o 4 robots juntos, y muy rara vez encontramos restos de un hangar con armaduras agrupadas contra las paredes, empujadas ahi por la explosión que destruyó la nave que las albergaba, eso es una “veta”
    -Y ese hangar parece intacto. -Dijo Hal con marcado entusiasmo. -Puede estar llena de cientos de Nousjadeul-Ger o Regults.
    Ralph permaneció en silencio mirando la enorme pila de desechos.
    -¿Pasa algo? -Preguntó Jim por la radio.
    -Si Ralph tarda tanto en decidirlo, debe ser algo muy importante. -Dijo el copiloto del transporte. -El problema es que las naves del Ejercito de Supervisión son “Tabú” para nosotros.
    -¿Tabú? -Preguntó Cinthya
    -No podemos acercarnos siquiera. -Explicó Hal restregandose las manos. -Pero nada dice de una de esas hecha sandwich entre dos naves que si podemos examinar.
    El grupo permaneció en silencio y expectante mientras Ralph examinaba la gigantesca masa de metal retorcido, pareció que pasaba una eternidad aunque solo habían sido unos minutos cuando el gigante habló por la radio. -Vamos a mandar un Drone ahi adentro. -Dijo. -Quiero ver mas en detalle a que nos enfrentamos.
    -Ok jefe!. -Exclamó prontamente Hal mientras soltaba el cinturón de seguridad de su asiento y flotaba hacia atrás con un leve impulso. -Medio minuto.
    Jim movió la nave unos cuantos metros hacia la derecha para dejar el camino despejado. Ubicó el caza por encima del transporte mientras no dejaba de iluminar las ruinas con su reflector.
    Mientras tanto Hal se había asegurado mediante un arnés a un puesto de control que estaba ubicado en la parte posterior de la cabina, era una especie de silla con mandos que sobresalian de cada uno de sus lados, cuando Hal se sentó en ella, los paneles giraron hasta situarse frente a él y una pantalla semitransparente se desplegó desde el techo y se posicionó frente a sus ojos.
    -Desplegando la Comadreja. -Avisó el Copiloto, ahora con el control total del transporte. una pequeña compuerta lateral se abrió y un robot de unos cincuenta centímetros de diámetro, con una forma que recordaba vagamente a una maceta con dos aletas que sobresalian en la parte más ancha, salió de la nave y se dirigió velozmente hacia la pila de desechos.
    Ralph observó cómo el robot pasaba junto a él y lo señaló con el dedo mientras volvía a abrir la comunicación de radio. -Mandenme la señal de video a mi casco.
    -Trabajando en eso. -Confirmaron desde el Transporte.
    -Me gustaria ver a mi también. -Dijo Cinthya.
    Ralph hizo un gesto afirmativo con la cabeza y el Copiloto levantó el pulgar como respuesta.
    Jim consultó brevemente el panel derecho de instrumentos y activó la consola que administraba los Datalinks de comunicaciones espaciales.
    Todas las naves de la NUNS usaban enlaces de datos encriptados, más comunmentes llamados “Datalinks”. Cada nave, crucero de batalla o soldado a pié en el campo de batalla tenía acceso a por lo menos uno de ellos, eran vínculos vitales a la hora de mantener contacto en medio del caos de una batalla donde miles de naves se movían en forma coordinada siguiendo un plan de ataque planificado al milímetro.
    La nave de Jim era de una clase especializada en lo que comúnmente se denomina “Guerra Electrónica”, con la mayoría de sus sistemas dedicados al procesamiento y envío de datos a los diferentes elementos de la flota. El VF-17S2 no solo tenía los Datalinks estándar de los cazas de la NUNS, sinó que poseía un centenar de ellos, de modo que podía sincronizar datos con cada una de las naves y componentes de la flota estelar, desde un escuadrón de “marines” en la superficie de un planetoide hasta la más grande de las naves insignia.
    Claro que cada uno de los enlaces estaba fuertemente encriptado con los más seguros algoritmos matemáticos que la criptografía había podido crear en los últimos tiempos. Jim no necesitaba esos, activó uno de los enlaces destinados a las comunicaciones civiles, usando el interfaz estándar de comunicaciones de datos.
    -Clave H7GF94YD7193SAFR496KVR49TLDJA34. -deletreó lentamente el Copiloto
    Jim sonrió pero no dijo nada, la computadora de abordo ya había captado la señal del transporte y, automáticamente, desencriptado el password de la misma en solo unos segundos.
    -Recibido, estableciendo enlace… ahora.
    La imagen de video captada por la pequeña sonda ocupó simultáneamente las pantallas frente a los dos pilotos del caza. La señal de video era buena y las cámaras eran de excelente resolución.
    -Tenemos señal de video 10/10. -Comunicó Jim.
    -Hal. -Ralph se acercó al transporte y se mantuvo a unos escasos metros de la cabina del mismo. -Quiero que veas si puedes meterlo directamente por la entrada principal del hangar, no quiero dar vueltas.
    -Recibido jefe. -Respondió el operario mientras maniobraba el pequeño Drone entre placas de metal y hierros que flotaban alrededor de las tres naves siniestradas. Al acercarse a la entrada del hangar principal, ubicada bajo la popa de la nave, observaron abatidos como el enorme acceso, de unos ochenta metros de ancho por treinta de alto, había sido aplastado por la colisión, bloqueando el acceso al hangar como si una monstruosa boca cerrada les estuviese mostrando una mueca grotesca. Para completar lo que parecía una cruel broma, enormes paneles metálicos sobresalian aquí y allá, simulando unos dientes rotos y retorcidos. Hal examinó atentamente todos los recovecos y finalmente descubrió una tubería que había quedado atravesada entre la enorme junta de metal retorcido.
    -¿Lo meto ahi dentro Jefe?
    -Adelante Hal. -Ordenó el gigante.
    El tubo estaba aplastado y deformado en varios puntos, pero creaba un pasaje relativamente despejado entre la destrucción que bloqueaba lo que antes había sido la entrada del hangar principal. El pequeño robot avanzó lentamente por el interior del tubo mientras las imágenes que transmitía por su cámara frontal eran seguidas atentamente por el grupo que esperaba en el exterior.
    -Intensidad de la señal de retorno disminuyendo. -informó el copiloto desde los mandos del transporte. -Ralph, no podemos meterlo mas adentro, podemos perder la señal y correr el riesgo de perderlo.
    -Entendido. -Dijo Ralph. -Hal, es tu decisión.
    -Déjeme seguir un poco mas jefe. Creo que… si! Ahí hay un agujero.
    En efecto, por las pantallas pudieron ver como las luces del robot iluminaban una rasgadura en el tubo, como si hubiese sido desgarrado por una zarpa.
    -¿Pasa? -Preguntó Jim
    -Pasa. -Aseguró Hal. -Tiene que pasar.
    El robot se acercó a la abertura lentamente y asomó la cámara por entre el acero retorcido.
    -Ahí. -Dijo Ralph. -Dame toda la luz que puedas.
    La intensidad de las luces de la imagen aumentaron un poco y todos pudieron ver lo que parecía ser un sector del hangar, con el techo parcialmente colapsado y repleto de desechos, vigas estructurales y paneles desgarrados flotando por todas partes, pero todo inmóvil, como congelado en medio de la destrucción reinante.
    -¡Una veta! -Exclamó el copiloto
    -¡Mierda! -Exclamó Ralph. -Hay todo un escuadrón de armaduras vacías apiladas ahi… deben ser treinta o cuarenta
    El grupo permaneció en silencio contemplando las imágenes en pantalla. Cinthya se dió cuenta que los colonos estaban planteandose seriamente lo del “Tabú” con respecto a esas extrañas naves. Se preguntó si el sentido común se sobrepondría a la codicia de esos hombres.
    -Volemos el hangar. -Dijo Ralph
    -¿Lo que? -Repitieron ambos tripulantes del transporte.
    -No podemos meternos ahí adentro. -Dijo resueltamente el gigante. -Propongo poner cargas en el casco inferior y que todo el hangar se separe de esta mierda gigante. -Dijo señalando la enorme ruina de naves que cubría todo el paisaje.
    -Es demasiado arriesgado. -Dijo Hal. -A lo mejor Will podria hacerlo. -Agregó apartando brevemente la vista de la pantalla que tenia frente a si y mirando al caza de Jim. -Solo el conoce a la perfección los explosivos y la resistencia del material del cual están hechas esas cosas. -Dijo mientras señalaba los restos.
    -Necesitamos más datos. -Dijo el copiloto. -Examinamos todo el hangar para buscar puntos estructurales que podamos volar para separar todo el bloque.
    -Y si todo sale bien podremos enganchar un cable al transporte y remolcar toda ese precioso bloque de desechos hasta la base. -Dijo Ralph.
    Hal no esperó la orden y volvió a tomar los controles del Drone de reconocimiento. Hizo que el robot girara sobre su eje unos pocos grados y avanzó hacia la abertura. Para decepción de todos, rebotó contra los rebordes de metal de la grieta.
    -Mierda! -Exclamó Hal
    -No pasa.
    -Hay que plegar las antenas. -Dijo Ralph.
    Por el silencio repentino que se hizo en el enlace, Jim comprendió de inmediato que tan mala era esa idea.
    El copiloto tomó la palabra finalmente. -Jefe, si plegamos las antenas para pasar corremos el riesgo de perder la señal del Drone y no volver a recuperarla.
    -Hay que arriesgarse entonces. -Contestó el gigante. -Haganlo.
    -Sólo tenemos un intento. -Dijo Hal. -Voy a retroceder y a plegar las antenas cuando empiece a moverme. Si todo sale bien la inercia nos hará pasar por el agujero y podremos reiniciar el enlace del otro lado.
    El pequeño robot se alineó con cuidado en el sector más ancho de la grieta y comenzó a retroceder lentamente. El tubo tenía en ese tramo algo más de dos metros de diámetro, probablemente era una línea principal para el transporte de algo importante.
    Hal detuvo al drone a escasos centímetros de la pared metálica, no quería arriesgarse a que una pequeña colisión desalineara la trayectoria.
    -¿Listos?
    Ralph levantó el pulgar.
    -Alla vamos.
    Hal aplicó un breve impulso al propulsor principal e inmediatamente apretó el interruptor de cierre. El Drone plegó las dos antenas traseras y se apagó por completo, la imagen de video se cortó cuando se encontraba a unos treinta centímetros de la grieta. Todos contuvieron la respiración esperando el resultado. Pasaron diez segundos que duraron una eternidad.
    -Encendelo. -Dijo Ralph.
    Hal encendió el interruptor principal y observó atentamente la pantalla.
    Nada sucedió.
    -Ops.
    -La p…. -Ralph se interrumpió al acordarse de la presencia de la Inspectora en el caza cercano. -¡Maldición! -Exclamó en cambio.
    -Era arriesgado jefe. -Dijo el copiloto.
    -¿Y ahora? -Dijo Hal.
    Ralph miró con atención las ruinas mientras apretaba los enormes puños. -Hay que recuperar ese Drone o Amanda nos mata.
    -Lo suponía.
    -Tenemos que actuar rápido o ese maldito robot puede seguir rebotando ahi adentro y alejarse cada vez más. -Dijo Ralph señalando el transporte. -¿Podemos amplificar la señal del enlace?
    -Podemos acercarnos un poco más y apuntar la antena directamente al tubo ese. -Dijo el copiloto.
    -No, tenemos que hacerlo desde acá, si perturbamos los escombros metiendo el transporte ahi corremos el riesgo de quedarnos atascados ahi.
    -Hay otra opción. -Dijo Jim
    El grupo de Ralph se sorprendió al oír la voz del piloto, casi se habían olvidado que estaba ahi.
    -¿Cual? -Preguntó Ralph de mal humor.
    -Ustedes tienen prohibido acercarse a esa nave, pero nosotros no.
    Cinthya abrió los ojos como platos. No le gustaba el rumbo que estaba tomando la cosa.
    -No. -Dijo Ralph
    -No, dijeron al unísono ambos ocupantes del transporte. -Ustedes no pueden interferir en esto, son sólo observadores. -Agregó Hal.
    -Soy un oficial de la NUNS y único representante del Gobierno Unificado en este sector. -Jim hablaba con seguridad. -No estoy atado a ninguna regla de ninguna compañía privada. Mis acciones y decisiones son cosa mía.
    -Teniente… -Ralph se cruzó de brazos y miró al caza que se había acercado al transporte. -Si va a entrar ahí no lo pienso detener, pero quiero que quede claro que estoy en total desacuerdo y que no me responsabilizo por lo que sus acciones causen a su nave o al civil a su cargo.
    -Estoy de acuerdo.
    -Una cosa mas Teniente: Apague por completo sus transmisiones de datos, incluso la señal IFF, tiene que perturbar lo menos posible el interior de esas naves.
    -¿Lo dice el tipo que quiere volar un pedazo de nave?
    -Confíe en mi Teniente, conozco mi negocio. -Dijo Ralph tajante.
    -Bien. No perdamos más tiempo. -Jim replegó el tren de aterrizaje y se dirigió a las ruinas mientras esquivaba fragmentos y chatarra en su camino.
    El caza se acercó a la entrada del hangar y cambió a modalidad robot. Jim comenzó a examinar los paneles que cerraban la entrada en busca de algún espacio que pudiese despejar con los brazos de su robot. Lamentablemente no habia tal cosa y la entrada principal quedó descartada. El VF-17S2 descendió y comenzó a explorar la base inferior del enorme casco de placas de un color que había pasado del verde Zentradi a una especie de marrón musgoso, cubierto de manchas de explosiones e impactos de metralla. Como no hay puntos de referencia en el espacio, pronto se acostumbraron a “caminar” por el casco de la nave, de modo que lo que antes era techo era ahora el piso por donde el robot caminaba en busca de alguna entrada. La encontraron unos veinte metros más adelante, un agujero producido por la explosión de algún proyectil, lo suficientemente grande para que el caza pudiese deslizarse con comodidad.
    -¿Lista? -Dijo Jim
    -Lista. -Aseguró Cinthya levantando el pulgar.
    El robot descendió lentamente por el agujero ayudado por los propulsores auxiliares. Ingresaron a un pasillo de circulación de medianas proporciones ,probablemente una vía de conexión entre cubiertas. La explosión que había abierto el hueco también había atravesado el pasillo, de modo que estaban en una especie de puente que se interrumpía entre dos cubiertas. Jim reorientó el robot de modo que ahora estaban en el verdadero “piso” de la nave y podían navegar con facilidad. Según el esquema que se había creado en la cabeza, el hangar debería estar hacia atrás y hacia arriba. Jim comenzó a deslizarse con poco impulso por el pasillo, sintiéndose completamente indefenso al no poseer su arma reglamentaria.
    -¿Que pasa Jim? -Preguntó Cinthya al sentir el nerviosismo del piloto.
    -Hice muchos ejercicios de CQC (1) en mis dias en la academia y estoy acostumbrado a este tipo de escenario… a esta clase de pasillo de las naves Zentradi y la ingravidez pero… hacerlo sin un arma es algo completamente diferente.
    Cinthya tragó saliva y miró a ambos lados del pasillo. -No… no estás insinuando que…
    -Claro que no Cinthya. -Dijo Jim. -Solo estoy rememorando mi entrenamiento, no creo que encontremos nada vivo aquí dentro.
    Nada vivo podía residir en las ruinas, pero pronto descubrieron a los muertos que moraban los rincones de la enorme nave. Soldados Zentradis yacian despedazados por todo el pasillo, flotando inmóviles en la retorcida tumba en que se había convertido su nave. Sólo distinguían a los gigantes por el color de sus uniformes, lo que quedaba dentro de los trajes era apenas una calavera reseca, tejido consumido por la radiación y preservada por la falta de organismos que descompusieran la carne.
    Cinthya bajó la vista hacia el piso de la cabina, pero las pantallas a sus pies también mostraba pedazos de cuerpos a medida que el robot pasaba flotando entre ellas, perturbando la inmovilidad de acaso siglos. El pasillo a sus espaldas quedaba lleno de extremidades girando lentamente, como si el pequeño empujón dado por el caza de Jim pudiese servir para que las partes separadas pudiesen volver a unirse nuevamente.
    Cinthya cerró los ojos. Ya habia tenido suficiente por el día. Cadaveres momificados era una cosa, pedazos de cadaveres formando nubes alrededor de ella era algo que estaba mas allá de su tolerancia.
    -¿Cin? -Preguntó Jim
    -Estoy bien, no pasa nada. -Dijo abriendo los ojos. Vió que habían llegado al final del pasillo, ahora estaban en una sector desde donde partian varias rampas hacia las cubiertas superiores. Al parecer iban por buen camino. Jim subió por una que ascendía con una ligera curva hacia la izquierda y al cabo de unos minutos salieron a otra cubierta, mucho más grande que las anteriores, pero con signos de haber sufrido bastante daño por las explosiones internas. Grandes vigas metalicas habian salido disparadas desde el techo y yacian incrustadas en las paredes, incluso las paredes estaban deformadas y dobladas hacia adentro, como si hubiesen tenido la resistencia justa para contener las explosiones sin abrirse como una flor.
    -¿Vamos bien? -Preguntó Cinthya tratando de disimular su nerviosismo.
    -Creo que si, mira. -Respondió el piloto. -¿Ves aquello? -Agregó señalando con el brazo del robot.
    Cinthya dirigió la vista hacia el punto del techo donde señalaba Jim y vió un tubo que corría junto a una de las paredes.
    -¿Ese es el mismo tubo por donde entró el Drone?
    -Parece que estamos cerca.
    No estaban cerca, pero al menos el descubrimiento del tubo los llevó a un nuevo pasillo donde varias líneas similares corrían en la dirección adecuada. Debieron arrancar una puerta metálica que se había doblado hacia adentro, lo que les facilitó el acceso a la zona de las tuberías. Jim señaló que ese pasillo era una de las rarezas de la tecnología Zentradi; toda su sociedad estaba compuesta por guerreros, no existían los técnicos o mecánicos de ningún tipo por lo que pasillos de mantenimiento como estos eran reliquias del diseño heredades tras miles de años sin cambios en la ingeniería de sus armas. Las naves se fabricaban en enormes satélites-fábricas y se usaban hasta que el daño era tan severo que merecía la pena el reemplazo por una nueva.
    El hecho de que el pasillo nunca se hubiese usado para nada les facilitaba el avance, sin escombros ni cadáveres amontonados por todas partes, Jim pudo transformar el caza en avión y avanzar relativamente rápido.
    El pasillo se interrumpió violentamente cuando llegaron a una zona donde una enorme explosión había atravesado varios niveles de cubierta dejando a la vista gran parte de la estructura interna de la enorme nave. Las lineas de tuberia descendían en este punto, más la enorme explosión las había hecho estallar como pajitas de refresco. Jim descendió con cuidado y entró a lo que al parecer, era el sector más profundo del hangar principal, cercano al eje central del casco de la nave.
    -Probablemente el Drone está ahí abajo. -Dijo Jim deteniendo el avión. -Busquemos el tubo con el agujero de entrada.
    Lo encontraron tras un par de minutos de búsqueda, pero no había señales del pequeño robot. Revisaron las posibles trayectorias que el rebote del Drone pudo haber realizado tras salir del tubo y chocar contra los diferentes obstáculos que flotaban alrededor, descubrieron varios escombros cuya inmovilidad había sido perturbada, siguieron el rastro hasta una de las salidas interiores del hangar que comunicaba a un enorme pasillo, probablemente una vía de comunicación principal a otros sectores de la nave.
    -Voy a rastrear movimiento. -Dijo Jim y activó uno de los sensores pasivos del caza. La cabina dejó de mostrar los alrededores en el tono verdoso que caracterizaba a la visión nocturna y pasó a un tono azulado, destacando los escombros y basura en movimiento por una serie de estelas amarillo-anaranjado, según la velocidad a la que giraban.
    -Allá! -Dijo Cinthya señalando el fondo del pasillo.
    -Lo veo.
    A unos ciento cincuenta metros, el pequeño Drone flotaba dando tumbos contra las paredes. Pronto la computadora lo fijó como un blanco y adaptó la velocidad y actitud de vuelo para darle alcance. Jim aceleró solo un poco y maniobrando cuidadosamente entre los varios desechos logró alcanzarlo al cabo de varios minutos. Al estar a unos pocos metros, el VF-17S2 pasó a modo robot y extendió el brazo hacia el pequeño objeto.
    -¿No hay peligro que lo aplastes? -Preguntó Cinthya
    -Definitivamente. Solo trataré de contenerlo dentro del puño, pero creo que voy tener que salir del caza para poder asegurarlo. -Dijo el piloto ante la evidente preocupación de Cinthya.
    La enorme mano pasó por debajo del drone con la “palma” hacia arriba y en el preciso momento en que estaba justo en el centro de la misma Jim cerró rápidamente los dedos, con cuidado de no aplastar el objeto.
    -Lo tengo! -Exclamó.
    El robot se detuvo en el sitio con un par de impulsos. Jim comenzó a quitarse el arnés de seguridad que lo ataba a su asiento mientras Cinthya lo miraba angustiada.
    -Voy a salir un momento a recuperarlo Cin, no te asustes cuando abra la cabina porque afuera va a estar completamente oscuro. -Dijo mientras plegaba el puño del robot hasta acercarlo a unos pocos metros de la cabina.
    La joven asintió con la cabeza y esperó a que su compañero terminara los preparativos.
    -¿Lista?
    -Lista
    Las luces de la cabina se apagaron repentinamente y la oscuridad rodeó a Cinthya. La joven jamás había experimentado una sensación semejante, no era solamente la falta de luz, era el conocimiento de estar flotando en las entrañas de una nave en ruinas girando en un cementerio enorme, rodeados de toneladas y toneladas de metal retorcido, completamente olvidados del resto de la galaxia.
    Jim salió del caza con un pequeño empujón de sus piernas, su traje estaba equipado con pequeños propulsores de gas, pero no fue necesario usarlos, el puño estaba cerca de la cabina y pudo sujetarse de uno de los dedos mientras introducía el brazo por entre las hendiduras de la mano.
    Mientras tanto, Cinthya estaba tratando de mantener la calma. La oscuridad cerrada la atemorizaba y deseaba que Jim volviese pronto para poder encender las luces de la cabina. Recordó de pronto que su casco tenía una función de visión nocturna y se sintió un poco estúpida por no haberlo recordado antes. Los controles estaban en una pequeña consola en su muñeca izquierda. Comenzó a tantear el brazo izquierdo para poder activar la pantalla táctil.
    Entonces lo escuchó.
    Cinthya quedó petrificada, estaba segura de que había escuchado algo. Miró hacia ambos lados, pero la oscuridad era total, salvo el asiento y el piso que sentía bajo sus pies, no tenía otra referencia con la que orientarse.
    Volvió a escuchar el sonido, pero no supo distinguir desde donde provenía. ¿Izquierda? ¿Derecha? ¿Al frente? Se concentró y empezó a oír con claridad los acelerados latidos de su propio corazón. Le pareció que sus sentidos se agudizaron al estar privados de cualquier clase de estímulo externo. Volvió a escuchar el sonido. ¿Un piano? Definitivamente era un piano, era música. ¿Pero de dónde venía? No había propagación de sonido en el espacio, debía ser algo que estaba siendo generado en los canales de comunicación interna de la nave…. y sin embargo se sorprendió al darse cuenta que no estaba escuchando los auriculares ubicados a los lados de su casco.
    La música parecía surgir del centro de su pecho.
    Se preguntó si Jim también lo estaba escuchando, ya estaba bastante preocupada por los pedazos de Zentradi que había flotando alrededor en la completa oscuridad ¿Se estaría volviendo loca? No, lo que sentía en el pecho era una sensación de tranquilidad, no estaba asustada en lo más mínimo.
    Colocó sus dos manos sobre el pecho y se concentró en la música. Le parecía que llegaba desde muy lejos, como las ondas de una piedra arrojada desde el otro lado del mar, la melodía llegaba débil pero intacta, reconocible.
    -¿Matt? -Se preguntó la joven en voz baja. Giró la cabeza y miró la oscuridad en un punto determinado, le pareció que podía distinguir de donde llegaba la música, sin importar los cientos de metros de paredes de metal que los rodeaban. La música emanaba de aquel lugar, lo sentía. Cinthya estiró la mano como queriendo alcanzar ese punto.
    Las luces naranjas de la cabina se encendieron de pronto y Cinthya abrió los ojos. Jim estaba sentado en su puesto con el pequeño robot en brazos.
    -Lo tengo. -Dijo, más se quedó sorprendido al ver a Cinthya con el brazo extendido. -¿Que estas haciendo?
    Cinthya se puso colorada (Por suerte el cristal amarillo del casco evitó que Jim lo notara) y retiró el brazo mientras se acomodaba en el asiento. -Nada Jim. -Dijo y permaneció en silencio. Jim la observó con curiosidad y le pasó el Drone por encima del asiento. -Llevalo vos Cin.
    La joven tomó el robot y lo abrazó en su regazo. -Jim. -Dijo mientras su compañero volvia a ajustarse el cinturón. -¿Escuchastes algo ahí afuera?
    -¿Escuchar? No Cin, para nada ¿Vos escuchastes algo?
    -Me pareció pero… no, debí habérmelo imaginado. ¿Volvemos?
    -Todavía nos falta una hacer una cosa Cin.
    -¿Que cosa?
    -Necesitamos encontrar un arma.


    (1)CQC Close Quarter Combat: Combate cuerpo a cuerpo generalmente llevada a cabo en lugares cerrados, con armamento de mano y a corto alcance
     
  8.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

    Tauro
    Miembro desde:
    29 Marzo 2018
    Mensajes:
    177
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    1875
    27



    Amanda sorbió lentamente de su taza de café mientras no dejaba de mirar el pad apoyado en la mesa del bar. En cualquier momento recibiría la llamada de Annie y su breve descanso terminaría.
    Silvia también advirtió su preocupación, pero se limitó a tomar la gorra de oficial que la Capitana había dejado sobre la mesa y la arrojó sobre el Pad en un movimiento casual.
    -Ooops. -Dijo la joven maestra.
    Amanda la miró por encima de su taza de café pero no dijo nada, solo se limitó a suspirar y a vaciar el resto del café de un solo trago. El ambiente a su alrededor estaba muy tranquilo, apenas había dos o tres clientes en el establecimiento y dió la casualidad que la profesora Silvia era uno de ellos. Amanda apreciaba la compañía de la docente, era una de las pocas personas con las que se sentía a gusto de compartir una pausa.
    -Annie es muy capaz de arreglarse sola. -Dijo Silvia mientras se reclinaba contra el respaldo del banco. -No te llamará a menos que sea algo realmente importante y… seamos sinceras, es todo rutina allá afuera.
    -Salvo que ahora tenemos un Militar y una Civil a los que hacer de niñeras.
    -El piloto parece un buen chico. La inspectora… no parece ser alguien demasiado acostumbrada a la vida en el espacio profundo, pero es simpática y a los chicos les cayó muy bien.
    Amanda apoyó la taza sobre el plato y miró a su compañera sin decir una palabra. Luego giró la cabeza y contempló una de las paredes a un lado del establecimiento, donde varias fotografías de la antigua Flota 37 se asomaban entre la penumbra. Silvia sabia que fotografia en especial era la que estaba mirando su amiga.
    -Este año va a ser muy especial para nosotros. -Dijo
    Amanda asintió sin retirar la vista de las fotografías. -Ya pasaron casi 15 años. -Dijo. -Es increíble como vuela el tiempo.
    Silvia retiró la vista de la pared y sacó un Pad del bolso que tenía apoyado a un costado del banco donde estaba sentada. Luego de consultarlo brevemente, activó la pantalla holográfica y lo apoyó sobre la mesa, de modo que la imagen quedase frente a Amanda al proyectarse por encima de la pantalla.
    -Deberías dejar de mirar el pasado Amanda, lo que importa ahora está frente tuyo y si parpadeas, lo vas a dejar pasar.
    La Capitán miró la pantalla que tenía frente a ella y vió a los estudiantes de la escuela, reunidos para una fotografía en grupo, pero lo que le llamó la atención era la última fila, donde los alumnos del último año estaban sonrientes junto a la Inspectora de Seguridad Ambiental, como si fueran compañeros de toda la vida.
    -¿Esta foto es de ayer? -preguntó Amanda levantando la vista.
    -Te dije que Cin le había caído bien a los chicos. -Dijo la profesora.
    Amanda contempló la imagen y puso su dedo sobre el cristal del Pad. Con un rápido movimiento del dedo deslizado a través de la pantalla “arrastró” una copia de la foto en dirección a su propio Pad. Una leve vibración del sombrero que lo cubría seguido de un flash de luz testificaron que la fotografía había sido copiada con éxito.
    -Hace mucho que no tengo una foto de Mina sonriendo. -Dijo poniéndose de pie. -Ya es hora de volver al puente.
    Silvia miró en silencio como Amanda recogió la gorra y se la ponía con un movimiento mecánico, ajustando la visera con un pequeño tirón hacia abajo.
    -Va a ser un año importante también para Mina. -Dijo la profesora. -Seria bueno que dejes de ser Capitán por un rato y cumplas tu papel de madre ¿No?
    -Sigo siendo las dos cosas. -Dijo Amanda mientras se dirigía hacia la salida.

