Las navidades con ella.

Tema en 'Relatos' iniciado por Elayne, 22 Abril 2014.

  1.  
    Elayne

    Elayne Lo onitumo lati sọ: wuyi lati pade rẹ.

    Cáncer
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    Mensajes:
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    Escritora
    Título:
    Las navidades con ella.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1435
    Ah! *suspiro* Odio tener que publicar esta historia, a mediados de este mes... Esta historia es para la actividad Beso bajo el Muérdago. Y la verdad ya no me daba ganas de participar, sin embargo, seria de mi parte algo hostil luego de quejarme. xD Y debo decir que es lo mas meloso que he escrito, ando vomitando Glucosa en grandes cantidades xD

    Las navidades con ella.
    La silla se mece con armonía, confundiéndose con el crujido hueco de la madera, miro por la ventana desde ésta y el ostentoso calor me lleva la contraria con mi pretensión inicial. Mis manos arrugadas, evocan un recuerdo premonitorio antes de que me vaya. La mirada se me pierde entre los fotones de luz danzantes. Un cabello mío se confunde con la luz, se pierde en ésta y es imposible volverlo a ver. Mi rostro enervado por los años, por el jadeante clima, se descuelga de mi cuello. Miro hacia un lado, sin aparente motivo.

    El teléfono suena, miro con lentitud a la segunda timbrada, me paro inconsciente de mí mismo. Camino unos pasos para desplomarme como un juguetito. Viejo estoy, no hay duda que la soledad me ha alcanzado, con la muerte a mi lado. Me arrastro para poder llegar a la mesa, mi cuerpo huesudo esta birrioso. Así que con lentitud respiro para no desplomarme en un instante. El teléfono suena, es navidad. El único día en que me llaman, el único día que soy valiente para hablar. Pero hoy no.

    Sostengo el auricular, descuelgo y cuelgo para empezar. Mi corazón se paraliza al pensar, que con ellos nunca más podré hablar. Yo no quiero por lo menos, hablar una vez más: ya hablé mucho antes, además no tengo nada que decir. El inyectable está ahí, mi fiel acompañante la anestesia será. Una vez más este cáncer me hará gritar, el dolor es repetitivo, me acostumbré alguna vez. Me voy acostumbrando ahora.

    Me despabilo en un instante, la respiración se me agita, caigo al suelo, miro el techo blanquecino. Llenos de manchas humanas que llegaron un día, unos de esos días de verano era. Cierro los ojos, aprieto mis manos, las lágrimas me corrompen y me dejan sin pensar en nada. El dolor me adormece…

    Cuánto la quise, los momentos como ésos eran tan efímeros. Ella me quiso a su manera, yo la amé a la mía. Celoso fui tantas veces, aunque se me negaba serlo, entonces me quedaba mirarla con insistencia cada vez que conmigo se quedaba. Su cara perfilada opacó las mañanas que juntos pasábamos ese fin de semana, porque ella irradiaba más luz que el sol. Yo le agarraba las manos al dormir, besaba su frente cada vez que la oportunidad me la daba. Para cuando esa mañana despertó sus palabras fueron.

    — ¿Qué tanto me miras?
    —Debiste ser modelo.
    —No podría serlo; pero seré para ti, sólo en privado.
    —Eso no es ser modelo.


    La abracé, estreché mis manos entre su cintura y la apreté. Le di un beso, unas cosquillas y un te quiero. Nuestras miradas se dieron largas respuestas por un rato, sus cejas fueron un adorno en nuestro juego de mudos. Luego nos desnudamos con timidez, ella me dio mi perfume, yo le di el suyo. Nos lo rociamos e hicimos el amor como dos locos. Las gotas de sudor se entremezclaron tantas veces que la cama olía a orgasmos.

    — Iré a tu casa. Iré en navidad.

    Ella me dijo que no, que su vida aun estaba lejos de terminar con su marido. Que aun debían contarles a los niños. Otra vez me dejaría solo, otra vez la volvería esperar.
    Me tocó esperar.


