Las Cartas de la Vida [CCS/TRC]

Ya que, por lo que sé, no todos han leido el manga de Tsubasa Reveivor Chronicles, adjunté abajo una aclaración en torno al primer personaje de dicha serie que menciono en este fic.​

Bueno, ¡muchas gracias por los comentarios anteriores!... en cuanto a los errores, he intentado revisar mejor este capítulo, aunque no aseguro perfección jaja...​

Sin nada mas que agregar ¡espero disfruten el episodio 4 de este fanfic!​

Cap.4: Comienzo del caos​

— ¡Buenos días hija!
—Buenos días…. —responde Sakura en tono cabizbajo—buenos días mamá— dice mirando el retrato de su madre.
—Veo que el monstruo madrugó… —dice Touya entrando en la habitación— ¿eh?... no hay respuesta… ¿pasa algo?
— ¿Ah? No, nada en especial… bueno, me voy.
— ¿Cómo, no desayunarás?—le dice su padre.
—No, es que debo llegar temprano a la universidad. —Tras decir esto, la joven se marcha.
—Desde aquella noche, Sakura no volvió a ser la misma en todo el verano…—Dice Fujitaka con tono preocupado, mientras Touya se queda pensativo con la mirada en la puerta.

Sakura patinaba despacio. Obviamente, el que tenía que estar temprano en la universidad era mentira. Tras aquella noche en casa de Tomoyo, su cabeza daba mil vueltas ¿los conocía con anterioridad? Y las cartas, el báculo, eso que salió de él tras pronunciar palabras que no sabe de donde las había sacado, ¿qué era lo que realmente estaba pasando? — ¿Cómo es posible… que posea poderes… y que conozca a esas personas pero no las recuerde?

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—Pasó muy rápido el verano, ¿no lo crees Syaoran?—dice emeiling estirando sus brazos al cielo, como tratando de abrazar aquella brisa cálida tan característica de Hon Kong que llegaba al balcón donde ellos se encontraban.
—Debí quedarme en Japón— responde el chico en un tono preocupado.
—Syaoran solo son un par de días… solo para firmar algunos papeles de tu traslado en la universidad.
— ¿Estás segura que te devolverás conmigo a Japón?
— ¡Pues claro!—contesta la joven china con un tono de voz que dejaba muy en claro su decisión—puedo conseguir un empleo allá… además, quien más te podrá cuidar Syaoran, ¡me necesitas!

El chico le sonríe a su prima y luego mira el cielo casi con un aire melancólico, ¿Cómo estarían las cosas por Japón? había llegado la noche antes y ya estaba preocupado. Ante los hechos, había decidido pedir un traslado a la universidad de Tomoeda, aprovechando el convenio que la carrera de arqueología en Hon Kong tenía con la universidad nipona.

—Lo recuerdas Syaoran…—Meiling interrumpe sus pensamientos.
— ¿Ah?
—Aquellos días, con ella…—Syaoran intenta desviar la atención hacia un pajarito que se había posado cerca de ellos— ¡no te hagas el tonto! desde aquella noche, no haces más que pensar en Sakura, y no te culpo, está más bonita que antes.
—Bueno...—muy a su pesar, el joven se sonroja.
—Además… tú nunca la olvidaste.

Syaoran queda aun más pensativo tras las palabras de Meling. Desde aquella noche no había minuto en el que no se apareciera la cara de Sakura en su cabeza junto con aquellos recuerdos de la época en que estuvieron juntos

—Hay cosas más importantes en que pesar…—se auto interrumpe aquella reflexión, que para ese momento, a su parecer, eran inapropiados.
—No hablas enserio… Syaoran debes ser sincero con…
— ¿Con que?—la interrumpe— Meiling, estamos ante un enemigo poderoso, no puedo distraerme… ahora que lo recuerdo, no he reunido mis libros de magia, iré por ellos.
—Espera Syaoran, no he terminado de hablar contigo… —pero su primo parece no escucharla y entra en la casa— ¡Syaoran!... ¡uy que terco!

Pero, para el joven, no era del todo agradable sentirse así. Sakura ya no recordaba nada, Akane, la que era su prometida, había robado las cartas, y él, al parecer, era el único que podía manejar un poco más la situación, ¿pero cómo? Entonces, al no poder encontrar una solución sentía tristeza y frustración, sumados a una extraña nostalgia de aquellos días en que aquel amor inocente se hacía presente, días en que parecía que nada podía salir mal, días en que era feliz con Sakura a su lado… días en que el no sospechaba que algo podía ocurrir después… o que algo podía estar comenzando.

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— ¡Espera por favor, enseguida estaré contigo!— dice Syaoran agitando sus brazos un tanto desesperado.
— No quiero… —responde Sakura al tiempo en que se da el impulso suficiente para saltar— ¡me encantas!— entonces, cae en los brazos de Syaoran.

La ciudad estaba destrozada, pero lentamente partes que habían desaparecido gracias a los poderes de la carta de la nada comienzan a reaparecer. Las personas despiertan junto con un nuevo día, pero ninguna es totalmente consciente, volviendo cada quien a sus casas sin percatarse mucho de lo ocurrido.

— ¡Sakura!... ¡Sakura!...—Kero vuela alrededor del parque de diversiones— ¡Sakura!... ¡por fin te encuentro! ¿Te encuentras bien? ¿Y la carta?
—Tranquilo kero… ¡mira!— extiende su mano para enseñarle la carta.
—Pero… ¿esperanza?
— ¡¿Se encuentran bien?!—llega volando Yue quien al instante se percata de la carta— ¿y eso... es… la carta de la nada?
—Oye… ¡y porque ese mocoso te tiene abrazada!—kero mira con cara de odio a Syaoran, quien rodeaba a Sakura con un brazo.
— ¡Kero, no seas descortés! ¡Syaoran también corrió muchos peligros para poder sellar la carta!
— ¡Y porque lo defiendes!—grita furioso el pequeño ser.
— ¡uy, Kero no tienes remedio!
—Déjalo, los muñecos de felpa no tienen cerebro—dice Syaoran.
— ¡Que dices mocoso!

Tras esto se armó un alboroto entre Syaoran y Kero, con Sakura en medio intentando separarlos. Yue, en tanto, queda pensativo con la carta esperanza en la mano.

