One-shot Lee y aprende, pero oye también

Tema en 'Vocaloid' iniciado por Ruki V, 28 Mayo 2013.

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    Ruki V

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    Escritora
    Título:
    Lee y aprende, pero oye también
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3073
    Mi nombre es Megurine Luka y tengo 18 años. Tengo el cuerpo un poco más proporcionado del promedio para mi edad. Me molesta admitir mi atractivo porque soy vista por la mayoría de los hombres como un objeto sexual, cuando sé lo mucho que valgo. No me gusta presumir, pero suertudo el hombre que me supiera valorar.

    Desde muy niña he sido muy reservada y de pocas amistades. Desde los ocho años, oía mucho a mis padres y a otros adultos hablar sobre mi futuro. Decían que si me parecía más a mi madre al crecer, seguro tendría tantos admiradores como ella los tuvo. Pero como casi siempre, de tener muchos admiradores no era por su dulce y encantadora personalidad, si no por su correctamente proporcionado cuerpo. También que, como a mi me mamá le pasó, mis amigas me tendrían harta envidia, por lo mismo.

    Cualquiera pensaría que una niña no entendería de esos temas de conversación de adultos, y por eso no les molestaba que estuviera sentada en silencio junto a mis padres mientras hablaban del tema. Sin embargo, desde que aprendí a leer, como a los cinco años, cuando se me acabaron los cuentos de hadas, comencé a tomar los libros de la biblioteca de la casa a escondidas de mis padres; y es que la primera vez que tomé un libro me lo arrebataron de las manos, lo que me hizo suponer que ciertos libros no eran para que yo los hojeara si quiera. Mi papá era el que me quitaba las primera veces los libros. Entonces mi mamá comenzó a etiquetar con un papelito amarillo fosforescente los libros que en definitiva no tenía permitido tocar.

    Aún así, los libros me abrieron paso al mundo real. Ciertos libros tocaban de una forma u otra la sexualidad, pero mi mamá no se daba cuenta de que yo los leía, porque ella no les había puesto el papelito amarillo. También había otros que hablaban de la adolescencia, del matrimonio, de los embarazos no deseados, de las deudas, del trabajo, de la esclavitud, de los pecados capitales. Y así, como mis padres se negaban a darme bien las explicaciones, refugié y sacié mi sed del conocimiento en los libros. Para los once años me había leído la biblioteca entera. Luego mis papas me dejaron adquirir una tarjeta para tomar prestados los libros de la biblioteca pública. Hasta la fecha, me debato entre esos y los libros de la biblioteca de la universidad.

    Poco a poco he ido descubriendo lo que es la realidad por mi cuenta. Soy una persona que tiene separada por completo la imaginación de la realidad. He aprendido que los príncipes azules, los caballeros, el hombre perfecto; no existen. Y tampoco las princesas, las doncellas, la mujer perfecta. Tampoco creo mucho en la religión, pero tampoco me le opongo. Si algo existe pues existe, si algo no existe no existe, punto. Debido a que creo en lo real, siento que lo más aproximado a la verdad sólo está en la ciencia. Por tanto, como solo deseo llenarme de conocimiento, pongo el máximo empeño a mis estudios.

    Tengo amigas: no soy ninguna antisocial tampoco. Mi mejor amiga es Hatsune Miku, que es dos años menor que yo y va en la preparatoria. Por ella tengo otra amiga; Kagamine Rin, que tiene un hermano, Kagamine Len. Me sorprende cómo somos amigas siendo tan diferentes; tan incomprendidas pero a la vez tan comprendidas unas por las otras.

    Miku es una chica un poco más abierta y sociable que yo, y está enamorada de un superior suyo llamado Shion Kaito. Debido a que ambos tienen un gusto y un talento exquisito para el canto y el tocar instrumentos, se encontraron en el club de música de la preparatoria. Comparte muchos momentos con él, pero no se atreve a decirle lo que siente por él.

    He leído situaciones así muchas veces, pero como a veces las historias se despegan tanto de la realidad, no sabría si decirle “Haz lo que dice este libro”. No soy muy buena para dar consejos, sobre todo románticos; ¿qué voy a saber yo? Vivo atrapada en mis libros. He leído novelas y he leído experiencias, y hasta a veces me cuesta pero creo en las experiencias. No cuentan mucho del otro mundo, pero como es algo vivido, las o los autores lo cuentan con mucho detalle y sentimiento. Más o menos así nos cuenta Miku a veces de sus momentos con Kaito; cual escritora profesional de novelas.

