Tokorozawa Lago Sayama [Lago]

Tema en 'Ciudad' iniciado por Gigi Blanche, 23 Junio 2021.

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    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Bosque 5

    Escuché un cambio en su voz y lo miré con curiosidad sobre el hombro, verlo entrar en el agua con la emoción de un crío me hizo reír melodioso.

    —Jajajajaja— Tras eso solo pude sonreírle puede que con cierta cuota de ternura. Amplié mi sonrisa, risueño, cuando me sonrió desde más lejos. Solté otra risa con su comentario, me saqué más zapatillas, guardé dentro mis calcetines y me adentré al lago, sin pensarlo le tiré una poca agua en la cara con un movimiento preciso de mano, sin perder la sonrisa radiante.

    >>Con o sin frío seguiré igual de vivo— ¿Estaba siendo soberbio? Podía ser, pero con Momoka nos habíamos entrenado para afrontar climas adversos en la nieve y otros ríos gélidos. Un extra especial de nuestro club de Kendo quienes le daban mucha importancia a la mente, cuerpo y salud general. Luego escuché sus siguentes palabras con una sonrisa calma y centrada, se notaba que no era mi intención seguir con las sapilcaduras y fue tema de una sola cosa.

    >>Uhmm —pensé llevando mi mano libre al mentón y alzando la mirada al cielo, reflexivo, no demoré mucho en sonreírle otra vez—, ¡Recorramos la orilla! Hasta que te canses y volvemos —dije lo último con la expresión más calmada, pero no demoré en sonreír radiante otra vez—, ¡Así descubrimos qué tal las corrientes del lago! En una de esas y nos encontramos una sorpresa.

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    Muelle -> Zona de acampada

    Solté una ligera risa cuando dijo que no cantaba muy bien, la sonrisa ahora se mantenía en mi rostro con más naturalidad y me notaba más relajado, algo en la chica logró eso, puede que la conexión que nos daba el idioma y nuestras raíces.

    —Tampoco es que cante afinado, me gusta, pero diría que canto como cualquier otro— Para lo siguiente si agregué un toque de timidez a mis cejas—, eso sí, siempre procuro que no duel mi garganta.

    La forma confidente en que me habló me pilló con la sorpresa en el rostro, pero no demoré a soltar otra risa suave que me frunció el ceño y me sacudió los hombros. Cerré los ojos, hablé con calma.

    —Canciones en chino...— Abrí los ojos, voltee la vista a mi costado y apreté unas briznas de pasto hasta arrancarlas, con lo tranquilo que era y la sonrisa tensada en mi cara ese acto sutilmente agresivo era cuánto menos curioso y contradictorio, me puse serio.

    Le iba a soltar una bomba a la chica, no lo merecía, pero puede que yo lo necesitara. Inhalé hondo.

    >>Perdimos a nuestras madres a la vez —dije más firme y monocorde de lo que esperaba sin quitar la vista del césped.

    Lo conseguiste, Zhou. Lo conseguiste.

    Volví a sostener sus ojos, una sonrisa cuánto menor tierna cubría mis ojos, los cerré y cierta alegría se coló en ellos.

    >>Aprendí a cantar en chino, el idioma de sus padres —calmé la sonrisa, volví a mirar el césped—, crecimos juntos, es pequeño, pero me ha enseñado cosas que... nunca podría haber comprendido sin crecer con él —mi voz sonó tranquila y en ningún momento tembló, al mirar otra vez a la chica le sonreí con vergüenza, algo angustiado—, perdón por contarte algo...— Miré hacia abajo—, tan triste —musité... pero no me encontraba mal, ese día no, porque recordé cosas muy lindas, así que cuando volví a alzar la mirada ladee la cabeza y sonreí con un brillo calmo. Lo último que quería era opacar su alegría.

    Poco después llegó Hodges y pidió la atención de Anna, Anna era su nombre, la sorpresa inicial con la que recibí a Hodges sin querer a una mirada inquisidora, porque por poco me pareció notar suplica en ella. Bueno, no era de extrañar por lo poco que podía recordar en clases, una chica aplicada, alegre e incluso servicial. Me levanté con calma, tomé mi plato y servicio para luego extender mi mano hacia Anna.

    —Si gustas me dejas tu plato y servicio, no tengo problemas en lavarlos —ofrecí sonriente a ojos cerrados, cuando abrí los ojos mi sonrisa reflejaba bien el nombre que me dio mi madre—, conversen con tranquilidad —la voz calma que tenía tampoco quedaba atrás.

    Luego de que Anna se decidiera si entregarme la loza o no le sonreí con alegría, sin perder mi característica suavidad.

    —Gracias por conversar conmigo— Abrí lo ojos, la templanza—, cuanto menos agradable...— Mi mirada viajó pausada hacia Hodges, sonreí con timidez—, que les vaya bien.

    Me despedí con una suave sonrisa avergonzada mientras me marchaba.

    >>Puede y nos veamos luego.

    Mi ceño se frunció apenas salí debajo de la sombra, cualquier malhumor que pudiera sufrir sería culpa cuanto menos del jodido sol que caía sobre nosotros, puede que mi único real enemigo.
     
    Última edición: 26 Marzo 2023
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Alcé ligeramente las cejas. ¿Canciones en chino? ¿Eso significaba que también hablaba chino? Seguí sus movimientos, en cierta forma tenía la sensación de que seguiría hablando y lo vi arrancar las briznas de hierba. Mi semblante se relajó, el suyo se tensó y deslicé los ojos de sus manos a su rostro. Ya lo había sospechado, ¿cierto? Quizá me sorprendió que me lo dijera, en cualquier caso no me molestó ni incomodó.

    Perdimos a nuestras madres a la vez.

    No me miraba, y podía comprenderlo. Pestañeé con calma, bajé la vista a mis propias manos y las enredé entre sí, debatiéndome mentalmente cuál sería la mejor respuesta para Paz. Quizá me tomé demasiado tiempo en el enredo o quizás él había querido seguir hablando de todos modos, de la forma que fuera regresó a mis ojos y le sonreí, fue automático. Una sonrisa pequeña, comprensiva y sincera. Cuando se disculpó sentí un impulso y supe, o al menos quise creer, que era el impulso adecuado. Me estiré hacia él y alcé el brazo, para depositar mi mano en su cabeza.

    —¿Aprendiste otro idioma sólo para poder cantarle a tu hermano pequeño? —murmuré en voz baja, fue suave y la sonrisa me cerró los ojos—. Qué cosa más bonita.

    Seguí acariciando su cabello con movimientos cortos, era bastante suave y los colores se mezclaban entre sí. Aprecié ese detalle un instante antes de regresar a su mirada.

    —Y nada que disculpar. Gracias a ti por contármelo.

    Estaba regresando a mi espacio cuando noté la silueta de Emi dibujarse en el espacio por el rabillo del ojo. Recordé sus palabras de repente, me cayeron en el estómago como un bloque de concreto y pasé saliva, disimulando la sensación con una sonrisa. Bueno, Anna, no entremos en pánico. ¿Qué dijimos antes? No tenía por qué ser algo malo, ¿verdad?

    Paz se ofreció a llevar mi plato y se lo extendí, algo fuera de ritmo, quizá, entre lo que acababa de contarme y la aparición repentina de Emi. Le agradecí y aproveché para también ponerme en pie, sonriéndole al chico con la cabeza ligeramente ladeada.

    —Luego nos vemos —acordé, con las manos entrelazadas a la espalda. Cuando Paz se fue, me volví hacia Emily. Calma, Anna, calma—. Bueno, aquí estoy, en carne y hueso. Ya dime qué rompí ahora.

    Todo lo acompañé de una risa y cierto tono liviano que para nada se correspondía con mis nervios, ¡pero había que disimular!


    el bebito se merecía su pat pat Y UN PAT PAT TUVO

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    [Bosque 5]

    Kenta se me unió a la orilla del lago poco después y me salpicó un poco de agua, cosa que no me vi venir y me arrancó una risa algo más sonora que las anteriores. Me escudé por reflejo, pero no le regresé el ataque y lo miré. Recorrer la orilla sonaba bien, suponía que no ocurriría nada si dejábamos nuestros calzados allí. Le eché un vistazo al espacio y me detuve en la chica que estaba tomando sol.

    —Uhm, hola. —La saludé a la distancia, pretendiendo captar su atención, y le concedí una sonrisa tranquila—. Si sigues aquí, ¿podrías cuidarnos el calzado? Se portan bien, lo juro.

    Acompañé la broma de una risa liviana y luego le agradecí, regresando a Kenta para indicarle, con un movimiento muy caballeresco de brazo, que podía iniciar la marcha. El agua era agradable y las piedras no me molestaban en las plantas de los pies, así que todo eran buenas noticias.

    —Así que, Momoka... —murmuré, viéndolo de reojo con una sonrisilla—. ¿Se conocen de hace mucho?

    Había dicho que no era chismoso con desconocidos, y Kenta ya no era un extraño, ¿verdad?

     
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    Amane

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    Como venía siendo costumbre, en mii mente el asunto se desarrolló mucho más catastróficamente de lo que realmente fue, pues ninguno pareció molestarse especialmente por mi repentina intromisión en su charla y Paz hasta se ofreció a llevarle el plato a Anna para permitirnos hablar con mayor tranquilidad. Le sonreí al chico en cuanto recibí sus ojos, con un claro deje de agradecimiento en mi mirada que realmente esperaba que fuese capaz de captar, y finalmente a solas, pude volver a concentrarme en mi amiga.

    Su intento de broma logró sacarme una risilla de nada, en la que obviamente fui incapaz de esconder los nervios que sentía, y negué ligeramente con la cabeza después, para intentar hacerle saber que no tenía nada que ver con eso. Empezaba a conocer bastante bien a Anna, o eso quería creer, y también era plenamente consciente de que a cualquier persona le pondría nerviosa un "tenemos que hablar", por lo que era cuestión de hacer dos más dos para imaginar que no estaba tan tranquila como pretendía aparentar (aunque agradecía enormemente el intento).

    —No, tranquila, no es nada que hayas hecho. Perdón por ser tan dramática, pero estoy un poco nerviosa con todo esto... —murmuré, dedicándole primero una sonrisa de disculpa y dejando escapar un suspiro inmediatamente después, y carraspeé con suavidad, llevándome las manos tras la espalda para que no pudiese ver cómo jugueteaba nerviosamente con los dedos—. Supongo que lo mejor es no darle más vueltas así que... vamos allá. ¿Te acuerdas que Kohaku me invitó a su casa para ayudarle con los preparativos del festival que hacen en su santuario? Estuvimos haciendo eso buena parte de la tarde, y luego nos pusimos a recoger los dientes de león que nos pediste, ¿recuerdas? Y mientras estábamos recogiéndolos, nos pusimos a hablar de nuestras flores favoritas, y al decirle que me gustaban las wisterias me llevó a un lugar algo abandonado de su santuario donde justamente había un montón de esas flores. No sé si alguna vez has estado en esa zona, Annie, pero fue un momento precioso y, no lo sé, me emocioné tanto que no pude evitar darle un beso... Fue muy superficial, pero luego Ko me cogió de la mano y se sintió... especial, creo. Luego fuimos a recoger un girasol para ponerlo en un hokora y entonces Ko me agradeció por ser su amiga y me dejó otro beso sobre la mejilla y... sé que quizás no parezca mucho, pero viniendo de él se sintió... bueno, pecando de ser repetitiva, especial. Todo fue un momento muy especial para mí, la verdad.