—Será mejor que volvamos a casa, deben estar preocupados.
— ¡Si, Tienes razón Yue!— responde Sakura, quien al instante se percata de la cara de preocupación que posee el guardián— ¿sucede algo?
—No… es solo que… la carta de la nada…
— ¡Ah, es cierto, ahora ya no es la carta de la nada!
—Pero como...
—Aun no sé cómo pasó exactamente, pero pienso que ahora la carta estará mucho más feliz... bueno, ¡es hora de irnos!

Sakura y los demás emprenden el camino de regreso, ambos niños con un aspecto relajado, pues ya todo había acabado. Pero Yue queda un poco más atrás observando a Sakura…

—Solo espero, que esto no sea perjudicial… sobre todo ahora que ella es feliz…

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—Hola Kinomoto
— ¿Ah? Hola Daidouji…—Sakura tenía un aspecto cabizbajo… mientras se balanceaba en uno de los columpios del parque pingüino.
— ¿No fuiste a clases?
—No...No tenía ganas.

La morena observa por unos instantes a Sakura. Al estar con la cabeza inclinada, su cabello cubría un poco su cara y se movía al ritmo en que se balanceaba.

—Veo… que no te encuentras bien.
—No… no te preocupes.
— ¿Cómo quieres que no me preocupe…?—Tomoyo toma las manos de Sakura y sonríe dulcemente—fuimos amigas alguna vez.
—Pero… eso no lo recordamos…
—Pero sucedió, lo sabemos, en nuestros corazones.

Sakura levanta la mirada, su corazón… ¿Qué decía su corazón?

—Pero…
—No te preocupes, ¡arriba ese ánimo! No sabemos cómo serán las cosas de ahora en adelante, así que debemos apoyarnos.
—Eso…—Sakura vuelve a agachar la mirada, pero algo en ella dice que tiene que confiar. Entonces levanta el rostro—Tienes razón—sonríe— ¡debo ser fuerte y afrontar los retos que vendrán!
— ¡Así se habla!...además, ¡te ves mucho más linda con una sonrisa en el rostro!—ante esto Sakura se sonroja un poco.
—Por cierto… no me gustaría que Li supiera que escuche todo lo que dijo aquella noche.
—No te preocupes, solo yo me di cuenta y no le he dicho nada. El pobre anda muy angustiado, ni siquiera estaba muy convencido de irse a Hon Kong, pero Meiling lo terminó por persuadir.
— ¿Sabes si volverán?
—El dijo que trataría de ser breve… pero hasta donde yo sé, está estudiando así que no estoy muy segura.

Sakura se queda pensativa, pues, a pesar de que había una distancia entre ella y el joven chino, y que en un comienzo (el que ella podía recordar) no fue de su mayor agrado, su sola presencia la hacía sentirse más segura ante posibles hechos extraños. Esta misma sensación de inseguridad, y tras escuchar el cómo supuestamente era ella dueña de una cartas mágicas, hicieron que quisiera aplicar aunque sea pequeños cambios en su vida.

— ¿Me puedes acompañar a un lugar?
— ¡El que tú quieras!
—Hay algo que debo hacer.
— ¡Entonces vamos!—ambas jóvenes comienzan a caminar.
— ¿Te molesta que te llame Tomoyo?
— ¡Para nada!
— ¡Qué bueno!, entonces tu también llámame Sakura.

Caminando en dirección contraria a Tomoyo y Sakura, una pequeña con el uniforme de la primaria Tomoeda pasa por el lado de ambas jóvenes. Otras niñas, aparentemente de su misma edad, la llamaban.

— ¡Apresúrate, la tienda cerrará pronto!

Pero la pequeña no se mueve, solo queda mirando como Tomoyo y Sakura se alejan caminando.

— ¡Chieko!
— ¡Ya voy!—responde.

La pequeña niña de cabello negro y ojos color esmeralda sale corriendo para alcanzar a sus compañeras, al mismo tiempo que Sakura se voltea al sentir que alguien, que no era una persona ordinaria la estaba observando.

— ¿Sucedió algo?
—No... Hay nadie…
—Sakura…
— ¡Ah, no paso nada Tomoyo! Apresurémonos, quiero hacer esto hoy.

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—Esa mocosa….
— ¿Otra vez pensando en esa niña, Akane?

Akane estaba sentada junto a un gran ventanal, que iluminaba una habitación amplia y vacía, donde solo tras ella de vislumbraba la figura sombría de Yue.

—Veo que no tienes ninguna idea de donde pudo haber salido, Yue.
—Al parecer, mis poderes no tienen el alcance suficiente para detectar el origen de esa niña.
—Es niña seguirá interfiriendo…—reflexiona la mujer claramente molesta ante la situación.
—No lo sabemos aun mí querida ama.
—Esa debe salir del camino… a igual que la otra tonta.
— ¿A Que te refieres?
— ¿No está claro?, me cansé de jugar. Si esa mocosa interviene, la otra tonta se hará más fuerte y me arrebatará más cartas… así que la próxima vez, ya sabes lo que tienes que hacer.
—Como usted ordene—Yue hace una pequeña reverencia ante su “ama” y se dispone salir.
—Por cierto, Kerberos no debe saber… —Yue se detiene —ambos sabemos que no es fuerte como tú.
—No se preocupe, déjelo en mis manos —tras esto se retira dejando a Akane sola en la habitación— si esa niña es quien yo pienso, no arruinará mis planes… Fei Wong*, no cometeré tu mismo error.

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— ¡Ya llegué!
—Oye monstruo, me dijiste que tú te ocuparías de la ce… ¿qué rayos le paso a tu cabello?

Sakura lucía diferente, aunque no extraña. Su cabello ya no colgaba de sus hombros, sino que lo llevaba corto, similar a como lo tenía cuando era una niña.

—Quise cambiar un poco…—luego con un aire melancólico agrega—…o simplemente… intentar recordar
— ¿Cómo dices?
— ¡Ah, no, nada hermano!... y no te preocupes, mañana sin duda me ocuparé de la cena.

Sakura sube las escaleras y entra en su habitación, mientras Touya solo queda pensativo mirando hacia donde su hermana se había marchado.

—Esto es… el principio de lo que va a ocurrir… ¿no es verdad… madre?

El joven se voltea hacia donde una mujer de largo cabello, mirada bondadosa y poseedora de grandes alas que había aparecido al momento en que Sakura había subido a su habitación.

