Lago Helado

Frida devolvió al final a su último pokémon y, tras temblar, suspiró y dijo:

—H-Ha sido una batalla... ciertamente intensa. N-No me extraña que tú y tus compañeros g-ganaseis a Gea y a los otros, ¡w-wow! Vais a acabar con t-todos los grandes a e-este paso... ¡p-pero no creáis que será tan fácil, a-aún no habéis visto todo lo que nuestro g-grupo tiene bajo la manga!

>> E-En cualquier caso... t-toma, ¡el símbolo que te corresponde por h-haberme derrotado! Espero que sigas entrenando d-duro. ¡Hasta la vista!

 

Ian Lockhart

Tomé el símbolo y lo examiné durante unos instantes, luego solté un suspiro.

—Supongo que al fin lo logré, ¿eh? La última barrera que él no pudo superar. Fue difícil, pero tras dar por concluida esta batalla, no me cabe duda de que lo he superado, sí. Aunque nunca pueda borrar de mi historial aquella derrota, ni tampoco pueda reclamar ya una revancha, al menos he superado la línea que dejó trazada antes de partir.

Miré a Frida; había sido un duro rival al que respetaba, incluso si su tipo elemental no me agradaba en lo absoluto.

—Tenlo por seguro, aunque de momento, tengo otro asunto más que atender. El Torneo Aerosol me espera.

Y en aquella fría y silenciosa noche, Salamence y yo partimos rumbo a la sede del nuevo torneo.

 

Orgen [1/10]

Llegué al lugar y comenzó a soplar un frío viento congelador, cuando me empecé a adentrar me di cuenta que caían granizos desde las alturas, una nube oscura se alzaba sobre el lugar y dejaba caer granizos a toda velocidad. Saqué a Sigilyph para que me cubriera de los granizos.

 

Orgen

Observé que al centro del lago se encontraba un bosque nevado, al cual pretendía entrar en la brevedad posible, asi que comencé a caminar en su dirección.

 

Orgen

Mientras más me acercaba la lluvia de granizos era más aturdidora, cayendo al lugar como piedras, haciendo un fuerte sonido de ruido en la superficie del lago congelado.

 

Orgen

Estaba a pocos pazos y el granizo comenzó a afectar a Sigilyph, que se quejaba del dolor por lo que procuré correr hasta el bosuqe y entrar allí.

 

Orgen [5/10]

Llegué a orillas de entrar al bosque nevado y la lluvia de granizo se calmaba alrededor de éste, algo inusual. Decidí entrar junto a Pidove y Sigilyph que estaban fuera de sus pokeball. Tuve que sacar además a Sandshrew para que cortara el arbusto que impedía el paso al bosque.

 

Orgen

Salí del bosque y continué mi camino de regreso hacia la ciudad Barniz.

 

Orgen

Mientras caminaba observé algunos excelentes pokemon de la ruta. Entre ellos algunos Snover y Sneasel en las lejanías, rodeando el bosque.

 

Orgen

Caminaba rumbo a la ciudad bajo el torrencial granizo que causaba daños a mi pobre Sigilyph. Se lo tendría que recompensar.

 

Orgen

Ya llegados a la entrada de tanto haber corrido bajo el granizo, guardé a mis compañeros en sus pokeball y me limpiaba la nevada sobre mi ropa.

 

Orgen [10/10]

Terminada mi excursión, decidí volver a la ciudad. Estaba un poco exhausto.

 

Bueno… mi madre sí que me había dado una buena reprimenda. Se enfadó muchísimo, muchísimo más que Mimi. Era entendible, claro… y además, podía ser mucho más intimidante que la rubia originaria de Sinnoh. Por suerte, mi hermana estuvo allí para calmar las aguas, y al final todo se resolvió de manera pacífica.

Dejé Ciudad Témpera tras una rápida despedida, y tras prometer que no volvería a pasar más tiempo sin comunicarme para avisar que me encontraba bien. Y luego de un largo discurso sobre los problemas del mundo y la inseguridad (la paranoia de mi madre parecía haber alcanzado niveles extremos luego de oír de lo ocurrido en la Prisión Boceto, así que decidí omitir el pequeño detalle de que había sido testigo de esos sucesos), abandoné Ciudad Témpera tan rápido como las veloces alas de Skarmory me lo permitieron. No había pasado demasiado tiempo allí, por suerte, así que aún tenía tiempo… tenía suerte de que Skarmory era muy veloz. Si seguía a este ritmo sin distracciones… podría llegar a Ciudad Aerosol antes de que las chicas se dieran cuenta de…

Pero en cuanto lo pensé, supe que estaba condenada. Skarmory hizo un descenso inesperado sobre el Lago Helado.

¿Eh?

—¡Espera! ¡¿Por qué te detienes?! —exclamé en cuanto Skarmory aterrizó en las orillas del lago, bajando de un salto—. ¡No tenemos tiempo! ¡Tenemos que llegar a Ciudad Aerosol antes de que-

Pero mi relato se cortó en seco. Skarmory estaba… ¿comiendo unas bayas de la tierra? ¡¿Qué?! ¿¡Tanta era el hambre que tenía el pokémon para detenerse allí, en el medio de la nada sin previo aviso?! ¡¿Y desde cuándo crecían bayas en un lugar tan frío e inhóspito como éste?!

