Lady Phantomhive

Tema en 'Fanfics Abandonados de Temática Libre de Anime' iniciado por Abyss, 25 Marzo 2011.

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    Kaguya Ootsutsuki

    Kaguya Ootsutsuki Usuario común

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    amiga te felicito muy linda historia, si que me impresionas
    que imaginación, y ya tienes muchos lectores eso es bueno amiga :)
    aman la buena lectura que nos brindas, te felicito me eh quedado contenta con tu capítulo
    xoxo, besos y abrazos
    nunk te rindas y siempre adelante okey
    T.Q.M: Marlex Senpai :cool:
     
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    zuki

    zuki Usuario común

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    No es culpa mia es de ella por ser una odiosa -.- y sigo con mi sueño de tirarla por un acantilado *perversa* muajajaja. Que imaginacion, ya yo sabia que era sebastian! me hubiera gustado mucho ver como sebas molestaba a la lady xD Narras incrieble, y pues ya yo sabia que ella iria al infienro si fuera al juicio de dios :D pero ahora con el fic, me iamgino la fiesta cuando esos dos aparescan no quiero saber que pasara T_T pero igual lo sabre :D Me encanta tu fic

    Sayonaraaaa
     
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    Abyss

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    Título:
    Lady Phantomhive
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    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    10
     
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    CAPITULO V: “Ese mayordomo, atrevido”

    El sol se asomo de nuevo, como cada día, tiñendo el horizonte a su paso veloz.

    Desde la ventana de mi habitación podía observar personas que madrugaban para ir a trabajar o para visitar a algún enfermo. Lo de enfermo – pensé – que se debía al hecho de que el hospital central de Londres se encontraba a dos cuadras del hotel en donde me encontraba.

    Algunos con ánimos, otros soñolientos. Pronto el sol favoreció el camino de aquello madrugadores y los trabajadores municipales apagaban las luces de los faroles nocturnos.

    Para aquellos soñolientos, no entendía cómo podían sacrificar su sueño en vano. Si solo yo tuviera la suerte de estar soñoliento, de estar cansado. Esas emociones eran ajenas a mí hace un tiempo atrás. No podía dormir, no tenía sueño. No podía comer, no tenía hambre. No podía descansar, por que nunca estaba cansado. Al principio todo eso parecía una alegría, algo menos en que desperdiciar el tiempo, pero con el tiempo mi existencia se volvió atípica y sin sentido alguno, un hombre sin razonamiento, sin motivo de vida. Vagando por el mundo sin sentir nada que sea humano, sin saber que hacer. Y con toda la eternidad por delante, por los siglos… de los siglos…

    —Amén —dije en voz alta.
    —Joven amo, ¿no me diga que está rezando?
    —Por supuesto que no. —No había necesidad de preguntar quién era el que me habló, solo una persona me acompañaba.
    —Sería bastante gracioso, debo admitir.
    —No seas idiota, Sebastian —me alejé de la ventana por que el sol comenzaba a molestarme y me senté en el sillón que estaba junto a la cama. No era un sillón cómodo, pero no podía pedir demasiado en el hotel en que estaba. Hice un gesto de desagrado ante ello.
    —Por favor disculpe joven amo —mencionó mientras agachaba la cabeza—. Éste era el único hotel vacío en Londres. Al parecer los mejores hoteles están llenos de franceses y alemanes.
    —Tsk. Mi prima Madeleine tiene muchos amigos extranjeros. Lo que me recuerda, ¿Dónde estabas? Saliste en la noche y vuelves hasta ahora, ¡es de mañana!
    —¿A caso me ha echado de menos, joven amo?
    —No te sientas tan importante. Dime que estabas haciendo ¡ahora!
    —Estuve caminando por las callejuelas de Londres, viendo que hay de nuevo, que ya no hay… si lo humanos ingleses siguen con sus patéticas existencias de siempre. Si la mansión sigue como siempre, si Lady Madeleine es tan hermosa como en las fotografías…
    —¡Espera un segundo! —Le interrumpí en el acto, con las últimas palabras que mencionó en la cabeza—. ¿Fuiste a la mansión? ¿Por qué hiciste eso?
    —Usted no me ordenó que no podía ir, amo. —Su falsa sonrisa y su grácil reverencia eran una de las cosas que más odiaba. Al igual que la manera tan eficaz en que se esquivaba cuando intentaba culparlo de algo que me molestaba.
    —¿Y hablaste con mi prima?
    —Algo parecido.
    —¿Algo Parecido? Explícate Sebastian.
    —Solo estuve influenciando su mente para que tengamos un momento mas privado.
    —¿Le hiciste algo? ¿Le dijiste algo?
    —Bailamos un vals —con sus tontos gestos gráciles, Sebastian dio vueltas en el salón para demostrarme su baile—. Pero cuando le pregunte por que fingía tanta felicidad, se molestó y se encerró en su habitación...
    —¿Y luego? —la paciencia no era un virtud mía, desde hace un tiempo hasta aquí.
    —Fui tras ella, por supuesto. Un mayordomo de los Phantomhive no puede dejar así a nadie. Fui a su habitación, me disculpé con ella y luego la deje en su cama para que descansara. Seguro tendrá un día muy agitado hoy.
    —Ah —suspiré de alivio—. ¿Querías arruinar la sorpresa? Es una suerte que la fiesta sea una mascarada. No me gustaría que descubra quién eres.
    —Estoy seguro que lo sabe, amo. Es una niña bastante lista.
    —Pero sabemos todo su juego. Su pasado, su presente y decidiremos su futuro. Solo espero que esté preparada para encontrarse cara a cara con el verdadero y único amo de los Phantomhive.
    —Sí, my lord. –Y de nuevo la reverencia.

    Es verdad. Si el baile no hubiera sido de mascaras entonces no hubiera sido interesante acudir. No quería que nadie me vea, que nadie me reconozca. Solo ella, solo quería molestar a la que usurpo mi lugar en la corte de la Reina y la que estaba a la cabeza de mis empresas. No es que sea mala persona, pero tampoco era buena.

    Además, me sentía bastante aburrido con todo esto de la inmortalidad. Molestar a mi prima aparecida de la nada era lo único que me quedaba para divertirme un poco.

    —Ya tengo su traje listo, joven amo. —El traje azul que había elegido Sebastian conminaba con la máscara plateada que compré en Austria. Era inevitable mencionar el buen gusto y la buena elección de mi mayordomo.

    Mi mayordomo. Eso me recordó que Madeleine también deseaba a Sebastian a su servicio ¿Por qué se interesó ella en él? Si nunca tuvieron contacto alguno. Era increíble como no podía conformarse con lo que la vida le había otorgado y quería hasta lo que no podía tener.

