Long-fic Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por The Lady, 29 Abril 2010.

Estado del tema:
No se permiten más respuestas.
  1.  
    The Lady

    The Lady Iniciado

    Tauro
    Miembro desde:
    16 Octubre 2009
    Mensajes:
    36
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    3857
    Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Sentaro, durante la excursión a las Tierras del Oeste, sueña ser el mismísimo Sesshoumaru. Abrumado por el sueño, trata de olvidarlo. Nueve años después, tras su encuentro con Souta y las mellizas Noto, se percata que la historia que todos conocen del Japón feudal ha cambiado, en especial la historia de uno de los youkai más fríos y crueles: Sesshoumaru, personaje histórico que aparece en los sueños de Sentaro.

    Aviso: los personajes del manga/anime de Inuyasha no me pertenecen, sino que a la grandiosa Rumiko Takahashi. Sentaro, Junichi, Kaoru y la niña, sí =).

    ¡A disfrutar el fanfic!


    Las Tierras del Oeste​

    Por The lady​

    I
    Los sueños del joven

    El sol primaveral se filtraba a través de los copos de los árboles y sus hojas danzaban suavemente cuando un ligero viento soplaba. En cierto momento, algo duró chocó contra uno de los troncos, provocando que algunas de las hojas se menearan ferozmente y otras cayeran sobre el pasto.

    —¡Kaoru es mía! —gritó un joven señalándose al pecho con su dedo pulgar—. Yo la vi primero.

    El otro muchacho, tirado contra el árbol, con su rostro sucio y lastimado, lanzó un pequeño carcajeo para luego alzar su mirada color miel mientras en sus labios aparecía una sonrisa irónica.

    —Si este es un asunto entre tú y yo, ¿qué hacen tus amigos aquí? —preguntó el joven herido.
    —Vinieron a ayudarme a ponerte en tu lugar —contestó el otro con nerviosismo porque creía saber a donde se dirigía su rival.
    —Por esa razón Kaoru jamás se fijará en ti, Junichi —explicó el muchacho poniéndose de pie con dificultad —. Eres un cobarde y encima la tratas como si fuera un obj… —No pudo terminar de hablar ya que Junichi lo tomó del cuello de la camisa blanca.
    — ¡Cállate, hijo de perra! —gritó tirándolo nuevamente contra el árbol, pero esta vez dejándolo inconsciente.
    —Junichi, creo que te pasaste —dijo uno de sus amigos temeroso.
    —Despertará antes que termine la excursión, larguémonos de aquí —ordenó Junichi comenzando a alejarse del lugar.

    Tras pasar media hora, el muchacho malherido comenzó a fruncir el ceño y, emitiendo un gemido lleno de dolor, abrió sus ojos lenta y costosamente. Frente a él sólo podía ver el verde e iluminado pasto. Cansado de estar tirado boca abajo, con sus manos fue tratando de levantarse y por cada músculo que iba moviendo salía un gemido de padecimiento. Una vez incorporado alzó la cabeza para sentir un mareo que lo hizo retroceder contra el árbol y deslizarse por él hasta tocar el suelo nuevamente.

    —Se sobrepasaron —murmuró mirando cada vez con menor dificultad los rayos de sol que traspasaban los copos de los árboles.

    Repentinamente, escuchó un ruido detrás de un pequeño arbusto que había frente a él. El muchacho se quedó observando atentamente ese lugar, rezando en su interior que no se tratara de ningún animal que pudiera causarle más daño que el que le habían hecho los otros animales.

    —Hola —saludó alegremente una cabeza que salió del interior de los arbustos.

    Los ojos rasgados del joven se abrieron ante la sorpresa de ver a una pequeña niña emergiendo de allí y, en ese preciso momento, su mente se esforzó por buscar un recuerdo que no encontró. Una vez que la pequeña se quitó todas las hojas de su jardinero naranja, caminó observando curiosamente al muchacho frente a ella.

    —¿Te lastimaron? —preguntó la dulce niña arrodillándose junto a él.
    —Sí… ¿no deberías estar con tus padres?
    —Sí. Pero en el castillo estaba aburrida porque había una mujer que decía cosas que no me interesaban, así que salí a dar una vuelta.
    —Tus padres deben estar muy preocupados —comentó el joven inclinándose hacia delante con dificultad.
    —Tus papás van a estar más preocupados cuando te vean así —rebatió la pequeña poniéndose de pie y apoyando una mano en la espalda del muchacho—. Dime el número de tus papás que yo los llamaré.

    La niña sacó de uno de los bolsillos de su jardinero un fino celular, lo abrió y miró expectante al joven.

    —No estoy con mis padres, vine de excursión con la preparatoria —explicó poniéndose de pie mientras pasaba su muñeca por la boca manchada de sangre —. Sin duda se sobrepasaron.

    El joven era alto y poseía un largo cabello negro y sedoso. Con la brisa y los rayos del sol uno podía deleitarse mirando los delicados meneos de ese cabello brillante.

    — ¡Eres tan lindo como una mujer! —Confesó la pequeña sonrojada— ¿Quieres ser mi novio?

    El muchacho chasqueó divertido, se volteó y miró en los inocentes ojos marrones de la niña.

    —No te parece que soy un poco mayor —lanzó una pequeña risa seguida de un gemido por el dolor que sentía en su cuerpo.
    —¡Para el amor no hay edad! Eso dicen en las series que miran mis papás. Yo quiero que seas mi novio. —La pequeña se acercó al joven para tomar su mano—. Yo me llamó…
    — ¡Sentaro! ¡Sentaro! —Una joven vestida en una pollera escocesa y una camisa muy parecida a la del joven corría hacia ellos.
    —Kaoru —murmuró sonriente.

    Repentinamente, un celular sonó y la niña, asustada, lo sacó del bolsillo de su jardinero. ¡Eran sus padres! La pequeña se llevó una mano a la mejilla mientras apretaba sus labios con los dientes muy preocupada. ¡La castigarían por semanas por haber desaparecido y encima haber tomado el celular de mamá sin permiso solo para jugar!

    — ¡Me tengo que ir! —exclamó la pequeña metiéndose entre el arbusto por el que había aparecido anteriormente. Ella sabía que podía irse puesto al bellísimo joven lo habían ido a buscar.
    — ¡Espera! —exclamó Sentaro volviéndose a voltear bruscamente, lo que causó que sintiera un profundo dolor en sus costillas.

    El joven se inclinó y abrazó el lugar donde estaban ubicadas sus costillas, pero en ese instante sintió una gentil mano en su espalda, lo que hizo que se incorporara lentamente y volteara su cara para encontrarse con una mirada de un extraño marrón que por momentos parecía roja.

    —Por fin te encontré —sonrió la joven de cabello negro y ondulado respirando de manera dificultosa.

    Sentaro le devolvió la sonrisa y cuando quiso acercar su mano al sensual rostro de la muchacha, la visión se le volvió a nublar y de a poco todo a su alrededor se desvaneció.

    — ¡Sentaro!

    Cuando el joven volvió a abrir sus ojos, un terrible sufrimiento se apoderó de todo su cuerpo. Sus compañeros lo habían golpeado fuertemente, pero en ningún momento sintió aquel terrible padecimiento. Sentaro, sin entender qué sucedía, quiso moverse, pero al parecerle demasiado dificultoso, se rindió y tumbó su cabeza sobre lo que él creía era el pasto. Un momento. ¿Desde cuándo el pasto era tan suave, blando y hasta medio acolchonado? El muchacho se giró para un costado y pudo ver pelo, mucho pelo blanco, tanto que podía parecer un abrigo hecho de piel de animal. Sin embargo, no sentía que era un abrigo de tal material orgánico, más bien sentía como si fuera parte de él.

    ¿Qué está pasando? —pensó Sentaro alarmado y cuando quiso tocar con su brazo izquierdo aquella piel de animal se percató que no lo tenía — ¿Pero qué mierda está pasando?

    Esta vez habló en voz alta y con espanto. Sin embargo, no fue lo único de lo que se pudo percatar, sino que también notó que estaba vestido en algo así como un kimono en cuyas hombreras estaban impresas imágenes de flores en un fondo violeta.

    No entiendo, no entiendo absolutamente nada —pensaba alarmado e indefenso, tirado en medio de un bosque que no conocía.

    Repentinamente, escuchó unos pasos acercándose a él y en ese preciso momento un olor llegó a sus fosas nasales, un olor que él nunca en su vida había sentido, pero que a la vez le era tan familiar. ¿Acaso podía oler la esencia de las personas? Sin embargo, cuando trató de sentir la suya propia no la encontró tan familiar como la otra.

    —Pero si yo también soy un humano… —murmuró.

    Los pasos se escucharon detrás de un árbol cercano a Sentaro e impulsivamente él se levantó y lanzó un fuerte gruñido en aquella dirección. Pero, ¿por qué tenía ese extraño comportamiento? ¿Acaso había hecho eso para espantar a quien quiera que se le estuviera acercando? Se sentía como una especie de animal.

    Junto al árbol había aparecido una niña de largo cabello negro, vestida en un kimono color salmón. Su apariencia era sucia y desalineada. La pequeña, dubitativamente y tras haber tragado saliva, se fue acercando a Sentaro con un pedazo de caña en sus manos. Una vez junto a él, lo miró con sus expresivos ojos marrones, mientras Sentaro se preguntaba por qué lo observaba de manera tan curiosa, como si él fuera un extraño ser.

    Inesperadamente, la niña vertió el agua que llevaba en aquella caña trabajada por humanos sobre la cabeza del joven. Él se sorprendió ante el acto, pero inmediatamente sintió que se volvía a desmayar y sin miedo fue cerrando sus ojos puesto sabía que aquella inocente niña no quería hacerle ningún mal, sino más bien quería salvarlo…

    Cuando el joven volvió a abrir sus ojos, frente a él se encontró con aquella peculiar mirada marrón rojiza, la cual lo observaba de manera aliviada.

    —Por fin despertaste. Te trajimos en el autobús escolar a tu casa —habló Kaoru sentada en una silla junto a la cama de su “amigo”.
    —Me duele la cabeza, las mejillas y mis pobres costillas —se quejó Sentaro sentándose mientras se agarraba la cabeza con las manos.
    —Ya pasará el dolor. El médico que te atendió en las Tierras del Oeste te dio unos analgésicos. Los tiene tu madre —explicó Kaoru apoyando su mano en la espalda del joven para tomar con sus dedos algunos mechones de su largo cabello negro.
    —Con sólo verte a ti, ya estoy mejor —sonrió el muchacho.
    —Ya podremos formalizar nuestra relación en la escuela. Junichi ha sido expulsado —comentó la joven soltando los mechones y recostándose sobre el respaldo de la silla con una expresión enojada que se evidenciaba en el fruncido de su ceño —. ¿Se puede saber por qué no le devolviste los golpes? ¡Tú eres fuerte!
    —No está bien usar la violencia. Lo que aprendí en karate y en kendo lo uso en los torneos, en ningún lugar más —explicó Sentaro tranquilamente.
    —¿Y no peleaste por mí? Que poco te importo —habló con cierta ironía en la voz.
    —Ah, ya extrañaba a la irónica Kaoru.
    —Bien, dime por qué no peleaste. —Lo miró fijamente a los ojos tomándolo por el mentón —. No mientas.
    —Todos sabemos que Junichi tiene varios problemas de conducta. Pensé que esa pelea, en la que él solito me metió, serviría como la gota que rebalsara del vaso de nuestro director. Además nadie sabe que yo sé pelear, por ende quedé como un pobre indefenso.
    —Tan calculador como siempre. —Se sintió satisfecha con la respuesta y dejó libre su mentón
    —Lo sé… Pero cambiando de tema —comenzó a decir dirigiendo su mirada hacia la sábana celeste que lo tapaba—, tuve un sueño que llamó bastante mi atención.

    La joven, al escuchar aquello, se cruzó de piernas, se inclinó hacia delante para apoyar el codo sobre una de ellas y su mentón en la mano.

    —Cuéntame —pidió con mucho interés.
    —Soñé que estaba tirado en un bosque, vestido en un kimono y tenía una especie de abrigo de piel como soporte de mi cabeza. Estaba demasiado herido, me faltaba un brazo y mis sentidos se agudizaron. La verdad no sé qué clase de criatura era, pero estoy casi seguro que no era humano... Lo más raro fue cuando apareció una niña muy parecida a la que me encontré minutos antes de que tú vinieras a buscarme…
    —¿Por qué te llamó la atención este sueño? Has tenido sueños muchos más extraños.
    —Es que no sé… al despertarme tuve una extraña sensación que todavía la sigo teniendo… De hecho, mi encuentro con la niña en el lugar de la excursión me pareció… ¿familiar? Detesto estar así de confundido.

    Kaoru volvió a recostarse sobre el respaldo de la silla y sonrió nostálgicamente. Su visión se desvió y no la centró en ningún lugar particular, y en ese momento en su rostro se dibujó una expresión melancólica.

    —¿Estás bien? —preguntó Sentaro.
    —Sí, no te preocupes —dijo poniéndose de pie para mostrar su desafiante sonrisa—, debes preocuparte por tu estado, debilucho. —Le guiñó un ojo y dio media vuelta para irse de la habitación.
    —¿Qué opinas de mi sueño? —Kaoru se detuvo—. Sé que parece ser un sueño más del montón, pero hay algo… algo extraño… Soy un idiota.
    —No lo eres. Te comprendo. Lo único que puedo decirte es que si vuelves a tener otro, házmelo saber. Adiós. —La joven se fue cerrando la puerta delicadamente.

    El muchacho, aún vestido en su uniforme de preparatoria, se tiró para atrás y se quedó contemplando el techo de su cuarto. En su interior sentía una terrible ansiedad y no sabía qué hacer con ella.

    —Quizás… si duermo… pueda… —Los ojos del joven se fueron cerrando hasta que una oscuridad lo invadió.

    —Finalmente lo encontré, Sesshoumaru-sama —habló un pequeño youkai alarmado —. Es terrible verlo en este estado.

    Dos párpados se fueron abriendo para dejar ver unas pupilas de un intenso color dorado. El portador de aquella mirada penetrante y fría quiso ponerse de pie.

    —¡Ah! Por favor no se esfuerce —pidió el youkai verdoso acercándose a su señor que todavía estaba malherido y sentado contra uno de los árboles de ese inmenso y profundo bosque.
    —Voy a regresar, Jaken —habló con su imponente voz.

    El inuyoukai de larga cabellera blanca comenzó a caminar cuando un olor llegó a él.

    Olor a sangre —pensó volteándose para el lado de donde venía aquel—. El olor de sangre y lobos… esa pequeña niña humana siempre se iba en esa dirección… ¿Ha sido atacada una colonia humana? —El youkai caminó serenamente hacia los arbustos por los que el infante se iba.

    —¡Espéreme, Sesshoumaru-sama! —exclamó Jaken agarrando fuertemente su báculo y corriendo en la dirección que iba su señor.

    Los dos seres se internaron en un camino de tierra que estaba rodeado por cientos de árboles. Repentinamente, comenzaron a escuchar el gruñido de algunos lobos. Sesshoumaru sabía que estaba yendo por la dirección correcta puesto sentía un olor que le era familiar mezclado con sangre. Ese olor le pertenecía a aquella niña.

    Acaso… —Sesshoumaru no terminó de decir la frase en su interior puesto que se encontró con parte de una manada de lobos que le gruñían amenazadoramente cuidando la presa que habían cazado.

    Allí, el youkai que estaba cubierto con una armadura similar a la de los samurais, pudo ver que en el suelo yacía la pequeña niña que siempre iba a verlo para poder alimentarlo, pero esa vez ella se encontraba muerta, rodeada de sangre y sus ojos perdieron ese destello particular que poseían. Los lobos volvieron a gruñir más fuerte y Sesshoumaru alzó su mirada para clavarla en aquellos animales. Él les lanzó una mirada mucho más amenazadora unida con un aura que sólo los lobos pudieron percibir, haciendo de eso suficiente para que huyeran con la cola entre sus patas.

    —Es tan magnífico como siempre, Sesshoumaru-sama —comentó Jaken apareciendo junto a su señor—. Con una simple mirada…

    El pequeño youkai se acercó al cadáver que yacía frente a ellos y se inclinó levemente.

    —Ahh… esta niña ya está. —Se volteó para mirar al otro youkai—. Fue asesinada con una sola mordida. Sesshoumaru-sama, ¿quiere algo con esta humana?
    —No —contestó rápidamente volteándose con indiferencia ante lo que había ocurrido.

    Inesperadamente, la sonrisa de aquella niña invadió su mente. ¿Por qué? Era una simple sonrisa de una insignificante humana. Todavía él no comprendía por qué le había sonreído, si tan sólo le había preguntado por su apariencia. Estúpidos humanos, se emocionan por cosas tan intrascendentes. Sin embargo, la sonrisa de la niña no se iba de su mente, parecía que lo estaba atormentando. Repentinamente, él recordó algo. Volvió a voltearse y se acercó a la pequeña. Desenvainó su espada y un aura poderosa emanó del arma blanca.

    —¿Sesshoumaru-sama?
    Así que es eso —pensó con un mínimo interés—. Puedo verlos… así que estos son los mensajeros del otro mundo.

    Sesshoumaru pudo ver frente a él a horribles criaturas de un color amarillo verdoso, encorvados y con una apariencia similar a reptiles que rodeaban el cadáver de la pequeña.

    ¡Vamos a probar el poder de Tensaiga! —Con la espada Sesshoumaru cortó a las criaturas que estaban alrededor del infante y éstas fueron desintegrándose.

    Jaken, sorprendido, sólo pudo preguntarse qué era lo que había cortado. Sin embargo, lo que más le sorprendido fue ver cómo tomaba a la niña en el único brazo que poseía.

    Con delicadeza tomó a la pequeña y se la quedó observando. Repentinamente, el inuyoukai sintió el pulso de la niña, lo que provocó que sus cejas se alzaran sutilmente. En ese mismo instante los ojos de la pequeña volvieron a tener vida… esos expresivos ojos marrones. Sin embargo, por alguna extraña razón, Sesshoumaru comenzó a ver cada vez con más dificultad a la niña en su brazo. Cerró los ojos por un segundo y al abrirlos nuevamente se encontró frente a una silla vacía.

    —¿Volví a soñar? —se preguntó Sentaro confundido —¿Sesshoumaru-sama?

    El joven estaba algo desconcertado porque esta vez el sueño pasó como si se hubiese sentado a ver una película. Sin embargo, estaba seguro que la criatura que soñó ser antes era ese mismísimo Sesshoumaru.

    —Así que era un youkai. —El joven se fue sentando lentamente en la cama mientras se agarraba la cabeza—. Qué bien parecido era ese tal Sesshoumaru…

    Repentinamente, algo pareció llamar poderosamente la atención de Sentaro puesto abrió sus ojos pasmosamente y enseguida se puso de pie y corrió a su escritorio. Desesperado fue tomando los libros, perfectamente acomodados, que había sobre la mesa y los fue hojeando rápidamente. Él estaba seguro que había escuchado ese nombre antes. ¿Por qué rayos no prestaba más atención en Historia? Cuando creyó rendirse y comenzó a pensar que estaba loco, una lamparita se encendió en su cabeza y buscó el folleto que le habían dado ese día, antes de salir de la preparatoria para la excursión. Al abrir el folleto de un color lila donde estaban las fotos de aquel viejo castillo japonés, en la última hoja de éste había una pintura.

    —No puede ser… yo jamás abrí este folleto antes, y aun así es igual al de mi sueño…

    En aquella pintura estaba el dueño del castillo de Las Tierras del Oeste, el mismísimo Sesshoumaru. El youkai estaba parado, vestido en una hakama blanca y un hitoe cuyos hombros y anchas mangas eran de un color violáceo y tenían impreso flores blancas. Luego se percató que tenía esa misma armadura de samurai sobre su ropa y en un costado llevaba dos espadas.

    —¿Esa cosa de piel es parte de él? —se preguntaba el muchacho algo anonadado.

    Dejando de lado ese detalle, Sentaro dirigió sus ojos al rostro. El rostro de Sesshoumaru era de finas facciones. A cada lado de sus mejillas había dos rayas color magenta y en su frente había una luna creciente violácea. Luego, pasó a fijarse en su largo cabello blanco…

    —Vaya… su cabello es tan lacio como el mío y la forma de sus ojos es rasgada como la mía… ¡Hasta en nuestras finas facciones tenemos cierto parecido! —Sentaro estaba sumamente sorprendido.

    Sentaro se sentó en la silla frente al escritorio, aún con el folleto en mano. Aspiró profundo cerrando sus ojos y al exhalar trató de tranquilizar a su inquieto corazón. Él acababa de soñar con alguien del que en su vida vio una imagen. Quizás alguna vez escuchó sobre él en las clases de Historia, pero seguro nunca le prestó demasiada atención puesto esa materia nunca le gustó. Lo único que pudo aclarar en su mente era que algo extraño estaba pasando.

    Repentinamente, le vino a la mente la imagen de esa pequeña niña y sus expresivos ojos marrones que eran muy parecidos a los de la niña en su sueño.

    —Ella no tiene nada que ver en toda esta locura —se dijo negando con la cabeza y cerrando sus ojos.

    La cuestión era que él había tenido dos sueños extraños que estaban conectados. Pero por qué ese día los había tenido… ¿acaso fue por haber estado en las Tierras del Oeste? Eso fue lo que hizo que ese tal Sesshoumaru apareciera en su vida… ¿y por qué eran parecidos? Y más importante, ¿por qué había soñado en su primer sueño estar dentro del cuerpo del mismísimo Sesshoumaru-sama?

    Continuará…

    ¡Hola!
    Espero que haya sido de su agrado este primer capítulo.

    Los sueños que tuvo Sentaro pertenecen al tomo 14 del manga de Inuyasha. Sólo describi lo que sucedía allí, quizás agregando algunas partes, pensamientos, etc, pero la gran mayoría es una descripción de la primera vez que Sesshoumaru y Rin se encuentran, que me parece mejor en el manga por el detalle de Rin tirándole el agua, jaja xD.

    Creo que la semana que viene estaré subiendo el próximo capítulo.

    ¡Nos leemos!

    Besitos,
    The Lady
     
  2.  
    xXxNaRuHiNa

    xXxNaRuHiNa Usuario común

    Tauro
    Miembro desde:
    16 Septiembre 2009
    Mensajes:
    316
    Pluma de
    Escritora
    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Konbanwa n,n
    Perdon por no comentar antes esque... estuve castigada y pues (lo sigo estando) pero mi mama ya me dejo meterme en la pc ;]
    ¡Wow! creeme yo eh leido fics SeshxRin (claro de los pocos q se encuentran, por desgracia ¬¬) y nunca habia visto un fics asi eh visto de Naruto y todo eso pero no habia visto uno parecido al tuyo (o tal vez no busco muy bien los fics x'D) ¡es genial! *o* ¡Ja! y despues dicen que la reencarnacion no existe ¡tengan eso poco creyentes! ¬¬ x'D pero si cambio bastante la personalidad comparada con su vida pasada esque... ¿quien se imagina a una reencarnacion de Seshomaru alegre y que se deje golpear? x'D ahora ¡Sentaro si es tonto! ok es calculador y lo demas ¡¿pero porque no se defiende?! si yo supiera defenderme como el ya en mi colegio hubiera repartido mas de una paliza ( y no bromeo ¬¬ x'D) wow a decir verdad la niña es la tipica y soñadora Rin aunque algo mas traviesa pero bueh xdd me dio risa cuando le pidio ser su novio x'D la niña bien pequeña y al parecer el chico estaba en preparatoria... y despues la edad no importa xdd aunque en algunos casos la edad no importa *o* Sentaro tiene sueños de que es un Youkai... ¡genial! tal vez asi valla recordando mas de su vida pasada *.*
    Omg!! Seshomaru-sama es tan lindo *¬* Agg esque es mi personaje favorito de Inuyasha!! (lo siento Inuyasha eres divertido y todo eso pero... prefiero a Seshomaru, tu estas de segundo lugar x'D) Bueno ¡me encanto! *-*
    Nos vemos y recuerda avisarme si pones conti, a mi siempre se me olvida ver los fics haber si ponen conti xP (gracias a mi "memoria de corto plazo" siempre se mem olvidan las cosas... ¡si acaso recuerdo que desayune! >,<)
    Buenop bye
    Sayonara n.n
     
  3.  
    The Lady

    The Lady Iniciado

    Tauro
    Miembro desde:
    16 Octubre 2009
    Mensajes:
    36
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    3609
    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Aviso:los personajes del manga/anime de Inuyasha no me pertenecen, sino que a la grandiosa Rumiko Takahashi. Sentaro, Rinako, Rei y Fluffy, sí.


