Chūō Leshy Tattoo Studio [Estudio de tatuajes]

Tema en 'Ciudad' iniciado por Zireael, 29 Noviembre 2022.

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    Zireael

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    ¿Qué si era lo bastante estúpido como para pensar que esta chica aceptaría un tatuaje donde fuese visible? No, en lo más mínimo. De hecho recolectaba tanta información de las personas que me rodeaban que a veces parecía ridículo, la tomaba, la almacenaba y la usaba para revolverme a su alrededor más o menos como me placiera. Quizás fuese egoísta, pero lo había hecho desde pequeño de forma bastante automática, ni siquiera pasaba por filtros de pensamiento racional ni nada así y tampoco lo hacía en proporción al afecto que le guardaba a la gente.

    En fin, que con lo que sabía de ella, esos que se colaba entre las grietas de nuestras interacciones que eran por demás erráticas, sabía que no iba a aceptar eso incluso si Japón de vez en cuando perdonaba a los extranjeros. Igual ella había pedido sugerencias, así que se las había dado y ya, porque era lo que correspondía, así que esperaría a que tomara su decisión.

    Supuse que lo que había dicho Tess la había sorprendido un poco, porque para la gran gracia no me había visto el resto del cuerpo y era hasta predecible que pensara que la tinta simplemente continuaba, pero no lo hacía. Si acaso los trazos perdidos de la serpiente había escapado del límite de mis brazos y por ahora, suponía, que se quedaría así.

    Tampoco tenía ya mucho dinero que desviar hacia Tess, incluso si me hacía descuento por lástima y por conejillo de indias.

    Una vez terminé con el numerito de dónde podría tatuarse me quedé allí recostado a ella porque podía y punto; así la escuché agradecerme, lo que me hizo sonreír más para mí mismo que para ella, y siguió hablando. Recordó el rollo de las chispas de luz, que de hecho era en lo que me había hecho pensar la luciérnaga, y acabó por decirme que eso eran los bichillos estos y aquí que los relacionábamos a los hitodama.

    No era demasiado bueno con ese rollo de las otras culturas, si acaso me sabía algunas mierdas de Japón, pero tampoco se me ocurrió dudar de lo que me decía y respiré tranquilamente, allí descansando sobre su hombro. Era posible que esta chica pudiese hablarme de las mierdas más raras y yo solo la escuchara como había hecho hasta entonces.

    Porque su voz en sí misma acompañaba, al menos así se sentía.

    Después mencionó a Danny y afilé el oído casi por inercia, porque ya lo había mencionado en la piscina. No estaba insinuando que no quisiera igual a todos sus hermanos, solo que había algo diferente con Danny en general y aunque no me incumbiera, lo estaba recolectando. Puede que estuviera siendo un blando también, la verdad fuese dicha, si toda mi vida había sido moldeada para proteger a mis hermanos suponía que eso se podía extrapolar a otros niños. Claro que nunca me había puesto a pensarlo.

    —Siempre sería posible ir a uno de los recovecos de Japón a meter luciérnagas en frascos —murmuré en respuesta.

    Cuando se removió aparté mi peso de su cuerpo, despegándome de ella y ladeé la cabeza ligeramente, esperando que dijese algo. Su resolución del lugar del tatuaje me hizo dedicarle una sonrisa, aunque arrugué un poco los gestos cuando me picó la nariz y la dejé acercarse a Tess sin moverme de dónde me había quedado.

    —Buena elección, señorita~ —solté regresando al tono de broma de siempre.

    —¿De la palma? —preguntó la mayor sujetándole la mano un segundo para sacar un aproximado al vuelo y asintió con la cabeza—. Como gustes, Sash.

    Se puso en marcha de nuevo, cargando algunas cosas entre las manos, y se acercó a la computadora para ver si buscaba el archivo. Se había apiñado las cosas en una sola mano pero al final tuvo que dejarlas a un lado del escritorio para ponerse a buscar a profundidad, porque seguramente era una viejísimo. Di un respingo al encontrarlo y se puso a hacer los ajustes.

    —¿Todo negro? Podría ponerle una chispa de color, si quieres, al menos a la luciérnaga —dijo ajustando algunos detalles todavía—. Pero como tú gustes, siempre es importante que sea lo que elijas tú.


    En este corte comercial llamado Spoilers de Pau aprovecho para decir que es posible que esté contestando con delay (como bien puedes notar chale) porque más o menos hasta fin de año voy a tener que estar ayudando a mis padres en el trabajo así que me wa andar muriendo. Anyways, that's it uwu perdón por responder hasta ahora
     
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    Gigi Blanche

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    No era plenamente consciente del momento preciso donde las paredes empezaron a agrietarse, pero si debía asociarlo a un evento específico sólo podía pensar en la ida de Daute. Lo quisiera o no ya llevaba un tiempo construyendo la torre también en torno a él, se había convertido en parte de los cimientos y no lo noté hasta que faltó; hasta que se arrancó y los muros tambalearon. Y era una paradoja, pues no había sido capaz de estabilizarme sola y, aún con el miedo a flor de piel, acabé cediendo. Le permití el paso a otras personas, les di un poder similar y casi ocurrió. Casi volvieron a usarlo.

    ¿Qué habría pasado si el imbécil sobre mi hombro desaparecía como Daute?

    No estaba segura.

    Para la gracia prefería no averiguarlo, e incluso si era un balance sinsentido, prefería todas las mierdas raras que habían ocurrido últimamente si eso significaba mantener los cimientos en orden. Era y no era codiciosa, perseguía metas raras, a veces aparentemente inalcanzables, y el secreto quizá fuera que tenía la fortaleza para conseguir lo que quisiera en tanto las pocas personas que quería, se quedaran conmigo.

    —Hay varios —respondí a la cuestión de los recovecos donde cazar luciérnagas, ya había empezado a girar el cuerpo para entonces, así que el resto lo dije mirándole; mi vista se distrajo por la tinta de sus brazos, en ascenso, hasta alcanzar sus ojos—. Los tenemos marcados. Uno, por ejemplo, está cerca de la escuela. El lago Sayama, ¿lo ubicas?

    Tras concluir ese asunto, le piqué la nariz y retomé lo que nos concernía a todos: el bendito tatuaje. Fui donde Tess, pero ella se movió a la computadora y maté el tiempo buscando unas papitas. Mientras buscaba el diseño, le di un par de buenos tragos a la cerveza. Iba a admitirlo el día que me muriera, pero de repente estaba un poco nerviosa.

    —No, no creo —negué a la posibilidad de ponerle algún color, recostando la cadera en el mueble más cercano y repiqueteando las uñas en la lata—. Prefiero mantenerlo lo más clásico posible, luego veo si le pillo o no el gusto.

    No era ninguna experta, pero supuse que esa silla tan grande era donde los clientes se tatuaban, así que me senté al borde y me corrí todo el cabello sobre un hombro, el contrario al que había pensado; miré éste, analizando la situación, y supuse que tendría que correrme el tirante del top.

    —Luego dime cuánto voy a deberte —solté al aire, y una media sonrisa asomó en mis labios—, por esta sesión forzada.

    Le había dicho que no me molestaba y era cierto, pero eso no significaba que no fuera a molestarlo al respecto, ¿cierto?


    okidoki, sin problema <3 a mí también me costó ubicar las neuronas aquí JAJAJA
     
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    Zireael

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    En mi cabeza no podía poner sobre la balanza mi existencia para compararla con la del otro imbécil que la había dejado tirada, en esencia porque aunque pasáramos haciendo el imbécil y todo lo demás, no había considerado a Sasha algo remotamente parecido a una amiga siquiera hasta que los imbéciles me dejaron la puta foto y me hirvió la sangre en las venas. Incluso con eso, jamás daba por asumido que mi retirada implicara algo para las personas que dejaba atrás. Una cosa era que tu ex se fuese a la mierda sin decirte nada, otra muy distinta que el pandillero arroja-cuchillos de la fiesta se fuese por donde vino.

    Sin embargo, ambas acciones eran de la misma naturaleza.

    Cuando me respondió lo de los recovecos ya se había girado para mirarme y me distraje en sus ojos, escuchándola, porque la verdad nunca había tenido demasiado tiempo para esas cosas. Si acaso me distraía de la mierda llevando a mis hermanos a los festivales cada año, pero poco más y recién ahora me estaba metiendo por los lados cercanos a la academia de niños pijos donde había ido a parar por un desastre de pandillas, para variar.