    La operación del día en el Campo ya debería haber terminado, aunque no era extraño que Ralph prolongara la salida un par de horas más por si algo había captado su interés. Las salidas eran costosas. Mover tanto equipo y exponer a los operarios a los peligros del campo requería una inversión enorme, al igual que lo eran sus salarios. No era extraño que hubiese gente que eligiese trabajar en este rincón de la Galaxia, la vida era costosa si, pero los sueldos eran muy altos, lo que justificaba el soportar las terribles condiciones del Campo y la soledad de la Colonia.
    Amanda caminó por la pasarela en dirección al elevador. La tarde ya habia pasado y los turnos de trabajo hace rato que habían terminado, aun asi todavia no se veia muchos colonos en la cubierta.
    Se detuvo frente al ascensor y lo llamó mientras silbaba una canción de Fire Bomber. Cuando las puertas se abrieron, entró y marcó el último piso.
    La ascensión duró medio minuto y cuando las puertas se abrieron se adentró en el pasillo que llevaba a su oficina, sin embargo vaciló al llegar a la puerta. No tenía mucho que hacer allí, solo cerrar el registro del día y eso podía hacerlo remotamente desde el puente, así que continuó caminando por el pasillo hasta llegar a una pequeña escalera.
    Los escalones terminaban en un tunel de no más de tres metros de ancho por tres de alto. Era una vía de acceso exclusiva de los operarios del puente de la Rainbow. Un pequeño vehículo eléctrico con capacidad para dos personas la esperaba al pie de la escalera. Amanda lo abordó y condujo por el túnel apenas iluminado por las luces de seguridad que a intervalos regulares disipaban la oscuridad. El recorrido de cuatrocientos metros no le llevó más que un par de minutos, generalmente hacia ese trayecto caminando, como una forma de ejercicio diario, pero estaba cansada y ya había recorrido ese mismo camino dos veces en el dia. Suficiente caminata por hoy.
    Al final del túnel, una pequeña cubierta se abría en forma de media luna rodeando la superestructura de la torre que hacía de “Proa” de la Three Star.
    Esta torre penetraba por el techo de la cubierta y ascendía casi trescientos metros por encima del casco principal de la nave. Un elevador la llevó rápidamente hasta lo alto, donde un pequeño hall comunicaba con el centro de mando de la Rainbow.
    La puerta de metal se descorrió sin hacer ruido y dió paso Amanda, quien con una pequeña inclinación de la cabeza pasó por la misma (Un gesto automático que había adquirido a costa de varios golpes en la cabeza debido a la poca altura del acceso) y echó una ojeada alrededor.
    -¿Annie?
    Una joven de alrededor de veinte años de cabello castaño claro se puso de pie inmediatamente en una de los puestos de monitoreo que rodeaban el sillón del Capitán. -Capitán, no esperaba verla de vuelta. -Dijo mientras se quitaba un par de auriculares.
    Amanda caminó hasta su silla y se ocupó su puesto. Annie era una de las pocas personas que la llamaban por su rango y no por su nombre.
    -¿Reporte?
    -Enseguida. -Dijo la joven tomando asiento nuevamente frente a su pantalla.
    La Capitana Kyle miró el holograma que representaba la esfera azulada que tenía frente a ella. De casi tres metros de diámetro (Aunque podía hacerse más pequeña o grande según fuera necesario) representaba el espacio de la red de satélites de vigilancia de la Rainbow, abarcando un radio de algo más de 15.000 kilómetros. La red EWR estaba compuesta por cientos de pequeños satélites en órbita alrededor de la Colonia, muchos de ellos camuflados entre pequeños cúmulos de chatarra que flotaban en el espacio provenientes del Campo. Amanda desplegó un teclado de uno de los brazos del sillón y aumentó el área de vigilancia a su máxima capacidad, cubriendo una zona de más de 40.000km. Si bien los satelites no tenían tanta cobertura de radar, utilizaban sensores pasivos para detectar objetos que se acercaran desde fuera del radio de localización activa.
    La esfera estaba totalmente vacía, sólo el Campo y su habitual interferencia aparecían dentro del campo azul de cobertura.
    -El nivel de emisiones se ha reducido bastante en las últimas tres horas. Activé algunos de los satélites periféricos del Campo y he estado recibiendo Pings de los Recolectores en forma periódica. Ralph envió un mensaje hace una hora aproximadamente.
    -¿Que dijo? -Se interesó Amanda.
    -Encontraron una veta, dijo que volverían en cuanto desatasquen a la Comadreja de adentro de un tubo.
    -Maldito Hal. -Dijo la Capitana consultaba la información de una ventana auxiliar. -Le dije mil veces que tenga cuidado con los drones, ya destruyó dos en lo que va del año. ¿Hay alguna novedad de la nave de los visitantes?
    -Nada, ese avión no emite señales, es completamente furtivo tal y como dijo Tass.
    La enorme esfera volvió a su tamaño habitual, pero pasó del azul a un tono naranja, indicando que Amanda había colocado a la EWR en funcionamiento activo, encendiendo la totalidad de los satélites en la zona de cobertura.
    Annie se giró en su silla y miró a Amanda con curiosidad. -¿Estas buscando algo?
    -La Rio Grande debería estar a punto de llegar. -Contestó la mujer mientras operaba el teclado. -Pensé que podría estar aquí en el momento que salieran del FOLD. ¿Están preparados los containers en el hangar?
    -Dos containers vacíos, la última vez que me fije estaban ya cargados en la grúa del hangar cuatro. ¿Están trayendo algo enorme en la Rio? -Preguntó con curiosidad Annie.
    -El contenedor extra trae un nuevo módulo para el taller de soldadura. Es condenadamente grande y tuvieron que enviarlo separado de la carga de siempre.
    Una serie de pitidos hizo que ambas mujeres se concentraran en sus pantallas. Varios pequeños anillos se resaltaron en un lugar del Campo y Amanda acerco el zoom, abriendo simultáneamente una pequeña ventana con información de registro. -Son Ralph y el transporte, están bastante adentro de la zona de captura ¿Que habrán encontrado? -Se preguntó la Capitana.
    -Les envío una petición para que informen de su situación?
    -No es necesario Annie. Deben estar concentrados tratando de recupe-. Una señal sonora se escuchó en el puente y el holograma de la esfera se retrajo automáticamente para indicar un contacto en un punto cercano al límite de la zona controlada..
    -DEFOLD detectado. -Exclamó Annie. -Recibiendo identificación…
    -Es Gray. -Dijo Amanda al mismo tiempo que el contacto en la esfera pasaba del amarillo al azul, codificando a la recién llegada como una nave registrada en la base de datos.
    Amanda se quitó la gorra y la dejó a un costado del sillón, tomó un auricular que estaba colgado de uno de los tableros y se lo colocó mientras se ponía de pie.
    El entramado de estrellas era perfectamente visible desde el asiento del Capitán pero Amanda se acercó al cristal de todos modos. Quería darle la bienvenida a Gray y conmemorar de algún modo un hito importante en la historia de la Colonia. Abrió la boca para dirigir un saludo a la nave en curso de aproximación pero ningún sonido salió de su boca.
    Amanda Kyle se quedó muda de asombro al ver que el espacio ya no era negro, era de un rojo incandescente insoportable a la vista. Las estrellas desaparecieron y por un momento todo fue rojo.
     
  9.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

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    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
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    Palabras:
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    28



    El sonido de la alarma interrumpió el silencio que reinaba en la torre de control de la estación de observación remota Nro. 4, más comúnmente conocida como Estación Barrow, nombre elegido en memoria de algún militar del siglo pasado de vaya a saber que país… no importaba realmente, la Barrow pasaba desapercibida para todo el mundo, incluso para los propios militares.
    Leonardo Viccenzo estiró el brazo y con la punta de los dedos apagó el botón de interrupción manual de la alarma. Luego, tomándose con la mano del borde de la mesa donde estaba apoyado el horno de microondas, jalo un poco más fuerte y su cuerpo flotó hasta tener la puerta al alcance de la mano. Leo no solía comer en el puesto de mando, pero hoy su estómago le estaba reclamando cuidados especiales, una lata de sopa para calentar en cuanto tuviera hambre sería más que suficiente.
    Abrió la puerta del horno y retiró con cuidado el envase de sopa. Seguidamente extrajo un pequeño recipiente plástico dotado de una tapa con bombilla y metió la lata caliente dentro. Ajustó la tapa con un movimiento circular y sorbió su primera comida del dia. No tenia mucha hambre, pero necesitaba esos nutrientes, especialmente a su edad.
    Con el impulso de una pequeña patada se dirigió flotando hasta su puesto de control, que no era más que un sillón con el respaldo ya desgastado de tantas horas de uso. Leo se sentó en el y se abrochó el cinturón de seguridad. Luego accionó un botón en la punta del apoyabrazo del asiento y dos consolas se ubicaron delante, desplegando a su vez dos pantallas más, una a cada lado, dejando el centro despejado para que Leo tuviera una visión clara de lo que se veía a través de los cristales del puente de mando.
    Osea nada.
    Leo suspiró y se preparó para empezar otro turno de trabajo. Colocó sus manos sobre las consolas y ejecutó los mismos comandos que llevaba años repitiendo: Balance de la estación, nivel de vibración estructural, posición relativa con respecto a diez cuerpos celestes cercanos. Luego consultó el cuadrante asignado del dia, introdujo las coordenadas y seleccionó un grupo de veinte detectores para que se enfocaran en la zona designada. Como era de esperarse, debió elegir entre los que aún funcionaban. La operatividad de la estación estaba en su punto más bajo desde que fuera ensamblada hacia 20 años atrás, apenas un 45% de los detectores de la Barrow funcionaban a pleno, un 21% poseía solo instrumental de detección operativo y el resto estaba literalmente “muerto”, sin posibilidad incluso de ser movido de las plataformas en donde descansaban plegados hacia dentro.
    Tendría que escribir otro informe solicitando reparaciones urgentes. Eso no le molestaba, al menos lo sacaria de la rutina diaria, lo que le molestaba era la futilidad de su acción; había elevado más de treinta informes explicando la precariedad del estado de los instrumentos y la urgente necesidad de cambiar varios de ellos para garantizar la operatividad adecuada, pero ni siquiera planteando los escenarios más apocalípticos había logrado una respuesta de la NUNS… bueno, si habían respondido el año pasado enviando a un técnico subcontratado para que efectuara reparaciones menores (Leo estaba demasiado viejo para las caminatas espaciales de reparación), pero el joven que llegó a la Barrow junto con Gray en la Río Grande era apenas un egresado de la Escuela Técnica de alguna Flota Colonial cercana. No sabía nada de los espejos detectores que formaban la “corona” de “pétalos” de la Barrow. El chico ni siquiera quiso salir al exterior para revisar los paneles. Solo se limitó a arreglar una cafetera del salón de descanso y dió por terminado su trabajo.
    Por cierto la Cafetera se había vuelto a romper desde entonces.
    Con el pulsar de un boton dio por iniciado el programa de configuración automática. Ahora deberia esperar casi media hora a que los cientos de servomotores acomodaran los espejos elegidos a lo largo de la estructura y los situaran en la dirección requerida por el estudio. Casi siempre fallaba alguno, pero como cada espejo tenia 5 motores individuales, podían moverse en gravedad cero incluso con uno solo.
    Las barras de progreso comenzaron lentamente a llenarse, algunas mas rapido que otras debido a su mejor estado de conservación. Leo reclinó un poco el asiento y extrajo una consola de videojuegos portátil de uno de sus bolsillos, era uno de los pocos vicios que tenia, ademas de la música claro. Como uno de los pocos humanos privilegiados por el destino, le debía su vida a la música y especialmente a la música de una mujer a quien tuvo el maravilloso placer de conocer en persona.
    Lynn Minmay.
    Leonardo pertenecía a un selecto grupo de personas que habían sido testigos presenciales del milagro que desencadenó el fin de la Primer Guerra Espacial y la salvación de la raza humana. Leo fue uno de los miles de civiles rescatados de entre los restos de la desaparecida Isla Macross, convertida ahora en un pequeño campo de asteroides de roca y hielo cercano a los límites exteriores del sistema solar.
    El hombre no necesitaba ver la pantalla de su antigua consola portátil, llevaba jugando ese videojuego más años de los que recordaba, por lo que los primeros veinte niveles podía pasarlos solo con escuchar los sonidos que producían las naves enemigas al pasar por la parte superior de la pantalla. Leo aprovechaba esos momentos para perderse en su memoria, en recordar cómo su vida había cambiado desde el día en que, camino a la escuela en un pequeño pueblo del norte de su Italia natal, había visto como las nubes que cubrían los lejanos picos de los Alpes se abrían como una enorme cortina al paso de una incandescente bola de fuego, que transformó el pálido amanecer en un mediodía de pleno verano. La enorme bola de fuego cruzó el cielo dejando tras si una enorme estela de humo y cuando minutos más tarde, la gigantesca ola de choque llegó a donde el pequeño Leonardo y sus vecinos contemplaban boquiabiertos el suceso, los arrojó contra las paredes como si fueran hojas secas sacudidas por un vendaval.
    Aturdido, casi sordo y cubierto de rasguños y trozos de cristales de las ventanas que habian explotado por la enorme ola de choque, Leonardo quedó tendido en medio de la calle con su cabeza pegada al piso. Las sirenas tapaban los gritos de los heridos y moribundos que yacian bajo los escombros de las casas derrumbadas. No recordaba cuanto tiempo pasó alli tendido, pudo bien haber sido unos pocos minutos u horas enteras, simplemente permaneció quieto viendo como los pequeños cristales rotos reflejaban la luz del día, que finalmente comenzaba a asomar por detrás de las montañas. Alguien lo levantó en andas y llevó hasta un camión del ejército, donde lo acostaron en una camilla y lo trasladaron a un campamento en las afueras del pueblo, donde estaban comenzando las tareas de evacuación y rescate de los heridos.
    La mañana dió paso a la tarde y su madre no aparecia por ningun lado, estaba solo sentado bajo una tienda de campaña verde oliva mientras contemplaba a los helicópteros que sobrevolaban los valles y trasladaban heridos y rescatistas. Había columnas de humo en muchos de los pueblos, una voz gritaba algo por un altoparlante. La gente alrededor caminaba con la cabeza baja y miraba hacia el norte, donde aún podía verse el rastro de nubes grises que la bola de fuego habia dejado atras. Escuchó hablar de catástrofe, de millones de muertos, del fin del mundo. Un joven Carabinieri se acercó y le ofreció una botella de agua, luego pasaron unas jóvenes con guardapolvos blancos y cascos amarillos y le preguntaron su nombre y apellido. Después se fueron y volvió a quedar solo.
    La tarde comenzó a avanzar y los valles comenzaron a quedar envueltos en las sombras. No había nubes en el cielo, solo aquella enorme línea al norte que trazaba una curva de este a oeste, se habia ensanchado y ahora parecia como un sólido muro gris tras las montañas. Leo se recostó contra unas cajas de metal y se quedó dormido.
    Lo despertaron unas sacudidas. Sintió el rostro mojado y abrió los ojos. Era su padre quien lo estaba abrazando mientras lloraba sin parar.
    -¿Mama? ¿La Nonna? -Preguntó sin despegar el rostro del pecho de su padre.
    Su padre lo abrazó aún más fuerte. Tras ellos, una montaña de bolsas negras había estado creciendo durante todo el dia, arrojando una sombra sobre ambos.
    Ya caída la noche, padre e hijo abandonaron el campamento a bordo de un helicóptero UH-1. El padre de Leonardo, Enzo era su nombre, era técnico aeronáutico en una de las bases aéreas Norteamericanas que quedaban en Italia luego de la Segunda Guerra Mundial. Volaron en medio de la noche mientras miraban la destrucción causada por el cataclismo. A medida que avanzaban en dirección sur el daño fue cada vez menor y cuando llegaron a la Base de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos no observaron ni siquiera vidrios rotos. La actividad en la base era frenética. Se veían aviones rodando por todos lados, helicópteros de combate y de carga aterrizaban y despegaban en extensas líneas a cada lado de la base. Soldados agrupados en escuadrones abordaban el primer transporte que estuviera disponible, todo en la base estaba en movimiento.
    Enzo llevó a su hijo hasta una barraca situada junto a unos enormes hangares, ahora vacíos. Lo acostó en la cama y lo cubrió con las pesadas mantas del ejército.
    -Descansa hijo. -Dijo besándole la frente
    -¿Dónde está Mamá? -Preguntó el niño con voz débil.
    Su padre le acarició el cabello y permaneció junto a Leonardo hasta que se quedó profundamente dormido. Cuando la respiración del niño se hizo más pausada el hombre se puso de pié y se encaminó hacia la puerta, pero se detuvo y miró hacia atrás, hacia su hijo que descansaba.
    -Se fuerte Leo. -Dijo y cerró la puerta.
    Y Leonardo fué fuerte, porque tuvo que crecer en medio de la guerra más sangrienta de la historia de la humanidad.
    El bólido que arrasó gran parte del viejo continente, cruzando el Atlántico y América del Norte para estrellarse finalmente contra una remota isla del sur de Japón, resultó ser una nave espacial de origen alienígena.
    Pero antes de siquiera saberlo, la humanidad debió luchar contra el cataclismo que dicho evento habia causado. Docenas de ciudades habían sido arrasadas por las ondas de choques que barrieron la tierra a medida que el bólido descendía por la atmósfera. Desde el Tibet hasta Canadá, los daños causados habían producido la muerte de más de treinta y tres millones de personas en tres continentes. Tsunamis en el Océano Atlántico arrasaron ciudades costeras desde el Golfo de México hasta el norte de Brasil y gran parte de la costa Africana. El impacto en el Océano Pacífico creó olas de más de 80 metros de altura, que arrasaron desde La Costa Oeste de Estados Unidos hasta el norte de Chile, mientras que los tsunamis arrasaron las ciudades y pueblos costeros de Rusia, Japón y China. En solo treinta minutos el hemisferio norte del planeta Tierra había quedado completamente devastado.
    El año 2000 llegó y encontró a la humanidad envuelta en la reconstrucción de los daños sufridos. Nadie festejó el cambio de siglo. El hambre, las epidemias y el malestar general crearon focos de insurrección a lo largo del planeta. Los grandes países productores no daban abasto con la provisión de alimentos y el hambre se instauró incluso en los denominados “Graneros del Mundo”, quienes cargaron con la responsabilidad de alimentar los brazos de aquellos que reconstruian lo perdido.
    El planeta se militarizó, al principio como una forma de respuesta natural ante la catástrofe y la necesidad de garantizar el reparto de víveres y el mantenimiento del orden, pero ya entrados en la segunda mitad del año 2000 el despliegue de tropas a lo largo de las antiguas fronteras que formaron el bloque occidental europeo resultaron obvias para todos. Los antiguos temores se revivieron, las fronteras se cerraron y el mundo contuvo la respiración. Nadie sabía que la chispa que encendería la mecha de la tercera guerra mundial estaba siendo gestada en una pequeña isla volcánica al sur de Japón.
    El secreto no pudo ser guardado por más tiempo.
    La ONU fue la encargada de hacer el anuncio. Lo que había caído a La Tierra no era un asteroide tal y como se había informado al principio. Se trataba de una nave espacial de origen Alienígena.
    Leonardo recordaba ese momento, como se había acercado al comedor de la base al escuchar el griterío de los soldados y observó por la pequeña televisión a colores como los restos de una gigantesca nave espacial asomaban entre las rocas y lava solidificada.
    -Holy Shit. -Escuchó murmurar a un joven soldado que miraba atónito la pantalla. Pronto los murmullos se transformaron en gritos y los capitanes tuvieron que calmar a la tropa. La reacción de los civiles que vivían en la base, la mayoría familiares de los uniformados destacados en la base, no fué muy diferente.
    La tensión que rodeaba a las tropas apostadas de la OTAN por un lado y China y la Unión Soviética por el otro, en los alrededores de la pequeña Isla de Ataria del Sur se hizo insostenible. La colaboración internacional en la investigación de la nave, ahora denominada Alien Star Ship 1 o ASS-1 para abreviar, había llegado a un alto. Para alarma de los investigadores, resultó evidente que se encontraban ante una nave de guerra, equipada con armamento de una potencia jamás imaginada hasta entonces. Pero lo más preocupante eran los signos que se evidenciaron tras el informe final. La nave había estado en combate y presentaba impactos en varios puntos de la popa. No solo habia entrado en combate, había huido de sus atacantes.
    De pronto los líderes mundiales se enfrentaron a la amenaza real de una guerra interplanetaria. Sea quien sea que había atacado a esa nave también la había perseguido. Y si la ASS-1 había llegado a La Tierra, no cabía ninguna duda de que otras podrían seguir su camino. Se tomó entonces la decisión de reconstruir la nave para hacer frente a un eventual ataque alienígena, no obstante los esfuerzos de reconstrucción, la crisis humanitaria sumados al estado general de rebelión de muchos de los estados eran un obstáculo mayor para semejante emprendimiento, que requeriría los recursos de todo el planeta y ante el estado de caos que envolvía a toda la humanidad, se requirió de la creación de un gobierno central que pudiese coordinar dicha operación.
    La creación del Gobierno Unificado de La Tierra fué una decisión que todavía hoy genera polémicas entre los historiadores, todos concuerdan en lo autoritario de la medida, pero dado el poco tiempo transcurrido entre el comienzo de la restauración de la ASS-1 y el inicio del primer ataque Alienígena, la medida fue catalogada de necesaria.
    La ONU fué disuelta y los equipos internacionales de investigación fueron expulsados de la Isla Ataria del Sur.
    Las hostilidades comenzaron primero en Medio Oriente, en cuanto los estados que componían la Liga Árabe perdieron el apoyo de sus antiguos aliados y clientes petroleros. La tecnología extraída de los restos de la nave produjo la creación de una fuente de energía que hizo obsoleto el uso del petróleo en apenas un año. Sin apoyo financiero, los antiguos principados fueron arrasados por las milicias y los jeques reemplazados por líderes religiosos. El flujo de petróleo se cortó definitivamente y los países que no disponían de la nueva tecnología de reactores sufrió una profunda crisis energética.
    Mientras tanto, Leo continuó viviendo en la base junto con su padre. Aprendió Inglés y comenzó a estudiar junto a otros niños que estaban en su misma situación. La base comenzó a expandirse, su estratégica posición en el Mediterráneo que servía como una cabeza de puente para las operaciones en los Balcanes hizo de la base la principal concentración de tropas en la península itálica. Leonardo comenzó a aprender el oficio de su padre, con apenas 15 años ya sabía soldar, desarmar y limpiar piezas de motores y se convirtió en el miembro más jóven del equipo de mecánicos que servía a la flota de alas rotativas de la base.
    Entonces una noche, comenzó la guerra.
    Todo estaba silencioso en la base, las patrullas estaban en el aire hace horas. Las luces permanecian apagadas y los hangares estaban cerrados. El grupo de mecánicos estaba reunido junto a una pequeña estación de radio escuchando el parloteo de la torre de control, entonces las Baterías Patriot de la base empezaron a disparar.
    Leo trepo por entre las cajas de municiones y se asomó a una pequeña ventana para mirar hacia afuera, vio el cielo como nunca lo habia visto antes.
    Miles de misiles cruzaban el cielo nocturno de un lado a otro. Las baterías antiaéreas disparaban a todo lo que se movía en el cielo y dada la enorme cantidad de misiles que avanzaban desde el este, no tenían problema en abatir algo cada vez que abrían fuego. No era un ataque táctico, era un bombardeo con misiles de saturación completo, las explosiones en el cielo eran tan numerosas que iluminaban la tierra como si de una tormenta eléctrica de dimensiones titánicas se tratase. Aquí y allá, en las faldas de las montañas o en los valles o incluso en el medio de los pequeños pueblos se veian las rafagas de los cañones o los misiles de una batería subiendo hacia el cielo en forma ininterrumpida, pronto las líneas de humo verticales que ascendían desde la tierra se unieron con las que surcaban los cielos y el paisaje adquirió un aspecto irreal. Entonces las defensas ya no pudieron contener las oleadas de misiles y muchos alcanzaron su blanco.
    Los mecánicos abandonaron el hangar y corrieron hacia un refugio cercano. Los misiles caían por todos lados, destruyendo hangares y depósitos por igual, estaban rodeados por las llamas pero se arreglaron para entrar en un refugio excavado en una ladera. Dentro el silencio era completo. Esperaron y esperaron hasta que la intensidad del ataque cesó, al salir, vieron a la luz del pálido amanecer los restos de la enorme base, reducida a un montón de escombros.
    La Guerra de unificación había comenzado rápida y brutalmente. En solo 12 horas todo el frente europeo, desde el Mediterráneo hasta Finlandia estaba envuelto en llamas.
    Leo caminó entre las ruinas de lo que el dia anterior habia sido su hogar, esquivando munición sin explotar y trozos de lo que horas antes habían sido seres humanos. Entonces escuchó un rugido y vió aviones sobre su cabeza. Las patrullas, o mejor dicho lo que quedaba de ellas, estaba volviendo a la base. En ese momento Leonardo comprendió que ya no era un joven aprendiz. El también era parte de la guerra.
    Los cazas comenzaron a aterrizar en la pista, esquivando los agujeros que los misiles habían causado a lo largo de ellas. El equipo de ingenieros pronto despejó las calles de rodaje y los aviones pudieron aterrizar como podían, muchos se estrellaban y ardían, pero sin municiones y casi vacíos de combustible, eran retirados de la pista con palas mecánicas apenas quedaban parados.
    Muchos cazas estaban dañados más allá de todo arreglo, el equipo de técnicos comenzó a desarmar lo irrecuperable para poder arreglar aquellas aeronaves con daños ligeros. Material proveniente de depósitos ubicados fuera de la base comenzó a llegar y en solo un par de horas nuevas patrullas pudieron salir de la base.
    Esto se convirtió en prácticamente una rutina para los combatientes del nuevo Gobierno Unificado. De día debían reconstruir lo que de noche era bombardeado por una lluvia incesante de misiles crucero mientras el personal se ocultaba en los refugios.
    Esto duró meses y solo cuando el frente se hizo irregular y las bases de misiles de uno y otro bando fueron neutralizadas, el bombardeo constante finalizó. Era el momento del ataque móvil, donde la superioridad aérea y las tropas de tierra debían recuperar o defender territorio. Las bases principales del viejo continente quedaron fuera del alcance de los misiles y las operaciones se reanudaron las 24hs del dia.
    Así pasó el tiempo y una tarde, mientras Leo ajustaba tres misiles Hellfire a una de las estaciones de armas de un Helicóptero Apache, vió con asombro como un enorme Chinook llegaba a la base transportando algo que nunca había visto. Era un robot gigante, de casi 10 metros de altura, pintado con colores del teatro de operaciones de Europa. Todos los técnicos levantaron la vista y quedaron boquiabiertos al ver otro helicóptero tras el primero y detrás otro más… había toda una línea de naves en el horizonte, cada una de ellas transportando un robot colgado de cables de acero.
    Fué el primer contacto de Leo con la tecnología desarrollada para combatir a los gigantes alienígenas.
    Pronto los enormes robots comenzaron a operar desde la base y los hombres se acostumbraron a ellos. Eran al fin y al cabo máquinas de guerra, no muy diferentes a un tanque o a un helicóptero.
    La guerra continuó y los años pasaron, a fines del año 2005 Leonardo era ya jefe de su propia unidad de técnicos y fue relocalizado. Con lágrimas en los ojos se despidió de su padre y le juró que cuando terminase la guerra volvería a su Italia natal para vivir junto a él.
    Leo nunca volvió a Italia y jamás volvió a ver a su padre.
    Fué transferido a Estados Unidos y desde allí, hacia el pacífico, a los restos de una isla que alguna vez había sido un volcán inactivo pero que ahora se había convertido en el pedazo de tierra más importante para la humanidad. Leonardo vió la isla Ataria del Sur, ahora rebautizada como isla Macross, desde la pequeña ventana del avión C-130 que lo transportaba. Entonces posó sus ojos en la nave que había visto en la televisión casi 5 años atrás, ahora cubierta por estructuras de soporte y equipos de soldadura en plena tarea de reconstrucción de la misma. Esa imagen jamás se borró de su memoria.
    Una base había sido construida a los pies de la gigantesca nave y en esa base fue destacado Leo. Cuando entró al hangar y vio la clase de aviones que debía mantener casi se desmayó de la impresión.
    La guerra duró casi 8 años. Cuando las hostilidades cesaron en el año 2008 Leonardo era ya considerado uno de los mejores técnicos de mantenimiento de las nuevas aeronaves variables del Ejército de Unificación. No era de extrañarse, habiendo estado bajo las órdenes directas del legendario Raizou Nakajima.
    Llegó el año 2009 y la enorme nave estuvo por fin terminada. Para entonces casi toda la isla había sido transformada en una vibrante metrópolis donde las mejores mentes científicas de occidente se habían reunido para poder desentrañar los misterios de la tecnología alienígena. Junto a ellos, una enorme población civil había crecido alrededor de la nave, la mayoría proveniente de familiares de los técnicos que trabajaron en la titánica obra de reconstrucción.
    Leonardo recordaba como una tarde, estando de franco con varios de los muchachos del equipo, habían ido a comer comida china a uno de los numerosos restaurantes que servían a los soldados en sus días libres. Una jovencita de no más de 15 años le había servido un enorme plato de fideos de arroz con vegetales, el tazón era tan grande que la joven se movía con dificultad por entre las mesas. Leo se levantó y ayudó a la joven a servir la mesa, recibiendo las gracias con una inclinación de cabeza a la manera oriental que hizo que el joven técnico se sonrojada. Al percibir la mirada de pocos amigos del dueño del restaurant Leonardo se sentó rápidamente y se puso a comer sus fideos sin levantar la vista del plato.
    Leo volvería a ver a esa joven oriental tiempo después, esta vez desde la pantalla de televisión de la MBS.
    El día del despegue inaugural de la nave, ahora denominada SDF-1 y conocida más comúnmente como Macross, fué la vuelta de la pesadilla de la guerra a la vida de Leo.
    La Primera Guerra Espacial comenzó con el rugido que sacudió a la isla Macross, cuando el cañón principal de la nave entró en funcionamiento, abatiendo dos naves de reconocimiento alienígenas que estaban entrando en la órbita del planeta Tierra. Inmediatamente un bombardeo desde el espacio produjo graves daños a la ciudad, forzando a los ciudadanos, incluido Leo, a buscar refugio en los cientos de bunkers, remanentes de la Guerra de Unificación, distribuidos a lo largo de la isla.
    La Macross despegó en medio de una batalla que Leo no pudo presenciar, pero no pasó mucho tiempo hasta que el destino lo volviese a unir con la gigantesca nave.
    Durante un fallido procedimiento FOLD, uno de los primeros que se hacían bajo condiciones de combate, la SDF-1 al mando del Capitán Global efectuó un salto hacia la órbita lunar, tratando de escapar de la trampa en la que se había convertido la isla. No obstante emergieron en algún punto del borde exterior del sistema solar, junto con la totalidad de la Isla Macross y parte del océano Pacífico que los rodeaba.
    Fueron rescatados por los tripulantes de la SDF-1 y desde ese momento Leonardo se convirtió en uno de los pocos humanos afortunados que viajaron en la nave que años más tarde fue considerada como el arca de Noé del siglo XXI.
    Leo puso el juego en pausa. Había llegado al nivel veintitrés sin perder una sola vida. Frente a él, las pantallas solicitaban su atención.
    Realmente no necesitaba este trabajo. Tenía 7 hijos, 12 nietos y tres bisnietos. Podía vivir en paz en cualquier lugar de la galaxia que quisiera, sin preocuparse por el dinero. Lo que hacía, lo hacía por una especie de obligación moral, quería evitar que su familia pasase por lo mismo que él había pasado. Por eso vigilaba el espacio, buscando signos de flotas Zentradis no identificadas, tratando de prevenir una nueva guerra de aniquilación.
    Desde su posición en el lejano brazo de Perseo, toda la Vía Láctea se desplegaba ante sus ojos. En algún lugar entre esas millones de estrellas estaba su familia y más allá, hacia el centro de la galaxia estaba… un pitido llamó su atención. Leo abrió una pequeña ventana y examinó los datos… curioso, había una lectura de una perturbación en el espacio FOLD, pero no había sido detectada por los sensores que en ese momento escaneaban un sector opuesto de la Galaxia. Agrandó la ventana y examinó los datos. Eran terrorificamente claros, había habido una descarga de energía dimensional, con seguridad producida por un cañon de energia. Leo resaltó la firma de la lectura y solicitó a la computadora que la compararse con la base de datos, el resultado lo dejó boquiabierto.
    -ASS-1. -Repitió asombrado.
    Cerró los ojos y los volvió a abrir, pero lo que estaba en la pantalla no había cambiado. Entonces otros detectores de la Barrow devolvieron la misma lectura. No había error en los datos, una nave similar a la que había caído a La Tierra había disparado su arma principal en las cercanías, Leo consultó la posición aproximada y el corazón se le detuvo por un segundo: 22 años luz de distancia, sólo había una cosa a esa distancia de la Barrow.
    -La Rainbow. -Murmuró Leonardo.
     
