Tokorozawa Lago Sayama [Lago]

Tema en 'Ciudad' iniciado por Gigi Blanche, 23 Junio 2021.

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    Zireael

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    Noté que la niña se le ensanchó la sonrisa con el comentario del cabeza de fósforo, pero me importó bastante poco y me desinflé los pulmones de un suspiro algo extenso antes de invitarla a sentarse. Podría haberme puesto a intentar ver si había algo fuera de lugar con ella, pero en ese momento particular me quedé tranquilo con verla aparecer y me permití una risa bastante floja por su comentario del cobre y tal.

    —No, no. Tu error por pensar que solo había cobre, imagina ver a estas tres eminencias y esperar menos—insistió Arata llevándose como cuatro papitas de una sola a la boca.

    —Pero si tú no eres demasiado sorprendente y yo si acaso hablo más que Sonnen —dijo el otro casi avergonzado por los aires que nos estaba dando el imbécil.

    No añadí nada a su batalla por descubrir si en realidad la mesa era de los chicos cool o de los loser; de por sí el beso en la mejilla me aflojó el cuerpo y pude reiniciar mis movimiento aka comer a una velocidad más decente que el otro par. Vi a Anna tomar un puñado de la bolsa, dejarlo sobre la mesa y empezar a comer, librándose de la posibilidad de quedarse sin nada en menos de cinco minutos.

    Su pregunta me hizo encoger los hombros, mi respuesta la retrasó su picada de mejilla y me quejé en voz baja cuando la estiró. Le eché el brazo sobre los hombros, la zarandeé apenas y la estrujé después, como diciéndole que se quedara quieta, pero la verdad fue que no la solté cuando terminé.

    —Supongo que nos dio demasiada pereza movernos a, no sé, el césped —dijo Arata—. Hubieron pausas en esta competencia de ver a quién le dolía el culo primero, tampoco pienses que fue un pleno.

    —Casi lo fue —corrigió el escupitajo de dragón—. Tuve que traer el repelente y el bloqueador solar porque se iban a sacrificar aquí o algo.

    —Respecto a tu pregunta —interrumpí entonces mientras le frotaba el hombro con la mano a Anna—, las decisiones de mis ancestros las cuestionaba antes de esto, pero como está aquí Cayden de niñera todo está bastante en orden. No he querido regresarme a casa, si es lo que preguntas, ¿tú qué tal? ¿Comiste bien o desperdiciaste semejante despliegue de carne asada?
     
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    Gigi Blanche

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    El rubito parecía estar de buen humor, o al menos con la energía suficiente para responder a mis estupideces, y a mí mal no me venía. Ya había tenido las intenciones de dejarle el beso en la mejilla a Al, pero su acotación me hizo mirarlo y alzar las cejas. ¿Eminencias? Sí, claro.

    —Oh, por Dios, tiene razón —contesté, fingiendo preocupación y llevándome una mano al pecho, aunque el más puro de los sarcasmos se escondía debajo—. Mis más sinceras disculpas, Shimizu-sama.

    Así y todo, que a Cayden le avergonzara la tontería del otro fue bastante tierno y por eso sólo me metí con el primero, que obviamente debía ser a prueba de balas. O al menos, a prueba de enanas. Luego me acomodé por fin en la mesa, rescaté mi porción de papitas y aguardé por la respuesta de Al. Lo vi encogerse de hombros y solté una risilla en voz baja en cuanto me zarandeó. Si sus intenciones eran que relajara el culo tendría malas noticias para él. ¡Era un campamento! Además, si no mantenía el espíritu alto iba a hundirme de vuelta y no era la idea.

    Pensé que me soltaría apenas acabara la pseudo regañina, pero dejó su brazo donde estaba y yo aproveché el vacío legal para echarle algo de mi peso encima, reconfortándome en la cercanía. La respuesta inicial de Arata me amplió la sonrisa y fruncí el ceño luego, juzgándolos en silencio por no haberse marcado el pleno. La aclaración de Cayden sonó a algo que una madre diría y me reí. Que Dunn tuviera que encargarse de cuidar a los otros dos sonaba más que razonable.

    —Le fallaron a la filosofía de las competencias de culo duro —solté, muy seria y decepcionada, meneando la cabeza lentamente—. Debería darles vergüenza, ¡ni sé qué hago aquí sentada! Con razón me sobornaron con papitas.

    Al había empezado a acariciar mi hombro, lo había notado incluso si no reaccioné visiblemente. Su voz sonó cerca y giré el rostro para verlo, mi expresión entera se suavizó sin pretenderlo realmente.

    —Me alegra que mamá Cayden esté para cuidarles el... ¡y dele con los culos! —De repente tenía una fijación o algo—. ¿Yo? ¿Desperdiciando carne asada? Jamás. ¿Sabes el tiempo que hacía que no comía y lo mucho que la extrañaba? Yo tampoco, me enteré apenas hoy, apenas la olí a lo lejos. Estaba muy rica. —Deslicé la mirada a los idiotas de enfrente para incluirlos en el próximo comentario—. Lo que sí no quiero imaginar es cómo deben haber arrasado ustedes.

    Y recién entonces, porque había nacido para ser lenta, asocié el sombrero que Cayden llevaba puesto con el que le había visto a Kohaku en la mañana. Alcé las cejas, mi cerebro haciendo "eureka", pero no dije nada y en su lugar suavicé la sonrisa, recostándome un poco más sobre Al. Todo sin sacar la vista de Dunn, claro. Había dicho que a Shimizu lo molestaba y al niño no porque el primero era a prueba de balas, ¿cierto?

    —Lindo sombrero, Cay Cay~ Ah, ahora que lo pienso, me pareció verle uno igualito igualito a Ko en la mañana.

    Bueno, mis principios nunca eran muy firmes.
     
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    Estar serca de Adara era un gran problema, y más si no sabían manejar su carácter, es que viendola ahora y repasando un poco nuestro pasado y en la circunstancia en la que nos conocimos pues, podía decir que había cambiado.

    No era el mejor cambio, pero era mejor tener a esta Adara, que a la de antes; una chica sin emociones con mirada vacía que podía congelarte si le daba la gana de hacerlo.
    Su mirada no había cambiado pero ahora sonreía más que antes y eso era mejor.