    Negué suavemente con la cabeza como respuesta, me sonaba el nombre, pero no ubicaba el lugar en el espacio ni nada. Igual si ella lo decía, le creía así que imaginé que el lugar sería lo suficientemente calmado y apartado para que justamente se reunieran bichillos de esos, que uno ni podía ver en medio del caos de luces del centro de Tokyo.

    —Como podrás imaginar, no soy ningún iluminado de los terrenos cercanos a la escuela —respondí luego de que me picara la nariz, arrugando los gestos levemente.

    Se había acercado a Tess que ya estaba en modo tatuadora, así que había seguido moviéndose para ir preparando todo, en este caso el diseño y Sasha le respondió a lo del color. Podía parecer que no le estaba prestando atención, pero Tess asintió con la cabeza y pronto se escuchó el ruido de su impresora, de la que poco después retiró una hoja de esas raras que usaban los de los tatuajes para pegarte el diseño en la piel.

    Lo dejó a un costado, preparó todo en una mesilla con ruedas que tenía a un costado y escarbó por las agujas que iría a necesitas, además de la tinta. Cuando tuvo todo eso más o menos listo se retiró un momento, abrió la puerta de la cerradura digital y la dejó abierta mientras se zambullía dentro de su apartamento, donde se escuchó que abrió el grifo para lavarse las manos.

    Cuando regresó, unos segundos después, estaba colocándose unos guantes de plástico negros. Cerró la puerta con la punta del pie, arrastró la silla de la computadora y presionó algo que la hizo subir unos centímetros, suficiente para quedar a la altura del hombro de Sasha.

    El comentario de la pelirroja había pillado a Tess en toda su movida, pero cuando estaba por responderle fue la morena la que me interrumpió. Soltó una risa, floja mientras se ponía a preparar la zona que Sasha le había dejado descubierta y yo me callé, esperando por la tontería que iba a soltar.

    —Él es el que debería estar pagándote a ti —dijo apenas por el encima del volumen de la música que había quedado sonando en reproducción automática—. Pon el precio que quieras por haber terminado en esta silla, linda, en metálico o no. Arata pagará, siempre lo hace.

    Porque era un imbécil de palabra, como bien le había dicho a ella.

    —¿Estás diciéndole que me chantajee, Tess? —solté haciéndome el ofendido.

    La otra no respondió, colocó el stencil sobre la piel de Sasha y luego de asegurarse que estuviese bien adherido, lo retiró lentamente dejando la tinta morada detrás de sí. Lo miró algunos segundos, antes de darle un toquecito en el brazo a la muchacha.

    —Puedes verte en uno de los espejos, linda, si crees que está torcido o algo lo movemos. Ah, y sí, totalmente te estoy diciendo que chantajees a Arata, es una experiencia que recomiendo con toda sinceridad —dijo como si yo no estuviese allí—. Cuando estés lista podemos comenzar. Puede que cuando termine sangres un poco, Sash, tienes algo de alcohol en sangre ya, así que vas a tener la coagulación algo entorpecida.

    —¡Hey! ¿Pero tú de qué lado estás?

    —Del de las chicas bonitas, hombre, ¿de cuál más?


    i mADE IT con el poder de chase atlantic de fondo

    Imagino que aquí también podemos hacer timeskip como cuando lo de la peli en casa de Cay, te dejo la libertad de elegir lo que te parezca apropiado <3
     
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    Gigi Blanche

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    Arata no tenía idea del lugar que le había mencionado y tampoco era el plan ponerme a explicárselo allí mismo, así que no quedó otra más que dejarlo correr. Siendo honesta tampoco creía que el dato le interesara, no tenía pinta de tener alma de boy scout ni nada. Si se lo conté fue porque a su alrededor había aprendido a relajarme y ya.

    Tess entonces arrancó la movida del tatuaje, mientras que yo... bueno, sólo podía esperar. Bebí de mi cerveza, comí algunas papitas más y revisé el móvil hasta que la chica tuvo todo listo. Me senté a su lado, tomé mi cabello y lo até en una coleta baja sobre el hombro opuesto con la liga que llevaba en la muñeca. Hundí los dedos y los deslicé hasta el final, más que nada para organizarlo, y me corrí los tirantes, tanto del top como del bra.

    En medio de todo el trámite solté lo del dinero, pero acabó siendo Tess quien respondió. Volteé hacia ella, la sonrisa divertida se mantuvo allí pero no dije nada. No lo sopesé ni un segundo, la verdad, realmente no había forma terrenal de que fuera a dejar que Arata pague esto. Si él era un hombre de palabra, eso me convertía en una mujer de principios. Y, según mis principios, si el tatuaje iba en mi piel, el dinero salía de mi bolsillo.

    Los dejé hablar, aún así, porque Arata se hizo el ofendido y fue gracioso. Tess colocó algo en mi espalda que estaba ligeramente húmedo, me quedé quieta y, pasado un tiempo, lo despegó. Hice lo que me ordenó, yendo donde el espejo para revisar el stencil mientras ellos seguían discutiendo, y me quedé abstraída allí apenas un instante. Toda la vida me había negado al rollo de los tatuajes, quizá porque siempre lo había pensado orientado hacia mis amigos y mierdas insustanciales; pero ver la pequeña jarra allí, el universo contenido y la luciérnaga, verlos sobre mi piel, en cierta forma... me conmovió.

    Si mi gran miedo era perder a las personas, de esa forma las llevaría siempre conmigo.

    —Lo veo bien —concedí, aún frente al espejo, regresé a mi silla y le di otro buen trago a la cerveza—. Bueno, a ver, no voy a decir que estoy lista porque no lo estoy, sólo empieza así dejo de sobrepensarlo. Ah. —Giré el rostro y apunté a Arata con la lata—. Tess está del lado correcto, pero yo también. Así que no te preocupes, no vas a pagar nada de esto.

    .
    .
    .

    Al final no fue tan bravo como temía, por supuesto, de otra forma no tendría sentido que hubiera tanta gente en el mundo con tantos tatuajes. El dolor era soportable, si acaso la aguja me crispaba un poco los nervios de a ratos pero, cuando empezaba a molestarme de veras, llegaban las pausas de Tess. Todo calculado, ¿no? Con la tontería me acabé la cerveza y charlé con ambos de cualquier cosa, pues primero y antes que nada iba la prioridad de lucir desenfadada. No iba a reconocer nunca que me estaba esforzando por ser la tough girl de turno, pero era precisamente lo que estaba haciendo.

    Las canciones siguieron corriendo, algunas pude cantarlas y a otras les seguí el ritmo con las manos. Justo cuando Tess separó la aguja de mi piel por última vez, me estaba entreteniendo (again) analizando los tatuajes de Arata.

    —Son todos animales, ¿no? —inquirí, bastante relajada (o ya algo tocada por el alcohol, quién sabe)—. ¿Siguen algún patrón o te los hiciste porque sí?


    yes yes, iba a decirte de hacer un timeskip también, así que me tomé el atrevimiento de, pues, hacerlo (??
     
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    Zireael

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    Incluso si no era yo de andarme metiendo en la naturaleza y esos rollos, guardaba la información de los que sí, al menos si me lo decían y ese era el caso con lo que me había soltado Sasha sobre el lago. ¿Qué si me servía para algo el dato? No mucho en realidad, puede que lo único que sacara realmente fuese lo de las luciérnagas o al menos sería lo único que recordaría con nitidez.

    Por demás, en lo que a mí me concernía todos nos hacíamos los rudos cuando estábamos sentados en la silla del tatuador, así que no importaba mucho. El lugar que había elegido tampoco implicaba nada loco respecto al dolor, por lo que me regresé al puff en lo que Tess ordenaba todo el asunto, colocaba el stencil y tal. Noté la sonrisa divertida con la que la pelirroja miró a Tess, que reflejó a medias, pero puede que ambas supieran que no iba a pasar lo que la mayor había sugerido. Llámalo telepatía femenina o lo que quieras.

    Era un poco indiferente de todas formas.

    Ya habíamos divido una deuda, la única que me interesaba.

