Microrrelato Leyenda

Leyenda​

Un día, un dios se encontraba de buen humor y decidí cumplir los deseos de la primera persona que viera, y resulto ser una persona que estaba harta de trabajar para sobrevivir, a pesar que siempre encontró pretextos para no trabajar de todos modos.

Al ver su buena fortuna, aquella persona no perdió el tiempo y pidió estar cubierto por el inigualable color verde del dinero. Eso fue lo que aquel Dios entendió y entonces pintó toda su piel de ese color.

Aquella persona, sintiéndose avergonzada de su aspecto, pidió entonces que lo llevara a un lugar donde ningún otro ser pudiera verlo preferiblemente rodeado de arena. Entonces el Dios lo transportó al centro de un árido desierto.

Ante la agobiante sed que lo aquejaba, esta vez analizando sus palabras, la persona pidió no sentir sed ni tener que moverse para comer. Aquel Dios obedeció, aunque no prestó mucha atención esta vez por estar aburrido, lo transformo en una planta, imposibilitada de moverse, que sobrevivía con poca agua y almacenaba la que provenía de la lluvia en su interior.

El Dios estaba cansado así que comunicó que tomaría un descanso y luego regresaría para continuar cumpliendo sus deseos, para ello hizo crecer una flor roja en la cima de su cuerpo a fin de encontrarlo fácilmente.

Viendo los problemas que tendría y tratando de no invocar la furia de aquel Dios, la persona rogó que antes de irse le concediera una forma de defenderse de cualquier animal que intentara comérselo. Y entonces el Dios hizo crecer espinas por todo su cuerpo y le dio el nombre de cactus.

La persona no pudo hacer otra cosa que esperar paciente el regreso de su benefactor, soportando el agobiante calor del día y la brisa helada de la noche. Aprendiendo la lección que todo aquello ocurrió por su codicia y enderezaría su camino.

Aquel Dios durmió por algunos cientos de años, y al despertar, notó alarmado que el desierto rebosaba de innumerable cactus. Y, aunque buscó diligentemente, nunca encontró a la persona transformada para continuar cumpliendo sus deseos.

Y esa es la leyenda del origen de los cactus.

…

O eso creo.

…

— ¡Papá, deja de inventar historias y cuéntame una leyenda real para terminar la tarea!— reclamó molesto el niño de primaria a su padre.