Las Memorias del Cerezo (mejorada)

Tema en 'Fanfics Abandonados de Naruto' iniciado por Lady Katherine, 23 Noviembre 2010.

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    Lady Katherine

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    Título:
    Las Memorias del Cerezo (mejorada)
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    2110
    Las Memorias del Cerezo
    Prólogo

    Estaba despierta desde hace rato, pero hacía tanto frío que decidí quedarme acurrucada en mi cama, después de todo, no tenía nada urgente que hacer. Abracé a mi querida Yoshi, que duerme conmigo desde que era una cachorrita indefensa. Su pelaje, en vez de causarme molestias, me abrigaba en las noches más frías.

    Recuerdo que cuando tenía cinco o seis años, estaba jugando con Kimiko en el bosque y fue allí donde encontré a una hermosa y blanquísima cachorra de lobo, con graves heridas y casi al borde de la muerte; quizás, fue atacada por los de su manada por ser diferente a ellos o tal vez por algún cazador. Lo cierto es, que desde que la llevé a mi casa y me ocupé de ella, se convirtió en mi mejor amiga. La única que me ha visto derramar tantas lágrimas como para llenar un lago o dar brincos de felicidad.

    No sé, pero… cada vez que le hablo, cada vez que la acaricio, siento que entiende cada palabra que le digo y que también me responde de la forma más clara y simple en su propio lenguaje, que a veces logro transformar en palabras humanas.

    En eso, escucho que la puerta de mi habitación se abre, pasos conocidos que se acercan a mi cama, mientras yo aprieto más los ojos para fingir estar aún en el reino de los sueños. Siento como mi cama se hunde por el peso del recién llegado, sólo por esta vez, quiero que me deje seguir durmiendo.

    - Sumi-chan. – Susurra mientras me mueve poco a poco, intentando “despertarme”. Aprieto más los ojos y entre farfulladas digo algo así como que es muy temprano todavía.

    Se ríe y en vez de seguir con sus intentos de levantarme trata con mi hermana, consiguiendo el mismo resultado.

    - Son unas perezosas. – ­­Se queja.

    - Y tú pareces el pájaro madrugador. – No sé qué horas sean pero lo más probable es que todavía no sean ni las siete.

    - No entiendo porque siempre están tan cansadas a la hora de despertar, si todos en esta casa nos dormimos temprano y ustedes son las únicas que se quejan de levantarse a la hora que Dios manda.

    Kimi y yo nos miramos mutuamente, quizás él y todos los demás se vayan a dormir a eso de las nueve o diez de la noche, pero casi todos los días nosotras nos quedamos hablando hasta casi las dos de la mañana. Total tan sólo somos un par de chicas ¿no?

    Al final, ambas nos levantamos de la tan adorable cama, resignadas a que ya es hora de poner los huesos en punta, como dice Agatha-san.

    Me des esperezo y abrazo fuerte a mi hermano mayor, que cada día tiene la paciencia de ir a levantarnos. Le doy un pequeño beso en la mejilla y por fin salgo del cuarto para ir al baño. Al entrar, me lavo la cara, me cepillo los dientes y finalmente entro a la ducha.

    Sentir el agua caer sobre mi cuerpo me relaja, comienzo a divagar… Pensamientos distintos se entrelazan en mi cabeza. Oigo el perenne alboroto de la casa, que persiste cada día y que la hace tan especial y única: mi casa.

    Pero este es un alboroto diferente al de todos los días, pues, hoy es treinta y uno de diciembre. Lo más probable es que Sarah esté corriendo de un lado a otro buscando las decoraciones, que Agatha-san esté en la cocina, haciendo el desayuno y la pequeña Sakura-chan esté jugando con su casita de muñecas en el suelo de la cocina, mientras todos los demás intentan no pisarla.

    Sakura… mi madre también se llama así, me da cierta tristeza pensar en ella y en papá, ya que hace varios años que se fueron de viaje y hasta ahora no regresan.

    La noche en que se fueron, el cielo estaba lleno de estrellas, la brisa nocturna era de lo más agradable y mientras ésta mecía las copas de los árboles y mis cabellos; mi padre me tenía en sus brazos. Habíamos salido de la casa hacía media hora y él caminaba lento y parsimonioso. Parecía, que trataba de demorar el momento lo más que pudiera.

    Abrí los ojos soñolientos y noté que por su rostro caía una lágrima solitaria, que bajaba hasta sus labios y se perdía por fin en mi ropa. Con mi mano, sequé el rastro dejado y me acurruqué más en su pecho. Me sentía tan pequeña y tan a salvo gracias a él…

    Al contacto, notó que estaba despierta. Me dedicó una pequeña sonrisilla, me arregló el cabello y me abrazó más fuerte.

    Algo quiso decir en ese momento, pero la voz no llegó a su garganta. Pasó un rato así, con la mirada perdida en algún lugar del bosque, avanzando a pasos lentos y pegándome más a su pecho. Mirome con ternura y besome la frente, para luego decir:

    - Natsumi… Hija, yo… tu madre y yo tenemos que viajar. Vamos a estar fuera por unos días.

    - ¿No puedo ir yo también?

    -No… es… es un lugar peligroso para los niños.

    - Si es peligroso, ustedes tampoco deben ir. – Dije en mi último intento para convencerlo.

    - Es diferente… nosotros somos grandes y nos sabemos cuidar. Mientras, te vas a quedar con Agatha-san. ¿Está bien?

    Un bostezo y una respuesta afirmativa siguieron a esa pregunta y antes de volver a dormirme le di un pequeño beso en la mejilla.

    -¿Por qué mi mami no se despide de mí? – Pregunté y sentí que su piel se erizaba no sé si por frío o por alguna otra razón diferente al clima.

    - Porque… ya sabes que ella odia las despedidas. Siempre se pone muy sentimental con esas cosas.

    - Ya veo… - expresé con un tonito entristecido, de verdad quería despedirme de ella. – Entonces… tienen que irse lo más pronto posible, porque mientras más pronto se vayan, más pronto van a volver. – Le sonreí tan ampliamente como pude; él solo me miraba enternecido y un tanto triste, también me sonrió y me prestó su regazo para dormir cómodamente.