    Rin, en cambio a nosotras dos, es mucho más abierta y sociable. Le gusta mucho el arte de la actuación y ve lo positivo de las cosas cada vez que puede. Si Miku ha tenido un novio en la secundaria, Rin ha tenido dos, y yo no he tenido ninguno. El primero de ellos se lo tomó muy en serio, porque en realidad lo quería. El que tiene ahora es como un pasatiempo. Su hermano Len de hecho ha tenido dos novias también: es un chico sumamente estudioso pero también muy sociable y popular. El, por el contrario a su hermana, no sentó cabeza con su primera novia; salía con ella por no ser el único soltero entre su grupo de amigos. No es que no la quisiera, pero jamás le mostró tanto afecto como a su novia actual Akita Neru.

    Estoy asustada de la relación que tienen Rin y Len. Es esa hermandad enfermiza en la que nadie es bueno para su hermano (a) ni su hermano (a) es bueno para nadie. Son posesivos el uno con el otro y a la vez se repudian. Siendo gemelos, debería notar su relación normal; pero es demasiado amor/odio. Me causan hasta gracia; oírlos hablar el uno del otro me hace el día.

    Sorprendentemente, soy mas amiga de Len que de Rin. Y es que nos llevamos cuatro años, y Rin es muy abierta a diferencia mía que soy muy reservada. Aunque Len tiene la misma edad de Rin y es tan sociable como ella, es un chico bastante tranquilo y amable. Ha leído unos cuantos libros que yo he leído también: sobre todo sagas. Suelen ser tema de conversación, al igual que una que otra cosa sobre su relación su novia y con su hermana.

    Miku y Rin, sobre todo Rin, a veces me miran extrañadas cuando rechazo algo en nuestra conversación. Por ejemplo, que me cuenten de alguien con una habilidad peculiar. Yo, que por muy atorada en mis libros me cree la gente en las nubes, por el contrario vivo apegada a lo que es, no a lo que parece o se cree.

    Las únicas personas que creo a veces son quienes mejor me entienden son mi madre, Miku y Leon. ¿No había mencionado a Leon? Él es un chico un año mayor que yo que está en el club de lectura de la universidad. Tengo de hecho otras dos amigas en ese club: Sakine Meiko y Yowane Haku. Meiko tiene 18 años, igual que yo, pero tiene el cuerpo todavía más apto para ser tratada por todos cual objeto sexual. Haku tiene 19, y está poco menos agraciada que yo. No las juzgo, solo me doy cuenta.

    Si digo que ellos tres me entienden mejor es porque así es. Mi madre siempre se ríe de si misma de pensar lo de las etiquetas amarillas. Ella apoya casi todas mis visiones de la realidad, exceptuando lo de que los chicos me vena como objeto sexual. En cambio mi padre si me apoya en ello. La diferencia es que mi mamá quiere que yo tenga la dicha de encontrar a alguien como mi padre: vaya, no como él en sí, sino como ella lo encontró a él, que no se fijó en ella precisamente por su físico. Mi padre solo cree que no puede haber nadie lo suficientemente bueno para su “princesa”. Aunque dejó de llamarme así a los ocho años, cuando se dio cuenta de que yo ya estaba entrando a la realidad.

    Miku es amiga mía desde que se mudó a la casa de al lado cuando yo tenía doce años y ella diez. Desde ese entonces le he hablado de mi forma de ver las cosas y ella siempre me ha dicho que ha aprendido mucho de mi. Ese simple hecho nos hizo las mejores amigas. También, el hecho de que Miku era de las pocas que en la primaria no me consideraba “rara”.

    Leon me ha caído bien desde que lo he visto en el club de lectura. Me ha parecido desde el primer instante una persona muy agradable. Encima, comparte muchos pensamientos como los míos y ha leído la mitad de los libros que yo he leído. En primer lugar, el también reniega de los hombres que sólo ven en una mujer lo atractivo y no se molestan en conocerlas. También está más o menos enterado de cómo es la realidad, pero ha querido decirme que si lee es para escapar de ella, no para tenerla más presente. En eso estoy desentendida, así que no opino nada al respecto. He tratado de ver la lectura a su modo, pero como leo desde muy niña por mis razones de querer saber la verdad, me es muy difícil. Claro, los libros son mi refugio, pero no de la realidad: sino de lo que me esconde la misma.