    La cosa fue que que la chica me respondió sobre la pregunta de los dolores de cabeza que le pudo dar Adara, alce una ceja ante su respuesta y sonrei de lado, bueno entonces podía decir que estaba tranquila. Entonces lleve mi vista hacia Adara y pude ver qué solo movió la cabeza un poco cuando ella le agradecio, hasta que su atención se dirigio hacia la cámara que tenía en su cuello.

    —No tienes que agradecerme —alzo los hombros—. He actuado así contigo por que no me has dado aires de querér molestarme, o joderme la existencia.

    Una sonrisa apareció en sus labios.

    Regrese mi mirada hacia Jez cuando me respondio de donde era, preste un poco de atención a lo que dijo antes sobre la madre de su mejor amigo.

    —¿Así que países bajos? —ladee la cabeza y en el proceso mi cabello cayó como cascada hacia un lado—. ¿Te has acostumbrado a vivir aquí?
     
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    Vete a saber, el brownie le había mejorado el humor a Arata o algo, porque aunque no era raro que se subiera a cualquier tren, lo cierto es que sus comentarios estaban siendo más bien inofensivos. La respuesta de Anna le arrancó una risa que estuvo a nada de ser una carcajada y el estúpido hizo una reverencia o algo parecido a una teniendo en cuenta que estaba sentado.

    —Queda usted disculpada, mi estimada señorita —soltó con un tono de lo más pomposo, como si no se hubiese atragantado con varias papitas hace unos segundos.

    Cayden suspiró de forma bastante audible por semejante despliegue, pero no les dijo nada más y en su lugar se puso a roer su correspondiente puñado de frituras, esperando a que fuese necesaria otra acotación de su parte. Yo seguí en lo mío, que básicamente era ponerle atención a Anna, y sentí que dejaba ir parte de su peso en mi dirección.

    —El único que parece realmente capaz de sentir vergüenza soy yo —advirtió Cayden bastante derrotado—. Pero sí, te estamos sobornando con papitas. Me declaro culpable.

    Noté que Anna giró el rostro para mirarme, su expresión se suavizó quizás sin que se diera cuenta y le dediqué una sonrisa bastante tranquila, ni siquiera me molestó que los otros dos se estuvieran comiendo el numerito ni nada, eran los mismos que me habían estado molestando antes después de todo. Cuando comenzó a hablar la atraje para dejarle un beso entre el cabello, pero se le soltó una risa casi encima de ella cuando tuvo el insight de que seguía con el tema de los culos.

    —Bueno, me alegra que hayas recordado que extrañabas la carne asada y que hayas podido aprovecharla —dije ahora sí volviendo la atención a los demás, con el siguiente comentario Cayden se detuvo a medio camino con una papita en el aire y Arata volvió a soltar la risa—. Eso te dice que ambos se pegaron tremendo atracón, sí. Me incluyo en el saco medio por defecto, pero es posible que yo sea el promedio si nos ponemos demasiados quisquillosos con las estadísticas.

    —No comí tanto, ¿o sí? —preguntó el cara de bebé como si genuinamente no lo supiera.

    —El plato con el que te vi pasar cuenta otra historia y seguiste comiendo verduras de un plato que no era tuyo cuando te sentaste aquí —añadió Don Tatuajes.

    Ese brevísimo intercambio le dio el tiempo suficiente a Anna para oxigenar la neurona, cuando se recostó más en mi dirección la miré un momento y como no le había sacado los ojos de encima al pobre desgraciado me anticipé a que diría algo. ¿Pude desviar el tiro? Quizás, pero no era ningún buen samaritano y un poco de gracia me hacía imaginar el resultado.

    El nuevo intento de Dunn por comerse la papita de antes volvió a morir a la mitad, su mano bajó de inmediato a la mesa y se atragantó con su propia saliva. Era posible que se le hubiese hasta olvidado que tenía el sombrero de Kohaku en la cabeza todavía.

    —Es el suyo —dijo con un hilo de voz, luego de toser un par de veces.

    —¿Ah? No se te oye. —Había tardado exactamente cero segundos en subirme al tren.

    —Que sí es de Ko —aclaró con algo más de volumen.

    —Kohaku y Sugawara almorzaron con nosotros —expliqué luego de inclinarme un poco en dirección a Anna, como si le estuviese pasando tremendo chisme—. Fue un espectáculo digno del cine, hace tiempo no veía semejante despliegue.

    Jez 2.png
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    No sabía si pensar que Fiorella estaba exagerando al personalidad de Adara o si yo lo tenía suerte, sonaba a que era lo segundo porque ella tenía más tiempo de conocerla. Aunque me faltara muchísima información, de alguna forma me alegraba que la Adara que estaba conociendo era diferente de la que habría conocido Fiorella, significaba que algo habría cambiado y eso, suponía, era bueno para ella.

    La respuesta que me dio solo confirmó eso y me permití una risa bastante liviana, fue de alegría a secas, no hubo burla ni nada parecido en ella. Dudaba ser capaz de darme aires de querer molestar a alguien alguna vez en la vida, pero era bueno saber que Adara no percibía intenciones diferentes en mis acciones, sabía que ayudaba a la amistad que creía que estábamos formando.

    —Me alegra que sea así entonces —respondí para Adara, regresándole la sonrisa.

    Luego atendí a la pregunta de la pelirroja y alcé la vista a la copa del árbol un momento, pensando. Al final volví a bajar los ojos a las chicas.

    —Diría que los primeros meses o quizás el primer año fue difícil, pero conforme fui haciendo amigos se volvió más llevadero —respondí entonces—. Ahora sé que mi vida está aquí, porque al final del día mi hogar es donde tengo una familia.

    Lo decía en un sentido bastante literal.

    En Países Bajos no quedaban más que tumbas que visitar.

    —¿Y tú? ¿Cómo te sientes aquí?
     
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    Gigi Blanche

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    —Bueno, nunca tuve muchos principios, así que los habilito a seguir sobornándome con comida —le respondí a Cayden, para dar por finalizada la tontería—. Es la ventaja de los sobornos, ¿no? Todos ganamos.

    ¿Y qué ganaban ellos? ¿Mi compañía? ¿Que no los denunciara al Comité de Culos? Quién sabe, siquiera importaba. Tras eso, le hablé a Al de mi almuerzo y él me dejó un beso en el cabello, aunque a mitad de camino se le coló la risa y acabé reflejándola sin querer. Estaba con un par de mierdas encima y me costaba alejarlas lo suficiente, pero con él los problemas perdían una buena cuota de relevancia y conseguía relajarme de forma genuina. Además, estaba ahí.