—Ya ha comenzado…—dice Nadeshiko.
—Me gustaría que no sufriera…
—Ambos sabemos que es inevitable, pues todo debe regresar a su antiguo orden.
—Porque me has advertido… aun así, no puedo hacer nada, tampoco entiendo mucho…
—Hijo mío—lo interrumpe— puedes, y en su momento lo sabrás…no solo Sakura, al vida de todos lo que la rodean, incluso la tuya puede cambiar, para bien, o...

La puerta de la casa se abre, había llegado Fujitaka.

—Padre…
— ¡Ya llegue!... ¿sucede algo?

Touya estaba con una extraña expresión en el rostro, y aquella mujer alada, ya no estaba.

—No, nada… solo que… la cena esta lista.

Tras cenar, Sakura se retiró como siempre a su habitación. Su decisión de cortarse el cabello solo estaba enfocada a sentirse, si quiera a través de esto, otra vez como aquella niña de once años que, supuestamente, había comenzado a capturar esas cartas tan extrañas.
Pero aun así, todo seguía siendo confuso. En su poder ahora estaban sueño, fuego y árbol, además un extraño báculo que no sabía muy bien de donde había salido, ni como, tras aquel incidente, se había transformado en una pequeña llave. De pronto, otra vez aquella sensación extraña se apodera de su mente, su alma, aquello que solo ella y ese joven chino sentían, eso que se hacía llamar…

—Una presencia…

No supo bien porque, pero no dudo en tomar sus tres cartas junto con aquella pequeña llave y salir por la ventana como si fuese un ladrón. Tras esto, corrió sin descanso por las calles de Tomoeda buscando el lugar donde se encontraba aquella presencia; así, sin darse cuenta, se encontró en un bosque, ese que estaba tras el parque pingüino.

—Aquí… es donde se siente más fuerte.

Avanzó de manera sigilosa… algo en el ambiente se enrarecía cada vez más, igual que aquella noche en el festival. De pronto, vislumbra una figura humana entre los árboles, un muchacho alto, cabello cano y corto. Sakura solo intenta acercarse, pero a medida que su imagen se aclara, se da cuenta de que a su lado, una extraña joven la miraba… una joven con la presencia de…

— ¡Una carta!

La carta corre y ataca a Sakura, mientras el joven extraño se voltea a ver el espectáculo

— ¡Tú!—grita Sakura mientras intenta evitar los golpes de la carta— ¡Tú quien eres!... —elva la voz a un grito casi desesperado— ¡ayúdame!
—Solo haz lo que ella nos ordenó.

Son las únicas palabras que el joven pronunció fríamente e iban dirigidas a la carta, la cual logra atrapar a Sakura y la golpea cada vez con más fuerza a pesar de los gritos desesperados de la joven y la mirada tranquila pero sombría de aquel que vigilaba como el encargo era cumplido.

—Que… que fue lo que hice… para que me… maltrates... ¡Aaaaah!

Un golpe en la cara calla a Sakura, y luego es lanzada contra uno de los arboles, quedando tendida en el suelo. Estaba mal herida.

—Si la dejamos aquí… —dice el joven—...tal vez muera con estas heridas. Pero, quizás acabar el trabajo de manera rápida le ahorraría molestias a mi querida dueña.

La carta se dispone a darle un último golpe a la joven, pero un poder proveniente de un conjuro ajeno la arroja lejos de Sakura.

— ¡Pero qué…!

En otro árbol, esa extraña niña, portando aquel báculo blanco, no duda en bajar rápidamente de donde estaba y se dirige donde se encontraba Sakura.

—Por favor… despierta…—dice la niña intentando mover a la joven castaña.
—Tu… ¡quién eres mocosa! —habla el sombrío joven quien de pronto hace aparecer sus alas, las cuales lo encierran sustentado por el símbolo del mago Clow, dejando ver su guardián más fiel…
—Yue…
— ¡¿Ah?! — el ángel mira con sorpresa a la pequeña— ¿Cómo conoces mi nombre?
— ¡Cómo te prestas para semejante crimen, tú que te haces llamar guardián de las cartas Clow!—grita con rabia la pequeña morena.
—Mocosa entrometida… ¡Me las pagarás!

Saca un arco y una flecha, aquellos hechos por sus propios poderes y apunta hacia la pequeña pero…

—Llave…
— ¡¿Cómo?!— exclama Yue quedando perplejo ante una Sakura que recobraba la conciencia y pronunciaba tan extrañas palabras, al mismo tiempo que intentaba ponerse de pie y un símbolo, aquel mismo que apareció la noche del festival, surgía bajo sus pies.
—Llave…—toma fuerzas y extiende su mano derecha con la llave en ella—…llave que guardas los poderes de mi estrella, muestra tu verdadera forma ante Sakura, quien aceptó esta misión contigo… ¡libérate!

Ante esto, el ángel dispara una de sus flechas directo hacia Sakura, pero es bloqueada por la pequeña extraña, al tiempo en que Sakura hace un movimiento con el báculo apuntando a aquella carta que la había dejado tan mal herida, la cual se da vuelta hacia el guardián y comienza a atacarlo. Yue intenta defenderse, pero la carta era rápida, por lo que forma un escudo con sus propios poderes, al tiempo en que Sakura invoca la carta árbol para encerrar a Yue, pero este emprende el vuelo y escapa. De pronto, la pequeña niña se percata de que hay otra persona observando la escena desde lejos, al tiempo en que le crecen alas y se acerca: era Akane.

—Otra vez tú… mocosa… —dirigiéndose a la niña—y veo que “Pelea” a decidido volverse contra mía… otra carta mas que se me va.
—Tú… —interviene Sakura…—tú… ¡que pretendes!
—Igual Yue te dejo mal herida… ¡pero deberías desaparecer!
— ¡No te atrevas a tocarla!—la pequeña se pone frente a Sakura en posición defensiva—¡antes deberás atacarme primero!
—Mocosa entrometida…—eleva la voz con rabia— ¡sal de mi camino!… ataca… ¡tierra!

