Las pulgas y las fiestas no se llevan

Hola chicas. lamento haberme tardado tanto. pero estuve ocupadisima. espero que les guste tanto como a mi y a Whitemiko.​

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Capitulo 4 :​

“Amnesia, esto debe ser una broma”​

Silencio. Eso era lo que se podía escuchar en toda la casa, todos me miraban totalmente sorprendidos ante mi declaración tan descerebrada, me volteé a mirar a Kagome y se había quedado pálida, parecía un fantasma combinado con una piedra, no sentía nada, traté de tocarla y en cuando lo hice cayó desmayada al suelo.

—¡Kagome!—Grité asustado al notar cómo se impactó contra el suelo.
—¿!Kagome, estás bien!?—Escuché al baboso del amigucho de Kagome acercándose—¡Oye pero cómo se te ocurre decir tal cosa! Kagome no es un objeto con el cual jugar a hacer lo que uno quiera.
—¿¡Qué has dicho mocoso!?—realmente este sujeto me estaba sacando de mis casillas.

Es obvio que Kagome no es un objeto… ¿Acaso mis palabras sonaron de esa forma? No noté la diferencia.

Rápidamente me precipité en levantar a Kagome del suelo, y llevarla en mis brazos hasta uno de los sillones. Se había golpeado realmente fuerte, y ese bulto en su frente no parecía ser a lo que ella llamaba “espinillas” sino, más bien un gran chichotón.

—Muchachos, por favor, dejen circular el aire para que a Kagome respire sin dificultad—al menos algo bueno había dicho en toda la fiesta este mocoso.

Pero al parecer nadie estaba escuchándolo por el simple hecho de estar de chismosos. Eso había logrado enfurecerme, ya todos los amigos de Kagome se habían hecho alrededor, sin importarles que Kagome estuviera herida y lo peor, inconsciente.

—¡Grrrg! ¡Maldita sea! ¡Ya aléjense de una buena vez! ¡Que si me doy cuenta que Kagome no respira bien, juro que a cada uno los golpearé hasta llegar a cansarme!—les grité a todos esos chismosos.

Inmediatamente todos se habían hecho como 5 metros lejos de Kagome, y las únicas personas que estaban a su lado eran las 3 fieles chismosas y el mocoso sobrado.

—¡Auch! Mi cabeza… ¿Qué paso?—preguntó Kagome totalmente aturdida mientras sostenía su cabeza.

Me aproximé a ella e iba a tomar de su delicada mano para que me volviese a ver, pero alguien me había detenido pasando de una preocupación a un odio que bien se me notaba

—¿Kagome, cómo estás? ¿Te encuentras bien?
—¿Hoyo? Oh si, gracias me encuentro bien—le agradeció.
—Kagome ¿Por qué diablos te desmayaste? ¿Acaso estás enferma?—dije muy preocupado mientras le daba un empujón un poquito brusco al debilucho mocoso, logrando que se callera de espaldas. ¡Jah! Se lo merecía.

Kagome me miro detenidamente, volvió a ver a sus amigas las cuales estaban a la expectativa de mis anteriores palabras de “Kagome es mi mujer”. Y debido a eso, parecía que no tenían signos vitales. Luego se volteó a verme de nuevo y enrojeció a más no poder, para luego decir.

—¿Quién eres tú?

¿!QUÉ!? ¿Acaso no se acuerda de mi? ¡Cómo no quería que se olvidara de mí, con semerendo golpe contra el piso que se dio!

—Pero que cosas dices Kagome—Exclamé completamente nervioso.
—No, Kagome, esta bestia de niño mimado te hizo perder la memoria—rápidamente me volteó a ver—Tú desgraciado, mira lo que le has hecho a la pobre de Kagome.
—Pero ¿Qué cosas dices Hoyo? —preguntó confundida Kagome.

¡Un momento! Kagome no ha perdido la memoria, sino no recordaría al zampas este.