    Me había pedido que se lo pidiera y estaba ahí.

    Cuando los acusé de haberse comido hasta los platos, la reacción tanto de Arata como de Cayden los delató solitos y solté una risa nasal. Para colmo, Cayden sonó genuinamente como un niño preocupado y el gesto se me dobló en ternura. De la forma que fuera, la pureza me duró poco hasta que reconocí el sombrero de Kohaku. La reacción de Dunn fue una joyita, pobre criatura, y encima Al se sumó al tren sin dudarlo ni un instante. Luego me confió parte del chisme y yo exageré mis reacciones, pues por la gracia.

    —Eh~ ¿Qué pasó, qué pasó? —pregunté, picando el pecho de Al, aunque aproveché para incluir a Shimizu en la solicitud ya que tenía pinta de ceder fácil si implicaba divertirse a costa de otros—. Necesito mi cuota de chismecito o moriré esta noche.
     
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    Vete a saber cuál era la naturaleza de aceptar el soborno y su ganancia, a ninguno de los tres pareció interesarnos lo suficiente para cuestionarlo y lo aceptamos sin más, de hecho el cachorrito empujó la bolsa de papitas en dirección a Anna, aceptando el trato sin más. Quizás nunca me sentara a decirlo directamente ni nada, pero luego de tantos desastres y tantas mierdas este espacio, aunque fuese con este par de imbéciles, en el que podía estar con ella me tranquilizaba.

    Mi sonrisa rebotó en ella, la reflejó puede que de forma inconsciente y eso me alivianó algo de la angustia repentina de antes. No iba a ponerme a meter cuchara ni nada ahí frente a Dios y el diablo, pero aunque sonara egocéntrico que te cagas quería confiar en que si había algo fuera de lugar al menos podía reconfortarla con solo estar allí. Era lo que trataba de hacer siempre, con eso de que no hablaba mucho.

    Antes de que la artillería pesada le callera encima a Dunn siguió debatiéndose mentalmente qué tanto había comido en realidad, entre el plato de comida, las verduras del plato de Kohaku, las papitas y vete a saber qué más, pero al final se rindió (o lo obligamos a mandar la atención a otro lado). Anna reaccionó de forma exagerada mientras el pobre desgraciado se acomodaba la saliva que se le había ido por el camino incorrecto.

    Arata se había callado de puro milagro, pero estaba mirando el espectáculo con más atención de la que le habría puesto a cualquier programa que se echaran en la tele. Intercambió la vista entre Cayden, Anna y yo como quien espera el siguiente diálogo; el que tenía la diana en el pecho tomó las alas del sombrero y prácticamente se hundió en él para escapar de los tres pares de ojos.

    Anna mi picó el pecho, se arrastró a Arata que había estado quieto hasta entonces y el condenado casi que se lanzó encima de la mesa. Carraspeó para ponerle misterio o lo que fuese, y se puso a cuchichear... Al mismo volumen con el que me había molestado a mí antes, es decir, esperando que lo escuchara hasta la madre de Dunn en Shinjuku.

    —Ya sabes, el niño aquí presente es tan buen amigo, ¿verdad? Tan amable, comprensivo y tan absolutamente imbécil cuando se trata de Ko —Se puso a decir y juré que Cayden estaba por hacer combustión aunque no le veía bien la cara—. Bueno, que estaba aquí hecho un moco con él a los ojos de todo Dios.

    —Mentira —murmuró.

    —Ni diciéndolo bajo juramento en una corte suena convincente —contradije en menos de un segundo y me sumé a la tontería—. Bueno que hasta Kohaku lo terminó molestando, para sorpresa de nadie. Que vino al campamento por él y no sé qué, no homo at all.

    Ya al idiota no le quedaba ni con qué defenderse, así que se rindió y todo lo que le salió del pecho fue una queja casi infantil. No se movió, siguió escudado con el sombrero y soltó un montón de aire por la nariz.

    —Le dio tanta vergüenza que Ko le tuvo que prestar el escudo anti-estúpidos, es decir, el todopoderoso sombrerito —concluyó Arata con tono dramático y lo señaló con una papita—. Estaba tan rojo que parecía antorcha, bueno, antorcha al cuadrado o algo así. ¡Listo! Te hemos salvado de la muerte por falta de chisme, ¿o no?
     
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    No esperaba que la jugada me saliera tan bien y tampoco pretendía adueñarme de papitas que claramente no me pertenecían, pero suponía que había algo reconfortante cuando un grupo de personas te aceptaban en su espacio sin más, en especial aquellos que no tenían la obligación de hacerlo. Eran de por sí una combinación extraña, así que el agregado que yo representaba no desentonaba tanto. A decir verdad, y si lo pensaba con detenimiento, Cayden y Shimizu eran gang boys de manual; Al, aunque no como tal, se revolvía con ellos y compartía un par de malas costumbres. Era tragicómico pensar que siempre acababa con compañías del mismo estilo desde que había puesto pie en Japón. Quizá fuera más sencillo si lo aceptaba y ya.

    Renegara del asunto o no, honestamente había aprendido a sentirme cómoda entre ellos.

    En algún punto de la idea de mierda llegué a sentir pena por Cay. Aunque fuera un chico extraño y por momentos alcanzara polos opuestos, realmente tenía la capacidad de ahogarse en vergüenza si le caían con la munición adecuada. Lo vi escudarse bajo el sombrero de pescador y redirigí mi atención a los comentaristas de turno, totalmente dispuestos a compartirme la primicia del momento. Shimizu cazó mi hilo en menos de un segundo y, cuando quise acordar, ya estaba carraspeando y todo. Tuve que contener la risa. El tipo era bastante payaso si se lo proponía, de esos que absorben la atención ajena.

    Total que el gran chisme era que Ko había aparecido, Cay se había puesto suavecito por eso y los demás lo agarraron de piñata de fiesta. Kohaku incluido. Ese cabrón era un caso aparte. Al aportó a la causa, volteé a verlo y alcé las cejas cuando dijo que Dunn había venido al campamento por mini Ishi. Recordé súbitamente nuestra conversación en el pasillo de planta baja, cuando le conté que asistiríamos aquí, y digamos que me guardé la información en un acto de piedad.