    Las Tierras del Oeste


    Por The Lady​

    II
    Rin

    Aquella noche de invierno una multitud ocupaba las calles de Tokyo en espera de que un nuevo año comenzara. La gente, sumamente emocionada, miraba con ansiedad el reloj digital que aparecía en una de las tantas pantallas que salían de los edificios. Todos apretaban con fuerza las tiras de los globos que dejarían flotar cuando diera la hora cero.

    —¡Tanto tiempo, Sentaro-sensei! —exclamó un muchacho sonriente apareciendo entre la muchedumbre.

    El aludido se volteó con sorpresa y cuando posó su mirada en el joven de corta cabellera oscura y ojos marrones, lo identificó inmediatamente y sonrió.

    —En verdad, Higurashi —habló Sentaro sosteniendo con firmeza el globo en una de sus manos.
    —Faltan dos minutos nada más para año nuevo, sensei —dijo el otro señalando el reloj digital.
    —Ya no soy más tu profesor, Higurashi. Puedes decirme Sentaro —aclaró el hombre.
    —Trataré, sensei… quiero decir, Sentaro-san —se corrigió de inmediato algo apenado.
    —Sigues poniéndote colorado por cualquier cosa —señaló Sentaro alzando una ceja y mirándolo como si el muchacho no tuviera remedio.
    —Lo sé… —Se rascó la cabeza riendo nerviosamente. En ese instante dejó entrever el buzo que llevaba debajo de su sacón azul marino. En él estaba bordado su nombre en letras occidentales.
    —¿Llevas un buzo con tu nombre?
    —Me lo bordó mi novia. No puedo no usarlo. —El joven estaba apunto de estallar de la vergüenza.
    —Higurashi…
    —Puede decirme, Souta —lo interrumpió—. Si quiere, claro está…
    —Souta-kun, ¿qué era lo que estudiabas? —Decidió cambiar de tema para no apenarlo más de lo que estaba.
    —Historia. Este es mi último año —sonrió alegremente.
    —Bien por ti… Por lo que he escuchado en las noticias este año será muy interesante para ustedes —comentó Sentaro dirigiendo su mirada miel hacia el reloj en donde comenzaba la cuenta regresiva.
    —Diez, nueve, ocho… —contaba la gente entusiasmada.
    —Así es. Ahora comenzara una gran investigación donde participarán, arqueólogos, antropólogos, historiadores del Japón feudal, entre otras disciplinas.
    —Siete, seis, cinco…
    —A decir verdad no escuché sobre el descubrimiento.
    —Cuatro, tres, dos…
    —Fue en el castillo de las Tierras del Oeste…
    —Uno, cero… ¡Feliz dos mil diez! —gritó la multitud a la vez que soltaban los globos transparentes, cuyas tiritas llevaban papeles con sus deseos para el nuevo año que emergía.

    Las Tierras del Oeste. Aún oír acerca de ese lugar hacia que algo en el interior de Sentaro se estremeciera.

    Por favor… eso quedó en el pasado. Fue un sueño nada más… jamás lo volví a tener —pensó el hombre con la mirada perdida.
    —Sentaro-san. —Souta tocó tímidamente el hombro del que alguna vez fue su profesor de matemáticas en la preparatoria—. Sentaro-san, el globo.

    El aludido pegó un pequeño salto, miró a Souta aturdido y enseguida giró su vista para el otro lado y soltó el globo.

    —¿Se encuentra bien? —preguntó el joven de cabellos cortos.
    —Sí. No te preocupes.
    —¡Fluffy! ¡Fluffy! —escucharon los dos hombres una voz femenina gritar entre la multitud.

    Cuando ambos voltearon se encontraron a una muchacha delgada, de largos cabellos negros ondulados, vestida en una campera blanca, una pollera de jean azul oscuro que no llegaba a tocar sus rodillas y unas botas que hacían juego con la parte superior de su vestimenta.

    —Disculpen, no han visto de casualidad a un cachorro de esta estatura aproximadamente. —La joven se agachó y con su mano mostró el tope de altura que poseía el canino—. Es de pelaje blanco, pomposo, ojos negros…

    Cuando Sentaro miró en los expresivos ojos marrones de la joven que tenía frente a él, no pudo evitar recordar su encuentro con la niña en Las Tierras del Oeste y los dos posteriores extraños sueños que tuvo. Hacía casi nueve años que no pensaba en aquel suceso y en las confusas y últimas palabras de Kaoru.

    —Te ayudaré a buscarlo—dijo Sentaro sin siquiera pensar—. Pero qué rayos… ¡Yo no soy así! ¡De hablar sin pensar!
    —¿En serio? —La joven junto sus manos y mostró una expresión conmovida—¡Se lo agradezco mucho! —exclamó inclinándose fervorosamente, pero inmediatamente se incorporó —. Estaba dirigiéndome hacia una plaza que queda a dos cuadras de acá. Siempre lo solemos pasear por allí.
    —De acuerdo, te acompañaré —sonrió el hombre gentilmente.

    Cuando Sentaro mostró esa sonrisa varonil, la muchacha no pudo evitar que en sus mejillas apareciera un leve rubor.

    Es demasiado hermoso…—pensó llevándose una mano al pecho mientras observaba al hombre que hablaba con el otro joven.

    Poseía una estatura bastante alta para el promedio del hombre japonés y su físico estaba escondido tras un sacón gris que lo cubría hasta las rodillas. Su rostro era de finas facciones, ojos rasgados de un bello color miel, una nariz delicada, unos finos labios color carne y, por último, su corto cabello negro era de un lacio envidiable.

    Es lindo como una mujer. Estoy segura que mucha gente debe pensar eso —meditaba la joven siempre atenta a los movimientos que hacia el amable hombre frente a ella.

    —Perdone que no lo pueda acompañar, Sentaro-sen…, quiero decir, Sentaro-san —se corrigió Souta rápidamente—. Nos veremos en otra ocasión.
    —De acuerdo, adiós —se despidió el otro volteándose para encaminarse hacia la plaza—. ¿Vamos?
    —Por supuesto —asintió la otra con una sonrisa embelesada que le costaba ocultar.

    La plaza ocupaba toda una manzana y estaba dividida en canteros que se separaban por senderos, los cuales llevaban al corazón del lugar donde un árbol del cerezo descansaba. Sus ramas estaban adornadas por la nieve que había caído el día anterior.

    —Muy bien —comenzó a decir Sentaro tras haber examinado el lugar—, deberíamos separarnos. Empecemos por este grupo de canteros: tú los de la derecha y yo los de la izquierda.
    —Sí —obedeció la muchacha caminando con rapidez hacia el lugar indicado.

    Más de media hora había pasado, la una de la madrugada se avecinaba y no había señales del cachorro. La campera blanca de la joven se encontraba en las mangas manchada tras haber husmeado por casi todos los arbusto que tenía la plaza.

    —¡Fluffy! ¡Fluffy! —gritaban los dos al unísono.

    Sentaro sabía que seguir buscando allí era una perdida de tiempo, debían hacerlo en otro lado antes de que se hiciera más tarde. El hombre de cabellos negros se volteó para decirle lo que creía debían de hacer, pero en ese instante se encontró con una mirada marrón llorosa y escuchó como unos gemidos salían con esfuerzo de la boca de la muchacha.

    —¿Cómo lo pude perder de vista? —se preguntaba la joven mientras lágrimas caían por sus mejillas.
    —Tranquilízate —dijo Sentaro llevando sus manos hacia la muchacha, pero no llegó a tocarla puesto él no era de hacerlo a cualquier persona a menos que fuera estrictamente necesario. Sintiéndose impotente volvió a bajar sus manos y desvió la mirada, y fue en ese momento que vio un pequeño templo shinto cruzando la calle—. Hoy es una noche fría…
    —¿Eh?
    —Ven —indicó con su mano para que lo siguiera.

    Ambos cruzaron la calle y se internaron entre los matorrales que rodeaban el camino de piedra hacia el templo, el cual estaba ubicado en el medio de modernos rascacielos. Al adentrarse, vieron que la pequeña habitación estaba iluminada tenuemente por algunas velas.

    —No es muy grande este lugar, ¿crees que puede estar aquí? —preguntó la muchacha secándose las lágrimas de sus ojos.

    Sentaro no respondió, tan sólo caminó hacia una pequeña mesa de madera donde estaba tallado un dragón y que lo separaba del altar. Sigilosamente, se apoyó en la mesa y echó un vistazo detrás de ésta y una sonrisa apareció en su rostro. Un pequeño cachorro de pelaje blanco, orejas paradas y firmes se encontraba durmiendo placidamente.

    —Aquí estás amigo —dijo Sentaro agachándose para tomarlo entre sus manos.
    —¡Fluffy! —exclamó la muchacha abriendo sus brazos para que el hombre lo pusiera en ellos—. Qué susto nos diste.
    —Es raro que un perro como estos sufra el frío —comentó Sentaro observándolo atentamente—. Es un samoyedo, ¿verdad?
    —Así es, pero él es especial —río mientras el perrito aún seguía durmiendo—. Se lo agradezco mucho…
    —Narita, Sentaro.
    —Narita-san.
    —Y tú eres…
    —Yo soy Noto, Noto…
    —¡Rin-chan! —exclamó una voz detrás de ellos.

    Rin… Al oír ese nombre el corazón de Sentaro pareció saltearse un latido y sus ojos amenazaron salirse de lugar de tanto que los abrió.

    —¿Narita-san? —habló la joven con preocupación, pero éste extrañamente escuchaba su voz como lejana, como un eco que retumbaba una y otra vez—. Narita-san, ¿se encuentra bien?

    El hombre cerró los ojos por unos momentos y colocó sus dedos sobre ellos. ¿Qué le estaba pasando? ¿Qué había sido esa extraña sensación? Una sensación que lo dejó conmovido, como si haber escuchado ese nombre hubiera movido algo dentro de su corazón.

    —Perdón, me mareé un poco —mintió Sentaro volteándose para sonreírle a la muchacha—. Ya estoy mejor.
    —¡Encontraron a Fluffy! —exclamó la misma voz femenina que hacia unos instantes había gritado el nombre de Rin.

    El hombre de cabellos negros dirigió su atención hacia la nueva muchacha que había aparecido en el templo. Ella estaba vestida en unos jeans de un color gris claro y arriba llevaba puesto un sacón rojo que llegaba hasta sus caderas. Su apariencia Sentaro la notó casi idéntica a la de la chica que había conocido hacia casi una hora atrás. Su cabello parecía ser negro, pero en su caso era lacio, estaba rebajado y llegaba hasta la mitad de la espalda. Sin embargo, sus ojos eran del mismo marrón oscuro, un marrón que él en ese momento lo relacionó con el chocolate.

    —Rin-chan, eres genial… —decía la joven mientras acariciaba a su cachorro que seguía dormido en los brazos de la otra muchacha.
    —Yo no fui la que lo encontró, Rei —aclaró la chica entregándole la mascota a su hermana. Luego con su mano indicó elegantemente hacia la derecha donde el responsable se encontraba—, sino que fue él: Narita, Sentaro.

    Rei se volteó y se encontró a un hombre alto que las miraba con una sonrisa gentil. Ella se lo quedó contemplando por unos segundos.

    —Supongo que no esperaras una recompensa, ¿verdad? —soltó Rei inesperadamente a la vez que lo miraba con una ceja alzada y una expresión preocupada en el rostro.
    —¡Rei! —exclamó la otra volteándose para mirarla con reproche, pero rápidamente volvió a girar y se inclinó ante Sentaro—. ¡Perdónela!
    —Este yo… —Sentaro no sabía qué decir.
    —¡Era una broma! —comenzó la joven a reírse a carcajadas —.Por favor, no tienes cara de mala persona, ¿sabes?
    —Pues... me alegro —se río irónicamente.
    —En fin… tengo que presentarte, hermana. Ella es Rei, Noto Rei.
    —Un placer —habló con una dulce nota infantil en su voz.
    —Y yo soy Noto, Rinako.
    —Pero cariñosamente es Rin-chan —Se echó Rei contra su hermana a la vez que le sonreía tiernamente.
    —Bien, supongo que el problema está resuelto —dijo Sentaro haciendo una pequeña y rápida reverencia para poder retirarse del lugar.
    —No sabe cuánto se lo agradezco —volvió a decir Rinako con sus manos en el pecho.
    —No fue nada. Adiós.
    —¡Adiós, Sen-chan! —se despidió Rei con su voz infantil.
    —¡Rei!
    —Ay, perdón…



    Sentaro abrió la puerta de su departamento, se sacó los zapatos negros que llevaba puestos y se colocó las uwabaki. Después de subir el pequeño desnivel de la entrada se dirigió a su modesta sala de estar compuesta por una mesa ratona negra, una televisión y un cómodo sillón bordo oscuro que hacía juego con el mueble que quedaba al lado de la mesada que sostenía al aparato de entretenimiento. Se quitó su sacón gris y se tiró exhausto sobre el sillón para inmediatamente recordar lo que le había sucedido.

    Qué coincidencias. Primero el haber preguntado por ese descubrimiento me llevó a recordar mis extraños sueños y luego el conocer a esa chica de ojos marrones me llevó nuevamente a recordarlos—reflexionaba el hombre sumamente atormentado, viendo dentro de su mente el color de esos ojos chocolate—. Fue un sueño nada más… un sueño muy raro, en especial por haber soñado con alguien que existió, pero del que yo jamás había visto una foto…No, eso es lo que creía. Seguramente vi alguna imagen de ese inuyoukai cuando era pequeño. En alguna clase de historia de primaria, quizás medio dormido, mostraron alguna ilustración y mi mente la retuvo y por una extraña y maldita razón yo tuve ese sueño muchos años después…pero ¿quién es Rin? Nadie, es simplemente un nombre, muy lindo por cierto.

    Sentaro, colocándose la yema de los dedos sobre sus párpados, trataba de convencerse una y otra vez que el sueño que había tenido hacía casi nueve años atrás no fue un hecho sobrenatural. Él trataba de encontrar alguna explicación lógica a lo que le había ocurrido, pero de tantas maquinaciones que hizo su cabeza, terminó quedándose dormido.

    Una luna llena alumbraba con su pálida luz la rica vegetación del bosque por el que diferentes criaturas merodeaban, algunas sigilosamente y otras sin ninguna precaución. Dentro de éste, dos siluetas disparejas eran de las tantas criaturas que caminaban por allí.

    —Sesshoumaru-sama —habló Jaken volteando su mirada hacia la alta figura que tenía detrás suyo—, ¿se encuentra bien?

    El aludido había cerrados los ojos por unos segundos, pero al escuchar una voz chillona tuvo que abrirlos para observar al pequeño youkai junto a él.

    —Camina —habló con su tono firme y monótono, ignorando por completo la pregunta.
    —¿Acaso no se ha recuperado del ataque de Inuyasha? —insistió Jaken y enseguida recibió una piedra en la cabeza que hizo que su pequeño sombrero cayera al suelo—¡Disculpe mi imprudencia, Sesshoumaru-sama!

    Rápidamente, el youkai recogió su sombrero y en el momento de colocárselo en su redonda cabeza se percató que había alguien detrás de uno de los árboles. Jaken miró hacia ese lado en forma sospechosa pero al ver que nadie salía de allí atrás, dubitativamente, dio media vuelta y corrió para alcanzar a su amo.

    —¡Sesshoumaru-sama! ¡Sesshoumaru-sama! —gritó Jaken haciendo que el imponente inuyoukai se detuviera y apenas girara su cabeza para mirarlo de soslayo —. Creo que alguien nos sigue —informó con la respiración entrecortada.

    Al escuchar aquello, Sesshoumaru se volteó y miró atentamente el camino por el cual ya habían pasado. Repentinamente, un viento sopló haciendo que se escuchara el roce de las hojas de los árboles y que un aroma conocido llegara hasta las fosas nasales del inuyoukai.

    Es esa niña —pensó Sesshoumaru observando atentamente un árbol en particular, el cual tenía un tronco grueso y algo encorvado.

    Dos manitos se apoyaron sobre el árbol y lentamente un rostro fue asomándose por uno de los costados. En ese momento el inuyoukai miró directamente en el par de redondos ojos marrones que días atrás había conocido cuando yacía herido en lo profundo de un bosque. Súbitamente, ese mismo rostro volvió a desaparecer tras el árbol, pero a los pocos segundos la pequeña decidió salir de su escondite y se acercó a los dos youkai que tenía frente a ella. Sin embargo, su atención estaba únicamente puesta en el más imponente de los dos.

    —¡¿Humana, qué es lo que quieres?! —preguntó Jaken con el ceño fruncido interponiéndose entre su amo y la niña. Al ver que la niña no respondía, él reaccionó agresivamente —. Si no quieres nada, entonces esfúmate. No hagas perder tiempo a Sesshoumaru-sama.

    Con esas palabras dichas, el inuyoukai que observaba la escena con un rostro apático dio media vuelta para seguir su recorrido. Enseguida, el pequeño youkai lo siguió corriendo con sus dos cortas piernas.

    Sesshoumaru no pensó que la pequeña finalmente optaría por seguirlos luego de las palabras de Jaken, puesto sabía que los humanos eran muy fáciles de herir no sólo físicamente, sino que también emocionalmente si se decían las palabras adecuadas.

    Esa niña sabe que yo la traje de vuelta a este mundo —meditaba Sesshoumaru mientras seguía caminando serenamente y escuchaba los pequeños pasos del infante —. Yo, Sesshoumaru, la reviví…yo fui el responsable…

    El inuyoukai se detuvo inesperadamente, giró hacia la derecha sorprendiendo a Jaken, quien prefirió no hacer ningún tipo de comentario ante el intempestivo cambio de rumbo que había tomado su amo ya que desde el principio no sabía a dónde se dirigían.

    Tras haber recorrido un camino repleto de las anchas raíces de los árboles, llegaron a una pequeña zona desnuda donde la pálida luz de la luna iluminaba los pastizales. Dicha zona era divida por una corriente que deleitaba los oídos de cualquiera que prestara atención al murmullo del agua.

    —Tú — comenzó a decir Sesshoumaru mirando su reflejo en el agua que corría no muy velozmente—…límpiate —ordenó volteándose para mirar en los expresivos ojos marrones.
    —No comprendo, mi señor… ¿quiere que la humana se bañe?
    —Jaken, consigue un kimono para ella —dijo Sesshoumaru.
    —¡¿Qué?! ¡¿Cómo?!

    Sesshoumaru miró de soslayo al pequeño youkai que tenía junto él y cuando el aludido observó como se lo miraba, tragó saliva y prefirió no preguntar acerca de la decisión que había tomado su amo.

    —Iré, pero la aldea más cercana queda bastante lejos.
    —Te acercaré.
    —¡Muchísimas gracias, Sesshoumaru-sama! —exclamó Jaken con ojos llorosos por la felicidad. Enseguida vio que su amo se ponía detrás de él, levantaba su pie, lo llevaba un poco hacia atrás y… —. Espere… ¡No, Sesshoumaru-sama!

    El youkai salió volando hasta convertirse en un punto en la lejanía.

    Un pequeño carcajeo llegó hasta los oídos del inuyoukai provocando que éste se girara y posara sus ojos dorados en la niña frente a él. Ésta había llevado su mano a la boca para contenerse la risa y al percatarse que estaba siendo observada, llevó sus dos manos hacia atrás, se paró firme y en su rostro apareció una expresión que no llegaba a ser seria del todo.

    —Esperaremos un rato más, cuando él se esté acercando te meterás al río —dictaminó Sesshoumaru caminando hasta un árbol contra el que se recostó.

    La pequeña niña asintió sonriendo y fue a sentarse junto a él. Al hacerlo apoyó los codos sobre sus piernas cruzadas, colocó su mentón sobre las manos y se quedó observando sin ningún tipo de disimulo al inuyoukai que tenía frente a él. Éste alzó una ceja ante el comportamiento de la humana, pero de sus finos labios no salió palabra alguna hasta que una simple pregunta vino a su mente.

    —¿Podrá hablar ahora? —se preguntaba mientras observaba a la pequeña aún vestida en su kimono manchado de sangre—. Tu nombre…
    —Yo —La niña llevó sus manos hacia la garganta y una sonrisa ocupó todo su rostro, luego clavó la mirada en el bello youkai junto a ella y exclamó: —… ¡Yo soy Rin! ¡Gracias, Sesshoumaru-sama!

    Un minuto antes de que el despertador sonara, Sentaro abrió abruptamente los ojos y se sentó en la cama. Su corazón palpitaba a un ritmo vertiginoso y su respiración estaba entrecortada. No podía creer que había soñado nuevamente con Sesshoumaru y esa niña… Rin era su nombre.

    Cuando esa tal Rei llamó Rin a Rinako tuve una extraña sensación…como si ese nombre me fuera tan familiar. ¡No puede ser! —El joven se agarró con ambas manos la cabeza y se acurrucó— ¡¿Qué son estos sueños de mierda?!

    Continuará…


    Hola!

    Gracias xXxNaRuHiNa por tu post! Me alegra que te haya gustado el primer capítulo, espero que esté también te gusté!

    ¡Por fin aparecieron las mellizas Noto! Y Souta-kun que hará su aparición seguido.

    Por cierto, yo hice referencia a unos ubawaki, eso son los zapatos que los japoneses usan en los interiores. Y, por otra parte, el dos miel diez los japoneses lo recibieron más o menos como lo describí al principio, ¡con globos! xD

    ¡Espero que más sigan leyendo mi fic!

    ¡Besos!

    The Lady

    pd: dentro de dos semanas estará el capítulo tres.
     
  4.  
    Zhiiny

    Zhiiny Usuario común

    Piscis
    Miembro desde:
    3 Enero 2010
    Mensajes:
    371
    Pluma de
    Escritora
    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Hola!!!!
    Que hermoso fic!!!
    Es sobre la historia de como se conocieron Sesshomaru y Rin (adoro ese capitulo)
    Souta tiene esos sueños, debe ser algo de Sesshomaru
    Bueno adoro tu fic!!!
    Me encanto el capitulo, espero el proximo!!!
    Sayo!!!
    ~Zhiiný~
     
  5.  
    xXxNaRuHiNa

    xXxNaRuHiNa Usuario común

    Tauro
    Miembro desde:
    16 Septiembre 2009
    Mensajes:
    316
    Pluma de
    Escritora
    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    ¡Konnichiwa!
    ¡¡¡Me encanto!!!! *-* valla el tiempo si que paso volando ahora Sentaro es un hombre (que como lo describen bien guapo *o* ok mejor dejo mi imaginacion a un lado x'D) Wow ya despues de tantos años Sentaro y Rin (porque ese nombre le queda mucho mejor ¬¬) se encontraron :tierno: aunque por desgracia ella no parece recordarlo >_<
    Wow Souta Higurashi... ¡Por dios Higurashi! ¿eso significa que aparecera Kagome-chan? ;D ¡espero que si! o si no... ok es broma solo que es una mala costumbre mia amenazar debes encuando a los autores de los fics x'D esque si los amenazas se apuran mas en poner conti >;D xD umhhg pobre Souta-kun ya la novia le obliga a usar ropa... Ah ¡pero el es tan timido! los chicos timidos son mas lindos *-* x'D por desgracia estan en peligro de extincion ¬¬ x'DD (aunque hay q admitir que es verdad >,<)

    Seshomaru... ¡que digo Sentaro! (esque se me olvida q es la reencarnacion xD) ¡ya soño con que conocio a Rin-chan! hasta en los sueños Jaken-sama sigue siendo el mismo gruñon ¬¬ por cierto... Jaken y los demas (como Inuyasha, Kagome, Sango Miroku, etc) tambien habran reencarnado? x'D esque bueno tu sabes la reencarnacion esta de moda *-* xD
    Bueno como dije antes me encanto ¡no tardes en poner conti pliiiiiis! :tierno: (espero que la pongas en la fecha predicha tengo mi confianza puesta en ti) ¬¬ Asi que ya sabes... ¡sin presiones! ;B x'DDD

    :bye:
     
  6.  
    xXxHinata

    xXxHinata Usuario común

    Tauro
    Miembro desde:
    18 Septiembre 2009
    Mensajes:
    202
    Pluma de
    Escritora
    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Holaa! *-* Mi hermana (osea la loca psicopata y amenazadora de xXxNaruhina o como se llame la loca xD) me recomendo el fic *o*

    El fic es fantastico!