La carta de la tierra, sale de uno de los bolsillos de Akane transformándose en un gran monstruo que provoca una especie de terremoto, pero de la nada, una criatura blanca grande, con aspecto de leona, de grandes alas, con una tiara dorada posada en su cabeza y un brillante morado en su centro, lanza un gran poder hacia aquel bloque de tierra y se interpone entre la carta y las dos chicas. Sakura no podía más del asombro sobre todo al ver aquella criatura ¿Cómo es que otra vez estaba metida en algo así?

— ¡Vamos, la carta está indefensa, haz que regrese a ti!

El grito de la pequeña interrumpe los confusos pensamientos de Sakura, quien levantando el báculo dice:

—Utiliza tu poder para hacer justicia… ¡Tierra!

Entonces lanza un ataque hacia Akane quien reacciona utilizando la carta vuelo, pero no es suficiente para eximirse por completo del ataque, por lo que vuelo se vuelve a transformar en carta, aunque esta vez regresa a las manos de Sakura. Akane cae, pero es rescatada por Yue, quien retorna justo alcanzando a cogerla, dejándola suavemente en el suelo. Sakura, quien había ocupado casi la mayor parte de sus energías se desmorona nuevamente, mientras la pequeña y aquella bestia blanca corren a socorrerla.

—No es divertido luchar con alguien en estas condiciones—habla Akane en un tono sarcástico.
— ¡Espera!—grita la pequeña niña a Akane—no lo conseguirás… tu venganza no la lograrás… además, ella no tiene nada que ver… ¡con lo que paso en otro mundo!
—No hables de lo que no conoces chiquilla…y si te han enviado para defender a esta debilucha, pierdes tu tiempo…—Akane se da la vuelta.
—Fei Wong no pudo conseguir nada antes…—dice la niña poniéndose en posición de ataque— ¡Mucho menos lo harás tú!
— ¡Fei Wong fue un tonto al creer en la fidelidad de copias fallidas! yo.... —voltea a ver a ambas muchachas—… ¡soy mucho mejor!, y tu Sakura… —la joven estaba en el piso, aun consiente, pero débil, se sorprende al escuchar que esa tal Akane, conocía su nombre—no debiste entrometerte en lo que no te importaba. Por ahora esas cartas serán tuyas… pero… más adelante…—sube el tono de su voz, el que a su vez se hace aun mas sombrío y desafiante—… ¡no servirán a alguien que no pertenezca a este mundo!

Akane comienza a pronunciar unas extrañas palabras, al mismo instante que un extraño símbolo aparece a sus pies. La pequeña se queda inmóvil al igual que la bestia que la acompañaba, mientras Sakura intenta reponerse pero una extraña fuerza hace que todo su mundo se vuelva oscuro. Muchas imágenes sin sentido comienzan a apoderarse de su cabeza, su padre, Touya, Taichí, la universidad, además de otras cosas que ella no sabía que significaban, como cartas o personas, entre las cuales distinguía a Tomoyo, pero imágenes que no recordaba haber vivido, también identificaba a Meiling y a Li más o menos en la misma situación, mientras se escuchaban a lo lejos aquellas extrañas palabras que iba pronunciando Akane. De pronto, el corazón de Sakura da un fuerte latido, sus ojos se llenan de temor, y a su alrededor la oscuridad se comienza a distorsionar, borrando aquellas imágenes y dando paso otra vez al paisaje del denso bosque que la rodeaba. Se percata de la cara de pánico que poseía la pequeña extraña que la había ayudado, inmóvil aun por aquella fuerza, luego, la satisfacción en el rostro de Akane.

—Que…— balbucea Sakura —que… has hecho…

Akane esboza una sonrisa sombría y desaparece en compañía de Yue. Pelea y Tierra regresan a la forma de cartas, y al igual como había ocurrido antes, junto con Vuelo, el color sombrío que tenían se transformo en un alegre color rosado ya estando en las manos de la joven castaña. La pequeña extraña y la bestia que la acompañaba por fin pudieron moverse, pero una sensación extraña quedó en el ambiente, y Sakura, a pesar de lo débil que se encontraba, no pudo evitar percatarse de la cara de pánico con la que aquella niña había quedado.

—Quien… eres…. —susurra débilmente Sakura— que es lo que… pasa….

La niña ya no solo tenía la mirada llena de horror, además las lágrimas llenaban sus ojos. Sabía que no podía llorar, que debía ser fuerte puesto que al parecer, era la única que en ese minuto comprendía la verdadera gravedad del asunto, sabia realmente a lo que se enfrentaban.

—Porque…— sigue diciendo Sakura en tono débil —estás… llorando...
— ¡Chieko por favor… reacciona!

Sakura se fijo por primera vez detenidamente en la bestia blanca, pues, no solo había hablado con una voz femenina, pero que expresaba determinación y fuerza, sino que había dejado entrever el nombre de la pequeña, la que tras esto, intenta reaccionar.

—Por favor, díganme, que… que es lo que sucede— insistía la joven
—Eso fue… eso fue…—Chieko tartamudeaba, aun estaba choqueada—aquello fue… una maldición.

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* Fei Wong Reed es el mayor antagonista de TRC. Fue el responsable de que las plumas de Sakura se dispersaran, pero, mas tarde, se revela que es quien encarcela a los verdaderos Syaoran y Sakura creando los clones de ambos, todo con el objetivo de obtener el poder para revivir a los muertos. Para más información, recomiendo leer el manga de TRC y xxxHolic.

 

Aquí les traigo el capítulo 5 de este fanfic...
¡Muchas gracias por la gran cantidad de comentarios, de verdad, no esperaba tanto!... por supuesto resaltar a aquellos que hacen observaciones con respecto a la ortografía y redacción, espero no defraudarlos tanto en este capítulo ya que por motivos de tiempo, no lo pude revisar tan detenidamente.
En fin muchas, muchísimas gracias, y espero lo sigan leyendo. Les quiero pedir que me tengan un poco de paciencia con el capitulo 6, pero de que llegará, llegará… ya estoy trabajando en ello.
Bueno, solo espero les guste ;)

Cap. 5: Promesas.​

— ¡Como que una maldición!—Grita Syaoran con un tono de frustración y rabia, al tiempo en que golpea la pared vacía de su cuarto.
—Eso fue lo que Sakura dijo aquella noche cuando llegó a mi casa, aunque ni ella misma sabía muy bien lo que ocurría —dice una preocupada Tomoyo, quien estaba sentada en la única silla que los primos Li habían desempacado.
— ¿Cómo supo que era una maldición?
—Me contó que una niña le había dicho. No sé Li, todo esto es muy extraño ¿una niña, de donde pudo haber salido en medio de aquel alboroto?
—Sin duda debió ser la misma que nos ayudó la noche del festival ¿Sabes si mencionó algo que nos ayude a saber quién es, un apodo, su nombre…?
— ¡Sí! —lo interrumpe—Sakura dijo que quien la acompañaba la llamó “Chieko”.
— ¿Un acompañante dices?
—Si… pero al parecer Sakura vio alucinaciones o solo tuvo una mala impresión… porque me contó que era una leona blanca gigante que poseía alas.
— ¡Anda con una bestia similar a Kerberos!

