Tokorozawa Lago Sayama [Lago]

Tema en 'Ciudad' iniciado por Gigi Blanche, 23 Junio 2021.

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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Poco sabía yo que el gang boy que tanto me ponía de los nervios tenía en la mira a Sasha ya no solo por obvias razones, si no porque se olía a medias el asunto, nada tenía que ver con su aspecto sino con su habilidad, las manos livianas y la personalidad entera si debíamos ser justos. Si a esta chica se le volaba la pinza cualquier buen día podía tener a cuanto imbécil se le ocurriera bajo el zapato, todo con las palabras y los movimientos correctos.

    Los hombres, en su gran mayoría, éramos unos seres de lo más sencillos y no me molestaba admitirlo.

    La verdad tenía que decirse después de todo.

    Conformista como era tampoco me interesaba si la otra no sé, quería algún atisbo de poder, control, la mierda que fuese. Posiblemente me diese cuenta de que estaba pensado que bastaba con pedírmelo para que volviese a mover la cola como un buen cachorrito y me importaba poco o nada. Esas cosas las podía ceder sin más porque no me quitaban el sueño, era una personalidad bastante maleable en grandes rasgos, cedía cosas y ganaba otras, en un intercambio sencillo que no implicaba nada particular.

    Lo que tenía ser una corriente de aire suponía.

    Que siguiera respirando por la boca, sus dedos se presionaran en mi cintura, me alborotara el cabello y todo el resto solo me seguía aflojando cables con una facilidad que daba risa, que ni se dijera de cuando su pecho rozó el mío porque de milagro no me había pegado a su cuerpo sin anuncios de ninguna clase. Tuve el impulso pero seguí a lo mío, con mi numerito como si nada, y me sonreí contra su boca cuando me rodeó el cuello con los brazos.

    Si no estaría en mi putísima salsa, de verdad.

    El movimiento de su pierna luego de que me separara acentuó el tacto de mi mano, que de nuevo no era que se lo fuese a negar ni nada, y por la pura gracia colé apenas un poco los dedos bajo la falda, cosa de nada. Solté el aire por la nariz despacio al sentir sus labios en la mandíbula, luego el mordisco en el lóbulo de la oreja y solté una risa baja que fue más una vibración que otra cosa.

    El camino azaroso de su dedo me tiró algo de expectativa encima, nada que hacerle, y la verdad es que ya que se había puesto en bandeja me deleité con las vistas sin ninguna clase de pudor. Igual tenía algo de modales o me gustaba montarme el espectáculo, cualquiera de las dos, así que tomé con cuidado su mano, la que estaba trazando el camino en mi torso y le dejé un beso en el dorso.

    —Debo insistir en que eres hermosa, Sash —dije casi en un murmuro y seguí dejando besos en su mano, subiendo despacio—. La verdad te podría halagar el cuerpo entero, I'm just that basic, pero si hay que ser honestos quizás sea un poquito más débil de lo normal a tu cabello. Upsies~

    Liberé su brazo, enredé un dedo en un mechón de su cabello y me incliné de nuevo para dejarle un beso en los labios, casto, antes de desviarme hacia su oído de nuevas cuentas.

    —Como para pasarme toda la noche pegado a tu espalda, con el rostro hundido allí.

    Uy pero bueno, me estaba dejando a mí mismo super exposed.

    No que importara.

    sasha me quemó las pinches bragas, have mercy of my sOUL
     
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    Gigi Blanche

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    Ya asumía que había aspectos de Maze que no me entrarían nunca en la cabeza, si de plano era una tozuda de cuidado así no diera la impresión en determinados momentos, como cuando me montaba en el teatro de cualquiera o decidía que simplemente me apetecía divertirme un rato. Me movía entre espectros extraños, algunos un poco autoimpuestos y otros que recordaba arrastrar desde siempre, desde que era una niña sin problemas en la vida. En general se podía decir que estaba relajada o tensa y de ahí se desprendían el resto de las mierdas, aunque había aprendido a disfrazar lo segundo por debajo de lo primero con mano diestra.

    Pero ahora era genuino.

    De veras me había relajado y ¿no me pasaba siempre igual con Maze?

    Venga, qué miedo.

    El caso era que muchas cosas del chico probablemente no las entendiera nunca y tampoco me interesaba hacerlo en tanto funcionáramos en relativa armonía y a él, claro, no le molestara que me tomara alguna que otra libertad por ahí. Tampoco me consideraba una perra egoísta ni nada similar, pero bueno, a veces me movía con una aparente indiferencia que generaba emociones no muy positivas. Ya se había visto con Daute y demás.

    En fin, que me había relajado de puta madre y probablemente fuera la primera vez desde que papá me llamó a mitad de la fiesta, que tuve que pitarme a casa, calmar la desesperación de Danny y luego oír de su propia boca lo que había en las estrellas. Había sido una semana de mierda y no me había dado cuenta con plena consciencia hasta ahora, que genuinamente me sentía mejor. Que no tenía ese peso absurdo apretándome el pecho.

    Su mano siguió navegando el contorno de mi pierna, noté que se aventuraba apenas debajo de la falda y me acentuó la sonrisa porque mira, era obvio que sólo jugaba conmigo y no podía decir que me desagradara ni nada. Como si, no sé, como si estuviera bastante dispuesta a ponerme en bandeja. Ya lo había hecho, siendo justos, y el cabronazo se aprovechó de las vistas que dio gusto. Me quedé allí mientras me recorría con la vista y una risa de nada vibró en mi pecho, arrojándome una satisfacción absurda. Quizá no buscara a pulso la atención desmedida, el ojo de toda alma sobre la tierra, pero esas mierdas puntuales, focalizadas, las disfrutaba como una hija de puta y así había sido con cada persona que me lié.

    Como si quisiera poseerlos por completo durante el tiempo que estuvieran ahí.

    Hasta la última gota de su atención.

    Le dejé frenar mi mano y lo observé con una intensidad estúpida al presionar sus labios ahí. Le había dado vía libre para que me inflara el ego, básicamente, y no podía estar más a gusto con mi decisión. Sus besos se replicaron con suavidad, absorbí cada una de sus palabras y qué sé yo, estaba ahí muy quietecita pero ¿honestamente? Me la estaba pasando de puta madre.

    Cariño, que se me va a subir a la cabeza y todo.

    But go on, babe.

    Keep going.

    Seguí el movimiento de su dedo al enredarse en mi cabello y estiré la sonrisa, me achinó los ojos y todo. Digamos que no me molestaba disimular que, efectivamente, estaba viviendo mi mejor vida. Estiré el cuello para recibir sus labios apenas adivinar sus intenciones y otro cosquilleo me recorrió la columna al acercarse a mi oído. No me había esperado una confesión del calibre, la verdad, pero la soltó con semejante seguridad que no pude evitar preguntarme desde cuándo lo tendría en mente.

    Eh, so daring~

    Se me aflojó una risa, fue breve y baja, si acaso vibró en mi garganta y se propagó apenas por el aire. El cabrón me había arrojado encima una imagen mental de lo más cagada, porque fue cosa de plantármela delante y querer patear el tablero de juego entero.

    —¿Y qué haces tú pensando en esas cosas? —susurré, con suavidad, y ajusté el rostro para buscar sus ojos—. Un niño de bien, con semejantes ideas en la cabeza.

    Me mordí el labio, repasando sus facciones, y enganché la abertura de su camisa para atraerlo hacia mi boca.

    Should I be worried? —lo molesté por la pura gracia, y no lo besé sino que me quedé allí, rozándolo con toda la intención. Solté su camisa para acunar su mejilla y sonreí amplio, divertida a cagar. Deslicé apenas la lengua sobre sus labios, como una travesura—. Should I get mad? Or perhaps...