    —Él no será para ti. —No me había dado cuenta cuando las palabras se escaparon de mi boca, pensando en voz alta.
    —¿Me escucho joven amo?
    —¿Eh? Sí —mire el traje azul y di un simple gesto de aprobación—, ¿Y el tuyo?
    —No debe preocuparse por un simple mayordomo, mi lord.
    —Me preocupa que aquella niña te reconozca.
    —Usted habla como si hubiera dejado la niñez atrás —una sonrisa torcida y burlona se dibujo en su rostro—. Es verdad que ha cumplido recientemente sus 17 años, pero aún es un niño ante la sociedad.
    —¿Te he pedido que me expliques mi edad o posición? ¡No! ¡Te pregunte que vas a llevar a la dichosa fiesta!
    —Tengo un traje marrón preparado junto con una camisa blanca de seda y una chaqueta de color salmón que hace un matiz perfecto con el pantalón negro y la mascara blanca con detalles rojos…
    —De acuerdo, de acuerdo, lo entendí. Pero quiero que lleves un traje de un solo color.
    —¿Algún motivo en especial?
    —Llamarás demasiada atención. Quiero que pasemos desapercibidos.
    —Lo que usted ordene, mi amo.

    El día apenas comenzaba y aún no decidía que haría cuando vea frente a frente a la nueva cara de los Phantomhive.
    ¿Desterrarla? ¿Encararla? ¿Matarla…? La última idea me causó gracia por que sería más de lo que se merecía, pero no me agradó en nada el gesto que tuvo en mandar a buscar a mi mayordomo, luego de que se le haya entregado en bandeja de plata algo que no le pertenecía en ningún sentido.

    Sebastian… ¿Por qué fue tras ella? ¿Qué interés tenía en ella? Aquella insinuante broma que me había formulado en nuestra temporal residencia en Suiza era algo que aún no podía olvidar. Él no podía atreverse a hablar en serio, pero lo hizo. El hecho de estar atado a mí, para toda la eternidad, debía grabársele en la mente.

    Pero por debajo de toda las capas que tenía, era consiente de que mi mayordomo debía estar hambriento. Tal vez estaba tras el alma de mi querida prima. Y por más amo y señor que sea de él, debía tener piedad ante su voraz hambre que llevaba hace bastantes siglos.
    Yo mismo sentía un apetito bastante interesante ante ciertas personas, podía ver a través de ellos, podía ver sus almas. Y tarde o temprano el hambre voraz vendría a mí. Tal vez, sólo tal vez, podía competir con Sebastian por el alma de la Señorita Madeleine Phantomhive.
    Si ése era el cometido de mi mayordomo, yo lograría llegar a su objetivo primero. Después de todo, el amo no puede ser inferior al sirviente.

    **Fin del Capitulo**

    Iba a esperar uno o dos comentarios mas para subir el capitulo, pero no me aguante! xD
    MARLEX: todos los lectores que tengo te los debo a ti!! *-* GRACIAS!!
    ZAKI: Te doy permiso de hacer un fic en que lanzas por el acantilado a mi Lady Madeleine xDD y la fiesta va ser toda una locura ;3 pero aun falta como 3 o 4 capítulos para el gran encuentro! xDD la fiesta empieza en el próximo ñ__ñ
    Espero los comentarios ;3 y gracias por los que marcan "me gusta" :D así acumulo puntos para los trofeos! ^^

    PRÓXIMO CAPITULO: "Ese mayordomo, único"
     
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    Kuro Neko

    Kuro Neko Entusiasta

    Leo
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    Oh! Por dios... nunca me había imaginado una continuación con tanta lucides como la tuya, en todos los sentidos se asemeja muchisimo a lo que de verdad dirian los personajes.
    Tanto la narración como el dialogo entran en perfecta sincronía ademas que, dejadme decir, amo esta serie en especal a Sebastian.
    Tu imaginación es única y espero que no la desaproveches, se nota que has visto muchas veces o con mucha atención cada uno de las capítulos.
    A Marlex le doy las gracias por haberme invitado a tan maravillosa lectura y espero no presiones a Luna para que suba su proximo capitulo como lo has hecho con las demas escritoras, incluyendome XD

    Luna Pianderi te felicito por tu fic y espero pronto tu continuación, si alguna ves leyeras mis fics estaré con gusto esperando tu comentario.

    TQM:Midorico
     
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    Eyerlin

    Eyerlin Usuario común

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    Me dejaste con la intriga, de verdad me gustaría saber lo que pasara en aquella fiesta. De verdad que Sebastian es muy atrevido en la forma como se expresa hacia su amo, pero no importa, yo lo acepto :D.

    De verdad me gustaría saber que pasara en el siguiente capitulo, bye. :p
     
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    Abyss

    Abyss Usuario común

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    CAPITULO VI: “Ese mayordomo, único”

    El espejo mostraba solo lo mejor de mí, escondiendo la oscuridad de mi interior.

    Buena presencia. Cabello rubio y claro, brillante como la seda. Ojos celestes y con una apariencia cristalina. Una silueta que lucía con el vestido blanco adornado en rosas blancas.
    Ese vestido era todo lo que había soñado, tal como lo había diseñado. Llegaba hasta las rodillas pero no dejaba ver mis piernas por las grandes calcetas blancas que cubrían todo. Los delicados zapatos de ballet eran cómodos, como caminar sobre algodón. Y el sombrero rebosaba en rosas blancas.
    No necesitaba cubrir de ninguna manera mi rostro, por lo que me apené con los invitados, pero el sombrero ya cubría la mitad de mi rostro con sus rosas recaídas sobre mi frente y sobre mi ojo derecho. Mi cabello se escondía bajo aquel florero sobre mi cabeza. No podría usar la mascara que combinaba perfectamente con el dibujo del diseño del vestido, pero tampoco estaba molesta por que así ya era más que hermoso.

    Mientras me cubría el cuello con el collar de tela, me pregunte a mí misma si volvería a ver al joven de mis sueños, con el que había bailado un vals bastante agitado.

    En ese momento solo pude pensar que era al que llamaban Sebastian, pero tal vez solo se debía a mi obsesión por querer tener una adquisición como él. No estaba segura de cómo era Sebastian en realidad por que no había preguntado a ninguno de los que estaban en la mansión, pero que sea así de apuesto iba a ser una falta de respeto a la perfección. Nadie podría superarlo en la vida entera.