Syaoran comienza caminar de un lado a otro en la habitación, la cual conocía muy bien al igual que todo el departamento, pues era el mismo que había ocupado durante su primera estadía en Japón. Esta vez, a los primos Li les había costado encontrar un lugar estable para poder establecerse, pero casi por acción divina (o intervención de Wey como decía Meiling) les llegó el dato que aquel recinto estaba nuevamente en venta y a un muy buen precio. A ambos jóvenes les acomodaba mucho mas estar en aquel lugar, donde los recuerdos que albergaban aquellas murallas eran en su mayoría felices, y en tiempos de crisis como el que vivían, eso ayudaba bastante.

— ¿Cómo esta ella? —pregunta el joven preocupado.
—Bueno, ha sanado la mayor parte de las heridas. Afortunadamente no fue tan grave como se pensó al principio.
— ¡Demonios!—grita el muchacho— ¡sabía que no debía ir a Hon Kong!
—No te culpes Li—Tomoyo se levanta de la silla y trata de tranquilizarlo—no podíamos prever que esto ocurriría, además, de ahora en adelante estarás aquí todo el tiempo, incluso asistirás a la misma universidad que nosotros, ¡no hay de qué preocuparse! Aparte verás si existe alguna posibilidad de…—La morena decide terminar la frase con una sonrisa, mientras Syaoran, al notar el real sentido de aquella expresión, se sonroja notablemente negando a su vez que eso pudiese ser posible—Tranquilo Li… es que si de verdad ustedes tuvieron algo, no comprendo porque se separaron ¡hacen una pareja divina!
— ¡Pero qué estás diciendo!—grita un exaltado Syaoran.
—Además, ese tal Taichi no es del todo apropiado para la hermosa Sakura—de pronto los azules ojos de Tomoyo comienzan a brillar— ¡imagínate, dos chicos unidos por la magia, que luchan por preservar la paz en el mundo... y Sakura llevando mis trajes!
—Vaya Tomoyo, tú no cambias—Dice Meiling entrando en la habitación con una gran caja llena de libros—Por cierto… ¡Syaoran, no es justo que yo esté haciendo todo el orden de la mudanza, ponte a trabajar!
—Por ahora lo mejor es encontrar a esa tal Chieko—el joven no prestó atención a lo que su prima le mandaba.
— ¡Syaoran te estoy hablando, debes ayudarme!
—Será mejor que me ponga a averiguar de inmediato—Syaoran se retira de la habitación sumido en sus pensamientos, mientras Meiling, furiosa, tira la caja de libros en el piso.
— ¡Aaaaahh, no es justo que yo haga todo el trabajo!
—Syaoran solo se preocupa por Sakura—observa Tomoyo—No te impacientes Meiling, te ayudaré a desempacar—agrega la muchacha con una sonrisa en su rostro; acto seguido, ambas chicas comienzan a trabajar.

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Sakura escucha el aquel sonido que tanto caracterizaba al reloj de la primaria Tomoeda y que marcaba la hora de salida de sus estudiantes. Había decidido salir antes de la universidad para poder llegar a tiempo antes de que los niños se marchasen a sus casas. Quería encontrarla como diera lugar, además, sabía que si aquella chica vivía en la ciudad debería, por conclusión, asistir a la escuela. Obviamente aquel lugar le traía muchos recuerdos de su infancia, niños corriendo por todos lados, el uniforme, parecía como si ella misma se fuese a ver patinando en dirección a su casa… pero nada había relacionado a las cartas Clow, ni a la magia.
De pronto, a lo lejos Chieko se percata de la presencia de Sakura. A medida que se acerca a la joven, no solo se sorprende al ver que aun llevaba una venda en el brazo (la cual hacía alusión a la golpiza sufrida aquella noche por la carta pelea), sino que además lucía pálida, un tanto ojerosa y con la mirada opaca. La maldición ya estaba haciendo efecto.

—Por fin te encuentro—habla la empalidecida Sakura.
—Falté a la escuela por unos días… pensé que era lo mejor—responde la pequeña acercándose a paso firme hacia donde se encontraba la castaña.
— ¿Podemos hablar?
— Debes tener muchas preguntas que hacerme, y te entiendo… pero… no sé si las pueda responder todas.
—Solo quiero saber en qué consiste esta maldición.
—Pero…
—No me interesa saber quién eres, ni de dónde vienes… solo quiero entender lo que me está pasando.

Los verdes ojos de la pequeña solo dejaron entrever la gran angustia que sentía al oír la pregunta de Sakura ¿Cómo decirle lo que ocurre sin matarla de la sola impresión?, en otros tiempos, ella habría comprendido todo, las cartas, la magia, el báculo entregado... pero ahora, en aquel estado, era casi inútil tratar de explicarle.

—Me estoy muriendo, ¿verdad?—la sorpresa y el miedo no pudieron disimularse en la cara de la niña, lo cual confirmó las sospechas de Sakura—veo que si…—Chieko no decía nada, solo callada sentía como un par de lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas—lo que no entiendo es porque me ayudaste, mucho menos porque ahora estas llorando…
—Debí…—solloza Chieko—debí… evitarlo…
—Pero no es tu culpa—Sakura se inclina ante la pequeña—esto quizás tenía que pasar.
— ¡No, claro que no tenía que pasar, me enviaron para protegerte, para evitar este tipo de cosas, y he fallado!—entonces se agacha llorando amargamente, pero Sakura saca un pañuelo y se lo extiende a la pequeña esbozando una dulce sonrisa.
—Creo que alguien hizo algo así por mí un día…—habla la joven con un aire de melancolía—pero no logro ver con exactitud quien fue— la niña recibe el pañuelo y seca sus lágrimas
—Disculpa…
—No tienes porque disculparte. Sabes, he pensado mucho estos días, y si estoy así ahora, sin memorias sobre la magia y con una maldición en mi, tiene que haber sido porque algo hice mal.