  10.  
    Gerli

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    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    2606
    29



    Maya encontró su lugar inmediatamente en la formación de diamante escalonado que el grupo de Meltrans había formado alrededor y por delante de la nave que llevaba al consejero Exsedol. Ninguna de sus nuevas compañeras había dicho nada, simplemente ocupó el lugar en la formación que le pareció que le correspondía y al parecer su decisión había estado acertada. En cuanto ocupó el lugar todo el grupo comenzó a moverse al unísono.
    Era la primera vez que pilotaba una de aquellas armaduras destinadas sólo a las mejores pilotos de toda la flota. Los Rau eran máquinas de guerra que llevaban al límite las capacidades de combate de las armaduras femeninas, literalmente hablando. Maya no necesitó preguntarle nada a Virya (A decir verdad, tampoco se hubiese atrevido) sobre cómo debería pilotar el Rau, saltaba a la vista el porqué en cuanto la armadura se adaptó a su cuerpo.
    Los Queadlunn-Rau carecían de los sistemas de protección que limitaban las versiones inferiores. La piloto tenía el total control de cada sistema y podría llevarlo hasta los límites y sobrepasarlos incluso. La máquina no pondría ninguna restricción al uso del piloto, y eso era lo más peligroso.
    Le costó al principio. Solo tenía una docena de horas de práctica en los Nona y siempre bajo los parámetros de entrenamiento; era la primera vez que pilotaba una maquina asi, parecia como si fuera un ser salvaje, que no entendía las señales y órdenes del piloto.
    El gel biométrico que se encontraba en el interior de los Queadlunn cuando llegaban de las factorías ya se había solidificado alrededor del cuerpo de Maya. Ahora formaba una especie de acolchada segunda piel y, por lo que ella sabía, era esta “piel” lo que transfería sus movimientos a cada uno de los miembros de la armadura. Nadie mas podria usar su Rau, solo aceptaria los comandos de su propio cuerpo.
    Por suerte el escuadrón había estado volando en línea recta a través de la flota, no quería que un cambio repentino de curso la hiciera reaccionar demasiado lento y rompiera la formación. Por lo poco que había visto de su Capitán, definitivamente no toleraba las equivocaciones.

    El grupo volaba en silencio absoluto. Virya se encontraba por encima de la formación que rodeaba la nave y miraba atentamente la armadura de Maya. Que alguien con cero horas de vuelo en un Queadlunn-Rau hubiese dominado una de esas máquinas hablaban maravillas de la novata. No obstante su ojo captaba muchas cosas que mostraban la inexperiencia de la piloto; cambios constantes del escape de la turbina evidenciaba un pie nervioso controlando la potencia, además la postura de la armadura no era la correcta, se notaba a años luz de distancia que la joven pilotaba el Rau como si se tratase de un simple Queadlunn-Nona. Ojala no entraran en combate demasiado pronto, pensaba Virya mientras echaba una ojeada a la nave del Archivista, si esa chica no dominaba los controles básicos de su armadura en poco tiempo se convertiría en un pedazo de carne muerta al comenzar la batalla.
    Al mirar nuevamente a Maya se sorprendió al ver que la joven había corregido su postura, estaba imitando a su compañera más cercana, Rika.
    Estuvo tentada de ordenar un cambio de dirección a ver si la novata se adaptaba al movimiento, pero era la nave que escoltaban la que decidía el rumbo. Nada que hacer entonces.
    -Aprende rápido. ¿No?
    Era la voz del Archivista a través de la frecuencia abierta. Virya apretó los dientes; no le gustaba hablar de su escuadrón mientras sus subordinadas escuchaban. Decidió terminar de una vez por todas con el formalismo. No aguantaba más a ese tipo.
    -No creo que un Zentran pueda conocer algo sobre nuestra forma de volar. -Dijo Virya con el tono más neutro que pudo articular.
    -Ah, pero es que justamente yo conozco todo. -Dijo el consejero. -Mi deber es conocer y dar ese conocimiento a mi superiores.
    -¿Incluso cosas que nunca ha hecho? -Preguntó desinteresadamente Virya
    -No necesito pilotar una armadura Meltran para saber de lo que hablo, Capitán. -Dijo Exsedol. -El conocimiento de nuestra raza y su forma de combatir se encuentra almacenada en mi propia existencia.
    -Los combates no se ganan con recuerdos.
    Dentro de la nave que transportaba al consejero, la oscuridad era casi absoluta. Solo un par de tenues luces rojas alcanzaba para definir el perfil de Exsedol contra la oscuridad del pequeño espacio. El Zentran se mantenía erguido en el centro del compartimiento de transporte con los ojos cerrados, pero los abrió al escuchar la respuesta de Virya.
    -¿Recuerdos? -Preguntó -Esa es una palabra que debería haber sido extinguida hace tiempo. Lo que gana batallas es la experiencia y el conocimiento que sobrepase las habilidades y conocimiento del enemigo que se quiere derrotar. Los recuerdos no sirven en una guerrera como usted Capitán.
    -¿Las palabras se extinguen?
    Ahora tanto Virya como el Consejero quedaron en silencio. Quien había hablado era la nueva recluta.
    -Silencio de radio! -Grito la Capitán.
    -No. -El tono de voz de Exsedol había cambiado. -No hay silencio de radio. Es una orden.
    Virya apretó aún más los dientes, que crujieron con un sonido audible. El consejero tenía autoridad total sobre ella, estaba completamente a su merced.
    -Es… una pregunta que nunca esperaría escuchar de un soldado. -Continuó imperturbable Exsedol. -Realmente encontró una recluta interesante Capitan. Ante el silencio de la Meltran, el Zentran siguió hablando. -Fui creado con el solo motivo de aconsejar a mis superiores y dispensar información sobre nuestra raza, es normal que ante una pregunta este más que dispuesto a responder… aunque reconozco que no es algo normal que ofrezca información a un simple piloto de combate, pero…. al fin y al cabo esta no es una misión normal tampoco.
    Maya sentía el corazón acelerado, casi se había mordido la lengua al terminar su pregunta ¿Como se había atrevido a dirigir la palabra a alguien de rango tan alto como el Archivista Exsedol? y sin embargo ese Zentran se había mostrado tan receptivo con ella… era extraño.
    -Las palabras son una de las tantas cosas que heredamos de nuestros creadores. -Habló el Consejero por la radio. -Nosotros los Zentradis fuimos creados hace medio millón de ciclos con un objetivo claro; destruir a nuestros enemigos.
    El grupo había penetrado en el mismo centro de la flota. Ahora se encontraban entrando al perímetro defensivo de la Nave-Fortaleza de Dortrad-Jen. Un espacio libre de casi 500 kilómetros alrededor de la titánica nave donde estaba absolutamente prohibido que ningún Zentradi entrase, so pena de ser abatido en el acto, sin previo aviso.
    Ni siquiera Virya había estado alguna vez cerca de esa nave. Solo los oficiales de más alto rango de la flota combinada podían reunirse en persona con Dortrad-Jen y solo en ocasiones excepcionales.
    -Cada Zentran y Meltrán ha sido creado para cumplir una función específica en la maquinaria de guerra denominada Zentraedi. -Continuó hablando Exsedol. -Algunos son creados para el mando, otros, como yo, para asistir a los comandantes en sus decisiones tácticas. La mayoría, como ustedes, son creadas para combatir con sus propias manos a nuestros enemigos.
    -¿Pero porqué se pierden las palabras? -Preguntó Virya.
    -Porque el lenguaje es peligroso. -Afirmó el Zentran. -Y ciertas palabras es mejor que solo sean conocidas por unos pocos individuos.
    -¿Peligroso?
    -Es suficiente información por ahora, Capitana Virya. -Dijo el Archivista dando por cerrado el asunto. -Ciertos datos no deben ser conocidos por un simple guerrero.
    -Entendido.
    La nave-Fortaleza de Dortrad-Jen se erguía sobre ellos. La gigantesca nave de más de 600 kilómetros de envergadura representaba el mayor poder de fuego concentrado de todas las flotas combinadas bajo su mando. Su enorme cañon de energia podía vaporizar planetoides o diezmar la atmósfera de un planeta de un solo disparo, aunque su función estaba reservada para la destrucción de naves de su mismo tipo. Nadie en toda la flota, ni siquiera el propio Exsedol habían presenciado a tal monstruosa arma en acción.
    El pequeño grupo pasó por debajo del enorme “ojo” que formaba la proa de la fortaleza y a la vez era la boca del cañón principal. Virya observó con curiosidad que el frente de la nave estaba plagado de cráteres.
    -Esta nave es muy vieja. -Dijo Tyna
    -Esos no son impactos de asteroides. -Observó Virya. -Son impactos de armas de energía.
    En efecto, la mayoría de los cráteres tenía el mismo diámetro, lo que sólo podía ser el resultado de un bombardeo sistemático de un solo tipo de arma.
    -Esta fortaleza tiene más de 200.000 ciclos en servicio activo. -Dijo el Archivista. -Dortrad-Jen es uno de los Almirantes más antiguos de la armada Zentradi.

    Ahora que estaban más cerca podían apreciar verdaderamente las cicatrices de la antigua nave. Cada cráter media más de medio kilómetro de diámetro y muchos se superponian uno sobre otros. Las guerreras observaban el paisaje en silencio. Un cañon de energia era un clase de arma que destruye de un disparo cualquier cosa que alcanzara… para que solo dejase un cráter en el casco de esa cosa…era verdaderamente increíble.
    Comenzaron a ver desperdicios y otros restos flotando alrededor de la fortaleza. También sintieron el evidente tirón gravitacional que la gigantesca nave ejercía sobre ellos.
    -Tiene más masa de lo que aparenta. -Informó Melia. -Genera una atracción gravitatoria de un planetoide del doble de tamaño.
    El escuadrón corrigió levemente el curso y entró en órbita alrededor de la fortaleza, pronto observaron una línea de luces que se extendía varios kilómetros por debajo de una de las “alas” de la fortaleza. Se dirigieron hacia allí, un verdadero puerto de atraque para los cruceros de batalla Clase Nupetiet-Vergnitzs, las naves insignia de los comandantes de la flota Dortrad-Jen y las naves más grandes de la armada Zentradi..
    Entraron silenciosamente en el puerto de atraque y las enormes compuertas de casi un kilómetro de altura se cerraron tras ellos. La oscuridad era absoluta y solo se veia el resplandor de las turbinas de las naves. Pronto una fluorescencia verdosa comenzó a iluminar el espacio que transitaban. Observaron con asombro que no se trataba de luces, sinó que eran las mismas paredes que emitían el tenue resplandor, como si de una bioluminiscencia se tratase. El escenario que se les revelaba a su alrededor era intimidante: No parecía un hangar en absoluto, sino una especie de caverna. Las paredes estaban formadas por protuberancias y troncos ramificados y, ocasionalmente, paneles remachados cubiertos por gigantescas ramificaciones de la estructura biológica que cubría el interior y exterior de la nave. La mezcla de arquitectura y estructuras biológicas no mantenía ninguna clase de orden. Parecía que la nave intentara cubrir su estructura interna con elementos que crecían de todas partes.

    Habían dejado atrás el gigantesco hangar y ahora transitaban por una vía de circulación de naves de aprovisionamiento de casi doscientos metros de ancho. Pronto las paredes a ambos lados de la ruta desaparecieron, reemplazadas por una enorme armazón de vigas que formaban el esqueleto de un túnel y se encontraron circulando por un pasillo suspendido entre un enorme espacio vacío, con vías similares que cruzaban el mismo espacio en todas direcciones, tanto arriba como debajo de ellos. A lo lejos, vislumbraron una enorme estructura roja que se erguía en el mismo centro de la nave, formada por dos enormes columnas que surgían desde el techo y piso de la nave, ensanchándose a medida que se unian, creando una gigantesca plataforma.
    Parecía increíble que la fortaleza contuviese un espacio vacío tan enorme en su interior.
    Abandonaron el túnel y se dirigieron directo hacia el corazón de la fortaleza. El lugar de residencia del mismo Dortrad-Jen.
    El transporte se detuvo en una especie de muelle, aunque por la forma del mismo parecia mas una excreción de la estructura principal que de un objeto hecho por la tecnología Zentradi.
    Exsedol descendió de la nave e inmediatamente indicó a las guerreras que aterricen. Virya dió la orden con un movimiento del brazo y en unos segundos todo el grupo había tomado tierra formando un círculo alrededor del Archivista.
    -Debemos dejar las armaduras aquí. -Dijo Exsedol. -No se permite armamento en la cámara de Dortrad-Jen.
    Virya abrió su armadura y saltó ágilmente. La gravedad era la normal en una nave Zentradi, pero se dejó el casco puesto. Las demás Meltrans la imitaron, siendo Maya la última en salir de su armadura.
    Descubrieron que no eran los únicos invitados. Del otro lado de la columna que sostenia la plataforma había dos transportes similares al que habían escoltado. Dos escuadrones de armaduras vacías se encontraban agrupadas a cada lado de los transportes. Virya frunció el ceño al reconocer a quién pertenecía el grupo de Nousjadeul-Ger. También reconoció los Raus del otro grupo.
    -¿Qué significa esto? -Preguntó Virya.
    -Una operación conjunta. -Respondió el Archivista mientras subía a una pequeña plataforma circular que se acercó flotando cuando Exsedol bajó de la nave. En cuanto estuvo sobre ella, unas barandillas se desplegaron y rodearon al Zentran hasta la altura de la cintura. -Vamos. -Dijo.
    Descendieron de la plataforma de atraque por una pequeña rampa en espiral, adentrándose aún más en el corazón de la fortaleza. El Archivista avanzaba flotando lentamente en su “transporte” personal mientras era seguido por Virya y el resto del escuadrón. Maya cerraba la marcha, mirando con curiosidad todo a su alrededor.
    Tras una curva, llegaron a la cámara gigante en donde se encontraba el Almirante de la Flota Zentradi.
    Dortrad-Jen no solo era el único residente de la fortaleza, era la fortaleza misma. Su cuerpo se elevaba casi a cien metros por sobre sus cabezas, aunque “cuerpo” era algo bastante genérico para describir el conjunto de estructuras, tanto mecánicas como biológicas, que emergian de las profundidades envueltas en tinieblas y se elevaban hasta encontrarse con la cabeza de Dortrad-Jen, suspendida del techo por enormes cables, tubos y apéndices robóticos.

    Dos grupos de Zentradis aguardaban sobre una pequeña plataforma por debajo de la cabeza del Supremo Almirante. Eran dos escuadrones Meltran. Cada uno de ellos pertenecientes a las dos flotas restantes que, junto a la comandada por Kreegan, conformaban la Flota Combinada Dortrad-Jen.
    Más de dos millones de naves en total y un ejército de soldados de infantería y pilotos que sobrepasaba los 5 millones de individuos listos para el combate.
    El grupo penetró en la enorme caverna. Inmediatamente la enorme cabeza del Almirante se inclinó levemente para contemplarlos.
    -Archivista Exsedol. -Dijo con una profunda voz que resonó en toda la cámara. -Estamos listos.
    Exsedol se detuvo e inclinó la cabeza. En ese momento Virya y las demás guerreras advirtieron la presencia de otros dos “Archivistas”, cada uno a la cabeza de un grupo de guerreros. Debían ser Archivistas, o al menos eran bastante parecidos, aunque eran algo más grandes que Exsedol, las protuberancias en sus cabezas eran similares, solamente que de un color verde algo más intensos. Al parecer Exsedol era el más antiguo de los tres.

    Exsedol dió unos pasos al frente y vieron como una serie de resplandores iluminaban parte del enorme cuerpo de Dortrad-Jen, de entre las protuberancias y tubos que formaban su cuerpo se extendió un tentáculo formado por una multitud de fibras, tendones y músculos que en un instante y en forma zigzagueante, recorrió la distancia que lo separaba de Exsedol. La extremidad se conectó de alguna forma con el broche de la capa del Archivista y una enorme pantalla holografica de casi trescientos metros de alto se proyectó en lo alto de la cámara.
    -Observen. -Dijo el Almirante a la vez que todos los presentes levantaron las cabezas y miraban hacia la pantalla.
    El corazón de Virya se aceleró de pronto.
     
  11.  
    Gerli

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    Escritor
    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
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    30


    Cinthya abrazaba al pequeño robot mientras miraba nerviosamente a cada lado de la cabina. No había vuelto a escuchar la misteriosa música, pero la empecinación de Jim por seguir adentrándose más en la tétrica nave estaba empezando a mellar sus nervios.
    Habían continuado recorriendo el pasillo en donde habían encontrado el Drone. Cinthya carecía de los conocimientos de Jim en cuanto al tamaño y forma de esas naves, asi que ignoraba por completo en que parte se encontraban ni que tan cerca estarian de una escotilla que saliese al espacio.
    Jim había mantenido su caza en forma robot y se detenía a intervalos regulares para examinar los diferentes pasillos que se desviaban de la vía principal.
    Finalmente Cinthya no pudo aguantar más el silencio.
    -¿Que estamos buscando exactamente, Jim? -Preguntó
    -Ya te lo dije, un arma… o específicamente un Rifle.
    -¿Y porqué simplemente no tomás uno de esos? -Dijo la joven señalando uno de las miles de armas que habían visto flotando alrededor de los cadáveres. Muchas de ellas todavia llevaban el puño de su antiguo dueño cerrado alrededor de su empuñadura.
    Jim no respondió, pero Cinthya vió como en el cristal de la cabina un pequeño cuadrado apareció y enmarcó una de las armas que flotaban frente al caza, de pronto el robot extendió el brazo y tomó el arma, colocandose automáticamente en posición de disparo. Jim apretó el gatillo y Cinthya se tapó los oídos. (Y al golpearse el casco con las manos se sintió mas idiota todavía)
    Nada sucedió, solo se escuchaba el chasquido del gatillo que presionaba repetidamente Jim.
    -¿Ves? -Dijo. -Estas no sirven.
    -Pero… -Dijo la joven -¿No me habías dicho que el armamento Zentradi podía usarse sin importar el tiempo que pasase?
    -Los misiles son una cosa, las armas de energía son muy susceptibles de la radiación de Neutrones.
    -¿Eh?
    Jim suspiró e hizo que el robot dejase la inútil arma, que se alejó flotando por el pasillo por donde habían venido. -Las armas de la infanteria Zentradi son de energia. Usan una especie de batería como fuente de poder y munición.
    -Entiendo.
    -Esa bateria, como casi todos los aparatos electrónicos, pierden efectividad si son sujetas a un bombardeo de radiación de neutrones por tiempo prolongado. En realidad casi todos los materiales son susceptibles, hasta el metal se desintegra con el tiempo. Pero el efecto en los aparatos es mucho más acelerado.
    Cinthya no necesitaba más explicaciones. Se había pasado toda la mañana y parte de la tarde registrando lecturas enormes de radiación de neutrinos provenientes del centro de la anomalía. Eran condiciones extremas donde las protecciones y blindajes de las naves y trajes espaciales apenas garantizaban una mínima barrera a las peligrosas radiaciones.
    -¿Entonces? -Pregunto.
    -Estoy buscando un rifle Zentradi, uno que usa la infantería contra las armaduras de combate. Es mucho más grande que los rifles tradicionales y usa alimentación externa.
    -¿Alimentación externa? -Preguntó confundida la joven. -¿Osea que lo tenes que enchufar en algun lado?
    Jim se rió con ganas. -Algo por el estilo. -Dijo poniendose serio nuevamente. -El problema es que debemos encontrar un depósito de armas en algún lugar profundo de esta nave, de modo que haya estado aislado lo más posible de las radiaciones del exterior.
    -Comprendo. -Dijo la joven. -Conoces mucho sobre estas cosas Jim.
    -Ni que lo digas. ¿Conoces el juego de las Escondidas?
    -¿Eh? -La joven dudó un momento pensando en que clase de pregunta era esa. -¿Las Escondidas? Si claro que conozco ese juego. ¿Porque lo preguntas?

    El pasillo se interrumpió delante de ellos, había colapsado sobre si mismo, probablemente aplastado por alguna otra sección de la nave durante el colosal choque. Jim retrocedió un poco y probó una de las compuertas laterales, varias estaban deformadas por el impacto, pero una de ellas parecía estar intacta. Jim usó la interfaz de rastreo de su casco y designó a la puerta como objetivo, dejando que la computadora colocase a la nave en la mejor posición para abrir la puerta. La base de datos del caza reconoció inmediatamente la puerta y el sistema manual para abrirla, por lo que se plantó firmemente en el piso del pasillo usando los anclajes magnéticos de las toberas, de modo que pudiera realizar el pesado esfuerzo en gravedad cero. El robot abrió la escotilla con facilidad y Jim recobró el control, entrando lentamente a la habitación.

    -Hay una prueba que todo piloto de combate debe superar para poder ingresar a los cuerpos especiales. -Dijo Jim mientras hacía avanzar el robot por entre los diferentes obstáculos que flotaban en el camarote. lo que parecían ser camas, armarios o su equivalente Zentradi, tambien habia recipientes sellados y trajes, la mayoría muy degradados por la radiación. -En la jerga militar se la conoce como la prueba de la “Escondida”.
    -Nunca escuche hablar de semejante cosa. -Dijo Cinthya.
    -Es una prueba de supervivencia muy dura, solo unos pocos pasan la prueba cada año, incluso hay años donde nadie la pasa. Creo que el porcentaje de éxito ronda apenas el 6 o 7 por ciento. -Explicó el Teniente mientras agachaba el robot para pasar por debajo de unas vigas dobladas. Del otro lado observaron perplejos el lugar donde debería haber estado la pared del fondo del camarote. Un enorme espacio vacío se abría ante ellos, revelando más destrucción y restos de otra nave ingresando en el casco de la nave en la que se encontraban.

    -Mierda. -Dijo Jim. -Esto no tiene ni pies ni cabeza, ya ni sé en qué nave estamos.
    Descendieron lentamente por el agujero, pasando a través de diferentes cubiertas como si una parte de la nave hubiese sido cortada con un cuchillo caliente. Aterrizaron en un pasillo que había perdido parte del techo y continuaron en lo que Jim estimaba que era la dirección que los alejaba del hangar y los acercaría a la zona de infantería, donde almacenaban el equipo de asalto y armas especiales.
    -Pero tu la pasaste. La prueba digo.
    -Si, y era en algo parecido a esto, pero a menor escala.
    -¿Parecido? -Preguntó Cinthya.
    -La prueba consiste en un reconocimiento de un campo de batalla Zentradi abandonado. mucho mas pequeño que este claro. Lo que al principio parece una misión de rutina se vuelve muy pronto una pesadilla. -Dijo Jim mientras se detenia frente a un panel desgarrado de una de las paredes para echar un vistazo a lo que había del otro lado. -El director de la misión ha programado el armamento equipado en tu nave para que falle al entrar a la zona y de pronto te das cuenta que estas completamente indefenso.
    Cinthya escuchaba con atención el relato del piloto y mantenía abrazado al pequeño Drone con fuerza.
    -Entonces de pronto se corta toda comunicación con el mando de la misión y quedas solo en medio de los desechos.
    -¿Y entonces?
    -Entonces, de la nada, aparecen tres “Ghosts”
    -¿Fantasmas? -Preguntó incrédula Cinthya traduciendo la palabra del Inglés.
    -Los Ghosts son drones de combate, como el que estas abrazando ahora, pero más grandes y armados con lásers y misiles. Máquinas de combate autónomas. IA’s de guerra.
    La nave de Jim siguió avanzando pero ahora el pasillo ascendia levemente y la cantidad de desperdicios y cadáveres había aumentado considerablemente. Prácticamente avanzaban entre los restos como un niño en uno de esas piscinas llenas de pelotas de colores, empujando y avanzando con dificultad, tratando de esquivar los escombros más grandes.
    Cinthya esperó pacientemente a que el piloto continuara la historia. Jim piloteaba con total concentración y parecía haberse olvidado que estaba contandola.
    -El asunto es que, en teoría, uno no está preparado para eso. -Dijo de pronto reanudando el relato. -Los Ghosts se despliegan por toda la zona y empiezan a “cazar” al cadete, sin advertencias, nada. En un instante te localizan y los tres atacan al unísono. Rapido y brutal.
    -Algo me dice que no estabas desprevenido cuando llevastes a cabo esa misión ¿O me equivoco?

    Jim sonrió mientras rodeaba un enorme contenedor de municiones. Habían llegado al fin del pasillo y ahora entraban en un gran depósito. Al parecer estaban en la santabárbara de la nave, las paredes estaban reforzadas con paneles mucho más gruesos que otros camarotes y enormes cajas de metal y contenedores yacian desparramados por todo el lugar. Algunos estaban aún sujetos contra las paredes y muchos de ellos estaban intactos y sellados.
    -Bingo. -Exclamó Jim mientras se acercaba a las cajas de armamento.
    Cinthya observó como la visualización de la cabina cambiaba y adquiria un color más “normal”. Varios indicadores de blancos aparecieron en varias cajas por delante de ellos y la computadora de abordo comenzó a cotejar la información que las cámaras captaban para identificar los contenedores y su contenido.
    -La “Escondida” es una misión secreta. Está diseñada para probar a los cadetes que solicitan el ingreso al curso de Operaciones Especiales… algo así como un examen sorpresa.
    -Y vos ya sabías de antemano de que se trataba.
    -Si, un piloto de combate que conocí en la Colonia Barnard me lo contó una vez. Luego fué cuestión de investigar un poco. Si me hubiesen descubierto en la Academia mientras revisaba la información clasificada era cantado que me expulsarian. Por suerte utilisé canales de información poco “ortodoxos” para recabar la información.
    -¿Poco ortodoxos?
    -Foros de discusión en La Red… no, no de los públicos. -Aclaró apresuradamente Jim. -Me refiero a sitios ocultos a la vista del público general.
    -Frikis de lo militar y todo eso ¿No?
    -Si, esa clase de lugares. -Reconoció el joven piloto. -La mayoría de las leyendas urbanas que circulan en torno al Gobierno Unificado y sus milicias son exageraciones, pero de vez en cuando algunas “puntas” de información son verídicas. Fue solo cuestión de atar cabos.
    El robot se detuvo frente a una estructura tubular que mantenía media docena de contenedores metálicos bien sujetos a una de las paredes. Jim decidió probar primero con estos ya que abrir los que estaban flotando en gravedad cero suponía una dificultad extra para la nave.
    -Empecemos por estos. -Dijo.
    El VF-17 plantó sus pies en el piso y quedó sujeto magnéticamente para poder ejercer presión en las cajas. El robot extendió los brazos y mientras sujetaba la caja contra la pared, con la otra mano accionó el mecanismo de apertura. Una serie de partículas brillantes flotó alrededor de la caja mientras Jim la abría y examinaba su contenido.
    -Nop. -Dijo. -Siguiente.

    Revisaron una a una las cajas de ese lado del depósito. En todas encontraron munición y rifles de infantería Zentradi, pero no había señales del rifle que estaba buscando Jim.
    -Probemos del otro lado. -Dijo Cinthya.
    Avanzaron por entre la chatarra hasta el lado opuesto del hangar. En este sector las paredes estaban combadas hacia adentro, pero habían resistido la explosión y como consecuencia de ello,muchos de los estantes que sostenian las cajas en su lugar habían caído contra el piso, no obstante algunos contenedores aún permanecían fijos entre los tubos retorcidos. Jim comenzó a examinar esos primero.
    -¿Como pasastes la misión? -Preguntó Cinthya.
    -Había dos posibles soluciones al problema. -Dijo Jim. -O evitaba a los Ghosts y escapaba del Campo de batalla o intentaba destruirlos uno a uno.
    -Me imagino que no huistes. ¿No?
    -Era la peor solución. -Dijo el piloto mientras observaba el interior de una caja y meneaba la cabeza. -Los Ghosts tienen dos ventajas enormes con respecto a los VF-11 que usabamos en la Academia. Son mucho más veloces y maniobrables, así que ni siquiera usando “Boosts” o “Fast Packs” puede uno escapar de ellos.
    -Entonces optaste por destruirlos.
    Jim asintió con la cabeza. -Era la solución con mejores probabilidades de éxito, pero para eso tuve que burlar a la IA.. ¡Mira! ¡Ahi hay uno! -Exclamó con alegría.
    La caja que habían abierto en ese momento contenía un rifle de gran tamaño, era casi el doble de grande que la mayoría de las armas que flotaban junto a los cadáveres por toda la nave y por eso parecía estar almacenado en dos partes separadas.
    -¿Qué es eso? -Preguntó la joven.
    -Es un rifle pesado. Lo usan las tropas de infantería Zentradis cuando se enfrentan contra armaduras de combate.
    El arma era extraña, parecía más una nave espacial en miniatura que un arma de infantería. Tenía una extraña forma cónica, que se iba segmentando en pequeñas aletas a medida que se ensanchaba hasta llegar a la empuñadura. El robot de Jim sacó el rifle de la caja e inmediatamente procedió a conectar las partes, que se encastraron a la perfección.
    -Parece estar en excelente condición. -Dijo el Teniente. -Vamos a conectarlo.
    El VF-17 se puso en posición de disparo y Cinthya vió con asombro como un pequeño panel se abría en el brazo derecho del robot y un cable grueso con un extraño conector en un extremo se extendía como si de una serpiente se tratase. El cable se conectó con la parte posterior del arma y vieron como una serie de pequeñas luces rojas se encendieron a lo largo del cañón y al costado del rifle.
    -Excelente. Dijo Jim, ahora veamos la munición.
    La munición se encontraba almacenada debajo de donde encontraron el rifle. Jim extrajo unos cinco cargadores y los examinó con cuidado. Al cabo de unos momentos descartó cuatro e insertó uno de ellos en la base del arma. Las luces rojas a los costados del cañón cambiaron a verde.
    -No tenemos lugar en el VF-17 para llevar este tipo de cargadores. -Dijo el piloto. -Pero con uno de estos tenemos diez disparos asegurados.
    -Espero qe no tengas que usarlos. -Dijo Cinthya mirando nerviosamente alrededor.
    Jim avanzó por el hangar hacia la salida mientras el robot cambiaba de postura y colocaba el rifle recién adquirido en una posición de descanso, apuntando hacia arriba apoyado contra el “pecho” del mismo.
    Salieron del depósito de municiones y avanzaron por el pasillo, tarea algo más difícil ahora que los escombros y desechos habían sido perturbados por el paso de la nave. Todo el pasillo frente a ellos mostraba objetos moviéndose, colisionando entre ellos o rebotando contra las paredes.
    -¿Como engañastes a la IA, Jim? -Pregunto Cinthya mirando hacia su compañero para evitar ver todo el caos de se desarrollaba a su alrededor.
    -Investigando en la red descubrí que las IA’s habían sido desprovistas de muchos de los circuitos de razonamiento y conciencia que se habían implementado en el Consorcio Macross hasta el año 2040. Las IA’s que se utilizan en la actualidad usan un principio de “razonamiento” basado en la identificación y comparación con una enorme base de datos. En base a categorización y “Etiquetado” de objetos y situaciones se establece la acción a realizar, pero todo está basado en entradas predeterminadas, no existe un razonamiento en tiempo real, si existe la predicción de acciones, pero ante lo desconocido, la IA solo elige las opciones más similares dentro de una serie finita de opciones.
    -Entonces… -Dijo pensativa Cinthya. -Presentastes situaciones inesperadas a la IA para que tomara decisiones equivocadas.
    -Si. -Dijo Jim mientras llegaban al sector del pasillo donde el techo había sido barrido por la colisión entre la otra nave Zentradi. -Algo así
    Flotaron hacia arriba siguiendo el mismo camino que habían tomado al principio, pero Jim pasó de largo la cubierta por la que habían pasado la primera vez y se encaminó en cambio siguiendo el espacio abierto más cercano en el punto donde los cascos de las diferentes naves habían quedado incrustados uno dentro del otro.
    -Busquemos la salida más directa al espacio.
    Avanzaron con cuidado por entre las enormes vigas estructurales y paneles del casco. Querían encontrar alguna abertura que los llevara al campo sin tener que volver a recorrer todo el camino nuevamente.
    -¿Y como creastes esas situaciones inesperadas? -Preguntó la joven.
    -Me camuflé… o mejor dicho, adopté formas que los VF-11 nunca podrían adoptar.
    -¿Como? -Preguntó intrigada Cinthya
    -Las IA’s conocen la forma del VF-11, también conocen los patrones de transformación, las emisiones que sus motores emiten y su forma de volar. Simplemente apagar los motores y quedarse quieto flotando no servía para camuflarse; en cuanto un Ghost reconociera el perfil del VF, dispararia de inmediato. -Explicó el piloto.
    El robot avanzaba ahora por un estrecho pasaje formado por vigas que habían sido dobladas como pajitas de refresco por el tremendo impacto. Jim incluso tuvo que transformarse a modo caza para pasar por una estrecha abertura, pasando primero el rifle por la misma y luego recuperandolo en modo robot del otro lado.
    Ambos pilotos tenían los visores configurados en visión nocturna, por eso no notaron que la nave en donde se encontraban ya no poseía el distintivo tono verde de las naves Zentradi, sino que era de un tono azulado.
    -¿Te disfrazaste? -preguntó divertida la joven.
    -Jajaja si… fué una de las cosas que teorizé que podían funcionar. Adopté la forma de bolita en modo robot, tambien use la cabina de un Regult como sombrero. -Dijo mientras se reía recordando el episodio. -En fin. -Dijo sofocando la risa. -Fueron las cinco horas más intensas de mi vida. Esperé pacientemente a que los tres Drones se dispersaran por el campo para para abarcar mas terreno, entonces atraje al primer Ghost hacia los restos de una nave similar a esta y me escondí dentro de un pedazo de armadura de Q-Rau. Cuando el Ghost se acercó a investigar la chatarra que había puesto en movimiento lo atravesé con la bayoneta de mi rifle. Luego permanecí oculto mientras los dos Drones restantes peinaban la zona buscándome. Pasé un par de horas flotando hasta que se le alejaron y permanecí quieto esperando que algun arma Zentradi pasara flotando cerca mio, al cabo de un rato un rifle Zentradi estuvo al alcance de mi mano, lo tomé y pude posicionarme entre los restos en forma más ventajosa. Derribe al segundo Ghost en cuanto pasó a cincuenta metros del escondite y escapé por los pelos a una rafaga de misiles sin carga que me lanzó el que quedaba. El final fue mucho menos emocionante, esperé al sobreviviente entre la chatarra a que pasara cerca y le descargué una rafaga del rifle a quemarropa. Fin.
    Esa noche al volver a la base vi en la computadora del Campus que en la tabla de posiciones donde se calificaba el rendimiento de los pilotos en entrenamiento había doblado en cantidad de puntos al puntaje del compañero que me precedía. Tenía un lugar asegurado en un escuadrón de operaciones Especiales… o eso creía entonces. -Dijo Jim encogiéndose de hombros. Mirá, llegamos. -Dijo de pronto.
    Estaban entre dos enormes estructuras rectangulares, algo inclinadas hacia adentro y podían ver algunas estrellas entre todos los fragmentos que flotaban a su alrededor. Finalmente habían salido de los restos.
    -¿Alguna idea de hacia que dirección estan Ralph y los demás? -Preguntó Cinthya mirando de un lado a otro.
    -En un segundo me ocupo de eso, primero dejame probar algo.
    para el asombro de Cinthya, el robot extendió el rifle y se puso en posición de disparo.
    -Jim…. -Articuló lentamente Cinthya. -Ralph dijo que….
    -Necesito saber si este trasto anda Cin, es solo un disparo de prueba.
    No hubo ningún sonido en la cabina, salvo el “click” del gatillo del mando de Jim. Un intenso rayo verde salió del cañón del arma y se perdió entre los desechos del campo.
    -Excelente. -Dijo Jim mirando el cañon del arma, que había adquirido un tono rojizo por el tremendo calor generado por el disparo.
    -Jim…
    Algo en el tono de la voz de Cinthya hizo sentir escalofríos a Jim, instintivamente dió vuelta la nave y apuntó el arma hacia la dirección en la que habían venido. Lo que vió le heló aun más la sangre.
    Las enormes paredes a ambos lados estaban brillando con un intenso color naranja, descargas de energía formaban rayos a lo largo de toda la estructura y empezaban a concentrarse en el centro, el mismo espacio parecía temblar como si una enorme lente tratara de hacer foco sobre ellos.
    -¡Mierda! ¡Mierda! ¡MIERDA! -Gritó Jim mientras soltaba el rifle y pasaba a modalidad caza un una fracción de segundo, a la vez que aceleraba al máximo sus motores.
     