    Me alejé unos centímetros, los suficientes para prenderme a sus ojos, y hundí los dedos en su cabello algo alborotado ya. Alcancé su nuca y presioné suavemente, instándolo a inclinarse en mi dirección a medida que dejaba de usar el codo como apoyo.

    Should I let you~?

    Oh, well.

    Un cachorrito tan obediente se merecía una recompensa de tanto en tanto, ¿no?

    ffs suddenly this is so kinky *c persigna*

    llevo como tres posts intentando que almuercen y nO PUEDO, NO ME DEJAN
     
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    Zireael

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    Mira, igual si me paraba pensar que estaba relajando a esta chica de verdad se me subía a la cabeza y todo, porque aunque no me movieran cosas como la atención, el éxito ni ninguna de esas mierdas lo cierto es que podía hacer cosas solo porque sí. ¿Calmar a Sasha? Venga. ¿Relajarla con cualquier estupidez? Pues también. Podía prestar mis corrientes de aire si quería, avivar fuegos ajenos, provocar tormentas o sacudir el polvo encima de la tierra, picar el mar incluso y aflojarle cables a medio mundo, todo sin quitarme la eterna calma de encima. Era de lo más jodido si lo pensaba, porque seguro si me ponían a liderar un grupo de gente igual y lo hacía o si me ponían debajo de un mandamás, como pieza de reserva.

    Lo que estaba claro es que no era un atacante pero ni de puta coña, no había manera de que pudiese compararme con gente que se movía en función a metas claras, que tenía motivadores importantes, deudas de honor o deseos de venganza pendientes. Posiblemente si lo explotaba eso no me detuviese de llegar a los mismos lugares que todos esos intensos del culo, de hecho quizás hasta más alto, porque mi apatía me hacía inmune a las mierdas que derribaban al resto.

    Todo dependía de si lograba algún día lidiar con el pánico que traía la pequeñísima ruptura de la paz.

    Me estaba montando aquí el teatro que ponía de los nervios a los gang boys cuando comenzaban a considerarme una amenaza, ¿pero qué culpa tenía yo de que las señoritas terminaran prefiriendo el show que me montaba que sus caras de moco? Al pensar eso recordé de repente el asunto de Hanson y Dios, estuve a nada de descojonarme, porque seguro el hijo de puta me habría roto la nariz como mínimo, pero ya no estaba y yo estaba haciendo lo que me salía de los huevos. Pero a ver, si no sería un intercambio de puta madre, yo le dije de la mariposita y luego me comí a su no-novia así tan pancho.

    Joder, que ni de haberlo planeado me hubiese salido tan bien.

    La confesión de deseos no aptos para todo público hizo que Sasha estirara la sonrisa, se le achinaron los ojos y todo y una satisfacción de mierda me cayó encima. No sé, como si quería que le siguiera diciendo mierdas así me las sacaba hasta de debajo de las piedras sin problema y ella lo sabía. No hizo falta de todas formas, su siguiente comentario me aflojó una risa casi estúpida y me encogí de hombros.

    Podía haber respondido, pero solo la seguí mirando, que se montara su propio teatro y valió toda la puta pena. Cuando su mano acunó mi mejilla hasta me permití reposar un poco más el rostro en ella, apenas antes de que deslizara la lengua por mis labios y prácticamente reflejé su sonrisa, total ya era obvio que los dos estábamos pasándolo de puta madre.

    Solté el aire despacio cuando volvió a hundir los dedos en mi cabello y me dejé arrastrar sin ninguna clase de resistencia, inclinándome sobre ella a medida que el apoyo de su codo desaparecía. Anclé una mano a un costado, cosa de no soltarle todo mi peso encima así por deporte, la mano libre acunó su mejilla y regresé a sus labios como si no tuviese otra opción. Fue un beso lento que te cagas, profundo y aunque no lo hice con prisa, sí que me colé con más ganas en su boca, busqué su lengua, me presioné y quizás le solté un suspiro a posta, solo quizás.

    Me separé algunos segundos después, regresé a su cuello y volví a recorrerlo de punta a punta con la lengua, con los labios, echándole el aliento encima, y bajé otra vez a la camisa a medio abrir, besé su clavícula y por la gracia colé el dedo en la camisa, lo suficiente para forzar un poco más la tela hacia abajo. Presioné la lengua contra la piel de su escote, luego los labios y solté una risa ronca.

    —Cariño, ¿no se supone que fuiste tú la que dijo que debíamos comer? —Lo dije con evidente diversión en la voz, mirándola desde abajo—. No que me esté quejando, por supuesto.

    Despegué los ojos de ella para dejarle un beso en el mismo lugar y no sé, igual debía parar el puto carro, pero mejor aprovechaba el bug mientras podía, ya que había decidido recompensarme el buen comportamiento de cachorrito entrenado.


    mAZE TIENES QUE DEJAR DE SUSURRARME MARRANADAS *c baña en awa bendita* this is getting so kinky y la rola? la rola me mandó un piso más abajo en la horny dungeon

    also same, de verdad intento recordarles el fact de que esto era un almuerzo sabes? hasta ahora no he tenido éxito (???
     
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    Gigi Blanche

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    Si debía sacar algo de semejante espectáculo era, como mínimo, la de mierdas que nos habíamos contenido a pulso durante el tiempo que llevábamos conociéndonos. Al menos yo no lo había hecho de forma muy consciente o no me había significado una tortura, entendía que lo de Daute había estorbado y pues lógico, ni siquiera me apetecía que su nombre asomara en mi cabeza. Pero para Maze era diferente, ¿no? Como si sólo hubiera estado ahí todo el tiempo, aguardando a la señal precisa para quitarse la correa.

    Y si lo pensaba, de hecho, era que poco a poco me había ido permitiendo cosas nuevas y por rebote permitiéndoselas a él. Habíamos pasado de no tocarnos, a los abracitos, alguna que otra caricia, bailar juntos y los besos en la mejilla. Había escalado progresivamente y al mismo tiempo sentía que ni una mierda, que acabábamos de quemar diez, veinte o cien escalones. No que me importara, sólo era una pregunta que insistía en mi cabeza.

    Si no estábamos descargando ganas a presión, como unos imbéciles.

    Si no se había arrancado la correa como si le hubiera estado asfixiando.

    Era un chico de lo más complaciente, de verdad, y se me ocurrió que debía ser así con todas, con cualquier chica que le interesara endulzarle el oído. Pedazo de fuckboy, ¿eh? Un poco me lo había olido, pero se había estado comportando bastante bien y ahora que por fin lo experimentaba de primera mano, pues vaya. No negaría jamás que sabía lo que hacía, el muy cabrón, y que considerando la situación... bueno, me venía como anillo al dedo, ¿no? Abracitos, almuerzo casero, halagos indiscriminados y una buena liada. Ni que buscara más, venga, con la de mierdas que tenía en la cabeza.

    Y que, había descubierto, Maze silenciaba con bastante facilidad~

    Cuando reposó el rostro en mi mano, no lo sé, me resultó de lo más tierno en medio de todo el espectáculo que nos estábamos montando. Pensé que su sonrisa debía parecerse mucho a la mía y también en que había algo especial en estar en la misma página, disfrutando el uno del otro sin nada más, ni una sola mierda de por medio. Pero vaya, era demasiado para mis neuronas así que no le di mucha importancia.