    Mi corazón se calma, puedo respirar profundamente. Intento pararme y me coloco en un sillón viejo y de olor añejado. El vino blanco fue tantas veces el componente de mis noches tristes y sin sentido. Me acuerdo que estaba en velador a lado de las fotos de antaño y en un intento de poder tomar mi último trago, hice caer el velador al suelo. Una imagen sale volando por el golpe completo de la madera inerte en el suelo. En esa foto está ella. La tomo entre mis dedos, desprevenido, aún mi corazón me pide que me calme. No es momento para terminar este día. Aún no he recibido mi regalo.

    Parecía injusto lo que hacia en esos momentos, en esa noche. Tal vez me arriesgaba a ser rechazado de por vida. Pero no quería un no por respuesta, no me importaba realmente lo que tenia que afrontar, doliera o no doliera. Yo estaba listo para luchar. El amor y sus cosas, nunca terminé de entender, siempre me preguntado ¿habrá alguien que nunca se enamoró? ¿Cómo lo hizo? ¿Cómo se lo saco de la mente? Para olvidar cualquier rastro que éste me propicia.


    —¿Qué haces aquí? —miras atrás, con nerviosismo. Me miras y te petrificas ¿No debiste mirarme con dulzura?
    —Quería verte —te abracé, tú te despegaste de mi calor. Me miraste con lágrimas en los ojos.




    .

    .

    .


    — ¿No quieres ser feliz? —pregunté frenético.
    —No, no puedo. No es que no te ame, es que temo a que fracase. Temo a que esto se rompa en mil pedazos cómo mi matrimonio.
    —Yo tendré paciencia, yo nunca te engañaría. Nos queremos. El amor todo lo puede. El amor…
    —¡Te equivocas, el amor no todo lo puede! El amor no puede darme de comer, ni criar a mis hijos y mucho menos hacerme feliz.


    .

    .

    .
    —Entonces ¿Me voy?
    — Sí— tembló al decírmelo—Espera, no sé. Lo peor es que no quiero te vayas. Lo peor es que… ¡soy muy egoísta! Me he lo repetido tantas veces. Yo gané, me divorciaré… pero, pero es difícil. Que asumas la responsabilidad para con mi familia, que los ames como tú me amas a mí.
    —Yo puedo hacer esas cosas —dije subyugado por el impulso.
    —No serás capaz. ¡Solamente eres un niño!
    —Pero nos amamos. Y sé que suena repetitivo, mentiroso, hasta estúpido que lo diga tantas veces. Sé que suena así… ¿Pero seria malo intentarlo?
    —Puedo ser tu madre ¿sabes?
    —Pero no eres mi madre.
    —Mi familia nunca te aceptara.
    —Pero yo sí los aceptaré. Les daré todo, aunque ellos no me den nada, cumpliré sus caprichos, aunque ellos me hagan la vida imposible, todo eso, sólo por pasar el resto de mi vida contigo.


    Sonreíste como una niña. Tus ojos caramelos se dilataron, te pusiste la mano a la boca y comenzaste llorar. Yo me quedé parado, sin entender bien lo que pasaba por tu mente. Me viste, me coqueteaste como una vez lo hiciste. Y dijiste “Feliz Navidad”


    Han pasado veinte años desde tu muerte. Y ¿sabes? no me arrepiento de nada. Todos los días juego con mi vida, sólo por verte. Tú apareces entonces en mis evocaciones, te quedas grabada en mi alma como lapicero indeleble. Me miras y sonríes de distintas maneras cada día, ¿por qué no soy capaz de irme contigo ahora? Nunca dejé tu recuerdo atrás. Menos lo puedo hacer ahora. Debería terminar con esto. Pero me da la pequeña sensación de que te espero. Te espero de donde sea que estés, de donde sea que te encuentres.


    Me duele el corazón de nuevo. Mi tiempo se agota, ¿dónde estas? ¿Dónde te encuentras en esta Navidad? ¿En el árbol? ¿En la chimenea? ¿En mi cuarto? ¿Dónde?