    Me encanto la reencarnacion de Sesshomaru! :D lastima que no tiene su linda cabellera blanca D: bueno imaginate a un tipo con cabello blanco xD

    :O Estaba riin! Omg! pero D: desde los sueños que el tuvo de su reencarnacion ya pasaron 9 años! Noooooooooo! ToT

    Y ninguno de los dos se recuerda D: Se conocieron hace mendigos 9 años! >__< bakas e_e
    Aunque yo tampoco me acordaria xD

    Necesitan recordarse! D: y recordar sus vidas pasadas! D:

    Aunque la pregunta que me da vueltas en la cabeza es... ¡¿Porque esta recordando su vida pasada?! D: algo malo pasara¡ es necesario para algo D: ¿Habra mas reencarnaciones? ¿Se encontraran todos? x__x Bueno ya se encontro un higurashi xD

    Bueno! n_n ya basta de mis acosadoras preguntas xD me despido

    Adios :rosa: n_n
     
  7.  
    The Lady

    The Lady Iniciado

    Tauro
    Miembro desde:
    16 Octubre 2009
    Mensajes:
    36
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    4357
    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Las Tierras del Oeste


    Por The Lady

    III
    Redescubriendo el pasado

    Sentaro chequeó su reloj de muñeca y vio que faltaba una hora para que comenzara la próxima clase que debía dar en la Preparatoria Takahashi. Él estaba realizando una suplencia de un mes y aunque ese era su primer día en la institución, sabía que ya era popular entre el público femenino.

    Así que quieres ser profesor…serás muy popular entre tus alumnas, ¿sabes?

    En la mente de Sentaro apareció una joven sentada sobre uno de los pupitres de su preparatoria, vestida en la camisa blanca y la pollera escocesa que tan bien le quedaban y con esa expresión desafiante y sensual que siempre llevaba en el rostro.

    —Kaoru… —murmuró volteándose para mirar a través del vidrio a la gente caminar apresuradamente.

    Cada vez que recordaba a esa muchacha no podía evitar recordar el día de su muerte y la hora anterior a ella, cuando le dijo algo que él no pudo llegar a comprender. El hombre suspiró y trató de despabilarse mientras tomaba un sorbo de café. Cuando apoyó la taza sobre el pequeño plato que la contenía, escuchó la puerta del bar abrirse y su sorpresa fue grande al ver quien había entrado.

    —¡Sentaro-san! —saludó Souta desde la entrada y luego se acercó a la mesa donde el aludido estaba sentado para estrecharse de manos.
    —No pensé volverte a encontrar tan pronto —admitió el profesor indicando con una mano que podía tomar asiento.
    —Oh, no quiero molestarlo. Sólo vine a hacer tiempo hasta que la resonancia de mi novia termine.
    —No es molestia, Souta-kun.

    El joven, agradeciéndole en voz baja y con una sonrisa tímida en su rostro, tomó asiento y enseguida una moza se acercó a él para preguntarle qué se quería servir.

    —¿Usted también está esperando alguien? —preguntó Souta.
    —No, a alguien no. Estoy esperando a que se haga la hora de mi próxima clase.
    —Ya veo. ¿Sabe? Yo pensé que a usted le gustaba ir a lugares más tranquilos, como plazas, por ejemplo.
    —Sí, eso es verdad. Pero estos últimos días estoy tratando de no ensimismarme en mis pensamientos —explicó Sentaro mirando su taza de café con un rostro indiferente.
    —Yo últimamente estuve muy ansioso y, al igual que usted, pienso tanto en algunas cosas que me voy de este mundo.
    —¿En serio?
    —Así es. Hace tres días que están destruyendo el patio de mi casa… pero vale la pena, créame —aclaró Souta alzando un dedo y mostrando una sonrisa en su rostro.
    —¿Destruir el patio de tu casa?
    —¡Sí! ¿Puede creer que sospechan que en mi casa haya materiales muy valiosos para la investigación que están haciendo en las Tierras del Oeste? —dijo emocionado y en sus ojos apareció un brillo especial—. Y eso que mi casa estaba a varios metros de la aldea —soltó sin pensar.
    —¿Cómo sabes que tu casa no era parte de una aldea? ¿Y qué era están estudiando?
    —Este… mediados del período Sengoku —respondió Souta sabiendo perfectamente que se estaba salteando una pregunta.
    —Y dime, ¿cómo sabes que tu casa no era parte de una aldea? —insistió Sentaro.
    —Bueno, verá —titubeó Souta maldiciéndose interiormente—… lo estudié.

    Sentaro alzó una ceja ante la respuesta que le había dado el joven vestido en un pulóver de lana celeste. El profesor no entendía la razón por la cual Souta había respondido la pregunta acerca de la aldea de una manera tan nerviosa, si la respuesta que había dado no era para nada descabellada. Había algo extraño en todo su comportamiento que estaba despertando gran interés en Sentaro.

    —Te voy a decir algo que probablemente te parezca una locura: por como estás anímicamente siento que toda esta situación te emociona mucho más de lo que puede llegar a emocionar a un estudiante de Historia…
    —Perdón, pero no lo comprendo.
    —Lo que quiero decir es que me parece que a ti este descubrimiento te conecta con algo —comentó Sentaro, pero inmediatamente cerró sus ojos y soltó un carcajeo irónico—. Perdóname. Creo que debo tener algún tipo de enfermedad desde que nos encontramos hace una semana… ¿Souta-kun?

    Souta estaba a punto de llevarse un vaso de té frío a la boca, pero al escuchar la observación que hizo el profesor detuvo aquella acción y su rostro se mostró estupefacto. ¿Cómo hizo para notarlo? La razón por la cual se encontraba ansioso era porque quizás algunos de los objetos que pudieran encontrar los arqueólogos podrían haber pertenecido a su hermana. ¡Qué increíble! Una joven que había nacido en el siglo veinte en esos momentos se estaba convirtiendo en una persona histórica. Él sospechaba que todos estos descubrimientos tenían que ver que con la llegada de Kagome al período Sengoku. Souta creía que la intrusión de su hermana mayor en el pasado había cambiado la historia de algunas de las personas con las que se relacionó directa o indirectamente.

    Mi hermana está muerta. Eso es obvio… sólo espero que haya sido feliz junto a Inuyasha. —En el rostro de Souta apareció una expresión nostálgica y parecía totalmente abstraído del mundo.
    —Oye, Higurashi —habló Sentaro firmemente.
    —¡Perdón, sensei! —se disculpó el joven sumamente sobresaltado.
    —No, me disculpo yo. No sé lo que dije, pero creo que te afecto.
    —¡Claro que no, sensei! —exclamó el otro moviendo sus manos de un lado a otro
    —Ya no soy más tu profesor…
    —Perdón, Sentaro-san.

    El otro hombre largó un suspiro y miró al que había sido uno de sus primeros alumnos hacía cinco años atrás. El tiempo había pasado, pero algunas cosas parecían no cambiar

    —Sigues siendo el mismo chico excesivamente respetuoso y vergonzoso. —El joven río ante el comentario—. Pero ya no tienes esa timidez exasperante, estás más abierto. Has madurado…

    Souta tan sólo sonrió.



    Sentaro cerró la puerta del aula de segundo año, saludó con un rostro sonriente a sus alumnos y caminó hacia el escritorio ubicado delante del pizarrón. Se quitó el saco negro y al sentarse agarró la hoja de asistencia que estaba sobre la mesa. Le echó un vistazo rápido y luego comenzó a hablar.

    —Como algunos sabrán, su profesora está de licencia por un mes, así que lo que resta de este mes y febrero me tendrán a mí. Yo soy Narita, Sentaro —se presentó poniéndose de pie —. Debido a que ya tuve clase con segundo año A, ya sé más o menos lo que estuvieron viendo con su profesora, así que hoy haremos un repaso general. Pero antes tomaré lista.

    Mientras el hombre iba nombrando a cada uno de sus estudiantes, se podían escuchar los murmullos de las eufóricas chicas que no hacían más que adular la apariencia física de su nuevo profesor. Éste, ya acostumbrado a ese tipo de halagos, siguió pasando asistencia indiferentemente. Sin embargo, cuando llegó a cierto apellido no pudo evitar hacer una pausa y quedarse contemplando aquellos kanjis.

    ¿Serán ellas? —se preguntó alzando su vista por sobre la hoja—. Noto, Rei…
    —¡Aquí estoy, mi capitán! —habló una voz del fondo con un tono infantil.
    Sin duda es ella… —verificó Sentaro alzando una ceja ante la respuesta de la muchacha.

    Allí estaba esa tal Rei, con su cabello lacio y rebajado rodeándole los hombros. En su rostro tenía una sonrisa traviesa que la calificaba como el bufón de la clase y ante las risas de sus compañeros, Sentaro pudo ver que su razonamiento no estaba alejado de la realidad. Por último estaban sus ojos chocolate, esos ojos que le hacían recordar a esa misteriosa niña de sus sueños… Rin.

    —Noto, Rinako —prosiguió el hombre buscando con la mirada a aquella dulce chica que se contrastaba tanto con su hermana.
    —Faltó, sensei. Está enferma —dijo Rei.

    El hombre asintió y siguió tomando lista. Al finalizar de hacer aquello, comenzó a dar clase tratando de no prestar atención a la sonrisa que le mostraba Rei cada vez que él posaba su mirada en ella. La hora de matemática fue avanzando y Sentaro se fue percatando de quienes eran los que entendían, los que se esforzaban por entender, los que no veían la hora en que la clase terminara y aquellos que probablemente no les motivaba ninguna materia en especial.

    Cuando el timbre que anunciaba la hora del almuerzo sonó, rápidamente los alumnos se levantaron de sus pupitres y corrieron hacia la puerta del aula. Cada vez que Sentaro veía aquellas acciones, recordaba su adolescencia y la forma en que amaba la hora del almuerzo ya que era cuando se encontraba en la terraza del colegio con Kaoru.

    —Tanto tiempo, Sen-chan —Apareció Rei repentinamente frente a él, apoyando sus codos sobre el escritorio y su mentón sobre las manos.
    —Noto-san, no deberías llamarme así —le habló el hombre con reproche mientras se ponía el saco negro sobre su pulóver color mostaza.
    —Ay, pero si yo no hubiera sido tu alumna, ¿te molestaría tanto? —preguntó revoleando sus ojos inocentemente.
    —No me molestaría tanto.
    —Mi hermana todavía le habla a nuestro papá de lo generoso que fuiste al ayudarla a buscar al pequeño Fluffy —cambió de tema la joven acomodándose la mochila al hombro.
    —No fue nada. Sentí que debía ayudarla…
    —Ya veo…

    Repentinamente, el celular de Rei sonó, ésta lo sacó del bolsillo de su mochila negra, lo abrió y con una sonrisa en su rostro saludó a la persona del otro lado del teléfono. Sentaro se estaba por retirar, pero cuando escuchó la voz preocupada de su nueva alumna no pudo evitar voltearse para saber qué era lo que sucedía. Rei cortó la llamada algo inquieta, guardó su celular con rapidez y corrió hasta la puerta.

    —Noto-san, ¿qué sucede? —preguntó Sentaro haciendo que la muchacha se detuviera en el momento en que estaba por girar el pomo de la puerta.
    —Debo llevar a Rin-chan al médico porque papá no puede pedirse el día libre hoy en el trabajo y me parece que le subió la fiebre. Debo apurarme para alcanzar el colectivo.
    —No te preocupes, te llevo a tu casa —dijo Sentaro seriamente a la vez que abría la puerta y hacía un ademán para que la joven pasara primero.

    Rei, por unos segundos, se quedó contemplando al hombre, pero enseguida desvió la mirada y comenzó a caminar apresurada por el pasillo.

    ¿Qué me está pasando? No debería hacer esto… ¡y menos ahora que ellas son mis alumnas! —se reprochaba el hombre llevándose una mano a la cabeza mientras en su rostro aparecía una expresión preocupada — Sin embargo, siento que algo dentro de mí me empuja hacer estas cosas. Además sus ojos… los ojos de estas chicas son muy parecidos a Rin… la niña que Sesshoumaru-sama rescata…Después de esto, tengo que investigar más sobre ese inuyoukai…

    Una vez dentro del auto, Rei mandó un mensaje a su hermana y al cerrar la tapa del celular, largó un suspiro.

    —Muchas gracias, Sentaro-sensei —habló Rei volteándose para sonreírle a su profesor.

    Éste, mirándola de soslayo, se limitó a asentir y movió la palanca de cambio para acelerar la velocidad y llegar lo más rápido posible a la casa de las mellizas Noto.

    —Tu padre trabaja mucho, ¿verdad?
    —Así es, pero alguien nos tiene que mantener, ¿sabes? Y él se rehúsa a que trabajemos durante la preparatoria.
    —¿Tu madre?
    —Murió.
    —Lo siento.
    —¿Qué se puede hacer? La vida sigue —dijo Rei con una sonrisa triste en los labios.
    —Tienes razón…



    Sentada en la cama y tapada por frazadas, Rinako pasaba los canales de la televisón sin demasiado entusiasmo hasta que escuchó unos pasos acercarse al cuarto que compartía con su hermana.

    —¡Rin-chan, llegamos! —dijo Rei apareciendo con una sonrisa en su rostro.
    —Hola, Rei —saludó la otra intentando levantarse de la cama, pero cuando apoyó sus pies en el suelo alfombrado se llevó una mano a la cabeza puesto sentía que todo a su alrededor daba vueltas.
    —No te esfuerces —pidió la joven agachándose frente a su hermana. En ese momento, una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios rosados.
    —¿Por qué me sonríes de esa manera? —preguntó Rinako observando a su melliza con un rostro algo preocupado.
    —Pues, verás —empezó a hablar Rei apoyando sus manos sobre las rodillas de la otra—… te tengo una sorpresita.
    —¿Sorpresita?
    —Sentaro-sensei —llamó Rei volteándose para atrás.
    —¡¿Qué?! —exclamó la joven con una voz aguda a la vez que miraba expectante la entrada al cuarto.

    Cuando Rinako se percató que alguien se estaba acercando a la habitación a un paso sereno, su corazón empezó a latir con furia y en el momento en que vio al hombre vestido en un pulóver mostaza, unos pantalones de yérsey negro y que le sonreía a ella, creyó que el corazón se le saldría de lugar.

    —Narita-san—comenzó con cierta incertidumbre—… Muchas gracias por haber traído a Rei —agradeció como hechizada poniéndose de pie y caminando hacia el hombre.
    —No es nada, Noto-san.
    —Siento que le debo algo, es la segunda vez que nos ayuda —le sonrió la joven que lo miraba intensamente con aquellos ojos chocolate.

    Repentinamente, Rinako sintió que sus párpados le pesaban y de un momento a otro, la visón se le nubló por completo.

    —¡Noto-san! —exclamó Sentaro agarrando en sus brazos el cuerpo de la joven que se caía hacia un costado.
    —Mejor llamaré a un médico a domicilio —decidió Rei mientras marcaba el número en su pequeño celular.
    —Mi cabeza… —murmuró Rinako con los ojos entreabiertos y fue en ese instante que pudo ver que se encontraba en los brazos del gentil Narita-san, quien la observaba con inquietud. Una sonrisa se le dibujó en sus finos labios y volvió a desmayarse.

    Una vez que Sentaro acostó a la joven de largos y ondulados cabellos negros en la cama, cerró la puerta de la habitación y se dirigió al living-comedor donde la otra melliza estaba. Aquella habitación era amplia, por un lado se encontraba una mesa redonda que estaba rodeada por seis sillas y detrás de ésta colgaba un cuadro de una mujer amamantando a su hijo. Por el otro lado de la habitación había un largo sillón cuya punta daba una vuelta formando una especie de letra “L” y frente a éste había una mesa ratona de vidrio. Luego, delante de unas de las paredes se encontraba una biblioteca que contenía libros de economía, de ortografía, análisis de textos y por último estaban los que pertenecían a la escuela.

    —La sorpresa que se llevará Rin-chan cuando se enteré que eres nuestro profesor —comentó Rei sentada en el medio del sillón con las piernas cruzadas.
    —Ya lo creo —concordó Sentaro con sus manos en los bolsillos del pantalón mientras observaba la variedad de libros de la biblioteca. Cuando se volteó para decir algo, terminó contemplando la figura que estaba ante él.

    Rei se encontraba demasiado concentrada pasando los niveles del juego de su celular como para notar una insistente mirada miel sobre ella. La joven estaba vestida en el uniforme de la Preparatoria Takahashi que consistía en un sencillo suéter bordo que ocultaba debajo una camisa blanca de mangas largas; luego estaba la pollera tableada de color gris que parecía haber sido acortada por la joven, lo que permitía que se pudiera admirar sus tonificadas piernas que estaban cubiertas por unas finas medias de seda. La mirada de Sentaro luego pasó a su cabello lacio. Allí se percató, al contemplarlo atentamente y gracias a los rayos del sol que traspasaban el ventanal, de su verdadero color. El cabello de Rei no era negro, sino que era un castaño tan oscuro que por momentos parecía negro, pero eran las luces las que finalmente indicaban su verdadero color.

    —¿Quieres algo para tomar, Sen-chan? —preguntó la chica haciendo énfasis en el apodo que le había atribuido a su profesor.
    —No me llames así —volvió a repetir el hombre algo molesto —. ¿Por qué rayos me quedé contemplándola?
    —Pero, ¿quieres algo para tomar?
    —Me gustaría. Por cierto, ¿dónde está Fluffy?
    —Durmiendo en el lavadero —contestó Rei dirigiéndose hacia la cocina.

    El hombre se volvió a voltear para echarle nuevamente un vistazo a las solapas de los libros de la biblioteca. Inmediatamente, vio uno que le llamó la atención. Éste era un libro sobre youkais que casualmente fue el mismo que él debió haber leído en alguna de las historias que tuvo durante la preparatoria. Sentaro lo sacó del estante, lo abrió y buscó en el índice lo que le interesaba. Al no encontrar nada, lo guardó. En su rostro apareció una expresión de desilusión. Volvió a meter sus manos en los bolsillos, dio media vuelta y decidió sentarse en el sillón, pero cuando estaba por hacerlo vio la mochila de Rei abierta sobre la mesa ratona. De ésta sobresalía un libro que se titulaba “Inuyoukai. Clanes de las familias youkai más poderosas del Japón. Segunda parte”

    Quizás este acá…

    Sentaro abrió el libro y una vez en el índice fue buscando con el dedo el tema que lo tenía cautivado hacía una semana. Al encontrarlo, fue rápidamente hacia aquella página que era el comienzo de un capítulo: “Sesshoumaru, el heredero de Inu no Taisho”

    Diez años atrás él había estado sumamente interesado en ese tal Sesshoumaru y había leído algo sobre aquél. Sabía que él, tras la muerte de su padre, uno de los youkais más poderosos que la historia de Japón había conocido, se convirtió en el nuevo señor de las Tierras del Oeste, que en la actualidad eran la parte oeste de Tokio, el sudoeste de Saitama y el noroeste de Yamanashi. Por otra parte, había leído que se trataba de un inuyoukai sumamente frío, orgulloso y confiado de sus habilidades. Éste solía recorrer sus propias tierras batallando contra aquellos youkai que lo desafiarán para convertirse en los futuros señores de las Tierras del Oeste. Sin embargo, esos youkai terminaban siendo asesinados por las manos del poderoso Sesshoumaru que, aunque nunca llegó a sobrepasar a su padre, poseía una fuerza asombrosa. También se había enterado que en determinado momento se le sumó un pequeño youkai verdoso que estaba entregado totalmente al inuyoukai.

    Sentaro seguía pasando las hojas y trataba de encontrar algo sobre aquella niña misteriosa de bellos ojos marrones, tan expresivos que atormentaban su mente continuamente. Sin embargo, no había nada sobre ella.

    ¿Por qué debería haber algo sobre ella? Quizás la inventé… —Sentaro cerró abruptamente el libro y lo volvió a guardar dentro de la mochila. Luego se tiró contra el respaldo del sillón y cerró sus ojos.
    —Perdón por la tardanza —dijo Rei apareciendo con una bandeja en la que traía dos vasos de agua —. Resulta que cuando estaba en la cocina me llamó mi papá para ver cómo estaban las cosas.
    —No te preocupes —habló el hombre tomando uno de los vasos en su mano —. Muchas gracias.

    Rei sólo asintió, apoyó la bandeja en la mesa ratona, buscó el control remoto y al encontrarlo prendió la televisión.

    —¿Te molesta? Lo que sucede es que estoy muy emocionada con lo que está pasando en Las Tierras del Oeste —admitió la joven mientras pasaba los canales hasta que dio con un noticiero.
    —No, claro que no. Debe ser muy interesante. Aunque no sé exactamente qué fue lo que encontraron allí.
    —Encontraron un diario de uno de los sirvientes de Sesshoumaru, un gran inuyoukai. Seguro lo debes conocer…
    —¿Y qué hay con eso?
    —¡Cómo qué hay! ¿Acaso no sabes que él jamás se instaló a vivir en el castillo que su propio padre había construido? Según escuché en los noticieros, Sesshoumaru, al igual que su padre, sólo volvería al castillo en el momento que encontrara una compañera y decidiera tener un sucesor. Los primeros años de vida de los inuyoukai cachorros se pasan allí y luego, cuando éste madura, es libre de ir a donde quiera; conquistar nuevas tierras, vagar el resto de su vida, quedarse en el castillo hasta la muerte de su progenitor…
    —Sesshoumaru decidió vagar para hacerse más fuerte y sobrepasar a su padre…
    —Así es, pero cuando Inu no Taisho murió, Sesshoumaru tomó el control de las tierras ya que él era el sucesor legítimo. Además el jamás aceptaría compartir esas tierras con su medio hermano.
    —Inuyasha —agregó Sentaro recordando el triste destino de aquel hanyou…
    —Así es. Sin embargo, este nuevo descubrimiento cambiaría por completo la historia de esta familia. Este diario que se encontró era de un pequeño youkai que lo acompañó a Sesshoumaru durante bastantes años y el hecho de que él haya estado en el castillo lleva a que Sesshoumaru se instaló allí. ¡Todos los libros de historia de los youkai tendrán que ser reescritos! ¡Quizás se encuentren sucesores de ese tal Sesshoumaru! —exclamó Rei acercándose peligrosamente a su nuevo profesor. Al percatarse de la poca distancia que los separaba, la muchacha se sonrojó y se sentó correctamente, mirando hacia la pantalla del televisor.

    —Ese pequeño youkai… Jaken.
    —¿Jaken? Nadie sabe su nombre… —señaló Rei.
    —Claro… Debe ser Jaken, estoy seguro de ello.

    Repentinamente, en la televisión las cámaras mostraron a una mujer que se encontraba en el patio de lo que parecía ser un antiguo templo. Inmediatamente, la imagen de la pantalla cambió y en ella se podían ver vasijas añejadas.

    —Al parecer aquí se construyó un hogar que estaba ubicado en lo que se llamó el Bosque de Inuyasha —empezó a relatar la reportera.
    —Y explicarías la razón por la cual estamos filmando allí, Yuuki-san —pidió otra voz.
    —Por supuesto. Estamos en este templo que le pertenece a una familia común y corriente de Japón ya que una de las primeras páginas del diario que rescataron los arqueólogos indica este lugar. Creemos que quizás el sirviente de Sesshoumaru o el mismísimo inuyoukai tenían relación con la familia que vivió aquí hace más de quinientos años…
    —¿Familia?
    —Sí. Las vasijas extrañamente tienen inscriptos los nombres de los poseedores de cada una de ellas. Están interesados en encontrar la fecha exacta de la construcción de estos objetos porque una de las vasijas dice “Inuyasha”, que como sabrán de la historia que nos enseñaron fue el medio hermano de Sesshoumaru, el cual fue sellado por una flecha de una sacerdotisa. Dicen que su cuerpo se mantuvo sellado durante cincuenta años, cuando decidieron quemarlo para que desapareciera de este mundo. Si la fecha es posterior a esos cincuenta años, sin duda se tendrá que reconsiderar todo lo que nos enseñaron acerca de este hanyou y por supuesto, del mismísimo Sesshoumaru…
    —¿Y los otros nombres?
    —Los otros nombres son: Kagome, Inumaru y Rin.

    Cuando la reportera pronunció ese nombre, los ojos de Sentaro amenazaron con salirse de sus cuencas. ¡Allí estaba ella! Él estaba seguro que era ella. Pero, ¿por qué no se encontraba junto a Sesshoumaru? ¿Acaso la pequeña vivió el resto de su vida con su medio hermano? Miles de preguntas acecharon la mente del joven hombre hasta que determinó que él tenía que ser partícipe de toda esa excavación y estudio que se estaban realizando en Las Tierras del Oeste y en aquel templo que era el hogar de… ¡Souta!

    —Noto-san, ¿puedo ir un momento al balcón? —preguntó el hombre sacando su celular de bolsillo del pantalón.
    —Claro.

