Coraje el Perro Cobarde Las momias

Tema en 'Fanfics sobre TV, Cine y Comics' iniciado por Fénix Kazeblade, 24 Octubre 2018.

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    Fénix Kazeblade

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    Escritor
    Título:
    Las momias
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1684
    Coraje y su familia habían dejado Ningun Lugar atrás para salir de vacaciones, habían viajado bastante lejos desde aquel pequeño pueblecillo yermo hasta un ciudad colonial y podría decirse que un tanto mágica. Se llamaba Guanajuato, se encontraba dentro de otro estado con el mismo nombre, en el país de México, en este sitio, cada calle y lugar contaba una historia sobrenatural, contaremos las desventuras de una de ellas.

    ― Oye justo mira cuantos dulces, tan diversos y lindos― indicaba Muriel entusiasmada tomándose sus mejillas― ¿Qué es este líquido color café? disculpe. ― preguntó señalando una de las cubetas repleta de este.

    ― Se llama cajeta madam― respondió el tendero, un hombre bajo y con un intento de bigote. ― ¿quiere probar? ― dijo ofreciendo un poco untado en un palito.

    La mujer de pelo blanco y rizado no dudó dos veces y se lo metió a la boca, degustando el sabor ahumado y acaramelado.

    ― Mmmm está muy bueno, toma un poco Coraje.

    ― Aquí tienes amiguito canino.

    Coraje tomó lo chupó y mordió al meterlo a la boca, al intentarlo sacar por el efecto chicloso de la sustancia toda su dentadura salió de su boca hizo esa risa nerviosa y apresurada y se lo volvió a meter sonriendo.

    ― ¿Qué dices tu Justo? ― preguntó la ancianita ofreciendo un palito de muestra que llevaba en la mano.

    ―Bah, boberías…― espetó Justo con su acostumbrado humor.

    Coraje de un saltó tomó el palito con sus dientes y comenzó a chuparlo.

    ― Ya saben lo que dicen, no puedes comer solo uno―dijo para sí mismo.

    ― ¡Mira Muriel! ― exclamó su gruñón esposo señalando un enorme sombrero de charro en la cabeza― ¡me cubre toda la calva!

    ― Te vez como una apuesto mariachi, ¿verdad Coraje?

    Coraje tenía un al menos cinco dulces artesanales en la boca y negó con la cabeza.

    ― Creo que te gustaron mucho los dulces mi Coraje―le dijo sonriendo Muriel mientras los pagaba. ― Vayamos a visitar otras cosas en esta bonita ciudad, escuché que había un museo de momias ¿Quieres ir Coraje?

    El perrito nervioso abrió los ojos y negó rápido mientras se pasaba todos los dulces.

    ―No, no ni que fuera Capulina, no…― declaró jalando sus orejillas y jalándole el vestido.

    Muriel con su acostumbrada actitud dispersa y despreocupada lo ignoró, Justo no, pero solo le echó encima un montón de sombreros encima.

    ―Toma estúpido perro, lleva mis sombreros jeje.

    ― Pues ni modo, igual aquí la vida no vale nada. ― indicó resignado el perrito avanzando a duras penas con saltitos.

    Unos minutos más tarde estaban frente a un sitio que en el exterior no tenía nada extraordinario, parecía un edificio más, pero bastaba ver al guardia y su cara un tanto siniestra para entender que algo ocurría allí.

    El can rosado al verlo comenzaron a temblarle las piernas.

    ― Pasen por favor por aquí― declaró sonriendo maliciosamente mientras retiraba la cadena que apartaba a la gente de la entrada.

    ―¡Nuuuu! ― aulló prolongadamente Coraje como solía hacerlo en estos casos y como siempre no le hicieron caso.

    Cruzaron el umbral y allí estaban, exhibidas ante luces torcidas figuras humanas marchitas, en poses extrañas y tortuosas, de un naranja amarillento, su cara esquelética espantaba a Coraje.

    Se escondía detrás de las faldas de Muriel mientras que el guía daba la historia y las leyendas de cada uno de esos seres.

    ― ¿Tienes miedo mi Coraje? ― cuestionó dulcemente su dueña.

    El afirmó moviendo la cabeza y ella se agachó para cargarlo. Ya en sus brazos le acaricio la cabeza y le sonrió.

    ― Sé que pueden asustar un poco, pero no pasa nada, ellos solo son distintos a nosotros, no por eso quiere decir que sean malas. ―explicó Muriel― mira esa de allí se parece mucho a Justo, esta flachucho y parece que está enojado, solo le hace falta su gorro y su overol. ― agregó riendo.

    Coraje lo hizo también relajándose.

    ― Bah, mujeres, todas son iguales― refunfuño Justo cruzándose de brazos.

    Curiosamente así parecía estar lo que los hizo verse más similares, Muriel y Justo rieron aún más.

    Coraje bajó ya sin miedo y se acercó a verla de cerca examinándola, recordando lo que Muriel había dicho. Entonces ocurrió lo impensable, la momia bajó la cabeza le guiño con la cuenca donde había estado su ojo.

    Coraje pegó un grito estridente, su boca se abrió de tal manera que pudo verse un grupo musical diminuto dentro de él con el cantante haciendo “ay, ay, ay” como era tan característico en esa música, al son de la misma.

    Corriendo fue hasta con Muriel y movió su delantal indicándole con señas lo que acaba de ocurrir.

    ― Jejeje si, si, así es, esa es la momia que parece Justo― indicó ella sin realmente entenderle.