—Ugh… de acuerdo, de acuerdo. Puedes comer… pero apresúrate, ¿sí? —suspiré, resignada, mientras el ave de acero comía aquellas bayas—. Has hecho este viaje en tiempo récord prácticamente, así que… bueno, está bien, puedes reponer tus energías… pero apenas termines, nos vamos, ¿de acuerdo?

Skarmory soltó un rápido ruido que sonó como que comprendía, y siguió con lo suyo. Esperara que no tardara mucho…

Contenido oculto

Nami, la niña que no sabe hacer nada más que malas excusas porque quiere atrapar un Vulpix Alola antes de que se le adelanten (?)

Usaré mi Repelente en estos posts, por lo que sólo debería tirar mis dados del 1-10, ¿no? Pues, aquí vamos…

 

Mientras Skarmory se dedicaba a llenar su estómago y sus energías, decidí recorrer un poco el Lago Helado. Hacía tiempo que no andaba por aquí… o, bueno, por Galeia en general. Me había olvidado… de lo bonita que era la región…

Recordaba mucho de aquel lugar… y de toda Galeia. Las aventuras vividas por la región, los amigos que había hecho durante mis viajes… realmente me alegraba… de haber comenzado mi viaje pokémon en este región…

 

Vi que a lo lejos pasaba un Delibird, volando por sobre la copa de los árboles, y eso me hizo darme cuenta de que faltaba poco para la Navidad.

Quizás… quizás podía aprovechar para pasar esta Navidad con mis amigos, ¿no? Mi madre quizás se enfade de que no la pasaba con ella… ¡oh! Podría tal vez invitarlos a todos a Ciudad Témpera, y pasar las fiestas en el centro pokémon. Me preguntaba si Hubert aceptaría la invitación… ¿o pasaría las fiestas con sus padres? Debía preguntárselo pronto…

 

Tal vez Hubert aceptaría pasarla conmigo… pero, ¡eso significaba que debía comenzar a pensar en un regalo! Y no sólo para él; debía pensar en regalos para Emily, Dante, Liza, Alpha, Mimi… oh Dios, ¡¿qué se le podía regalar a Mimi?! ¡La niña rica debía tener prácticamente todo! Si le hacía un regalo y se burlaba de ello, lo juro por Dios que…

—¿Vul?

Esa vocecita dulce a mis pies llamó mi atención. Bajé la mirada para descubrir su origen, y lo que encontré fue a un pequeño y adorable Vulpix, que me miraba con ojos llenos de curiosidad. Pero… ¿qué hacía un Vulpix aquí? Y… era extraño… ¿por qué era de ese color? Era blanco como la nieve… ¿acaso era una especie diferente? Saqué mi pokedex para confirmar…

"Vulpix, el pokémon zorro. Cubierto con pelaje blanco, esta variación regional fue descubierta en la región Alola. Su aliento puede alcanzar una temperatura a 60 grados bajo cero, congelando todo lo que toca."

—¡Vul!

Antes de que llegara siquiera a reaccionar, el pequeño Vulpix se acerco dando alegres saltitos hasta mis pies, y se quedó allí, acariciando mis botas. Me agaché para acariciarlo, y sonrió encantado al contacto. Parecía ser amigable… ¡y mucho! No pude evitar sonreír. El Vulpix saltó repentinamente sobre mi y ante la sorpresa caí de espaldas sobre la nieve. Parado en mi pecho, caminó hasta mi cara y me lamió la mejilla afectuosamente. No pude evitar reirme; parecía ser un pokémon realmente adorable.

—¡Skaaaar!

Volví mi atención hacia el nuevo origen del sonido. Skarmory había terminado de alimentarse, y se encontraba listo para emprender camino hacia Aerosol. Bajé a Vulpix de encima mío y lo coloqué en el suelo. Moví la mano a señal de despedida y comencé a dirigirme hacia el ave de acero, pero… en cuanto lo hice, sentí que algo me rozaba las piernas nuevamente.

Me volteé y Vulpix se encontraba allí nuevamente. Era más que afectuoso… ¿acaso… acaso quería decirme que quería venir conmigo? Me agaché otra vez, y otra vez saltó a mis brazos, pero esta vez lo atrapé. Me paré con el Vulpix en brazos, y éste me lamió la mejilla otra vez.

—¿Quieres venir con nosotros, Vulpix?

—¡Vul pix! —exclamó el pokémon tipo hielo con felicidad.

Oh, vamos… ¿cómo iba a resistirme a esto? No pude evitarlo… saqué una pokebola y toqué con ella la frente del pokémon. Convirtiéndose en una luz roja, el pokémon se metió dentro, y el esférico tembló en mi mano… una vez… dos veces… ¡y capturado!

—Parece que tenemos un nuevo compañero, Skarmory —sonreí, montando en su lomom tras guardar la pokebola—. ¡Muy bien, andando! Sólo espero que las chicas no hayan terminado aún de desayunar…