    Sentaro corrió el ventanal de vidrio, caminó hacia una de las puntas del balcón y primero llamó a la consultora que le daría la información que él necesitaba. Esa información se trataba del número de la familia Higurashi. Una vez que se hizo de aquella, marcó el número y esperó a que lo atendieran.

    —Hola.
    —¿Souta-kun?
    —Sí, ¿quién habla?
    —Narita, Sentaro.
    —¡Sentaro-san! ¡Perdóneme, no lo reconocí!
    —No importa. Escucha, necesito que nos encontremos mañana en el mismo bar de hoy —pidió el hombre con una voz seria y determinada.
    —Claro —titubeó el joven —… pero, ¿por qué?
    —Necesito tu ayuda… es sobre Sesshoumaru…
    —¿Eh?

    Continuará…

    Hola!!

    Muchas gracias a Zhiinygami, xXxNaRuHiNa y xXxHinata por sus posts!
    Zhiinygami en realidad Souta no tiene los sueños de Sentaro, él nada más está al tanto de una investigación que se está llevando acabo en las Tierras del Oeste.

    No voy a responder a ninguna de sus dudas, a menos que sean muy puntuales, ya que eso lo tiene que ir descubriendo a medida que avancen los capítulos. Jajaja, soy mala *perverso*

    Nos leemos en la próximo capítulo.

    The Lady
     
  8.  
    xXxNaRuHiNa

    xXxNaRuHiNa Usuario común

    Tauro
    Miembro desde:
    16 Septiembre 2009
    Mensajes:
    316
    Pluma de
    Escritora
    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Hiiiiiiiiiii
    Sip definitivamente eres bien mala ademas de que nos dejas con las dudas no respondes nuestras preguntas!!! D:
    Wow... ¡no sabia que era el Souta hermano de Kagome-chan...! Kyaaaaaaaaaaaaaaaaaa Souta-kun!!!!!!!!!!!!!! *-* ahora... si no me equivoco Souta solo sabia sobre Inuyasha... ya q los demas acompañantes de Inuyasha nunca pudieron ver a Souta... aunque tal vez Kagome le conto a él sobre ellos... ok croe que deberia dejar de sacar mis conclusiones x'D
    Me encanto *o* Sabes... no me agrada la hermana de Rin... ¡no me da buena espina! >,< que ni se atreva a acercarse a Sentaro o la voy a matar!! >_< no quieron q nadie se interponga en la relacion de ellos dos x'D espero que Souta le cuente todo lo que sabe sobre Seshomaru... o si no se las vera conmigo ¬¬
    Esperare el capitulo con ansias!!!!!!!!!!!!!!!! *-*
    Nos vemos
    Sayonara
    PD: no tardes en conti T-T
     
  9.  
    xXxHinata

    xXxHinata Usuario común

    Tauro
    Miembro desde:
    18 Septiembre 2009
    Mensajes:
    202
    Pluma de
    Escritora
    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Holaaaaaaa! :D

    Omg *-* que finoo! :D Al fin se estan reconociendo Chan chan chan (musica de suspenso) xD
    Rin-chan siente algo por Sentaro tambien! *o*

    Pero no me agradara la hermana si se intempondra entre esos dos e_e! metetelas conmigo antes de meterte con Sesshomaru que solo es de Riin! xD Ok ok estoy medio loca lo sep xD

    Souta sabia lo de Inuyasha y Kagome o_o osea que ya Kagome se habia ido a ese pozo :o
    Jder que se esta poninedo mas interesante estoo! *o*

    Bueno me tengo que despedir *-*

    Adios :rosa: :D
     
  10.  
    Zhiiny

    Zhiiny Usuario común

    Piscis
    Miembro desde:
    3 Enero 2010
    Mensajes:
    371
    Pluma de
    Escritora
    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Holaaa
    Gracias por la explicacion :)
    Me encanto el capitulo fue hermosoooooo :):):)
    Sentaro es el profesor de Rin y Rai (OmG)
    Que amable fue Sentaro en ayudar a Rai
    Mi parte favorita es cuando Rin se desmaya (adoro cuando eso pasa xD) y Sentaro la sostiene (que kawaiii)
    El reportaje de las tierras del oeste estuvo WoW ya quiero leer el proximo capitulo
    Sayooo!!!
    ~Zhiiný~
     
  11.  
    The Lady

    The Lady Iniciado

    Tauro
    Miembro desde:
    16 Octubre 2009
    Mensajes:
    36
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    5167
    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Aviso:los personajes del manga/anime de Inuyasha no me pertenecen, sino que a la grandiosa Rumiko Takahashi. Sentaro, Rinako, Rei, Fluffy y Junichi sí.

    Las Tierras del Oeste​

    Por The Lady​

    Capítulo IV
    Reencarnación

    La mesera apoyó en la mesa los respectivos pedidos de Sentaro y Souta, hizo una reverencia y se retiró. El más joven de los hombres tomó con ambas manos su taza de té y aspiró su suave aroma.

    —Delicioso —expresó—. Y estos dorayaki no se quedan atrás.
    —Souta-kun, supongo que te habrás enterado más rápido que yo lo que sucedió ayer, ¿verdad? —indagó el profesor revolviendo su taza de café.
    —¿Lo de las vasijas? —Sentaro asintió —. Sí. Pero sinceramente no entiendo qué es lo que me quiere decir al respecto.

    Por unos momentos, Sentaro desvió la mirada hacia abajo y miró su reflejo en el café. Tenía que tener valor para decirle a Souta lo que le estaba ocurriendo puesto sabía que lo podía tomar como un loco. El hombre volvió a incorporar su vista y se percató que el joven, vestido en un buzo bordo, estaba expectante.

    —No sé por donde empezar a explicar esto —dijo Sentaro haciendo un ademán con sus manos—… Creerás que estoy loco, pero yo sé quien es esa Rin a la cual le pertenecía una de las vasijas.
    —Perdóneme, Sentaro-san, pero cómo la conoce y por qué cree que es relevante en toda la investigación. El relevante de esa familia es Inuyasha por ser el medio hermano de Sesshoumaru y encima sospecharse que quizás no lo quemaron, sino que alguien deshizo el sello de la flecha que tenía atravesada provocando que pudiese volver a despertar —explicó Souta sumamente intrigado por todo lo que tenía para decirle su antiguo profesor —. Rin… creo que mi hermana me habló de una pequeña llamada Rin, pero no recuerdo en concreto si la acompañaba a ella o acompañaba a Naraku o a… ¡No puede ser!
    —Es relevante porque Sesshoumaru revivió a esa tal Rin con Tensaiga, la espada que portaba consigo —justificó el otro muy seguro de lo que estaba diciendo.
    —¿De dónde sacó esa idea? —preguntó Souta titubeando.
    —De un sueño, de un sueño que tuve hace nueve años cuando estaba en el último año de preparatoria. —Souta abrió bien grandes sus ojos, pero no dijo nada ante la revelación que le había hecho el hombre —. Comencé a tener estos sueños cuando fui de excursión a Las Tierras del Oeste, el complejo donde se encuentra el castillo de Sesshoumaru. Ahí soñé que estaba dentro de un cuerpo que no me pertenecía y conocí a una niña vestida en harapos que quiso ayudarme, ya que estaba malherido y me faltaba un brazo. Luego, ese mismo día, volví a soñar, pero esta vez yo era un espectador de lo que pasaba; sin embargo, me sentía sumamente conectado con todo lo que sentía Sesshoumaru, que fue ese el nombre por el que lo llamó el pequeño youkai que viajaba con él, Jaken…
    —¿Jaken? Nadie nunca supo el nombre de quién fue el acompañante de Sesshoumaru por largos años —explicó Souta algo anonadado—. Y eso del brazo… en las pinturas que hay de ese inuyoukai posee los dos brazos… ¡pero usted sabe que le cortaron el brazo izquierdo! —El joven señaló tímidamente a Sentaro quien era, en esos momentos, el que miraba asombrado al otro.
    —Yo nunca dije brazo izquierdo… ¿cómo es que lo sabes?

    Souta pareció volverse piedra tras escuchar la pregunta que le había hecho el profesor. ¡Fue un tonto! Él mismo se estaba delatando. Cuando el joven se recompuso, se echó para atrás sobre su silla y miró con cierto temor al hombre vestido en una remera de cuello alto gris oscura que estaba mirándolo seriamente.

    —Souta-kun…
    —Le creo…
    —¿En serio?
    —Sí… le creo —dijo casi en un murmullo—. Se habrá dado cuenta que yo también sé cosas que nadie sabe…
    —¿Acaso tú también sueñas ser un personaje histórico? —preguntó Sentaro sumamente sorprendido.
    —No. Lo mío es más raro aún… Mi hermana mayor, Higurashi, Kagome se fue a vivir al pasado.
    —¿Kagome? ¡Era uno de los nombres que tenían inscriptos las vasijas! Pero, ¿cómo?
    —En mi casa había un pozo, ese pozo se conectaba misteriosamente con el período Sengoku —empezó a relatar Souta, pero antes de continuar largó un suspiro y miró directamente a los ojos del profesor—. Voy a tratar de resumirle la historia porque es muy larga. Ella traspasa el pozo y se encuentra en un Japón Feudal. Debido a que ella era la reencarnación de una sacerdotisa llamada Kikyo, quien era la encargada de cuidar la Shikon no tama, una youkai muy fea la persigue pues decía que ella tenía la perla. Ahora bien, es ahí cuando se encuentra con Inuyasha y al parecer mi hermana, al tener contacto con él, provoca que se despierte. Recordando que estaba siendo perseguida por la fea youkai, la que finalmente le saca la perla dentro de su cuerpo, Kagome libera a Inuyasha del sello de la flecha que le había clavado la sacerdotisa Kikyo. Patadas van, patadas vienen, Inuyasha se encarga de derrotar a la youkai, pero luego él quiere la perla pues con ella se podría convertir en un verdadero youkai. Finalmente no la consigue, pero más youkai quieren la perla. En uno de los intentos de robo de ésta, mi hermana, por error, dispara una flecha que hace que la perla se divida en un montón de partes y es ahí cuando empieza la búsqueda por la Shikon no tama. Este es, para mí, el comienzo de que el pasado comience a reescribirse.

    Sentaro no dejó de parpadear durante todo el relato que desarrolló Souta. Éste volvió a dirigir su mirada a la taza de café y al incorporarla una vez más, quiso decir algo pero nada salió de su boca.

    —¿Cree en todo lo que dije? —preguntó Souta con una sonrisa insegura dibujada en su rostro.
    —Claro que sí… pero después de todo lo que me has dicho no logro entender qué son mis sueños. Es decir, gracias a ti me estoy dando cuenta que yo estoy soñando cosas que pasaron, pero nadie más las sabe porque se deben a la intromisión de tu hermana en el pasado —habló Sentaro tratando de encontrarle una explicación lógica a sus sueños—. Que tú sepas los nuevos acontecimientos no me es de extrañar porque estabas en contacto con la responsable de todos los cambios… pero yo… yo sé de estos cambios desde una perspectiva particular que es la de Sesshoumaru…
    —Lo que tiene absoluto sentido porque es el medio hermano de Inuyasha y Kagome me contó que vivió enfrentamientos entre los hermanos. De hecho, Inuyasha fue él que le cortó el brazo.
    —Claro. Sesshoumaru nunca podría haber vuelto a interactuar con él si no fuera porque Kagome lo hizo despertar de ese sueño eterno al que lo había sumido Kikyo —dijo Sentaro comenzando a encontrarle lógica a algunas cosas.
    —¡Exacto!
    —Pero… ¿por qué yo tengo estos sueños? —se seguía preguntando el joven profesor.

    Souta se llevó una mano a la cabeza mientras desviaba su mirada para reflexionar sobre el cuestionamiento que se estaba haciendo Sentaro. Luego bebió un poco de té y volvió a depositar los ojos en el otro hombre.

    —Yo creo que eres la reencarnación de Sesshoumaru.



    La lluvia caía sobre la ciudad de Tokyo y Sentaro caminaba bajo el agua ensimismado en sus pensamientos. Todavía resonaban en su interior las palabras de Souta. ¿Acaso él podía ser la reencarnación de Sesshoumaru? Sentido tenía ya que en sus sueños él sentía todo lo que le ocurría al youkai. Era increíble lo que le estaba ocurriendo.

    “Si dice que volvió a soñar con él sin haber vuelto a pisar el complejo de las Tierras del Oeste, eso significa que ese lugar no es el que activa los recuerdos de su otra vida… y si me dice que ese día también se encontró con una niña cuyos ojos chocolate eran idénticos a los de Rin, ahí estaría la persona que activa los recuerdos… la reencarnación de Rin.”

    Lo que le había dicho Souta tenía lógica. Sin embargo, eso significaba que él se había vuelto a encontrar con aquella niña después de tantos años… Repentinamente, en su mente apareció la imagen de las melliza Noto, las únicas que él conocía que poseían esos hermosos ojos chocolate idénticos a los de la pequeña Rin.

    —¿Eso significa que alguna de las dos es la reencarnación de Rin? —se preguntó el hombre deteniéndose en una esquina mientras alzaba su rostro mojado al cielo gris de la tarde.
    —¡Narita-sensei! —lo llamó una voz que él reconoció.

    El hombre se volteó y se encontró a una joven vestida en un sacón bordo y la pollera tableada de la Preparatoria Takahashi. La muchacha se acercó a él y lo tapó con el paraguas rosado que llevaba en una de sus manos.

    —Se va a resfriar así, Narita-sensei —le sonrió Rinako.
    —Gracias, Noto-san —dijo el aludido otorgándole otra sonrisa—. Veo que tu hermana te contó que soy su profesor.
    —Sí.
    —¿Ya estás mejor? Ayer parecías estar grave.
    —Reacciono rápido con las medicaciones. Gracias por preocuparse.
    —Yo voy hacia esa dirección, ¿tú? —preguntó Sentaro.
    —Nada más voy a acompañarlo unas tres cuadras porque después me tomó el colectivo.
    —No hay problema. Por lo menos por tres cuadras no me mojaré —habló el profesor tomando el paraguas de la chica para que ésta no tuviera que estirar su brazo—. Por cierto, ¿por qué no estás con tu hermana?
    —Ella salió antes. No quería quedarse a inglés, así que se rateó… —dijo la joven ruborizada ante el acto que había realizado Sentaro —. Estoy muy cerca de él…
    —¿Le va bien en el colegio?
    —Sí. Es la mejor alumna —dijo Rinako suspirando—… es la mejor alumna, es popular… es todo. Aunque yo me saqué más nota que ella en una de las pruebas de literatura. —La joven se señaló a sí misma llevándose una mano al pecho.
    —No me esperaba eso de ella —confesó Sentaro—. La imaginaba un desastre.
    —No, no lo es. Rei y yo siempre tuvimos el mejor promedio, pero este año ella tendrá el mejor —explicó Rinako tratando de sonar indiferente ante la situación.
    —Vaya, estoy caminando con una chica muy inteligente —sonrió Sentaro mirando a la muchacha que estaba junto a él.
    —Pero no la más inteligente —rebatió Rinako dirigiendo su mirada chocolate a las mojadas baldosas.
    —Noto-san, tú no necesitas eso. Yo creo que eres una persona sumamente dulce, inteligente y respetuosa. Tienes muchas virtudes. No te quedes con ese tipo de clasificaciones…

    Rinako alzó la vista y se volteó para mirar al hombre que estaba a su lado. En esos momentos él estaba mirando hacia delante y gracias a ello ella pudo admirar las finas facciones de su perfecto rostro. Era un hombre hermoso y encima tenía un gran corazón.

    —Estoy enamorada —pensó Rinako contemplándolo totalmente abstraída hasta que pisó una baldosa floja que hizo que sus zapatos de cuero se empaparan — ¡No!
    —Vaya, creo que es mejor que nos apresuremos a tomar el colectivo. No quiero que te vuelvas a enfermar.
    —¿Usted también se irá en colectivo?
    —No. Para allá está el estacionamiento donde dejé el auto.
    —Veo que no me ofrecerá llevarme en auto… —pensó defraudada.

    Repentinamente, una persona encapuchada pasó corriendo entre los dos, haciendo que Sentaro se estirara para que el paraguas por lo menos cubriera a la jovencita de largos y ondulados cabellos negros. En el momento en que el hombre se hizo a un lado, podría haber jurado que el desconocido había dirigido la mirada hacia él. Una vez que éste se alejó, tanto Rinako como su profesor se quedaron viendo la dirección en la que corría.

    —¿Qué habrá ocurrido?
    —No lo sé, sensei, pero creo que tiene que ver con ese hombre de allá —indicó Rinako a la persona que se encontraba detrás de ellos.

    El hombre, expuesto a la lluvia, tenía el cabello negro y lacio, cuya longitud llegaba hasta los hombros, y en su rostro tenía dibujada una sonrisa siniestra. Estaba vestido en un tapado color morado y unas botas de cuero que hacían juego con el color de cabello y ojos.

    Al percatarse que la mirada del hombre estaba a puesto sobre ellos, Rinako retrocedió con temor, pero éste inmediatamente los sacó del foco de atención y se volteó para comenzar a caminar a un paso lento.

    Inesperadamente, el televisor gigante que estaba sobre ellos empezó a trasmitir una entrevista a un hombre poseedor de un rostro atractivo y juvenil, cuyos ojos eran de color pardo y su cabello corto, peinado con una raya al costado, era anaranjado.

    —¿Cómo está yendo toda la excavación en Las Tierras del Oeste y en el templo?
    —Muy bien. Han encontrado cosas bastante relevantes los arqueólogos, así que los antropólogos tienen mucho trabajo por realizar —río con satisfacción el empresario—. Y al parecer habrá más revelaciones en los próximos meses, pero debido a que yo no me siento con la autoridad de decirlas, los dejaré con la duda.
    —No nos haga eso, Yashinka-san —pidió la reportera.
    —Creo que es el equipo interdisciplinario el que tiene que revelar la información porque son ellos los que con sus conocimientos e instrumentos están trabajando en ella. Yo sólo soy un simple empresario interesado en la historia —explicó el hombre con la mayor humildad que pudo fingir sentado en un cómodo sillón de cuerina.

    Los ojos de Sentaro se abrieron con horror al ver a la persona que estaba siendo entrevistada.

    —¿Junichi?
    —Sí, Yashinka, Junichi. Él es el que está financiando toda la investigación en las Tierras del Oeste. Aunque nadie sabe por qué quiso emprender tal proyecto. ¿Se enteró lo de las vasijas?

    Sentaro no respondió, su mirada estaba puesta en el empresario vestido en un traje beige.

    Junichi. Su rival en el amor y en los estudios durante la preparatoria. Un joven que le gustaba decirle qué hacer a todo el mundo. Era arrogante, provocador y conflictivo, aunque algo cobarde. Nunca entendió como pudo haber salido con Kaoru.

    —¿Por qué Junichi estará metido en todo esto?



    Ella podía escuchar gritos y golpes, pero éstos parecían suceder en un lugar lejano. Sin embargo, ante la exclamación de una joven que se escuchó demasiado cerca para su gusto, comprendió que ella había perdido el conocimiento y lentamente lo estaba recuperando.

    —¡No lo hagas, Sesshoumaru!

    Se escuchó el choque de un cuerpo contra la tierra.

    Los ojos de una niña se fueron abriendo y lo primero que vio fue a un chico, vestido en un haori y una hakama roja, que poseía un cabello muy similar a….

    —¡Despertaste! —dijo una voz femenina.
    —¡Sesshoumaru-sama! —exclamó Rin con júbilo al percatarse que finalmente el inuyoukai había ido por ella.

    La pequeña se encontraba entre los brazos de una joven de cabellera negra azulina cuyos ojos marrones se sobresaltaron al escuchar la forma en que la infante había llamado al inuyoukai.

    Cuando los brazos que rodeaban a Rin retrocedieron, ésta se pudo sentar sobre los pastizales y vio que el joven que había sido su vigilante mientras estuvo atrapada en la parte trasera de un castillo se había enfrentado a Sesshoumaru sin demasiado éxito.

    —Kohaku… —murmuró con cierta tristeza.

    Éste no le hizo caso alguno y sin dirigirle la mirada a ninguno de los que se encontraban allí, tomó su arma y corrió. En ese preciso instante, un viento sopló con fuerza y los que estaban presentes observaron como el joven se escapaba en una pluma junto a otra youkai que parecía ser la que controlaba los vientos.

    —Kagura… —dijo el chico de orejas blancas.

    Esa atractiva youkai era la que, debido a las órdenes de Naraku, había secuestrado a Rin; ella la recordaba muy bien. La pequeña se quedó observando como aquella pluma iba desapareciendo en cielo de la noche.

    —Um —La joven de extraña vestimenta se acercó dubitativamente a Sesshoumaru —…. Gracias por perdonar a Kohaku.
    —Ese niño estaba tratando de que lo matara —contestó el otro con disgusto.
    —Sesshoumaru, tú… te diste cuenta, eh. —habló el joven de las orejas de perro.
    —Yo sólo no quería cumplir las estúpidas expectativas de Naraku —aclaró el inuyoukai volteándose para mirar al hanyou.

    Tras ese comentario, comenzó a retirarse. Rin, que había prestado atención a todo lo conversado, al ver que Sesshoumaru se alejaba, se puso de pie y corrió tras él.

    —¡Adiós! —dijo a los dos jóvenes que habían quedado atrás.

    La niña dirigió sus pequeñas manos a su pecho y suspiró con alivio. Luego se volteó para mirar a aquel que había ido en su rescate y le sonrió.

    —Nunca más volveré a dudar de Sesshoumaru-sama. ¡Él siempre vendrá a buscarme! ¡Siempre! —reflexionó la niña.

    Esa noche una luna llena iluminaba los pastizales y el camino que debían seguir el inuyoukai y la pequeña humana. Repentinamente, a Rin le llamó la atención una hilera de hormiguitas que caminaba por la tierra hacia vaya uno a saber donde. La niña, enternecida por aquellos bichitos, decidió seguir el recorrido que ellas estaban haciendo, olvidando por completo a Sesshoumaru. Cuando llegó a lo que era el final del recorrido, sus ojos se abrieron estrepitosamente y no pudo evitar gritar.

    —¡Kya!

    Al escuchar aquel chillido, rápidamente el inuyoukai se volteó y en tan sólo un segundo se encontró junto a Rin a punto de desenvainar su espada Tokijin. Sin embargo, al ver la razón por la cual la infante había gritado se percató que era absolutamente innecesario utilizar su arma blanca.

    —¡Pobre pajarito! Estoy segura que se debe haber caído de uno de los árboles y, al no poder volar, se arrastró hasta morir —dijo la humana con cierta angustia, pero sin llegar a llorar. Luego dirigió sus expresivos ojos marrones a Sesshoumaru, quien observaba el cadáver del animal indiferentemente—. Sesshoumaru-sama… ¿puede usted hacer algo?

    El youkai posó su mirada dorada en la pequeña y después en el pajarito.

    —Ya no se puede hacer nada. Debe estar muerto hace días. Vámonos —ordenó a la vez que retornaba al camino que estaban haciendo originalmente.
    —Perdón por preocuparlo, no fue mi intención —se disculpó la pequeña alcanzando al bello inuyoukai.

    Ante aquel comentario, Sesshoumaru la miró de soslayo severamente, como diciendo “¿A quién preocupaste? ¿A mí? Jamás”. La pequeña llevó sus manos a la boca y su visión pasó a prestar a atención a los monótonos pastizales.

    —Creo que no tengo que decir esas cosas por más que sean verdad…

    Tras caminar un largo tiempo, la pareja se adentró en un bosque en el cual escucharon una voz chillona muy familiar.

    —¡Sesshoumaru-sama! ¡Gracias al cielo que lo encuentro! —exclamó Jaken con su exageración habitual.
    —Jaken-sama, parece que recibió muchos golpes —señaló Rin al ver los chichones que el pequeño youkai tenía en su redonda y verde cabeza.
    —Ese estúpido de Inuyasha me golpeó.
    —Ese señor debe haber tenido sus razones —aclaró Rin inocentemente con las manos detrás de su yukata.
    —¡No te metas en lo que no te importa! —gritó Jaken mientras blandía su báculo —. Por tu culpa, Sesshoumaru-sama no pudo ir tras el cobarde de Naraku. ¡Niña incompetente!

    Rin se lo quedó observando mientras parpadeaba una y otra vez. Después, revoleó sus ojos para un costado y se quedó pensativa.