    No hacía falta aclarar lo obvio: había soltado toda aquella información a tropel, sin realmente ofrecerle a Anna mucha oportunidad de responderme... o tan siquiera procesar la información a tiempo real, posiblemente; pero si no lo hubiese hecho así, ni siquiera hubiese sido capaz de empezar con ello. Tuve el valor de mirarla un par de veces en todo el relato, pero apenas unos segundos después apartaba la mirada hacia el lago o el césped, cualquier cosa que tuviese a mano antes que la posibilidad de poder ver algo de molestia o decepción en sus cuarzos.

    >>No era algo que quisiese esconderte ni nada, de verdad, pero me ha costado mucho encontrar el momento para estar a solas y decírtelo. Tampoco quiero que parezca que le estoy dando demasiada importancia a algo que quizás no lo tenga, porque a lo mejor todo esto no ha tenido tanto significado para Ko y soy yo la que se está montando cacaos mentales, ¿sabes? Y eso está bien, en serio, porque es mi amigo y eso es lo más importante. Pero tú también eres mi amiga, mi mejor amiga de hecho, y tú conocías a Ko de mucho antes que yo, así que... así que pensé que lo correcto era que lo supieras.

    Finalicé un poco de golpe, acumulando todo el valor posible para levantar la mirada y buscar la suya con toda la seguridad que me fuese posible, pero mis manos siguieron moviéndose nerviosamente tras mi espalda y, por todos los dioses del universo, me sentía a dos minutos de tener un ataque de pánico.

    ya fue LA BOMBA

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    [Bosque 5]

    Apenas había pasado un minuto desde que me había tumbado en la toalla cuando escuché una voz masculina intentando llamar mi atención. Quería decir, no había dicho exactamente mi nombre ni nada por el estilo, pero digamos que mi default era asumir que cualquier chico que me tuviese en su campo de visión intentaría llamar mi atención, así que lucky him, giré la cabeza para mirarlo incluso si su voz perfectamente podía haber pasado desapercibida.

    Me bajé las gafas de sol por el puente de la nariz, permitiéndome así mirarlo por encima de las mismas, y lo repasé con la mirada bieeeen tranquilita y a mi ritmo; a él y a su compañero. Sus caras me querían sonar, ¿acaso no eran los que había visto comiendo con Joey y Kenny? Eh, who knew.

    Sure, handsome —sentencié finalmente, volviendo a colocarme las gafas en su sitio y recuperando la posición inicial que había adoptado hasta que tuve que moverme para prestarle la debida atención—. Yo me encargo~

    Era una tontería de favor que podía cumplirles sin mayor problema, ¿pero acaso sería yo si no había pensado ya en cobrarles de alguna manera por el servicio prestado? Of course not~

    totalmente necesario este post, si me preguntan (?)
     
    Última edición: 27 Marzo 2023
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Bosque 5

    No podía negar que no me esperaba que alguien no conocido se me acercara, más por el sitio donde nos encontrábamos. El campamento, la gente reuniéndose con su círculo usual para pasar el rato en un espacio distinto al escolar, pero al final siempre había ese tipo de persona algo social, y no me molestaba en lo más minímo, por lo que regresé la vista a ella, con tranquilidad en lo que soltaba la risa cantarina.

    ¿A ti qué te a ocurrido?

    ¿Ocurrido de qué?

    —¿Te refieres a el por qué me he venido por acá solo? —murmuré en lo que le bajaba el volumen al móvil, notando el cómo comenzaban a llegar más estudiantes al borde del lago. No era sorpresa el que no era el mejor abriendo paso a una conversación, así que le cedería la iniciativa a ella, por ahora—. Buscaba un espacio tranquilo para escuchar algo de música. Las zonas verdes suelen ser agradables para perderse un rato, ¿no crees?
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Zona de acampada

    El par de imbéciles se quedó quieto de una vez por todas, Arata le encajó el codo en el costado a Altan y le mostró algo en el móvil, vete a saber el qué, y el cuervo estiró el cuello para mirar. Lo que fuese la arrancó una risa floja, yo me desentendí de ellos y le solté el secreto de Estado a Ko, que dijo que oba-san la iba a tener difícil haciéndome reír ligeramente. Tampoco era que quisiera ponerle una misión a la pobre mujer, pero pues por sacarle algo al niño.

    En cualquier caso, me vi venir que Ko iba a salvarle el culo a Haru y lo dejé ser, Ko lo anunció y le dijo a los otros dos que cuidado con lo de seguir haciéndome la vida de cuadritos. Ambos despegaron los ojos del móvil de Arata a la vez, pero Sonnen fue el que contestó luego de verse apuntado con el cuchillito y todo el rollo.

    —Qué poca fe, hombre. Nos vemos por ahí —dijo despidiéndolo con un movimiento de mano bastante perezoso—, hasta luego, Sugawara.

    —Hasta luego, Ko-chan —atajó Shimizu—, hijo de Drácula segundo.

    Estaba por solo decirle que nos veíamos después por ahí, como Sonnen, cuando la criatura se volvió en mi dirección y me dejó un beso en la mejilla. La tontería me sacó una sonrisa y me avergonzó a partes iguales, no iba a negarlo. Se me olvidó por completo que el niño me había puesto su sombrero y solo estiré el brazo para apachurrarlo antes de que se fuera.

    Ya cuando estuvieron unos metros más allá sentí los ojos de los estúpidos encima, en silencio primero, hasta que Altan abrió la boca.

    —Juntarte con Ishikawa te quita lo hijo de puta.

    —Juntarse con Ko le quita las neuronas, que es diferente —corrigió Arata todavía con los ojos pegados en el teléfono—. Siempre fue así. Se le pega como moco a pupitre de escuela pública.

    Suspiré con pesadez, encajé un codo en la mesa y saqué el teléfono también para husmear en Instagram. Ya de paso le escribí un mensaje a mamá para que me enviara el nombre de las cosas que usábamos en el cabello si podía, pues porque no me olvidaba de la conversación con Sasha, y me distraje cuando vi a Shimizu dejar el teléfono en la mesa para hundir la mano en el bolsillo; al sacarla desenvolvió el brownie que le había pasado y las facciones se le relajaron.

    —No soy yo al que se le quitó la cara de hijo de puta por un brownie, just saying —agregué—. Cuídala. Es todo lo que voy a pedirte, lo que hagas de ahí en fuera no podría importarme menos, Arata.

    Me valía más eso que una disculpa por lo que me había mandado a hacer, la verdad.


    no worries, más bien gracias por este almuercito del chisme <3 i loved it

    y pues nomás quería cerrar, pues porque imagina no reaccionar con cay (?? pero ya te libero

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    Zona de acampada

    Mis ilusiones de paz inamovible me habían mantenido cuerdo desde muy joven, como si me la pasara la vida en realidad en una cuerda floja y abajo, en el fondo del cañón, me esperara algo con lo que no quería tener que ver. Fuesen mis propias emociones o las ajenas, la cosa era que yo mismo pasaba huyendo de algo a mi propia manera. Quizás a la larga era lo que todos hacíamos y luego teníamos el atrevimiento de reclamar.

    Con la amenaza de que una grieta apareciera en el cristal las ideas, aunque distintas, se superpusieron con aquella sensación en la clase. Que no dijera nada, que no me tocara si iba a irse, que dejara la superficie del agua quieta y punto. Era egoísta, lo tenía claro, pero de nuevo el miedo hacía destrozos y los seguiría haciendo, sin importar que pretendiera ignorarlo.

    Por más que metiéramos a los leones en jaulas, seguían siendo leones.

    Mordían con la fuerza suficiente para romper huesos.

    La tensión me había agarrotado el cuerpo apenas noté la seriedad de la conversación y no creí que me fuese a dar el cerebro para aguantar un speech o algo sin entrar en sobrecarga. La confesión fue simple al final, pero el tiempo que me tomó procesarla ya fue otra cosa, incluso si fue para actuar de acuerdo a meros instintos y aunque siguiera sin darle forma a qué era lo que sentía realmente. Quizás hubiese agarrado todo para meterlo en un saco y arrojarlo al mar, todo porque me había dicho que me quería aunque ya lo sabía.

    A veces las luces que alumbraban el camino eran producto de cosas de lo más simples.

    Solo después de abrazarla se me ocurrió que tal vez me había acelerado demasiado, pero sus brazos se aferraron a mi cuello casi de inmediato y con ello la tensión me abandonó el cuerpo solo para dejar que otras emociones me corrieran bajo la piel, un poco más comprensibles que las que había ignorado. Me envolvió con fuerza, sentirla me hizo reaccionar de nuevo y básicamente me la arrastré al regazo, abrazándola como si fuese lo último que se me iba a permitir hacer en la vida. Una de mis manos subió, quedó en medio de sus omóplatos y le dedicó una caricia amplia en la espalda. Los rizos me hicieron cosquillas en el dorso de la mano.

    I'm right here —murmuré luego de que soltara que me había extrañado y la mecí suavemente, como si fuese una chiquilla—. No pasa nada, cariño, estoy aquí, ¿sí? Y también te extrañé.


    ay wey mi corason

    no sé, porque en mi cabeza las tenía super separadas JAJAJA maybe pensé usarla en algún momento y la cambié por otra, im confused but *shora anyhow*
     
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    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    LA CANCIÓN PRINCIPAL DE PAZ
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    Muelle -> Zona de acampada

    El gesto de Anna me sacó la sonrisa, una sorpresa fría, me dio un vuelco en el corazón. No era el mejor con el contacto físico, me causaba rechazo sobre todo con desconocidos, entrecerre los ojos casi con cierto dolor, pero no solo por mi naturaleza arisca respecto al tacto: Las emociones que tenían me hicieron tensar los dientes.

    Las emociones me azotaron como un latigazo, pero... pero las palabras de esa chica lograron rescatarme de todo eso.

    Sus palabras me ayudaron a sacarme todo eso de una manera que nunca podría haber ingeniado por mi cuenta. Fruncí el ceño con más fuerza, cubrí mi boca con el dorso de mi mano y mis hombros tiritaron cuando cerré los ojos.

    —Jejejejeje— Los abrí enfocando el suelo, la expresión avergonzada seguía—, creo que lo quiero mucho —confesé sin más. La chica siguió con sus caricias, la miré y le sonreí con ternura silente—. Y gracias ti por escuchar.

    Luego llegó Hodges y, ahora recordaba, Anna se despidió de mí. Antes de entregarla por completo solté un "encantado" sonriente, pero antes de marcharme le miré con seriedad impostada, la cual se veía bastante genuina, y la "recrimine" con el índice.

    —Pero más te vale invitarme a una fogata a cantar, o creeré que me has mentido con lo de que eres latina —serio, firme, convencido... imaginarme a mí mismo bromeando me sacó otra risa suave, avergonzado—. Nos vemos.

    Y me alejé a lavar los platos.

    Uy, Insane si te da la gana le puedes caer con Violet y él le lava los platos por ambos uwu.

    Si no quieres (cosa que lejos me molestaría, yo feliz con lo que te haga mejor uwu), pues aviso que el crío queda a libre disposición

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    Bosque 5 -> (???) (A dónde nos dice el corazón de Kakeru)

    Yo ya estaba por tirar mis zapatillas hacia la orilla, sin preocuparme de que me las robaran, porque la opción ni siquiera pasó por mi cabeza, pero el Fujiwara se notaba más perspicaz y se acercó a una linda chica preguntando si nos guardaba el calzado. Sonreí amplio con la hilera de dientes bien cuidado, ojos cerrados y energía de ser el cachorro más juguetón de la cuadra.

    Esa misma sonrisa fue calmada cuando nos afirmó que cuidaría las cosas, mi voz salió más grave y calma que cuando me reía con el Fujiwara.