    Hace una semana conocí a un superior del tercer grado universitario de nombre Kamui Gakupo. Jamás había encontrado a un hombre atractivo hasta ese entonces. No tuvo ningún sentido, pero llegué a sentir algo por él. Platiqué de estos nuevos sentimientos a Miku y a Rin. Ambas reaccionaron distinto. En un principio tanto Miku como Rin lucían felices por mi, pero luego Miku balbuceó. Me dijo que le parecía muy extraña mi atracción por Gakupo debido al tipo de persona que era.

    Conocí a Gakupo tratando de alcanzar un libro en la biblioteca de la universidad. Él, que es más alto que yo, fue muy amable y me alcanzó el libro. Cuando me fijé en su apariencia, noté que su largo cabello lila era lo único bien arreglado. Vestía desfajado, la camisa sin abotonar, sin cinto, con tennis: era temprano, faltaba poco para las clases y está mal vestir así para la universidad. Me llamó la atención lo alto que era y su mirada ida. Hablaba con un tono de voz igual de ido cuando platicábamos camino a la universidad.

    A Miku le extrañó todo por que lo que yo le platiqué le indicaba que era un sujeto despreocupado de todo, y que eso no tenía mucho que ver conmigo. A mi también se me hizo raro al principio, pero me pareció realmente atractivo. Creo que es el único argumento que tengo: su atractivo. Realmente tampoco me agradó la idea de que fuese un despreocupado; esas personas que pasan por la vida sin pensar en lo que se debe no tienen futuro. Bien lo sé; merezco y me encantaría estar junto a un hombre atento, filosófico, ideal. No espero un príncipe, pero creo que debo hacer caso y empezar a besar sapos.

    Un buen día les había platicado a Meiko y a Haku que he conocido a Gakupo y me han puesto mala cara. Creyeron disimularla, pero no. Como que no les pareció a ellas tampoco un muy buen partido. Me dijeron que no habían oído cosas buenas de él y que era bastante popular y muy exitoso con las mujeres. Un poco a lo lejos, se encontraba Leon escuchando atento nuestra conversación, con la mirada fija en mí, sin ninguna expresión. Deberían haber aprendido que yo me doy cuenta de las cosas. Antes de irme del club de lectura, Leon también dio su opinión, también negativa, de Gakupo. Me dijo que su éxito con las mujeres había rebasado los límites como para que yo cayera también a sus pies y que tuviera cuidado. Entendí a la perfección lo que quiso decir, pero no le creí. Me dejé cegar; ya había caído a los pies de Gakupo.

    Para las dos semanas después, se podía decir que Gakupo y yo éramos novios. Yo estaba feliz, pero no así la gente a mi alrededor. Miku estaba de acuerdo con Leon, y Rin de acuerdo con Miku. A estas alturas ya no quise contarles a mis padres las cosas que Leon me había dicho; me prohibirían verlo.

    Él había estado siendo increíblemente caballeroso y respetuoso conmigo. Hasta nuestra décima cita me atreví a insinuarle que quería besarlo, y me beso. Fue un perfecto primer beso. Y cuando digo primer beso no me refiero a primer beso con él: yo jamás había besado a nadie.

    Al día siguiente fui a presumirle a mis amigos lo feliz que estaba y de mi perfecto primer beso. Miku y Rin levantaron los pulgares sonriendo mientras yo hablaba, pero ellas no dijeron nada. Meiko y Haku asentían con la cabeza y me miraban como si fuera a morir en pocas semanas. De pronto todos me daban la espalda. Como si les importara pero a la vez estuvieran cansados de que les importara.

    Comencé a notar que en cierto punto tenían razón cuando me di cuenta de que llevaba días sin tocar un libro. Eso era algo imperdonable en mi comportamiento y en mi rutina: leer. Sabía que no podía dejar a alguien por semejante estupidez, pero uno de mis principios era leer al menos media hora al día si sólo ese tiempo se me permitía.

    Al día siguiente de darme cuenta de esto, fui a hablar con Gakupo, pero no había ido a clases. Al salir de la universidad, vi que me estaba esperando. Caminé hasta él manteniendo mi decisión en mente, pero él se acercó de pronto y me robó un beso, hechizándome momentáneamente otra vez. Me tomó de la mano y comenzamos a caminar. Noté pero ignoré el hecho de que Leon nos seguía de cerca. Yo ni me molesté en preguntarle a Gakupo donde me llevaba; me daba igual, solo quería estar con él. O eso iba pensando hasta que llegamos al lugar: un hotel. Miré al lugar extrañada, aterrada, y al voltear mi mirada a Gakupo el volvió a besarme, y entré en trance de nuevo. Fui una estúpida, la mayor de todas, especialmente desde ese instante. Aunque si, debí haber oído advertencias, ¿cómo pude dejar que me llevase a ese lugar? ¿Cómo cayó tan bajo mi moral? Sigo haciéndome esas preguntas.