    —Que yo sepa, es debido a mi incompetencia que Jaken-sama tenía que cuidarme. —La niña no era para nada tonta.
    —¡Mocosa! ¡Auch! —Una piedra cayó en la cabeza del pequeño youkai.
    —Cállense —ordenó Sesshoumaru mientras observaba los alrededores de donde estaban.
    —Sí, señor —obedeció Rin mirando con seriedad a su protector.
    —¿Por qué siempre recibo los golpes? —mascullaba Jaken masajeándose su pobre cabeza.
    —Nos quedaremos aquí está noche —informó Sesshoumaru mientras se recostaba contra un árbol, pero no parecía tener la necesidad de dormir—. Rin, si tienes hambre debes ir por allá. Hay un hogar de humanos a muy poca distancia.
    —¡De acuerdo! —sonrió la niña dando saltitos de felicidad mientras se dirigía a buscar su cena.
    —Ve rápido y no te distraigas —habló el inuyoukai con su voz grave y firme.
    —Sí, señor —dijo la pequeña a la vez que empezó a correr hacia el lugar indicado.
    —Jaken…
    —¿Si? —cuestionó el youkai con una voz fastidiada.
    —Si ya sabes que te diré, por qué preguntas.
    —Perdón, mi señor —se disculpó sin demasiadas ganas a la vez que se internaba por los arbustos por los que se había ido Rin.

    Jaken caminó por el pasto y las hojas caídas, pero repentinamente se detuvo ya que el olor de Rin no iba en la dirección que su señor le había marcado. ¡¿Acaso la habían vuelto a secuestrar?!

    —Buuu
    —¡Ah! —Saltó Jaken del susto que le dio el infante al salir de unos arbustos.

    La niña soltó una carcajada.

    —Escuché que Sesshoumaru-sama lo mandó conmigo, así que decidí esperarlo.
    —Vámonos. —El pequeño Youkai ya no tenía energías para pelear con la humana que los acompañaba.

    Rin siguió a Jaken con una sonrisa en su rostro.

    —Sesshoumaru-sama… Mamá, Papá, hermanos, no se preocupen por mí que estoy muy bien cuidada.

    Un fuerte trueno hizo que la joven se despertara abruptamente. Su respiración estaba entrecortada y sus ojos iban de un lado a otro.

    —Estoy en casa… —La muchacha verificó si estaba vestida en su pijama turquesa, si no tenía una colita atada a un costado de su cabeza y si tan sólo se encontraba en la habitación junto a su hermana.

    La chica se tiró hacia atrás y se volteó para mirar las gotas que caían sobre la ventana del cuarto. Suspiró e intentó volverse a dormir. Ya era la tercera vez que soñaba con él… Con Sesshoumaru-sama y su fiel servidor, Jaken.

    —Rin, eh —murmuró la joven para sí misma aún con los ojos cerrados—. Así que exististe en verdad… no eras producto de mi imaginación…



    Delante de él había una hoja cuadriculada llena de cálculos, los cuales debía corregir. Sin embargo, la mente del profesor lejos estaba de realizar aquella acción.

    —Volví a soñar... —habló en su interior.

    La noche anterior Sentaro había vuelto a soñar con Sesshoumaru y sus acompañantes. Ésta vez, tras enfrentarse a un sádico con ciertas tendencias homosexuales, tuvo que ir en busca de Rin, quien se había caído de un puente. Sin embargo, Sesshoumaru sabía que alguien se la había llevado consigo. Sentaro, al recordar con la tranquilidad que iba a buscar a la pequeña, se le ponía la piel de gallina. ¡¿Cómo podía ser tan frío?! Debido a su paso sereno, llegó en el momento en que un tal Suikotsu la tenía entre sus brazos acercándole unas cuchillas que salían de sus manos. Y para empeorar las cosas, al encontrarse también ese sádico, Sesshoumaru terminó enfrentándose con él.

    —A pesar de su comportamiento extremadamente frío, creo que en el fondo, muy en el fondo, esa pequeña le interesaba —pensaba Sentaro mientras sacudía la lapicera entre sus dedos—. Si lo pienso bien, cuando aceptó la “invitación” al castillo de ese tal Naraku, si bien lo hizo para acabar con él y ni se le pasó por la mente ir tras de Rin, cuando ese extraño youkai se retiró de la pelea y Sesshoumaru quiso ir tras él, al recordarle sobre Rin y que su vida quizás peligraba, él fue tras ella. En este sueño, en cambio, fue directamente tras ella. Que terminará peleando con ese Jakotsu fue porque él solito se apareció ahí….
    —Acá está mi tarea y la de Rei —le sonrió Rinako dejándole unos papeles sobre el escritorio.
    —Gracias, Noto-san. —Sentaro no se había percatado que la clase había finalizado—. Creo que iré a la terraza a despejarme.

    Cuando el hombre abrió la puerta de la terraza, lo primero que se encontró fue con un copo de nieve cayendo lentamente hasta tocar el suelo.

    —¿Nieve? —preguntó el profesor.

    Efectivamente, en Tokyo estaba nevando. El hombre sonrió y se dirigió hacia el barandal del lugar. En ese instante, se percató que no estaba solo ya que apoyada sobre el barandal se encontraba Rei, quien estaba vestida en el mismo sacón bordo que su hermana el día anterior. Lo único que diferenciaba su uniforme era el calzado que llevaba puesto, unas zapatillas deportivas que hacían juego con el sacón.

    —Noto-san, ¿qué haces aquí?
    —¿Eh? —La joven se volteó —. Sen-chan…
    —No me llames así —dijo el hombre con un tono de voz algo irritado.
    —¿Por qué no? —preguntó ella mirándolo sugestivamente.
    —Porque soy tu profesor…
    —¿Y?
    —Soy tu profesor, debes respetarme—contestó Sentaro seriamente.
    —Yo te puedo llamar Narita-sensei y aun así no respetarte. No cambia nada nuestra relación profesor-alumna que te llame por tu nombre sin la categoría de profesor.
    —¿Acaso no te diste cuenta que me llamas por un diminutivo?
    —Hoy en día, los profesores que tienen buena relación con sus alumnos se dejan llamar a través de diminutivos. No está mal visto. Es decir, no por eso te faltaremos el respeto. Simplemente no ponemos esa distancia abismal que existía hace muchos años…
    —Lo que dices es cierto. Sin embargo, yo no me encuentro tan cómodo con eso—explicó apoyándose contra el barandal con sus brazos cruzados.
    —Lo que sucede es que al ser tan joven crees que te pasaremos por encima, ¿no?

    El hombre arqueó las cejas mirándola con asombro. Había dado en el clavo.

    —Eres muy perceptiva, Noto-san —admitió el hombre.
    —Puede ser —murmuró la chica mirando hacia el suelo, pero rápidamente volvió a alzar la vista y dijo:—. No debes pensar que porque te llamemos Sen-chan no te estamos dando todo el respeto que se merece un profesor por el simple hecho de que seas joven. Ninguno piensa en ti como un par.
    —Es increíble está chica. Tan sólo con la clase de hoy y la del lunes se dio cuenta de mis preocupaciones desde que comencé la docencia.
    —Haremos un trato. En este mes que nos queda juntos, si llegamos a tener una muy buena relación, me dejaras que te despida como Sen-chan —propuso Rei juntando sus manos con entusiasmo—. Mientras tanto, te llamaré Sentaro-sensei.
    —Me parece lógico que esperemos un tiempo para entablar una relación de confianza —dijo el hombre cerrando sus ojos reflexivamente.
    —Sí, creo que yo soy demasiado confianzuda, ¿verdad? —río la joven tiernamente.
    —Que bueno que lo puedas ver.

    La joven dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta mientras alzaba una mano en forma de despedida a su profesor.

    —Esa chica sí que es especial —murmuró Sentaro al aire con una sonrisa dibujada en su rostro mientras veía como Rei desaparecía tras cerrar la puerta.

    El hombre vestido en un sacón negro y unos jeans azules oscuros alzó su rostro para admirar las grandes nubes que estaban sobre él.

    —Quizás Rin era especial para Sesshoumaru de alguna manera… —reflexionó el hombre abriendo la palma de su mano para que los copos de nieve cayeran sobre ella.

    Abruptamente, cerró la mano y se la quedó contemplando estremecido. Nuevamente las palabras de Souta resonaron en su mente.

    “… y si me dice que ese día también se encontró con una niña cuyos ojos chocolate eran idénticos a los de Rin, ahí estaría la persona que activa sus recuerdos… La reencarnación de Rin.”

    Cada vez que se encontrara con ella los recuerdos de su otra vida volverían a flote. Sentaro había vuelto a soñar luego de haber conocido a las mellizas Noto. Las primeras dos veces que se las cruzó habían coincidido con sus sueños, pero el día anterior tan sólo se había cruzado con Rinako.

    —Rinako… ¿Ella es la reencarnación de Rin?

    Continuará….

    Hola!

    Gracias xXxNaRuHiNa, xXxHinata y Zhiinygami por sus post!

    Algunas aclaraciones: el dorayaki es como dos panqueques unidos que dentro llevan una salsa de porotos azuki, muy rica por cierto :). Yashinka, el apellido de Junichi significa Ambicioso.

    Naru y Hina (las llamaré así cariñosamente :)), que Souta sepa de sobre los demás es que durante esos tres años que Kagome estuvo en el mundo actual le contó a su hermanito sobre sus aventuras en la era Sengoku. Igual supongo que lo pueden deducir por este capítulo cuando Souta le relata a Sentaro la historia.

    Zhiinygami, que bueno que te gustó el capítulo, tenía miedo que no gustara tanto porque no puse ningún recuerdo de la vida de Rin y Sesshoumaru, pero porque no puse antes, en este capítulo puse un recuerdo tiernecito :).

    Y esto va para todos!! (suena de mala xD)
    Traten de no odiar a Rei, jajajaja. Ella es buena, sólo que algo pícara, jajaa.

    Nos leemos en el próximo capítulo!

    The Lady

    pd: voy a tardar en el quinto capítulo porque estoy con parciales en estos momentos de vida.
    pd2:va a haber muchas sorpresas en este fic! y más personajes van a aparecer, lo mejor se va a venir a partir del capítulo.... mmm según mi cronograma en esta historia... creo que siete, falta que lo desarrolle, jaja.

    Beistos
     
  12.  
    Zhiiny

    Zhiiny Usuario común

    Piscis
    Miembro desde:
    3 Enero 2010
    Mensajes:
    371
    Pluma de
    Escritora
    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Hooola!!!
    Me encantooo el capitulo,
    Los sueños de Sentaro, es tan kawaii cuando Sesshomaru rescata a Rin (me acuerdo de los capitulos de la serie), pero aveces me confundo con los nombres, si me equivoco me corriges
    Rei es muy astuta, me cae bien xD
    Adoro el fic
    Espero el proximo capitulo!!!
    Sayo~
     
  13.  
    The Lady

    The Lady Iniciado

    Tauro
    Miembro desde:
    16 Octubre 2009
    Mensajes:
    36
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    4310
    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Aviso:los personajes del manga/anime de Inuyasha no me pertenecen, sino que a la grandiosa Rumiko Takahashi. Sentaro, Rinako, Rei, Fluffy, Junichi y Kaoru, sí.

    Las Tierras del Oeste​


    Por The Lady​


    Capítulo V
    Kaoru y Kagura

    Ese sábado un sol resplandeciente iluminaba la plaza donde se encontraba el monumento hecho a Hachiko. Un joven, apoyado en la estatua, comenzó a subirse el cierre del chaleco verde que llevaba sobre su remera de mangas larga naranja cuando escuchó que alguien lo llamó. Éste se giró y pudo ver como un hombre, del otro lado de la calle, alzaba su mano para saludarlo.

    —¿Cómo estás, Souta-kun? —preguntó Sentaro sonriéndole.
    —Bien…. En crisis con mi novia, pero lo voy a afrontando —río el muchacho nerviosamente a la vez que llevaba una de sus manos hacia su nuca.
    —¿Están por… cortar? —trató de indagar el hombre.
    —No lo sé —contestó Souta algo desganado, pero enseguida aspiró profundo y sonrió —. No nos distraigamos con mis asuntos ordinarios. Sentaro-san, ¿para qué me llamó? ¿Descubrió algo más que todavía no se sepa?
    —A través de mis sueños estoy enterándome de momentos cruciales en la vida de Sesshoumaru después de la llegada de Kagome, pero en realidad te llamé para preguntarte y contarte algo.

    Souta asintió, pero antes de que el profesor comenzara a explayarse, el más joven de los dos sugirió ir a sentarse en el barandal que rodeaba la zona donde se encontraba la estatua del famoso perro.

    —Empezaré con la pregunta —informó Sentaro escondiendo sus manos dentro de los bolsillos del pantalón de jean azul oscuro—. ¿Quién es Naraku? Es decir, sé que es alguien cobarde que le trae problemas a Sesshoumaru, pero creo que también a su hermano.
    —Sí, eso es verdad. —El muchacho miró al cielo azul y con un aire nostálgico comenzó a relatar la historia tal cual se la había contado Kagome cuando era pequeño—. Naraku nace cincuenta años antes de la llegada de mi hermana al pasado. Un ladrón llamado Onigumo había engañado a su líder para que se acercara a Kikyo y le robase la Shikon no Tama, una perla deseada por humanos ambiciosos y youkais. La cuestión es que Onigumo no le avisa que con la sacerdotisa estaba Inuyasha, por lo que su líder casi pierde la vida al enfrentarse a él. Ante esta traición, su líder, Rasetsu, lo quema y luego lo arroja a una barranca. Aun así, él sobrevive y es encontrado por Kikyo, quien empieza a cuidar de él, provocando, finalmente, que se enamore de ella. Sin embargo, Onigumo sabía que no podría lograr nada debido a su estado físico, y es por esa razón que pacta con cientos de youkais para que consuman su cuerpo y le den uno nuevo para de esa manera reclamar a Kikyo y obtener la Shikon no Tama. Él es el que se encarga de engañar a Inuyasha y a Kikyo para que ésta se deshiciera del hanyou, aunque lamentablemente no se sale con la suya ya que finalmente Kikyo muere y es cremada junto a la Shikon no Tama, tal cual ella había pedido.
    —¿Él fue el responsable de que Kikyo sellara a Inuyasha? ¿Los engañó? —preguntó Sentaro sumamente sorprendido.
    —Así es. Eso es algo que jamás se pudo verificar.
    —Ya veo…
    —Así fue como nació Naraku. De alguna manera es un hanyou ya que parte de él era humano. La cuestión es que Naraku esperó años para que la perla reapareciera y es ahí cuando mi hermana se transporta accidentalmente al pasado y él vuelve a entrar en acción, ya que como recordara, ella tenía la perla dentro de su cuerpo. De allí en más él le hará la vida imposible a Kagome, Inuyasha y sus amigos.
    —Oye, la razón por la que tu hermana no está aquí es porque Naraku reunió todas las partes de la perla —preguntó Sentaro mirando al joven con cierta preocupación.
    —No se preocupe, Sentaro-san —sonrió animosamente—. Mi hermana e Inuyasha triunfaron, eliminaron a Naraku y a la Shikon no Tama. Mi hermana decidió quedarse a vivir junto a Inuyasha tras haber terminado la preparatoria, aun sabiendo que no podría volver al presente ya que la perla no existía más.

    Sentaro sonrió y miró al cielo. Allí imaginó a Inuyasha y Kagome tomados de la mano y mirándose mutuamente.

    —Seguramente fueron felices —pensó el hombre cuando un viento sopló, golpeando suavemente su rostro y haciendo menear el flequillo de su frente—. Viento… Esa tal Kagura era la que controlaba los vientos, ¿verdad? Tenía un parecido a…

    Sentaro soltó una pequeña carcajada que llamó de inmediato la atención de Souta.

    —No es nada, Souta-kun —dijo el profesor haciendo un ademán con la mano para restarle importancia.

    Repentinamente, los ojos de Souta se abrieron con horror y se llevó sus dos manos a la cabeza. ¡Había olvidado el cumpleaños de su abuelo! Con razón éste lo miró durante toda la mañana expectante. Tenía que regresar a su casa, disculparse y desearle un millón de veces un feliz cumpleaños. El muchacho le hizo una pequeña reverencia a Sentaro y le dijo que se tenía que ir a su casa tras haberle contado la situación.

    —Adiós —se despidió Sentaro y largó un suspiro ya que se percató que le restaba una cosa por decirle al joven que corría con desesperación por las calles—. Lo veré en otra ocasión.

    El hombre vestido en una campera negra dio media vuelta y empezó a caminar con intención de dirigirse hacia el subte que lo llevaría a su departamento. Sin embargo, sólo caminó dos pasos puesto frente a él se presentó un hombre arreglado en un traje verde oscuro que llevaba unos anteojos de sol.

    —Vaya, vaya, vaya. A quién me encontré aquí. —El hombre abrió sus brazos e intentó acercarse a Sentaro, pero éste impulsivamente retrocedió un paso—. ¿No sabes quién soy? Sentaro, que mala memoria tienes.
    —Ya sé quien eres, Junichi —dijo su nombre con un tono oscuro.

    El empresario se quitó los anteojos y sonrió engreídamente.

    —Casi nueve años han pasado desde la última vez que nos vimos. ¿Cómo te está yendo? ¿Seguiste el negocio de tu padre? Un gran empresario, por cierto —comentó Junichi alzando su vista en admiración al progenitor de su rival.
    —No me interesaba. Soy profesor de Matemáticas hace cinco años en escuelas secundarias —contestó Sentaro fríamente.
    —Que rara elección teniendo a un padre dueño de una empresa farmacéutica.
    —Si bien nunca les pedí plata a mis padres desde que comencé a trabajar como docente, siempre supe que si alguna vez tuviese problemas económicos, ellos me ayudarían. Por esa razón me pude dedicar a algo que en verdad me gusta.
    —Es decir que si no hubieses tenido un padre exitoso que puede mantener a dos generaciones más…
    —Hubiera optado por una carrera que me permitiera ser el sucesor de esa empresa.

    Sentaro hablaba de una manera dura y distante, por momentos se sentía Sesshoumaru. Si frente a él no hubiese estado Junichi, estaría riéndose de lo que acaba de pasar por su mente. Sin embargo, a pesar de que jamás le había sentado bien aquel muchacho de la preparatoria y aunque parecía no haber cambiado, no creía que la opción correcta hubiera sido ignorarlo e irse caminando cual niño ofendido.

    —Oye, ¿tú y Kaoru siguen juntos?

    No, claro que no hubiera sido esa la opción, la opción correcta hubiese sido golpearlo hasta que muriera. ¡Cómo se atrevía a preguntarle eso! Si bien él ya no estaba cuando Kaoru enfermó, estaba seguro que se había enterado.

    —Junichi… —pronunció su nombre con veneno.
    —¡Perdón! ¡Lo olvidé por completo! Lo lamento tanto —dijo el hombre fingiendo congoja.
    —Sigues siendo un desgraciado —le señaló Sentaro evadiendo su mirada—. Con permiso, tengo que volver a mi casa.

    Cuando el profesor pasó junto al exitoso y famoso empresario, sintió una desagradable sensación. Esa sensación era un tumulto de sentimientos que repentinamente afloraron en su corazón: odio, tristeza, desesperanza. Impulsivamente, volteó su rostro y se encontró con que Junichi lo estaba mirando directamente a los ojos con una sonrisa maliciosa.

    —Debes extrañar a Kagura…
    —¿Qué?
    —Perdón, quiero decir, a Kaoru.

    Sentaro se quedó en el lugar totalmente estupefacto mientras que el otro, ya satisfecho, se puso nuevamente los lentes y pasó junto al joven hombre.

    No estoy seguro si recordó algo de su otra vida… pero si es así, debo apresurarme a encontrar a Bakusaiga y Tensaiga —reflexionó Junichi a la vez que se adentraba en la limusina que estaba en la esquina de aquella plaza.



    En las manos de Sentaro había una fotografía en la que estaban él y Kaoru sonriendo, vestidos en el uniforme de su preparatoria. El hombre, aún sosteniendo la fotografía, se recostó contra la silla giratoria de su habitación. Todavía podía recordar muy bien la hora anterior a su muerte, cuando hablaron por última vez.

    Kaoru estaba acostada en su cama, tapada por un acolchado de color rosado y con un rostro sumamente pálido. Sentaro ya sabía lo que ocurriría en cualquier momento. Ella lo miró con una expresión triste, pero a la vez satisfecha. Él nunca llegó a comprender lo que estaba pensando en esos últimos momentos. ¿Quién podría hacerlo a menos de encontrarse en la misma situación?

    —Estoy feliz de haberte conocido, ¿sabes? —habló por fin con cierta dificultad.
    —Yo también —murmuró él arrodillado junto a la cama tomando la mano helada de la joven.
    —Esta vez te pude conocer a fondo, te pude tocar… pero finalmente mi destino no es estar contigo, sino que vagar libremente por este mundo, junto al viento…
    —¿Qué? —Sentaro clavó su mirada confusa en la joven de cortos cabellos ondulados.
    —Ya lo comprenderás… Todavía no llegó el momento…
    —Kaoru, no entien… —La joven colocó dos dedos sobre los labios de Sentaro.
    —No importa. Lo que importa es que estás aquí conmigo.

    Kaoru, repentinamente, comenzó a toser. Se llevó la mano a la boca y cuando la quitó de allí pudo ver su sangre, tal cual como había sucedido hacía dos días atrás.

    —Creo que es mejor que descanses —sugirió Sentaro dándole un pañuelo para que se limpiase.
    —Tienes razón —aceptó la sugerencia cerrando sus ojos y disfrutando de la fuerte mano de Sentaro pasando por su frente y cabello.
    —Tengo que irme —dijo Sentaro poniéndose de pie y sonriéndole a la joven que ya se había dormido —. Todavía respira…

    Esa fue la última vez que habló con Kaoru. Ella murió a la hora que él se había retirado de su casa. Ese día Sentaro derramó dos lágrimas, no comió nada y durmió quince horas, faltando al colegio al día siguiente. Después intentó seguir su vida normalmente, tratando de no pensar en aquel triste momento, ni en las palabras de Kaoru que, por alguna razón, las relacionaba con sus sueños, a los cuales también quiso olvidar. Pero luego de casi nueve años todo había vuelto a reflotar debido a su encuentro con las mellizas Noto y ahora tras su desgraciado reencuentro con Junichi.

    —Kaoru —murmuró inclinándose hacia adelante hasta recostarse sobre el escritorio.

    Todo lo ocurrido le trajo un terrible dolor de cabeza. Éste era una especie de zumbido que él quería callar, así que cerró los ojos y trató de no pensar en nada, absolutamente en nada.

    Cuando volvió a abrir sus ojos, se encontró volando, atravesando las nubes de ese día soleado que iluminaba la región. Él estaba volando en la dirección correcta ya que podía oler la esencia del shouki de Naraku.

    —Ahora verás lo que yo, Sesshoumaru, te haré pagar por tu cobardía al enfrentarte a mí —pensaba el inuyoukai cuyo blanco cabello combinaba con las nubes del cielo azul.

    Desde que lo había conocido, Naraku le pareció un ser despreciable que merecía la muerte, y ésta la encontraría únicamente en las manos de Sesshoumaru.

    El youkai comenzó a recordar, primero, cuando lo engañó con aquel brazo maldito que le entregó para que pudiera adquirir a Tessaiga, luego, cuando secuestró a Rin para que de esa manera Sesshoumaru fuera hacia donde el hibrido quería con el fin de absorberlo y volverse más fuerte. Jamás lo perdonaría ya que a él nadie le dice qué hacer y aún menos lo engañan.

    Los ojos de Sesshoumaru comenzaron a volverse rojos, las rayas de los costados de su rostro comenzaron a ensancharse al igual que su cuerpo, pero antes de que pudiese proseguir con la transformación se percató que el shouki de Naraku se estaba alejando, pero un nuevo olor había aparecido en el aire…. Era olor a sangre.

    —Es de esa mujer… —se percató mientras sus facciones volvían a su estado humano.

    Kagura… la extensión de Naraku que quería ser libre. Ella creía que él, Sesshoumaru, era el único que podría vencerlo, es por eso que la última vez que se encontró con Kagura, ella le confesó donde se encontraba el corazón de Naraku. Aunque en ese momento él sospechaba que ya no lo hacía por sus ansias de libertad, sino que ella ya presentía que algo malo le estaba por ocurrir, pero aun así…

    Por unos momentos, el inuyoukai se quedó flotando en el aire y dirigió su única mano hacia la espada que era herencia de su padre. Luego volvió a retomar vuelo hacia el lugar de donde provenía ese olor.

    Debajo de sus pies había un campo llenos de flores rosadas y en el medio de éste, de donde emergían suaves ondas de viento, se encontraba la youkai de ondulados cabellos negros sujetos a un rodete. Su kimono estaba manchado de sangre y en su rostro se podía ver una expresión de tristeza y soledad. Sesshoumaru descendió y se mostró frente a Kagura, quiena abrió sus ojos rojos con gran asombro al ver al imponente inuyoukai.