  12.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

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    Pluma de
    Escritor
    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    2598
    31



    -Una hora y media.
    Hal acababa de abandonar el puesto de control del Drone y había vuelto a su silla frente a los controles de mando del transporte.
    -Hay que llamar a Amanda. -Dijo el copiloto.
    Ralph no respondió, permanecia quieto y en silencio contemplando las gigantescas ruinas en donde habían desaparecido el militar y la inspectora.
    Había estado así por más de media hora.
    -Yo lo dije, era una mala idea….
    -Cállate Nix, ya sabíamos que era una mala idea desde el principio. -Exclamó Hal cruzándose de brazos. -Maldita sea la puta suerte que tenemos.
    Permanecieron en silencio observando las ruinas sin otra mas que hacer. Unos pequeños zumbidos en el equipo de comunicación quebraron la atmósfera de silencio absoluto.
    -¿Que pasa? -Dijo Ralph saliendo de su mutismo.
    -Son “Pings” de la Rainbow, Amanda ya debe estar nerviosa por la demora.
    -No la culpo. -Dijo Nix. -Va a tener motivos para ponerse aún más nerviosa en cuanto se entere el por qué nos demoramos.
    -Las comunicaciones están a un 75% -Dijo Hal. -Podrían llamarnos en cualquier momento.
    Los pilotos comenzaron a revisar los sistemas para matar el tiempo. La espera estaba poniendo bastante nerviosos a los miembros del equipo. Ralph sabía que la decisión final recaeria en él, pero no quería enfrentar las consecuencias de un fracaso, no a costa de la vida de dos personas que estaban a su cargo, por mucha responsabilidad que se atribuyese ese soldado.
    Además… y tal vez esa era la razón más importante, había vuelto a escuchar el piano de Matt.

    Cómo y cuándo había comenzado, Ralph no lo recordaba. Al principio pensó que podían ser juegos de su mente, espejismos del espacio o simplemente stress, pero con el correr del tiempo había comenzado a comprender la relación entre la música de Matt y los sucesos extraordinarios que ocurrian en la Colonia.
    Sobre la música y su increíble papel en la supervivencia de la raza humana, no había duda al respecto. Era parte de la leyenda misma de Minmay y los héroes de la primera gran aventura espacial de la humanidad. Pero lo que Evans estaba investigando junto a Matt era de una índole completamente diferente a lo que Ralph conocía como el “poder” de la música.

    Escuchar música de piano en medio del espacio, sin la ayuda de ningún tipo de sistema de comunicación y estando el pianista a más de mil kilómetros de distancia era algo que Ralph no estaba dispuesto a traer a discusión con sus “Jefes” de la Rainbow.
    Ya bastante mala fama tenian los humanos sometidos al proceso de agigantamiento con respecto a las enfermedades mentales y los ataques de violencia como para andar causando preocupación entre sus amigos y vecinos.

    En todo caso, había convivido con ese secreto varios años ya ¿Escucharian los demás lo mismo? ¿Estarían también los demás fingiendo no escuchar la música para no despertar sospechas entre ellos? ¿Sería una retorcida prueba de Amanda para controlarlo bajo presión? Ralph trató varias veces de averiguar en forma indirecta si era el único de la Colonia con esa “habilidad especial” pero hasta el momento no había escuchado de nadie en la Colonia que sufriera el mismo “problema”.

    Entonces Evans había hablado con el resto de la Colonia sobre la investigación con Matt y Ralph respiró aliviado. Si realmente existía una conexión entre el plano dimensional FOLD y la transmisión de energía del canto o la música, al menos el misterio estaba resuelto. Sus modificados genes humanos manipulados con la OverTechnolgy Zentradi podian ser mas receptivos a la música y todo se aclararia.
    Pero la música de Matt no solo tenía la capacidad de ignorar las barreras del espacio Newtoniano y trascender la propia dimensión. Había un efecto real y medible.
    Evans lo habia mencionado como una curiosidad, pero fue el propio Ralph quien por accidente observó como las canciones de Fire Bomber, interpretadas en el piano por Matt, afectaban el crecimiento de las plantas de su cubierta privada.
    Ralph era el trabajador mejor pagado de toda la Rainbow, lo que era lógico teniendo en cuenta lo que costaba alimentar y vestir a un gigante de más de diez metros de altura. A lo largo de toda la expansión de la colonización humana la mano de obra Zentradi era muy apreciada por los contratistas humanos. Fuertes, incansables, resistentes… un Zentradi provisto de una pala acorde a su tamaño podía allanar por si solo una pequeña colina en una sola tarde. Incluso, a pesar de su tamaño, comían aproximadamente la mitad de la comida que necesitaría un cuerpo humano de semejante tamaño.
    Si bien la vida en la Rainbow era muy costosa, Ralph podía darse unos cuantos lujos. Uno de ellos era el de alquilar a la Fundación Unity (Quienes explotaban el yacimiento del Campo y administraban la Colonia Rainbow) una cubierta completa ubicada unos bloques más allá de la zona colonial. La Three Star estaba llena de cubiertas vacías, talleres, depósitos y enormes almacenes que en la actualidad estaban en desuso y sellados para el resto de los colonos. Ralph adaptó su cubierta de forma que pudiese disponer de un espacio adaptado a su tamaño.
    Y lo había llenado de todo tipo de plantas.
    El descubrimiento de las propiedades de la música de Matt lo alentaron a llenar su pequeño paraíso verde de cientos de plantas, arbustos, helechos, hasta algunos árboles frutales. Cada vez que Matt practicaba en el salón de actos, la música era registrada por un pequeño micrófono que Will había instalado sobre el piano y era transmitida a lo largo de varios parlantes alrededor del “jardín” de Ralph.
    Las plantas reaccionaban a la música, crecian el doble de rápido y comenzaron a florecer incluso fuera de las temporadas estacionales a las que estaba condicionada la Rainbow.
    El éxito motivó la inventiva de Ralph y el segundo paso fué su proyecto más ambicioso: Cultivar su propia cebada para hacer cerveza.
    Ralph amaba la cerveza y lamentaba que su enorme cuerpo no tolerara demasiada bebida (Los estomagos Zentradis eran relativamente pequeños) además del exorbitante precio que debía pagar para que la Rio Grande trajera barriles de casi quinientos litros de Cerveza que Ralph vaciaba de dos tragos.
    Con ayuda de sus compañeros de trabajo y de varios amantes de la cerveza de la Colonia, Ralph convirtió un par de enormes tanques de acero de más de tres mil litros en cultivadores hidropónicos de gravedad cero. Para su asombro y satisfacción, pronto advirtió que las canciones de Matt también afectaban el crecimiento y la reproducción de los fermentos de levadura, acelerando la fermentación de la cebada a la vez que multiplicaba la producción del dorado líquido, lo que despertó la admiración y gratitud de toda la Colonia (Y un suculento bonus en la asignación mensual que Amanda le daba a los chicos mayores).

    A Ralph no le gustaba para nada depender tanto del muchacho, a fin de cuentas todo ese asunto de las plantas y su hobby había sido un descubrimiento accidental. Lo que lo ponía nervioso era el otro aspecto de la habilidad de Matt, la que él pensaba que interactuaba con su mente.
    Porque cada vez que escuchaba el piano de Matt, sin importar que tan alejado estaba de la Colonia, sentía que cambiaba algo en su interior.
    Si ese cambio era para mejor o para peor, Ralph lo ignoraba. Simplemente había aprendido a convivir con él, con la esperanza de que tal vez fuera parte de algo mayor, de un cambio significativo en su vida. ¿Podía la música cambiar el universo? ¿Poner fin de una buena vez a toda guerra y conflicto y unificar a todos los hijos de la Protocultura en un tiempo de Paz y prosperidad? Romanticismo barato, eso era lo que seguramente era…. y sin embargo el cambio se habia llevado a cabo, lenta pero inexorablemente.

    Ralph se concentró. ¿Que había notado de diferente en la música de Matt hace unos momentos? La preocupación por Cinthya y su compañero lo habían distraido en ese momento, pero ahora volvía a recordarlo con intensidad. Había algo diferente en esa experiencia. Cerró los ojos y trató de rememorar la música de experiencias anteriores. ¿Que era lo diferente? Su cuerpo resonando con la música, creando una especie de eco que se fusionaba con la melodía…. eso era lo diferente. Ralph abrió los ojos de pronto. Habia notado que la música lo atravesaba, como si él no existiera.
    La música estaba dirigida a otro sitio.
    -Mierda. -Dijo Nix por la radio.
    -¿Que pasa? -Preguntó Ralph volviendo a la realidad.
    -La Rainbow acaba de encender toda la red de satélites de rastreo en modo activo.
    -Amanda está buscando algo. -Dijo Hal mientras enviaba la señal del radar al casco de Ralph para compartir los datos. -¿Sabrá algo de esos dos ahí adentro?
    -No lo creo. -Dijo Ralph girando su cabeza en dirección a la Rainbow. La Colonia no era visible desde ahi, pero todos sabían donde estaba instintivamente. -Creo que es algo que no tiene nada que ver con nosotros.
    -Puede ser la Río Grande. -Hal dió una patada a la parte inferior de la consola y su asiento comenzó a girar mientras el operario pasaba los brazos por detrás del casco y se recostaba un poco. -Esta mañana Tass avisó que iban a llegar en algún momento por la tarde.
    -Es posible. -Dijo Nix. -Con la actividad del Campo en estas últimas horas, no me sorprenderia que hayan salido en cualquier parte menos en la zona de DEFOLD de siempre.

    Una pequeña pantalla ubicada sobre el panel de control del transporte mostraba un reloj digital con la hora de la Colonia. En el mismo instante en que el reloj daba las 19 horas, Ralph tomó su decisión.
    -Voy a entrar a buscarlos. -Dijo
    Nadie del transporte dijo nada. Ralph era el líder de la expedición al fin y al cabo, pero todos sabían las implicancias de romper una de las principales reglas del trabajo en el Campo.
    El gigante comenzó a quitarse la enorme mochila que cargaba y la dejó sujeta magnéticamente a un costado del transporte. Solamente llevó una enorme pinza por si debiera cortar o doblar alguna viga o panel en caso de emergencia.
    -¿Que vas a hacer? -Preguntó nervioso Nix.
    -Solo voy a golpear el casco cerca del hangar con esto. -Dijo levantando la enorme herramienta. -Si contestan a los golpes sabré si estan bien, si no contestan….
    -¡Mira!
    -Ralph se dió vuelta lo más rápido que pudo al escuchar el grito de Hal. Por sobre las ruinas de las naves entrechocadas, un haz de luz verde se elevó durante un centenar de metros y se desvaneció entre los restos y escombros.
    -¿Pero que mierda…?
    -¿Eso fué un disparo? -Dijo atónito Nix.
    El equipo de Recolectores quedó paralizado en el lugar, Ralph fué el primero en reaccionar.
    -Llamen a Amanda, declaren situación de emerg-
    No pudo terminar la frase, en ese instante quedaron momentáneamente cegados por una luz naranja incandescente. Los visores en los cascos se desplegaron automáticamente para proteger a los operarios del tremendo resplandor, pero durante unos segundos estuvieron prácticamente ciegos.
    -Ralph, qué mierda está pasando! -Grito Nix mientras colocaba sus manos sobre los controles de la nave y encendía los motores
    -¡Salgan! ¡Rapido! -Gritó el gigante mientras aceleraba al máximo los propulsores de su traje y de un manotazo se sujetaba del fuselaje del transporte.
    Había rayos de energía y descargas que serpenteaban por todo el amasijo de ruinas. Los rayos naranjas saltaban por entre los pedazos metálicos como si de una enorme telaraña se tratase. Por una fracción de segundo se hizo el silencio total y pareció que todo se extinguía, pero de pronto las ruinas de las tres naves se abrieron como una monstruosa flor de chatarra y de entre los “pétalos” retorcidos un enorme rayo de luz rojiza se extendió hacia el exterior del campo, vaporizando al instante todo lo que había a su paso.

    La enorme ola de choque aplastó a Ralph contra la nave. Dejando una tremenda abolladura en el casco de la misma. Ambos, nave y gigante, fueron arrastrado entre millones de fragmentos hacia el exterior del campo. Lo que siguió fueron minutos de confusión y espanto. Estaban en medio de una lluvia de fragmentos que chocaban entre sí sin cesar. Ralph vió que se estaban acercando a un enorme pedazo de casco, tal vez era el mismo en que habían almorzado unas horas antes. Con toda la fuerza que le quedaba logró abrazar la nave y girarla con la fuerza de sus propulsores vectoriales a la vez que activaba el anclaje magnético de su espalda, justo a tiempo. El cuerpo de Ralph amortiguó la colisión entre la nave y el enorme muro de metal. El golpe fue tremendo para el gigante que aulló de dolor, pero no perdió el sentido.
    -¡Ralph! ¡Ralph! -gritaban impotentes desde el transporte.
    -Estoy bien. -Jadeó el gigante levantando el puño.
    La enorme pared de hierro había empezado a girar lentamente a causa del golpe, pero por suerte los estaba protegiendo de la incesante lluvia de fragmentos que amenazaba con perforarlos como los perdigones de una escopeta.
    -¡Rainbow, aqui Recolectores, EMERGENCIA! ¡EMERGENCIA! -Gritaba Hal por la radio inútilmente.
    -Dios mio que carajo pas-
    Un tremendo golpe sacudió la nave y Ralph gimió de dolor.
    -¿Y AHORA QUÉ? -Gritó Hal fuera de si enfocando la pantalla trasera del transporte para examinar que los había golpeado. Descubrió con horror que algo tapaba la lente de la cámara.
    -¡Ralph! ¿Estas bien? -Gritó Nix pegandose contra el vidrio de la cabina lo mejor que le permitía el casco espacial.
    Ambos pilotos quedaron paralizados al escuchar al gigante ¡Se estaba riendo!
    -Ralph que mierd….
    -Hola. -Se escuchó una voz femenina con mucha interferencia por los parlantes del transporte.
    Se sintió un sacudón y los azorados tripulantes vieron como un enorme robot azul oscuro pasaba por encima de ellos luego de rebotar contra la popa de la nave. Ralph estiró el brazo que tenía libre y agarró una de las piernas del VF de Jim.
    -Te tengo. -Dijo el gigante forzando una sonrisa.
    Cinthya y Jim se dejaron caer exhaustos sobre sus asientos. Respiraban agitadamente y temblaban de miedo.
    La nave de transporte, el VF de Jim y el gigante Ralph permanecieron enredados y aplastados contra el enorme pedazo de nave en ruinas girando en medio de un pandemonio de basura. Estaban demasiado cansados y aterrados para decir palabra.
    La alarma del canal de emergencia de la Rainbow fué la que quebró el silencio.
    -¡Recolectores aquí Control Rainbow, respondan! ¡Recolectores!
    Era la voz de Amanda que llamaba a los gritos. Hal y Nix respiraron aliviados, el disparo no había alcanzado a la Colonia.
    -Estamos bien. -Dijo Ralph ya un poco recuperado del golpe. -Todos.
    El silencio de la comunicación les indicó que Amanda había contenido la respiración por demasiado tiempo y que ahora estaba expulsando el aire aliviada.
    -¿Me pueden explicar que mierda pasó ahí afuera?
    El grupo permaneció en silencio pero era evidente que Hal, Nix y Ralph estaban echando ojeadas al robot cabeza abajo de Jim.
    -Ok, no importa. -Dijo Amanda más calmada. -Retornen inmed-
    Un grito interrumpió la comunicación de Amanda. Hal tenía los ojos abiertos y señalaba con el dedo un punto a través del cristal de la cabina.
    -!A-Ahí! -Exclamó en medio de tartamudeos. -U-un irregular!
    Lo que señalaba con el dedo tembloroso era una armadura Meltrandi que flotaba a unas pocas decenas de metros de ellos.
    Un Queadlunn color rojo sangre.
     
  13.  
    Gerli

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    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    2115
    32



    -¿Que mierda es esa alarma? -Preguntó Mike
    Gray miró preocupado la pantalla. El radar dimensional le informaba que se había detectado algo anormal en el campo de espacio dimensional FOLD cercano. No podía ser la anomalía, los pronósticos de Rebbie eran infalibles. Tenía que ser otra cosa.
    El espacio Dimensional tenía sus propias reglas. Primero y principal, no seguía las del espacio Newtoniano ni obedecía a las leyes relativistas. Las líneas de tiempo y espacio quedaban completamente desfasadas con el espacio tradicional.
    Eso quedó en evidencia muy pronto, ya que la luz provocada por el cañón de energía tardó unos 4 segundos más en llegar hasta los tripulantes de la Rio Grande, tales eran las propiedades de los eventos relacionados con el Espacio Dimensional, la información podía viajar más rápido que la luz.
    -Virgen Santísima. -Exclamó Gray mientras veía ascender la línea de luz anaranjada a través del espacio. Por un momento la luz hizo visible una parte del Campo, creando una lluvia de rayos que se fragmentaron por los escombros en miles de haces.
    -Pero que mierda… -empezó a Articular Mike
    Gray activó inmediatamente el enlace de comunicaciones, tan fuerte que el golpe en su casco resonó en toda la cabina. -Rainbow aqui Río Grande. ¿Me reciben? ¡Rainbow contesten!
    Les respondió el sonido de la estática. Ahora estaban recibiendo toda una lluvia de señales de interferencia producidas por billones de fragmentos metálicos que producían pequeñas señales al colisionar unos con otros. Era imposible distinguir algo entre los ruidos de fondo.
    -Mierda, no puede ser. -Exclamó Gray mientras tomaba los controles y aceleraba los motores a máxima potencia.
    -Tranquilo Cap, vamos a perder los motores si los fuerza así.
    Gray ignoró los comentarios de su copiloto y agudizó la vista buscando la familiar silueta de la Colonia. La luz del arma ya se habia extinguido y salvo las estrellas, no se veía absolutamente nada.
    Una serie de pitidos llamaron su atención de inmediato.
    -La red de satélites de rastreo de la Rainbow está encendida. -Dijo Mike. ¿Estarán bajo ataque?
    -No, ese disparo vino del Campo. -Respondió el hombre volviendo su vista hacia el frente. -Pasó Algo con Ralph y los demás creo.
    -Mierda. -Volvió a exclamar el copiloto
    La nave aún estaba lejos de la Colonia. Incluso con los motores a pleno tardaron casi una hora en entrar a la zona de exclusión de vuelo controlada por la Rainbow. Gray activó los motores delanteros y la nave comenzó a perder impulso. Ahora estaban bajo el control del SILS que los guiaba a una aproximación automática a la Colonia.
    -Allá está. -Dijo señalando un pequeño puntito luminoso en medio de la negrura del espacio. -Parece que están bien.
    La Colonia tenía muy poca iluminación externa. Solamente las luces de navegación y posición reglamentarias. En realidad teniendo en cuenta que la gigantesca nave estaba anclada y con sus motores apagados, no estaba obligada a tener las luces de navegación encendidas.
    -¿Cual es la hora local en la Colonia? -Preguntó Mike mientras miraba nervioso el radar Cyclops.
    -Algo más de las ocho y media de la noche. -Gray deslizó su asiento hacia atrás y lo giró noventa grados, obteniendo así acceso al panel de ingeniería de la nave. -No creo que haga falta, pero voy a dejar cargado el motor FOLD, por si tenemos que salir pitando.
    -Me parece una buena idea. -Un pequeño pitido captó la atención del copiloto. -Tengo un contacto que viene hacia nosotros… no espera, va en dirección a la Rainbow.
    El viejo piloto volvió a acomodar su asiento en la posición de vuelo y echó una ojeada a la pantalla de radar. -Viene del Campo. -Dijo. -Espero que sea Ralph y su equipo.
    El sonido de una llamada entrante los sobresaltó, pero respiraron aliviados al escuchar la distorsionada y casi inaudible voz de Amanda.
    -Rio nde …..ciben? Aquí Co...a Rainbow. ...ndan. ...mbio.
    Gray activó el modo de alta ganancia de la antena de comunicaciones para tratar de mejorar la calidad de la señal. -Aquí la Río Grande. ¿Están ustedes bien? ¿Qué pasó?
    -Tuvimos un ….idente con ...a nave en el ...mpo. -Se escuchó por el comunicador. -El ...ipo esta bien, no hay heri… tunadamente.
    -Repita por favor Rainbow. La comunicación está a 20% -Casi gritó Gray por el micrófono.
    -Están todos bien. No hubo heridos.
    Ambos pilotos respiraron aliviados. Ahora que ya estaban cerca de la Colonia la comunicación se había vuelto mejor.
    -¿Eso fué un cañón de energía dimensional Amanda?
    -Al parecer se activó el armamento de uno de los cruceros del Ejército de Supervisión.
    -Mierda, como lo que nos contó el profesor de historia. -Dijo Mike, -La trampa Cazabobos que empezó la Primer Guerra Espacial ¿No?
    -Eso parece. -Dijo Amanda suspirando.

    Recorrieron en silencio los últimos kilómetros que los separaban de la Colonia. Enseguida pudieron distinguir las luces de navegación de las naves que venían en dirección contraria, osea desde el Campo.
    El sistema SILS asignó automáticamente la prioridad de aterrizaje al equipo de Ralph, ya que estaban con una situación de emergencia declarada. La Río Grande se colocó en un patrón de espera circular orbitando la Rainbow a unos 300 metros de distancia mientras los “Recolectores” entraban directamente al hangar principal.
    -Mire Cap. -Dijo Mike señalando las naves, ahora visibles al ser iluminadas por los reflectores de la esclusa de entrada del hangar principal. -Eso es un VF-17!
    -Mierda, mira en que estado esta.
    El avión caza volaba un poco por detrás del transporte, ahora que estaban más cerca pudieron apreciar con detalle los daños producidos por estar en las cercanías de tan terrible arma de destrucción. Todo el fuselaje superior del caza mostraba daños en sus paneles. Los estabilizadores verticales estaban intactos pero los bordes traseros estaban curvados, como si el calor los hubiera ablandado y deformado. Sobre el fuselaje había un soporte para equipo extra, pero sea lo que sea que hubiese estado montado ahí arriba, había sido arrancado durante el incidente. Se podían ver aún los cables sueltos que arrojaban pequeñas chispas en donde el soporte se conectaba a la estructura del avión.
    -Estuvieron demasiado cerca. -Dijo Gray moviendo la cabeza. -Demasiado.
    El transporte tampoco había salido indemne. Estaba abollado en varias partes y giraba lentamente sobre sí mismo, al parecer uno de los propulsores vectoriales no funcionaba del todo bien y desbalanceaba la nave obligando al piloto a corregir la actitud de vuelo constantemente.
    Sobre el transporte estaba Ralph, sujeto de una manija por detrás de la cabina. Su traje de trabajo también mostraba golpes y abolladuras, pero se lo veía intacto.

    Gray activó la frecuencia general que se usaba para comunicarse con el tráfico espacial que había en los alrededores. -¿Estas bien Ralph? ¡Tenes un aspecto horrible!
    El gigante giró la cabeza y levantó el puño en dirección a la nave de carga, extendiendo el dedo del medio hacia arriba en un reconocible gesto internacional.
    -Es un amor. -Dijo Gray a Mike mientras hacía destellar las luces exteriores contestando al “saludo” de su amigo.
    Los Recolectores desaparecieron dentro de la Colonia y la Río Grande describió otra vuelta alrededor de la gigantesca nave.
    -Un VF-17… murmuró para si Gray
    -Era una versión que yo no conozco. -Dijo Mike reclinándose en su asiento. ¿Alguna vez había visto un VF-17 con cabina en tándem?
    -Se que hace unos años modificaron algunos, pero no se qué versión sean. En todo caso no era la versión 171 que se usa ahora.
    -Los VF-171 son el “airframe” del 17 remotorizados y con las cabinas nuevas. Aviónica de Nueva generación y todo eso. Ese parecía tener solo la cabina modificada. Además ese esquema azul oscuro… Parecía de Operaciones Especiales ¿No?
    -Ya nos enteraremos chico…
    Completaron el circuito de espera y la computadora los colocó en ruta de atraque. Las enormes luces del hangar le dieron la bienvenida mientras el carguero pasaba cómodamente por la enorme esclusa de metal. Unos cuantos metros más adelante los esperaba una bahía de atraque preparada especialmente para recibir cargas. La Rio Grande entró en la estructura esquelética y quedó firmemente sujeta por anclajes magnéticos que la mantuvieron en su sitio mientras una enorme grúa se ponía en funcionamiento. En diez minutos los tres containers fueron separados del carguero e ingresaron al sistema de transporte logístico de la Rainbow, desplazándose por una serie de rieles a lo largo de elevadores en la pared, desapareciendo rápidamente entre las vigas y soportes del techo.
    -Descarga lista.
    -Mercaderia entregada. -Dijo Gray por radio.
    -Recibido Rio Grande, proceda al hangar principal. -Contestó una voz joven.
    -¿Annie? -Preguntó Mike.
    -Amanda acaba de salir corriendo hacia el hangar. -Dijo la joven con evidente tensión en la voz. -Parece que esta todo bien pero por las dudas enviamos un equipo de emergencia a recibir al equipo.
    -Entiendo Annie. -Dijo Gray. -Gracias por todo, cambio y fuera.
    -Bienvenido Gray, tú también Mike. -Dijo la joven mientras cortaba la transmisión.
    Con una sacudida el carguero abandonó el anclaje y se movió lentamente hacia delante. La última compuerta estaba justo delante de ellos, por lo que Gray activó los motores de gravedad locales, usando el campo gravitatorio local de la Rainbow para maniobrar por la zona de atraque.
    Entraron lentamente al hangar principal y lo encontraron completamente iluminado, algo que Gray no había visto desde hace mucho tiempo (Y Mike nunca en sus 5 años de servicio en la Río grande)
    -Fiuuu! -silbó sorprendido el copiloto. -Esta cosa es ENORME.
    Gray no dijo nada y desconectó el sistema SILS, tomando el control completo de la nave. A unos cien metros por delante podían ver al equipo de trabajo recién llegados del Campo. Los rodeaba una comitiva de vehículos de transporte y uno de ellos era una ambulancia. Distinguió rápidamente a Ralph, que se encontraba sentado y con la espalda apoyada contra una enorme plataforma móvil cargada con enormes placas de metal.
    -Parece que están todos bien. -Dijo Mike
    El viejo piloto distinguió también los dos únicos uniformes de vuelo que desentonaban con los del gentío. -Esos son los pilotos del VF-17. -Dijo señalando a través del cristal de la cabina.
    -Ah pero… ¡Aquella es una mujer! -Dijo emocionado Mike.
    Gray no lo dejó ver mucho más, porque giró la nave ciento ochenta grados y la comenzó a descender en el lugar destinado especialmente para el estacionamiento de la Río Grande. Un enorme rectángulo amarillo cubierto con rayas diagonales marcaban el lugar en el piso metálico. Sin titubear, Gray descendió suavemente en la marca, con la experiencia de haberlo hecho cientos de veces. La enorme nave se posó sobre el tren de aterrizaje con una imperceptible sacudida.
    -Motores apagados.
    -Listo. -Dijo mike mientras se desabrochaba el cinturón de seguridad.
    -Andá bajando chico. -Dijo Gray mientras comenzaba a quitarse su cinturón. -Voy a llenar el reporte de vuelo y te alcanzo.
    Mike ya había empezado a abrir la compuerta y saltó con alegría el medio metro de altura que lo separaba del suelo. Se estiró un poco y realizó unas pequeñas flexiones, después de todo hacía casi cinco días que no experimentaba la gravedad en su cuerpo. Luego echó a correr torpemente en dirección al gentío que rodeaba a Ralph mientras se quitaba el casco de vuelo. Estaba ansioso por saber qué había pasado.