    —ありがとう, 君は美少女 —halagué en mi propio idioma antes de olvidarla por completo para seguir mi recorrido con Fujiwara, con todo el teatro que se montó para que retomara el ritmo, ¿Cómo no centrar en él? Solté una risa enérgica y por ende sonora antes de seguir caminando con las manos sobre mi cintura.

    Me gustaba observar cómo el agus cubría mis pies, estaba en ello cuando la voz de Fujiwara Kakeru llegó a mis oídos, la sorpresa cubrió mis ojos, lo miré con esa expresión y mi cabeza estaba intentado terminar de procesar el tono que usó...

    —Ohhh...— A medida que hablaba la sorpresa desaparecía y la sonrisa socarrona ganaba terreno, mis ojos sudaban confianza, alcé un poco el mentón y todo—, ¿Tú crees que soy tonto? —luego de soltar eso en vez de enojarme cerré los ojos y sonreí con una energía mucho más risueña y pura—, ¡Porque si que lo soy!— Relajé el culo para sonreírle calmo, el recuerdo me tiñó las mejillas—, la conozco desde crío...— Miré al frente, frunciendo el ceño extrañado—, y ahora que lo dices... je... —sonreí calmo—, hemos crecido un montón...— Le brindé otra de esas sonrisas de crío o de cachorro que menea la cola—, ¿Tú tienes amigos que mantengas desde tus 10 años o antes?— Miré el horizonte, sonrisa confiada—, ese lazo compartimos con Momoka.

    ありがとう, 君は美少女= Gracias, eres guapa o Gracias, guapa.

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    Bosque 5

    Poco me fijé en la gente que iba llegando, porque mis sentidos estaban más volcados en escuchar esas palabras suaves y notar detalles como sus dedos bajando el volumen de su música, sonreí complacida cuando noté eso.

    —Oh —solté con sencillez cuando mencionó su mundano motivo, pero seguía la conversación, por lo que el aburrimiento momentáneo lo ignoré para sonreír gozosa por la atención que recibía, aunque pronto relajé la expresión. Para evitar manchar mi vestido opté por seguir de pie, miré el lago—, cuanto menos un lugar hermoso...— Le miré de reojo con la sonrisa calma, ladee luego la cabeza y un toque de duda se filtró sobre la sonrisa—, ¿Eres del Sakura, cierto?

    Ignoraría lo estúpida que debía ser esa pregunta, ya la solté y no había reversa en este viaje. Nunca la había.
     
    Última edición: 27 Marzo 2023
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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Muelle

    La verdad que comenzaba a cuestionarme la razón por la que Fiore seguía con nosotros. Cada tanto, me parecía ver cierta expresión de hartazgo en su rostro, pero se desvanecía tan rápido como le prestaba atención. Tal vez solo era una chica demasiado seria, y no le gustaba sonreír mucho. Bueno, suponía que si seguía sentada conversando (aunque de manera escueta) con nosotros, significaba que no la estaba pasando tan mal. Esperaba que no se estuviera obligando a quedarse por algún motivo en particular.

    Alethea aceptó la propuesta de la foto, y le devolví la sonrisa. Fiore se me acercó, con el rostro completamente serio, y extendió la mano. La miré con el ceño fruncido, algo confundido, pero luego solté una expresión de entendimiento cuando supe que le pasaba. Bueno, al parecer ella no tenía ganas de aparecer en la foto. Asentí, volviendo a sonreír, y le entregué el celular. Lo había dejado configurado para que hiciera falta solo tocar la pantalla, nada más. Estaba puesto en retrato y todo. Me acerqué a Ale y me senté al lado. Me arrimé un poco, y sin saber que pose hacer (ya que yo era el que usualmente sacaba las fotos, no el modelo), decidí simplemente reclinarme hacia atrás y listo. Crucé un brazo detrás de su espalda, apoyando la mano en el suelo. Por alguna razón, se me hacía algo raro acercarme tanto. Lo cual era extraño, teniendo en cuenta lo efusivo físicamente que era yo. Y la confianza que, al menos, creía tener con la peliazul.

    Sonreí, mientras Fiore sacaba la foto. Me quedé un rato más allí, al lado de Alethea, y cuando Fiore me alcanzó el celular, le mostré también la foto. Había salido bastante bien, la verdad.

    — ¡Vaya, Fiore, linda foto! Para nada mal —sonreí, mientras la admiraba un poco más. Si bien mucho eran las configuraciones que yo ya había predispuesto, había que saber enfocar y cuadrar bien la imagen. Y eso era bastante raro. Estaba por guardar el aparato, cuando una idea se me cruzó por la cabeza.— Oye, Ale, ¿te molesta si te saco una foto a ti sola? Era mi idea original, después de todo. Una foto de cada una.

    Me encogí de hombros, de improviso bastante nervioso. Sentí que pasaron horas hasta que la muchacha accedió, aunque en realidad debe haber sido menos de un segundo. Me mordí la mejilla internamente. Hacía mucho que no me sentía así. Y no sabía que pensar al respecto.

    — Eh... ¡genial! Bien, entonces, si no te molesta, ¿te puedes parar? Y ubicarte allí. Un poco más a la derecha. Excelente. Eh, posa como quieras, no hay problema. No tenía nada específico en mente —solté una risita nerviosa, y la enfoqué con la cámara del celular.— Perfecto, ahora sonríe, y...

    Mi dedo se congeló a milímetros de la pantalla, al mismo tiempo que mi corazón se saltó un latido. Sentí como la boca se me había secado levemente, y mis ojos se quedaban prendidos de la imagen de la pantalla. Allí estaba Alethea, con aquella sonrisa suya tan amable, tan pacífica, tan tranquila. Su vestido blanco le daba un aspecto vaporoso y delicado, acentuado por las botas que llevaba. Se la veía algo tímida, pero eso era normal. Te estaban apuntando con una cámara, despúes de todo. Sus ojos, que combinaban con su cabello, brillaban de una manera única, y la luz del sol reflejada en el lago la rodeaba de una especie de halo difuso, apenas perceptible si uno no lo miraba con atención.

    No sé cuanto tiempo quedé así, observándola a través del ojo de la cámara. Carraspeé en cuanto me di cuenta de lo que estaba haciendo, las mejillas encendidas, y agité la cabeza. Inspiré para calmar mi pulso, y tomé la foto. Y otra más, por las dudas. Siempre era buena costumbre sacar dos fotos.

    — Perdón, algo se había desconfigurado. Ya está, ya te puedes sentar de vuelta, si quieres —me guardé el celular en el bolsillo, miré para todos lados, excepto para Alethea, y luego tomé los platos de los tres.— Voy a llevar esto para lavar, aprovechando que voy al baño. Nos vemos más tarde, ¡adiós!

    Saludé, medio atropellado, y me alejé de allí, cargando con la vajilla, con el corazón latiéndome fuerte. Maldita sea, me estaba volviendo a ocurrir.

    Y no sabía si sentirme contento o preocuparme.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    La reacción inicial de Paz me echó algo de nervios encima, por el miedo a haber transgredido sus límites e incomodarlo, pero con el correr de los segundos pareció habituarse un poco mejor y, aunque no me dejó tranquila del todo, al menos lo mitigó. No era enteramente su culpa, el asunto de Emi seguía al fondo de mi mente y me dejaba susceptible, suponía.

    Cuando Emily llegó y Paz se despidió, lo hizo básicamente amenazándome y el detalle me sacó tanto de base que me arrancó una risa divertida, sacudiéndome parte de los nervios que tenía encima.

    —¡Así será, capitán! —exclamé, haciendo el saludo militar y viéndolo marcharse antes de enfocarme en Emily.

    Primero me aseguró que no era nada que hubiera roto, cosa que, fuera bromas, me alivió bastante. Clavarme las cagadas lo llevaba en la sangre o algo, no sería extraño meter la pata sin darme cuenta. Así, pude concederle a Emi una sonrisa más honesta. No tenía idea qué podía ser tan importante, pero a ella sí se la veía bastante nerviosa y me daba pena. ¿Quizá precisara ayuda con algo?

    La primera mención de Kohaku me hizo parpadear, aunque no reflejé la sorpresa en mi rostro. Poco a poco fui acomodándome al contexto. Aquella vez que... sí, cuando habían recolectado los dientes de león. Recordaba que le había tirado un poco la bronca a Ko por no haberme invitado a mí también al santuario, con lo bien que me caía su abuela. Él, por supuesto, no había reaccionado ni había intentado disculparse. Lo de su abuela era, en parte, una excusa. Si debía ser completamente honesta, la idea de que comenzaran a quedar sin mí me había echado algo de ansiedad encima.

    Al final corrió y me las ingenié para olvidarlo.

    Que Emily trajera a colación precisamente ese día, por ende, me sentó un poco mal. Fruncí el ceño, bien podía pasar por confusión y la seguí escuchando. Tampoco era mentira, ni siquiera sabía con claridad qué estaba sintiendo más que... mantenerme alerta, suponía. Que sus flores favoritas, las wisterias, un lugar abandonado del santuario. Crucé los brazos sobre el pecho.

    No sé si alguna vez has estado en esa zona, Annie.

    No, no realmente.

    Pero fue un momento precioso y, no lo sé, me emocioné tanto que no pude evitar darle un beso.

    Alcé apenas las cejas y volví a parpadear. ¿Emily había besado a Kohaku? La noticia me anuló un poco los canales, la chica siguió hablando de su tan especial momento y tuve que morderme la lengua; sabía a veneno.

    Todo fue un momento muy especial para mí, la verdad.

    ¿Y qué hago? ¿Te felicito?

    Me mantuve en silencio, sabía que estaba mostrándome mortalmente seria pero, al menos, conseguí que ninguna otra emoción demasiado fuerte se me cruzara en el rostro. Emily apartó la mirada, supuse que por mi carita, y honestamente me alivió que lo hiciera. No me enorgullecía ser una jodida impulsiva y una pulga temperamental, jamás lo había hecho, pero tampoco podía negar lo que estaba sintiendo. Quizá fuera miedo o fueran celos, quizá fueran un montón de cosas, sólo estaba segura de una cosa.

    Me sabía horrible en la boca.

    Pero tú también eres mi amiga, mi mejor amiga de hecho, y tú conocías a Ko de mucho antes que yo.

    Exacto, muñeca.

    Así que pensé que lo correcto era que lo supieras.

    Siempre queriendo hacer lo correcto, ¿no?

    Ya basta, Anna.

    La siempre perfecta Emily.

    Cállate.

    Sentí su mirada encima y regresé a ella, puesto que la había clavado en cualquier punto tras su silueta. Era imposible que mis ojos no se hubieran endurecido, jamás había tenido ningún máster en disimular mis emociones y menos así, a quemarropa y sin aviso previo. ¿No podía haberme aclimatado un poco, al menos? Aunque, de por sí, ¿qué derecho tenía yo a rayarme? ¿Me lo concedía que me lo contara? En absoluto. Si estaba allí, soltándome la sopa, no era para joderme o hacerme sentir mal. Lo sabía.

    Dios, claro que lo sabía.

    Sólo necesitaba también sentirlo.

    —¿Te gusta Kohaku, entonces? —solté tras mover la lengua dentro de mi boca, intentando asimilar el sabor amargo sin escupírselo encima—. ¿Eso es lo que intentas decirme?

    No era mi movida más brillante, pero era lo que tenía a la mano.