    —Vine siguiendo la esencia del shouki de Naraku —dijo éste con su habitual voz firme y monótona.
    —Jeh, estarás decepcionado. Naraku no está aquí —informó Kagura con la cabeza inclinada y una sonrisa de desilusión dibujada en sus labios.
    —Sabía que eras tú.

    Kagura, ante esa confesión, volvió a sorprenderse y una pequeña sonrisa de felicidad comenzó a aparecer en su rostro.

    —Ya veo… —Ella no podía creer que él, aun sabiendo que Naraku no estaba allí, había ido igual.

    Sesshoumaru llevó su mano a Tensaiga y observó a la youkai moribunda, la cual lentamente se estaba esfumando. Esta vez no vio a las criaturas del otro mundo, por lo que comprendió que Tensaiga no podía salvarla. Las facciones del inuyoukai se ablandaron levemente y se quedó contemplando a Kagura, que era lo único que lamentablemente podía hacer.

    —Estas a punto de…
    —Sí… y así está bien.

    Kagura alzó su rostro y una sonrisa sincera se dibujó en él. Ella ya podía irse puesto había terminado junto a Sesshoumaru. Lentamente, el cuerpo de Kagura se fue desvaneciendo y los pétalos a su alrededor comenzaron a danzar en el aire.

    Eres libre… —pensó Sesshoumaru.

    Kagura era libre como el viento.

    Sentaro se levantó abruptamente del escritorio y su rostro se mostró alterado. Por unos momentos bajó la vista y se encontró con la fotografía en la que estaba con Kaoru.

    Kagura… la que controla los vientos finalmente murió… Todo por ese Naraku. Sesshoumaru, te sentiste triste, ¿verdad?

    Sentaro llevó su mano hacia la fotografía y cerró los ojos por unos segundos.

    “… finalmente mi destino no es estar contigo, sino que vagar libremente por este mundo, junto al viento…”

    —¿Tú eras la reencarnación de Kagura? —murmuró el joven hombre—. Siempre lo supiste, ¿verdad? ¿Cómo? ¿Por qué mis recuerdos no afloraron junto a los tuyos? ¿Por qué? ¿Y por que rayos Junichi lo sabía? ¡¿Qué mierda pasa?! ¿Acaso él es la reencarnación de alguien?

    Durante algunas noches, Sentaro tuvo el sueño pesado.



    Sentaro estaba por pasar la reja que lo separaría de la Preparatoria Takahashi, pero alguien hizo que se detuviera al tocarle el hombro. Cuando se volteó, éste se encontró con la dulce sonrisa de Rinako.

    Rin le debía sonreír de una manera similar a Sesshoumaru, ¿verdad? —pensó Sentaro mientras miraba a la muchacha.
    —Narita-sensei —pronunció su nombre con ternura—, ¿ya se va?
    —Así es, dentro de una hora y media tengo que estar en otro colegio —explicó el hombre chequeando su reloj de muñeca.
    —Está bien… Una pregunta…
    —Las que quieras —sonrió el profesor de la misma manera que le hubiera sonreído a una inocente niña.
    —Sí —Rinako no pudo evitar sonrojarse —… ¿Ya corrigió el parcialito que nos tomó el lunes?
    —Se los debo. Creo que el viernes se los daré —contestó el hombre alzando la mano para despedirse a la vez que se volteaba para retirarse del establecimiento.
    —Adiós —dijo Rinako observando embelesadamente a su profesor mientras su corazón palpitaba salvajemente —. Estoy tan enamorada….

    La joven escuchó pasos detrás suyo y se volteó para encontrase con dos chicas.

    —Yui-chan, Tomoko-chan, ¿qué hacen aquí?

    Las dos jóvenes vestidas en el uniforme escolar la miraron sugestivamente.

    —Rin-chan, ¿a ti te pasa algo con Sentaro-sensei? —preguntó Yui, una joven de cabellos castaños muy cortos y cuyos ojos marrones eran adornados por unas sensuales pestañas largas.
    —¡¿Y a quién no?! —cuestionó Tomoko apoyando las manos sobre su rostro pecoso en el momento en que un viento sopló, provocando que su largo cabello negro se meneara.
    —Chicas… no sé a qué se refieren —contestó la indagada moviendo sus manos de un lado a otro.

    Las otras dos, al observar la expresión nerviosa de su mejor amiga, se cruzaron de brazos, fruncieron el ceño y la comenzaron a atormentar con la mirada.

    —No te creemos —soltaron al unísono.
    —Pero es que…
    —Por cierto, Rei dijo que te avisáramos que ella no estará en historia universal —cambió de tema Yui, repentinamente.
    —Últimamente está rateándose mucho —observó Rinako extrañada.
    —Tienes razón —acordó Tomoko acercándose a su amiga para tomarla del brazo cariñosamente —. Tú no lo hagas porque te vamos a extrañar.

    Rinako les mostró una sonrisa de gratitud.



    Rei caminaba por las transitadas calles de Tokyo con su cabeza inclinada y las manos detrás de la espalda. De un momento a otro, se detuvo y largó un suspiro. Ella no estaba pudiendo concentrarse tan fácilmente en las clases desde el día en que vio a ese hombre, por eso, a veces, lo único que quería era estar sola para distraerse con los diferentes estímulos que se podían encontrar en la ciudad, sobre todo con la gran cantidad de propagandas que había por todas partes.

    Sin embargo, aquí estoy. En vez de pensar en comprarme un perfume de Dior, estoy pensando en ese tenebroso hombre. —Rei se agarró la cabeza y la tiró exageradamente hacia atrás, provocando que se chocara contra algo.
    —Noto-san, tú cabeza es algo dura —comentó Sentaro mirando hacia abajo, directamente en los ojos de la jovencita.
    —¡Sen-chan! —dijo sorprendida.
    —¿Qué acordamos?
    —Perdón. No imaginé que te encontraría por acá, Sentaro-sensei.
    —¿No deberías estar en la preparatoria? Son las diez y cuarto.
    —Hoy no tengo ganas —Se alzó de hombros despreocupadamente.
    —El hecho de que seas la mejor alumna no te da derecho a tomarte todo a la ligera—le señaló el hombre con el ceño fruncido.
    —Ya sé… —murmuró haciendo un puchero con su boca.

    Junto a ellos pasaron dos mujeres vestidas en trajes ajustados que le echaron un vistazo demasiado libidinoso a Sentaro y luego rieron entre ellas mientras se comentaban algo.

    —Eres muy popular. Me imagino que a tu novia le debe costar mucho dejarte salir a la calle —dijo Rei cruzándose de brazos y asintiendo como si entendiera a la imaginaría mujer de su profesor.
    —No tengo novia —respondió el otro empezando a caminar.
    —¿No? —preguntó ella siguiéndolo y él negó con la cabeza—. ¿Alguna chica?
    —Tuve algunas, pero hace bastante que no salgo con nadie.
    —¿Nunca tuviste novia? ¿Eres de esos que no le gusta el compromiso? —preguntó Rei preocupada.
    —Tuve una vez.
    —¿Y qué pasó?
    —Oye, Noto-san, eso es algo privado. No apabulles a la gente con preguntas de ese estilo —le contestó el profesor enfadado, escondiendo sus manos en su pantalón de yérsey mientras continuaba caminando.

    Repentinamente, el hombre sintió como alguien tomaba su mochila con fuerza y lo tiraba para atrás.

    —¡Perdón! ¡No quise ser tan entrometida! —se disculpaba la jovencita impidiendo que Sentaro pudiera moverse.
    —¡De acuerdo, pero suéltame!
    —Está bien —sonrió ella.

    El hombre de cortos cabellos negros se acomodó su mochila a los hombros y se volteó para mirar a Rei con los ojos fruncidos llenos de rencor. La muchacha, por su parte, revoleó los ojos con inocencia. Luego, el profesor suspiró y miró hacia a un lado mostrando un rostro nostálgico, triste. Esa expresión no pasó desapercibida por Rei, quien se inquietó y supuso que había tocado un punto sensible en Sentaro.

    —Tengo una idea. —La joven tomó la mano de su profesor y le sonrió —. A dos cuadras hay una heladería. ¿Qué te parece si te invito un helado?
    —¿En invierno? —preguntó Sentaro alzando una ceja extrañado.
    —El helado siempre te endulza la vida —informó Rei riendo mientras se daba vuelta para llevarlo hacia aquel lugar.

    La pareja comenzó a correr por la calle tomada de la mano. Sentaro escuchaba como la jovencita delante de él se echaba a reír divertidamente y también veía como su cabello castaño oscurísimo se contoneaba en el aire soltando una fragancia fresca. Su alumna percibió muy bien que la pregunta que hizo había alterado a Sentaro, por esa razón estaba tratando de mejorarle los ánimos. Era increíble como lo podía leer. Sin embargo, había algo que estaba mal…

    —Noto-san, no necesitas sostenerme la mano —señaló el profesor haciendo que los dos se detuvieran.
    —De acuerdo —aceptó con una sonrisa y comenzó a caminar—. ¿Cuál es tu gusto de helado favorito?
    —Chocolate.
    —Que simple eres.
    —Oye…
    —Era un chiste. El mío también es chocolate.
    —Entonces somos dos personas simples —indicó el profesor revoleando sus ojos burlonamente.
    —Así es—río ella, pero enseguida pareció recordar algo—. Escúchame, puedes pedirte el tamaño de helado que quieras. Yo te lo pagaré.
    — Noto-san, no tienes que invitarme un helado. Por qué cada uno no se compra el suyo —le sugirió metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón.
    —¡No! Sentaro-sensei, dije algo que te hirió, es mi deber hacerte sentir mejor. ¿Y qué otra cosa puede hacerte sentir mejor que el helado? —le guiñó un ojo y enseguida se echó a reír y a corretear delante de él.

    Rei... —pronunció Sentaro el nombre en su interior a la vez que una sonrisa se dibujaba en sus finos labios.

    Mientras tanto, el corazón de Rei estaba dando unos saltos increíbles dentro de su pecho. No obstante, en su interior había una mezcla de sentimientos: por un lado la felicidad y por el otro la culpa puesto a ella y a su hermana les gustaba el mismo hombre.

    Continuará…

    Zhiinygami, gracias por tu post! y a cualquiera que lo haya leído aunque no haya posteado.

    ¿Se imaginaban lo de Kaoru? No podía no poner algo de Kagura ya que si bien para mí siempre el amor de Sesshoumaru va a ser Rin, Kagura fue alguien muy importante, aunque no tanto como para despertar los recuerdos de la otra vida de Sentaro.

    Como verán, estoy haciendo una revisión del manga a partir de algunos momentos de Rin y Sesshoumaru, algunos los vuelvo a escribir como estaban en el manga, como en el caso del primer capítulo; otros los inventó como en el segundo capítulo cuando mostré cómo es que Rin recuperó la voz y comenzó a viajar junto a Sesshoumaru; luego en otros vuelvo a escribir una parte de un capítulo del manga y agregó más cosas como en el cuarto capítulo. Bueno lo que hice acá fue parecido a lo del cuarto.
    Verán que voy avanzando cada vez más y en un momento va a ser toda mi creatividad la que lean cuando pasé finalmente el manga, pero faltan algunos capítulos para eso.

    Como les dije, este fic va a tener muchas sorpresas y personajes que están esperando que aparezcan, aparecerán, ¡se los prometo!

    Hasta el próximo capítulo

    The Lady
     
  14.  
    Zhiiny

    Zhiiny Usuario común

    Piscis
    Miembro desde:
    3 Enero 2010
    Mensajes:
    371
    Pluma de
    Escritora
    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Hola!!!
    Buena contii,
    Sentaro y Kaoru, nunca imagine que Kaoru sea la reencarnación de Kagura
    Me dio un poquito de pena la contii, porque Kaoru murio igual que Kagura ToT
    ¿Quien rayos es ese Junichi?
    Rayos, siempre me dejas con ganas de seguir leyendo tu fic
    Rei esta enamorada de Sentaro (o.ó) eso no lo imagine, las dos hermanas enamoradas del mismo hombre (OmG)
    Impresionante, adoro tu fic!!!!!
    Espero el siguiente capitulo!!!
    Sayo~
     
  15.  
    The Lady

    The Lady Iniciado

    Tauro
    Miembro desde:
    16 Octubre 2009
    Mensajes:
    36
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    5573
    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Aviso:los personajes del manga/anime de Inuyasha no me pertenecen, sino que a la grandiosa Rumiko Takahashi. Sentaro, Rinako, Rei, Fluffy, Junichi, Hiroshi, sí.

    Las Tierras del Oeste


    Por The Lady ​
    VI
    Primera movida

    —Rei — llamó Rinako a su hermana, quien estaba pasando los canales de la televisión tirada sobre la cama—, ¿qué te está pasando? Esta semana te rateaste bastantes veces.
    —No me pasa nada, Rin-chan. No te preocupes —dijo la otra volteándose y sonriéndole dulcemente a su melliza.
    —No te creo. —Se puso firme frunciendo el ceño—. Algo te pasó. ¿Crees que yo no sé reconocer a mi hermana? Tú eras la encapuchada que pasó entre Narita-sensei y yo la semana pasada, ¿verdad?

    Rei se quedó estupefacta ya que la pregunta la había tomado por sorpresa. Con la boca entreabierta balbuceó sin sentidos y luego miró a su hermana, la cual estaba acercándose a ella con un rostro de preocupación.

    —¿Quién era ese hombre? ¿Te quiso hacer algo? —preguntó agachándose frente a Rei.
    —Lo vi robar —mintió inclinando su cabeza—. Él se dio cuenta de eso y empezó a perseguirme, así que corrí…
    —¿Pero no te hizo nada? —Rei negó con la cabeza—. Mejor…
    —Chicas... —Junto a la puerta de la habitación apareció un hombre vestido en una camisa blanca y unos pantalones negros.
    —Papá…
    —Necesito hablar algo con ustedes.

    El padre se adentró en el cuarto y se dirigió a la cama de Rei, quien rápidamente se sentó sobre ella con las piernas cruzadas. El hombre, ya acomodado, apoyó los codos sobre sus piernas abiertas y cerró sus ojos café mientras largaba un suspiro. Las hermanas se miraron mutuamente con cierta inquietud.

    —Me han ascendido en el trabajo.
    —¡Genial! —exclamó Rei.
    —Lo que significa que tendré que trabajar hasta las nueve y media de la noche todos los días y algunos sábados también.
    —¡No! ¡Papá, tienes que rechazar esa oferta! —soltó Rinako con enfado—. Que te devuelvan el puesto de antes. Ganabas bien, ¿verdad?
    —El verbo que utilizaste es correcto, hija. Chicas, la dueña de este departamento nos subirá el alquiler un treinta por ciento y las cuotas de sus colegios ya subieron bastante. Encima los cursos que harán a partir de abril para entrar a Todai son caros… Yo no puedo solo con esto.
    —Trabajaremos. —Rinako se puso una mano en el pecho con ímpetu.
    —Rin-chan tiene razón, papá.
    —No, no. Ustedes hasta no haber terminado la preparatoria y haber a entrado a Todai no trabajaran. Es el sueño de sus vidas entrar a esa universidad. Lo único que tienen que hacer en este momento de sus vidas es estudiar. Cuando lleguen a la universidad, veremos.
    —¡Yo quiero que estés con nosotras, papá! ¿No lo entiendes? —gritó Rinako con los ojos llorosos.
    —Yo también, pero… no puedo dejarlas sin una buena educación. Eso es algo que jamás me perdonaría…

    Rinako, sintiendo una enorme impotencia, apretó sus puños con fuerza y salió corriendo de la habitación. Su padre quiso ponerse de pie para detenerla, pero en ese instante Rei apoyó una mano en su espalda y le sonrió trasmitiéndole que todo iba a estar bien. Seguido de eso, la joven decidió ir en busca de su hermana que ya había dejado el edificio. Cuando Rei llegó a la planta baja de éste, giró el pomo de la puerta de vidrio, y agitada corrió tan sólo un metro por la vereda puesto frente a ella estaba su hermana en los brazos de un hombre. Estaba segura que se trataba de Rinako debido a su largo cabello ondulado negro y por la vestimenta que llevaba puesta, una remera escotada y de mangas largas color bordo que llegaba a la altura de sus muslos y unas calzas negras. Sin embargo, no pudo identificar al hombre hasta que éste se fue separando lentamente de ella.

    —Sen-chan… —murmuró Rei abriendo sus ojos ante la desagradable sorpresa. Inmediatamente, desvió su vista y sintió como una especie de puñal se clavaba en su corazón.

    A Sentaro lo tomó desprevenido el repentino encuentro con una llorosa Rinako. Ella se tiró a sus brazos y él, indecisamente, la aceptó tratando de consolarla, pero siempre con sus manos apenas apoyadas en la espalda. Lo único que pudo entender el hombre acerca de la razón por la cual lloraba era que estaría menos tiempo con su padre, pero estaba seguro que había dicho más cosas que él no llegó a escuchar. Repentinamente, el profesor sintió una presencia y se volteó para encontrarse a una joven vestida en una remera de mangas largas y hombros caídos violeta, con un pantalón de jean celeste. Cuando vio su cabello rebajado de un color muy similar al negro y esos ojos chocolate que parecían traspasarlo, se percató que era Rei.

    —Noto-san… —titubeó y en su interior apareció una incómoda sensación, como si tener a Rinako en sus brazos estuviese mal—. ¿Por qué está mal? Es decir, si Rinako es la reencarnación de Rin yo la estoy protegiendo, tal cual lo hubiera hecho Sesshoumaru…
    —Rei, no trates de hacerme comprender a papá —pidió Rinako volviendo a recostar su cabeza sobre el pecho de Sentaro y mirando directamente a su melliza con ojos llorosos. Se veía tan vulnerable.
    —No, no lo haré. —La joven sabía que lo mejor en estos momentos para su hermana era estar con Sentaro, después de todo era la persona que le gustaba—. Sentaro-sensei, te la encargo.

    Con eso dicho, la muchacha volvió rápidamente al edificio. El dejar a Rinako a solas con su profesor era una forma de quitarse la culpa que había tenido desde el día en que tomó un helado con él. Rei trató de sonreír a pesar de que en su interior tenía ganas de llorar. Es que todo se había superpuesto, lo de su padre, lo de Sentaro, lo de ese hombre misterioso y lo de los extraños sueños que le contaban la vida de una pequeña.



    En una plaza que se encontraba prácticamente vacía, dos siluetas se balanceaban en unas hamacas bajo el anaranjado sol de la tarde.

    —Gracias por todo —habló Rinako cortando el silencio que hubo desde que llegaron a aquel lugar.
    —No sé exactamente qué fue lo que hice…
    —Estar conmigo —explicó la joven mirando dulcemente al hombre junto a ella, pero enseguida volvió a posar sus ojos en la arena que había debajo de ellos—. Narita-sensei, ¿sus padres trabajaban mucho?
    —Sí… los dos, pero de vez en cuando los iba a visitar a sus respectivos trabajos. Es decir, gracias a ellos yo tuve una infancia y adolescencia muy tranquila. Por esa razón, para pasar más tiempos juntos, a veces, iba a verlos a sus oficinas.
    —Ya veo… —Rinako se quedó pensativa hasta que escuchó un grito desgarrador.

    La pareja se giró aturdida y en sus rostros apareció una expresión de horror al ver la escena frente a ellos. Una señora, totalmente pálida, estaba señalando con su dedo índice el medio de la calle donde un joven y su bicicleta yacían tirados. El auto que había chocado al muchacho puso rápidamente marcha atrás y al apretar el acelerador, largó un chillido agudo y escapó del lugar.

    Sentaro y Rinako corrieron hacia donde yacía el joven y fue el profesor quien lo tomó en sus brazos.

    —¡Oye, despierta! ¡La ambulancia vendrá enseguida! —exclamaba Sentaro moviendo al muchacho entre sus brazos.

    El herido escuchaba voces, pero no llegaba a comprender lo que decían. Con gran esfuerzo fue abriendo sus ojos verdes para encontrarse a un hermoso hombre de finas facciones.

    —Sesshoumaru-sama…—murmuró antes de que todo a su alrededor se volviera negro.

    Por fin podía disfrutar de un descanso, descanso que bien merecido tenía tras tener que andar con esos mocosos todo el tiempo. ¿A dónde se habían ido esos momentos en los que eran nada más él y su amo?

    Repentinamente, Jaken sintió que una voz lo llamaba.

    —¡Jaken-sama! —Lo sacudió Rin para que despertara.
    —¡¿Qué quieres, niña?! —exclamó blandiendo su báculo en el aire mientras continuaba recostado en el pasto.
    —Tenemos que irnos, ya amaneció. Sesshoumaru-sama y Kohaku se adelantaron.

    Enseguida, el pequeño youkai se puso de pie y comenzó a correr para poder alcanzar a su amo, quien caminaba serenamente junto al otro humano que seguía con vida debido a que el fragmento de la Shikon no Tama estaba incrustado en su cuello.

    —Sesshoumaru-sama, ¿a dónde nos dirigimos? —preguntó Kohaku.

    El inuyoukai tan sólo se limitó a seguir caminando, aunque en cierto momento se detuvo y miró para un lado y luego para el otro, como si estuviera siguiendo el rastro de alguien.

    —Kohaku, a ti no te incumbe hacia dónde estamos yendo —le señaló Jaken con enfado al joven vestido en un ajustado traje negro.
    —¿Y usted sí sabe a dónde quiere ir Sesshoumaru-sama? —cuestionó Rin.
    —¡Cállate! —exigió Jaken escupiendo sin intención. Inmediatamente, recibió una piedra en la cabeza—. Siempre soy yo el que recibe estos tratos.
    —¡Miren ese campo de flores! —exclamó Rin señalando con el dedo un lugar que se encontraba más allá de Sesshoumaru y Kohaku.
    —Rin, no vayas a perder el… —Jaken no terminó de decir la frase cuando la pequeña pasó corriendo entre el amo y el exterminador de youkais.

    Allí estaba ella, maravillándose en el medio de un campo de flores blancas, rosas y amarillas. La niña iba de un lado para otro, sintiendo el aroma de las flores y tratando de atrapar las mariposas que se posaban en ellas. Jaken debía admitir que aquel escenario colorido y vivaz le sentaba muy bien a la pequeña humana, aunque jamás sería capaz de confesarlo. En cierto momento, el youkai se percató que seguía siendo capaz de observar a la niña por el simple hecho de que había girado gran parte de su cabeza.

    —¡Rin, deja de jugar y ven aquí! ¡Sesshoumaru-sama te dejará atrás! —avisó Jaken.

    La niña, obedientemente, corrió hacia ellos con algo entre sus manos.

    —¡Mire, Sesshoumaru-sama! —Se acercó al inuyoukai—. Tengo una mariposa.

    Al decir aquello, comenzó a separar las palmas de sus manos y de allí salió volando una hermosa mariposa que revoloteó cerca del rostro de Sesshoumaru, el cual no le prestó demasiada atención.

    —¡Espere, señora mariposa! —trató de llamarla Rin corriendo delante del inuyoukai, pero la mariposa finalmente quedó lejos de su alcance.

    En ese instante, Jaken apresuró sus cortos pasos para poder caminar junto a su amo y cuando se giró para observarlo, no pudo evitar que su boca se entreabriera del asombro.

    Los ojos de su amo miraban hacia abajo, más precisamente seguían los movimientos de alguien y ese alguien era Rin. Ella estaba armando un ramo de flores y al terminarlo comenzó a caminar alegremente por los pastizales, volteando parte de su cuerpo para poder sonreírle a Sesshoumaru.

    —Las mariposas y las flores son muy lindas, pero no tanto como usted —soltó la niña sin ningún tipo de inhibición con esa expresión radiante de siempre.

    Jaken pudo captar, con gran sorpresa, como los ojos de su amo perdían esa rigidez que los caracterizaba y como no reflejaban otra cosa más que el rostro de Rin.

    —En verdad… ella es especial… —murmuró un joven de largos y sedosos cabellos negros mientras abría los ojos para encontrarse acostado en una camilla de hospital.
    —¿Ya despertó, Nagashima-san? —preguntó una enfermera acercándose al muchacho.
    —¿Qué me pasó? Me duele mucho la cabeza —habló Nagashima sentándose sobre la camilla.
    —Lo atropellaron y un joven lo trajo hasta aquí. No se preocupe, no tiene heridas de gravedad, solo algunos moretones en la pierna y la inflamación de la frente ya se le fue.

    Al escuchar lo que dijo la enfermera, el joven saltó de la cama y se dirigió a la ventana de la blanca habitación que olía a desinfectante. Por allí pudo distinguir, bajando las escaleras del hospital, a un hombre de cortos cabellos negros vestido en un jean azul oscuro y un suéter de cuello alto color mostaza. ¡Era él!