    Meylin ató con fuerza el moño del vestido blanco y me ayudo a acomodarme el corsé, apretándolo con más fuerza. Toda mi frágil figura se vio envuelta en seda blanca y pura, adornada con rosas blancas por doquier. ¿Qué más hubiera querido yo, que eso? En realidad nada. Tenía todo lo que siempre había deseado, desde mi niñez precaria y desolada, donde los únicos que estaban a mi lado para ayudarme eran mi madre Grace y John Phantomhive, mi padre. Tanta historia hecha con reglones torcidos, escondidas tras el rostro de una joven que cumpliría sus quince años y que estaba envuelta en un vestido blanco. Todas las imágenes de mi niñez hasta la muerte de Grace pasaron ante mis ojos. Luego solo recordé la manera en que John cuido de mí y me protegió con un apellido noble y el buen trato que venía de garantía. La vida había cambiado bastante en este mismo momento.

    —¡Pero si usted está hermosa, señorita!
    —Gracias Meylin. Me alegra que así sea. ¿No sería descortés que los invitados estén más elegantes y bien vestidos que la anfitriona de la fiesta?
    —¡Pero si nadie podrá estar más hermosa que usted! Ni tendrá el mismo vestido, puesto que éste lo diseño usted misma para este día.
    —Esa es la mejor manera de asegurarse en tener el mejor vestido de la noche —cuando sonreí, ella me miro con una cara de sorpresa. Creo que no había sonreído ni una sola vez desde que llegué a esa casa, hace más de tres semanas.

    Pero aunque quería esconderme tras una mascara seria y sin expresión alguna, seguí siendo una joven con mucho amor por la vida que le había tocado.

    —Sólo espero que encuentre un compañero de baile que luzca tanto como este vestido —mencione mientras Meylin me acomodaba el collar de tela y el los moños del vestido.
    —Estoy segura que sí lo hará señorita. Allí abajo hay solo jóvenes hermosos y bien parecidos —un leve sonrojo se asomó a las mejillas de Meylin—. Es una lástima que entre ellos no hablen inglés, yo y los demás solo estuvimos escuchando oh la la, bonjuor, danke schön y aja aja.
    —¡Ja! Es que la creme de las sociedades de Francia y Alemania se encuentra en mi salón en este mismo instante.

    Una última vuelta en el espejo me convenció de que estaba lista para dejarme relucir, dí un brinco y apreté las manos contra mis mejillas de felicidad.

    —¿Está lista señorita?
    —¡Sí! Puedes ir a anunciarme, es tiempo de celebrar.

    Así, con una sonrisa Meylin se fue disparada hacia fuera. Pude escuchar el estruendo que se dio contra el piso, apostaría que se tropezó con sus propios pies, como siempre.

    Con pasos de baile la seguí despacio, luego de que se levantara del piso. El aire parecía más liviano bajo mis pies y sentía como si flotara en un dulce aroma de flores nocturnas.

    —¡Y ahora! Es una honra presentarles a la señorita festejada esta noche… —esa era la señal para mi entrada. Corrí hacia las escaleras y Meylin me tendió una mano para ayudarme a bajar—. ¡Lady Madeleine Grace Phantomhive!

    Los aplausos de los invitados invadieron mi ser y los ojos de asombro y alegría alimentaron mi ego. No pude evitar sonreír desde lo más profundo de mi alma y baje casi a brincos las escaleras del salón.

    —¡Bonjuor! ¡Wilkommen! ¡Welcome! —La sonrisa no se me apagaba ni los aplausos de todos los que estaban presentes—. ¡Sean todos bienvenidos a mi gran gala nocturna!

    A medida que bajaba las escaleras solo podía escuchar aplausos y elogios. Los globos y guirnaldas hacían que la mansión brille en todo su ser y las telas de seda atravesaban los salones que antes eran descoloridos. En es mismo instante, cuando llegue al pie de la escalera, con el hermoso vestido blanco y las rosas blancas adornando mi ser, olvide por todo por completo: mi pasado, mi presente y mi futuro. Solo podía sonreír y encontrar la dicha de tener al fin quince años, que en mi opinión personal es una edad perfecta en la mujer.

    Nada podría arruinar esta noche —pensé— ojala que no se termine nunca.

    **Fin del Capitulo**
    El capitulo de hoy es bastante corto .___. lo siento jeje bueno pronto nos vemos con un capitulo nuevo ^^ por si no se dieron cuenta narro la historia de diferentes ángulos para meterme en cada personaje :B y el próximo capitulo le pertenece a Sebastian *-* me encanto estar en su mente (?) jajaja nos vemos en el próximo capitulo!
    PRÓXIMO CAPITULO: "Ese mayordomo, disfrazado"
     
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  7.  
    Kaguya Ootsutsuki

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    kyaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, esta bellísima y si concuerdo contigo MUY CORTO..!!!
    pero bueno, como dice el dicho, de lo bueno poco, jijiji
    pero que hermoso vestido, y si emocionada al fin aparecerá Sebastian kyaaaaa (saltando de la alegría)
    esta supre mega increíble, te felicito, espero con ansias lo q sigue
    sigue asi y nunk te rindas okey
    XOXO, BESOS Y ABRAZOS
    T.Q.M: Marlex Senpai :cool:
    pd: si una de las primeras :D
     
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  8.  
    zuki

    zuki Usuario común

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    Gomenasai por no haber respondido antes T_T! lo lei mas no pude responder!
    En realidad agradesco a dios y a kami-sama que haya sido corto ¿porque? tengo examen y no puedo pasar mucho tiempo en la computadora T_T hehe el baile es demascaras seguramente, hasta ciel baila con madelaine y se quita la mascara :D los titulos de tu fic siempre me recuerdan a la serie decia: mayordomo loco, mayordomo tal y tal y TAL! xD aunque significa que de verdad plasmeas la historia :D Sebas y ciel tiene hambre ¿de almas? ¿no se comerian la de la gente en la fiesta? O_O ¿que planea tu loca mente?
    Una cosa mi nombre no es zaki mi nombre es ZUKI hehe gracias ahora podre matar a madeline aunque como ella es ficticia no creo que lo pueda publicar U_U que mas da
    Otra vez gomen por no responder el otro T_T

    SAYONARAAA
     
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  9.  
    Abyss

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    O_________O perdon ZUKI jaja ya leo todo mal xDDD es que acabo de despertarme de una siesta xP ah y ahora estoy haciendo modificaciones de la fiesta por que la primera fiesta que narre no me gusto D: espero que la nueva que hice les guste ;3 nos vemos en el proximo capitulo! :B
     
  10.  
    Yuuka

    Yuuka Iniciado

    Acuario
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    muy corto, me has enamorado de la Historia, de la trama, sobretodo de Sebastian.
    Encuentro muy divertido la puesta en escena de Ciel, pero tengo que decir que me tiene ansiosa esa futura competencia entre ambos demonios por el alma de la joven.
    Me tienes nuevamente como tu fiel lectora.
     