    —Bueno, de gayness tampoco pueden quejarse demasiado, ¿o sí? —Alterné la mirada entre ambos, divertida.

    Luego le lancé un vistazo breve a la víctima antes de regresar a Arata, quien cerró la historia con broche de oro. Me erguí bien derechita, regresando la mano a mi pecho, e incliné mi cabeza en un gesto lleno de honra.

    —Han rescatado a esta humilde servidora —declaré, pero se me cruzó una estupidez y tuve que contener la risa al agregar—: ¡Nos han salvado, estamos agradecidos!

    Cay seguía dándome pena y sabía lo increíblemente hipócrita que era sentirme así, siendo la instigadora. Tampoco creía que ir a él aliviara en alguna forma la vergüenza, si acaso sólo la empeoraría. Puse la neurona a trabajar, dio y dio vueltas, pero no se me ocurrió nada muy brillante.

    —¿Y van a participar de la prueba de valor? —pregunté en general, pretendiendo desviar los tiros, y seguí hablando con la misma intención—. Ya que vinieron hasta aquí no se perderían el main event, ¿o sí? Dicen que los de la escuela hacen súper bien estas cosas y que genuinamente dan mucho miedo. Incluso oí que en el campamento del año pasado unos chicos volvieron llorando a mitad de la prueba porque no aguantaban más. No me considero la persona más valiente de la galaxia, pero me da mucha curiosidad lo que sean capaces de montarse.
     
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    Al final del día viendo cómo eran las cosas, puede que nosotros y otro par de gatos fuésemos el menor de los males en un ambiente de por sí podrido. Ni Anna ni yo nos caracterizábamos por elegir demasiado bien nuestras juntas y mis vicios, bueno, eran incluso más cuestionables que los suyos si se me ocurría ponerlos en una balanza. Mi torbellino de violencia me había llevado a extremos bastante cagados, pero al final del día era consciente (demasiado tal vez) de que había cosas peores.

    A veces había que emular eso que se buscaba eliminar para lograrlo.

    En cualquier caso, por las razones que fuesen, Cayden y Arata recibieron a Anna como si fuese otra del grupo y aunque éramos un montón de desgraciados se los agradecí internamente. Estábamos aquí molestando al pobre imbécil de Cayden, como siempre, pero una parte de mí confiaba en que por la misma presencia de Anna el crío entendía que no era un ataque real.

    Eso sí, debería darle las gracias a ella por guardarse el cacho extra de información, porque en caso contrario quién sabe cuánto más habríamos estirado la cuerda y con lo cerca que estaba de hacer overdrive seguro se habría muerto o algo. La intervención arrojó la pelota al extremo opuesto de la cancha y Arata cerró la boca de golpe, como un par de castañuelas; Dunn asomó los ojillos por debajo del sombrero y el bochorno se le notó, pero se olvidó por completo de ello.

    That's fucking hilarious —dijo en voz baja todavía.

    Iba a soltar un reclamo, pero la estupidez de Anna salió tan de la nada que se me salió una risa por la nariz y negué con la cabeza, como diciéndole que no tenía remedio. Total que con eso y la pregunta que trajo sobre la mesa después dejamos al cachorro en paz, que pudo recuperar sus funciones vitales de forma gradual.

    —Pues ya me tiré el viaje hasta aquí, no sería muy propio de mí no sumarme al caos ordenado de la supuesta prueba, ¿o sí? —respondió Arata de primero.

    —Si es que al final el espanto vas a ser tú y todo, lo veo —añadí bastante porque sí—. Yo ya me infarté por un tanuki, supongo que habrá que probar hasta dónde me llegan los nervios. Trata de no dejarle ir una hostia a la primera cosa que te espante, ¿quieres, An?

    —Eso deberían decírtelo a ti —advirtió Cayden—. Igual esta gente tiende a hacer los grupos como el culo, si nos mandan en cuadrillas nos van a dejar a todos repartidos, seguramente, pero pues es parte de la experiencia. Se abren apuestas, ¿alguien terminará llorando en realidad?
     
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    Mi acotación tuvo el efecto esperado, de hecho me hizo mucha gracia la forma en que Shimizu se calló de golpe y me cuestioné internamente, aunque un poco tarde, por qué de repente era capaz de traerlo a colación con tanta liviandad. Me sorprendió, de hecho, pero se sintió bien. Ya estaba bastante cansada de hacer un mundo de todo.

    —¡Los tanukis dan mucho miedo! —argumenté contra Al, y su advertencia de no ir a golpear a nadie me hizo fruncir mucho el ceño, ofendida—. Oye, ¿por quién me estás tomando? No creo ser quien más hostias se dio al cabo de su vida, en especial en esta mesa.

    La mierda me había arrojado sin aviso al incidente de los quemados, cuando le partí la cara al chico de la 2-3 y, aunque lo disimulé, por un par de segundos lo sentí en el pecho. Al menos la indignación me había servido para reciclar lo demás y mantener aquel ambiente liviano. Cay se sumó a mi causa y estiré el puño por encima de la mesa para que me lo chocara. ¿Que si alguien acabaría llorando? Hombre, eso era extremo y... muy gracioso.

    —Bueno, supongo que la sorteada sería yo —admití, resignada—. ¡Pero no voy a llorar! Tengo una reputación que cuidar. Antes preferiría ver a alguno de estos dos grandulones gritando como niñitas. —Me reí y compartí la gracia exclusivamente con Cayden, pues porque imaginaba que era más de mi equipo con la cara de bebé y todo—. ¿Te los imaginas? Tantos años de ser bad, bad boys para acabar así.
     
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    En general en el lado del charco que Anna y yo vivíamos muchas cosas se hacían enormes, muchas veces más de lo que deberían, así que no me molestó que trajera sobre la mesa la estupidez con Shimizu, en su lugar me sorprendió que lo recordara teniendo en cuenta que se había dado cuenta en un contexto que no daba mucho espacio a imprimirlo en la memoria. Suspiré, medio derrotado, pero no dije mucho más y Arata se rindió también, apenas para que Dunn no lo molestara supuse.

    La acotación sobre los tanukis me hizo su debida gracia, se me aflojó una risa de nuevas cuentas y cuando la niña siguió hablando la apretujé contra mí. La verdad era que tenía un argumento muy sólido, sobre todo en esta mesa, digamos que Arata y yo éramos más propensos a repartir hostias bajo tensión, peor que eso era que lo hacíamos de forma consciente.