    El tiempo se ha acabado, tomo el inyectable, lo entierro en mi brazo, recibo a la muerte sin dolor aparente. La sangre fluye de mi boca, la leucemia me pasa la cuenta, tiñe esta Navidad como una parodia sangrienta.

    Yo no quiero que termine así, yo quiero que cuando muera a mi lado estés.


    ¿Dónde estas?


    Perdón, me acuerdo, que sólo en mis recuerdos te puedo encontrar.

    La Navidad de hace veinte años fue agradable. No estaba tu familia, no estaban tus hijos ni tus parientes más cercanos. Estábamos tú y yo en una mesita de un restaurante. Nos quedamos mirando la plaza de ese lugar. Entonces viste niños y me preguntaste: ¿te hubiera gustado tener una familia?
    — Amor, cuide de tus hijos. No hay más familia que ellos para mí.

    — No seas mentiroso —ríes de esto.
    —Una vez me dijeron, que José cuido de Jesús, porque amaba mucho a María. Tal vez esto suene ambiguo de mi parte. Pero es de la misma forma que te amo, no me importa no tener más familia. Tú me bastas y me sobras.
     
    Última edición: 22 Abril 2014
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  2.  
    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

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    Convengamos que es bastante meloso, pero por lo menos no me molestó: es un relato tan bien narrado, con una fluidez tan amena, que pudo mantenerme constantemente atento, disfrutando de la lectura. Se sobreentiende, con esto, que no se apreciaron errores ortográficos para corregir :P.

    La escena introductoria me ha generado sensación de tristeza, se me estrujaba algo por dentro al ver la maltrecho que estaba el protagonista. Sus caídas al suelo se me hicieron bastante impactantes, aunque me pregunto qué hacía un juguete en el lugar donde él estaba. Por otro lado, me gustaron mucho las descripciones, la forma en que se construyeron los escenarios de los planos temporales de la historia (presente y recuerdo).

    Fue bastante ardiente la escena donde se aman con lujuria; qué fuerte cuando ese párrafo es rematado con un "Las gotas de sudor se entremezclaron tantas veces que la cama olía a orgasmos", jaja. Inmediatamente después me tomó desprevenido saber que el protagonista era un amante, eso para mí volvió la trama interesante, a pesar de que la presencia de las infidelidades es un elementos bastante frecuente para darle dinamismo a las tramas del género romántico. Lo que no recuerdo haber visto es al amante sintiendo con gran intensidad ese tipo de relación, sabiendo que la otra ya estaba casada y que sufra mucho por ello. Manejaste con gran habilidad sus sentimientos.

    El momento de la muerte rompe momentáneamente ese aroma a amor y desdicha que emanó largamente de tus palabras, pero así y todo la forma de la narración no dejó de perder su amenidad, amenidad que le hizo sumar muchísimos puntos.

    Una pena que no lo hayas presentado para la actividad "Beso bajo el muérdago". No leí lo que presentaron los otros participantes, pero una corazonada me dice que lo tuyo habría tenido posibilidades de destacar :).
     
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  3.  
    Kai

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    Un escrito impecable Elayne <3

    Es dulzón, así que da ternura, pero no es molesto, no fastidia ni aburre, todo lo contrario te sumerge en la trama, por que bien se sabe que hay algo más profundo que una tontería de niños. Incluso es algo rítmico el relato, nada que pueda reprocharle.

    Con la edad lo que quedan son los recuerdos, y me alegra mucho que todo haya salido perfectamente, no es para nada necesario arrepentirse, se ve que ambos finalmente vivieron su vida a plenitud.

    Coincido con Bruno, esa escena fue excepcional, no la vi fuerte, la vi indicada. Acá la gente teme a ciertas cosas, por ello censuran palabras, pero venga, hay que saber colocarlas donde van, y si se necesitan, que se pongan. Fue encantador, liberador leer ello e intenso pensarlo.

    Y primera historia que leo y no me resulta un tanto predecible, no es necesaria la presencia del dichoso muérdago para que cumpla la consigna.

    Felicidades.

    Puntuación en el tema del concurso.
     
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