    Gray esperó a que su compañero saliera y se levantó pesadamente del sillón. Tomó una varilla metálica que estaba enganchada en una de los laterales y caminó hasta el centro de la cabina de mando, luego se agachó en un punto donde se unían varias placas de metal. Una pequeña muesca marcaba un dispositivo oculto que una vez activado abrió una compuerta disimulada en el piso de la cabina. Gray miró a través del agujero y pudo ver el piso de metal del hangar de la Rainbow. Activando las luces de su casco iluminó la placa metálica y descubrió un agujero del tamaño de un perno mediano. Hacía mucho tiempo que no usaba ese escondrijo. Por suerte no había signos de corrosión y la placa se levantó fácilmente cuando Gray metió la varilla en el agujero y levantó la placa a través de la escotilla.
    Levantándose trabajosamente, caminó hasta el fondo de la cabina y quitó los seguros a la enorme valija metálica que tanto había despertado la curiosidad de Mike. Por suerte estaba equipada con cuatro pequeñas ruedas, por lo que empujarla hasta la escotilla no le demandó mucho esfuerzo. Bajarla a través del agujero fué mucho más difícil, la cosa pasaba ajustadamente por la abertura, pero disponía de tiempo por lo que al cabo de unos minutos terminó la tarea y cerró ambas aberturas.
    -Espero que sepas lo que estás haciendo Matt. -Dijo el piloto mirando con desconfianza la escotilla.
     
  14.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

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    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
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    33



    Leonardo golpeó furioso la consola. Era inconcebible que el equipo de comunicaciones fallara en ese preciso instante. Dejando su asiento se impulsó brevemente con una pierna hasta uno de los paneles del fondo, donde se monitorizaban diferentes sectores de la estación. Eligió una de las cámaras de vigilancia externas y trató de moverla para enfocar la antena de transmisión FOLD. Al tercer intento la cámara se movió y confirmó las sospechas del viejo técnico; la antena ni siquiera se había desplegado.
    -Figlio di puttana -Exclamó en su italiano natal mientras apagaba la pantalla. Alguien iba a tener que hacer un EVA (1) para arreglar esa cosa. La antena de comunicación FOLD era el único vínculo con el resto de la raza humana.
    Estaba preocupado por lo que pudiese haber sucedido con Gray y la Colonia. Leonardo había sido “vecino” de la Rainbow desde que esos extraños colonos habían llegado desde la lejana Flota 37... ¿Hace 14 o 15 años? Mierda, había pasado tanto tiempo que ya no lo recordaba.

    Eran los únicos seres humanos que habitaban esa parte de la Galaxia, salvando la flota de reconocimiento que ocasionalmente pasaba por la zona, esos 22 años luz de distancia eran nada comparados con la distancia a la que estaba La Tierra o Eden, por poner un ejemplo. En argot astronómico, la Rainbow y la Barrow compartían prácticamente el mismo vecindario.

    Al principio Leonardo tuvo muchas dudas sobre esa gente ¿Que habían venido a hacer desde tan lejos? ¿Porqué habían elegido ese extraño lugar para radicarse? El sector EFF-04776 era un lugar peligrosísimo para los humanos; Una poderosa anomalía que podía desgarrar por completo el casco a la nave mejor preparada y por si fuera poco un cementerio de naves Zentradi de vaya a saber que batalla acaecida hace cientos de años… y sin embargo una Nave Factoría había llegado hasta allí, escoltada por una escuadra completa de naves de la U.N.Spacy.

    En solo unos días toda la flota se había retirado en un FOLD masivo, dejando a la gigantesca nave “anclada” a solo unos cuantos miles de kilómetros del Campo.
    Sola.
    Leo recordaba esa época, como los rumores habían corrido entre el personal de la Barrow. Sobre cómo era posible que un grupo de exiliados de Ciudad 7, con un historial de odio racial hacia los Zentradis hubiesen logrado la independencia y el privilegio de usar semejante nave.
    ¿Eran realmente Colonos? ¿No se trataría de un experimento militar o un campamento de prisioneros disfrazado? Las teorías conspirativas eran variadas y casi no se hablaba de otra cosa en la estación.
    Al principio el contacto era casi nulo. Los investigadores de la Barrow perdieron muy pronto interés en esos colonos que, según la opinión popular, estaban chiflados. Probablemente seguirían en ese lugar durante varias décadas hasta que se aburrieran o alguna tragedia humanitaria los obligara a abandonar su colonia.
    Pero nada de eso había pasado en los años subsiguientes y todos se acostumbraron a esa presencia invisible, más allá de las estrellas cercanas.

    Fué Gray y su nave de transporte, la “Río Grande” quien, poco a poco, fue creando un vínculo entre ambos asentamientos.
    La primera vez que escuchó la voz de Amanda fué casi tres años después de la “fundación” de la Colonia Rainbow. La Rio, como la llamaban todos cariñosamente, había sufrido un desperfecto grave en uno de sus motores y debió permanecer casi una semana en la Estación Barrow, hasta que una pequeña nave de correo llegó desde una colonia “cercana” a más de 5 días de Salto FOLD de distancia con los repuestos necesarios.
    En esa época los turnos de observación se hacían con tres operarios en la Torre de Control. Los militares mantenían una dotación completa de investigadores que realizaban una gran variedad de monitoreos y observaciones usando los “pétalos” de la Barrow, equipados con toda clase de aparatos científicos de medición.
    Grande fué la sorpresa de Leo cuando recibió la comunicación y comprobó de donde venía. El silencio se hizo en La Torre mientras Leonardo desviaba la llamada a través de los parlantes de la habitación y la voz de una mujer se escuchó con claridad por la comunicación dimensional del espacio FOLD..

    -Aquí Colonia Rainbow ¿Me reciben Estación Barrow?

    Leonardo tomó el comunicador y vaciló unos instantes. Toda la torre de control lo estaba observando. -Aqui Estación de Investigación Remota 4. Los recibimos bien Rainbow. Cambio. -La mente de Leonardo trabajaba deprisa recordando todos los rumores que había escuchado sobre la extraña Colonia. Recordaba algo sobre una administración mixta, de un acuerdo de explotación comercial entre una empresa u organización privada y la U.N.S, quienes habían designado un administrador civil.
    -Soy La Capitán Amanda. Amanda Kyle de la nave factoría Rainbow y La Colonia de civiles que la habitan.
    Una pequeña chispa se encendió en algún lugar del cerebro de Leonardo. ¿Kyle? Ese apellido le sonaba de algo...
    -Le habla el Director de Investigaciones Leonardo Viccenzo. ¿En qué puedo ayudarla Capitán?
    Siguieron unos segundos de silencio. Luego la voz que se escuchó por el altavoz sonó mucho más distendida. -¿Es usted por casualidad “el” Viccenzo que trabajó junto a los técnicos del portaviones Prometheus?
    Leo suspiró. Incluso en ese alejado rincón de la galaxia todavia habia gente que recordaba sus días en la primera guerra espacial. -El mismo. -Dijo echando una mirada de reojo a sus compañeros, que estaban demasiado perplejos para decir nada. -Y supongo que usted estará emparentada con cierto Jhonatan Kyle que comandaba una unidad de Destroids a bordo del mismo portaviones ¿O me equivoco?
    -Mi padre me habló mucho de usted. -Dijo Amanda. -Me sorprende saber que se encuentra aquí en la periferia de la galaxia.
    -Es una larga historia Capitán, pero me parece que está usted más interesada en la Río Grande que en las historias de un viejo jefe de mantenimiento ¿O no?
    -¿Sucedió algo con la nave de correos? -Preguntó preocupada la voz femenina.
    Leonardo se acercó al cristal de la ventana de la torre de control y miró hacia los amarres de la estructura del pilar central, donde la Rio Grande estaba anclada rodeada de un andamiaje temporal que el equipo de mantenimiento había montado para colocar el nuevo generador de campo WARP. Las luces de los soldadores de plasma brillaban sobre la parte superior del casco y Leo sabía que en ese preciso instante los operarios estaban sellando el compartimento del dispositivo FOLD.
    -Deberían estar saliendo en unas 5 o 6 horas más. -Dijo el viejo técnico mientras se apartaba del ventanal. -El Capitán Gray tuvo suerte de poder salir del FOLD justo antes que su burbuja de campo WARP reventara.
    -¿Una Falla de Superficie? -Preguntó Amanda
    - Dice Gray que se generó justo delante de ellos, no tuvo oportunidad de hacer un escape. -Leo tenía la convicción que solo un milagro había salvado la vida de su viejo amigo. Con una burbuja WARP desestabilizada, las probabilidades de salir de un FOLD de una sola pieza eran ínfimas. No dudaba de la pericia del Capitán Gray, pero algunas cosas estaban más allá de la habilidad.

    Se escuchó un suspiro de alivio del otro lado de la comunicación. -Gracias por la información, Señor Director. -Dijo la Capitán Kyle. -Los esperamos con ansias.
    -Fué un placer Capitán, no dude en comunicarse nuevamente por cualquier cosa.
    -Ha sido un placer hablar con usted.
    La comunicación se cortó y Leonardo respiró aliviado. Dándose media vuelta miró a sus colegas que mantenían los ojos fijos en su persona.
    -¿Tengo algo en la cara? -Preguntó con una mueca. -¡A trabajar señores!

    Eso había sido hace tantos años que Leo no recordaba cuantos. Después del incidente con la Río, el contacto con Amanda Kyle había sido frecuente y la amistad fue creciendo entre ambos. La Barrow se convirtió en una parada obligada para todos los que llegaban a la Colonia, que si bien no eran muchos, de vez en cuando ofrecían algo de variedad a las rutinarias investigaciones que se hacían a bordo de la estación.
    Cuando la U.N.Spacy se reorganizó en la N.U.N.S y el presupuesto de investigación y mantenimiento comenzó a reducirse, la Colonia Rainbow se convirtió de pronto en la opción más conveniente cuando se necesitaba de un médico o algún componente de repuesto. Comparado con los 5 o 6 dias que se demoraba en hacer un FOLD hasta la base militar más cercana, las 10 horas que se tardaba en llegar a la Colonia eran una salvación para los investigadores.
    Los años pasaron y la tripulación de la estación fue mermando. Los puestos vacantes no se renovaron y pronto los pasillos y módulos de la barrow se vieron envueltos en un silencio total.
    A pesar de todo, Leonarda amaba a la vieja estación. El papel que desempeñara en el pasado había sido vital para la expansión humana a través de la galaxia, detectando planetas habitables, pequeñas flotas Zentradis que vagaban de forma errática en busca de combate y los restos diseminados de la Protocultura, ya sean civilizaciones aisladas o los restos de su avanzada tecnología.
    Pero el final estaba cerca, Leo y el resto del minúsculo personal de la estación lo sabían. En cualquier momento la Barrow sería declarada irrecuperable y se transformaría en otro blanco para que los militares probaran sus cañones de energía. ¿Y que haria despues? ¿Volver a La Tierra? Ya no quedaba nada en ese devastado planeta que lo atrajera a pasar sus últimos días. Ni siquiera podría visitar la tumba de sus padres. ¿Y asentarse en la Rainbow? La idea había sido de Amanda por supuesto. Durante una de las incontables charlas que mantuvieron sobre la ineptitud de los militares y el destino de la Barrow, Amanda le había sugerido que se radicara con ellos en forma permanente, cosa que a Leonardo no le pareció mala idea.
    -¡Robert! -Gritó por el micrófono que llevaba adherido a sus auriculares.
    Era seguro que su compañero estaba durmiendo a esa hora, pero desplegar esa antena y emitir el pedido de ayuda era prioritario. Quien sabe cuanto tiempo tardarian esos estúpidos militares en reaccionar cuando detectaran el disparo del Campo… era menester actuar de la forma más rápidamente posible. -¡Robert despertá, catzo!
    -Estoy despierto, estoy despierto. -Se escuchó la voz del hombre. -¿Que te pasa?
    -La antena de comunicaciones FOLD no se despliega, hay que ir a abrirla manualmente.
    -¿Que? -Se escuchó en un grito. -¡La revisé la semana pasada Leo!
    -Y la vas a revisar y arreglar de nuevo ahora mismo.
    Por los sonidos que se escucharon a través del auricular, era evidente que Robert había arrojado su equipo de comunicaciones contra la pared o algo asi. En todo caso Leonardo cortó la comunicación y se dirigió al depósito de trajes para operaciones externas.

    Veinte minutos más tarde, un malhumorado Robert llegaba flotando desde los camarotes del personal echando miradas hostiles a su jefe. Leo sonrió inocentemente mientras abría la compuerta para que su amigo entrara en el traje, que se encontraba sujeto a un marco especial que facilitaba la tarea de ponerlo o quitarlo a la tripulación de la nave.
    -Me vas a dar una jornada completa de descanso por hacer esto. -Dijo el compañero de Leo al entrar en el traje.
    -Va fangulo. -Exclamó suspirando el viejo técnico mientras accionaba el dispositivo de despliegue. El enorme marco de metal con el traje de mantenimiento comenzó a moverse por un riel en el techo hasta la compuerta de salida. Las luces de aviso se encendieron al abrirse la puerta y el traje con Robert dentro entró en la esclusa.

    Leonardo salió del compartimento y usando una de las cintas móviles que surcaban las paredes, se dejó llevar por el anillo de interconexión de la torre hasta la sala de control. Si las cámaras externas funcionaban, podría monitorear la tarea de Robert y ayudarlo por si tenia alguna dificultad. Se sentó en el asiento del operador de la consola de observación y se ajustó el cinturón de seguridad para evitar salir flotando al menor movimiento.
    Tal y como esperaba, solo una de las cámaras externas funcionaba, Leo pudo entonces ver a través del monitor como Robert, sujeto por un arnés a uno de los cables tensores que unían la torre con el casco externo, se deslizaba rápidamente.
    -Cuidado Rob, vas muy deprisa.
    Robert contestó con un gruñido y detuvo su impulso con ambas piernas en el momento de colisionar contra la plataforma metalica.
    -No soy tan viejo como vos, Leo. -Dijo con una mueca. -Voy a salir.
    -Te recibo bien, andá con cuidado.
    Todas las plataformas que formaban el entramado de “pétalos” de la Estación Barrow estaban separadas entre si por espacios que oscilaban entre unos escasos centímetros a varios metros de ancho. Robert pasó cómodamente entre las dos plataformas que tenía delante y salió al exterior de la estación.
    El majestuoso espectáculo de millones de estrellas desplegándose ante sí no impresionó al viejo Robert, quien llevaba realizando caminatas espaciales desde que había llegado a la Barrow 15 años atrás. Era uno de los miembros más viejos de la estación, aunque no tanto como el Director Viccenzo y la persona en que Leo más confiaba.
    Como la enorme estación espacial era casi hueca, prácticamente no generaba un campo gravitatorio que se pudiera sentir, por lo que Robert tuvo que volar al ras de los detectores usando los propulsores de su traje de vuelo. Luego de recorrer un centenar de metros y rodear la base de la estación, la cápsula que contenía la antena de transmisión FOLD quedó visible. -Hija de puta. -Pensó Robert mientras se acercaba lentamente y utilizaba los propulsores para frenar justo al alcance de las manijas de sujeción en la base de la antena. El dispositivo constaba de tres paneles de transmisión ubicados en forma de array, de modo que podían crearse microFOLDS en cualquiera de los tres ejes de dirección y enviar paquetes de datos con una elevada tasa de transferencia a través del espacio dimensional. El conjunto de arrays estaba sellado por un escudo cilíndrico que se desplegaba hacia afuera al momento de transmitir datos y era ese escudo el que Leo había estado tratando de desplegar sin éxito desde la torre de control.
    -Ya estoy en la base. -Informó Robert por la radio. -Probá desplegar la antena a ver que puede ser desde acá abajo.
    Dentro de la torre de control, Leonardo volvió a iniciar el procedimiento de despliegue de la antena. Las barras de progreso volvieron a llenarse a medida que la computadora ejecutaba los comandos necesarios para iniciar el despliegue y puesta en funcionamiento de la antena. mirando una pequeña ventana de video en vivo, Leo comprobó que nada se movia en el armazón del instrumento.
    -Rob, revisá la terminal autónoma de la base.
    -Ya estoy en eso.
    El técnico abrió un pequeño compartimento en la base de la estructura de la antena y una pantalla se desplegó frente a sus ojos.
    -Accediendo a los registros de comandos. -Dijo mientras tecleaba la contraseña que solo conocían los técnicos para realizar el mantenimiento. Una larga lista de datos se desplegó en la pantalla, listando todos los comandos enviados desde la torre y un resumen de la cantidad de datos transmitidos durante cada sesión.
    -No figura ningún comando de apertura de la antena en el registro.
    -¿Cómo que no? -Preguntó intrigado Leonardo.
    -El último registro de apertura y transmisión es de hace tres horas aproximadamente.
    -No puede ser. Hace dos horas no había nadie en la torre de control.
    -Te envío una copia del re- Un estallido de estática saturó la comunicación y la frase de Roberto quedó cortada en el aire.
    -¡Roberto! ¿Me escuchas? -Gritó Leonardo inútilmente por el transmisor. -¡Mierda!
    El veterano técnico giró en la silla con la intención de ir hacia la consola principal, donde podria cambiar los canales de comunicación por una línea más confiable, más cuando hubo completado el giro, sus ojos se toparon con una aparición inexplicable.
    Leonardo Viccenzo no se consideraba un verdadero creyente. Había sido bautizado cristiano durante sus primeros años en su Italia natal y conocía la pequeña iglesia de su pueblo y las figuras pintadas en el pequeño altar donde se daban misa todos los domingos, por eso cuando vió el rostro de esa mujer proyectado en el enorme espacio que generalmente ocupaba el holograma del radar de rastreo, exactamente en el centro del puente de mando, lo primero en lo que pensó fué en la Virgen María.
    -Santa Madonna! -Exclamó Leonardo haciendo la señal de la cruz.
    La mujer tenía la mirada fija en Leonardo, pero su rostro emanaba una serenidad absoluta. Parecía estar flotando en el aire como si perteneciera indudablemente a ese lugar. Las luces que proyectaban la imagen desde los lentes ubicados en el piso de la cubierta creaban un efecto de halo azulado alrededor de la imagen, que permanecía quieta y en silencio.
    Lo que el asustado hombre había tomado al principio como la túnica de una imagen santa eran en realidad los cabellos oscuros de la mujer, que se agitaban como bajo los efectos de una brisa inexistente, o tal vez eran productos de las ondulaciones de una corriente marina.
    Las luces de la torre de control se habían apagado, de modo que Leonardo estaba iluminado solo por el resplandor azulado de la misteriosa mujer. Lentamente, como si estuviera dentro de un sueño, el hombre soltó la hebilla que lo sujetaba a la silla y flotó en cámara lenta hacia la imagen. El rostro lo fascinaba y no podía pensar en otra cosa, ni en la antena, ni en Robert, ni siquiera en el destino de la Colonia Rainbow. Solo pensaba en esos ojos amarillos que lo invitaban a acercarse cada vez más… cada vez más cerca.
    Leonardo Viccenzo extendió su mano y acarició la mejilla de la mujer, sintiendo su calidez y un perfume misterioso. La aparición se rió como si fuera una niña y desapareció.

    El resplandor que entró por los cristales de la torre de control cegó momentáneamente a Leonardo, quien se despertó de inmediato en lo que él creía había sido un sueño maravilloso. Las luces del exterior estaban encendidas en su totalidad, pero no fué esto lo que alarmó al hombre. Colocando su mano sobre la frente para proteger sus ojos de tan intensa luz, apenas vislumbró la silueta que flotaba por fuera del cristal, a unos escasos metros de la torre. Leo pestaño y trató de enfocar mejor la imagen, parecía llevar una especie de tubo en las manos, además la figura no estaba realmente cerca del cristal, parecía que estaba cerca pero lo que en realidad sucedía era que se trataba de alguien o algo gigante, mucho más grande que un ser humano.

    Leonardo comprendió que era un Zentradi y lo que en ese momento estaba poniéndose en el hombro no era un tubo, era el lanzador de un misil.
    Cuando la carga de demolición entró por el cristal de la torre de control, la mente de Leonardo ya no estaba en el mismo sitio. Por un fugaz instante había vuelto a ser un niño camino a la escuela en una brillante mañana de Julio de un pequeño pueblo del norte de Italia, quien veía fascinado como una enorme bola de fuego cubría todo el horizonte y se agrandaba mas, cada vez más cerca, tan cerca que incluso pudo extender la mano para tocarla.

    1) EVA. Extra Vehicular Activity
     
  15.  
    Gerli

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    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
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    34


    Era sorprendente como las cabezas de los Archivistas Zentran se convulsionaba al ritmo de la información que iban asimilando con el rostro desencajado en una mueca de asombro… o al menos le parecía eso a Maya. Las protuberancias y venas que coronaban la cabeza de los extraños personajes latian y se revolvian violentamente, a medida que las imágenes eran proyectadas en el fondo oscuro que servía de escenario a una perturbadora revelación.
    Habían encontrado una de las últimas flotas principales del Ejército de Supervisión.

    Maya dejó de prestar atención a los espasmos de asombro de los dos Archivistas y se concentró en tratar de descifrar las imágenes. Era una gran concentración de naves ¿Cuantas? Millones aparentemente, parecían estar en desorden, como arrastradas por un viento cósmico que las hubiera amontonado en ese lugar alejado y distante de la galaxia, más a medida que los datos de diferentes sensores comenzaron a superponer la información como capas una encima de la otra, una imagen más ordenada fue surgiendo del caos.
    Había tres grandes concentraciones de naves, las cuales formaban un cúmulo alrededor de formas masivas que, al principio, habían pasado como clusters más pequeños de naves pero ahora aparecian definidas con mucho más detalle, como grandes naves fortalezas… tres de ellas. En un espacio que no abarcaba ni siquiera una fracción de un ciclo luz de diámetro.

    Exsedol era el único de los tres Archivistas que permanecía impasible a las imágenes proyectadas. Incluso los dos grupos de soldados que habían llegado antes que ellas echaban miradas de desconcierto a sus respectivos superiores. Era evidente que las noticias no le eran nuevas, pero si algo tan importante era conocido ¿Por qué se lo guardaba en secreto? Maya era una aprendiz, nunca había combatido en su vida, pero el pensar en una batalla de esa envergadura… sentía su corazón acelerarse y una impaciencia comenzaba a dominar su cuerpo. Captó un fugaz movimiento y vió que Virya la miraba con gesto de reprobación. ¿Es que su Capitán también podía leerle la mente? Maya respiró profundamente y trató de relajarse. Esto pareció contentar a la su superiora, quien volvió la vista hacia la pantalla.
    -Esto es…. -Uno de los Archivistas, el de más altura y con la piel de un verde ligeramente más intenso y brillante que el resto, lo que demostraba su “juventud”, habló con inseguridad.
    -Silencio. -La voz del Almirante retumbó en la espaciosa caverna. -Archivista Exsedol, informe los detalles.
    Exsedol inclinó la cabeza y se adelantó solo un par de pasos y se dió media vuelta, de modo que ahora estaba en el centro mismo del grupo de Zentradis que contemplaba la proyección holográfica. Todo el grupo centró su atención en el Archivista.
    -La información que tienen delante es una representación de las observaciones que mi Comandante ha obtenido durante las últimas 72 horas.
    Como respuesta a sus palabras, varios signos en lenguaje Zentradi aparecieron sobre las capas de datos informando la fecha y hora estelar.
    -Hace 26 horas detectamos esto. -Dijo sin dejar de mirar a los presentes.
    Todas las miradas se dirigieron a la pantalla mientras una serie de destellos naranjas y rojos aparecian en la periferia de la concentración de naves enemigas.
    -DEFOLDS masivos. -Dijo el Archivista más bajo. -Los números de contactos aumentan.
    -Se están agrupando. -Asintió Dortrad-Jen desde las alturas. -Sus números se han incrementado sin pausa desde que estos datos fueron recogidos. ¿Cual es su estimación?
    -Aproximadamente entre ocho y diez millones de naves y 3 superfortalezas. -Dijo Exsedol sin pestañear.
    -Es inaudito. -Exclamó el Archivista más alto sin quitar los ojos de la proyección. -No se tienen registros de una concentración similar de enemigos desde…
    -Desde que la Directiva Primaria fué anulada.
    El silencio que siguió a las palabras del Almirante fué prolongado.
    No hace falta decir que toda esta charla resultaba completamente inentendible para Virya y su escuadrón. Las guerreras poseían un cierto conocimiento de estructura “social” de la maquinaria bélica Zentradi, pero salvo el conocimiento intrínseco de saber quienes eran sus enemigos, nada sabían sobre la guerra ni como había empezado todo. ¿Y era realmente importante saberlo?
    Los dichos del Archivista resonaron en la cabeza de Virya “Ciertas palabras es mejor que solo sean conocidas por unos pocos individuos.” ¿Que era esa “Directiva Primaria”? ¿Que tenía que ver con sus enemigos?
    Fue el Archivista alto quien rompió el silencio.
    -Los datos sugieren que llevan bastante tiempo agrupandose. -Hizo una pausa mientras las venas de su cabeza latían con vigor. -Esta clase de comportamiento no se había observado antes.
    -Porque el Ejército de Supervisión carecía de organización centralizada. -Exsedol movió la cabeza como descartando un pensamiento. -Hasta ahora.
    -Deculture! -Exclamaron ambos oficiales. -¿Sugiere que estamos ante una operación organizada? -Exclamó el Zentradi más bajo con incredulidad.
    Un sonido profundo se escuchó por encima del grupo y todos levantaron la vista hacia el enorme cuerpo de Dortrad-Jen, muchos de los cables y apéndices que conectaban la nave con el Almirante se movían y temblaban con violencia. Era innegable que la revelación del Archivista lo habían puesto nervioso.
    -Solo estoy ofreciendo una interpretación lógica a los datos a los que he tenido acceso. -Dijo Exsedol bajando la vista hacia sus colegas.
    Los dos archivistas se miraron con desconcierto.
    -Necesitamos más datos. -Dijeron casi al unísono. -Esta situación inesperada requiere de un análisis más profundo y….
    -Se van a escapar.
    Ahora si que se había producido un verdadero silencio en la estancia. No solamente todos los presentes habían enmudecido de inmediato, también se habían acallado los murmullos de la maquinaria biológica que alimentaba el cuerpo del Almirante. Quien había hablado era una de las guerreras del grupo de Virya.
    -Maya! -Exclamó Virya dándose la vuelta, pero quedó paralizada al ver la tranquilidad con la que su subordinada permanecía firme mientras observaba directamente a Dortrad-Jen
    Los archivistas había abierto los ojos, que parecían a punto de salirse de sus órbitas, los cráneos estaban latiendo en forma violenta, mientras murmuraban palabras ininteligibles.
    -Adhiero a ese…..análisis. -Dijo Exsedol ignorando a sus estupefactos colegas y mirando directamente al Almirante. -Se están preparando para un FOLD masivo. Si vamos a atacarlos, debemos de hacerlo de inmediato.
    -Maya Lagrexia 732… -La voz de Dortrad-Jen pareció sonar distante. -Discutiremos los asuntos que atañen a estas Meltran luego. -Dijo inclinando el enorme cuerpo sobre los soportes que lo sostenían. -Debemos atacar al Ejército de Supervisión en cualquier lugar del universo en donde se los encuentre. No hay cambios en nuestra misión.
    -Entonces nuestra destrucción es inevitable. -Dijo el Archivista bajo con un ligero temblor en su cabeza. -Las probabilidades de supervivencia de nuestra flota a un ataque a gran escala son…
    -Lo suficientemente escasas como para que no tenga sentido perder tiempo en calcularlas. -Dijo el Almirante. -Este escenario de combate amerita una serie de medidas acordes a lo inusual de la situación.
    La imagen proyectada se disolvió en el aire y todos los presentes quedaron contemplando el negro vacío.
    -¿A qué clase de medidas inusuales se refiere, Almirante? -Preguntó el Zentradi más alto.
    -A una operación conjunta.
    La voz era desconocida y provenía del pasillo por donde el grupo había llegado un rato antes. Un Zentradi avanzaba solitario en uno de esos transportes personales que flotaban a escasos metros del suelo.
    -Ah, Archivista Exsedol, lo esperábamos.
    Virya miró con asombro al Zentradi que avanzaba lentamente ¿Se llamaba igual que el consejero de Kreegan? El recién llegado penetró en la cámara del Almirante y se detuvo a cierta distancia.
    -Perdon por la demora, tuve que realizar varios FOLDS para garantizar que nadie me siguiera. -Dijo mientras descendía del aparato.
    Si el Archivista de Kreegan le había parecido viejo a Virya, palidecía ante el recién llegado. Era un verdadero veterano que superaba los cien mil ciclos de servicio.
    -Esta disculpado. Continue.
    -Soy Exsedol Folmo, Archivista de la flota del Comandante Britai, bajo el mando del Almirante Boddole Zer.
    El nombre de la flota Zentradi resonó en los oídos de Virya. Era la flota con la que había mantenido escaramuzas los últimos treinta ciclos. ¿Que estaba pasando?
    -Si combinamos las dos flotas, nuestras posibilidades de victoria aumentarán considerablemente. -Dijo el Archivista más bajo. -¿De cuantas naves dispone la flota de Boddole Zer?
    -Más de cuatro millones de naves de batalla listas para el combate.
    -Seguimos teniendo una desventaja numérica considerable. -Dijo el “Exsedol” de Kreegan. -Pero por otro lado, tenemos la iniciativa de poder comenzar nosotros el ataque.
    -Exacto. -Dijo Dortrad-Jen.
    Virya se sorprendió de darse cuenta que estaba ideando tácticas y posibles escenarios de lo que podría ser esa batalla ¿Desde cuando le importaban esas cosas? Liderar su escuadrón y explotar al máximo las capacidades de sus guerreras para atacar y destruir con eficacia al enemigo, eso era lo importante para ella y su única motivación ¿Por qué estaba pensando en cruceros de batalla y naves de asalto? Eso era trabajo de Kreegan y su Archivista.
    Y sin embargo se sentia extraña. Como si no aceptara del todo la idea de que otros decidieran su estrategia de combate.
    -Un ataque a tal escala requiere que seamos nosotros quienes escojamos el lugar donde se lleve a cabo ¿Qué sabemos del lugar de concentración de la flota enemiga? -Inquirió el Archivista recién llegado.
    -No mucho. -Dortrad-Jen volvió a proyectar la pantalla, que ahora mostraba a la flota enemiga desde lo alto. -Pero sabemos hacia dónde se dirigen.
    Ahora se veía claramente la formación de las naves, a medida que las horas pasaban, los grupos habían cambiado de posición y ahora el conjunto tomaba lentamente la forma de una punta de flecha. Dortrad-Jen insertó una línea central y la proyectó hacia la dirección en la que el grupo enemigo apuntaba. La línea roja cruzó los brazos de la espiral galáctica y se adentró hacia el centro de la misma.
    -El centro de la Galaxia -Exclamó sorprendido el archivista alto. -¿Por qué se dirigen en grupo hacia allí?
    -No lo sabemos, pero no dejaremos que lleguen a destino. -Afirmó el Almirante. -Forzaremos a que entren en FOLD con un ataque preventivo. Cuando están en tránsito por el espacio dimensional crearemos una disrupción en medio de su ruta y forzaremos un DEFOLD de sus fortalezas, el plan es destruirlas antes que el grueso de sus naves puedan contraatacar.
    -Entonces el plan depende de dos factores fundamentales. -El “Exsedol” de la flota de Boddole-Zer miró la pantalla mientras hacía temblar su protuberante cabeza. -Forzarlos a entrar en FOLD e interceptar las tres Superfortalezas. ¿Cómo llevaremos a cabo esas dos tareas?
    El Archivista de Kreegan dió un paso al frente. -Si atacamos en la retaguardia de su posición actual tendremos la ventaja de evitar el fuego de sus fortalezas. Su tamaño y masa las hace casi imposibles de maniobrar rápidamente para apuntar su cañon principal. Estarán obligados a entrar en FOLD y usar sus naves de batalla más rápidas para rechazar el ataque de la retaguardia y evitar la persecución pero… -Dijo bajando la cabeza mientras hacia una pausa. -El asalto debe ser total, no deben sospechar que es una fuerza menor la que los ataca. No hay retirada posible.
    -Una misión suicida. -Dijo el archivista bajo abriendo los ojos de par en par.
    -Kreegan estará a cargo de ese ataque.
    Virya se sobresaltó al oir la voz de Dortrad-Jen. ¿Acaso había escuchado bien? ¿Su Almirante estaba a punto de enviar a su mejor comandante a la muerte?
    -Con gusto acompañaré al Comandante Kreegan hasta el final. -Dijo Exsedol inclinando la cabeza.
    -No. -La negativa resonó como un trueno en la estancia. -Usted es el Archivista más experimentado de mi flota, tengo otra misión acorde a sus capacidades.
    Por primera vez Virya veía a Exsedol sorprendido. El Zentradi había quedado paralizado mientras las venas de su cabeza latian con violencia. Finalmente, al cabo de unos segundos pareció dominarse.
    -Como usted diga Almirante.
    El archivista alto se adelantó unos pasos. -¿Como forzaremos el DEFOLD de las fortalezas?
    -Con una burbuja WARP en colapso. -Explicó el Almirante. -Enviaremos varios cruceros Nupetiet-Vergnitzs a que las intercepten dentro del espacio FOLD, deben impactar la burbuja WARP de las fortalezas con sus propias burbujas en proceso de colapso. La reacción en cadena producirá que toda la fortaleza entre en degeneración WARP crítica y sea expulsada al espacio, donde nuestras flotas combinadas las destruirán una por una.
    -¿Cuantos cruceros se necesitan para crear la degeneración WARP de una Superfortaleza? -Preguntó el Exsedol de Kreegan.
    -Uno solo que haga contacto con la burbuja de la nave enemiga será suficiente. -Dortrad-Jen emitió un sonido burbujeante de desagrado. -Pero debemos aumentar las probabilidades de éxito. Que sean Tres los cruceros que ataquen a cada fortaleza.
    Los Archivistas asintieron al unísono.
    -Más sacrificios. -Dijo el archivista alto. -Esta batalla será muy costosa para ambas flotas.
    ¿Costosa? -Pensó Virya -Iban a destruir por completo la flota en el ataque ¿Acaso no había otra forma? ¿Otra estrategia? La expectativa de pelear en una batalla de proporciones gigantescas hacía que su corazón latiera con fuerzas pero… Kreegan ¿Por qué elegir al mejor comandante para una misión donde su muerte estaba asegurada? y lo que más le preocupaba ¿Por qué estaba pensando en el oficial que había intentado matarla solo un par de horas antes? No es que lo encontrara objetable, los Comandantes tenían autoridad total sobre sus subordinados e incluso, hasta la propia Virya, reconocia que matarla con sus propias manos habría sido una medida ejemplar en vistas de lo que había hecho con ese escuadrón de novatas y su instructora.
    El escuadrón de Virya era parte de la flota de Kreegan ¿Ellas también iban a sacrificarse por la misión?
    Giró un poco la cabeza y miró a cada una de las chicas de su escuadrón. Estaba completamente orgullosa de cada una de ellas. Eran una maquinaria de matar extremedamente eficiente, que reaccionaban a sus órdenes como si fueran extensiones de su propio cuerpo.
    Saber que su última batalla se acercaba la hacía sentir extraña, pero lo más extraño era no poder definir lo que estaba sintiendo ¿Acaso había una palabra para expresar lo que sentía? ¿La sabria alguno de los Exsedol…?
    Y luego estaba la novata… Maya. Tenía un potencial enorme, pero sin entrenamiento era solo una molestia en el campo de batalla. Todos los planes que Virya había imaginado para moldear e incrementar su capacidad de lucha se habían ido por el excusado al momento de conocer el destino de la flota de Kreegan.
    -¿Donde será el punto de intersección?. -La voz de uno de los Archivistas trajo la mente de Virya de vuelta al presente.
    -Aqui. -Dijo el Almirante indicando un punto en la línea roja que se extendía a través de la galaxia. -Que la flota de Boddole Zer se ponga en camino inmediatamente para preparar la emboscada.
    -Transmitiré los detalles de la operación inmediatamente. -El Archivista de la flota Boddole Zer inclinó la cabeza en dirección al Almirante Dortrad-Jen- Destruiremos de un solo golpe a todos nuestros enemigos.
    Un apéndice filamentoso descendió zigzagueante desde el cuerpo del Almirante hasta llegar a la altura del Archivista, de entre las ropas de este último surgió un apéndice más pequeño que se conectó por medio de pequeños filamentos como si de un cable se tratase. Los detalles del plan y la información recogida por Kreegan pasaron a formar parte de la memoria del Archivista.
    -Será un combate glorioso. -Dijo mientras subía al pequeño transporte personal y se ponia en marcha.
    Todos los presentes inclinaron la cabeza mientras el Archivista pasaba delante de ellos y cuando el pequeño vehículo pasó por delante de Virya, se detuvo por un momento y levantó su gran cabeza para mirar a la guerrera.
    -Curioso. -Dijo el Zentradi mirando desde abajo a la piloto. -Luego, sin decir más, volvió a ponerse en marcha y desapareció por el mismo túnel que había llegado.