    —No encuentro fallas en tu lógica —admití y volví a dejarle un beso entre el pelo—. Excepto en lo de los tanuki. Están chiquitos como tú y eso los vuelve adorables.

    —¿Traes insulina? Se me subió el azúcar —Se quejó Arata casi a los gritos.

    Cayden ni nos puso atención, tampoco a Shimizu, pero sí chocó el puño con Anna apenas notó la intención y soltó la risa al escuchar que la sorteada sería ella. Estaba en el bote de posible gente que terminara llorando, pero aún así era un poco una ruleta rusa, pero compartió la gracia con ella y se balanceó de un lado a otro en su lugar.

    —Graduados en matonismo y malas influencias para terminar llorando en un campamento escolar —dijo tratando de no soltar la risa—. Las posibilidades son pocas pero nunca son cero y a mí me gustan los retos. No pasa nada, Sonnen, si sales corriendo para esconderte detrás de Anna no se lo diré a nadie.

    —Oh vaya, qué amable de tu parte. ¿Y Arata acaso va a correr de regreso a Shinjuku o a los brazos de Pierce? —atajé yo para desviar los tiros a alguna parte.

    —¿Ah? ¡Y a ti qué mierda te importa! —reaccionó de inmediato, sin siquiera pensarlo.

    Damn, that was low —murmuró Cayden todavía entretenido con la gracia y regresó la atención a Anna—. Bien jugado, ahora van a matarse entre ellos y nosotros quedamos limpios. No but for real, ¿cómo de asustadiza eres del uno al diez?
     
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    Mi enfado obviamente nadie iba a tomárselo en serio, era la maldición de los tanuki. Cuando me apretujó me quejé en voz baja, pero ya con el beso que sentí en el cabello se me aflojó parte del cuerpo y dejé de gruñir. Ya no le vi sentido a insistir en mi argumento de los mapaches, Shimizu soltó lo de la insulina a viva voz y luego Cayden me respondió. Las probabilidades eran bajas, cierto.

    —Bueno, siempre podemos ayudar al diablo con su trabajo, ¿no? —propuse, bastante al aire, aunque claramente se lo decía a Dunn.

    Ahora empezaba a desear que a ninguno de los dos idiotas les tocara con alguno de nosotros, o la iban a pasar peor que el resto. Me había quedado algo pegada a esa idea cuando Al picó a Shimizu y éste saltó como un resorte, cosa que captó mi atención. Alterné la mirada entre los tres, curiosa, pero al final me remití a responderle a Cayden.

    —No mucho, de pequeña siempre era la que quería colarse en cementerios cerrados —recordé, junto a una risa—. Andaremos en un... ¿seis? No sé si la vejez me habrá hecho más cobarde, lo averiguaré esta noche.

    Podía parecer que lo había olvidado, ¡pero no! Tras eso deslicé la mirada a Al, tirándole de la camiseta para llamarlo, y básicamente le hice ojitos.

    —¿Pierce? —inquirí, y tuve que esforzarme por disimular que sabía la naturaleza de mi pregunta—. Los signos vitales me fallaron, resulta que necesito más chismecito para no morir.

    Y esa naturaleza era joder al rubito, claro.


    yo sólo venía a pasar tiempo de calidad con el marido de Anna y terminaré adquiriendo todo el lore, maravilloso
     
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    Zireael

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    La queja en voz baja solo reforzó mi punto de la cuteness tanukil o lo que fuese, pero el punto fue que Anna no buscó por dónde seguir defendiendo lo indefendible y el cuerpo se le aflojó con el beso en el cabello, nada nuevo. Luego soltó lo de trabajar para el diablo y tomé aire, fingiendo estar profundamente ofendido por semejante traición.

    —Justo lo que hago siempre —dijo el pelirrojo junto a una risa floja.

    No acotó mayor cosa porque lancé la pelota directo a la cancha de Shimizu y el cabrón saltó más de lo que habría anticipado, pero eso solo le añadió encanto a la cuestión, me di cuenta apenas Anna paseó los ojos entre los tres. No dijo nada, no de inmediato, sino que le respondió a Cayden la pregunta que se había colado bajo los tiros a Arata y el chiquillo atendió, alzando las cejas con cierta sorpresa.

    —Comienzo a preocuparme genuinamente por este par de idiotas —soltó medio al aire—. El diablo va a tener unos asistentes bastante comprometidos.

    Tampoco le presté demasiada atención al mocoso, menos cuando noté que Anna me miraba, me tiró de la camisa y en resumidas cuentas me hizo ojitos. A la cabrona no se le había olvidado la tontería con la que había picado a Arata, preguntó por la chica y se montó el drama de que iba a morirse sin chisme; el asunto fue que me subí al tren de inmediato.

    Estiré la mano para llevarla a su frente, como si a la criatura le hubiese entrado fiebre o vete a saber qué mierdas, y suspiré con cierto dramatismo. Negué con la cabeza, resignado, y di el veredicto.

    —Vas a desarrollar síndrome de abstinencia por chisme —concluí, serio a cagar, y entonces volví a inclinarme hacia ella—. La pelirroja de la 3-1, alta de ojos grises. Ya de paso, almorzó con el cachorrito, pero el tema no es ese, el caso es que luego vino a nuestra mesa y, ¡hey, Puppy!

    Cayden dio un respingo en su lugar, como si fuese a soltarle una hostia de la nada, pero atendió al llamado.

    —¿Representación de lo que sucedió con Pierce?

    Todo fuese por joder a Mr. Tatuajes, porque se levantó de la banca, lo alcanzó por la espalda y le echó los brazos sobre los hombros. Arata trató de zafarse sin fuerza real, refunfuñó y desvió la cara, pero el mocoso quería su venganza, así que le encajó los dedos bajo la mandíbula para estamparle un beso de lo más sonoro en la mejilla y retrocedió antes de que el otro le diera un empujón capaz de mandarlo al otro lado del lago.

    —Ya están delirando, hijos de puta —soltó junto a un suerte de gruñido.