    - Se supone que ibas a volver pronto, papá… Te extraño mucho.

    Salgo de la ducha, mi estómago hace ruidos graciosos y me apresuro para ir a desayunar. De seguro, hay mucho que hacer.

    ***************************

    Ya es media noche, es hora de comer las doce uvas y pedir los doce deseos.

    Sonrío, esta siempre es mi parte favorita… todos reunidos mirando hacia el cielo estrellado y pidiendo en silencio, que se cumplan sus más preciados anhelos.

    Bueno, con la primera uva, va el primer deseo:

    - Hoy, noche de Año Nuevo, deseo que las familias se quieran más.

    -Segundo: Hoy, quiero que tanto Agatha-san como todos los aquí presentes gocen de buena salud, que estén siempre protegidos y que les vaya muy bien en sus vidas.

    -Tercero: Hoy, quiero que sea en donde sea, mis padres estén bien.

    -Cuarto: Deseo que este año sea mucho mejor que el anterior, lleno de risas, cariño y nuevos amigos.

    -Quinto: Deseo volver a ver a mi Oka-san y a mi Otou-san.

    -Sexto: Quiero volver a ver a mi Oka-san y a mi Otou-san.

    -Séptimo: Deseo volver a ver a mi Oka-san y a mi Otou-san.

    -Octavo: Anhelo volver a ver a mi Oka-san y a mi Otou-san.

    -Noveno: Deseo volver a ver a mi Oka-san y a mi Otou-san.

    -Décimo: Quiero que ellos estén orgullosos de mí y que vuelvan pronto.

    - Undécimo: Que Kota-kun encuentre a una chica buena de la que se enamore. – Como la uva y miro de reojo a mi hermano, está sonrojado y con la mirada en el suelo, sí me escuchó.

    -Duodécimo y último deseo: Quiero probarme que puedo dar más de lo que ahora doy…

    Al terminar de pedir mis deseos, comenzaron los fuegos artificiales. Es hora de festejar, entramos a la casa y comenzamos a comer. La algarabía propia de la fecha no se hace de rogar y aparece de inmediato.

    Es lo mismo siempre que se reúne la familia. La hija de Agatha-san, Sarah, con sus tres hijos, Kotaro, Kimiko y Sakura se sientan a la mesa todos en línea, y es gracioso como todos ellos levantan al mismo tiempo el brazo izquierdo para llevar la comida a la boca, es divertido, parecen estar sincronizados. Además, todos ellos están sentados del más grande a la más chiquita.
    Hioshi-san se sienta a mi lado. Conversamos. Unas cuantas frases luego me da la fórmula para cumplir mi deseo: Ha oído sobre unos ninjas rastreadores que me pueden ayudar a encontrarlos.
     
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    Lady Katherine

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    Las Memorias del Cerezo

    Capítulo I

    Es el día perfecto. De hecho es mucho más que perfecto. Es un día grandioso, el cielo es el más azul que he visto en mi vida y las nubes parecen esponjosas y blancas almohadas y no solo eso; después de tanto tiempo voy a verlos, voy a ver a mis padres.

    Sé que todo va a ser como antes, o quizás mucho mejor que antes. Sé que me deben muchas explicaciones, pero no me importa.
    Lo único que importa ahora es que los volveré a ver. Esos rastreadores de seguro los van a encontrar donde sea que estén.
    A cada paso que doy, mi corazón se acelera más y más. Por fin, nos estamos acercando cada vez más. Por fin, ya no estaré extrañándolos siempre. Por fin… ya no estaré sola.
    Mi hermano nos acompaña; después de tres días de viaje, por fin diviso la Aldea Escondida entre las Hojas. Yoshi mueve la cola expectante e impaciente. Parece que al igual que yo, está muy emocionada. Yo sólo le sonrío a mi fiel compañera.
    Ya nada puede salir mal, eso pienso, pero a veces el destino es tan cruel.

    Cruzamos el gran portón de la aldea, es mucho más hermosa de cómo me la imaginé.

    ***************************

    - Vamos a buscar algún lugar para pasar la noche, se está haciendo tarde. – Dice Kota-kun hurgando con la mirada el lugar. Estoy de acuerdo, después del largo camino recorrido nos merecemos un buen descanso. Pasamos por un puesto de comida, mi estómago suena.
    -¿Qué te parece si vas a registrarnos en la posada mientras yo voy buscando algo para comer?

    - Bueno. Nos vemos en ese puesto de ramen.

    - Claro. Te espero.

    Voy a matar dos pájaros de un tiro, como y de paso podría averiguar sobre dónde puedo encontrar a esos rastreadores. Busco en mi bolsillo el papelito en el que anoté sus nombres.

    - Mmm… aquí está… Se llaman: Inuzuka Kiba y Aburame Shino. – Y examinando el papel entro al local. Me siento en una de las sillas disponibles y pido algo para comer.

    En ese momento mi atención se dirige completamente a un hombre rubio que casi se atragantaba con la comida, llorando de una forma cómica y agradecida.

    -¡Qué rico! Tenía mucha hambre, de veras. – Dice entre bocado y bocado. Me vendedor y su acompañante lo miran con caras de estar acostumbrados a la escena desde hace mucho.

    - ¡Pero si tan sólo han pasado dos horas desde que comiste algo! – Le recrimina.

    - Pero igual tengo hambre, Kakashi- sensei.

    - Ay, Naruto. – Dice resignado. – Ni siendo Hokage cambias tu forma de ser. El recriminado lo mira con una cara de perrito lastimero, le dedica una sonrisa de oreja a oreja y sigue comiendo, pero esta vez más calmado.

    - Señorita, su sopa. – Me indica una chica con una linda sonrisa.

    - Em… Gracias. - Vuelvo la mirada a mi plato ya servido, y empiezo a comer, le doy un poco a Yoshi que también debe tener hambre.

    Escucho los pasos de alguien que entra, y volteo esperando que sea mi hermano porque si no se va a enfriar la comida. Pero en vez de ver la silueta delgada y un tanto larguirucha de mi hermanito querido me encuentro con la silueta bien torneada de un joven que se acerca al grupo de escandalosos.