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  11.  
    Abyss

    Abyss Usuario común

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    CAPITULO VII: “Ese mayordomo, disfrazado”

    ­—Hemos llegado joven amo —salí del coche y me materialice junto a la puerta, para abrirla en el acto dando paso libre a mi amo y señor.
    —Es inusual que tengas tanta prisa. Normalmente lo haces todo con desgana y lentamente solo para molestarme.
    —Creí que el que llevaba prisa era usted, amo —me salí por la tangente como de costumbre y sonreí con gentileza—. Estamos bastante atrasados, señor. La fiesta había comenzado a las ocho y —saqué el reloj de mi bolsillo—. Ya son las nueve con quince minutos.
    —Es mejor venir a estas horas, así nadie nos saludará o preguntará quienes somos.
    —Lo que usted diga, amo.

    Desde afuera se podía ver perfectamente la concurrida fiesta que se llevaba a cabo dentro de la casa, los faroles colgaban iluminando todo a su paso sin dejarnos oportunidad de protegernos de su luz. Adentro era el mismo panorama, la mansión era como un gran farol que debía verse desde la ciudad —pensé— a causa de las grandes emanaciones de luz que salían de allí.

    Como yo contaba los años como si fueran semanas o días, no se me hacía bastante tiempo el haber permanecido lejos de aquella gran mansión. Eché una ojeada a mi joven amo, al cual le estaba sosteniendo la mano derecha mientras salía del coche, y vi como disimulaba su gesto de apatía y nostalgia. Él no se parecía en nada a mi persona, a mí ser demoniaco, por lo que era comprensible que sus sentimientos humanos aún no hayan desaparecido por completo. Nacer en el seno de una buena familia y acunar sentimientos de felicidad, amor, odio, inquietud, nostalgia, soledad y un centenar de ambiciones indescriptibles dentro de la misma mente, era algo imposible de dejar sólo por un renacer que ni siquiera debió haber ocurrido.

    Hasta ahora se me hacía inconcebible que mi preciada alma se haya perdido por el deseo de un mocoso caprichoso que transformo a mi joven amo en un demonio, en una criatura a la par de mí, a una atrocidad de la naturaleza, un ser sin alma, como yo. Y más aún que eso, me ató para siempre a un niño demonio que me trata simplemente como a su perro. Vaya suerte.

    Pero no todo estaba perdido, bien que se puede hacer dos tratos en un mismo día, dos almas al mismo tiempo. Mi apetito había devorado una que otra alma ingenua a lo largo de estos años con mi permanente amo, cumpliendo con deseos tan fáciles que al momento de sellar el contrato podía tomar mi recompensa. Sin embargo, simples almas vulgares e ingenuas no eran en nada un suplemento al alma que había perdido cuando aquel maldito niño —con el perdón de la palabra— llamado Alois Trancy me había costado el alma más preciada con la que me había topado en más de dos milenios.

    —¿Qué tanto piensas Sebastian? Ya ponte el antifaz y entremos a la fiesta.
    —Como usted diga. —En menos de medio segundo, ya tenía puesta la mascara y mi amo cubrió su rostro con una capucha negra que dejaba su rostro cubierto totalmente oscuro donde apenas se veía la mascara que tenía puesta.
    —No entraremos por la puerta principal —me ordenó con voz severa—. Solo ruego que no te reconozcan a ti, por lo que te lo ordeno Sebastian, aléjate de cualquiera que haya tenido contacto contigo y que pueda arruinar nuestros planes reconociéndote.
    —Yes, my lord.

    Madeleine Phantomhive. Su nombre de pronto flechó mis pensamientos y recordé todo lo que había visto reflejado en sus ojos. Un alma que después de bastante tiempo despertó interés en mí. Un alma que valía la pena inducir.

    Junto con el amo, entramos por la ventana de su antiguo despacho que se encontraba en el segundo piso de la mansión. Sigilosamente nos movimos entre las sombras y esquivamos ser vistos de cualquier persona, especialmente de los sirvientes. Simples mascaras, como las que teníamos puestas, no creo que despisten demasiado a la multitud.

    La casa seguía igual de siempre, pero sin aquel toque lúgubre que recordaba. Tal vez se debía a que toda la casa estaba adornada con guirnaldas, flores, globos y demás cosas que usualmente nunca hubieran estado ahí en el tiempo que trabajé en aquel lugar.
    Cuando bajamos sigilosamente las escaleras, el amo se irguió y trato de actuar lo más natural que le fue posible, mientras que yo le susurré al oído que sería mejor separarnos. Me lanzo una mirada furtiva y luego siguió caminando, yo camine al lado contrario en el que él iba.

    Todas esas personas eran de diferentes nacionalidades, por el acento que tenían al hablar el ingles era fácil darse cuenta.

    Entre por una de las puertas del gran salón y la multitud se había comprimido en una ronda en el centro mismo de la habitación. El sonido de un piano fue lo segundo que noté.

    Las notas sobresalían en una pieza perfecta de Mozart, pude reconocer el “Molto Allegro” a pesar de la simplicidad que se producía. A pesar de eso, note como la persona que tocaba se esforzaba por tratar de sonar como una orquesta sinfónica.

    Me moví sigiloso entre las personas, procurando no llamar demasiada atención, y me acerque más hacia donde estaba aquella canción. Fue una sorpresa encontrar que la persona que estaba interpretando aquella melodía tan compleja era la misma Madeleine. Un alma culta y con talento —pensé— y a medida que seguía tocando podía interpretar perfectamente el tercer movimiento de Mozart en un simple piano. En un momento unió la bella obra de Mozart con la quinta sinfonía de Beethoven, cosa que me sorprendió bastante por que obras así de grandes solo lucirían bien en una orquesta y no interpretada a puro piano en el salón de una fiesta.

    Entonces recordé que había un violín muy bien guardado en el despacho del amo. Me corrijo, en el despacho que era del amo.

    En menos de un minuto fui a sacar el violín de su estuche y luego estuve de vuelta, acercándome a la mesa del piano donde la joven Madeleine interpretaba la quinta sinfonía y le seguí los pasos con el violín entrelazando las notas como si fueran una. Con los ojos cerrados y concentrado en el instrumento que tenía en el hombro, fui escuchando como cuidadosamente la obra que íbamos ejecutando había cambiado su sonido por uno más complejo y hermoso. No era una orquesta, pero estaba mucho más enriquecido que el simple toque acústico del piano. Dos instrumentos son mejor que uno.

    Entre la multitud, muy en el fondo de las personas, los ojos fríos del amo me atravesaban. Si aquellos ojos tenían dagas o balas, mi muerte hubiera llegado, hipotéticamente hablando. Agache la cabeza y mire cortésmente a la señorita sentada en el piano y le dediqué una cordial sonrisa, que ella respondió en el acto. Al parecer, queriendo probar mi destreza, volvió a cambiar la pieza uniéndola con “Se vuol ballare” una obra que Beethoven había hecho en variación a la de Mozart. Debido a que la pieza original estaba compuesta sólo de piano y violín, me sentía halagado. Al menos eso demostré. Por supuesto que no era ningún desafío para mí cambiar ágilmente las notas y seguirla en su sinfonía.