    —Bueno, no fue tan así —corregí aguantándome la risa porque Shimizu empezó a limpiarse la cara con hastío mientras el crío volvía a sentarse—. Va, que vino a repartirle cariño al imbécil y no sé qué, algo cuchichearon pero ninguno escuchó qué le dijo. Se quedó bien suavecito luego de eso, tú juzga la situación, love.


    era 2x1, Al es oficialmente el marido chismoso-
     
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    Gigi Blanche

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    La idea de ser asistente del diablo de repente me gustaba y todo, aunque vete a saber si no se nos agotaría todo el tiempo intentando salvarnos el culo dentro del bosque. Detalles a un lado, asentí con convicción y el asunto murió ahí, pues porque había chisme y eso en cualquier escenario rentaba mejor. Cuando le pregunté a Al, él se montó el teatro y chequeó mi temperatura, por lo que me mantuve en el papel de ¿pseudo enferma terminal? Al menos hasta que empezó la historia, claro.

    Fruncí el ceño, haciendo memoria con la mayor eficiencia que pude, y de un momento para el otro recordé a la pelirroja que parecía conocer a Al aquella vez que nos cruzó en el pasillo del tercer piso, cuando él me llevaba en su espalda. Mis motivos para recordarla eran poco nobles y no me enorgullecían, pero para el caso cumplían su función. Ya con la chica ubicada, el resto de la secuencia fue una absoluta joyita. Cayden la imitó, le estampó un beso a Shimizu y yo solté la carcajada.

    —¿Sabías que los secretos en reunión son de mala educación, rubito? —agregué, subida al carro como estaba—. Por favor, somos todos amigos.

    Ya de paso, me estaba preguntando con bastantes ganas de qué puta forma este tío llegaba a relacionarse con una chica así. O más bien, por qué ella le llevaría el apunte. Había como... mucha diferencia, ¿no?


    perdón bebito, anna te está diciendo feo pero sho te quiero
     
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    Zireael

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    Anna se mantuvo en el papel hasta que empece a pasarle la información y orquesté hasta la representación de los hechos en cuestión, que fue un poco exagerada de parte de Cayden pero cumplió su función. A ella se le escapó la carcajada, que acabó por contagiarse en la mesa (menos a Shimizu que seguía con cara de perro viejo) y nos tomó unos segundos calmarnos.

    Cuando Anna volvió a hablar Cayden asintió con la cabeza, tan serio como pudo, y ancló el codo a la mesa para poder apoyar el rostro en su mano y mirar a Arata de lado, expectante. Yo hice más o menos lo mismo desde mi posición.

    —¿Vas a negarle a An que somos amigos luego de invitarla a la mesa de los chicos cool? —insistí—. Eso es bajo hasta para ti. Muy mal.

    Bufó, sonó como un gato cabreado más que como un perro y cruzó los brazos sobre el pecho. Los tatuajes en su piel se tensaron a la par que sus músculos, creí que se negaría, pero soltó un montón de aire por la nariz y abrió la boca.

    —Me dijo que me portara bien —masculló de mala gana.

    —¿Ah? ¡No se te oye! —soltó Cayden robándose la jugada que yo había usado contra él.

    —Me dijo que me portara bien —repitió esta vez articulando mejor.

    Traté de contenerlo, pero no pude y la risa que se me escapó terminó convirtiéndose en una carcajada. Debía ser por las pintas de Arata, pero no podía imaginar a Sasha diciéndole eso así nada más y el otro aceptándolo, era demasiado para mí.

    There's no fucking way. —Fue todo lo que pude decir en medio de la risa—. Be nice!
     
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    Sonreí un poco al llevar mi vista una vez mas en Adara y en el proceso pude ver como le respondía con una sonrisa a lo que le había dicho Jez, y para no negarlo mi mirada cayo en la cámara, pude ver que estaba maniobrando con ella hasta de improviso la alzo hacia delante enfoco y se escucho un clic. No tenia ni la menor idea a quien o a quienes había enfocado para fotografiar pero, me alegraba por ella ya que eso era lo que le apasionaba.

    Deje de mirar a Adara cuando Jez me respondió lo que le había preguntado, asentí ante su respuesta y solo me tense ante su pregunta segundos después puse sentir la mirada de Adara sobre mi, y yo sabia muy bien el por que lo hacia. Talvez cuando recién llegue fue muy difícil, así empieza todo cuando nos vamos a vivir a otros paises, unos se acostumbran mas rápido, mientras que otros pues es como si fuera el infierno.

    Mire a Jez para dedicarle una sonrisa de boca cerrada, después mi concentre en Adara.

    —Puedo decir que bien, aunque mas bien es en parte —inquirí pensativa—. Extraño a mi pais de origen, pero no me quejo aquí todos se han portado muy bien conmigo —sonreí apartando mi mirada de la de Adara y la fije en Jez, en el proceso note que su semblante había cambiado tal vez se recordó del por que había llegado aquí y como lo había hecho.

    Por que sus abuelos y su madre habían fallecido en el mismo día, que habían fallecido mis padres.

    Adara se había venido a vivir mucho antes que yo aquí, después se regreso a Grecia prácticamente las dos nos habíamos conocido en Italia ya que mis padres verdaderos conocían a los suyos, —y ahora mis padres adoptivos también— así que en lo que podía notar ella ya se había acostumbrado a vivir aquí, pero yo no, no podía, así quisiera intentarlo.

    —Y para no mentir, se me hace muy difícil acostumbrarme aun lugar sabiendo que lo voy a dejar ya que, mis padres viajan mucho y para decir verdad ya es un milagro que nos hayamos quedado tanto tiempo aquí —explique frunciendo un poco el seño—. Pero en lo que a mi respecta me siento bien he conocido a muchas personas —sonreí mirando hacia al frente—. Y estoy segura que si algún día regreso a Italia o me voy algún otro lugar pues me llevare un bonito recuerdo.

    Regrese mi vista hacia las dos.

    —¿Tienes algo preferido que te guste hacer? —pregunte queriéndome olvidar del tema—. A mi me gusta tocar el piano de hecho sueño con algún día ser una pianista profesional y también me gusta leer, correr y tomar fotos —murmure mirando a Adara—. Y como habrás visto pues a ella le gusta fotografiar cosas sin sentido alguno.

    Adara me lanzo una mirada fulminante.

    —¿Perdona?

    —Perdonada.

    —Si fueran cosas sin sentido como usted lo dice señora fotógrafa profesional, no fueras aprendido hacerlo —sonrió con burla.

    Le regrese la sonrisa —¿Y quien dijo que tu me enseñaste? —y claramente ella fue pero me encantaba ver Adara perder el control de sus palabras.