—Un momento Kagome—me acerqué a ella, y le miré muy serio—Tú no has perdido la memoria—le señalé con mi dedo índice.
—¿Eh?—me miro una mirada de “¿Qué cosas dices?” Según ella me voy a tragar eso ¡Jah!
—¡No mientas! —exclamé.
—¿Que no ves que ella está mal?—chilló el niñete este—Mira lo que le has provocado, Kagome está en un completo shock. Y tú te atreves a decir que está mintiendo—se quejó.
—¡Tú cállate mocoso!—le grité e inmediatamente volví a ver a Kagome— Kagome lo siento, por mi estúpida declaración, por eso hice que te desmallaras—mire hacia abajo muy avergonzado del momento que le hice pasar.

Sí, lo sé, “¿Cómo no me voy a avergonzar y ponerme rojo como tomate con ese comentario?” pues SÍ, para que sepan sí me puse así. Pero soy un hombre, tengo que aceptar y cumplir mis palabras. ¡Como hombre dominante que soy!

—Muchachos, será mejor que vayan a sentarse. Traeré refrescos para todos, no se preocupen por mi hija, ella estará bien.—dijo la señora Sonomi—diablos, esta señora sabe cuando entrar para distraer.

Rápidamente todos se fueron a sentar para estar de chismosos haciendo comentarios de mi y Kagome. Lo que más me molestaba eran los comentarios que bien podía escuchar de los hombres.
“Kagome las tiene bien grandes” “grandes naranjas, no, mejor dicho ¡Melones!”

—¡Oigan ustedes! ¡Malditos, ya déjense de sandeces, desvergonzados, Kagome las podrá tener grandes, pero eso no significa que estén de depravados. Además ELLA es mi chica, y no voy a permitir que unos estúpidos y poco hombres como ustedes estén irrespetando a mi pequeña Kagome!—vociferé en una gran explosión de coraje en contra de esos mentecatos.

Y seguidamente me volteé a ver a Kagome, ya que mi entera preocupación era por ella, por eso había podido evitar matar a esos imbéciles.

Me había fijado en su rostro, el cual tenía una expresión de “Cucú, cucú” y sobre todo, estaba que explotaba de tal rojasidad en su rostro.

¡Qué coraje! Y el colmo de los colmos, Kagome “dice” que no me recuerda. ¡Feh!...y yo preocupándome por ella.

—¿Solo estás haciendo drama verdad?—le pregunté de manera seria mientras me acercaba a su oído.
—¿Pero de qué habla? Yo no estoy haciendo dramas ni teatrito, ¡Es verdad! Yo no te recuerdo—me dijo en voz baja.
—¿Así?—le miré con una de mis cejas levantadas, y sin pocos ánimos de creerle.

Conozco a Kagome, y ella es muy fuerte como para que un simple golpe como ese le logre quitar la memoria. Definitivamente estaba haciendo un drama.

—bueno Kagome, no me dejas otra opción, más que esta para probar que Tú no estás amnésica— le dije sonriendo vilmente de lo que tenía pensado hacer, o mejor dicho, decir…Aunque, me da un poco de vergüenza, ya que nunca….bueno…nunca he entendido el porqué lo dice Miroku.
—¿Qué?..¿Qu-qué va a hacer?—cuestionó nerviosa.

Tomé aire y luego me acerqué a su oído nuevamente, y dije.

—¿Ya olvidaste que gritaste mi nombre estando solos en tu habitación?—le dije con un tono de voz como el de Miroku cuando quería molestar a Sango.
—¿!Qué!? ¡No seas Idiota Inuyasha! ¡Yo nunca he gritado tu nombre!—gritó muy fuerte Kagome, acto seguido, que parecía que iba a explotar de lo roja que estaba.

Todos nos habían vuelto a ver tras la respuesta de Kagome, a lo que yo inmediatamente tenía que reaccionar.

—¡Pues claro, siempre gritas mi nombre muy fuerte en tu cuarto cuando no te dejo estudiar, cuando hago algo malo, o si simplemente juego con el gato¡—me quejé.

Logrando así, una explosión de risa de todos su amigos, pero no era una risa común y corriente, era sarcástica…¡Ah!…creo que Kagome me mandará al suelo.

—Idiota—escuché decirme— ¿Por qué arruinaste mis planes? Mi objetivo era hacerme pasar por amnésica para que ellos se fueran…Además, quería que mi madre se olvidara de la típica conversación de las flores y las abejitas. Pero sobretodo me encantaría hablar contigo sobre un asunto muy importante—comento de manera seria.