    Pido perdón de antemano por las cosas que piensa esta criatura, shes very imperfect jsjs

    Kakeru.png
    [Bosque 5]

    La chica accedió tras dedicarnos una buena escaneada, ante la cual me quedé bastante tranquilito más allá de la incomodidad que sintiera. No era japonés de pura cepa pero tampoco me desenvolvía con tanta desfachatez como muchos extranjeros, y eso me dejaba en un gris que no me permitía encajar en ninguna de las dos categorías. Demasiado recatado para los de afuera, demasiado desvergonzado para los de adentro. En fin.

    Lo importante era que había accedido, ¿cierto? Le sonreí en agradecimiento y estuve por empezar a caminar cuando Kenta hizo lo suyo. Lo miré desde mi posición, ligeramente detrás suyo, y me las arreglé para tragarme la sonrisa divertida en cuanto volvió la atención a mí. Pero bueno, ¿teníamos un galán entre nosotros o cómo era?

    La pregunta de Momoka lo activó bastante, seguí sus diferentes expresiones de soslayo y la pregunta que me regresó, así fuese retórica, dibujó imágenes y colores frente a mis ojos. Parpadeé, volviendo la vista al frente, y una sonrisa pequeña permaneció en mis labios. ¿Un amigo de la infancia? ¿Esa clase de lazo? Sí... suponía que podía entenderlo.

    Por complicado que fuera, lo entendía.

    —Suena lindo —concedí, en voz serena; lo demás lo solté en el mismo tono, así fuera un fusilamiento—. ¿Y ya sabe que gustas de ella?


    Hombre, y luego que por qué me parecía a Kohaku.

    Sasha 4.png
    [Zona de acampada]

    Muchas veces éramos nuestros propios verdugos, lo sabía, y haberme arrancado de Maze por dos semanas puede que se le asemejara lo suficiente. Como tal no parecía el fin del mundo, pero mis decisiones habían implicado un riesgo que nunca supe si medí del todo. Tampoco lo descubriría, suponía. No ahora que por fin había juntado coraje y él, Dios. Era estúpido. ¿Por qué no estaba enfadado? ¿Por qué era tan transparente? Había seguido mi vida como si la pobre criatura no existiera, era lo que siempre hacía cuando no sabía cómo lidiar con un problema.

    ¿Por qué me estaba abrazando?

    Me había arrastrado a su regazo, sólo pude quedarme allí y disfrutar de la sensación, su aroma, sus brazos rodeándome y las caricias. Luego comenzó a mecerme, su voz vibró sobre mi oído, y con cada movimiento sentí que cada pequeña grieta se parchaba. Todo lo que no le había dicho, los recuerdos que seguían en loop dentro de mi mente. Desde la bomba de Cayden en el pasillo, el club de fotografía, Teruaki en el café, el Paraja. Los clientes. Aria. Frank. Joey y Alisha. El marcador contra mi piel. Las luces rojas.

    Todo me visitó y todo se silenció.

    Un sollozo leve se me coló en la voz al pillar aire, cerré los ojos con fuerza y lo apretujé, en silencio. Me sentía increíblemente pequeña, increíblemente segura. Y sólo era un simple abrazo.

    You dumbass —me quejé, en voz baja, y seguí sin atreverme a mirarlo—. ¿Por qué no estás enfadado conmigo?

    Quizá ya lo supiera y sólo quisiera oírlo. Quizás estuviera siendo greedy y no lo mereciera.

    —Deberías estarlo.

    Pero quería que lo dijera.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    No era ningún psíquico para escuchar los pensamientos de Sasha, pero puede que de haber siquiera imaginado la de estupideces que estaba pensando se me hubiese roto el corazón dentro del pecho, porque no era más que una niña pensando que sus amigos iban a armarle la bronca por perderse unos días o qué sé yo. Esta chica era la misma a la que su no-novio se le había ido en las narices sin decirle una mierda, luego el gang boy casi se pira también y vete a saber qué más. Lo menos que debía estar pensando era por qué yo no estaba enojado.

    No tenía ni puta idea de lo que le habían hecho a mi niña.

    ¿Y si lo averiguaba qué? ¿Fragmentaría mi eterna calma por fin? ¿Tomaría un mazo y despedazaría el cristal a voluntad?

    Después de haberla arrastrado aflojé un poco el agarre alrededor de su cuerpo, regresé la mano que había dejado entre sus omóplatos hasta su cintura y la envolví con firmeza, mientras que llevé la mano libre a sus piernas, acariciando sus muslos con cariño. No había dejado de mecerla, no sabía a qué respondía el gesto, pero sirvió para arrullarme a mí mismo ya de paso.

    El sollozo, aunque ligero, me alcanzó los oídos y el cristal que se me formó en los ojos fue tan grueso que todo lo que tenía delante se me desenfocó.

    Su queja me hizo gracia primero, cuando me dijo tonto, pero la pregunta que le siguió y la afirmación me obligaron tomar un montón de aire por la nariz. Fue una suerte de pausa para ordenar mis emociones, las que había lanzado al mar, y de deshacer el nudo que tenía pegado en la garganta. En ningún momento solté su cintura ni dejé de mecerla o de acariciar sus piernas.

    —¿Por solo irte sin decirme por qué? —pregunté en un murmuro apagado—. ¿Por qué con el condenado tatuado sí hablaste?

    Lo había dado por asumido, vete a saber por qué mierdas, y el otro imbécil nunca lo negó.

    Si lo hubiese dicho en otro tono quizás hubiese sonado a reclamo pasivo-agresivo, pero cuando lo dije así, tratando de no atragantarme con mi propia saliva y de descifrar el mundo entre el cristal de lágrimas, cuando su sollozo quedo me martillaba la cabeza... Solo sonó terriblemente triste. Lo que sea que había en el saco de emociones que había desechado se había revuelto y lo que saqué en el puño fue una plasta de lo más penosa, fría. Se me quedó pegado a la palma de la mano, como una jodida sanguijuela pegada en el talón.

    —¿Qué importa? Ya estás aquí.

    Tragué grueso, me callé de repente pero volteé el rostro para alcanzar a dejarle un beso entre la mata de cabello y me quedé allí, pegado a ella, absorbiendo su aroma, su calor y todo lo que era. No encontré qué más decir sin que se me fundiera una neurona, pero en ningún momento se me coló molestia real en el tono. Ella había hecho sus cosas, yo las mías y ya estaba. Si mi miedo era que no volviera nunca el resto de verdad me daba igual en tanto estuviese allí.

    Era muy sencillo, aunque sonara que no.

    You are my sunshine, my only sunshine. You make me happy when skies are gray —comencé a cantar en voz baja. Era una estupidez que le estuviera soltando una canción de cuna, la única que le recordaba a mi madre, pero pues era para lo único que me llegaba oxígeno al cerebro—. You'll never know, dear, how much I love you. Please, don't take my sunshine away.

    La otra noche, cariño, soñé que te tenía entre mis brazos.

    Cuando desperté, cariño, me di cuenta que estaba equivocado.

    Así que incliné la cabeza y lloré.
     
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    Etihw

    Etihw ghost Comentarista empedernido

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    Me aburría.

    Me estaba aburriendo mucho.

    —¡Me aburrooo! —Exclamé a la nada misma mientras me estiraba, alzando mis brazos lo más alto que podía. Qué aburrido era quedarse en un mismo sitio sin hacer nada, no podía permitirme no aprovechar a tope el tiempo en aquel lugar—. Creo que ya he dejado a Haru suficiente tiempo para hacer amigos. Necesito una dosis de diversión urgente.

    Molestar a Haru era de lo más divertido del mundo, venga, sus reacciones eran muy interesantes. Mi hermano podía parecer un perro malhumorado que ladra y muerde, pero a mí se me asimilaba más a un hamster al que picarle la nariz y darle mimos. Y pipas.

    Ah, ¿y si nos pillamos un hamster?

    —¡Rayos, extraño a Kiro! ¡Qué clase de hermano prohíbe a su queridísima, adorable y angelical hermanita ver al gato que adoptaron juntos!

    Gruñí con el ceño fruncido, e hice un puchero sin siquiera preocuparme por quien me pudiese escuchar, emprendiendo mi camino a buscar a ese muchacho que era más gruñón que yo.

    Me puse mi gorro invisible de detective y cogí mi inexistente lupita para seguir las ficticias pistas que me llevarían hacia él. O lo que sería caminar por los alrededores hasta encontrarlo.

    Y pues eso hice.

    Me lo encontré junto a su suertudo amigo, ese chico que le había prestado el móvil para hablarme hacía tiempo, me acordaba muy bien de él. Pensándolo, a lo mejor podía hablar con él y conseguir que me ayude a ir a ver a Kiro. Espera, a lo mejor él tampoco puede ir a casa de Haru… ¡Podríamos unir fuerzas para visitarlo! ¡Y ver a mi precioso gatito!

    Me acerqué despacito, riéndome como una idiota ante mi magnífico plan. Un plan que no había desarrollado. Todavía. Dos mentes piensan mejor que una.

    Bueno, eso si la mente quiere colaborar.

    —Haru~ —Con una enorme sonrisa inocente llamé su atención, observando a ambos como una niñita pequeña—. Veo que estás muy bien acompañado~ Pero oye, te dije de hacer nuevos amigos, ¿qué tal te fue? ¿O estuviste pegadito a él?


    Gigi Blanche hola wapa a qué hora pasas por el pan
     
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    [Bosque 5]

    —Sí, de tercero —agregué con la vista aún en el lago. Podía permanecer horas ahí, me relajaba ese tipo de espacios—. ¿Y tú? ¿Llevas mucho en Japón?

    Un poco lógico que su descendencia principal no fuese japonesa, las características físicas no encajaban con aquella población, por lo que lo veía un tema por descarte más que nada. Sentí a alguien atrás, por lo que eché la mirada sobre el hombro, denotando a Zoldryck acercarse con una botella de agua en la mano.

    —¡Ey! —enseñó los dientes, amistoso como de costumbre—. No sabía que se conocían —iba a hablar pero el continuó el discurso, y no veía el por qué interrumpirlo—. Con Gen estamos pensando en meternos al lago más tarde, ¿se animan?

    Levanté las cejas, ligeramente.

    —Supongo —murmuré—. Cuando baje un poco más el sol.

    Sus ámbar se situaron luego en la chica, sin perder su tinte animoso.

    —¿Y tú qué dices, Numéria?
     
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  12.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    [Zona de acampada]

    Estaba aferrada a Maze casi como una chiquilla caprichosa que se niega sin ninguna clase de fundamento a ceder, y no me detuve a pensar que, junto a él, solía ser el caso. Tampoco estaba segura en qué momento se había convertido en algo tan parecido a un refugio, pero me recordaba a casa y casa era, para mí, el único lugar donde sabía descansar. Cada vez que lloraba sentía convertirme en arena y su abrazo me sostuvo de una pieza.

    Lentamente me fui habituando al vaivén, mi cuerpo lo asimiló y comencé a acompañarlo. Estaba su brazo en torno a mi cintura, las caricias de su otra mano, y me desenredé un poco para hundir los dedos en su cabello. Su respuesta sonó apagada, se me antojó triste, y cerré los ojos. Un par de lágrimas se deslizaron hasta su piel. ¿Le había hecho daño? No me había detenido a pensarlo, honestamente, jamás me detenía a pensar que tenía el poder para herir a otros. Que mi ausencia fuera a dejar huecos.

    Si lo asumía, tendría que darle entidad a mis propios agujeros.

    La mención a Arata me sorprendió un poco, lo suficiente para cambiarme de carril momentáneamente. ¿Tenía algo que ver en todo este embrollo? Jamás se me había ocurrido sopesarlo. Mis miedos radicaban en dos núcleos simples y ninguno de ellos lo involucraba. ¿Por qué lo estaba mencionando, entonces? ¿En qué había estado pensando?