    Observé a Sasha mientras se aseguraba que la plantilla hubiese quedado como quería, dijo que lo veía bien y la mayor asintió desde su posición, así que la situación siguió fluyendo. Le pegó un trago a la lata, dijo que no iba a decir que estaba lista, que solo empezara y a mí se me aflojó una risa después, cuando siguió hablando.

    —Ya olvídate de eso —dije bastante tranquilo, levantando la cerveza que había dejado en el suelo ahora que me había vuelto a sentar—. Luego me invento cualquier tontería para hacer un balance sin dinero de por medio.

    Apenas dije la última palabra Tess encontró la piel de la pelirroja con la aguja y con eso comenzó el asunto de verdad. Tess tenía buena mano, de hecho, así que cuando lo notaba a uno muy tenso se inventaba una pausa, así fuese de dos segundos, y luego seguía. Suponía que todos éramos así cuando nos especializábamos en algo, sin importar lo que fuese.

    Parecería que la mayor estaba más concentrada que cubito de condimentos, pero aún así continuó conversando de lo que saliera con nosotros y yo me abrí una segunda cerveza en algún punto, medio porque sí. La comida que habían servido en los bowls casi desapareció, pero dejé algunas papitas allí para que tampoco dijeran que yo era el tragón que las había dejado sin nada.

    En algún punto noté a Tess sonriendo para sí misma, puede que por notar las reacciones de Sasha con las canciones que iban pasando y la reflejé sin siquiera darme cuenta, aunque se desvaneció en segundos.

    —Listo —dijo la mayor retirando la aguja y se dispuso a limpiar los restos de tinta con la mayor delicadeza posible.

    Al oírla volví la atención a ellas, me había distraído mirando a cualquier parte así que no había notado a Sasha matando tiempo mirando mis tatuajes otra vez hasta que encontré sus ojos. No creí que preguntara, pero seguro ya estaba algo tocada por las cervezas o lo que fuese, porque lo hizo y a mí se me aflojó una risilla.

    —La mayoría, los que no son relleno —respondí a lo de los animales—. Metí flores y máscaras del teatro japonés para llenar espacio y conectar todo.

    —¿No le has dicho? —preguntó Tess arrojando una servilleta al tacho de la basura.

    —Sabe que tengo la mierda hasta el cuello, ¿qué más quieres? —resolví con simpleza sin molestia real, ladeando la cabeza sobre el puff pero desviando la mirada a Tess antes de regresarla a Sasha a la que le dediqué una sonrisa—. ¿Te acuerdas que te expliqué que en mi pedazo del mundo llamábamos Triángulo del Dragón al espacio entre Chiyoda, Shinjuku y Shibuya?

    —Huh, aquí se viene el lore. Es como el bestiario de un juego —añadió la otra mientras limpiaba el tatuaje de Sasha una segunda vez.

    —En general las pandillas de chicos sirven a los grandes de la yakuza, la mafia japonesa, a los que llamamos demonios. Apadrinan mocosos que consideran tienen potencial y los mueven sobre el tablero, a sabiendas de que si sobreviven la partida podrán arrastrarlos después al interior de su estructura; es como un proceso de selección, los putísimos Juegos del Hambre o la Purga. Con el tiempo se volvió un poco una tradición, creo que en algunas generaciones en particular, en que tanto las pandillas como sus jefes, presidentes, líderes, como los quieras llamar, tenían nombres asociados a los animales. A veces incluso los que estábamos algunos escalones por debajo nos ganábamos un apodo de esos, si recuerdas lo de Honeyguide todavía —expliqué estirando los brazos al frente antes de empezar a soltar la sopa. Llevaba más perros de lo que me gustaría admitir encima, pero los que ocupaban más espacio eran el zorro plateado y el chacal—. Los Lobos en Shibuya, los Boomslang en Shinjuku y los Chacales en Chiyoda. Perro-lobo, Hiena, Krait, Yako.

    Tomé aire despacio, volviendo a relajar los brazos y suspiré con cierta pesadez. Con el tiempo había ido llenando los espacios con las figuras recientes del tablero, por lo que las anteriores comenzaban a parecer algo opacas en comparación. Ni siquiera recordaba si le había dicho a Sasha que uno de mis amigos, famoso Yako, la había palmado. Le había soltado tantas mierdas que ni al caso que se me comenzaban a olvidar.

    —La única mariposa que llevo encima es de Cayden, el licaón, el perro manchado pues, es de la chica que me consiguió el empleo en Minato —continué hablando, como para que pudiera ponerle al menos una cara a uno de los dibujos y la sonrisa se me estiró—. Los llevo a todos encima y si aparece alguna otra bestia, se añade la entrada al bestiario como dijo Tess. Son recordatorios eternos, buenos o malos, del lugar de cada uno en el mundo, incluido el mío.

    Alcé la mano izquierda, mostrándole el dorso donde estaba el indicador que le había dicho era mi primer tatuaje y me permití una risa antes de levantarme. Tess me miró con cierta complicidad, así que atajé un poco al vuelo lo que pretendía.

    —Mira tu cromito en el espejo, linda —advertí en un murmuro que apenas se escuchó por sobre la música—. Luego Tess te pondrá una membrana encima del tatuaje, un plástico raro, que facilitará que cicatrice bien y te soltará toda la explicación de cómo tienes que cuidarlo en los días siguientes. La lección de lore pandillero puede continuar después si quieres, no me molesta.


    dos horas aquí POR LA PREGUNTA DE SASHA

    *c la responde cuarenta veces si hace falta*
     
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    Gigi Blanche

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    Que no me dejaran pagar era algo que definitivamente no iba a quedar así como así, pero de momento y mientras me agujereaban la piel... pues podía dejarlo correr. Conversamos, Arata abrió otra cerveza, casi extinguió la población de papitas y, al final, Tess acabó su trabajo. Cuando solté la pregunta que, sin saberlo, iba a desatar tremendo monólogo, el intercambio previo entre ellos me arrancó una sonrisa divertida. Arata me preguntó si recordaba lo del Triángulo y asentí.

    Jamás creí que mi duda tan inocente desataría una tormenta de información, pero honestamente tampoco me molestaba. Apenas capté las vibes de salón de clases paré todas las antenas y me dispuse a absorber la mayor cantidad de detalles, pues así era yo con la vida en general: me gustaba aprender, por insustancial que pareciera. Fui asintiendo y demostrándole que lo escuchaba, en especial al mencionar el honeyguide que me mostró en su mano. La simple retrospectiva me lanzó de regreso a la mascarada, cuando se presentó así en medio del beer pong y en el momento parecía un apodo sacado del putísimo aire.

    Jamás habría imaginado que cargaba tanta historia detrás.

    Lobos en Shibuya, boomslang en Shinjuku, y chacales para Chiyoda. Perro-lobo, hiena, krait, yako. Algunos nombres se me escapaban, asumí que tanto las boomslang como krait serían especies de serpientes; yako era un zorro del folklore japonés. La verdad, sí que era un jodido bestiario. Luego apareció Cayden en la forma de una mariposa, la chica de Minato también. Relajó los brazos, suspiró y pensé lo mismo que su apodo. Todos esos tatuajes podían parecer nimios o surgidos de un mero impulso estético, la idea incluso iría en sintonía con su eterna actitud desenfadada.

    Son recordatorios eternos, buenos o malos, del lugar de cada uno en el mundo.

    Pero no.

    Incluido el mío.

    En cierta forma, era una suerte de libro abierto.

    Lógicamente no supe qué decir o agregar, así que lo seguí con la mirada y, otra vez, hice caso. Me puse de pie y fui hasta el espejo, donde me di la vuelta para apreciar el tatuaje; seguía teniendo el cabello atado pero de todas formas lo sostuve por pura inercia. Estaba... impecable, realmente, era justo como lo había visto sobre la hoja. Ahora estaba en mi piel, lo estaría mañana y hasta el día que muriera. Era una especie de promesa, ¿no? Volví a girarme y regresé junto a ellos.

    De condena, también.

    Que Arata llevara el bestiario encima significaba que planeaba morir aquí, ¿verdad? Significaba que no veía escapatoria posible. Lo entendía, de veras que sí, pero eso no quitaba que se asemejara más a la resignación que a la aceptación; y la resignación siempre dolía, pues arrastraba consigo una inevitabilidad desagradable. Era amarga y olía a desinfectante de hospital.