Después de que me dijera eso, simplemente me tiré a bufar un poco enojado. ¡Jah! Si me hubiese dicho que iba a hacer eso, yo no la hubiese molestado para que se le cayera el teatrito. ¡Ella también tiene la culpa!

—Bueno, ya pasó, y ya nada se puede hacer—le tomé en mis brazos y la alcé, seguidamente me senté en el sillón con ella en mis piernas.
—¿!Pero qué diantres haces Inuyasha¡? —se quejó sorprendida mientras se volvía a poner nuevamente roja.
—Quiero sentarme—…Digo ¡Tener mi venganza!—además, me estorbas y si no quieres que golpeé a ese pelele remedo de hombre, me dejarás hacer lo que quiera—dije con una sonrisa macabra para Kagome, y por supuesto que para ese niñato tonto que se acercaba, aunque también podía sentir muy bien a mi queridísimo amigo el sonrojo. Nótese el sarcasmo.
—Está bien Inuyasha—respondió Kagome muy apenada y nuevamente sonrojada—pero no vayas a hacer una de las tuyas ¿Quieres? Y prométeme que no lo golpearás en una de tus pocas paciencias.
—De acuerdo—respondí quejoso.

Rápidamente noté como el baboso del amigo de Kagome se acercaba a nosotros una vez más, lo cual me fastidiaba su sola presencia aquí.

—¡Jah!…ya tengo bastante con tu hedor a pollo mojado niñato, porque no te largas ¿No ves que estoy con Kagome, mientras la atiendo de su golpe?— ¿Si, desde cuando logro ser tan servicial? Deberían de felicitarme.
—No molestes, y deja de faltarle al respeto a Kagome teniéndola tan vulgarmente en tus piernas, no es correcto y menos si no son nada. Y no quiere decir que yo haya aceptado su supuesto compromiso de noviazgo—¿Teniéndola vulgarmente?
—¿Ho-hoyo, pero qué cosas estás diciendo?—preguntó nerviosa Kagome.
—Kagome, no creo que sea bueno que estés en sus piernas, da mucho de qué pensar, así que por favor te pido que te muevas de ese lugar.
—¿Y quién te has creído para decirle qué hacer a ella?—pregunté yo de manera amenazadora, mientras sentía que Kagome se quitaba de mis piernas.
—Muchachos, no discutan. Ya sé, les traeré unos refrescos je, je.
—No te molestes Kagome…solo porque tú lo pides, me quedaré quieto y no haré nada de lo que después me mandes a comer tierra—respondí mientras miraba extraño el flacucho este a mi comentario.

Luego de decir esas palabras Kagome dio paso atrás, para quitarse de la guerra de miradas frías y cortantes que cada uno teníamos. Hasta que el tal hoyo abrió su boca para decir:

—Idiota, no sabes cómo tratar a las damas, sinceramente no podía callarme eso, y menos con un supuesto ricachón descerebrado como tú.
—¿! Qué has dicho imbécil!?—Exclamé mientras me ponía a su mismo nivel, y apretaba fuerte mis puños, lo cuales me picaban por darles un uso realmente llenativo.

Eso sí que lograba hacer que mi sangre demoníaca y humana hirviesen de la cólera por sus palabras sin sentido, realmente me moría por partirle la cara a este pedazo de remedo de hombre.

Todos los amigos de Kagome se habían acercado OTRA vez, mientras hacían barra para provocarnos a pelear.

—¡Lo que escuchaste pobre ricachón!—me empujó ¿Acaso trataba de insultarme? Porque si era eso, pues le salían muy mal.
—No te atrevas a tocarme—le respondí de manera seca, con la mirada fría, y con claras ganas de molerlo a golpes.
—¡Uy, el bebito mimado no quiere que lo toque!—seguido a eso volvió a empujarme, pero esta vez podría decirse que más fuerte, según él.
—Le prometí a Kagome que no iba a gastar mis fuerzas en un pobre remedo de humano—contesté con poca paciencia. Claramente me moría por matarlo a como lo hacía con Shippo.

Pero le había prometido a Kagome que no le haría daño…De lo cual ahora me arrepiento.

—No perderé el tiempo contigo—le dije mientras le daba la espalda para irme hacia donde Kagome.
—Eso quiero verlo—le escuché decir.