    Me lo arrastré al suelo porque decencia ya no me quedaba, se ve. No le quité los ojos de encima ni un instante y lo recibí en mi boca, así fuera más que predecible, no fallaba en echarme por el cuerpo todas esas sensaciones. Le correspondí sin pretender acelerar ni modificar el ritmo, sin querer dominar, nada en absoluto. Sólo lo seguí, disfrutando del beso como una hija de puta y dejándole el cabello hecho un desastre. Me aferré a las hebras de vino tinto en cuanto regresó a mi cuello, eché la cabeza hacia el otro lado para darle espacio y solté los suspiros que me dieron la gana. Su lengua sobre mi piel, los labios húmedos, su aliento caliente y la jodida risa ronca que me quemaba demasiadas neuronas para ser cierto o sano. No sé en qué punto comencé a remover las piernas entre sí, el caso fue que no paré al notarlo y si acaso presioné los muslos con mayor ahínco cuando enganchó la tela de la camisa. La expectativa me lanzó un escalofrío por el cuerpo y me removí un poquito inquieta tras alcanzar el borde del escote.

    Pero bueno, ya nos estábamos emocionando demasiado, ¿no?

    Solté el aire de golpe al escucharlo y enderecé el cuello, intuyendo que me estaba mirando. Dejó un beso allí, donde tenía la cara, y la imagen me rayó el cerebro con una intensidad absurda, como para mandar todo a la mierda y seguir permitiéndole las recompensas que quisiera.

    Pero ni que me fuera el exhibicionismo.

    Me relamí los labios, seguí respirando con pesadez y lo atraje de regreso a mi boca, irguiendo un poco el torso antes de volver a recostarme. Fue de pura manía, la verdad, porque me salía del coño y me daba que podría echarme el día entero comiéndole la boca. Anclé una mano debajo de su mandíbula y deslicé los labios directo a su cuello, para regresarle un par de favores. Tanteé la piel con suavidad, primero, arrastré la lengua después y fui trazando un camino descendente a medida que lo instaba a erguirse.

    Una vez se hubo más o menos sentado, me valí de sus hombros para impulsarme e hincar las rodillas a ambos costados de su cuerpo, echándole mi peso encima del regazo. Seguí hundida en su cuello, recorriendo su torso con la palma abierta, y le propiné un mordisco suave antes de subir a su oreja.

    —Pues sí —murmuré, un poquito agitada—. Gracias por recordármelo, hon.

    Puse un poco de distancia entonces, de una maldita vez, y estiré el brazo para hacerme con uno de los bentos. Así, como si nada, aunque claro, en su regazo aún estaba y no planeaba bajarme. Abrí el almuerzo, sonreí al detallar la comida dentro y busqué unos palillos para seleccionar un poco de ensalada de papa y huevo. Deslicé la mirada a sus ojos, claramente divertida, y dirigí los palillos en su dirección. Recordé de repente el primer almuerzo que habíamos compartido, cuando le hice creer que le daría de comer o similar y al final sólo jugaba con él.

    Las vueltas de la vida.

    —A ver, cariño, di ah~

    quién dijo que no se puede almorzar de forma kinky eh qUIÉN
     
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    No era que hubiese tenido que contenerme de forma particularmente consciente, de nuevo, era conformista y me quedaba con lo que la gente me diera, me había acercado con intenciones de ligarme a Sasha pero luego solo corrí por su cauce, que me diese lo que se le antojara y ya. Me adapté a lo que imaginaba era lo más cercano a una amistad que tenía y viví con eso tranquilamente.

    Hasta hoy.

    Bastó una señal, un chasquido de dedos para que me zafara de la correa que ni me di cuenta que tenía puesta y me lanzara al putísimo vacío sin medir consecuencias, sin pensar en nada más que en el instante que tenía delante y seguir danzando, levantando el polvo con mi brisa, girando y girando hasta crear un remolino. Por otro lado tampoco era un cabronazo en todas las de la ley, jamás de la vida era que me fuese a liar con esta chica y esfumarme ni nada, pero digamos que la gama de opciones se había ampliado de golpe.

    Almuercitos caseros.

    Hacer el tonto.

    Una buena comida de boca y lo que se nos pusiera por delante.

    Me recibió de nuevo, me dejó besarla un poco como me saliera de los cojones y me siguió desgraciando el cabello, que ya de por sí me traía sin cuidado. Podía parecer que estaba muy concentrado en el beso, luego en el numerito del cuello y el escote, pero tenía los sentidos repartidos en los suspiros que se permitió soltar y, para variar, también en el movimiento de sus muslos.

    Eh~ pero mira nada más.

    Como para que me siguieran surgiendo puras ideas de mierda.

    Cuando me atrajo a su boca otra vez me dejé hacer, creí que se quedaría en eso, no que se fuese poner a retribuirme un poco del espectáculo. Cuando se deslizó a mi cuello me desinflé los pulmones despacio, cerré los ojos y solo disfruté el espectáculo como un hijo de puta. Cada chispazo que provocaba, el camino que trazó y las sensaciones que me bañaron el cuerpo, apagando el mundo.

    Me instó a erguirme y más o menos me olí la movida, así que el cuerpo me actuó en automático, anclé las manos en su cintura y ya de plano suspiré porque la jodida seguía hundida en mi cuello, recorriéndome el torso con la mano, y hasta me dio un mordisco de nada.

    Joder con la aussie, de verdad.

    Estaba en su puta salsa, porque cuando puso distancia luego del comentario alcanzó uno de los bentos, palillos y tomó algo de ensalada, la diversión mirada la delató un poco si debía ser honesto. Tenía a la chica en el regazo, ofreciéndome comida y toda la tontería, su puta madre iba a quejarse, así que obedecí de lo más gustoso.

    I feel so spoiled —murmuré tragándome un poco la diversión, antes de abrir la boca—. Ah~

    Podría haberme quedado quieto, pasaba que no me daba la gana, así que aflojé su cintura, deslicé las manos a sus muslos y luego tracé un camino ascendente, colando las manos bajo la falda con bastante más descaro que antes.

    Upsies~


    paula con cerveza y media en el organismo: *este post*

    GOSH WHAT'S THIS
     
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    Obviamente no dudé ni un instante que Maze aceptaría cualquier tontería que se me cruzara por la cabeza, si tampoco era nada muy salido y de serlo, no sé, me daba que el talento adaptativo de este chico era para interés científico. Ya había pensado que era un campo minado, aunque quizás estuviera más atrapado en él de lo que había estimado, el caso era que ahora comenzaba a verlo: no le importaba. No le interesaba dónde, cómo o con quién estuviera, en tanto nadie osara pinchar su burbuja.

    No le importaba en lo más mínimo.

    Igual sus suspiros eran un puto poema y mira, si me daban la oportunidad de seguir arrancándoselos yo aceptaba gustosa. Ancló ambas manos a mi cintura, se quedó allí esperando la comida y me sonreí con una mezcla de ternura y satisfacción de lo más extraña. Claro que noté el camino que trazó hasta debajo de mi falda, pero que me preguntaran si me importaba o molestaba. Más que clara tenía que estar la respuesta cuando mi reflejo fue presionar los muslos contra sus piernas, fue apenas un segundo pero bueno, se me escapó y nada que hacerle~

    Llevé la comida a su boca, la deposité con cuidado y regresé los palillos al bento para yo también probar un poco. Seleccioné unas verduras horneadas y asentí un par de veces, dándole mi entera aprobación. No hablé hasta después de tragar.

    —Está muy rico, cariño, como siempre.

    Agarré un poco de salmón y se lo llevé a la boca, repetí lo mismo conmigo y mientras masticaba murmuré un sonido pensativo.

    —Acabo de recordar que ayer vi un salmón en descuento en la tienda —solté pues porque sí, buscando arroz y verduras para seguir dándole de comer con toda la naturalidad del mundo—. Luego me recuerdas que lo compre, ¿vale? Que a Fanny le encanta grillado.

    Busqué la botella en el espacio a nuestro alrededor y cuando di con ella tuve que tragarme la gracia. Sostuve el bento con una mano, los palillos lo mismo, y me estiré hacia él para alcanzar la infusión que se encontraba a sus espaldas. Puede que le haya echado bastante peso encima y puede que definitivamente haya pegado mi pecho al suyo antes de regresar a mi posición.