    Pasaron unos momentos de silencio, fué Dortrad-Jen quien habló primero.
    -Desde los tiempos de la República Estelar no se han realizado operaciones conjuntas entre flotas Zentradi. -Dijo mientras alzaba su cuerpo por sobre la enorme cámara. -Pero es vital que destruyamos a nuestros enemigos donde sea que los encontremos.
    -Así se hará, Almirante. -Dijo el Exsedol más bajo.
    -Solo nos queda la interrogante del motivo de este inusual despliegue de tropas. -El Exsedol más alto hablaba mientras miraba la oscuridad de la caverna, como tratando de ver más allá de las paredes de la fortaleza. -¿Por qué se dirigen hacia el centro de la galaxia? ¿Que esperan encontrar allí?
    -Si sobrevivimos a la batalla, lo averiguaremos. -Afirmó el Almirante. -Aunque es muy probable que esta sea nuestra última.

    Los presentes guardaron silencio mientras una serie de máquinas se ponian en marcha en las paredes de la cámara de Dortrad-Jen. El cuerpo del Almirante intercambió algunas conexiones de tubos aquí y allá mientras varias protuberancias se inflaban o desinflaban cumpliendo alguna misteriosa función biológica o de control de la enorme fortaleza.
    Virya cayó en la cuenta que el propio Dortrad-Jen participaria tambien en la batalla. Así como los Rau eran a su vez arma y cuerpo de las Meltran, toda esta fortaleza era la armadura y arma del Almirante. ¿Como se sentiria el tener tanto poder bajo el control de un solo ser? La guerrera apretó la mandíbula con fuerza. Otra vez la incapacidad de encontrar las palabras necesarias para poner en orden sus pensamientos. ¿Como es que durante todos sus ciclos de combate jamás había tenido tanta necesidad de palabras? Era extraño y a la vez fascinante…. ¿Pero peligroso? Maldita sea la suerte que la llevó a encontrarse con un Exsedol. Pensó mientras echaba una mirada fulminante al Archivista.

    -Es hora. -Dijo finalmente el gigantesco Almirante mientras volvía a adquirir la expresión de antes. -Debemos comenzar inmediatamente.
    -Transmitiremos las órdenes a nuestros Comandantes inmediatamente. -Dijo el Exsedol Alto mientras llamaba a su vehículo personal.
    -Aún no. -Exclamó Dortrad-Jen. -Falta un asunto más antes de iniciar la batalla.
    -¿Asunto? -Preguntó intrigado el Exsedol de Kreegan. -¿Que asunto?
    -Una misión especial. -Dijo el Almirante. -Una misión que solo la mejor guerrera Meltran de mi flota puede llevar a cabo.
    Las Meltran levantaron las cabezas al unísono. Virya frunció el entrecejo. No le gustó nada lo que estaba escuchando.
    -Veo tres escuadrones de Meltran aquí. -Dijo el Exsedol Alto. -Y son las mejores guerreras de cada una de las escuadras que componen nuestra flota. ¿Como vamos a elegir al mejor de ellos?
    -Con un combate. -Dijo Dortrad-Jen. -Que la mejor guerrera sea la que sobreviva.
     
  16.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

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    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    3455
    35


    -Y por eso estamos metidas en este lío. -Exclamó entre suspiros la piloto Meltran.
    Incluso estando Micronizada era una piloto excepcionalmente alta para la media de las guerreras Zentradi, eso le había traído algún que otro malentendido con ciertos fans de una banda de rock, quienes veían en la joven guerrera un parecido extraordinario con cierta baterista de renombre universal. En todo caso era normal que ciertas Meltran se parecieran a otras. El proceso de fabricación con el que habían sido creadas en las flotas Zentradi previo contacto con la humanidad no creaba demasiadas variantes a la hora de definir los rasgos físicos y las similitudes eran algo común.
    Claro que Lagis tenía el pelo de un color rojizo, al contrario de la famosa baterista y lo llevaba largo y suelto, en clara oposición a la época en la que luchaba junto a sus camaradas Zentradi. El cabello de las meltran no crecía, solo al someterse al proceso de micronización los procesos de crecimiento de cabello y uñas se activaban en las guerreras ¿Porqué? Vaya uno a saber, los genes eran algo que no le interesaban en lo más mínimo, pero amaba su cabello largo.

    El transporte que pilotaba en esos momentos era un modelo bastante más pequeño que los transportes que se usaban en el espacio profundo, en las rutas interestelares que enlazaban los pequeños asentamientos humanos o las grandes flotas de inmigración. En realidad se trataba de una nave que había sido diseñada para mover bienes y personas entre diferentes naves de una flota o entre estaciones espaciales de órbita baja y asentamientos superficiales. El enorme equipo FOLD que coronaba la parte superior de la nave y la torreta de dos cañones que sobresalia de la parte trasera denotaba un uso y un propósito totalmente diferente al que originalmente había sido concebida.
    -Eso no aclara el porqué estamos aquí. -Dijo con tono ofendido su compañera, mientras flotaba boca abajo en la parte trasera de la cabina. Habían removido la separación entre cabina y espacio de carga, por lo que se podía observar el interior completo de la nave desde el asiento del piloto.
    -Ya te dije, la Directora cambió las órdenes originales. Se nos avisó que eso podía ocurrir si se producían alteraciones en el plan original.
    -Pero…..
    -Pero nada. -Dijo enfatizando la última palabra. -Estamos en espera y eso es todo lo que necesitas saber.
    La meltran que estaba cabeza abajo sacó la lengua en un gesto burlón movió su cuerpo violentamente y se enderezó de un solo movimiento, deteniendo su rotación con una de sus manos contra el techo de la cabina. Luego se alejó flotando hacia el compartimento de carga, que se encontraba totalmente vacío.
    La joven era más baja que su compañera, de cabello violeta y atado en una trenza, un color común en las guerreras, pero con la piel mucho más oscura, a diferencia del tono pálido que las Meltran poseían al estar confinadas en las naves de combate. Estas pequeñas diferencias denotaban el origen mestizo de la joven.

    Como habíamos dicho, el interior de la nave estaba completamente vacío y apenas iluminado por unas tenues luces rojas de posición. La cabina estaba mejor iluminada, pero las luces blanquecinas no llegaban hasta el fondo de la bodega, donde una serie de camastros adosados a la pared metálica conformaban el único mobiliario de la nave.
    Hacia la cama superior se dirigió flotando la joven quien, de un solo movimiento con uno de sus brazos, se balanceó sobre la pequeña baranda de la cama al tiempo que pasaba sus piernas por un pequeño anillo de goma, de modo que al acostarse sobre el colchón quedó firmemente adherida al mismo, sin peligro de salir flotando o rebotar descontroladamente al más mínimo movimiento del cuerpo.
    Unas pequeñas luces se encendieron por sobre la cama al detectar la presencia de la joven, quien sacó del bolsillo frontal de su traje de vuelo un pequeño pad y lo conectó a un minúsculo adaptador que sobresalia del costado de la cama. Inmediatamente una pantalla holográfica se desplegó delante de ella y un brazo mecánico con un teclado incorporado se desprendió de la pared colocándose debajo de la pantalla.
    La guerrera se dispuso a escribir una nueva entrada de su diario personal.

    -Nina… -La voz de la piloto se escuchó a través del pequeño altavoz adherido al traje de vuelo de la joven. -Estamos en espera, pero seguimos alertas. ¿Recuerdas…?
    Con una palmada sobre el control en su voluminoso pecho izquierdo, Nina apagó el intercomunicador y siguió escribiendo como si nada.
    30 metros más adelante, Lagis suspiró y se dió por vencida. Nina era una compañera estupenda y se llevaban muy bien durante las largas misiones de soporte en el espacio profundo, pero indudablemente seguía siendo una chiquilla de 17 años.
    Volvió a colocar su asiento en la posición de pilotaje. No es que hubiese nada interesante que ver a través del vidrio de la cabina, pero el tener una visión general de hacia dónde se dirigía la nave la hacia sentir mas segura.
    El tema es que la nave no iba a ningún lado.

    La última comunicación con sus superiores había sido hacía más de 28 horas. Le habían asignado un nuevo punto de DEFOLD y que se mantuviese en espera hasta establecer contacto con Verde Dos o recibir instrucciones del Control de Misión. Ni uno ni el otro habían dado señales de vida y la espera se hacía demasiado monótona para Lagis.

    Así que la nave flotaba silenciosamente en medio del espacio estelar, con sus luces externas apagadas y manteniendo un rígido silencio radial.
    Lagis volvió a revisar el radar dimensional, lo hacía en intervalos de 20 minutos para matar el aburrimiento. Era el único instrumento pasivo que tenía permitido usar en la misión, ya que podía monitorear los alrededores de su nave sin emitir ninguna clase de señal o radiación que alertara de su presencia.
    Todo seguía igual. Había habido un extraño pulso de energía hace unas horas, pero no había vuelto a manifestarse y además parecía ser bastante lejos ¿20 o 30 años luz? Ojalá Layla estuviera con ella, ella era la experta en estas cosas y podía distinguir una abeja de un abejorro a 10 años luz de distancia solo por la sutil diferencia en la vibración del movimiento de las alas.
    Trazó una línea con el dedo en la pantalla de la consola de mando y desplegó el historial de contactos del radar dimensional. Seleccionó el pequeño punto naranja y una serie de gráficos se desplegó en pantalla. Supuestamente mostraban información sobre qué cosa había perturbado el Espacio Dimensional y que clase de perturbación era ¿Un DEFOLD? ¿Una Anomalía? ¿Una Falla? Lagis solo veía rayas y algo que parecía ser un gráficos de ondas… ¿Longitud de ondas? Si, esa era la palabra. Las matemáticas no eran su fuerte, la historia en cambio, la fascinaba.
    La mayoría de los Zentradis que se habían integrado a la forma de vida de los humanos pronto descubrieron que, a pesar de su enorme adelanto tecnológico, eran prácticamente niños en cuanto a educación básica.
    No era de extrañar, los guerreros no necesitaban educación para hacer su trabajo. Eran creados con los conocimientos necesarios para hacer de ellos una eficiente máquina de guerra al servicio de la Armada Zentradi.
    Abrazar la cultura humana había sido una experiencia única y, en cierta forma, devastadora para los Zentradis. Muchos no habían sido capaces de soportar el cambio y habían rechazado por completo a la humanidad, incluso con violencia. Lagis sentía asco por esa clase de Zentradi. ¿Rechazar la cultura? ¿Cómo podría alguien rechazar una parte de si? Porque solo a través de la cultura un Zentradi podía verse a si mismo como un individuo independiente del resto, como un ser único e irrepetible, aún habiendo sido “fabricado” en masa por la armada Zentradi.

    Quienes experimentaban el shock cultural y decidían transformarse al nuevo orden, debían de pasar una serie de pruebas y adaptaciones que modificaban no solo su mente, sino también sus cuerpos. La micronización les permitía a los gigantes vivir junto a los humanos y experimentar al máximo la cultura de la sociedad. Era una de las formas en la que un Zentran o meltran se sentían “completos”.
    La otra era el sexo.
    Pero Lagis no pensaba en el sexo en ese momento. Pensaba en su educación, en como había absorbido el conocimiento humano y como disfrutaba de la historia de los “micronianos” como aun acostumbraba llamarlos, a pesar de haber adoptado su tamaño hacía varias décadas atrás…
    Le fascinaba como, en tan poco tiempo, esas criaturas habían pasado de saltar de arbol en arbol a realizar saltos FOLD a través de la galaxia.

    Claro que la respuesta era muy sencilla; las formas de vida del planeta que ellos llamaban “Tierra” habían sido intervenidas por la Protocultura. Una especie de simio fue quien mejor hizo uso de los genes insertados por el enviado de la antigua República Estelar y había evolucionado rápidamente en los humanos modernos. A partir de allí, esos simios genéticamente modificados habían comenzado a dominar su ambiente, creando herramientas, explorando su entorno y, finalmente, abandonando su planeta en busca del conocimiento que existía más allá de su estrella local ¿Había la Protocultura inculcado en esas formas de vida el deseo de explorar la galaxia? Muy probablemente, pero lo que más fascinaba a Lagis era la increíble cantidad de coincidencias que habían hecho posible la supervivencia de la raza humana.
    Había miles de civilizaciones “creadas” por la Protocultura diseminadas por toda la galaxia conocida. La gran mayoría de ellas sólo alcanzaban un grado de desarrollo bastante mediocre, “tribal” sería la palabra más adecuada. Al tener acceso a mucho de la información que sólo los altos mandos de la flota Zentradi tenian y que ahora eran parte de la información académica que los humanos libremente podian consultar, Lagis descubrió que era algo normal para la armada Zentradi exterminar a estas civilizaciones, ya que eran consideradas “propiedad” de la Protocultura y, por ende, blancos legítimos de ataque.
    ¿Como habían sobrevivido los humanos? La cultura había sido, en definitiva, el “arma” que detuvo a la maquinaria de guerra Zentradi y evitó la extinción de la raza humana, pero la cultura sola no podía, de ningún modo, afectar de la forma en que lo hizo a la armada de Boddole Zer, quienes ya habían exterminado a varias otras civilizaciones de la Protocultura en ocasiones anteriores al contacto humano.

    La clave había sido, por supuesto, una nave del Ejército de Supervisión.
    En solo 10 años los humanos habían reparado y aprendido algunos de los secretos de la nave que había caído en ese lejano planeta en el año 1999 del calendario terrícola.
    Eso ya de por si era un evento altamente improbable, más teniendo en cuenta que toda la tripulación de la nave había perecido durante el combate con las tropas de Boddole Zer y fue el sistema de navegación automático quien intentó aterrizar la nave en el cuerpo celeste más cercano.
    Lo que escapaba a toda comprensión era la sorprendente coincidencia de que dicho evento sucediese en el tiempo exacto en el que la humanidad había desarrollado el suficiente nivel tecnológico para poder entender el funcionamiento de dicha nave.
    En 1999 la humanidad estaba empezando a descubrir los secretos de la física cuántica que domina el comportamiento del universo. La existencia de universos paralelos era apenas algo más que teorías exóticas de algunos científicos que trataban de explicar los misterios del universo. Las computadoras eran conocidas hacia varias decadas atras, pero su velocidad y rendimiento solo habían comenzado a crecer exponencialmente en la última década.
    Si esa nave hubiera caído solo 10 años antes, la humanidad nunca hubiese podido descubrir sus secretos a tiempo y los Zentradis los habían arrasado en minutos.

    Lagis sonrió, no había “Si’s” en la historia. Eso lo habia leido en algún lado, una cita de una famosa antropóloga que había comenzado a entender el verdadero origen de los seres humanos y el papel de la Protocultura en todo ello. ¿Como era su nombre? En fin, ya lo buscaría luego en la Enciclopedia Galáctica de la Red Estelar.

    Diez ciclos, pensó Lagis. Era un tiempo irrisoriamente corto en el universo. ¿Tanta suerte habían tenido los humanos? Trató de recordar algo de esa época, de cuando era una simple soldado raso en una de las naves de la escuadra Meltran de Moruk Lap Lamiz. No recordaba absolutamente nada de sus actividades antes del contacto con la humanidad. ¿Había cumplido misiones contra el Ejército de Supervisión? Y si hubiese sido así ¿Porque no lo recordaba? Lo que si recordaba era haber luchado contra los humanos, de haber destruido varios de esas extrañas naves que de pronto se transformaban en robots… pero casi todo lo que había pasado antes del shock cultural estaba envuelto en una niebla confusa.
    El “Shock” cultural había sido diferente para Zentrans y Meltrans. Mientras la música de Minmay había afectado mayormente a los Zentran, el descubrimiento de que los Micronianos Hombres y Mujeres conviven juntos, fue lo que más afectó a las Meltrans de la flota.
    La propia Lagis fue una de las primeras en descubrirlo, cuando durante una de las misiones de supresión de las comunicaciones de la nave Microniana se encontró con una escena que la perturbó profundamente y fué el desencadenante de su propio Shock Cultural.

    El Comandante Breetai Kridanik había establecido un estrecho cerco a la nave Microniana luego de perseguirla hasta los confines del sistema solar, donde inútilmente habían intentado escapar de las fuerzas Zentradi mediante un salto FOLD ejecutado de forma temeraria en la atmósfera del planeta Tierra.
    Los humanos intentaron retornar a su planeta, pero las fuerzas de Breetai los localizaron e iniciaron una serie de ataques de hostigamiento para dominar a los Micronianos ¿Porque había hecho eso el Comandante Breetai? Lagis, aficionada como era a la historia, se había hecho la misma pregunta cientos de veces y nunca había encontrado una respuesta que la satisficiera. Britai debería haber destruido a la nave y a los humanos en el mismo momento de descubrirlos ¿Porque había vacilado? Y luego del FOLD de la nave, en vez de arrasar el planeta y luego cazar a los fugitivos, había ignorado completamente los procedimientos de la armada Zentradi. ¿Había sido Breetai el primer Zentradi afectado por la cultura humana? Su obsesión con esa nave parecía confirmar la sospecha.
    En todo caso, gracias a esa obsesión los humanos habían sobrevivido. Mantener a esa nave y los humanos que la habitaban con vida había sido la clave para que el Shock Cultural se extendiera por toda la flota Zentradi.
    Como habíamos dicho, Breetai había establecido un apretado cerco en torno a la nave de los humanos y los mantenía aislados de las demás fuerzas terricolas que, en su mayoria, habian quedado posicionadas para la defensa de su pequeño planeta. Los micronianos intentaron en varias oportunidades romper el cerco de Breetai, enviando naves de exploración o intentando establecer comunicaciones de larga distancia con su planeta de origen.
    Lagis era miembro de un escuadrón de Meltrans que patrullaban el perímetro alrededor de la nave enemiga cuando se toparon con un escuadrón de cazas, quienes escoltaban algún tipo de nave de comunicaciones.
    La líder del escuadrón de Queadluun y el resto del escuadrón atacaron a los cazas de escolta mientras Laris se encargó de la indefensa nave de comunicaciones.
    Los pobres diablos no tuvieron oportunidad, en un instante el Queadluun de Laris había arrancado con varios disparos el enorme plato de radar que estaba montado sobre el avión de combate, que se transformó de inmediato en esos robots parecidos a Zentradis y contraatacó inútilmente con su rifle de asalto.
    La guerrera esquivó las balas con indiferencias y entró en lucha cuerpo a cuerpo con su enemigo, con solo dos movimientos arrancó uno de los brazos del robot aplastó su cabeza con el puño de su armadura. Para su sorpresa recibió una violenta patada en la parte baja de su armadura y, atónita, observó como su enemigo se transformaba nuevamente en caza para escapar. ¿No acababa de aplastar su cabeza? Rápidamente extendió el brazo de su armadura y capturó una de las piernas del robot, evitando que huyera. Con un violento tirón atrajo a su enemigo hacia ella. Tuvo una fugaz vista de una pequeña figura a través del cristal de lo que parecía ser una cabina en miniatura, pero una sección de blindaje la cubrió casi de forma inmediata. Laris no lo pensó demasiado, con la mano libre tomó la parte del caza donde había visto la cabina y comenzó a tirar con todas sus fuerzas.
    Toda la parte frontal del caza se desprendió y Laris arrojó con fuerza el cuerpo inerte a un lado, que explotó solo segundos después.
    Lo que vió la paralizó por completo.
    Había dos pequeños soldados enemigos, micronianos evidentemente, en lo que parecía una cabina doble. El del asiento superior había perdido el casco y unos largos cabellos marrón oscuro flotaban alrededor de su cabeza, ocultando parcialmente su rostro. Evidentemente estaba muerto, pero algo en las formas que se dibujaban a través del traje de vuelo ajustado llamaron la atención de Laris, era una Meltran micronizada.
    El piloto del asiento inferior estaba todavía vivo y se movía con dificultad en su asiento. Al parecer sus piernas estaban aplastadas. Era un Zentran.
    ¿Zentran y Meltran volando juntos? ¿Combatiendo juntos? ¿Que estaba pasando?
    -De… Deculture! -Exclamó Laris retrocediendo mientras su cuerpo dentro de la armadura temblaba violentamente. Había olvidado donde estaba o que estaba haciendo y absolutamente todo lo demás. No podía apartar los ojos de la pareja de micronianos que acababa de derrotar con sus propias manos.
    No recordaba cuanto tiempo habia pasado asi, mirando la escena completamente paralizada, podían haber sido minutos u horas, sólo cuando las alertas de la cabina le advirtieron que varios misiles se acercaban hacia ella es que pudo salir del trance.
    Los refuerzos humanos habían llegado. Tres… no, cuatro escuadrones de aviones enemigos habían entrado en rango de ataque, lanzando varias rafagas de misiles contra el grupo de Laris. Ya habían abatido a varios Queadluuns cuando Laris vio con terror como uno de los cazas enemigos, pintado con franjas negras y amarillas se enzarzaba en combate con su líder y la acribillaba a disparos con facilidad, pasando rápidamente al siguiente blanco, con una fluidez que nunca había visto en piloto Zentradi alguno.
    Un escuadrón de tres cazas se había separado del grupo y venía directo hacia ella, disparando sus misiles.
    Laris huyó, algo que nunca hubiese ni siquiera imaginado hacer como soldado Meltrandi, pero su cuerpo reaccionaba solo. Había un impulso irresistible que la urgía a escapar de esos enemigos y, especialmente, de ese caza con las marcas amarillas y negras.

    -¿Laris? -Preguntó una voz a su lado.
    La Meltran abrió los ojos. No recordaba cuando los había cerrado.
    -¿Estas bien?
    Nina estaba flotando cabeza abajo a su lado y la miraba con curiosidad.
    ¿Cuánto tiempo había estado enfrascada en sus pensamientos? Miró el pequeño reloj de la consola y se asombró al ver que había pasado casi hora y media desde que revisara las lecturas del radar dimensional.
    -Si Nina, estaba pensando, nada más.
    -¿Pensando?
    -Pensando. Solo pensando ¿Esta bien? -Dijo molesta mirando a su compañera.
    La joven se llevó el dedo índice a la frente y miró con interés renovado a su compañera. -Pensando…pensando… -Repetía sin cesar. -¿Nunca se te ocurrió poner esos pensamientos en forma escrita?
    Laris suspiró. -No Nina, no soy buena escribiendo.
    -Yo podría escribirlas por ti…
    -¿Tu? Ja! -Exclamó Laris con una carcajada. -primero terminá con tus estudios. Ni siquiera tienen buenas calificaciones en literatura ¿Y quieres ayudarme a mi a escribir?
    -Me gusta escribir. -Dijo Nina molesta, inflando las mejillas.
    -Esas historias tontas..
    -Fanfics
    -Esas… no se como te gusta perder tiempo con esos cuentos de la Red…
    -Me gusta contar historias. -Dijo la joven ofendida mientras giraba sobre sí misma. -Vos nunca las entenderias.
    -Si que las entiendo, todo ese romanticismo entre hermanos y primos… ¿En Serio te gusta todo….eso? -Dijo Laris sacudiendo la mano.
    La cara de Nina estaba roja como un tomate. -Tengo lectores!- Exclamó. -Hay gente que aprecia lo que hago!
    -¿Cuantos?
    La joven guardó silencio y bajó la cabeza… -Ocho. -Dijo en un susurro
    -¿Cuantos? -Volvió a preguntar divertida Laris.
    -¡Ocho!.... bueno, siete. Un review es mío… -Dijo mientras evitaba mirar a su compañera. -Pero voy mejorando!
    -No lo dudo no lo dudo. -Dijo Laris con una carcajada. -Pero no quiero que- Un sonido estridente ahogó sus palabras. Una alarma de proximidad se había disparado en el radar dimensional.
    Algo estaba haciendo DEFOLD cerca de la nave.
    Muy cerca.
     
  17.  
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    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
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    Drama
    Total de capítulos:
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    La vuelta a la colonia se hubiese desarrollado en total silencio de no ser por los prolongados y recurrentes avisos de advertencia que la computadora de a bordo del VF-17S2 gritaba por los altavoces de la cabina. Jim se pasó casi todo el viaje golpeando repetidamente el botón con la leyenda ALARMA MAESTRA hasta que, luego de un par de golpes especialmente violentos, dejó de sonar y la tranquilidad volvió a reinar en la cabina.
    Cinthya se mantuvo en silencio y completamente inmóvil en su asiento, apretando contra su pecho al diminuto Drone de reconocimiento, como si de un niño pequeño se tratase.
    El silencio también se sentía entre las radios del grupo de Recolectores. Ni Ralph ni los dos pilotos del transporte habían abierto la boca desde el momento en que habían dejado el improvisado refugio, no sin antes haber marcado el sitio con una pequeña sonda de posicionamiento.
    Jim se debatía entre los sentimientos de culpa por haber estropeado la misión y la curiosidad que sentía al ver la reacción de los colonos al encontrar el Queadluun-Rau rojo. ¿Que tenía de especial esa armadura? Amanda se había quedado muda al escuchar el reporte de sus trabajadores y había ordenada la inmediata marcación del hallazgo ¿Tan importante era? El piloto utilizó el control de su mando para acceder al registro de la computadora. Había sacado un par de fotografías mientras el resto del grupo escuchaba las órdenes de Amanda de retornar inmediatamente.
    Proyecto dichas fotografías en su casco; no había razón alguna para hacerlo en la consola principal y alarmar aún más a Cinthya.
    Los Queadluun-Rau eran armaduras de combates que sólo la Elite de las fuerzas de combate Meltran utilizaban. Estaban mucho mejor armadas que sus contrapartes básicos, los Queadluun-Nona y poseían dos reactores en vez de uno, lo que les proporcionaba una velocidad y movilidad incomparables.
    Eran, sin lugar a dudas el mecha más veloz de la armada Zentradi.
    Dicha velocidad venía, sin embargo, acompañada de un blindaje mucho más débil que el otros robots. Su instrucción sobre el combate contra estas armas le dictaba que debía usar los cañones como arma principal, ya que incluso hasta los mejores misiles del arsenal de la NUNS, los HMMM’s de alta maniobrabilidad, eran incapaces de seguir los movimientos y giros de esas armaduras.
    Una ráfaga del Gunpod estándar podía destrozar fácilmente la armadura de un Queadluun-Rau.
    El tema era acercarse lo suficiente para disparar sin que lo hicieran pedazos a uno.