De pronto percibí gracias a mi gran oído, cómo este ingenuo se abalanzaba contra mí para si acaso golpearme.

Y simplemente me ladeé un poco hacia un lado, provocando que él siguiese recto, mientras se estrellaba contra una pequeña mesita con unas flores y unos regalos que el mismo había traído.
Provocando en mí una gran carcajada.

—¡Ja, ja, ja! ¿Acaso planeabas golpearme pequeño iluso?—me burlé.
—¡Ya verás!—me respondió mientras se ponía de pie con dificultad.

Rápidamente se escuchaba como todos los amigos de Kagome se ponían a chiflar, para alentarnos más a pelear, mientras que las mujeres estaban pálidas y asustadas.

—¡Inuyasha!—escuché a Kagome llamarme mientras llegaba con unos vasos, y su madre Sonomi, lo cual había hecho que me distrajera.

¡Pasf!

—¡Ahg!—me quejé un poco ante el puñetazo que me había dado el pelele.

Rápidamente lo volteé a verle con gran furia, mientras observaba como en su cara sangrona se formaba una sonrisa, la cual me lleno de gran furia al saber que se había atrevido a golpearme. Inmediatamente cerré mi mano derecha, la había hecho un puño, y la fui alzando para arremeterle al rostro del tal Hoyo. ¡De esta si no te escapabas pequeño humano de miércoles!

—¡Tú, pedazo d—
—¡Inuyasha! ¡No lo hagas, no lo lastimes!—gritó Kagome mientras me abrazaba por la espalda, deteniendo mi mano hecha un puño con su delicada mano—¡No sabe lo que hace, déjalo!
—Está bien Kagome, no le haré daño, porque tú lo pides. Pero no habrá una tercera vez, te advierto que si me vuelves a provocar niño, te irá muy mal, y no desearás haberme conocido—le advertí, mientras le mostraba un rostro macabro y mis grandes colmillos con una sonrisa de maniaco, dejándolo completamente pálido.
—Hoyo, no sigas, si Inuyasha te golpea de mandará al hospital, así que te pido que por favor te retires de mi fiesta por favor—agregó Kagome ¡Jah! Ya era hora de que lo echara.

Seguidamente Kagome me soltó al sentir que me relajaba, y volvió a ver a sus amigos.

—Amigos, lo siento por ser yo quién les diga esto, pero la fiesta se cánsela. Les pido a todos una sincera disculp—
—Ay amiga—le interrumpió—¡No te preocupes! Con tu novio aquí, todos sabíamos que se iba a cancelar la fiesta, je, je—se carcajeó una de las amigas de Kagome.
—¿Qué?—a lo que respondió extrañada Kagome.
—sí Kagome, no te preocupes, nunca había estado en una fiesta tan genial, eres una gran anfitriona—agregó uno de los chicos, que no apartaba de mirar sus senos, lo cual me dio mucho coraje.
—Entonces...¿Sí les gustó?—preguntó.
—Kagome, Tus amigos—le dije mientras ponía una de mis manos en sus hombros—son raros.

Luego de que todas las amistades de Kagome se fueran con todo el pastel sin dejarme nada a mí. Lo cual me molestó mucho, ya que solo una tajada me permitió comerme Kagome.
Seguidamente nos llamo la señora Sonomi.

Ella nos esperaba en la cocina, sentada en la mesa, y con un rostro muy serio. ¿Me pregunto por qué?

—Pasen chicos, tengo que hablar con ambos—nos invitó a sentarnos.
—Mamá, primero que todo quería aclararte qu—pero fue interrumpida.
—Kagome hija, no hay nada qué aclarar—dijo seria, lo cual era extraño con esa señora. Dejando a Kagome con una expresión muy asustada.

Si alguien había que pusiera en su lugar a Kagome, definitivamente era la gran señora Sonomi. Realmente yo admiro mucho a esta señora, Kagome da miedo cuando se la pasa regañándome, pero su mamá la pone rápido en su sitio, je, je.

—Muchachos, tengo que hablarles de algo muy importante que ha sucedido hoy, lo cual me tiene tremendamente desilusionada de ti Kagome, y sobre todo, tú Inuyasha—me volvió a ver.