    Debe tener la misma edad que yo o quizá un par de años más. Es bastante guapo. Sus ojos son de un azul marino realmente atrayente y su cabello es de un color muy parecido.

    Hacemos contacto visual y yo vuelvo a mi plato. Disimulo la mirada, solo los miro con el rabillo del ojo. Aunque su cabello es raro, ese chico es de lo más lindo. Yoshi se da cuenta de que me gusta y ladra emocionada… el ladrar es un hábito perruno que se le ha pegado, esto hace que los extraños personajes se den cuenta de nuestra presencia.
    Tanto el rubio como el peli plateado me ven como si hubieran visto a un fantasma. No sé el tipo de la máscara, pero el rubio se ha puesto pálido. El recién llegado los mira y luego a mí, está obviamente confundido. Odio que me miren como si tuviera tres ojos y cuatro orejas, así que pago la cuenta y salgo lo más rápido que puedo de aquel restaurante, Yoshi sólo me sigue.
    Voy por ahí buscando a Kotaro, pasan unos minutos en los que me siento un poco más aliviada porque ya no tengo a esos tipos raros cerca.

    - ¿Dónde se metió? – Volteo y me doy cuenta que me están siguiendo. Me llaman y me piden casi desesperados que me detenga pero yo ni loca lo voy a hacer. Aumento la velocidad y salto hacia los tejados, pensando perderlos pero ellos imitan mi acción.
    Volteo y me doy cuenta de que solo el peli plateado y el chico me siguen, no hay señales del rubio. En eso, me fijo en que ambos tienen unas máscaras blancas a los costados, como esas que se usan en los carnavales.
    Recuerdo la advertencia de mi madre, ella me dijo una vez que si un día me encontrara con uno de esos tipos huyera lo más rápido que pudiera del lugar.
    Y eso hago; llegamos hasta el bosque. Mientras Yoshi los distrae, yo avanzo lo más rápido que puedo. Cuando no los diviso me relajo un poco y bajo de aquel árbol. Justo en el momento en que aparece el chico de pelo azul por delante de mí. Aunque me asusta la idea de entrar en combate me pongo en guardia.
    - Escucha, no quiero pelear contigo…. Es más, no sé qué está pasando pero sólo queremos hablar contigo.

    - Yo tampoco quiero pelear pero me están obligando a hacerlo. – Que diga que lo que diga, nada me asegura que esté diciendo la verdad, no le creo y lo ataco. Pero él fácilmente esquiva mis golpes, hasta que aparece Yoshi y lo muerde por detrás.
    Aprovecho el momento y lo golpeo, dejándolo en el piso. Entonces corro lo más rápido que puedo, trato de esconderme en donde sea, huir, pero me siento fatigada y mis piernas comienzan a flaquear. Aun así no me rindo, aún corro pero no con la misma velocidad de antes. Y de un momento a otro el tipo de la doble máscara me da el alcance. ¡¿Cuál es el sentido de usar dos máscaras?!

    Sigo huyendo, tengo miedo. Pero es en ese momento que él habla y todo cambia.
    - Espera, Natsumi. – Me paro en seco. ¿Cómo rayos sabe mi nombre? – Yo conocí a tus padres… - Su información me deja pasmada y me quedo parada esperando que continúe, porque… después de todo él puede saber donde están. – Ellos… ellos eran mis alumnos hace años. – De uno de sus bolsillos saca una foto que parece haber sido tomada hace mucho tiempo y me la muestra para probar que lo que dice es verdad.
    En ella aparecen tres chicos de unos doce o trece y también mi interlocutor, reconozco a dos personas en esa foto: ¡Son mis padres cuando eran niños! Hay otra cara en ella que me parece conocida pero no sé de dónde.
    - Soy Kakashi Hatake – se presenta – ¿sabes? Te pareces mucho a Sakura, de hecho, creería que eres ella cuando era joven sino fuera por el color de tu cabello. – Mi cabello… es del mismo color que el de mi papá. Pero en todo lo demás, como dijo Kakashi, soy idéntica a mi madre, o eso creo. - Desde hace mucho que quiero hablar contigo. – me dice.
    - Mi nombre es Natsumi. Y lamento que haya tenido que pasar por esta persecución. – Digo haciendo una pequeña reverencia, en eso, el chico de cabello azul nos da el alcance y al igual que él, mi fiel Yoshi. Al parecer, ambos comienzan a agradarse, pues ahora ella no ladra ni aúlla y solo mueve la cola como un pequeño cachorro.
    De seguro es una buena persona y cada vez que lo pienso creo que se ve de lo más lindo, pero este no es el momento para pensar en esas cosas. Ahora lo único que importa es saber donde están mis padres… pero hay algo que me dice que no me va a gustar nada lo que ese señor sepa.

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    Continuará
     
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    3100
    Las Memorias del Cerezo

    Capítulo II



    Hago de lado mis presentimientos. Después de todo, ahora estoy tan cerca... No voy a dejar que tontos e infundados presentimientos me arruinen el momento.



    Trato de enfocarme en lo que sucede, pues, realmente estoy emocionada. Como no estarlo si son prácticamente diez años en los que he soñado con este momento; soñando con volver a ver a mis papitos… y que todo sea como antes de que ellos hicieran ese largo viaje.



    Yoshi se me acerca tranquila. Me agacho para ponerme a su altura y acariciar su suave pelaje. Tiene algo extraño en la boca y me acerco para poder averiguar que es, me llevo una sorpresa cuando veo que es un trozo de tela. En un acto reflejo miro al muchacho de cabello azul para ver si es el dueño, cosa que compruebo fácilmente al ver su pantalón rasgado.



    Me altero un poco al darme cuenta de que su pierna está sangrando, mas su rostro está inalterable, como si no le molestara ni un poquito la herida que a simple vista se ve bastante profunda.



    Me siento culpable pues es por mí que Yoshi lo mordiera. Gracias a Dios, fue solamente una mordida; si es que ella hubiera notado el mínimo deseo en él de hacerme daño… pues… seguramente se lo habría devorado.



    - Estás herido, por favor déjame ayudarte. – digo de forma amable mientras me pongo de pie. Ahora estoy muy segura de que puedo confiar en éstos dos personajes. Pero, al parecer él no confía mucho en mí, pues se muestra renuente a aceptar mi ayuda. No lo culpo por no confiar en mí. Digo, es que, si alguien te tira una patada que te hace romper siete árboles con tu cuerpo y luego viene su loba y te muerde… no es que de pronto quieras confiar en ella ¿o sí?



    - Por favor. – Ante esto, él sólo me muestra una sonrisa pequeña.



    - Está bien. – Me dice, y una risita divertida antecede a lo que quiere decir – pero esta vez que tu “pequeña mascota” no intente comerme.



    - Ella no intentó comerte. De haberlo hecho, lo habría logrado. – Digo como si fuera lo más normal del mundo. Y en realidad es así, si Yoshi hubiera querido… se lo hubiera tragado sin dejar rastro alguno de su existencia. Él me mira con los ojos abiertos como platos, obviamente llenos de sorpresa y de temor. Lo que me parece realmente extraño… si se dice un ninja debe estar acostumbrado a situaciones como éstas, ¿no?



    Después, enfoca su mirada en mi fiel compañera y traga grueso. No dice nada sólo va y se sienta al pie de un árbol, esperando a que yo proceda. Eso hago, me acerco y hasta este instante el peli plateado no ha dicho palabra; mejor así. Llego hasta el chico de cabello azul, me agacho y comienzo a tratar su herida con una técnica que mi oka-san me enseñó.



    Al examinar la herida me doy cuenta de que no es tan profunda como pensé en un principio. Al estar tan cerca, me fijo en sus ojos… ¡son preciosos! Con la luz, aquel tono azul marino va tomando un tono gris oscuro. Tengo razón… sus ojos son verdaderamente hermosos.

    Vamos Natsumi en que estás pensando… concéntrate en la herida ¡Concéntrate en la herida! Sí, eso es lo que tengo que hacer y lo que trato de hacer… pero él no me lo pone muy fácil. Siento su mirada sobre mí mientras no puedo controlar un estúpido e inoportuno sonrojo en mi rostro, sólo doy gracias de que mi oscuro cabello sea lo suficientemente largo como para cubrir mi cara.


    Trato de pensar en alguna otra cosa, sólo para que este estúpido sonrojo desaparezca de una buena vez. Cuando de pronto, de reojo veo las extrañas máscaras que ambos usan. La advertencia de mi madre me vuelve a la cabeza, también recuerdo las muchas veces que nos habíamos encontrado con alguno de los tipos que usaban máscaras como ésas… y en todas las ocasiones terminábamos escondiéndonos o yéndonos rápidamente del lugar. Mi curiosidad se vuelve demasiada, así que sólo pregunto. Quizás así se me quite.



    - Oye, ¿Qué significa esa extraña máscara que usas? – Pregunto sin despegar la vista de la herida.



    - Significa que pertenezco al escuadrón especial ANBU. – Me dice con cierto orgullo en su voz. – Hay que ser realmente bueno para pertenecer a este escuadrón. – ok y ahora se está luciendo ¿porqué los chicos tienden a hacer eso cuando estoy cerca? pero sin siquiera darse cuenta está yendo justo a donde quiero.



    - ¿Por qué? – pregunto aún con la mirada fija en su herida.



    - Porque nosotros nos dedicamos a acabar a los más peligrosos criminales. -¡¿Criminales?! ¿Éste chico me está diciendo que mis padres son criminales? Y no criminales comunes… poderosos y peligrosos criminales. Esto debe ser un malentendido. Sí, eso es. Un simple malentendido.



    - Claro que muchas veces personas inocentes pueden ser injustamente clasificadas de esa forma. – Interviene Kakashi. De seguro él ha adivinado mis pensamientos. Y con esas simples palabras me tranquilizo. Mis padres definitivamente no pueden ser criminales. Digo es que ellos han sido, son y serán los mejores padres del mundo… aunque me hayan dejado hace casi diez años al cuidado de Agatha-san. Sólo espero que estén bien… sólo eso. Aunque hay muchas cosas que aclarar, no me importan; sólo quiero verlos otra vez.



    El chico de cabello azul me mira sin decir nada, y de pronto dice él como salido de un letargo.



    - ¡Eh!- Lo siento, mi nombre es Kaito Hatake.



    - ¿Hatake? ¿Ambos son familiares? – Pregunto.



    - Pues, sí. Él es mi tío, sensei y compañero. – Dice con una linda sonrisa.



    - Ya veo. Pues mi nombre es Natsumi Uchiha, es un gusto conocerte. –digo mientras lo veo y una amable sonrisa se forma en mi rostro. Pero él no tiene la misma reacción. Su sonrisa se borra para darle paso a un gran gesto de sorpresa.



    - ¿Ella es de quién me hablaste? – Pregunta a su tío, mientras yo comienzo a llenarme de preguntas la cabeza. ¿Por qué Kakashi le habló sobre mí? ¿Por qué él sabía mi nombre si es la primera vez que nos vemos? Ésas y muchas más preguntas rondan mi cabeza.



    - Pues sí, ella es. – Dice como si estuviera resignado algo me quiere decir pero no tengo la menor idea de que sea. Y por lo visto, no es algo muy fácil de decir. He terminado con la curación, me levanto y lo encaro, ya no puedo más con la curiosidad.



    - Usted dijo que fue maestro de mis padres, además de que lleva mucho tiempo buscando la ocasión de hablar conmigo. Así que, por favor, dígalo de una vez. - ¿Acaso… usted sabe dónde están mis padres? – Pregunto sin más. No soy de aquellos que andan con rodeos… creo que eso ya quedó claro.



    Pero él no dice nada por un par de minutos. Está nervioso, eso lo puedo notar. Toma aire, como para darse valor. Ahora estoy completamente segura, lo que él diga no me va a gustar nada.



    - Pues… si sé donde están. – Dice un poco más calmado, sin embargo, noto una sombra de tristeza rondando en su único ojo visible. Me abalanzo hacia él y con fuerza le reclamo que me lo diga.



    - Ellos… ellos murieron. – Dice con resignación mientras parece que todo mi mundo se va por el desagüe. Mi mente sólo formula un pensamiento: él me está mintiendo y pagará muy caro por eso.

    ***************************




    Esa es la única solución: el hombre que está en frente mío me está mintiendo. Sí, eso es. Y como dije, pagará muy caro por decir esas cosas.



    Me abalanzo hacia él y grito con todas mis fuerzas que él me miente abierta y descaradamente. No puedo controlar la ira que me invade, pero lamentablemente no es sólo ira lo que siento en este momento.



    - Lo lamento. – me dice con suma resignación y dolor en su voz. Lo suelto.



    Trato de convencerme de que lo dicho es una mentira; pero, en el fondo siento que es verdad. Trato de acallar esa vocecita que me lo dice, que me grita que entienda que mis padres han muerto, mas no puedo en lo absoluto. ¿Cómo hacerlo?



    Mis manos comienzan a temblar y unas cuantas lágrimas amenazan con salir de mis ojos. Cierro mis puños con fuerza, tanta que hago sangrar mis manos. Al mismo tiempo, aprieto mis párpados para impedir la salida de aquel líquido salado.



    - ¡Pruébelo! – grito con todas mis fuerzas, aferrándome como nunca antes a una esperanza vana; a un sueño, quizás. – ¡Pruébelo! Pruebe que ellos están… - digo más calma pero sin poder terminar la frase, negándome rotundamente a hacerlo.
    Sé que él no puede probarlo, lo sé. Ellos no están… no están muertos.



    -Si eso es lo que tú quieres. – ¡No! No entiende que yo no quiero eso. Quiero que me diga que no puede probarlo… que me revele que está mintiendo. ¡Por favor! ¡Por favor, sólo quiero eso, Dios!



    Sólo eso…



    Kakashi comienza a moverse, y por inercia lo sigo, al igual que su sobrino y Yoshi. Salimos del bosque y llegamos a la aldea en sí; nadie dice nada, sólo se escucha el sonido de nuestros pasos sobre la superficie.



    Subimos a uno de los tejados y comenzamos a saltar. Hemos cruzado la mayor parte de la aldea, trato de no pensar, trato de mantener mi mente en blanco, sin que algún pensamiento cruel cruce por ella.
    Pero no puedo, en mi mente sólo aparece la horrorosa imagen de los cadáveres de mis padres. Tengo miedo de que ese espeluznante cuadro sea parte de mi realidad; miedo de jamás volver a verlos.



    No encuentro distracción alguna, y mientras mi cabeza es un lío, mis manos tiemblan y mi cuerpo avanza por inercia; todos los recuerdos hermosos que tengo de ellos se van esfumando poco a poco.



    Sé que esto explica muchas cosas, como el hecho de que jamás enviaron una carta o se comunicaron conmigo; pero esta situación me causa mucho más dolor. Y justo por esa razón, me aferro a una ilusión que va desapareciendo a cada segundo: que Kakashi me esté mintiendo con todos los dientes. Desgraciadamente él suena sincero.



    Es gracioso pensar que quiero que alguien me mienta, pero en esta situación es necesario.



    Llegamos a un lugar que me provoca escalofríos: el terreno de los olvidados. Avanzamos entre tumbas viejas y polvorientas y entre otras mejor preservadas. Es horrible pensar que el único destino que todos compartimos es éste.



    Es así, que llegamos hasta dos tumbas contiguas. En la primera alcanzo a leer Haruno Sakura y Sasuke Uchihaen la segunda.



    Me desplomo de rodillas frente a ellos, estiro mi brazo para poder acariciar el frío y duro mármol que alberga a mi mami. Pequeñas gotas hechas de tristeza y desazón recorren con libertad mi rostro; y lo último que siento es el pasto que rudamente acaricia mi rostro.

    ***************************



    Mis sentidos despiertan lentamente. Bajo mi espalda siento la suavidad de una cama al mismo tiempo que mis confundidos oídos captan varias voces que voy identificando poco a poco al abrir los ojos. Y vaya que me llevo una sorpresa al ver a mi madre ahí parada, hablando con los demás.



    Me siento de golpe en la cama y una vez ya incorporada, me llevo una profunda decepción al ver que no es madre la que está ahí. Esa mujer se parece a ella, sí… pero representa el doble de su edad. Además de eso su rostro tiene unas diferencias pequeñas pero notorias.



    Al ver que me he incorporado, todas las miradas se dirigen a mí. Unas son curiosas y otras parecen estar aliviadas.

    En la habitación están además de mí, Kakashi, Kaito y Yoshi; el rubio del restaurante, la mujer y un hombre que parece tener su edad.



    -Hola, ¿cómo te sientes? – me pregunta la mujer que tiene un parecido enorme a mi oka-san.



    -Pues… me duele un poco la cabeza. – Respondo- ¿Quién es usted?



    -Es normal, te desmayaste. Mi nombre es Sakumo Haruno y pues… soy la mamá de Sakura… tu mamá. – Eso explica el parecido, pero no me explica porqué ellos… porqué ellos están… es increíble que aún no pueda decirlo si quiera. Quizás ellos me puedan decir qué pasó.



    Miro de lado y observo al rubio que se encuentra recostado en la pared, hasta ahora no ha dicho nada; lo que me resulta extraño para el carácter hiperactivo que noté en el restaurante.



    En cierto modo me recuerda a papá, quizás sea su complexión o quizás sea algo más, no lo sé. Calculo que su edad es más o menos la misma que la de mis padres si estuvieran con vida.



    Nota que lo miro. Se presenta.

    - Mi nombre es Uzumaki Naruto soy el actual Hokage de la Aldea Escondida entre las Hojas. - Ahora lo recuerdo, él también estaba en la foto que me mostró Hatake - san.

    - ¿Qué pasó? ­

    – Te desmayaste al… - se muerde la lengua en un gesto visible de arrepentimiento por lo que iba a decir – al enterarte de lo sucedido. – Mierda.

    - Así que es cierto. – Miro a la cama tratando de esconder nuevas lágrimas que quieren salirse de mis ojos.

    - Lamentablemente.

    - Qué fue lo que… - Siento un nudo terrible que no me deja pronunciar palabra, se siente feo. Tomo aire - ¿Qué fue lo que les pasó? ¿Cómo sabían quién soy yo?

    Me rehúye - Tu padre… él… él nos contó sobre ti cuando volvió a la aldea. – Un momento ¿volver? Quiere decir que ellos vivían aquí ¿En una aldea ninja? Esperen si ellos eran alumnos de un ninja… ¡¿Qué está pasando aquí?! ¡¿Cómo rayos es que ellos eran ninjas?! Eso es algo inaudito pero también… lo más obvio. ¿Qué sucede?

    - ¿Por qué mi padre vino a esta aldea?

    - Bueno… lo que sucede es que él quería que tu madre fuera enterrada en la aldea que la vio nacer… además él… el teme quería vengarse de los que la asesinaron. – Expresa con suma dificultad, enfocándose únicamente en el juego idiota de sus pies.

    - ¿¡Qué!? Mi madre… ella… ¿ella fue asesinada? - Por muy Hokage que sea este tipo es un imbécil, me mira con una expresión tan zonza porque no sabe como decir las cosas de frente.

    - Quiero saberlo todo… con detalles, el cómo y el por qué murieron, qué rayos hicieron para que fueran catalogados como “peligrosos criminales” y cómo es que nadie me dijo que tengo progenitores ninjas. Y quiero saberlo ahora.
    ---------------------
    Continuará

    Me gustaría leer aunque sea uno de sus comentarios para saber si la historia continúa o queda hasta aquí... según lo que los lectores consideren.Bueno... sayonara.
     
  4.  
    Lady Katherine

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    Las Memorias del Cerezo (mejorada)
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    1527
    Capítulo III
    Me sonríe.

    - Lo sé, el día en que la trajo aquí, tenía la cara más triste que haya visto en mi vida. Le reclamé, le grité y hasta le escupí, y lo único que él hizo fue dejarla en el sofá con una delicadeza casi inverosímil y luego, se postró frente a mí y me pidió perdón por regresarme a mi hija en ese estado.

    Espera unos cuantos segundos para poder continuar, el sonido del viento frío parece ser el único capaz de interrumpir el momento.

    Hace una mueca media rara.

    - Jamás creí que ese chico tan pedante hiciera eso en su vida, sin embargo, así fue. El poderoso heredero del afamado clan Uchiha estaba pidiéndonos perdón por algo que él no había hecho

    - ¿Clan Uchiha? Creí que mi otou-san era huérfano, él nunca me habló sobre su familia ni mucho menos de su vida en esta aldea.

    - Supongo que es comprensible – expresa el peli plateado - cualquiera en su lugar actuaría de esa forma.

    - ¿En su lugar? – ¿Por qué yo soy siempre la última en enterarse de las cosas?
    - Hace treinta años el clan Uchiha fue exterminado casi completamente por uno de sus miembros: Itachi Uchiha, el hermano mayor de Sasuke.

    - Sí, claro. – Creo que se están metiendo conmigo. En serio, ¿Quién podría ser tan enfermo como para matar a su propia familia? Creo que me han visto tan mal que sólo me quieren hacer reír con un chiste chafa.

    - Cuando Sasuke contaba con siete años de edad, regresó de la escuela y encontró a todo su clan brutalmente asesinado por su hermano, se llenó de odio hacia él y juró que cobraría venganza. Años después se unió a un ninja malvado que era perseguido por nuestra aldea. Desde ese momento fue considerado como enemigo de la Aldea Escondida entre las Hojas.

    - ¿¡Qué!? – Por Dios, esto en realidad pasó… kuso, kuso.
    - El te… digo, Sasuke consiguió su venganza cuando tenía dieciséis o diecisiete, pero luego de eso, juró acabar con esta aldea, que según él había sido la culpable indirecta del homicidio de su clan.

    - ¿Cómo es que mi mamá viene a ser parte de todo esto?

    - Sakura lo encontró mal herido y decidió hacerse cargo de él, por esos días ocurrió la muerte de Tsunade – sama, su maestra, y ella fue acusada falsamente de su asesinato y por tanto, tuvo que huir. El resto de la historia ya la conoces. – ¿Es normal acaso que ni siquiera pueda emitir un sonido para negarlo?

    No sé nada. Todo lo que creí que era cierto resulto ser una estúpida mentira.

    Me siento mal, siento como si me fuera a caer y parece que tengo algo en la garganta que no me deja hablar, un nudo que se forma y se robustece con cada instante que paso aquí.

    Supongo que mi deseo no se cumplirá. ¡Qué mala manera de empezar el año!
    Lo peor es el modo en que estas personas me miran. En sus ojos se ve una expresión idiota de pobre Natsumi, pobrecita niña. ¡Me dan asco! Esas miradas de lástima son el peor insulto que me podrían dar.

    No, señor. Yo no he venido hasta acá para que me tengan pena.
    Miro a cada uno de ellos a la cara, me levanto, tomo aire y me despido.
    - La verdad es… que quisiera estar sola un rato. Quiero pensar – y alejarme de ustedes también – Así que nos veremos luego. Vamos, Yoshi.

    - Espera. – Hay una vocecita que no se ha escuchado en largo rato… mi abuelo. Él es quien me habla. Lo observo, es tan sólo un hombrecito que no mide más de metro sesenta, bastante delgado y con una carita tierna. Me hubiera gustado jugar con él alguna vez… sentarme en su regazo, como lo hacen la mayoría de las niñas con sus abuelos.

    - ¿Sí?

    - Quiero darte algo. – Rebusca entre los cajones del escritorio. Sólo entonces me voy fijando en la habitación en la que nos encontramos; no es tan amplia ni tan pequeña, parece haber pasado mucho tiempo sin ocupante. Probablemente una niña o una jovencita era la dueña.

    ¡Era la habitación de mamá!

    Hay una foto sobre el escritorio… es la misma que Kakashi me mostró hace un rato, donde salen los cuatro miembros de un antiguo equipo. Definitivamente es una hermosa fotografía.

    Al fin parece encontrar lo que sea que estuviera buscando. Observa el cuadernito entre sus manos y suspira como si fuera su tesoro más preciado. Me lo entrega.

    Me parece familiar. Acaricio la portada de cuerina y lo abro poco a poco. Hay una escritura dispareja que danza a lo largo de la hoja maltratada por los años. Es indudablemente la letra de mi oka-san.

    Varias veces yo la vi escribiendo en este cuaderno y siempre me pareció tan insignificante… es increíble. Miro al hombre que me lo acaba de entregar y lo único que puedo hacer es sonreírle como dándole las gracias.

    ****************************************************

    Caminé entre las tumbas hasta llegar a donde estaban las de mis padres. Lentamente me arrodillé frente a ellas y acaricié el etéreo mármol que cuida los restos de mi madre.

    - Supongo que no se cumplirá mi deseo… qué mala forma de empezar el año. Sobretodo cuando hay un molesto muchacho que te sigue a todos lados. – Lo miro y baja del árbol en donde estaba escondido.

    Baja la cabeza y no dice nada. ¡¿Qué le sucede?! ¡¿Acaso no me pueden dejar en paz?!
    - Agradezco la preocupación pero en estos momentos deseo estar sola. – Parece que un ratón le hubiera comido la lengua. – Por favor. – Supongo que no se quiere ir, por eso no dice nada.

    - Está anocheciendo. Trata de no quedarte mucho tiempo, puede ser peligroso. – Se da la vuelta y se retira para no incomodarme… Es la primera persona que entiende mi deseo de estar sin compañía. Qué lindo…

    - Muchas gracias. – Los faroles se empiezan a encender, el sol desciende lentamente para esconderse al fin entre las montañas y yo… y yo sigo aquí frente a dos criptas sollozando en silencio. Y al fin puedo gritar y llorar cuanto me da la gana mientras Yoshi se recuesta en mis piernas intentando abrigar mi alma.

    Me llevo una mano a la boca y me seco las lágrimas y trato de calmarme. Quiero leer ese cuadernito que en tantas ocasiones vi en sus manos y nunca pude ver realmente.
    Lo entreabro, la verdad es que me da miedo ojearlo, aquí hay cosas que podrían no gustarme. Miro a Yoshi y siento como si ella intentara darme valor.

    Lo abro en una página cualquiera y comienzo a leerla. Se trata del día en que nací.

    “El Festival del Otoño se celebra cada año en este pueblo, es una hermosa celebración a modo de feria que se hace para celebrar un año más de fertilidad de los campos en verano y de la alegría que significa para la gente de aquí. Así como la oportunidad de renovarse espiritualmente.

    A media noche lanzan hermosos fuegos artificiales con formas de flores y plantas con los que culmina el festival y el verano. Quién iba a imaginar que justo en ese momento a mi pequeña le dieran ganas de nacer. Si pude convencer a Sasuke de que fuéramos al festival fue porqué le aseguré que aún faltaba como dos o tres semanas para el nacimiento de la bebe… “

    - Es una pena ¿No lo crees? Eran tan buenas personas. – Un escalofrío recorrió mi espalda cuando oí esa voz socarrona que me puso a temblar, no me atreví a voltear sino hasta que escuché sus pasos detrás de mí.

    “Está anocheciendo. Trata de no quedarte mucho tiempo, puede ser peligroso”
     
  5.  
    Lady Katherine

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    Las Memorias del Cerezo (mejorada)
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
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    5
     
    Palabras:
    1600
    Capítulo IV
    Kaito

    Llegué al Ichiraku ramen con el cabello pintado de azul por una apuesta que hicimos Shota, Miu y yo, me daba un poco de vergüenza presentarme con mi tío y con el Hokage con ese aspecto pero no me quedaba de otra. Antes de entrar tomé todo el aire que pude para inspirarme confianza…

    Cuando ingresé en el restaurante lo primero que vi fue a una chica realmente linda sentada a poca distancia de mi tío y de Naruto – sama. Me quedé idiotizado por unos cuantos segundos hasta que ella se dio cuenta de que la estaba mirando.

    Con unos enormes ojos verdes y una sonrisa preciosa se volteó a verme. En ese instante lo único que yo pude hacer fue mirar al suelo como si estuviera buscando algo. Es que… nadie en mi lugar coquetearía con el pelo azul, no pues, ni hablar.

    Me frustré y con mi dignidad en la mano me fui a sentarme con los dos que me esperaban. Saludé y me senté como si nada estuviera pasando. Mi tío solo me miró y soltó una pequeña risita mientras que el rubio le prestaba más atención a su comida que a cualquier otra cosa que estuviera pasando en el mundo.

    ¿Y yo? Me hice el loco mientras trataba de ver mejor a la chica. Tenía el cabello negro y lustroso que le llegaba a media espalda formando ondas, unos ojos verdes increíbles y una sonrisa gigante, parecía estar hablando con alguien y fue grande mi sorpresa cuando descubrí con quien: una loba blanca que parecía poder comerse toda la comida del restaurante para quedar satisfecha.

    El solo hecho de que ella ande con un animal como ese la hacía más interesante a mis ojos. Todo en ella despertaba mi curiosidad por que definitivamente no se trata de una mujer común y corriente.

    Seguí observando para poder averiguar un poco más de ella. Por su vestimenta, se veía que era una foránea, quizás venida de alguna aldea del norte; parecía estar esperando a alguien y obviamente, estaba feliz.

    Terminó de comer, acarició la cabeza del animal y éste correspondió con un ladrido de complacencia. Siempre creí que los lobos no ladraban y si lo hacían era en casos excepcionales. Guiados por el ruido, tanto Naruto como mi tío miraron hacia esa dirección.

    Sus rostros fueron impagables; ambos tenían las caras de haber visto a un fantasma. El Hokage se quedó con los palillos con comida en la mano, palideció notablemente y sus ojos estuvieron prendados en algún punto de la pared por largo rato.

    Las manos de mi sensei comenzaron a temblar y por la mirada que tenía parecía haber quedado en el mismo estado que su antiguo alumno.

    Ella, por su parte se encontró en una situación visiblemente incómoda y salió del local casi corriendo. Fue ahí que reaccionaron y salieron tan rápido como pudieron tras ella. No reaccioné sino varios segundos después y fui corriendo tras ellos. El asunto me daba mala espina. Una extranjera común y corriente no causa tremendo revuelo entre el Hokage y unos de los ANBUS más prominentes de la región.

    De modo que mientras ella aceleraba el paso y trataba de esconderse de nosotros, yo intentaba deducir que era lo que mi tío y Uzumaki-sama querían con ella. Era rápida eso sin duda, pero no parecía provenir de alguna aldea ninja ni mucho menos que hubiera desarrollado algún jutsu que nos causara problemas.

    Lo más raro fue lo que el Hokage nos dijo: “Encárguense. Iré a avisarles que la encontramos.” ¿Avisarle a quién si él es la máxima autoridad en la aldea?

    A mi pesar, pretendí atacarla de lejos para detenerla pero mi tío impidió cualquier intento de un ataque contra ella con su brazo y un grito de negación que me caló hasta los huesos. Al fin, la acorralamos en el bosque.

    Le dije que en ningún momento pensamos hacerle daño pero contrariamente a mis explicaciones me atacó y aprovechó un instante que me distraje para darme el peor golpe que he recibido hasta ahora.

    Minutos después creí que me había llegado la hora cuando vi las enormes fauces del animal abiertas a centímetros de mí y con esa expresión de hambre que a cualquiera le hubiera hecho ensuciar los pantalones del miedo.

    Me fue peor cuando me enteré quien es ella, casi me da derrame cuando supe que la chica que yo quería ligar era la heredera del clan Uchiha y que teníamos que hacerle de heraldos del diablo para ponerla al tanto de la situación.

    Natsumi entró en negación y decía que no era posible, así que la llevamos al único lugar donde pudiera convencerse de lo contrario. Al ver los mausoleos cayó de rodillas frente a ellos y sólo dejó escapar una única lágrima, me rompió el alma verla en esa situación… simplemente no se lo merecía. Parecía que en cualquier momento se iba a quebrar en miles de pedacitos.

    Se desplomó en el suelo como si fuera una hoja de papel. Estaba oscureciendo, la tomé en mis brazos miré a mi tío y lo único que él hizo fue mirarme con tristeza.

    - Es injusto, no se lo merece. – Le dije mientras trataba de arreglar el cabello negro de la hermosa dama.

    - Muchas veces la vida es injusta y cruel con aquellos que no lo merecen. Parece que aquel que controla el destino es un personaje sádico, que goza con el dolor ajeno. - La llevamos hasta la casa Haruno, donde pude ver la cosa más asombrosa: el sharingan en ojos verdes.

    Cuando Natsumi – sama se despertó se veía desorientada y ese rubor tan coqueto en sus mejillas había disminuido hasta casi desaparecer.

    Reincorporóse lentamente sobre la cama y comenzó a pedir explicaciones… en un descuido suyo pude notar como el sharingan cobraba vida en sus ojos, inestable y presuroso a mostrar su poder al momento en que ella se enfadaba por lo dicho de su padre.

    Se retiró sin dar explicaciones a nadie cómo luego lo hizo su dueña.

    Me fui a mi casa después de que ella me mandara a rodar en el cementerio. Al abrir la puerta lo primero que vi fue a mi papá gritándole al televisor y a mis hermanos jugando a ser algún tipo de súper héroe. Seguí caminando y vi a mi viejita linda mirándome con cara de pocos amigos por la hora.

    Comenzó a hablar y a hablar mientras que yo no me pude sacar de la mente a Natsumi – sama. Miré a mi mamá y sólo la abracé, porque a pesar de sus regaños y sus cosas no me gustaría pasar por lo que estaba pasando esa muchacha. Me fui a mi cuarto. Me metí a la ducha intentando quitar ese ridículo color de mi pelo.

    -------------------------------------------​

    Me despertó un particular toque a mi puerta y sin siquiera pedir permiso entró Kenichi.
    - Mi mamá me dijo que no cenaste y que estabas actuando raro. ¿Estás bien?
    - Sí, sí. Todo está bien. Sólo tuve un día de esos… ya sabes.

    - Ah, bueno. ¿Qué novedades? – Dijo mientras hurgaba entre las cosas de mi escritorio. Me tapé hasta las orejas y me di la vuelta. Si sólo supieras, hermanito… Si sólo supieras.

    - A ver… conocí a una chica.

    - ¿Eso qué tiene de nuevo? Conoces a una chica cada semana. - ¡¿En serio?! ¿Así me apoyas?

    - Es diferente, desde hace un rato me encargaron ser su guardaespaldas. Sus papás se murieron cuando era niña.

    - Qué mal. Oye ¿qué le hiciste al pantalón? – Me señaló el enorme hueco que tenía en la pierna a causa de mi “paseíto en el bosque”.

    - Ah, eso. Un lobo me mordió la pierna.

    -¡¿Qué?! Imbécil ¡¿Por qué no me dijiste?! Te hubiera curado.

    - No me digas imbécil. No pasa nada.

    - Déjame ver.

    - ¡¿Qué?! No, oye deja…- Al final él terminó bajándome el pantalón para examinar la herida. Se quedó mudo y con los ojos bien abiertos. Me preocupó.

    - ¿Qué pasa?

    - Esto es imposible. – Mierda, me fregué.

    - ¿Qué cosa es imposible? – Siguió analizando mi pierna con una cara de espanto. A decir verdad ni siquiera me dolía.

    - No hay ninguna herida. Ni siquiera una cicatriz. Nada. – Me miró. - ¿Quién te sanó la herida?

    - La chica sobre la que te conté. Su “mascota” pensó que yo era su juguete masticable.

    - Pues sea quien sea. Es una excelente médico, nunca había visto una curación tan perfecta desde la Dra. Haruno. – Me quedé pensando y en eso me acuerdo de que había dejado a Natsumi-sama sola en un cementerio.

    - ¡¿Qué hora es?!

    - Van a ser la una, creo. Acabo de llegar de la guardia. – Salí de la cama como un rayo. Si ella seguía allí o si le había pasado algo, estaba seguro de que mi cuello rodaría.
     
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