El viento acaricia el rostro de ambas, aquel que anunciaba que el otoño ya había llegado. Una hoja es arrastrada por la brisa hasta dar en los pies de un joven alto de cabello oscuro que observaba la escena a la distancia: Touya.
Sin duda, el hermano de Sakura estaba más pendiente de la joven que de costumbre. Notó cada cambio que la chica había tenido desde el incidente en el festival, pero no comprendía muy bien, al igual que su hermana, el porqué de aquellos sucesos extraños a pesar de que el espíritu de Nadeshiko le había advertido que ciertas cosas que podrían afectar su destino ocurrirían prontamente.
Preocupado por la escena que vio entre una Sakura cada día más demacrada y una pequeña que claramente no era una persona ordinaria, decidió retirarse pasando desapercibido por ambas y caminar sin un rumbo definido. Necesitaba pensar.
Recorrió así diversos lugares por donde, en tiempos de preparatoria, solía ir en bicicleta en compañía de su pequeña hermana montada en patines. Pero algo le faltaba, e inevitablemente un nudo en su garganta se apretaba al notar aquel vacío formado en sus recuerdos ¿Quién ya no estaba? Así llegó a la alameda, la misma que recorrió cada mañana en su época de estudiante. Camino despacio mirando las amarillas hojas rodar al ritmo del viento intentando así vaciar su mente de pensamientos extraños. El tema le saturaba. De pronto, una presencia lo hizo posar su mirada en un punto fijo, una esquina, aquella en donde sentía más aquel espacio en blanco de sus recuerdos, donde él sabía que alguien lo esperaba pero que sus memorias no retuvieron… donde ahora sí estaba.

—Tú…—Touya no pudo evitar acercársele— ¿te conozco?
— ¿A mí?—responde el joven—no lo creo, soy nuevo en esta zona.
—Vaya… creí que te había visto antes.
—Quizás… en otra vida— el joven esboza una sonrisa dulce ante la mirada sorprendida de Touya— ¿Sucede algo?
—No.
— ¿Quieres dar un paseo?, te invito a un café, claro, debes mostrarme donde hay un lugar para tomarse uno, no conozco mucho por acá.
—Si tu quieres…—ambos emprenden el camino—por cierto, ¿cuál es tu nombre?
—Soy Yukishiro… pero me puedes decir Yukito.

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—El verano casi acaba—dice Sakura balanceándose en uno de los columpios del parque pingüino.
—Si…—responde Syaoran en tono cabizbajo.
— ¿Volverán pronto a Hon Kong?
—Mi madre me dice que tengo que estar allá para el comienzo de las clases.
—Ya veo—responde la niña de forma alicaída.
—Pero el hecho que vuelva a Hon Kong no significa que no nos volvamos a ver.

Syaoran le sonrió dulcemente, lo que en conjunto con aquellas palabras fueron como un bálsamo para la pequeña Sakura. Era verdad, ahí estaba él, su Syaoran, al cual a pesar de la distancia no dejaría de querer jamás. Sabía que en ese minuto no sacaba mucho con entristecerse, debía aprovechar cada instante en compañía de la persona más importante en su vida.

— ¡Ya se!—la chica de levanta del columpio y mira sonriente al Syaoran—podríamos ir a la torre de Tokio, me gustaría poder estar ahí sin que ningún suceso extraño ocurriese.

El niño sonríe, se pone de pie y colocándose frente Sakura, la abraza tiernamente. El tenerla tan cerca, el olor de su cabello, su cara, sus manos... no sabía como lo haría cuando llegase el día de marchar a su natal Hon Kong, sería duro, pero intentaría todo lo posible porque aquello tan hermoso que compartía con esa niña perdurara… él la amaba.

La pareja se dirigió a la Torre de Tokio. Las veces que habían estado allí siempre fueron víctimas de sucesos extraños, la primera a causa de la carta sueño y la segunda durante el juicio final. Sin duda, de una u otra forma era un lugar especial para ambos. Ya estando allí se dirigieron al mirador. Cualquiera que los viera de lejos, tan solo hubiese pensado que solo eran dos amigos, pues no caminaban de la mano, no porque no quisiesen, tan solo porque eran aún reacios a ese tipo de muestras de cariño por mínimas que fuesen, más aun, sentían que Touya aparecería en cualquier momento, ya que a cada lugar que decidían ir, el hermano de la castaña se las arreglaba para estar trabajando en él y la cara con la que miraba a Syaoran no era de muchos amigos.
Pero esta vez Touya estaba en clases, Sakura lo sabía, por lo que no había forma de que coincidiesen en la torre.

—Esta es la primera vez que llegamos aquí… recuerdo que la vez que vinimos en compañía de Tomoyo y Meiling fui víctima de la carta sueño… es curioso, vi el lugar tal cual era.
—Lo recuerdo…

Sakura se dirige hacia el borde del mirador. La vista era hermosa, los autos transitaban como hormigas y los edificios apenas parecían pequeñas cajas. La pequeña posa una de sus manos en uno de los ventanales, mientas Syaoran observa que el atardecer hace parecer aun más bella a Sakura, su cabello castaño casi se mimetizaba con el ambiente rojizo al tiempo en que sus verdes ojos se hacían más brillantes y su rostro como porcelana parecía ser más suave y perfecto. Sakura no se percataba de lo atontado que estaba Syaoran al observarla, ella solo veía la ciudad, aunque sus pensamientos no estaban precisamente en el mismo lugar que su cuerpo.

—Oye… Syaoran
— ¡Dime!—dice Syaoran intentando reaccionar.
—De verdad… eres la persona más importante para mi…— la voz de la niña comienza a escucharse entrecortada, pero voltea hacia Syaoran y con determinación agrega— ¡no quiero perderte!

El niño solo la miro largamente. En cierta forma, le sorprendía lo que ella acababa de decir, pero la entendía, pues si bien la distancia entre ambos países no era mucha, no podrían verse a cada instante tras su partida, lo que también le asustaba.