    ¿Qué sentía, exactamente?

    Maze hacía eso, si acaso echaba un vistazo al abismo y volvía a retroceder. Le daba la espalda a las cosas como si negarlas las fuera a desaparecer. Yo también era esa clase de necia, claro, pero respondía a propósitos de eficiencia. Lo de Maze... era diferente.

    Huyo de esas cosas, eso es todo. Huyo de ellas para evitar que la paz se rompa.

    Aquí mismo, tiempo atrás, también me había abrazado.

    Supongo que el miedo es otra forma de dolor, realmente no sé.

    Y me lo había dicho.

    Que qué importaba, si ya estaba aquí. Su beso me silenció lo suficiente y sorbí por la nariz, asintiendo quedo. Cuando empezó a cantar sentí como si hubiera arrancado de mi pecho la solicitud, el deseo que siquiera llegué a formular. Sonreí, apoyé la mejilla en su hombro y relajé un poco los brazos, perdiendo la vista en el paisaje, el borde de su camiseta o el contorno de su cuello. Parpadeé despacio, inhalé y arrugué apenas el ceño. Era una canción preciosa, pero... también parecía un pedido desesperado.

    No quería romper su armonía, tampoco mentirle.

    Y no podía hacer ambas.

    What should I do? —susurré, pasé saliva para aclarar mi voz y me erguí lo suficiente hasta alcanzar sus ojos. Hubo una nota de súplica que no regulé enteramente—. Baby, I need you to tell me. No puedo... no quiero hacer nada sin saber qué piensas.

    ¿Qué hago, cielo?
    ¿Quiebro tu paz?

    ¿Te sigo mintiendo?

    My life... is a mess right now. I don't want to drag you down just because.
     
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  13.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Si una cosa era cierta era que por lo general no me llevaba ningún máster en soporte emocional ni nada de eso y una parte de mí no acababa de entender la naturaleza de la relación que había establecido con Sasha. Porque de repente me arrancaba pero ahora estaba allí, dejándome mecerla y llorando entre mis brazos como si nos conociéramos hace media vida.

    Una parte de mí sentía como si fuese el caso.

    La chica que había conocido hace unas semanas no hubiese hecho eso, lo sabía, pero algo había cambiado y en esa grita ínfima en la roca la confianza se había colado. Era suficiente para que casi cualquier personalidad se diese la vuelta, al menos algunos fragmentos.

    Tomé aire al sentir sus dedos hundirse en mi cabello y no detuve ninguno de los movimientos que había iniciado para confortarla, ni siquiera me cruzó la cabeza. Estaba demasiado ocupado con el amasijo frío que se me había quedado pegado en los dedos, en la confesión de pecados y la quizás inoportuna mención al pandillero de turno. Era una cagada, pero si ni yo mismo sabía darle forma a la cosa, ¿cómo esperaba que se la diera ella?

    Era egoísta a cagar, pero necesitaba que me tuviese paciencia también.

    Además esta chica me tenía visto, tanto porque había ocurrido en sus narices como porque se lo había dicho, pero me asomaba al borde del pozo y enderezaba la espalda para regresar a la posición. Desde allí no entendía qué mierda pasaba en el fondo, porque no me interesaba, y así podía darme la vuelta y seguir con mi vida. El león no desaparecía, eso lo sabía, pero en tanto no lo viese podía ignorarlo.

    Era como vivir en un terrario, una bola de cristal donde nada cambiaba y los bichitos se movían sin saber que estaban encerrados.

    La sentí apoyar la mejilla en mi hombro cuando comencé a cantar, relajó algo más los brazos y me limité a terminar ese pedacito de la canción dedicándole caricias con el pulgar en el costado de la cintura, livianas. Su pregunta me alcanzó después, cuando dejé de cantar, y le permití separarse; al recibir el plateado de sus ojos tuve que pasar saliva. Había sonado a súplica, muy lejano, pero lo noté.

    No respondí de inmediato porque estaba medio atragantado, otra vez, con las lágrimas que pretendía controlar y todo lo que hice fue estirar la mano hasta su cabello. Arrastré una parte sobre su hombro, con cuidado de no desbaratarle los rizos, y desvié la vista a las puntas luego de dejarlas quietas. No me la estaba poniendo fácil, la verdad.

    Que no quería arrastrarme solo porque sí. ¿Entonces se iría y ya? ¿No me diría por qué de repente se había ido? ¿Fingiríamos que no había pasado nada acaso? ¿O solo vería lo que yo había tenido replicarse, de forma bastante penosa, con el imbécil que no se me parecía pero ni en una pestaña?

    Que el miedo era una forma de dolor le había dicho.

    Pues esa mierda daba tanto miedo como saber qué estaba pasando.

    Cualquier opción que tomara era terrible en sí misma y lo que debía sopesar eran las consecuencias posteriores, algo que no estaba acostumbrado hacer. Vivía en la fracción presente del mundo, no me molestaba en lo que pasara más allá, pero ahora no tenía más opción. Había miedos más grandes que otros, dientes más afilados y pozos más hondos.

    —Ya no me dejes afuera —resolví luego de darle un montón de vueltas y posé la mano en su mejilla, de paso le sequé los surcos que le habían dejado el par de lágrimas de antes. Vete a saber qué me picó, que seguí soltando la sopa—. Da más miedo aquí, eso es todo lo que creo saber.

    cómo poner a llorar a pau: cornflower blue
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Era probable que Maze ya me conociera lo suficiente, incluso más de lo que yo sería capaz de estimar. Ninguno de los dos había hecho el esfuerzo consciente, ¿verdad? Él no había pretendido leerme en la palma de su mano ni yo habitar allí, escribirle las pistas, a voluntad. No lo habíamos hecho y aún así, ahí estábamos. Podía ser frustrante y cansino, tanto la exposición como la responsabilidad consecuente. Hacerse cargo de lo que no pedíamos era una cagada.

    Pero de eso sabía un rato.

    La pregunta recaía en él.

    Abriría la boca o me sellaría bajo tierra, haría exactamente lo que me pidiera y hasta donde me permitiera, así no pudiera prometerle una eternidad estática a cambio. Lo sabía, lo tenía muy claro, pero no se lo había dicho. No, no lo había hecho. Si lo leyó bajo mis palabras, si se dio cuenta que había pensado en irme lejos con tal de no quebrar su cristal, no era culpa de nadie. No era suya, no era mía. Él no me había atado a su palma ni yo había presionado el bolígrafo.

    Y aún así, ahí estábamos.

    En su expresión había un amasijo de emociones que me llenaba el corazón de culpa, porque era mi niño y de por sí ya tenía bastante asimilando la idea de ser otra persona a la que él veía. Pedirle que tomara la decisión era, además, egoísta y abnegado al mismo tiempo. Sonaba a compromiso, a que la pregunta acarreaba de por sí una respuesta tácita, pero de verdad no lo pretendía. Esperaba que también supiera leerlo.

    Había distraído la mano en mi cabello, luego la posó en mi mejilla y parpadeé más despacio, arrimando levemente el rostro en su dirección. Era probable, también, que muy en el fondo ya lo supiera. Quizá no se tratara de quién estaba en la palma de quién, sino de que ya ambos habitábamos en el otro y punto.

    Ya no me dejes afuera.

    Él no quería perderme ni yo quería irme.

    Tomé mucho aire y bajé la mirada. Muy bien, ahora tocaba ordenar las ideas. Le di un par de vueltas hasta que encontré, aunque no muy convencida, un posible punto de inicio. Había dicho que aquí daba más miedo y quise preguntarle cuál era exactamente ese lugar, pero supuse que se parecía al mío.

    —Empezó en la mascarada, supongo —murmuré, luchando contra la vergüenza, el impulso de escudarme con los brazos y todo lo demás—. Sanji, no sé si lo ubicas, es un amigo y en un punto de la noche nos propusimos un juego: ganaría quien consiguiera quitarle más cosas a la gente sin que lo notaran. Siempre tuve manos ligeras, supongo que nací con eso y lo he sabido desde pequeña, así que la idea me divirtió. No nos quedamos con nada, vaya, si acaso unas mentitas y ya ni recuerdo quién ganó, pero... ahí empezó. Ya no pude quitármelo de la cabeza.

    Tomé aire y arrugué el ceño, contrariada. Explicárselo a alguien me hacía sentir terriblemente juzgada y expuesta, como si me encontrara en un puto tribunal de justicia. Por eso lo había evitado y por eso había pretendido durante dos semanas enteras que Maze ya no existía. Era su miedo y el mío, mezclados y convertidos en un monstruo horrible.

    —Mi familia... bueno, llevamos mucho tiempo con problemas económicos —confesé, incapaz de mirarlo, y sentí un agobio espantoso en el pecho; jamás se lo había dicho a nadie, ni a Daute. Arata simplemente lo había comprendido—. Tenemos muchos gastos fijos, entre la salud de granny, los niños y la... —Me detuve un segundo, retrocedí—, y Danny. Ya son dos años apilando los centavos y es agotador, y estaba... Supongo que estaba cansada y molesta, el caso fue que tuve una idea de mierda.

    ¿Intentaba justificarme? Me pasé una mano por el rostro, nerviosa, y se me coló una risa amarga en la voz. Dios, si lo pensaba en retrospectiva había sido tan, tan estúpido.

    —Tenía las manos ligeras, necesitaba dinero, había un par de imbéciles tocándome los ovarios y me encontré con Arata en la azotea, inmediatamente después de que Joey y Alisha me molestaran por enésima vez. Y tuve la idea de mierda. Un tiempo después le entregué dos móviles a Arata, para que los vendiera y me facilitara el dinero. Parecía que el plan había salido bien, pero claro que no fue así. —Pasé saliva, mi garganta se me asemejó a una lija—. Uno de los móviles era de Alisha y ellos... no sé cómo lo descubrieron, pero lo hicieron. Ya sabes el problema que tuve con ella, y Joey... hemos sido así desde primer año, supongo.

    No había sido una santa con él, pero la gente tan insistente me jodía mucho y tuvo la gracia de ponerse en ese plan conmigo cuando Eloise se estaba muriendo. Mal timing, quizá. Luego le eché encima la ley del hielo y eso, antes que apaciguarlo, lo enredó aún más en sí mismo. Empeoró tras el episodio con Alisha y se fue a la mierda con los móviles.

    —No me lo perdonaron —agregué poco después, el aire casi se me atoró en la garganta y volví a pasar saliva. Llevé la mano a mi otro brazo—. Se las ingeniaron para engañarme y... no me lo perdonaron. Arata acabó involucrado en el desastre porque ellos lo arrastraron, yo no... no quería meter a nadie en mis propios errores, de verdad.

    El rencor que se me coló en la voz fue palpable, siquiera pretendí regularlo y me rasqué las raíces del cabello, aún nerviosa.

    —Pero les vino en gracia mostrarle lo que me habían hecho, supongo que por haber estado involucrado de por sí, y de ahí no pude sacarlo. No quise meterte también a ti, no podía. —Meneé la cabeza, el nudo en la garganta llegó a dolerme y solté el aire de golpe poco después—. Me daba vergüenza, además. Cuando me buscaste para almorzar sólo había pasado un día de... de eso, y no podía. No tenía idea cómo verte la cara, cielo, lo siento.

    Volví a sacudir la cabeza y tuve que respirar varias veces para no largarme a llorar como una chiquilla. Ya estaba, ¿no? Había llegado al punto que quería. El resto... lo demás era más pesado, más oscuro y honestamente aún no lograba asimilarlo. Necesitaba tiempo.