    Ups~

    La destapé, risueña, y seguí prendada a sus ojos cuando me la llevé a los labios y le di un trago largo.

    —Eh, tenías razón~ Está muy buena —murmuré, secándome la boca con el dorso del pulgar—. ¿Quieres?
     
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    Que Sasha se estuviera dando cuenta o no de cómo era el asunto conmigo era bastante irrelevante, no era ningún secreto del gobierno tampoco y ya de por sí le había soltado en toda la cara que me iba a la mierda solo si me rompían la burbuja. En sí esta chica tenía las pistas para joderme la vida si le salía del coño, lo pensé de repente y fue un poco cagado, pero nada que hacerle. Quedaba confiar en que no era esa clase de persona simplemente, que era lo que creía con lo que llevaba viendo de ella en estos días.

    Había estado preparado para detener la movida de las manos bajo la falda si me lo decía, pero para la gracia sentí que presionó los muslos contra mis piernas y mantuve el teatro por obra divina seguramente, porque estuve a nada de echarme encima otra sonrisa de las jodidas y ya de plano empujarla contra mí. Sin embargo, había que tenía un poquito de decencia, que seguíamos allí a los cuatro vientos, así que solo seguí ascendiendo pues porque sí.

    Recibí la comida como si nada, mastiqué despacio y me quedé observándola en lo que ella comía, esperando cualquier clase de reacción y cuando dijo que estaba muy rico se me suavizaron un montón los gestos a pesar de las condiciones, alcancé hasta a dedicarle una sonrisa de las de siempre, serena, antes de recibir el salmón que me alcanzó.

    —Anotado, te lo recordaré sin falta —accedí sin más, esperando que genuinamente me diese la neurona para hacerlo que a veces se me olvidaba hasta que tenía que comprar arroz.

    La vi recorrer el espacio con la vista, hasta encontrar algo a mis espaldas y la sonrisa mutó por completo cuando se inclinó hacia mí para alcanzar lo que sea que quisiera, pegando su pecho al mío. Aún así sosegué un poco la expresión cuando regresó a su posición, aunque un poco por la gracia esta vez sí la empujé un poco hacia mí con las manos. No fue brusco ni nada realmente, pero lo hice y me tragué la diversión.

    Siguió con el numerito, se prendó a mis ojos en lo que bebía y después me preguntó si quería. ¿Quién era yo para no seguirle el desastre a esta chica, de verdad?

    —Te lo dije~ —añadí aunque no hacía falta y ladeé la cabeza con cierta inocencia impostada—. La verdad que sí quisiera un poco, linda.
     
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    No tenía la menor idea qué hora era, asumía que el tiempo estaba pasando por la inclinación del sol, la longitud de nuestras sombras, pero total las clases seguro ya habían comenzado y por ende mi única responsabilidad era recoger a los niños, así que nada de lo que preocuparse. Noté la alegría genuina que brotó de la sonrisa de Maze tras alabarle la comida y me hizo pensar que podíamos balancearnos entre diferentes espectros con una facilidad ridícula, que yo hacía eso siempre y ¿no se contradecía un poco con mi insistencia por categorizar todo entre blancos y negros?

    Pretendía organizar el mundo y no mojarme en el proceso, era evidente.

    Sus manos seguían debajo de la falda, si seguían subiendo y todo, y luego de molestarlo con la movida de la botella el cabrón me empujó un poquito hacia él. Mis piernas se deslizaron sobre las suyas, la tela de mi falda acompañó el movimiento y tuve que pensar que seguía más sensible de lo que me gustaría admitir, porque de repente me entraron unas ganas estúpidas de volver a pegarme a él. Ni debía ser recomendable almorzar así, oye, nos iba a caer mal la comida.

    De la forma que fuera, estaba hecha una cabrona y no demostré abiertamente reacción alguna a su movida, como si pretendiera hacerme la dura o como si estuviera retándolo a redoblar la apuesta, quién sabe. Probé la infusión sin quitarle la vista de encima y su inocencia al responderme me hizo hasta gracia. Igual los food kinks no me iban mucho, al menos no algunos, así que simplemente le pasé la botella y si acaso me tomé el atrevimiento de rozar sus dedos al desprenderme de ella. No había previsto que debería quitar las manos de donde las tenía, eso sí, y apenas noté la ausencia le solté un mohín en toda la cara. También me lo quedé mirando, de paso, como si estuviera esperando que terminara de beber así volvía a la posición inicial.

    A veces era una cría de lo más caprichosa.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Que me paseaba de un lado a otro de un espectro increíblemente amplio ya era obvio, ni siquiera me detenía a pensarlo porque no lo veía necesario. Así como le colaba las manos bajo la falda, la empujaba hacia mí y le comía la boca, luego regresaba como si nada y se me salía la alegría infantil por un cumplido al almuerzo. Bueno, me movía entre espectros o era súper básico, no creía que hiciera diferencia una cosa de la otra en ese momento.

    En fin, que aún así ninguno de los dos era exhibicionista ni una mierda, aunque yo digamos que rozaba los límites en cierto momento solo alcanzaba la línea de frenado y me quedaba allí para que no se me volara todavía más la pinza. Era posible que no hiciera nada más de lo que ya llevaba haciendo no sé ni cuánto rato, pero también por mí que se quedara en mi regazo toda la tarde si quería. Que encima de que estaba viviendo mi mejor vida me iría a quejar, era estúpido pero no tan estúpido.

    Acepté la botella sin reaccionar el roce de sus dedos, que entre todo era lo más discreto de por sí, y le di un par de tragos largos. La verdad tenía más sed de la que había estimado, supongo que culpa de todo el numerito. Cosa que fue notar la ausencia de mis manos y que Sasha me soltara un mohín encima, me dio entre risa y ternura porque siendo honesto no me lo esperaba.

    Dejé la botella a un lado y la verdad es que aunque se notaba que casi estaba esperando que volviese a la posición anterior de repente sencillamente se me ocurrió otra cosa. Llevé las manos a su rostro, le acaricié las mejillas con un mimo estúpido y la hice agacharse, doblar un poco la espalda, para alcanzar a estamparle un beso en la frente. Me quedé allí un rato, con los labios pegados a su flequillo, y solté el aire despacio por la nariz antes de dejarla erguirse lo suficiente para poder mirarla a los ojos otra vez.

    Le sonreí entonces, le sonreír de verdad, y le enredé los brazos alrededor del cuerpo extinguiendo cualquier distancia, prácticamente fusionándome con ella.

    —Perdona si corté el rollo —murmuré—. I just had to do this~
     
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    Gigi Blanche

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    Lo dicho, le mantuve la mirada encima mientras bebía de la botella. Si acaso desvié mi atención brevemente más allá de él, aprovechando que poseía plena visión del puente y el bosque, para comprobar que siguieramos solos o qué sé yo. En su momento me había parecido un golpe de suerte pero ahora honestamente ansiaba que se mantuviera así, como un pequeño instante congelado en el tiempo sólo para nosotros dos.

    Dejó la bebida a un lado y pensé que retomaríamos lo de antes, lo di por sentado, de hecho, y genuinamente me sacó de base al acunar mi rostro entre ambas manos. Lo vi a los ojos, recibiendo sus caricias, el sol los iluminaba de refilón y ya lo había pensado antes pero debía insistir: era un verde de lo más bonito, uno que combinaba con todo a nuestro alrededor como si estuviera destinado a ser.

    Me instó a agacharme y obedecí, dócil que te cagas. Presionó los labios en mi flequillo y me quedé mirando a los botones de su camisa, incluso había llevado una mano a ellos sin darme cuenta para ponerme a juguetear como un crío. El corazón me golpeteaba en el pecho y me dio miedo, la verdad. Me dio miedo porque ya había pensado que ese chico estaba vacío, que no le importaba nada en absoluto y que quizá por eso, sólo por eso, no tuviera el menor sentido aventurarme en su campo minado con la esperanza de liberarlo.