    Jim recordaba las incontables horas en los simuladores de la academia. Los Queadluun-Rau eran considerados HARD MODE entre los cadetes. Generalmente los instructores insertaban uno de ellos durante las simulaciones de combate para bajarle los humos a algún estudiante cuyo ego se hubiese inflamado demasiado.
    Lo mejor que Jim pudo hacer contra un Queadluun-Rau fué un impacto indirecto en el talón de uno ellos, lo que le valió una interesante cantidad de puntos extra en el recuento final al culminar la misión.
    Claro que también había sido acribillado a disparos por esa misma armadura y todos sus puntos fueron descontados por no sobrevivir.
    Sus compañeros lo llamaron «Aquiles» desde entonces.

    Jim se concentró en la imagen de la armadura que tenía delante; estaba bastante deteriorada por la radiación de neutrones y la pintura roja se había transformado en un rosa pálido del lado más expuesto al centro de la anomalía.
    El rojo era un color extremadamente inusual en las flotas Zentradis. Solo los ases entre ases podían tener una maquina asi. Jim recordó las escenas de combate de la película «Do You Remember, Love?» Donde Milia Fallyna pilotaba una de un color similar ¿Estaba ante los restos de una piloto del mismo calibre que la legendaria As Meltran?
    Si era así, se trataba de un descubrimiento extraordinario realmente. ¿Era por eso el interés de Amanda? ¿O había otras razones?
    Se concentró en los detalles; la armadura tenía varias marcas de disparos, la mayoría indirectos (Lo que significaba que el proyectil no había impactado contra el metal en forma frontal, sino que había sido un impacto lateral u oblicuo) Quien hubiese pilotado esa armadura, sabía cómo minimizar los daños ante la inevitabilidad de un impacto.
    No obstante uno de los brazos había sido arrancado por una explosión, al igual que la parte inferior de una de las piernas.
    La cabina parecía estar abierta.
    Jim acercó al máximo la imagen; había sido tomada en condiciones de luz y radiación extremas, por lo que la calidad de la fotografía era muy mala, no obstante encontró con facilidad lo que sospechaba; la cabina estaba vacía.
    Esto era el acertijo más grande de todos ¿Una armadura vacía? ¿Quien había rescatado a esa piloto? ¿O la había abandonado por si sola? Esto se contradecía completamente con sus conocimientos sobre la forma de luchar de los Zentradis; lo hacían hasta el final, no abandonaban nunca sus máquinas de combate.
    Un traqueteo interrumpió sus cavilaciones ¿Ahora que demonios era lo que estaba haciendo ruido en la nave? Apagó la visualización del casco y comenzó a buscar el origen del ruido en la cabina.
    Eran los dientes de Cinthya.
    La joven había estado recogiendose en su asiento hasta casi haber adoptado una posición fetal y su cuerpo temblaba visiblemente. Solo el arnés de seguridad impedía que su compañera se llevase las rodillas al pecho.
    —Cinthya... —Murmuró despacio Jim sin saber que decir
    —Dejala Jim —escuchó por los auriculares— La pobre esta en estado de shock.
    Era Ralph quien hablaba por la frecuencia abierta. Había olvidado otra vez el cerrarla y el cristal de la cabina estaba con su máximo nivel de transparencia, por lo que eran completamente visibles para el gigante y sus compañeros.
    Jim miró a Cinthya a través de los espejos laterales. La joven se había comportado valientemente durante su escape, pero era sabido que se tarde o temprano pensaría en lo que había sucedido y la realidad acabaría por derrumbar sus nervios. Al fin y al cabo era una civil, no estaba preparada para afrontar la muerte de una forma tan horrible.
    Apagó la frecuencia abierta y encendió un enlace privado con Ralph a través de su casco.
    —Yo.. —comenzó lentamente— La he cagado. ¿No?
    —La has cagado amigo —asintió Ralph y Jim pudo ver como el gigante acompañaba sus palabras con un gesto de la cabeza. —Pero estamos vivos y eso es lo importante ahora… eso y llegar a la Rainbow de una pieza por supuesto.

    Jim se llevó la mano al casco e hizo un saludo al gigante, que contestó con un gesto similar aunque, por una fracción de segundo, Jim creyó ver una mueca de dolor en el rostro de Ralph tras el cristal del casco. ¿Estaría malherido?
    El viaje de vuelta les llevó el doble de lo esperado. Ambas naves habían recibido un castigo extremo durante el accidente, con impactos de escombros en casi todo el casco exterior, era un verdadero milagro que todavía pudiesen volar.

    A unos quinientos kilómetros de la Colonia, Jim se percató que Cinthya se había calmado notoriamente. La pequeña ventana que había abierto a un lado de la consola de monitoreo le informaba que los latidos del corazón de la joven había alcanzado valores normales, además, sus ondas cerebrales mostraban un patrón mucho más tranquilo y uniforme (En realidad eran patrones de referencia los que informaba la computadora, Jim no tenía idea de lo que significaban esas lecturas)
    De pronto se sintió culpable de estar mirando esos datos, aunque solo fueran una serie de gráficos y números, eran algo privado de Cinthya.
    Jim cerró la pequeña ventana y miró a su copiloto a través de los espejos. La joven se había enderezado en el asiento y mantenía la cabeza baja, mirando en silencio el suelo de la cabina.

    —Cin… Ya estamos llegando a la Colonia ¿Estas bien?
    Para su alivio, vio como la joven asentía con la cabeza. Al cabo de unos momentos levantó la vista y miró hacia el frente, hacia el respaldo del asiento de Jim.
    —Tuve mucho miedo. —dijo simplemente.
    —Lo sé —contestó el piloto—. Yo también.
    Cinthya cerró los ojos e hizo un gesto de negación con la cabeza. —No —dijo. —Nos sacastes de ahí esquivando toda esa chatarra que estaba a nuestro alrededor. No sabia que podias volar de esa forma, moviendote de un lado a otro, girando y saltando por sobre esos escombros… nunca había visto pilotar a alguien asi, fue sorprendente.

    Jim escuchó en silencio a su compañera y se sorprendió al darse cuenta que estaba apretando los controles de su avión con fuerza. Es cierto que había hecho algo para lo que jamás había sido entrenado ¿Escapar de la zona de muerte de un arma de energía en medio de un campo de escombros y desechos? Ni en la mente más retorcida del mas hijo de puta de los instructores de la academia podría haber surgido un escenario similar.
    Y sin embargo habían escapado. ¿Suerte? Sin duda, especialmente teniendo en consideración lo cerca que habían estado de la boca del cañón. Jim recordaba con aterradora claridad la particularidad de estas armas monstruosas; no sólo desintegraban en el acto cualquier clase de material en la zona directa del ataque, sino que la onda gravitacional que la energía dimensional liberaba alrededor del haz principal era tan poderosa que podía destruir con igual facilidad a cualquier nave que estuviese lo suficientemente cerca.
    Habían escapado volando sobre la misma onda mortal que arrastró escombros y naves como hojas secas en un tifón otoñal.
    —Tuvimos…. suerte— fué todo lo que Jim pudo contestar a la joven.

    Pero no estaba siendo sincero con Cinthya. Jim había sentido algo extraordinario y único allí dentro en la zona de escombros. Aunque no podía describir con exactitud la experiencia, sabia que habia sido lo más cercano a un estado de felicidad de una pureza extraordinaria. ¿Había experimentado un estado de éxtasis al escapar de una muerte segura?
    Sus genes Zentradi… esa era la explicación más lógica ¿Como explicar ese desprecio por la muerte y el éxtasis que lo embargaba durante la lucha sino por la presencia de su herencia alienígena?
    Y de pronto Jim tuvo miedo. No era el temor propio del soldado que evalúa su supervivencia en el campo de batalla, de pie frente al enemigo.
    Tenía miedo de sus propios genes, de los cambios que eran capaces de producir en su persona, sin importar cuantos años hubiesen pasado desde que sus ancestros lucharon unos contra otros. ¿Qué otros secretos se guardaban dentro de su ADN? ¿Que tan hondo había cavado la Protocultura dentro los genes Zentradi?

    Una señal sonora sobresaltó a ambos pilotos; algo había aparecido en el radar y la computadora de abordo requería la atención de su piloto. Jim se inclinó sobre la pantalla principal y trató de activar la visualización del radar, para su sorpresa, la pantalla aparecía completamente oscura.
    —Mierda —dijo.
    —Ya lo tengo —confirmó Cinthya desde el asiento trasero. —Nave con identificación civil, parece un carguero.
    Jim sonrió y miró hacia el transporte que volaba cerca de ellos, con el gigante colgado sobre el mismo. Ralph y el resto de los Recolectores aún no habían detectado a la recién llegada, lo que era lógico ya que sus sensores no tenían comparación con el equipo del caza de Jim.

    El Teniente Jim activó el canal abierto desde el control del casco. —Hal, Nix ¿Me reciben? Cambio.
    —Fuerte y claro —se escuchó la voz de Nix, aunque algo distorsionada por la estática proveniente del Campo. —¿Pasa algo?
    Ralph escuchó el llamado y giró la cabeza en dirección al caza con evidente interés.
    —Tengo una nave de identificación civil con rumbo a la Colonia, posible carguero o transporte liviano ¿Esperaban visitas?
    —La Rio Grande! —exclamó Hal con entusiasmo. —Llegan con demora.

    Recorrieron los últimos kilómetros hasta la enorme nave fábrica y enfilaron directamente hacia el hangar, como estaban en emergencia declarada, tenían permiso para efectuar el acercamiento directo.
    La Rio Grande llegó momentos más tarde, iniciando la maniobra de aproximación a la Colonia mediante un circuito circular.
    —Gray debe estar comiéndose las uñas —dijo Hal señalando al carguero.
    —Ni se debe imaginar lo que pasó en el campo. —exclamó Nix.
    La Rio hizo destellar sus luces de aproximación y desapareció tras las enormes torres de la Colonia. El equipo de recolectores entró al hangar y se detuvo torpemente en la bahía de transición, esperando para pasar al hangar principal
    Una llamada desde la Torre de Control interrumpió la espera. —Aquí Control de Tráfico de la Colonia Rainbow, me reciben Recolectores?
    —Eh Annie— exclamó Ralph —No pensé que era tan tarde.
    —Recien empiezo el turno —dijo con voz animada. —¿Estan bien o mando la grúa?
    —Estamos bien, podemos aterrizar normalmente.
    —Copiado Recolectores, tienen luz verde para entrar. Bienvenidos a casa.

    Las balizas de precaución se apagaron y la enorme compuerta comenzó a abrirse. Los recien llegados quedaron cegados momentaneamente por la luz que de pronto se derramó sobre ellos.
    —Wow… Amanda encendió todas las luces.
    Ralph se había bajado del transporte al sentir que la gravedad aumentaba. Entró al hangar caminando lentamente mientras la nave y el caza de Jim lo seguían volando erráticamente a baja altura.
    Una pequeña multitud los esperaba, cinco vehículos, una ambulancia y un camión de mantenimiento, todos apostados alrededor de la zona de aterrizaje.

    El transporte manejado por Hal se dejó caer sobre su tren de aterrizaje con un crujido que hizo apretar los dientes a más de uno en la comitiva de recepción. Jim desplegó el tren de su caza y luego de comprobar que todo funcionaba bien, aterrizó suavemente en el mismo lugar de donde saliera esa misma mañana.
    —Iniciando secuencia de apagado— dijo Jim a su copiloto
    Cinthya comenzó a apagar su consola siguiendo las instrucciones que había memorizado en su breve pero intenso entrenamiento. Cada puesto de la cabina tenía sus propios sistemas independientes, por lo que Jim y Cinthya debían hacer exactamente los mismos pasos. Solo Jim tenia control sobre los motores, los cuales tenían que apagarse en último lugar.
    Solo cuando las dos enormes turbinas se apagaron y quedaron en silencio, Jim abrió la cabina y miró alrededor.

    Ralph había avanzado sólo unos metros pero inmediatamente se recostó con un gran gesto de dolor contra una plataforma repleta de placas de metal. Se habia quitado el casco de su traje y su cara, perlada de sudor, evidenciaba el mal momento por el que estaba pasando.
    —Mierda —masculló Jim y saltó ágilmente de la nave. Cinthya lo siguió unos momentos más tarde, desplegando la pequeña escalerilla del fuselaje ayudada por Jim.
    —Espero que Ralph está bien —dijo Cinthya cuando Jim la tomó por la cintura y la depositó suavemente en el suelo junto a él.
    El piloto no contestó y se quitó el casco, indicando a su copiloto que hiciese lo mismo, luego de fijarlos en sus soportes en la espalda, caminaron lentamente hacia el grupo de personas que rodeaban los transportes alineados frente al lugar donde el gigante yacía recostado.
    La multitud se apartó de ellos a medida que se acercaban y pronto pudieron distinguir a Amanda hablando y gesticulando nerviosamente.
    Permanecieron apartados, a un lado de uno de los vehículos, tratando de escuchar lo que la Capitana decía cuando un estruendo a sus espaldas hizo que mirasen nerviosos la compuerta principal. Una nave estaba entrando al hangar y Jim observó con curiosidad como el piloto maniobraba en forma manual la última etapa del aterrizaje (Era muy evidente la forma en que una computadora volaba una nave al contrario de un piloto humano)
    El transporte aterrizó suavemente en un área designada y apagó inmediatamente los motores. Al parecer ya había depositado su carga en una de las bahías de atraque que se encontraban en la esclusa de transición.
    Cuando volvieron su atención a Amanda, vieron a Nix y a Hal, quienes se habían reunido con su capitana y miraban en su dirección. La propia Amanda los miró y meneó la cabeza en signo de frustración.
    —No me gusta nada esto Jim—. dijo Cinthya en un murmullo
    Jim asintió pero guardó silencio. En ese preciso instante Amanda y los dos operarios venían hacia ellos.

    La Capitán de la Rainbow se detuvo frente a los pilotos y se cruzó de brazos. Tenía la gorra puesta y sus ojos tenían un brillo feroz. Jim y Cinthya no se voltearon, pero por el repentino silencio que se hizo a sus espaldas, comprendieron que los curiosos habían retrocedido lentamente, temerosos de presenciar la ira de tan terrible mujer.
    No obstante Amanda no dijo nada, parecía furiosa pero a la vez reticente a abrir la boca. Simplemente examinaba a Jim y a Cinthya con una mezcla de incredulidad e incertidumbre, como dudando por donde empezar a descargar su furia.
    Hal y Nix permanecían en silencio por detrás y a cada lado de su Capitán, echando miradas nerviosas a su alrededor como queriendo huir hacia cualquier parte al primer indicio de problemas.
    Jim permanecía en posición de firma a la vez que mantenía una calma fría, mientras que por el otro lado Cinthya temblaba por dentro del traje. Estaba tan nerviosa por el silencio que reinaba en el hangar que decidió hacer lo que sea con tal de romper el silencio.
    —Esto… esto es suyo—. dijo extendiendo el pequeño Drone de reconocimiento que aún llevaba sujeto en brazos.
    Amanda se levantó la gorra y miró con los ojos abiertos de incredulidad el gesto de la joven. Sin decir una palabra extendió los brazos y tomó el pequeño robot.
    —Gracias—. dijo mientras se colocaba el Drone bajo el brazo.
    Cinthya puso su mejor sonrisa y cruzó las manos por delante. No era militar así que no tenia porque hacer la misma pose que Jim.

    Amanda miró al Drone que tenía bajo el brazo y luego miró a Cinthya, luego, girando la cabeza miró a Hal mientras éste se encogía de hombros. Finalmente miró a Ralph, quien ahora respiraba con mayor tranquilidad, pero tenía los ojos fijos en su Capitán.
    Al final suspiró. Suspiró tan profundamente que por un momento Hal temió que se quedara sin aliento. Luego pareció tomar aire y se dio vuelta hacia los dos pilotos.
    —Gracias por el Drone inspectora—. dijo mientras le daba unos golpecitos con el puño al robot.— Aprecio su preocupación, no obstante en esta operación valoramos más a nuestros recursos humanos que a las herramientas de trabajo.
    Jim observó que Nix entornaba los ojos en un gesto más que obvio, pero un codazo de Hal lo puso nuevamente en posición de firme.
    —¿Están ustedes dos bien?—. preguntó finalmente.
    —Estamos bien Capitán—. contestó Cinthya lentamente.
    —No sufrimos heridas por suerte— dijo Jim —No obstante nuestra nave sufrió graves daños durante el accidente...
    —Incidente— corrigió Amanda.
    —De acuerdo, incidente— concedió Jim sin cambiar de tono de voz. —Hemos perdido la vaina FOLD y varios de los instrumentos críticos para el desarrollo de la misión.
    —Osea que estan varados aquí.
    —En cuanto realice una evaluación de los daños y un reporte detallado de lo acontecido durante la misión solicitaré al Mando Central que envíe una unidad de recuperación para que se hagan cargo de la nave.
    Amanda abrió la boca para decir algo pero fue interrumpida por el sonido de maquinaria poniéndose en funcionamiento. El vehículo que Jim y Cinthya habían identificado como una ambulancia se puso en marcha y maniobró lentamente en un círculo, de tal forma que quedó enfrentado al gigante, a tan solo unos metros de uno de las enormes botas de metal.
    El techo de la parte trasera de la carrocería se abrió hacia ambos lado del vehículo dejando al descubierto un enorme brazo mecánico que comenzó a extenderse hacia arriba en cuanto la compuerta estuvo completamente abierta.
    A cinthya le recordó inmediatamente a uno de esos vehículos-grúa que se usaban para reemplazar o reparar las luces y farolas de las calles, pero se quedó confundida al ver que el operario que se encontraba en una pequeña plataforma en el extremo del brazo mecánico llevaba un guardapolvo blanco y no un uniforme de trabajo.
    —Es el Doctor Evans— dijo Jim señalando con la mano.
    El médico maniobró con soltura los mandos, dejando en evidencia una familiaridad completa con la extraña maquinaria. Sólo cuando hubo extendido la totalidad del brazo de forma que había alcanzado la altura del pecho de Ralph, Evans soltó los mandos y se concentró en una pequeña consola que sobresalia de la plataforma de control.
    —¿Qué está haciendo?— preguntó Cinthya
    Amanda se llevó el indice a los labios solicitando silencio y continuó observando la maniobra del médico. Un enorme panel rectangular se separó del brazo mecánico y se ubicó frente al gigante. Inmediatamente comenzó a desplegarse como si de un antiguo mapa se tratase, revelando un panel de casi cuatro metros de envergadura.
    Al parecer Evans le había dicho algo a Ralph, ya que este asintió con la cabeza e inmediatamente respiró profundamente, haciendo una mueca de dolor cuando su enorme pecho subió y bajó dentro del traje espacial.
    Amanda activó el comunicador que tenía en la solapa del uniforme y habló en voz alta. —¿Cómo está Doctor?
    Pasaron unos segundos y la voz de Evans fue claramente audible a través del comunicador abierto de la Capitán. —Una costilla fisurada y algunos moretones bastante feos, no veo hemorragias internas o colapso pulmonar como temía.
    —Ya se lo dije Capitán, estoy bien — exclamó Ralph llevándose una mano al pecho.
    Amanda suspiró aliviada. Luego levantó la vista y miró a los pilotos con severidad. —Ustedes dos. Mi Oficina. Inmediatamente.
    Jim reprimió el impulso de hacer un saludo militar. Cuando una mujer como esa daba una orden, desobedecer era lo último que podías hacer en tu vida.
     
  18.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

    Tauro
    Miembro desde:
    29 Marzo 2018
    Mensajes:
    177
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    105
     
    Palabras:
    2190
    37



    Las luces de la plataforma donde el grupo de Virya y Exsedol se encontraba, ahora completamente solos, se habían ido atenuando hasta sumirlos en una penumbra brumosa. Los dos grupos de Meltrans habían abandonado el lugar por diferentes puertas pero Virya parecía estar demasiado enfrascada en sus pensamientos como para haberlo advertido. El propio Dortrad-Jen había dado por terminado el asunto y sin nada mas que agregar, volvió a elevarse en toda su altura y ahora parecía estar ocupado en otra cosa. Poderosos estampidos y relámpagos de luz se vislumbraban desde abajo, más el gigantesco Almirante pareció haberse olvidado de ellos.
    Dortrad-Jen quería enfrentar a los tres mejores escuadrones de Meltrans en una batalla a muerte. No tenía ningún sentido. Estaban a punto de liberar el combate más grandioso en toda la historia de la flota y el Almirante decidia enfrentar… no, desperdiciar, esa era la palabra correcta. Desperdiciar a sus mejores guerreros en un inútil combate entre sí. ¿Era eso Estrategia? No, eso era locura, definitivamente.
    —¿Por qué? —se dijo en voz baja mientras apretaba el puño, aunque en realidad ya sabía la respuesta: Eran ordenes.
    Exsedol permanecia inmovil, con la vista clavada en algún punto de la enorme caverna, soltando de vez en cuando una especie de murmullo suave. Que estaba haciendo, ninguna de las guerreras podia adivinarlo.
    Pasaron varios minutos antes que Virya respirara profundamente y se diese vuelta para mirar al Archivista a los ojos. —¿Cuales son las órdenes?— preguntó.
    El aludido abrió lentamente los ojos y levantando la cabeza ligeramente miró a la guerrera como si ella no estuviese ahí. —Prepararse, eso es lo que deben hacer ahora— dijo con total desinterés.
    —Capitan, estamos listas.—Dijo Tyna dando un paso al frente.
    Virya sonrió y levantó el brazo con el puño cerrado. —Vamos —dijo.

    Se pusieron en marcha inmediatamente, Virya al frente y el resto de las guerreras formado una fila compacta. La novata y el Archivista cerraban la fila en silencio. Habían salido de la plataforma por la misma abertura por la que habían llegado, más el camino que estaban recorriendo parecía ser completamente diferente. Luego de dar vueltas y vueltas sobre si mismo, la pasarela que cruzaba el enorme abismo negro comenzó a ascender en dirección a una plataforma que se extendía por sobre sus cabezas.
    —Todo esto no estaba aquí cuando llegamos ¿No? —preguntó Rika.
    —La fortaleza está cambiando . —La voz de Exsedol retumbaba con ecos en invisibles paredes de oscuridad absoluta. —Dortrad-Jen se prepara para combatir.
    Una serie de enormes vainas de más de trescientos metros de largo comenzaron a descender lentamente desde las tinieblas sobre ellos. Estaban suspendidas por cables o lo que parecían ser filamentos de algún tipo de tejido biológico, cada uno moviéndose en una dirección diferente, pero manipulando el pesado objeto con una precisión milimétrica. Virya reconoció los objetos; eran cañones de energía, centenares de ellos colgando y balanceándose en la enorme caverna que conformaba las entrañas de la fortaleza.
    Las enormes armas fueron colocadas en posición perpendicularmente a las paredes, momento en el cual una abertura surgió en el mismo material vivo de la estructura cavernosa, que engulló por completo el arma, dejando solo una serie de apéndices y filamentos conectados a una maraña aún más gruesa que se perdía en las alturas.
    —Todo el casco externo debe estar recubiertos de cañones de energía. —balbuceó Melia con los ojos desmesuradamente abiertos.
    Mientras el grupo de Virya avanzaba lentamente por el interior de la fortaleza, el exterior de la misma se había erizado completamente con las enormes armas, cada una de ellas fija en su posición pero tan numerosas y dispuestas de tal forma que ni un solo pedazo de espacio quedaba fuera de alcance del poder de fuego de Dortrad-Jen.

    El grupo terminó de ascender por la pasarela y se encontró en la plataforma en la que habían dejado sus armaduras de combate. Del transporte que había traído al Archivista no había rastro alguno.
    —Alto. —dijo Virya de pronto mientras levantaba el puño y lo movía en forma circular. El gesto fue interpretado en el acto por las guerreras que formaron un círculo alrededor de la Capitana y se pusieron de cuclillas con una rodilla apoyada en el piso. Maya reaccionó un poco más tarde e imitó a sus compañeras ocupando el lugar libre entre Melia y Rika
    Exsedol permaneció afuera del círculo sin decir una palabra y abrió los ojos con asombro cuando vio que Virya le hacía señas con la mano para que se acercarse.
    —¿Que sig….?—preguntó entre indignado y sorprendido por el gesto de la Meltran
    —¿Usted es ahora mi Consejero, verdad? —preguntó la guerrera mientras clavaba su vista en el sorprendido Archivista.
    —Eso no es… es… —El confundido Zentran miro a cada lado tratando de encontrar una respuesta a la pregunta, más la oscuridad que los rodeaba no le dio ninguna respuesta. —Creo que… eso parece. —Reconoció cerrando los ojos.
    Virya se apartó un poco y el resto del círculo dejó lugar al nuevo miembro del equipo. Exsedol ocupó el lugar a la izquierda de Virya y miró sorprendido a las guerreras; en esa posición tenían todos la misma altura.
    —Si usted ha sido creado para aconsejar, aconsejeme.— dijo Virya mirándolo a los ojos.—¿Que sabe de este combate y que trama el Almirante con esto?
    La cabeza del Archivista latió con violencia y un destello de ira relampagueó en sus oscuros ojos oscuros. —No se nada mas de lo que usted sabe, «excelencia»— el sarcasmo que impregnó su voz al decir la última palabra fue como un golpe para Virya, pero el Archivista tenía razón, no podía exigir su colaboración. Abrió la boca para disculparse pero Exsedol continuó como si nada. —Los motivos que tenga nuestro Almirante para hacer lo que hace no son problema nuestro y con respecto a vuestro «consejo»… ¿Me equivoco al pensar que usted no lo necesita en lo más mínimo..?
    Virya asintió en silencio. El resto del escuadrón guardaba un silencio sepulcral.
    —Lo sabía— dijo Exsedol subiendo la cabeza mientras miraba los lejanos relámpagos verdes que refulgian allá arriba a lo lejos. —La mejor guerrera de toda la flota combinada, la única con la suficiente capacidad de mando para mantener un escuadrón completamente independiente de la cadena de mando, la única capaz de cargar con la responsabilidad de la vida y la muerte, no solo de sus subordinadas, sino de cualquier otro soldado amigo o enemigo… no— dijo sacudiendo la cabeza. —Capitán Virya, usted no necesita mi consejo ni los datos que tengo almacenados en mi cabeza.
    —¿A que se refiere?— preguntó la guerrera apretando los puños.
    —Usted sabe exactamente lo que debe hacer ¿O me equivoco?
    Virya permaneció callada unos momentos sopesando las palabras del Zentran, luego se puso de pie y señaló las armaduras vacías.
    —Se aliarán contra nosotros. ¿Verdad?
    Exsedol cerró los ojos y asintió con la cabeza. —Asi es, la famosa guerrera Virya y su escuadrón serán el primer objetivo de los dos escuadrones rivales.
    —Una alianza momentánea —Virya dio un par de pasos y se detuvo. —Nos atacaran primero y cuando nos hayan eliminado tratarán de matarse entre ellas. Es lo que cualquier estratega haría.
    —Pero usted no es una estratega, Capitán Virya— exclamó Exsedol mirando hacia el centro del círculo. —¿Donde aprendió a pensar como tal?
    —Nunca he pensado diferente— afirmó la guerrera volviendo a ocupar el lugar junto al Archivista. —Sé lo que sé porque fui creada con ese conocimiento.
    Exsedol abrió un ojo y miró a la meltran con curiosidad, pero no dijo nada. Fué Tyna quien tomó la palabra.
    —¿Eso significa que tendremos a dos atacantes por cada una de nosotras? —una pequeña sonrisa asomó en sus labios —No será la primera vez que nos superan numéricamente Capitán.
    Virya asintió lentamente a la vez que miraba atentamente a cada una de sus guerreras. Llevaba tanto tiempo junto a ellas, las conocía a la perfección, tanto si estaban descansando de sus salidas o dentro de sus armaduras de combate. Eran parte de su cuerpo, una extensión natural de sus brazos y piernas que reaccionaban con la misma rapidez que su armadura lo hacía cuando ella la pilotaba. Meltrans como las que tenía enfrente en ese momento eran lo mejor de lo mejor de la raza Zentradi.
    Y saber que casi con seguridad morirían ese mismo día la llenaban de terror.
    Pero por un momento alejó ese pensamiento de su mente; las palabras de Exsedol la habían vuelto a turbar «¿Donde aprendió a pensar como tal?» había preguntado el Archivista y sin saberlo había desencadenado una serie de recuerdos en la mente de la guerrera, recuerdos que había borrado inconscientemente y ahora volvían como un torrente de preguntas sin respuestas.
    No siempre había sido así y sabía exactamente desde qué momento había cambiado.

    —¿Entonces cada una de nosotras se ocupará de sus atacantes por su cuenta? —preguntó Rika mientras se pasaba la mano por el cabello naranja.
    —No hay estrategia en esto Capitán —Melia sacudió la cabeza de un lado a otro. —Destruiremos a ambos escuadrones y volveremos a tiempo para la verdadera batalla.
    Exsedol abrió los ojos y una serie de latidos rítmicos de su cabeza pareció indicarle a Virya que algo importante estaba pasando por la cabeza del Archivista ¿Acaso algún detalle escapaba a su comprensión?

    —Solo nos queda un detalle que discutir— dijo de pronto Fanra
    —¿La novata? —preguntó Tyna
    —La novata— la forma en que Melia pronunció esa palabra no dejaba dudas de lo que pensaba la Meltran de su nueva compañera. —No está lista. —dijo finalmente.
    Maya no contestó, seguía mirando el suelo y pareció no haber escuchado a Melia, pero Virya notó como los músculos de la joven se tensaban.
    —La mataran primero y entonces dos de nosotras tendrán que ocuparse de tres atacantes en vez de dos. — dijo Fanra suspirando.
    —O tal vez cometa algún error de principiante y ese error nos cueste la vida a nosotras..
    —¡Silencio!
    El grupo se quedó en completo silencio. Virya apretó los puños y se puso de pie, mirando a cada una de sus guerreras mientras mostraba los dientes. —Si alguna de ustedes muere va a ser a causa de su propia incompetencia y eso va tambien para ti Maya. —la recién aludida levantó la vista y miró a Virya con los ojos abiertos. —Te he elegido para mi escuadrón y no cambiaré de decisión a las puertas de la batalla.
    Maya asintió en silencio y relajó un poco su cuerpo. No entendía del todo lo que estaba pasando, pero no desperdiciaria un consejo de la mejor piloto de toda la flota.
    —Sabes cómo luchar… no se como estoy tan segura de ello pero tienes… algo, no se como expresarlo..
    —Instinto.— dijo Exsedol.
    —¿Que?
    —La palabra que busca es «instinto» Capitana. El comportamiento heredado que se manifiesta en todo combatiente Zentradi. —El Archivista hablaba pausadamente, a la vez que mantenía su vista clavada en la oscuridad que los rodeaba.
    —Lo que sea —dijo Virya sin retirar la vista de Maya. —Haz lo que tengas que hacer, usa tu instinto o lo que creas conveniente.
    —Lo haré Capitán —dijo la joven Meltran.
    Un fuerte sonido sacudió la plataforma. Un transporte pesado para el despliegue de armaduras se había acercado a la enorme cubierta y comenzaba a maniobrar para el aterrizaje. Las guerreras se pusieron de pie y observaron en silencio como la gran nave se posaba ruidosamente sobre la plataforma y abría las enormes compuertas laterales.
    Virya levantó la mano e hizo la señal para que abordaran las armaduras.
    —Es hora —dijo.