    Así seguí acompañándola en la bella música mientras sonreía alegremente ante todos los presentes, mientras mis ojos se posaban en mi amo, escondido entra la gran multitud y —seguramente— maldiciéndome por hacerme mostrar tan atrevidamente.

    Cuando la última pieza termino, el sobrevuelo del piano había cesado, por lo que baje el violín e incline la cabeza para retirarme; pero cuando di media vuelta para alejarme de allí, una mano me detuvo. Era la señorita Madeleine. Agarró mi mano, sobrecargando su peso en ella, y la usó como impulso mientras se inclinaba ante la multitud que aplaudía, como suelen hacer los actores en las obras de teatro. Me incliné al son de ella y le lancé una mirada al joven amo para ver su reacción. Era de esperarse: Sus ojos abiertos como platos, el brillo rojo de su enojo, inconfundible a pesar de la mascara y la capucha que llevaba puesta, y como era de esperarse la mueca de impaciencia que lo distinguía.

    Simplemente sonreí, a él y a todos los invitados.

    Cuando los aplausos fueron cesando, la multitud se fue abriendo y pronto ya no había nadie alrededor del piano. Miré cordialmente a la señorita a mi lado y le sonreí como despedida, pero ella no me soltó la mano.

    —¿No pretende usted dejar sola a la anfitriona, o sí joven?
    —No es mi intención —dije con disimulo—. ¡Oh! Pero seguro la joven anfitriona tiene muchas amistades con quien hablar y bastantes jóvenes con quien bailar. Y si su compañero esta presente en algún sitio no me gustaría tener problemas con nadie en especial.
    —Ya hable con los que tenía que hablar y no había ningún solo joven que luzca tanto como el vestido que llevo puesto —la comparación de un joven que luzca como aquel vestido se me hizo un tanto divertida, pero eso me demostraba la vanidad escondida tras aquellos ojos cristalinos—. Usted acaba de llegar, ¿no es así?
    —Me temo que sí —No era necesario negárselo—. Tuve un inconveniente con el coche en el que venía y he llegado a estas horas. Por favor, discúlpeme.
    —No puedo disculparte el tono de su voz pareció severo por un instante, pero luego sonrió. O mejor dicho, lo haré si aceptas ser mi acompañante de baile, ¿estamos de acuerdo?
    —Sería un honor, pero ¿no es descortés que usted se fije únicamente en un invitado?
    —¿No es descortés llegar a una fiesta acompañado de nadie conocido?

    Ahí ella había acertado. No pensé que se diera cuenta tan pronto de aquel hecho, pude venir acompañado de cualquiera ahí, pero ella acertó directamente en que había asistido sin compañía y sin nadie que ella conociera.

    —Ya sabe cómo es la sociedad —me aventuré a decir –. Ciertamente participar de tantas fiestas como sea posible es la ley de la selva en la ciudad, y esté uno solo o acompañado, es importante estar con gente de la alta.
    —Sí, usted tiene razón —¡Perfecto! Mi pequeño discurso había funcionado—. Cuando estaba en París iba a cualquier fiesta, conociera a alguien o no, y lo mismo hice en Alemania —una risita se hizo presente—. Ya ve por que hay tanta gente aquí ahora, me hice de amistades en aquellas fiestas donde era una simple forastera.
    —¿Me está ofreciendo su amistad, señorita?
    —Todo a su tiempo joven, todo a su tiempo.

    Dicho esto me agarró del brazo y empezamos a caminar en el salón, mientras todos miraban con ojos curiosos y aguzaban el oído para oír nuestra conversación. Estoy seguro que si el joven amo tenía la oportunidad de arrancarme del lado de la Señorita Madeleine, lo hubiera hecho sin pensar dos veces; pero se quedó recostado por la pared del salón, mirando sigilosamente cada movimiento que cometía. A pesar de la distancia y del hecho de que su mascara sólo dejaba ver el ojo izquierdo, podía percibir exactamente lo que se reflejaba en él. Enojo. Si estaba es su posibilidad sentir odio, de seguro estaba odiando toda mi imprudencia en ese mismo instante.

    ¿Y yo? Sólo caminé acompañado de la jovencita que habíamos venido a intimidar.

    —¿Puedo saber el motivo de su silencio? —Me preguntó la señorita— ¿Le parece que no sé lo suficiente como para mantener una conversación interesante?
    —Me preocupa que todos se molesten conmigo, por tener la atención de usted —tenía la esperanza de que ella dijera “Sí, tiene razón. Iré a hablar con los demás” pero efectivamente eso no ocurriría— ¿No prefiere que nos veamos a la hora del vals, señorita?
    —Puede decirme Madeleine —mencionó ella, sin inmutarse ante mi pregunta.
    —Sería demasiado atrevimiento de mi parte, Señorita Phantomhive.
    —A propósito de nombres, ¿Puedo llamarte por tu nombre, o Sir Michaelis es más correcto?

    A pesar de que estaba observando cualquier cosa, menos su rostro, no pude evitar mirarla fijamente a los ojos cuando me hizo aquel planteamiento. Dude un momento y hice como si no hubiera oído la pregunta, pero volvió a decir “¿Puedo llamarte Sebastian?” en un tono más alto. Hasta una pareja que estaba cerca de nosotros escuchó aquella pregunta, puedo apostarlo.

    —¿Qué le hace pensar que es así como me llamo? —debía negar mi nombre o el joven amo no me lo perdonaría.
    —Bueno —agachó la cabeza y arrancó una rosa blanca de su sombrero extravagante—, sé que te parecerá extraño pero te conocí en un sueño.
    —¿Usted? ¿A mí? —con el antifaz que tenía puesto y con la facilidad que tienen los humanos en olvidar detalles o recuerdos de un sueño, no podía entender cómo logro reconocerme. Por lo que decidí que seguiría haciéndome el desentendido hasta que ella misma se convenza de que eso no era posible—. Sería imposible.
    —Sí, era usted —aseguró—. Tiene los mismos ojos color bordó y el mismo brillo extraño; el mismo color de piel, blanquecina y pálida; el mismo cabello negro azabache y, con todo respeto —alzó una mano y rozó sus dedos contra mi mejilla, a lo que yo me alejé un poco dejando caer el brazo que tenía entrelazado al mío—, también tiene el tono corporal frío. Todo encaja.
    —Con todo respeto usted parece que es muy atrevida, señorita.
    —Debo admitir que sí. Eso de los modales no es lo mío, y si lo hago es solo cuando quiero agradar a alguien.
    —Ah ¿A usted no le importa que me desagrade?
    —Si no le agradara no iba a estar aquí, discutiendo conmigo a cerca de su nombre y molestándose por que le toqué la mejilla, señor Sebastian.