    Me erguí de nuevas cuentas apenas se separó, busqué sus ojos de inmediato y detallar su sonrisa me revolvió un montón de emociones en la boca del estómago. ¿De dónde se suponía que nacían sonrisas tan bonitas si la tierra era completamente infértil?

    No tenía sentido.

    Me costó bastante reflejarla, seguía algo ofuscada por el cambio tan repentino de actitud pero no vi por dónde rechazarlo al pegarme a su cuerpo. Qué va, fue automático. Mis brazos se alzaron y se enredaron en torno a su cuello, donde hundí el rostro y cerré los ojos, respirando con calma. Era consciente del contacto, de su calidez y de todo lo demás, y tras oírlo disculparse meneé la cabeza como pude, sin salir de mi escondite.

    It's okay, I like this too.

    Había dicho que iba a quedarse, ¿verdad?

    No lo entendía, no podía, pero había dicho que iba a quedarse.

    Y otra vez, aunque me cagara en mis putos muertos, lo único que podía hacer era confiar.


    Lo presioné con un poquito más de ahínco y entreabrí los ojos, cargándome los pulmones de aire para soltarlo poco a poco. De paso absorbí un montón de su aroma.

    —Oye, gracias por dejarme secuestrarte —murmuré, imprimiéndole cierta gracia a mi voz porque era bastante reacia al sentimentalismo barato—. Y gracias por preparar el almuerzo y todo. No sé si lo piensas, pero no cualquiera lo hace y es muy lindo de tu parte.

    maze te pedí un tantito de respeto qué no me lees
     
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  11.  
    Zireael

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    Quizás no lo dijese realmente, habían cosas que uno pensaba y pensaba y nunca decía, pero agradecía que por obra divina, pura cosa de azar o quién sabe qué hubiéramos permanecido solos todo el rato. No tanto por el pedazo de desastre que había desatado, los cables que había aflojado ni nada de esas mierdas, lo que agradecía era haber podido estar solo con ella y ya. Con los cientos de verdes, el olor del pasto y del agua, con el diminuto fragmento de bosque había logrado obsequiarme sin siquiera planearlo.

    Haber recordado que alguna vez había tenido raíces, que estaba aferrado a algo.

    Así me lo hubiesen arrebatado.

    Pensé de repente que todos teníamos raíces, que en algún momento todos fuimos plantas, pero por obra del destino, de nuestras propias cagadas o decisiones ajenas olvidábamos eso. Alguien nos arrastraba de la tierra y nos transformábamos en otra cosa, algunos combustionaban presa de la furia o quizás hasta de un amor desmedido que no sabían expresar, tantos otros erguían murallas de tierra fría, luego estaban los que se transformaban en océanos y quedábamos el resto. Los que desprovistos de ancla, de suelo firme, flotábamos y flotábamos, corríamos como la brisa y ya.

    Pero todos habíamos sido plantas alguna vez y si nos forzábamos lo suficiente quizás algún día podíamos echar raíces de nuevo, conectar con la gente, con el mundo y regresar al centro.

    Le había cambiado el chip tan rápido a todo el asunto que tampoco podría haber culpado a Sasha si se quedaba fuera de base, pero incluso si le costó un poco me regresó la sonrisa y quizás en automático alzó los brazos para enredarlos alrededor de mi cuello antes de que hundiera el rostro allí mismo. La sentí negar con la cabeza y apreté un poquito el agarre en torno a su cuerpo.

    It's okay, I like this too.

    Solté una risa baja, recorrí su espalda con las manos en lo que ella se llenaba los pulmones de aire y le puse atención cuando noté que tenía intenciones de seguir hablando. La sonrisa que se me formó en los labios fue amplia pero serena.

    —No tienes que agradecerme nada, cariño —dije en voz baja—. Ni por dejarme secuestrar, ni por los almuerzos ni por cualquier otra cosa que se te pueda ocurrir. No hace falta, lo hago porque me nace y ya está, ni siquiera le doy mucha cabeza como dices. No lo pienso, bueno, no pienso mucho nada, debo tener aire en la cabeza.

    maze: ño

    im suddenly crying
     
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  12.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    No me consideraba yo ninguna hippie ni amante de la naturaleza, tampoco me había dado nunca la cabeza para considerarme una artista y volcar mis pasiones, mis emociones o cualquier cosa en una hoja, un lienzo o un pentagrama. Era más de vivir los momentos y luego irme a la cama, sin sentir la necesidad de transducirlos a idiomas que sobrevivieran mejor el paso del tiempo. Si debía hilarlo fino podía asociarlo a mi eterno desapego, a mis tendencias pesimistas incluso y si realmente se me volaba la cabeza, llegar a la conclusión de que nada valía lo suficiente la pena como para luchar por inmortalizarlo.

    Que mi vida no era lo suficientemente importante.

    Porque así como no buscaba vías de expresión tampoco le prestaba la suficiente atención al mundo. Siempre intentando vivir dos pasos adelantada, siempre atorada en el futuro. O en el pasado, quién sabe. Tener presente que todos poseíamos raíces estaba bien, el problema sobrevenía cuando eran esas mismas raíces las que crecían en torno a tu cuerpo, te inmovilizaban y apretaban la garganta.

    Como las enredaderas al pie de mi torre.

    Que recorriera mi espalda con las manos se me asemejó a una gran caricia, de esas que quizá no pretenden transmitir cariño o rearmar, sino simplemente comprobar que todo permanece en su lugar. Me dijo que no hacía falta agradecer, que nunca pensaba mucho nada y que debía tener aire en la cabeza. Solté una risa nasal de la pura gracia, aunque me desprendí suavemente de su abrazo para verlo a los ojos. Reposé las manos en sus hombros y desde allí lo zarandeé apenas, fue cosa de nada.

    —Yo creo que está muy pesada para tener sólo aire —respondí, completamente seria, y luego sonreí—. Ah, además guarda muchas canciones folk. Esas tampoco son aire.

    Le di unos golpecitos al costado de la cabeza y, otra vez, me valí de sus hombros para incorporarme. No había notado que tenía las piernas un poco entumecidas hasta que las usé de soporte y fui despacito hasta la orilla del lago. El césped se hundió bajo mis pies, primero, luego encontraron el agua y un escalofrío ligero me corrió por la espalda. Me acostumbré rápido a la temperatura.

    —¡Y recetas! ¿Cómo hornearías verduras o harías blueberry pancakes si no? —Entrelacé las manos a la espalda y comencé a caminar de lado a lado, sin ninguna prisa—. También sabes bailar, inventar apodos, jugar al beer pong, hablar inglés y japonés, puedes cantar, y definitivamente eres el mejor seguidor de post-its que he conocido en mi vida. Los monstruos de las galletas no tendrían chance contra ti si existieran. También recuerdas cosas muy importantes, como darle tiempo al tiempo o que cada quien hace las cosas a su manera. ¡Ah! También eres un espía, ¿recuerdas?

    Se me había venido a la mente de repente y solté una carcajada.

    —Delfín~ —murmuré, girando el rostro para verlo sin dejar de caminar—. Como los príncipes franceses.

    Me desinflé los pulmones sin prisa y me detuve frente a él luego de darle un buen vistazo al paisaje. Le sonreí, el agua acarició mis piernas al mecerse y una brisa suave arribó desde el lago. Era dulce y tibia.

    —Así que no, no tienes aire. —Se me escapó una chispa de diversión—. Bueno, quizás un poquito, pero también tienes un montón de cosas.
     