    Subimos a una habitación previamente reservada. Gakupo puso el seguro, pero no la cadena; y afuera el letrero de “no molestar”. Me tiró a la cama y se subió encima de mí y me besó de un modo realmente apasionado. Yo estaba intentando quitármelo de encima, pero él era fuerte y pesado. Comenzó a bajar sus labios por mi cuello y sus manos por mis caderas. Yo no podía evitarlo y lanzaba uno que otro jadeo mientras me lo trataba de quitar de encima. Quería decirle que se quitara, pero mis labios apenas pronunciaban su nombre y volvían los jadeos, cosa que él malinterpretó. Se quito la camisa y después comenzó a desabotonar mi blusa. Finalmente pude pedirle que parara, pero frunció el ceño y continuó. No terminó de desabotonarme la blusa y siguió besándome y tocándome mientras yo le imploraba en llanto que se detuviera.

    En determinado momento, comenzaron a oírse golpes muy fuertes a la puerta, pero Gakupo no dejaba por un segundo de besarme y tocarme. Entonces oí cómo derribaron la puerta y en un instante terminó la tortura. Alguien, a quien no alcancé a distinguir, me quitó a Gakupo de encima y, según escuchaba porque no veía desde la cama y cubierta de lágrimas; le estaban dando una paliza. Cuando intenté enderezarme y limpiarme el rostro, vi entrar a la seguridad del hotel, quienes separaron a Gakupo y… ¡¿Leon?!

    Estaba muy impactada, pero alcancé a decirles a los de seguridad que se llevaran a Gakupo y me hicieron caso. Leon se sentó conmigo en la cama y me abrazó muy fuerte: irrumpí en llanto otra vez, estando entre sus cálidos brazos. Dije “lo siento” tantas veces como me fue posible, por no haber escuchado su advertencias. Y aunque sabía que no era el mejor momento, me hizo callar con un beso y ya no me dejó decir nada al envolverme en sus brazos de nuevo.

    Hoy día me he disculpado con todos a los que no hice caso. Gakupo intentó buscarme de nuevo en la universidad reclamándome como suya, y de nuevo tuvo que vérselas con Leon. Llegó la pelea a tal grado que tuvimos que explicar la historia a medio mundo hasta que se decidió expulsar a Gakupo de la universidad.

    Leon probó lo mucho que me quería y que los príncipes azules son contados pero existen; al menos él lo es para mi. Comenzamos a ser novios formalmente, al tiempo que Miku decidió declarársele a Kaito y se hicieron pareja también. Convencimos a Rin de que buscara a un chico con el cual ir aprendiendo a sentar cabeza, y en eso está. Len parece estar feliz con Neru. Yo les confesé a mis padres los que ocurrió con Gakupo y en lugar de enojarse de que no les hubiera dicho, me abrazaron y se sintieron culpables de que haya sucedido. Me llevaron por la fuerza a un psicólogo, queriendo que superara ese trauma, pero la verdad es que junto a Leon todo ese tiempo en el que estuve con Gakupo parece una simple pesadilla.

    Ahora sólo me quedo pensando, y sale ocasionalmente como tema de conversación, el cómo será mi primera vez con Leon. Si, he decidido en entregarme a él tarde que temprano. Me ama y me ha enseñado a amarlo igual o más. Realmente nunca nos habíamos fijado uno en el físico del otro, pero ahora sólo nos importa que realmente sería lindo darnos esa prueba de amor. Soy infinitamente feliz y el futuro me aguarda. A todos.

    De esta experiencia que he ido acumulando durante mis 18 años de vida, especialmente en este último año, lo que más se me queda es que siempre es bueno querer aprender de alguna fuente escrita; pero siempre es bueno oír el sabio consejo de los que te rodean y te quieren. Siempre les estaré eternamente apenada, por no haberlos escuchado. Pero bien, tuve mi “y vivieron felices para siempre”, o lo tendré, porque esta historia apenas comienza.
     
    Última edición: 6 Octubre 2016
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