    —Sentaro-senpai… —murmuró mientras observaba con gran admiración a aquel hombre. Sin embargo, por alguna extraña razón, enseguida dirigió sus ojos verdes a una limusina que estaba estacionada del otro lado de la calle.
    —Por cierto, Nagashima-san, el hombre que lo trajo le dejó esto. —La enfermera le entregó un pequeño papel que tenía el número de teléfono y celular de su salvador.´
    —Senpai…

    Dentro de la limusina había dos hombres que miraban por las ventanillas polarizadas del vehículo a Sentaro mientras se alejaba del lugar. Uno de ellos se giró para posar su mirada en el hombre que tenía frente a él.

    —Arakami, ¿ahora sí sabes quien es Rin? —preguntó el joven de cabellos negros que llegaban hasta sus hombros.
    —Sí, después de seguir a este maldito durante todo el día me he sacado las dudas, Hiroshi. Ahora quiero que sigas con el plan —informó el hombre sentado de piernas cruzadas mientras observaba por la ventana con una expresión seria en el rostro.
    —Claro… Lamentablemente, alguien volverá a verme una vez más —comentó Hiroshi maliciosamente mientras sus ojos negros se transformaban en rojos.
    —Recuerda no dañarla demasiado.

    Una sonrisa engreída se formó en los labios del que todos llamaban Yashinka, Junichi. Sin embargo, ese exitoso y joven empresario tenía la apariencia cambiada. Sus ojos color pardo en esos momentos eran de un intenso dorado, mientras que a cada lado de sus mejillas había una raya color negra. Por otra parte, su cabello se había crecido hasta la mitad de la espalda. Junichi, o mejor dicho, Arakami era un verdadero torayoukai.



    Habían pasado varios días desde que Sentaro ayudó a Nagashima, Jun y todavía no había recibido noticias de él. El hombre suspiró y cerró el libro que estaba leyendo en un banco ubicado en la plaza donde alguna vez buscó al pequeño Fluffy junto a Rinako. Metió la mano dentro de su pantalón de jean y sacó su celular. Si ese joven no lo llamaba tendría que recurrir a su hermana menor. Sentaro se había sorprendido al enterarse que ese muchacho atractivo y delgado había sido, alguna vez, el gordo de la clase de su hermana. Sin embargo, lo que más había llamado su atención, sin lugar a dudas, era el hecho de que antes de volver a desmayarse había pronunciado el nombre de Sesshoumaru. Y no fue una forma ordinaria de pronunciarlo, sino que lo hizo tal cual lo hacía Jaken: con admiración y embelesamiento.

    Es increíble que alguien tan feo como Jaken pueda reencarnar en una persona tan bella. Hasta cuando era un adolescente era más lindo que ese pequeño youkai —reflexionaba Sentaro tirando su cabeza para atrás. Era sorprendente como se estaba familiarizando con todo acerca de la reencarnación.
    —¡Feliz San Valentín! —exclamó una voz con tono infantil.
    —Noto-san, ¿qué haces por aquí? —preguntó el profesor incorporándose
    —Vine a pasear a Fluffy —señaló Rei al canino que estaba a su lado amarrado a la correa.

    Sentaro se quedó observando al pequeño canino que parecía mirarlo con una expresión aburrida y que ni siquiera movía la cola como cualquier otro cachorro.

    —Fluffy es bastante peculiar, ¿verdad? —cuestionó el profesor estirando un brazo para tocarlo, lo cual pudo hacer, pero no recibió a cambio la típica expresión de placer que uno solía recibir de los perros.
    —Lo mismo dijeron papá y Rin-chan cuando lo conocieron, pero yo vi algo especial en él. Además sé que Fluffy nos quiere mucho, a pesar de que no lo demuestre demasiado.
    —Ya veo… Por cierto, Noto-san, ¿piensas darle chocolates a algún chico?
    —No. No hay ninguno que me guste —contestó Rei tratando de evadir la mirada del hombre—. Aunque enviaron a mi casa varias cajas de chocolate.
    —¿En serio? ¿Pero no son las mujeres que tiene que hacer eso hoy?
    —Es que fueron algunas chicas. En el Día Blanco recibo muchos más de los chicos —contestó rascándose la nuca algo avergonzada.
    —¡Eres muy popular! ¡Incluso entre las mujeres! —comentó el profesor asombrado.
    —Supongo. —Se alzó de hombros y se sentó junto al otro. Luego se volteó y una sonrisa traviesa apareció en sus labios—. Soy popular como tú, nos gusta el mismo sabor de helado… deberíamos ser pareja.
    —¡¿Qué?! —se estremeció el joven hombre.
    —Era una broma, Sentaro-sensei —aclaró la muchacha riéndose y empezando a presionar un dedo contra la mejilla del profesor—. A ti te aparecerán arrugas mucho más rápido que a mí. Ni loca me mostraría en público con un viejo.
    —Tu honestidad me asombra —comentó Sentaro con los ojos cerrados y una expresión algo molesta en el rostro.

    Rei dejó de toquetearle la cara a su profesor, se acomodó sobre el banco y llevándose la mano al pecho, suspiró.

    —¿Te sucede algo? —preguntó Sentaro intrigado ante el cambio de humor de la joven.
    —No. Estoy bien —contestó ella acariciando a Fluffy que se encontraba delante de sus pies.
    —Noto-san, tus compañeros no están contentos con la idea de que yo les tome el último examen del año, ¿verdad?—inquirió de repente.
    —¿De dónde sacaste eso?
    —No lo sé. Es que creo que soy algo exigente en lo que pido, me di cuenta en la última clase que tuvimos, cuando pedí que hicieran un modelo de problema que dan en el examen de ingreso para Todai —explicó el profesor inclinándose hacia delante para apoyar los codos sobre sus piernas abiertas.
    —¡Claro que no! Es decir, la mayoría de los que van a mi escuela quieren entrar a buenas universidades, así que todos saben que conviene que se nos exija ahora para después no tener que frústranos en el momento del ingreso. Podemos quejarnos por el tiempo que nos lleva hacer las cosas que nos das, pero en el fondo estamos agradecidos. Además explicas muy bien. Por lo menos ese es mi punto de vista —sonrió ella tratando de animarlo.
    —¿Te gusta como explicó?— Rei asintió—. ¿Te parece que está bien que exija siempre dentro de ciertos límites?— Volvió a asentir— ¿Te gusto?
    —¡¿Qué?! —preguntó pasmada.
    —Era un chiste… —echó una pequeña carcajada el profesor volteándose para mirar a una muchacha sonrojada—. Creo que me estás contagiando.

    Rei tan sólo evadió la mirada de su profesor y se quedó callada por unos momentos. Luego, se puso de pie.

    —Nosotros nos vamos, ¿no, Fluffy? —El cachorro tan sólo se puso en cuatro patas, listo para partir—. Me gustó mucho encontrarte, Sentaro-sensei.

    Una sonrisa llena de júbilo se formó en sus labios rosados.

    —A mí también me gustó —contestó Sentaro devolviéndole la sonrisa.

    Rei se sonrojó, pero enseguida sacudió su cabeza de un lado a otro.

    —¡Adiós, Sen-chan! ¡Ya sabemos que pasó un mes!—señaló entre risas mientras comenzaba a correr junto a su samoyedo.
    —Esta chica… —murmuró el hombre observando como la joven se alejaba—. Sin embargo, su presencia me hace sentir… ¿bien?

    Sentaro se quejó en el aire, volvió a recostarse contra el respaldo del asiento y miró el cielo púrpura de la tarde. Se metió las manos en la campera negra y aspiró profundamente para luego soltar el aire hasta relajar sus hombros.

    ¿Qué está pasándome? No entiendo… ¡Mentira! ¿Cómo no voy a entender qué me pasa? Simplemente no quiero admitirlo…



    La jovencita dejó de correr cuando llegó a una esquina, esperó a que el semáforo cambiara a su favor y luego comenzó a caminar normalmente junto a su pequeño cachorro.

    —Fluffy, ¿acaso hoy es mi día de suerte? No pensé encontrarme con Sen-chan —hablaba la muchacha entusiasmada—. ¿Y sabes? El otro día pasé con unos chicos por la dirección y pude escuchar que tenían planeado contratar a Sentaro para dar clases también en el tercer año. ¡Ya no es sólo un reemplazo! ¡Sí!

    Rei, con sus brazos estirados, dio un salto en el aire provocando que el pobre canino casi se ahorcara con la correa. Cuando la joven se percató de lo que había hecho, abrazó al pobre de Fluffy mientras una multitud la miraban extrañados.

    Sin embargo, inesperadamente, el cachorro se libró del agarre de su dueña y comenzó a correr por la vereda mientras ladraba. Rei se quedó confusa, pero al ver que estaba persiguiendo a otro perrito, no pudo hacer más que echarse a reír e ir tras él.

    —Parece que alguien quiere tener un amigo —dijo entre risas.

    Cuando Fluffy giró en una esquina, su dueña imitó la acción y se encontró con que el canino la había llevado hacia un callejón donde apenas algunos débiles rayos del sol llegaban a iluminarlo. Por alguna razón, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

    —¡Fluffy! ¡Fluffy, volvamos! —gritó deteniéndose—. Vamos que este lugar no me gusta… ¿Eh?

    En el rostro de la joven apareció una expresión de desconcierto al ver que su perro comenzó a ladrarle a la pared. Por otra parte, le pareció sumamente extraño que no hubiera ni rastros del canino al cual perseguían.

    —Por fin viniste, Rin.

    Cuando Rei escuchó ese nombre, se estremeció y retrocedió llevándose una mano a su agitado corazón.

    Súbitamente, de la pared fue saliendo un líquido que provocó que Fluffy corriera hacia donde estaba su dueña. Ese líquido fue formando un charco de un espeso color negro.

    —¿Qué es eso? —se preguntó la muchacha horrorizada.

    El líquido fue ascendiendo y tomando una forma humana hasta que mostró, por fin, a un hombre cuyo color de ojos y cabello eran negros al igual que su vestimenta. Cuando éste individuo miró a Rei, enseguida sus pupilas se tornaron rojas y una sonrisa maligna se mostró en sus labios.

    —Tú… eres ese hombre extraño...
    —Noto, Rei… Rin… como quieras que te llames, vendrás conmigo. —Hiroshi extendió su mano, la cual se convirtió en un tentáculo y tomó a la joven de la cintura enroscándola salvajemente.
    —¡Kyaa! —gritó la muchacha con espanto al ver como se iba alejando del suelo a la vez que el tentáculo crecía en longitud.

    En determinado momento, Hiroshi retiró el tentáculo de Rei provocando que otro grito desgarrador saliera de ella ya que creyó que al impactar contra el pavimento su vida terminaría, pero el terrorífico hombre no dejaría que eso sucediera. Cuando la joven estaba a pocos metros del suelo, el mismo tentáculo la tomó de uno de sus tobillos, dejando colgada a Rei.

    —¡Bájame de aquí! —exclamaba con los ojos llorosos.
    —De acuerdo —aceptó Hiroshi soltando a la muchacha, la cual cayó y golpeó su cabeza contra el suelo desmayándose—. Por fin perdió el conocimiento.

    Ella no quería abrir los ojos. No quería abrirlos porque se encontraba viajando a una increíble velocidad aferrada al cuello de Sesshoumaru-sama. Ese momento era una de las raras ocasiones en las que tenía contacto con su protector y lo tenía porque era extremadamente necesario. Es decir, del grupo de los cuatro era el único que se podía transportar volando y a una gran velocidad. Por otra parte, su destino se encontraba entre las nubes, por lo tanto tenía que ser él el encargado de llevar a Jaken, Kohaku y Rin a aquel lugar en el cielo. Habérselo pedido a su honorable y bella madre hubiera sido una total falta de respeto debido a que la acababan de conocer.

    Las dos esferas de luz aterrizaron en una plataforma cuya forma era rectangular y se encontraba conectada a una gran escalera.

    —Hemos llegado —anunció la honorable madre erguida con orgullo y con sus manos colocadas delicadamente una sobre la otra.

    Sesshoumaru estuvo agachado tan sólo el segundo que tardaron Rin y Kohaku en pisar el suelo firme y luego se incorporó con su elegancia característica. Por su parte, Jaken parecía haberse mareado tras el viaje, puesto aún permanecía aferrado de la punta de la estola que era parte del cuerpo del inuyoukai.

    —Sesshoumaru, si quieres saber algo de Tensaiga tendrás que seguir a tu madre—informó la mujer comenzando a subir las escaleras.

    El inuyoukai no dijo absolutamente nada, sólo observó por unos momentos la espalda de su madre subiendo y cuando creyó que ya había suficiente distancia, él comenzó a subir por las escaleras. Enseguida, todo su grupo imitó la acción.

    Mientras ascendía y traspasaba las blancas nubes, Rin se fue percatando que a sus costados se encontraban largos pasillos en los que había guardias vestidos con armaduras vigilando lo que más arriba descubriría: el castillo de la madre de Sesshoumaru.

    Cuando llegaron allí, la inuyoukai ya se encontraba sentada en un trono donde los bordes del respaldo de éste estaban tallados en oro. Sin lugar a dudas era una bella youkai: poseía una larga cabellera blanca atada a dos colitas que eran sostenidas por peinetas, su rostro era de finas facciones con una luna creciente adornando su frente y una raya magenta a cada lado de sus mejillas. Por otra parte, estaba vestida en un kimono de tres capas, y la tercera tenía impresas mariposas sobre un fondo violeta y lila.

    —Sesshoumaru, así que no odias a los humanos realmente —dijo la mujer posando sus ojos tan sólo una milésima de segundos sobre Kohaku y Rin, luego volvió a dirigirlos a su hijo y con una sonrisa algo soberbia volvió a hablar—. Esos dos niños humanos que llevas contigo, ¿vas a devorarlos?
    —Qué ridículo —contestó el inuyoukai con su ceño fruncido, pero dejó pasar de largo aquellos comentarios—. Tensaiga tiene la capacidad de abrir el meidou… de seguro lo oíste de mi padre.
    —Quizás. A mí sólo me confió este meidou seki —explicó la mujer sosteniendo el redondo pendiente que colgaba de su cuello.
    —¿Meidou seki?
    —Se me dijo que lo usará si venías por aquí. Ah sí, y también me dijo esto: si usas el meidou seki, Sesshoumaru enfrentará un gran peligro. Sin embargo, no debes sentir temor o tristeza —explicó la honorable madre.
    —Y lo dice con una sonrisa —comentó Jaken algo sorprendido.
    —No parece muy preocupada —agregó Rin murmurando junto al pequeño youkai.
    —¿Qué harás, Sesshoumaru? No hagas esperar a tu madre —pidió la mujer con un rostro que fingía cansancio.
    —Ese pensamiento nunca cruzó por mi mente —dijo Sesshoumaru con una expresión desinteresada.
    —En ese caso, ¿nos divertimos un poco? —propuso la inuyoukai con una sonrisa desafiante en su rostro mientras sostenía con las palmas de las manos aquel pendiente llamado meidou seki.

    Repentinamente, de la gema que estaba ubicada en el centro del pendiente salió un feroz perro gigante de color negro que rugió a Sesshoumaru. Éste, por su parte, desenvainó a Tensaiga e hizo un Meidou zangetsuha.

    —Así que ese es su meidou. Ni siquiera parece un círculo —se comentó la madre a sí misma mientras miraba con aburrimiento la pelea de su hijo.
    —¿Qué? ¿La espada de Sesshoumaru-sama no lo cortó? —gritó Jaken con exasperación al ver al perro demoníaco intacto.
    —Ese es un sabueso del infierno. Sesshoumaru, no importa que hagas, tu espada ni lo dañará, ni lo aliviará —señaló la madre ya observando las cosas con más entretenimiento.
    —¡Viene hacia aquí! —exclamó Rin observando, desde atrás de Kohaku, como el sabueso iba abriendo su boca.

    Finalmente, el sabueso absorbió a los dos pequeños y decidió volver por el agujero del meidou que habían abierto.

    En ese instante, todo alrededor de Rin se volvió silencioso, tan silencioso que le provocó cierto temor y abrió sus ojos sólo para encontrarse flotando en una profunda e infinita oscuridad.

    —¿Dónde estoy? —se preguntó la pequeña observando sus alrededores—. ¿Morí?

    La niña se echó a ella misma un rápido vistazo y vio que tanto su kimono cuadriculado rojo y blanco como su cuerpo estaban en perfectas condiciones.

    —No entiendo nada… ¡Sesshoumaru-sama! ¡Sesshoumaru-sama! —gritaba Rin sin obtener ninguna respuesta.

    Inesperadamente, detrás de Rin se comenzó a abrir un pequeño agujero blanco por lo que la niña enseguida se giró sorprendida. Pero lo que terminó quitándole el aliento fue ver a una mujer vestida en un simple kosode color tierra con un obi negro. Sus ojos eran de un color marrón y estaban llenos de la misma dulzura que los de Rin, pero su cabello era de un castaño oscuro a diferencia del negro de la pequeña.

    —¡Mamá!

    Continuara…

    Gracias por tu post Zhiinygami.

    Si nos abes que es el día blanco, en ese día en Japón los hombres que recibieron chocolates de mujeres le tiene que dar ellos un chocolate a ellas. Obviamente que en Rei no hace falta, debido a su popularidad, aunque no le de a ningun hombre, a ella le darán igual, ejej.

    No puedo decir mucho más porque me teng que irrr

    Cualquier duda, mensajito privado, o por acá.

    El capítulo que viene es muy, muy emocionante!!

    The Lady
     
  16.  
    Zhiiny

    Zhiiny Usuario común

    Piscis
    Miembro desde:
    3 Enero 2010
    Mensajes:
    371
    Pluma de
    Escritora
    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Hola!!!
    Que buen capitulo, siempre me sorpredes con los capitulos
    Estuvo sorprendente, Rei fue secuestrada omg, la parte donde narras el anime/manga fue espectaculas (debo terminar de ver la serie)
    A Rei le llegan regalos de chicas o.o me pregunto como le habra ido a Rin xD
    Pobre Rin es triste saber que su papá debe trabajar más por sus estudios (me pasa lo mismo que Rin)
    El otro capitulo va a estar emocionante, ya quiero leerlo, gracias por avisarme y gomen por no haberme pasado antes (ya te lo dije por pm ¬¬)
    Sayo!!!!!
     
  17.  
    xXxNaRuHiNa

    xXxNaRuHiNa Usuario común

    Tauro
    Miembro desde:
    16 Septiembre 2009
    Mensajes:
    316
    Pluma de
    Escritora
    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    ¡¡¡¡¡Konnichiwa!!!!!!
    Ush te lo dije Lady-chan! (te puedo llamar asi? ;D) ¡Sabia que Rei no era buena! esque no me agrada muchop... osea es una chica amable, alegre y todo esop pero... ¡no me gusta que le guste Seshomaru! Digo Sentaro x'D
    Las dos hermanas enamoradas de Sentaro... ¡que liio! D:
    Bueno yo por suerte no soy de ese tipo de chcias que se enamoran de cualquier chico lindo y gracias a dios no me eh enamorado del mismo chico que mi hermana x'D
    ¡A eso se le llama suerte! xddd

    Ese tal "Junichi" o como sea que se llame ¡¡nunca!! me agrado I: ¡Yo ya sabia que ese tipo era malo! Wow tal parece que es una reencarnacion pero... ¿de quien? o.Ó Hmp tal vez sea de... ¿Naraku? o.O ok mejo dejo de sacar conclusiones otra vez x'D ¡ahora ese tipo secuestro a Rei! ¡Nooooo! aunque ella no me agrada mucho por estar enamorada de Sentaro igual me parece mal que la secuestraran D:
    Parece que "Junichi" cree que es Rin pero rin era Rinako ¿no? ._. ¡esque me confundo, joder! >_______< Rei ¿tambien sera la reencarnacion de alguien? o.o la verdad espero que pronto encuentre otro chico del que enamorarse, osea no se ve bien que este enamorado de su profesor ¡se le ve mejor a Rinako! :B xddd
    ¡Me encanto el cap! Gomen por no pasarme antes u.u
    ¡Narras muy bien! *-* nos vemos
    Sayonara ~
     
  18.  
    sangura

    sangura Entusiasta

    Acuario
    Miembro desde:
    10 Diciembre 2009
    Mensajes:
    65
    Pluma de
    Escritora
    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Hoooolaaaaaaaaaa,
    me gusto mucho tu fic, solo que me revuelve un poquito y termino medio mareada, pero no importa, esta muy padre. Aunque al igual que a mucho a mi tampoco me cae muy bien esa tal Rei, solo que no quiero corroborar mis sospechas, dime que ella no es Rin, Rin me cae bien, es tan leeenda, prefiero a Rinako, aunque para saberlo mejor, tenemos que saber primero quien de las dos fue la que vio Sentaro en la excursion que tuvo hace ya muchitos años.

    En fin no tardes en subir conti,
    Sayounara, nos vemos luego =D
     
  19.  
    The Lady

    The Lady Iniciado

    Tauro
    Miembro desde:
    16 Octubre 2009
    Mensajes:
    36
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    4834
    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Leer antes de seguir con la historia: aunque mi intención era que el fic tuviera misterios que se iban a ir respondiendo a lo largo de la trama y giros inesperados en la historia, al ver que eso las confunde mucho voy a hacer un mini resumen de los hechos ocurridos hasta ahora:

    Sentaro, tras una pelea que tuvo con Junichi en las Tierras del Oeste (T.O), se encuentra con una niña que es la que hace que los recuerdos de su otra vida (la de Sesshoumaru) le aparezcan en sus sueños. Debido a que con la niña se vuelve a cruzar nueve años después al conocer a las mellizas Noto, sus sueños vuelven a activarse recién en ese momento y en el ínterin se entera sobre una investigación que se estaba haciendo en las T.O financiada por Junichi. El por qué la financia no se sabe todavía.

    Junichi (en principio, el rival en el amor de Sentaro por Kaoru) resulta saber que Sentaro es una reencarnación, pero todavía no se sabe por qué lo sabe. Lo único que sabemos es que en realidad Junichi es un youkai, un torayoukai y que su verdadero nombre es Arakami. Por ende, no es ninguna reencarnación. Tora es tigre.

    Ahora vamos con el tema más pólemico: la reencarnación de Rin. Cada vez que Sentaro se encontrara con la niña de las T.O que efectivamente era la reencarnación de Rin, los recuerdos de su otra vida se activarían. Ahora pensemos, en el capítulo 2, se encontró con ambas mellizas; en el capítulo 3 también; en el capítulo cuatro TAMBIÉN se encontró con ambas. La misteriosa persona que pasó entre Rinako y Sentaro escapando del tenebroso hombre (Hiroshi) era Rei. En el capítulo 6 nos enteramos de ello cuando Rinako le dice que sabía que la encapuchada que pasó entre su profesor y ella había sido su hermana.En el capítulo 5, cuando Rei se ratea de la escuela hace mención que una de las cosas que la perturbaba era "ese hombre".

    Por otra parte, la relación que Sentaro tiene con Rei y Rinako es diferente. Si tienen tiempo, relean esas partes, se van a dar cuenta de algo...

    Amigas, yo la historia la tenía planeada dese hace mucho y por eso ya decidí hace rato quien iba a ser la reencarnación de Rin. Igual les quiero decir que en el capítulo 6 ya está explícito quien es ella antes de que Rinako y Sentaro se fueran a la plaza donde conocen a la reencarnación de Jaken.

    Yo sé que quedan muchas dudas, porque ese es el sentido, que vayan descifrando las cosas con la lectura. Lean, si algo no les queda claro o creen que no explique bien algo en la historia, pregúntenme que ahora sí les voy a responder. Y lo más importante...

    NO ME ODIEN ToT

    Sigamos con la historia.

    Aviso:los personajes del manga/anime de Inuyasha no me pertenecen, sino que a la grandiosa Rumiko Takahashi. Sentaro, Rinako, Rei, Fluffy, Junichi, Hiroshi, sí.


    Las Tierras del Oeste
    Por The Lady​

    VII
    La reencarnación de Rin

    Rin no podía creer lo que estaban reflejando sus ojos marrones. Frente a ella estaba su querida madre vestida en un simple kosode, el mismo que usó el día en que masacraron a toda su familia.