    —Ahora estás en tu salsa dándome clases sobre la mala vida, ¿no? —bromeé junto a una risa liviana, me senté para que Tess colocara esa famosa membrana y estiré la mano hacia Arata, bastante porque sí—. ¿Puedo empezar a decirte Arata-sensei o no pega con tu reputación de chico malo~?
     
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    Zireael

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    Imaginé que lo del dinero siguió corriendo solo porque a la niña le estaban encajando agujas en la piel, pero por mí mejor, porque permitió que la situación siguiera fluyendo. Además, había que distraerla de las agujas, ¿no? Aunque sabía que eso lo podía hacer Tess, como cualquier otro tatuador, si yo estaba allí y ella estaba en al silla pues era la única responsabilidad que me correspondía ya en ese punto.

    Cuando soltó la pregunta, Tess y yo intercambiamos palabras y tal, noté su sonrisa divertida y la dejé ser sin más. Sabía que cuando había preguntado no esperaba que activara el monólogo marca registrada Shimizu, pero así como le había contado tantas otras mierdas, no vi por qué no contarle esa. Estaba en el pedazo oscuro del mundo ya, ¿qué importaba soltarle una lección de historia sin contexto?

    Asintió a lo del Triágulo y cuando comencé a hablar me dio las vibras de que así debía ser en clases, comiéndose la información sin preguntar por qué, lo que me hizo cierta gracia. En la fiesta le había soltado el apodo, pero en sí parecía venido de la nada como tantos otros, pero justamente por eso faltaba la historia que tenía encima. Lo que le estaba diciendo era una pincelada que no terminaba de amarrar con nada, pero sin duda le daba más forma a mi silueta.

    No me ligaba a una mierda pero me llenaba de cicatrices a voluntad.

    En esa decisión lo único que existía era resignación.

    Para ella olía a desinfectante de hospital, para mí apestaba a sangre, alcohol y al sonido de los barrotes de la comisaría. La resignación de las personas venía en muchos colores y sabores, si éramos honestos, no por ello era más fácil de llevar. Si acaso se adaptaba a nuestros miedos, esos de los que no habíamos podido escapar.

    Sabía cuál era mi lugar en el mundo, en dónde había nacido y dónde moriría, y era por eso que vivía sentado en un trono de humo negro. Sin embargo, en ese pequeño reinado de conformismo y terror en el que vivía, había decidido convertirme en mi propio libro, en el registro vivo de una generación entera de monstruos. Las bestias de Tokyo podrían leerme, se reconocerían en las páginas o reconocerían a las demás; era una historia escrita en un lenguaje que no pertenecía al mundo de la luz.

    Como si hubiese pretendido darle caza a todos los yōkai para tenerlos de mascota.

    No hacía falta que Sasha dijera nada, así que tampoco lo esperé como tal. Tess y yo la vimos acercarse en el espejo, ese momento era siempre importante, cuando uno observaba la tinta que lo acompañaría el resto de la vida. Al ver el trabajo completo, a pesar de que ahora estaba enrojecido e irritado en general, confirmé que parecía llevar escrito su nombre.

    Cuando volvió a sentarse y Tess se dedicó a poner la membrana estaba por acercarme para husmear el tatuaje de cerca, pero Sasha estiró la mano hacia mí y se me aflojó una sonrisa bastante suave a pesar de la estupidez que había dicho. Olvidé lo que iba a hacer, me acerqué a ella y tomé su mano como si nada.

    —Hmm, tal vez puedas~ —respondí entretenido con mi propia gracia y le di el último trago a la segunda cerveza antes de seguir hablando—. Pero te advierto que solo enseño mierdas. Nada que valga la pena para el futuro de un adulto responsable.

    —Confirmo —dijo Tess en voz baja, terminando de pegar la membrana—. A ver, linda, ya casi te dejo con el sensei, pero presta atención a tu otra maestra un momento. Yo te voy a dar las cosas para que puedas curarte el tatuaje en tu casa, ¿de acuerdo? Más membrana y una crema. Esta primera que te coloqué te la quitas en veinticuatro horas, te pones la crema y la dejas una media hora, luego lavas el tatuaje con jabón antibacterial y colocas otro plástico, ese lo dejas dos días. Cuando lo retiras, repites la crema y el lavado y colocas las tercera vez la membrana, por tres días. Para cuando lo retires ya habrá cicatrizado, será menos molesto para ti, pero imagino que necesitarás ayuda para estarte poniendo los plásticos estos por la posición. Arata tiene buena mano, se curó los tatuajes a la vieja usanza, puedes decirle que te ayude si sientes que te vas a liar mucho.

    Había seguido haciendo el tonto sin soltar su mano, me distraje jugando con sus dedos hasta que Tess dijo mi nombre y parpadeé un par de veces, como regresando a ese plano. Me había desconectado rapidísimo, para qué mentir.

    —¿No que no enseño nada que sirva para adultos responsables?

    —Eres bueno haciendo de niñera y esas cosas, si curar tatuajes se incluye en esas labores asistenciales, pues retiro lo dicho.
     
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    Gigi Blanche

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    Arata ya había estado acercándose cuando estiré la mano en su dirección, y me dio la sensación de que cambió los planes sobre la marcha para concederme el mini capricho. Su respuesta fue y no fue una autorización, lo cual me servía lo suficiente para molestarlo con respaldo legal llegado el momento. Estuve por replicarle a lo de que no enseñaba cosas útiles para adultos responsables, pero Tess se sobrepuso y le presté atención a toda su explicación, archivando los datos fundamentales y armando una suerte de cronograma mental. En cuanto mencionó al chico, lo miré y él pareció volver a tierra.

    Era viernes, así que la primera curación tocaría hacerla en casa. Para las demás podía buscarlo en la escuela, suponía, pero también sabía que mi lado tozudo iba a dar vuelta el mundo con tal de encontrar la forma de ocuparme yo sola.

    —Vale. Gracias, Tess. —Me incorporé de la silla, soltando la mano de Arata en el proceso para girarme hacia la chica—. De veras te quedó precioso, si algún día quiero otro te estaré tocando la puerta~ Ah, ¿y me dejarías tu número? Por cualquier cosa.

    Más valía prevenir que curar, ¿no? Aquello último lo había dicho alcanzándole mi móvil, de ahí volteé el rostro hacia Arata y de regreso a Tess, suspirando.

    —De veras no van a dejarme pagar, ¿cierto? —Finalmente me acerqué al rubio y presioné el índice al centro de su pecho, en un gesto algo acusatorio. También bajé el tono, no por mantener el secretismo sino para que sonara más amenazante—. No vas a librarte, ¿lo sabes? No me haré cargo si un día te encuentras un anillo en el bolsillo, o quizás unos aretes, quién sabe. Tal vez un reloj.

    Se me ocurrió una tontería más y la sonrisa me cruzó el rostro.

    —Además, ¿no que aún te debo el regalo de cumpleaños, cielo? ¿Qué te gustaría~?
     
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    No podía poner las manos al fuego por Arata, desde que lo conocía era una figura un poco dicotómica. Lo pillabas por el lado incorrecto y podías asumir que te habían tirado una maldición gitana o algo, costaba mucho que se aferrara a algo, que ni se dijera de las chicas con las que parecía solo jugar cada noche y con una sola, como mucho, se divertía dos semanas antes de querer cambiar el mobiliario. Con las amistades era un poco menos volátil, pero tampoco era de andársela jugando y luego estaba su familia, que era la única cosa estable en el desastre de vida que manejaba. Si no era mala persona, lo cierto es que se empeñaba en parecerlo.

    Suponía que no se creía capaz de otra cosa que no fuese ser el monstruo de todas las historias.

    Una cosa era cierta y es que aunque podía verlo como una señal de esperanza, el hecho de que esta muchacha estuviese aquí era extraño. No terminaba de entender si era su amiga de verdad, si había logrado conectar con el torbellino o si solo estaba jugando un juego todavía más irresponsable. La forma en que la trataba no me daba demasiadas pistas de todas formas, era más suave, pero no dejaba de ser... Arata.

    La niña me prestó atención, me agradeció y yo le dediqué una sonrisa como diciéndole que no había sido nada. Al incorporarse se había girado hacía mí, así que recibí su mirada mientras me quitaba los guantes para arrojarlos a la basura, consiguió arrancarme una risa ligera y recibí el móvil para anotarle mi número sin demasiado problema. En eso me alcanzó su comentario sobre el dinero y suspiré.

    —Por ahora no te preocupes, ¿de acuerdo? Podrás pagarme, pero después, no pasa nada. Sé que Arata no se esfumará de aquí ni nada y tú tampoco me vas a dejar colgada, por lo que veo —resolví con calma sin prestarle atención a su intercambio—. Para cuando retires el último plástico puede que necesites un pequeño retoque o no, allí hablaremos de la paga.

    Cuando alcé la vista para regresarle el móvil noté que estaba volcada en Arata, así que me decidí a comerme el espectáculo. Presionó el dedo contra su pecho, acusándolo, y el otro alzó las cejas al escuchar lo que le dijo, aunque yo casi no escuché nada por la música. Sin embargo, él le contestó en voz alta, aunque se le salió el tono fuck boy o algo que podía calificar como tal.

    —¿Es una amenaza o una promesa? —preguntó con un gusto que casi me hizo soltar la risa y estiró la mano para tomar a la muchacha suavemente por la muñeca, atrayéndola apenas hacia él—. Sorpréndeme, Rojita~ Ya sabes que vengo de dónde no se pide mucho. Para este punto comienzas a conocerme, ¿no? Tal vez sabes qué podría gustarme.

    La verdad era que solo me faltaban las palomitas para semejante espectáculo, porque no iba a mentir, estaba en mi salsa comiéndome las interacciones de estos dos desde que aparecieron. No sabía qué esperar a corto plazo, menos a mediano, así que habría que verlo. En cualquier caso, tampoco quería incomodarla a ella por estar de observadora así que carraspeé la garganta para llamar la atención de ambos y regresarle el teléfono a la chica.
     
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    Gigi Blanche

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    Tessa seguía bastante empeñada en tomarse el asunto de la paga con calma, concepto que honestamente me costaba entender pero que, aún así, me forcé a dejar correr. Iba a estar pensando en ese dinero hasta que saliera de mis manos, lo sabía, pero no quería imponerme tanto. Además, si lo veía por el lado bueno, ¿quizá me sirviera para relajarme un poco? Podía intentarlo al menos, ni idea. Sabía que mi relación con todo el rollo de las deudas era, cuanto menos, un poquito insalubre.

    Cuando dijo que por lo que veía yo tampoco la dejaría colgada solté una risa nasal, sabiéndome descubierta. Pillé aire y asentí, pues, volcando mi atención en Arata. Se lo veía bastante encantado con la idea y acabé reflejándolo.

    —Ambas —respondí a lo de si era una amenaza o una promesa.

    Su mano encontró mi muñeca, fue delicado y noté que con la misma discreción me jalaba en su dirección. Cedí sin problema, repasé ligeramente sus facciones en el proceso y regresé a sus ojos, con la sonrisa suave pegada en los labios. ¿Que lo sorprendiera? De donde yo venía eso era sinónimo de no tener ganas de pensar y pasarle la pelota al otro, pero tampoco me molestaba. Vivíamos, al fin y al cabo, sumergidos en un juego constante de tira y afloje. Si lo concebía como un desafío podría disfrutarlo y todo, con lo que me gustaba autoexigirme.

    Y lo que me satisfacía triunfar.

    Very well —accedí, casi en un susurro, y mis ojos se deslizaron a sus labios apenas un segundo antes de volver a subir; mi sonrisa se amplió—. Pero si me pones condiciones, entonces tendrás que recompensarme si acierto, ¿verdad?

    Tira y afloje, negociaciones e intercambios. Daba igual, lo disfrutaba.

    Probablemente más de lo que debería.

    A todo esto, debía reconocer que me había abstraído un poco en toda la situación. Cuando Tess carraspeó a mis espaldas, básicamente recordé dónde estábamos y me cayó algo de vergüenza encima. Me giré hacia ella, en el movimiento deshaciendo el contacto en mi muñeca, y le sonreí; cargó una disculpa silenciosa o algo muy parecido.

    —Gracias, linda. —Acepté el móvil de regreso y estuve por guardarlo en mi bolsillo cuando vi la hora—. Oh my God, ¿ya la una y media? ¿No tienes que dormir o algo?

    Aquello se lo dije a la chica, claro, y genuinamente preocupada. Había olvidado que, de por sí, habíamos topado con ella volviendo de la tienda a medianoche, y que no todos se iban a la cama a las diez, once como mucho, para empezar el día lo antes posible. Pero bueno, no estaba en mi momento más avispado.


    no sé si lo había dicho somewhere pero weno, andaba de vacaciones. now iM BACK
     
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    Zireael

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    La verdad era que sabía que Tess se estaba tomando la cuestión del dinero con tanta ligereza porque Sasha había venido conmigo, había sido igual con Altan aunque como ese estaba forrado no me preocupé demasiado de por sí. Puede que Sasha se pasara los días pensando en esta pasta, pero a mí no me parecía nada del fin del mundo, la suerte de sociedad que tenía con Tess me permitía algunas libertades sin el peso de una deuda en todas las de la ley. Era como pedirle algunos yenes a un amigo y regresárselos a la semana siguiente.

    Sin duda había dinero que pesaba más que otro.

    Su respuesta a lo de si era amenaza o promesa me estiró la sonrisa, eso sin mencionar que cedió sin más a que la atrajera hacia mí. Nunca me había interesado demasiado en lo que hacía alrededor de la gente o no, así que el hecho de que Tess estuviese allí no me detuvo ni me distrajo de la estupidez y me entretuve con la cercanía repasando su rostro con todo el descaro del mundo.

    ¿Qué si le había pasado la pelota porque no quería pensar? Pues claro, me caracterizaba por eso, pero también quería saber qué se le ocurría si le dejaba ese espacio de libertad creativa. Si algo además de no usar la neurona me definía, era estirar las posibilidades solo para averiguar qué era capaz de hacer la gente. Por eso había quedado encantando en el momento que esta chica demostró tener las manos livianas.

    Era como si la pusiera a prueba a sabiendas de que le gustaba el desafío y luego, como si nada, le ofrecía la sombra del monstruo como apoyo. El tira y afloja en el que nos paseábamos era raro, lo sabía, pero no por ello perdía el encanto. Por mucho que me suavizara a su alrededor, no dejaba de ser yo y me alimentaba de puras estupideces.

    —Pues claro —concedí a lo de recompensarla si acertaba y me permití una risa nasal al verla deslizar los ojos a mis labios—. No sería muy noble de mi parte no hacerlo, ¿verdad? Considéralo un trato, Rojita.

    Era un hombre de palabra después de todo.

    Oí a Tess carraspear, así que lo siguiente que supe era que Sasha se giraba para recibir el teléfono y yo regresé la mano a mi espacio, hundiéndola en el bolsillo. Miré a la mayor con cierto tinte de reproche por joderme el numerito, pero no dije nada y me quedé junto a Sasha sin sorprenderme por la hora.

    —Suelo trabajar después de las nueve casi siempre —respondió dedicándole una sonrisa a la pelirroja y luego de levantarse para escarbar por cosas de nuevo, le entregó lo que le había dicho: la crema y la membrana rara aquella—. La clientela que hice no tiene la costumbre de venir cuando todavía hay luz natural. Son como vampiros.

    —¿Es demasiado tarde para ti, Sasha? —pregunté en un breve momento de empatía—. Puedo llevarte a tu casa o donde sea que necesites quedarte si es el caso, si no... Bueno, sigues secuestrada hasta nuevo aviso.

    —Arata. —Me llamó Tess de repente y cuando encontré sus ojos no supe del todo qué pretendía—. Gracias por traerme una amiga. Hay demasiada testosterona en este negocio.

    —¿Ah? No te me pongas sentimental, que soy igual de idiota emocional que el resto de testosterona que recibes aquí —espeté sin demasiado tacto—. Tengo testigos y todo.


    creo que leí por ahí que estabas busy, así que me lo imaginé. wELCOME BACK *revienta pólvora y avienta confetti*
     
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    Gigi Blanche

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    Incluso sabiendo que aceptaría, me permití echarme cierto orgullo encima y asentir, decidida. De momento no tenía claro ningún posible regalo, aún menos uno aparentemente robado, pero había tiempo, ¿no? Y con el debido tiempo me creía capaz de estar a la altura de las expectativas; las propias, claro. Dudaba que a Arata le importara demasiado o tuviera alguna en absoluto. Era una de las principales razones por las cuales me relajaba en torno a él o Maze, puede que incluso Suiren. Tenía que ser yo la que ponía las reglas, ¿cierto?