    Al parecer la noche aún no terminaría. Ella no se dejaba vencer ni yo la dejaba ceder. El vals empezó a sonar de un momento a otro y todos voltearon a vernos.

    Nuestra noche a penas estaba comenzando.

    **Fin del Capitulo**
    Espero que les haya resultado interesante ;3 les doy gracias a mis lectores por sus comentarios, sus "me gusta" y su apoyo ^^ también por tener tiempito para pasarse por mi fic y leerlo xD y vuelvo a disculparme si algunos capítulos son demasiado cortos! D: pero es que si no siento que hay algo para agregar entonces simplemente cierro el capitulo y empiezo otro u.u espero que entiendan a esta demente escritora xD
    Nos leemos en el próximo capitulo y espero que lo disfruten! :D
    PRÓXIMO CAPITULO: "Ese mayordomo, descubierto"
     
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  12.  
    Kaguya Ootsutsuki

    Kaguya Ootsutsuki Usuario común

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    kyaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
    que historia..!!!!!!!
    me ha impactado muchisimo, cada vez me interesa esta historia más de veras..!!
    que fiesta, y ella pos debo matarla no QUIERO QUE TOQUE A MI SEBASTIAN..!!!
    est super mega increíble te felicito
    XOXO, BESOS Y ABRAZOS
    T.Q.M: Marlex Senapi :cool:
    una de las primeras
     
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  13.  
    zuki

    zuki Usuario común

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    Kyaaaaaaaa! que genial! que bello mi sebas *_*
    hehehe ciel me lo imagino no dudaria en jalar a sebas y golpearlo (lo ultimo no creo)
    Concuerdo con marlex! cuidado le toca siquiera un pelo a sebas pork la mato O_O
    El fic esta genial ,me encata sebas con la mascara, el siempre de perfecto xDD
    Sinceramente yo no vi el fic corto ._. aunque yo nunca me fijo :P
    SAYOANARAA
     
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  14.  
    Kuro Neko

    Kuro Neko Entusiasta

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    No puedo esperar a leer tu continuación de verdad!
    Te quedo muy bien aunque como dices es demasiado corto pero es tu historia… y la puedes hacer como gustes
    Ya quiero ver a Sebastian!!!
     
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  15.  
    Abyss

    Abyss Usuario común

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    Título:
    Lady Phantomhive
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    2932
    [​IMG]
    CAPITULO VIII: “Ese mayordomo, descubierto”

    Con los ojos entrecerrados y mirándome fijamente, no movió un solo músculo de la cara. La expresión era un tanto suave, un tanto siniestra.

    Un, deux, troi… Un, deux, troi…

    El vals sonaba y los dos girábamos al compás de la melodía.

    Al principio había sonreído, pero a medida que la música avanzaba su expresión fue cambiando por una más seria hasta llegar al resultado actual: los ojos fijos en mí, atravesándome como puñales; la posición erguida y los pasos perfectamente balanceados a la canción. Una mueca en vez de la sonrisa.

    No pude agachar la mirada. Sus ojos tenaces me habían atrapado en un extraño trance, en una ilusión. A pesar de tener sus ojos puestos fijamente en los míos, sentía como si no me estuviera mirando realmente, era cómo si pudiera observar más allá de mí y estuviera mirando a alguien más, en una posición lejana a la nuestra.

    —¿Usted se ha enojado? —mi tono de voz tímido fue apenas audible ante el compás del vals, pero como reaccionó en respuesta supe que había escuchado—. Si no quiere decirme su nombre, está bien. Lo siento.

    ¿Qué había pasado? No era de las personas que decían una cosa y luego se disculpaban por ello.

    Si solo pudiera ver su enigmática identidad, si pudiera arrebatarle aquél antifaz de un golpe, por que aquellos ojos bordo, los mismos que habían estado en mi sueño de anoche, eran los culpables de que lo haya atacado sin prueba alguna.

    Me había dicho esa misma tarde que era imposible que el joven de mis sueños sea el mismo Sebastian Michaelis, me había convencido de que sólo fue una alucinación provocada por la obsesión que tenía hacia aquel mayordomo desconocido.

    Pero luego apareció el hombre que tenía frente a mí, y nunca creí en las coincidencias. Esos eran los ojos que había soñado, sólo deseaba poder sacarle la máscara y corroborar por mí misma que se trataba de la misma persona, era todo lo que necesitaba.

    —No tiene por que disculparse, señorita —me dijo él, luego de un minuto—. No puedo entender su argumento en sí, pero tampoco puedo culparla por asegurar que mi nombre es Sebastian. Debe haber una razón en especial.
    —Ya se lo he dicho. Tiene los mismos ojos que un joven que había soñado esta madrugada.
    —¿Y aquel joven respondía al nombre de Sebastian, mi lady?
    —No. Él tampoco quiso decirme su nombre pero una corazonada me dijo que sí era él.
    —Debo agregar que eso suena bastante ilógico, con todo respeto.
    —Lo sé. En mi vida no hay nada lógico —aquella frase la había mencionado más para mí misma que para él. Pero estaba segura de que lo debió haber escuchado.

    La siguiente pieza la bailamos en silencio. No quise volver a mencionar nada del asunto del nombre y él tampoco menciono nada de nuevo. El vals de Chopin resonaba en mi cabeza y solo me preocupe de seguir el ritmo. Cuando la canción terminó y estaba apunto de sonar la siguiente, lo solté bruscamente y salí del salón, en dirección al jardín trasero.

    En el camino choqué con un joven que estaba parado frente a la puerta que conducía afuera, llevaba puesto un traje azul francés y una máscara plateada que sólo dejaba ver su ojo izquierdo. Su cabello cubría gran parte de la única zona descubierta en su rostro, era como uno de esos ninjas japoneses de los que había leído tantos libros. Él se inclinó en son de disculpa y me miró de una manera extraña. Él único ojo que dejaba ver era de un azul profundo, era cómo una marea a medianoche en el bravo mar.

    Me tendió la mano —por que había tambaleado al chocar contra él— y me ayudó a levantarme sin decirme palabra alguna. Yo me quede mirándolo, descortésmente, debo agregar, y por un segundo sentí que su mirada dio una chispa roja. Fue menos de medio segundo, pero podría apostar que fue así.

    Ahí fue cuando recordé la mirada espeluznante del joven en mis sueños, y de lo atemorizada que me sentí ante él. ¿Cómo pude olvidarlo? Él había quebrado la máscara perfecta que tenía puesta. Me hizo recordar hasta el último detalle de mi pasado.