    —Las pruebas que tengo en mi casa de las fotos Άσχημος que hiciste cuando aprendiste hacerlo.


    Que maldita.

    Me quede callada por que muy bien sabíamos las dos que cuando ella decía algo hiriente, yo decía algo mucho peor, y ella terminaría por lazarme algo con palabras venenosas.

    Y esto no terminaría en nada bonito, así estuviéramos bromeando.
     
    Última edición: 18 Mayo 2023
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    Zireael

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    Noté la sonrisa de Adara pero no dije nada más, la dejé a su ritmo y aunque tanto Fiorella como yo la vimos tomar una foto a quién sabe qué o quiénes, no comentamos nada. En general me gustaba dejar a la gente hacer sus cosas, sobre todo si era algo que les gustaba, y si me lo compartían después me quedaba contenta. Aún así verla tomar fotos me hizo pensar en el club de fotografía y en Joey, aunque no venía mucho al caso.

    Seguí la charla con Fiorella, pero solo se me ocurrió que regresarle la pregunta podía meterme en terreno pantanoso hasta que ya había abierto la boca así que no podía retroceder. La verdad era que a veces no pensaba mucho las cosas, no las correctas por lo menos, y terminaba metiendo la pata sin quererlo. Puede que justamente por eso necesitara de Altan, era más desligado pero leía el mundo de forma más exacta.

    La pelirroja sonrió y luego enfocó su atención en Adara mientras me respondía. No me estaba mirando, pero asentí un par de veces con la cabeza mientras la iba escuchando, comprensiva, y me permití una sonrisa sosegada cuando volvió a mirarme. Sabía que no dejaría de extrañar su país, lo entendía, pero me alegraba genuinamente que al menos estuviera siendo bien recibida.

    Dijo que era complicado acostumbrarse a un lugar sabiendo que podría dejarlo pronto y yo ladeé la cabeza, prestándole toda mi atención todavía. Si un cambio ya era difícil de procesar, el saber que la historia se repetiría incontables veces debía impedirle echar raíces en ningún lugar. No podía culparla siquiera, ¿qué caso tenía aferrar cuando eras consciente que de que iban a arrancarte para replantarte en otro lado?

    —Hay cosas contra las que no podemos luchar, pero si en el proceso nos llevamos buenas memorias, al menos una parte de ello ha valido la pena —concluí a lo que me acababa de contar.

    Me preguntó si había algo que me gustara hacer, me dijo que le gustaba el piano y aspiraba a ser una pianista profesional, cosa que me dio ternura y me impresionó a partes iguales. Siempre me impresionaba cuando topaba con personas con talentos tan... específicos, siendo que yo no creía ser buena para nada en particular. Le habría contestado de no ser por el golpe bajo que le lanzó a Adara y me hizo quedarme callada.

    Una cosa era lidiar con personas amargadas, otra muy distinta lidiar con la tensión entre dos personas incluso si se suponía que eran amigas. No era muy buena haciendo de árbitro, en esencia porque detestaba el conflicto de cualquier clase, porque tenía la fuerza suficiente para arrojarme a extremos de mis personalidad que no acababa de reconocer.

    Escuché a Adara decirle algo en griego, desconecté los cables al fondo de mi cabeza y esperé hasta que guardaron silencio, arrancando briznas del césped con aire distraído. Me paseaba entre la incomodidad y la indiferencia, pero no me daba la vida para excusarme e irme. Era mala decidiendo cuándo debía concluir ciertas interacciones.

    —Me gusta leer —resolví sin mirar a ninguna de las dos cuando el intercambió pareció terminar, regresando la conversación a dónde se había quedado—. Y supongo que eso es todo, no soy demasiado interesante a decir verdad.

    No quería quedarme atorada en ese bucle, así que repasé lo que me había contado antes.

    —Sería bonito escucharte tocar el piano alguna vez.


    siento que escribí un montón, perdón ajsbhde
     
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    Gigi Blanche

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    Hoy genuinamente iba a ser un día de logros, entre el infarto de Altan y que Shimizu hubiera cedido a mi petición estúpida. Había asumido por completo que mantendría la cara de culo y se negaría hasta el fin de los tiempos, que eventualmente los demás nos rendiríamos y la conversación seguiría como si nada. Estuve a tres segundos, de hecho, de soltar cualquier estupidez sobre las papitas, cuando la voz del chico sonó por lo bajo y tuve que cerrar la boca que se me había abierto. Y no metafóricamente.

    La confesión fue hecha, regresó el silencio y Al estalló en una carcajada. A mí se me escapó por la nariz, pero fue breve y conseguí que no se me contagiara. No supe qué me resultó más extraño, si imaginar la escena o escuchar a Al riéndose con tantas ganas. Soltó algo en inglés apenas pilló aire, se lo entendí en parte y meneé la cabeza, aún incrédula por todo lo que estaba pasando.

    —¿Tenemos dos puppies en la mesa de los chicos cool? ¡Se suponía que fueran cool! —argumenté, conservando bastante la seriedad, y giré el rostro hacia Al—. ¿Tú qué vas a ser? ¿Un puppy o un chico cool?

    ¿Por qué de repente sonaba a rito de iniciación? ¡O peor, una pregunta trampa!

    acabo de recordar repentinamente un reel donde el chico le dice a la novia "me crucé una chica idéntica a vos" y la novia le pregunta wAS SHE PRETTY tremenda encrucijada





    Eran casi las seis de la tarde cuando el pitido agudo de un silbato rasgó repentinamente la tranquilidad de la reserva. Los estudiantes ni siquiera tuvieron que mirar para adivinar de quién se trataba.

    —¡Los quiero a todos aquí en quince minutos! —rugió Sawako-sensei, observando el panorama lentamente—. Distribuiremos los grupos e iniciaremos la prueba de valor. ¡¿Me oyeron bien?! ¡Quince minutos!


    quem Amane Yáahl Etihw Ikoma-kun Reual Nathan Onyrian hola hola, pequeñines, esto es nomás para que sepan que en los próximos días ya arrancamos con LA FIESTA DE LOS SUSTOS bueno, la previa por si tienen personajes lejos o en otras zonas, para que los traigan de regreso a la zona de acampada
     
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    Zireael

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    A ver, en sí habían muchas cosas que seguía ignorando en el embrollo Shimizu-Dunn-Pierce, que luego nos daba las aristas Shimizu-Pierce y Shimizu-Dunn, pero que Arata cediera aunque fuese de mala gana seguro tenía que ver con eso. Con lo que sea que el cara de bebé le estaba cobrando a su amigo con pintas de haberse pasado dos años de adolescencia detrás de barrotes. Independientemente de los motivos, nos sirvió para enterarnos de la cuestión que le había dicho la pelirroja y no pude aguantar la risa, ya estaba visto.