    Si intentaban imponerlas desde afuera, me revolvía como un animal rabioso hasta zafarme.

    Luego Tess me entregó las cosas que me había mencionado, diciendo que solía trabajar pasadas las nueve; vaya, eso era... bueno, ahora que lo pensaba tenía sentido. El trabajo en el casino, en definitiva, manejaba horarios similares. Estuve por responderle algo simple, pero la voz de Arata me hizo girar a verlo y parpadeé, poniendo cara de cachorro mojado en automático.

    —¿Ya quieres deshacerte de mí?

    Qué iba a quedar de su bondad si respondía a sus milagros de empatía mofándome de él, ¿cierto? Bueno, al parecer tampoco me importaba demasiado. Pasados algunos segundos, sonreí, me deslicé a su espalda y me puse de puntillas para echarle los brazos encima. Esa fue otra mierda que no pensé. Le dejé ir mi peso, lo estrujé apenitas y miré a Tess con la barbilla cerca de su hombro cuando la chica lo llamó. ¿Una amiga? No me quedó del todo claro a qué se refería con eso, pero Arata le respondió sin mucha delicadeza y le dejé ir un golpecito al centro del pecho, ya que tenía las manos colgando allí.

    —Tendrás testigos pero te faltan algunas neuronas iluminadas, cariño —lo regañé sin molestia real, y busqué los ojos de Tess estrujando al chico otra vez—. ¿Qué te parece si lo obligo a traerme más seguido? ¡Hay que combatir el exceso de testosterona! ¡Es tóxico, está comprobado!

    gracias, gracias *perrea entre el confetti*
     
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    Zireael

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    Tanto Sasha como yo sabíamos que el famoso regalo en cuestión era un misterio y ese era su encanto de hecho, porque sabía que las expectativas que buscaría alcanzar serían las suyas y no las mías. ¿Por qué? Pues porque ya le había dicho yo mismo que no era demasiado exigente, en el pedazo de tierra y las paredes donde había crecido uno aprendía a no esperar nada y a su vez a no pretender controlar lo que me rodeaba, sobre todo a las personas.

    Era inútil, pero en el trono de humo era más fácil observar que ordenar.

    Tess aprovechó la distracción de Sasha para ir a tomar una cerveza, incluso si ya estaban a temperatura ambiente, y la escuché abrirla mientras la pelirroja volcaba la atención hacia mí y ponía cara de cachorro mojado. Suspiré, resignado, porque parecía que vivía rodeado de idiotas que sabían que si me ponían cara de borrego a medio morir se solucionaba cualquier mierda y crucé los brazos.

    —¿No escuchaste? También dije que estabas secuestrada hasta nuevo aviso —repetí sin dejar de prestarle atención a Tess, que pronto volvió a la silla en la que había tatuado a Sasha. Que hablando de eso, la niña se movió a mi espalda y me echó los brazos encima—. No tientes al diablo, que luego no te regreso a casa hasta mañana~

    Recibí su peso sin ningún problema, Tess nos miró bastante entretenida y le pegó un trago inmenso a la cerveza ahora que estaba recibiendo la mirada de Sasha, que tenía la mejilla encajada en mi hombro. Puede que fuese cosa de la diferencia de edad y en eso no me iba a poner a jugar de ser la gran cosa, entendía que Tessa estaba en un punto que me dejaba a mí como un crío que no sabía limpiarse el culo todavía; pero el caso es que no la había podido leer muy bien nunca, no si ella no lo permitía.

    Sasha me dio un golpe en el pecho, cosa de nada, y yo me desinflé los pulmones sin verdadera molestia y acepté su regaño de mentiras como si nada, como si no la tuviese pegada a la espalda como un chicle. Pretendí mirarla de reojo y solté una risilla.

    —En mi defensa, desde el principio estaban advertidas de mi grado de estupidez —solté en medio de ambas oraciones y se me escapó algo parecido a una queja cuando Sasha me volvió a estrujar—. ¿Obligarme? ¿Pero no fui yo el que te trajo aquí en primer lugar?

    —Hazlo —respondió la morena con calma, sonriendo—. Todo sea por combatir la toxicidad de la peste a macho. Seremos dos, pero seguro que podemos con semejante misión.
     
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    Gigi Blanche

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    Obviamente había oído la segunda parte, ocurría que me había apetecido omitirla por el bien del teatro. No confiaba en el estado de esas cervezas, pero Tess había estado ocupada tatuándome y se abrió una, ocupando la silla de los clientes. Cuando la vi allí, ya desde la espalda de Arata, por un segundo sentí como si le estuviéramos ofreciendo espectáculo gratuito; y que a ella, cabía destacar, le encantaba la idea. Nos llevaba unos cuantos años y tatuaba bad boys de madrugada, era muy probable que no se espantara por dos críos de preparatoria tonteando en sus narices, ¿cierto?

    Aunque pensarlo así era peligroso.

    Arata dijo que no tentara al diablo, o no volvía a casa hasta mañana y el comentario me arrancó una risa baja, casi inaudible. La música aún me rebotaba en el cuerpo y fue bastante gracioso, ya que justo era Swim. Aproveché la cercanía, por supuesto, para arrimarme a su oído y murmurarle justo encima.

    You picked a dance with the devil, decía.

    And you lucked out.

    —¿Es una amenaza o una promesa? —le devolví la jugada, divertida.

    La defensa del chico tenía bastante sentido, a decir verdad, tuve que ponderarlo y acabar asintiendo, resignada. Luego se quejó al estrujarlo y me recordó a los niños, en especial Lulu, cuando andaba huraño y refunfuñaba por mis achuches. El caso era que, por mucho que gruñera, nunca buscaba soltarse. Estuve por responderle cuando Tess habló, aceptando mi tontería, y sonreí. Era estúpido, si acababa de conocerla y debía ser apenas una niña a sus ojos, pero nunca se me había dado muy bien relacionarme con otras chicas. Alisha había sido de los últimos intentos, de hecho, y visto lo visto.

    —Ya está, seré tu apoyo logístico contra cualquier pseudo gang boy de turno que aparezca.

    ¿Cuáles eran las responsabilidades de ese puesto? Ni idea. En algún punto impreciso había empezado a mecerme ligeramente al ritmo de la música, aún sin despegarme de Arata, hasta que empecé a sentirme una puta lapa y me deslicé hacia atrás, lejos suyo. Dejé las cosas que Tess me había dado junto a mi chaqueta y también me quité la liga del cabello, acomodándolo un poco.

    —Fuera bromas, estoy bien —dije, refiriéndome a Arata mientras hacía todo aquello—. Digamos que me gané el derecho de volver a casa cuando quiera sin que nadie me cuestione, así que no pasa nada.
     
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    Sasha no era tonta, eso lo tenía claro, así que si había pasado de algo de lo que decía era de forma consciente y también asumí que notaría que Tess estaba allí viendo la película como si nada. Eran esas cosas que uno sabía y aceptaba, ni más ni menos, porque puede que tampoco fueran nada del otro mundo o quizás sirvieran para alimentar las bases el trono de humo.

    Mi comentario de que no tentara al diablo la hizo reír, lo sentí más de lo que lo oí porque la tenía pegada a mí y eso me anticipó a medias a la otra movida. Me regresó la jugada de antes y ya de pasó la cercanía me lanzó un chispazo de electricidad por la columna, incluso si no lo demostré más allá de permitirme una risa también.

    —Ambas —respondí ahora sí en voz baja.

    Asintió ante mi defensa, pero antes de que me contestara a mí Tessa la distrajo y le habló a ella entonces, aceptando sin más la misión "Disminuir los niveles de macho" en el studio o la mierda que fuese. No acababa de entender muy bien cómo habíamos llegado allí, pero tampoco me importaba mucho porque ahora que lo pensaba no había visto a Sasha con demasiada gente, chicas en particular. Supuse que aunque Tess nos sacara varios años y eso, la verdad podría llevarse bien con ella.

    —Muchas gracias, linda —dijo Tess en respuesta, dedicándole una sonrisa bastante amplia—. La próxima que el idiota me ponga un mensaje, así les tengo comida un poco más consistente que solo unas bolsas de papitas.