¿Y yo porqué? ¿Qué hice? ¿Por qué me mira de esa forma? Como si quisiera matarme.

—Inuyasha, mi madre te habla, no te escondas tras de mí—dijo Kagome mientras me empujaba al lugar en el que estaba.

Realmente no me había percatado en qué momento me había hecho de tras de Kagome., simplemente mi cuerpo se había movido solo al sentir el miedo, digo, la mirada de la señora Sonomi, claro que no me dio miedo. Yo nunca.

—¿Eh? Eh, sí, claro.
—Muchachos, tengo que hablarles sobre las flores y las abejitas—¿QUÉ? ¿Qué diantres es esa cosa? ¿Y por qué lo dice tan seria?
—¡Ay mama, ya te dije que no estábamos haciendo nada malo, te lo he dicho miles de veces cuando estábamos aquí con lo de la fiesta!—trató de explicarle Kagome, a lo que yo no entendía ni papa del asunto. Me encontraba como las vacas, sin saber absolutamente nada—Además mamá, Inuyasha—me volteó a ver por un instante—¡Solo mira a Inuyasha! Él no sería capaz de hacerlo, primero se moriría de la vergüenza, antes que tratar de propasarse conmigo—¡Ah, con que de eso hablaban!—Y sobre todo, porque Inuyasha me teme madre, antes de que el pudiese hacer algo yo le diría abajo.
—¡Ah! —maldición Kagome te estás pasando.

¡Pasf!

—¡Ups! Lo siento Inuyasha—trató de disculparse.
—¡Maldición Kagome, piénsalo antes de decirlo!…—le regañe desde el suelo, mientras me ponía de pie—Pero esperen un momento nada más—les detuve—¿Alguien me puede decir qué diantres tiene que ver lo de las benditas abejas con las estúpidas flores, con lo que sucedió hoy en el baño?—me quejé—Señora Sonomi, con todo respeto…!Su hija casi me mata con todos los abajos que decía al querer quitarme la ropa para bañarme! ¡Yo no quería bañarme! —Negué con mi cabeza—¡Y esos olores, casi me ahogo con todos esos aromas del demonio! ¡Hasta que ella se volvió loca, hasta casi querer violarme!—le señalé—¡Se metió al baño conmigo! Admito que tal vez estoy exagerando, y que solo ella sabría cómo emplear sus medicinas, pero ¡Diablos! ¡Su hija da miedo!—terminé de exponer mi queja de lo cual Kagome no se iba a ir limpia de esto.

Rápidamente me volteé a ver a Kagome, esta se mostraba pálida. ¿Y ahora que dije? Si solo dije la verdad. Seguidamente miré a su madre y se mostraba sonriente pero a la vez rara…la verdad no sé explicarlo…

—Kagome, espero que no vuelva a pasar, y por favor, no te sobre pases con tu novio ¿Quieres?—¿Novio? ¿Otra vez con esa extraña palabra?—Veo que Inuyasha es un chico ingenuo, pero supongo que está bien dejarlo así —negué con mi cabeza—¿¡Qué quiso decir con eso!?—negué con mi cabeza—Él es un buen chico—sonrió.
—a-ah, ¡Sí mamá! Gracias—rápidamente me volteó a ver—Inuyasha…te quiero en MI habitación Ahora—dijo seria Kagome, maldición, ahora me toca a mi pagar por decir la verdad, que dura es la vida—¡Apúrate!
—¡Ah! ¡Kagome! ¡No me jales de la oreja maldición, Kagome que me duele!

¿Pero qué le pasa a Kagome? Simplemente me llevo arrastrado de la oreja hasta su habitación.
Al quedar solos, cerró la puerta y se sentó frente a mí en su cama.

