Historia Ilustrada Lady of black.

Original.

Para el desafío: Historias ilustradas - Peárys Gummi.

​

Todo le daba igual ahora. Se encontraba en una esquina de la vacía y oscura habitación, llorando por alguien que obviamente no valía la pena.

Su cabellera larga, lacia y oscura caía suavemente por su pálido y delicado rostro, sus ojos azules estaban rojos e hinchados y toda ella, todo su delgado cuerpo temblaba.

Su típica historia de amor se convirtió en una típica historia de desengaño. Se levantó de aquella esquina tambaleándose y a punto de perder el equilibrio; llego a su cama —tan sola y fría como siempre—. Se tiró sobre ella haciendo que los cojines grises saltaran un poco de su lugar; abrió sus grandes ojos para mirar hacía el techo polvoriento, y empezó a recordar.

​

Flash back.

Tan perdida y mareada estaba en aquel momento. Se encontraba bajo los grandes efectos del alcohol. ¡Era el día más feliz de su vida!, su boda.

Caminó por el gran pasillo sujetándose de vez en cuando de las paredes para no caer, ¿dónde se encontraba su amado Charle?
Escuchó dentro de una habitación la voz de Charlie; el chico alto, rubio y de ojos verdes se encontraba hablando con su mejor amigo.

—No te preocupes Johan, ya me casé con ella, ahora hay que aprovechar y esperar a que su viejo y rico padre muera para que ella pase a ser la heredera y todos los bienes por ende sean míos.

Fin flash back.


Las lágrimas volvieron a salir, ¿cómo pudo fingir tanto?
Apretó sus manos con ira y se levantó de la cama, encendió las luces y se sentó en su escritorio; después de un rato sonrió.

​

¿Qué pasa dama, por qué tu sonrisa ya no muestra amor?​

​

Salió del cuarto dirigiéndose a la cocina, preparó la cena y con una gran sonrisa lo puso todo perfectamente sobre la mesa. Subió los amplios escalones de madera y se metió de nuevo a la habitación. Se cambió de ropa; colocándose un vestido negro y unas mallas del mismo color, unos botines oscuros altos y unos guantes; maquilló su rostro y sonrió con tristeza.

Cogió una gran maleta roja y en ella puso todo lo suyo, luego la arrastró escaleras abajo y la dejó en la sala.

​

​

¿Qué quieres hacer dama?​

¿Dañarte la vida?​

¿Qué piensas hacer, por qué no sonríes?​

Escuchó la cerradura de la puerta, él llegó tarde como siempre. La besó con hipocresía y ella correspondió con cinismo.


—Estás hermosa, Susan —le dijo mirándola y sonriendo.
No dijo nada, solo lo guió hasta la mesa donde comieron en silencio hasta que él la miró asustado; estaba dejando de respirar. Se tiró al suelo buscando aire, un aire que no encontró.


—Con una dama no se juega —dijo mientras sonreía, y él la miraba suplicante. Lo dejo ahí agonizante, mientras ella caminó hacía la sala, cogió su maleta y se marchó.

​

¿Por qué contigo juega la vida?​

¿Qué pasó con la nobleza que en ti vivía?​

La vida te cambió, pero intenta sonreír​

dama de negro.​

​

​

​

​

​