    —Por eso desaparecí —concluí, sorbí la nariz y al fin junté el valor de volver a mirarlo—. Y por eso estoy aquí. No fue sólo el miedo de... God, baby, I know. Sé que tienes tu armonía y que es delicada y que te da pánico romperla, lo sé y no me daba el corazón para caerte con ninguna bomba. Pero también sé que me quieres, y yo te quiero a ti, muchísimo, y no sabía... no quería seguir tratándote de imbécil. No quería venir y fingir que estaba todo bien, porque no lo está y... y todavía me pesa. Todavía escucho la voz de Alisha, todavía siento a Joey encima mío. Pero no quería perderte.

    Menuda confesión de pecados. Y de intenciones, ya de paso.

    —No quería descuidarte lo suficiente para perderte. Y perdona, de verdad perdóname por echarte todo esto encima. Te juro que no sabía qué hacer, no quería...

    Detente.

    Si entraba en esa espiral acabaría desarmándome, lo sabía. No iba a victimizarme, además, no era mi estilo. Tomé aire, muchísimo, y erguí la espalda. Quizá fuera el reseteo mental más evidente que le había mostrado nunca a nadie; en ese instante, casi todas las emociones se escudaron tras las murallas, se alejaron de mis ojos y, con eso, recuperé la compostura. ¿Era una medida de precaución? ¿Me estaba colocando la armadura antes de su respuesta, fuera cual fuera?

    —No quería hacerte daño, pero tampoco quería seguir mintiéndote. Eso es todo.

    Sonaba muy posible, viniendo de mí.


    tremendo speech, me recordó a la confesión de pecados de Anna en el baño JAJAJA cuando le soltó toda la sopa a Al

    no regrets


    este momento sigue siendo auspiciado por cornflower blue
     
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    quem

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    Virgo
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    Al llegar a la mesa y al poner la botella de agua en ella pude ver como Momoka la cogía, solo asentí ante su agradecimiento, la cosa fue que pase mi vista hacia Fiorella pude ver como miraba a la chica que estaba a lado de Momoka, y es que para ser sincera por las expresiones en su rostro podía decir que talvez no estaba feliz de tenernos aquí.

    La cosa fue que no le tome mucha importancia y lo deje estar, entonces toda mi atención paso a Momoka

    —No hay de que —inquirí mirando la botella—. Después de todo tenia que devolvértela, solo esperamos no estar incomodando —eso ultimo lo había dicho por la otra chica.

    Sin embargo escuche la pregunta que hizo sobre el almuerzo.

    —Si no hace mucho —mire por encima a Fiorella, estaba callada y aun en sus rasgo se notaba lo seria que estaba, aun ella quisiera ocultarlo, podía notarlo—. Mira te presento a una amiga, ella es Fiorella Bianchi —la nombrada se sobresalto al escuchar su nombre, una risita a baja salió de mi pues, no esperaba asustarla —. Fiorella —ella me miro y sonrió—. Ella es Momoka.

    Fiorella solo se acerco y estiro su mano.

    Y supongo que se estaba presentado antes las dos, aunque no supiera el nombre de la otra.

    —Mucho gusto —ella llevo su mirada a la otra chica —. ¿Y tu eres?.


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    [Zona de acampada]

    Aun seguía anonada por las palabras de Jez, es que era algo que no estaba acostumbrada a escucharla ni mucho menos de la boca de mi padre, bueno más bien porque él no se acerba ni siquiera al buen padre que una hija necesitaba y talvez por eso me había convertido en lo que ahora era una chica fría, que a veces ni se interesaba en lo que los demás pensara de ella.

    Porque si, así era yo.

    Y el que no me tragaba pues, que se ahogara.

    La mire enseguida cuando escuche lo que me respondió ala pregunta que le había hecho, y asentí guardando la información que me iba dando.


    ¿Entonces puedo regalarte algunos libros? —pregunte y en proceso puse el plato aun lado, ya había terminado de comer hace mucho solo me acomode mejor en el árbol para sacar mi móvil —Si no te importa claro esta, son varios libros que he tenido en mi biblioteca pero nunca los he leído —abrí mi galería por si tenia algunas fotos de ellos—. Y creía que a ti si te gustarían.

    Seguí revisando después de mencionar aquello, pero entonces levante mis ojos a ella cuando escuche su voz pidiendo disculpas.


    —No te preocupes, reaccione así ya que no estoy acostumbrada a que se dirijan hacia mi de esa forma —inquirí—. Pero no creo que llegara a incomodarme, solo fue la impresión o para no decirlo mejor me sorprendió, pero viniendo de ti creo que tendré que acostumbrarme ¿no?
     
    Última edición: 28 Marzo 2023
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    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    No más porque me gusta la canción
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    Muelle -> Zona de acampada

    Pocas eran las veces en la que me preocupaba lo que otros pensaran, eso no quitara que me gustara mantener cierto aspecto, pasar cuanto menos como alguien con quien no tendrías problemas, cosa incluso cínica, porque lo último que hacía era ser amigable y siempre terminaba alejando a la mayoría con mi actitud. ¿Qué tenía de niña buena?

    ¿No querer irme presa?

    Cómo fuera, le saqué una foto al par. Descontando la taxidermia era muy poco dada para cualquier arte, pero quería hacer esa cosa de manera que pudiera regodiarme con eso. Le entregué seria el celular a Jack, me sonrió y halagó, enarqué una ceja extrañada, al menos no le di una cara de rechazo.

    No era la gran cosa, Jack.

    —Gracias —musité un poco tosca desviando la mirada. Miré con el ceño bien fruncido cómo Jack le ofrecía una foto a Alethea, otra ceja enarcada por mi parte...

    Esos dos... ¿Se querían? Cerré los ojos y suspiré, recogí mis cosas. Alcé la mano como única forma de despedida.

    —Cuidense, nos vemos luego, Ethans —aclaré sin alzar mucho la voz, no es que quisiera verla en si, pero compartíamos carpa, así que era inevitable juntarse.

    Lavé mi plato, guardé mi loza... ¿Ahora qué?


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    Bosque 5

    Si su anterior pregunta me pilló con la guardia baja, esta me descolocó por completo. Sin mirarle, por estar centrado en el paisaje, me detuve en seco manos en mis bolsillos. El aire se me quedó en el pecho, ni siquiera super qué pensar.

    Voltee a verle, una sonrisa pura y amplia cubrió mi expresión, mi voz tan bien fue más infantil de lo que esperaba con mi tono grave.

    —¿Acaso crees que tengo una oportunidad?

    ¿Seguí creyendo yo que tenía oportunidades? Empecé a caminar otra vez observando cómo mis pies creaban ondas de agua, de repente mi semblante agarró una seriedad grave.

    —Momoka nunca me corresponderá...— Y luego sonreí con lástima, resignado—, y aún así cada día mantengo un poco la esperanza —musité.

    La verdad nunca sabía a quién echarle la culpa de todo esto.

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    Bosque 5

    Ehhh~, así que tercero. ¿Para qué mentir? Me agradaba estar rodeada de gente mayor, aunque fuera por poco, es más, debía ser por poco o si no de tornaba incómodo. De tal manera, tener a los Kasun y a Gen cerca me hacía regodearme, que a este chico no le espantara mi presencia también me encantaba. Cerré los ojos para sonreírle amplio.

    —Segundo —dije mi curso, luego sonreí con más calma, pero eso no quitaba la intensidad de mis ojos entornados—, Italiana, estoy aquí desde este año —comenté lo último, por algún motivo, con algo de pudor.

    Luego miré hacia atrás, curiosa, cuando lo hizo el albino. Miré sorprendida a quien se dignó asomarse, ¡No era otro que...! ¿Era Zold, no, cierto que no me equivocaba? No, no, debía ser Zold en efecto. Le sonreí de vuelta, contenta.

    —Oh, Zold, que gusto encontrarte otra vez —dije con una sonrisa algo recatada, pero que reflejaba mi alegría calma, brillaba mi cara con solo ver al chico. Luego sonreí más juguetona respecto a que no me conocía con el otro—, verás, el mundo es un pañuelo~

    ¿Sin negar que era la primera vez que lo veías? Vaya agallas, Numéria.

    Mi sorpresa volvió cuando dijo de bañarse en el lago, por más increíble que sonara, aparte de apetitoso, mi primera reacción fue ladar la cabeza, extrañada y un poco inquisitiva.

    —Pero... ¿Tenemos permiso para eso?

    Y nunca me gustó ser la chica buena, obediente y cerebrito de la clase, pero si que siempre quería evitarme amarguras al menos en lo que la escuela respecta, así que no quería anotaciones negativas ni charlas con la directora. Saber si nos permitían o no hacer eso era muy importante para mí e influiría en la decisión que tomaría.

    De todas formas dirigí una sonrisa, resignada, pero contenta, cuando Zold me habló.

    —Claro~ —solté alegre, pero no demoré en volver a la seriedad levantando mi índice para negar con él, mi vista caía sobre Zold—, pero no te pienses que cuentan conmigo si los profesores no lo permiten.

    O podrían contar conmigo en cualquiera de los casos, pero para eso necesitaba un seguro como de vida, así que...

    Tocaría ver qué tenía Zold para convencerme~.

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    Zona de acampada

    Mantuve mi sonrisa y esta se acentuó con un poco de lástima cuando dijo que no quería incomodar.

    —Nah, tranquila, no incómodas —dije con bastante soltura para luego regresar a la sonrisa calma, ¿Estaría mintiendo? Bueno, por mí no, pero como tampoco podía hablar por Nieves, si ella se callaba la única opinión sería la mía y esa era que las chicas no me incomodaban— Uhhh —asentí sin perder la sonrisa, apoyando mi mentón sobre mi mano, cuando mis ojos se posaron en su compañera seguí el camino que recorrían las pupilas ajenas, ver que miraba a Nieves cuando esta le devolvía una silenciosa mirada mortal... era cuanto menos extravagante y tuve que aguantar las ganas de reírme.

    Aproveché, eso sí, para sonreírle con más alegría a Smith.

    —Genial~— Y, por más que me molestó que me llamaran por mi nombre, traté de hacerles entender cómo quería que me dijeran soltando el mío—. Ashikaga Momoka, el gusto es mío.

    Luego se dirigió a Nieves, ella bufó sin perder su mala cara y seguía cruzada de brazos, mi ligera sorpresa se cambió a una sonrisa algo avergonzada y nerviosa.

    —¡A-ah! Ella es Nieves-san— Y sonreí con más tranquilidad, pero la verdad es que temía que despertara un conflicto. Sonreí avergonzada—, es extranjera como ustedes.

    No hacía falta ni sumar dos más dos para darse cuenta de eso.
     
    Última edición: 29 Marzo 2023
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Zona de acampada

    Si me ponían a recapitular, dudaba mucho haber hecho amistades particularmente profundas incluso antes de que me arrancaran las raíces para meterme al terrario. Era extrovertido, llevadero y poco dado a presionar a las personas, eso bastaba para que la gente se revolviera conmigo sin incomodidades de por medio y aunque habría podido usar eso para pegar a más de uno a mí como si no tuviese nada mejor que hacer, nunca se me había cruzado por la cabeza.

    Puede que así como la armonía apreciara la libertad en el sentido más puro de la palabra. Creía que podíamos vivir sin atarnos a nada y también querer a los otros sin tener que ponerles una correa en el cuello.

    Sin embargo, las cuerdas de nylon, transparentes, que Sasha había lanzado en mi dirección existían a pesar de esa lógica. Quizás no me atara como tal, pero bastaba un tirón para que regresara con ella y solo entonces, con la niña volviendo de la nada, fue que me di cuenta de ello con mayor claridad. También gracias a esas cuerdas era que habíamos comenzado a conocer nuestras manías.