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    Zireael

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    Quizás me hubiera empeñado a vivir en el presente porque me habían arrancado de cuajo de la tierra donde se supone que podía ver futuro, así fuese un futuro sencillísimo. En mi cabeza de catorce años yo iba a graduarme en mi instituto de pueblito, tendríamos un prom que seguro apenas tendría presupuesto y nos pegaríamos la borrachera de nuestras vidas en el bosque. Luego si tenía suerte me conseguía un trabajo en el pueblo o fuera y fin de la historia.

    ¿Y ahora?

    Nada.

    Podía aspirar a, no sé, ir a la universidad y esas mierdas, es más, seguro lo hacía. Capaz y me metía a estudiar algo relacionado al turismo como mi madre, acababa siendo transferido con veintantos a algún hotelucho en el culo de Japón y si era muy cagado me transferían como habían transferido a mi madre. Solo pensar en las posibilidades, que tampoco me llamaban especialmente la atención, me tiraba encima una intranquilidad con la que no quería lidiar. Era por eso que solo desconectaba y ya.

    Aflojé un poco el agarre cuando noté sus intenciones de separarse para apoyarse en mis hombros antes de zarandearme, fue cosa de nada, pero la miré con cierta confusión hasta que habló y se me soltó la risa. Que estaba muy pesada para tener solo aire y que guardaba muchas canciones folk, bueno, razón tenía. Cuando se incorporó la seguí con la vista, recogiendo un poco las piernas, y me distraje con los destellos que la luz natural le arrancaba a su cascada de vino tinto.

    —¿Con internet? —pregunté con el tono liviano de siempre—. Google me debería responder todas mis dudas culinarias.

    Después de que dijera que recordaba cosas importantes como lo de darle tiempo al tiempo y que todos hacíamos las cosas a nuestra manera guardé silencio, repasé su silueta, me enfoqué en el sonido que hacían las hojas al rozarse por la mínima brisa e inhalé profundamente apenas un segundo antes de que se girara para recordarme lo de Delfín.

    —Pero no lo digas a los cuatro vientos, que luego me descubren, ¡mi identidad secreta no puede ser revelada así! —dije con un aire bastante teatral y cuando terminó de hablar me levanté despacio—. Aún así supongo que tienes razón, no tengo tanto aire.

    Me acerqué a ella, el césped me hizo cosquillas en los pies y pronto el agua me alcanzó también, al principio el cambio de temperatura me desconcentró, pero logré volver a la línea sin mucho esfuerzo.

    —Bueno, ¿lo ves? Tú también recuerdas cosas importantes.
     
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    Gigi Blanche

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    Lo cierto era que no tenía la menor idea de qué hacer con mi vida una vez me graduara de la secundaria, que para la gracia mucho no faltaba. Vivía tan enfrascada en el futuro inmediato, en cuidar de los niños y trabajar en el café para llevar dinero a casa que siempre olvidaba que apenas tenía dieciocho años, que se suponía que ocupara mi tiempo libre fantaseando entre diversas carreras y profesiones, sobre a qué edad me gustaría mudarme e independizarme. No repasando la lista de compras o procurando no olvidar la renovación de las recetas médicas de Danny. Y en cierta medida era también mi escondite, me resguardaba dentro de esas responsabilidades porque pensar en el futuro, en mi futuro particular, me echaba encima una ansiedad insoportable.

    Porque no tenía idea de qué hacer.

    Pero definitivamente no ansiaba pasarme la vida entera siendo camarera.


    —Era una pregunta retórica, cállate —le solté sin molestia real luego de que trajera Google a colación.

    Vete a saber si lo diría en serio, si mis palabras obrarían alguna clase de sentido dentro suyo, eso era algo que no dependía de mí. Al menos, suponía, podía contentarme con el hecho de que me hubiera dado la razón.

    Maze se reunió junto a mí, alcanzó el agua y le sonreí. Estaba tan silencioso que mi risa fue prácticamente insonora.

    —Cuidado, está fría —le advertí tarde adrede, luego de que ya se hubiera metido.

    ¿Que yo recordaba cosas importantes? Suponía que sí, yo no era la que andaba diciendo por ahí que era puro aire. Mi cerebro se asemejaba más bien a un archivo rígido, como esas centrales de operación viejas llenas de aparatos enormes, cubiertos de polvo. Era una habitación grande y oscura que seguía funcionando así nadie le llevara el apunte.

    —Como el salmón —anoté, señalándolo con el dedo índice—. No se me olvida aún.

    Me desinflé los pulmones y le salpiqué un poco de agua con el pie, fue cosa de nada y solté una risa breve, bien inocente.

    —Por si aún no te quedaba claro que está fría~
     
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    Zireael

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    Quizás no nos diéramos cuenta nunca de los puntos en común que compartíamos más allá de poder comportarnos como críos una mayoría importante del tiempo cuando nos juntábamos, porque éramos capaces de hablar de nuestras mierdas pero no a profundidad. Ambos nos desligábamos del futuro o fracciones del futuro a nuestra manera, ambos bajábamos los interruptores y seguíamos la inercia de un movimiento que quizás lo pareciera, pero no necesariamente nuestro. Hacíamos y hacíamos, pero poco nos orientábamos a pensar en lo que habría más adelante.

    Incluso si no nos apetecía lo que podría resultar.

    Aunque suponía que eso podía extrapolarse a toda la gente o algo así, que todos nos escondíamos del futuro en diferentes cuevas, que todos retrocedíamos ante cualquier atisbo de inseguridad porque lo llevábamos grabado en el cuerpo, así como los animales salvajes tenían escrito en los genes huir del olor humano. Igual era cosa de adolescentes, qué iba a saber yo, que vivíamos todos en un instante, que no pensábamos más allá y cuando lo hacíamos era porque nos obligaban.

    Que vivíamos como si no fuésemos a envejecer o a enfermar.

    Solté una risa de nada ante lo de que era una pregunta retórica, porque lo sabía obviamente, pero había querido responder la tontería de Google aún así. Habían cosas que nunca recordaba de las recetas de todas formas, se me olvidaban y me veías ahí a las once de la noche escribiendo en el buscador "blueberry pancakes recipe". ¡Y todas las veces me salía una receta distinta! Era para darse de cabezazos contra la nevera, de verdad.

    Sasha me advirtió de la temperatura del agua ya cuando era tarde, obvio, y negué suavemente con la cabeza como si no pudiese creérmelo. Señaló lo del salmón y se me escapó otra risa directo del pecho, porque era y no era a lo que me refería. Más que recordar cosas importantes ella misma lo que pasaba era que nos recordaba a los demás las cosas importantes. Que no teníamos aire en la cabeza, que preparar almuerzos para la gente no era algo que hiciera todo el mundo y tantas otras más.

    Quizás viviera en su torre de piedra, quizás tuviese raíces enredadas alrededor, pero Sasha era capaz de lograr cosas que otros solo podíamos soñar y tal vez algún día tuviese incluso más libertad de movimiento, más poder, más influencia. Quizás si abría su ventanuco, quizás si regábamos las raíces o las podábamos, ni idea, pero el caso es que la posibilidad estaba allí.

    Y esperaba de corazón que algún día la viese.

    Que viese todo lo que podía hacer con el amor que le brindaba a los otros.

    Retrocedí un paso cuando me salpicó de agua con el pie, metido como estaba en mis cavilaciones y la miré haciéndome el ofendido, como si hubiese insultado a todos mis ancestros o quién sabe qué cosa.

    —¿Así tratas al Delfín? ¡Jamás me habían faltado el respeto de esta manera! ¡Y yo que te iba a recordar el salmón! —Giré el rostro con algo de brusquedad y me quedé así un rato, pero ni que fuese a quedarme sin hablarle ni nada.