    Si el joven que estaba presente en la fiesta era realmente Sebastian Michaelis, ya no me complacía saberlo.

    Me despedí del joven, que aun no me había soltado la mano, y lo dejé atrás con la mente nublada en recuerdos.

    En el jardín la atmósfera era fría, con una quietud que tenía un grado de misterio. Me acerqué al palco y me senté sobre él, sacándome el sombrero lleno de rosas y arrojándolo entre los arbustos que yacían a mi lado. Mi cabello rubio calló sobre mis hombros, protegiéndome un poco del viento frío, y volaron al compás del viento al mismo tiempo que me frotaba los hombros con ambas manos para entrar en calor.

    —Aquí hace demasiado frío —escuché de repente—, ¿Por qué no vuelve adentro, señorita?

    Cuando fije la mirada hacia la dirección de la voz, me encontré una vez más cara a cara con los ojos color bordo que me habían cautivado, enojado y… asustado.

    —Necesito un respiro —fue todo lo que logré decirle.
    —Por supuesto, ya debe estar cansada de estar por aquí y por allá entre tanta gente distinguida —a medida que hablaba, fue acercándose poco a poco a mí—, después de todo las personas aquí presentes han venido de tan lejos solo para verla. Incluyéndome a mí.
    —Si usted lo dice. No es que haya obligado a venir a alguien, están aquí por que así lo han querido.
    —Es verdad. Usted tiene razón —cuando dijo esto, ya se encontraba a mi lado, recostando su peso sobre la mano izquierda posada en el palco—. Pero yo no he dicho que haya obligado a venir a alguien, ¿o sí lo he hecho?
    —No.

    Por alguna extraña razón esa conversación se me hizo un tanto incómoda, al igual que su estrecha presencia paralela a la mía. Ya no me causaba la misma simpatía que le había tomado al comienzo de la velada, y después de aquel reflejo extraño que vi en el ojo del joven con el que choqué, ya no me causaba curiosidad saber si era o no Sebastian. Ya no lo quería cerca.

    —Por favor, esta vez el que le pide sus más sinceras disculpas es su servidor, señorita —se inclinó ante mí al mismo tiempo que sacaba una flor de un extraño color azul, que al parecer tenía escondida a su espalda—. Al parecer hice que se moleste conmigo, y no podría perdonarme arruinarle la noche a la celebrada. —En ese instante tomó uno de los mechones de mi cabello y lo olió. Fue un gesto un tanto extraño.
    —¿Usted se cree tan importante? —le dije con sarcasmo—, por que no crea que un simple individuo puede ejercer tanto poder sobre mí —él solo sonrió y me paso la extraña flor azul, que agarré por reflejo a la curiosidad—. ¿Es una rosa? ¿Por qué es azul?
    —¿A caso le molesta que sea azul, señorita?
    —Es que las rosas azules no existen, hasta donde yo sé.
    —Usted sólo conoce lo que conocen la mayoría de los hombres, y ellos están bastantes faltos de conocimiento, señorita.
    —¿Y a caso usted es un hombre que conoce más que los demás?
    —No.

    Su respuesta me sorprendió bastante. Me llevé la rosa azul a la nariz y su aroma dulce me mareo de repente, era un aroma extraño, algo que nunca había olido antes. Toqué los delicados pétalos y el contacto suave, parecido al terciopelo, me convenció de que aquella rosa era real después de todo, pero si era así, ¿de dónde había sacado ese sujeto una rosa como ésa?

    —¿Qué eres entonces? —me aventuré a preguntar.
    —Yo sólo soy un simple mayordomo. —Cuando termino la frase se inclinó ante mí y se alejó como tres pasos de mi lado, luego subió la cabeza y el mismo brillo rojizo se reflejo en sus ojos, tal cómo en mis sueños.

    Las mismas palabras, era la segunda vez que escuchaba esa frase en menos de veinticuatro horas. Esa era la razón por la que no creía en coincidencias, no existían, todo estaba ahí por alguna razón y si sucede algo siempre tiene una justificación.

    —¿Y el amo poseedor de tal servicio ha venido contigo?
    —¡Por supuesto! ¿Qué sería del sirviente sin el amo? Simplemente una sombra vaga en lo oscuro, ansioso de buscar una nueva criatura que de órdenes para acatarlas.
    —No pareces en nada alguien a quien le guste acatar órdenes.
    —Es verdad, pero como mayordomo de la Casa Phantomhive, ¿Cómo puedo negarme a incumplir dicho contrato?

    Eso era todo. Prácticamente me estaba entregando su identidad en bandeja de plata. Me quede mirando la rosa azul que tenia en la mano y en mi mente mil preguntas se hicieron presentes, pero no dije nada. No tenía ganas de ir más lejos o si quiera de estar ahí en ese momento. Cada parte de mi cuerpo temblaba, tal vez por el frío o tal vez por el miedo, el mismo miedo que había sentido en mi sueño, las mismas imágenes recónditas de mi pasado, acechando mi mente. Y el joven se quedo allí parado, mirándome, esperando mi siguiente movimiento.

    —Con respecto a su primera pregunta, la que me había hecho hace una hora atrás —volvió decir, en respuesta a mi silencio—, con decirme Sebastián es suficiente. No me considero apropiado para que me esté llamando “Sir”
    —Yo le había dicho que podía decirme Madeleine, y se ha negado a hacerlo —mencioné, tratando de ahogar las sensaciones que recorrían mi cuerpo ante el merecido hecho de que estaba en lo correcto.
    —Estoy en tanto de que no deja a nadie mencionar su nombre, todos se dirigen a usted como Lady Phantomhive o simplemente “Señorita”, ¿Por qué habrá de dejarme a mí, un simple mayordomo, dirigirse a usted tan informalmente?
    —Por que usted no es como los demás —le contesté sin titubear, mientras él esbozaba una sonrisa cargada de malicia.
    —Gracias por tanto honor —a veces simplemente no comprendía si lo decía en serio o de una manera sarcástica para burlarse de los demás, pero sólo me limité a sonreír cuando se inclinó ante mí—. Ahora, si no le molesta ¿podría evitar decirme Sebastian ante las personas?
    —Sólo si prometes bailar una pieza conmigo antes de que el vals deje de sonar.
    —Sería todo un placer, Lady Madeleine.

    Me dispuse a bajar del palco de un salto, pero Sebastian me tomó de la cintura y me bajo con delicadeza sobre la plataforma para luego ofrecerme su brazo derecho, mientras señalaba con su mano izquierda el camino hacia el salón. Solo me agarré de él y nos dirigimos hacia el interior, hacia la fiesta.

    A penas habíamos cruzado la puerta principal, la que me dirigía al jardín trasero, el joven de la extraña máscara plateada se acercó y me ofreció su mano.