    Ella me había visto observar el abismo y darle la espalda.

    Y yo había tocado las paredes de su torre.

    No creía tener una imagen ideal de Sasha o haberla construido en mi cabeza como una muñeca perfecta, con una vida ordinaria ni nada. De hecho hasta ahora creía haberme adaptado a lo que sabía de ella, a su necesidad por ayudar a las personas, a sus repentinos ataques de orgullo y a haber conocido a su familia en el festival. Tenía piezas y les iba dando vuelta, su imagen tenía fragmentos clave que me permitían reconocerla incluso si cambiaba, pero en sí todo pasaba en constante movimiento.

    Siendo quien era, yo no podía condenarla por nada. Shimizu no la condenaba porque era su espejo, incluso si yo no lo sabía, porque para desgracia de ambos conocían pedazos del mundo que yo no tocaba. Yo... yo no la condenaba porque era ella, porque eran sus piezas y aunque desordenadas, seguían perteneciéndole.

    No me había dicho nada y ya sabía que no iba a moverme de aquí.

    Despegué la mano de su rostro con cuidado y la dejé en su regazo, todavía dedicándole caricias en el muslo con la otra, ocupado en prestarle atención cuando estimé que comenzaría a hablar. Me preparé todo lo que pude, porque la criatura le había metido tanto suspenso a la cosa que ya me esperaba, no sé, hasta la muerte de alguien.

    Lo que había pasado quizás no fuese tan diferente.

    La mascarada.
    Las mentas y las otras cosas, me acordé de la nada, pero esa conversación la habíamos tenido en los casilleros con Shimizu hace tiempo. Le había soltado un par de tonterías en respuesta y poco más, lo de siempre, y creía que nadie le había tomado la suficiente importancia a la cuestión porque regresó las mierdas, pero sobre todo porque ninguno estimó que sería la pieza de dominó que tiraría todas las demás.

    No la interrumpí, claro, y la dejé seguir hablando. Soltó lo de su familia, habló de Danny del que me sonaba haber escuchado el nombre de boca de su hermanita, y de su abuela y más de un fragmento fue cayendo en su lugar. La persona que Sasha era estaba moldeada por esas cosas y quién sabe cuántas otras, por eso parecía adulta un porcentaje importante del tiempo.

    Había perdido el derecho a tener dieciocho años y ya.

    La mano que la acariciaba se congeló dos segundos, cuando mencionó haberse encontrado a Arata en la azotea y luego a Alisha y Wickham, porque lo cierto era que había reunido a los personajes más jodidos del cuento. Una con la que casi se caga a palos, uno que directamente era un delincuente y... Bueno, no sabía nada de Wickham en sí mismo, me era un poco indiferente. El caso era que tenía bronca con ella, las razones daban lo mismo.

    Era como haber sacado a los Titanes del jodido Tártaro.

    Arata, con su torbellino, terminó arrastrado en el embrollo por más que ella había pretendido dejar a Dios y el diablo por fuera. Eso también siguió dándole forma a las escenas desperdigadas que me había comido, desde Swallowtail con ella en el pasillo, la forma en que se metió al club se fotografía y la tromba de furia en que se había convertido Shimizu el día que casi me llevó por delante.

    Nadie se había muerto.

    Pero el escenario replicaba una muerte premeditada.

    No lo externalicé de ninguna manera, pero había vuelto a asomar la cabeza al pozo y algo, lejos en el fondo, reaccionó. La plasta que se me había quedado en la mano al pretender alcanzar las emociones desechadas cambió de temperatura, quiso quemar, y un sentimiento diferente me punzó la columna. Porque no la habían perdonado, porque le habían hecho algo y no me parecía que un puto teléfono ni nada más lo valiera.

    Le habían puesto las putas manos encima y los motivos me importaban tres mierdas.

    Siguió hablando, de hecho me di cuenta que de ya su tren de pensamiento se fue en espiral y de alguna forma desconecté, no porque no fuese importante o no quisiera oírla, sino porque creía que ya no hacía falta que se justificara. No hacía falta que soltara que no quería romper el cristal y toda la mierda, ya no importaba eso.

    Me miró, parpadeé y me di cuenta que poco después se reseteó el sistema, pues porque era así, y de la misma manera en que yo había arrojado mis emociones al mar ella las metió dentro de la torre. Suspiré, la mano en su pierna le dio un breve apretón y volví a parpadear, tratando de procesar la bomba, pero de momento me limité a despegar las manos de su regazo para poder estirarlas y atraerla hacia mí.

    —Deja de resetearte, no eres una muñeca a pila —advertí, repentinamente firme, y me las arreglé para acomodar su cabeza a la altura de mi pecho—. Si los odias dilo, si de algo te sirvió que Shimizu se quedara suéltalo también y si retrocediste porque temías joderme el terrario o mi reacción dilo igual. Sigo entero, ¿no? Me acabas de soltar la bomba y sigo de una pieza y no me he ido a ninguna parte, ya no hace falta que te quedes atascada allí. No me iba a morir porque te levantaste unos teléfonos y los vendiste con el gang boy de turno, si acaso roza lo impressive.

    Apoyé la mejilla en su cabeza, pasé saliva y miré cualquier punto frente a nosotros. Sasha no era pequeña como tal, quería decir, no tanto como otras chicas que venían en tamaño de bolsillo, pero en ese momento era como si la hubiesen metido a la secadora y se hubiese encogido o algo. Todo lo que quería era cuidarla, era tarde porque ya la habían tocado, pero ahora solo eso importaba.

    —El otro estúpido casi le prende fuego al mundo y yo no me he movido de aquí —reflexioné unos segundos después, suavizando el tono ahora sí—. Si necesitas ayuda pídela, cada quien dará lo que esté en sus capacidades, aunque sea puro apoyo emocional como los perritos. ¿Para qué existimos si no?


    tengo flashbacks y todo JAJAJAJ *sigue llorando en su tochopost*


    Jez 2.png
    Zona de acampada

    Entendía el choque que mi personalidad le provocaba a las personas, lo había entendido apenas poner un pie en Japón cuando no era más que una niña y lo entendí todavía mejor al hacerme amiga de Altan. Habían cascarones duros, donde entraban pocas cosas o ninguna en absoluto, y aunque me hubiese llevado fiascos en la vida, también era cierto que había conseguido colarme en ciertas fortalezas como si nada.

    La pregunta que me soltó Adara después me hizo parpadear un par de veces, pues porque no estaba habituada a que la gente me preguntara si podía regalarme algo y en cierta forma me dio algo de vergüenza, pues porque así era. Giré el rostro para repasar las facciones de Adara, como si una parte de mí creyera que iba de broma o algo, pero terminé cediendo.

    —No hace falta que me los regales —sopesé unos segundos después, pero me quedé atorada en que rechazarlo también era feo de mi parte—, pero si de verdad no sabes qué hacer con ellos supongo que está bien. Puedes venir a mi casa un día de estos después de la escuela, ¿te parece?

    Luego me dijo que no preocupara, que su reacción había sido porque no estaba acostumbrada a que usaran esos apelativos con ella y solté el aire por la nariz, obligándome a relajarme. Fue lo que dijo después lo que alcanzó a hacer que la sangre se me subiese al rostro.

    —Puede que sí —confesé en voz baja jugando con las briznas de césped entre mis dedos—, se me afloja mucho la lengua. Lo siento.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Alethea 2.png
    [Zona de acampada]

    Tras aceptar la oferta de Jack de hacernos una foto, vi como Gianna se levantaba para acercarse al muchacho, y no pude evitar mirar la escena con algo de curiosidad plasmada en el rostro. Parecía que al final la chica no iba a querer participar en la foto, así que se encargaría de hacerla, y aunque la conocía de hace realmente poco, tenía que admitir que no me sorprendió demasiado que así fuese.

    Le sonreí a Jack cuanto se acercó a mi posición, acomodándome mejor sobre la sábana para permitirle al chico el espacio que considerase necesario para estar cómodo, e inmediatamente después redirigí mi atención hacia la cámara. Noté algo de movimiento por parte del moreno, pero no le di mayor importancia asumiendo que estaba buscando hacer alguna pose, y por mi parte simplemente apoyé las manos sobre el regazo mientras le dedicaba una sonrisa amable a la cámara.

    Una vez hecha la foto, me dispuse a levantarme para empezar a recoger mi plato, pero entonces escuché de nuevo la voz de Jack llamándome y me fue prácticamente imposible esconder la sorpresa de mi rostro ante su petición. Me duró bastante poco, de todos modos, y por supuesto que al final acepté la propuesta sin mucho problema, asintiendo con la cabeza un par de veces antes de levantarme y dirigirme hacia donde el chico me había indicado.

    No era algo que habituase hacer, pero tampoco me era completamente desconocido, así que a pesar de la timidez general que la situación me provocaba, fui capaz de posar con bastante naturalidad para la foto en cuestión; no fue una gran pose tampoco, simplemente me llevé las manos tras la espalda e incliné el cuerpo hacia un lado, dejando que mi cabello se extendiese en su totalidad hacia ese mismo lado.

    Jack tardó algo más de lo esperado en terminar de sacar la foto, pero apenas me di cuenta de su crisis existencial al estar más enfocada en dar con una pose adecuada que cualquier otra cosa, y eso implicó que me tragué su excusa de la desconfiguración sin plantearme nada más al respecto. Los nervios posteriores del chico no me pasaron tan desapercibidos, pero para cuando quise abrir la boca para preguntarle si todo iba bien, el muchacho ya había salido corriendo (sorprendentemente rápido teniendo en cuenta el estado de su pierna) y me había dejado con la palabra en la boca.

    Gianna no tardó en irse también, de manera algo más predecible, y me quedé estaqueada en el sitio un buen par de segundos, procesando lo que había sucedido con el ceño fruncido y una ligera mueca de confusión con los labios. ¿Había hecho algo malo...? Acabé por soltar un suspiro de derrota, sin ser capaz de llegar a una conclusión decente, y asumiendo esa misma derrota, volví a la tienda de campaña para coger el libro que me había traído, moviendo la manta a la sombra de un árbol para leer un rato.

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    [Bosque 5]

    Después de aceptarles el favor a aquellos dos muchachotes, lo cierto es que no tuve intención de prestarles más atención de la necesaria y mucho menos habría esperado que hiciesen gran cosa para agradecerme por aquella tontería; éramos compañeros de escuela, al fin y al cabo, y a juzgar por su inocencia al pedírmelo justamente a mí, diría que no debían tener mucha idea de quién era realmente, así que... ¿por qué no mantener la ilusión un poco más~?

    Esa había sido mi intención, claro, que no había contado con que el otro chico iba a abrir la boca para ir a soltarme tremenda perla por la cara. Alcé una ceja inquisitiva al recibirlo, echándoles un vistazo fugaz de reojo mientras se alejaban, y acabé por soltar una risa floja antes de cerrar definitivamente los ojos.

    Yes, yes, I'm very pretty. I know that~ —murmuré, más para mí misma que cualquier otra cosa.

    Tras soltar eso, y sin perder la sonrisa divertida en ningún momento, sentí como la nariz comenzaba a picare y, vaya, me preguntaba quién rayos estaría ahora hablando de mí. God, era difícil ser tan popular como yo, for real~

    btw, for the sunglasses imaginadle algo de este estilo a la niña uwu

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    [Muelle]

    Mentiría si dijese que no había contenido el aliento durante un segundo o dos tras haberle soltado la bomba a Anna, a la espera de su reacción. En el fondo sabía que estaba siendo egoísta con todo aquel asunto, que por mucho que no quisiese hacerle nunca daño, quizás no había escogido la mejor manera, las mejores palabras o el mejor lugar para contarle todo aquello; y sabía que Anna me quería, por supuesto que lo sabía, pero eso no me hacía inmune a sus emociones, ¿verdad? Y nunca querría que la chica reprimiese sus sentimientos, pero eso no quitaba que yo también me sintiese de aquella manera al respecto.