    Escuché que Anna pudo controlar su propia risa, a Dunn le pasó algo similar y yo me tomé unos sólidos segundos en recuperar la compostura. Cuando la niña habló de nuevas cuentas escuché un ruido de sorpresa salir de Cayden, no supe si fue impostada o no, y se cruzó de brazos pretendiendo que se sentía muy indignado por ser calificado como puppy por Anna también; Shimizu, bueno, agarró un puñado de papitas y siguió refunfuñando por lo bajo como hacía mi madre cuando le sacaba canas verdes, que se la tiraba discutiendo con el aire hasta dos horas.

    Estaba por preguntarle a Arata qué le había respondido a Sasha, pero Anna me habló y yo me quedé en neutro unos segundos. ¿Era pregunta con trampa? ¿Me lo estaba soñando? ¿Era paranoia? Ni idea, pero sentí la mirada de los otros dos en la escenita y se quedaron tan callados que parecía un velorio, esperando para comerse el clímax del show.

    Carraspeé, acomodándome la risa según yo, y me encogí de hombros. No lo iba a dejar así, obvio, pero tampoco le iba a dar material a los otros estúpidos así que me incliné hacia Anna, lo suficiente para alcanzar su oído.

    —Depende de lo que tú quieras —murmuré como si nada y le regresé su espacio.

    Cayden suspiró bastante derrotado y echó el peso del torso sobre la mesa, como un perrito al que le quitan su juguete. Arata bufó por lo bajo a la vez que agitaba la mano, como quitándonos importancia.

    Boooring. —Se quejó el corderito en voz alta, medio escondido por el sombrero ajeno todavía.


    y entonces Altan conoció el verdadero terror-
     
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  19.  
    Gigi Blanche

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    Ya era el tercer espectáculo gratuito que armaba para que estos tres idiotas se entretuvieran, había que ver nada más. A este paso, si empezaba a cobrarlos me haría millonaria. Tanto Shimizu como Cayden se quedaron con la atención prendada a la expectativa, en lo que Al se encogía de hombros y, suponía, ponía su cerebro de niño genio a trabajar. Mis intenciones iniciales con la pregunta no habían sido tan malvadas, pero conforme pasaron los segundos fui tomando consciencia de la situación y, honestamente, tenía demasiada curiosidad por la respuesta que Al se fabricaría.

    Al final se inclinó hacia mí, me mantuve quieta y sentí su voz muy cerca de mi oído. La resolución del embrollo me arrancó una sonrisa ladeada, siquiera me molesté en disimular la satisfacción. Apenas pude volver a encontrar sus ojos oí a Cayden quejarse y seguí montándome el teatro por el mero entretenimiento de hacerlo.

    —Lo siento, es información confidencial —solté, incorporándome del banco, mientras lo cruzaba para salir—. Lo que sí puedo decirles...

    Volví a deslizarme tras la espalda de Al, esta vez para rodearle el cuello con los brazos y apoyar la barbilla en su cabeza.

    —Es que pueden aprender una cosa o dos del chico cool de la mesa~ Digo, ya que tienen sus... intereses. —Bajé el rostro y apoyé la mejilla sobre su cabello, cerca de su oído; mi propio pelo tapó la movida y lo estrujé entre mis brazos—. Cuidado con lo que dices, o tendré que secuestrarte, Al.

    Junto al susurro le dejé un beso superficial en el lóbulo de la oreja, cosa de nada.
     
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  20.  
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    Al final la mesa de los chicos cool era más como la mesa de los chismes a secas, porque con cada espectáculo que se había ido apilando desde que nos sentamos o empezábamos a cobrar o le pagábamos a los que iban llegando, ni idea. En cualquier caso, incluso si la intención de Anna no había empezado con tanta maldad sí que se dio cuenta sobre la marcha, puede que por mi reacción y la expectativa del par de idiotas.

    La sonrisa que se permitió me dijo que no se había molestado en disimular la satisfacción que la gracia le había lanzado encima, pero también que no iba a cortar la tontería ahí. Atendió a la queja de Cayden, pero se levantó del banco, volvió a mi espalda y me rodeó el cuello con los brazos, apoyando la barbilla en mi cabeza. Shimizu no le llevó más el apunte de lo que se lo llevaba antes, pero Dunn, que a veces parecía ser el mismo tipo de intenso de mierda que ella, soltó una risa por la nariz. No supe que si lo que cargó fue resignación o suficiencia, quizás ambas.

    Escuché lo que dijo Anna sin abrir la boca, todo lo que hice fue alzar las manos para encontrar sus brazos y le dediqué una caricia liviana, casi distraída, en lo que esperaba el fin del numerito. Solo desvié la atención de ella cuando Shimizu habló, con la diversión impresa en el tono.

    —¿Desde cuándo Altan se convirtió en el ejemplo a seguir? Esta versión de la realidad no pinta muy bien.

    —Si le quitas la cara de culo cinco segundos... No está tan mal —acotó Cayden y me señaló con una papita—. Pero como no se le quita, la verdad es que en síntesis ya aprendimos de Sonnen lo esencial: a quién hacerle caso. Chico cool mis pelotas, es otro puppy y ya.

    Les habría puesto algo más de cuidado de no ser porque la mierda que me susurró Anna me absorbió todas neuronas de golpe; solté el aire por la nariz, despacio, y cuando me dejó el beso, aunque fue superficial, presioné apenas sus brazos allí donde la tenía sujeta. Por demás no cambié la expresión ni nada, pero me aparté apenas lo suficiente para dejar espacio para girar el rostro en su dirección. La movida fue rápida en sí misma, pero alcancé a dejarle un beso fugaz en los labios.

    No era un secuestro si no ponía resistencia, pero bueno.

    —Les voy a poner un buzón de quejas cuando volvamos a la academia —dije cuando regresé la atención a los otros dos—, luego las voy a pasar por la trituradora, ¿algo más que añadir?
     
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