    —¿Me concede un baile, su majestad? —me dijo con gentileza.
    —Claro —respondí, aunque no tenía muchas ganas de bailar con alguien al que sólo podía verle el ojo izquierdo.

    Me alejé de la compañía de Sebastian tomada de la mano por el enigmático joven, al cual mi tamaño le llegaba al hombro. No me había fijado en lo elegante que era su traje, bien combinado con un pantalón negro y un pañuelo gris ceniciento. El cuello de su camisa negra era visible por encima del traje.

    Algo me llamo la atención, sobre su cabeza descansaba un gran sombreo negro que tenía como adorno un listón grueso azul oscuro y dos rosas azules, iguales a la rosa que Sebastian me había dado.

    —¡Mi rosa! —exclamé al darme cuenta que no la tenía conmigo, la había dejado en el palco.
    —Ha estado bastante distraída mientras me observaba, ¿algún motivo en especial? —mencionó el joven, ya cuando habíamos llegado al centro del gran salón y empezamos a movernos al ritmo del vals.
    —Sólo me fijaba en su sombrero, que no llevaba puesto hace un momento, cuando sin querer choqué contra usted.
    —Sí es verdad. Es bastante detallista, debo mencionarlo.

    Me imaginé que Sebastian se había dado cuenta de que deje olvidada la rosa en un descuido y que la recogería para devolvérmela luego, por lo que me dispuse a buscarlo con la mirada sin obtener resultado alguno.

    —¿Busca algo en especial, señorita?
    —Sólo caí en cuenta que dejé algo olvidado en el palco del jardín.
    —¿De verdad? ¡Qué desventura! ¿O fue descuido suyo?
    —Fue un descuido —mascullé de mala gana, sin agradarme el tono en que me había planteado la pregunta.
    —Puedo decirle a mi mayordomo que busque lo que ha perdido mientras usted y yo continuamos bailando, si así lo quiere.
    —No hace falta, al terminar esta pieza iré a buscar lo que olvidé yo misma —hice bastante énfasis en “cuando termine esta pieza” para que quedará en claro que no bailaría otra pieza con él.
    —Pero si no es ningún problema —volvió a insistir—. Mi mayordomo está justo ahí —me señaló con la cabeza la dirección, a mis espaldas.

    Al principio sólo sonreí y no estaba dispuesta a voltearme, pero por buena educación dirigí la mirada en dirección hacia el lugar que me señalaba.

    Entonces, por enésima vez en la noche, me encontré con aquellos ojos color bordo. Sebastian me sonrío por un momento para luego volver al rostro inexpresivo que tenía, sin mover una sola mueca de la cara y observando cuidadosamente cada paso que dábamos aquel joven y yo.
    Al principio pensé que se refería a otra persona, pero éste joven le señaló a Sebastian con la cabeza que saliera del salón, a lo que éste le hizo una reverencia en respuesta y luego se dirigió hacia afuera.

    Me quedé en silencio, pensativa, con miedo a preguntarle si era en verdad Sebastian, mí Sebastian —sí, era bastante posesiva hasta con lo que no me pertenecía—, la persona a la que se refería.

    —La pieza acabó —me dijo luego de unos minutos silenciosos.
    —Sí, lo sé —le contesté, alzando la mirada—. ¿A caso usted es el amo de Sebastian?

    Lo solté de golpe, por que no me gustaba la sensación de miedo o inferioridad ante cualquiera. Él asintió con la cabeza y me volvió a agarrar de la cintura cuando empezó una nueva pieza de vals.

    —¿Y puedo saber su nombre…? —la frase de mis labios expiró. Me detuve bruscamente en medio del salón mientras me quedaba contemplando un ojo de color rojo fuego, que me miró fija y directamente, atravesando mi interior.

    *Fin del Capitulo*
    Perdón la espera es que estaba esperando mas comentarios pero ya que nadie me mas que mis fieles lectores me hacen caso XD ojala les guste ;'3
    PROXIMO CAPITULO: "Ese mayordomo, descuidado"
     
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  16.  
    zuki

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    Aqui estoy yo! creo que ya fueron suficientes dias de mi venganza... Me dejaste con la duda >_< aunque si no admite que es Ciel ahi si lo mato... Que tierno mi sebastian, ojala me regale una de esas rosas, ya que yo tampoco he viso una ¿de verdad existen rosas azules? D: Ahora me pregunto por que cada capitulo empiesa con ese mayordomo como en el anime :/ Que tiernos la mala de madelaine con sebastian *O* pero que quede claro sebastian es mio!! >:( Lamentablemente hoy no tengo inspiracion para comentar u_u solo se... que me dejaste con intriga ¿que pasara? sayonaraaa :P
     
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  17.  
    Abyss

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    vengativa >.> mi prima vuelve el martes para el miércoles te tengo la conti del sasuhina ok? asi ya no te vengas de mi xDDDD y soy muy fiel a los criterios del anime/manga por eso todos mis capítulos son así ^^ dentro de poco te sacaras la intriga :B nos leemos pronto zuki vengativa ;3
     
  18.  
    zuki

    zuki Usuario común

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    No soy vengativa soy justicia :D ademas me andas torturando ocn el sasuhina >_< esta bien no me vengare mas tuyo... por ahora. Zuki vengativa... nah no suena dime zuki >:(
     
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  19.  
    Tarsis

    Tarsis Usuario VIP Comentarista supremo Escritora Modelo

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    OMG!!!!! Dios Luna! estoy flechada con tu fic! lo escribes de una forma tan excepcional que no podría decir que tienes nisiquiera un mínima gota de OoC, simplemente lo retratas perfecto, "Lady Phantomhive" me cau muy, muy mal. Es insufrible esa niña que se da aires de grandeza en un puestoq ue no es ni remotamente de ella y que nunca lo será. Que perspectiva tan adecuada la de Ciel con respecto a la sintenciones de Sebastian, es decir, comprende desde su condición de demonio el hambre atroz que debe sufrir Sebastian después d etanto tiempo sin alimentarse. Mi Ciel-kun tan hermoso como siempre, simplemente perfecto. ¿Y Elizabeth? ¿No saldrá? ¡Yo quiero verla! jajajaja! Bueno, esperaré desesperadísima la continuación! Besossss!
     
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  20.  
    Abyss

    Abyss Usuario común

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    gracias por pasarte ;3 y parece que te saltaste esta pagina! :eek: por que pusiste me gusta solo en las paginas pasadas xD iba a poner a Elizabeth pero aun no estoy muy segura, solo saldrá para su SHIIIIIIIIIIEEEEEEEEEEEEERUUUUUUUUUUUUU xD y eso no ayuda mucho a mi imaginación jajajaja e.e pronto subiré la continuación, solo estoy esperando que mis demás lectoras comenten :3
     
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