Te recuerdo. Yo creo que no se necesitan demasiadas palabras para transmitir lo que uno desea, solo las correctas. Recuerdo cada detalle de la historia, de principio a fin. Aquella que revivo cada vez que camino por tu campo, cada vez que me balanceo en el columpio que hiciste y cada vez que recuerdo las resorteras que armaste para nosotros. Recuerdo cómo le enseñaste al Sultán a levantar la pata y recuerdo cómo te la pasabas retando al Luc con risas jubilosas. Sí, también recuerdo tus malos momentos, aquellos escondidos al lado de la botella, cuando querías desaparecer del mundo y evitabas tomar las pastillas. Tu mal humor cubriendo los ánimos de la casa. Y recuerdo los días en los que sentí como pedacitos de mi corazón caían silenciosamente. El primero fue cuando me dijeron que el gran e increíble Sultán, el perro que me acompañó toda la vida y que jugó tantas veces con nosotros, falleció. Estaba tan viejo y adolorido por su enfermedad que lo tuvieron que dormir. El segundo día fue cuando se fue el otro perro, más joven, Luc. Me dijeron que lo habían encontrado envenenado de repente, sin saber nadie quién podía ser capaz de hacer eso. Y el tercer día, fue cuando te fuiste vos, abuelo. Salí del colegio y, apenas vi la cara de mi mamá con los ojos hinchados y rojos, me puse tensa. Me destrozó el corazón ver cómo una hija se inclinaba sobre el cuerpo de su padre. Me destrozó ver cómo le agarraba la mano y tocaba su cara. Mirando el cielo oscuro, me despedí de los tres. Escuché sus ladridos por última vez y vi tu espalda alejarse diciéndome adiós.
Esto me hizo bolita el corazón porque lo entiendo de primera mano, tanto desde el lado de la muerte de esos animalitos tan preciados como la muerte de una persona amada y ver el efecto que tiene sobre los que quedamos acá. No sé ni cómo organizar las ideas porque de verdad me llegó al cora. Mujer, no tengo mucho más que decirte. Tienes talento para lo que te propongas escribir, así que realmente espero seguir leyendo cosas tuyas por acá en los años futuros. Ahora me pondré a recoger los pedacitos de mi kokoro. Saludos, Jess <3
Vaya, si hubiera leido esto hace un año te juro que ahora estaría cubierto de lágrimas. Se nota que has estado algo sentimental estos días, salió muy natural la narración. Me gustaría criticar algo, pero no hay nada para hacerlo, bastante natural y transmite ese sentimiento triste con el que todo el mundo se ha encontrado a lo largo o corto de su vida. En lo personal, puedo entender perfectamente ese sentimiento ya que, como quizás ya te hayas dado cuenta, el año pasado pasé por algo parecido. además lentamente se acecan el final del año, fechas que para mi, al contrario que para la mayor arte de las personas, no resultan agradables. Por desgracia mis malos momentos siempre llegan en épocas felices. Pero en fin, basta de ser amargo. Este es el primer escrito que veo de ti, y me marcho con un sabor agridulce, estaré pendiente de más escritos tuyos de ahora en adelante.
Oh, que lamentables pérdidas. Las mascotas son como de la familia, así que siempre duele cuando mueren, pero lo más notable en dolor es la muerte del abuelo, el llanto de su la hija y sin duda el de la nieta, esas lágrimas que sólo con el tiempo podrán disminuir. Un micro muy emotivo.