—Yo… yo se que hemos pasado por muchas cosas juntos…—los ojos de Sakura se comenzaron a llenar de lagrimas—pero me asusta perderte Syaoran, no quiero... porque yo…yo…
—Yo te amo Sakura—interrumpe el niño en un tono de voz que demostraba como, en aquel instante, estaba más seguro que nunca de lo que sentí por la persona que tenía en frente
—Syaoran…
—Te amo…y mil veces volvería a Japón solo para estar contigo.

Sakura solo lo queda mirando. No entendió muy bien, pero las palabras de Syaoran lograron hacer que las lágrimas salieran de sus verdes ojos con aun más fuerza, y en menos de lo que pudo darse cuenta, estaba sumergida en los brazos del chico.

—Mí querido Syaoran…

Las personas parecían no prestar atención a aquella escena, amigas hablando animadamente, familias admirando la ciudad a través del mirador, otros comprando algún refresco en la cafetería, niños riendo y corriendo de un lado a otro... pero ellos parecían ser invisibles, como si una barrera se hubiese creado entre la pareja y el mundo entero para que nadie más los molestase. Aquellos niños en su mundo, sintiéndose el uno al otro, queriendo que el tiempo fuese eterno, sellando todo con un tierno beso… lejos de allí, la carta esperanza brillaba.

—El poder que es carta tiene es enorme.

Un niño de cabello azul tomaba un té sentado en el enorme sofá rojo al lado de una chimenea. Llevaba una túnica de igual color que su cabello con bordes dorados la que limitaba un poco más abajo de las canillas. Sus lentes reflejaban el lento andar de las llamas consumiendo la madera, además de su mirada preocupada por aquellos pensamientos que venían una y otra vez.

—Estás preocupado, Eriol.

Una criatura con aspecto de muñeco de felpa, pequeñas alas, color negro y con voz chillona se le acerca volando desde un costado de la habitación.

—Sakura aun no dimensiona el gran cambio que sufrió la carta de la nada.
—Veo que no le dijiste nada.
—No… ella me aconsejó que no lo hiciese.
—Eriol...

Una joven de largo cabello color chocolate entra en la habitación. Llevaba un traje negro hasta las rodillas cubierto por un delantal blanco y en sus manos una bandeja, pues era quien se encargaba de los quehaceres hogareños. Sus ojos color café reflejaban entusiasmo a cada minuto del día sin dejar de lado esa cuota de misterio característica de todos los seres mágicos.

—Dime Nakuru.
—Ya está aquí… ¿le digo que pase?
—Sí por favor.

La joven se retira por unos instantes y regresa acompañada de una mujer.
Era alta y delgada, su bella figura quedaba moldeada por una chaqueta larga color negro. Su largo cabello oscuro sujeto por una moña apenas no alcanzaba a rozar con el piso. De mirada misteriosa y sonrisa tranquila, se desplazó elegantemente hasta quedar cerca del sillón donde Eriol se encontraba.

—Este es un país muy helado—dice en un tono algo disgustado, aunque sin perder la serenidad que la caracterizaba.
—Veo que no te gusta el frio, Yuko*
—Tienes un extraño aprecio por Inglaterra… sin duda eres la reencarnación de Clow.
—Es un lugar donde puedo aprender mucho. Hay magos poderosos en este país.
— ¿Puedo saber qué es lo que quieres Eriol?

El niño se levanta del sillón rojo y se coloca frente a la mujer.

—Por favor, Spy, Nakuru, ¿me pueden dejar a solas con Yuko?
—Como tu digas Eriol—dice la pequeña criatura al tiempo en que emprende el vuelo hacia la puerta en compañía de Nakuru.
—Quiero saber… si existe la posibilidad de evitar que todo ocurra.
—Ya veo… estas preocupado por la chica. Supongo que no le has dicho nada
—No, aunque muy a mi pesar. Sakura ya sufrió muchos trastornos por mi culpa.
—Debo recordarte que no es tu culpa. Es de Clow. Y créeme, él dejo todo listo para que tanto la Sakura que tú conoces, como la de mi mundo y la del país de Clow sufran lo menos posible.
—Solo espero… que la pequeña Sakura sepa lo que tiene que hacer en el momento preciso
—La conexión que existe entre las personas que poseen igual alma es enorme, sobre todo si estas tienen poderes mágicos, sin importar que estén en mundos diferentes. Sin duda ella sabrá en qué momento debe actuar, al igual que la otra chica.
—Aun así… esa acción también traerá consecuencias.
—Así es. Pero debe pasar. Fei Wong quiere cumplir su deseo a como dé lugar, y para evitarlo, es fundamental la Sakura que conoces. Sin duda esto a la larga le traerá trastornos en su vida, pero no será la única que sufrirá… pues, sería injusto que la vida solo fuese difícil para los Syaoran y las Sakura de otros mundos y no para los de este.

Eriol camina otra vez hacia la chimenea, observando como la leña casi estaba por completo consumida por las llamas. Sus pensamientos estaban ocupados solo por la imagen de ambos chicos, y un cargo de conciencia inevitable para cualquier humano en una situación le pesaba sin más remedio que el tener que aguantar dicha carga. Pues no hay dolor más grande que aquel que sabe el futuro y solo puede observar.

—Supongo que ahora solo queda esperar a que los hechos marchen por el mejor camino posible—dice Eriol en un tono reflexivo.
—Pero, no creo que solo me hayas llamado para hablar. Tienes un deseo.
—Tienes razón—sonríe el muchacho—Quiero que aquello que ella entregue como pago, regrese a su dueña en el momento preciso.
—Puedo hacerlo… aunque para ese entonces yo ya no estaré a cargo, así que el precio serpa alto.
—Lo pagaré… supongo que querrás algo de igual poder.
—Sabes lo que es—agrega la mujer
—Mi propio báculo.
—Hecho—responde la bruja con una sonrisa satisfactoria.

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—Es una pena que el verano acabase tan rápido, ¿no lo crees Meiling?—dice una pequeña Tomoyo en tono cabizbajo.
—Tienes razón…—responde la niña china sonriendo a su amiga. Luego voltea disimuladamente dirigiendo su mirada hacia un sector un tanto apartado a donde ellas se encontraban—al menos ellos aprovecharon el tiempo.
—Sakura estaba muy triste… ¿tú crees que Li volverá a verla?
— ¡¿Bromeas?!—exclama Meiling volteándose nuevamente hacia Tomoyo—Syaoran no hace más que pensar en Sakura. No lo dice explícitamente, pero lo conozco lo suficiente para saberlo. Él no estará tranquilo si no la vuelve a ver pronto.
—Tienes razón, además Li es un buen chico y quiere mucho a Sakura.
—Esos… —vuelve a posar la mirada en la joven pareja—están destinados a estar juntos.