    Las meltran corrieron hacia los Queadlunns y comenzaron a prepararse para la batalla. Virya iba a hacer lo mismo pero Exsedol la detuvo.
    —Un momento —dijo. —Me gustaría preguntarle algo Capitán
    —Hágalo.
    —¿Qué otros cambios hubo luego de su micronización?
    Virya respiro hondo y miró al Archivista directo a los ojos. Se había quedado sin habla. ¿Como… como lo sabe? —atinó a preguntar con dificultad.
    —Soy el Archivista de la flota, Capitán. —El Zentran dió unos pasos al frente y contempló a las guerreras mientras saltaban a sus armaduras y se colocaban los cascos. —Todo lo que pase dentro de la flota esta guardado en mi memoria.
    —No hubo ningún cambio, Archivista. —dijo suspirando. —Cumplí la misión que me fue asignada y fui procesada nuevamente a mi tamaño normal, no hubo ningún cambio en mi.
    —Sus registros dicen lo contrario… —Exsedol se volteó y miró a la Meltran con seriedad. —Su capacidad de combate y liderazgo se vieron enormemente aumentadas luego de esa misión y semejante suceso…. eso solo tiene una explicación.
    —No se de que habla.
    —El proceso de Micronización suele… —Exsedol no pudo terminar la frase, de pronto se quedó callado y una serie de temblores sacudieron su enorme cabeza. —Todo está listo —dijo de pronto. —Debemos salir ahora mismo, Dortrad-Jen ha dado la orden.
    El Archivista dió la vuelta y comenzó a caminar hacia el transporte. El resto del escuadrón ya estaba dentro de sus armaduras y esperaba a cada lado de la rampa de acceso.
    Virya permaneció en su sitio apretando los puños.
    —«Exsedol lo sabe» —pensó.
     
  19.  
    Gerli

    Gerli Entusiasta

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    Título:
    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
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    Sea lo que sea, había hecho DEFOLD a solo unos pocos kilómetros de distancia, en algún lugar por debajo de la nave.
    Demasiado cercano para ser una coincidencia.
    Lagis aseguró su cinturón y apagó las luces de la cabina. La pantalla principal mostraba los sensores pasivos que registraban los alrededores de la nave, el objeto que había aparecido repentinamente se estaba enfriando lentamente, pero lo alarmante eran tres firmas de calor que se habían desprendido del mismo y avanzaban a toda velocidad hacia su transporte.
    —Mierda…. mierda, mierda— Repitió Lagis como si fuera un mantra.
    Nina no había permanecido ociosa, en cuanto los sensores detectaron el DEFOLD cercano se impulsó lo más rápidamente que le permitieron sus piernas hacia el fondo de la nave.
    No cabía ninguna duda, habían, de alguna forma, detectado el DEFOLD del transporte ¿Pero quien? Al menos no tardaría mucho en averiguarlo.
    Dejó los controles quietos y examinó los contactos mediante las diferentes cámaras a bordo, eran tres armaduras, probablemente Zentradi por la forma y disposición de las fuentes de calor que emanaban de los propulsores. Al acercarse a menos de un kilómetro pudo distinguir claramente las formas en el monitor.
    —Nousjaedul-Ger— Murmuró entre dientes Lagis
    Esas cosas eran malas noticias. Eran las armaduras Zentran más poderosas en la armada Zentradi. Si bien eran algo más lentas y menos maniobrables que los Queadluuns, su grueso blindaje los hacia enemigos formidables en todos los campos de batalla. Para peor, la máquina que avanzaba a la cabeza de la formación era una versión mejorada del Nousjaedul-Ger normal, con blindaje y armamento extra. Una verdadera «Power Armor».
    Las armaduras se separaron y sobrevolaron el transporte en una pasada rápida, girando cada uno en una dirección diferente para realizar un giro amplio en torno a la nave de Lagis. Estaban inspeccionandola, no cabía dudas de ello y seguramente ya habían notado la torreta de la parte trasera del casco.
    Como respondiendo al pensamiento de Lagis, las tres armaduras se acercaron desde el frente, evitando quedar expuestas al arco de fuego de las armas de la torreta trasera. Se detuvieron a unos diez metros del transporte y esperaron en silencio.
    La Meltran frunció el ceño aún más. Las armaduras no tenian ninguna clase de marca o insignia reconocible y estaban pintadas de negro, un color completamente desconocido en la armada Zentradi, de hecho era un color que solo se utilizaba en algunas de las fuerzas especiales de la NUNS o….
    —Piratas— murmuró Lagis.

    La piratería era un flagelo que azotaba gran parte de las rutas comerciales de la esfera de expansión humana a través de la Vía Láctea. Desaparecida casi en su totalidad en el siglo XX, dicha actividad criminal había vuelto a florecer en la galaxia, aprovechándose de las enormes extensiones de espacio que quedaban libres del control militar de la NUNS.
    La mayoría de ellas eran pequeñas bandas de pilotos desertores de las milicias planetarias o Zentradis que habiendo rechazado el nuevo orden civil, se habían congregado en grupos para subsistir del asalto y saqueo de naves comerciales a lo largo de las rutas de enlace a los diferentes planetas y flotas repartidas por todo el espacio conocido.
    No obstante (Y esto era lo que más molestaba a Lagis) la zona en la que estaban operando debería estar relativamente libre del accionar de piratas. No había rutas comerciales de importancia en el sector, salvo claro está, la de la Rainbow, pero la nave de suministros no seguía una ruta establecida y cambiaba los puntos de FOLD en cada viaje realizado. Eso le permitía eludir cualquier clase de emboscada planificada de antemano.
    Había algo más en todo esto y Lagis apostaría su sueldo a que los cambios en los planes originales que se habían sucedido en las últimas setenta y seis horas respondian a ello.

    El panel de comunicaciones alertó sobre una comunicación entrante en el canal general de radio. Lagis movió la mano sobre el control y dudó un segundo antes de presionar el botón correspondiente. Al fin y al cabo era inútil ignorar la llamada, debía representar su papel hasta el final.
    —Aqui Transporte de personal 699TP-U— dijo calmadamente a través del micrófono de su casco. —¿En qué puedo ayudarlos?
    Una serie de risas se escucharon por la radio, al parecer los tres individuos compartían el mismo enlace radial.
    —Vaya sorpresa encontrar a una agradable piloto por estas regiones de la Periferia— La voz era tosca y desagradable, pero reconocible como la de un guerrero Zentran. —¿Necesita ayuda acaso?
    —Gracias por su preocupación caballero— contestó Lagis con el mismo tono de voz. —No hay ningún problema con mi nave, estoy a la espera de instrucciones de navegación para mi próximo FOLD.
    Más risas se escucharon por el enlace. Laris movió su pulgar unos milímetros sobre el mando de inclinación del control de vuelo, tan solo un poco para que el propelente que escapaba de los propulsores no fuera visible para los piratas, pero lo suficiente para comenzar una leve rotación de la nave, que casi imperceptiblemente comenzó a bajar la nariz.
    —Esta es una zona muy peligrosa «Madame»— exclamó el líder con sorna. —¿No sabía acaso que toda esta región esta infestada de Piratas?
    —Creía que los piratas atacaban rutas comerciales importantes y no asentamientos aislados en la periferia— Una pequeña luz en el tablero captó la atención de la piloto. Nina estaba en su puesto.
    —Son malos tiempos señora— se escuchó una segunda voz por el enlace.
    —Cállate imbécil— Exclamó el líder dando un violento golpe de puño contra la cabeza de la armadura que tenía inmediatamente a su izquierda.
    El impacto lanzó al robot varias decenas de metros hacia atrás y unas maldiciones se escucharon por la radio.
    —Y bien. —dijo el líder. —Creo que va a ser mejor que la escoltemos a usted y su nave a un sitio más seguro ¿Me comprende?
    —Señora.
    —¿Eh? —exclamó intrigado el piloto de la armadura líder
    —Me ha llamado «Señora»— repitió Laris mientras apretaba los dientes —¡ESE HIJO DE MIL PUTA ME HA LLAMADO SEÑORA! —gritó de pronto mientras empujaba el control de vuelo violentamente hacia delante y con la otra mano aceleraba al máximo los motores.
    El grupo de piratas quedó momentáneamente paralizado, no tanto por el brusco movimiento de la nave, sinó por el extraño «apéndice» que de pronto le había crecido a la parte trasera del carguero, como si de la cola de un escorpión se tratase.

    Nina disparó con calma los dos enormes cañones de la torreta en dirección a la armadura que se encontraba a la derecha del líder. El impacto dió de lleno en el pecho del robot y abrió un enorme agujero de metal derretido, lo que momentáneamente dejó a la vista por un segundo los restos del piloto, seguido de una enorme explosión que lanzó a los dos restantes robots en direcciones opuestas.

    Laris maniobró el transporte haciendo un arco, manteniendo a los dos enemigos dentro del radio de tiro de Nina. Estaban en total desventaja contra dos oponentes que las superaban en maniobrabilidad, velocidad y poder de fuego.
    Habían perdido el factor sorpresa, pero incluso Nina no hubiese podido destruir a dos enemigos de esa clase de un solo disparo, ahora solo dependian de sus habilidades para sobrevivir.
    Ambos piratas se recuperaron de la sorpresa y se separaron en direcciones opuestas. Laris no lo pensó dos veces; debería esquivar a la armadura líder y tratar todo lo posible de mantener a Nina en posición para que destruyera a la otra armadura rápidamente o estarian muertas en los próximos cinco minutos.
    Horrorizada comprobó como la armadura líder cambiaba rápidamente su trayectoria y disparaba no contra ella, sino contra la torreta donde Nina disparaba frenéticamente a su otro enemigo, sin darse cuenta de las ráfagas que iban inexorablemente hacia ella.
    Laris hundió con todas sus fuerzas los mandos e hizo rotar la nave lo más rápido que pudo, tratando que los disparos impactase contra el casco externo de la popa, donde un tubo anillado, como una serpiente de metal negro, unia la torreta con el transporte.

    La explosión sacudió toda la nave y una lluvia de fragmentos envolvió al carguero mientras el humo y el fuego los ocultó momentáneamente de sus enemigos.

    —¡Nina!— exclamó Laris.
    El corazón se le paralizó al ver uno de los monitores donde una cámara le permitía ver la parte trasera de la nave; la torreta había desaparecido.
    —NINAAAAAAAAAAAAAAAAA!!! —gritó desesperada, mientras las lágrimas inundaban el pequeño espacio entre su rostro y el casco.
    No sintió rabia ni temor, nunca había congeniado con esos sentimientos humanos. Sabia que había fallado a la corporación Unity y a Nina, pero principalmente que le había fallado a «ella»
    Permaneció quieta en su asiento, observando impasible como la enorme armadura se sujetaba de la trompa del transporte y apoyaba contra el cristal de la cabina el enorme cañon que sobresalia de su brazo. El otro robot se posicionó un poco por detrás, con sus armas apuntando también al transporte.
    —Vas a pagar por lo que hicistes, puta. —exclamó la voz rabiosa por el enlace de comunicaciones.
    Laris no respondió y se limitó a cerrar los ojos.
    —Voy a llevarte viva a la base, pero voy a violarte, así….. sin macronizarte— dijo mientras su armadura hacía un gesto obsceno—Eso seguro que te va a gustar ¿No, puta?
    —Eso no suena confortable— dijo una voz extraña.
    La armadura del jefe levantó la cabeza y miró hacia el compañero que flotaba a su lado, una enorme hoja de metal plateado sobresalia del torso de la armadura mientras que una serie de fluidos rojos y negros se filtraban por los lados del objeto extraño.
    —¿Que mierd-?
    —Además el sexo entre micrones y Zentradis sin micronizar esta prohibido y es considerado una práctica altamente riesgosa.
    El pecho de la armadura explotó a medida que los proyectiles del GunPod la atravesaban e impactaron en la cabeza del jefe del escuadrón pirata, quien murió sin saber qué había sucedido.

    El VF-19 extrajo su GunPod de los restos ensangrentados de metal retorcido y retrajo la hoja de la bayoneta a su posición plegada.
    —Perdón por llegar tarde Laris ¿Estas bien? —preguntó la joven piloto del Valkyrie recien llegado.
    —Lala! —Laris abrió los ojos y contempló al enorme robot que flotaba entre los restos de los piratas— Nina! Nina está…!
    —Ah, ya la veo… enseguida la alcanzo— dijo Lala y transformó su nave en caza, pasando rápidamente por sobre el transporte de la confundida Laris, quien aliviada, vió por el monitor trasero como la nube de humo y restos que había quedado tras ellos se había disipado lo suficiente para permitir ver a la torreta, ahora separada violentamente del transporte, girando descontroladamente en el vacío del espacio.

    El VF-19 voló cerca de la destrozada torreta y transformándose en robot, la sujetó con fuerza mientras echaba una ojeada al interior con las luces de búsqueda que se desplegaron desde la cabeza.
    —Veo a Nina, está bien aunque algo mareada por la forma en que se mueve— dijo Lala por el enlace.
    Laris suspiró profundamente. —Entendido Lala, traela mientras abro la compuerta del transporte.
    —Ah, dame un segundo— dijo la joven piloto.
    Un instante más tarde un misil salió disparado desde una de las piernas del robot. Laris siguió el recorrido del proyectil por uno de los monitores hasta que una explosión iluminó el espacio a unos kilómetros de distancia.
    —Listo.
    —¿Acabastes con el «trineo»?
    —Si. —dijo Lala. —Sean quienes sean esos tipos no quiero que vuelvan a seguirnos.
    El VF-19 se acercó lentamente al transporte mientras las enormes compuertas superiores se abrían de par en par, dejando al descubierto el enorme espacio de carga del transporte. Laris conectó un cable a uno de los soportes del piso y usando los propulsores de su traje, flotó hasta la torreta que sostenía Lala.
    Rescatar a la desorientada Nina llevó un rato, al final la compuerta que sellaba la torreta saltó y pudieron sacar a la joven sana y salva.
    —No puedo creer de la que te salvastes Nina— dijo Laris mientras abrazaba a su amiga y flotaban juntas hacia el transporte.
    Nina sonrió y movió el pulgar hacia arriba.
    Mientras tanto, Lala arrojó la inservible torreta a un lado y colocó al robot en posición perpendicular al transporte, de modo que al descender hacia la bodega, parecia que lo hacía hacia una caja gigante.
    O hacia un ataúd, como solía bromear Lala.

    Las enormes puertas se cerraron sobre el robot en cuanto sus anclajes magnéticos lo dejaron fijado al interior del transporte. El espacio era increíblemente estrecho y solo había unos pocos centímetros entre el VF-19 y el casco de la nave. Las dos Meltran micronizadas entraron por la escotilla que se encontraba debajo de la cabina y permanecieron casi sin aliento flotando dentro de los confines del pequeño espacio del sector delantero de la nave.
    —Maldición— balbuceó Nina moviendo la cabeza. —Se me había ocurrido una escena buenisima para mi historia mientras disparaba a esos hijos de puta..
    Laris sonrió y limpió el hollín que cubría parte del vidrio del casco de su compañera. —Al menos estas viva para poder escribirlo— dijo.
    Nina se rió y señaló la escotilla que comunicaba con la bodega de la nave, ahora completamente bloqueada por la enorme cabeza del VF-19 transformado en robot. —Los golpes me hicieron olvidar todo, además con esa cosa ya no podré escribir más hasta que volvamos a la base.
    —Si claro, ahora es mi culpa— se escuchó la voz ofendida de Lala, claramente audible por el sistema de comunicación interno— Además la más perjudicada soy yo, tengo que quedarme aquí dentro hasta que volvamos.

    Las tres mujeres se rieron con ganas, liberando de golpe toda la tensión acumulada tras la pequeña batalla, al fin y al cabo eran Meltrans y el combate formaba parte de sus vidas.
    —Gracias Lala— dijo Nina. —Nos salvastes.
    —No fue nada chicas… aunque la verdad, no tenía ni la más remota idea de que corrían peligro en esta zona… de haberlo sabido hubiese salido de la Barrow mucho antes de lo planeado.
    Laris flotó hasta el asiento y se sujetó fuertemente con el cinturón de seguridad al mismo. —Eso es lo mas raro de todo— dijo. —Lo que pasó es inexplicable, no se supone que un grupo patético de piratas pueda localizarnos con tanta precisión en medio de la nada…
    Nina se impulso lentamente (Todavía estaba un poco mareada) para acercarse a su amiga. —No emitimos ninguna señal mientras estábamos a oscuras— dijo. —Yo misma desconecte las antenas de la computadora tal cual especificaban las directivas de la misión.
    —Debieron de localizarnos de alguna otra forma— dijo Laris. —Pero a menos que dispongan de una red gigantesca de satélites de búsqueda… no, es virtualmente imposible— dijo moviendo la cabeza.
    —Ojalá Quinn estuviese con nosotras— dijo Lala suspirando.
    —Yo pensé exactamente eso hace un rato.

    Las dos meltran trabajaron sobre la consola y pronto el reactor de la nave se encendió, iniciando la carga de energía al motor de salto FOLD. Laris introdujo las coordenadas de salto y dejó que la computadora resolviera los complicados cálculos orbitales para garantizar un DEFOLD seguro al llegar a destino.
    —Lala…
    —Dime Nina.
    —¿Desde cuando los GU-15 llevan una bayoneta retraible?
    La Meltran estaba acostada en la cabina de su caza y abrió los ojos lentamente. —¿Te gusta? —preguntó entusiasmada. —La modificó El Viejo a pedido mio.
    —Ese Viejo pervertido— dijo Laris suspirando. —Te instalaria un cañon de energia en el rifle con tal que le sacudas un poco las tetas delante de su cara.
    Nina estalló a carcajadas pero Lala replicó con tono ofendido. —No seas mal pensada Laris— dijo. —Es un genio en lo que hace.
    —Si, realmente es el pervertido mas grande que ha producido la galaxia en los últimos cien años. —dijo la Meltran riendo. —Pero yo no estoy preocupada por ti, sinó por Nina. —Dijo dándose la vuelta al mismo tiempo que apoyaba el dedo índice sobre el generoso busto de Nina.
    —Mantente alejado de ese Viejo Degenerado, jovencita.
     
  20.  
    Gerli

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    (LongFic) Chatarra: Una Historia en el Universo Macross
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
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    39



    La puerta se cerró con un estruendo tras ellos. Amanda había sido la última en entrar a la oficina y cerrado de forma tan violenta la puerta que hizo temblar peligrosamente las pilas de papeles más cercanas.
    Todo el grupo de recolectores (Salvo Ralph, por obvias razones) estaba presente en el despacho de Amanda manteniendo un silencio sepulcral y respirando lo más silenciosamente posible. Evans también estaba presente, pero se mantenía apartado a un costado, apoyado contra una de las paredes con revestimiento de madera.
    Amanda caminó lentamente por la habitación y pasó por detrás de su escritorio, manipulando una serie de controles en la superficie misma del mueble. La pantalla de su computadora cobró vida y ante un gesto de la mano de la Capitán, se desplegó contra una de las paredes de la oficina, creciendo en tamaño hasta ocupar casi todo el espacio libre hasta el techo. Un rostro familiar ocupó el centro de la misma; el de Ralph, con los ojos cerrados y al parecer recostado en alguna especie de camarote de tamaño gigante.
    —¿Ralph? —preguntó Amanda —¿Como te sientes?
    El gigante abrió un ojo y miró hacia la cámara haciendo una mueca que bien podría haberse interpretado como una sonrisa forzada —Estoy bien, algo dolorido pero nada grave.
    —Entonces estamos todos— Amanda se sentó en la silla tras el escritorio y cruzó sus manos sobre la superficie. —¿Y bien?
    Los presentes guardaron un incómodo silencio mientras se miraban unos a otros sin decidir quién iba a empezar a hablar primero. Finalmente Jim se armó de valor y dando un paso al frente tomó valientemente la palabra:
    —Estoy listo para dar un informe preliminar de lo sucedido durante la misión de escolta— dijo muy seguro de sí mismo. —Asumiré la responsabilidad total sobre mis acciones durante la misma.
    Amanda miró al piloto sin expresar ninguna clase de emoción en el rostro. —No me refiero a ustedes dos— dijo. —Quiero saber todo lo concerniente a la armadura irregular que encontraron ahí afuera.
    Hal y Nix se pusieron tensos mientras la pantalla mostraba a un dolorido Ralph suspirando profundamente.
    —Pero… —balbuceó Jim mirando la pantalla
    —Resolveremos eso más tarde— dijo Amanda señalando con el dedo al piloto y a su acompañante— Primero quiero ocuparme exclusivamente de esto, si nos lo permite claro...
    Jim retrocedió confundido hasta llegar al lado de Cinthya y guardo silencio mientras echaba miradas rencorosas a la mujer del escritorio.
    La Capitán suspiró y señaló la pantalla— ¿Que viste ahí afuera, Ralph?
    —Un Irregular, Capitán— dijo Ralph respirando lentamente. —Un Queadlunn bastante dañado y vacio… color rojo.
    Amanda guardó silencio mientras digería la información lentamente.
    —¿Virya? —preguntó Nix mirando a su compañero.
    La Capitán frunció el ceño ante la mención de ese nombre. Al parecer no le habia gustado para nada que uno de sus hombres lo mencionara frente a los visitantes.
    —Es posible. —Ralph se revolvió inquieto en su camastro. —Por el estado de la armadura, no me caben dudas de que se trata de un Rau que participó en la última batalla…. pero..
    —¿Pero? —preguntó la Capitana mirando la pantalla.
    —La armadura estaba vacía ¿No se supone que Virya murió en esa batalla?
    Evans se removió inquieto en el rincón, pero no dijo nada.
    —Eso no lo sabemos —dijo Amanda golpeando el escritorio con su dedo índice. —Veamos el video.
    Hal extrajo un Pad de uno de los bolsillos de su traje y digitó una serie de instrucciones mientras una pequeña ventana se abría en la parte inferior de la enorme pantalla proyectada en la pared. Amanda se levantó de la silla y caminó hasta estar frente a la proyección.
    —¿Que mierda es esto? —dijo acercándose hasta tocar con la nariz las imágenes.
    Hal y Nix se encogieron de hombros. —Con toda la interferencia estática y de radiación que había, por suerte pudimos filmar algo— dijo Hal.
    La Capitán puso un dedo en cada una de las puntas de la fotografía y las apartó rápidamente, haciendo que la imagen creciera en tamaño hasta ocupar la mitad de la pantalla. La imagen de video de Ralph se adaptó prontamente al espacio libre, de forma que seguía siendo visible para todos.
    —Esto es….. —dijo Amanda suspirando.
    La imagen era de una calidad deplorable. Apenas un conjunto de manchas que daban una cierta reminiscencia de forma antropomórfica. Para los ojos expertos de los trabajadores, la forma del Rau era evidente, no así para Cinthya, quien sólo veía manchas de color rojo en un fondo oscuro perlado de ruido blanco.

    Jim en cambio sonreía enigmáticamente. Las imágenes que había obtenido de la armadura a través de los sensores de su caza eran mil veces mejores que eso. Sintió el impulso de ofrecerle la información a la vieja bruja, pero algo le decía que era mejor esperar. Después de todo, era algo que podía interesar a sus superiores… tal vez hasta podría evitar el castigo por haber dañado tan seriamente su nave.
    —Teniente Jim— dijo Amanda dándose la vuelta. —¿Por casualidad pudo usted registrar alguna imagen de este objeto con sus sistemas de reconocimiento?
    —«Bingo» —pensó Jim poniéndose en posición de firme y llevándose las manos a la espalda. —Es posible. —dijo. —Todavía no he revisado los registros de la misión, pero le enviaré un reporte si aparece algo.
    —Le estaría muy agradecida si encuentra algo.
    Jim asintió con un ligero movimiento de cabeza y Amanda volvió su atención a la pantalla.
    —¿Han dejado una baliza en el lugar, verdad?
    —Si —dijo Hal un poco más relajado. —Aunque con el revuelo que el disparo provocó dudo mucho que nos podamos acercar por algún tiempo…
    —Y ni hablar de cómo quedó el transporte— agregó Nix.
    Amanda volvió al escritorio y cambió la imagen de la pantalla; ahora se podía ver el hangar, donde un grupo de operarios había rodeado la nave de transporte para comenzar las tareas de reparación. Uno de los técnicos se había subido a la parte superior del casco y pudieron ver como un enorme aparejo bajaba desde el techo del hangar. Momentos más tarde el operario conectaba la enorme pieza a un encastre del casco y al tensarse los cables, la nave se elevó algo más de un metro sobre el piso del hangar.
    —Esta en bastante mal estado— dijo Nix moviendo la cabeza negativamente. —Tendremos que reemplazar todo el casco exterior y quién sabe si el armazón interno también está dañado.
    —¿Cuanto? —preguntó Amanda
    —Dos semanas.
    La Capitán apretó con fuerza los puños que en ese momento tenía apoyados sobre el escritorio. Su furia era evidente para todos.
    —Necesito recuperar esa armadura lo más pronto posible, antes que quede enterrada entre los desechos o una eyección la arroje al espacio exterior.
    Ralph se removió en su camastro nervioso. —Amanda—dijo. —Ese Rau estaba metido dentro de un pedazo de casco de más de ciento cincuenta metros de diámetro, no podrá ir muy lejos.
    —Eso no lo sabemos Ralph —dijo la mujer mientras se quitaba la gorra y la depositaba sobre la mesa. —Tu mas que nadie sabe de cómo se comporta el Campo.
    Ralph se encogió de hombros y volvió a recostarse soltando un gemido de dolor.
    Amanda cerró la ventana con la fotografía de la armadura y la reemplazó por una vista del campo de desechos. Luego extrajo un Pad de su bolsillo y lo apuntó a la imagen; un pequeño punto rojo se dibujó sobre la fotografía del Campo, en uno de los sectores exteriores.
    —¿Es aquí, verdad?
    Hal y Nix asintieron lentamente.
    —Se internaron demasiado profundamente— Amanda suspiró y bajó el Pad que luego apoyó sobre el escritorio junto a su gorra. —No debieron acercarse tanto al centro.
    —La presa era buena, se lo aseguro— dijo Ralph con los ojos cerrados.

    Cinthya observó como la Capitán se llevaba la mano al rostro en un gesto, tal vez de cansancio o resignación, pero que la mantuvo en un silencio demasiado incómodo para el resto de los presentes. —No seas imbecil Ralph— dijo finalmente mirando la pantalla con el ceño fruncido. —Sabes bien que nada ahí dentro vale más que la vida de ustedes.
    Entonces de improviso, como si de pronto hubiese despertado a la realidad, miro a la pareja de pilotos como si fuera la primera vez que los via.
    —¿Y ustedes? —preguntó secamente. —¿Que demonios hicieron ahí afuera?
    Jim abrió la boca para responder, pero Cinthya fue mucho mas rapida.
    —Lo sentimos —dijo mientras inclinaba la cabeza. —No fue nuestra intención poner en riesgo nuestra vida ni las de su equipo de trabajadores.
    —Hey Cin… —protesto Jim, pero la joven puso su mano en el hombro del piloto y lo interrumpió.
    —El Teniente Jim está asignado como mi escolta, la responsabilidad de lo ocurrido es solamente mía y como representante de mi empresa yo….
    Amanda levantó la palma de la mano en dirección a Cinthya. —No es necesario joven— dijo moviendo la cabeza.
    —Pero…
    —Basta! —El golpe de puño sobre el escritorio retumbó en la habitación. Incluso algunas hojas cayeron desde las pilas cercanas.
    La mujer dio la vuelta al mueble y se acercó a los pilotos, pero finalmente se enfrentó a Jim cara a cara.
    —Teniente. —Dijo señalando la insignia de su rango en el traje de piloto. —No me sorprende de una civil, pero usted… usted debería saber muy bien lo peligrosa que es la tecnología de las naves del Ejército de Supervisión ¿Acaso ha olvidado lo que pasó en La Tierra?
    —No lo he olvidado— dijo Jim sin mostrar ningún gesto en el rostro. —La trampa «cazabobos» del SDF-1 fué el detonante de la Primera Guerra Espacial
    —Y sabiendo eso se internó en una nave exactamente igual…
    —Me interné en un crucero Thurvel-Salan Zentradi, no podía saber que terminaría dentro del arma de energía de una nave del Ejército de Supervisión.
    —¿Y por qué diablos recogió y uso armamento Zentradi ahí dentro? —preguntó la mujer cruzándose de brazos.
    Jim miró fijamente a Amanda. —Porque la próxima vez que reciba una andanada de misiles quiero tener algo con que defenderme.
    Ralph suspiró profundamente mientras Hal y Nix miraban hacia otro lado.
    —Conque es eso— dijo Amanda dándole la espalda a Jim mientras caminaba de regreso a su escritorio. —Ya veo— dijo a continuación.
    Cinthya miró con preocupación a Jim mientras Amanda se sentaba y cruzaba sus manos bajo su barbilla.
    —Teniente— dijo Evans hablando por primera vez. —El episodio de los misiles fue un accidente, por favor no nos guarde mas rencor por eso. Nosotros— de pronto se vio interrumpido por un gesto de Amanda.
    —¿Desea llegar a un acuerdo entonces? —preguntó la mujer mirando fijamente al piloto.
    —¿Un acuerdo?
    —De confidencialidad… con respecto al incidente de los misiles y de su comportamiento en el Campo…
    Jim se cruzó de brazos y cerró los ojos mientras movía la cabeza de lado a lado —No— dijo finalmente abriendo los ojos. —No soy esa clase de persona. No pienso ocultar lo sucedido allá afuera y si cometí un error, seré juzgado por ello ante mis superiores.
    Cinthya abrió la boca asombrada ante lo dicho por su compañero. ¿Realmente iba a rechazar la oferta de Amanda de «olvidar» ambos incidentes?
    Un pequeño zumbido se escuchó proveniente de la terminal de Amanda. La mujer consultó su Pad e inmediatamente lo guardó en su bolsillo.
    —Disculpen— dijo. —Es el informe del Campo que estaba esperando.
    Ralph levantó la vista hacia la cámara. —¿Sucedió algo? —pregunto.
    —El Campo está tranquilo, la fuerza de marea de la anomalía no sufrió alteraciones por la descarga de energía, o al menos eso es lo que piensa Tass.
    Al oír el nombre de la joven Jim levantó la cabeza, el movimiento no pasó desapercibido para Amanda, quien suspiró profundamente.
    —Bien —dijo señalando a Jim y a Cinthya. —No esperaba fueran a ceder a un chantaje barato como ese. Si van a informar acerca de lo ocurrido, yo también haré lo mismo.
    —Es lo justo— dijo Jim e inmediatamente agregó; —de todas formas jamas podria justificar los daños que sufrió mi nave.
    Amanda sonrió y el ambiente pareció relajarse un poco. —Me alegra que todavia queden soldados honestos en las fuerzas del Gobierno Unificado— dijo apoyando una mano en el escritorio.
    —De acuerdo entonces— dijo la mujer. —Será mejor que vayan a descansar por esta noche, es tarde y mañana tendremos el dia libre en la Rainbow.
    —¿Día libre? —preguntó intrigada Cinthya.
    —El carguero con provisiones llegó junto con ustedes, mañana habrá una especie de «feria» en la Colonia para que la gente haga compras o reciba su correspondencia. —explicó Evans.
    —Y como ustedes están varados aquí por el momento… —dijo Nix. —Tendrán que tomarse el día libre al fin y al cabo.
    Jim se rascó la cabeza y miró dubitativo a Cinthya, quien devolvió la mirada acompañada con un gesto de encogimiento de hombros. —Puede ser divertido —dijo.
     

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