Microrrelato Lamento

Lamento​

Era de noche.

La luna se encontraba escondida en el cielo, descansando antes de iniciar un nuevo ciclo.

En el interior de una pequeña cabaña solitaria en la falda de una montaña, un hombre abatido se encuentra sentado en plena obscuridad observando la nada; anhelando que alguna luz llegase de repente para cegarlo y hacerle aceptar la realidad, o para castigarlo por todas las cosas que hizo.

Sin embargo, las horas transcurrían inmutables, la resiliencia lo evadía y el castigo huía de su presencia.

Le era difícil saber si todo se debía a la maldición de hombre lobo que lo consumía o la mala fortuna que afligía su vida.

En medio de aquella presión aplastante que generaba el silencio reinante mientras meditaba. La mente de aquel hombre afligido le trajo el recuerdo del melodioso susurro de la voz de la mujer que fue el amor de su vida. Una voz melodía suave y armoniosa articulada en cada palabra, o una explosión de dicha y alegría generada por su dulce risa, recuerdos de gran dicha y emoción que llegó a su fin junto a la vida de su amada.

Ahora, sin embargo, aquellos hermosos recuerdos eran un dolor agonizante en su corazón, la voz de su amada era una daga que apuñalaba su alma. Las dulces palabras de amor, risas y arrullos de cuando dormían juntos, todo era ensombrecido por el recuerdo del lamento y los gritos de agonía de su amada con aquella misma voz que alguna vez le trajo felicidad.

Una ola de furia y frustración asoló a aquel hombre lobo mientras destrozaba las pocas pertenencias que le quedaban.

No dejaba de lamentarse y repetirse lo tonto que fue al pensar que el amor podría controlar su maldición, lo estúpido que fue al creer que su amada estaría a salvo a su lado, y lo cobarde que era por no enterrarse una daga de plata en el pecho para terminar con aquella maldición y pagar por todos sus crímenes.

Un llanto encolerizado, pero afligido, brotó con fuerza de su garganta, un aullido de dolor que bien podría competir con el aullido salvaje que lanzaba durante las noches de luna llena. Y ya fue por la locura o su profundo dolor, aquel hombre lobo logró escuchar la voz de su amada susurrándole un cariñoso “te amo”, que aumento la tristeza de su lamento.