    Moví el pie de repente, arrojándole algo de agua a las piernas también, aunque tampoco iba a empaparla ni nada que mira, la verdad sí estaba algo fría el agua y pues pobre chica. Encontré sus ojos para dedicarle otra sonrisa amplia, de dientes descubiertos y todo, antes de acercarme y envolverla entre mis brazos otra vez. Quizás la abracé un poquito más fuerte de lo que planeaba, pero ni modo, y cuando volví a soltarla le tomé el rostro entre las manos para estamparle un beso en los labios.

    —Gracias por las cosas que me recordaste hoy, linda. —Le pellizqué las mejillas como si fuese una cría—. Puedes llevarte los pancakes a casa, seguro que le gustan a tu familia igual.


    lloranding all over if i get high and this dumbass i cant with mah heart

    como te decía, creo que a menos de que sasha me provoque más feels, cosa que nunca sé con tus niños por aquí quedaría Maze y diosito gracias por tanto y perdón por tan poco ;;
     
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  16.  
    Gigi Blanche

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    Maze se rió, se rió y siguió riendo con mis tonterías, así las mechara con repentinos momentos de seriedad o incluso ofensa impostada. Eran risas livianas, a veces, otras se notaba que nacían directo en su pecho y forzaban su camino hasta mezclarse entre la brisa y el azul del cielo, como cosas inevitables, como cuando las mierdas te sobrepasan y sólo puedes llorar y llorar. Era lo poderoso de las emociones, su capacidad de arrollar el resto de prioridades y quizá traicionarte, sí, pero nunca con malas intenciones.

    Maze a veces se reía como si fuera inevitable y me parecía de lo más bonito del mundo.

    Y no era estúpida, sabía que podía cuidar de las personas. Lo hacía todo el tiempo, de hecho, y si me descuidabas quizás hasta se me iba la mano. Los cuidaba y veía en sus sonrisas, en el color de sus voces, una nota de agradecimiento que me ayudaba a seguir esforzándome. Quizás hubiera mejores formas, mejores equilibrios, pero este era el que había encontrado y de momento me servía. Me gustaba dar amor porque muchas veces lo recibía de regreso en sus sonrisas, en el color de sus voces, en abrazos y almuerzos caseros. Y no era, en definitiva, una persona codiciosa.

    Se ofendió tanto cuando le salpiqué agua que yo también solté la risa, viendo incrédula cómo se giraba y me ignoraba. Entrelacé las manos a la espalda, manteniendo una sonrisa divertida en el rostro, y me incliné hacia un costado en busca de su expresión. Claro que me pilló en medio de la movida y acabé recibiendo el agua de lleno, a lo cual solté un gritito de sorpresa y me quedé dura como estatua unos pocos segundos antes de relajar el cuerpo.

    Recibí sus ojos, entonces, que me sonreían con el estúpido amor que me gustaba entregar y me leyó la mente o algo, porque fue verlo avanzar y echarle los brazos al cuello, apretándolo contra mí con fuerza. Cerré los ojos un instante, luego me perdí entre el vaivén del agua y tras alejarse recibí su beso con toda la calma del mundo. Claro que no podía estarse quieto y me jaló de las mejillas, envolví sus muñecas por mero reflejo pero no atiné a quitármelo de encima. Como mucho arrugué el ceño.

    Gracias por las cosas que me recordaste hoy, linda.

    Ese preciso poder nunca se me había ocurrido nunca, el de recordar cosas, pero si lo analizaba con detenimiento quizá viniera con el paquete de todo lo demás. De atender a las reacciones de otras personas, velar por ellas, intentar mimarlas y brindarles contención, apoyo o cariño de ser necesario. No era una mierda que me resultara difícil, fluía con una naturalidad absurda y ¿qué iba a hacer, más que aceptarlo?

    Cuando me hacía feliz.

    Cuando me aseguraba que no era una copia de carbono de mi madre.

    Dar amor estaba bien y no hacía débil a nadie.

    Sacudí el rostro hasta que me lo dejara en paz y esta vez fui yo quien acunó sus mejillas. Permanecí en la chispa jade de sus ojos, en el verde musgo que sabía a tierra labrada, a césped y oxígeno, y mis pulgares lo acariciaron con todo el amor que era capaz de entregar.

    You too are beautiful, darling —murmuré, en voz baja—, in every way that you can imagine.

    Me puse de puntillas y con ambas manos lo insté a inclinar un poco el cuello, cosa de plantarle un beso en la frente. Luego otro en la sien, en la mejilla, la comisura de su boca y finalmente los labios. Y ahí le di otro, y otro, y otro, hasta que se mezclaron entre risas y lo dejé ir, sonriéndole antes de salir del agua.

    —Gracias por los pancakes, cielo —murmuré, buscando su corbata para regresar junto a él y atársela al cuello—. Luego te contaré qué tal el feedback en casa aunque yo no me haría muchas ilusiones, son niños de lo más severos.

    Avancé hasta la manta, sobre la cual me paré sin importarme que fuera a mojarse, y observé el paisaje una última vez. Me cargué los pulmones de aire, lo solté poco a poco y me dispuse a juntar las cosas. Ah, aunque primero me abotoné la camisa, claro, porque ¡qué vergüenza andar tan despechugada por ahí!

    y por aquí queda Sa-chan también

    gracias por haber roleado esto conmigo, fue precioso y lo disfruté un montón <333
     
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  17. Threadmarks: 1 de Junio. Totoro Camp
     
    Gigi Blanche

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    Tal y como Kanade había sospechado, la atención de los alumnos se dispersó por completo ante la presencia de los gatitos. A ver, nada que hacerle, ¿no? Suspiró brevemente y se quedó allí, de brazos cruzados, mientras los niños cuchicheaban entre ellos, acariciaban a los animales y conversaban tranquilos. Sachi se puso a su lado en silencio.

    —Da mucha paz, ¿cierto? —murmuró, enternecida.

    —La verdad que sí.

    La energía de todo ese lugar realmente era capaz de calmar al corazón más inquieto, o al menos así lo sentía él. Los dejó, pues, disfrutar de los gatitos un par de minutos más, hasta que juntó las manos y abrió votaciones: por decisión unánime, avanzaron hacia el Sur. Cruzando el bosque, los cedros fueron convirtiéndose progresivamente en cipreses. Eran árboles más enanos, su frondoso follaje nacía de forma tal que cubría gran parte del tronco, y esa fue la pista que tuvo Sachi poco antes de ver el cartel que correspondía.

    El Bosque Cinco.

    Técnicamente no hacía falta, pero aún así los profesores los dirigieron un largo rato por el bosque hasta que, algo de repente, el paisaje se abrió. La luz del sol incidió sobre el grupo de lleno, era tibio y, en cierta forma, combinaba con el sonido de las cigarras. Los estudiantes se encontraron frente al lago Sayama, por fin, en lo que parecía ser una muy pequeña playa de piedras. El agua las lamía suavemente y retrocedía, en un vaivén silencioso.

    Bosque 5.png

    —Sabía que les interesaría este lugarcito, así que discúlpennos la caminata extra. —Sachi sonrió, juntando las manos al frente, y soltó una risa breve—. Muy bien, niños, ya falta poco. ¿Hacia dónde vamos ahora?

    >> Hacia el Norte (Bosque 4).
    >> Hacia el Noreste (Zona de acampada).

    >> Hacia el sur se ahogan


    ¡Bosque #5 descubierto! Como ya existía el tema del lago Sayama pensé en aprovecharlo y así de paso descongestionar el Bosque, que de por sí tiene ya muchas zonas. En este tema se rolearán las áreas que dan directamente hacia el lago. Igual que con el bosque, en el primer post de este tema pueden encontrar las zonas actualizadas a medida que las descubran.

    Insane quem Gigi Blanche Amane Ikoma-kun Yáahl Mori Etihw Yugen Reual Nathan Onyrian
     
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    Insane

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    En realidad el estar en dicho campamento no era especialmente lo que me había motivado a ir, en sí era más bien qué pobres actividades podían dar los idiotas de los docentes, porque venga, hasta ahora todo estaba tan... aburrido, que la única chispa de mi cabeza se encendió al ver a Craig. El tipejo era como un ente, pero de esos entes que te apetecía que se dejaran conocer, inexistente y a la vez presente.