Ambas niñas los miraron largamente, pero Sakura y Syaoran estaban con sus cinco sentidos concentrados solo el uno en el otro, aunque ninguno decía palabra alguna. No era un ambiente agradable. Los verdes ojos de la pequeña castaña se veían húmedos, aunque ella se había prometido no llorar en honor a cada uno de esos momentos agradables que sucedieron en el verano, paseos, risas, abrazos, ese beso en la torre de Tokio… pero era inevitable, no había nada que deseara más que ese momento no hubiese llegado nunca, el poder evitar tener que ir al aeropuerto y el tener que decir adiós.
Syaoran es quien da el primer paso. Se acerca un poco a Sakura y con su mano derecha toma el mentón de la pequeña, quien ese día lucía especialmente bella, su figura moldeada por una polera blanca la cual limitaba con una pequeña falda verde que dejaba lucir sus largas piernas.
Habría podido contemplarla por horas, pero debía partir.

—No llores—le dice con voz firme, pero dulce—no sacas nada con llorar.
—Es… es que… —solloza la pequeña, quien intenta tomar aire y agrega— ¡es que no puedo evitarlo, no quiero que te vayas!
—Sakura…eres lo más importante para mí, y el que esté en Hon Kong no cambia nada. Además, me gustaría marcharme con la imagen de la Sakura alegre y entusiasta… la imagen de mi Sakura.

La niña mira sus ojos… sabía que estaba diciendo la verdad, el no la dejaría de amar a pesar de la distancia.

—Tienes razón—responde la castaña secándose las lágrimas—además, aquella vez también dijimos que nos volveríamos a ver, y así pasó… por lo tanto ¡nos volveremos a ver!
—Sí—afirma el niño.
— ¡Syaoran!—grita Meiling agitando uno de sus brazos— ¡se nos hace tarde, vámonos!
—Ya es hora—dice el chico mirando a Sakura, quien no puede evitar volver a agachar la mirada tristemente—descuida… yo estaré de regreso pronto. Es una promesa.

Syaoran extiende su dedo meñique a la castaña, quien levantando la mirada le regala una pequeña sonrisa a su novio y uniendo su dedo con el del chico y repiten a coro:

— ¡Esta es la promesa del dedo chiquito, aquel que la niega que le caigan mil agujas encima y que se le corte el dedo!

Meiling y Tomoyo observan la escena a la distancia. Syaoran se separa de Sakura y camina en dirección a su prima, la cual se despide amablemente de las niñas japonesas y tomando sus respectivas maletas, ambos emprenden el viaje.
Sakura se queda un momento en silencio mirando en dirección donde los primos habían partido.

—No sé porque presiento… que ya nunca lo volveré a ver como ahora…

Sakura no pudo evitar que una lágrima rodara por su mejilla, al tiempo que la carta esperanza dio un brillo intenso elevándose en la habitación de la chica… a los pocos segundos, cayó abruptamente.

Lejos de aquel lugar, en otro mundo, la bruja mira el cielo desde su terraza.

—Ella… deberá ser igual de fuerte que las otras Sakuras cuando las consecuencias del deseo de Fei Wong lleguen a su vida. Solo debe confiar en sus cartas… y su corazón.

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Ella había vagado toda la tarde tras su conversación con Chieko. De alguna forma se sentía débil, no tan solo por la maldición, sino porque ya no podía llegar a casa y enfrentar a su padre y a Touya fingiendo que todo estaba bien, que su vida era feliz y normal, cuando en realidad era todo lo contrario. A pesar de ello, de una u otra forma pensaba que se merecía lo que le ocurría, aunque no podía precisar muy bien porque. Pensó que caminando quizás podía obtener alguna respuesta, que el viento de otoño traería algún recuerdo a su cabeza, pero, otra vez, se llevaba una decepción, pues solo veía nubes en aquello que ese niño chino aseguraba, era su real pasado.
Las horas avanzaban, y el aire se hacía cada vez mas helado, por lo que sacó fuerzas, y caminó a casa, pero cuando ya estaba al llegar, se percató de la presencia de una persona afirmada en la pared que separaba el jardín de la calle. No supo bien, pero su corazón dio un salto al acercarse y comprobar que Li había regresado ¿Qué estaría haciendo a esas horas afuera de su casa?
El joven, al ver que Sakura se aproxima, endereza su postura y camina hacia donde ella había quedado parada. Se sorprende al ver lo alicaída que lucía la joven, esto además que sus ojos estaban hinchados tanto llorar.

— ¿Qué haces aquí?—pregunta la chica.
—Te esperaba…—se sonroja un poco—estaba preocupado… supe lo que pasó la otra noche
—Tomoyo te contó ¿verdad?
—Sí.
—Pero no es para preocuparse tanto—la joven intenta sonreír—supongo… no, no debo suponerlo, debo estar segura—agrega intentando auto convencerse— estoy segura de que todo estará bien—no pudo evitar que otra vez su mirada se nublara por culpa de las lágrimas, pero unos brazos la rodearon repentinamente y la sujetaron con fuerza en un gesto que conocía con anterioridad, aunque no sabía de cuando…y que hacía que se sintiese segura.
—Todo estará bien… te lo prometo

Tras estas palabras, el cuerpo de Sakura pareció desconectarse de lo que su mente decía, y reaccionando casi por inercia, dejó que sus brazos rodearan Syaoran al tiempo en que su cabeza se posaba en el pecho del joven pudiendo sentir cada latido de su corazón…

A lo lejos, un Taichi parapléjico observa la escena. De pronto una mano se posa en sus hombros, y una voz femenina le dice:

—Ella te traicionó.

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* Yuko: Es la llamada “Bruja de las Dimensiones” en TRC y xxxHolic, nombre dado por su habilidad para viajar — y hacer que viajen— a través de los diferentes mundos. Es dueña de una tienda a la cual las personas acuden para cumplir deseos, siempre y cuando le paguen un precio equivalente a lo que quieren pedir.