En el pueblo costero de Birras Village es común escuchar el relato de los pescadores que, ignorando las advertencias de los ancianos, un día se atrevieron a navegar en las peligrosas aguas de la zona prohibida, una zona en las costas del Mar Putrefacto a la que ni siquiera las criaturas marinas autóctonas se atreven a cruzar. La barcaza pesquera conocida como “La Aceitosa” zarpó del puerto en la mañana de un día soleado, avanzando obediente hacia la odisea que su tripulación había planeado. Navegaban entusiastas en busca de respuestas o cualquier razón que explicara tantas advertencias molestas, mientras ignoraban el profundo miedo que llevaban a cuestas, funesta traición de la mente que protesta ante las decisiones apresuradas y maldispuestas. Cuando el característico olor marino a pez muerto dejó de ser hartante y el semblante de las olas grises cambió a un negro penetrante, las obscuras aguas que tenían delante los arrastraron al centro de un remolino crepitante. La suave brisa sibilante cambió en un momento y ganó una formidable fuerza con la que arremetió contra los navegantes, y el brillante sol de la mañana palideció ante el tormento de una poderosa corriente, implacable, incesante. A cada momento que La Aceitosa se acercaba al centro de la fosa, el ambiente se volvía más fantasmagórico, la marea se hacía más jocosa, el eufórico viento se hacía más violento y la odisea más penosa que horrorosa. Ocho enormes tentáculos, tan grandes que opacaban al cielo, brotaron de la obscuridad y los arrastraron sin piedad hacia un gran abismo en el que perecieron. La fosa era orgullosa, una fuente insaciable de violencia sin consuelo. Una pesadilla sin retorno, un trastorno para los testigos que lo vieron. Desde entonces el relato se volvió parte del folclor del pueblo, bautizando aquel sitio con el nombre de “Las Fosas Cefalópodas”.
Me gustan este tipo de historias Lovecraftianas, me ha agradado leer tu relato y se ha hecho ameno de leer (no como la literatura de Lovecraft, que se me hace muy densa). Quizás esperaba más, algo que enfocase algo diferente que una especie de leyenda y por qué se llama así, pero, mmh, ha estado bien leerlo. :)
Me encantaron las rimas, y leí el relato mentalmente con la voz del intérprete de un poema gaucho que oí una vez, haciéndolo aún más entretenido. Buen mito, por cierto. Saludos!