    Sasha se había comenzado a mecer al ritmo de la música que seguía sonando, lo que por rebote significó que me tenía sujeto en ese vaivén, pero me soltó unos segundos después. Al despegarse fue a dejar las cosas que la mayor le había dado con su chaqueta y se acomodó el cabello, mientras estaba en eso me habló y yo parpadeé despacio.

    —Bien, entonces allá va mi momento de conciencia de grupo —dije con algo de diversión en la voz, encogiéndome de hombros—. Vuelvo a ser el que se lleva a la muchacha bonita a mitad de la noche.
     
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    Podría no haber respondido absolutamente nada a mi tontería que la palabra habría aparecido en mi mente aún así, dado el contexto. Luego Tess pidió que le avisáramos las visitas de antemano, en concreto a Arata, pero acabé asintiendo yo. Íbamos a ser honestos, vamos, ¿de quién había más chances de que recibiera el dichoso mensaje? Las papitas no me molestaban, sólo entendía el gusto de saber las cosas de antemano.

    Entre el resto del show, que me alejara y dejara las cosas por ahí, Arata se desentendió de su consciencia moral y me reí, pensando que eso realmente no le significaba mucho esfuerzo. Quizá le funcionara como una suerte de interruptor, vete a saber. Lucky boy.

    —¿Y eso te enorgullece? —lo molesté sin alzar mucho la voz.

    Al instante me distraje con Tess, que se había levantado con el móvil en la mano y desapareció dentro del apartamento. A la puerta le siguió la música que sonaba sobre el silencio, estiré el cuello para chusmear la computadora a lo lejos y sonreí, viendo que el aleatorio había dado con un live bastante largo, pero que era de mis favoritos. Empecé a cantar en voz muy baja, le lancé un vistazo al chico y comencé a acercarme, estirando la mano hacia él. Otra vez, una tontería.

    En cuanto lo alcancé, sostuve su mano, dejé la mía libre en su hombro y no le di opciones para que no bailara conmigo. La canción (y todo el live) era como una versión slowed down así que no fue ninguna locura; se asemejó bastante, de hecho, al mecer tranquilo que había estado haciendo cuando estaba detrás suyo.

    Thanks, baby —murmuré, suave—. Estaba negada como una imbécil, pero de hecho me gusta bastante cómo quedó el tatuaje. Y es importante para mí. ¡Y ni dolió tanto!

    Acabé soltando una risa baja, mi mano trazó la extensión de su hombro y deslicé la mirada, de sus ojos, por el cuello y en dirección al movimiento. Por rebote, parte de los tatuajes.

    I'm having fun too —reconocí, en voz baja, regresando a sus ojos—. Que el Triángulo del Dragón, los demonios y no sé qué, si pretendías asustarme no te salió muy bien.


    como dije, mi idea era que le dijera la huevada nomás, pero me empezó a sonar el condenado live and i couldnt help myself
     
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    La verdad era que casi nueve veces de diez la caía a Tessa sin avisar, incluso cuando me pedía que lo hiciera, pero a ella no acababa de molestarla de verdad y por tanto yo nunca dejaba la manía. Al decirlo frente a Sasha luego de establecieran aquella suerte de sociedad supuse que se aseguraba de que, aunque no fuese mío, el mensaje iba a llegar.

    Por otra parte, puede que fuese cierto que desconectarme de la poca conciencia moral que parecía poseer me resultaba estúpidamente sencillo. La encendía con la gente que era más o menos cercano, la apagaba con el resto y mandaba todo a la mierda. Era una suerte de don, viendo la vida que llevaba, pero no sabía decir realmente hasta qué punto era bueno o si lo era siquiera. No me interesaba lo suficiente de todas formas.

    —¿Tener sentido de la moral medio minuto o desaparecerlo? —pregunté medio en broma, medio en serio y se me escapó una risa por la nariz.

    Vete a saber qué pasó con Tess, porque de un momento a otro desapareció dentro del apartamento y cerró la puerta, me pareció escucharla hablando por el móvil pero fue tan amortiguado que me desentendí. Además noté a Sasha estirando el cuello para husmear en la computadora y se puso a cantar en voz baja, bueno, bastante de hecho y se acercó a mí estirando la mano otra vez.

    Me tragué la risa, la vi tomar mi mano y dejar la otra en mi hombro, asumiendo que no me dejaría demasiado espacio a no seguirle la tontería de turno. La música era bastante lenta, así que el remedo de baile era más bien la continuación de la forma en que se había estado meciendo todavía pegada a mi espalda y me dejé hacer sin más. No era yo ningún iluminado de estas cosas, pero mi mano libre encontró su cintura poco antes de que su agradecimiento me alcanzara.

    —Bueno, yo podía dejar esto como una inocente visita, pero acabaste con el tatuaje y me doy por servido —respondí más o menos en el mismo tono.

    Soltó una risa baja, su mano trazó mi hombro y su mirada me recorrió aquí y allá, yendo a parar también en parte de los tatuajes un poco por aproximación. Su comentario de que si había pretendido asustarla no había salido bien me hizo soltar la risa a mí, no respondí de inmediato y en su lugar me la arrastré en un vaivén algo más pronunciado, fue un solo movimiento antes de regresar al ritmo de antes, pero lo usé para enredar el brazo con algo más de insistencia en su cintura y hablarle casi encima.

    —Si conoces aunque sea de forma superficial el panorama leerlo se vuelve más fácil. Es un truco de los viejos, mucho más prudente que tirarte a la fosa de los leones sin espada —concedí navegando su piel con los dedos, pues porque sí—. Nunca pretendí asustarte, te estoy dando un cuchillo. Afilarlo depende de ti.

    Luego de pretender huir como imbécil solo quedaba una salida.

    Vomitar las piezas sobre la mesa.

    Me permití una sonrisa, fue sosegada pero cargó apenas una pincelada de oscuridad que no me molesté en detener y me estiré para dejarle un beso en la comisura de los labios. No me separé del todo antes de decirle algo más.

    —Puede que no tenga demasiado que ofrecer —admití aunque el par de cervezas no había servido ni para ponerme más imbécil de lo normal, lo hice porque sí—. Pero algo de diversión no cuesta nada, es lo poco que puedo darte.

    Mi propio confesionario me dio algo de risa, pero la amortigüé dejándole otro beso en el mismo lugar y otro después de ese, pues porque me dio la gana básicamente. ¿Me estaba aprovechando? La verdad era que sí.


    el zukulemtho es culpa del live

    y hablando del live, me lo comí mientras hacía el post y cuando estaba terminando de escribir me cayó The Walls, así que culpo de eso a que se me saliera slut arata en medio de algo que parece ser soft arata-
     
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    Gigi Blanche

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    —El concepto es medio el mismo, ¿no? —respondí, riendo.

    ¿Qué diferencia había realmente entre tener moral medio minuto y desactivarla a voluntad? En cualquier caso, suponía que lo definía bien. Y ni siquiera pretendía decirlo en sentido peyorativo, sería bastante hipócrita de mi parte. Todos, en mayor o menor medida, jugábamos con ese interruptor. En el caso de Arata, e imaginaba de los parias en general, entraba la cuestión de la necesidad. Y si seguía pretendiendo meter las narices por estos lares, tendría que aprender dónde quedaba la perilla. No quedaba otra, ¿cierto? Era eso o perder la cabeza.

    Lo notara o no, el pequeño detalle de las cervezas que me había zampado debía seguir haciendo lo suyo, pues no tenía mucho sentido que me hubiera puesto a bailar tan pancha en medio de un estudio de tatuajes. Arata se acompasó a la tontería sin mayor problema, su mano encontró mi cintura y, por el corte del top, básicamente acabó medio sobre la tela, medio sobre mi piel. Me mantuve en sus ojos mientras me contestaba y mi única reacción fue una risa nasal. ¿Podría haberme negado al tatuaje? Claro, pero ¿a que así la noche se volvía más memorable?

    Estuve por soltar una tontería relacionado a eso cuando trazó un vaivén más amplio, pillándome desprevenida. Mi sonrisa se ensanchó, su brazo se afianzó y su voz comenzó a sonar aún más baja, aún más cerca. Una suerte de ligera impaciencia se revolvió en mi estómago y deslicé la mano por su hombro, colando apenas la punta de los dedos debajo de los tirantes de su camiseta. Cada palabra que dijo, desde la primera hasta la última, las absorbí como si fueran un puto mantra.