    Al girarse observó que otra de las momias, esta ocasión una mujer buscaba peinar lo que quedaba de su cabello, pocos segundos después tanto el mechón como la muñeca se desprendían, en otro estante un soldado tomaba su fusil y comenzaba a pegarle con este al cristal, era entonces cuando la gente se daba cuenta; una mujer gritaba asustada, un hombre rollizo comenzaba a empujar a todos para salir por la entrada, una a una las momias comenzaban a romper su cristal.

    ― ¡Oh cielos! ― exclamaba Muriel.

    ―¡Ey todos ustedes, nadie toque mis sombreros! ― declaraba Justo.

    Las momias comenzaban a tomar a las personas y cargarlas en sus hombros o jalarlas si tenían un menor tamaño.

    ― ¿Dónde está el santo enmascarado de plata cuando se le necesita? ― murmuraba Coraje.

    Entre dos de ellas tomaban a Muriel entonces, ella gritaba percatándose apenas.

    Coraje se lanzaba encima de una de ellas y comenzaba a morderle el brazo sacudiéndose, por desgracia este se desprendía y se quedaba con la extremidad mientras el muerto vivo huía.

    ― Ay quería que alguien me diera una mano, pero no así...

    ― ¡Ey tu! ¡Deja mis sombreros! ―declaró Justo, dándole un manazo a una que se probaba uno de paja.

    Esto hacia que lo notara, soltaba entonces el sombrero, Justo lo tomaba riendo pero la momia lo cargaba él llevándoselo, este preocupandole menos su seguridad más que lo que le cubría la calva no ponía resistencia.

    En pocos segundos ya todo se habían ido.

    Coraje se jalaba las orejas desesperado mientras intentaba pensar que hacer.

    ― ¿Quiere ayudarlos? ― preguntó una voz adversa, al girarse se encontró al hombre que había visto en la entrada. ― yo sé dónde se los llevaron, podemos ir por ellos.

    Coraje dudó, su aparición repetía justo después y que no le extrañara para nada que las momias estuvieran por allí caminando.

    ― Pues ya que…

    ― Muy bien, dicho perro, ahora vamos, debemos darnos prisa.

    Coraje miraba al hombre mientras conducía, era delgado y parecía que sus ojeras habían adquirido ojeras, vestía elegantemente con un traje que más bien parecía de una funeraria.

    ― Los sacaremos de allí perro, ya veras, eras malvadas momias, ya veran...― no cesaba de repetir.

    Donde se detuvieron era una iglesia de color mostaza y acabados rojos, dos torres se alzaban de cada extremo frente a una puerta de madera enmarcada con cantera, situada en la calle principal.

    Coraje lo miró extrañado, el hombre con la misma sonrisa siniestra le señaló la entrada.

    ― Están allí dentro, ve a rescatarlos perrito.

    Coraje tomó fuerzas como siempre lo hacía, hinchó su pecho y arqueó sus cejas decidido.

    ― Lo que uno hace por amor.

    Entró lentamente vigilando no ser visto, pocos segundos después salía gritando con Muriel y Justo cargándolos en los brazos.

    ― Mi Coraje viniste por nosotros. ― le dijo felizmente su dueña― buen perro.

    Coraje apenas sentía sus pies al correr, el hombre les ofreció su subir.

    Las momias no tardaron en aparecen en la puerta y seguirlos, sin embargo justo en ese momento el hombre aceleró.

    Coraje miró por el retrovisor como comenzaban a quedarse atrás. Estaba a punto de considerar todo como una victoria hasta que observó a sus dueños. Muriel y Justo comenzaba adelgazarse, su piel comenzaba a ponerse de quebradiza y seca, se transformaban en momias.

    ― Hace muchos, muchos años, mucha gente comenzó a enfermar aquí de manera extraña― declaró el conductor― nadie sabía que era, pero estiraban la pata pronto, quedando sus cuerpos secos, justo como ellos, yo lo hacía, no podía tocarlos haya adentró Coraje, pero tú los trajiste hacia mí, ahora esas entrometidas momias no pueden protegerlos. ― sentenció dando carcajadas.

    Coraje se sintió terrible, creyendo que los ayudaba terminó por condenarlos. Desesperado pensó que hacer dentro del auto, observó hacia afuera y pasaban justo por los dulces que había probado tiempo atrás. Tomó unas gigantescas pinzas y se sacó un diente de oro que dejó como paga al vendedor por un vote entero de cajeta y una paleta, riendo la lamió una par de veces y luego le echó el líquido pegajoso al hombre en la cabeza.

    ― Toma una probadita.

    Este se vio obligado a frenar de improvisto para no chocar.

    El perro de pronto pudo ver que aquellos seres que habían resultado ser los buenos se acercaban a lo lejos, abría la puerta del auto y sacaba a Muriel y Justo antes de que terminara el proceso, felizmente veía que conforme se iban alejando recuperaban su forma normal, de igual manera pudo ver como el hombre todavía atrapado en la cajeta era rodeado por la momias, que terminaban lanzándose sobre él.

    *********************************

    Todo había resultado bien al final, la noche había caído y todo se encontraba iluminado con luces de farolas, Coraje se encontraba en la presa de la ciudad disfrutando de un esquite a su lado se encontraba su nuevo amigo, la de delgada momia que le había saludado por primera vez.

    ― Descubrimos que había vuelto, es una especie de ser que produce enfermedad, teníamos que hacer algo pues planeaba utilizar a todos los que fueran al museo hoy― explicaba― pero al final gracias a tu ayuda perrito, está justo donde pertenece.

    En una exhibición del fondo del museo estaba la momia más fea de todas, su rostro mostraba verdadero miedo, vestía un traje elegante como el que se usaría en una funeraria.

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    Última edición: 24 Octubre 2018

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