    —¡Mamá! —exclamó la niña llevándose una mano a la boca profundamente conmovida.
    —Rin… hija —habló la mujer serenamente y con una sonrisa en sus finos labios—. Parece que estuviste en buenas manos, lo puedo decir simplemente por tu vestimenta.
    —¿Por qué estoy acá? ¿Qué es este lugar? Y tú, mamá, ¿por qué estás aquí? ¿Acaso estoy muerta?
    —Rin, Rin, Rin… siempre haciendo tantas preguntas —río la madre cerrando sus ojos para luego volver a abrirlos y contemplar a su hija con tristeza—. Sin embargo, no están fuera de lugar. Ahora mismo, hija, estamos en una instancia media.
    —¿Una instancia media? —repitió la otra confusamente.
    —Así es, estamos en un área de transición hacia el otro mundo —explicó la madre volteándose para señalarle el agujero que emitía una luz blanca—. Cuando ese portal se abra por completo, cuando inunde tu cuerpo con toda su luz, ya pasaras a ser parte del otro mundo.
    —¡¿Qué?! Entonces yo morí…
    —Aún no… pero yo he venido aquí para apresurar tu transición —confesó la madre seriamente.

    Rin, ante las duras palabras de su madre, se quedó estupefacta mientras flotaba en aquella área de transición. ¿Su madre quería que ella muriera?

    —¿Por qué?
    —Porque si yo no intervengo te irás directamente al infierno —reveló la mujer.
    —El infierno —murmuró Rin tragando saliva con cierto temor, pero enseguida pareció recordar algo—… ¡Sesshoumaru-sama! ¡Él estaba peleando con ese sabueso que nos absorbió a mí y a Kohaku!
    —Así es. Él es el responsable de que tú te estés por ir al infierno. Mira abajo, Rin.

    Cuando la pequeña inclinó su cabeza vio que otro agujero se estaba abriendo en la infinita oscuridad que las rodeaba. Ese portal que se iba expandiendo emitía una luz grisácea y lejos de provocar una sensación de calidez, lo que provocaba eran puros escalofríos.

    —He venido aquí, hija, para llevarte conmigo. Jamás dejaría que mi amada niña se fuera al infierno por la irresponsabilidad de alguien —dijo con el ceño fruncido mientras apretaba sus puños con cierto rencor.
    —¡Pero si dijiste que estaba en buenas manos! —trató de retrucar Rin.
    —Exacto, “estabas”. Ya no son buenas las manos de ese tal Sesshoumaru-sama.
    —Pero mamá…
    —Si me tocas estarás oficialmente muerta y el portal que está atrás nuestro se abrirá rápidamente para bañarte con su luz —indicó la mujer cuando se percató que su hija se había acercado a ella con la intención de tocarla.
    —¿Eso quiere decir que no puedo tocarte? —preguntó Rin llevándose las manos a su pecho para ver a su madre asentir.

    Rin bajó sus brazos con desganó y una expresión de frustración se dibujó en su rostro.

    —A veces Rin piensa en ti, en papá y en sus hermanos, ¿sabes? —comenzó a hablar la niña con la cabeza inclinada mientras sus manos agarraban nerviosamente su kimono cuadriculado—. Pero a Rin también le gusta jugar por los campos de flores, mirar el cielo de la noche y tratar de contar las estrellas hasta que es aburrido… correr por los bosques y sentir su fresco aroma… A Rin le gusta… le gusta…
    —Estar viva. —Terminó la frase—. Todavía estás viva y en el fondo yo quiero que sigas así, pero dudo que alguien pueda sacarte de esta situación. Es por eso que…
    —¡Hay alguien que lo hará! —exclamó Rin alzando la mirada con determinación— ¡Él lo hará!
    —Sesshoumaru-sama, ¿eh?

    Repentinamente, las dos mujeres dirigieron su vista hacia abajo para ver que el portal que llevaría a Rin al infierno se estaba abriendo con más rapidez que el otro. La madre, con lágrimas en las comisuras de sus ojos, quiso llevar una mano hacia la mejilla de su pequeña, pero se detuvo al ver que la niña le había corrido el rostro.

    —¿Rin? —la mujer se quedó azorada al ver el rostro sonriente que mostraba alegría, esperanza, ¡en una situación así!
    —Rin confía en Sesshoumaru-sama…

    La madre no pudo evitar que las lágrimas por fin cayeran y una sonrisa débil apareció en sus labios.

    —Mamá, por favor, yo…
    —Eres tan valiente… tan hermosa —interrumpió la madre limpiándose la humedad de su cara—. Creo que mamá se tiene que ir, entonces.
    —Yo rezaré por ti, por papá y por mis hermanos —sonrió la niña.
    —Adiós.
    —Adiós, mamá —y con eso dicho, la figura de su madre se fue desvaneciendo hasta dejar a Rin nuevamente sola.

    En el instante en que la mujer desapareció, el portal que dirigiría a la niña al infierno se abrió por completo y Rin comenzó a escuchar lamentos desgarradores que provenían de aquél. Fue en ese entonces que se percató que estaba siendo absorbida por esa luz grisácea y antes de que pudiera emitir un quejido, ya todo se había vuelto negro.

    En la entrada al castillo de la honorable madre se escuchó un latido, luego otro y otro.

    Lentamente, los ojos marrones de Rin se fueron abriendo y lo primero que reflejaron fueron dos pupilas doradas que estaban sobre ella. ¡Había regresado!

    —¡Rin! —exclamaron Kohaku y Jaken al unísono.

    Cuando la niña volvió a abrir sus pulmones para respirar, inmediatamente una tos la atacó, por lo que tuvo que llevar una mano a su boca para no hacer tanto barullo. Fue en ese instante en el que sintió que algo se acercaba a su rostro y cuando abrió los ojos, se encontró con que era la mano de Sesshoumaru. Ésta era grande e increíblemente cálida cuando por fin tocó gentilmente su mejilla. El rostro de Rin se mostró sorprendido ante aquel acto de afecto que le estaba mostrando Sesshoumaru-sama, agachado ante ella, preocupado por ella. Si bien ella sabía, desde hace mucho, que él era un youkai con un enorme corazón, en esos momentos se lo estaba demostrando con acciones a todos los presentes con aquel simple, pero íntimo contacto que hacía sentir tan viva a la niña.

    —Sesshoumaru-sama… —murmuró con debilidad apoyando su pequeña mano sobre la de él.
    —Ya te encuentras bien —dijo el inuyoukai contemplando a Rin con una mirada suave.
    —Sí —sonrió ella mientras Sesshoumaru acariciaba su mejilla y subía hasta su cabello trasmitiéndole vitalidad.

    Rin, tras aspirar profundamente, se percató que la energía había vuelto a su cuerpo y quiso levantarse rápidamente, pero se encontró impedida por la mano de Sesshoumaru quien prefería que lo hiciera precavidamente. La niña volvió a apoyar su mano sobre la de él, le sonrió y pudo ver que en los ojos dorados de su Sesshoumaru-sama había aparecido un pequeño destello de alegría.

    —Sesshoumaru-sama…. —murmuró una joven entre sueños.

    La muchacha, Rei, se encontraba durmiendo en un colchón algo añejado dentro de un cuarto con paredes húmedas que no contenía mueble alguno. Una figura la observaba dormir desde el hueco donde debía haber una puerta.

    —Sueñas con ese maldito… —masculló Arakami con el ceño fruncido—. Me pregunto qué momento de tu vida con Sesshoumaru estarás recordando, Rin…



    Cuando Sentaro abrió la puerta del aula de segundo año “B”, no pensó que se iba a encontrar con todos los alumnos de pie, murmurándose unos a otros y con rostros de preocupación. El hombre arqueó una ceja ante la situación y en el momento que quiso hacer una pregunta, una voz lo interrumpió.

    —No puedo creer que la hayan secuestrado. No se lo merecía Rei-chan. Es una chica tan agradable, con quien es tan fácil hablar… -comentaba un muchacho con una expresión triste junto a otros quienes asintieron con el mismo aire depresivo que se encontraba alrededor de toda el aula.
    —¿Qué dijeron? —preguntó Sentaro absolutamente impactado con lo que acaba de escuchar.
    —A Rei-chan la secuestraron ayer, Sentaro-sensei. Parece que salió a pasear a su perro y luego éste volvió solo hasta su edificio. Su padre y Rin-chan pasaron toda la noche despiertos y obviamente ella no vino hoy a la escuela —informó Yuri, una de las mejores amigas de Rinako.

    El profesor se quedó totalmente en seco. Quería salir corriendo para ir en busca de ella, pero ¿a dónde?. Además, no podía demostrar la desesperación que estaba sintiendo en ese momento, sus actitudes podrían provocar sospecha en sus alumnos. Ellos se podrían dar cuenta que él…

    Ni lo digas. Es tu alumna y una menor de edad —se reprochó el hombre a si mismo.

    Los estudiantes parecían estar demasiado conmovidos por el hecho y estaban en todo su derecho de sentirse así, puesto que secuestraran a un par los hacía sentir vulnerables porque quería decir que a cualquiera de ellos les podía pasar, por otra parte, Rei era una chica muy popular y admirada en esa clase.

    Sentaro, tragándose todas las sensaciones que sentía en ese momento, se ubicó en el medio del salón y llamó la atención de todos los presentes.

    —Escuchen chicos, veo cómo están y creo que no es buena idea que hoy tengamos clase. Traten de tranquilizarse y déjenme hablar con el director para que les dé un día libre. Recuerden en cooperar con la familia Noto que debe estar pasando un día horrible —dijo el profesor con suma seriedad a la vez que intentaba calmarse a él mismo con sus palabras.

    Los alumnos asintieron en silencio, mientras Tomoko, otra de las mejores amigas de Rinako, sacaba su celular para llamar a su querida compañera y decirle que iba en camino a su casa.

    Tras la corta charla que Sentaro tuvo con el director, quien al enterarse de lo sucedido no dudó ni un segundo en realizar lo que el nuevo profesor de la institución le había sugerido, éste se retiró a un paso sereno de la institución. Cuando llegó a las rejas que lo separarían de la propiedad privada, apoyó su cabeza sobre éstas y las golpeó con un puño.

    —Mierda…

    Repentinamente, el bolsillo de su jean azul oscuro comenzó a vibrar y éste desganadamente lo tomó pensando que quizás se trataba de Nagashima, Jun. La verdad era que en esos momentos el tema de las reencarnaciones y los descubrimientos de las Tierras del Oeste, el último pasatiempo que había tenido hacía un mes, ya no le interesaban. Abrió la tapa del artefacto y vio que tenía un mensaje de un número desconocido.

    Debe ser Jun… —pensó mirando el celular apáticamente.

    Sin embargo, su expresión cambió radicalmente tras leer el contenido del mensaje.

    Tengo a tu estimada Rin/Rei en mis manos… Ven al edificio abandonado al final de la avenida Tokugawa. Sinceramente, Junichi.

    —Rin, Rei… ¿Junichi? —Sentaro no podía creer lo que sus ojos miel habían leído

    Finalmente, ese maldito era una reencarnación y al parecer se había enterado de quién era la reencarnación de Rin.

    —Un momento… esto significa que la verdadera reencarnación de esa niña tan especial para Sesshoumaru era… ¿era Rei? —murmuró para si con asombro.

    Enseguida, el hombre salió de la institución a un paso apresurado para ir en busca de su auto.

    Rei era la verdadera reencarnación de Rin. No lo podía creer, sinceramente no lo podía creer. En esos momentos Sentaro sentía que su atracción por Rei era enferma porque se trataba de la reencarnación de una adorable niña que había conquistado el corazón de Sesshoumaru, pero de una manera totalmente diferente a la que una mujer conquista a un hombre. Y Sentaro podía asegurar que esa pequeña había conquistado su corazón tras el sueño que había tenido el día anterior, cuando el inuyoukai creyó que perdería a Rin para siempre. La angustia que había experimentado el corazón de Sesshoumaru, Sentaro la percibió mucho mayor que a la que había sentido con Kagura. Un momento… el sueño que había tenido el día anterior… ¡Cómo no se había percatado! Eso quería decir que el día que pensó haberse encontrado sólo con Rinako también se había cruzado con Rei… ¿pero cuándo?

    No me pude haber enamorado de Rei. Ahora no sólo es mi alumna, sino que la reencarnación de esa niña tan especial. ¿Por qué? Me siento un depravado…

    Sin embargo, fueron dos cosas las que no cruzaron por la mente de Sentaro: una de ellas era que él no era Sesshoumaru y Rei no era Rin, sino que eran dos personas del siglo veintiuno que por razones del destino terminaron siendo las reencarnaciones de un inuyoukai y de una niña del período Sengoku. Sus almas estaban compuestas en parte por las almas de aquellos dos seres, pero eso no significaba que fueran ellos. La segunda, quizá la más obvia, era que los niños no permanecen niños para siempre, sino que crecen.



    Souta caminaba por una zona de rascacielos con el rostro alzado para así poder ver en dónde terminaban aquellas construcciones que parecían infinitas. Cansado de tensar su cuello, inclinó su cabeza y se masajeó la parte del hombro más cercana a éste. El joven se encontraba en aquel distrito debido a que ahí fue el lugar que había pactado su novia para encontrarse. A ella le convenía puesto por ahí trabajaba, pero a él le quedaba tan lejos.

    Sin duda no me convenía esa chica —reflexionaba el muchacho sonriendo melancólicamente mientras miraba sus blancas zapatillas deportivas a cada pasó que daba.
    —Puedo olerlo…

    Souta alzó el rostro al escuchar aquel extraño comentario, pero se vio rodeado de tanta gente que no supo de quién provenía.

    —¿Estás seguro? —preguntó una voz femenina que denotaba madurez.

    Cuando el muchacho la escuchó, por alguna extraña razón recordó la voz de su hermana quién a sus quince años tenía una voz poderosa, pero que no perdía su feminidad.

    —Keh, estoy seguro que este es su olor, Kagome. ¡Debemos ir por ahí!

    Souta se detuvo en seco al escuchar aquella voz ronca y agresiva que había pronunciado el nombre de su hermana.

    No puede ser, no puede ser… —En los ojos del joven lágrimas comenzaron a acumularse.

    Súbitamente, vio dos individuos a punto de cruzar una calle. La mujer estaba vestida en un saco sin botones cuyo largo sobrepasaba las caderas y era de un color lila; llevaba puesto unos pantalones blancos que combinaban con sus zapatos y el morral que llevaba en uno de sus hombros; debajo del saco vestía una camisa a rayas cuadriculadas blanca y lila. Junto a ella se encontraba un hombre vestido en un pantalón de jean negro con zapatillas que hacían juego; en la parte superior llevaba un suéter de cuello alto de un rojo furioso que combinaba con la bandana que traía atada alrededor de su cabeza, cabeza que poseía un largo cabello de color blanco.

    —Son ellos…Inuyasha y Kagome nee-chan. —Su voz se ahogó en el último nombre.

    Cuando el semáforo se puso a su favor, el hombre de la bandana se puso delante de la mujer de cabellos azulinos y ésta subió a su espalda para enseguida salir corriendo a una velocidad impresionante.

    Los ojos marrones de Souta estaban a punto de salirse de sus cuencas al ver la escena que su hermana le describía tan seguido cuando contaba sus hazañas en el período Sengoku. Inmediatamente, el joven corrió tras ellos.

    —¿Cómo no nos percatamos que estaba en Tokyo? Si estamos aquí hace cinco meses —dijo Kagome aferrada al cuello de su pareja.
    —Ahora estoy más seguro que nunca —comenzó a hablar Inuyasha seriamente mientras corría por las calles esquivando a la gente—, él puede cambiar su apariencia a la de un humano y oler como uno.
    —En estos quinientos veinticuatro años de mi vida jamás escuché nada igual —comentó Kagome con preocupación.
    —Sin embargo, no me extraña que Arakami haya podido realizar algo así. Él era un youkai con muchas potencialidades por desarrollar en aquella época —comentó Inuyasha con el ceño fruncido.
    —Sí, tienes razón —dijo Kagome desanimadamente—. Aunque creo que en ese momento ya era muy poderoso…
    —¡Ya lo sé! —gritó el hanyou enfurecido, pero enseguida se percató de su reacción—. Perdón… yo…
    —No. Está bien, Inuyasha —habló Kagome con condescendencia rodeando el cuello de su pareja para tratar de acompañarlo en el dolor.



    —¿No comerás nada? —preguntó un hombre vestido en una remera de cuello alto y pantalón negros. Avanzó dos pasos haciendo un ruido hueco con sus botas y se quedó observando altivamente a la muchacha frente a él—. Por mí te puedes morir, pero Arakami no estaría feliz.
    —Quiero ir a mi casa. —Eso fue lo único que salió de la boca de Rei, sentada en un rincón de la habitación, con el rostro escondido entre sus piernas.
    —¡Me tienes harto con esa misma frase! —exclamó Hiroshi pateado el plato de comida que le había traído. El hombre se acercó a la joven y tomó su cabeza bruscamente para empujarla hacia delante.
    —¡Me duele, monstruo! —gritó ella mientras era obligada a gatear.
    —Tienes que comer la comida, perra. Vamos, cómela—sonrió con maldad mientras acercaba el rostro de Rei hacia la comida que se encontraba en el piso.
    —No, no quiero —se rehusaba ella tratando de hacer fuerza con sus manos para que su rostro no tocara la asquerosa comida—. Por favor, quiero volver con mi hermana, mi papá…

    Al escuchar esas palabras, Hiroshi no pudo evitar que sus ojos se estremecieran y enseguida soltó la cabeza de la muchacha para incorporarse. Rei, anonadada ante ese inesperado cambio, se giró para ver qué le ocurría a ese extraño hombre, el cual ella estaba segura no era humano. Hiroshi miraba incrédulo la mano con la que había agarrado tan brutalmente a la jovencita arrodillada ante él.

    —Oye… ¿estás bien? —se atrevió a preguntar Rei, sintiéndose una idiota por preocuparse por un monstruo como él, pero había algo en su interior que la empujaba a ello.
    —Cállate —soltó el otro volteándose para salir de la habitación—. Ni se te ocurra salir, puedo escucharte…

    Nuevamente, Rei quedó sola en aquella habitación que olía a humedad y donde nada más había un viejo colchón.

    Hiroshi caminaba alterado por un pasillo vasto iluminado por el sol de la mañana, el cual provenía de un hueco ubicado al final de aquel lugar, donde de haber sido terminado el edificio habría una pared.

    —Hiroshi, ¿estás bien? —preguntó una voz varonil.
    —Arakami… sí, no te preocupes —mintió quitándose la mano de su cabeza y volteándose para inclinarse ligeramente ante el youkai—. ¿Dónde habías ido?
    —A una conferencia de prensa. Tuve que develar todos los descubrimientos hechos en ese asqueroso complejo —informó el hombre desabotonándose las mangas de su camisa negra —. ¿Averiguaste algo acerca de qué recuerda exactamente esa chica?
    —No pude… es muy irrespetuosa, además… —Hiroshi apartó su mirada de la dorada que estaba frente a él.
    —No me lo digas —Arakami entrecerró sus ojos con cierta maldad, se acercó hasta el joven de cabello negros y apoyó su mano en la cabeza de éste —. Tu lado humano se hizo presente.
    —Yo…

    Inmediatamente, Hiroshi recibió un golpe en la mejilla que lo hizo retroceder diez metros y de no ser porque en ese momento su lado youkai volvió a emerger, hubiera caído por aquel hueco al final del pasillo.

    —Ahh… Lo necesitaba —se expresó un nuevo Hiroshi flotando en el aire con aquella sonrisa maliciosa que tanto lo caracterizaba desde él día en que Arakami lo convenció en fusionarse con youkais. Hacía treinta años ya.
    —Iré a ver a Rei. Tú avísame si cierta persona viene —sonrió el youkai de largo cabello peinado a un costado.

    Cuando Arakami entró en la habitación donde estaba la muchacha, tuvo que echar una carcajada al ver tan sólo un par de piernas patalear a través de un agujero hecho para una ventana.

    —Parece que alguien quiere escapar —soltó el apuesto youkai acercándose a la joven que se sobresaltó.

    Ésta, al escuchar una voz que jamás había escuchado antes, soltó la soga que había encontrado saliendo de una ranura de la pared y, lamentablemente, ésta cayó.

    Ahí se va mi única salvación —pensó Rei desilusionada mientras veía irse a la soga que tan sólo un minuto atrás había encontrado cuando quiso respirar un poco de aire.
    —Me dijo mi compañero que ayer a la noche no quisiste comer y hoy no quisiste desayunar —habló Arakami recordándole que no estaba sola.

    Rei se incorporó y volteó rápidamente para mirar con recelo a la persona frente a ella. Claro que no era una persona común y corriente, sino que una con ojos dorados, dos rayas negras a cada lado de sus mejillas y unas garras afiladas en lugar de uñas.

    —¡Monstruo! —le gritó con una mueca feroz en su rostro.
    —No, monstruo no. Soy un youkai. De seguro habrás oído de nosotros en la escuela. No todos nos extinguimos desde aquel maldito día cuando señores feudales y shogunes conspiraron contra nosotros —explicó Arakami acercando su mano al tembloroso rostro de la chica—. No te asustes, jamás te haría daño, Rin…
    —¡No soy Rin! ¡Yo soy Rei! —exclamó la joven con sus ojos chocolates apunto de aguarse.
    —Eres y no eres Rin. Eres menos delicada, menos respetuosa y más llorona. Rin no era de llorar. Sin embargo, tu alma es la de ella. Eso es lo único que me interesa —explicó el youkai alejando su mano con una sonrisa triste en su rostro.
    —¿Yo soy su reencarnación? —preguntó Rei azorada mientras lágrimas caían por sus mejillas.
    —Claro, estoy seguro que sueñas ser ella.

    Rei no respondió, tan sólo se dejó caer por la pared y recordó cada uno de esos sueños. Ella sabía que había algo especial en ellos y más cuando se percató que la niña que soñaba ser en realidad había existido.

    —¿Tú la conociste? —preguntó Rei.
    —Sí, cuando era una joven —sonrió nostálgicamente.
    —Pero debes dejarme ir… ¡Tengo una vida! ¡Si la apreciabas a Rin, por favor, déjame ir! —suplicó la joven poniéndose de pie mientras estrujaba el cuello triangular de su remera.
    —Tú no lo entiendes…
    —¡Claro que no lo entiendo! ¡Yo soy Noto, Rei, una chica nacida a fines del siglo veinte y tal parece soy la reencarnación de alguien que vivió hace más de quinientos años! ¡Pero eso no hace que todo mi ser sea Rin!
    —Esperaré a que te calmes, luego volveremos a hablar —dijo Arakami cerrando sus ojos y se dio la vuelta.

    Sin embargo, súbitamente, el youkai tuvo que pegar un salto puesto la joven lo había querido atacar dándole un puñetazo en la espalda. Rei calló al suelo mientras maldecía a todos los dioses que conocía.

    —¿Qué pretendes hacer? —preguntó Arakami poniendo una mano en el cuello de la joven para impedir que se pudiera levantar.
    —¿Qué no ves? ¡Quiero irme! —le exclamó furiosa con lágrimas en los ojos.
    —Debes tranquilizarte —pidió con cierta impaciencia en el tono de su voz—. No me hagas tranquilizarte.

    Rei sabía que no podía luchar con un ser como el que estaba sobre ella. Era un imbécil ese youkai. Ella no era Rin, si así lo fuera, estaría tranquila ya que sabría que en cualquier momento vendría Sesshoumaru a rescatarla.

    Pero en mi vida no hay un guardian así… Si hubiera un guardian tan bello, tan amable como Sesshoumaru yo podría volver a ver a Sentaro. Sesshoumaru me devolvería con la persona que quiero ya que él desearía lo mejor para Rin… ¡Por favor, que alguien me ayude!

    Y como si hubiesen escuchado la suplica de Rei, alguien estrelló a Arakami contra la pared gritando:

    —¡Sankontessou!

    Continuará…

    Hola! bueno, no tengo muchos que decir después de mi speech.

    ¡No se enojen! Por eso aquella vez les aconsejé que trataran de no odiar a Rei. Espero que por eso no dejen de leer mi fic ToT

    La trama más interesante empieza a partir de ahora ;)

    Besos!

    The Lady
     
  20.  
    Zhiiny

    Zhiiny Usuario común

    Piscis
    Miembro desde:
    3 Enero 2010
    Mensajes:
    371
    Pluma de
    Escritora
    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Hola!!!
    Omg... yo pensaba que Rinako era Rin, pero era Rei, jamas me lo hubiera imaginado
    Adoré el capitulo, estuvo sorprendente. Me encanto como lo narraste sobretodo cuando Rin estaba en la instancia media, cuando se desperto y en los ojos de Sesshomaru aparecio un destello de alegria, fue tan kawaii esa parte
    Inuyasha y Kagome estan en Tokio
    Gracias por avisarme del capitulo, esta corto el comentario porque no tengo ganas de escribir, pero no significa que no me gusto porque me encanto la contii
    Espero el proximo capitulo
    Sayo~
     
Estado del tema:
No se permiten más respuestas.

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso