Las lágrimas de una noche mágica (Inu&Kag)

Re: Las lágrimas de una noche mágica (Inu&Kag)

Después del análisis de sangre me hiciéron algunos otros análisis. Cuando me acabaron de hacer todos los análisis, el doctor se volvió a acercar a mí.
-Bueno, Kagome ahora te vamos a hacer una ecografía.- me avisó.
-¿Qué es eso?- le pregunté.
-Es una prueba con ultrasonído que se irá haciendo cada vez que vengas para examinar al feto.- dijo el doctor mientras acercaba un aparato que tenía una especie de pantalla y tenía un aparato que parecía a una mezcla de micrófono y un ratón de ordenador.-Túmbate otra vez, y súbete hasta la cintura la camiseta.
-Con una ecografía, podreís ver por primera vez a vuestro bebé y los cambios que van surgiéndo en él, mes a mes.- nos explicó la enfermera a Inuyasha y a mí mientras me ayudaba a subirme la camiseta a la cintura.
Pude ver como como se ponía unos guantes de goma blancos, y como cogía un bote de gel. Echó un poco del contenido en mi vientre, el cual era azul claro y muy frío.
-¿Y me va a doler?- le pregunté al ver que cogía el "micrófono".
-No, no te va a doler.- dijo mientras esparcía el gel con el aparato.- Mira, aquí está el bebé.
Inuyasha se acercó a donde yo estaba para poder ver. Parecía ilusionado.
-Es verdad, ahí está.- dijo la enfermera mientras miraba la pantalla.
-¿Dónde?, no lo veo.- le pregunté al ver la pantalla. Para mí, todo era exactamente igual, sin nada que lo diferenciara a lo que era el bebé y lo que no lo era. Todo era negro y una especie de color gris tirando para azul, pero también, se podía apreciar blanco.
-Es verdad, yo tampoco lo veo.- dijo Inuyasha mientras miraba la pantalla del aparato.
El doctor se acercó un poco a la pantalla, y señaló con el dedo a un pequeño punto.
-Este es vuestro hijo.- dijo el doctor sin apartar el dedo.
Podía sentir como mis ojos brillaban de emoción al verlo. No me lo podía creer, estaba viéndo a mi hijo por primera vez. No habían palabras suficientes para definir la sensación de felicidad y emoción que sentí.
-Que pequeñito...- susurró Inuyasha. Su voz sonaba llena de ilusión. Miré para verle, y pude ver que sus ojos también brillaban.
-Se vé muy sano, pero aún no se identifica ninguna complicación, porque aún es muy pequeño, sólo tiene un mes y medio. Pero no te preocupes, no hay nada raro en él así que las posibilidades son muy escasas.
Después, pude ver me bajé de la camilla por orden del doctor, y con un papel me retiré el gel de mi vientre.
-Ahora te vamos pesar y a medir tu altura.- me avisó la enfermera.
-¿Pesarme?¿Medirme?¿Para qué?- le pregunté sintiéndome avergonzada. Me daba vergüenza que supieran mi peso y la poca altura que tenía.
-Pues para ver si tienes un peso equilibrado, es decir, para saber si estás muy gorda, muy delgada o tienes un peso normal.
Me subí en la bascula un poco nerviosa y ví como las manecillas de la válbula de la bascula, hasta que pararon en seco.
-Gorda, no es.- dijo la enfermera mientras miraba lo que había salido en la válbula.
El doctor miraba sorprendido de hito en hito a la bascula y a mí. Me sentía muy avergonzada.
-¿Cuál es tu peso habitual, Kagome?- me preguntó extrañado el doctor.
-Cuarenta y cinco, ¿por?- le pregunté.
-Has bajado tres kilogramos, además de que estás muy delgada y no tienes el peso equilibrado para tu altura.- me respondió la enfermera.- ¿Comes poco o es que has vomitado mucho, Kagome?- me preguntó la enfermera.
-He vomitado mucho.- le expliqué preoucupada.-¿Es malo?
-Si, eso no es bueno para los dos.- me explicó.-Por eso, te voi a recetar unas vitaminas y vas a intentar comer más para llegar a tu peso equilibrado.
-¿Y cuál es mi peso equilibrado?- le pregunté algo asustada. No quería que a mi bebé le ocurriera nada malo.
-Como mínimo debería de ser cuarenta y siete kilogramos.
-Esta bien.- dije mientras asentía. No me importaba nada lo que tuviera que hacer o tomar los medicamentos que fueran necesarios, si así mi hijo estaba bien.- Haré lo que haga falta.

 

Re: Las lágrimas de una noche mágica (Inu&Kag)

Salímos del horpital, mientras miraba la fotografía de la ecografía. Inuyasha iba a mi lado con uno de sus brazos alrededor de mis hombros.
Recordé lo que me había dicho y explicado el doctor. El doctor me explicó que debía de alimentarme adecuadamente y el por qué me recetó dos tipos vitaminas y que hacer ejercicio me vendría bien, aparte, también me explicó los cambios que iba a experimentar mi cuerpo durante el embarazo. Ser madre no iba a ser fácil.
Nos paramos en la parada del autobús, para esperar a que llegara.
-Después compraré los medicamentos que te mandó el doctor.- me avisó Inuyasha mientras se sentaba.
-Esta bien.
-Kagome, ¿cómo es posible que peses tan poco?- me preguntó mientras daba suave palmadas sobre su regazo para indicarme que me sentara.
-Pues no lo sé.- le comenté.- ¡Además no peso poco!
-No, no pesas poco.- dijo en tono irónico.-Sino poquisímo.
-Pero yo no tengo culpa...
-Ya lo sé, tú no tenes la culpa de eso.
Entonces, el autobús paró enfrente nuestra. E Inuyasha y yo no subimos. El autobús estaba repleto de gente y era casi imposible encontrar un asiento, por eso Inuyasha se agarró a un hierro mientras me agarraba y me pegaba a él para evitar que me callera al suelo.
Había mucha gente y no paraban de empujar. Me sentía agobiada y mareada por el poco espacio que teníamos.
-Inuyasha.- le llamé mientras me aferraba un poco más a él.
-Kagome, ¿te pasa algo?- me preguntó preocupado mientras miraba mi rostro.-Estás pálida...
-Me siénto un poco mareada...
Inuyasha me aferró un poco más a él, y empezó a andar lo más rápido que pudo entre la gente hasta que llegó a una de las puertas de salida, y me sentó en un escalón de las escaleras que estaban enfrente de la puerta.
Inuyasha se sentó a mi lado mientras me agarraba por los hombros y me acercaba de nuevo a él y con una mano empezaba a abanicarme para que me sintiera mejor.
-Tranquilizate e intenta respirar.- me aconsejó Inuyasha mientras me acariciaba la cabeza.-Ya queda menos...
-Ahí no os podéis sentaros.- se quejó un hombre.-Aguantaros como todo el mundo.
-Pero ella...- intentó exlplicar Inuyasha. Pero las personas no le dejaron.
-Eso es injusto, no podeís sentaros donde primero pilleís porque esteís cansados, os aguántais como hace todo el mundo.- se quejó una mujer.
-Pero es que ella...
-¡Cállate muchacho!- gritó un hombre enfadado mientras se acercaba a nosotros y se fijaba un poco más en mí.-Su cara me suena...
Pude ver como el hombre se acercó un poco más a mí, e incluso pude reconocer la voz de ése hombre. Ése hombre era un compañero de trabajo de mi padre, y era una persona bastante cruel conmigo desde que todo mi calvario empezó. Empecé discretamente a ocultar mi rostro en su pecho pegándome más a él y dejándo que un poco de mi cabello cayera para que lo terminara de ocultar.