    Teruaki-san apareció frente a mí, su traje caro y la oscuridad liviana que parecía rodearlo.

    Me había dado un cuchillo.

    Su tarjeta de negocios, el viaje en coche y la opulencia del club. Apestaba, era hermoso.

    Y dependía de mí afilarlo.

    Me había quedado pegada a sus ojos, sin perder el rastro de su mano en mi cintura. La sonrisa que me concedió trajo calma consigo, en cierta forma apartó los fantasmas que se habían formado y reemplazó las manchas con otro color. También oscuro, pero más familiar. Menos inquietante. Pestañeé lento al recibir su beso, quise encontrar sus ojos y volví a pestañear. Otro beso, otro cosquilleo.

    Que sólo podía ofrecerme diversión, decía el muy imbécil.

    —¿Y crees que quiero aún más mierdas serias en mi vida? —concedí, casi encima de su tercer beso.

    La mano en su hombro se había afianzado, pero acabé relajándola para deslizarla hasta la curvatura de su cuello. Mis dedos alcanzaron los bordes de su cabello, la parte que tenía rapada, y giré el rostro los milímetros que hicieron falta para rozar sus labios.

    —Ya fui a un club privado, bebí cerveza en un parque y me tatué, todo con un muchacho de dudosa moralidad —susurré, aguantándome las ganas vete a saber gracias a qué fuerza del universo. Tenía la vista puesta en sus labios y mordí ligeramente el mío al buscar sus ojos, ladeando el rostro—. Pero como que falta algo en esa lista, ¿no?

    el poder de la zukulemcia me hizo torettizarme, por supuestísimo, for i am that bitch

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    Entre que yo no era el más avispado y que Sasha no era tonta surgía un ir y venir de respuestas que no tenía perdida. Lo cierto es que el concepto de que la moral me durara medio segundo y que la desactivara a voluntad era exactamente el mismo sin importar por dónde lo viese, así que todo lo que hice fue reír y dejé el tema morir.

    A la larga solo era eso, el superpoder de los parias.

    Sabía que aunque yo no estuviese sintiendo ni medio pelo del alcohol que me había bajado, era posible que ella sí, aunque fuese apenas para terminar de aflojarle algunas restricciones y la tontería me hizo algo de gracia. Me la reservé, claro, y me limité a acompasarme a sus estupideces como venía siendo lo normal en la dinámica que manejábamos. Este constante tira y afloja que parecía dejarnos contentos a los dos.

    Noté que cuando me monté el numerito del vaivén aquel su mano volvió a deslizarse, esta vez coló los dedos bajo el tirante de la camiseta y aunque no lo demostré, me revolqué en esa gracia como un desgraciado como hacía siempre. Disfrutaba de tensar ciertas cuerdas, incluso si luego cedía sin más, era parte de la diversión y no iba a ocultarlo.

    Además, ¿no seguía siendo un montón de aire? Como el instigador o el destructor que podía ser no era mentira que le estaba dando un cuchillo a Sasha. Era información ambigua, suelta, pero el rompecabezas empezaba a armarse por sí mismo porque las relaciones a gran escala del Triángulo se repetían en pequeña escala en cada barrio, en cada casino, bar y discoteca.

    Con eso en mente, solo bastaba encontrar la piedra donde sacarle filo a su nueva arma.

    No había mucho que pudiese darle había dicho.

    Más allá de un montón de navajas.

    Se había quedado pegada a mis ojos y yo solo seguí aprovechándome del escenario general, porque no me apetecía hacer más y porque efectivamente ya me había bajado el interruptor de la moral. La pregunta que soltó en medio del espectáculo me acentuó la sonrisa como mucho, no respondí y esperé por lo que fuese a añadir, sin perder detalle de su mano. La deslizó a la curva de mi cuello, luego sus dedos alcanzaron la parte rapada del cabello y por puro amor al desastre me relamí los labios justo después de que ella los rozara, con todo lo que eso implicó por la distancia.

    Enlistó las mierdas que había hecho esa noche, desde el club hasta el tatuaje y yo seguí con la sonrisa pegada en la cara como si ni siquiera notara la distancia y la mirada. No aparté la atención de ella, ya que estábamos, pero sí que hice un esfuerzo sobrehumano para detectar cualquier ruido a través de la puerta que Tess había cerrado tras de sí.

    —¿Y eso te enorgullece? —le regresé la pregunta de antes, matando unos segundos para afinar el radar—. Digo, la historia hasta el tatuaje. El resto se puede solucionar.

    Presioné los dedos contra su piel un poco más, por el puro placer de hacerlo y cuando me pareció oír que Tess seguía hablando por el teléfono, fue como si me diesen puerta de salida. Fue cosa de un segundo, pero la sonrisa se me acentuó de nuevo, aquel tinte oscuro parpadeó como un foco descompuesto en las callejuelas de Shinjuku y consumí la distancia con la misma velocidad.

    Encontré sus labios, intenté bajarle un poco las revoluciones a la movida por mi propio bien, pero aún así deslicé la mano en su cintura apenas lo suficiente para colar los dedos bajo la tela del top. No fue nada demasiado loco, fue porque simplemente se me antojó, qué sé yo, sentir centímetro y medio más de piel, un mero capricho podría decirse.

    El contacto, ese era el único privilegio al que podía aspirar.


    yo: sí, ya no se me ocurre demasiado
    también yo en corto cuando veo una oportunidad de horniness: *este post con cinta diferente porque la otra dejó de cuadrarme*

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    Para ser la recatada del dúo, realmente no me esforcé demasiado por parar la oreja en caso de que Tess volviera; y ni siquiera me valía la excusa de confiar en Arata porque en estas cosas no lo hacía en absoluto. Calificaría de milagro que los papeles se hubieran invertido sin que nadie dijera palabra al respecto, la verdad. No hubo forma de que gastara neuronas en eso, especialmente cuando rocé sus labios y el muy imbécil se los relamió. Fue una nimiedad, un mero segundo de contacto, que bastó para lanzarme un chispazo a la espalda.

    Bueno, eso me ganaba por haber estirado la cuerda toda la noche, ¿no?

    —No tiene que enorgullecerme —repliqué, una risa grave se me coló en la voz y suavicé el gesto al agregar—: Sólo entretenerme.

    Suspendió unos pocos segundos de silencio y la mierda bastó para apilarme la expectativa. Que se podía solucionar, dijo, presionó su mano y si cargaba alguna clase de sentido metafórico, lo cierto fue que me tragué la oscuridad de su sonrisa con todo el maldito gusto del mundo. Quizá fuera un regalo, un simple intercambio o un puto pacto de sangre. Me daba igual.

    Sólo tenía que entretener.

    No era la primera vez que me besaba, pero por alguna razón se sintió así. El imbécil había cargado como si lo corriera el diablo, retrocedí un poco para recibir sus labios y no mucho después recuperé el terreno, colando la mano en su cabello. Presioné su nuca con la punta de los dedos, lo sentí buscando la piel bajo el top y arqueé la espalda de pura inercia, consumiendo la distancia. Ladeé el rostro, otro chispazo e insistí un poco más. Solté su mano, aquel par que seguía con la mierda del baile, y la colé entre nosotros. Fui rozando su camiseta, acuné su mejilla y acentué la presión sobre la línea de su mandíbula, cerca de la oreja y un poco más allá.

    La música aún me retumbaba dentro.

    —Liarme con el pandillero malo, checked —murmuré muy cerca de sus labios, y adelanté la rodilla hasta rozarla con la suya—. Puede que ahora sí empiece a enorgullecerme la historia.

    La broma estúpida me estiró una gran sonrisa y aproveché la mano en su mejilla para atraerlo hacia mí. Lo hice considerablemente más lento, me mantuve en sus ojos hasta el último segundo y luego bajé a sus labios. Lo recibí a una velocidad similar, aflojé el agarre para enredarle los brazos tras el cuello y le eché parte de mi peso encima, besándolo profundamente. Si todo aquello sería siempre un tira y afloje, ahora me tocaba mostrarle cómo me gustaba hacer las cosas.

    Y ya luego decidiríamos.
     
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