    Estaba jodidamente asustada.

    Su pregunta, por tanto, me sacó completamente de base, y me quedé otro par de segundos en completo silencio, pestañeando un par de veces de manera rápida y procesando las palabras que me había dedicado a la velocidad de la luz. Todo el cuerpo se me había congelado en el sitio, pero afortunadamente fui capaz de reaccionar no mucho después y recuperé los ademanes nerviosos de las manos mientras volvía a centrar la vista en cualquier punto que no fuesen sus ojos.

    —Sí, supongo que Kohaku me gusta... —admití, en voz incluso más baja que antes, aunque inmediatamente después solté una ligera carcajada amarga que no dejó de resultar completamente anticlimática—. Pero no soy ninguna tonta, ¿eh? Sé que no hay ninguna probabilidad de que algo serio vaya a surgir con él. Y estoy bien con ello, en serio. Pero...

    Volví a reunir el valor de buscar su mirada, no sin antes asegurarme de que retenía bien adentro las lágrimas que habían amenazado con apoderarse de mí; pues era Anna a quien tenía delante, y poco importaba que me doliese dar de lleno con sus cuarzos endurecidos, sabía que lo mínimo que se merecía era que la mirase a los ojos al hablarle. Porque, incluso ahí, confiaba plenamente en ella.

    >>Pero An, te lo quería contar porque somos amigas, y las amigas se cuentan estas cosas, ¿no? He tenido amigas a las que, incluso queriéndolas mucho, no me sentía capaz de contarles algunas cosas. Eso contigo no me pasa, a ti no quiero guardarte secretos, y voy a hacer lo posible para que eso siempre sea así. Con esto no quiero decir que no tengas derecho a molestarte conmigo o a tomarte un tiempo, porque lo tienes y lo entiendo perfectamente. Y... lo siento, de verdad, no quería estropearte el campamento...

    Y ahí iba otra tanda de confesión sin pausa, porque parecía que una vez empezaba ya no había manera humana de pararme.

    dw, bebi, you know that's fine uwu
     
    Última edición: 29 Marzo 2023
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    [Bosque 5]

    Supuse que le había arrojado una bomba en la cara, a nadie le gustaba sentirse tan expuesto y menos si eran cosas que no iban como nosotros queríamos. ¿Por qué lo hice, entonces? Pues... ni idea. Tenía contradicciones pegadas al cuerpo, en las extremidades, la espalda y el pecho, y cada vez eran más. No estaba seguro si se me habían adherido a la piel o si habían surgido tras rasgármela, para el caso daba igual. Me pertenecían, las había asimilado y, de tanto en tanto, me perturbaban los sentidos. De tanto en tanto el mundo lucía increíblemente oscuro y, de tanto en tanto, los demonios aparecían en los hombros de la gente. Era tentador.

    Hacer las preguntas precisas.

    Kenta se detuvo en seco, yo lo hice un paso más tarde y hundí lentamente las manos en los bolsillos. Había bajado la vista, mi cabello lacio se derramó hacia adelante y, al erguirme, una parte quedó sobre mi rostro. La sonrisa que me dedicó no correspondía con nada, me preguntó si le veía chance alguna y solté el aire por la nariz, esbozando una sonrisa pequeña, suave y puede que algo compasiva.

    —Ni siquiera conozco a la chica —remarqué, conciliador y sereno—. No tengo idea.

    Kenta reanudó la caminata, yo lo imité y aseguró que Momoka jamás le correspondería. Lo observé de soslayo un par de segundos, deslicé la mirada al frente y me mantuve un rato más en silencio. No podía quejarme de conservar esperanzas si en ese terreno era el mismo imbécil, aunque él probablemente se aferrara a cosas más pequeñas. Tener a alguien y perderlo se sentía muy diferente.

    —¿Por qué estás tan seguro?


    este post fue patrocinado por tempt you y no sé cómo, pero se sintió diferente (??

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    [Zona de acampada]

    La firmeza en su tono fue diferente a lo que solía encontrar en su voz, me di cuenta pero no me sorprendió. Me dejé hacer, además, apoyé el rostro en su pecho y, poco a poco, aplasté más la mejilla. Rígida al principio, fui relajando el cuerpo hasta hacerme pequeñita contra él y lo seguí escuchando, con la mirada perdida en el paisaje. Olía a naturaleza y se escuchaba el piar de varias aves. Me regresé involuntariamente a aquel momento, cuando sólo éramos Maze y yo frente al lago y me estaba cantando. Nada de esto había ocurrido aún. La vida era pesada pero no dolía tanto.

    Pestañeé lento.

    —Le dieron la foto —murmuré un rato después, cuando acabó la suerte de regaño y sentí el peso de su mejilla en mi cabeza; mi voz, poco a poco, fue tintándose de rencor—. Que sólo era un seguro, dijeron, para que pagara a tiempo. Un puto seguro que no tardó ni un día en llegar a él. Era mi error, mi problema, y los muy hijos de puta lo invitaron a la fiesta porque sí, porque les divertía.

    Se trataba de eso. Para ellos todo se había reducido a una pequeña gran diversión, y nadie le daba mucha cabeza a lo que hacía al divertirse. Era consciente, por otra parte, de que el origen de mi rencor estaba depositado, quizá, en el lugar incorrecto. Me pesaba más la idea de compartir la deuda con Arata que todo lo que había ocurrido dentro del cuarto oscuro, lo sabía y no me interesaba cuestionármelo. Si se trataba de mí podía tragarlo y seguir avanzando, pero ¿involucrarlo a él? ¿Y si hubieran metido a Maze?

    No se los iba a perdonar nunca.

    Su tono se suavizó después y fue una caricia que amenazó con desbaratarme las defensas; otra vez, quería decir. Había visto la ira de Arata y me había confundido lo suficiente, hasta que recordó la chispa de luz y las piezas encajaron mejor. Maze, por otro lado, no se había ido a ninguna parte. Ambos se encontraban en extremos opuestos y yo, quizá, me situara al medio. No tenía la tormenta que le quemaba en el cuerpo a uno, pero tampoco gozaba de la calma del otro.

    Genuinamente contuve el deseo de menear la cabeza cuando dijo que pidiera ayuda si la necesitaba. En su lugar, le hice caso a otro impulso y le eché los brazos encima para volver a abrazarlo. Fue un movimiento bastante repentino, me aferré a su cuello con fuerza y me quedé allí. Unos cuantos segundos después, relajé el agarre y me deslicé lo suficiente para poder verlo de frente. Mis dedos se mezclaron entre el cabello de su nuca, detallé su rostro y pasé saliva, soltando el aire por la nariz. Una tensión diferente se me enredó en el estómago.

    Okay —cedí, casi en un susurro, y bajé la vista al espacio vacío entre nosotros; mis manos acabaron afianzadas en la base de su cuello, a ambos lados—. Intentaré no... no resolver todo sola, supongo.

    Me quedé pensando si debía decir algo más, pero se me había hecho suficiente lío mental con la idea de aceptar y me quedé enfrascada ahí.


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    [Muelle] -> [Zona de acampada]

    ¿De veras era tan imbécil? ¿Dos de las personas con quienes más tiempo pasaba se habían involucrado entre sí y yo como si nada? De Kohaku no podía esperar mucho, jamás había sabido leerlo y ya me había resignado, pero Emily... ¿ni una mirada? ¿Una modificación en el tono? ¿Nada? ¿No había notado nada? Era... exasperante, vaya. No sabía si de veras era imbécil o si vivía tan enfrascada en mis mierdas como para no notar que a Emily le gustaba Kohaku, por Dios.

    No supe si compadecerme de ella por ir a pillarse de tremendo divague de ser humano o seguir enroscándome en mis emociones, supongo que me quedé a mitad de camino. Me costaba asimilarlo e incluso imaginar la escena llegaba a sentarme mal físicamente, y nada tenía que ver con que Kohaku me gustara o similar. Ni siquiera sabría definirlo, si me lo preguntaban.

    Acabé por suspirar, había bajado la vista al césped y removido uno de mis pies, indecisa. ¿Que no quería estropearme el campamento?

    —Ayer hablé con Kakeru —confesé en voz baja, algo plano, y fruncí el ceño—. Hablé con él y... bueno, le dije que estaba viendo a alguien más. Así que el campamento ya vino estropeado de entrada.

    De repente tuve esta imagen mental de Emily preocupándose por mí, y que se acercara y que se le notara en toda la jodida cara, y retrocedí. Retrocedí y le di forma. Lo vi con claridad.

    —Perdona, Em, luego hablamos.

    No podía darle espacio a ser una buena amiga, porque yo no lo estaba siendo en absoluto y, si se preocupaba por mí, sólo me haría sentir aún peor.

    —Nos vemos, ¿sí?

    En algún punto busqué su mirada, pero fue casi a regañadientes y la aparté como si me quemara. Me di la vuelta y enfilé hacia mi tienda. De repente deseé estar en mi casa, en cualquier lugar seguro y ajeno al resto del mundo, para ocultarme debajo de mil cobijas y fingir, así fuera por un rato, que este cuerpo no me pertenecía. Que este veneno, este recelo y esta ira no me pertenecían.

    Me metí en la carpa, le subí a la cremallera y me quedé un rato de rodillas, hasta que dejé de oír ruido cerca y me eché a llorar. En el impulso pillé también mi mochila y la estrolé contra el suelo, frustrada. No era sólo por lo de Emily, probablemente siquiera fuera la causa principal; porque yo misma me había arruinado el campamento y, por rebote, quizá se lo había arruinado también a Kakeru. Porque llevaba llorando desde ayer como una chiquilla y no entendía por qué dolía, por qué escocía tanto, pero lo hacía y, para variar, no había nadie cerca.

    Probablemente fuera lo mejor.


    bro no planeé nada de esto pero me pegó super duro en los feelings :(
     
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    Insane

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    Al acabar de almorzar con Gen y mi hermano nos pusimos a hablar de todo un poco, aún en el comedor y eso, y sabrá cuándo se se llegó al tema del lago, quizá luego de que pregunté si habían visto a Shiori entre los estudiantes, pero mi hermano mencionó el que probablemente no había ido, Gen permaneció inmutable y fue entonces que lo propuso, cambiando el tema en un dos por tres, bueno, eso era común en él.

    —Hace calor y eso, más tarde podríamos zambullirnos un rato.

    Los orbes violáceos de Allen se mostraron con una curiosidad contrariada, de si era correcto o no, él me dió con el pie bajo la mesa y hablé:

    —Suena divertido, de seguro no ponen problema y eso —murmuré en lo que ella se relajó, dejando entrever algún tinte de interés.

    Quizá porque podría tomar fotos con la cámara que le dió mi hermano, o porque había comprado un nuevo traje de baño para acumularlos con otros en el closet al no tener tiempo de realmente salir. -o de que se lo permitieran en realidad-, con un itinerario tan ajustado.

    Y bueno, de una u otra forma Zeld me había convencido de invitar a más personas a ir con nosotros, y los primeros y probablemente últimos serían estos dos, y para qué mentir, no era raro ver a Craig acompañado, pese a que supiese que le gustaba más estar solo.

    —Dudo que pongan problema por ello, ya he visto a algunos estudiantes en traje de baño.
     
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