—¿!Cómo se te ocurre decirle semejante cosa a mi madre, estás loco?—se quejó.
—No estoy loco, solo dije la verdad ¡Casi me violas!—le señalé con mi dedo.
—Y además, como es eso que YO soy tu mujer ¿Eh? Seguramente dijiste todo eso solo por molestar—dijo Kagome mientras miraba hacia otra parte con un notorio sonrojo.
—…Kagome, mis palabras fueron sinceras—rápidamente tomé de su mentón con mi mano e hice que me voltease a ver—realmente, yo…—me sentía nervioso, mi corazón palpitaba fuerte, mientras me acercaba a su rostro. Mientras notaba como ella se sonrojaba más, y cerraba sus ojos. ¿Por qué los cierra? ¿Acaso no me quiere ver?—pero…entenderé si tú no quieres—rápidamente le solté mientras volteaba mi rostro. Realmente quería hacerlo, pero si no me quiere mirar, no lo haré, no, después y en la de menos me manda al piso, ni dios quiera.
—inu-yasha…
—oye Kagome —cambié de tema —¿Qué quiere decir eso?
—¿Q-que? ¿A qué te refieres Inuyasha?—me respondió saliendo de su trance.
—Sobre “Las abejitas y las tontas flores”—al terminar de decir eso, la había puesto realmente roja.
—¡Ah!, bueno, eso. Eso es…es—balbuceó.
—¡Déjate de rodeos Kagome, sabes que eso me enferma!—me quejé.
—¡Ay, eso es para explicarle a los niños como los adultos hacen bebés!—respondió rápidamente mientras cerraba sus ojos y se ponía tensa.
—¿Ah? ¿Cómo hacer bebés? ¿Y cómo es eso?—cuestioné curioso.

En serio ¿Cómo es que funciona? o el mecanismo de eso, a mi corta edad mi madre nunca me dio mención de ello, imagino que aún no tenía a edad. Y nunca pude saberlo, ya que ella me dejó solo cuando era un niño.

—¿¡Qué!? ¿Acaso quieres que yo te lo explique?
—Sí ¿Por qué no?—le sonreí, no debe ser tan difícil.
—¿Pero cómo no vas a saber Inuyasha? ¡Bastante grande estás como para no saberlo! ¿Acaso Miroku nunca te ha contado? —me cuestionó incrédula, sí, que se burle.
—Ah Miroku es un depravado, además, nunca me había puesto a pensar eso. Haber Kagome, como hacen los adultos a los niños ¿Cual es el mecanismo?—pregunté mientras me acomodaba en su cama sonriéndole, esperando su respuesta, ya que me tenía en grandes ansias por saber cómo era ese asunto.
—¡Eres un depravado—respondió ella.
—¿Eh? ¿Y yo porqué? Haber, cállate con eso y solo dime ¿De acuerdo?
—Idiota—respondió ella aún mas roja que antes—¡Bueno, pero después no te quejes!
—Ok, no me voy a quejar de lo que me digas—respondí.
—Bueno, lo que pasa es que…La abejita, llega a la florcita—decía mientras…¿Trataba de enseñarme haciendo mímicas con sus manos?
—Kagome, déjate de tonterías, y no me digas cosas que no vienen al caso.
—¿Pero qué? ¡Ay está bien!—rápidamente tomó dos peluches de perros, y volvió a la misma mímica estúpida que antes—Cuando un perrito y una perrita se quieren mucho, pero mucho, mucho. Es cua—
—¡Maldición Kagome!—regañé arto de la misma tontería—¿Otra vez con lo mismo?
—¡Ay Inuyasha, entiende que eso me da mucha vergüenza!—berreó ella.
—Dilo sin pelos en la lengua, ¿Que te cuesta decirlo?—me crucé de brazos.
—¡Ah!—suspiró—está bien—contestó con gran resignación, luego se acercó a mi—¿Tú sabes que tienes algo muy diferente de las mujeres verdad?
—¿Eh?—le observé, mientras dirigía mi mirada hacia donde ella observaba—¡Kagome! ¡Depravada, deja de mirarme ahí!—¿!Pero qué le pasa!?
—Ok, ya entendiste eso—a lo que respondió, se acercó a mi nuevamente y dijo—los hombres tienen SU cosita, por la cual usan para dejar una semillita a las mujeres dentro. Esto se da con el Sexo—respondió completamente sonrojada.
—Que significa esa palabra Kagome?
—¡Ay Inuyasha! ¿!Y aún así no entiendes? Eres muy ingenuo—respondió ella mientras se acercaba a mi oído, y susurraba su significado con gran lujo de detalles, separándose de mí, mientras tomaba una almohada para cubrir su rostro de la vergüenza, a lo que hice algo parecido. Pero escondiéndome tras mi flequillo.


Espero que se hayan divertido. chaito amigas.