    Interesante, le llamaba yo.

    No era estupidez el desagrado hacia mi presencia, desde que nos conocimos nunca le caí bien, pero ni modo~

    Fue en cuanto ibamos a continuar charlando que una cuarta persona se apareció. Ya la había visto un par de veces en el pasillo de tercero, y sino recordaba mal alguna vez en los casilleros. El cabello rojizo y los ojos plata. La niñita era bien bonita, y yo sin saberme ni su nombre.

    —Mm, a ver —le di el espacio al callarme para que adivinara lo obvio—, y de una vez adivinas el de Sui~

    Entre tanto uno de los profes interrumpió el momento para seguir no sé dónde, y por ende relajé los hombros, invitándola a continuar con nosotros la caminata hasta el siguiente paradero. Violet se mantuvo sujeta al brazo de su hermano, y un poco me hice al lado de la chica para continuar la conversación.

    —Bonito lago —murmuré, en lo que Craig hablaba, tras nosotros, alzando apenas la voz para votar, a ver si ya acababamos este recorrido—. Noreste.

    —Nunca había estado por acá —lo noté inclinarse a su hermana, en lo que ella asentía luego de él al parecer, informarle en donde estábamos—. Sash, ¿sabes si es un lugar donde se pueda nadar?
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Sabía que Joey se iba a tomar mi pregunta con la seriedad que acreditaba, y por ese mismo motivo, yo también cambié mi expresión a una bastante más sobria, para así estar a la altura de la importancia de aquel repentino examen. Su respuesta final, sin embargo, no me pareció nada satisfactoria y la decepción de la misma no tardó en verse reflejada en mi rostro, pues fruncí el ceño y hasta resoplé un poco a modo de queja.

    —Me ofendes enormemente, Joseph —repliqué, levantando ligeramente la barbilla en un gesto de orgullo, y al mismo tiempo aflojé el agarre que tenía en el minino para permitir que el chico se hiciese con él—. Tenías que haber dicho que yo soy más adorable que todos los gatos del mundo. You're starting to lose your charms... —sentencié, bajando el tono de voz hasta ser casi un susurro, y negué un par de veces con la cabeza mientras me cruzaba de brazos.

    Dejé el teatro de lado no mucho después, de todas formas, y solté el aire por la nariz antes de aceptar la derrota. No podía mantener la indignación por mucho tiempo cuando tenía delante de mis narices una imagen tan adorable, que una no era de piedra ni mucho menos.

    >>Sure, why not? —cedí en voz baja, no sin antes haber rodado levemente los ojos, y acorté la distancia para rascar la gatito por la zona del cuello, sonriendo con cierto aire de malicia antes de levantar la mano para hacerle lo mismo a Joey—. A ver, Joey Senior, ronronea~

    La tontería me hizo la suficiente gracia como para carcajearme un par de segundos después, y antes de que pudiese molestarlo mucho más al respecto, el grupo comenzó a moverse de nuevo y tuvimos que dejar atrás a los gatitos. Tras un poco de caminata extra llegamos finalmente junto al famoso lago del lugar y me estiré ligeramente antes de acercarme a la orilla de aquella especie de mini playa, metiéndose los dedos un poco en el agua para comprobar la temperatura.

    Ah, qué ganas tenía de darme un buen baño~
     
    Última edición: 5 Febrero 2023
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    Kaisa Morinachi

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    —¿También eres una viajera? Que interesante~ ¿Las visitas por vacaciones? En mi caso me arrastra de un lado a otro el trabajo de mi padre —comenté en italiano sin más con la sonrisa tranquila en mi rostro, luego llegamos donde los gatetes y Zold junto a Gen se centraron en lo suyo acariciándolos, por lo que mi atención se pudo enfocar por completo en la ahora conocida Fiorella.

    —Eh~, que bonito nombre, siento que te encaja. Yo soy Numéria, voy en la 2-1, mi amiga es Génesis y el gemelo que nos acompaña es Zoldryck, el otro era Zeldryck, terriblemente similares, jeje —solté esa última risa con la cejas algo fruncidas, sin terminar de entender la gracia para ponerles nombres casi idénticos—, ¡Chicos! —llamé la atención del par en japonés—, ibais en la 3-3 también, ¿No?— Esperaba no haberme equivocado—, curioso que no se hayan fijado el uno con el otro— Me dirigí a Fiorella aún en japonés. Luego de eso no demoramos en partir y apenas pude distinguir a lo lejos el lago me emocioné al punto de que adelanté el paso.

    —Jejeje, solo por esto valió la pena elegir Oeste primero —comenté con las manos sobre la cintura observando el panorama que me rodeaba, era una vista preciosa y solo pensar en cómo sería a la tarde me emocionaba aún más. Volteé a ver al par, esperando que Fiorella no se hubiese apartado—, ¿Quieres sacarte otra foto, Gen? —exclamé desde mi leganía en japonés cuando vi que se habían acercado lo suficiente, sonriente.

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    Sophie seguía la conversación sin mayor problema, nuestras pintas desentonaban un montón y aún así sentía que manteníamos una buena energía entre ambos. Mencionó que apenas había hablado con tres personas y silbé sorprendido.

    —Jejeje, yo no he contado los míos —respondí con una sonrisa con el ceño fruncido con pudor. Luego escuché con atención cómo hablaba de su tierra natal, me trajo nostalgia de mi abuelo contando sus experiencias en Francia—. Ufff, Tokyo —solté llevando las manos a mis bolsillos para luego dirigir la vista al frente—, a sido complicado, somos varios y nuestra residencia se queda algo pequeña, ¡Y eso que no somos todos los hermanos! —agregué lo último con sorpresa—, extraño los bosques, el huerto y tal, aunque logramos hacer uno pequeñito en casa. ¡Ay, y extraño un montón a Taiyo e Tsuki!— Eso último si lo dije con lástima en el rostro, eran mis mascotas y no les quedó otra que quedarse con papá y mi abuela—, pero tiene sus cosas buenas, ¡He podido mejorar un monto en la patineta! Es mucho más divertido hacerlo en la ciudad que en las calles viejas del pueblo —comenté eso con la sonrisa de vuelta.

    En fin, de vuelta a los gatitos de la casa del árbol, cómo había dicho era un gran fanático de los animales, por lo que no me sería extraño que en un momento entre los intercambios de mimitos con el gato mi rostro hubiera reflejado una ternura inmensa en alguna de las sonrisas, aunque también solté las típicas carcajadas risueñas, el gatito terminó por marcharse tras un par de ronroneos para luego buscar atención con otros de los estudiantes, lo vi marcharse con la sonrisa tranquila pegada en la cara.

    —Opino lo mismo—. Me dirigí a Sophie con la sonrisa enérgica otra vez, para luego levantarme de mi posición acuclillada y opte por estirarme alzando los brazos con fuerza—, uhm~ ¿Crees que falte mucho para que lleguemos a la zona de acampada? —busqué saber su opinión cuando partimos a la siguiente dirección, eso sí, cuando pude distinguir lo que nos esperaba al final de aquel bosquecillo mis ojos se abrieron como platos y cualquier conversa se quedó cortada—. ¡Wow! —corrí y me colé entre medio de quién fuera necesario para llegar a ver el lugar, el lago era inmenso y mis ojos brillaron similar al agua del propio lago reflejando el sol—, ¡Que inmenso!— Y luego busqué a Sophie con la mirada, pues la había dejado atrás—, ¿No sería genial sacarle una foto con tu cámara, Sophie-chan?
     
    Última edición: 5 Febrero 2023
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